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Generación Espontánea

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La teoría quimiosintética, conocida también como teoría biosintética o

teoría físicoquímica del origen de la vida, se fundamenta en la hipótesis de


que la vida en nuestro planeta se originó a partir de la agrupación (síntesis)
de moléculas muy primitivas en el origen de los tiempos y que fueron
complejizándose hasta formar las primeras células.

Esta teoría fue desarrollada casi al mismo tiempo -entre 1924 y 1928-,
pero separadamente por los científicos Alexander I. Oparin (bioquímico
ruso) y John B.S. Haldane (biólogo inglés), confirmando la teoría del Big
Bang y echando por tierra la teoría de la generación espontánea, creencia
prevaleciente desde la antigüedad.



Entre las aportaciones a los trabajos de estos dos científicos, se destaca la
participación del farmacéutico mexicano Alfonso Luis Herrera, quien realizó
estudios sobre el origen y la evolución de la vida en la tierra y a quien se le
considera el creador de la plasmogenia, ciencia que estudia el origen del
protoplasma, es decir, el origen de la vida.
Sus estudios fueron publicados en el extranjero y sirvieron de base a
Oparin y Haldane para desarrollar su teoría que se nutrió también con
estudios geológicos, paleontológicos y bioquímicos.

En la actualidad, la teoría quimiosintética es la más aceptada por los


científicos. En ella se explica el origen de la vida a partir de la evolución
química y de los fenómenos físicos de la materia.

Índice [Mostrar]

La teoría quimiosintética: ¿cómo surgió la


vida en la tierra?
De acuerdo a la teoría del Big Bang, la tierra surgió hace unos 5.000
millones de años a partir de una nube de gas de hidrógeno.
Simultáneamente se originaron el sol y los demás planetas del sistema
solar.

Al principio, la temperatura de la tierra era extremadamente alta, pero


poco a poco se fue enfriando y comenzaron a formarse los océanos
primitivos.

En ese entonces, la atmósfera era muy diferente a la actual. Predominaban


el vapor de agua, el metano, el amoníaco, el dióxido de carbono y el
hidrógeno.

A diferencia de lo que sucede en nuestros días, en esa fase inicial no existía


la capa de ozono, por lo que todo tipo de radiaciones llegaba a la superficie
de la tierra, incluyendo los rayos ultravioletas y los infrarrojos.

Además, había muchísima energía producida por constantes erupciones


volcánicas, rayos y relámpagos.

Primeros compuestos orgánicos


Bajo este escenario es muy posible que los primeros compuestos orgánicos
en estos océanos primitivos, entre los cuales se encontraban carbohidratos,
lípidos y algunos aminoácidos, se hayan formado y destruido una y otra vez
hasta que, finalmente, encontraran cierta estabilidad para evolucionar.
Durante millones de años estas sustancias se fueron combinando
químicamente entre sí, formando sustancias cada vez más complejas que
quedaron delimitadas por una membrana.

Los protobiontes
A estas sustancias, Oparin las llamo protobiontes. Su existencia se prolongó
por millones de años y, con el paso del tiempo, adquirieron características
propias de los seres vivos, realizando funciones como la nutrición y la
excreción. Asimismo comenzaron a reproducirse, lo que implicó la aparición
de los ácidos nucleicos portadores de la información genética.

Evolutivamente, los protobiontes antecedieron a las primeras células


simples y sencillas que surgieron miles de años después. Se cree que los
primeros seres vivos que aparecieron en la tierra eran muy semejantes a
las bacterias.

Estos seres primigenios extremadamente sencillos fueron evolucionando y


complejizándose hasta convertirse en organismos pluricelulares.

El aporte de Miller y Urey


En 1953, los químicos estadounidenses Stanley L. Miller y Harold Clayton
Urey intentaron reproducir en un laboratorio las condiciones sugeridas por
Oparin y Haldane en su teoría. Miller y Urey crearon un aparato en el cual
reprodujeron las condiciones de la tierra primitiva planteada por la teoría
quimiosintética.

El aparato consistía en varios recipientes conectados entre sí. Con el fin de


recrear las condiciones de la atmósfera primigenia de la tierra, estos
científicos colocaron en los recipientes dos electrodos, agua, metano,
amoníaco e hidrógeno.

Mediante los electrodos produjeron descargas eléctricas que hacían saltar


chispas similares a las generadas por los relámpagos.

El agua que simulaba los océanos primitivos fue llevada al punto


de ebullición. En ella se introdujeron una multitud de moléculas inorgánicas
a partir de las cuales debían formarse seres vivos simples y sencillos.
El experimento se prolongó durante varias semanas, al término de las
cuales los científicos advirtieron que en el agua y en las paredes de los
recipientes se habían acumulado algunas sustancias.

Al analizarlas, Miller y Urey se dieron cuenta de que se trataban de varios


compuestos orgánicos, entre ellos cuatro aminoácidos diferentes, los cuales
intervienen en la formación de las proteínas.

Con su experimento, los científicos estadounidenses lograron comprobar


que a partir de los compuestos inorgánicos se formaban compuestos
orgánicos.

De este modo abrieron el camino para demostrar que la evolución pre


biológica, tal como la plantearon Oparin y Haldane, era posible.

Desde entonces, se han realizado experimentos parecidos a los de Miller y


Urey, pero variando las cantidades y tipos de gases. Asimismo, en algunos
experimentos se han empleado diversas fuentes de energía como los rayos
infrarrojos y ultravioletas.

La mayoría de estos experimentos obtuvieron gran diversidad de


compuestos orgánicos que forman parte de los seres vivos.

De esta manera, ha quedado parcialmente comprobada la teoría


quimiosintética.

Limitaciones para la comprobación


Los experimentos realizados para comprobar la teoría quimiosintética han
logrado demostrar que es factible que el origen de la vida haya sido tal y
como lo expusieron Oparin y Haldane. Sin embargo, no puede obviarse el
hecho de que esto sucedió a lo largo de miles de millones de años.

Debido a este amplio período de tiempo, que abarcó el proceso del


surgimiento de la vida en la tierra, resulta imposible reproducirlo en su
totalidad y con fidelidad dentro de los laboratorios.

El obstáculo del tiempo ha puesto a los científicos frente a un difícil


escenario, pues tal vez nunca sea posible saber exactamente cómo se
formaron los primeros organismos que habitaron el planeta.
A pesar de este inconveniente, la teoría quimiosintética ha permitido
dibujar una imagen bastante cercana a lo que pudo haber sido la génesis
de la vida en l

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