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Psicologia Experimental Fraisse
Psicologia Experimental Fraisse
Psicologia Experimental Fraisse
Desde esa perspectiva, nos preguntamos ¿qué destino tuvo el desarrollo de la psicología
experimental en Argentina? Al iniciarse el proceso de profesionalización de la Psicología, ¿tuvo
lugar la psicología experimental en las carreras de Psicología?
En estudios anteriores (Piñeda, 2012a) hemos analizado las carreras de Psicología argentinas
entre 1957 y 1982, sus condiciones políticas, económicas y académicas. Hemos comprobado
en ellas un sesgo profesionalista, clínico y psicoanalítico del perfil de graduado y una limitada
capacidad para producir investigación científica y formar recursos humanos competentes en
este aspecto. Las investigaciones de los docentes de las carreras de Psicología obedecían a la
iniciativa personal o a los intereses de las asociaciones científicas y profesionales a las que
pertenecían, y no a una política académica o de Estado planificada, coordinada y sostenida.
Así, por ejemplo, en la Universidad de Buenos Aires (UBA), Universidad Nacional de La Plata
(UNLP), Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y Universidad Nacional de Cuyo/San
Luis (UNCY/UNSL), hemos establecido que la masa de docentes de Psicología que publicaban
investigaciones oscilaba entre el 43 y el 66%. En general, las áreas predominantemente
desarrolladas eran la psicología clínica y la evaluación de la personalidad, mientras que las
producciones en procesos psicológicos básicos u otras áreas, en algunos casos eran ínfimas.
Con todo, hay que señalar algunos matices, en la UNC, donde tuvo gran importancia un
programa de orientación profesional organizado por la Dra. Hermelinda Fogliatto, la
evaluación de la personalidad se orientó hacia este campo. Por su parte, en la UNCy/UNSL la
psicología clínica ocupaba un lugar menor y la evaluación de la personalidad era una práctica
troncal desde la que se abordaban diversas áreas como la educacional, social, jurídica y
psicofisiológica (Piñeda, 2012a).
Rubén Ardila (1975), desde una aguda mirada que reunía una perspectiva norteamericana y
latinoamericana, así como el conocimiento de la psicología argentina por haber sido por unos
meses profesor visitante en San Luis, describía el atraso que sufría la psicología experimental
argentina, otrora tan promisoria. En ese contexto, señalaba tres centros de investigación que
habían tomado un curso excepcional, y sólo uno de ellos estaba vinculado a una carrera de
Psicología. Se refería al Laboratorio de Investigaciones Sensoriales (LIS), dirigido por la Dra.
Miguelina Guirao. Recordemos que el mismo fue creado en 1968 en el seno de la Facultad de
Ingeniería, pasando luego a depender de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA, fue
asumido en 1972 como Centro dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET). Guirao introdujo en el país los estudios interdisciplinarios
sobre mecanismos neurobiológicos y psicofísicos de los procesos sensoriales y perceptivos
(Guirao, 2008). En segundo lugar, Ardila rescataba el Centro Interdisciplinario de
Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental (CIIPME) organizado por el Dr.
Horacio Rimoldi en 1971 en convenio entre la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la
UBA y el CONICET. Rimoldi y miembros de su equipo como Nuria Cortada y Carla Sacchi,
estuvieron vinculados a la Universidad Nacional de Cuyo y al Instituto de Investigaciones
Psicopedagógicas de San Luis (Rimoldi, 1995). Por último, Ardila destacaba el equipo dirigido
por Plácido Horas en San Luis. El mismo estaba conformado por docentes de la carrera de
Psicología. Éstos, se habían formado como investigadores en el antiguo Instituto de
Investigaciones Psicopedagógicas organizado en 1956, que dejó de funcionar en 1972 al
crearse la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y pasar a depender de ésta la carrera de
Psicología. Algunos de ellos, organizaron el Laboratorio de Psicología Experimental en 1980 -
antecedente directo del actual Laboratorio de Investigaciones en Ciencias del
Comportamiento. Ellos también se contaron entre los organizadores de la Asociación
Argentina de Ciencias del Comportamiento (AACC) en 1987, entonces presidida por la
sanluiseña Claribel Barbenza (Piñeda, 2010).
En efecto, Papini y Mustaca (1979) tenían en cuenta solo tres centros universitarios de
investigación vinculados a las carreras de Psicología. Primero, el Instituto de Psicología de la
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA que había sido creado en 1930 por Enrique Mouchet,
y que a diez años de haber sido organizada la carrera de Psicología en ella, las investigaciones
del Instituto eran escasas (construcción de pruebas objetivas a cargo de Friedrich Kaufmann;
estudios psicopedagógicos de alumnos ingresantes a la Facultad por Osvaldo Luna; percepción
del color y postimágenes en relación a figuras significativas por Virginia Prosdocimi) hasta
desaparecer entre 1969 y 1973. Segundo, el grupo de investigadores dirigido por Fogliatto
(M. Bruno, M. González, E. Rojo), al que ya nos hemos referido, y al Centro de Investigaciones
Acústicas y Luminotécnicas (CIAL) que dependía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo,
dirigido por el Ingeniero Fuchs, y que en conjunto con docentes de la carrera de Psicología,
realizaban investigaciones aplicadas sobre percepción del color y del ruido en el contexto de
desarrollo industrial de Córdoba (Universidad Nacional de Córdoba, 1970). Por último,
coincidentemente con Ardila (1975), Papini y Mustaca (1979) destacaban el grupo sanluiseño,
cuyos estudios en general eran caracterizados como descriptivo-exploratorios y en algunos
casos experimentales. Estos últimos eran llevados adelante por Eva Mikusinski y Jorge
Rodríguez (estudios de correlatos neurovegetativos y fisiológicos de las dimensiones de
Personalidad de Eysenck y de algunas variables psicológicas subyacentes) (Papini & Mustaca,
1979, p. 355) y también por Claribel Barbenza (funciones individuales de percepción del
sonido) (Piñeda, 2010). Aquí señalaremos que Mikusinski llegó a ser Investigadora Principal
del CONICET, y esta entidad financió la formación doctoral en el exterior de Barbenza, y
también otorgó algunas otras becas de iniciación. Sin embargo, pese a algunos intentos de
Horas durante la década de 1960, el Instituto de San Luis nunca fue incorporado a CONICET.
Por todo lo expuesto, el grupo de investigadores de la carrera de Psicología de San Luis que
se había formado en el Instituto de Investigaciones Psicopedagógicas, merece ser
historiográficamente estudiado para comprender los factores que confluyeron en su
excepcionalidad. En otros trabajos se ha analizado la figura de los dos Directores del Instituto:
Plácido Horas (Piñeda, 2007a) y Eva Mikusinski (Piñeda, 2012b), los factores socio-políticos
y académicos que fueron configurando una comunidad científica en torno a la psicología como
ciencia del comportamiento en San Luis (Piñeda, 2010), y su diferenciación de una comunidad
psicoanalítica (Piñeda, 2007b). En esta oportunidad, quisiéramos analizar el papel del
Instituto de Investigaciones Psicopedagógicas (1956–1972) en la constitución de una cultura
científica que fue condición de tales desarrollos, y el aporte de las vertientes experimentales
francesas de mediados del siglo XX a dicha causa.
Finalmente, respecto de esta última variable, quisiéramos advertir que, si bien los fuertes
lazos entre cultura, filosofía, psiquiatría, psicoanálisis y psicología argentina y francesa ya han
sido considerados respecto de diversos períodos del siglo XX (Dagfal, 2009; Klappenbach,
1996; 2006b) siempre ha sido en orden a explicar el énfasis clínico o psicoanalítico de la
psicología argentina. En este caso, nos queremos referir a otra variante del intercambio entre
los dos países, que discute un aspecto complementario al anterior. Por otra parte, Paul Fraisse
ha sido un psicólogo de enorme relieve más allá de las fronteras francófonas. Para ilustrar la
difusión que alcanzó en Latinoamérica apuntaremos que la Revista Latinoamericana de
Psicología inauguró las páginas de su primer número con su artículo "Hacia la unificación de
la ciencia psicológica" (Fraisse, 1969). También es digno de mención que durante 1976 fue
invitado tres veces a dictar conferencias y a recibir menciones honoríficas en Brasil (Fraisse,
1983a, 1983b). Su figura, acaso olvidada, no ha sido estudiada en relación a la psicología
argentina en proceso de profesionalización. Por eso, con el propósito de contribuir al estudio
de los modelos de psicología y perfiles de psicólogo que se construyeron desde mediados de
1950, deseamos ilustrar con Fraisse un perfil difundido y también marginado, como ocasión
para explicar las causas de tales sucesos.
Metodología
a) Se analizó el legajo docente de Plácido Horas, donde constan por ejemplo, diversos viajes
de estudio, sus publicaciones, correspondencia, tramitaciones de compra de equipamientos,
etc.
e) Se constató la citación del Manual en los programas de los cursos dictados por Horas en
la década de 1960, y se comparó su listado de aparatos con los citados en dichos cursos.
h) Estos datos fueron contrastados con diversas fuentes escritas que se analizaron: legajos,
normativas de la universidad, informes de investigación y docencia, correspondencia, notas,
órdenes de compra, inventarios de patrimonio.
Resultados
Entre los exponentes de este nuevo campo, se destacó la figura de Henri Piéron, quien
reconocía en su pensamiento la impronta de Theodúle Ribot, Piérre Janet y George Dumas
(Piéron, 1952). Contribuyó a los campos de la psiquiatría, la neuro-psicopatología, y la
psicología animal, pero sus aportes más sostenidos fueron en psicología experimental y
psicofisiología. Recordemos que fue Director del Laboratorio de Psicología Fisiológica creado
por Ribot en la Universidad de París. En dicha universidad organizó en 1920, el primer
Instituto de Psicología de una universidad francesa (Piéron, 1952) al que asoció el Laboratorio
de Psicología Experimental y Fisiología de las Sensaciones (1925). Éste estaba en íntima
conexión con otras escuelas científicas de alto prestigio como la Ècole Practique des Hautes
Ètudes y el College de France. Fundó el "Instituto de Orientación Profesional" de Paris (1928)
donde impulsó la psicotecnia que siguió desarrollando durante la Segunda Guerra Mundial al
servicio de la Fuerza Aérea francesa. Trabajó incansablemente por la institucionalización en
Francia de una psicología científica independiente de la filosofía y la medicina (Piéron, 1952)
abocada al estudio de las leyes del comportamiento global. Así, aunque enfatizó la
neurofisiología del comportamiento, reconocía la importancia de estudiar sus bases socio-
históricas, y otorgaba a la conciencia el papel de síntesis de la personalidad, evaluable a partir
del comportamiento. Sus tempranas contribuciones (Piéron, 1908) sobre los aspectos
cognitivos de la personalidad intervinientes en las respuestas anticipatorias, acaso dejaran en
deuda a la reflexología rusa y al conductismo watsoniano, y se anticiparan al neoconductismo
(Fraisse, 1970).
Entre los colegas de Piéron que aportaron a esta vertiente experimental desde diversos
ángulos, citamos a Henri Wallon, que estudió los aspectos culturales y hereditarios, afectivos
y cognitivos en la génesis del comportamiento infantil; René Zazzo, en a psicología diferencial
infantil; Paul Guillaume, desde la psicología social y la introducción de la Teoría de la Forma
en Francia (Eisenbruch & Eisenbruch, 2000b), a Henri Delacroix, y su sucesor Maurice
Pradines que, habiendo partido de la filosofía, viraron hacia la psicología experimental
(Pizarroso López, 2013). También es necesario referirse al suizo Jean Piaget, y desde luego,
al sucesor de Piéron, Paul Fraisse.
Por otra parte, nos resultan evidentes los nexos entre el grupo francés antes descripto y
autores de la Escuela de Lovaina (Misiak & Staudt, 1954; Piñeda, 2005a, 2005b) que
organizaron los primeros laboratorios de psicología experimental en Bélgica. Fueron
influyentes en idéntica tarea de organización de la psicología experimental y psicotecnia
italiana de la Escuela de Milán encabezada por Agostino Gemelli. Incluso en España, incidieron
en la psicotecnia catalana legada por Georges Dwelshauvers (Siguán & Kirchner, 2001), y
más tarde también fueron valorados por quienes emprendieron la organización científica de
la psicología en Madrid, como Mariano Yela (Yela, 1996). Los nexos entre franceses y belgas
primero se advierten en el común marco cultural francófono. Segundo, porque ambos
programas se inscribían dentro del abordaje experimental del comportamiento global en el
contexto de la personalidad. Por último, porque mantuvieron relaciones de discipulado y de
co-autoría. En ese sentido, Desiré Mercier el impulsor del grupo de Lovaina, fue discípulo de
Ribot, al igual que el gran maestro de Fraisse, Albert Michotte. También recordamos a Joseph
Nuttin, co-autor de Fraisse, y a Georges Dwelshauvers, colaborador de Piéron (Siguán &
Kirchner, 2001). Por haber sido catedráticos lovainenses, incluimos al neerlandés especialista
en psicología comparada Frederik J. J. Buytendijk, co-autor de Fraisse, y al neurofisiólogo
francés Paul Chauchard dedicado al estudio sobre el cerebro y la sexualidad humana, y
Director de Investigaciones en la École Pratique des Hautes Études de París.
Paul Fraisse (1911–1996) fue un psicólogo que dedicó gran cantidad de estudios
experimentales al problema de la percepción del tiempo y de los ritmos (Fernández &
Travieso, 2006). Desde 1943 fue Profesor de Psicología Experimental en la Sorbona y en la
Ecole Practique des Hautes Etudes. En 1952 sucedió a Pièron en el Laboratorio de Psicología
Experimental y Fisiología de las Sensaciones que reorganizó como Laboratorio de Psicología
Experimental y Comparada. Desde 1965 también lo sucedió en la dirección de la Année
Psychologique. Fue autor de numerosas publicaciones, destacándose sus tratados y manuales
traducidos a varias lenguas. En las carreras de psicología argentinas, especialmente se
difundieron las versiones castellanas de Tratado de Psicología Experimental (original de 1963,
editado en 1966 por Paidós) que dirigió junto a Jean Piaget, y de Manual Práctico de Psicología
Experimental (editado en 1960 por Kapelusz cuatro años después que su original en francés).
El citado Manual que se presentaba como continuidad de la obra Toulouse y Piéron, Technique
de Psychologie Experimentale (1911), perseguía fines pedagógicos. Reconociendo el aporte
de Michotte, Piéron y Guillaume en su contenido, Fraisse describía tests y métodos psicofísicos
para el estudio experimental de la personalidad y el comportamiento en relación a variaciones
ambientales (aparatos), explicaba su uso y aplicación proponiendo experiencias, y aportaba
referencias a fabricantes y proveedores franceses y belgas de los mismos (Fraisse, 1960).
Desde el punto de vista filosófico, Fraisse se reconocía heredero del Personalismo de Emile
Mounier que lo llevó a comprometerse socialmente en diversas causas: su servicio en el
ejército francés, su militancia en el socialismo, su participación en luchas sindicales, y la
defensa de causas estudiantiles como la del Mayo Francés. Sus raíces filosóficas no eran
ajenas a su consideración de la psicología como la ciencia de las personas. Sin embargo, se
posicionaba desde el laboratorio "decididamente como un positivista" (Fraisse, 1983a, p. 17).
Procuraba el estudio objetivo y metodológicamente riguroso, partiendo del comportamiento
observable para abordar la personalidad a todo nivel: biológico, familiar, histórico y socio-
cultural, integrando la representación en nosotros mismos en el yo como factor de unicidad y
el acto de toma de conciencia. Si bien Fraisse comprendía que aún la ciencia psicológica no
llegaba a ese nivel de complejidad, reconocía que era necesario avanzar desde el análisis
hacia la síntesis.
Por otra parte, al estudiar los modelos de psicología en los cursos introductorios a la psicología
de la UBA y UNLP dictados entre 1957 y 1982, hemos constatado las referencias a Dumas,
Piéron y a otros autores vinculados a la psicología experimental francesa que hemos
descripto: Buytendijk, Chauchard, Delacroix, Guillaume, Michotte, Nuttin, Piaget, Pradines,
Wallon, Zazzo, y por supuesto, Paul Fraisse, que generalmente era leído desde sus obras:
Fraisse, 1960, y Fraisse y Piaget, (1966). Este último tratado había sido traducido a nueve
idiomas, incluido el español (Ardila, 1997).
Durante las décadas de 1940 y 1950, mientras la industrialización crecía en las grandes
ciudades argentinas, San Luis era una provincia de baja densidad poblacional, escasos
recursos económicos y pobre industrialización. En cambio, crecía la obra pública y era
abundante el empleo en reparticiones del Estado Provincial y Nacional. En este sentido, un
ámbito clave para la planificación estatal era el educativo. La larga tradición normalista
sanluiseña, se jerarquizó tras la creación de la Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza, al
organizarse en San Luis el Instituto Pedagógico (1941) bajo la Dirección de José Arévalo
(Klappenbach, 2011). Dicho Instituto estaba destinado a la especialización docente así como
a la investigación educativa, y años más tarde sería la base organizacional para la creación
de la primera Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Cuyo (San
Luis). Tras la partida de Arévalo de Argentina en 1943, el flamante director fue el joven Plácido
Horas, recientemente graduado como profesor de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras
de la UBA. Influido por las dos vertientes representadas en sus maestros de psicología:
el filósofo Coriolano Alberini (Klappenbach, 2002) y el médico Enrique Mouchet (Rossi et al.,
2001), planteaba una psicología que filosóficamente comprendía al hombre como totalidad y
unidad: sin reduccionismos espiritualistas ni materialistas, a la vez que la proyectaba como
ciencia autónoma y útil para la sociedad. En ese sentido, la educación era un terreno propicio
para que en San Luis la psicología diera sus primeros pasos.
Para 1956, la psicología parecía haber ganado suficiente prestigio social en San Luis. Mientras
preparaba el terreno para abrir la carrera de Psicología en 1958, el Instituto siempre dirigido
por Horas, volvió a reorganizarse como Instituto de Investigaciones Psicopedagógicas,
mostrando el claro rol ya hegemónico de la psicología. Desde el mismo, se celebraron varios
convenios institucionales con el Gobierno de la Provincia de San Luis para brindar servicios
psicológicos a la comunidad en sus diversas dependencias de educación, salud y trabajo. Se
organizó un gabinete psicopedagógico provincial, se realizaron tareas de orientación y
capacitación profesional (Piñeda, 2010). Ya graduados los primeros psicólogos, éstos también
se fueron insertando en las instituciones hospitalarias (Piñeda, 2007b). Hacia la década del
setenta, los servicios se ampliaron al área jurídico-criminológica para la evaluación psicológica
de los procesados ante la Justicia y de los internos del Servicio Penitenciario Provincial.
Estos servicios fueron posibles porque entre fines de 1950 y mediados de 1960, el Instituto
de Investigaciones Psicopedagógicas adquirió una serie de tests. También importó aparatos
de evaluación psicológica que compró en Francia a los Establecimientos Dufour, que estaban
descriptos en el mencionado Manual de Fraisse. Más aún, en 1967, cuando Horas era Vice-
Presidente de la Sociedad Interamericana de Psicología, visitó varios laboratorios franceses,
entre ellos el de Fraisse, en un programa de perfeccionamiento financiado por la OEA.
Cuando se abrió la carrera de Psicología, los cursos introductorios estuvieron a cargo de Horas
y Mikusisnki. En sus contenidos y bibliografía se advierte esta impronta francesa, entre otras.
En efecto, el curso de Psicología I de 1961 y 1962, en sus contenidos teóricos definía la
psicología como "ciencia de la conciencia y la conducta", se orientaba al análisis del
"comportamiento" desde sus expresiones reflejas hasta las más complejas manifestaciones
de la vida intelectual, abordando las leyes del mismo. Desde el punto de vista teórico, la
visión era plural. La misma era profundizada y analizada historiográficamente en el curso de
Psicología II que también estaba a cargo de Horas (Piñeda, 2007a). Entre las referencias
bibliográficas del primer curso, registramos tratados y manuales de Dumas, Fraisse,
Guillaume y Pradines, entre otros.
En este mismo período, el Instituto dirigido por Horas estaba llevando a cabo una fuerte
política de formación de recursos humanos en el exterior o con profesores extranjeros
visitantes, que se sostuvo al menos entre 1958 y 1975, con mayor intensidad entre 1962 y
1966. De dicha política resultaron los primeros doctorados en psicología, nuevos modelos
psicológicos y campos de investigación. Esa "nueva guardia" puntana recibió aportes de la
Psicología Experimental Inglesa en el campo de la evaluación de personalidad (Mikusisnki–
Eysenck) y de los procesos psicológicos básicos y la audición (Barbenza–W. Tempest), de la
psicología experimental norteamericana, incorporando a los instrumentos de evaluación del
comportamiento la caja de Skinner (Alaggia), la exploración de actitudes desde el enfoque de
Robert Kastenbaum y también de las técnicas Proyectivas como Rorschach y Test de
Relaciones Objetales de Philipson (Mikusinski). Por la vía de movimientos estudiantiles locales
que Horas supo capitalizar, se recibieron enfoques conductistas, neoconductistas y autores
rusos y soviéticos (Calabresi & Polanco, 2008). Mediante cursos de posgrado con profesores
visitantes (Rubén Ardila, Ricardo Rojas, Antonio Battro), se conoció el análisis experimental
del comportamiento y la psicología cognitiva (Piñeda, 2010).
Discusión
Sin embargo, en San Luis, desde el enfoque troncal de la evaluación de la personalidad, esta
vertiente abrió camino a la institucionalización de la psicología como ciencia y profesión,
primero en el campo educativo, y luego en otras áreas. Los aparatos de laboratorio franceses
utilizados didácticamente, introdujeron en San Luis una cultura científica y un modo peculiar
de comprensión de la personalidad y del comportamiento global que luego se fue
enriqueciendo desde otras perspectivas. Dada la continuidad del núcleo docente organizador
de la carrera de Psicología durante más de tres décadas, el modelo de la evaluación de la
personalidad y del comportamiento acuñado bajo el molde psicotécnico, siguió siendo el
basamento de la investigación científica en San Luis aún cuando se recibieron nuevos aportes
de otras vertientes experimentales. Este hecho a su vez pudo haberse visto reforzado, porque
en el período que estamos analizando el rol indiscutido propiamente del psicólogo — al que
le era vedado "curar", lo cual estaba reservado al médico —, era psicodiagnosticar, o en otros
términos: evaluar.
Cabe interrogarse si este patrón también se mantuvo en los pocos centros de investigación
psicológica que existían, en la época en que la psicología argentina hecha por psicólogos era
esquiva a los laboratorios.