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JULIO SENECA

VIDA Y OBRAS

MAXI ALFARO
Nombre: Camila Victoria

Apellido: Alfaro

Profesora: Mercedes López

Materia: Latín

Curso: 7° 1°

Año: 2019
° Introducción °
Lucio Anneo Séneca (en latín, Lucius Annaeus Seneca; Corduba, 4 a. C.-Roma, 65 d.
C.), llamado Séneca el Joven para distinguirlo de su padre, fue un filósofo, político,
orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo del orador
Marco Anneo Séneca, fue cuestor, pretor y senador del Imperio romano durante los
gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de ministro, tutor y consejero
del emperador Nerón.12
Séneca destacó como intelectual y como político. Consumado orador, fue una figura
predominante de la política romana durante los reinados de Claudio y Nerón, siendo uno
de los senadores más admirados, influyentes y respetados. Entre los años 54 y 62,
durante los primeros años del reinado de su joven pupilo Nerón, Séneca gobernó de facto
el Imperio romano junto con Sexto Afranio Burro.3 Esto le granjeó numerosos enemigos, y
se vio obligado a retirarse de la primera línea política en el año 62. Acusado, posiblemente
falsamente,4 de participar en la conjura de Pisón contra Nerón, su antiguo alumno lo
condenó a muerte, y se suicidó en el año 65 d.C.
Como escritor, Séneca pasó a la historia como uno de los máximos representantes del
estoicismo.1 Su obra constituye la principal fuente escrita de filosofía estoica que se ha
conservado hasta la actualidad. Abarca tanto obras de teatro como diálogos filosóficos,
tratados de filosofía natural, consolaciones y cartas. Usando un estilo marcadamente
retórico, accesible y alejado de tecnicismos,5 delineó las principales características del
estoicismo tardío, del que junto con Epícteto y Marco Aurelio está considerado su máximo
exponente.6
La influencia de Séneca en generaciones posteriores fue inmensa. Durante el
Renacimiento fue "admirado y venerado como un oráculo de edificación moral, incluso
Cristiana; un maestro de estilo literario y un modelo para las artes dramáticas."7
El padre de Séneca, Marco Anneo Séneca, era un procurador i
Su familia era oriunda de Corduba —actual Córdoba—, en la provincia de Bética en
Hispania. La tradición ha situado su nacimiento en Corduba en torno al año 1 d.C. (se
barajan tres posibles fechas para su nacimiento, los años 1, 4 y 5 d. C.).8
mperial que se convirtió en un reconocido experto en retórica, y se casó con una joven
noble nacida en Arjona (Jaén), Helvia. Además de Lucio, Marco tuvo otros dos hijos que a
su manera también alcanzaron cierta relevancia. El primero, Novato, más conocido como
Galión, fue el gobernador de Acaya que declinó ejercer su jurisdicción sobre San Pablo, y
lo envió a Roma. El segundo, Mela, aunque menos ambicioso, fue un hábil financiero
famoso por ser el padre del poeta Lucano,9 quien, por ello, era sobrino de Lucio Séneca.
De la vida de Lucio Séneca previa al año 41 d. C. no se sabe gran cosa, y lo que se sabe
es gracias a lo que el propio Séneca escribió. Sea como fuere, es claro que provenía de
una familia distinguida, perteneciente a la más alta sociedad hispana en una época en
que la provincia de Hispania estaba en pleno auge dentro del Imperio romano.
Parece ser que pasó los primeros años de su vida en Roma, bajo la protección de la
hermanastra de su madre, su tía Marcia. Se afirma que en ese tiempo vivió con humildad
en una habitación en el piso de arriba de un baño público, algo probablemente falso, ya
que Marcia era una persona acaudalada. Durante este tiempo, parece que le fue
enseñada la retórica y fue introducido en el estoicismo por el filósofo Atalo.
Marcia estaba casada con un équite (caballero) romano, quien en el año 16 fue nombrado
gobernador de Egipto por el emperador Tiberio. Séneca acompañó al matrimonio a
Alejandría, en Egipto, donde adquirió nociones de administración y finanzas, al tiempo
que estudiaba la geografía y etnografía de Egipto y de la India, y desarrollaba su interés
por las ciencias naturales, en las que, a decir de Plinio el Viejo, destacaría por sus
conocimientos de geología, oceanografía y meteorología.
Por influjo de los cultos místicos orientales que había en Egipto, al principio demostró una
cierta inclinación hacia el misticismo pitagórico enseñado por Sotión, un filósofo ecléctico-
pitagórico, y por los cultos de Isis y Serapis, que por aquel entonces ganaban gran
número de adeptos entre los romanos. No obstante, posteriormente se inclinó hacia el
estoicismo, filosofía que adoptaría hasta el fin de sus días. Su formación, pues, fue muy
variada, rica y abierta: además de formarse en Egipto, parece ser que ya en Roma había
estudiado gramática, retórica y filosofía; es posible, además, que viajara en algún
momento a Grecia, para continuar formándose en Atenas, algo muy común entre los
patricios de su tiempo. Sea como fuere, dejó escrito haber estudiado con Sotión, con el
estoico Atalo y con Papirio Fabiano. Más adelante, fue amigo íntimo del cínico Demetrio.

Primera carrera política

Séneca siempre tuvo una salud enfermiza, especialmente debido al asma que padecía
desde su infancia (véase Epístolas a Lucilio, LIV). Tanto es así que llegó a escribir que lo
único que le impedía suicidarse era la incapacidad de su padre de soportar su pérdida.
En el año 31, Séneca volvió a Roma donde, a pesar de su mala salud, de su origen
provinciano y del hecho de provenir de una familia comparativamente escasa en
influencias, fue nombrado cuestor, con lo que inició así su cursus honorum, en el que
pronto destacó por su estilo brillante de orador y escritor. Para cuando, en el año 37, el
emperador Calígula sucedió a Tiberio, Séneca se había convertido en el principal orador
del Senado y había levantado la envidia y los celos del nuevo y megalómano César, el
cual, de acuerdo con el historiador Dión Casio, ordenó su ejecución. Según el mismo
historiador, fue una mujer próxima al círculo más íntimo de Calígula la que consiguió que
éste revocara la sentencia al convencer a Calígula de que Séneca, asmático y de notoria
mala salud, padecía además tuberculosis y pronto moriría por sí mismo. A consecuencia
de este incidente Séneca se retiró de la vida pública.
En el año 41, a la muerte de Calígula y con la entronización de Claudio, Séneca, que
continuaba siendo una persona relevante dentro del estamento político romano, fue de
nuevo condenado a muerte, si bien la pena se le conmutó por el destierro a Córcega. Las
causas de esta condena se ignoran. La sentencia oficial lo acusaba de haber cometido
adulterio con Julia Livila, hermana de Calígula, hecho bastante improbable. Más
probablemente se ha apuntado que la esposa de Claudio, la célebre Valeria Mesalina, lo
habría considerado peligroso ahora que Calígula había muerto. La entronización de
Claudio se había producido con la oposición del Senado y Séneca, que debido a su
prestigio como orador era probablemente uno de los senadores más influyentes, podría
haber sido un enemigo político en potencia para Claudio.10
Exilio en Córcega y retorno a Roma

Su exilio en Córcega duró ocho años. Durante ese tiempo escribió una consolatio o
consolación a su madre Helvia, a raíz de la muerte de su padre Marco, que destaca por
propugnar actitudes estoicas muy diferentes a las que, por ese mismo período, se
muestran en la Consolación a Polibio, nombre de uno de los libertos imperiales de Claudio
y que ostentaba un gran poder e influencia sobre el emperador. En esta carta, que
probablemente nunca estuviera destinada a publicarse, se muestra abyectamente
adulador y busca el perdón imperial.
El destierro duró hasta el año 49 cuando, tras la caída de Mesalina, la nueva esposa de
Claudio, la también célebre Agripina la Menor, consiguió rehabilitarlo. Se le llamó a Roma
y, por indicación de Agripina, se le nombró pretor en la ciudad. Su ascenso no acabó ahí,
pues en el año 51, a instancias de nuevo de Agripina, se le nombró tutor del joven Lucio
Domicio Ahenobarbo, futuro Nerón, hijo de un matrimonio anterior de Agripina. Tan
drástico cambio en su suerte se debió, según el historiador Tácito, a que esta, aparte de
buscar un tutor ilustre para su hijo, creía que la fama de Séneca haría más popular a la
familia imperial; un Séneca agradecido y obligado a ella serviría además como un
importante aliado y un sabio consejero en los planes de alcanzar el poder que albergaba
para su hijo Nerón.
En el año 54, el emperador Claudio murió (según la mayoría de las fuentes históricas,
envenenado por la propia Agripina) y su hijastro Nerón subió al poder. Aunque no hay
evidencia alguna de que Séneca estuviera involucrado en el asesinato de Claudio, sí que
se mofó del viejo emperador en su obra satírica intitulada Apocolocyntosis divi Claudii
(«Calabacificación del divino Claudio»), en la que éste, tras ser deificado, termina, tras
una serie de vicisitudes, como un mero burócrata en el Hades. Con la subida al poder del
joven Nerón, que por aquel entonces contaba con 17 años, Séneca fue nombrado
consejero político y ministro junto a un austero oficial militar llamado Sexto Afranio Burro.

Caída y muerte

Artículo principal: La muerte de Séneca en el arte

En el año 59, la antiguamente gran valedora de Séneca Agripina fue asesinada por Nerón,
lo que marcaría el inicio del fin de Séneca. Aunque posiblemente no estuvieran
involucrados, Séneca y Burro tuvieron que llevar a cabo una campaña de lavado de
imagen pública del emperador a fin de minimizar el impacto que pudiera tener el crimen.
Séneca escribió la famosa carta al Senado en la que justificaba a Nerón y explicaba cómo
Agripina había conspirado en contra de su hijo. Este hecho ha sido muy criticado con
posterioridad, y ha sido germen frecuente de las acusaciones de hipocresía contra
Séneca. Cuando, en el año 62, Burro murió, la situación de Séneca en el poder se volvió
insostenible, al haber perdido buena parte de su capital político y de sus apoyos. La
campaña de desprestigio, además, le privó de la cercanía del emperador, el cual, rodeado
de aduladores y arribistas como Tigelino, Vitelio o Petronio, pronto comenzaría a hablar de
desembarazarse de su viejo tutor.
Así, ese mismo año 62 Séneca pidió a Nerón retirarse de la vida pública, y ofreció toda su
fortuna al emperador. El retiro le fue concedido tácitamente, aunque la fortuna no le fue
aceptada hasta años después. De esta manera, Séneca consiguió retirarse de la cada vez
más peligrosa corte romana, y comenzó a pasar su tiempo viajando con su segunda
esposa, Paulina, por el sur de Italia. Al mismo tiempo, comenzó a redactar una de sus
obras más famosas, las Cartas a Lucilio, auténtico ejemplo de ensayo, en las que Séneca
ofrece todo tipo de sabios consejos y reflexiones a Lucilio, un amigo íntimo que
supuestamente ejercía como procurador romano en Sicilia. Esta obra serviría de ejemplo
e inspiración a Michel de Montaigne en la redacción de sus Ensayos.
Aun así, Séneca no consiguió desembarazarse del todo de la obsesiva perversión de su
antiguo pupilo. Según Tácito, parece ser que en sus últimos años Séneca sufrió un intento
de envenenamiento, frustrado gracias a la sencilla dieta que el filósofo había adoptado,
previendo un ataque de este tipo. Sea como fuere, en el año 65 se le acusó de estar
implicado en la famosa conjura de Pisón contra Nerón. Aunque no existieran pruebas
firmes en su contra, la conjura de Pisón sirvió a Nerón como pretexto para purgar la
sociedad romana de muchos patricios y caballeros que consideraba subversivos o
peligrosos, y entre ellos se encontraba el propio Séneca. Así pues, Séneca fue, junto con
muchos otros, condenado a muerte, víctima de la conjura fracasada.
Sobre la muerte de Séneca, el historiador Tácito cuenta que el tribuno Silvano fue
encomendado para darle la noticia al filósofo, pero siendo aquél uno de los conjurados, y
sintiendo una gran vergüenza por Séneca, le ordenó a otro tribuno que le llevara la
notificación del César: de un patricio como Séneca se esperaba no que decidiera esperar
a la ejecución, sino que se suicidara tras recibir la condena a muerte. Cuando Séneca
recibió la misiva, ponderó con calma la situación y pidió permiso para redactar su
testamento, lo cual le fue denegado, pues la ley romana preveía en esos casos que todos
los bienes del conjurado pasaran al patrimonio imperial.
Sabiendo que Nerón actuaría con crueldad sobre él, decidió abrirse las venas en el mismo
lugar, cortándose en brazos y piernas. Su esposa Paulina le imitó para evitar ser
humillada por el emperador, pero los guardias y los sirvientes se lo impidieron y otras
fuentes afirman que realmente se suicidó, aunque Suetonio afirma que vivió hasta el
principado de Domiciano. Séneca, al ver que su muerte no llegaba, le pidió a su médico
Eustacio Anneo que le suministrase veneno griego (cicuta), el cual bebió pero no le hizo
efecto. Pidió finalmente ser llevado a un baño caliente, donde el vapor terminó
asfixiándolo, víctima del asma que padecía.
Al suicidio de Séneca lo siguieron, además, el de sus dos hermanos y el de su sobrino
Lucano, sabedores de que pronto la crueldad de Nerón recaería también sobre ellos.
Séneca fue incinerado sin ceremonia alguna. Así lo había prescrito en su testamento
cuando, en sus tiempos de riqueza y poder, pensaba en sus últimos momentos.

Valoración y reputación

Reputación posterior

Michel de Montaigne (aquí según retrato de Dumonstier) no dejó nunca de reconocer la


influencia de Séneca en su obra magna, los Ensayos.
Tertuliano, quien consideró que muchas de las doctrinas morales expuestas por Séneca
tenían gran parecido con las expuestas en la Biblia.
Séneca es uno de los pocos filósofos romanos que siempre ha gozado de gran
popularidad (al menos en la Europa continental; en el mundo anglosajón no fue sino hasta
el siglo XX cuando la figura de Séneca se rescató del olvido), como lo demuestra el hecho
de que su obra haya sido admirada y celebrada por algunos de los pensadores e
intelectuales occidentales más influyentes: Erasmo de Rotterdam, Michel de Montaigne,
René Descartes, Denis Diderot, Jean-Jacques Rousseau, Francisco de Quevedo, Thomas
de Quincey, Dante, Petrarca, San Jerónimo, San Agustín, Lactancio, Chaucer, Juan
Calvino, Baudelaire, Honoré de Balzac... todos mostraron su admiración por la obra de
Séneca.
Junto a la de Cicerón, la obra de Séneca era una de las mejor conocidas por los
pensadores medievales, y como quiera que muchas de sus doctrinas son compatibles con
la idiosincrasia cristiana, los padres de la Iglesia como San Agustín lo citan a menudo;
Tertuliano lo consideraba un saepe noster, esto es, «a menudo uno de los nuestros», y
San Jerónimo llegó a incluirlo en su Catálogo de santos.
Durante la Edad Media, de hecho, surgió la leyenda de que San Pablo habría convertido a
Séneca al cristianismo, y que su muerte en el baño era una suerte de bautismo
encubierto. El origen de esta leyenda pudo venir de que San Pablo conoció al hermano
mayor de Séneca, Galión (Hechos 18: 12-17) a quien alude posteriormente en la última de
las cartas a los Gentiles (II Timoteo 4:16), por lo cual habría sido escrita una falsa
correspondencia entre el apóstol y Séneca.12
La supuesta conversión al Cristianismo de Séneca fue un tema recurrente durante el Bajo
Imperio romano y la Edad Media, formaba parte de la «Leyenda áurea», e incluso
aparecieron varias cartas espurias entre Séneca y San Pablo en las que intercambian
puntos de vista doctrinales; en una de ellas, fechada en el siglo III o en el siglo IV, incluso
se relata el gran incendio de Roma, aunque probablemente Séneca se hallase fuera de la
ciudad en ese tiempo. Por otro lado, su obra Naturales quaestiones, tratado de ciencias
naturales alabado ya por Plinio el Viejo, fue durante la Edad Media la obra de referencia
inamovible en los asuntos que abordaba; sólo Aristóteles gozó de mayor prestigio en ese
campo.

Platón, Séneca, y Aristóteles en una ilustración


medieval
(c. 1325–1335).
Además, la influencia de Séneca se deja ver en todo el humanismo y demás corrientes
renacentistas. Su afirmación de la igualdad de todos los hombres, la propugnación de una
vida sobria y moderada como forma de hallar la felicidad, su desprecio a la superstición,
sus opiniones antropocentristas... se harían un hueco en el pensamiento renacentista.
Erasmo de Rotterdam, por ejemplo, fue el primero en preparar una edición crítica de sus
obras (1515), y la primera obra de Calvino fue una edición de De clementia, en 1532.
Robert Burton lo cita en su Anatomía de la melancolía, y Juan Luis Vives y Tomás Moro lo
tenían en alta estima, y se hacían eco de sus ideas éticas. En la obra de Montaigne, los
Ensayos, las referencias a la obra de Séneca son constantes, tanto en la forma, como en
opiniones, muchas de las cuales son comunes en ambos pensadores: por ejemplo, la
justificación del suicidio como forma de evitar una muerte peor, es análoga en ambos.
Formalmente, muchos ensayos de Montaigne se asemejan a la estructura desarrollada
por Séneca en sus Cartas a Lucilio (planteamiento de un tema, pero no de una tesis al
respecto, un desarrollo más o menos lineal donde se añaden ejemplos pero se evitan
digresiones, y una conclusión final sobre el tema planteado, que se deduce de todo lo
anterior), que se han visto como un antecedente claro del ensayo moderno. Y, aunque las
ideas presentadas por Séneca no pueden ser consideradas originales ni sistemáticas en
su exposición, su importancia es capital a la hora de hacer asequibles y populares
muchas de las ideas de la filosofía griega.13

En la actualidad, su obra ha caído en un cierto olvido, propiciado por el moderno


abandono del estudio de las lenguas y disciplinas clásicas. Sin embargo, sigue
sorprendiendo por la vigencia y accesibilidad de muchas de sus ideas y la facilidad de
lectura y la claridad con que se muestra en las traducciones vernáculas de su obra: las
Cartas a Lucilio han sido comparadas con un libro de autoayuda, y de hecho, a raíz de la
película Gladiator, tanto éstas como las Meditaciones de Marco Aurelio fueron reeditadas
con gran éxito en el mundo anglosajón.

Valoración

Desde sus inicios, Séneca abrazó el estoicismo, sobre todo en su vertiente moral, y toda
su obra gira en torno a esta doctrina, de la que llegó a ser, al menos en la teoría, uno de
los máximos exponentes. Sin embargo, aunque en su obra se presenta siempre como
estoico, ya en su propio tiempo fue tachado de hipócrita, al no ser capaz de vivir según los
principios que propugnaba en su obra.
En efecto, a lo largo de toda su vida fue acusado de haberse acostado con mujeres
casadas, y si bien es cierto que muchas veces dichas acusaciones no eran más que
meras calumnias, en muchos otros casos parecen haber estado bien fundadas. Además,
la estrecha relación con los excesos de Nerón demuestra las profundas limitaciones de
sus enseñanzas en cuanto a la templanza y la autodisciplina propias de un estoico.
Igualmente, no se explicaría que un verdadero estoico escribiera las cartas que desde su
destierro en Córcega envió a Roma rogando, de la forma más servil y humillante, por su
perdón. En su Calabacificación de Claudio ridiculizó algunos comportamientos y políticas
del emperador Claudio que cualquier estoico habría aplaudido, con lo que se demostró
que colocaba sus principios al servicio de Nerón, al denostar a Claudio al tiempo que
proclamaba que Nerón sería más sabio y longevo que el legendario Néstor. En esta obra
presenta una crítica hacia la deificación de los humanos y pone como claro ejemplo el
caso de Claudio y aprovecha la ocasión para criticarlo y ridiculizarlo.

La carta al Senado donde justifica el asesinato de Agripina, ha sido siempre vista como
algo imperdonable, y de gran bajeza moral. Ante otros actos de Nerón, como el asesinato
de Británico o el repudio de su primera esposa Octavia, Séneca siempre guardó un
silencio que muchos han visto como cobardía e incluso aquiescencia. Las acusaciones de
corrupción que acompañaron a su gobierno, que bien pudieran sostenerse si se atiende a
la fabulosa fortuna que hizo en ese período, serían una prueba más de la incapacidad de
Séneca para llevar a la práctica los principios estoicos que tanto admiraba.
Sin embargo, hay que hacer notar que la inmensa mayoría de las acusaciones que se
vertieron contra Séneca fueron hechas bien por opositores políticos en vida del filósofo,
por lo que su validez debe tomarse con cautela, o con mucha posterioridad a la muerte
del mismo, de manera que muy posiblemente las debilidades de Séneca fueran en
realidad mucho menores que las que en apariencia fueron. Sea como fuere, Séneca ha
pasado a la posteridad como uno de los más tristes ejemplos de un hombre que falló en
vivir según sus propios ideales.14
En la actualidad, los medioambientalistas utilizan su nombre en la expresión "efecto
Séneca" o "acantilado de Séneca" para expresar que el declive de las civilizaciones es
más rápido que su ascenso. Esta referencia se basa en la cita que dice: "Sería un motivo
de consuelo para nuestra fragilidad y para nuestros asuntos, si todas las cosas
pereciesen tan lentamente como se producen; en cambio, el crecimiento procede
lentamente, la caída se acelera." Lucio Anneo Séneca, Cartas a Lucilio. Libro XIV, Epíst.
91, 6.
Obras

Las obras que nos quedan de Séneca se pueden dividir en cuatro apartados: los diálogos
morales, las cartas, las tragedias y los epigramas. La filosofía de Séneca se diluye en
estas obras. No escribió una obra sistemática de filosofía; su pensamiento filosófico, sus
ideas estoicas, se expresan a lo largo de toda su obra y llenan el comentario de todas las
situaciones.
Los diálogos son once obras morales conservadas en un manuscrito de la Biblioteca
Ambrosiana. Si se exceptúa el conocido con el nombre de Sobre la ira, son relativamente
cortos. El largo diálogo Sobre la ira está dedicado a su hermano Novato, que le había
pedido que le escribiera sobre el modo de mitigar la ira.
En el exilio escribió el tratado Sobre la providencia, dedicado a Lucilio hijo. De su exilio es
también el diálogo más exquisito y el más lleno de detalles personales, que escribió a su
madre: De la consolación a Helvia. Junto al tratado Sobre la providencia hay que colocar
el De la constancia del sabio, escrito probablemente después del año 47. Vuelto a las
tareas de gobierno redacta el diálogo Sobre la brevedad de la vida, escrito con toda
probabilidad en el año 55. A su hermano Galión (que recibe su nombre por su padre
adoptivo, Julio Galión) le dedicó el diálogo La vida bienaventurada, una curiosa defensa
de su forma de vida de filósofo estoico.
Durante el período de retiro de la vida política escribió un libro de Cuestiones naturales,
dedicado a Lucilio, que trata de fenómenos naturales, y donde la ética se mezcla con la
física.
Escrita en prosa y en verso, pero aislada de sus demás obras, como caso único está la
Apocolocyntosis, una sátira feroz de la deificación de Claudio, con crítica política y malicia
personal, como responsable que fue de su destierro.
De toda la obra poética de Séneca, sus diez tragedias son el fruto de una actividad
creativa, independiente, que ejerció a lo largo de su vida, pero especialmente en el
periodo intermedio de la educación de Nerón, quien era un gran aficionado al teatro y a la
declamación. Sabemos que en efecto las compuso porque Tácito (Annales, XIV, 52)
cuenta que se reprochaba a Séneca el haberlas escrito siguiendo el gusto que por ellas
demostraba Nerón. Diez tragedias han llegado hasta nosotros, de las cuales ocho
parecen en efecto de su autoría: Phaedra, Troades, Thyestes, Phoenissae, Medea,
Oedipus, Agamemnon y Hercules furens. Una, no obstante, es dudosa en la atribución:
Hercules Oeteus / Hércules en el Eta; y otra, ciertamente, es apócrifa: Octavia.
Consolaciones
Consolación a Marcia (40 d. C.)
Consolación a Helvia (42 d. C.)15
Consolación a Polibio (43 d. C.)

Diálogos
Artículo principal: Diálogos (Séneca)
De la ira (41 d. C.)
De la serenidad del alma (53 d. C.)
De la brevedad de la vida (55 d. C.)
De la firmeza del sabio (55 d. C.)
De la clemencia (56 d. C.)
De la vida bienaventurada o De la felicidad (58 d. C.)
De los beneficios (59 d. C.)
De la vida retirada o Del ocio (entre el 41-50 d. C.)
De la providencia (63 d. C.)
Tragedias
Hércules furioso16
Las troyanas17
Medea18
Hipólito19
Fedra20
Edipo
Agamenón21
Tiestes22
Hércules en el Eta23

Otras

Apocolocyntosis divi Claudii (Calabacificación del divino Claudio), una obra satírica,
también contiene referencias a Nerón, al que compara con Néstor en sabiduría y
longevidad, en un ejercicio de inaudita adulación.
Naturales quaestiones, en 7 libros de poca originalidad, pero aun así tremendamente
populares durante la Edad Media, incluyen todo lo relacionado con meteorología,
mineralogía y oceanografía.26
Epistulae morales ad Lucilium (Cartas a Lucilio), conjunto de 124 cartas de temática moral
dirigidas a Lucilio.
Cujus etiam ad Paulum apostolum leguntur epistolae, correspondencia apócrifa mantenida
entre Séneca y San Pablo. Fueron fechadas en torno al año 370 d. C. por expertos
latinistas durante el Renacimiento, y desde entonces se consideran una falsificación.
Traducciones

Karl Alfred Blüher hizo un trabajo fundamental sobre la estela del filósofo cordobés en la
cultura española: Séneca en España. Investigaciones sobre la recepción de Séneca en
España desde el siglo XIII hasta el siglo XVII (Madrid: Gredos, 1983).28 Como hispano,
es natural que los humanistas españoles le tuvieran una cierta devoción, al igual que a
otros autores naturales de este suelo como su sobrino Lucano o Marco Valerio Marcial.
Pero en general fue citado indirectamente y de segunda mano en la Edad Media española
hasta que en el siglo XV ya empiezan a circular códices completos con sus obras en las
manos de humanistas como Pedro Díaz de Toledo y Alonso de Cartagena, obispo de
Burgos.29
Philobiblon recoge 97 manuscritos con romanceamientos de Séneca al castellano, al
catalán y al gallego-portugués solo en el siglo XV. Al catalán se vertieron las tragedias.
Antoni Canals tradujo De providentia entre 1396 y 1404. Se conocen dos traducciones
catalanas de las Cartas a Lucilio, una desde el francés y otra directa. La mujer de Alfonso
el Magnánimo leyó una y Martín el Humano mandó traducir un excerpta elaborado por el
dominico italiano Luca Manelli. En Castilla se tradujeron casi todas sus obras durante el
reinado de Juan II y también encargó traducciones el Marqués de Santillana. Alonso de
Cartagena tradujo la Tabulatio de Luca Manelli, De providentia, De clementia, De
constantia, Libro de las siete artes liberales (Epístola 88 a Lucilio), De vita beata (incluida
en De otio). También tradujo apócrifos: De remediis fortuitorum, Formulae vitae honestae,
De legalibus institutis y once Declamationes de Séneca el Viejo. El jurista converso Pedro
Díaz de Toledo, del círculo del Marqués de Santillana, tradujo los apócrifos Proverbia
Senecae. 75 cartas de Séneca se vertieron al castellano anónimamente desde una
versión italiana que venía de otra francesa, y fueron traducidas en 1425 por orden de
Fernán Pérez de Guzmán. Una segunda versión castellana de 81 cartas proviene de otra
catalana. Se perdió la encargada por el Marqués de Santillana. Y Nuño de Guzmán
mandó traducir la Apocolocyntosis desde la versión italiana de Pier Candido Decembrio.
Incluso se tradujo el apócrifo epistolario de Séneca y San Pablo.30 Ya en el siglo XVI el
humanista Martín del Río hizo una edición crítica latina de las Tragedias de la que estaba
muy orgulloso: In L. Annaei Senecae Cordubensis poetae gravissimi Tragoedias decem,
Antwerp, Officina Plantiniana, 1576.
Ya en época moderna tradujeron las tragedias de Séneca Agustín Ruiz de Santayana,
padre del filósofo, y Marcelino Menéndez Pelayo. Ya es moderna la de Leonor Pérez
Gómez (Tragedias completas, Madrid: Cátedra, 2012, 2 vols.), aunque en el siglo XX el
canónigo republicano exiliado José Manuel Gallegos Rocafull tradujo unas Obras
completas de Lucio Anneo Séneca (México, UNAM, 1944 y 1945, 2 vols.) que en realidad
acoge solo los tratados morales (publicó las Cartas en el FCE), y fue muy conocida
también la del sacerdote franquista Lorenzo Riber al castellano de Obras completas de
Séneca: discurso previo, traducción, argumento y notas... (Madrid: Editorial Aguilar, 1943,
1949, 1957, 1966).
Hay traducciones específicas al castellano de las Cartas a Lucilio por parte del canónigo
de Granada Francisco Navarro y Calvo (Epístolas morales, Madrid: Luis Navarro, 1884,
que incluye también los tratados; pero parecen haber sido hechas desde el francés), J. M.
Gallegos Rocafull (Cartas morales, México: FCE, 1951-1953, 2 vols.), Jaime Bofill y Ferro
(Barcelona: Iberia, 1955, 2 vols, id. 1964; reimpresa en Barcelona: Planeta, 1985); Vicente
López Soto (Barcelona: Juventud, 1982) e Ismael Roca Meliá (Madrid: Gredos, 1986) y al
catalán por el doctor Carles Cardó (1928-1931), 4 vols., con el texto latino y aparato
crítico.

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