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Resumen Tarducci Mónica - Abusos, Mentiras y Videos

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Abusos, mentiras y videos.

A propósito de la niña Wichi

Mónica Tarducci

13 de septiembre del 2012, “El etnógrafo”. Actualización de la discusión, a


motivo del documental del canal encuentro del 2009. El hombre estaba preso al
momento de ambas filmaciones
(Caso)
Aparecen otra vez opiniones acera de la pertinencia o no del castigo de
alguien que no habría hecho más que actuar según leyes ancestrales dictadas por la
cultura, en este caso la cultura Wichi.
Se puede comprobar la casi inexistencia de etnografías que den cuenta de la
vida cotidiana de las mujeres, niños y niñas de las comunidades originarias, yy por otro
lado los “silencios” etnográficos acerca de los abusos y violencia en la esfera íntima,
cuando son cometidos por sus propios miembros.
La discusión se presento como novedosa, ignorando la vasta producción sobre
antropología, relativismo cultural derechos humanos, desde la declaración de Herman
Herskovits en 1947 para la Asociación Americana de Antropología. También
asombrosa la ausencia de un examen de las relaciones de poder implicadas en los
hechos. Ni siquiera los críticos más agudos lo pusieron en duda. Relato realizado en
base a los varones, ni reaccionaron ante los esfuerzos patéticos del etnógrafo para que
las mujeres, en los contados segundos en los que aparecen, repitieran lo que les iba
indicando.
Nadie vio las incongruencias del relato “oficial”, cinematográfico como de
publicaciones diversas. La única voz solitaria fue la de la líder Octorina amora, quien
tuvo claro desde el comienzo la gravedad de los hechos.
Mentiras avaladas por abogados, defensores, avaladas por etnógrafos de
Oxford, etnógrafos locales, directores de cine y opinadotes de diverso tipo. Mentiras
que giran alrededor de tres temas: la edad de la niña al ocurrir el hecho, la inexistencia
de un fantasmático “matrimonio privignático” y las licenciosas costumbres de las niñas
Wichi, que las hace buscar compañeros sexuales luego de la primer menstruación. (La
edad de la niña, elevada por la abogada defensora, para invalidar la violación. La madre
nunca desdijo que la niña tenía 10 años. Además, operando con John Palmer para que
ella modificara la declaración. Como si no supiera ella cuántos años tenía.
El documental y la película hablan sobre la injusticia de estar preso sin
proceso, y se escucha la voz en Off de él. Afirmaciones canallescas propias de los
abusadores.
El caso no es uno más de los tantos en que se enfrentan el relativismo cultural
y los derechos humanos, porque no solo hubo mala fe, sino también irresponsabilidad
en las personas que repiten las afirmaciones de quienes quieren salvar al acusado a toda
costa y que no quieren escuchar otras voces, incluso dentro de la misma comunidad
Wichi. Al menos deberían preguntarse quién está representando a los Wichis.
Por qué se desconoce la cantidad de casos sobre las niñas en muchas partes del
mundo, que enfatizan su exposición al acoso sexual, maternidad temprana, exploración
doméstica.
La antropología debe moverse entre el reconocimiento de la agencia de los
niños y niñas y a la vez tener presente que están situados en el grupo más vulnerable.
Los contextos particulares y a la vez los documentos internacionales que tratan de
protegerlos.
La peligrosa utilización de la cultura para explicar relaciones de desigualdad y
discriminación, como lo alertaban representantes Wichi, en referencia al caso que
estamos discutiendo. Dentro de la cultura, hay miembros que justifican estas situaciones
por ser parte de las “prácticas culturales”, y otros entienden que la violación no es parte
de estas prácticas culturales. (Se hablaba de que una aborigen es diferente porque tiene
más internalizada el tema de la violación; un horror)
Muchos colegas críticos del relativismo cultural, titubean cuando el tema es la
violación a la integridad de las mujeres y niñas en el ámbito privado. En realidad, no
existen prácticas culturales que dañen a un varón, entre las que se consideran
manifestaciones de una cultura, podrá observarse que las que ocasionan un daño a
personas sin su consentimiento, en la mayoría de los casos afectan a mujeres. Es cierto
que hay consentimiento a veces, pero está viciado siempre ciuando la negativa a llevar
adelante la práctica conlleva la pérdida de su dignidad en la omunidad en la que ha
nacido y vivido.
Dos movimientos paralelos: por un lado, ante la ampliación en la concepción
de derechos lograda por las mujeres para incluir los crímenes cometidos contra mujeres
y niñas, surgen las voces airadas de quienes no quieren respetarlos apelando a la
“cultura”, como algo esencial e inalterable. Una concepción de cultura como sistema
coherente de ideas, significados y valores compartidos por todo el grupo, concepción
que ha sido y sigue siendo criticada desde la antropología. Esencialismo cultural que no
da lugar a disidencia y sirve a intereses e los que detentan el poder en el interior de las
comunidades.
Ningún grupo social ha sufrido mayores violaciones a sus derechos humanos
en nombre de la cultura que mujeres y niñas. Cargan con algo como un plus de
etnicidad y las relaciones de género son consideradas de “esencia” en la comunidad,
más allá de cualquier convención de derechos.
El respeto a una identidad cultural va en contra de integrantes de esa misma
comunidad, contribuyendo a la opresión de los más vulnerables.
Cada vez hay mayor consciencia de que el relativismo cultural en realidad es
moral, y en un mundo comunicado y global, sirve al os intereses que provocan
sufrimiento. Es necesario que el foco esté puesto en las relaciones sociales que
convierten esa diferencia en opresión. No se puede tratar a la diversidad como
perteneciente a la cultura.
Conviene analizar la diversidad cultural desde una perspectiva crítica. En lugar
de utilizar la cultura como explicación justificación de los comportamientos, debería
preguntarse a qué intereses sirven las costumbres tradicionales y a quienes perjudica;
por qué algunas costumbres se dejan y otras permanecen; quiénes influyen en la
dinámica y dirección interna del cambio cultural.
La ley en tensión con la costumbre, cuando los dominios del sistema
jerárquico de Status arraigado en la vida social de todos los pueblos es puesto en
cuestión (género, religión, raza…). El derecho moderno entra en tensión con las
diversas culturas, y con el propio occidente, que tuvo y tiene que modificar patrones
socio-culturales de conducta.
Etnocentrismo es bien diferente de solidaridad. Rara vez verdades múltiples
(relativismo) son al mismo tiempo verdades éticas.

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