Examen Físico de Ab
Examen Físico de Ab
Examen Físico de Ab
Interesa ver la forma del abdomen, si existen zonas solevantadas bajo las cuales
pueda haber un proceso expansivo, los movimientos respiratorios, si existen
cicatrices o hernias. También puede ser importante fijarse en la presencia de
manchas o lesiones de la piel, en la distribución del vello, o si existe circulación
colateral anormal.
Los movimientos respiratorios se aprecian en la parte alta del abdomen. Lo
normal es que con la inspiración se produzca un abombamiento de esta zona
debido al descenso del diafragma que presiona y empuja las vísceras. En casos
de insuficiencia respiratoria o parálisis diafragmática, en vez de un
abombamiento puede ocurrir una depresión si el diafragma es arrastrado hacia
arriba por la presión negativa que se genera dentro del tórax (respiración
paradojal). En la parte alta del abdomen se puede observar, especialmente en
personas delgada, un latido transmitido desde la aorta descendente.
En ocasiones se ven unas estrías de distensión que corresponden a rotura de
fibras elásticas de la piel. Se encuentran en los flancos y partes bajas del
abdomen. Son de color blanco y ocurren en mujeres que han tenido embarazos
y en obesos que han bajado de peso. Cuando tienen una coloración púrpura se
asocian a un exceso de glucocorticoides (p.ej.: síndrome de Cushing).
En hemorragias peritoneales puede aparecer en la región periumbilical una
coloración azulada que constituye el signo de Cullen (p.ej.: en embarazo tubario
roto). En pancreatitis aguda necrohemorrágicas, con sangramiento hacia el
retroperitoneo, puede aparecer una coloración azulada en las regiones lumbares
(signo de Grey Turner).
En personas muy delgadas es posible ver movimientos peristálticos de asas
intestinales. Esto es más evidente cuando existe una obstrucción intestinal
aguda que se asocia a distensión del intestino y aumento del peristaltismo.
El ombligo normalmente es umbilicado o plano. Cuando existe ascitis se puede
ver evertido (protruye hacia afuera). Una onfalitis es una inflamación del
ombligo que se manifiesta por enrojecimiento y secreción.
La distribución del vello pubiano es diferente en el hombre que en la mujer. En
el primero tiene una distribución romboidal, llegando hasta el ombligo. En la
mujer es de tipo triangular, sin vello hacia el obligo. Esta distribución se altera
cuando existen cuadros feminizantes en el hombre o virilizantes en la mujer
asociados a cambios hormonales.
Si existen hernias (umbilical, inguinal, crural), se hacen más evidentes cuando
la persona puja. Una eventración es la protrusión de tejidos intraabdominales a
través de zonas débiles de la musculatura abdominal en cicatrices quirúrgicas,
pero contenidas por la piel. Originan las hernias incisionales. En una
evisceración ocurre una salida de asas intestinales fuera del abdomen por
dehiscencia de la sutura de una laparotomía o a través de una herida traumática.
A nivel de la línea media del abdomen, por encima del ombligo, puede ocurrir
un abombamiento en relación a maniobras de Valsalva (aumento de la presión
intraabdominal) por separación de los músculos rectos (diástasis de rectos) y no
tiene mayor importancia. En otros casos, puede existir un pequeño defecto o
solución de continuidad de los planos más profundos de la pared, en dónde se
puede presentar una hernia de la línea alba (o línea blanca).
Algunas masas ubicadas en la pared abdominal se podrían hacer más notorias al
solicitar al paciente que ponga la musculatura del abdomen tensa (p.ej.:
levantando la cabeza y hombros o intentando sentarse).
Algunas cicatrices quirúrgicas que se pueden encontrar son las siguientes:
de McBurney: es una incisión en el cuadrante inferior derecho, paralela a las
fibras musculares del músculo oblicuo externo a unos 3 cm de la espina ilíaca
anterosuperior, que se usa en apendicectomías. Ocasionalmente, especialmente
en apendicitis de difícil diagnóstico o complicadas con peritonitis, se usa una
incisión paramediana derecha infraumbilidal, que permite un mayor campo
operatorio.
de Kocher: es una incisión subcostal derecha, paralela al reborde costal, y que se
usa para colecistectomías. Para esta operación también se usa una incisión
paramediana derecha supraumbilical. Actualmente la mayoría de las
colecistectomías se efectúan mediante laparoscopía y las incisiones que se
encuentran son pequeñas (en reborde del ombligo y una o dos en cuadrante
superior derecho).
Incisión mediana supraumbilical (usada para operaciones del estómago y otras
estructuras del hemiabdomen superior).
de Pfannenstiel: es una incisión arqueada por encima de la sínfisis pubiana en el
sentido del pliegue suprapúbico, que se usa para efectuar cesáreas u
operaciones ginecológicas como histerectomías. Antes era frecuente que se
hiciera una incisión mediana infraumbulical.
Las circulaciones venosas colaterales anormales que se pueden observar son del
siguiente tipo:
Porto-cava: se observa cuando está aumentada la circulación venosa por las
venas periumbilicales, debido a una obstrucción de la vena porta, tal como
ocurre en pacientes con cirrosis hepática avanzada. Las venas irradian desde
ombligo hacia la periferia y el flujo venoso sigue el mismo sentido. Da lugar a la
llamada "cabeza de medusa".
Cava-cava: es una circulación venosa colateral que se ve cuando existe una
obstrucción de la vena cava inferior; las venas se desarrollan en las regiones
laterales del abdomen y la sangre fluye en sentido ascendente.
La dirección del flujo de una vena se aprecia apoyando los dedos índices de
cada mano sobre un segmento de la vena, en un trayecto que no reciba
tributarias colaterales. Estando los dedos juntos y aplicando un poco de presión,
se separan de modo de exprimir toda la sangre del interior del segmento. Luego
se levanta uno de los dedos y se ve la rapidez con la que la vena vuelve a llenarse
de sangre: si ocurre inmediatamente, la sangre fluye en ese sentido; si la vena
permanece un tiempo colapsada, quiere decir que el dedo que todavía la
comprime impide el flujo. Se repite la maniobra levantando uno u otro dedo
hasta estar seguro de la dirección de la sangre.
La forma del abdomen puede ser diferente. Esto depende de la edad, de la
relación entre el peso y la talla, de la constitución del cuerpo, de lo atleta o
sedentaria que sea la persona y de alteraciones que puedan existir: tumores,
ascitis, meteorismo (gas aumentado en el intestino). Normalmente tiene una
forma redondeada o plana. En personas delgadas y en decúbito dorsal se
aprecia un abdomen excavado (escafoide o cóncavo). Si se aprecia abultado se
habla de un abdomen globuloso o prominente. Cuando en decúbito supino el
abdomen impresiona que se "rebalsa" hacia los lados se le llama en alforjas; si
estando de pie, se aprecia un gran pliegue que cuelga del hemiabdomen inferior
se llama en delantal.
La presencia de tumores o masas es otra importante observación. El aumento
de volumen por un útero grávido es una situaciones bien conocida. La
característica principal es el crecimiento desde el hipogastrio hacia arriba, con
una convexidad superior. Algo parecido ocurre con una vejiga distendida que no
puede vaciarse (globo vesical). Una gran esplenomegalia podrá dar un
abultamiento en el cuadrante superior izquierdo; una hepatomegalia, en el
cuadrante superior derecho. Con frecuencia, para detectar estos abultamientos
es necesario fijarse bien, contar con una iluminación algo tangencial para que
las curvaturas en la superficie del abdomen se dibujen mejor, y solicitar al
paciente que respire profundo, de modo que al bajar el diafragma las vísceras
protruyan.
Auscultación.
Lo que se trata de auscultar son ruidos que derivan de la movilidad del intestino
y posibles soplos vasculares. Se efectúa antes de la percusión y la palpación ya
que éstas pueden alterar los ruidos intestinaleso ruidos hidroaéreos. La
auscultación debe ser metódica y cubrir los distintos cuadrantes del abdomen.
Mediante la práctica, es necesario familiarizarse con las características de los
ruidos normales para poder distinguir cuándo están aumentados y cuándo
disminuidos. Como todos los sonidos, se puede distinguir frecuencia,
intensidad, tono y timbre. Lo normal es escuchar como clics o gorgoteos
regulares, entre 5 a 35 por minuto. Cuando el gorgoteo es prolongado y de tono
bajo se habla de borborigmo("gruñidos gástricos"). En las diarreas los ruidos
intestinales o hidroaéreos están aumentados en frecuencia e intensidad.
Cuando el estómago está distendido con líquido porque existe una obstrucción
a nivel del píloro o un poco más abajo (síndrome pilórico), o porque se ingirió
una gran cantidad de líquido en las horas anteriores, al sacudir al paciente se
puede auscultar en la región epigástrica un bazuqueo gástrico que son ruidos de
tono alto semejantes a los que se escuchan al agitar un tonel parcialmente lleno
de líquido.
Cuando existe una parálisis intestinal (íleo paralítico), desaparece el
peristaltismo y con ellos, los ruidos intestinales, y se escucha un silencio
abdominal. Para concluir que los ruidos intestinales están ausentes, se debe
auscultar unos 3 a 5 minutos. Las asas intestinales se distienden con líquido y
aire; si al paciente se le sacude, se auscultan ruidos de sucusión, semejantes al
bazuqueo gástrico. Habitualmente se escuchan en todo el abdomen.
En un íleo mecánico, por obstrucción intestinal, los ruidos están aumentados
junto con la mayor actividad peristáltica. Se escuchan ruidos de tono alto y en
secuencias que aumentan junto con el incremento del dolor de carácter cólico.
Otros ruidos que se pueden auscultar son soplos por flujos turbulentos dentro
de las arterias: aorta (en línea media, supraumbilical), renales (paramediano
supraumbilical, a cada lado), ilíacas (paramediano infraumbilical, a cada lado),
femorales (en las regiones inguinales). Pudieran escucharse mejor con la
campana del estetoscopio. En todo enfermo hipertenso se deben buscar soplos
que deriven de la estenosis de alguna de las arterias renales; se ausculta en el
epigastrio, hacia lateral, y en los ángulos costovertebrales. El escuchar un soplo
que ocurre durante la sístole solamente en la proyección de la aorta
descendente, las ilíacas o las femorales, no implica necesariamente que exista
una estenosis de la arteria; es más específico si el soplo se escucha en la sístole y
la diástole.
En mujeres embarazadas se pueden auscultar los latidos cardíacos fetales a
partir de las 16 a 18 semanas. Se escuchan mejor con una corneta especial que
usan los obstetras y matronas.
Percusión.