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Pueblo Indigenas y Movimientos Campesinos

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HISTORIA GENERAL

DE AMÉRICA LATINA

AMER ICA LATINA


z
DE
GENERAL
Los proyectos nacionales
latinoamericanos: sus
instrumentos y articulación

HISTORIA
1870-1930
12

PUEBLOS INDÍGENAS Y MOVIMIENTOS CAMPESINOS

Galo Ramón Valarezo

INTRODUCCIÓN

¿Es pertinente hablar de un movimiento indígena y campesino latinoamericano para


el período 1870-1930? No existen evidencias de que Latinoamérica haya consti-
tuido una región para los movimientos indios y campesinos de ese período. Ese
lenguaje y una posible identidad latinoamericana indígena no estaban, ni están
en la actualidad incorporados en las perspectivas de estos actores, que más bien
han intentádo construir alianzas supranacionales de otro tipo!. La mayoría de sus
acciones e idearios políticos, en ese período, tuvieron como escenario los Estados
nacionales y las localidades subnacionales en que se desarrollaron sus luchas. Por
esta razón, la mayoría de estudios sobre el campesinado y los movimientos indíge-
nas han optado por examinar las experiencias nacionales o los estudios comparati-
vos. El latinoamericanismo, hasta el momento, es más bien parte de las utopías del
mundo blanco-mestizo de esta región?, aunque comienzan a moverse redes, fondos
y encuentros entre los pueblos indígenas que podrían en algún momento desem-
bocar en una apropiación de este concepto. Sin embargo, existía en el período en
la base de las sociedades andinas y mesoamericanas una memoria histórica de su
unidad en su respectiva área histórica; en tanto en las tierras bajas, caracterizadas
por la enorme dispersión indígena y escasa densidad poblacional, comenzaba a

1. Hasta el día de hoy no existe un organismo latinoamericano que agrupe a los indígenas. Los
intentos supranacionales han optado por otros espacios: en 1980 se creó el Consejo Indio de Sudamé-
rica, CISA, que tuvo una duración efímera; y en 1984 se creó la Coordinadora de las Organizaciones
Indígenas de la Cuenca Amazónica, COICA. Los indígenas han buscado construir, más bien, una or-
ganización mundial o panamericana: crearon el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas para lo cual
asumieron el genérico «pueblos indios» y crearon el Parlamento de Indígena de América en 1987 que
funciona con regularidad. El Foro Indígena reunido en Quito en julio del 2004 se planteó reforzar la
organización panamericana.
2. Losjefes de 21 Estados iberoamericanos crearon en la segunda cumbre reunida en Madrid en
julio de 1992 «el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe»,
integrado de manera paritaria por representantes de los Estados y de los pueblos indígenas. El orga-
nismo ha despertado un importante interés de los pueblos indígenas. Ello muestra que es posible que
el ideario latinoamericano, desarrollado por los Estados criollos, sea progresivamente asumido por los
pueblos indos.
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emerger una identidad amazónica subterránea, que se expresará años más tarde?, diferencial al modelo económico, su empobrecimiento, su ruralización, las migra-
También en el período 1870-1930, se produjeron algunos movimientos, en prin- ciones internas y los procesos de desindianización que se produjeron; también dis-
cipio nacionales, que tuvieron capacidad de inspirar movimientos y propuestas minuyó su peso organizativo, por la pérdida de la tutela estatal y la fragmentación
de largo alcance, que inclusive hasta hoy en día se expresan. Pensando hacia el de las grandes organizaciones, pero aún así, jugaron un papel significativo, a pesar
futuro, una alianza intercultural entre blancomestizos, afrodescendientes e indíge- del silencio de la historiografía.
nas podría tomar la forma del latinoamericanismo: estas razones justifican tomar
como unidad de análisis el espacio latinoamericano a pesar de las limitaciones Los cambios en el balance étnico de la población:
señaladas. crecimiento diferencial y desindianización
Hablar de los campesinos e indígenas al mismo tiempo, plantea un proble-
ma metodológico: no todos los campesinos latinoamericanos eran indios; pero la Entre 1870 y 1930 se produjo una revolución demográfica en América Latina. Uno
mayoría de indígenas eran campesinos en ese período. Ello posibilita su abordaje de los aspectos clave de esta transformación fue el poblamiento de áreas conside-
metodológico: cuando analicemos la problemática de la construcción nacional, pri- radas vacías: las «zonas templadas, planas y relativamente húmedas» del centro de
vilegiaremos la relación Estados-pueblos indios; en tanto, cuando abordemos los Chile, Uruguay, El Chaco y el extremo sur de Brasil fueron ocupadas por millares
impactos producidos en el agro por el «nuevo pacto poscolonial», tomaremos en su de inmigrantes, desplazando en algunos casos, a tribus nómadas que tenían algu-
conjunto al campesinado latinoamericano. " na presencia en esos espacios, estableciendo una diferencia pronunciada con los
Por «nuevo pacto poscolonial» entendemos a la nueva división internacional países mayoritariamente indígenas. También fueron ocupadas las «tierras cálidas»
del trabajo que se impuso en Latinoamérica entre 1870 y 1930, por el cual, el productoras de azúcar, cacao, tabaco, algodón, tinturas, café, situadas generalmen-
papel de la región fue la de producir a mayor escala alimentos, minerales, fibras y te, cerca del mar (las Antillas, el nordeste brasileño y las costas de América Central,
energía que requería el «centro industrial»; en tanto, se consolidaba su dependen- Venezuela, Ecuador y Perú) por una población de origen africano, o por colonos
cia mercantil, financiera y política frente a estos centros de decisión, especialmente mestizos, muchos de origen indígena, que reemplazaron a las escasas poblaciones
de Norteamérica que desplazó en ese papel a Inglaterra. El modelo económico nativas que habían sido exterminadas o muy disminuidas en el proceso colonial.
primario de exportaciones e importaciones tuvo un tiempo de expansión que lle- Junto a este cambio espacial y étnico de la población, se produjeron procesos
vaba en su interior sus propios límites, que se expresaron con fuerza en la crisis definitivos de mestizaje en zonas que tuvieron en el pasado una apreciable pobla-
de 1930, cerrando el ciclo. Tanto la construcción de los Estados nacionales, como ción indígena (Colombia, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y varias «localidades»,
la implementación del modelo de exportaciones-importaciones que desarrolló a incluso de los países que mantenían una importante población indígena). También
gran escala el nuevo pacto poscolonial en este período, interpelaron directamente la gran región amazónica comenzó a ser penetrada por ávidos caucheros, que des-
a los campesinos e indígenas latinoamericanos, provocando cambios profundos plazaron e incluso diezrnaron a una población indígena de la que poco se conoce.
en los balances poblacionales, en las autopercepciones y percepciones sobre sus Ello se complementó, con el menor crecimiento de la población nativa compara-
identidades, en el control de los recursos y de la mano de obra, y en las estrategias da con la no indígena en los países mayoritariamente indígenas, por problemas
de reproducción social. Los campesinos e indígenas, lejos de permanecer lejanos de pobreza, dominación excesiva y condiciones sanitarias: la tasa de crecimiento
o adherentes pasivos de estos procesos, tuvieron una importante agencia, que nos anual de la población no indígena subió a 1.75%, en tanto, la población indígena,
proponemos destacar. tuvo un crecimiento negativo. Todo ello produjo un nuevo mapa poblacional en
América Latina, verdaderamente distinto al que se tenía antes de este período.
La evolución del balance entre población indígena y no indígena, mostró una
LA REDEFINICIÓN DEL ACTOR INDÍGENA EN EL PERÍODO situación diferenciada en las tres grandes áreas históricas indígenas en las general-
mente se ha dividido a Latinoamérica: el área Mesoamericana, el área Andina y el
Entre 1870 y 1930, el mundo indígena de Latinoamérica cambió sustantivamente. área de los «Pueblos de Tierras Bajas»*, Conviene advertir que las estimaciones de
Muchos de los cambios eran una ampliación y consolidación de procesos ante- la población indígena para el período 1870-1930 son vagas e imprecisas, revelan
riores y otros de carácter coyuntural precipitados por el período. Se produjo una la pérdida de la importancia de los indios como tributarios, las debilidades de los
disminución diferencial de los indios en las tres áreas históricas, cambiando de Estados nacionales para levantar información y las ambigiiedades que produje-
manera significativa el balance entre población indígena y no indígena; y de otra
parte, se redefinieron profundamente las identidades indígenas por su inserción
4. Hay propuestas que han dividido a los «Pueblos de Tierras Bajas» en dos regiones: el área
Caribe y Circuncaribe (la mitad septentrional de Colombia, la baja Centroamérica, Panamá y Costa
3. La COICA nació en 1984 agrupando a indígenas de cinco países (Perú, Ecuador, Bolivia, Rica, el norte de Venezuela, las Grandes Antillas, Jamaica y Cuba, las Pequeñas Antillas, el nordeste
Colombia y Brasil). En 1992 se incorporaron las tres Guyanas y Venezuela. Este organismo se ha de Venezuela y los llanos venezolanos); y el área sur meridional de América del Sur, integrada por las
convertido en una expresión supranacional muy significativa de los pueblos de tierras bajas, juntando poblaciones indígenas de los Andes Meridionales, del Chaco y Litoral y los de la Pampa, Patagonia y el
idearios étnicos y ambientales. Archipiélago Austral (Ver, por ejemplo, León-Portilla, 1984).
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GALO RAMÓN VALAREZO PUEBLOS INDÍGENAS Y MOVIMIENTOS CAMPESINOS 289
ron en las identidades indígenas los proye
ctos de «ciudadanización» estatal, los
complejos cambios culturales que suscitaron indígena y de forasteros que al migrar cambiaron suadscripción émica, con el
las migraciones y los impactos que
provocó la ampliación del modelo econó dinámico crecimiento del mestizaje y el asentamiento de pol ación inmigrante,
mico de «Importaciones-exportaciones»:
Muchos países suprimieron de sus registros Estas regiones de inmigrantes, mestizadas o en avanzado proceso de qeestización,
a la población indígena, considerando
que se trataba de un problema superado, irrele se consolidaron con el advenimiento de las repúblicas, pero sobre to ocon a 2
vante o incluso «vergonzante» por
las dudas raciales contra la capacidad de ción combinada del modelo «importador-exportador» y laspolíticas e os sta Dos
los indios para participar en el desarrollo
Propuesto por las élites latinoamericanas, nacionales. En el período, los grandes descensos de población registrados en los
Reapareció con fuerza el darwinismo
social, bajo la convicción de que la modernizac censos están indefectiblemente relacionados con políticas estatales adversas contra
ión imitatiya era la salida esperada
y para facilitarla, no sólo había que impor los indios o con procesos económicos y sociales que atentaron contra sus recursos,
tar tecnología, capitales e ideas, sino
también facilitar la presencia de inmigrantes especialmente la tierra, y que produjeron grandes desplazamientos, esestrue se
europeos,
En muchos casos, el problema de la falta ración y migraciones de estas poblaciones. Por el contrario, su mantenimier E
de información es insuperable, pero
en otros podemos realizar estimaciones «retr relacionó con la capacidad de resistencia de los indígenas a loscontextos est
ospectiva», es decir, cotejar la infor.
mación actual con aquella fragmentaria que vorables. Curiosamente, Políticas de dualismo rígido (indios-blancos) de varios
se dispone para el período, pudiendo
así reconstruir los datos. Por fortuna, en estos Í: daron a mantener la cohesión indígena.
últimos 30 años disponemos de una
serie de censos, estimaciones y encuestas de Pos pueblos indígenas del área Mesoamericana” (México, Guatemala, ElSal-
hogares que han incluido la variable
étnica, sorprendidos por la persistencia de vador, Honduras y en menor grado Nicaragua y Costa Rica) muestran tres patro
la población indígena, 2 pesar de los
reiterados anuncios de su desaparición. Aunqu nes de evolución (Cuadro 1):
e varios investigadores consideran
que los datos son cuestionables por la heter
ogeneidad social que existe en Lati-
noamérica y que tal vez sería mejor abandonar ¿) Guatemala que mantiene una importante población indígena en todo el
esos cálculos, sin embargo, nadie
duda de que hay una clara correlación entre período, pero que desciende del 96.7% al 60%, impactada por laproducción del
protagonismo político y tamaño de la
población. Pero incluso este argumento
requiere complejizarse. Varios casos nos
café que reclutó a mano de obra indígena combinando paternalismo y vio encia;
muestran que el protagonismo no sólo depen ii) México, El Salvador, Honduras y Nicaragua que muestran un declive que
de de la cantidad de indios, sino de
factores cualitativos del capital social y
humano (liderazgo, organización, propu puede ser estimado en 20 puntos (del 30% al 10% de promedio). Era la cont
ta e incluso localización territorial en zonas estrat es- nuación de un proceso que ya se había presentado desde la colonia. En México, >
égicas), y depende también de las
coyunturas políticas y económicas en la que profundidad del modelo, las políticas integracionistas del Estado y la fuerza a
se mueven, las condiciones internacio-
nales, los legados culturales y las alianzas lograd mestizaje resultaron fuertemente disolventes de las identidades indígenas. En
as.
Los datos estimados muestran que se produjo Salvador y Nicaragua, el despegue cafetalero de 1880 sobre la base de la eranplan
en el período una sostenida ten-
dencia a la disminución de los Porcentajes de ración, resultó disruptivo para la población indígena, cuestión que se profun na
las poblaciones indígenas respecto a
las no indígenas. Aunque la estimación es incom en Nicaragua por la Guerra Civil y la intervención norteamericana, En Hon u-
pleta, es posible que el porcentaje
global de población indígena perdiera 15 punto ras, la producción bananera desde 1880 en manos de compañías norteamericanas,
s, de representar un 36% a 21%
de la población latinoamericana, Era el produ arrojó a los indios a suelos de mala calidad explicando su descenso; y o
cto de tasas diferenciales de creci- -
miento entre población indígena y no indígena; 11í) Costa Rica, que tenía una baja población indígena que disminuyó aún más
la disminución física de indígenas
Por la presión del nuevo modelo; pero sobre en el período hasta representar un 2% de la población.
todo, por un activo proceso de mes-
tización, cholificación y ladinización. Vale
decir, la disminución se refiere al núcleo
duro y visible de la población que se autopercibe Tomada el área histórica en su conjunto, la disminución de la población indí-
como indígena, exhibe elementos
ancestrales y es percibida como tal. gena fue superior al área andina, impactada por la mestización, las políticas inte-
El problema no se inició en el período que gracionistas y la profundidad que alcanzó el modelo.
analizamos, En la colonia tardía y
en el primer período de formación de los Estados nacion
ales(1820-1870), varios
países tenían una escasa población indígena
o había espacios de mestización en
aquellos de alta presencia indígena. Ellos tenían
una fuerte relación con la tem-
prana disminución indígena en las tierras bajas,
el asentamiento de población no

5. Entre 1970 y 2004, se han levantado Censos


étnica bajo dos modalidades: la identificación y encuestas de hogares que incluyen la variable
de la lengua materna de los encuestados y/o
directa por su autoidentificación. la pregunta + Kirchhoff definiói los límites
ími geográficos y culturales de esta civilización
ivilizació preco lombina:
n el río
. estimación se realizó sobre siete países en los Sinalos pe noroeste y el Panuco por el noreste; el río Lerma por la parte centro-norte; y por el sur
Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Perú que la información es más fiable: Bolivia,
y Panamá. el río Motagua, el golfo de Honduras, la ribera sur del lago Nicaragua y la península Nicoya en Costa
Rica (Kirchoff, 1943; León-Portilla, 2003a: 9).
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Cuadro 1 a) Bolivia mantuvo en todo el período una alta población indígena. La ofen-
EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN LATINOAMERICANA INDÍGENA ENTRE 1870
siva del Estado y los hacendados contra los territorios comunales que tomaron
Y 1970* parte del patrimonio indígena fueron respondidos con poderosas movilizaciones,
ocupaciones de hecho de las tierras litigadas y múltiples alianzas, sobre todo con
los liberales para cambiar el curso de los acontecimientos. El fracaso de las alianzas
ÁREAS PAÍSES
HISTÓRICAS no alteró el dualismo rígido «blancos-indios», de manera que la población indígena
aunque perdió parte de sus tierras, no sufrió grandes procesos de mestización;
Total | Indígena | % b) Ecuador y Perú soportaron un pico de descenso notable. En Perú, la po-
blación indígena que se había mantenido estable hasta 1876, bajó sostenidamen-
te en el período, debido a tres procesos concomitantes: la llamada «revolución
comercial del sur peruano», por la cual los arrieros y comerciantes indígenas de
lana fueron desplazados por el ferrocarril que llegó a los Andes, de la mano de
los comerciantes mestizos y gamonales que comenzaron a controlar el comercio;
el peso del conflicto armado con Chile y la Guerra Civil interna que recayó prin-
cipalmente sobre los indios de la Sierra Central; y el avance de la hacienda sobre
Bolivia 1487 | 1376 | 63.6 | 2164 las tierra indígenas. En Ecuador, la población indígena descendió más acelerada-
mente debido a la movilización compulsiva de población para construir las obras
Perú 2564 | 2464 | 489 | $037
nacionales realizadas por García Moreno entre 1860 y 1870; el pago en trabajo o
Ecuador 952 408 | 17.2 | 2365
«contribución subsidiaria» que cobraban con gran virulencia los municipios locales
Chile 1732 4370
a los indios hasta 1895; la pérdida de la capacidad de la hacienda serrana para
Colombia . 2708 209 26 | 8131 adscribir a los indios a sus predios y las migraciones masivas a la costa producidas
Am 1973 11896 en medio del boom cacaotero; y
c) las zonas andinas de Colombia, Chile y Argentina, en las que la pequeña po-
blación indígena descendió aún más, bajo una política de marginalización y mesti-
zación. En los tres países centrales (Ecuador, Perú y Bolivia), la población indígena
perdió alrededor de nueve puntos, (del 48.6% al 39.70), que comparativamente,
como hemos dicho, mostraba una menor capacidad del Estado y de la mestización
para disolver las identidades indígenas.

En el área cultural de los indios de las «Tierras Bajas»? prosiguió su disminu-


ción: el descenso era la continuidad de un proceso inaugurado desde la época
colonial, sobre poblaciones menos densas y dispersas, que se profundizó en este
* Elaboración propia. período, Con excepción de Panamá, en donde se mantuvo una población superior
al 100%, en el resto de países, (Paraguay, Venezuela, Brasil, y las tierras bajas de Co-
lombia, Argentina y Chile), la población era menor al 3%, con tendencia a la baja.
Los pueblos indígenas del área andina (Ecuador, Perú, Bolivia y muy parcial-
En países como Uruguay, República Dominicana, Haití, y el resto de las Antillas
mente Chile, Argentina y Colombia)*, también mostraron tres patrones de com-
y la región circuncaribe, la población indígena prácticamente había desaparecido.
portamiento:
Sin embargo, en las tierras bajas, se estaba iniciando un nuevo proceso: la cons-
titución de la región indígena amazónica. En ese período, los indios amazónicos
soportaban una violenta entrada de caucheros, se fundaban algunas ciudades de
8. Elarqueólogo Luis G. Lumbreras sugirió que el Área Andina está integrada por seis subáreas:
el norte lejano de los Andes (tierras altas de Colombia, los valles del Cauca y Magdalena); el norte
de los Andes (desde Pasto, incluyendo a Ecuador hasta Piura-Ayabaca en Perú); los Andes Centrales
(desde el desierto de Sechura al Vilcanota y Arequipa en el sur); el Titicaca y la región centro-sur de los 9. Las Tierras Bajas se componen de cuatro áreas: la Región Caribe que
andes (desde Arequipa y Vilcanota, incluyendo el «norte grande» de Chile, el altiplano boliviano y sus incluye las tierras bajas
de Colombia, Venezuela, la zona de Panamá, la América Central Atlántica y las Antillas; la Guyana-
valles adyacentes, hasta Jujuy en el noroeste argentino); los Andes del Sur (desde el noroeste argentino, Orinoquia y Amazonia; la Costa y región central de Brasil y el norte del Río
incluyendo el Chaco Santiagueño, Catamarca y la Rioja, el valle transversal de Chile y la zona central de la Plata (que incluye
pueblos Tupí-Guaraní, macro-Ge, Charrúas, Guaycurú); y el sur del Río de la Plata, desde Paraná-Pa-
de Chile hasta Santiago); y el sur lejano de los Andes (las tierras altas de Chile, incluyendo los valles raguay hasta la Patagonia y Tierra del Fuego, incluyendo a pueblos Puelche y
adyacentes de Argentina y de Chile desde Santiago a Puerto Montt) (Lumbreras, 1983, 2005). Tehuelche de la Pampa
Argentina (Steward, 1946-1959).
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colonos y los Estados suramericanos intentaban incorporar esos territorios a través públicos y para la explotación minera. A partir de 1914, el ferrocarril comenzó a
de misiones religiosas. Este proceso de «construcción de la Amazonia» por citar * ser desplazado por los automóviles, que llegaron de la mano de los norteameri-
la acertada frase de Pilar García (García, 2001), como nueva región creada desde canos. La influericia económica, política y militar norteamericana que hasta 1914
los Estados, tendrá su influencia en los indios, que años más tarde, en la década se centraba en el área del Caribe y Centroamérica, pronto se expandió a toda la
de 1990 en el siglo Xx, crearán la COICA, para agrupar a los indígenas de nueve región. La resistencia de una parte de las élites latinoamericanas fue retrógrada,
países de la cuenca amazónica, dándole una nueva connotación a la idea de «indios apeló a su identidad hispánica y católica para oponerla a la anglosajona y protes-
de tierras bajas». tante (Halperin Donghi, 1983: 294). Las culturas indígenas y afrodescendientes
que podían otorgar radicalidad y profundidad a la resistencia quedaron fuera de
El empobrecimiento indígena y la diferenciación campesina: la factura del modelo los imaginarios de esas élites «arielistas».
De este modo, América Latina aceptó un modelo de producción exportador-
El período comprendido entre 1870 y 1930 fue un ciclo de expansión económica importador dependiente y subordinado «a las decisiones y prosperidad de otras
mundial dinamizado por la Revolución Industrial de Europa, América del Norte y partes del mundo», siguiendo modelos económicos y políticos diseñados e influi-
Oceanía. El crecimiento de este «centro industrial» se sustentaba en una poderosa dos por Europa y Estados Unidos. De esta manera, las fluctuaciones extremas de
revolución tecnológica, sobre todo del uso del vapor como energía y la masiva los precios de las exportaciones marcaron los ritmos de prosperidad y crisis de
producción del acero, que permitieron un desarrollo inusitado de los transportes, los diversos países latinoamericanos. También a corto plazo, el deterioro de los
tanto de los ferrocarriles como de los barcos; y en cambios institucionales signifi- términos de intercambio afectó notablemente la economía, aunque a largo plazo
cativos que modernizaron la organización de las empresas, de los sistemas credi- las variaciones no hayan sido significativas, como lo señalan las nuevas investiga-
ticios, de los sistemas judiciales y de los propios funcionarios (Thorp, 1998: $1). ciones (Chevalier, 1999: 210). Aunque se produjo un traslado de tecnología y de
Ello produjo un crecimiento significativo de la productividad y una notable ex- capitales que sin duda favorecieron el desarrollo de ciertas zonas, sin embargo, la
pansión del comercio mundial. Las importaciones crecieron cuarenta y cinco ve- élite latinoamericana no tuvo la suficiente «racionalidad económica empresarial»,
ces, de US$ 7300 millones en 1820 a US$ 334400 millones en 1929, a pesar de ni el control suficiente para utilizarlos como palanca de desarrollo. Tampoco tenía
que el período tuvo dos momentos: el primero, entre 1870 y 1914 de acelerado en sus intereses un proyecto nacional y poco les interesaba la gran masa excluida
crecimiento por la vía de las exportaciones-importaciones hasta el estallido de la del proceso.
Primera Guerra Mundial que desaceleró el comercio mundial; y el segundo, entre La región fue visiblemente penetrada por capitales externos que controlaron
1914 y 1930, en el que el centro hegemónico se desplazó hacia Estados Unidos, buena parte del comercio, las finanzas, la minería, el transporte y hasta impor-
hasta entrar en crisis con la Gran Depresión de los años treinta. tantes renglones de la producción agropecuaria. Las élites políticas y económicas
América Latina fue articulada al desarrollo del «centro industrial» como pro- latinoamericanas perdieron peso y terminaron cobijadas bajo esta división mundial
veedora de bienes agropecuarios básicos para satisfacer la demanda producida por del trabajo y del poder. En el período, esta posición estuvo ampliamente justificada
la mayor división del trabajo y por los mejores niveles de ingresos: maíz y trigo de en el pensamiento liberal dominante introducido desde Gran Bretaña y Francia del
Argentina; café de Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, «libre comercio», que se impuso en América Latina sin mayores críticas. Las élites
Haití, Nicaragua y Venezuela; banano de Costa Rica, Honduras y Panamá; cacao latinoamericanas tuvieron una fe ciega en la libertad individual, en el progreso y
de Ecuador, Haití, República Dominicana, Brasil y Venezuela; azúcar de Cuba, en la ingenua creencia de que se desarrollaría «mediante el juego libre de las fuer-
Perú, Puerto Rico y México; tabaco de Cuba y Paraguay; carne de Uruguay y Ar- zas comerciales» sin haber pasado por la Revolución Industrial (Skidmore y Smith,
gentina; yerba mate de Paraguay y curtidos de Uruguay. También América Latina 1996: 55).
proveyó de fibras como el henequén de México; lana de Uruguay y Argentina; Tampoco los grupos medios liberales pudieron romper con esa ideología. En
algodón de Perú y Brasil y el caucho de las selvas amazónicas; así como minerales verdad los grupos medios urbanos eran pequeños porque la economía seguía sien-
y energía para la gran indústria y el desarrollo tecnológico: plata de Bolivia, Perú do agraria. Muchos de ellos seguían ligados al agro, de manera que se beneficiaban
y México; oro y metales preciosos de Colombia, El Salvador, Honduras, México y de alguna manera de la economía de exportaciones tradicionales, cuestión que les
Nicaragua; cobre de México, Bolivia, Perú y Chile; petróleo de Colombia, México restaba radicalidad. Las ideas contrarias al libre comercio fueron consideradas re-
y Venezuela; nitratos de Chile y estaño de Bolivia, entre los principales productos trógradas, propias de los sectores tradicionales, de manera que, ni los comercian-
(Bulmer-Thomas, 1994: 59; Thorp, 1998: 367). tes, ni los profesionales defendieron propuestas proteccionistas que permitieran
Pero, al mismo tiempo, América Latina importó una serie de bienes manu- un desarrollo hacia dentro. Las respuestas de los campesinos, pero sobre todo de
facturados: textiles, maquinaria y bienes de lujo. A través de endeudamientos e los indígenas, se frustraron una y otra vez, a pesar de que se manifestaron de di-
inversiones manejadas políticamente, los principales países de América Latina ad- versas maneras, sin lograr la hegemonía.
quirieron de Gran Bretaña, Alemania y Francia la tecnología producida por el cen: El pensamiento liberal imitativo de las élites latinoamericanas que los llevó a
tro industrial para la instalación de ferrocarriles, para dotarse de algunos servicios rechazar el proteccionismo para embarcarse en una apertura comercial sin condi-
294 GALO RAMÓN VALAREZO PUEBLOS INDÍGENAS Y MOVIMIENTOS CAMPESINOS 295

ciones, propuesto por «centro industrial», tenía una vieja raíz colonial, En medio propiedades. La única producción de exportación que permitió, por su calidad,
del torbellino de dificultades que tuvieron las élites para organizar a los Estados la incorporación de medianos productores fue el café, para los casos de Colom-
nacionales en el siglo xIx, renació con fuerza todo un sentimiento de inferioridad bia, Costa Rica y limitadamente en Venezuela, Salvador y Ecuador, puesto que la
martillado en su cara por los colonialistas europeos desde el siglo XVII: a diferencia producción de Brasil, México y Guatemala también se realizó en grandes propie-
de las élites criollas de la época colonial que criticaron ese pensamiento, las élites dades. Un caso especial constituyó la actividad cauchera, basada en la recolección
consolidaron sus dudas sobre la capacidad intelectual de sus poblaciones nativas y en tierras indígenas abiertas, consideradas baldías. También se crearon algunas
los sentimientos de su propia inferioridad; desvalorizaron a las culturas indígenas, grandes propiedades para articularse a la producción doméstica que generó de ma-
mestizas y afrodescendientes; creían que el clima y el ambiente tropical no eran nera indirecta el modelo: las plantaciones azucareras propiciaron este efecto. Sin
propicios para el desarrollo de culturas superiores, desvalorizándose así mismos; embargo, el modelo, por su naturaleza exportadora, no logró producir potentes
favorecieron la implantación de población europea para «mejorar la raza» y vol- enlaces con la pequeña propiedad de subsistencia e incluso no logró arrastrar a las
verse emprendedores; y buscaban imitar a la cultura europea que consideraban haciendas marginales (como aquellas enclavadas en los Ándes que no disponían de
superior!!; el liberalismo de las élites, no era un pensamiento revolucionario, sino vías de comunicación) profundizando de esta manera, la fractura territorial entre
una actitud imitativa, dependiente y sorprendida frente al éxito aparente de su las regiones. ,
inserción en el comercio mundial, El modelo no sólo consolidó las estructuras económicas inequitativas, sino
El modelo implantado en el agro latinoamericano tuvo varios rasgos comu- que produjo una nueva expansión de la gran propiedad*? y en muchos casos la
nes y algunas características regionales y nacionales. El rasgo más importante del disolución de la pequeña y mediana propiedad. En el período, se desarrollaron
qué partía era una división de tareas al interior mismo del proceso productivo, nuevas modalidades de expansión a las ensayadas hasta ese momento*, Se produ-
por el cual la producción primaria debía ser asumida por la élite local, en tanto jo un fuerte avance sobre tierras consideradas «vacías» o «baldías» como el caso
los capitales extranjeros (británico y crecientemente norteamericano), asumían la de las plantaciones cafeteras de Brasil o las cacaoteras del litoral ecuatoriano!!,
comercialización. Este «pacto asimétrico» se complejizó en el período, porque las Los grandes propietarios arrebataron tierras a las comunidades indígenas, como
empresas extranjeras incrementaron su control de las finanzas, los mercados, la en los casos de la sierra sur pernana!%, México!* y el altiplano boliviano”. El auge
tecnología, las comunicaciones, el transporte y en ocasiones el control de la pro- del modelo también estimuló una masiva concentración de tierras, a través de un
pia tierra y la producción primaria. El capital extranjero aumentó su presencia en mercado de tierras muy presionado por las grandes propiedades. Por ejemplo, en
los ferrocarriles, en los frigoríficos, los silos de cereales, los ingenios azucareros el caso de la producción azucarera peruana, Klaren demuestra que entre 1885
y la posesión directa de la tierra (Halperin Donghi, 1983: 281). Ello les permitió y 1890 se produjo una primera concentración en tres grandes familias-empre-
controlar mejor a las élites locales que salieron debilitadas; especularon con los sas, en Casagrande, Roma y Cartavio. Una segunda concentración se produjo en
frecuentes vaivenes de auge y crisis, cuestión que impactaba directamente en las 1927 cuando Roma y Larco fueron absorbidas por Casagrande, un monopolio
finanzas públicas y la estabilidad política, aumentando su influencia sobre los Es- peruano-alemán. En el proceso disolvió a la mediana propiedad, acaparó todas
tados nacionales latinoamericanos; y controlaron en síntesis, la inserción interna- las tierras disponibles y el agua, fue antiecológica en el abuso del agua, reclutó
cional y la modernización de la región. braceros de una amplia región utilizando procesos de coacción tradicionales que
Otro rasgo significativo del modelo fue su extremado elitismo, basado en las disolvieron a la comunidad rural y destruyó a los pequeños pueblos colindantes
antiguas estructuras agrarias coloniales. El modelo se sustentó en la gran propie- que dieron muestras de florecimiento antes de la monopolización total (Klaren,
dad agraria (plantaciones y haciendas), aunque incorporó en ciertos sitios a las 1976).
medianas propiedades, produciendo lo que Morner en su notable síntesis de los
estudios agrarios llamó la «unidad esencial del complejo plantación-hacienda-es-
12. No siempre se expandió la propiedad de manera física: Arnold Bauer mostró que en muchos
rancia»!!, pero ello no fue generalizable, ni mucho menos a la pequeña propiedad. casos, se trató de una expansión de los cultivos en tierras que pertenecían con antelación a las grandes
La producción de carne, cereales, lana, cueros, azúcar, banano, cacao, henequén, propiedades, tratándose en rigor de la expansión de la frontera agrícola (Bauer, 1975: 397-398).
yerba mate, tabaco, algodón y tanino se realizó en su mayor parte, en grandes 13. Las grandes propiedades surgieron en muchas áreas en la colonia temprana entre el siglo XVI y
el xvi, tal como lo señalaron desde hace muchos años estudios clásicos como los de Borah o Chevalier.
Pero su proceso de aparición no concluyó allí. Otras surgieron en el siglo XVII como efecto de la crisis,
en la que propietarios endeudados debieron entregar sus propiedades a sus acreedores, especialmente
10. A inicios del siglo xvn, en medio de los debates entre criollos y peninsulares por el acceso a las órdenos religiosas. . . .
puestos del poder en las colonias americanas, los pensadores europeos habían desarrollado toda una 14. La idea de tierras «vacías» o «baldías», puede esconder una expropiación de tierras indígenas
explicación ambiental y racial de la inferioridad de los criollos americanos. En contrapartida, a finales de los pueblos «de Tierras Bajas» que tenían patrones territoriales poco conocidos en el período.
del xvn, los criollos habían replicado sobre la bondad del clima y de sus propias cualidades persona- 15. Enocho provincias de Puno, el número de haciendas creció de 703 a 3219 entre 1876 y 1915
les, llegando incluso a elaborar un conjunto de acusaciones sobre la degeneración de los europeos. (Chevalier, 1999: 303). .
Sin embargo, los criollos elaboraron su réplica bajo los mismos patrones de pensamiento europeos, 16. Para 1910, 40 millones de hectáreas (un quinto del territorio nacional) habían sido apropiadas
trasladando tales acusaciones a la población nativa y afrodescendiente, de manera que tenían un pen- por particulares nacionales o extranjeros en México (Chevalier, 1999: 302), o
samiento escindido, esquizofrénico, pronto a renacer. 17. Con las leyes de «exvinculación» de Melgarejo, en 1876, unos 600-700 propietarios reempla-
11. Morner, 1979: 118. zaron a 75000 familias (Chevalier, 1999: 303)
296 GALO RAMÓN VALAREZO
PUEBLOS INDÍGENAS Y MOVIMIENTOS CAMPESINOS 297

Por la inequívoca relación entre poder político y acceso a la propiedad,


fue la naba el modelo al mantenerlos como economías de subsistencia, pa, una
vieja élite latinoamericana la que se benefició del modelo. En Argentina
, la pampa
ganadera era dominada por una vigorosa clase terrateniente afincada en relación profunda entre indianidad y pobreza, que redefinió alos indios. ? són
Buenos tenía Wilkie al utilizar variables culturales y económicas para relacionar,en el cal
Aires que cuidó celosamente sus propiedades, apoyados en el control nacional,
Los cafeteros brasileños controlaron completamente el aparato político (Halperin de México, la pobreza con los indios: factores culturales (como hablar so amente
Donghi, 1983: 304). En Ecuador, veinte poderosas familias controlaban una lengua indígena, vivir en comunidades pequeñas, comer tortillas . ma! y
todas las vestir huaraches) con otras socioeconómicas (como ser analfabeto, escalzo o ca
tierras que producían cacao, tierras adquiridas a través del despojo a propietar
ios recer de instalaciones sanitarias): etnia y clase aparecen relacionadas directamente,
que no tenían títulos de propiedad, la apropiación de tierras estatales, y el
remate para producir una nueva frontera étnico-social.
de hipotecas a medianos e incluso grandes propietarios (Chiriboga,
1980). Sin
embargo, como hemos dicho, en varios casos las tierras fueron adquiridas
por co- La ruralización indígena: las nuevas percepciones
merciantes y capitales extranjeros: comercializadores alemanes del café se
apode-
raron del 60% de las tierras de Guatemala; empresas industrializadoras del
norteamericanas eran dueñas del 22% de la tierra en Cuba y en 1921 el National
azúcar Para 1870, la población de América Latina era eminentemente rural: alrededor del
900% vivía en la zona rural o estaba fuertemente ligada al campo. Este ans ur va
City Bank de New York era dueño de 50 ingenios (Thorp, 1998: 82). Empresas Tori se
norteamericanas también controlaban la tierra en Puerto Rico y la compartí no-rural y las estrategias de reproducción social, experimentarán un
an ficativo con el «nuevo pacto poscolonial» que se impuso en el período 1870 : »
con los británicos en Perú; la United Fruit Company controlaba entre 1920-193
vastas regiones de Honduras, Guatemala, Panamá y Costa Rica (Halperin
0 produciéndose una notoria diferenciación de los países. Lapoblación creció en 2 >
1983: 302-303).
Donghi, veces!*; mejoró la tasa de crecimiento anual'? y se cambiaron los ba! ances reglona-
Aunque no existen los suficientes estudios de caso, en varios sitios se produ- les y locales al interior de los Estados nacionales: algunas regiones crecier "sob
jo cierta movilidad social en la clase terrateniente, Couturier mostró que cerca todo aquellas aptas para la producción de bienes básicos (agríco a pecuar o z
de las minas de Pachuca en México, la hacienda se consolidó «bajo dinastías mineros) demandados por el mercado internacional, en tanto quecolapsar nose
ricos mineros» (Couturier, 1965). En Chancay (Perú) el 72,2% de las haciendas
de rezagaron aquellas que no se articularon a la exportación o que pro n. an bi nes
existentes fueron adquiridas por nuevos propietarios entre 1901 y 1926 (Matos orientados al consumo local. De hecho, se produjo un profundo reordenamie o
Mar, 1967: 263). En Colombia, McGreevey destaca que a finales del territorial y de sus enlaces viales, que por el impulso de las exportaciones, no es
Xxx no sólo
había «un rápido giro del dominio de la tierra, sino que la composición social de taban primordialmente orientados a integrar a los espacios nacionales, sino a lig
las áreas productoras con los puertos que miraban hacia fuera. ona cons
los terratenientes también cambiaba» (Mcgreevey, 1971: 132). En casos
cionales, los campesinos se beneficiaron de determinadas coyunturas del modelo,
excep- Al culminar el período, hacia 1930, la población rural Latinoamericans c
tituía el 57.6%, es decir, unos 30 puntos menos que al inicio del perio o ocual
sobre todo aquellos que producían café en Colombia, Costa Rica o Venezuela
produciéndose en cambio, procesos de diferenciación social.
, inicia un cambio que resultará definitivo en la distribución espacial de a po -
ción: comenzó un desordenado proceso de urbanización que no hapara do has :
Las formas de sometimiento y control de la mano de obra variaron con res. e
nuestros días. Por los porcentajes de población rural, se configuraron
pecto a las modalidades anteriores que privilegiaban el peonaje por deudas. .
La Í cuatro tipologías diferenciadas:
relación más difundida fue la «mediería» o «aparcería». Así se manejaron las plan-
a países continuaban siendo rurales (Haití, Guatemala y República Do"
taciones cafeteras de Brasil, las haciendas productoras de carne y cereales en
Ar- minicana), cuya población rural representaba más de 75 Y del tot: . Eran p ses
gentina: se les entregaba en arriendo pequeños lotes al interior de la hacienda : nr
a poco exitosos frente al modelo de inserción internacional, apenas h han
cambio de su mano de obra. Otra de las formas de reclutamiento de mano de obra papel de AO de algún artículo de exportación de orig
zado un
fue el usufructo de un pequeño lote de tierra, que tuvo denominaciones diversas Í café, cacao o azúcar);
(colonos, yanaconas, huasipungos, inquilinos), por los cuales debían trabajar tres o "pequeñas economías muy rurales, integradas por Ecuador Honda
o cuatro días a la semana para los dueños de las tierras. También aparecieron for- ras, Costa Rica, Bolivia, Paraguay, El Salvador, Panamá yNicaragua, en as qu A
mas intermedias, como aquella llamada de «redención de cultivos» utilizada en la población rural representaba entre el 63% y el 72%. Tenían una producci on de
producción de cacao en Ecuador, enla cual los grandes propietarios entregaban a exportación poco diversificada de origen agrícola en pnos casos o minera en
los trabajadores lotes de tierra que eran cultivados por su cuenta, hasta que estaban ía generado escasos eslabonamientos internos; .
próximos a la cosecha, momento en que eran asumidos por el patrón. cuatro países (Brasil, Colombia, Perú, México), que habían expert
mE ENE
Estos procesos de pérdida de la tierra indígena, de desplazamiento de aquellas mentado un cambio considerable, tenían poblaciones rurales que fluctuaban entre
actividades comerciales controladas por los indios, la recluta compulsiva de mano
de obra a través de nuevos métodos, el desplazamiento a regiones distantes de sti
lugar de origen, o la exclusión de los beneficios reales o supuestos que proporci i só de 41212000 en 1870 a 104820000 habitantes.
o- 19. E iento pasó de 1.52% entre 1850 a 1870 a 1.75% entre 1870-1930.
298 GALO RAMÓN VALAREZO PUEBLOS INDÍGENAS Y MOVIMIENTOS CAMPESINOS 299

el 57% y el 59%, con excepción de Brasil que aún tenía un 63.5% de población ru- Cuadro 2
ral, pero que se encontraba en pleno cambio?, Son economías medianas y grandes,
que lograron una importante diversificación productiva, aunque poco enlazada, BALANCE DE POBLACIÓN RURAL Y URBANA EN LATINOAMÉRICA
que sin embargo fue suficiente para producir un fuerte proceso de urbanización; y (1900-1950)
iv) Un grupo de cinco países (Cuba, Venezuela, Chile, Argentina y Uruguay),
en que la población urbana creció por diversas razones de manera sostenida, hasta 1900 1950
ser mayoritaria frente a la rural. Es un grupo heterogéneo, que agrupa a econo- Países
mías de producción diversificada y de fuerte población inmigrante como las de % | Urbana | % | Total ¡ Rural | % |Urbana| % Total
Argentina y Chile; el caso de Uruguay, que a pesar de tener una economía menos
diversa, pero que por su pequeño tamaño y población inmigrante, se urbanizó rá- América - | 60220 | 87284 | 57.6 [63845 | 42.1 |151474
Latina
pidamente; Cuba, una economía monoproductora de azúcar que por su posición
geográfica y dependencia política de Estados Unidos tuvo un rápido desarrollo; y
el caso de Venezuela, un país de escasa población indígena que pasó de la produc-
ción de café al petróleo, producto que iba ganando peso en el mercado automotor
(Cuadro 2). :
En la base de esta diferenciación por países, actuaron poderosas fuerzas que
tuvieron relación con el tamaño de las economías, el grado de diversidad produc- Honduras
tiva para la exportación, el tipo y cantidad de campesinado que tuvieron (inmi- Costa Rica
grante o local), la importancia estratégica de los recursos que exportaban y las Bolivia
condiciones políticas. Economías grandes o medianas como Argentina, México,
Chile, Colombia, Perú o Brasil lograron una mayor diversificación productiva que
los vinculó con mayor éxito al mercado internacional, lo cual estimuló el creci-
miento de sectores dedicados al comercio y los servicios que se ubicaron en las Panamá
ciudades y en los puertos. En este proceso, también tuvo un papel muy relevante el El Salvador
tipo de campesinado: las sociedades indígenas andinas y mesoamericanas de largo
raigambre agrícola y local, con fuertes poblaciones campesinas mostraban mayor
apego a sus respectivos terruños, en tanto que los países con una gran población
de inmigrantes fueron más proclives a la urbanización y fueron muy inestables,
Aunque el grado de diversificación productiva fue muy importante en los cambios, Cuba
hubo casos en que la posición estratégica del país o la producción de un producto Venezuela
importante incidieron en los balances poblacionales. Otro factor, menos visible y a
Chile
la vez controvertido, fue el político, tanto el de la estabilidad interna, como el de
las relaciones políticas hacia fuera. Muchas veces este factor fue una consecuencia
del «éxito» coyuntural del modelo de «importaciones-exportaciones» que se im-
plantó con el nuevo pacto poscolonial,
La noción de «urbanización» pronto se relacionó con la idea de progreso, en
tanto la ruralidad con la noción de atraso y estancamiento, El corte urbano-rural perniciosamente con la frontera étnico-clasista: la ruralidad pasó a convertirse en
comenzó a hacerse nítido: las políticas estatales de alfabetización, instalación de un atributo de la indianidad y la pobreza.
servicios, la higienización, el orden, la protección, comenzaron a ser atributos En suma, los cambios operados en el período redefinieron notoriamente a
de las ciudades, aumentando la exclusión de los campesinos. Estos cambios en la los pueblos indios desde el punto de vista de las autopercepciones y apreciacio-
relación rural-urbano suscitados a nivel global en los países, se produjeron tam- nes externas, Los grandes señoríos étnicos prácticamente habían desaparecido,
bién en las esferas locales. Ellos tuvieron una especial significación en los países principalizándose la noción de comunidad como espacio socioterritorial menor,
mayoritariamente indígenas, apareciendo una nueva frontera que se complementó Tampoco era posible definirlos por su condición de tributarios que mantuvieron
en la colonia y durante el primer período de formación de los Estados nacionales:
en la retórica liberal eran ciudadanos. Muchós indios experimentaban procesos de
20. Para 1970, las cuatro economías tenían una mayor población urbana que rural. La tendencia mestización complejos, que dieron lugar a la aparición de nuevas fronteras y un
de Brasil para 1930, aún no estaba madura, razón por la cual, es pertinente agruparla con estos países. sinfín de nuevas denominaciones y autopercepciones que mostraban la perplejidad
300 Y MOVIMIENTOS CAMPESINOS 301
GALO RAMÓN VALAREZO PUEBLOS INDÍGENAS

frente a los cambios. La antigua frontera urbano-rural (la república de blancos y de el mantenimiento de los pactos con el Estado y la resistencia contra los abusos de
indios), que asimilaba a los indios con el sector rural, se reavivó con los procesos los poderes locales, a luchas en defensa de sus territorios y tierras amenazadas por
de urbanización diferencial que produjo el modelo, combinándose con dos nuevas la expansión del modelo. En varios sitios, estas luchas dieron paso a pequeños pro-
percepciones: la oposición ciudadanos-comuneros que aludía a la diferencia entre gramas agrarios y en aquellas expresiones más altas, a luchas por la democratización
incluidos y excluidos del sistema político; y la oposición alfabetos-analfabetos y de sus sociedades nacionales, sea por una vía de mayor inserción democrática como
progreso-atraso que evocaba las supuestas capacidades o inadaptaciones para inte- en el Cono Sur, o a través de procesos revolucionarios, como en México o Bolivia.
Brarse al proyecto de modernización que impulsaba el modelo económico. Efectivamente, para 1870 culminaba una primera fase de avance de los pode-
Estas nuevas combinaciones de lo étnico, clasista, relación con el sistema polí- res centrales sobre los «cuerpos intermedios» (poderes locales y regionales) para
tico y aptitudes frente a la modernización, hicieron más compleja la definición de buscar la integración nacional de cada país. En esa fase, el debate principal, sobre
«indígena», cuestión que unida a la fluidez que se produjo en la propia sociedad in- todo en los países del área andina, se organizó en torno al tema del mantenimiento
dígena por los procesos de cholificación y ladinización, consolidaron una situación o supresión del tributo indígena, que era el rasgo fundamental que caracterizó la
nueva: la existencia de un núcleo indígena muy visible, caracterizado por atributos relación entre el Estado y los indígenas en el siglo XIX. A pesar de que los criollos
ancestrales (idioma, organización comunitaria, vestimenta, tradiciones, identidad que construyeron los Estados nacionales tuvieron influencia del liberalismo espa-
propia, sentido de pertenencia) que ordinariamente la literatura enfatizó; y un ñol gaditano y que enarbolaron los principios ilustrados de libertad, igualdad y
amplio sector periférico, muy heterogéneo, que vivía precisamente la fluidez y ciudadanía, en los hechos, en el tratamiento de los indios y en la construcción de
que era muy difícil definirlo: la aparición masiva de este sector y su crecimiento sus comunidades políticas, tuvieron un comportamiento fuertemente colonial, de
Posterior, constituirá el nuevo fenómeno del período, sobre todo en los países de antiguo régimen, basado en el dualismo blancos-indios.
alta población indígena. El republicanismo, como mito y utopía de los criollos, fue reinterpretado úni-
camente como hecho anticolonial para separarse de España (Maiguashca, 1994),
pero no como un principio para subvertir las fronteras étnicas internas: a pesar de
EL PAPEL DE LOS CAMPESINOS E INDÍGENAS EN EL PERÍODO los intentos iniciales de suprimir el tributo, pesaron más sus intereses fiscales, su
carácter elitista y su ideología colonial que los principios que ellos enarbolaron.
Dos temas resultaron gravitantes en el período para los campesinos e indígenas: Por esta razón, los movimientos campesinos e indígenas de esta primera etapa
la ampliación del modelo de exportaciones primarias que impuso el nuevo pac- lucharon en contra de las nuevas imposiciones fiscales, o por el mantenimiento
to poscolonial y los nuevos procesos de integración nacional que se pusieron en de los pactos con el Estado, lo cual les permitía mantener su tutela, los derechos
marcha. La Pregunta €s obvia. ¿Fue posible que los indígenas y los campesinos corporativos sobre la tierra. En esta misma etapa, los campesinos luchaban y sobre
lograran resistir, influir o reprocesar el curso de estos acontecimientos? Digámoslo todo en aquellos sitios donde eran minoritarios, en atraer al Estado para frenar
de entrada. La posibilidad de que pudieran influir en los cambios requirió tan- los abusos de los poderes locales, de la Iglesia y los hacendados; o en mantener los
to de una importante presencia cuantitativa, como de una capacidad cualitativa pactos con los grandes hacendados y los pueblos. Este último aspecto era muy im-
para reprocesar la dominación, desarrollar alianzas y aprovechar las coyunturas portante, porque como lo han demostrado varios estudios (Ramón, 1987; Guerre-
En países como Bolivia, Guatemala y Perú, en los que representaban porcenta- ro, 1991; entre otros) en las haciendas funcionaba un pacto por el cual, los indios
jes superiores al '50%; o en aquellos como Honduras, Ecuador, México, Chile entregaban mano de obra al terrateniente, a cambio de su tutela frente al Estado
El Salvador, Panamá, Paraguay y Nicaragua que tenían porcentajes significativos, y la posibilidad de recomponer sus instituciones comunitarias. Pactos parecidos
aparecieron propuestas que cuestionaron, muchas veces con éxito, el modelo eco- funcionaban con los pueblos urbanos: las comunidades circundantes entregaban
nómico o reprocesaron las propuestas de integración nacional. En los otros países, mano de obra para el mantenimiento de las vías, la iglesia y demás infraestructura
como Venezuela, Brasil, Colombia y Costa Rica, y en general los del Cono Sur, con del pucblo, a cambio del acceso a terrenos comunales, mercados dominicales u
poblaciones indígenas francamente minoritarias, su actuación fue marginal, : otros arreglos. Estos pactos eran asimétricos y estaban cruzados por la domina-
ción, la violencia y la explotación, pero a pesar de ello permitían mantener algunos
El modelo de desarrollo, pactos de antiguo régimen acuerdos básicos que les otorgaban legitimidad.
y la respuesta campesino-indígena Hacia 1870, la mayoría de países habían abolido el tributo y comenzaron a
sustentar sus ingresos fiscales a partir de los aranceles que producía la exportación
A pesar de la diversidad de situaciones que muestra la realidad latinoamericana, la ge- de productos primarios. A nombre de un nuevo proyecto de igualdad ciudadana se
neralización del «nuevo pacto poscolonial» que impuso a todos los países un modelo rompieron los pactos entre Estado e indígenas, con lo cual se rompió la tutela estatal.
primario de importaciones y exportaciones que tuvo rasgos comunes, determinó un Ello dio luz verde al despojo de la tierra por parte de ávidos hacendados y dueños
ritmo, cierta periodización de las luchas campesinas, que describieron un itinerario de plantaciones que buscaban expandir sus propiedades. La nueva inserción de la
común: hacia 1870, los movimientos campesinos pasaron de luchas antifiscales, por hacienda en el mercado en expansión rompió los pactos y acuerdos internos con los
CAMPESINOS 303
302 GALO RAMÓN VALAREZO PUEBLOS INDÍGENAS Y MOVIMIENTOS

trabajadores: el balance que existía al interior de las haciendas entre tierras que pro- Chevalier destaca que muchos de estos movimientos que planteaban reivindi-
ducían para el dueño y las dedicadas a los campesinos que laboraban en ella, cambió caciones locales dieron Ingar a planes agrarios más o menos visibles. Cita varios
con el aumento de la demanda. Los propietarios necesitaban más tierras producti- casos mexicanos: el levantamiento de la Sierra Gorda de 1848-1849 que dio lugar
vas, cuestión que podía obtenerla restándoles tierra a sus trabajadores o reubicán- a un detallado plan agrario conocido como «Plan de Río Verde», el «Plan Liberta-
dolos en sitios menos productivos. En las grandes haciendas de Cayambe en Ecua- dor» que en Lozada pedía en 1873 «religión y tierras», O el de Huasteca que entre
dor, ello aconteció, según lo podemos derivar de los libros de la hacienda Pesillo de 1879 y 1882 planteó «Gobierno Municipal y Ley Agraria» (Chevalier, 1999: 480).
1890-1915 (Ramón, 1993). Cristóbal Kay que estudió las haciendas de Chile cen- Sin embargo, lo más interesante de esta etapa de transición fue la emergencia de
tral, señala que también se produjo un fenómeno similar a fines del xix (Kay, 1976). movimientos que cuestionaron al modelo en su conjunto, dando paso a procesos
Ello provocó un desbalance social, que produjo una deslegitimación de la relación democráticos de mayor envergadura o incluso a propuestas de construcción de
entre hacendados y trabajadores, que provocó la emergencia de los sindicatos agrí- Gobiernos federales indígenas, refutando la idea de que estos movimientos «lo-
colas influidos por la izquierda, que años más tarde enarbolarán la reforma agraria. cales», tanto aquellos de «antiguo régimen» que cuestionaron los pactos, como
Los enormes latifundios no se rompieron con la modernización: en el caso de las aquellos que se opusieron al nuevo modelo de producción primaria para expandir
haciendas de Morelos, en México, industrializadas en el período (desde 1880), las exportaciones, tenían dificultades para elevarse a nivel nacional. Los casos más
la hacienda se expandió, rompiendo el equilibrio social que creó las condiciones sobresalientes son, sin duda, «las revoluciones mexicanas», cn plural, que cuestio-
para la revuelta de Emiliano Zapata (Chevalier, 1960; Womack Jr.,-1968: 42-51). naron al modelo concentrador de tierras y el peonaje por deudas, ejerciendo una
Las nuevas formas de enrolamiento de la mano de obra disolvieron en muchos inmensa influencia sobre Latinoamérica, y el caso boliviano, que de una ruptura
casos a las comunidades. Hoy sabemos que, sobre todo, en las haciendas consti- del antiguo pacto entre indígenas y Estado, evolucionó en medio de la disputa por
tuidas en los antiguos territorios indígenas funcionaba toda una compleja relación la tierra a una propuesta del Gobierno federal indígena.
muy ritualizada entre hacendado e indígenas, y los indios entendían esa hacienda Se conoce bien el itinerario de la Revolución Mexicana: «[...] se ha demostra-
como parte de su territorio étnico. Por tanto, la oposición a la proletarización, do que, tras el llamado de Madero, primero estalló y echó raíces en las sierras del
tocaba a su propia identidad. En zonas donde no funcionaban pactos entre los peones de los
norte, predominantemente mineras, y que después se levantaron los
hacendados y los campesinos, también se produjeron cambios importantes. Juan zonas del sur,
latifundios vecinos. Al cabo de cuatro meses llegó la subversión hasta
Martínez Alier ha destacado la oposición a la proletarización por parte de los cam- las puertas de
mucho más pobladas, y al fin el “campesinado” zapatista acampó a
pesinos, por motivos económicos (Martínez Alier, 1977). Góngora muestra que en
la capital» (Chevalier, 1999: 528). En verdad, no fue una revolución, sino varias,
el xix muchos inquilinos se convirtieron en proletarios (Góngora, 1960).
El desplazamiento de los antiguos arrieros indígenas que comercializaban pro- por las características regionales de México, por la base social que movilizaron,
ductos por la aparición del ferrocarril y el surgimiento de poderosas oligarquías el territorio en el que tenían influencia, las reivindicaciones y el tipo de liderazgo.
comerciales; o la expansión de los pueblos y ciudades, que en varias ocasiones lo Por estas características, ninguna de ellas habría triunfado por sí sola, de manera
hicieron sobre territorios indígenas. Las comunidades como pequeños espacios que fueron necesarias las alianzas de diverso tipo. En el procesa, se ha destacado
territoriales, de pertenencia e identidad colectiva que habían logrado insertarse y la participación protagónica de los caudillos, que —como ha afirmado F. X. Gue-
mantenerse como «un cuerpo social colectivo» en la sociedad del antiguo régimen, rra— jugaron un papel de intermediarios entre la modernidad y las estructuras del
se vieron violentamente sacudidas e impactadas por el avance de las haciendas, los Antiguo Régimen, es decir, lograron anudar las perspectivas campesinas, con las
comerciantes y los grupos urbanos, así como por las nuevas políticas estatales de de élites políticas (Guerra, 1992). Sin embargo, la Revolución tuvo una marcada
ciudadanización. En todos los casos, nos referimos a las comunidades indígenas participación popular, rural y campesina, que resultaron decisivas, tal como lo ha
que estuvieron cercanas a haciendas que se modernizaron, junto a las vías férreas demostrado Alan Knight con mucha documentación (Knight, 1986).
o en las inmediaciones de los pueblos urbanos que crecieron. Los campesinos, más allá de comportarse como cuerpos colectivos marginales,
Como hemos dicho, ese proceso fue muy desigual, de manera que en muchos mostraron que podían participar en alianzas interculturales, en un proceso que
lugares la economía dual se mantuvo y las comunidades indígenas se marginaron no fue iniciado precisamente por ellos, mostrando un agudo olfato político para
mucho más, De todas maneras, los nuevos procesos provocaron un reguero de percibir el momento de conmoción generalizado que vivía ese país. Lo más sobre-
luchas y levantamientos, la mayoría de los cuales tuvieron un carácter bastante saliente fue que incorporaron en el proceso, tanto un cuestionamiento radical al
localizado, aunque muchos de ellos fueron muy virulentos. Sólo en México, Jean modelo concentrador de tierras, como la inscripción de la idea de la recomposi-
Meyer contabilizó 65 pequeñas revueltas campesinas e indígenas entre la indepen- ción de los ejidos como base de la reproducción de sus instituciones comunitarias.
dencia y 1910. En Bolivia los indígenas respondieron a través de la vía legal y la El cuestionamiento radical a la concentración de la tierra no puede ser considera-
formación de una red de «apoderados indígenas» que lograron unir las demandas do como una propuesta de retroceso al antiguo orden, ello coincidía con las ideas
de diversos ayllus de La Paz, Oruro y el norte de Potosí (Rivera, 1991: 605). En más avanzadas del desarrollo de la agricultura, a tal punto que este planteamiento
Perú, el conflicto armado con Chile, la Guerra Civil y el avance de la hacienda so- se convirtió en bandera de todos los movimientos campesinos del continente y de
bre las tierras indígenas dieron origen a un ciclo de revueltas en la Sierra Central. todas las reformas agrarias que se llevaron adelante en los siguientes años, empe-
304 : GALO RAMÓN VALAREZO PUEBLOS INDÍGENAS Y MOVIMIENTOS CAMPESINOS 305

zando por la de Cárdenas en México. La idea de la recomposición de los ejidos marias que otorgaron los recursos necesarios a los Estados para emprender pro-
también resultó inspiradora porque permitió el reconocimiento continental de la cesos más agresivos de integración material y subjetiva de sus Estados nacionales.
comunidad indígena y su inclusión política en los Estados nacionales. El proceso de integración nacional tomó dos caminos: en los países del Cono
Otro movimiento que tuvo un impacto profundo, fue el de los indígenas bo- Sur, sobre todo en Argentina, Uruguay y Chile, tomó la forma de un proceso de
livianos. Con la ley de «exvinculación» dictada en Bolivia en 1874, se inició una incorporación democrática por la vía del sufragio, en cambio, en los países de ma-
poderosa y violenta ofensiva terrateniente sobre las tierras de las comunidades yor presencia indígena, el proceso tuvo una carácter más elitista y por el escaso y
altiplánicas, que fue respondida por los indios por la vía legal y la configuración desigual desarrollo económico interno, se movió en el eje territorial, es decir en las
de redes de resistencia, Hacia 1880, las comunidades iniciaron un acercamiento a negociaciones de las élites locales y regionales, con el Estado central. En este tipo
los liberales bolivianos, que por su parte mostraban interés de incorporarlos en sus de países, la integración nacional se cimentó en un nacionalismo sui géneris que
luchas por el poder. Al final de esa década se intensificaron las alianzas entre liberales combinaba el entreguismo y la apertura indiscriminada al capital internacional, un
disidentes y anticonservadores con los ayllus defensivos y antigubernamentales, discurso nacionalista basado en la soberanía territorial con relación a los países
Los liberales estaban dispuestos a apoyar algunas causas indígenas (restitución de vecinos y una notable desconfianza en el nacionalismo de los pueblos indígenas
tierras comunales y la derogación de las reformas agrarias), en tanto los indios y afrodescendientes. Interesa retomar el estudio de Florencia Mallon sobre cua-
parecían estar dispuestos a respetar la conducción liberal, Se produjo entonces tro regiones: Junín y Cajamarca en Perú; Morelos y la sierra norte de Puebla en
la alianza, que se personificó en la confluencia de dos caudillos: el liberal criollo México, para analizar los diferentes niveles de participación en los movimientos
José Manuel Pando y Pablo Zárate Willka, un importante líder aymara, alfabeto y nacionalistas durante las guerras de resistencia a las invasiones externas de Chile y
bilingúe, que había participado en varios conflictos de tierra, mediaciones legales Francia respectivamente. El análisis del nacionalismo campesino e indígena, cues-
y contaba con una poderosa red por todo el altiplano. Willka expresaba un pro- tiona otra vez la supuesta pasividad campesina, la idea de que nunca entendieron
grama más inclusivo que buscaba igualdad social con los mestizos y pluralismo los problemas de la integración nacional y la idea de que eran «cuerpos colectivos»
cultural. No se consideraba un súbdito de los liberales, sino un aliado y el jefe de que luchaban solamente por pactos de antiguo régimen.
los indios. Pronto los aliados entraron en contradicciones insalvables. En efecto, Heraclio Bonilla en Guano y Burguesía en el Perú había planteado
El fracaso de la lucha legal y las vacilaciones de su aliado liberal produjeron que la participación de los indios, negros y chinos en la Guerra del Pacífico entre
resquebrajamientos en la alianza. Las diferencias se radicalizaron en 1899, a partir Perú y Chile en los años 1879 y 1883, no «obedecía a motivaciones nacionales,
del acontecimiento de Mohoza, en el que los indios fusilaron a soldados blancos ni nacionalistas y más bien no hacía sino traducir las fracturas coloniales que el
liberales, con lo cual la Guerra Civil cambió de rumbo: de un enfrentamiento Estado, ahora independiente, no había logrado y probablemente querido cerrar»
entre liberales y conservadores (constitucionalistas), se convirtió en una rebelión (Bonilla, 1994). Cuestionando esta interpretación, Nelson Manrique y Florencia
indígena, en una «guerra de razas» como lo declaró un soldado. En verdad, los Mallon descubrieron en este mismo conflicto un nacionalismo popular muy tem-
indios no aspiraban únicamente a rescatar la tierra, sino buscaban un nuevo pacto prano entre los campesinos (Manrique, 1981; Mallon, 1983, 1995). Según Man-
político, una especie de federalismo que debía incluir autonomía indígena, igual- rique, los campesinos pasaron de manera sucesiva, desde la indiferencia frente a la
dad y respeto cultural. La alianza con el liberalismo se convirtió en una abierta * guerra, a una lealtad limitada durante la campaña de Lima, luego a una conciencia
confrontación étnica, lo cual provocó finalmente que el Ejército Federal (Partido antichilena frente a los atropellos y una alianza con los terratenientes de la región,
Liberal) ejecutara a su aliado indígena y se instaurara un feroz darwinismo social. para evolucionar luego a una conciencia patriótica que cuestionó a los terratenien-
La propuesta indígena tenía todos los atributos de un programa que buscaba la tes colaboradores y finalmente a una conciencia de clase antiterrateniente. Por su
construcción de una nación indígena dentro del Estado boliviano por la vía del parte, Bonilla replicó en el sentido de que no hay una interpretación conceptual
federalismo. Esta experiencia indígena, vista desde la distancia, no tuvo efectos clara del compromiso campesino con el nacionalismo, ni éste puede ser extendido
inmediatos en el subcontinente, pero quedó marcada en la memoria colectiva, a otras franjas del campesinado. Establece varias dudas respecto a «los nacionalis-
inspirando la propuesta de creación de Estados plurinacionales que hoy sostienen mos espontáneos», invita a conocer con mayor precisión los contenidos y signifi-
los movimientos indígenas. cados que para los campesinos tienen los conceptos de «patria», «país» y «nación».
Insinúa que puede haber un contenido más bien clasista, antes que nacionalista en
La integración nacional y el nacionalismo popular la participación campesina. Pregunta sobre cuáles son en este caso las bases para la
emergencia y reproducción de ese sentimiento nacionalista y hacia adónde apunta.
Hacia la década de 1870, los Estados latinoamericanos, especialmente los de alta Concluye, citando a Emerson, que en general los campesinos «fueron adherentes
población indígena, se estaban transformado, de repúblicas profundamente frag- pasivos al credo nacionalista» (Bonilla, 1994: 260-277).
mentadas, sacudidas por una incertidumbre económica y una inmensa inestabili- Mallon destaca que los campesinos peruanos y mexicanos buscaban atraer al
dad política, en Estados oligárquicos más cohesionados. Tal proceso fue impulsado nacionalismo liberal a las perspectivas comunitarias, produciendo un «liberalismo
por un nuevo pacto poscolonial y la ampliación del modelo de exportaciones pri- comunitario»: tierra, autonomía política y cultural, fueron los elementos clave en
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la propuesta campesina (Mallon, 1995). Argumenta que si bien el nacionalismo los indigenistas, consideraba que los factores raciales explicaban la pobreza de los
campesino resulta derivativo del nacionalismo liberal, sin embargo se diferencia indios, por tanto había que asimilarlos a la cultura occidental, convirtiéndolos en
porque expresa sus intereses y concepciones propias. De esta manera, la agencia sujetos activos de la construcción nacional; mientras su sector más radical, soste-
campesina permite un reprocesamiento de la promesa liberal, en zonas en las que, nía, como lo planteó Luis E. Valcárcel en 1927, la creación para el caso de Perú, de
por el carácter desigual del desarrollo del capitalismo, la presencia de la forma un Estado quechua-aymara, y excluir las tradiciones costeñas, criollas o mestizas.
mercancía y la modernidad incipiente que se difundió desde el siglo Xvi, hicieron Mariátegui replicó a las dos posiciones, sosteniendo que la «cuestión indígena» era
posible que la nación se generase en la periferia, a pesar de que no existan todos un problema de clases que no se resolvería con medidas administrativas, educati-
los rasgos de la modernidad. Aunque los discursos partían de una base común, vas, raciales o culturales, sino con la alteración del sistema de tenencia de la tierra
terminaron diferenciándose. En Morelos y Cuernavaca los aldeanos habían «cons- y lá revolución socialista. Más allá del enorme mérito de haberse planteado el pro-
truido discursos populares, radicales y sofisticados en torno a nociones de dere- blema, estas tesis tenían un elemento en común: ninguna de ellas había consultado
chos liberales»; en tanto, «los liberales en posición de poder elaboraron discursos a los indígenas su punto de vista, de manera que estas posiciones provenían de po-
racistas y de exclusión». Aquí queda claro, de un lado, el discurso «derivativo» de siciones doctrinarias, en el primer caso, o incluso de posiciones mestizas urbanas,
los aldeanos que tomaron el discurso liberal y lo matizaron con su interpretación, en el caso de las otras (Becker, 2002). En este sentido, estas proposiciones estaban
frente al de la élite liberal que responde solamente con racismo y exclusión, ha- de acuerdo en que la solución al problema indígena provenía desde fuera, desde el
ciendo «cortocircuito» para cualquier tipo de relación y por tanto de legitimidad. partido, la doctrina o el liderazgo urbano; el gran ausente era el indigenado.
Mallon se ha esforzado por mostrarnos la utilidad de la comprensión de la La ausencia de los indígenas en los debates sobre su futuro marcó sin duda
participación de los subalternos en la construcción de los Estados nacionales, para alguna la historia intelectual latinoamericana, que curiosamente, desde los años
entender procesos del presente. Nos señala que el procesamiento diferente del na- treinta, se volvió cada vez más distante. Hoy sabemos que el indigenismo creó un
cionalismo campesino que hicieron las élites de Perú y México produjo resultados indio «abstracto, desocializado, intemporal» pintado como amenaza, que al ser asu-
diversos que hoy sacuden a esos países: una nación más integrada en el caso de mido así por la oligarquía terminó bloqueando eventuales relaciones; y de otra, «al
México, en el que más tarde es posible que los zapatistas intenten negociar una na- hablar de los otros, es decir de los indios, concluyeron representando sus propios
ción más inclusiva y democrática; mientras que en Perú, un tratamiento totalmente intereses» (Franco, 1991: 61), la de un grupo de intelectuales que deseaba cuotas
excluyente del campesinado produjo mayor desgarramiento y distancia entre las de poder a nombre de este discurso. Degregori agrega que con ello les expropiaton
élites y las capas populares, cuestión que en el tiempo se vuelve a expresar en un «buena parte de los mecanismos y el capital simbólico a partir de los cuales podían
«Sendero Luminoso» que cuestiona en su conjunto el proyecto nacional, Aunque construir un nosotros indio» (Degregori, 1998). Por su parte, las versiones más
Tutino reclama, con razón, que esas diferencias no se explican solamente por el ortodoxas del marxismo latinoamericano enfatizaron la escasa o nula participación
procesamiento que las élites realizaron del nacionalismo campesino (Tutino, 1986: de los campesinos e indígenas en la impugnación del nuevo pacto postcolonial y
345-46), debemos destacar la aguda percepción de Mallon para mostrarnos un en la construcción de los Estados nacionales. Según esta versión, serían una masa
hecho de larga duración que tuvo su origen en la exclusión campesina, «débil, amorfa, incompetente, gelatinosa y carente de mando» (lanni, 1990: 26).
En estas condiciones, las élites impusieron desde arriba los modelos de desarrollo,
la integración nacional y el carácter: de la nación. Esta versión «autoritaria», con
CONCLUSIONES fuerte dosis de racismo y paternalismo, de suyo lleva implícita un enorme despre-
cio por los subalternos, especialmente de los campesinos, a quienes los suponen
Para concluir, me parece pertinente ubicar el papel de los indios y los campesinos vaciados de cualquier potencial histórico. Una variante de este enfoque va más allá
en la historiografía latinoamericana, puesto que su participación ha sido un asunto en su reproche a los subalternos, señala que ni las clases medias, como tampoco
harto controvertido que ha ido cambiando drásticamente en estos últimos tiem- los trabajadores urbanos, realizaron una oposición al «nuevo orden colonial», sino
pos. El debate es antiguo, extenso y ha registrado enfoques y variantes muy diver- únicamente «a la situación privilegiada que dentro de ese orden se ha reservado lo
sos, de manera que, nos remitiremos a las tendencias más generales que influyeron que se llama la oligarquía» (Halperin Donghi, 1983: 296).
y continúan influyendo en explicar el papel de estos actores sociales. Sin embargo, las posiciones se fueron flexibilizando con la tenaz persistencia
Uno de los debates más apasionados que se produjo en el seno del marxismo de los indios y su continuo renacimiento. Varios estudios comenzaron a mostrar
latinoamericano, fue aquel que tuvo lugar en los años 1920-1930 entre las posicio-. la participación de los campesinos e indígenas en numerosos acontecimientos, En
nes de la Internacional Comunista, el Mariateguismo y los indigenistas, en torno'a la evaluación de estas participaciones, muchos continúan considerando que lo
la relación entre «minorías nacionales», «minorías raciales» y «lucha de clases». La hicieron en calidad de adherentes pasivos, reclutados por los caudillos militares,
Internacional Comunista, siguiendo a Lenin, defendía el derecho a la autodetermi- caciques o coroneles, por ideologías religiosas o liberales, o por el culto a deter-
nación de las minorías nacionales subyugadas, en este caso de los indios latinoame- minado líder. Este enfoque considera que su carácter heterogéneo (en términos
ricanos, para formar repúblicas nativas independientes. Por su parte, un sector de sociales, raciales y culturales), el desarrollo fragmentario del capitalismo y la mo-
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dernidad, y las grandes diferencias entre la ciudad y el campo, entre tradición y los subalternos para buscar su integración (Knigth, 1986), sin que ello niegue la
modernidad, no permitieron a las poblaciones rurales contar con la preparación o agencia campesina, pero en cambio explica las frecuentes traiciones y frustraciones
la experiencia democrática necesarias para comprender la política y la naturaleza de varios movimientos que creyeron en las promesas de los caudillos y caciques a
de los cambios. Supuestamente, los campesinos no entendían la diferencia entre los que apoyaron. La agencia campesina no se agota en la política, Varios estudios
lo público y lo privado, confunden al Gobierno con el gobernante, al movimiento reconocen sus iniciativas para matizar los modelos económicos desde su experien-
social con el partido político, al liderazgo con la demagogia, en consecuencia, cia milenaria en el manejo de los recursos. Olivier Dollfus, por ejemplo, mostró
terminan atrapados por los caudillos o por las ideologías que los manipulan, Otra la originalidad de la región andina que impone determinados límites y desafíos a
versión de esta misma interpretación es aquella que atribuye a los indios un com- los procesos de ocupación y desarrollo, y los conocimientos acumulados por las
portamiento político encerrado en sí mismo, que sólo elaboró propuestas étnicas sociedades nativas que crearon una serie de soluciones, cuya fuerza matizaron las
y locales, utopías regresivas e imposibles, que por su inadaptación no permitieron propuestas de desarrollo que se impusieron (Dollfus, 1991).
alianzas de mayor envergadura, menos influir los cambios en la construcción de la Una versión más reciente, aún poco desarrollada para el caso latinoamericano,
nación o de los modelos económicos en juego. se inspira en los trabajos de los «estudios subalternos» de los hindúes?!, Sugieren
Una importante contribución fue aquella que consideraba que los campesinos que es posible una acción de los subalternos fuera del discurso de las élites, que
e indígenas latinoamericanos son «actores colectivos» o «cuerpos jerarquizados» no tiene como centro la construcción del Estado, ni el debate sobre los modelos
de la sociedad tradicional u «holista» de antiguo régimen (Guerra, 1992; Che- económicos, sino que se origina en sus propias percepciones e intereses: ni pasivos,
valier, 1999), que lucharon por pactos de reciprocidad con su respectivo Estado ni atrapados, ni derivativos del discurso de las élites, sino distintos en su programa
formado por ciudadanos ilustrados, representantes de la modernidad. Mediante y en sus comportamientos. En este enfoque, deberíamos abandonar los estudios
estos pactos, tal como lo mostró Platt para el caso boliviano (Platt, 1982), lograban sobre la «biografía de la nación» y los modelos económicos, que finalmente corres-
mantener ciertos derechos corporativos sobre la tierra para buscar protegerse de la ponden a la propuesta de modernización eurocentrista, en el orden de la razón
feroz arremetida de los hacendados; mantener sus autogobiernos locales y lograr y el progreso (Prakash, 1996: 293); lo que de suyo implica la exclusión de otros
ciertas protecciones estatales respecto a las reclutas militares y el comercio. En otra idearios no occidentales, no modernos, para centrarnos en las historias cotidia-
perspectiva, E, X. Guerra en sus numerosos trabajos ha mostrado que estos pactos nas y diferenciadas de los excluidos, historia «que siempre permanece heterogé-
entre estos dos tipos de culturas políticas y sociabilidades permiten explicar el nea y elusiva a la política de los de “arriba”» (Rivera y Barragán, 1996). Rowe y
papel de los caudillos, de los caciques y coroneles, como intermediarios necesarios Schelling, por ejemplo, analizando la cultura,popular, cuyos «rostros» más visibles
entre «la modernidad política en el poder y el enorme mundo rural o provincial, se presentan en países con fuerte presencia indígena y afrodescendiente encuen-
con sus sociabilidades, sus fidelidades y jerarquías de corte antiguo o colonial» tran en las rebeliones del sur peruano, en el catolicismo popular en México, Perú
(Chevalier, 1999: 274), Esta nueva explicación del pacto con el Estado mostró, de y Brasil; en la literatura rural y narrativa de los cangaceiros brasileños; en varias
una parte, a unos indios activos con capacidad de negociación y de defender con expresiones urbanas de música, baile, teatro, circo, telenovela, medios de comu-
levantamientos la vigencia de esos acuerdos; pero de otra, también los límites y nicación, carnaval y fútbol, especialmente de Brasil, la búsqueda por construir
dependencias de sus actuaciones. o una identidad de mayor categoría social y étnica, la creación de contrasímbolos,
Una visión distinta es aquella de los denominados «estudios poscoloniales» que de propiedades mágicas que cuestionan la cooptación liberal de los subalternos a
han demostrado que los campesinos e indígenas, en determinadas circunstancias través de instituciones y concepciones liberales: exclusión y acción, hegemonía y
mostraron capacidad política no sólo para entender las propuestas de las élites, contrahegemonía, dominación y resistencia, imposición y respuesta, actúan como
sino para asumirlas, procesarlas y transformarlas e incorporar en ellas sus intereses cara y reverso de una misma moneda (Rowe y Schelling, 1991). Lo curioso es
diferenciados. El mérito más reconocido de los estudios postcoloniales es haber que es posible encontrar ejemplos que confirman cualquiera de estos enfoques
mostrado la agencia política de los campesinos y de los indígenas, con lo que no en la variopinta realidad latinoamericana, Parecería que el desarrollo desigual y
sólo cuestionaron a las anteriores interpretaciones, sino mostraron que fueron la diversidad latinoamericana muestran situaciones tan diferenciadas que no es
actores sociales que influyeron y fueron influidos por los procesos. Este enfoque posible captarlas desde un solo enfoque o generalizarlas desde una experiencia,
renovó decisivamente la historia política, al incorporar a los campesinos y de ma- Aquí hemos llamado la atención sobre procesos que, además de mostrar la agencia
nera más general a las capas subalternas en la construcción de las naciones-Estados campesina y la capacidad de reprocesar las propuestas de las élites para incluir sus
y los modelos económicos en América Latina (entre otros, Tutino, 1986; Ma- propios puntos de vista, se convirtieron en fuentes inspiradoras de movimientos y
llon, 1995). Más allá de los pactos del antiguo régimen, los campesinos e indíge- propuestas de largo aliento,
nas habrían reprocesado las propuestas de «las élites ilustradas y modernas», para
radicalizarlas a favor de sus intereses, lo cual revela una ruptura con el dualismo
político y una sorprendente agencia campesina. Una matización de esta versión, 21. Ver Subaltern Studies. Writings on South Asian History and Society, publicación periódica
propone que en algunos casos, las élites propiciaron estos comportamientos de editada desde 1982,

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