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Costumbrismo Romántico y Larra

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Mariano Jos de Larra.

Encontr en el periodismo no slo su modus vivendi sino la mejor forma de


desahogar sus angustias y disparar a los gobiernos de turno y a la sociedad
del momento sus pildorazos de reformas que el pas necesitaba con
urgencia. No tuvo el camino expedito, pues la censura fue una mordaza
constante que l sorteaba de la mejor forma posible.
La dicotoma de los dos mundos contrapuestos que le toc en suerte vivir, le
llevaron a tener ciertos desequilibrios que el ltima instancia le llevaran
hasta la muerte: trnsito entre el Antiguo Rgimen y el moderno
constitucionalismo; sustitucin de valores caducos por ideales de progreso;
renuncia a las formas externas por otro difusor de verdades. Es lo que ha
vivido en otros pases europeos, pero desgraciadamente Espaa no est
preparada para estos cambios. Frente al conformismo que le rodea, se sirve
de la stira y la crtica para denunciar los vicios que consideraba negativos
para el progreso de la sociedad.
El anlisis de las caractersticas de Mariano Jos de Larra en sus artculos
periodsticos versar en dos ejemplares elegidos adrede por la separacin
de las fechas, que nos permitir observar el tono ms dramtico que van
adquiriendo sus publicaciones a media que sus esperanzas de regeneracin
en la sociedad que vive se ven insatisfechas: El Caf (1828) y El da de
difuntos de 1836 (1836).
El Caf es uno de los cinco folletos editados por el Duende satrico del da a
lo largo de 1828 y por ende de los primeros del autor. Nos encontramos con
un artculo de costumbres; esto es, describe una fotografa casi esttica de
una tarde cualquiera, con unos clientes cualesquiera, en un Madrid de un
da cualquiera del invierno de 1828, pero no nos olvidemos de que es Larra
el que escribe y sus cuadros pueden ser estticos, pero van siempre
cargados de mensajes.
El escritor nos justifica, en el primer prrafo su artculo, debido a su calidad
de curioso, que de una manera muy diplomtica pero impactante califica su
curiosidad casi como una necesidad fisiolgica que ha de llevar a cabo ms
de cuatro veces al da.
Los personajes que reclaman su atencin en el caf darn pie a su cida
crtica hacia aquellos mortales que creen saber de todo y mantienen sus
discursos ex ctedra, desde la ms solemne incultura.
Larra, que narra las escenas en primera persona, entra en un caf y con su
espritu curioso y analizador comienza a detallarnos su primera foto: dos o
tres abogados y un mdico; a los que se sumara un ex militar que hablaba
de estrategia militar como si fuera el propio Napolen-; todos con anteojos,
para presumir de ledos; todos cubiertos de joyas, para presumir de
riquezas. El tema de conversacin era la ltima noticia del momento: la
derrota naval de las fuerzas turco-egipcias contra la flota britnica, francesa

y rusa dentro del contexto de la guerra de independencia griega contra el


imperialismo turco.
No falta tampoco el que se las da de erudito, que no se atreve a entrar en la
conversacin pero que sentencia su opinin a nuestro narrador y
completando el panorama, Don Marcelo, al que presupone literato por las
gafas y quien descarga en el narrador todo su enfado por la serie de
sandeces que publican los peridicos y la cantidad de seudopoetas a los que
se les da pbulo.
Pasa repaso al ejemplar que lleva en las manos y al marcharse se queja de
la pobre Espaa, que nunca llegar a nada por ser un pas de brutos; al
da siguiente indaga de quin se trataba y el tal Don Marcelno alguien que
haba enido de provincia por la cantidad de engaos a ricos y pobres que
haba hecho.
El da siguiente un nuevo ramillete de parroquianos sern su blanco: un
subalterno vestido de paisano con una chavala joven: otro cual chimenea
fumndose un puro, presumiendo de su coste; otro comprando la amistad
invitando a copas y dejando regalar el odo; partindosele el corazn por
los pobre que hay pero pegndole un empujn porque llegaba tarde; y el
camarero que le cont la vida de un cliente fijo y que lleva medio ao sin
pagar. Y otro que le trae entradas para que las venda por el doble o el triple,
pero no puede venderlas directamente pues estara mal visto. Finalmente, el
propio camarero, creyendo que no le vean mezclaba la leche con agua.
Cuando sale desolado tropieza con un anciano que no puede con su alma y
se sorprende a s mismo despotricando de los vejillos que no iban a las
iglesias o se aquedaban en casa esperando la muerte.
Ocho aos transcurren entre El Caf y El da de difuntos; poca cosa pero
muchas vivencias para haber hecho cambiar la forma y el fondo de nuestro
autor tan profundamente. En el primero surge el Larra que pone su artculo
de costumbres al servicio de la stira social, el Larra ilustrado y
regeneracionista; en el segundo, aparece el Larra ms romntico, cantando
no solamente de su esperanza; es decir, preludiando su propio final- sino la
de todo lo que le rodea. Cada casa, cada institucin son tumbas donde sus
habitantes estn muertos sin saberlo y van a visitar a sus seres queridos en
el cementerio que son los nicos que viven, porque ya gozan de todas las
libertades.
En ambos prevalece la irona por encima de todo jocosa en el primero,
pattica en el segundo-.
Su estilo claro y directo cumple el efecto que pretende de ser comprendido
por sus contemporneos y en esencia lo sigue siendo para sus lectores del
siglo XXI, aunque se queden cosas incomprensibles en el camino, por formar
parte de una poca : Quin sera Gmez detrs del que corre un gendarme
o que ha acabado con el azogue de Madrid?como atribuyndole todo lo
malo que ocurra en el momento-; qu santo fue enterrado y trasladado a

Cdiz, cayendo accidentalmente al mar? Se trata acaso de los Cien mil


hijos de San Luis que recataron a Fernando VII en Cdiz? Seguramente.
Como todos, estos artculos estn redactados desde una perspectiva
autobiogrfica, simulando o no, vivencias del autor y sus divagaciones.
Abundan las digresiones, que en la mayora de los casos terminan siendo la
esencia del artculo; en El da de Difuntos, por ejemplo, las riadas de gente
dirigindose al cementerio un 1 de noviembre a honrar a sus muertos, da
pie al narrador para contar todo sus desengao, en el gobierno, en la
realeza, en el ejrcito, en los ministerios, la Bolsa y hasta en las crceles.
Algo muy caracterstico de su redaccin son las enumeraciones caticas y
en El da de Difuntos nos ofrece una sinigual: Larra nos quiere dar idea de
la melancola que le invade y para conseguirlo, nos pone ejemplos: un
hombre que cree en la amistad y llega a verla por dentro; un inexperto que
se ha enamorado de una mujer; un heredero cuyo to indiano muere sin
testar; un tenedor de bonos de Cortes, una viuda que tiene asignada
pensin sobre el tesoro espaol, un diputado elegido en las ltimas
elecciones; un militar que ha perdido una pierna por el estatuto, un ministro
de Espaa y un rey, todas situaciones alegres comparadas con su
melancola.
Dentro de este lenguaje directo, abunda los vocablos populares de los que
hay varias muestras en nuestros textos: lechuguino, chabacano, mollera,
terminillo, chocarrera, machadas, leccioncita de modestia, hacer la vista
gorda
Extranjerismos: ponch
Neologismos: polticomana, erternudorfico
Tecnicismos: rap, guirindola
Los dilogos de los personajes de sus cuadros dan una frescura a los
artculos, convirtindolos casi en retazos de comedias.
Metforas ingeniosas como llamar candiles de la literatura a los malos
literatos.
Eufemismos: inmundicias de Pegaso
Gran inters en actualizar sus artculos ya sea con noticias del momento,
con nombres o parajes totalmente reconocidos por el lector: En El caf,
menciona a Iriarte o la notica del momento que era la ca
Frases en latn, frases en francs
Elementos paremiolgicos: Fate de la Virgen y no corras u otra, inconclusa,
no est la miel para . (quiebra de oraciones)

Uso casi constante de metonimias: palacio, por los miembros de la casa


Real; el edificio de la gobernacin, por los prceres gubernamentales;
Eficacia expresiva, con admiraciones, p.e. Se incluye a s mismo en lo que
critica, como una forma de llevarlo al summum
Frecuente uso de caricaturas de estilo quevedesco.

El costumbrismo romntico: Estbanez Caldern, Mesonero


Romanos; Los espaoles pintados por s mismos.
Ningn otro gnero alcanza tan amplio cultivo durante la poca romntica
como el costumbrismo. Difcil de delimitar, si por toda descripcin o pintura
de costumbres lo encontraramos en gneros diversos, novelas picaresca,
cortesana, entremeses, comedias; en resumidas cuentas, todas literatura
que muestre la vida cotidiana del hombre y de la sociedad coetneos del
autor, quedara dentro del costumbrismo. Su caracterstica principal es un
gnero de formas variadsimas cuya accin es poca o nula, solo la precisa
para mover a los personajes y donde la descripcin de tipos o escenas es lo
principal.
Con todo podramos considerar como iniciado el gnero en el siglo XVII con
Gua y avisos de forasteros de Lin y Verdugo. Durante el XVIII, la nmina
va creciendo: Torres Villarroel con Visiones y visitas de Torres con don
Francisco de Quevedo por Madrid; Cadalso y sus Cartas Marruecas con
numerosos pasajes de ndole costumbrista, etc.
Otros crticos han precisado ms la fronteras y lo sitan entre 1830 y 1850,
es decir, coincidiendo con el Romanticismo. Las fechas no se ponen de
acuerdo y ello es debido a la aparicin en prensa de este gnero en
artculos, muchas veces annimos.
Su definicin, segn Urdelay sera: Composicin breve, en prosa o en verso,
y que tiene por finalidad la pintura filosfica, festiva o satrica de las
costumbres populares; la pintura moral de la sociedad.
Puede tener sentdo sattico o didctico, con propsito de reforma,
pintoresca, humorstica, o realista descriptiva. Fusin feliz de ensayo y de
cuento.
A pesar de las grandes corrientes costumbristas anteriores en todo tipo de
gneros, hay que reconocer que lo que lo provoc fue de influencia
extranjera, francesa e inglesa. En la temtica, lo religioso cede el paso a lo
filosfico, a lo econmico, a lo poltico y a lo social.
Tras el parntesis de la Guerra de la Independencia y los prmeros aos del
reinado de Fernando VII en que prohibi los peridicos, comienzan a
proliferar peridicos y revistas; La Minerva, El Censor, El duende satrico del
da (publicacin personal de Larra), Cartas Espaolas, Revista Espaola, El
pobrecito hablador La Reista. En ellas escribieron de manera profusa Serafn
Estbanez de Caldern, Ramn de Mesonero Romanos y Mariano Jos de
Larra, autores que tienen ya una innegable conciencia de escuela.
Para alejarla de la novela, el autor troca el protagonista por su propia
persona, disfrazada con un seudnimo.
Aunque cada uno de estos autores tiene personalidad bien acusada vistos
en conjunto presentan caractersticas comunes. Ellos mismos tienen una

innegable conciencia de escuela; en los tres se observa una reaccin contra


el irrealismo de la novela romntica y un deseo de reflejar con fidelidad la
sociedad contempornea. Son, tambin, estos tres autores los que hacen
desaparecer todo residuo de integracin novelesca. Todos los seudnimos
de los costumbristas de este momento expresan la nota comn de un
espritu atento, en unos casos contempla la sociedad marginalmente, como
El Solitario; en otros indaga, comenta y crtica como El Curioso Parlante; y
en otros cuenta con destructiva ingenuidad el resultado de sus
observaciones, como El Pobrecito Hablador.
En conjunto, puede afirmarse que el costumbrismo fue uno de los gneros
ms populares a lo largo de cinco dcadas, incluso se podra afirmar que
representa la ms importante manifestacin de la prosa durante el perodo
romntico.

Cuadros y tipos: Los espaoles pintados por s mismos


Importa destacar el papel queda el desarrollo del costumbrismo tuvo la
moda de las que entonces se llamaron fisiologas. Consistan estas en la
descripcin de un tipo (profesional, psicolgico, ideolgico) tomado como
representativo de su clase o categora y del que se estudiaban todos sus
aspectos: apariencia fsica, vida, costumbres, orgenes. Estudi costumbrista
de tipos y fisiologa se convirtieron en trminos sinnimos. Estas
publicaciones tuvieron su origen en Francia, donde llegaron a constituir una
epidemia literaria.
Estas fisiologas se produjeron pronto en Espaa con claros fines de
especulacin editorial y con el propsito de expresar mediante una
coleccin de tipos el carcter de las costumbres nacionales extendiendo su
estudio a todos los niveles, clases, profesiones y actitudes. Los dos
volmenes de Los espaoles pintados por s mismos aparecieron en 1843 y
1844. Se describen 49 tipos en cada volumen; el primero colaboran 28
autores y contiene 50 lminas ms un buen nmero de vietas; en el
segundo 38 autores, 50 lminas, 15 dibujantes y 4 grabadores.
Fue un libro de actualidad, no slo fueron invitados a colaborar literatos
profesionales, sino tambin representantes de la erudicin, la poltica, las
profesiones liberales; no predominan los escritores propiamente
costumbristas, y aparecen en cambio como cultivadores ocasionales poetas,
dramaturgos, novelistas, periodistas e incluso mdicos. La ausencia casi
total de colaboradores de las provincias explica el predominio de tipos
urbanos en Los espaoles; incluso gran nmero de tipos populares
regionales que aparecen en el libro estn localizados en Madrid
desempeando oficios que tradicionalmente se atribuan a gentes
determinadas regiones, El aguador, El sereno, El cochero, La nodriza.
En los tipos urbanos predominan los de la clase media; en su mayor parte
estn relacionados ms o menos con la vida y la organizacin oficial del
Estado en sus tres principales sectores: el poltico (El ministro, El senador, El

diplomtico), el administrativo (El empleado, El escribano, El cartero) y el


eclesistico (El cannigo, El clrigo de misa y olla, La monja). Los restantes
se reparten entre la literatura, la enseanza, el teatro, las profesiones
liberales y la vida econmico-financiera. Los tipos de las tres inferiores del
pueblo se distribuyen entre los menestrales de los pequeos oficios y los de
profesiones marginales o actividades fuera de la ley.
En las colecciones ingls y francesa que le sirven antecedente se trata
simplemente de describir las costumbres nacionales tales como ellas son;
sus autores no tienen otra preocupacin que la veracidad del retrato. Pero
los maestros parecen obsesionados por subrayar la originalidad de nuestras
costumbres, Espaa perdidas o. De perderse, ante la uniformada hora de la
influencia extranjera. Los escritores espaoles del momento buscan los tipos
que mejor pudieran caracterizar la personalidad nacional y slo parecen
encontrar costumbres desvirtuadas, casi disueltas en la gris un informe mira
del continente.
Otra tendencia capital merece subrayarse. La guerra napolenica haba
descubierto los europeos una Espaa tradicional y pintoresca, que pasa a
convertirse en tema literario del romanticismo, y los viajeros europeos
pusieron en circulacin una visin deformada de nuestra vida de costumbres
a base de tipismo. Contra esta deformacin pretenden reaccionar los
costumbristas espaoles. Para firmar su personalidad contra la invasin de
lo forneo, tratan de conservar lo ms pintoresco de su tradicin; y sin
embargo, cuando los viajeros europeos pretenden destacar ese mismo
exotismo, nuestros escritores lo rechazan violentamente, indignndose de
ser presentados como un pueblo peculiar distinto al resto de Europa. La
actitud general del libro expresa con gran eficacia una de las dimensiones
espirituales ms caractersticas de la sociedad de la poca: el conflicto entre
el amor sistemtico por lo castizo, por todas las pintorescas peculiaridades
de las costumbres y de la personalidad nacional, y el deseo progresista
difundirse con Europa y ponerse al da con las formas de la vida moderna.
En cuanto al carcter social de los tipos, en su mayora pertenecen a la
clase media, cuyo ascenso es lo ms peculiar de la poca. Pero esta clase
media es mediocre, como que responde a una burguesa dbil, que ni ha
nacido de la revolucin industrial, casi inexistente, ni bas su existencia en
el vigor de la vida econmica: el libro entero respira el ambiente limitado de
sta burguesa sin horizontes, amante de los placeres modestos, del amor
del hogar, del orden y del brasero, que ha reconstruido la sociedad espaola
sobre las bases de la respetabilidad y del tradicionalismo con ribetes
exteriores de modernidad. Madrid es el centro de sta burguesa cuidadosa
de su exterior, en su mayor parte vive mezquinamente, parsita del Estado
centralizado en la Capital.
Los espaoles est poblado de tipos que viven la existencia estrecha y difcil
de las pequeas profesiones: El empleado, El pretendiente, El escribano; la
aspiracin a ser parsitos del estado parece universal. Las clases altas
quedan casi por entero fuera del libro, las profesiones liberales estn slo

representadas por el mdico y el farmacutico; de la vida intelectual slo las


letras cuentan, y an de estas slo se incluyen los tipos aspirantes o
marginales, como El aprendiz de literato, La marisabidilla. Escasean los tipos
representativos de la vida industrial, econmica y financiera que habran
desear los ms caractersticos de la nueva clase. Las altas jerarquas del
ejrcito y de la iglesia, tambin representadas en las colecciones francesas
e inglesa, estn asimismo ausentes de Los espaoles; el nivel ms alta que
se atreven sus colaboradores es El cannigo; el resto son tipos de escaleras
abajo: El ama del cura, La monja.
La nica zona social que est tratada sin preocupaciones de ninguna ndole
es la constituida por los tipos populares, principalmente los menestrales y
profesiones humildes, a las que se presenta por lo comn de forma
humorstica. Finalmente es de advertir que los nicos tipos del pueblo
tratados con evidente regodeo son aquellos que implican una rebelda
parcial o total contra el trabajo regular, tales como bandoleros,
contrabandistas, cigarreras, toreros, majos y gitanos: la Espaa de
pandereta justamente descrita por el romanticismo europeo.

Serafn Estbanez Caldern


Malagueo de nacimiento, dedic su vida a la actividad poltica y a los
trabajos literarios, histricos o arqueolgicos. Pese a tal dedicacin, su fama
est vinculada a las Escenas Andaluzas, ttulo bajo el que en 1846 reunin
en volumen las que haban ido publicando en un Cartas Espaolas, en el
Semanario Pintoresco Espaol y otros peridicos.
Su nacimiento y perodos de gobierno en tierras andaluzas pudieron
preparar al Solitario para la observacin de sus costumbres y tipos
populares, pero otra fuente distinta de inspiracin hubo de ser su ardiente
pasin por los libros viejos y olvidados de la Edad de Oro. Desde los
primeros artculos se advierte su gusto por palabras, locucin es, modismos
y giros castellanos de fuerte sabor arcaico, limitado de nuestros clsicos.
Su amor a lo espaol y a lo castizo, acompaado por el desdn hacia lo
extranjero, y particularmente lo francs, confieren a sus escritos la nota
especial que como costumbrista le caracteriz con ms energa en su
tiempo y entre sus imitadores. No se propone otros modelos ni acepta otro
influjo ni inspiracin que los escritores espaoles de los siglos XVII y XVIII.
Se tiene a El Solitario por un escritor difcil; pero ms que por el lxico
(con todo y abundar en lo rebuscado), lo es por su peculiar construccin de
la frase y sobre todo por la demasiada frondosidad. Es un prodigioso
observador de detalles y que a sus ojos y memoria se ofrecen
muchedumbre de objetos que escapan al testigo vulgar y que dan a la
pintura colorido y carcter. Por ste motivo se le ha criticado, pues a

menudo son ms largas de lo que la importancia de su contenido autoriza y


contrastan, adems, con la parquedad de los toques y pinceladas
consagradas a la accin principal. Lo secundario se antepone a lo sustancial.
Son ejemplos de esta fluidez descriptiva Pulpete y Balbeja, donde dos
machos andaluces se retan a cuchillo por una mujer y que en realidad son
dos cobardes que no desean ni tocarse; o El asombro de los andaluces, o
Manolito Gzquez, el Sevillano, en el que hace una exposicin de la habitual
costumbre de exagerar que distingue a los andaluces.
La aficin del autor a las danzas en su pas le induce a escribir dos escenas,
El bolero y Baile al uso y danza antigua, donde su derroche lingstico
habitual se multiplica todava gracias a los conocimientos del folklore. Pero
el virtuosismo verbal del solitario quiz llega a su pice en Gracias y
donaires de la capa y Fisiologa y chistes del cigarro, en las que dos criados
del autor peroran hasta lo inverosmil sobre sus dos especialidades
respectivas, la capa y el cigarro, ponderando su utilidad, uso y carcter.
Cabe destacar escenas coloristas y ambientes andaluces como La rifa
andaluza, La feria de Mairena o Un baile en Triana. Pero otras son ajenas a lo
contempornea cuando andaluz: Toros y ejercicios a la jineta es un estudio
documentado de historia y Egas el Escudero y la duea donna Aldonza no es
andaluza ni contempornea. Es por ello que se le ha considerado al mismo
tiempo el iniciador y el disidente del costumbrismo.

Ramn de Mesonero Romanos


Madrileo y costumbrista de oficio, fund varias revistas literarias entre las
que encontramos el Semanario Pintoresco Espaol, publicacin de crdito y
que logr ms influjo en las letras madrilea de la primera mitad del siglo.
Logr la fama gracias a su Panorama matritense, en el que se propuso
describir todas las clases y tipos de la sociedad madrilea de su tiempo. El
hecho cierto es que el mundo de sus escenas lo constituye casi con
exclusividad la pequea y alta burguesa, las clases medias. La sociedad
escogida por el cronista es aquella a la que sus ideas y situacin le hacan
pertenecer y amar. El pueblo bajo no le era grato a Mesonero.
Mesonero observa las gentes que son objeto preferente de su atencin para
describirlas y subrayar sus efectos, que trata de corregir con crtica
moderada y casi paternal. Sus temas dominantes son la indolencia,
resultado de una educacin equivocada y del mismo ambiente de la ciudad
tradicionalmente poco industriosa; la afectacin extranjerizante; el
esnobismo; la pasin por figurar, que destruye frecuentemente el equilibrio
de la economa domstica; la pretensin de elevarse a un nivel inadecuado
a la propia condicin. En estos, Mesonero se enfrenta con un problema de
autenticidad, peor an que las pretensiones equivocadas son la inercia y

falta de ambicin. Tengo lo que me basta, La empleomana, 1802 y 1832, El


da 30 del mes, Pretender por alto, son algunos de los ttulos que reflejan
esta intencin.
Lo ms frecuente, sin embargo, es que recoja situaciones, grupos o seres
humanos de menor compromiso y anote con irona suave y tolerante en sus
ridiculeces o su rutinaria vulgaridad con la intencin amonestadora que les
propia, o describa escenas peculiares de la vida de Madrid en el marco
caracterstico del ms genuino cuadro de costumbres: as en La calle de
Toledo, La comedia casera, La romera de san Isidro, El Prado.
La tenaz preocupacin de Mesonero por las mejoras urbanas y del saludable
confort propio del propio burgus que l era, le conduce a satirizar con
regular frecuencia lo mucho que de anticuado, mugriento, sucio o rutinario
encuentra en los servicios pblicos, las calles, las diligencias, los lugares de
diversin, cafs, teatros o viviendas particulares, sin excluir los supuestos
placeres de los centros rurales de veraneo, donde toda incomodidad tiene
su asiento. Ejemplos de tales artculos podran ser Un viaje al Sitio, Las
casas por dentro, Los aires del lugar, La compra de la casa.
Cuando Mesonero escribe sus cuadros de costumbres, la sociedad espaola
est en un momento de transicin y ofrece por tanto un panorama de
extraos contrastes: tipos y costumbres que se van, casticismo tradicional,
viejas ideas, se dan la mano con el espritu innovador, el afn cosmopolita,
nuevas exigencias y formas de vida. La importancia significacin de
Mesonero consiste en haber captado esa tensin entre lo viejo y lo nuevo.
En cuanto la prosa de El Curioso Parlante diramos que responde fielmente a
la ndole de su talento y personalidad. Viviendo en los aos en que hace
explosin el romanticismo, Mesonero tuvo muy escasa simpata por la nueva
escuela y evit cuidadosamente toda su exuberancia imaginativas y
lingsticas para ceirse a una prosa clsica, sencilla, espontnea,
equilibrada, limpiar afectacin. Lo nico que podra tachrsele sera su
carencia de mpetus geniales, una personalidad de tono menor, burguesa y
laboriosa pero en cierto modo falto de agilidad y de garra.

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