Debitum Peccati Ibanez
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RAZN TEOLGICA
DE SU INMACULADA CONCEPCIN
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mayor despus de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios2. Y as, tal Madre
para tal Hijo. Tal misin maternal para tal misin filial3.
Pero, cmo supo la Iglesia que Dios haba hecho Inmaculada a la sant-
sima Virgen preservndola del pecado en el que por nuestro mismo origen
humano incurrimos todos los dems hombres? Hay que afirmar que la
Inmaculada Concepcin de Mara no se encuentra explcitamente revelada
en la Sagrada Escritura y que no consta en ninguna parte que fuera transmi-
tida por comunicacin expresa de los Apstoles en la Iglesia. La Iglesia cier-
tamente lo supo porque conoca que Mara es Madre de Dios y la Madre de
Dios tiene que ser pursima.
sta es la razn que fundamenta la preservacin de Mara. Era conve-
nientsimo, ensea Po IX, que brillase siempre adornada de los resplando-
res de la perfectsima santidad y que reportase un total triunfo de la antigua
serpiente, enteramente inmune aun de la misma mancha de la culpa origi-
nal, tal venerable Madre, a quien Dios Padre dispuso dar a su nico Hijo, a
quien ama como a s mismo, engendrado como ha sido igual a s de su cora-
zn, de tal manera que naturalmente fuese uno y el mismo Hijo comn de
Dios Padre y de la Virgen, y a la que el mismo Hijo en persona determin
hacer substancialmente su Madre y de la que el Espritu Santo quiso e hizo
que fuese concebido y naciese Aqul de quien l mismo procede4.
El mismo Pontfice afirma que la Maternidad divina de Mara y su consi-
guiente altsima dignidad ha sido la razn proclamada por la Iglesia durante
siglos. La Iglesia catlica (...) jams desisti de explicar, poner de manifiesto y dar
calor, de variadas e ininterrumpidas maneras y con hechos cada vez ms esplndi-
dos, a la original inocencia de la augusta Virgen, junto con su admirable santidad,
y muy en consonancia con la altsima dignidad de Madre de Dios, por tenerla
como doctrina recibida de lo alto y contenida en el depsito de la revelacin5. Los
mismos Padres y escritores de la Iglesia, ensea Po IX, adoctrinados por las divi-
nas enseanzas, no tuvieron tanto en el corazn, en los libros compuestos para
explicar las Escrituras, defender los dogmas y ensear a los fieles, como el predi-
car y ensalzar de muchas y maravillosas maneras, y a porfa, la altsima santidad
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7. Ibidem, p. 185.
8. PO X, Epst. enc. Ad diem illum, en MARN, Documentos Marianos, pp. 374-375. Dionisio el
Cartujano, antes citado por san Po X en su encclica, nace el 1402 en Rickel del Limburgo belga
y a los 21 aos es admitido en la Cartuja de Ruremonde en donde muere el 12 de marzo de 1471.
Es ciertamente un autor inmaculista que no duda lo ms mnimo de este privilegio mariano. De
los distintos momentos en que se pronuncia sobre este punto, unas veces afirma simplemente el
hecho de que Mara fuera Inmaculada, otras veces predica de Mara su absoluta pureza, en oca-
siones habla de su santidad en trminos que apuntan una concepcin sin pecado. En algunos
prrafos afirma el hecho de la Inmaculada Concepcin y lo razona: Mara fue preservada del peca-
do original por la gracia proveniente de su Hijo. A Mara le convena una santidad tan excelsa
que incluso fue preservada de toda mancha a fin de ser digna Madre de Dios.
Hay un lugar donde estudia con amplitud y profundidad la Concepcin Inmaculada de
Mara: su Comentario al libro de las Sentencias. Al glosar el libro III, en su distincin III, plantea
la siguiente cuestin: si la gloriossima Virgen fue santificada antes de ser concebida, de
suerte que nunca estuvo bajo culpa original. A la hora de pronunciarse lo hace a favor de la
sentencia inmaculista de Scoto, pero no apoyndose fundamentalmente en sus razones, sino
en la reciente definicin dogmtica de la Concepcin Inmaculada, que haba proclamado el
concilio de Basilea en el ao 1439, aunque para esa ocasin el concilio mencionado haba
perdido su condicin de ecumnico y la referida definicin careca de valor vinculante. Cfr.
J. IBEZ, F. MENDOZA, Mariologa de Dionisio el Cartujano, Zaragoza 1986, 215 pginas.
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14. JUAN PABLO II, Espaa, tierra de Mara. Al Congreso Mariano Internacional de Zaragoza
(12-X-1979), op. cit., n. 79.
15. JUAN PABLO II, Plegaria a la Virgen Inmaculada. En la Piazza di Spagna (8-XII-1979), op.
cit., n. 103.
16. JUAN PABLO II, Homila en su primera visita a la Baslica de Santa Mara la Mayor en Roma
(8-XII-1978), op. cit., n. 155.
17. JUAN PABLO II, Homila en Frascati (8-IX-1980), op. cit., n. 143.
18. JUAN PABLO II, A las religiosas. Washington (7-X-1979), op. cit., n. 75.
19. JUAN PABLO II, Al Captulo General de los Franciscanos (21-VI-1979), op. cit., n. 58.
20. JUAN PABLO II, Homila en la Baslica de la Aparecida (4-VII-1980), op. cit., n. 135.
21. JUAN PABLO II, Homila en su primera visita a la Baslica de Santa Mara la Mayor de Roma
(8-XII-1978), op. cit., n. 10.
22. JUAN PABLO II, Homila en la casa de la Virgen (feso) (30-XI-1979), op. cit., n. 99.
23. Cfr. nota 21.
24. JUAN PABLO II, Homila en santa Misa transmitida por radio (10-II-1979), op. cit., n. 29.
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25. PO IX, Epst. apost. Ineffabilis Deus, en MARN, Documentos Marianos, p. 171.
26. Cfr. CIRILO ALEJANDRINO, Homiliae diversae 4, PG 77, 991: Ecquis hominum laudabilissimam
illam Mariam pro dignitate celebrare queat; JUAN DAMASCENO, Homilia I de nativitate Mariae
Virginis 7, PG 96, 672: Vere res omnes conditas dignitate antecelluisti, quia ex te sola summus ille
opifex partum assumpsit. Por su parte Ambrosio de Miln se pregunta: Quid nobilius Dei
Matre? Quid splendidius Ea quam splendor elegit? en De virginibus 2, 2. 7, PL 16, 209.
Finalmente PEDRO CRISLOGO que afirma: Vere benedicta, quae fit major caelo, fortior terra,
orbe latior; nam Deum, quem mundus non capit, sola capit, en Sermo 143, PL 52, 584.
27. Speculum Beatae Mariae Virginis, lec 10.
28. SANTO TOMS DE AQUINO, Suma Teol., 1, q. 25, a. 6 ad 4.
29. Cfr. Dionisio el Cartujano quien ve muy acordes con la razn los argumentos de los grandes te-
logos para probar la dignidad cuasiinfinita de la Madre de Dios: non irrationabiliter asserunt magni
Theologi, quod ratione huiusmodi maternae fecunditatis maternitatis Dei, Beatssima Virgo sit dignitatis
quodammodo infinitae, en Sermo I de Conceptione B. Mariae Virginis. Estudio monogrfico del autor
en J. IBEZ, F. MENDOZA, Mariologa de Dionisio el Cartujano, Zaragoza 1986, pp. 86-90.
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30. Cfr. J. IBEZ, F. MENDOZA, La Madre del Redentor, ed. Palabra, Madrid 1988, pp. 35-38.
31. PO IX, Epst. apost. Ineffabilis Deus, en MARN, Documentos Marianos, pp. 172-173.
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Espritu Santo quiso e hizo que fuese concebido y naciese Aqul de quien l
mismo procede31.
As pues, por razn de su divina Maternidad y de su consiguiente per-
tenencia intrnseca al orden hiposttico, Mara queda unida a la Santsima
Trinidad de un modo particular.
a. En relacin con Dios Padre
Mara, al engendrar al mismo Hijo, fue asociada al Padre de tal modo
que, en expresin de santo Toms, Ella es la nica que junto con Dios
Padre puede decir al Hijo de Dios: T eres mi Hijo32. Pero Mara,
estrictamente hablando, no debe ser llamada Esposa del Padre, como
alguna vez lo fue; Mara, en cambio, debe, por una especial razn, ser
llamada Hija del Padre, como frecuentemente la llaman los Padres. Y
esto por una semejanza perfectsima que Mara, en su Maternidad, tiene
con Dios Padre: el Padre engendra solo en una naturaleza, lo mismo
Ella; el Padre engendra solo y sin madre, Ella engendra sola y sin padre;
el Padre engendra sin mutacin alguna, Ella sin lesin alguna de su vir-
ginidad. Es propio del Hijo proceder del Padre como imagen personal
y semejanza del mismo. Consiguientemente, Mara es de una manera
especial Hija del Padre, y ello porque no slo tiene la semejanza con el
Padre, sino porque a Mara le fue dado el ser para llevar esta semejanza
a cabo33.
Por consiguiente, la Concepcin Inmaculada de Mara era algo que
convena de parte de Dios Padre, y precisamente por razn de la semejanza
que Mara tuvo con l. En efecto, Dios Padre la asoci a S en la genera-
cin de su Hijo divino. Y, por tanto, deba hacerla, en la medida de lo
posible, semejante a S, santidad por esencia. No hubiera sido conve-
niente que el que haba sido concebido y nacido, desde siempre, en el
seno santsimo del Padre, fuese, llegada la plenitud de los tiempos, con-
cebido y nacido temporalmente en el seno de una madre manchada por
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35. PO IX, Epst. apost. Ineffabilis Deus, en MARN, Documentos Marianos, pp. 185-186.
36. Cfr. A. PIOLANTI, Sicut sponsa ornata monlibus suis. Mara come sponsa Christi in
alcuni teologi del secolo XII, Virgo Inmaculata, 5, pp. 181-193.
37. SANTO TOMS DE AQUINO, Suma Teol., 3, q. 30, a. 1.
38. M. LLAMERA, La maternidad universal de Mara, Maria in Sacra Scriptura, 1, pp. 415-
438; idem, La maternidad espiritual de Mara, Estudios Marianos, 3 (1944), pp. 67-162.
39. Cfr. M. LLAMERA, La Maternidad divina y la Concepcin Inmaculada de Mara, Virgo
Inmaculata, 9, pp. 206-209; y J. IBEZ, F. MENDOZA, Mara, Madre nuestra espiritual,
Mundo Cristiano, Madrid 1994, pp. 12-17.
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Mara de la gracia llena de Cristo. Mara, como ensea santo Toms, estu-
vo unidsima a la Humanidad Santificadora de Jess, que la recibi de
Ella. Por eso, la semejanza de la gracia de Mara con la de Cristo es tal y
tanta, que reproduce los fines y virtualidades de la gracia de Jess y cons-
tituye a Mara en coprincipio y concausa universal, supeditada a Cristo,
de nuestra redencin40. Resumiendo: Mara es Madre de Dios, y por serlo
es llena de gracia, y por ser llena de gracia es Madre de la gracia, de toda
gracia. Y la llena de gracia no particip en la humana desgracia.
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Son razones de conveniencia todas las que hemos aducido, pero no de una
simple conveniencia, sino de una conveniencia tal cuyo contrario es lo
inconveniente. Y, segn la clebre frase de san Anselmo, en Dios, al mni-
mo inconveniente sigue lo imposible44.
45. SCOTUS, In 3 Sent. d. 3, q. 1: Per idem patet ad rationis factas pro prima opinione, quia Maria
maxime indiguisset Christo ut Redemptore; ipsa enim contraxisset originale peccatum ex ratione
propagationis communis nisi fuisset preventa per gratiam Mediatoris: et sicut alii indiguerunt
Christo, ut per eius meritum remitteretur eis peccatum iam contractum, ita Maria magis indiguit
mediatore preveniente peccatum, ne ipsa contraheret. Escoto, aunque distingue ya entre culpa y
dbito, no habla todava claramente sobre la necesidad del dbito personal o prximo, sin
el cual apenas parece posible una verdadera y propia redencin personal.
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46. F. M ARN S OL , La evolucin homognea del dogma catlico, en BAC, Madrid 1952,
p. 374.
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El plano en el que nos vamos a situar para el estudio del contenido doc-
trinal del privilegio de la Inmaculada, nos lo ofrece la misma frmula defi-
nitoria de la Bula. Dice as:
Declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios y,
por consiguiente, que debe ser creda firme y constantemente por todos los
fieles, la doctrina que sostiene que la Santsima Virgen Mara fue preserva-
da inmune de toda mancha de pecado original, en el primer instante de su
concepcin, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en aten-
cin a los mritos de Jesucristo, salvador del gnero humano50.
La Bula, entre otros temas, nos ofrece para desarrollar no slo el sujeto y
el objeto ste en su aspecto negativo y positivo del privilegio, sino tam-
bin la causa y el modo del mismo. Empezamos.
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51. De la concepcin de Mara en las entraas de santa Ana se han dicho muchas cosas. Entre
ellas: que fue concebida por obra del Espritu Santo, como Cristo fue concebido en la suya;
que fue concebido por obra de varn pero sin mediar relacin carnal, o con relacin carnal,
pero sin concupiscencia. Naturalmente los que afirmaban tales cosas estaban fuera de la
norma que rige la transmisin del pecado original. Y de este modo, Mara no lo tendra.
52. Cfr. SANTO TOMS DE AQUINO, Suma Teol., q. 27, a. 2.
53. SANTO TOMS DE AQUINO, De Malo, q. 4, a. 3: Peccatum originale est in carne, id est, in car-
nali semine, virtute, sicut in causa instrumentali.
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57. Cfr. SANTO TOMS DE AQUINO cuando ensea: oportet ponere quod quilibet personaliter
redemptione Christi indiget non solum ratione naturae; en In IV Sent. Dist. 43, q. 1, a. 4 ad 3 m.
58. Cfr. J. A. ALDAMA, Mariologia seu de Matre Redemptoris, en BAC, Madrid 1956, p. 343.
59. Cfr. ALEJANDRO VII, DS 110: Animam B. M. Virginis in sui creatione et in corpus infusione
Spiritus Sancti gratia donatam (frmula positiva) y et a peccato originali praeservatam fuisse
(frmula negativa). No hace falta hacer referencia a la Ineffabilis Deus que venimos
estudiando. Por supuesto que las dos frmulas aparecen claramente en la Liturgia: Tota
pulchra es Maria y et macula originalis non est in te.
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60. Cfr. J. IBEZ, F. MENDOZA, La Madre del Redentor, Edic. Palabra, Madrid 1980, pp. 92-93.
61. M. LLAMERA, El problema del dbito y la redencin preservativa de Mara, Estudios
Marianos, 15 (1955), pp. 172-173, sobre todo.
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69. J. IBEZ, F. MENDOZA, La Madre del Redentor, Edic. Palabra, Madrid 1980, pp. 91-92.
70. SANTO TOMS DE AQUINO, Suma Teol., 3 q. 15, a. 4.
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naturaleza.
No obstante, estos defectos naturales no tuvieron en Mara razn de
penas del pecado original, que no contrajo, sino tan slo de necesidades de la
naturaleza. Y as la muerte y la pasibilidad fueron en Mara una necesidad
natural y no una pena del pecado.
Pero una cosa es morir por aceptacin simplemente voluntaria, no estan-
do sujeto a la muerte; otra muy distinta es estar por naturaleza sujeto a ella,
aunque se acepte voluntariamente; y otra, tambin muy distinta, es tener-
la como castigo del pecado original subjetivamente contrado. Lo primero
se afirma de Cristo, lo segundo de Mara y lo ltimo de todos los dems
hombres71.
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que tener los carismas celestes y carecer del mayor, que es el santificador,
es no tener nada.
A la misma conclusin se llega considerando las palabras de la frmula
dogmtica en atencin a los mritos de Jesucristo, Salvador del gnero
humano. Cristo nos mereci todo bien y toda gracia. Pero Cristo no vino
a establecer un estado de perfeccin natural en el mundo, sino que vino a
capacitar a la humanidad para llegar al Dios sobrenatural. La obra del
Redentor, al hacer desaparecer la culpa, radica en capacitar a los redimidos
para la consecucin de su destino y de su fin que no se alcanza ms que
con la gracia santificante. Cristo, al redimir, sea por liberacin, como en
nosotros, o por preservacin como en la Santsima Virgen, infunde la gracia
que santifica74.
Grado de la gracia inicial de Mara
Sobre la base de la comparacin, hecha por santo Toms75 entre la gra-
cia inicial de la Santsima Virgen y la gracia de los dems seres, se origina
una diversificacin de sentencias dentro de la teologa catlica. A partir de
Surez76, la mayora defender que la gracia inicial de Mara es superior a
la gracia final de cualquier ngel u hombre. La razn de ello es que, si Dios
otorga su gracia a medida de su amor, el que Dios tuvo a Santa Mara, en
el primer instante de su concepcin porque iba a ser su Madre, superaba
con creces el que tuvo jams a ningn santo o ngel. Por otra parte, si la
gracia se corresponde con la dignidad para la que Dios elige, la dignidad
de Madre de Dios y esto desde el primer instante excede a la de cual-
quier santo o ngel.
Ms an, se llega a afirmar que la gracia inicial de la Virgen es superior
a la gracia final de santos y ngeles juntos. La razn estriba en que la gra-
cia inicial de Mara debi ser tal que la dispusiera para ser Madre idnea del
Verbo, lo cual pertenece a un orden o categora distintos, y por ello todas
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77. PO IX, ibidem, en MARN, Documentos Marianos, p. 171; cfr. LEN XIII, Enccl. Magnae Dei
Matris, ASS 25, 141: De thesauro largiatur illius gratiae, qua inde ab initio donata est plena
copia a Deo, digna ut Ejus mater exsisteret; haec scilicet gratie copia, quae in multis est
praeclarissima, longe Ipsa cunctis hominum et angelorum mnibus antecellit, Christo una omnium
proxima; cfr. tambin PO XII, Enccl. Mystici Corporis, AAS, 35 (1943), 347: Veracem erga
Ecclesiam amorem mnibus impetret Deipara Virgo, cujus sanctissima anima fuit magis quam ceterae
una simul a Deo creatae, divino Jesu Christi Spiritu repleta.
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78. Este organismo sobrenatural, segn ensea LEN XIII, consta de la gracia santificante
como de una nueva naturaleza, de las virtudes infusas como de las potencias nuevas de
vida, de los dones del Espritu Santo, con los que el alma, dcil a los impulsos del
Espritu Santo, obedece ms fcil y prontamente; cfr. Encicl. Divinum illud munus, ASS
29, pp. 652-654.
79. SANTO TOMS DE AQUINO, Suma Teol., 3, q. 7, a. 1. Cfr. J. IBEZ, F. MENDOZA, La Madre
del Redentor, Edic. Palabra, Madrid 1980, pp. 69-71.
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80. Hemos hablado en el texto de tres gracias, y con ello no hemos querido afirmar que santa
Mara recibi en el primer instante de su concepcin tres hbitos santificantes distintos.
Tambin pasamos por alto dos cuestiones: en primer lugar, la de si la Santsima Virgen se
santific con tres gracias ontolgicamente distintas, o distintas slo moralmente; y final-
mente, la de si tuvo tres hbitos o uno slo con tres virtualidades.
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81. As lo afirman Po X y Po XII. En primer lugar Po IX: Ms an, muy mucho convena
que, como el Unignito tuvo Padre en el cielo, a quien los serafines ensalzan por Santsimo,
tuviese tambin en tierra Madre que no hubiera jams sufrido mengua en el brillo de su
santidad, en MARN, Documentos Marianos, pp. 85-86. A su vez Po X, en la Enccl. Ad diem
illum, ensea que la inteligencia cristiana no poda acostumbrarse a esta idea: que la carne
de Cristo, santa, sin mancha e inocente, se hubiese engendrado en el seno de Mara de una
carne que hubiera, aunque slo fuese por un rpido instante, contrado alguna mancha. Y,
por qu as, sino porque una oposicin infinita separa a Dios del pecado?, en MARN, op.
cit., p. 375. Y finalmente Po XII escribe en la Fulgens corona que: esta excelsa prerroga-
tiva, declarada y sancionada en el concilio de feso contra la hereja de Nestorio, y mayor
que la cual ninguna parece que pueda existir, exige plenitud de gracia e inmunidad de
cualquier pecado en el alma, puesto que lleva consigo la dignidad y santidad ms grandes
despus de la de Cristo, en MARN, op. cit., pp. 708-709.
82. SANTO TOMS DE AQUINO, Suma Teol., 3, q. 27, aa. 4 y 5.
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Mara poda derivar la gracia de todos ellos. La razn no puede ser otra que
la unin maternal de Mara con Cristo, principio de la gracia que la hace
repercutir en Mara con plenitud y universalidad semejante a la suya.
De hecho, Mara es constituida Madre de los hombres por la plenitud de gracia deri-
vada de la divina Maternidad. Y en virtud de la misma divina Maternidad, la pleni-
tud de gracia de Mara est ordenada a la regeneracin universal de los hombres, ya que
podemos afirmar que la plenitud de gracia exigida por la Maternidad divina, debe estar
informada por el fin soteriolgico de la misma divina Maternidad. La plenitud, pues,
de gracia constituye la fecundidad universal de Mara83.
Las conclusiones a las que llegamos en este apartado son las siguientes: 1- que la
gracia de la filiacin divina, que nos habilita para la gloria, la posee tanto la Santsima
Virgen como nosotros, aunque Ella en grado mayor; 2- que las gracias de la
Maternidad divina y de la Maternidad espiritual fueron exclusivamente de Ella sola; y
3- que estas dos gracias las recibi plena y formalmente cuando el Verbo de Dios se
encarn en las pursimas entraas de Mara.
83. Cfr. M. LLAMERA, La Maternidad espiritual de Mara (Su razn, naturaleza y transcenden-
cia), Estudios Marianos, 3 (1944), pp. 67-162, especialmente pp. 110-114; y tambin
J. IBEZ, F. MENDOZA, Mara, Madre nuestra espiritual, Madrid 1994, pp. 12-17.
84. Heb 10, 4-7.
85. Heb 9, 11 y ss.
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1. Exposicin de la misma
Orden del plan divino. En esencia se podra reducir a lo siguiente: La
91. Sobre toda esta cuestin, cfr. J. A. DE ALDAMA, En torno a la redencin preservativa,
Salmanticensis, 1 (1955), pp. 164-177; J. M. ALONSO, Perspectivas mariolgicas de hoy y
de maana, Ephemerides Mariologicae, 1 (1951), pp. 219-242; idem, De quolibet debito a
B. M. V. prorsus excludendo, Ephemerides Mariologicae, 4 (1954), pp. 219-242; idem, Num
B. Virgo peccati debiti fuerit abnoxia, Ephemerides Mariologicae, 5 (1955), pp. 33-46; idem,
El dbito del pecado original en la Virgen: Reflexiones crticas, Revista Espaola de
Teologa, 15 (1955), pp. 67-96; B. DE SAN PABLO, Impresiones de un independiente sobre
la cuestin del dbito, Ephemerides Mariologicae, 5 (1955), pp. 9-32; CRIS. DE PAMPLONA,
La redencin preservativa de Mara y el requisito esencial de la preservacin, Estudios
Marianos, 15 (1955), pp. 153-167; J. M. DELGADO VARELA, Exencin del dbito segn los
marilogos espaoles de 1600 a 1650, Ephemerides Mariologicae, 1 (1951), pp. 501-526;
E. DEL SAGRADO CORAZN, La Inmaculada en la tradicin teolgica espaola: la sentencia
sobre el debitum peccati: 1595-1600, Ciencia Tomista, 95 (1954), pp. 513-564;
M. LLAMERA, El problema del dbito y la redencin preservativa de Mara, Estudios
Marianos, 15 (1955), pp. 169-223; P. DE ALCNTARA, La redencin preservativa de Mara,
Ephemerides Mariologicae, 4 (1954), pp. 243-267; A. DE VILLALMONTE, La Inmaculada y el
dbito del pecado, Verdad y Vida, 12 (1954), pp. 49-101; N. GARCA GARCS, Debi
tener la Santsima Virgen el pecado original?, Ephemerides Mariologicae, 5 (1955), pp. 95-110.
92. Los dos artculos fundamentales, en los que el P. Alonso dise primero y desarroll ms
tarde su teora, son los dos primeros citados en la nota 91, es decir, Perspectivas mariol-
gicas y De quolibet debito a B. M. V. prorsus excludendo.
93. J. M. ALONSO, Perspectivas mariolgicas de hoy y de maana, op. cit., p. 225.
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posicin concreta del problema, tal como aparece en las fuentes..., exige en
primer lugar... la gloria del Verbo Encarnado; slo que Dios ha querido, al
mismo tiempo, conseguir esa misma gloria por un medio bien extrao y
desconcertante para la inteligencia humana: la permisin del pecado que
nos diera un Verbo Encarnado ms glorioso porque Redentor93.
Con Cristo, Dios quiso y predestin a su divina Madre.
Abandonado este orden hipottico, de pura abstraccin, nos hallamos con
que, lejos de tener que recibir Mara la gracia o de perderla, lo que es lo
mismo a causa de su descendencia natural de Adn, es ste, ms bien,
quien depende de Mara en lo sobrenatural. He aqu, pues, cmo vincula-
mos absolutamente a Mara de Cristo Redentor y la desvinculamos total-
mente del Adn pecador. Ahora se comprende por qu Mara ni siquiera
deba estar sometida al pecado de origen94.
Mara, exenta de pecado y de dbito. En primer lugar, afirma el
autor, que Beatam Mariam Virginem esse inmunem a peccato originali primario et
principaliter significat eam dotatam gratia in primo instanti Inmaculatae
Conceptionis. Unde consideratio de peccato originali in B. M. Virgine non recte
statuitur, si privilegium hoc primario consideratur ut inmunitas a peccato95.
En segundo lugar, Mara no pudo tener dbito en Adn porque Beata
Maria Virgo est prior in intentione divina, id est, in vera ordine reali et
supernaturali, quam Adam ejusque peccatum; unde... sicut gratia B.M. virginis
non a propagatione naturae esset repetenda, sed a divina maternitate, ita divinae
maternitati est adscribendum quod sit extra ordinem peccati constitutam a primo
peccato Adami...96.
La Redencin de Cristo. El autor distingue una triple redencin: la
integral, la formal y la general. La primera, segn l, equivale a la per modum
meriti de santo Toms y que el Anglico denominara redencin objetiva; la
formal es el per modum redemptionis de santo Toms; y la general comprende
los cinco modos clsicos del texto tomista97.
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100. Cfr. M. LLAMERA, El problema del dbito y la redencin preservativa de Mara, Estudios
Marianos, 15 (1955), pp. 186-188.
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A modo de conclusin
1.- La Maternidad divina de Mara fue en Ella la razn por la que no pudo
contraer el pecado original, y que deba contraer por pertenecer a la descenden-
cia de Adn. 2.- En virtud de los mritos redentores de su Hijo, Mara fue pre-
servada de incurrirlo y as, redimida sublimiori modo. 3.- La Maternidad divina,
como se ha visto, excluye el pecado original, pero no el dbito de contraerlo.
Javier IBEZ IBEZ
Sociedad Mariolgica Espaola
ZARAGOZA
101. J. M. ALONSO, Perspectivas mariolgicas de hoy y de maana, op. cit., p. 226.
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