Nacionalismo e Identidad Colectiva
Nacionalismo e Identidad Colectiva
Nacionalismo e Identidad Colectiva
e identidad colectiva
Ramon Alvarado
NACIONALISMO Y LENGUAJE
otras palabras, me coloco al margen -sin ncgar por tanto sus aportaciones- d e la corriente d e investigacion que se ocupa d e la genesis
historica d e una nacion concreta o d e la progresiva conformacion d e
una conciencia nacional2. En mi opinion, es necesario estudiar la
pluralidad d e los modos d e elaboracion d e las "identidades nacionales" gue corresponden a diversidades regionales, sociales y culturales.
E n el contexto d e este trabajo, las nociones "idcntidadcs nacionales" y "nacionalismo" -que se recubren e intercambian constantemente- no aluden entonces, al conjunto d e emblemas y proposiciones
que resumen una supuesta esencia "nacional"; tales terminos designan, e n cambio, los modos d e elaboracion e interpretacion sociales
del sentido depertenencia a una comunidad politica y territorialmente definida: la Nacion. Dichas construcciones d e sentido -las identidades nacionales4- son, hay que senalarlo claramente, producto d e
un proceso d e modernizacion reciente; esto es, se encuentran proEundamente imbricadas con "modelos" culturales y cognitivos vigentes e n sociedades complejas organizadas en torno d e la figura del
Estado. Cabe senalar, en este punto, que el nacionalismo es una
curiosa simbiosis entre cultura y Estado (Vease Gellner 1991, pp. 28
y SS.). E n consecuencia, habra que considerar al nacionalismo, esta
forma moderna d e identidad colectiva, ya no como una simple ideologia politica, sino como un complejo proceso, histOricamentc marcado, q u e articuIa un aspecto propiamente politico con otras
dimensiones: socio-culturales y cognitivas. E n la historia contemporanea, los movimientos nacionalistassno solo expresan una voluntad
d e transformacion d e la territorialidad o la institucionalidad politicas; e n buena medida, han sido un punto d e partida d e una serie d e
cambios Eundamentales en los mapas economicos, sociales, culturales y cognitivos.
Sobre este Gltinio tema y para el caso niexicano, vease el extraordinario estudio de Jacques
Lafaye, Quctzalcdarly Guadalupe (1977)
No olvidcrnos que los distintos grupos y franjas socialcs se inscriben, a su vez, en diversas
tradiciones culturales, locales o regionales.
Prefiero introducir el termino en plural ya que, es evidente, no existe en ninguna parte una
sola idea de nacion, ni tampoco una identidad unica y monolitica compartida irrestrictamente
por los distintos grupos y regiones que conforman un pais.
Me refiero a los movimientos que caracterizaron la etapa de formacion de los modernos
Estado-Nacion en Europa occidental y en America, hacia fines del XVlIl y a todo lo largo del
XIX, como a aquellos tipicos de luchas anticoloniales en el mundo de la postguerra.
La verdadera patria:
lengua nacional?
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lengua y cultura comunes. Sin embargo, en esta ceritralidad Iinguistica, sc perciben claramente los acentos ideologicos del tardio Iluminismo y cl Romanticismo. Las concepciones d e la lengua forjadas por
estas corrientes d e la filosofia y la estetica occidentales gozan aun,
e n la actualidad, d e enorme influencia. Subsisten eri la idea, comunmente aceptada, d e que la lengua unica es prueba irrefutable d e una
identidad nacional.
Este argumento profundamente seductor y convincente -reelaborado sucesivamente por distintas teorias del lenguaje- ha dado
lugar a una serie d e simplificaciones extremas entre las que se
encuentra, como ya dijimos, la ecuacion: una lengua = una sola
concicncia nacional o la misma percepcion d e la realidad.
Sin lugar a dudas, el programa d e modernizacion d e las sociedades contemporaneas se oriento hacia una fuerte integracion y unificacion d e la diversidad cultural, promovida fundamentalmente a
traves d c la ccntrali~acioneducativa y el desarrollo d e la comunicacion impresa. En este elan, la unificacion linguistica estuvo llamada
a jugar un rol d e primera linea. La tendencia a la homogeneizacion
d e las variedades dialectalcs y la asimilacion o supresion d e otras
lenguas e n favor d e una lengua oficial y unica, ha sido laboriosa y
pacientemente reforzada desde los comienzos d e los "tiempos modernos". En esta tarea d e valoracion de la lengua nacional -una sola,
la oficial y dominante- y d e su sublimacion creativa e n la literatura
-clara expresion d e la genialidad d e los pueblos que la hablan-, se
han empenado muchos hombres de genio.6 Mencionare enseguida
solo algunos d e estos pensadores e intentare resumir los argumentos
que han venido a reforzar una centralidad linguistiica e n las teorias
del nacionalismo.
Johann Gottfried Herder (1744-1803) sugirio que toda comunidad humana construye una visiSn concreta del miundo e n estricto
acuerdo con las peculiaridades d e su lengua naciorial. Para Herder,
la lengua conforma el deposito natural de las ideais y la cultura d e
esa misma c ~ m u n i d a dWhilhelm
.~
von Humboldt (1767-1835).
,, hermano mayor d e un conocido nuestro, el explorador y naturalista
Alejandro (1769-1859), pretendio a su vez, desarrollar una teoria
'Cabe senalar, que en la tarea de elaboracion del capital simbolico de una nacion emergente,
una lengua y una literaturapropias, s e han involucradograndes talentos. En el caso de nuestro
pais, la obra de I.M. Altamirano e s un claro ejemplo de esta formidabmle empresa intelectual.
'Vease N. Merker y Formigiari, L. 1973
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Podriamos ampliar la lista d e autores que, directa o indirectamente, han reforzado lo que llame la centralidad liinguistica d e las
teorias nacionalistas, pero creo haber ilustrado con estos ejemplos,
el fuerte arraigo d e la asociacion conceptual e ideoltjgica entre una
lengua y los modos idiosincraticos de pensamiento o la cosmovision
de sus hablantes. En este sentido, s e puede decir que las reflexiones
filosoficas sobre el lenguaje, elaboradas a lo largo d e los siglos XVIII
y XIX, tienen su correlato e n las contemporaneas teorias sociales y
linguisticas que describen a la lengua en terminos de: sistema monolitico, linico, subyacente a la diversidad d e los usos verbales.
Ante este avasallador consenso intelcctual e ideologico, no resulta extrano que en el Corpus d e los estudios sobre el nacionalismo
predomine la idea d e la lengua unica como rasgo distintivo d e una
comunidad nacional.
E n las concepciones sobre la lengua nacional se confrontan
entonces dos tendencias epistemologicas contrapuestas: aquella que
pone e l acento e n un creciente monolitismo linguistico -laiengua es
unica como el Estado es uno- es, finalmente, la mas difundida y la d e
mayor acc$acion; otra corriente -que n o forma parte aun del catalogo d e Lis ideas recibidas- reconoce que toda lengua esta atravesada
por una estratificacion interna: la pluralidad discursiva. Es esta
segunda orientacion, que podriamos llamar una emergente teoria
social d e la lengua, es justamente la que me parece mas apropiada
para explorar e l complejo problema del papel del lenguaje e n la
construccion social del sentido de
Siri lugar a dudas
quien ha polemizado con mayor agudeza y brillantez con la primera
orientacion senalada mas arriba, es Mijail Bajtin (vease particularmente, Voloshinov, 1976 y Bajtin, 1989). Este pensador inclasificable, fuera d e lo comun, a la vez humanista y cientifico, dedica en
particular al problema d e la "lengua nacional unitaria" unas cuantas
paginas pero que son, sin embargo, sumamente pen~itrantesy sugercntes. E n un ensayo escrito entre 1934 y 1935, "La palabra e n la
novela", que se propone dilucidar el papel del lenguaje en la creacion verbal, -en un discurso artistico particularmente: la novelaestablece un fuerte debate con las corrientes de estudios linguisticos
y literarios dominantes e n la epoca. Los estudios literarios del moRecordemos que esta problematica de la pertenencia a distintos nuclleos y grupos sociales
que conforman la niacro comunidad nacional -familia, comunidad religiosa, oficios o grupos
socio-profesionales, organizaciones partidarias u otras- ha sido formulada tradicionalmente
en terminos de identidades grupalcs o colectivas.
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incesante cadena d e interacciones dialogicas entre las distintas esferas d e la practica social. El sentido de pertenencia sir elabora sutilmente a traves d e multiples relaciones dialogicas que establecen
entre si los miembros d e grupos sociales, proi'esionalles, y tambien a
traves d e la interaccion con otras comunidades. La nocion d e dialog i s r n ~ ' " ~ otro termino cognado: dialogicidad- dcrivada del pensamiento bajtiniano, permite pensar el proceso d e construccion d e un
sentido d e pertenencia, las identidades, sin recurrir necesariamente,
a antinomias del tipo: individuo vs. grupo. Con este soporte teoricoconceptual, podemos muy bien representarnos una subjetividad que
no solo es "pcrmeada", sino constituida como tal, plor una serie d e
experiencias grupales, colectivas. Del mismo modo, las sociedades
contemporaneas, a la luz d e esta nocion, aparecen ya n o como un
compuesto o una mera adicion d e individuos, sino como un delicado
tejido d e porosas capilaridades simbolico discursivas. Las identidades
colectivas como construcciones d c sentido, como texturas o configuraciones d e simbolos y discursos, reelaboran tambien, aquellas experiencias q u e habitualmente s e consideran c o m o e l r e d u c t o
inaccesible d e la intimidad: la ensonacion, el deseo, 1,3esperanza, los
temores, las aprensiones, los atavismos. E n suma, la nocion d e dialogicidad promueve un desplazamiento epistemologico que franquea las oposiciones, aparentemente irreconciliables, d e terminos
como identidades subjetivas versus identidades colectivas.
A lo largo del texto he senalado la necesidad d e analizar,, especificamente, una dimension basica del proceso cultural d e los nacionalismos: esa parte "ideal d e lo real" que son las representaciones
"
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1991) y R. Farr(1986).
global, y la Nacion es un tipo d e identidad cuyo significado y prioridad esta presupuesta por esta forma de cultura" ( A. Smith, 1991:
92). Con la aparicion d e las naciones, en la historia moderna, se
iniciaron complejos movimientos socio-culturales que subsumieron
diversidades y particularismos regionales, bajo formas centralizadas
d e cultura y control politicos. Valc la pena referir brevemente, los
princi;paIcs momentos e interpretaciones d e este importante proceso
socio~i.ultural,historico.
Los materiales del imaginario nacionalista
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"identidades post-nacionales" se disocian a su vez, "...d e ese trasfondo d e un pasado centrado en terminos de historia nacional" (Habernias 1989: 94).
Contribuye sin duda a esta mutacion d e las identidades tradicionales un fenomeno cultural reciente: e n las sociedades contemporaneas parece arraigarse, cada vez con mayor fuerza, el dominio d e
aquellas intcrpretaciones d e la realidad formuladas por las tecnologias comunicativas. Pero no debemos confrontar estas nuevas realidades socioculturales con un animo fatalista. Las apreciaciones d e
Habermas me sugieren que bajo la aparente uniformidad d e la version medialica d e las realidades sociales, se da una intensa y multivariada circulacion d e imagenes y discursos que, inevitablemente,
familiarizan la mirada d c los destinatarios ... con una "asincronica
pluralidad d e formas d e vida diversas" (Habermas; 1989 : 97). Este
pluralismo d e imagenes, lenguajcs, estilos y modos d e vida, a cscala
global, tendra sin duda profundas repercusiones e n la elaboracion
dlel sentido de pertenencia.
Ahora bien, cuando digo que la cultura del nacionalismo conserva aun plena vigencia pero se encuentra comprometida, simultaneamente, e n un proceso d e intensa reelaboracion, n o pretendo
imprimirle al problema un caracter puramente culturalista. Es necesario insistir e n el hecho: e l sentido de pertenencia a una Nacion
involucra, indefectiblemente, una identificacion con una comunidad
-ya l o dijimos- a la vezpol'itica y culfural. "Una comunidad politica
implica a su vez al menos algunas instituciones comunes y un codigo
compartido d e deberes y derechos para todos los miembros d e la
comunidad" (Smith 1991: 9). Senalemos que no todas las naciones
siguen un proceso unico d e formacion. Contrariamente a lo que nos
sugiere la tradicion d e estudios del fenomeno, marcadamente euraicentrista, el proceso d e construccion de una Naciun no puede reducirse a la aplicacion d e unas cuantas formulas, tomadas aqui y allh,
del federalismo norteamericano, el republicanismo frances o el parlamentarismo ingles. Describir las naciones y los nacionalismos como
un conjunto d e formaciones canonicas, y sus consecuentes desviacicilibertades en la Tierra, al parecer s e cierne la amenaza de un nuevo fundamentalismo a gran
escala, el "fundamentalismo democratico". Profundamente hostil ante cualquier desviacion
ante los canones erigidos por una vision autocomplaciente de la historia. Este termino,
"lundarnentalismo dekocra!ico", un aparente contrasentido, fue acunado durante un intercambio de idcas. oor un coleea -L. Lorenzano- dotado de un irreductible esoiritu libertario.
Klaris avis en nuestros tiempos de mudanzas posmodernas.
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NACIONALISMO Y LENGUAJE
Identi~dad,alteridad, postmodernidad
Cuando se hunden habitos seculares, cuando desaparecen modos
de vida, cuando se evaporan las viejas solidaridades, es facil por
cierto, que se produzca una crisis de identidad.
C. LEVI-STRAUSS
I'JACIONALISMO Y LENGUAJE
NACIONALISMO Y LENGUAJE
Smith, A: Theories of Nationalisin (2a. ed. 1983), Harper & Row, Londres y Nueva
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