Comprensión Bíblica
Comprensión Bíblica
Comprensión Bíblica
3. El lugar. Si el factor tiempo tiene que ver con el trasfondo histórico, el factor lugar tiene que
ver con el trasfondo geográfico. Es un hecho reconocido que la posición climática y geográfica
influyen en la cultura de un pueblo. En Egipto, donde hace mucho calor y rara vez llueve, la
gente es lenta y necesita dormir mucho. Generalmente en climas frescos, por el contrario, la
gente tiene movimientos más rápidos y es más progresiva en cuanto a eliminar la suciedad y la
enfermedad. Algunas de las leyes del Pentateuco tienen definida relación con las cálidas
condiciones climáticas del Cercano y Medio Oriente. Por ejemplo, la prohibición de comer
cerdo era buena, porque dicha carne se descomponía rápidamente sin refrigeración. A la luz
de este hecho sería injusto interpretar los actos de los antiguos hebreos como ignorancia
simplemente porque podemos hoy día conservar y comer esta carne.
1. Al principio estos libros eran obras independientes las unas de las otras, escritos en rollos o
en papiro. Estos libros no se escribieron pensando que más tarde se juntarían en una
colección. Cuando se trataba de leer algún texto, se sacaba solamente el rollo donde estaba,
no todos los rollos (ve Lucas 4,17). Fue solo muchos siglos más tarde que se juntaron y se
pusieron bajo una sola encuadernación (tapa), como si fuera un solo libro, como la conocemos.
En ese tiempo, hace dos mil años no existía el papel ni había imprenta.
2. La segunda observación es que no todos los libros fueron escritos al mismo tiempo. Entre los
primeros escritos y los últimos libros de la Biblia han pasado casi mil años. Algunos son, pues,
más antiguos que otros. Levítico es mucho más antiguo que Ezequiel, y Ezequiel es varios siglos
más antiguo que los evangelios. Eso significa que no todos los libros de la Biblia representan el
mismo nivel de cultura ni el mismo grado de profundidad. Los libros más antiguos, en
contraste con los más recientes, tendrán ideas más antiguas o primitivas que los más
recientes. Esto es obvio si se compara, por ejemplo, la idea de vida eterna que encontramos en
el libro de Éxodo con la que vemos en el libro de Ezequiel o más tarde en el de Eclesiastés.
Poco a poco fueron entendiendo, primero, que después de la muerte hay vida, más tarde
comprendieron que hay premio y castigo en la otra vida, y ya en tiempo de Jesús se hablaba
inclusive de resurrección de muertos.
5. La quinta, pero sumamente importante observación, es que no todos los escritos son del
mismo género literario. Observarás en el Índice de tu Biblia que hay libros de historia, hay
profetas, hay salmos, hay proverbios, hay cartas, por mencionar los más obvios; estos son
“géneros literarios” (género historia, género profecía, género salmo, etc. Si estás más atento y
te paseas por los libros mismos de la Biblia, encontrarás muchos más: poemas, refranes,
discursos, himnos, parábolas, etc.
6. La sexta observación es que, como los libros de la Biblia se escribieron hace tanto tiempo
(hace por lo menos dos mil años), y en otra cultura (en el Oriente Medio), es lógico que en la
Biblia encontremos expresiones, frases y conceptos que son extraños para nosotros (por
ejemplo “hacer la verdad”, “hijo de la mentira”, “justificación por la fe”). Eso lo notarás con
frecuencia al leer la Biblia. Ellos (¡no Dios¡) no pensaban ni hablaban como nosotros hoy aquí.
Un diccionario de la Biblia puede ayudar a aclarar algunos de estos términos y conceptos. Lo
mismo sucede hoy con el castellano si lo comparamos con Argentina, México o España:
observamos que no es idéntico. La manera de pensar (conceptos e ideas) en Santiago no es
igual que en el Amazonas.
7. Una última observación (que es la que más perturba a muchos) es que el escritor redactó su
obra pensando en aquellos que le leerían, que eran personas de su tiempo y quizás de algunas
generaciones más. Es decir, los escritores de las obras bíblicas NO escribieron pensando en
nosotros, veinte siglos más tarde. Isaías, Ezequiel, Zacarías, etc., escribieron hace más de dos
mil años, y escribieron para su pueblo, para Israel de ese tiempo. Zacarías comenzó a hablar
“en el octavo mes del año segundo de (el rey) Darío” (1,1), o sea, hace 2.500 años, y fue para la
gente de su tiempo porque “Yavé se ha irritado mucho contra sus padres” (1,2) ¡no contra los
nuestros! Es decir, aunque parezca extraño, NO ESCRIBIERON PENSANDO EN NOSOTROS. Por
eso no hablaban de nuestros problemas; ellos hablaban de los suyos. San Pablo escribió sus
cartas para comunidades muy concretas de mediados del primer siglo: en Roma, en Corintio,
en Tesalónica, etc. Lucas escribió su evangelio y Hechos para su amigo Teófilo (ve Lc 1,3; Hch
1,1). El autor del Apocalipsis se dirigió a “las siete iglesias de Asia” (cap.2-3), no en Chile. Basta
observar en los textos mismos a quiénes se dirigía.