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Racialización, Violencia Epistémica, Colonialidad Lingüística y Re-Existencia en El Proyecto Moderno-Colonial ADOLFO ALBÁN ACHINTE
Racialización, Violencia Epistémica, Colonialidad Lingüística y Re-Existencia en El Proyecto Moderno-Colonial ADOLFO ALBÁN ACHINTE
Racialización, Violencia Epistémica, Colonialidad Lingüística y Re-Existencia en El Proyecto Moderno-Colonial ADOLFO ALBÁN ACHINTE
P
ensar en la
como «dependencia histórico-estructural» (1999: 104), implica
considerar las estructuras de dominación que se han producido
y reproducido a lo largo de los últimos siglos en la parte del planeta
hoy denominada América Latina y que han contribuido a desconocer
y silenciar a determinados grupos étnicos que, desde el punto de vista
eurocéntrico, han sido -¿y son?- considerados inferiores e incapaces
de participar efectivamente en el conjunto de la sociedad.
En este largo recorrido de ausencias, desencuentros y negaciones,
la construcción de la subalternidad, como hecho real y como discurso
enunciativo, ha marcado el derrotero del comportamiento entre lo
hegemónico y todo aquello que fue reducido a su influencia. Unos y
otros, en permanente tensión, se han enfrentado de manera desigual por
posicionar sus visiones de mundo, comprender y nombrar la realidad y
mantener -para lo hegemónico- o alcanzar -para lo subalterno- el
reconocimiento y la visibilización de sus espacios de poder. Pensar en la
agencia social nos conduce a preguntarnos: ¿qué tan potentes pueden
llegara ser las dinámicas subalternas con el propósito de escindirse de las
estructuras coloniales del poder y llegar a adquirir una nueva condición
de sujetos históricos que agencien proyectos sociales capaces de cons-
truir nuevas utopías? Esta tensión irresuelta ha incrementado a través
del tiempo las desigualdades y el desconocimiento de conglomerados
humanos que, como las comunidades afrocolombianas, se han visto
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abocadas a soportar la negación sistemática de su presencia, sus aportes
socio culturales de diversa índole y su participación en el proceso pro-
ductivo e identitario de la nación.
Si la colonialidad del poder remite necesariamente a comprender que
detrás de esta estructura se configura otra colonialidad, tanto o más
aplastante por su aparentemente silenciosa presencia -la colonialidad
del saber-, resulta oportuno señalar que es en este escenario donde se
presentan fuertes impactos en el entramado del pensamiento occiden-
tal y su proyecto de modernidad en sus procesos de desconocimiento,
exclusión y descalificación de la capacidad y los saberes y haceres de
individuos y comunidades subalternizadas. Según Walter Mignolo, «[l]a
clasificación y jerarquización de las comunidades humanas en el planeta
va acompañada de la clasificación de acuerdo a si poseen o no escritura
alíabética» (2002: 18), lo que significa la supremacía de la Ilustración,
que estableció diferencias claras entre civilización y barbarie para afianzar
un proyecto excluyente y totalizador.
Si coincidimos con Immanuel Wallerstein (1999) en que la cultura es
un «campo de batalla ideológico», esto ha de comprometer el posicio-
namiento de nuevos significados, prácticas culturales y usos del lenguaje
que saquen a la superficie las maneras de producir con~cimiento por
parte de las comunidades autovalorando y legitimando lo local como
una posibilidad de re-existencia' y de negociación con las dinámicas
globales del mundo contemporáneo que permita, al decir de Armando
Muyulema, «representar e imaginar un mundo alternativo [para lo cual]
no solo tendríamos que buscar ruinas sino producir aquel modo de
pensar. ¿Qué implica esto? Un intento serio implicaría el uso de nuevos
1 Asumo e! concepto de re-existencia como los dispositivos culturales con los cuales las
comunidades subalternizadas -como las afrocolombianas- han podido reconflgurar su
manera de estar y ser en e! mundo y desde allí potenciar sus posibilidades de continuar re-
construyendo sus historias y memorias individuales y colectivas. Re-existir, en este caso, va
más allá de la resistencia en la medida en que no solamente confronta e! poder de! proyecto
moderno sino que también recrea nuevas formas de vida posible para que lo étnico-cultural
perviva en permanente transformación y reconflguración.
Colonialidades y racialización
Desde el momento mismo del «desencuentro» o de la invasión, el colo-
nizador fue estableciendo categorías de clasificación frente a esos nuevos
seres que se le presentaban en tierras extrañas. En su diario, Cristóbal
Colón fue construyendo, a partir de los objetos que les ofreció y de la
respuesta que obtuvo de los aborígenes, una imagen reducida de estos,
anteponiendo el interés y la necesidad de la evangelización como otro
3 Texto tomado de Cristóbal Colón, Los cuatro viajes del Almirante y su testamento, Madrid,
Espasa-Calpe, 1971.
4 Texto tomado de Alberto M. Salas & Andrés R. Vásquez, Noticias de la tierra nueva, Buenos
Aires,Eudeba, 1964, y que hace referencia a una carta escrita por Michel de Cuneo, navegante
italiano que viajaba con Colón, a Jerónimo Annari.
[lJa idea de raza es, con toda seguridad, el más eficaz instrumento
de dominación social inventado en los últimos 500 años. Producida en
el mero comienzo de la formación de América y del capitalismo, en el
5 Este autor plantea: "Es, pues, profunda, perdurable y virtualmente universal, la admisión
de que "raza" es un fenómeno de la biología humana que tiene implicaciones necesarias en la
historia natural de la especie y, en consecuencia, en la historia de las relaciones de poder entre
las gentes. En eso radica, sin duda, la excepcional eficacia de este moderno instrumento de
dominación social. No obstante, se trata de un desnudo constructo ideológico, que no tiene,
literalmente, nada que ver con nada en la estructura biológica de la especie humana y todo que
ver,en cambio, con la historia de las relaciones de poder en el capitalismo mundial, colonial/
moderno, eurocenrrado» (Quijano, 2005b: 2). Y agrega: "La idea de "raza" nace con "Amé-
rica"y originalmente se refiere, presumiblemente, a las diferencias fenotípicas entre "indios"
y conquistadores, principalmente "castellanos". Sin embargo, las primeras gentes dominadas
a las que los futuros europeos aplican la idea de "color" no fueron los "indios". Fueron los
esclavossecuestrados y negociados desde Ías costas de lo que ahora se conoce como África y
a quienes se llamará "negros". Pero aunque sin duda parezca ahora extraño, no es a ellos que
originalmente se aplica la idea de "raza", a pesar de que los futuros europeos los conocen desde
mucho antes de llegar a las costas de la futura América» (4).
6 Restrepo argumenta que da noción de raza supone la asociación necesaria entre ciertos
rasgoscorporales (como el color de la piel) que son concebidos como heredados e inmutables,
con [sic] unas características intelectuales y de comportamiento que se consideran irremedia-
blemente derivadas» (2008: 196). No obstante, Quijano considera que -Iels tiempo, pues,
de concluir que "color" no es a "raza" sino en términos de un constructo a otro. De hecho,
"color" es un modo tardío y eufemístico de decir "raza" y no se impone mundialmente sino
desde fines del siglo XIX»(2005b: 5).
lO «En la primera mitad de! siglo XVII, ser clasificado como "negro" respondía a un conjunto
de premisas de orden teológico. Así se pueden encontrar muchos pasajes de la época donde
se adelantan e!ucubraciones sobre cómo explicar e! color negro y otros rasgos somáticos de
los africanos derivados de la maldición divina: "Es pues mi parecer, y sentencia en question
tan altercada, que la tez negra de todas estas naciones prietas, no provino tan solamente de la
maldición que Noe echo a su nieto Chanaan [...] sino también de una calidad predominante,
innata, e intrinseca, con que crió Dios a Cham, que fue un excesivo calor, para que los hijos
que engendrase, saliesen con este tizne, y como marca que descendian de un hombre que se
habia de burlar de su padre con tanto atrevimiento"» (Sandoval, 1647: 18-19, cit. en Restrepo,
2008: 198).
14 Una amplia información al respecto se puede consultar, entre otras fuentes, en Claudia
Mosquera & Mauricio Pardo (eds.), Afrodescendientes en las Américas. Trayectorias sociales e
identitarias. 150 años de la abolición de la esclavitud en Colombia, Bogotá: Universidad Nacional
de Colombia - Instituto Colombiano de Antropología e Historia - Institut de Recherche pour
le Développemennt - Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos.
Bibliografía
Albán Achinte, A. (1998). Patianos allá y acá. Migraciones y procesosde adap-
tación cultural 1950-1997 Popayán: Sol de Venados.
Albán Achinte, A. (2005). El desencanto o la modernidad hecha trizas.
Una mirada a las racionalidades en tensión. En C. Walsh (ed.). Pensa-