1) El documento analiza el género del costumbrismo romántico en España a través de las obras de Mariano José de Larra. 2) Se resumen dos artículos periodísticos de Larra, "El Café" de 1828 y "El día de difuntos de 1836", en los que utiliza la sátira y la crítica social. 3) El costumbrismo romántico alcanzó gran popularidad durante esta época como género literario que describe las costumbres y la vida cotidiana.
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1) El documento analiza el género del costumbrismo romántico en España a través de las obras de Mariano José de Larra. 2) Se resumen dos artículos periodísticos de Larra, "El Café" de 1828 y "El día de difuntos de 1836", en los que utiliza la sátira y la crítica social. 3) El costumbrismo romántico alcanzó gran popularidad durante esta época como género literario que describe las costumbres y la vida cotidiana.
1) El documento analiza el género del costumbrismo romántico en España a través de las obras de Mariano José de Larra. 2) Se resumen dos artículos periodísticos de Larra, "El Café" de 1828 y "El día de difuntos de 1836", en los que utiliza la sátira y la crítica social. 3) El costumbrismo romántico alcanzó gran popularidad durante esta época como género literario que describe las costumbres y la vida cotidiana.
1) El documento analiza el género del costumbrismo romántico en España a través de las obras de Mariano José de Larra. 2) Se resumen dos artículos periodísticos de Larra, "El Café" de 1828 y "El día de difuntos de 1836", en los que utiliza la sátira y la crítica social. 3) El costumbrismo romántico alcanzó gran popularidad durante esta época como género literario que describe las costumbres y la vida cotidiana.
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Mariano Jos de Larra.
Encontr en el periodismo no slo su modus vivendi sino la mejor forma de
desahogar sus angustias y disparar a los gobiernos de turno y a la sociedad del momento sus pildorazos de reformas que el pas necesitaba con urgencia. No tuvo el camino expedito, pues la censura fue una mordaza constante que l sorteaba de la mejor forma posible. La dicotoma de los dos mundos contrapuestos que le toc en suerte vivir, le llevaron a tener ciertos desequilibrios que el ltima instancia le llevaran hasta la muerte: trnsito entre el Antiguo Rgimen y el moderno constitucionalismo; sustitucin de valores caducos por ideales de progreso; renuncia a las formas externas por otro difusor de verdades. Es lo que ha vivido en otros pases europeos, pero desgraciadamente Espaa no est preparada para estos cambios. Frente al conformismo que le rodea, se sirve de la stira y la crtica para denunciar los vicios que consideraba negativos para el progreso de la sociedad. El anlisis de las caractersticas de Mariano Jos de Larra en sus artculos periodsticos versar en dos ejemplares elegidos adrede por la separacin de las fechas, que nos permitir observar el tono ms dramtico que van adquiriendo sus publicaciones a media que sus esperanzas de regeneracin en la sociedad que vive se ven insatisfechas: El Caf (1828) y El da de difuntos de 1836 (1836). El Caf es uno de los cinco folletos editados por el Duende satrico del da a lo largo de 1828 y por ende de los primeros del autor. Nos encontramos con un artculo de costumbres; esto es, describe una fotografa casi esttica de una tarde cualquiera, con unos clientes cualesquiera, en un Madrid de un da cualquiera del invierno de 1828, pero no nos olvidemos de que es Larra el que escribe y sus cuadros pueden ser estticos, pero van siempre cargados de mensajes. El escritor nos justifica, en el primer prrafo su artculo, debido a su calidad de curioso, que de una manera muy diplomtica pero impactante califica su curiosidad casi como una necesidad fisiolgica que ha de llevar a cabo ms de cuatro veces al da. Los personajes que reclaman su atencin en el caf darn pie a su cida crtica hacia aquellos mortales que creen saber de todo y mantienen sus discursos ex ctedra, desde la ms solemne incultura. Larra, que narra las escenas en primera persona, entra en un caf y con su espritu curioso y analizador comienza a detallarnos su primera foto: dos o tres abogados y un mdico; a los que se sumara un ex militar que hablaba de estrategia militar como si fuera el propio Napolen-; todos con anteojos, para presumir de ledos; todos cubiertos de joyas, para presumir de riquezas. El tema de conversacin era la ltima noticia del momento: la derrota naval de las fuerzas turco-egipcias contra la flota britnica, francesa
y rusa dentro del contexto de la guerra de independencia griega contra el
imperialismo turco. No falta tampoco el que se las da de erudito, que no se atreve a entrar en la conversacin pero que sentencia su opinin a nuestro narrador y completando el panorama, Don Marcelo, al que presupone literato por las gafas y quien descarga en el narrador todo su enfado por la serie de sandeces que publican los peridicos y la cantidad de seudopoetas a los que se les da pbulo. Pasa repaso al ejemplar que lleva en las manos y al marcharse se queja de la pobre Espaa, que nunca llegar a nada por ser un pas de brutos; al da siguiente indaga de quin se trataba y el tal Don Marcelno alguien que haba enido de provincia por la cantidad de engaos a ricos y pobres que haba hecho. El da siguiente un nuevo ramillete de parroquianos sern su blanco: un subalterno vestido de paisano con una chavala joven: otro cual chimenea fumndose un puro, presumiendo de su coste; otro comprando la amistad invitando a copas y dejando regalar el odo; partindosele el corazn por los pobre que hay pero pegndole un empujn porque llegaba tarde; y el camarero que le cont la vida de un cliente fijo y que lleva medio ao sin pagar. Y otro que le trae entradas para que las venda por el doble o el triple, pero no puede venderlas directamente pues estara mal visto. Finalmente, el propio camarero, creyendo que no le vean mezclaba la leche con agua. Cuando sale desolado tropieza con un anciano que no puede con su alma y se sorprende a s mismo despotricando de los vejillos que no iban a las iglesias o se aquedaban en casa esperando la muerte. Ocho aos transcurren entre El Caf y El da de difuntos; poca cosa pero muchas vivencias para haber hecho cambiar la forma y el fondo de nuestro autor tan profundamente. En el primero surge el Larra que pone su artculo de costumbres al servicio de la stira social, el Larra ilustrado y regeneracionista; en el segundo, aparece el Larra ms romntico, cantando no solamente de su esperanza; es decir, preludiando su propio final- sino la de todo lo que le rodea. Cada casa, cada institucin son tumbas donde sus habitantes estn muertos sin saberlo y van a visitar a sus seres queridos en el cementerio que son los nicos que viven, porque ya gozan de todas las libertades. En ambos prevalece la irona por encima de todo jocosa en el primero, pattica en el segundo-. Su estilo claro y directo cumple el efecto que pretende de ser comprendido por sus contemporneos y en esencia lo sigue siendo para sus lectores del siglo XXI, aunque se queden cosas incomprensibles en el camino, por formar parte de una poca : Quin sera Gmez detrs del que corre un gendarme o que ha acabado con el azogue de Madrid?como atribuyndole todo lo malo que ocurra en el momento-; qu santo fue enterrado y trasladado a
Cdiz, cayendo accidentalmente al mar? Se trata acaso de los Cien mil
hijos de San Luis que recataron a Fernando VII en Cdiz? Seguramente. Como todos, estos artculos estn redactados desde una perspectiva autobiogrfica, simulando o no, vivencias del autor y sus divagaciones. Abundan las digresiones, que en la mayora de los casos terminan siendo la esencia del artculo; en El da de Difuntos, por ejemplo, las riadas de gente dirigindose al cementerio un 1 de noviembre a honrar a sus muertos, da pie al narrador para contar todo sus desengao, en el gobierno, en la realeza, en el ejrcito, en los ministerios, la Bolsa y hasta en las crceles. Algo muy caracterstico de su redaccin son las enumeraciones caticas y en El da de Difuntos nos ofrece una sinigual: Larra nos quiere dar idea de la melancola que le invade y para conseguirlo, nos pone ejemplos: un hombre que cree en la amistad y llega a verla por dentro; un inexperto que se ha enamorado de una mujer; un heredero cuyo to indiano muere sin testar; un tenedor de bonos de Cortes, una viuda que tiene asignada pensin sobre el tesoro espaol, un diputado elegido en las ltimas elecciones; un militar que ha perdido una pierna por el estatuto, un ministro de Espaa y un rey, todas situaciones alegres comparadas con su melancola. Dentro de este lenguaje directo, abunda los vocablos populares de los que hay varias muestras en nuestros textos: lechuguino, chabacano, mollera, terminillo, chocarrera, machadas, leccioncita de modestia, hacer la vista gorda Extranjerismos: ponch Neologismos: polticomana, erternudorfico Tecnicismos: rap, guirindola Los dilogos de los personajes de sus cuadros dan una frescura a los artculos, convirtindolos casi en retazos de comedias. Metforas ingeniosas como llamar candiles de la literatura a los malos literatos. Eufemismos: inmundicias de Pegaso Gran inters en actualizar sus artculos ya sea con noticias del momento, con nombres o parajes totalmente reconocidos por el lector: En El caf, menciona a Iriarte o la notica del momento que era la ca Frases en latn, frases en francs Elementos paremiolgicos: Fate de la Virgen y no corras u otra, inconclusa, no est la miel para . (quiebra de oraciones)
Uso casi constante de metonimias: palacio, por los miembros de la casa
Real; el edificio de la gobernacin, por los prceres gubernamentales; Eficacia expresiva, con admiraciones, p.e. Se incluye a s mismo en lo que critica, como una forma de llevarlo al summum Frecuente uso de caricaturas de estilo quevedesco.
El costumbrismo romntico: Estbanez Caldern, Mesonero
Romanos; Los espaoles pintados por s mismos. Ningn otro gnero alcanza tan amplio cultivo durante la poca romntica como el costumbrismo. Difcil de delimitar, si por toda descripcin o pintura de costumbres lo encontraramos en gneros diversos, novelas picaresca, cortesana, entremeses, comedias; en resumidas cuentas, todas literatura que muestre la vida cotidiana del hombre y de la sociedad coetneos del autor, quedara dentro del costumbrismo. Su caracterstica principal es un gnero de formas variadsimas cuya accin es poca o nula, solo la precisa para mover a los personajes y donde la descripcin de tipos o escenas es lo principal. Con todo podramos considerar como iniciado el gnero en el siglo XVII con Gua y avisos de forasteros de Lin y Verdugo. Durante el XVIII, la nmina va creciendo: Torres Villarroel con Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por Madrid; Cadalso y sus Cartas Marruecas con numerosos pasajes de ndole costumbrista, etc. Otros crticos han precisado ms la fronteras y lo sitan entre 1830 y 1850, es decir, coincidiendo con el Romanticismo. Las fechas no se ponen de acuerdo y ello es debido a la aparicin en prensa de este gnero en artculos, muchas veces annimos. Su definicin, segn Urdelay sera: Composicin breve, en prosa o en verso, y que tiene por finalidad la pintura filosfica, festiva o satrica de las costumbres populares; la pintura moral de la sociedad. Puede tener sentdo sattico o didctico, con propsito de reforma, pintoresca, humorstica, o realista descriptiva. Fusin feliz de ensayo y de cuento. A pesar de las grandes corrientes costumbristas anteriores en todo tipo de gneros, hay que reconocer que lo que lo provoc fue de influencia extranjera, francesa e inglesa. En la temtica, lo religioso cede el paso a lo filosfico, a lo econmico, a lo poltico y a lo social. Tras el parntesis de la Guerra de la Independencia y los prmeros aos del reinado de Fernando VII en que prohibi los peridicos, comienzan a proliferar peridicos y revistas; La Minerva, El Censor, El duende satrico del da (publicacin personal de Larra), Cartas Espaolas, Revista Espaola, El pobrecito hablador La Reista. En ellas escribieron de manera profusa Serafn Estbanez de Caldern, Ramn de Mesonero Romanos y Mariano Jos de Larra, autores que tienen ya una innegable conciencia de escuela. Para alejarla de la novela, el autor troca el protagonista por su propia persona, disfrazada con un seudnimo. Aunque cada uno de estos autores tiene personalidad bien acusada vistos en conjunto presentan caractersticas comunes. Ellos mismos tienen una
innegable conciencia de escuela; en los tres se observa una reaccin contra
el irrealismo de la novela romntica y un deseo de reflejar con fidelidad la sociedad contempornea. Son, tambin, estos tres autores los que hacen desaparecer todo residuo de integracin novelesca. Todos los seudnimos de los costumbristas de este momento expresan la nota comn de un espritu atento, en unos casos contempla la sociedad marginalmente, como El Solitario; en otros indaga, comenta y crtica como El Curioso Parlante; y en otros cuenta con destructiva ingenuidad el resultado de sus observaciones, como El Pobrecito Hablador. En conjunto, puede afirmarse que el costumbrismo fue uno de los gneros ms populares a lo largo de cinco dcadas, incluso se podra afirmar que representa la ms importante manifestacin de la prosa durante el perodo romntico.
Cuadros y tipos: Los espaoles pintados por s mismos
Importa destacar el papel queda el desarrollo del costumbrismo tuvo la moda de las que entonces se llamaron fisiologas. Consistan estas en la descripcin de un tipo (profesional, psicolgico, ideolgico) tomado como representativo de su clase o categora y del que se estudiaban todos sus aspectos: apariencia fsica, vida, costumbres, orgenes. Estudi costumbrista de tipos y fisiologa se convirtieron en trminos sinnimos. Estas publicaciones tuvieron su origen en Francia, donde llegaron a constituir una epidemia literaria. Estas fisiologas se produjeron pronto en Espaa con claros fines de especulacin editorial y con el propsito de expresar mediante una coleccin de tipos el carcter de las costumbres nacionales extendiendo su estudio a todos los niveles, clases, profesiones y actitudes. Los dos volmenes de Los espaoles pintados por s mismos aparecieron en 1843 y 1844. Se describen 49 tipos en cada volumen; el primero colaboran 28 autores y contiene 50 lminas ms un buen nmero de vietas; en el segundo 38 autores, 50 lminas, 15 dibujantes y 4 grabadores. Fue un libro de actualidad, no slo fueron invitados a colaborar literatos profesionales, sino tambin representantes de la erudicin, la poltica, las profesiones liberales; no predominan los escritores propiamente costumbristas, y aparecen en cambio como cultivadores ocasionales poetas, dramaturgos, novelistas, periodistas e incluso mdicos. La ausencia casi total de colaboradores de las provincias explica el predominio de tipos urbanos en Los espaoles; incluso gran nmero de tipos populares regionales que aparecen en el libro estn localizados en Madrid desempeando oficios que tradicionalmente se atribuan a gentes determinadas regiones, El aguador, El sereno, El cochero, La nodriza. En los tipos urbanos predominan los de la clase media; en su mayor parte estn relacionados ms o menos con la vida y la organizacin oficial del Estado en sus tres principales sectores: el poltico (El ministro, El senador, El
diplomtico), el administrativo (El empleado, El escribano, El cartero) y el
eclesistico (El cannigo, El clrigo de misa y olla, La monja). Los restantes se reparten entre la literatura, la enseanza, el teatro, las profesiones liberales y la vida econmico-financiera. Los tipos de las tres inferiores del pueblo se distribuyen entre los menestrales de los pequeos oficios y los de profesiones marginales o actividades fuera de la ley. En las colecciones ingls y francesa que le sirven antecedente se trata simplemente de describir las costumbres nacionales tales como ellas son; sus autores no tienen otra preocupacin que la veracidad del retrato. Pero los maestros parecen obsesionados por subrayar la originalidad de nuestras costumbres, Espaa perdidas o. De perderse, ante la uniformada hora de la influencia extranjera. Los escritores espaoles del momento buscan los tipos que mejor pudieran caracterizar la personalidad nacional y slo parecen encontrar costumbres desvirtuadas, casi disueltas en la gris un informe mira del continente. Otra tendencia capital merece subrayarse. La guerra napolenica haba descubierto los europeos una Espaa tradicional y pintoresca, que pasa a convertirse en tema literario del romanticismo, y los viajeros europeos pusieron en circulacin una visin deformada de nuestra vida de costumbres a base de tipismo. Contra esta deformacin pretenden reaccionar los costumbristas espaoles. Para firmar su personalidad contra la invasin de lo forneo, tratan de conservar lo ms pintoresco de su tradicin; y sin embargo, cuando los viajeros europeos pretenden destacar ese mismo exotismo, nuestros escritores lo rechazan violentamente, indignndose de ser presentados como un pueblo peculiar distinto al resto de Europa. La actitud general del libro expresa con gran eficacia una de las dimensiones espirituales ms caractersticas de la sociedad de la poca: el conflicto entre el amor sistemtico por lo castizo, por todas las pintorescas peculiaridades de las costumbres y de la personalidad nacional, y el deseo progresista difundirse con Europa y ponerse al da con las formas de la vida moderna. En cuanto al carcter social de los tipos, en su mayora pertenecen a la clase media, cuyo ascenso es lo ms peculiar de la poca. Pero esta clase media es mediocre, como que responde a una burguesa dbil, que ni ha nacido de la revolucin industrial, casi inexistente, ni bas su existencia en el vigor de la vida econmica: el libro entero respira el ambiente limitado de sta burguesa sin horizontes, amante de los placeres modestos, del amor del hogar, del orden y del brasero, que ha reconstruido la sociedad espaola sobre las bases de la respetabilidad y del tradicionalismo con ribetes exteriores de modernidad. Madrid es el centro de sta burguesa cuidadosa de su exterior, en su mayor parte vive mezquinamente, parsita del Estado centralizado en la Capital. Los espaoles est poblado de tipos que viven la existencia estrecha y difcil de las pequeas profesiones: El empleado, El pretendiente, El escribano; la aspiracin a ser parsitos del estado parece universal. Las clases altas quedan casi por entero fuera del libro, las profesiones liberales estn slo
representadas por el mdico y el farmacutico; de la vida intelectual slo las
letras cuentan, y an de estas slo se incluyen los tipos aspirantes o marginales, como El aprendiz de literato, La marisabidilla. Escasean los tipos representativos de la vida industrial, econmica y financiera que habran desear los ms caractersticos de la nueva clase. Las altas jerarquas del ejrcito y de la iglesia, tambin representadas en las colecciones francesas e inglesa, estn asimismo ausentes de Los espaoles; el nivel ms alta que se atreven sus colaboradores es El cannigo; el resto son tipos de escaleras abajo: El ama del cura, La monja. La nica zona social que est tratada sin preocupaciones de ninguna ndole es la constituida por los tipos populares, principalmente los menestrales y profesiones humildes, a las que se presenta por lo comn de forma humorstica. Finalmente es de advertir que los nicos tipos del pueblo tratados con evidente regodeo son aquellos que implican una rebelda parcial o total contra el trabajo regular, tales como bandoleros, contrabandistas, cigarreras, toreros, majos y gitanos: la Espaa de pandereta justamente descrita por el romanticismo europeo.
Serafn Estbanez Caldern
Malagueo de nacimiento, dedic su vida a la actividad poltica y a los trabajos literarios, histricos o arqueolgicos. Pese a tal dedicacin, su fama est vinculada a las Escenas Andaluzas, ttulo bajo el que en 1846 reunin en volumen las que haban ido publicando en un Cartas Espaolas, en el Semanario Pintoresco Espaol y otros peridicos. Su nacimiento y perodos de gobierno en tierras andaluzas pudieron preparar al Solitario para la observacin de sus costumbres y tipos populares, pero otra fuente distinta de inspiracin hubo de ser su ardiente pasin por los libros viejos y olvidados de la Edad de Oro. Desde los primeros artculos se advierte su gusto por palabras, locucin es, modismos y giros castellanos de fuerte sabor arcaico, limitado de nuestros clsicos. Su amor a lo espaol y a lo castizo, acompaado por el desdn hacia lo extranjero, y particularmente lo francs, confieren a sus escritos la nota especial que como costumbrista le caracteriz con ms energa en su tiempo y entre sus imitadores. No se propone otros modelos ni acepta otro influjo ni inspiracin que los escritores espaoles de los siglos XVII y XVIII. Se tiene a El Solitario por un escritor difcil; pero ms que por el lxico (con todo y abundar en lo rebuscado), lo es por su peculiar construccin de la frase y sobre todo por la demasiada frondosidad. Es un prodigioso observador de detalles y que a sus ojos y memoria se ofrecen muchedumbre de objetos que escapan al testigo vulgar y que dan a la pintura colorido y carcter. Por ste motivo se le ha criticado, pues a
menudo son ms largas de lo que la importancia de su contenido autoriza y
contrastan, adems, con la parquedad de los toques y pinceladas consagradas a la accin principal. Lo secundario se antepone a lo sustancial. Son ejemplos de esta fluidez descriptiva Pulpete y Balbeja, donde dos machos andaluces se retan a cuchillo por una mujer y que en realidad son dos cobardes que no desean ni tocarse; o El asombro de los andaluces, o Manolito Gzquez, el Sevillano, en el que hace una exposicin de la habitual costumbre de exagerar que distingue a los andaluces. La aficin del autor a las danzas en su pas le induce a escribir dos escenas, El bolero y Baile al uso y danza antigua, donde su derroche lingstico habitual se multiplica todava gracias a los conocimientos del folklore. Pero el virtuosismo verbal del solitario quiz llega a su pice en Gracias y donaires de la capa y Fisiologa y chistes del cigarro, en las que dos criados del autor peroran hasta lo inverosmil sobre sus dos especialidades respectivas, la capa y el cigarro, ponderando su utilidad, uso y carcter. Cabe destacar escenas coloristas y ambientes andaluces como La rifa andaluza, La feria de Mairena o Un baile en Triana. Pero otras son ajenas a lo contempornea cuando andaluz: Toros y ejercicios a la jineta es un estudio documentado de historia y Egas el Escudero y la duea donna Aldonza no es andaluza ni contempornea. Es por ello que se le ha considerado al mismo tiempo el iniciador y el disidente del costumbrismo.
Ramn de Mesonero Romanos
Madrileo y costumbrista de oficio, fund varias revistas literarias entre las que encontramos el Semanario Pintoresco Espaol, publicacin de crdito y que logr ms influjo en las letras madrilea de la primera mitad del siglo. Logr la fama gracias a su Panorama matritense, en el que se propuso describir todas las clases y tipos de la sociedad madrilea de su tiempo. El hecho cierto es que el mundo de sus escenas lo constituye casi con exclusividad la pequea y alta burguesa, las clases medias. La sociedad escogida por el cronista es aquella a la que sus ideas y situacin le hacan pertenecer y amar. El pueblo bajo no le era grato a Mesonero. Mesonero observa las gentes que son objeto preferente de su atencin para describirlas y subrayar sus efectos, que trata de corregir con crtica moderada y casi paternal. Sus temas dominantes son la indolencia, resultado de una educacin equivocada y del mismo ambiente de la ciudad tradicionalmente poco industriosa; la afectacin extranjerizante; el esnobismo; la pasin por figurar, que destruye frecuentemente el equilibrio de la economa domstica; la pretensin de elevarse a un nivel inadecuado a la propia condicin. En estos, Mesonero se enfrenta con un problema de autenticidad, peor an que las pretensiones equivocadas son la inercia y
falta de ambicin. Tengo lo que me basta, La empleomana, 1802 y 1832, El
da 30 del mes, Pretender por alto, son algunos de los ttulos que reflejan esta intencin. Lo ms frecuente, sin embargo, es que recoja situaciones, grupos o seres humanos de menor compromiso y anote con irona suave y tolerante en sus ridiculeces o su rutinaria vulgaridad con la intencin amonestadora que les propia, o describa escenas peculiares de la vida de Madrid en el marco caracterstico del ms genuino cuadro de costumbres: as en La calle de Toledo, La comedia casera, La romera de san Isidro, El Prado. La tenaz preocupacin de Mesonero por las mejoras urbanas y del saludable confort propio del propio burgus que l era, le conduce a satirizar con regular frecuencia lo mucho que de anticuado, mugriento, sucio o rutinario encuentra en los servicios pblicos, las calles, las diligencias, los lugares de diversin, cafs, teatros o viviendas particulares, sin excluir los supuestos placeres de los centros rurales de veraneo, donde toda incomodidad tiene su asiento. Ejemplos de tales artculos podran ser Un viaje al Sitio, Las casas por dentro, Los aires del lugar, La compra de la casa. Cuando Mesonero escribe sus cuadros de costumbres, la sociedad espaola est en un momento de transicin y ofrece por tanto un panorama de extraos contrastes: tipos y costumbres que se van, casticismo tradicional, viejas ideas, se dan la mano con el espritu innovador, el afn cosmopolita, nuevas exigencias y formas de vida. La importancia significacin de Mesonero consiste en haber captado esa tensin entre lo viejo y lo nuevo. En cuanto la prosa de El Curioso Parlante diramos que responde fielmente a la ndole de su talento y personalidad. Viviendo en los aos en que hace explosin el romanticismo, Mesonero tuvo muy escasa simpata por la nueva escuela y evit cuidadosamente toda su exuberancia imaginativas y lingsticas para ceirse a una prosa clsica, sencilla, espontnea, equilibrada, limpiar afectacin. Lo nico que podra tachrsele sera su carencia de mpetus geniales, una personalidad de tono menor, burguesa y laboriosa pero en cierto modo falto de agilidad y de garra.