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Wendy Brown

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WENDY BROWN, LO QUE SE PIERDE CON LOS DERECHOS

Los derechos son significantes multiformes e irresueltos, varían no sólo a través del tiempo y
las culturas, si no a lo largo de otros vectores de poder, cuyo entrecruzamiento, es un efecto
para el cual ellos se despliegan: la raza, etnicidad, género, sexualidad, Riqueza, educación.
Paradoja entre el idioma universal y el efecto local de los derechos: Si bien los derechos
pueden operar como una indiscutible fuerza emancipatoria en un momento de la historia, en
otro momento pueden volverse un discurso regulador, un medio para obstruir o cooptar
determinadas demandas políticas mas radicales, o ser simplemente la mas hueca de las
promesas vacías.
En el momento en que un NOSOTROS particular es exitoso en su lucha por los derechos,
pierde su carácter de nosotros y se disuelve en individuos. Los derechos que dan poder a
quienes están en un lugar social o estrato determinado pueden quitárselo a quienes están en
otros.
El discurso burgués de los derechos no solo enmascaró, al despolitizarlo, el poder social de las
instituciones como la propiedad privada o la familia también organizó masas de población para
explotarlas y regularlas, funcionando así como una modalidad de lo que Foucault llama BIO-
PODER.
Marx hace una lectura en su obra ¨Sobre la cuestión judía¨ de los derechos como egoístas, por
las maneras en las que el surgimiento histórico de los derechos del hombre naturaliza, y por
tanto refuerzan, poderes sociales históricamente específicos y poderes sociales no reconocidos
que nos ubican a unos en contra de los otros, nos hacen preocupar por la propiedad, la
seguridad y la libertad de circulación y nos estratifican económica y socialmente.
En otras palabras, el tipo de libertad que el discurso burgués de los derechos presenta como
natural es en realidad el efecto de elementos históricamente específicos que constituyen la vida
y la sociedad civil. A través del discurso de los derechos se redifican las relaciones burguesas
asumiendo la forma de hombre burgués y los derechos requeridos por este desenfrenado
orden social. Ello produce no solamente individualismo sino también sujetos hobbesianos
ansiosos, defensivos, egocéntricos y alienados, que se ven incitados a acumular, que
desconfían de los otros, que están sujetos a los mismos poderes que su soberanía esta
dispuesta a reclamar.
En resumen, incluso cuando emancipan a ciertos grupos y a ciertas energías de supresión
histórica, los derechos burgueses codifican las necesidades sociales, generadas por poderes
sociales históricamente específicos y traumáticos, como naturales y permanentes.
Y si el valor del discurso de los derechos hoy en día yaciera no en su potencial para afirmar la
diferencia, sus garantías de protección, sino en el ficticio imaginario igualitario que ese discurso
podría engendrar
Marx afirma que el potencial político de los derechos no nace en su concreción, sino en su
idealismo, en su configuración ideal del igualitarismo social, un ideal que es contradicho por las
desigualdades sociales sustantivas.
Cuando las restricciones son articuladas como parte del contenido de los derechos, cuando se
las trae al discurso, es mas probable que los derechos se vuelvan sitios para la producción y
regulación de identidad como daño, que vehículos para emanciparse, al reforzar en lugar de
aflojar las ataduras de las identidades a los daños que actualmente constituyen, derechos con
contenido fuerte y especifico pueden alimentarse de nuestros sentimientos menos expansivos,
menos públicos y por tanto menos democráticos.
Es más bien, la abstracción de lo particular de nuestras vidas, que pueden ser mas valiosos en
la transformación democrática de esas particularidades.

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