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Conversión Pastoral
Conversión Pastoral
Conversión Pastoral
a) “Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos
los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos, y de
cualquier institución de la Iglesia”. No hay parte ni porción de la Iglesia que no quede
afectada en la conversión pastoral y la renovación misionera. La propuesta debe
impregnarlo todo, como un agua viva que moja, pero no sólo exteriormente, sino que
empapa, llegando a la médula de los hombres y mujeres, a la médula de las planificaciones,
a la médula de las estructuras eclesiales. Así se trate de una enorme Diócesis o de una
pequeña comunidad eclesial de base, todos se ven afectados, porque la misión es
responsabilidad de la totalidad del Pueblo de Dios, receptor de la vida en Cristo y
transmisor de la misma. Aquí juega un papel importantísimo la tarea de animación
misionera, con el objetivo de despertar en los bautizados la conciencia de comunión
misionera, de relación íntima tanto con la catequesis de la parroquia como con los
misioneros desconocidos en tierras extranjeras. Una constante animación misionera
redundará en mayores vocaciones a la actividad ad gentes, aumento de la cooperación
espiritual y económica para el sostén de las misiones, comunidades más participativas y
más acogedoras, procesos reales de inculturación y preocupación por acceder a los espacios
donde aún la Iglesia no ha hecho patente su mensaje. ¿Cómo hacer que todos los hombres
reciban el Evangelio si no toda la Iglesia es misionera?
b) “Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en
los procesos constantes de renovación misionera”. La renovación misionera es un proceso,
no sucede como un corte transversal que elimina todo lo “viejo” y trae cosas absolutamente
nuevas. El proceso implica el cambio gradual, pero firme, que analiza lo que está
sucediendo actualmente para rescatar lo bueno y eliminar lo no tan bueno, suplantándolo
por algo mejor. Es una tarea de discernimiento comunitario, donde la prioridad está en los
receptores de la evangelización, bajo la pregunta sobre qué es lo mejor para ellos, cuál es la
mejor manera de transmitirles el Evangelio, cuáles son los lenguajes adecuados para cada
cultura. El proceso no puede realizarse sectorizado, determinando un área parroquial
misionera y las demás estancadas en su pastoral de conservación, sino que el completo de la
Iglesia debe animarse en la misión, reflejando al mundo su vida de comunión y el deseo de
participar a todos de esa vida. Así mismo, el proceso de renovación es constante, nunca
acaba, y más profundidad adquirirá en la medida en que mayor sea la relación del Pueblo
de Dios con la Palabra que lo interpela.
367. La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus
miembros. Su vida acontece en contextos socioculturales bien concretos. Estas
transformaciones sociales y culturales representan naturalmente nuevos desafíos para la
Iglesia en su misión de construir el Reino de Dios. De allí nace la necesidad, en fidelidad al
Espíritu Santo que la conduce, de una renovación eclesial, que implica reformas
espirituales, pastorales y también institucionales.
368. La conversión de los pastores nos lleva también a vivir y promover una espiritualidad
de comunión y participación, “proponiéndola como principio educativo en todos los
lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las
personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las
comunidades”. La conversión pastoral requiere que las comunidades eclesiales sean
comunidades de discípulos misioneros en torno a Jesucristo Maestro y Pastor. De allí nace
la actitud de apertura, de diálogo y disponibilidad para promover la corresponsabilidad y
participación efectiva de todos los fieles en la vida de las comunidades cristianas. Hoy más
que nunca el testimonio de comunión eclesial y la santidad son una urgencia pastoral. La
programación pastoral ha de inspirarse en el mandamiento nuevo del amor (cf. Jn 13, 35).
369. Encontramos el modelo paradigmático de esta renovación comunitaria en las
primitivas comunidades cristianas (cf. Hch 2, 42-47), que supieron ir buscando nuevas
formas para evangelizar de acuerdo con las culturas y las circunstancias. Asimismo, nos
motiva la eclesiología de comunión del Concilio Vaticano II, el camino sinodal en el
postconcilio y las anteriores Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y de
El Caribe. No olvidamos, que como nos asegura Jesús, “donde están dos o tres reunidos en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20).
Principios teológicos
1. La Trinidad. La Iglesia, convocada y formada por la Santísima Trinidad, es por
naturaleza misionera. El misterio de la Trinidad, en la comunión y la misión de las divinas
personas, es la fuente, el modelo y el fin de la renovación misionera de la Iglesia.
4. Pastoral orgánica. Establecer criterios comunes para animar una pastoral orgánica
diocesana radicalmente misionera que
- promueva y exprese la corresponsabilidad, la colegialidad y la solidaridad
- fomente una misión centrífuga (ir hacia) y una reunión centrípeta (convocar a),
- sostenga una pastoral de los vínculos y los procesos
8. Comunidades al servicio del Reino de la Vida. Convertirse a una misión que sirva al
crecimiento del Reino de la Vida plena en Cristo mediante un proceso de iniciación
cristiana que forme personas libres y fraternas, y comunidades que transformen las
realidades de nuestro pueblo.
4. Propiciar el encuentro personal con Cristo y la conversión de los cristianos más alejados
como una prioridad pastoral absoluta. Esto implicará institucionalizar el kerigma y emplear
los métodos y las estructuras que sean más eficaces y flexibles ante las nuevas y diversas
circunstancias.
Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el
camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están.
Ya no nos sirve una simple administración. Constituyámonos en todas las regiones de la
tierra en un estado permanente de misión.
Pablo VI invitó a ampliar el llamado a la renovación, para expresar con fuerza que no se
dirige sólo a los individuos aislados, sino a la Iglesia entera: La Iglesia debe profundizar en
la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio.
Que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se
convierta en un cauce adecuado para la evangelización más que para la auto- preservación.
La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este
sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en
todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en
constante actitud de salida. Como decía Juan Pablo II: (a los Obispos de Oceanía), toda
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Cf. Evangelii Gaudium N° 27-33
renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa
de una especie de introversión eclesial
Parroquia: La parroquia no es una estructura caduca; puede tomar formas muy diversas que
requieren la docilidad y la creatividad misionera del Pastor y de la comunidad, Si es capaz
de reformarse y adaptarse continuamente, seguirá siendo la misma Iglesia que vive entre las
casas de sus hijos y de sus hijas. Esto supone que realmente esté en contacto con los
hogares y con la vida del pueblo, y no se convierta en una estructura separada de la gente.
Por eso, la pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del
siempre se ha hecho así. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar
los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias
comunidades. Una postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los
medios para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía.
OBJETIVOS
Comprender a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia la importancia de
la acción pastoral en la vida de la Iglesia, como un proceso que vuelva a los
orígenes apostólicos de la Iglesia y que tenga a Jesucristo como modelo de pastoral.
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN
OBJETIVOS
CONCLUSIONES
CONCLUSIONES
En el mundo actual en el que vivimos, la sociedad presenta nuevos desafíos y areópagos a
los cuales la Iglesia debe responder desde sus procesos de acción evangelizadora. El
pontificado del actual Papa, ha vislumbrado la urgencia y necesidad de que la Iglesia desde
su misma estructura y especialmente desde su pastoral, viva un proceso de conversión que
garantice mayor fidelidad a la misión que la Iglesia ha recibido del mismo Cristo. Este
proceso de conversión no es novedad en la vida de la Iglesia, ha sido resultado del despertar
de la conciencia misionera, de manera muy particular en la Iglesia Latinoamericana desde
la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida; donde desde el método:
Ver, Juzgar y Actuar, la Iglesia busca responder a la misión que Cristo encomendó a la
Iglesia en sus orígenes: que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad.
Por lo tanto, por muchas estrategias, proyectos y acciones que se establezcan con la
Evangelii Nuntiandi es importante recordar que el protagonista y el alma de la misión es el
Espíritu Santo, es necesario que la Iglesia se renueve desde su corazón viviendo un nuevo
Pentecostés, para que laicos y ministros de la Iglesia con una vida renovada y con la fuerza
del Espíritu salgan a cumplir el mandato misionero que el mismo Cristo encomendó a sus
discípulos. Finalmente, es de gran importancia hablar de la corresponsabilidad misionera,
para que todos entiendan que la misión no es un trabajo, es una vocación, es un don y tarea,
y que por lo tanto, es responsabilidad de todos los bautizados, que desde su carisma y
ministerio específico están llamados a servir a Cristo y al evangelio.
INTRODUCCIÓN
Entrar en el dinamismo de una misión permanente, con estas u otras etapas, supone
un proceso pedagógico con un itinerario pastoral en que podamos formar el corazón del
discípulo misionero en todos nosotros: bautizados, confirmados y ordenados para el
ministerio sacerdotal así como aquellos y aquellas que han recibido una especial
consagración. Desde el punto de vista de nuestro discipulado misionero exige una
conversión pastoral, es decir, la audacia de hacer más evangélica, discipular y participativa,
la manera como pensamos y realizamos la pastoral.
LA CONVERSIÓN PASTORAL
Diác. JOHN CORDERO CASTRO
Diác. JUAN CARLOS BUSTOS SAÉNZ
HERNAN ARLEY CUEVAS DUARTE
ELKIN DARÍO CARDONA
Trabajo de Investigación
DIPLOMADO MISIÓN AD GENTES