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PATRONES BÁSICOS DEL MOVIMIENTO.

Los patrones básicos de movimiento han sido divididos en general por los estudiosos del tema en cuatro
grandes grupos: desplazamientos, saltos, giros y manipulaciones. Otros como Gallahue, insertan a los
desplazamientos y saltos en una sola categoría o grupo al que le denominan de locomoción, y al
equilibrio en el grupo de los giros, por lo que dividen a los patrones básicos de movimiento en:
locomociones (desplazamientos y saltos); estabilizaciones (giros y equilibrios); y manipulaciones
(lanzamientos, recepciones, golpeos con pies y con manos). Al final, ambas clasificaciones trabajan lo
mismo.
Sin embargo, para que el niño esté en condiciones de realizar algún patrón de movimiento básico
como el correr, debe haber pasado por las etapas previas de desarrollo del movimiento: iniciando con
los movimientos reflejos (movimientos involuntarios realizados durante los primeros meses de vida);
posteriormente y alrededor de los dos años, le fue posible llevar a cabo movimientos conscientes pero
poco estructurados llamados movimientos rudimentarios (alcanzar, apretar y soltar objetos; controlar
sus manos y su cuello y aprender a erguirse y sostenerse en pie)
Más adelante (de los tres a los seis años aproximadamente), comenzó a desarrollar patrones de
movimiento (subir y bajar una pierna o un brazo; mover el tronco hacia delante y hacia atrás, hacia
un lado y al otro), los cuales a través de la maduración, la ejercitación y la coordinación combinada de
estos movimientos, pudo convertir finalmente en patrones básicos de movimiento (caminar, correr,
saltar, lanzar, equilibrarse).

Por tanto los movimientos hacen referencia a una secuencia de múltiples movimientos, de una manera
estructural y organizacional.

Los patrones basicos del movimiento se clasifican en tres partes:

LOCOMOCION: Se refiere a el Andar, Correr, Saltar, Variaciones de Saltos, Deslizarse, Rodar y


Trepar.

NO LOCOMOTRICES: Balancearse, Inclinarse, Girar, Doblar, Estirar.

MANIPULACION DE OBJETOS: Lanzar, Atrapar, Golpear, Patear, Empujar, Levantar.

Motricidad en el niño en su paso por la escuela básica.

El movimiento se va dando en el ser humano desde que nace y cómo se va afinando a través de la
maduración y las experiencias propias, dado que estas etapas son las que se suceden en el niño
durante su paso por la escuela básica y resultan por tanto, motivo de estudio para el educador físico
puesto que su labor docente incide en el desarrollo de la motricidad en el educando. Así iniciamos
comentando que, desde el momento en que el niño nace, inicia, a la par que su crecimiento biológico,
el proceso de descubrimiento de su “yo” y del mundo que le rodea; el conocimiento progresivo de sí
mismo y de su entorno se fundamenta en el desarrollo de sus capacidades de percepción y de
movimiento.

El desarrollo perceptivo-motor es el umbral desde el que se inicia el movimiento en el ser humano a


partir del momento en que abre los ojos a este mundo. Se va dando a la par que el desarrollo
biológico (en donde se observan los cambios físicos relativos al peso y la estatura); al desarrollo
fisiológico (en donde se presentan cambios internos y externos que son más observables en el periodo
de la pubertad); y también los cambios psicológicos (en donde la conducta se va transformando a
medida que el ser humano crece, se comunica y se interrelaciona con sus semejantes hasta llegar a
conformar una personalidad propia).
*Proceso perceptivo-motor el cual puede describirse como el proceso para alcanzar la coordinación de
la actividad motora (de movimiento) a través de la organización de los estímulos sensoriales. Para
entender el significado de la percepción, habrá que iniciar considerando que los sentidos son, en
primera instancia, el vehículo a través del cual el ser humano recibe los estímulos provenientes tanto de
su interior, como del exterior. Posteriormente, cuando un conjunto de sensaciones han sido procesadas
por la mente, se transforman en una percepción. De tal forma, que todo movimiento voluntario, es
resultante de la información percibida a través de los distintos estímulos sensoriales.

Las capacidades coordinativas que se desarrollan a lo largo del proceso perceptivo-motor, representan
los puntos de partida para el aprendizaje de movimientos más elaborados que serán posibles a través
de la afinación de la coordinación, la cual se observa en una ejecución cada vez más eficaz del
movimiento. El desarrollo perceptivo-motor por tanto, es un proceso que se lleva a cabo en el niño
desde que nace hasta aproximadamente los seis o siete años de edad, por ser la etapa que resulta más
propicia para estimular cada una de las capacidades que conforman sus tres componentes
fundamentales: la corporalidad; la temporalidad y la espacialidad. La síntesis de todos estos elementos
se hace evidente en la adquisición del equilibrio y posteriormente de la coordinación, capacidades que
en su conjunto, van permitiendo al niño despertar al conocimiento de sí mismo, del espacio, de las
personas y de los objetos que le rodean.

Pero, ¿qué es una capacidad? Aquí señalamos que una capacidad es en principio, aquella cualidad
(atributo nato) que se va afirmando en el niño por medio de los procesos de maduración; cualidad,
que al ser mejorada a través de la práctica, llega a convertirse en una capacidad. De tal forma, las
capacidades motrices constituyen los cimientos de las habilidades motrices.

Para entender qué son las habilidades motrices, tenemos que empezar por definir al movimiento y
conocer qué son los patrones de movimiento, así como los patrones fundamentales o básicos de
movimiento. Para ser más precisos en lo que a terminología se refiere, nos remitimos a los estudios que
sobre desarrollo motor han sido efectuados por el Doctor Gallahue desde los años ochenta, en donde
señala que el término “movimiento”, está referido a los cambios observables de la posición de alguna
de las partes del cuerpo; en cambio, un patrón de movimiento o patrón motor, es una serie de
movimientos relacionados entre sí, pero que por su simplicidad no llegan a ser considerados como
patrones básicos de movimiento, como levantar y bajar un brazo o una pierna. En cambio, los
patrones fundamentales o básicos, son más complejos porque encierran una combinación de patrones
de movimiento de uno o más segmentos del cuerpo como los que entran en juego al caminar, correr,
saltar, lanzar, cachar etc.

*Para efectos de trabajo práctico, en el área de educación física, las habilidades motrices han sido
clasificadas en: básicas o fundamentales, específicas y especializadas, aunque algunos autores insertan
a las especificas y especializadas en la misma categoría. Una vez comprendido lo anterior, podemos
asentar que las habilidades motrices básicas se pueden definir como la familia de habilidades amplias,
generales y comunes a muchos individuos. Son el “vocabulario básico de nuestra motricidad”, y son
también la base del aprendizaje posteriores. Estas habilidades pueden servir de plataforma para
aprender y desarrollar situaciones más complejas y elaboradas de movimiento. Como ejemplo
podemos mencionar como una habilidad básica “la carrera” (considerada como un movimiento
fundamental integrado dentro del grupo de desplazamientos). En la medida en que el niño recibe
estímulos del exterior (aunado a su propio proceso de maduración), podrá correr de manera más ágil.

+Las habilidades específicas son aquellas habilidades de movimiento cuya enseñanza está
directamente encaminada al aprendizaje de uno o varios deportes; es decir, que son aquellas
actividades motrices que un individuo lleva a cabo en un entorno más concreto como pudiera ser el
del atletismo o el del futbol con fines meramente recreativos.
*Las habilidades especializadas, por su parte, son aquellas que se diferencian de la anterior clasificación
(habilidades específicas) porque la enseñanza, el aprendizaje y la práctica misma de las habilidades,
tiene como fin la competencia deportiva, en ocasiones encaminada al alto rendimiento. Es aquí en
donde se van trabajando a la par que la táctica y la técnica propia de cada deporte, el
acondicionamiento físico.

Lo anterior resulta importante porque el profesor de la escuela básica trabaja con los niños y
adolescentes, precisamente en las edades en que éstos se encuentran en las etapas, fases o estadios
idóneos para estimular aprendizajes relativos a los patrones motores, los patrones motores básicos (o
fundamentales) y las habilidades motrices básicas. Al respecto, Sanchez Bañuelos divide en cuatro las
fases o estadios del desarrollo motor:

La primera es el desarrollo de las capacidades perceptivas a través de las tareas motrices habituales;
que va de los cuatro a los seis años. La segunda fase de los siete a los nueve años, que es cuando los
niños pueden elaborar esquemas de movimiento de alguna forma estructurados; es decir, con un cierto
grado de autonomía y posibilidades de relación con su entorno. Esta etapa se caracteriza por la
estabilización, fijación y refinamiento de los esquemas motores y por el desarrollo de habilidades
motrices básicas.

La tercera fase corresponde a la iniciación de las habilidades motrices específicas y el desarrollo de los
factores básicos de la condición física que de acuerdo al autor, abarca desde los diez a los trece años,
cuando es posible partir de los aprendizajes básicos, hacia otros más estructurados. Finalmente, la
cuarta y última etapa del desarrollo motor, comprende de los catorce hacia los dieciséis o diecisiete
años, cuando el adolescente está apto para desarrollar actividades motrices específicas, iniciando de
esta forma el trabajo deportivo propiamente dicho.

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