Actividad 2 Filosofía 3 Medio
Actividad 2 Filosofía 3 Medio
Actividad 2 Filosofía 3 Medio
PROPÓSITO
Esta actividad tiene como propó sito que los estudiantes evalú en diversas perspectivas
filosó ficas acerca del sentido de la vida, con el objetivo de avanzar en la elaboració n de una
visió n personal, pudiendo producir textos de diverso tipo o formato. De esta manera,
fortalecerá n sus habilidades de pensamiento crítico y creativo.
OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
OA 3
Formular preguntas filosó ficas referidas al ser y la naturaleza de la realidad que sean
significativas para su vida, considerando conceptos y teorías ontoló gicas fundamentales.
OA 2
Analizar y fundamentar diversas perspectivas filosó ficas, considerando posibles relaciones con
la cotidianidad, así como normas, valores, creencias y visiones de mundo de los pensadores que
las desarrollaron.
OA d
Elaborar visiones personales respecto de problemas filosóficos a partir de las
perspectivas de diversos filósofos, siendo capaces tanto de reconstruir sus
fundamentos como de cuestionarlos y plantear nuevos puntos de vista.
ACTITUDES
- Pensar con flexibilidad para reelaborar las propias ideas, puntos de vista y creencias.
- Interesarse por las posibilidades que ofrece la tecnología para el desarrollo intelectual,
personal y social del individuo.
Duració n: 4 horas pedagó gicas
DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD
¿TENEMOS UNA ESENCIA O SOMOS SUJETOS HISTÓRICOS?
Para iniciar la reflexió n acerca del sentido de la vida, los estudiantes ven un recurso
audiovisual acerca de quiénes somos realmente. Se sugiere la charla del filó sofo Julian Baggini
“Existe un verdadero tú ”, ya que expone claramente el contrapunto entre el yo como esencia o
como construcció n histó rica. El docente puede orientar la reflexió n grupal con las siguientes
preguntas:
¿Cuá l es la perspectiva del filó sofo acerca de quienes somos realmente?
¿Qué otras perspectivas son recogidas durante la charla?
¿Qué argumentos da para sostener su perspectiva?
¿Qué consecuencias tiene esta perspectiva para la vida cotidiana y la reflexió n sobre el
sentido de la vida?
Enlace: https://www.ted.com/talks/julian_baggini_is_there_a_real_you/transcript?language=es.
TED Talks, Julian Baggini, “¿Existe un verdadero tú ?
Para finalizar, cada grupo debe presentar su evaluació n de la perspectiva estudiada al curso.
Se sugiere apoyar la escritura individual entregando una visió n sinó ptica u organizada en
una línea de tiempo con las respuestas de filó sofos estudiados anteriormente u otros que
quieran agregar. Ademá s, se debe incorporar en el aná lisis la respuesta dada en el inicio de
esta actividad, con el objetivo de tomar conciencia de los cambios en los puntos de vista, si es
que hubo.
El profesor invita a algunos alumnos a explicar a sus compañ eros, de manera oral y breve,
qué tipo de texto hicieron, por qué escogieron determinado estilo, qué mensaje quieren dar y
bajo qué argumentos, qué autores y corrientes filosó ficas incluyeron, etc. Luego, algunos leen
el texto elaborado. Se sugiere que compartan sus elaboraciones alumnos que hayan escrito
diferentes tipos de textos, para mostrar la diversidad en la que puede expresarse una idea
filosó fica.
Texto 2
“Puesto que la religió n es una forma primitiva de filosofía – un intento de ofrecer una visió n
integrada de la realidad – muchos de sus mitos son alegorías distorsionadas y dramatizadas que
está n basadas en algú n elemento de verdad, en algú n aspecto real (aunque a veces muy difícil de
captar) de la existencia del ser humano. Una de esas alegorías que es especialmente aterradora para
los seres humanos es el mito de un “contable” sobrenatural del cual nada puede ser ocultado, alguien
que mantiene un registro de todas las acciones del ser humano – de lo bueno y lo malo, lo noble y lo
vil – con el cual confrontará a cada ser humano el día del juicio final.
Ese mito es verdad, no existencialmente pero sí psicoló gicamente. El impá vido contable es el
mecanismo integrador del subconsciente del ser humano; el registro es su sentido de vida.
Un sentido de vida es lo equivalente pre-conceptual a una metafísica; es una evaluació n, emocional
y subconscientemente integrada, del ser humano y de la existencia. Es lo que determina la naturaleza
de las respuestas emocionales del ser humano, y la esencia de su cará cter.
Mucho antes de ser capaz de comprender un concepto como “metafísica”, el ser humano toma
decisiones, forma juicios de valor, siente emociones, y adquiere una cierta visió n implícita de la vida.
Cada elecció n y juicio de valor implica una cierta evaluació n de sí mismo y del mundo que le rodea, y
má s concretamente, de su propia capacidad para lidiar con el mundo. Uno puede llegar a sus
conclusiones de forma consciente, y esas conclusiones pueden ser verdaderas o falsas; o uno puede
ser mentalmente pasivo, y simplemente reaccionar a los acontecimientos (o sea, simplemente
“sentir”). Pero sea cual sea el caso, su mecanismo subconsciente resume sus actividades psicoló gicas,
integrando sus conclusiones, reacciones o evasiones en una suma emocional que establece un
modelo de conducta y se convierte en su respuesta automá tica al mundo que le rodea. Lo que
empieza como una serie de conclusiones (o evasiones) independientes y puntuales sobre sus
problemas particulares se torna un sentimiento generalizado sobre la existencia, una metafísica
implícita con el poder motivacional de una emoció n bá sica y constante, una emoció n que es parte de
todas sus otras emociones y permea todas sus experiencias. Eso es un sentido de vida.
En la medida en que un ser humano es mentalmente activo – es decir, está motivado por el deseo
de conocer y de comprender – su mente funciona como la programadora de su ordenador emocional,
y su sentido de vida se va desarrollando hasta convertirse en la brillante contrapartida de una
filosofía racional. En la medida en que un ser humano evade, la programació n de su ordenador
emocional se realiza por influencia del azar; por impresiones, asociaciones e imitaciones aleatorias,
por trozos sin digerir de las banalidades en su entorno, por ó smosis cultural. Si la evasió n y la pereza
son el método predominante de funcionar de un ser humano, el resultado es un sentido de vida
dominado por el miedo: un alma que es como un pedazo deforme de arcilla, estampado con pisadas
que van en todas direcciones. (Añ os después, este ser humano se lamentará de haber perdido su
sentido de identidad; el hecho es que nunca lo adquirió .) (…)
Para vivir, el ser humano tiene que actuar; para actuar, tiene que tomar decisiones; para tomar
decisiones, tiene que definir un có digo de valores; para definir un có digo de valores, tiene que saber
lo que él es y dó nde está ; es decir, tiene que conocer su propia naturaleza (incluyendo sus medios de
conocimiento) y la naturaleza del universo en el que actú a; es decir, necesita metafísica,
epistemología y ética; lo que significa: filosofía. El ser humano no puede eludir esa necesidad; su
ú nica alternativa es si la filosofía que le guía va a ser determinada por su mente o por el azar.
Si su mente no le proporciona una visió n global de la existencia, su sentido de vida lo hará . Si
sucumbe a siglos de asaltos perpetrados contra la mente, a tradiciones que ofrecen irracionalidades
malvadas o disparates desvergonzados a guisa de filosofía – si se rinde, por apatía o perplejidad, si
evade las cuestiones fundamentales y se preocupa só lo por los detalles concretos de su existencia
cotidiana – su sentido de vida tomará las riendas: para bien o para mal (y normalmente, para mal),
ese ser humano queda a merced de una filosofía subconsciente que no conoce, que nunca ha
verificado y que ni siquiera es consciente de haber aceptado.
Un sentido de vida, una vez adquirido, no es un tema cerrado. Puede ser modificado y corregido,
fá cilmente durante la juventud mientras aú n es maleable, y con mayor esfuerzo y dificultad en añ os
posteriores. Al ser una suma emocional, no puede ser modificado mediante un acto directo de la
voluntad. Cambiará automá ticamente, pero só lo después de un largo proceso de
reacondicionamiento psicoló gico, cuando un ser humano, si lo hace, cambie sus premisas filosó ficas
conscientes.” (Ayn Rand, Filosofía y Sentido de Vida)
Texto 3
“Todo sujeto se plantea concretamente a través de proyectos, como una trascendencia; no alcanza su
libertad sino por medio de su perpetuo avance hacia otras libertades; no hay otra justificació n de la
existencia presente que su expansió n hacia un porvenir infinitamente abierto. Cada vez que la
trascendencia recae en inmanencia, hay degradació n de la existencia en «en sí», de la libertad en
facticidad; esta caída es una falta moral si es consentida por el sujeto; si le es infligida, toma la figura
de una frustració n y de una opresió n; en ambos casos es un mal absoluto. Todo individuo que tenga
la preocupació n de justificar su existencia, experimenta esta como una necesidad indefinida de
trascenderse. Ahora bien, lo que define de una manera singular la situació n de la mujer es que,
siendo como todo ser humano una libertad autó noma, se descubre y se elige en un mundo donde los
hombres le imponen que se asuma como lo Otro: se pretende fijarla en objeto y consagrarla a la
inmanencia, ya que su trascendencia será perpetuamente trascendida por otra conciencia esencial y
soberana. El drama de la mujer consiste en ese conflicto entre la reivindicació n fundamental de todo
sujeto que se plantee siempre como lo esencial y las exigencias de una situació n que la constituye
como inesencial. ¿Có mo puede realizarse un ser humano en la situació n de la mujer? ¿Qué caminos le
está n abiertos? ¿Cuá les desembocan en callejones sin salida? ¿Có mo encontrar la independencia en
el seno de la dependencia? ¿Qué circunstancias limitan la libertad de la mujer? ¿Puede esta
superarlas? He aquí las cuestiones fundamentales que desearíamos dilucidar. Es decir, que,
interesá ndonos por las oportunidades del individuo, no definiremos tales oportunidades en
términos de felicidad, sino en términos de libertad. (…)
Lavar, planchar, barrer, sacar la pelusilla agazapada bajo la sombra de los armarios es rechazar la
vida: porque, con un solo movimiento, el tiempo crea y destruye; el ama de casa solo capta su aspecto
negativo. Su actitud es la del maniqueísta. Lo propio del maniqueísmo no es solamente reconocer dos
principios, uno bueno y otro malo, sino plantear que el bien se obtiene por la abolició n del mal y no
por un movimiento positivo; en este sentido, el cristianismo es muy poco maniqueísta, pese a la
existencia del diablo, porque como mejor se combate al demonio es consagrá ndose a Dios y no
ocupándose de aquel con objeto de vencerlo. Toda doctrina de la trascendencia y de la libertad
subordina la derrota del mal al progreso hacia el bien. Pero la mujer no ha sido llamada para edificar
un mundo mejor; la casa, las habitaciones, la ropa sucia, el parqué, son cosas fijas: ella no puede
hacer otra cosa que rechazar indefinidamente los principios malignos que allí se deslizan; ataca el
polvo, las manchas, el barro, la grasa; combate el pecado, lucha contra Sataná s. Pero es un triste
destino el tener que rechazar sin descanso a un enemigo, en lugar de dirigirse hacia fines positivos;
con frecuencia el ama de casa sufre ese destino llena de rabia. Bachelard pronuncia a este respecto la
palabra «maldad»; también se la encuentra bajo la pluma de los psicoanalistas. Para estos, la manía
doméstica es una forma de sadomasoquismo; lo propio de las manías y de los vicios es comprometer
la libertad para que quiera lo que no quiere; como detesta que su sino sea lo negativo, la suciedad, el
mal, el ama de casa maníaca se encarniza llena. de furia contra el polvo, reivindicando una suerte que
le repugna. A través de los desechos que deja en pos de sí toda expansió n viva, ella se adhiere a la
vida misma. (…)
Así, pues, tan absurdo es hablar de «la mujer» en general como del «hombre» eterno. Y se
comprende por qué son ociosas todas las comparaciones que se esfuerzan en decidir si la mujer es
superior, inferior o igual al hombre: sus respectivas situaciones son profundamente diferentes. Si se
las confronta, resulta evidente que la del hombre es infinitamente preferible, es decir, que este tiene
muchas má s posibilidades concretas de proyectar en el mundo su libertad; de ello resulta,
necesariamente, que las realizaciones masculinas superan con mucho a las femeninas, ya que a las
mujeres les está punto menos que prohibido el hacer algo. No obstante, confrontar el uso que dentro
de sus límites hacen hombres y mujeres de su libertad es a priori una tentativa desprovista de
sentido, ya que precisamente usan de ella libremente. Bajo formas diversas, las trampas de la mala
fe, las mistificaciones de lo serio acechan tanto a unos como a otras; la libertad está entera en cada
cual. Solo por el hecho de que en la mujer es abstracta y huera, esta no podría auténticamente
asumirse má s que en la rebelió n: ese es el ú nico camino abierto a quienes no tienen la posibilidad de
construir nada; preciso es que rechacen los límites de su situació n y procuren abrirse los caminos del
porvenir; la resignació n no es má s que una dimisió n y una huida; para la mujer no hay otra salida
que luchar por su liberació n.
Esa liberació n solo puede ser colectiva y exige, ante todo, que concluya la evolució n econó mica de
la condició n femenina. Sin embargo, ha habido y hay todavía multitud de mujeres que tratan de
realizar en solitario su salvació n individual. Intentan justificar su existencia en el seno de su
inmanencia, es decir, realizar la trascendencia en la inmanencia. Este ú ltimo esfuerzo -a veces
ridículo, a menudo patético- de la mujer aprisionada, para convertir su prisió n en un cielo de gloria y
su servidumbre en soberana libertad, es el que hallamos en la narcisista, la enamorada, la mística.”
(Simone de Beauvoir, El segundo sexo)