Modelo Constructivista y El Cobaev
Modelo Constructivista y El Cobaev
Modelo Constructivista y El Cobaev
1.- Introducción…………………………..…………………………..…………..………….1
3.- Conclusiones………………...…………….……...………...………………………….15
4.- Bibliografía…………………………………………….……………...………………..17
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INTRODUCCIÓN
Los campos del conocimiento impartido en esta institución están organizados en 4 áreas:
matemáticas, histórico-social, ciencias naturales, lenguaje y comunicación; preparando a
través de ellas al alumno para sus futuros estudios superiores por medio de las asignaturas
que le permiten profundizar en las diversas disciplinas, adquiriendo los conocimientos
necesarios y definiendo sus intereses profesionales.
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respectivas materias y su enseñanza bajo las nuevas orientaciones. A pesar de que en los
registros aparece que se han dado gran cantidad de cursos de formación, el análisis de la
enseñanza en el colegio aún tiene muchas deficiencias; la mayor parte del profesorado
retoma la tecnología educativa y la enseñanza tradicional en su práctica docente; nadie
reconoce que lo que se aprende está íntimamente relacionado con el cómo se aprende; la
teoría es vista dividida de la práctica y se siguen resolviendo problemas en los que se
resaltan la mecanización y memorización, sin hacer énfasis en la relación de los
conocimientos con la cotidianeidad del alumno, su relación con el medio ambiente y su
contexto social.
El presente trabajo intenta ser una reflexión respetuosa con respecto a la práctica
constructivista en el colegio de bachilleres, describiendo los antecedentes que originaron su
aplicación a la praxis diaria en nuestros planteles, iniciando con la definición de
constructivismo y los alcances obtenidos en la práctica docente, haciendo énfasis en el tipo
de jóvenes, de entre 15 y 18 años, que se pretende formar, tanto académicamente como en
valores y cómo influye la labor del profesor en ellos; así también enlisto las ventajas y
desventajas que se han podido observar en la aplicación de este modelo en nuestra
institución.
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Considero que, desde el enfoque constructivista, alumno y docente son actores principales
del proceso enseñanza aprendizaje que exhiben una relación de diálogo, donde comparten
responsabilidades, negocian las actividades a desarrollar y llegan a acuerdos. Al alumno, se
le concibe como un individuo crítico, autónomo y protagónico; al docente poseedor de
valores, encargado de facilitar los aprendizajes de sus alumnos, promover su participación
y desarrollo psico-afectivo. La labor docente es un proceso cuyo propósito fundamental es
apoyar y orientar el aprendizaje del alumno a través de la mediación cognitiva que debe
realizar el profesor, quien requiere de un conocimiento profundo de sus estudiantes, que
sólo podrá obtener al considerar cuáles son sus necesidades, intereses, conocimientos
previos, estilos de aprendizaje, motivaciones intrínsecas y extrínsecas, hábitos de trabajo,
actitudes y valores, entre otros aspectos. La función del docente, no se limita al sólo hecho
de impartir clases, debido a que él es el encargado de regular y matizar la enseñanza para
promover el aprendizaje en sus alumnos, simplificando la adquisición del conocimiento,
asignando tareas, considerando la evaluación como experiencia natural, fomentando el
consenso, la autoevaluación, valorando el desarrollo personal y social de sus alumnos.
Defino todo lo anterior con el fin de resaltar, en la evolución de este trabajo, las
deficiencias que ha tenido el constructivismo en el desarrollo de los programas de estudio
dentro de las aulas del COBAEV desde mi propia perspectiva; así también señalar en qué
aspectos ha funcionado y las áreas de oportunidad para el mejor aprovechamiento de esta
práctica docente con respecto a sus contenidos, lo cual justifica la realización de las
diversas aseveraciones durante este análisis, considerando los diversos autores consultados
para poder dar soporte a mi ensayo.
Esta crítica fundamentada del modelo, pretende crear conciencia que permita actuar en
consecuencia. Es decir, que los esfuerzos invertidos se fundamenten en la teoría, en una
realidad concreta, superando los vaivenes de las “modas educativas”.
Antecedentes
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Debido a la globalización de la economía que permite la cercanía de los diversos países y
que exige la formación de la mano de obra calificada, las empresas invierten gran parte de
sus recursos en lo que llaman “capital humano”, desarrollando competencias en su plantilla
laboral para alcanzar sus expectativas productivas. De esta forma, la persona, que en este
caso es el trabajador, vale por su utilidad. En el principio de la organización del trabajo,
éste pasó de ser tarea doméstica “para convertirse en artesanal; los conocimientos con
respecto a una actividad determinada se transmitían de padres a hijos o de maestros a
aprendices” (Jensen, 2004, p. 11).
Como cita Antonio Zárate (en Glosario y Prácticas de Geografía Humana, 2006): “con la
llegada de la Revolución Industrial, y su consiguiente industrialización de finales del siglo
XVIII, la producción en masa cambió las reglas del juego y esto trajo, como resultado, la
división del trabajo, la especialización, la operatividad eficiente de la maquinaria y la
producción en serie”… (p. 438).
Este trabajo se desarrolla en el nivel de educación media superior, donde el grupo típico de
edad de los alumnos que cursan el mismo dentro del Colegio de Bachilleres es de 15 a 18
años. Estos estudios, por su carácter propedéuticos, son necesarios para el ingreso a la
universidad y en general se denomina a este ciclo bachillerato. El 90% de la matrícula del
bachillerato es atendida por escuelas públicas (OCDE, 1997; SEP, 1999). En la mayoría de
los casos su duración es de tres años y las asignaturas se imparten durante ciclos
semestrales.
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En México los profesores de bachillerato no son formados didácticamente; para ser
profesor de este nivel no se requiere de una formación inicial en la docencia, es suficiente
contar con un título universitario. De esta forma, los profesores de bachillerato toman
decisiones en el aula “guiadas únicamente por la intuición, la experiencia y el recuerdo que
se tiene de cómo aprendieron ellos mismos” (Ainscow, 2001 p. 89).
Esto hace que las instituciones de bachillerato dediquen grandes cantidades de dinero y
esfuerzo para proporcionar formación a sus profesores en servicio. En la práctica común, el
maestro de bachillerato que no ha sido formado para ser docente sólo toma decisiones
educativas, la mayoría sin fundamento o soporte teórico; en este caso, la institución decide
que es necesario formar a los profesores en diversos temas educativos, y solicita la
intervención de un pedagogo externo para que diseñe e imparta cursos, siempre cortos,
puntuales e intensivos, a los profesores “en formación”. Seguramente el docente es muy
competente en sus áreas, pero es muy probable que desconozca la orientación educativa
específica de la institución para la que trabajará, los problemas característicos de cada
centro educativo y la realidad cotidiana que el profesor vive en su aula con sus alumnos.
Esto, en general, es algo que corresponde al profesor resolver cuando se enfrenta a la
problemática de su salón de clase. Si para ello agrego las diversas reformas establecidas
con el fin de mejorar la práctica docente, aunado a la problemática anteriormente descrita,
da como resultado un inconveniente doble para poder preparar al personal docente sin
estudios en educación.
Una de estas reformas que se han impulsado en nuestro país en el ámbito educativo tiene
que ver con el modelo Constructivista con la que se promueve la formación por
competencias.
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Con esa forma de trabajo se busca recrear la edad dorada del capitalismo que se asocia con
una época de pleno empleo, una alta inversión de capital, la plena utilización de la
capacidad productiva y unas elevadas tasas de beneficios para las empresas. Desde esta
perspectiva, hay un tipo de individuo conveniente de formar en las instituciones educativas
de todos los niveles.
Philippe Perrenaud, (1996) en su obra 10 nuevas competencias para enseñar comenta: “ Las
competencias movilizan, integran y orquestan situaciones, y cada situación es única; cada
ejercicio de la competencia pasa por operaciones mentales complejas, sostenidas por
esquemas mentales de pensamiento las cuales permiten determinar y realizar una acción en
tiempo real”.
Con las diversas reformas educativas, se realizan revisiones y modificaciones de los planes
y programas de estudio, generalmente con varias líneas de acción como establecer un plan
de estudios común para el nivel o vincular el nivel medio superior con el sector productivo.
A pesar de los diversos cursos de formación y actualización de la plantilla docente sobre el
constructivismo y el desarrollo de competencias, y aunque los profesores empezaron a
familiarizarse con autores como Piaget, Ausubel o Vigotsky, existen muchas áreas de
oportunidad durante la praxis de cada uno de ellos.
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siguieron manejándose por objetivos, propósitos y especificando las competencias a
desarrollar.
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programas del Currículo Básico Nacional, pero incorporando el enfoque de la educación
centrada en el aprendizaje.
¿Qué es el constructivismo?
Habrá que recordar, como indica Ricardo Contreras en su obra: Didáctica de la Educación
Física para primaria (2001), que “la postura constructivista recibe aportaciones de diversas
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corrientes psicológicas que coinciden en considerar la importancia de la actividad
constructiva del sujeto” (p. 51). Los constructivistas conciben a la ciencia de un modo
dinámico, humano, que se transforma periódicamente por el manejo constante de nuevos
conceptos radicales. Incluso una vez aceptadas, esas visiones del mundo se modifican, es
decir, se reconstruyen.
Son muchas las ventajas que este modelo ofrece al proceso de aprendizaje ya que motiva a
que los estudiantes piensen y actúen en base al diseño de un producto final fruto de su
aprendizaje, elaborando un plan con estrategias definidas, para dar una solución a un
problema y no tan solo cumplir con los objetivos curriculares. Permite el aprender en la
diversidad al trabajar todos juntos. Estimula el crecimiento emocional, intelectual y
personal mediante experiencias directas con personas y estudiantes ubicados en diferentes
contextos. Los estudiantes aprenden técnicas para la solución de problemas al estar en
contacto con personas de diversas culturas y con puntos de vista distintos. Aprenden a
aprender el uno del otro y también aprenden la forma de ayudar a que sus compañeros
aprendan. Aprenden a evaluar el trabajo de sus pares. Aprenden a dar retroalimentación
constructiva tanto para ellos mismos como para sus compañeros. El proceso de elaborar un
proyecto permite y alienta a los estudiantes a experimentar, realizar aprendizaje basado en
descubrimientos, aprender de sus errores y a enfrentar y superar retos difíciles e
inesperados.
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Tomando en cuenta la realidad educativa y social de nuestro país, Flórez (2000) plantea que
los resultados serían diferentes si los alumnos tuvieran un profesor que no sólo dictara la
clase tradicional, sino que desplegara una enseñanza donde los estudiantes tuvieran uso de
razón y oportunidad de movilizar su pensamiento, responsabilizándose de analizar y pensar
los temas de la clase, de darle sentido a los conceptos desde sus experiencias previas, de
reflexionar sobre las preguntas propuestas y formular conjeturas e hipótesis de solución
para ser discutidas y experimentadas tal como lo exige el modelo Constructivista, ya que el
individuo no aprende, sino lo que él mismo elabora el conocimiento.
Desafortunadamente, creo que es difícil romper con paradigmas tradicionales del profesor
con respecto a las formas de educar en el aula, no sólo del Colegio de Bachilleres, sino
prácticamente en todo el país.
Considerando lo expresado por Flórez (2000), es posible decir que el desempeño del
docente afecta de manera directa el desempeño del alumno. Como señala Montenegro
(2003), existe una relación entre las competencias del docente y del estudiante, ya que las
competencias específicas del docente ayudan al desarrollo de las competencias básicas del
estudiante, que son las que lo dotarán de las herramientas necesarias para cumplir
satisfactoriamente su papel dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje. Por ejemplo,
para que el estudiante pueda razonar acerca de un concepto y ver su aplicabilidad, el
docente debe interpretar la lógica con que piensa y orientar su proceso de razonamiento. En
tal sentido el docente es el encargado de guiar al alumno a través de su labor para que éste
sea capaz de desarrollar competencias que permitan su desempeño.
Ahora bien, no se puede ignorar que muchos docentes desconocen los beneficios de
orientar bajo el enfoque constructivista las funciones y actividades que debe realizar en su
desempeño en el área pedagógica, ya que cuando el docente es constructivista, según Flórez
(2000), empeña su enseñanza en lograr que los alumnos aprendan a pensar, muestren un
crecimiento interior basado en estructuras, esquemas y operaciones mentales que les sirvan
para darles respuestas asertivas a situaciones académicas y vivenciales, logrando así un
aprendizaje significativo.
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Sin embargo, si el docente no proporciona al estudiante los lineamientos a seguir para
lograr este tipo de aprendizaje se estarán formando estudiantes interesados únicamente en
adquirir aprendizajes memorísticos, incapaces de ver su aplicabilidad. De acuerdo a lo
anterior, podría afirmarse que si el docente no es constructivista el alumno difícilmente lo
será. Para ello, es necesario redoblar esfuerzos para poder preparar al personal docente que
pertenece al COBAEV y así cumplir con una doctrina que permita al estudiante ser parte
activa del proceso Enseñanza-Aprendizaje y de esta forma hacer suyo el conocimiento.
Para Alfaro (2000), el docente debe dirigir la evaluación hacia el proceso de construcción
de conocimientos que realiza el alumno a partir de sus conocimientos previos y hacia el
proceso de desarrollo personal y social. El proceso de aprendizaje para el constructivismo
está integrado por procesos cognitivos individuales y procesos de interacción grupal, los
cuales implican el uso de los diferentes tipos de evaluación: diagnóstica, formativa y final,
esto implica una evaluación continua y centrada en el éxito del alumno en el proceso de
aprendizaje (pp. 72).
En el caso del alumno, éste es concebido como un sujeto pensante, que debe desarrollar su
autonomía para transformarse en un individuo que es capaz de aprender a aprender, para lo
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cual el docente debe fomentar la participación activa del alumno en el proceso de
aprendizaje y en la evaluación a través de la autoevaluación y la coevaluación.
Desafortunadamente en el Colegio de Bachilleres, como en la mayoría de las instituciones
educativas, no es así. El docente, para promover y valorar aprendizajes significativos con
la ayuda de la actividad evaluativa, debe asignar a los alumnos tareas, actividades y
procedimientos de evaluación que reflejen las interpretaciones y significados construidos
como producto de los aprendizajes alcanzados y mediados por el docente, fomentar
actividades didácticas encaminadas a que los alumnos reconozcan y valoren la utilidad de
lo que aprenden para comprender y dar sentido a los significados, considerar experiencias
didácticas en las que se amplíen progresivamente los contextos de aplicación de los
contenidos, plantear la evaluación como una experiencia natural y propia del proceso de
aprendizaje, lograr que el alumno asuma el control y autorregulación sobre su propio
proceso de aprendizaje, fomentando la autoevaluación, coevaluación y la negociación para
la toma de decisiones.
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un educador realiza para llevar a cabo su función; esto es, el proceso de formación de los
niños y jóvenes a su cargo (Montenegro 2003, p. 18).
El desempeño del docente está determinado por tres tipos de factores, estos son: los
asociados al mismo docente, al estudiante, y al contexto. En el presente ensayo sólo se
considerarán los factores asociados al mismo docente, más específicamente a su formación
profesional, y los asociados al estudiante, los cuales son similares a los del docente. En el
caso del estudiante, su formación se ve afectada de manera directa por el docente ya que
éste puede influir de diversas formas en algunos de los factores asociados al estudiante y es
considerado su trabajo como el factor principal que determina el aprendizaje del mismo.
La tarea docente es por lo general indefinida. Aunque se busca una teoría de la enseñanza
que opere coherentemente con la realidad, al final, el profesor se guía por el sentido común,
especulando a la luz de la propia experiencia y dejándose llevar incluso por los
sentimientos al momento de tratar de resolver el complejo sistema que se establece dentro
del salón de clases como he observado durante mi práctica docente y de mis compañeros en
las instalaciones del COBAEV.
El constructivismo parece una moda, sin embargo, me atrevería a poner en duda tal
aseveración, pues esta postura es la que se utiliza generalmente con los hijos en todo el
mundo. El problema es que no siempre las condiciones en el aula se dan de la manera
apropiada para una aplicación coherente de la teoría, y es en este momento en el que, como
docente tenemos que recurrir a otras posturas. Considero que lo importante aquí no es caer
en una postura que podríamos llamar necia y negar la existencia de todas las posibilidades
existentes.
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A mi parecer el constructivismo explica de manera plausible la forma en que, no sólo
nuestros alumnos, sino cada sujeto cognoscente construye su conocimiento acerca del
mundo. De hecho, esta postura es coherente con lo observable en el desarrollo mental de
los individuos. Sin embargo, en el momento en que se quiere aplicar esta teoría
directamente a la enseñanza dentro del salón de clase, tenemos un salto mortal cuando no
tenemos las herramientas o el medio apropiado para llevarlo a cabo. En consecuencia, si se
quiere aplicar el constructivismo en la enseñanza, el docente debe ser cauteloso.
El no conocer la teoría que las sustenta impide al docente aplicar las propuestas como se
debiera, eliminándose la posibilidad de un estudio sistemático de su uso o, peor aún,
produciéndose una adaptación ineficiente por las características cambiantes de los grupos
de educandos. Es, pues, el conocimiento de la teoría lo que permite su uso, aplicación,
implementación, estudio, análisis y evaluación lo más eficiente y real posible, por lo cual,
vale la pena repetir la importancia del perfil del docente que se desempeña en el colegio de
bachilleres, al ser en muchos casos un profesionista titulado sin tomar en cuenta su
formación en la rama de la educación.
Aplicar este tipo de propuestas conlleva un esfuerzo mayor por parte del maestro al que
normalmente está acostumbrado, pues debe romper su esquema de transmisor de
conocimientos y convertirse en un organizador, coordinador, asesor y director del proceso
de adquisición del conocimiento, proceso que le pertenece primordialmente al alumno.
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De hecho, este es el reto. No se trata de trabajar menos y delegar toda la responsabilidad del
proceso de su aprendizaje al alumno, sino tomar los elementos materiales existentes y
dirigir lo mejor posible a éste, de acuerdo a su propio desarrollo. Se necesita una exhaustiva
preparación del personal docente para tener dominio de la práctica constructivista, para
dejar de ser un transmisor de conocimientos, convirtiéndose en un facilitador del
aprendizaje y desarrollar, de esta manera, las competencias del estudiante. Es necesario
estar dispuesto a aprender lo que no se conoce, y que se necesita saber.
Conclusiones
Para finalizar este ensayo, es necesario recordar que el constructivismo, como reemplazo de
las formas educativas tradicionales, afirma que el ser humano adquiere el conocimiento a
través de un proceso de construcción individual y subjetiva de manera tal que son nuestras
teorías las que determinan nuestra percepción del mundo. En efecto, la principal diferencia
entre racionalismo y constructivismo es que éste último considera que las teorías siempre
pueden modificarse o cambiar el modo en que se construye una nueva teoría, mejor que la
anterior.
Con respecto a los conocimientos previos, es posible que algunos sean muy resistentes al
cambio, comparado con otros conceptos escolares. ¿Qué sucede cuando el alumno carece
de conocimientos previos sobre determinado tema? Puede decirse que siempre habrá
alguno, pero resulta importante distinguir entre lo que sería un conocimiento incompleto de
lo que sería un impedimento para incorporar el nuevo.
Es posible que sea más razonable hablar de niveles de comprensión en vez de hacerlo en
términos absolutos con relación a las formas constructivistas. No es necesario que el
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alumno comprenda cabalmente todos los contenidos escolares, parece más acertado
seleccionar algunos contenidos que sí deben ser comprendidos de manera profunda.
No se trata de darle mayor realce al aprendizaje memorístico, pero desde un punto de vista
cognitivo, la ejercitación es la forma en la que se puede optimizar los recursos de la
memoria a corto plazo a fin de que sea viable incorporar nueva información y establecer
conexiones con la memoria a largo plazo, lo cual abrirá el camino del aprendizaje
significativo.
Cabe mencionar que mientras la educación sea vista como una simple transmisión de
conocimientos y cuestiones didácticas articulados en el salón de clase por el profesor, o
como la presentación de la “fórmula mágica”, que, si es seguida al pie de la letra, dará
como resultado un “mejor aprendizaje”, todo el tiempo, el dinero y el esfuerzo invertido
serán insuficientes e improductivos.
En la medida en que la educación se adapte a las necesidades de los docentes, retome sus
experiencias y considere las características de trabajo en un aula específica (en un momento
y en una institución), ésta tendrá un mayor significado y será el puente para la introducción
de cambios en la práctica diaria del maestro. Una posibilidad para acceder a este tipo de
formación es la integración de equipos interdisciplinarios que diseñen y operen cursos que
den sustento al docente para el diseño de estrategias de enseñanza y que desarrollen
habilidades para su operación y evaluación, labor por excelencia del profesor. De esta
forma, el docente se acercará al análisis de sus propias problemáticas, a la identificación de
posibles soluciones, a su implementación y valoración. Así, el docente estará en vías de ser
su propio formador.
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Este ensayo se desarrolló sobre la experiencia propia y del profesorado del Colegio de
Bachilleres, lo cual nos permite constatar, que cada vez son más próximas las
preocupaciones y las reflexiones de quienes trabajamos en esta línea, aunque los marcos
teóricos, en los cuales nos desempeñamos cada uno, no sean los mismos. En este sentido, el
mencionado modelo didáctico constructivista del profesorado, las ideas y vivencias
presentadas en este trabajo, constituye –y pretende ser- un aporte para cada docente frente a
grupo, teniendo un fin común al comunicar los resultados de la puesta en práctica de los
diversos modelos pedagógicos, sus propuestas, virtudes e inconvenientes, en especial de la
propuesta constructivista, y de esta forma, a través de la opinión personal se logre una
mejora en la educación.
Bibliografía
4.- Cassany, D. et al (2002) Enseñar lengua. Barcelona: Editorial GRAO, 4ª. Edición.
(p. 85)
5.- Contreras, O.; et al (2001). Didáctica de la Educación Física para primaria. Madrid:
Prentice Hall.
7.- Flórez, R. (2000). Hacia una Pedagogía del Conocimiento. Santa Fe de Bogotá:
Editorial McGraw-Hill.
8.- Gobierno del Estado de Veracruz (1988). Gaceta Oficial. México: Gobierno del
Estado de Veracruz.
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9.- Jensen, E. (2004). Cerebro y aprendizaje. Madrid: Narcea Ediciones.
12.- Perrenoud, P. (2004). Diez nuevas competencias para enseñar. México: Editorial
Graó
16.- Zárate, M.; Rubio, M. (2006) Glosario y Prácticas de Geografía Humana, Madrid:
Editorial Universitaria Ramón Areces. P. 438.
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