ROCCA PABLO y ANDRADE Un Diálogo Americano Modernismo Brasileño y Vanguardia Uruguaya
ROCCA PABLO y ANDRADE Un Diálogo Americano Modernismo Brasileño y Vanguardia Uruguaya
ROCCA PABLO y ANDRADE Un Diálogo Americano Modernismo Brasileño y Vanguardia Uruguaya
(editores)
UN DILOGO AMERICANO:
MODERNISMO BRASILEO
Y VANGUARDIA URUGUAYA
(1924-1932)
Un dilogo americano:
Modernismo brasileo
y vanguardia uruguaya
(1924-1932)
Investigacin, recopilacin y notas de
Pablo Rocca (plan y direccin general), Nicols Der
Agopin, Nicols Gropp, Gabriel Lyonnet y Claudio
Paolini (Universidad de la Repblica, Montevideo);
Genese Andrade (Universidade de Sao Paulo).
Los cuadernos de Amrica sin nombre estn asociados al Centro de Estudios Ibero-
americanos Mario Benedetti.
Ilustracin: Giselda Zani, sin ttulo, para la portada del libro de poemas de Juan
Carlos Welker, Muchacha del alma verde, Montevideo, 1929.
I.S.B.N.: 84-7908-894-X
Depsito Legal: MU-1744-2006
Nota preliminar 15
9
Alberto Zum Felde, Una notable novela brasilea
[Sobre O Raja do Pendjab, de Coelho Netto] 98
CONTEMPORNEOS 137
11
DILOGOS/ POLMICAS 157
12
FUENTES 217
13
N O T A PRELIMINAR
15
(ya sea en forma individual, ya de manera colectiva), todas
las revistas y publicaciones peridicas uruguayas, as como
un conjunto importante de similares publicaciones argenti-
nas, buscando la trama no muy visible de este excepcional
dilogo americano. De esas bsquedas fueron emergiendo
textos perdidos, reasumiendo su lugar desde la perspectiva
que adoptamos en nuestro enfoque: el entronque de estti-
cas y debates, las confluencias y divergencias, las sintonas y
los anacronismos, los lugares -cntricos y excntricos- de la
recepcin.
A principios de 2004, invit a la doctora Gnese Andrade,
de la Universidade de Sao Paulo, a que se hiciera responsable
de la zona brasilea. De esa manera se poda garantizar la
solidez del trabajo por cuenta de una especialista en la selva
de las revistas brasileas del perodo, tarea que no hubira-
mos podido llevar a cabo desde Montevideo con tal seriedad
y competencia. Una posterior incursin del profesor Mel
Miranda por Montevideo, en octubre de 2004, gener un
estimulante dilogo que contribuy a ajustar mejor los tr-
minos del trabajo. Luego de sucesivas versiones y de arduas
discusiones en el equipo, concluimos la investigacin al pro-
mediar el siguiente ao. Corresponde agradecer, entonces,
la contribucin de estos colegas y amigos, as como destacar
especialmente la competente colaboracin de la Sra. Virginia
Friedman, responsable del Archivo Literario de la Biblioteca
Nacional, y de la Bibliotecloga Susana Martnez, encargada
de la Hemeroteca de la FHCE, UDELAR. El libro en por-
tugus an no fue publicado.
Estaba lejos la publicacin de este volumen en espaol
hasta que la generosidad de nuestros amigos, los profesores
doctores Carmen Alemany Bolufer y Jos Carlos Rovira,
acogen la oferta, permitindonos divulgarlo en su ejemplar
sello americanista. Desafortunadamente, muchos textos que
16
detect en revistas brasileas la doctora Andrade y, algunos
otros, que encontr en el archivo de la Biblioteca Nacional,
no podrn ser publicados aqu por no haberse obtenido la
autorizacin correspondiente. Se trata de notas y reseas
sobre escritores uruguayos redactados por Andrade Muricy,
Manuel Bandeira, Jos Barboza Mello, Carlos Drummond de
Andrade, Gilberto Freyre, Cecilia Meireles, Emilio Moura y
Peregrino Jnior. Parcialmente, en esta versin en castella-
no, el lector ver compensada estas lamentables ausencias en
algunas citas de estos textos en varios de nuestros artculos,
que evalan un perodo mucho ms fecundo en contactos de
lo que habitualmente se postula.
Una aclaracin final: un segmento del prlogo forma
parte del captulo inicial de mi tesis de doctorado, cumplida
en la Universidade de Sao Paulo, an indita, sobre ngel
Rama, Emir Rodrguez Monegal y el Brasil: Dos caras de un
proyecto latinoamericano. Al profesor doctor Jorge Schwar-
tz, quien dirigiera mi tesis y tambin dirigiera la de Genese
Andrade, de quien tanto aprendimos, quisimos dedicar este
esfuerzo colectivo.
Pablo Rocca
Montevideo, 2006
17
PRLOGO
D O S LENGUAS, UN PROYECTO LITERARIO?
Pablo Rocca
(Universidad de la Repblica
Montevideo, Uruguay)
Uno
19
cido, adems, reediciones de piezas inhallables y ediciones
crticas que colocan en el canon latinoamericano textos bas-
tante marginales en 1970 -como la narrativa del ecuatoria-
no Pablo Palacio-, publicados en la Coleccin Archivos de
la UNESCO. Y se ha hecho frecuente el fenmeno de las
exposiciones -nacionales o internacionales-, que con opor-
tuno olfato encuentran en las vanguardias el ms apropiado
espacio interdisciplinario en el que conviven armnicamen-
te literatura, artes plsticas, msica y otras manifestaciones
culturales.3 Ni siquiera el modernismo hispanoamericano,
erigido durante la primera mitad del siglo XX como primer
3
Slo para dar una pequea muestra de estas experiencias cercanas,
vanse los siguientes catlogos: Baur, Sergio. Literatura argentina de van-
guardia, 1920-1940. Madrid, Casa de Amrica, 2001. [Artculos y docu-
mentos]. Bonet, Juan Manuel. El Ultrasmo y las artes plsticas. Valencia,
IVAM/Generalitat Valenciana, 1996. [Catlogo de la Exposicin del Institut
Valencia de Art Moderne, 1996. Contiene ilustraciones y artculos diversos
sobre arte, sociedad y cultura del movimiento referido]. Herkenkoff, Paulo
y Adriano Pedrosa (curadores). XXIV Bienal de Sao Paulo. Ncleo histri-
co: Antropofagia e historias de canibalismos. Nmero histrico: Antropofagia
e historias de canibalismos. Sao Paulo, Bienal de Sao Paulo, 1998. Prez, Car-
los/ Miguel del Valle Incln y otros. Vicente Huidobro y las artes plsticas.
Madrid, Museo Reina Sofa, 2001. [Catlogo de la Exposicin del Museo
Reina Sofa, noviembre 2000-enero 2001. Contiene ilustraciones y artculos
diversos sobre arte y literatura en Huidobro]. Peluffo, Gabriel y otros. Los
aos veinte. El proyecto uruguayo. Montevideo, IMM-Museo Municipal
Juan Manuel Blanes, 1999. [Catlogo de la Exposicin del Museo Blanes,
noviembre 1999-marzo 2000. Contiene ilustraciones y artculos diversos
sobre arte, sociedad y cultura en el perodo]. Peluffo, Gabriel. El graba-
do y la ilustracin. Xilgrafos uruguayos entre 1920 y 1950. Montevideo,
Museo Municipal Juan Manuel Blanes, 2003. [Catlogo de la Exposicin
del Museo Blanes, 2003. Contiene ilustraciones diversas]. Schwartz, Jorge
y otros. Brasil. De la Antropofagia a Brasilia, 1920-1950. Valencia, IVAM/
Generalitat Valenciana, 2001. [Catlogo de la Exposicin del Institut Valen-
cia de Art Moderne, 26 de octubre de 2000-14 de enero de 2001. Contiene
ilustraciones y artculos diversos sobre arte, sociedad, cultura, fotografa y
arquitectura del perodo].
20
modelo autonmico de que fue capaz el subcontinente, logr
la cascada de compilaciones, poticas y manifiestos que se
ocuparon de las vanguardias en estos aos ltimos. La con-
sensual explicacin para este diagnstico es que la cultura
posmoderna dialoga ms con el proyecto de la vanguardia
histrica que con las formas definidamente modernas. Estas
se identificaron, en sus formulaciones ms cabales o repre-
sentativas, con los diversos tonos del realismo, que saliera
fortalecido despus de la gran crisis capitalista de 1929. Has-
ta que el imperio de la globalizacin lo desvaneci.
Podra decirse que en esa etapa que conocemos como
vanguardia histrica, las actitudes individuales y de grupos
heterogneos tienen en comn la exaltacin de la novedad, la
prctica artstica como provocacin y el creador como sujeto
que se apropia de la naturaleza.4 Para Nicos Hadjinicolaou la
vanguardia supone la existencia de una concepcin lineal de
la historia, sobre la que pesa la idea de que el artista funcio-
na como iniciador de un proceso que, a posteriori, ser fcil
visualizar. Como corolario de lo anterior, gobierna su mira-
da un determinismo histrico que plantea la necesidad del
cambio que fatalmente sobrevendr. El sujeto vanguardista
pasa a ser el agente de esa transformacin y, por lo tanto, el
juicio de la obra de arte se basa, ante todo, en el fetiche de
lo nuevo y en que los hacedores y la praxis del arte nuevo
se incorporan como una doble lite generadora del cambio
(Hadjinicolaou, 1982).
Como es sabido, la produccin cultural en Amrica Lati-
na -que se entiende aqu como vasto y heterogneo mbito
4
Retomo observaciones que, en el punto son coincidentes, de teri-
cos a menudo en fuerte desacuerdo: Renato Poggioli (1997), Peter Brger
(1986), Marshall Berman (1982), Matei Calinescu (1985) y Juan Fi (2001,
2002).
21
territorial y cultural-, aade otros desafos, sobre todo cuan-
do se cumple un acercamiento emprico en determinadas
jurisdicciones de su campo. Posterguemos, por un momen-
to, la discusin entre original y copia, que tan fructfe-
ra ha sido en el campo intelectual brasileo de las ltimas
dcadas.5 Antes de recaer en ella en la esfera que ocupa esta
investigacin, como es inevitable, salta a la vista una para-
doja bifronte. Primero, aun a cuenta de los ineludibles ante-
cedentes (Verani, 1986; Osorio, 1988), slo la compilacin
documental de Jorge Schwartz tram las poticas del Cari-
be, Hispanoamrica y Brasil, en permanente vigilancia de la
presencia o la incidencia de las escuelas o los sujetos de la
metrpoli, as como de una amplia discusin intestina sobre
cuestiones estticas y polticas (Schwartz, 2002). Segundo,
pocos abordajes particulares escaparon al cerco de las visio-
nes exclusivamente nacionales.6 La articulacin comparatis-
5
Me refiero a los conocidos y fundamentales aportes de Antonio
Candido, Haroldo de Campos, Silviano Santiago, Roberto Schwarz y de
Renato Ortiz, por nombrar los ms destacados. Con el afianzamiento de la
globalizacin (o, mejor, de la mundializacin) y de las identidades loca-
les, esa reflexin ha crecido en progresin geomtrica. Dos aportes recien-
tes, no necesariamente contiguos, que siguen enriqueciendo el tema: Um
tempo antropfago para um espaco multicultural. Notas sobre antropofagia
e multiculturalismo, Joo Cezar de Castro Rocha, en As Amricas do Sul:
O Brasil no Contexto Latino-Americano. Tbingen, Max Niemeyer Verlag,
2001: 258-269. Apropriaces, deslocamentos, falsificacoes: Literaturas,
Wander Mel Miranda, en Tudo Brasil (Lauro Cavalcanti, organizador).
Sao Paulo, Ita Cultural/ Rio de Janeiro: Paco Imperial, 2004: 99-106.
6
Aunque contamos con algunos valiosos estudios que han indagado
en los mecanismos bsicos de la vanguardia en el rea hispanoamericana.
Como el prlogo de Hugo Achugar a la compilacin Narrativa vanguardis-
ta hispanoamericana, Hugo Verani (ed.). Mxico, Coordinacin de Difusin
Cultural/Direccin de Literatura, UNAM/Ediciones del Equilibrista, 1996.
O el artculo de Katharina Niemeyer Acercamiento a la novela vanguar-
dista hispanoamericana, incluido en las Actas del XII Congreso de la Aso-
22
ta entre el modernismo brasileo hegemnico y la escritura
coetnea y en gran medida homologa del Ro de la Plata,
ha sido afrontada por Rodrguez Monegal (1978), Schwar-
tz (1983), Ral Antelo (1986; 1992), algn que otro artculo
tributario de los anteriores (Rocca, 2003), y el ms cercano
estudio de Patricia Artundo (2004).7 De modo que si se ha
acumulado nutrido saber acerca de las situaciones internas,
todava seguimos bastante pobres en perspectivas que tien-
dan puentes entre un pas y otro y, mucho ms, entre reas
culturales de contornos emparentados ms all de las fronte-
ras estatales, en especial las que, dentro del dominio de una
misma lengua, poseen caractersticas de extrema semejanza.
Y otra cosa: sigue atndose la interpretacin a las figuras
extraordinarias, a los sujetos-eje de un proceso y no tanto a
la dinmica interrelacin de obras, textos y figuras -mayo-
res y menores- en el paisaje de dos lenguas o aun en una
misma rea cultural y lingstica.
Para esquivar la generalizacin y la arborescencia impro-
ductivas, conviene detenerse en el complejo problema que
pone al desnudo este recorte. N o hay, por ejemplo, estudio
alguno que haya encarado con detenimiento las relaciones
entre las vanguardias montevideana y portea, por lo que no
ha sido posible leer en bloque esta relacin de obvia perti-
nencia ante semejantes manifestaciones de la regin andina
o, claro est, de Brasil. Parece que slo parcialmente se apro-
23
vech la leccin que en 1928, y por va completamente sepa-
rada, ofrecieron Mario de Andrade desde Sao Paulo y Jos
Carlos Maritegui desde Lima. El primero, en sus artculos
sobre Literatura modernista argentina, elige transcurrir
por los senderos de la vanguardia portea, analizando obras,
autores y revistas para, con ese examen cuidadoso del campo
literario ajeno, reflexionar sobre las opciones de la misma
tendencia en el espacio propio (en Rodrguez Monegal, 1978;
Antelo, 1986; Schwartz, 2001). En aquella fecha, Marite-
gui despliega en el ltimo de sus 7 ensayos de interpretacin
de la realidad peruana, una lectura de la produccin de su
pas pensando, siempre, en la literatura mexicana y, sobre
todo, de la vanguardia rioplatense. Pero la literatura peruana
le importa como proceso en constante dialctica y no como
entidad cristalizada, ya que la nacin misma es una abstrac-
cin, una alegora,, un mito que no corresponde a una reali-
dad constante y precisa (Maritegui, 1971: 235).
A pesar de los diferentes puntos de partida ideolgica,
bajo esa comn inclinacin latinoamericana, estos jvenes
de los veintes advirtieron que el arte de ahora y de aqu tena
mejores posibilidades de enriquecimiento si se confrontaba
con similares experiencias del arte nuevo y mestizo. Algo de
esto, aunque la cuestin requerira de otros matices, pudo
pensar Jorge Luis Borges cuando se ocup del nativismo
uruguayo antes que de la poesa regional argentina. Eso mis-
mo sucedi en el intercambio brasileo-uruguayo que se
compila en este libro.
Dos
24
mo del mundo nuevo y, en anchos sectores, preocupada por
lo criollo), esta propiedad ha sido atendida casi exclusiva-
mente en el seno de la segunda variante, la nacional-estatal.
As, a menudo se olvida que los lmites nacionales no siem-
pre pueden tomarse como fronteras estrictas, ya sea por la
fuerza centrfuga de sus manifestaciones en algunos centros
urbanos (en Brasil: Sao Paulo, Rio de Janeiro, Belo Horizon-
te), ya por las dificultades mismas para definir los alcances de
las .comunidades imaginadas (Anderson, 1997).
En torno a dos vectores gira una visin crtica como la
que se acaba de exponer: 1) la serie lingstica, 2) la serie
nacional. Los vanguardistas histricos de cualquier parte no
tuvieron inconveniente -como sus predecesores del nove-
cientos y aun del siglo XIX- en sentirse cmodos en la lectu-
ra, la recepcin y hasta la adopcin de las lenguas europeas,
en particular el francs y el ingls,8 por lo que no debera
ser un obstculo mayor confrontar las poticas y las prcti-
cas literarias especficas -ya que nos encerramos en este gran
reducto-, del portugus de Brasil y el castellano de Hispa-
noamrica. Hasta parecera menos conflictiva la relacin que
pudieron o desearon entablar los hispanoamericanos con los
brasileos que la que tuvieron con los espaoles, como lo
sugiere la recepcin entre satisfecha y cruda de la primera
8
Conocido es el caso de Vicente Huidobro quien escribi varios de
sus primeros poemas en francs. Menos publicitada fue la misma actitud
del uruguayo Gervasio Guillot Muoz, quien a diferencia de Huidobro
cumpli toda su carrera literaria en Montevideo. Public un solo libro de
poemas, en francs, y lo hizo en Montevideo: Misaine sur l'estuaire (1926).
Esta situacin que podra parecer anmala, fue recibida como natural por
Andrade Muricy, como se comentar ms adelante. Detrs de Guillot est el
peso o, si se quiere, la tradicin de los clebres uruguayo-franceses: Isido-
re Ducasse, Jules Laforgue y su contemporneo, aunque un poco mayor de
edad, Jules Supervielle.
25
historia de las vanguardias (de Torre, 1925) y, m u c h o ms,
la ardua polmica sobre el Meridiano intelectual de Hispa-
noamrica, prolongada durante la primera mitad de 1927
(Alemany, 1998). 9 Desde luego, con la antigua metrpoli de
ultramar la mala relacin tena vieja data, justamente p o r q u e
entre los hispanoamericanos siempre vibr la opcin auto-
nmica contra la presin de los patrones culturales castella-
nos (Rama, 1983). 1927 fue la gran oportunidad para liquidar
esta querella. Maritegui fue el primero en entender que la
importancia del choque iba ms lejos y afectaba la creacin
de un polo de atraccin cosmopolita en el seno de Amrica:
9
Ligia Chiappini detecta en el Diario de Noticias, de Porto Alegre, el
25 de diciembre de 1927, un artculo sobre el tema de Prudente de Moraes
Netto: Questo do meridiano (Chiappini, 1972: 154).
26
lengua portuguesa, y hasta podra decirse que la literatura en
esa lengua se ley con cierta incomodidad desde Hispano-
amrica, como si fuera menos prestigiosa que el francs, el
ingls o el italiano.
Algo parecido, aunque no tanto, pas en Brasil. Con
todo, la traduccin como poltica de acercamiento no estuvo
ausente. Desconocemos si se han sistematizado las trasla-
ciones de libros hispanoamericanos en Brasil, aunque slo
un vistazo a lo que acontece hoy mismo permite ver que el
acceso y la distribucin de estas mercancas no pudo ser muy
eficaz, sobre todo si se editaron en ciudades o Estados de
magra gravitacin nacional. Las revistas y las pginas litera-
rias de las minoras letradas, con sus reseas de libros y sus
traducciones de textos o sus comentarios sobre otras mani-
festaciones artsticas, vendran a compensar esa carencia y a
comprobar los enormes obstculos de la divulgacin entre
pblicos masivos. Sea como fuere, una reciente investigacin
de Gustavo Sor (2003) pone sobre la mesa un razonable
nmero de traducciones de libros brasileos publicados en
Argentina, que se desparramaron en los pases vecinos y
hasta en la propia Espaa, mercados a los que abasteci la
industria editorial de ese pas hasta principios de los aos
setenta (Rivera, 1997; de Diego, 2006).
Indagar las relaciones culturales en el raro telar de la pro-
duccin literaria del modernismo brasileo y la vanguardia
uruguaya, no puede perder de vista la mutua dependencia
del emporio industrial porteo, en cuanto meridiano,
como lo entenda Maritegui. Tal vez, como se tratar de
justificar en este trabajo, esa hegemona no hiera el orgullo
nacional uruguayo (o de los uruguayos), porque si se elimi-
na esta imagen -de fuerte contenido ideolgico burgus- se
volvera irrelevante. Y, en consecuencia, habra que explo-
rar otro carril.
27
Ledas las notas que se renen en este volumen, y aque-
llas que no pudimos incluir por las razones antes expuestas,
parece claro que los modernistas brasileos percibieron - o
acaso intuyeron- que la defensa de la nacionalidad no era el
fuerte de los uruguayos. Que cuando lo nativo penetraba
en su poesa, se encauzaba con cierta pizca de exotismo y en
una recatada nocin de lo moderno. Tanto, que adelgazaba
a uno y otro trminos. Vase un ejemplo sobre el que vol-
veremos con ms cuidado: La guitarra de los negros (1926),
de Ildefonso Pereda Valds. N o fue un libro cualquiera, sino
que tuvo visibilidad y jerarqua, al punto que integr la trada
de volmenes poticos editados por la revista portea Mar-
tn Fierro y fue el nico que se hizo bajo un sello binacio-
nal (Martn Fierro y La Cruz del Sur). Eso ya era suficiente,
aunque hay razones de mayor calado para que despertara
inters en distintos puntos de Brasil. En Rio, Gilberto Fre-
yre sugiere, con sutileza, que el ttulo del libro es perigoso
[...]: levar a dizer que em Montevidu tambmj se faz Art
Ngre,11 prefigurando una dura crtica de ngel Rama casi
sesenta aos posterior (1993: 138 y 253). En Itabira, Drum-
mond de Andrade escribir uno de los ms finos anlisis para
el nmero de una revista que no alcanzar a publicarse, en el
que sentenciar que Pereda Valds
10
Los otros dos son de los argentinos Oliverio Girondo (Veintepoe-
mas para ser ledos en el tranva), y Nicols Olivari (La musa de la mala
pata) (Artundo, 2004: 71).
11
Resea de La guitarra de los negros, por Esmeraldino Olympo
(seud. de Gilberto Freyre), en Revista do Brasil, Rio de Janeiro, N 6, 30 de
novembro 1926: 45.
28
apenas lo actual ser recordado, pues slo en lo actual reve-
lamos nuestra personalidad. Pereda Valds no es, en rigor,
un moderno; pero es con toda certeza un hombre de su
tiempo (sera largo explicar la diferencia). Y como hombre
de su tiempo escucha el detestable y delicioso jazz-band,
anota su ritmo inconfundible que armoniza los acentos de la
extrema barbarie con los de la quintaesenciada civilizacin,
compone un bello poema sobre Dos negros con dos guita-
rras. Y consigue una cosa difcil: agradar.12
12
Encontramos este artculo en versin traducida al castellano en la
coleccin Ildefonso Pereda Valds (Archivo Literario, Biblioteca Nacional).
No figura, al menos, en Fernando Py (1980). Publicado por Pereda en un
peridico montevideano, en el recorte consta, manuscrito, 1926. Se trata,
como se aclara en la carta indita de Drummond a Pereda Valds que se cita
ms adelante, de un artculo escrito para A Revista, que no alcanz a salir, al
menos en esa publicacin modernista.
29
tos e os seus gingos de sensualidade africana. A brutalidade
do comercio e conseqente pega dos negros. O sofrimento
inaudito das travessias. O trabalho forcado as lavouras. O
chicote trancado dos verdugos. A pena que Ildefonso ten-
ha parado ai. O tema bem que merece maior assuntagao.
Mas, na verdade, tudo o que o poeta assuntou ficou bem
assuntado. Com felicidade de pensamento e tcnica. E basta
isso para que se registe o Cinq Pomes Ngres. E Verde o
faz com a mesma alegra intelectual com que tem recebido
- e naturalmente continuar a receber - a colaboracao de
Ildefonso Pereda Valds.13
13
Resea de Cinq pomes ngres, de Ildefonso Pereda Valds,
Hfenrique] de Rfezende], en Verde, Cataguazes, N 4, dezembro de 1927:
25.
30
representacin de los sujetos sociales tpicos americanos (el
gaucho, el negro, el indio) y de los objetos concebidos como
propiamente nacionales apelando a los nuevos recursos tc-
nicos. Fernn Silva Valds, Pedro Leandro Ipuche, el primer
Juan Cunha, se cuentan entre los ms destacados. D e haberse
ledo mutuamente, la tensin entre nacionalismo y cosmo-
politismo hubiera encontrado atractivas formas de dilogo.
Silviano Santiago ha explicado cmo el sentimiento de infe-
rioridad americano, que puede epitomizarse en el pensa-
miento de Joaquim N a b u c o , encuentra en el eurocentrismo
la nica salida. Y c m o la primera generacin modernista
sortea esa remora pelo apego a ingenuidade universal do
primitivo. Pero esto, a su vez, los lleva al rechazo de la
31
la ou movimiento (de Alcntara Machado, 1928). Un pla-
to ms para el gran banquete antropofgico, donde el indio
serva como icono de ese simultneo acto desintegrador e
integrador. Para los nativistas uruguayos el conflicto estaba
resuelto. Partieron de la plataforma segura de la existencia
del mestizo como una esencia, centrndose en el gaucho, al
que agregaron el indio e incluso el inmigrante que llegaba
masivamente al pas. Todas las sangres contribuan armni-
camente a la formacin de lo que Ipuche no vacil en llamar
la .conciencia uruguaya (Ipuche, 1959). La forma nueva les
serva apenas como rectificacin del rumbo adoptado a lo
largo de un siglo por la poesa gauchesca, y no tanto como
un medio sobre el que era necesario reflexionar sin descanso.
Dicho de otro modo, los prstamos adeudados a la nueva
sensibilidad se saldaban de inmediato con el culto del mito
nacional, capaz de neutralizar el culto a lo moderno. Pero ese
propsito no los condujo a la quiebra del patrn eurocntri-
co, porque vieron lo popular como una fuente a estilizar, es
decir como una materia en bruto, un error que se correga a
travs de la modernizada mimesis del arte popular. Por eso,
en 1927, ante una encuesta de La Cruz del Sur, Silva Valds
poda explicar que
32
sus notas (de Andrade, 1978: 322), pero muy lejos estuvo de
confundir lo nacional con el arte popular. Silviano Santiago
advirti que para Mario el error popular, que construye un
arte pobre, se equilibra con el arte erudito que lo interpreta.
La forma domestica al fondo, y as reduce el finalismo del
mensaje (nacional) puesto que no olvida jams su condicin
de forma. En un artculo sobre Juvenal Galeno, publicado en
Diario Nacional el 15 de marzo de 1931, Mario de Andra-
de expresa sin ambages su posicin frente a las trampas del
escritor culto que trabaja sobre la materia labrada por el
pueblo como si fuera algo inmaculado (Andrade, 1976: 351-
353). De otra manera, Oswald de Andrade -para decirlo con
palabras de Roberto Schwarz- tentn urna interpretacao
triunfalista de nosso atraso, adicionando inocencia brasi-
lea- a tcnica, para obtener como resultado la utopia y,
de ese modo, quebrar la hegemona metropolitana (Schwarz,
1987: 37).
Comparados con estos dos ejemplos decisivos del moder-
nismo frente al problema en cuestin, los nativistas urugua-
yos se quedaron uno o dos pasos atrs. Contestes con su
nacionalismo, fueron ms afines a la tradicin de la cultu-
ra hispnica, al punto que -a diferencia de muchos moder-
nistas- su lengua literaria se fund en la disminucin de la
energa de la oralidad popular y no en su potenciacin como
vena trabajando la gauchesca desde sus orgenes, hacia 1815.
Eliminando la mayor cantidad de marcas orales en sus textos,
creyeron posible la universalizacin de lo local y, en conse-
cuencia, su ingreso en el escalafn contemporneo fuera del
calificativo de pintoresquismo. A esta operacin Ipuche la
denomin, tempranamente, gauchismo csmico, frmula
que repiti embelesado en ms de una oportunidad, como
en un texto brevsimo que entreg para Izquierda. Revis-
ta de la Nueva Generacin (N I, 1927). A travs de ella se
33
cuela la evidencia mayor de su final eurocentrismo y de su
manso sometimiento a la ideologa patriarcalista y burguesa.
Porque, primero, tal potica afirma que slo en lengua estn-
dar es posible hacer gran literatura y, segundo, si piensan
en los sujetos subalternos como mitos, nunca pueden ima-
ginar las miserias y las postergaciones del paisano real, por
lo cual lejos estn de profundizar la protesta social contra
el latifundio y sus protectores. Por eso, para los nativistas,
tanto lo anterior (la gauchesca) como lo coetneo y algo pos-
terior (las modalidades subsidiarias que ejercieron el canto
rebelde) sonaban algo parecido, pero diferente: criollismos
para consumo interno. Se trat, tambin, de otra cuestin
de mercado, que desbord los lmites del verso y salt hacia
la estimacin temprana en la otra orilla, hasta que los mitos
empezaron a repetirse como un disco rayado. De ah que
no puede sorprender que Mario de Andrade, lector atento
de Borges hacia fines de los aos veinte, se haya salteado los
poemas de Silva Valds, sobre quien el argentino dijo en un
artculo reunido en Inquisiciones (1925), al que Mario ley
esmeradamente: Silva Valds, literalizando temas urbanos,
es una inexistencia. Silva Valds, invocando el gauchaje anti-
guo, por el cual han orado tantas oscuras y preclaras vihuelas,
es el primer poeta joven de la conjunta hispanidad (Borges,
1993: 70). De a poco Borges se distanciar de tan elogiosa
opinin. Por lo dems, ningn libro de Silva Valds ni de
Ipuche se halla en la biblioteca hispanoamericana del paulista
(Antelo, 1986).
Quiz por este nacionalismo tenaz y esta ideologa
conservadora tributaria de Europa bajo el disfraz criollo,
Gnese Andrade no encontr un solo texto nativista en las
revistas principales del modernismo. Y, por motivos inver-
samente proporcionales, es seguro que los uruguayos de
esa columna potica fueron del todo indiferentes ante los
34
vecinos del norte, a quienes pudieron percibir como dema-
siado brasileos o demasiado modernos. En sus textos
testimoniales no hay pista de estas lecturas y, menos, de
contactos personales. Alcanza con repasar la Autobiogra-
fa de Silva Valds, en la que se prodiga citando a cuanto
escritor -nacional o extranjero- haya murmurado su nom-
bre. Ningn brasileo entra en esa lista, ni entre los que
le deparan un xito que empieza a sonrer, ni los que se
cuentan entre la crtica aplaude, para decirlo con dos de
los inmodestos subttulos a sus pginas autorreferenciales
(Silva Valds, 1959). Sin precisin alguna y con prosa algo
oscura, Pedro Leandro Ipuche escribe que los poetas que
renovaban el verso hacia 1920: al igual que otros del Bra-
sil, de Chile y del Norte Meridional, venan en el riel fijante
de la medida ardua y laboraban, en estilo matizado, dentro
de una filiacin tangencial con las fuerzas tnicas de donde
procedan (Ipuche, 1959: 124).
Los pocos uruguayos que se ocuparon de la produc-
cin modernista con plena conciencia de sus instrumentos,
no estuvieron vinculados al nativismo, sino a un horizon-
te ms cosmopolita, a veces confuso, pero de todas mane-
ras refractario a los ms severos supuestos nacionalistas.
Estos muy pocos lectores destacaron la asuncin de la nue-
va retrica, a veces por su efecto desestabilizador (Pereda
Valds sobre Wellington Brando), otras como la novedosa
expresin sensual de la naturaleza o de la figura humana
(Pereda Valds sobre Jorge de Lima y Manuel Bandeira) o
de la sensualidad de todas las cosas (Pereda Valds sobre
Cecilia Meireles). Otro tanto, como en el panorama que a
principios de 1928 escribi el gallego-montevideano Jaime
L. Morenza, y que provoc una rpida respuesta de Tas-
so da Silveira en la revista carioca Festa, porque se ley el
modernismo brasileo en un registro que les resultaba anti-
35
ptico, justamente como una expresin literaria saturada de
nacionalismo. 1 4
Tres
14
Por cierto, la perspectiva de Morenza no es tan entusiasta como la
que haba trazado el poeta Nicols Olivari de su visita a Sao Paulo, pero en
algunos puntos no se aleja demasiado de ella (Olivari, 1925). Otra cosa fue
la lectura del grupo de Renovacin, en general creyente en un nacionalismo
de patria chica, por lo menos en el caso de Gonzlez Barb. Su antimoder-
nismo viene por un camino inverso: porque se alia con quienes en Brasil
rechazan lo que entienden la adoracin de los mitos de la modernidad y la
expresin de una poesa deshumanizante y extraa.
36
ella, toda la provincia de Buenos Aires) y el Estado de Rio
Grande do Sul. Segn esa hiptesis infisurable, el sujeto
social tpico y el medio habran estimulado una serie de
respuestas y prcticas culturales que condicionaran trata-
mientos semejantes, aun a pesar de la diversidad de las dos
lenguas. Una primera mirada sobre la produccin espec-
ficamente realista y centrada en la figura del gaucho, antes
de la irrupcin de las vanguardias, induce a creer que los
vnculos entre la regin platense y Rio Grande do Sul son
efectivamente naturales, y ms estrechos que los que se
podran trabajar entre los creadores de Buenos Aires y los
del nordeste. Visto el problema ms de cerca, desde el lado
castelhano, particularmente en Uruguay, cuando hacia el
novecientos se fortifican los discursos nacionalistas que
pugnan por definir lo propio, la frontera con Brasil apa-
rece como una grave amenaza. Para su literatura el otro
no slo ser el gringo (italiano, ruso o judo) que con sus
extraas costumbres y sus lenguas corroen la esencia
nacional, sino tambin el que est del otro lado. El cotejo
de las estrategias lingsticas, compositivas e ideolgicas de
Javier de Viana y de Joo Simes Lopes Neto, dos emble-
mticos narradores gauchescos, mostrar las aproxima-
ciones y las simultneas separaciones y escasos contactos de
estos dos escritores clave del rea. A esta objecin parece
haberse adelantado Rama, proponiendo que la vanguardia
mira hacia el futuro y se saltea la cuestin ms intrnseca-
mente local, habitualmente consecuencia de la mitificacin
del pasado (Rama, 1989,1998).
Ms precisamente, en un artculo precursor, Las dos
vanguardias latinoamericanas, publicado en 1973, Rama
identific un sector del vanguardismo [latinoamericano
que] aspira a recoger [del realismo] su vocacin de adentra-
miento en una comunidad social, con lo cual se religa a las
37
ideologas regionalistas, y otra ala que intensifica su vincu-
lacin con la estructura del vanguardismo europeo [...] lo que
obligadamente pasa por la postulacin de su universalismo
(Rama, 1998: 143-144). El vicario distingo parece resbalar
cuando se lo somete a algunas experiencias concretas. Con
su auxilio no se explica por qu el modernismo paulista,
el mineiro y el carioca se preocuparon por lo hispanoame-
ricano y, con ahnco, por la cultura rioplatense, mientras
que el modernismo de Rio Grande do Sul, tempranamente
estudiado por Ligia Chiappini, descuid los vnculos con su
rea con la que lo ligaran presuntas estrategias regionalistas
naturales. Antes bien, en los veintes los gauchos procura-
ron aproximarse a los polos de desarrollo cultural nuevo de
Brasil, desligndose de sus vecinos hispanoamericanos. En
un alto nmero de publicaciones peridicas del estado sure-
o a fines de esa dcada, Chiappini detecta slo la publica-
cin de algunos poemas en prosa de Juana de Ibarbourou
en el Diario de Noticias (Porto Alegre, 20/VII/1930), un
poema traducido del francs de Jules Supervielle en el mismo
peridico (Atrs do cu apagado, 19/VII/1931), slo una
extensa nota sobre las relaciones entre Brasil y Argentina y
algunas reflexiones ms bien generales sobre la cultura pam-
peana, centradas en la poesa gauchesca (Chiappini, 1972).
Mientras tanto, mana un desvelo continuo por el futurismo
y la adhesin al movimiento de Grac,a Aranha o por las pro-
puestas de Mario de Andrade, con quien afanosamente se
corresponden Augusto Meyer, Erico Verssimo y Manoelito
de Ornellas. Eso slo para mencionar a quienes pocos aos
despus se encargaran de trabajar el problema de la distan-
cia y la cercana con el Brasil meridional, y con la pradera
situada del lado castelhano. Para entonces la hiptesis de
Rama con relacin a este segmento regional cobrara mayor
sentido. Aunque no manej ninguno de los ejemplos ante-
38
riores.15 En otro plano, podra afirmarse que todos buscan
un centro o, mejor, el centro de mayor desarrollo moderno
americano - u n meridiano-: los paulistas, los cariocas y
los mineiros lo hallan en el Ro de la Plata, sobre todo en
Buenos Aires; los gauchos en Sao Paulo y en Rio.
Pensar la vanguardia histrica en Amrica Latina o,
incluso, en Portugal y en Espaa, zonas perifricas de esta
agitacin,16 corri durante aos con el prejuicio o, como
dijo Nelson Osorio, con la arraigada tendencia a caracte-
rizar deductivamente nuestro vanguardismo en funcin de
las escuelas canonizadas de la vanguardia europea. Porque
la persistencia de este criterio lleva a presumir de partida su
condicin de epifenmeno (Osorio, 1988: XXVII/XXVIII).
Podra proponerse que, en las dos ltimas dcadas, la lectura
de la vanguardia - y no slo de ella- ha cado en una especie
de riesgo proporcionalmente inverso: el de un deduccionis-
mo latino americanista, del cual Rama no puede escapar, y
que fuerza encuentros donde su deteccin resulta sinuosa,
15
El ciclo novelstico titulado O tempo e o vento, de Verssimo, pare-
ce ser una reflexin sobre estas cercanas y distancias. Ms explcitamente,
Manoelito de Ornellas, quien residi en Montevideo ejerciendo funciones
diplomticas y tradujo al portugus el Tabar (1888), de Zorrilla de San
Martn, a mediados de la dcada del cincuenta escribi un libro notable
sobre la comunidad cultural de la pradera en la regin: Gauchos e beduinos.
A origen? tnica e a formaco social do Rio Grande do Sul. Porto Alegre,
Martins Livreiro Ed., 1999 (4a ed.). Augusto Meyer, seguramente el mayor
crtico gaucho de la primera mitad del siglo XX, y uno de los representantes
ms destacados del modernismo, aport en la misma lnea algunos ensayos
fundamentales, que reuni en Prosa dos pagos. Rio de Janeiro, Livraria Sao
Jos, 1960.
16
Consltese O movimento futurista em Portugal, Joo Alves das
Neves (prlogo e edico). Lisboa, Dinalivro, 1987 (2a ed. revisada e amplia-
da). Diccionario de las vanguardias en Espaa (1907-1936), Juan Manuel
Bonet. Madrid, Alianza Editorial, 1985. Vanguardistas de camisa azul,
Mechthild Albert. Madrid, Visor Libros, 2003.
39
fortuita o microscpica. Para volver al caso: Rio Grande do
Sul busca arrimarse ms a Sao Paulo que a Montevideo o
Buenos Aires, mientras que Sao Paulo hace lo posible por
acercarse a Buenos Aires, a veces utilizando la ruta urugua-
ya, y no slo montevideana, sino algunas ms excntricas,
como la revista Renovacin, que Nicols Gropp examina en
este volumen. De un lado, el emergente modernismo gaucho
se encuadra mejor en la reflexin sobre lo nacional. Del otro,
el modernismo paulista - y en no menor escala el de Minas
Gerais y el de Rio-, vigilan la experiencia moderna y nacio-
nal rioplatense. Verbigracia, Mario de Andrade estudia con
sorprendente detalle la vanguardia portea, al tiempo que lee
los libros uruguayos, de toda clase y tendencia, que le envan
los autores de este pas gracias a los competentes esfuerzos
del inexperto y olvidado Domingo Cayafa Soca (Antelo,
1986). Otros, como Drummond de Andrade, Manuel Ban-
deira, Alcntara Machado o Tasso da Silveira, ocupndose
de los uruguayos, suelen desembocar en el mismo ocano.
Esto es: aunque moderada y en el conjunto de su obra limi-
tada, la investigacin sobre la literatura nueva de Amrica los
devuelve a la indagacin de lo brasileo.
Como lo demostrara Patricia Artundo, la preocupacin
de Mario de Andrade por entender lo argentino poda acon-
tecer por distintas vias nem sempre bem documentadas. Con
franqueza, Mario explica a Rosario Fusco, en una carta del
24 de enero de 1928, sus ideas sobre la funcin de lo extran-
jero en una revista local y su relevancia para el campo litera-
rio nacional:
40
estrangeiras para mostr-las pros nacionais, em geral escol-
he o que tem j de representativo dessa trra estrangeira. [...]
Minha intencao foi simplesmente internacionalizar a revista
dando assim importancia para ela dentro do Brasil. incon-
testvel que os versos [do poeta argentino Marcos] Fingerit
por exemplo nem sao sublimes nem representativssimos da
Argentina. [...] O importante mostrar que a revista rene
colaboraco estrangeira (Artundo, 2004: 82).
Cuatro
17
La frase pertenece a los historiadores Juan E. Pivel Devoto y Alcira
Ranieri de Pivel Devoto en su clsico Historia de la Repblica Oriental del
Uruguay, 1830-1930. Montevideo, Editorial Medina, 1966 (3a edicin): 495.
Algunas sugerencias y una bibliografa amplia sobre el punto en mi Poesa
y poltica en el siglo XIX (Una cuestin de fronteras), Montevideo, Banda
Oriental, 2003.
41
ras dcadas. El pequeo pas, encerrado entre dos grandes
potencias continentales, se sinti llamado a funcionar como
gozne entre la Europa moderna y la Amrica mestiza, como
pas modelo de democracia, libertad y educacin (Barran/
Nahum, 1978). Nunca mayor fortuna alcanz este ideologe-
ma que en los aos veinte, cuando se ciment este proyec-
to encarnado en el presidente Jos Batlle y Ordez, quien
gobern entre 1903-1907 y entre 1911-1915, pero siempre
control a su partido e impuls una corriente mayoritaria, el
batllismo, especie de social democracia radical avant la lettre
(Claps, 1999). Entonces, con las calurosas consecuencias de
la rpida y eficaz modernizacin, los sectores urbanos del
pas -los mayoritarios- quedaron henchidos de optimismo,
y su alegra contagi hasta a esos habituales escpticos: los
intelectuales. Slo una poca como esta pudo engendrar un
libro, por cierto muy bello y que sorprendi a los modernis-
tas de Sao Paulo y de Rio, titulado La trompeta de las voces
alegres (1925).
Lejos, entonces, de la construccin de un proyecto insu-
lar, los intelectuales uruguayos pensaron que su misin en el
campo cultural americano consista en suturar una herida.
Montevideo fue, as, el punto de inflexin entre lo cosmo-
polita y lo criollo. O, en otros trminos, entre lo europeo
y lo americano. De ah, tal vez, la propensin antolgica o
panormica de muchos textos para las revistas, como el de
Peregrino Jnior difundido en La Pluma:
42
vos. Y la gente moza del Brasil, teniendo al frente a los Sres.
Graca Aranha, Mario de Andrade, Ronald de Carvalho,
Villa-Lobos, Guillermo de Almeida, Oswald de Andrade y
otros veinte, deliber un da, de repente, para implantar la
disciplina entre los irreprochables soldados de los batallo-
nes parnasianos de la Academia brasilea.18
18
El vanguardismo en el Brasil, Peregrino Jnior, en La Pluma, N
9, diciembre de 1928: 139-141.
19
Vase El modernismo en las revistas literarias del Ecuador: 1895-
1930. Ensayo preliminar y bibliografa, Michel H. Handelsman. Cuenca,
Casa de la Cultura/ Ncleo del Azuay, 1981. Y, muy especialmente, La
nocin de vanguardia en el Ecuador. Recepcin-trayectoria-documentos.
1918-1934, Humberto T. Robles (estudio y compilacin). Quito, Casa de la
Cultura Ecuatoriana, 1989.
20
La formacin de la vanguardia literaria en Venezuela (Antecedentes
y documentos), Nelson Osorio T. (recopilacin, prlogo y notas). Caracas,
Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1985.
43
la transformacin del sistema literario nacional, esclerosado,
casi impermeable a la novedad. En cambio, en Buenos Aires,
las publicaciones peridicas culturales de la capital federal, y
aun las de algunas ciudades intestinas -como Variedades, de
La Plata- privilegiaron lo argentino, el mundo central, y
abrieron sus pginas a los uruguayos.
Sobre el perodo que nos ocupa, no se ha estudiado debi-
damente la presencia de los distintos lugares de la Amrica
hispnica en la rica cadena de peridicos con pgina literaria
activa y en las revistas uruguayas del mismo tenor. La revisin
de La Pluma (1927-1931) y La Cruz del Sur (1927-1931), as
como de las columnas literarias de la edicin vespertina de El
Da (1921-1929), en la etapa que la dirigi Alberto Zum Fel-
de, o de los emprendimientos semejantes encabezados por
Juana de Ibarbourou en El Pas (3/IX/1927 al 24/111/1928) y
por Blanca Luz Brum injusticia (mayo 1928-junio 1929),21
arroja como resultado la frecuente publicacin de pginas
de escritores peruanos (Jos Carlos Maritegui, Csar Valle-
jo, Csar Mir Quesada, Magda Portal), mexicanos (Xavier
Villaurrutia, Alfonso Reyes), ecuatorianos (Hugo Mayo, Jos
de la Cuadra), chilenos (Vicente Huidobro, Pablo Neruda),
cubanos (Juan Marinello, Jorge Maach), slo para citar un
puado de ejemplos. Desde luego, los argentinos superaron
en nmero a cualquier intento visible de incorporacin de
otros hispanoamericanos, por la proximidad fsica de Buenos
Aires, por las cercanas culturales y sociales, por su tentacular
gravitacin. Siempre fue - y seguir siendo- un escenario que
necesitaron los artistas uruguayos, hasta para que su propia
21
Al final del volumen se encontrar la lista completa de las revistas
revisadas en el curso de esta investigacin. Por otro lado, se han consultado
las colecciones completas o los ndices de las siguientes revistas argentinas
del perodo: Martn Fierro, Proa (segunda poca), Sntesis, Inicial y Varieda-
des, as como nmeros sueltos de Los Pensadores y Claridad.
44
obra pudiera hacerse visible en el pas de origen. As como
Montevideo haba sido y volver a serlo para los argentinos
en pocas de tirana o de censura -como durante el ciclo del
primer peronismo, 1945-1955- un espacio fundamental para
vivir, publicar y ensear. De ah que, en las hojas menciona-
das, sea habitual la firma de Borges, Oliverio Girondo, Car-
los Mastronardi, Victoria Ocampo, Nicols Olivari o Csar
Tiempo. Aun sin tener una estadstica precisa, podra con-
jeturarse que las publicaciones peridicas uruguayas son las
que, en proporcin, estn ms abiertas en todo el continente
al material latinoamericano de vanguardia. Y esto, que de
ningn modo puede entenderse como una sobrevaloracin
de lo uruguayo y s como la verificacin emprica de un pro-
ceso, sin embargo no logr producir una vanguardia local de
la capacidad removedora del modernismo en Brasil o de los
diferentes grupos argentinos.
Es cierto que, como se dijo, lo mismo ocurri con los uru-
guayos en las revistas de la orilla prxima, presencia invasora
en mucho mayor escala que la de otros pases latinoamerica-
nos que ya ha sido indizada en Martn Fierro (Trenti Roca-
mora, 1997), y que tambin es verificable en la segunda poca
de Proa o en Sntesis. Son muy frecuentes las colaboraciones
- o las notas sobre sus libros- de Silva Valds, Ipuche, Pereda
Valds, Juana de Ibarbourou o Fusco Sansone. Pero, en rigor,
se trata de algo que va mucho ms all de la confraternidad con
los buenos vecinos, porque observados desde Buenos Aires
era muy relativa la pertenencia nacional de algunos uruguayos
de ordinario pasaje por aquella ciudad.22 Aun ms, podramos
22
Es un hecho que, revisados los ndices de las publicaciones peri-
dicas fundamentales de la vanguardia argentina, no son tan frecuentes las
colaboraciones de - o las notas sobre- escritores hispanoamericanos de otros
pases. En todo caso, los uruguayos son mayora absoluta.
45
apuntar algo que sonar como una insolencia: la formacin
de grupitos perifricos en ciudades del interior uruguayo, sin
la menor trascendencia en Montevideo -ciudad demasiado
austral, demasiado alerta a lo que pasa del otro lado del ro
de la Plata y del ocano-, deja en evidencia la comodidad
en Buenos Aires de los montevideanos y de los litoraleos
(sobre todo los de la ciudad de Salto),23 donde el circuito
emisor-receptor funcionaba mejor desde el novecientos que
la comunicacin entre Montevideo y muchas localidades del
centro y el norte del pas.
Estado nacional menos ensimismado, ms que una vere-
da de enfrente -para utilizar la metfora borgiana que
explor con brillantez Ral Antelo (1992)-, el Uruguay de
los veintes se vuelve territorio de pasaje, bisagra entre la van-
guardia portea y las ciudades brasileas hegemnicas del
modernismo: Sao Paulo, Rio de Janeiro, Belo Horizonte y
la singularsima experiencia de la pequea localidad mineira
de Cataguases. N o se est proponiendo aqu una trivialidad
tal como que la identidad de Uruguay siempre fue un borrn
o una mancha que se lava con el tiempo, ni que su pasado o
sus tradiciones pueden someterse a un gaucho, dos gauchos,
treinta y tres gauchos, o sus imgenes al cromo de ciertas
calles con luz de patio.2* Despus de tantos accidentes y
23
Un ejemplo. En la antologa de Vignale y Tiempo, conocida al deta-
lle por Mario de Andrade (Antelo, 1986; Artundo, 2004), figura el uruguayo
Enrique Amorim, nacido en Salto, Uruguay, en 1900, donde muri en 1960.
La noticia biogrfica nada dice de la nacionalidad de Amorim quien, por
otro lado, pasaba la mayor parte de su tiempo en Buenos Aires. El nico
dato biogrfico concreto que figura en la mencionada antologa, indica que
naci el 25 de julio, sin decir dnde (Vignale, Tiempo, 1927: 91).
24
La primera frase pertenece a El pozo, de Juan Carlos Onetti (1939),
la segunda, al poema Montevideo, de Borges, publicado originalmente
en Martn Fierro, 2a poca, Buenos Aires, Nos. 8-9, agosto-setiembre 6 de
1924.
46
tropiezos en el siglo XIX, hubo un auspicioso laboratorio
poltico y social llamado Uruguay que, y esa es otra historia,
empez a derrumbarse dramticamente a fines de la dcada
del cincuenta. En Montevideo, ciudad-puerto y capital que
ya en el siglo XX devor la mayor cantidad de la renta y la
vida de todo un pas -prioritariamente ganadero y despobla-
do-, 25 hubo publicaciones peridicas, conferencias, editoria-
les de lites, lecturas pblicas. Hubo agitacin de tormenta
veraniega, no de cicln.
Aunque en dilogo directo con Buenos Aires, la vanguar-
dia uruguaya es de las ms desatendidas por la activa crtica
latinoamericana contempornea. Un poco porque la crtica
nacional apenas se dedic a ella, otro tanto porque -sin la
acumulacin necesaria de estudios positivos- sus caracters-
ticas no se encuadran, tout court, en las prerrogativas gene-
rales del proceso. Vanguardia sin dureza, la llam Carlos
Martnez Moreno (1969), y el juicio merece ser reiterado y
ajustado al mismo tiempo. Alejada de la radicalidad verbal de
los estridentistas mexicanos o de los euforistas puertorrique-
os, no obstante, algunos escritores -como Alfredo Mario
Ferreiro, como, en cierto modo, Pereda Valds y Juvenal
Ortiz Saralegui-26 encontraron un espacio propio dentro
25
Sobre las dificultades de hacer arte nuevo en una pequea ciudad
del interior, Mel -situada a 400 kilmetros de Montevideo- vase la carta
de Jos Pedro Heguy Velazco citada y comentada en Rocca, 2004.
26
Una de las pocas cartas de Mario de Andrade a un uruguayo en
los aos veinte, que se encuentran en acervos pblicos, es la que le remi-
ti a Juvenal Ortiz Saralegui, el 2 de junio de 1928, a pocos meses de la
publicacin de su libro de poemas Palacio Salvo. Ortiz Saralegui public
un fragmento de esta carta, acribillada de erratas y como si fuera una crtica
redactada expresamente a propsito del libro, en la revista que codiriga
con Juan Carlos Welker: Vanguardia. Revista de Avance, Montevideo, N
1, setiembre de 1928: 16. Vase el texto completo en Palacio Salvo y otros
poemas (Poesa, crtica, correspondencia). Edicin de Pablo Rocca y Clau-
47
de un cuadro creativo moderado en buena medida por los
blsamos que el democratismo radical batllista pautaba en
aquella sociedad feliz (Achugar, 1987). La fugaz presencia de
F.T. Marinetti en Montevideo, en el invierno de 1926, signifi-
c para la prosperidad de esta vanguardia oriental17 un cam-
bio de rumbo que no puede dejar de advertirse, aunque no
tuviera la repercusin y los alcances polmicos que adquiri
en Argentina o en Brasil. Falt en Uruguay el compenetra-
do defensor del futurismo, como en Brasil lo fueron Graca
Aranha o Menotti del Picchia (1983); se careci de una dis-
cusin tan temprana como en Argentina que, ms tarde, hace
impacto en la pintura de Emilio Pettoruti (Schwartz, 1983;
Fabris, 1994; Artundo, 1999; Satta, 1997; Castro Rocha,
2000-2002; Rocca, 2003).
Se ha estudiado la incidencia que en el modernismo pau-
lista y en el carioca produjo el encuentro temprano con Blai-
se Cendrars -mayor a la del avejentado Marinetti-, notable
vocero de la vanguardia central con el que tuvieron la posi-
bilidad de formarse, y de reformarlo (Amaral, 1997). Los
rioplatenses no estuvieron hurfanos de orientadores extran-
jeros, como lo prueba la celebrada visita de Ramn Gmez
de la Serna (Gropp, 2002). Antes, otros pretensos sacerdotes,
como Isaac del Vando Villar, el propagandista sevillano del
ultrasmo, visit Buenos Aires y Montevideo en 1922, y a
esta ltima ciudad probablemente volvi al ao siguiente.
48
Pero ni su prdica ortodoxa ni su obra potica,28 sedujeron a
muchos. Incluso para ese entonces tena las relaciones mal-
trechas con Pereda Valds, su interlocutor ms fuerte (Roc-
ca, 2002).
En cambio, casi no se ha estudiado el hecho quiz ms
significativo de la prolongada estada de Go Mergault. Poe-
ta surrealista francs del ncleo fundador, su aventura rio-
platense servir para apreciar otro costado del moderatismo
uruguayo: su naturaleza pequeo burguesa. Mergault, la
perfeccin de la infamia, como dice Guillot Muoz que lo
llamaba Borges, sali de Pars en 1925, en el momento ms
estrepitoso de la batalla surrealista (Guillot, 1951: 33). Lle-
g a Buenos Aires, por razones que ignoramos, donde fue
rodeado por los jvenes vanguardistas como si hubiera ate-
rrizado un enviado del cielo. Lo ampararon, le ofrecieron las
pginas de sus revistas, pero hasta donde pudimos indagar
apenas en Martn Fierro aparecieron dos poemas en su len-
gua. Hartos de mantenerlo sin muchos resultados producti-
vos, cansados de su desaseo, de su alcoholismo y de su nimo
pendenciero, se libraron de l (Rivera, 1994). Entonces se
traslad a Montevideo. All lleg una maana en el invier-
no de 1927, cuando lo fueron a recibir al puerto un grupo
de amigos, redactores y colaboradores de La Cruz del Sur
(Guillot Muoz, 1951: 36). La historia volvi a repetirse: le
adelantaron dinero a cuenta de textos para la revista, donde
28
Se trata de los poemas que fue publicando en las revistas ultrastas
Grecia y Ultra, entre otras, a los que junt en su nico y pequeo libro:
La sombrilla japonesa, Madrid, Ediciones Tableros, 1924. Un ejemplar, que
consultamos, se conserva en la Biblioteca Nacional de Montevideo. Debo
precisas informaciones sobre el pasaje por Buenos Aires de Isaac del Vando
Villar al investigador Carlos Garca, argentino radicado desde hace dcadas
en Alemania.
49
apenas sali un par de pequeos poemas,29 por los contac-
tos de Guillot con la embajada francesa, le consiguieron un
estipendio bastante alto a cambio de un ciclo de conferencias
que interrumpi en su segunda sesin, con actitudes intem-
pestivas que horrorizaron al pblico y... a los vanguardistas.
La bohemia desenfrenada y los malos modales no estaban
hechos a la medida de los vanguardistas montevideanos -en
su mayora hombres-, 30 quienes preferan vestir discretos
trajes oscuros, rigurosas corbatas y, si acaso, algn sombrero
un poco disonante con las convenciones de la moda. Algunas
fotografas conservadas en los archivos los muestran un poco
ms desafiantes, como la de una comida al aire libre en el que
varios estn en pijama, imagen que, por cierto, no se publi-
c.31 Otras veces gastaron algunas cordiales humoradas sobre
sus colegas del oficio -como las de la revista Cartel, dirigida
29
Guillot Muoz no lo consigna, pero tambin hay una larga compo-
sicin de Mergault, en homenaje a Lautramont y en espaol, en la revista
Izquierda, dirigida por Juan M. Filartigas, en la misma en que traduce un
poema de Pierre Reverdy.
30
Slo podra pensarse en una Juana de Ibarbourou vanguardista en
algunos poemas de La rosa de los vientos (1930). Por lo dems, y al margen
de sus osadas formales y de la reivindicacin de la sensualidad femenina, la
poeta siempre cultiv la imagen de esposa y madre, de joven correcta y
grata a sus mayores. Otras escritoras, como Giselda Zani o Edgarda Cade-
nazzi parecen ms arrojadas, en particular esta ltima, de la que en verdad
slo conocemos algunos poemas muy modernos en las revistas Vanguar-
dia e Izquierda (1928), y algunas cartas a Juvenal Ortiz Saralegui contra
Francisco Alberto Schincha (El Duendecillo FAS), crtico tradicional y
antivanguardista del diario El Da (Vese en Palacio Salvo y otros poemas,
Juvenal Ortiz Saralegui, op. cit.).
31
Esta fotografa se conserva en la Coleccin Alfredo Mario Ferreiro
(PRODLUL, FHCE, UDELAR). Al dorso, firman los participantes del
acto, entre otros, adems de Ferreiro y Emilio Oribe -de riguroso traje
y corbata negros-, Adolfo Montiel Ballesteros, Jules Supervielle y Alberto
Lasplaces.
50
por Ferreiro y el gallego-uruguayo Julio Sigenza-, pero en
general fueron renuentes a la exposicin pblica. Los actos
ms escandalosos se hicieron en los lmites de la tertulia y
el caf. Y hasta con proteccin semioficial.32
Como fuere, la adiccin a la novedad no fue ajena a los
artistas uruguayos de los veintes, aunque esa premisa no
logr quebrar los patrones dominantes. Los uruguayos no
llegaron a conformar grupos homogneos ni se unieron tras
ningn manifiesto peleador, por ms que la revista Los Nue-
vos, en su ltimo nmero, emiti uno bastante provocati-
vo y mimtico con la corriente general de esa prctica (en
Rocca, 2002). Claro que hubo grupos, pero no se atiz la
poltica del enfrentamiento sino la de la buena relacin,33 y
algunos escarceos verbales -como los de Ferreiro o los de
Pereda Valds- se quedaron en eso, trabajando, en todo caso,
la lenta maceracin de una potica personal, que dar frutos
no del todo digeridos por los contemporneos. Una guerra
de guerrillas contra lo establecido los dispers, mirando con
respeto y hasta con admiracin la poesa de Julio Herrera y
Reissig (1875-1910), audaz inventor de metforas e imgenes
inslitas. Acometieron el activismo y el antagonismo, fac-
tores que Poggioli considera representativos de la platafor-
ma ideolgica de la vanguardia y de su programa de accin
32
Una carta de Ortiz Saralegui a su entonces novia - y luego espo-
sa- Mara Teresa Zerpa, que conocemos por la mano siempre generosa de
Silvia Ortiz Zerpa, anuncia la aparicin de la revista Mural de Ideas, de la
que no tengo noticia de que conserve ningn ejemplar: Recibiste Mural de
Ideas? Envi en un sobre uno para tiy otro para Jesualdo: dselo. La ciudad
qued toda empapelada: lo mismo los clubs batllistas, centros culturales, etc.
La carta est fechada en Montevideo, el 24 de octubre de 1930.
33
Para tomar a las dos revistas ms activas y reconocidas: los miem-
bros de La Cruz del Sur se alinearon en una posicin ms renovadora, y los
de La Pluma en un cruce ms firme de las vanguardias poltica y esttica.
51
disolvente y primariamente constructivo, pero esta lucha
fue tan atemperada que les impidi llegar a la cima, a la fase
superior del nihilista y el agonista, cuando los triunfos
de los dos pasos iniciales logran la sustitucin de los valo-
res establecidos y la continuidad de los nuevos (Poggioli,
1997: 25 y ss). A Poggioli corresponde la afirmacin de que
la vanguardia florece en etapas de crisis poltica. No Jitrik
arguye que eso no tiene validez planetaria, y saca a relucir
la emergencia estruendosa del ultrasmo argentino, fruto
de la bonanza (Jitrik, 1998: 68). Visto de este modo puede
resolverse la cuestin de la vanguardia sin dureza, por-
que si se transporta el argumento de Jitrik hacia Montevideo
consigue otra prueba ms general, ya que en esta ciudad la
ecuacin bonanza y vanguardia no se cie a una escuela,
cuya duracin fue limitada -aunque algunas consecuencias
de su preceptiva tuvieran una duracin ms larga-, sino que
se extiende a la suma de la aventura creativa individual de un
amplio conjunto.
Hay algo ms. Los escritores uruguayos tampoco
estuvieron ajenos al problema de la busca de nuestra
expresin, para decirlo con palabras de Henrquez Ure-
a. Como se dijo, los nativistas intentaron dar vida a la
literatura de cepa criolla con las herramientas de la poesa
nueva. Otros, como Fusco Sansone, en parte Pereda Val-
ds, Ferreiro, Ortiz Saralegui, Enrique Ricardo Garet, se
encontraron ms cmodos en la zona ms moderna, en el
canto a la ciudad. Pero baste consignar que tambin este
dualismo puede relativizarse. Ferreiro, el ms osado de los
vanguardistas uruguayos, junt en sus dos libros, tanto en
El hombre que se comi un autobs (Poemas con olor a naf-
ta) (1927), como en Se ruega no dar la mano (1930), las dos
tendencias dominantes de la vanguardia latinoamericana:
el maqumismo o el culto a la modernidad tecnolgica -la
52
modernolatra de la que habla Marshall Berman (1986)-,
asociado al paisaje urbano de Montevideo, y el criollismo
o la recuperacin de lo propio. Con el empleo de la ima-
gen disruptiva, con el rechazo de la rima -dos banderas
ultrastas- y el acostumbrado ejercicio del humor, rehuye
la estereotipada marina y la tradicin como efecto espe-
cular de lo campesino. Pero Ferreiro no fue ledo o no fue
comprendido por los modernistas brasileos. Su primer
libro repugn a un inmoderado cronista de Semana Ilus-
trada, de Belo Horizonte, quien firm con el seudnimo
Rubens, en 1928, lo que por cierto muestra una circulacin
bastante ms fluida de lo que suele creerse de estos pre-
carios bienes, los libros de poesa. Sin tanta animosidad,
en Festa Andrade Muricy le reproch muits simas infan-
tilidades excessivamente engenhosas y un marinettismo
ultra ortodoxo, aunque ciertos poemas le agradaron y
hasta vio en ellos sinceridad emocional:
34
Resea de El hombre que se comi un autobs, Andrade Muricy, en
Festa, Rio de Janeiro, N 9, 15 de junho de 1928: 23-24.
53
Eso, a pesar de haberse comunicado por carta con Ferrei-
ro. 35
Cinco
35
En el Arquivo Mario de Andrade, IEB/ USP, hay una carta y una
tarjeta de Ferreiro al escritor paulista que, gracias a la generosa autorizacin
de la profesora Tele Porto Ancona Lpez pudimos consultar. En la primera,
fechada en Montevideo el 26 de febrero de 1928, indica que a cambio de El
hombre que se comi un autobs: tuvo la gentileza de obsequiarme con sus
tres admirables libros: Paulicia Desvairada, Losango Caqui y -ltimamen-
te- Clan do Jabot. En la tarjeta, de noviembre de 1928, anuncia la publica-
cin de un artculo sobre su interesantsima Macunama para La Cruz del
Sur. Este artculo nunca se public, por lo menos en la mencionada revista.
En el archivo de Ferreiro custodiado por el PRODLUL (FHCE, Univer-
sidad de la Repblica), no hemos podido ubicar correspondencia alguna de
Mario de Andrade ni de ningn otro escritor brasileo.
54
En cambio, en estas idas y venidas, ha quedado un poco
rezagado Ildefonso Pereda Valds, un escritor que tuvo su
mejor momento en la segunda mitad de la dcada del vein-
te, y que cultiv con esmero la amistad de casi todos. En
esta poca, no slo public decenas de artculos en diarios
y revistas uruguayas -manteniendo una colaboracin asidua
con las pginas culturales de El Imparcial y El Sol que, hasta
ahora, nadie ha investigado-, sino que sus textos se multipli-
caron en cuanta revista anduviera por Amrica, en general
de jvenes.
Entre 1920 y 1925 Pereda Valds haba sentido una irre-
sistible atraccin por la vanguardia metropolitana, elogian-
do las nuevas tendencias de que tena noticia en Europa y, a
menudo, rectificando sus juicios por causa de otros descubri-
mientos que desarmaban sus certezas de ayer o por algunos
deslumbramientos, que lo convencan sin mucho trabajo. Eso
ocurri, para poner un ejemplo, con su opinin sobre Hui-
dobro, a quien puso por las nubes en 1921 para, cuatro aos
despus, plegarse a la posicin adversativa de Guillermo de
Torre, llegando a calificar de plagiario al poeta creacionista
(Pereda Valds, 1921, 1925). En otra oportunidad examina-
mos su vnculo placentario con la vanguardia metropolita-
na y sus prematuras y contradictorias decepciones (Rocca,
2002). Ahora nos interesa resaltar su lugar en relacin a
los ansiosos vnculos argentinos y brasileos, ante los que
reprodujo la misma conducta: entre la absorcin de modelos
y sus cuestionamientos. Esto nos permitir avanzar hacia la
verificacin de la legitimidad de una hiptesis -Montevideo
como territorio de pasaje o como bisagra-, que entendemos
decisiva en el dilogo de las vanguardias de la regin.
Un poema que incluy en La guitarra de los negros,
Canto de Federico y Nicols, se cierra con estos elocuen-
tes versos:
55
Montevideo es pequeo
para nuestra ansiedad.
Slo en el puerto se puede respirar!
No oyen las sirenas de los barcos
que nos llaman?
Montevideo es pequeo
para nuestra ansiedad (Pereda Valds, 1926: 22)
36
Alcanc a conocer a Pereda Valds en un homenaje que se le tribut
en la Biblioteca Nacional de Montevideo en el invierno de 1991, y en el
que particip con una ponencia sobre su etapa ultrasta (Una hermandad
potica rioplatense). Tena, entonces, 92 aos. Su salud y su memoria no
estaban en las mejores condiciones. En cambio, pude recoger el testimonio
de su amigo, el tambin poeta Fernando Pereda (Paysand, 1899-Montevi-
deo, 1994), quien lo recordaba con las caractersticas personales indicadas.
Otros ms jvenes, como Emir Rodrguez Monegal, quien fuera su alumno
en Educacin Secundaria, lo recuerdan distrado y suave (Rodrguez Mone-
gal, 1994); en nuestras frecuentes conversaciones, el poeta Enrique Fierro
(Montevideo, 1942), tambin alumno suyo en el ao 1956, siempre lo evoca
como una persona muy afectuosa y delicada. La misma impresin, como se
ver, le lleg a Mario de Andrade.
56
Giraldes, Macedonio Fernndez, Eduardo Mallea, Carlos
Mastronardi, Borges (Pereda Valds, 1967) y, muy especial-
mente, con el pintor X u l Solar. Al borde los setenta aos
de edad, cuando muere su amigo Xul, 37 evocar esa poca,
mientras cuenta una cercana visita a Borges:
37
Una nutrida correspondencia de Pereda a Xul Solar, que conozco
en excelentes copias, por el generoso envo de Patricia Artundo, confirma
esa amistad cabal. No pudimos ubicar las respuestas de Xul en archivos
uruguayos.
57
Haba colaborado en Martn Fierro con artculos y p o e -
mas entre el N 32, del 4 de agosto de 1926 y la penltima
entrega, el 43, del 15 de julio - 15 de agosto de 1927. D e
los muchos polemistas del N 42 contra el artculo Madrid,
meridiano intelectual de Hispanoamrica, de su antiguo
aliado Guillermo de Torre (Pereda Valds, 1925), es el nico
uruguayo, y el nico que tal vez p o r su condicin de tal o
p o r su afn de ser integrado a u n mercado mayor - o p o r
pensarlo lealmente-, afirma que el verdadero meridiano inte-
lectual pasa p o r Buenos Aires. Y como hombre de la casa,
en la revista los amigos porteos le achacan uno de los cle-
bres y usuales epitafios. Soto y Calvo, quien ridiculiza a los
nuevos en su antologa torpemente pardica del ndice de
la nueva poesa americana (1926), en la que figuran varios
poemas de Pereda Valds, le dedica una larga y desentonada
composicin que jerarquiza, se dira que p o r el absurdo, su
lugar en el campo literario p o r t e o (Soto y Calvo, 1927: 197-
198).
Siguiendo la prctica de los intelectuales de los rincones
ms aislados y, p o r lo tanto, ms deseosos de alcanzar reper-
cusin planetaria, Pereda Valds siempre fue un corresponsal
incansable. Su activa tarea c o m o divulgador de la vanguardia
y de lo que fuera que estuviera a su alcance o en el crculo de
sus predilecciones, se tradujo en una nutrida corresponden-
cia con escritores nuevos de Espaa y de casi todos los pases
latinoamericanos, aun en u n archivo que puede sospecharse
m u c h o m a y o r de lo que se conserva. Pero de esa enorme
falange, en la ancianidad su memoria reserv para los brasi-
leos un espacio predilecto. En primera persona del plural
record:
58
vinculados con el movimiento modernista de Brasil, espe-
cialmente con Manuel Bandeira, Ribeiro Couto, Murilho
[sic] Araujo, todos muy amigos mos... (Mrica, 1981).
38
Aparte del mencionado Bandeira, del que se conservan cinco pie-
zas, los otros corresponsales son Ronald de Carvalho, Teixeira de Pascoaes,
Monteiro Lobato, Drummond de Andrade, Ribeiro Couto, Oswald de
Andrade, Peregrino Jnior, Mario de Andrade y Jorge de Lima. Una foto-
grafa del prematuramente desaparecido Ascanio Lopes, que obra en mi
poder por obsequio del editor Alberto Oreggioni (1939-2001), contiene
la siguiente dedicatoria manuscrita escrita sobre la imagen: Para Ildefon-
so Pereda Valds e os poetas camaradas de los pampas, com a amizade e a
admiracao de Ascanio Lopes. De paso ntese que Lopes pensaba en los
uruguayos en trminos de su regin (-lospampas), prisionero de una pers-
pectiva regionalizada ms que regionalista.
Optamos por no reproducir cartas en este volumen, puesto que esa eta-
pa de investigacin en numerosos archivos pblicos y privados de Brasil y
de Uruguay slo ha arrojado, hasta ahora, resultados parciales. Slo inclui-
mos la carta de Pereda Valds a Jorge de Lima porque haba sido divulgada
ya en la revista Teresa, y porque funciona casi ntegramente como crtica de
los poemas de este.
59
Ildefonso Pereda Valds passou quinze dias entre nos.
Subiu no Corcovado, almocou na Urca, deu a volta na
Tijuca, visitou o Museu Nacional, conheceu o Ovalle... Em
suma viu o essencial, e partiu deixando-nos a impressao de
um fino poeta e de um excelente amigo.
Um excelente amigo, que alias eu j tinha adivinhado
pela correspondencia com que me distingue desde o apa-
recimento da Casa iluminada?'' Um amigo do doce feitio
moral do Bustamante y Ballivin - igual, discreto, dando a
conhecer o seu afeto aos poucos, sem alarde, sem derrama-
mentos intercambistas, gostando de descobrir por si pr-
prio o que temos de amvel em nossa historia, em nossa
literatura e em nossos costumes. Em verdade um excelente
amigo, que espero nos volte a visitar muitas vezes.
Quando Pereda Valds me preveniu por carta que faria
aqui {ac) algumas conferencias, nao deixei de ter os meus
receios, to ressabiado ando da especie conferencista. Nin-
gum menos conferencista do que Ildefonso Pereda Valds.
Falou no pequeo salao do estudio Nicols. Era ainda gran-
de para sua modestia de homem sem voz, sem dicco e sem
gestos. O que disse poderia e deveria te-lo feito para alguns
amigos em casa de algum de nos, porque Pereda Valds
um desses espritos que pedem, como a msica de camera, o
pequeo ambiente rico de afetuosas afinidades.40
39
Se refiere al pequeo volumen de poesa de Pereda Valds La casa
iluminada (Montevideo, Los Nuevos, 1920).
40
En Diario Nacional, Sao Paulo, Io agosto de 1931: 3. Incluye este
acpite: Aps pequeo interregno em que se manteve afastado destas colu-
nas, Manuel Bandeira reinicia hoje sua colaboracao nesta folha, que conta
poder apresentar todos os sbados um artigo do autor de Libertinagem.
60
Valds que veto aqui quando eu estava ainda na chacra, o
Gui tambm me falou que ele um sujeito muito simptico
(de Moraes, 2001: 512-514), con lo cual se verifica que el tra-
to personal entre ellos, al menos hasta esa fecha, no existi.41
N o conocemos otro ejemplo rioplatense en el que los
contactos con Brasil hayan sido tan numerosos, fluidos, de
tan homogneo valor y de consecuencias tan dilatadas en el
tiempo y feraces en la produccin de una obra, propia y en
dilogo.42 Y aunque no lo sepamos con exactitud, del estudio
de lo que queda de su archivo se desprende que mucho, y en
muchas ocasiones, anduvo por Brasil a partir de la dcada
del veinte. Al menos, en Sao Paulo, Rio de Janeiro y Belo
Horizonte. Esto explica la cantidad de textos uruguayos
en las revistas de estas ciudades o de otras prximas, como
Cataguases, en especial los de Pereda Valds y de sus amigos
ms cercanos, como Fusco Sansone.43 Slo as se entiende
el verdadero acontecimiento que fue para los modernistas
cariocas su larga visita a Rio en 1932, de lo que este volumen
da surtida cuenta: conferencias, tertulias y reuniones, de los
que se hizo eco la prensa grande.
41
Sin embargo, hasta esa fecha, el Archivo de Mario de Andrade guar-
da dos cartas de Pereda Valds, una del 16 de febrero de 1928, en la que
comenta Clan do Jabot, que le haba enviado el paulista, y otra de agosto
1931, en la que se lamenta por no haberlo visto y lo consulta sobre una posi-
ble gran gira por Sao Paulo y otros lugares de Brasil. Desde entonces los
envos de cartas se hacen regulares hasta el 30 de agosto de 1940.
42
Mario de Andrade, por ejemplo, le pide en su carta del 33 mate-
rial sobre msica popular rioplatense para los estudios que llevaba a cabo
entonces. Lus da Cmara Cascudo mantendr, poco despus, una fluida
correspondencia sobre temas antropolgicos.
43
Vase la lista de publicaciones de textos uruguayos, determinada
por Gnese Andrade con nuestra colaboracin en relacin al archivo de
Pereda Valds, al final de este volumen.
61
Pero los contactos, o la voluntad de contactarse vena de
muy atrs. En su archivo hay un cuaderno escolar que ms
que como agenda funcion como una lista de personalidades
de la cultura, de publicaciones peridicas y de editoriales a
tener en cuenta para remitir sus colaboraciones y sus libros.
Por algunas referencias concretas podemos datarlo como
anterior a 1924,44 aunque pudo haber iniciado ese registro
bastante tiempo atrs. Se trata de un documento excepcional.
El joven escritor anota con pulcritud la informacin referida
ordenndola por pases, y en la mayora de los casos ignora
la direccin o cualquier otro dato particular. Ms que nada es
la marca de un deseo. La lista de los argentinos, o de quienes
residen all, es enorme: siete peridicos y veintisiete intelec-
tuales, entre los que comparecen los jvenes (entre otros:
Borges -de quien no consta direccin-, Girondo, Roberto
Mariani) y los nada apreciados por esos mismos coetneos
(Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones, etctera). Se cuida
de que no le falte nadie en los varios pases sudamericanos
incluidos: muchos de Chile, la mayora con direccin per-
sonal, uno solo de Ecuador (Hugo Mayo), cinco de Per
-ausente Maritegui, aunque en 1926 le enviar una carta
pidiendo que le publique unos poemas en Amanta-,*5 tres
peridicos de Venezuela. Hay dos factores que permiten
pensar que esta mezcla de lista y de agenda fue elaborada
a partir de 1919/20: 1) el detallado nmero de escritores y
de publicaciones de Espaa y de Francia, primer escenario
44
La ms segura prueba de esta fecha radica en que figura la direccin
del poeta uruguayo Julio J. Casal en La Corua, Espaa, de donde regres a
principios de 1925.
45
Pereda tiene xito en el pedido: dos de sus poemas aparecen en la
revista dirigida por Maritegui. La carta est incluida en Correspondencia
(1915-1930), Jos Carlos Maritegui. Lima, Amauta, 1984. Introduccin,
compilacin y notas de Antonio Melis. Tomo I: 214.
62
al que un vanguardista internacionalista y, al fin, coloni-
zado, crea pertenecer o en el que deseaba ser reconocido;
2) la esmirriada delegacin brasilea. De estos ltimos slo
figura la direccin de Ronald de Carvalho (Ra Humayt,
56, Rio), con el que no tenemos documentados encuentros
personales. Los dems son, en este orden, Monteiro Lobato,
Wellington Brandao [sic], Godofredo Rangel, A Revista, Sal
de Navarro, Francisco Maria de Sequeira, Juan [sic] Pinto de
[sic] Silva y Alfonso Celso.
Ese hbrido entre agenda y registro de potenciales recep-
tores, est mostrando que, para 1925, Pereda Valds haba
desviado su antena desde Europa hacia Amrica Latina.
Pronto lograr sus propsitos, porque adems de las revistas
argentinas, otras de Chile, Ecuador, Mxico, Per y Vene-
zuela -hasta donde sabemos- publicaron sus colaboracio-
nes o comentaron sus libros. Desde luego, tambin en Brasil
era muy conocido. El ms conocido de los uruguayos. Tan-
to, que Emilio Moura puede escribir en A Revista, de Belo
Horizonte, que o sr. Valds era apenas um nome que eu j
vira em jomis e revistas.^ Con lo que quiere decir que se
haba acercado a sus libros lejos del estado de inocencia. O,
de otra manera, que Pereda Valds era un nombre que exista
para el modernismo mineiro.
Si del paquete epistolar mencionado se saca alguna pieza
de mera cortesa -como la de Monteiro Lobato-, se puede
notar un amplio grado de familiaridad con la obra del uru-
guayo. Como es razonable, la curiosidad inicial por la agita-
cin moderna -levemente contenida en sus primeros libros
de poesa y en sus ensayos reunidos en El arquero- se incre-
46
Uruguay. El arquero e La casa iluminada - Ildefonso Pereda Val-
ds - Montevideo [sic], Emilio Moura, en A Revista, Belo Horizonte, N 3,
Janeiro de 1926: 50-52.
63
ment desde 1926, cuando Pereda Valds empez a ensa-
yar la poesa negra, una lnea que por entonces exploran
decididamente otros brasileos - y como l, blancos-: Jorge
de Lima y Ral Bopp (1998). Otra vez la cuestin del ori-
ginal y la copia. ngel Rama repiti que Ildefonso Pereda
Valds ha de descubrir, leyendo a Apollinaire, que tambin
haba negros en Amrica Latina (Rama, 1993: 138 y 253).
Es seguro que en Pereda -como en sus bien conocidos poe-
tas blancos negristas, el cubano Emilio Ballagas o el puer-
torriqueo Luis Pals Matos-, al comienzo ese proyecto no
fuera ms que un esbozo bastante mimtico de las bsquedas
primitivas del poeta cubista o de algunos cuadros de Picas-
so. Pero no cabe duda de que por medio de la vanguardia
metropolitana fueron encontrando un camino posible que, a
la postre, les permiti abrir una posibilidad creativa ms rai-
galmente antropolgica y, por lo tanto, liberadora del sujeto
representado. Aunque sabemos que una cosa es el negrismo
y otra la negritud. De esa manera, pudieron sortear el escollo
de la actitud colorida o de perfiles exticos o la comunin
puramente formal, que ante lo africano asumieron los artis-
tas europeos. Habra que precisar, adems, que en todo caso
el principal disparador que volvi a algunos latinoamerica-
nos blancos sobre la cultura de los negros del subcontinente,
fue la Anthologie Ngre, tejido de relatos, mitos y canciones
africanas que Blaise Cendrars public en Pars en 1921.47 Es
cierto, tambin, que algunos slo progresivamente fueron
47
Este libro posteriormente se tradujo al ingls con el ttulo The Afri-
can Saga (New York, 1927), hasta que en 1944 conoci su primera edicin
castellana, en versin, nada menos, que del depuesto presidente de la Rep-
blica espaola, Manuel Azaa (Cendrars, 1944). La reivindicacin del negro
en la cultura rioplatense estuvo muy fuertemente ligada, en los aos veinte,
a la pintura de Pedro Figari, a quien Pereda Valds frecuent y admir desde
el comienzo, como se ve en algunas cartas depositadas en su archivo.
64
encontrando u n a ubicacin ms autnoma y, en el fondo,
menos infantilizante del negro. As como antes Pereda Val-
ds se haba sumado repentinamente a algunos supuestos y
recursos ultrastas, lo mismo le ocurri con la poesa negra.
E n carta a su amigo, an indita y datada en Itabira de
Matto Dentro, Io de agosto de 1926, D r u m m o n d de Andra-
de se m o s t r s o r p r e n d i d o con el anuncio de la inminente
publicacin de u n libro que se titulara La guitarra de los
negros:
65
tamente a los sentidos (G[uillot] M [ u o z ] , 1926). E n rigor,
de los diecisiete poemas del volumen, slo dos se inscriben
en la vertiente temtica anunciada en el paratexto titular (La
guitarra de los negros y Los tambores de los negros). El
libro es una muestra cabal del mencionado eclecticismo est-
tico del autor, en el que se cruzan versos neorromnticos con
imgenes ultrastas, evocaciones pastoriles con timbres futu-
ristas, tenue h u m o r i s m o con acento grave, frases rebuscadas
y vocablos hipercultos con expresiones coloquiales y ono-
matopeyas. Si Pereda trat de sortear su etapa eurocntrica
internndose en lo nativo, en realidad se hundi en una suer-
te de tropicalismo a la medida y al paladar de los parmetros
culturales europeos o, mejor, franceses. P o r q u e con el folleto
de 1927, Cinq pomes ngres, persigui la remota esperanza
de incorporarse a ese medio cultural hegemnico. D e no ser
as, n o hubiera inventado la transposicin del paisaje urbano
y la msica d e los negros de Montevideo a los trpicos, tal
como lo hace en Le candombe
Candombe, candombe
excitant, sexuel dans les nuits du Tropique (Pereda Valds,
1927: 14)
66
eclecticismo que no pas inadvertido para los modernistas
de todas partes. Quiz, su obra fue leda ms como una
expectativa, como algo a desarrollar y por eso - y por su
bonhoma personal- la evaluaron cortsmente, sin entu-
siasmo. Para los modernistas Pereda Valds fue, tambin,
el amable portador de una agenda hispanoamericana. Un
escritor-nexo.48
48
Pasado el tiempo de la vanguardia, Cecilia Meireles, a quien Pereda
Valds conoca desde los aos veinte y cuya poesa, como se puede verifi-
car en esta compilacin, ley y admir minuciosamente, escribi una larga
nota sobre el libro del uruguayo Romancero de Simn Bolvar (1931). Un
recorte de prensa de este artculo, publicado en El Universal, de Caracas, el
26 de mayo de 1932, y que se encuentra en la Coleccin Pereda Valds en la
Biblioteca Nacional, seguramente traducido por el propio involucrado, nos
permite conocer ese texto que ignoramos si fue publicado en portugus. En
ese artculo, entre otros elogios, Meireles dice:
La poesa de Pereda Valds est precisamente en lo que sugiere, en lo
que conscientemente deja por decir. l es uno de esos creadores de espacios
sugestivos que interrumpen la realidad constante, para despertar la atencin
sobre la novedad del sueo consentido, dejando entre las palabras, como
entre los pensamientos, el campo en que se liberta la riqueza sbitamente
armonizada.
Unido a eso, una delicadeza de actitudes que es la misma en el hombre
y en el poeta. Una sencillez, una abstencin de lo innecesario y de lo excesivo
que le comunica no s qu sabor clsico su poesa que, por ser esencialmente
moderna, se acostumbra llamar modernista.
Ildefonso Pereda Valds, sin complicaciones ni dificultades, realiz ese
milagro de ser poeta de acuerdo con la vida. Sin forzarla. Y es en su trato
con la belleza que cumple, con exactitud, las palabras de Gradan que un
da tom para s: Escribo breve por tu mucho entender, corto por mi poco
pensar. N o quiero detenerme para que pases adelante.
67
Domingo Cayafa Soca. Slo Arturo Scarone en su laxo y, por
eso, poco prestigioso Uruguayos contemporneos (1937) dio
cabida a un artculo de veintitrs lneas sobre l, por el que
podemos enterarnos de algunos datos personales. Que naci
en Montevideo el 27 de noviembre de 1879, que ha escrito
diversos libros y no se conform con ejercer la profesin de
odontlogo, con la que se ganaba la vida, sino que redac-
t folletos sobre higiene bucal que fueron utilizados por las
escuelas uruguayas (Scarone, 1937: 116), y -como lo ha des-
cubierto Nicols Gropp- tambin por las brasileas. Soy
dentista de profesin, pero soy bachiller en letras, le dir a
Mario de Andrade en una de las muchas cartas que le remiti
entre 1926 y 1928, custodiadas en el Instituto de Estudos
Brasileiros. Segn parece, en un viaje de Cayafa Soca por Sao
Paulo habra conocido a Mario y, desde entonces, no cesara
de enviarle cartas ofrecindole el canje de traducciones y de
libros.
Formado con los ltimos perfumes del modernismo his-
panoamericano, discpulo fiel de un escritor menor de esta
tendencia, Manuel Prez y Curis (1884-1920), public cinco
libros de prosa potica, narrativa y ensaystica, el primero
en 1919 {Plumadas...), el ltimo en 1927 (Pasajes de la vida,
cuentos). Y aunque tuvo nada menos que dos dcadas para
continuar su obra, nunca reincidi. Dara la impresin que
despus de tantos fragores, se rindi ante el grantico desdn
de la activa crtica de la poca, en especial de Alberto Zum
Felde, quien ni siquiera lo nombr en el fundamental Proceso
intelectual del Uruguay y crtica de su literatura (1930). Tal
vez consciente de que esa derrota lo suma en un cementerio
de papel, dej de escribir y cort su correspondencia con
Mario, a quien le fue tan til. En 1999, despus de infruc-
tuosas bsquedas de materiales en los archivos pblicos y
privados uruguayos, repas la lista de probables familiares
68
de Cayafa en Montevideo. Alcanc a comunicarme con una
sobrina, quien me inform que el olvidado escritor no haba
tenido hijos y que, a su muerte, todos sus papeles haban
sido destruidos. En esa quema desaparecieron, por lo tanto,
las cartas de Mario de Andrade. Alrededor de 1980 el pro-
fesor Juan Fi adquiri en una librera de Montevideo tres
primeras ediciones de Mario dedicadas a Cayafa Soca, hoy
en su poder, y que pudimos consultar merced a su constan-
te generosidad. El ejemplar de A escrava que nao Isaura
tiene en su portada una anotacin del que fue, en la revista
Renovacin, el primer traductor mundial del pasaje inicial
del texto. La opinin da una idea de su desasosegado e incau-
to deslumbramiento: Se recomienda su lectura. Muy intere-
sante, la erudicin. Vale.
Sin embargo, si se lo mira desde el costado de animador
cultural y de corresponsal activo con Mario de Andrade, se
podra tener la sensacin de que fue una figura importante
en aquel acotado perodo. Y en verdad esta suposicin es
legtima, aun en Montevideo. Por ejemplo, cuando en 1926
una delegacin de la revista portea Los Pensadores, inte-
grada por Soto y Jos Salas Subirat, visitaron Montevideo
decididos a formar una alianza de los nuevos de Amrica,
no se entrevistaron con quienes estaban planeando la salida
de La Cruz del Sur o con Zum Felde, crtico respetado y
temido e inminente director de La Pluma, sino con Cayafa
Soca, Juan M. Filartigas y Juan Carlos Rodrguez Prous
(Artundo, 2004: 63-64). El ltimo ni siquiera lleg a publi-
car un libro de poemas; Filartigas, en cambio, fue uno de
los escritores ms movedizos - y no menos confuso- de la
vanguardia uruguaya. Juntos lanzaran en 1927 la revista
Izquierda, dirigida por Filartigas. En algn momento este
poeta y ensayista prolfico por aquellos tiempos, se propu-
so rearticular el canon. Slo lleg a publicar dos antologas
69
uruguayas, 4 9 pero en 1928 tuvo seria intencin de hacer lo
m i s m o con Espaa y Amrica Latina, inspirado en u n vago
espritu latinoamericanista y antiyanqui -ostensible en el
editorial del N I de Izquierda-, c o m o lo demuestra u n
aviso publicado en el N III:
49
Antologa de los narradores del Uruguay. Montevideo, Albatros,
1930 y Mapa de la poesa, 1930. Con los nuevos valores del Uruguay, Mon-
tevideo, Albatros, 1930.
70
achatado sobre una cabeza redonda, y un rostro regordete de
mirada algo perdida que se esconde tmidamente tras unos
quevedos. Este hombre, el ms adicto a la literatura brasile-
a, no cej en comunicarse con distintos corresponsales de
todos los Estados imaginables, como se verificar en la lista
de sus traducciones. As, por ejemplo, si el contacto con Rio
Grande do Sul fue tenue, el nico que quiso aprovechar ese
vaco, ese territorio ignorado por Buenos Aires y por Mon-
tevideo, fue Cayafa Soca, desde que consigui un lugar en
el diario El Imparcial -que sali en Montevideo entre el 1/
IX/1924 y el 30/XI/1934-, donde se public un suplemento
especial con el ttulo Horizonte. En Porto Alegre, el Diario
de Noticias, de fecha 5 de agosto de 1928, anuncia la apari-
cin de este suplemento, resalta que la finalidad ser estabe-
lecer o intercambio entre o Prata e o Brasil, cujo diretor ser
Domingo Cayafa Soca (Chiappini, 1972: 167). Todo qued
en buenas intenciones, pero la noticia confirma, una vez ms,
la porfiada insistencia.
Sin un medio en Montevideo que le permitiera empu-
jar esa obsesin, el arrojado Cayafa encontr mejor suerte
en la revista Renovacin, de Durazno, donde con algunos
amigos montevideanos logr imponer su propsito. El caso
atrae, antes que nada, para cuestionar la lectura exclusiva
desde las figuras estelares del campo literario.50 Esto reafirma
el canon y, a su vez, lo hace vacilar, porque la publicacin
indiscriminada de textos brasileos -romnticos, parnasia-
nos, modernistas o simplemente cursis- no asegura ms que
una preocupacin por el acercamiento y el dibujo de otra
poltica de alianza que diferencie a los perifricos de los que
tienen el poder cultural en el pas. Visto a la distancia, sin
50
Vase, en este volumen, el artculo de Nicols Gropp sobre Reno-
vacin.
71
esa voraz poltica, sin esa fuerza, el desconocimiento hubiera
sido mayor. Despus de todo, sin la circulacin de los libros
no es posible construir ni un canon ni permanecer en sus ori-
llas. Cayafa, en ese plano, fue fundamental: tradujo muchsi-
mo, en general muy mal -por ms que en Festa se elogiara su
labor-, y sirvi como agente difusor de la obra de los unos
y los otros, como le dice a Mario de Andrade en la carta
antes citada: Ya he empezado a distribuir los libros que Ud.
me obsequi para intelectuales de aqu (Arquivo Mario de
Andrade, IEB/USP).
La desorientacin esttica de esta publicacin, que sala en
una ciudad de alrededor de diez mil habitantes, no pudo ser
mayor; asombra la candidez de Cayafa y de sus amigos, un
poco menos la de Traslacin Martn Gonzlez Barb, narra-
dor criollo que asumi el papel de crtico en Renovacin y
defendi las lneas estticas adscriptas al referente. Pero nin-
guna revista del Ro de la Plata, tal vez ninguna revista hispa-
noamericana public tanto material de escritores brasileos
como la que emprendieron en ese centro poblado del cora-
zn del pas. De todo, un poco, es verdad, pero sin la move-
diza disposicin para entablar contactos y visitar de continuo
las oficinas del correo -si miramos desde el lado brasileo-,
Mario de Andrade, por ejemplo, no habra podido formar la
esplndida biblioteca de uruguayos recientes, que posey en
nmero significativo, y que le abri un panorama que pocos
en cualquier parte del planeta pudieron tener para estudiar
la literatura nueva del Ro de la Plata (Antelo, 1986). Marcos
Antonio de Moraes informa que Mario de Andrade escri-
bi una nota sobre un libro de Cayafa Soca {Pasajes de la
vida) en el Diario Nacional, el 27 de diciembre de 1928 (de
Moraes, 2001: 373). N o pudimos consultarlo, pero como ese
texto est acompaado por otros comentarios, como el de
un nmero de Verde, no hay que hacer mucho esfuerzo para
72
imaginarlo breve, y de compromiso. Como sea, y para ser
francos, supimos de la existencia de Domingo Cayafa Soca
una vez que lemos el inventario de la biblioteca de Mario
establecido por Antelo en su libro ampliamente mencionado
en este trabajo. La sorpresa, podr imaginarse, fue enorme.
51
Dos fotografas de Bustamante y Ballivin con escritores uru-
guayos, an inditas y seguramente de 1927, se conservan en el acervo de
Ferreiro (PRODLUL, FHCE, UDELAR). Una en compaa de Guillot
Muoz, Morenza y Ferreiro; la segunda, junto a los anteriores ms el pintor
Mndez Magarios y el poeta Emilio Oribe.
73
antologa 9 poetas nuevos del Brasil, por lo que puede dedu-
cirse que inicialmente pensaba publicarla en esa ciudad; otra,
ya de regreso en Lima, sin data, pero con seguridad de 1929
o 1930. Fue en esta ltima fecha y en esa ciudad, que en un
modesto volumen de 68 pginas public su antologa, inclu-
yendo una seleccin en castellano y un extenso prlogo, en
el que menciona a Pereda Valds comparndolo con Murilo
Araujo (Bustamante y Ballivin, 1930).52
Esos nueve son, con algunos nombres castellanizados:
Guillermo de Almeida, Manuel Bandeira, Ronald de Car-
valho, Gilka Machado, Cecilia Meirelles [sic], Murillo [sic]
Araujo, Ribeiro Couto, Tasso da Silveira y Mario de Andra-
de. Este ltimo escribi un artculo a propsito de esta anto-
loga, aludiendo a una anterior que, en verdad, no hemos
podido ubicar.53 Para Mario, quien se converta con el primer
colector de la poesa modernista, fuera de aquel pas: E um
amigo verdadeiro e a poesa nova do Brasil saiu valorizada do
livro dele. Cantor suave dos Antipoemas, paisagista vigoroso
do Junn, tradutor incomparvel (de Andrade, 1976: 291).
Seis
52
El libro, que no se hubiera podido hacer sin la experiencia monte-
videana de Bustamante, circul entre intelectuales uruguayos. Tengo en mi
poder un ejemplar dedicado por el autor a Alberto Zum Felde. Me informa
Claudio Paolini que en El Da, este crtico publica un texto titulado Pasa-
tismos y vanguardismos. Carta al seor Bustamante y Ballivin, el 3 de
junio de 1927.
53
Y que tampoco menciona (en verdad no menciona ninguna) Ricar-
do Gonzlez Vigil, en su artculo sobre Bustamante en el Diccionario Enci-
clopdico de las Letras Latinoamericanas (1995,1: 757).
74
buena tirada, aunque alguna de estas piezas -como el artculo
de Manuel Bandeira sobre Pereda Valds-, fuera recogido
posteriormente en libro u otros -como las conferencias de
Pereda Valds sobre Cecilia Meireles o la de Barboza Mell-
se publicaran en un volumen colectivo, que por eso ms se
parece a una revista que a un libro.
Jorge Schwartz ha identificado cuatro tipos de revis-
tas de vanguardia en Latinoamrica: las de la nueva sen-
sibilidad, que combaten contra los valores del pasado; las
comprometidas con los procesos de modernidad; las que
combinan vanguardia artstica y vanguardia poltica; las de
prioritaria tonalidad poltica. Tanto en las brasileas como
en las uruguayas, estaramos ubicados en el primer tipo -con
las salvedades ya establecidas para las montevideanas-, y en
el segundo, del que La Pluma es un caso notorio. N o obs-
tante, hay preocupacin por lo rioplatense en las renovado-
ras publicaciones brasileas, mientras en Uruguay el inters
empieza slo a partir de 1927, es decir dos aos despus que
en Argentina, como acaba de documentarlo Patricia Artun-
do. Con todo, la cantidad de material brasileo divulgado a
posteriori en Uruguay es muy superior, hasta donde pudimos
indagar, que en las publicaciones peridicas argentinas. Una
vez ms, entonces, comprobamos as que el tan europeiza-
do Uruguay no lo fue tanto, y que el mito de la vanguardia
como sujecin o reproduccin metropolitana -hace mucho
desmontado- abri el cauce americano en lugar de ocluirlo.
La adhesin a las fechas emblemticas o la influencia de
la crtica dominante, nos llev a la creencia originaria de
empezar esta investigacin tras las pistas de la recepcin de
la Semana de Arte Moderno de 1922. Relevadas cientos de
pginas de peridicos diversos, no pudimos hallar ni siquie-
ra una referencia a este acontecimiento. Aun ms: las notas
sobre modernistas empezarn con algunos apuntes de Pere-
75
da Valds. De ah que se incluya en este volumen la polmica
entre Zum Felde y el casi desconocido Luis Bueno, ya que
habiendo ocurrido en los albores del episodio central del
modernismo est hablando justamente de eso: de las dificul-
tades de conocer Brasil, de la casi total ignorancia de lo nue-
vo, algo que Zum Felde se niega a admitir en esa polmica de
1921, pero que acepta, sin hesitar, en una nota posterior.
El conocimiento de la literatura brasilea previo al
modernismo se haba congelado en algunos nombres, en ver-
dad muy celebrados, del parnasianismo. En particular, Ola-
vo Bilac. La excepcin mayor fue Monteiro Lobato, quien,
como acaba de documentarse, utiliz el poder de su Revis-
ta do Brasil para impulsar las traducciones de sus libros en
sintona con el escritor argentino Manuel Glvez (Artundo,
2004: 39-52).54 Zum Felde, el gran juez cultural de la litera-
tura uruguaya -como lo llam Carlos Real de Aza- admi-
ti que conoca algunos libros de Lobato por traducciones
argentinas, con lo que, de paso, estaba pautando su distancia
con la lectura directa de los textos en portugus, salvo algu-
na pieza que caa en sus manos, como las nada modernis-
tas novelas de Jos Maria Bello y de Coelho Netto. Claudio
Paolini y Gabriel Lyonnet trabajan en este volumen sobre
lo que podramos calificar como la comprobacin de una
ausencia en Zum Felde. Quisiera agregar a su lectura una
perspectiva, en alguna medida, disonante. Por si fuera poca
la preocupacin por leer en portugus de un crtico que con-
54
Un crtico bastante atento al Brasil, el hispano-uruguayo Jos
Pereira Rodrguez, resear algunos libros de Monteiro Lobato en la revis-
ta Pegaso, de Montevideo, por cierto ms ligada al modernismo que a la
vanguardia. Vase La crtica como un puente cultural: Jos Pereira Rodr-
guez, Pablo Rocca, en Anuario del Centro de Estudios Gallegos, 2004.
Montevideo, CEGAL, FHCE, UDELAR, 2004: 181-194.
76
suma, vidamente, libros franceses - y p o r lo tanto, no se
negaba a leer en otra lengua que n o fuera el espaol-, hay
dos textos de Z u m Felde que hablan claro sobre su acabada
filiacin hispanizante o hispanoamericanista y, por lo tan-
to, excluyente de Brasil en u n prospecto literario y poltico
que comprenda a este pas, a esa cultura. E n El problema de
la cultura americana, se reafirma en una pertenencia a una
civilizacin hispnica de la cual procedemos ntegramen-
te (Zum Felde, 1943: 68). Jams menciona a Brasil ni a las
culturas latinoamericanas francfonas o angloparlantes. En
u n artculo posterior, sin fecha exacta, p e r o que debi ser
de 1955, aproximadamente, para servir de base terica a sus
ndices crticos del ensayo (1954) y de la narrativa (1959) en
Hispanoamrica, retorna sobre lo mismo:
77
Brasil no poda sino quedar a un lado. Ledo de este modo,
se explica su entusiasmo y su promocin del nativismo como
modelo literario que Uruguay tena que seguir. Como se
comprender, tambin eso desbroza el sendero para enten-
der el silencio sobre el modernismo que, ms que un enig-
ma, parece una conviccin. Para encontrar visiones crticas
hispanoamericanas - y no slo uruguayas- que integren el
sistema de las literaturas hispanoamericana y brasilea debe-
r transcurrir, todava, algn tiempo. Hasta que Emir Rodr-
guez Monegal junte algunos de sus textos en Narradores de
esta Amrica (1966, 1974), y ngel Rama otros tantos suyos
en La novela en Amrica Latina (1986).
Tres factores combinados encendieron la preocupacin
por el modernismo brasileo: los contactos de Pereda Val-
ds; el viaje de Morenza de 1927, mucho ms cuando la cr-
nica-anlisis de lo vivido despert la reaccin de Tasso da
Silveira; la mediacin del peruano Bustamante, tan frater-
namente unido a uruguayos y a ciertos brasileos. Y, por
ltimo, slo en el reducido mbito marginal, las pretensiones
de amistad e intercambio acaudilladas por Cayafa Soca. Una
fecha puede anotarse sin dudar: 1927, el mismo ao en que
los rioplatenses estn decididos a dar el golpe de gracia a los
deseos centralistas de los madrileos de La Gaceta Literaria.
Las lneas se cruzan desde entonces, y ese abonado terreno
iba a encontrar, hacia mediados de la dcada del treinta, otros
multiplicadores en Gastn Figueira y en Cipriano Santiago
Vitureira, dos poetas y traductores, dos adictos al Brasil.55
55
Vase, entre otros trabajos, Poesa brasilea contempornea. Gastn
Figueira (compilacin, prlogo, traduccin y notas). Montevideo, Instituto
de Cultura Uruguayo-Brasileo, 1947. Manuel Bandeira, Cecilia Meireles,
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Cipriano S. Vitureira (antologa, estudio, traduccin y notas). Montevideo,
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78
Para entonces, otros seran los desafos y las emergencias del
mundo y del arte.
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89
RESEAS Y NOTAS EN REVISTAS URUGUAYAS SOBRE
MODERNISTAS BRASILEOS Y ALGUNOS CONTEMPORNEOS
56
En La Cruz del Sur, Montevideo, N 13, agosto 1926: 22-23.
91
eres. Me gusta sobre todo: Como se faz um aligato, O
ilustre Juiz, Marianinha. Wellington Brando nos haba
anunciado un Romance caricatural da vida mineira. Espe-
remos esa nueva produccin del inteligente escritor, que ha
de colocarlo a la altura de los mejores narradores de vidas
regionales: Monteiro Lobato y Rangel.
92
Ildefonso Pereda Valds
57
"En Jornal de Alagoas, Macei, 17 abril de 1928. Reproducido por
Gnese Andrade en Teresa. Revista de Literatura Brasilea, Sao Paulo,
USP, N 3, 2002: 65.
58
Se refiere a La guitarra de los negros, libro de poemas de Pereda
Valds, publicado en 1926.
93
Alberto Zum Felde
Os exilados, novela brasilea de J. M. Bello1
59
En El Ideal (Diario de la tarde), Montevideo, N 3.356,23 de febre-
ro de 1928: 7, cois. 3 - 4 y 5 (seccin Letras Ibero-Americanas).
94
cerca, que en toda la frontera uruguaya, se habla ms por-
tugus que espaol, y an el espaol que se habla est muy
abrasilerado- de las letras del Brasil slo conocemos un a,
b, c, de antigua data o de cuo acadmico. Vale decir que,
-despus de los viejos romnticos, que ya figuraban como
clsicos brasileros en todos los manuales de historia litera-
ria- slo nos han llegado algunos nombres de consagracin
oficial. Pero la literatura oficial de un pas, no es gene-
ralmente, la mejor literatura, o por lo menos no es la que
ms interesa; porque un escritor no llega a ser oficializado,
es decir, reconocido y propagado por los Gobiernos, por
los Estados, sino cuando ya ha dejado de tener vida actual,
cuando es ya un valor histrico, dejado atrs por el movi-
miento renovativo de la vida. En suma: el Estado no tiene
sino un Panten literario. Pues, aunque no todos sus escri-
tores estn muertos, estn ya anquilosados todos sus valo-
res. Su condicin necesaria para convertirse en gloria oficial
es esa, precisamente: ya ser un muerto literario.
En poesa brasilea, nada conocemos por ac despus
de Olavo Bilac, que ya no es, tampoco, que digamos la lti-
ma palabra de la poesa moderna, ni an la penltima... En
materia de novelistas, gracias que tenemos noticias de Mon-
teiro Lobato, porque una editorial argentina, tradujo uno o
dos libros suyos.
Sin embargo, parece que existe en el Brasil, de tradicin
literaria tan rica y completa, un intenso movimiento con
caracteres de modernidad y de renovacin, altamente inte-
resante. Muestra de ello es Los exilados, novela corta de Jos
Mara Bello, de simplcima y escueta trama, pero rica de
observacin psicolgica y, sobre todo, tensa de estilo.
Presenta el autor, en Los exilados, a los jvenes gradua-
dos en las facultades de provincia que van a la capital, a la
95
conquista de una posicin o de una nombrada. Muchos,
la mayora tal vez, fracasan, perdindose en la masa de la
mediana annima. Algunos, como el protagonista de la
novela, logran triunfos, un poco por talento, otro poco por
feliz azar, lo ms por esa astucia prctica que en criollo lla-
mamos viveza. El protagonista de Os exilados no es, sin
embargo, un vivo: es un hombre de alma sincera y honra-
da, a quien sonre la veleidosa suerte. Y todo el argumento
de la novela se reduce a describir sus primeras andanzas en
el ambiente de Rio de Janeiro, -bufetes ministeriales, redac-
ciones de diarios, cenculos intelectuales, salones munda-
nos- su viaje a Europa -viaje obligado para todo joven que
acaba de recibir su ttulo universitario, y cuenta con medios
propios o con el favor oficial- su regreso a Rio, despus de
haber visto las ruinas y los museos de Italia, de haber trasno-
chado en Pars, a los sones del jazz; su matrimonio con una
bella dama carioca, y la vuelta al pago, a \afazenda nativa,
-llevado por una enfermedad de la que necesita reponerse
en el sosiego vegetal... Todo, como se ve, muy simple, sin
trama folletinesca, sin ruido y sin desenlace.
Lo interesante de esta nueva novela, -adems de la agu-
deza de las observaciones psicolgicas hiladas a travs de
todas sus pginas- es el estilo; pero, el estilo como estado y
expresin anmica, como actitud literaria.
En efecto, sorprende la sobriedad de estilo en esta
pequea novela, sobriedad que, a veces parece llegar a la
dureza geomtrica, contrastando con la manera general de la
literatura brasilea, desde su iniciacin hasta nuestros das,
de suyo [sic] frondosa y exaltada, propensa a la hiprbole,
como si la influenciara la riqueza tropical de su clima y de
su sangre.
Precisamente, se nota en esta novela -y, a travs de ella,
en parte de los jvenes escritores brasileos- una reaccin
96
contra el tropicalismo literario, contra la hiprbole, y el
lujo, determinada por el influjo de las nuevas modalidades
estticas de nuestros das. Sntesis, desnudez y medida: he
ah tres virtudes que est conquistando la nueva literatura
brasilea.
Alberto Zum Felde
Una notable novela brasilea
[sobre O Raja do Pendjab, de Coelho Netto] 60
60
En El Ideal (Diario de la tarde), Montevideo, N 3.487, 6 de julio
de 1928: 7, cois. 4 - 5 (seccin Letras Americanas).
98
Creemos que nunca se haba trazado una pintura de esa
vida primitiva de la colonizacin en ciertos territorios ame-
ricanos, de ms vivo colorido y de intensidad dramtica ms
emocionante, que en esta novela de Coelho Netto, en la cual
se desarrolla la ms feroz de las luchas entre los instintos
desencadenados, sin ley civil que los limite ni justicia que
los sancione ni conciencia moral que los refrene. La codicia
del oro, logrado por cualquier medio sin ninguna clase de
escrpulo, y el goce de toda sensualidad, como nicas fina-
lidades del aventurero blanco, ms temible y salvaje que las
inocentes fieras de la selva en el doble poder de su inteligen-
cia y de su crueldad, he ah el resorte psicolgico que mueve
la accin de este relato sombro, desenvolvindose en medio
a la lujuriante maana vegetal del trpico, cuyo ardor solar
y cuyas enervantes esencias, acucian an ms la ferocidad
carnal del instinto.
Es lamentable y aleccionador, comprobar cmo, en
la verdica narracin, fundada en serias documentaciones
de aquella poca oscura, (siglo XVI), el record de la mxi-
ma ferocidad y la inmoralidad ms cnica, corresponden
al hombre blanco, y europeo, no slo al portugus sino a
todas las naciones, porque la alucinacin febril de la riqueza
fcilmente conquistable en el inmenso pas tropical recin
descubierto, al alcance de toda mano audaz y frrea, atraa
a los aventureros de todos los pases viejos del mundo, mez-
clndolos en una promiscuidad de bajo fondo social, en que
primaba el elemento facineroso, ya que el Brasil fue, en ms
grande escala, que el resto de Amrica, la tierra de promisin
de todo el bandidaje que hua de Europa, y que vena a pro-
seguir y perfeccionar en la impunidad del nuevo mundo an
sin gobierno, en las vastas llanuras, serranas y selvas carga-
das de riquezas sin dueo, a merced del primero que se las
apropiara, los medios expeditivos del robo y del asesinato. Es
99
as, que en ese mundo trgico, donde impera la ley del ms
fuerte y del ms cruel, vemos en medio al entrechocarse de
los ms execrables delitos, a tipos de la hez social de Europa,
a delincuentes fugados en las bodegas de los barcos, erigidos
en seores feudales, en tiranos de toda una comarca, bajo
cuyo ltigo sufren las recuas de negros esclavos y de indios
vencidos, y ante cuyo pual sin valla ni recato, tiemblan los
mismos blancos..., no mejores que l...
Coelho Netto, dueo de una prosa robusta y ceida ha
sabido trazar con mano diestra esos cuadros de barbarie pri-
mitiva y de brutalidad dramtica, moviendo con suprema
maestra las masas ancestrales que forman el fondo humano
de su cuadro. En cuanto al fondo natural, al escenario mis-
mo, la pintura no es menos magistral. Se respira, en ese relato,
-cuya extensin (dos tomos) no resulta en ningn momento
pesada- el perfume capitoso de la vegetacin tropical y se
siente el horror pnico de las enormes selvas, intrincadas de
riquezas y de peligros.
Para el lector comn, una magnfica novela de aventuras,
de inters obsesionante. Para el lector ms espiritual, un pre-
cioso estudio de psicologa y una serie de cuadros originales.
La literatura brasilea se ha apuntado un buen tanto.
100
Darwin Peluffo Beisso1
El modernismo en el Brasil.
Conversando con el seor Alessio Ciccarini,
miembro de la embajada brasilea que nos ha visitado62
101
mos en imaginarnos cul no ser el porvenir fantstico que
espera a la Amrica, en el concierto poltico del mundo, y en
el de las ciencias y en el de las artes.
Por su parte ellos confan en el aporte que en ese sentido
puede proporcionar el Uruguay, como nosotros confiamos,
del mismo modo, en el esfuerzo de que es capaz la hidalga
nacin brasilera. Revistando los valores positivos del presen-
te, y despus de apuntar el esfuerzo del Brasil, en procura de
una completa independencia econmica, consideramos las
modernas orientaciones estticas en general, de las artes y de
la literatura brasileras.
El seor Alessio Ciccarini, fue quien nos enter especial-
mente del verdadero sentido del modernismo en el Brasil,
no obstante ser estudiante de medicina, lo que habla muy
a favor de su extraordinaria cultura general, abarcando del
mismo modo las ciencias que las artes.
-Qu sentido tiene el modernismo en el Brasil? -inqui-
rimos al seor Ciccarini.
-El movimiento modernista que en el Brasil infiri golpe
de muerte al simbolismo, nos trajo un arte nuevo, pletrico
de vida, de ritmos imprevistos y libres. La juventud creado-
ra realiza en mi patria una obra fantstica, construyendo un
arte propio en que palpitan los elementos caractersticos de
la raza, arte que canta las bellezas de una naturaleza virgen y
brbara que refleja la vida moderna en la hora actual.
-Desde cundo principia, definitivamente encauzado,
este movimiento en el Brasil?
-El movimiento renovador artstico afirmse definitiva-
mente despus que Graga Aranha se volvi contra el arte
antiguo en plena Academia de Letras. Antes, sin embargo,
el movimiento ya estaba y ya empezaba a darnos en [ilegible]
sonoros, sensaciones nuevas provistas de una libertad de \ile-
102
gible] admirable, en un mundo complicado y transfigurado
por un espritu nuevo.
-De manera que se tiende a una independencia absoluta
de toda civilizacin, que no sea la continental?
-La juventud intelectual de post-guerra comenz a luchar
valientemente, implantando y fomentando un arte distin-
to de todo lo que pudiese ser importado de Europa la que,
innegablemente, est fatigada de vivir, de los dolores, de los
placeres, de los vicios y hasta fatigada de la misma belleza.
Esta juventud sienta las bases de un arte propio, brasilero,
ingnito, con marcos caractersticos de la tierra y del pueblo,
de la belleza fantstica de la naturaleza que nos cerca y del
espritu portentoso de nuestra gente que vive y que canta
construyendo y eternizando sobre los influjos y las tenden-
cias del espritu americano y racial.
-Cules son las principales tendencias del momento?
-Actualmente la escuela moderna brasilera puede divi-
dirse en tres corrientes distintas, cada cual duea de marcos
propios, esenciales, particulares, no obstante tener las tres
una caracterstica comn; preocupacin de originalidad[,]
repulsin por las formas anticuadas y repetidas, bsqueda
incesante de elementos de nuestro ambiente, hasta hace poco
tiempo inexplorado, en fin: libertad de motivos y ritmos.
-Cul es la escuela que fund Graca Aranha?
-Es la escuela del dinamismo; la escuela de la accin
y de la fuerza. Canta a la alegra, a la confianza, a la vida, al
optimismo. Sobre todo plantea grandes construcciones que
se proyectan en el futuro. Procura una naturaleza de predo-
minio, de fuerza, de torbellino vital, infinito y eterno. El sol
vivificante y el colorido de nuestros trpicos estimulan la
alegra en el americano, preparndolo para la victoria y para
la gloria. El pasado de tristezas, y de indolencias, y de inercia,
el pasado de imitacin y de abatimiento debe ser olvidado,
103
con su historia y sus hroes. El tropicalismo debe ser anima-
dor como una explosin de motores, explosin extraordina-
ria que impulsar a los americanos hacia una civilizacin de
gigantes. La mquina es la sntesis del arte moderno; ella vive
violentamente en corto espacio de tiempo y no en un espacio
infinito. La mquina da la voluptuosidad de la velocidad, del
torbellino dinmico, y provoca la alegra radiante del espritu
y las vibraciones de la juventud.
-Dentro de qu tendencia -segn su clasificacin- mili-
ta Dario [sic] de Andrade?
-Dentro del primitivismo junto a Osvaldo de Andrade
y a Buarque de Holanda.
-Cmo define usted esta segunda escuela?
-El primitivismo sostiene que para edificar un arte nuevo
es preciso destruir todo lo que nos sea importado. Sobre los
conocimientos de arte extico el artista brasilero debe pro-
curar internarse en el origen del temperamento indgena, y
compenetrarse en la sabia de nuestra naturaleza salvaje.
-Estas dos escuelas se inspiran en lo objetivo propio, en
la realidad nativa; pero el espritu del americano moderno
refleja algo ms, sin duda, que el cuadro salvaje y hermoso
de la naturaleza que lo rodea. Hay sensaciones puramente
humanas, que las sufren los hombres de todos los tiempos
y de todos los pases, que acompaan al hombre desde la
libertad selvtica hasta la misma esclavitud de las celdas. Hay
instintos eternos en el hombre, y generales a todos que no
se modifican substanciosamente ni con la influencia del cli-
ma, ni [con] la de los siglos. Estos instintos, o sentimientos
inalterables- son tambin capaces de darnos un arte conmo-
vedor y eterno.
-Efectivamente. Y esa actividad del espritu est
considerada, en el Brasil, por una escuela que llamamos
espiritualismo. Ella no destruye el pasado creador,
104
extrayendo de la tradicin lo que hay de noble, elevado y
puro. Sus adeptos -Passo [sic] da Silveira, Murillo Araujo,
Wellington Brandao, etc.[-] proclaman que el artista canta
ahora la realidad total: la del cuerpo y la del espritu, la de la
Naturaleza y la de Dios. Se advierte que el espiritualismo
es una corriente trascendental, filosfica, fcilmente
comprensible por las multitudes, no obstante ser muy
considerada por los grandes intelectuales.
- N o cree usted -como y o - amigo Ciccarini que tambin
por este camino del espiritualismo se puede arribar a un
arte completamente autctono o caracterstico? N o creo yo
que los americanos slo nos diferenciamos de los hombres
de los dems continentes por la exhuberancia de nuestras sel-
vas, y por la fertilidad de nuestras campias, y por la majes-
tuosidad de nuestras montaas. As como somos propios y
caractersticos en nuestra naturaleza circundante, tambin lo
somos - y lo somos en esto- sobre todo -en la manera de
sentir de un modo nuevo- y espiritualmente -de un modo
propio- las emociones viejas, es decir: las emociones de lo
que nunca pudo dispensarse el espritu humano y que, por
eso mismo, su pertinencia las hace ms dignas de respeto:
porque son indisolublemente humanas.
-Estoy en esto perfectamente de acuerdo y es por esto
mismo que considero al espiritualismo como la corriente
moderna ms perfecta.
Tales son, textualmente, los conceptos que nuestro amigo
el seor Alessio Ciccarini, tuvo para definirnos el momen-
to artstico brasileo. Ellos trasuntan bien las agitaciones
que sufre en el momento presente, hostigado por las ansias
incontenibles de una renovacin y, ms que todo, de una total
superacin, que ha de proseguir -sin duda- a este periodo
preliminar de emancipacin continental, emancipacin que
105
es imprescindible para hacer triunfar los fuertes caracteres
raciales del sudamericanismo.
Y esta superacin vendr -especialmente- a medida que
se vaya integrando ms y ms una pura conciencia america-
na, que ha de ser consecuencia de la unificacin poltica y
espiritual de todas las naciones del continente. Conocin-
dose es cmo se comprenden los hombres; y es, compren-
dindose, cmo llegan a amarse. Y de este amor de todos
los pueblos de Amrica es de donde ha de nacer la unidad
en la accin, fruto de la armona del espritu, que no ha de
tardar en hacer de Amrica, la cuna de una nueva civilizacin
universal, cumplindose, as, la fatalidad ineludible de lo que
parece ser un determinismo histrico.
106
T[raslacin] M[artn] G[onzlez] B[arb]
Poetas y escritores brasileos. Hdebrando y Jorge de
Lima63
Hdebrando de Lima
107
Jorge de Lima?
67
Se publican en el mismo nmero los poemas Oracin y Maana
es Domingo, de Jorge de Lima, traducidos por Domingo Cayafa Soca. El
primero es de Poemas y el segundo de Diario da Manha.
108
T[raslacin] M[artn] Gonzlez Barb
O Estrangeiro, por Plnio Salgado68
68
En Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N 52, 25 de agosto
de 1928.
109
Como escritor, el primero; los segundos, como poetas.
Pero, entindase bien.
Vanguardistas preparados, inteligentes, razonablemente
capacitados para emprender una cruzada de tal magnitud.
N o como esos que hurfanos de ideas e ignorantes de las
ms elementales nociones de retrica y potica, apilan voca-
blos y frases con la misma facilidad con que se tomaran un
caf mirando a travs de unas ventanas cristalinas el pasaje
instantneo de mujercitas menudas...
O Estrangeiro
110
debemos ser buenos y justos ante el dolor proletario y ante
la incertidumbre dolrosa del extranjero que llega a tierras
de Amrica soando en una existencia de goces y felicidades
que casi nunca encuentra.
El libro de Plnio Salgado es un buen amigo, conversador
animoso y atrayente, a veces en pugna con nuestro modo
de pensar, aunque casi siempre nos convence con una idea
original o nos encanta con [un] pensamiento bellamente con-
cebido.
Ahora, slo rstanos manifestar que O Estrangeiro mere-
ce ser gustado con detencin, por lo que aconsejamos su lec-
tura a todos aquellos espritus amantes de la buena literatura
brasilea.
111
T[raslacin] M[artn] Gonzlez Barb
Meta- Pataca, por Gilhermino Csar y Francisco I. Peixoto'
69
En Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N 90, 25 de mayo
de 1929.
70
Gonzlez Barb, T. M., Poetas brasileos. O fundo do espelho,
por Rocha Ferreira, en Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N 88,
11 de mayo de 1929.
112
ansias catastrficas, un arroyuelo donde se recrean varios
peces esquivos, varias casas demostrando progreso, una igle-
sia a lo lejos, deja asomar sus torrecillas de religin, y ms
all un ferrocarril, smbolo de prosperidad y de unin entre
los pueblos. Y en medio de todo eso, como dos brazos pro-
tectores que se extienden rectamente, Meia-Pataca.
Luego, en la primera pgina, encontramos la siguiente
leyenda con sus cuatro firmas autgrafas: Rosario Fusco fez
la capa. Guilhermino Csar escreveu, e Francisco L Peixoto,
tambm. Ento Daniel da Silva Lpez imprimiu. Tudo nesta
cidade de Cataguazes.
Guilhermino Csar define as - y explica- el ttulo del
libro, cuya primera parte es de su cosecha literaria: Vieram
mais gentes/ porm nao havia mais ourol no ro de aguas
feias. Y llegaron ms hombres... Cataguazes creci... y o
Meia Pataca ficou despeixado/ pobre riozinhol e passa de
longe medroso.
Francisco I. Peixoto -autor de la segunda parte- le canta
as, imaginndose lo que sera hoy si en sus entraas tuviese
el oro de aquellos tiempos: De promeiro o lugar se chama-
va/ arraial de Meia-Pataca/ por causa de terem aehadonum
crguinho que por aqupasava/ meia pataca de ouro./ Tam-
bm nunca que acharam mais nada... Imagino Cataguazes/
o qu sera de voc boje/ si em vez so de meia-pataca/ tivese
mais ouro naquele crguinho...
G. Csar tiene momentos de bellas sonoridades lricas:
No samba que esplde la jora/ em voltas de gira/ em giros
de amor/ em cantos e risos/ puzeram os poemas de raga cafu-
sa.
Morena batuta/ de seios de fruta/ novinha que del
Morena batuta/ segura essas frutas! segura que cem.
F Peixoto filosofa serenamente, y a veces, tiene arranques
de amargura:
113
Eu quera corago mais forte/ mais resignado, mais cheio
de paciencia/
O que saudades que eu tenho da autora de minha vida!
(O meu coraqao urna goteira/ que vai pingando, pin-
gando...
Los poemas de estos dos poetas son dignos unos de los
otros, escritos e inspirados en un mismo motivo de belleza y
teniendo por norte una misma idealidad: es decir que se han
preocupado de no disonar en la mtrica libre ni desviarse
de la lnea de vanguardia, que prosiguen rectamente y que
significa para los nuevos valores literarios una alta y fuerte
renovacin artstica y potica.
Si bien es cierto que algunos poemas encierran reminis-
cencias clsicas, ellas son debidas tal vez a que los autores no
han podido sustraerse a la tirana de los viejos preceptores
lricos con gravedad de acadmicos...
Cataguazes debe sentirse orgullosa de contar entre sus
hijos a dos poetas que saben enaltecerla y cantarle tan bella
y sentidamente!
114
Ildefonso Pereda Valds
La poesa de Cecilia Meireles
7i
En Arte y Cultura Popular, Montevideo, abril-noviembre de 1932:
56-59. La conferencia tuvo lugar el 4 de agosto del referido ao en el Para-
ninfo de la Universidad de la Repblica, segn avisos de los diarios monte-
videanos El Da, Diario Espaol y La Tribuna, del 3 de agosto de ese ao.
Referencias obtenidas en Coleccin de recortes de Arte y Cultura Popular,
PRODLUL, FHCE, Universidad de la Repblica.
115
(Lectura de la autobiografa de C.M.)72.
Menina e moga- -como en el verso de Vicente de Car-
valho- la inocente Cecilia y la Cecilia actual son una misma
cosa. Se identifican aquella inocente Cecilia huyendo de los
conservatorios, y esta que huye del ttulo pomposo de poe-
tisa oficial. N o quiere ser lo que aparenta ser, sino lo que ella
es. En toda vida humana existe la apariencia de lo que se es,
la realidad de lo que es, y lo que los dems quieren que uno
sea; como dijera Unamuno: Hay varios Juanes. El Juan real;
72
En el artculo aparece as. Mientras que en La Maana, agosto 1932,
en una nota sin firma se publica la siguiente transcripcin de la autobiogra-
fa de Cecilia Meireles:
En su autobiografa expresa que naci en Ro de Janeiro, el 7 de
Noviembre de 1901.
Recuerda su paso por la escuela en la que obtuvo una medalla de oro.
Alude a su actuacin en la Escuela Normal, donde obtuvo el ttulo de maes-
tra, en 1917. Despus entr en el Instituto de Msica, donde hizo dos aos
de teora en un solo ao. Posteriormente estudi canto y luego, abandon sus
estudios. Otro pasaje de su autobiografa se refiere a la publicacin, en tirada
limitada, de diversos sonetos.
Continu escribiendo obras con los ttulos de Poemas dos Poemas,
Nunca rnais, Bailadas (libro para nios, adoptado en las escuelas), O Menino
Poeta, Saraswati, Vinho Persa, etc.
Gregorio Reynols, poeta y diplomtico boliviano, tradujo Nunca mais
y Villa espesa El Libro de los Cnticos. Public en O Jornal una serie de
artculos de diversa ndole. En 1930 con la fundacin del diario Noticias fue
invitada a dirigir una pgina de educacin, que sale diariamente y alcan-
za proyecciones animadoras en todo el Brasil. Segn su propia confesin,
el secreto de su felicidad finca en no haber querido nunca ser persona de
importancia.
Y por ltimo le interesan las personas que preservan de todas las preten-
siones ridiculas el alma luminosa que todas las criaturas poseen.
A continuacin el conferencista hizo un estudio de la poesa de Ceci-
lia Meireles [] El mismo artculo de La Maana comenzaba diciendo
Pereda Valds [...]pronunci -ante un auditorio que ocupaba totalmente
elparaninfo universitario- una conferencia sobre Lapoesa de Cecilia Mei-
reles.
116
conocido solo para su hacedor. El Juan ideal de Juan; nunca
el real y a menudo muy desemejante a l. El Juan ideal de
Toms, nunca el Juan real ni el Juan de Juan, sino a menudo
muy desemejante de ambos.
En el caso de Cecilia tendramos: la Cecilia tal como es en
su yo real, aqu est contenida la inocente Cecilia. La Cecilia
ideal de Cecilia, que tiende a confundirse con la inocente
Cecilia y aunque en apariencia parezca alejarse, se compene-
tra cada vez ms con ella. La Cecilia ideal del pblico, alejada
tanto de la real como de la ideal: la famosa poetisa rival de
Gilka Machado.
Y existir, adems, por qu no, la que yo pienso bosquejar
en esta conferencia, desde tres aspectos distintos: la poesa de
la mujer -la mujer- y las ideas de la mujer - y tambin la que
ustedes se forjen -cada una distinta- despus de escucharme.
Siguiendo otra vez al maestro Unamuno que dice: La
realidad es la ntima, la realidad no la constituyen las bamba-
linas, ni las decoraciones, ni el traje, ni el paisaje, ni el mobi-
liario, entraremos en lo ntimo real de esta escritora, para
desentraar lo que hay en ella de profundamente espiritual.
La poesa
117
Em todas as coisas que havia,
nao havia mais nada de mim:
nem lembraca da minha figura
nem noticia da minha passagem
118
Es una buscadora de miradas, esta navegante que descien-
de con sus finas naves revestidas de espejos; y en cada mirada
investiga el elemento ntimo de que se compone, alma en
movimiento:
119
tas ms sobresalientes de la personalidad potica de Cecilia
Meireles.
Es ese afn de lo impreciso, de lo vago de entresueos,
que le hace exclamar como norma de su virtud el errar p o r
mares contradictorios para t o d o lo que est ms all de la
felicidad y de la belleza; pero ni la una, ni la otra son anhelos
precisos para Cecilia Meireles. Ambas son ambiciones del
ser, cosas incompletas, que si llegaran a ser del todo, dejaran
p o r eso mismo de poseer valor de etapas.
El deseo de soar la hace curiosa de vidas ajenas; de otras
almas peregrinas n o ocultas a la amistad, pero s ahondadas
de misterio. A veces el destino de Cecilia la hace desdear las
formas eternas y precisas de las cosas:
120
Eu o vi dangando, doido e mudo,
a danza csmica do encanto...
nicamente abysmos-tudo
121
(Lectura de Crianca meu amor) 73 .
Ternura que se extiende a todos los que sufren, por quie-
nes ruega a nuestra seora, temiendo u n probable desampa-
ro, as nos dice en Bailadas para El-Rei
As en el original.
122
a veces cae a tierra y palpa dolores para sentirlos en carne
propia.
Quiero terminar el examen de su poesa hablando de
Poemas de Poemas, del libro Nunca mais. Es este un poe-
ma justamente elogiado; todo en l concurre a un mismo fin,
exaltar un amor que se oculta y reaparece en el fondo de ella
misma, como un salmo entre religioso y profano, o como un
cantar de los cantares de ms religiosa uncin divina. Lamen-
to se me haya extraviado el libro. N o puedo extenderme ms
sobre este magnfico poema.
123
la ms fugitiva, del pensamiento, a la ms realista de la huma-
nidad que se reproduce. Alta poesa en que lo consciente y
lo inconsciente se funden en un soplo nico, perturbador y
confuso, repercutindose en la comprensin general, ms p o r
sus envolturas de sombras, que por sus afirmaciones lcidas,
ms por lo que hace adivinar que por lo que es.74
El poeta para Cecilia Meireles tiene una religin, es u n
adivino, u n sacerdote; u n astrlogo y un hombre posedo de
una visin trascendental que cumplir. Es superfluo advertir
que se refiere a la poesa de los grandes poetas.
De ah el concepto elevado que posee del maestro, si el
poeta es a la vez maestro, su papel es doblemente sagrado;
pero ella quiere, tambin, que los maestros sean poetas o p o r
lo menos lleguen a la poesa. Sin poesa no hay educacin
verdadera, y el que no hace sentir al nio la belleza de la vida
es apenas u n repetidor.
As lo dice en El espritu victorioso:
74
Evidentemente Pereda Valds parafrasea la potica de Cecilia Mei-
reles.
124
En realidad la pedagoga es el triunfo del espritu victo-
rioso. El amor y la pedagoga se confunden en un solo afn,
el de ser sembrador para los otros y dar semillas que puedan
fructificar. N a d i e estar ms cerca del nio que el poeta; por-
que el poeta es u n nio grande y as lo comprende Cecilia:
La mujer
125
tia ms exquisita y el buen gusto, se unen en ella a una suave
irona apenas perceptible; una cultura vastsima y mltiple en
literaturas extranjeras, en filosofa, en religiones, en idiomas,
se perfila en su conversacin y en su prosa, en forma que
excluye toda pedantera; su asombrosa cultura es u n encanto
ms de su personalidad.
Por su belleza fsica llena de espiritualidad, la he com-
parado a una modelo de Dante Gabriel Rossetti - a aquella
Mis Siddal- mujer de ojos verdes, de suelta cabellera y de
estatura armoniosa. As como los modelos de D a n t e Gabriel
Rossetti, como la poesa del pintor-poeta son inimitables, as
Cecilia Meireles p o r su belleza es incomparable. N o hay otra
mujer en el Brasil que pueda reunir en tan justo equilibrio
tantas virtudes superiores. Y el Brasil es u n pas maravillo-
so, lleno de una naturaleza exuberante, pleno de inteligencia,
donde se cultiva el espritu como rara flor!
A menina enferma
126
II
Fragilidade
127
Arsenio Palacios
Un animador del intercambio literario entre el Uruguay
y el Brasil75
75
En Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N 73, 19 de enero
de 1929. El subttulo dice: El reputado crtico y poeta paulistano, seor
Arsenio Palacios acaba de publicar en la revista de arte y letras A Folha
de Sao Paulo, el brillante artculo que insertamos a seguir sobre la labor de
acercamiento intelectual americano que viene desarrollando nuestro compa-
ero y poeta Gonzlez Barb. Su inclusin en este apartado del volumen
responde a que se trata de un texto divulgativo, de mayor relevancia, en el
caso, para los uruguayos que para los brasileos.
128
dente de colorido, nuestros ros que tienen la violencia de
los mares y la caudalosidad de los ocanos, como vive en su
espritu la lnea horizontal de las pampas del sur, los ocasos
sobre las lneas rectas, las ligeras ondulaciones del vientre
de la tierra, los lugares de la selva y el canto del sabia y del
zorzal, el pjaro legendario de la leyenda gaucha, el pjaro
que tiene la voz humana de las vihuelas pulsadas en torno al
fogn, tomando el cimarrn sabroso y dirigiendo vidalitas a
la linda morocha de ojos negros y labios carnosos como el
marac.76
Gonzlez Barb vive el alma de Amrica, como en sus
obras, en sus novelas, en sus cuentos vive y palpita el gesto
rebelde de nativo, el alma heroica del rudo pampeano y la
dulzura del tipo pegado al terrn como la sangre a la carne.
De ah que estudiando nuestra literatura y nuestra gen-
te se compenetrase de verdad de la ndole de nuestra raza
y pudiese dar, como dio, tanta verdad a su interpretacin
de nuestros fenmenos vitales, raciales y sociales a travs de
los libros que le hemos enviado, fuente fidelsima en la que
aparecen las grandes verdades de nuestra vida y de nuestras
inquietudes y de nuestras ansias, y donde Barb, adems de
conquistar un justo renombre en los medios artsticos de
Paulicia y en todo el pas al que tiene derecho su enorme
talento y su esfuerzo en pro de la brasilidad literaria en tierra
uruguaya, es un brasileo por el corazn y por el espritu.
Reconocemos que Gonzlez Barb es tan til al Brasil
como cualquier brasileo es til a su pas.
Acabamos de recibir, entre otras versiones y crticas
sobre intelectuales brasileos, entre las que se destacan: Pl-
nio Salgado, Cassiano Ricardo, Menotti del Pichia, Rosala
Sandoval, Mario Graciotti y algunos otros que sera largo
76
Especie de calabaza del Brasil [Nota de Renovacin]
129
enumerar, una apreciacin crtica sobre un trabajo de Mario
J. Silva, el delicado escritor y poeta patriota, obra sta que
habla de la personalidad de Vicente de Carvalho, el insigne
vate playano, y que Mario Julio intitula con el propio nom-
bre del poeta, estudiando tan interesante figura de las letras
patrias bajo la impresin de justo cario y respeto, senti-
miento que se impone delante de la venerada figura de uno
de los poetas muertos, uno de los mejores, quiz el mejor
130
Ildefonso Pereda Valds
Germana Bittencourt77
77
Recorte sin data, por la tipografa probablemente publicado en el
diario El Pas, de Montevideo, hallado entre los materiales de la Coleccin
Ildefonso Pereda Valds, Archivo Literario del Departamento de Investiga-
ciones de la Biblioteca Nacional, Montevideo. Incluye un acpite en el que
dice: El prestigioso poeta Ildefonso Pereda Valds ha escrito, con motivo
de la muerte de aquel bello espritu de artista que se llam Germana Bit-
tencourt, a quien tuvo ocasin de admirar y aplaudir como mujer y como
cantante, nuestro pblico, la siguiente sentida pgina recordatoria.
131
gran jefe Uainazar-Uoltec, y el frentico Macumbeb de
los negros, quedar vibrando por mucho tiempo en nuestros
odos. Despus vinieron otros cantantes y repitieron el tema,
mal o bien lo repitieron. Fue Germana la que nos descubri
un mundo nuevo de melodas desconocidas, de onomatope-
yas y gritos punzantes que abren el alma de una raza en un
quejido.
Lejos de su esposo, el buen amigo y excelente poeta Pedro
Juan Vignale, lejos de su hijo, se apag la voz de Germana un
poco lejos, pero muy cerca de sus verdaderos amigos. Cuan-
do estuve en Rio de Janeiro fui a su casa, pero no pude verla,
porque entonces ya estaba enferma de gravedad, me mantu-
ve a poca distancia de su espritu, hermossimo de afecto y
de dulces canciones, y ella me mand para contemplarlo un
retrato de su nio hermoso de niez y de sol...
132
Ildefonso Pereda Valds
Cartas del Brasil. Manuel Bandeira y la Ra de Curvelo:
78
En El Sol, Montevideo, 1932. [Recorte sin data precisa en Coleccin
Ildefonso Pereda Valds. Archivo Literario del Departamento de Investiga-
ciones, Biblioteca Nacional, Montevideo. Manuscrito, con la letra de Pereda
Valds, se indica la publicacin y el ao].
133
ha reunido a mi alrededor a cuatro msicos y como oidores,
al pintor Cicero Dias, a Paulo Magalhaes y al poeta Murilo
Mendes.
Este ltimo es uno de los ms firmes valores de la novsi-
ma generacin de poetas brasileros. Ha compuesto un poe-
ma, Jandira -que me lee Manuel Bandeira-, penetrado de
un simbolismo profundamente humano. Jandira representa a
la grcil mujer, hermosa y sazonada, creada para el agrado y
el eterno homenaje de los hombres. Jandira ser una agrada-
ble moza que dejar rendidos infinitos corazones; Jandira se
casar y todo el mundo tendr que ver con el marido de Jan-
dira; Jandira tendr hijas y Jandira ser ms hermosa que las
hijas. Pero lo ms hermoso, en el poema, es el nacimiento de
Jandira, el proceso, csmico que hace que Jandira sea, exista,
nazca a la vida de la adoracin colectiva.
La atmsfera est cargada de msica. Las ventanas estn
abiertas y un corro de muchachos del pueblo -los vibrantes
amigos de Bandeira- oyen religiosamente a los sacerdotes
de la cancin popular. Hay un negrito, Malaca, que tiene
los ojos ms brillantes que ninguno, y se gana el premio de
doscientos ris que arrojo a la multitud infantil. Por mi gene-
rosidad me han llamado el hombre de Sao Paulo, ciudad sin
duda famosa por su riqueza comercial.
Otra noche vamos a lo de Cicero Dias, con la curiosidad
de contemplar un cuadro que est pintado, que ocupa las
cuatro paredes de una sala. All est reflejada -humorismo
y poesa- toda la vida de Rio de Janeiro. Nos acompaa
el director de la Escuela de Bellas Artes -Lucio de Castro
[sic]-79 que polemizaba en esos das con Jos Marianno sobre
arquitectura colonial. Marianno quera fundar en la Escuela
134
de Bellas Artes una ctedra de arquitectura colonial y Lucio,
con muy buen criterio, le demostr lo innecesario y ana-
crnico de tal iniciativa, poniendo al frente de la ctedra de
arquitectura moderna a un arquitecto alemn de cuyo nom-
bre no puedo acordarme.
Lucio de Castro [sic] tiene un auto... y en l vamos a subir,
cuando oh sorpresa!, est atestado de garotos -los popula-
res amigos de Bandeira- que nos acompaan trepados en los
guardabarros. Gritan y chillan, despertando la curiosidad
gallincea de algunos pacatos habitantes de Santa Teresa, que
ante tanta bullanga se asoman asombrados a las puertas...
135
SELECCIN DE RESEAS Y NOTAS DE ESCRITORES
BRASILEOS SOBRE VANGUARDISTAS URUGUAYOS Y ALGUNOS
CONTEMPORNEOS
80
Nota sobre la traduccin al francs, por Francis de Miomandre, de
poemas de Juana de Ibarbourou, traducidos por Miomandre con el ttulo La
touffe sauvage, en Festa, N 3, Rio de Janeiro, I o de dezembro de 1927:12.
137
Identidade verdadeira? A poetisa sul-americana pode
sorrir, tranquila. O seu deslumbramento tem qualquer coisa
de empolgantemente novo, que nao se encontra em Les
Emblouissements.
H outra mais virginal frescura no seu desejo da vida, na
sua sensualidade ingenua, na sua pantestica lascivia.
Correm nos poemas de Juana as seivas novas do conti-
nente adolescente.
E se ela nao atingiu os acentos supremos dos apelos de
amor de Le Coeur innombrable - pode, contudo, dar a vol-
pia do seu espirito, do seu corceo e dos seus ervos, urna
expresso de puro e saudvel arrebatamento, sem as mr-
bidas sugestes que sao o prprio ambiente da poesia noai-
lliana.
To fresco o mundo que as pupilas desta mulher nova da
Amrica refletiram...
138
Annimo
Movimento1
81
En Verde, Cataguazes, N 5, Janeiro de 1928, Suplemento relativo a
los meses de febrero, marzo, abril y mayo de 1928: 5.
139
Annimo
Movimento82
140
Jorge Sals Goulart
[Sobre La guitarra de los negros]
83
Sin lugar de publicacin ni fecha, pero con seguridad de 1928.
[Recorte sin fecha en Coleccin Ildefonso Pereda Valds. Archivo Literario
del Departamento de Investigaciones, Biblioteca Nacional, Montevideo].
141
Quantas vezes ela fendida com a folhagem de laca e
papel chocolate de frases retorcidas, de trechos oratorios, de
palavras que sao como torpedos explodindo verborragia.
A poesa algo muito sutil, ternamente colorido, encan-
tadoramente suave e indizvel.
como urna reticencia, um frescor da manh refletido
num cristal ou umedecendo um broto novo.
[Ilegible] pureza do homem com [ilegible] atravs do
raciocinio mas pelo fluido sutil da sensibilidade.
Essa poesia que tao bem se definiu as pginas dos poetas
do Oriente, na ternura dos epigramas gregos, na suavida-
de das gazels de Hafiz, na filosofa encantadora de Ornar
Kayan, nos cenrios pinturescos do Sakunta l, na frescura
da poesia chinesa, essa poesia se evola, como um perfume, do
livro de Ildefonso Pereda Valds.
Pelo bucolismo saudvel e forte, lembra a sua brilhan-
te patricia Juana de Ibarbourou em Raz salvaje, e Francis
James em Le Deuil du Primtemps.
Esse trecho, por exemplo, de um delicioso frescor mati-
nal:
[ilegible]
digna de um pantesta grego.
142
Rubens 84
Bilhetes Cora
[Sobre El hombre que se comi un autobs]
84
Seudnimo que no hemos podido identificar.
85
En Semana Ilustrada, Belo Horizonte, N 40,10 de marco de 1928.
143
cido que existe e que os homens serios o tm na conta de
qualquer coisa. Pobres diabos, pobres e desprezveis. Inca-
pazes que sao do menor esforco mental, do para vomitar
a torto e a direito todos os cogumelos das suas caberas de
camarao. E para se darem importancia criaram ainda urna
classe para ser fcilmente classificados, como os infini-
tamente pequeos de Pasteur. Futuristas, ou, conforme
o grau mais alto de paranoia - modernistas. Em Portu-
gal houve um tempo em que grassou urna epidemia com o
nome de estilo coimbro. Era um modo de escrever-se
empolado, com a maior soma possvel de figuras e tropos
gramaticais. Era pernstico, sim, mas exigia conhecimen-
tos da lngua, leitura inteligente, manuseio dos clssicos. E
nao perdurou. Desapareceu debaixo da zarzuela de todos.
Morreu por ser ridculo. Hoje, porm, que a inteligencia
mngua, a manada dos modernistas comeca a invadir
as campias e as vrzeas deste malfadado pas, a tosar e a
ruminar... A manada, quanto mais engrossa, mais entupida
vai ficando. ltimamente tive urna surpresa dolorosa. Um
grande amigo meu, um grande e estudioso amigo mnda-
me o seu ltimo livro de versos. Versos? Nao sei mesmo
como possa chamar aquilo que contm o livrinho de Jorge
de Lima. Sou sincero com os meus inimigos e sincerssimo
com os amigos. Nao entendi absolutamente os Poemas do
meu desventurado conterrneo. Que decepco! E um deli-
rio, urna febre cerebral, um amontoado de frases sem sen-
tido, sem propriedade de lugar. Fiquei pasmo! O autor de
Salomao e as mulheres tombara, imiscuira-se com a revoada
dos lunticos inferiores que acodem pelo nome de futu-
ristas! Como se dera o fenmeno? Infantilidade de querer
acompanhar certos movimentos, sem urna anlise pre-
via das circunstancias ridiculas que disso advm... Cora, eu
144
perdi mais ura amigo: Jorge de Lima tambm futurista!
Pobre mogo, pobre mdico, desafortunado poeta!
TEU
RUBENS.
Tasso [da Silveira]
La trompeta de las voces alegres - poemas - Nicols Fusco
Sansone - Agencia General de Librera e Publicaciones
- Montevidu -1925 86
86
Resea, en Festa, Rio de Janeiro, N 8, 15 de maio de 1928: 22.
146
Exprime-se, puramente, como Deus a fez. Como a rvore,
que nao erra por ser rvore, por estremecer de seivas vivas,
das razes a fronde. Mas errara, por exemplo, se comecasse a
criticar o destino da pedra.
Frescura de madrugada limpa, a que h na poesia deste
poeta. Delicia sincera de viver. A vida bebida, nao como um
vinho que embriaga, mas como urna agua fresca, na concha
das mos claras e mogas.
147
A[ntnio] de Alcntara] M[achado]
Nicols Fusco Sansone - La trompeta de las voces alegres
- Montevidu -1925 87
87
Resea en una serie titulada 3 poetas e 2 prosadores, en Revista
de Antropofagia, Sao Paulo, N 3, julho de 1928: 4.
148
Naturalmente essa febre a estas horas j deve ter baixado
um tanto. Essa forca ainda incontida no La trompeta de las
voces alegres com certeza hoje em dia se poupa mais e tem
assim maiores reservas de energa para proezas futuras. Seja
como for poeta que comeca desse modo certo que continua
sempre
saltando
todos los obstculos
del mundo
cual si fuera
un travieso cabrito...
149
A[ntnio] de Alcntara] M[achado]
Montiel Ballesteros - Montevideo y su cerro - Montevidu
-1928 88
88
Resea en una serie titulada 2 poetas e 1 prosador, en Revista de
Antropofagia, Sao Paulo, N 7, novembro de 1928: 4.
150
A[ntnio] de Alcntara] M[achado]
Humberto Zarrilli - Libro de imgenes - Montevidu
-1928 89
89
Resea en una serie titulada 4 poetas, en Revista de Antropofagia,
Sao Paulo, N 10, fevreiro de 1929: 4.
151
Tem at repentes de violeiro:
152
Annimo
153
se-me como um genio. O talentoso compositor est prestan-
do um servico inestimvel cultura artstica do seu pas.
Lourengo Fernandes outro grande nome que honra o
Brasil. Prometeu colaborar comigo na divulgago das msi-
cas brasileiras no Uruguai, enviando-me as suas producoes.
Manifestei-lhe a satisfaco com que receberamos, na Rep-
blica Oriental, a sua visita e a de outros patricios seus, entre
os quais, seja-me permitido destacar a figura respeitvel da
senhora Henriqueta Guerra Mandin, festejada soprano que
j urna vez esteve em Montevidu.
O nosso gentil visitante descansa um pouco, como que a
pensar no que ia dizer em seguida. Pedimos-lhe que nos dis-
sesse quais as msicas populares brasileiras que mais sucesso
j alcancaram no seu pas.
- Ai, heim!, Boa bola, Primeiro amor, Segura esta
mulher, Arrasta a sandalia, Formosa, Ela nao jurou
sao hoje msicas populares na minha trra.
O sr. Valds fala-nos depois dos nossos poetas para frisar
que a poesa moderna do Brasil, l traduzida para o castelha-
no, , a cada passo, declamada nos sales elegantes do mun-
do social uruguaio.
O sr. Nicols, diretor do Movimento Artstico Brasilei-
ro, interrompe-nos para dizer que o senhor Pereda Valds
far aqui urna conferencia e ser homenageado pelos nossos
intelectuais.
154
Annimo
91
Sin lugar ni fecha, pero seguramente de 1932. [Recorte sin fecha em
Coleccin Ildefonso Pereda Valds, Archivo Literario del Departamento de
Investigaciones de la Biblioteca Nacional, Montevideo].
155
grino Jnior, Andrade Muricy, Nelson Romero, Guerra
Duval etc.
O sr. Andrade Muricy ofereceu a festa, em nome dos
artistas brasileiros, cujo representante em Montevidu ser
Pereda Valds.
No Movimento Artstico
Um jantar de despedida
156
DILOGOS/ POLMICAS
ALBERTO ZUM FELDE/ LUIS BUENO
159
gracia, tal colorido, que en mrito a su singular inters, el
Director decide publicarla en la primera pgina del Diario.
Y tal fue la revelacin del escritor que se ignoraba a s mis-
mo. Instado luego a reincidir con otras colaboraciones, el
vigoroso narrador que estaba en l comenz a volcar todo
el caudal riqusimo de su observacin original y de su bravo
ingenio. El xito logrado con sus primeros ensayos, tintale
a dejar el agro por la literatura y a trasladarse de la fazenda
al ateneo. As lo hace, y se convierte al poco tiempo en una
de las ms destacadas figuras literarias de su pas, y centro de
un pujante renacimiento de las letras brasileas.
Decir renacimiento de las letras brasileas implica dos
afirmaciones: que stas tuvieron un perodo de grandeza,
y, luego, uno de decadencia. Efectivamente, es as. Fue, el
Brasil, el pas que tuvo primeramente, en Amrica, una lite-
ratura propia. Antes de que llegara al Plata y a las dems
regiones colombianas, la revolucin romntica, germin su
semilla en el suelo ardiente del Brasil, produciendo el movi-
miento literario conocido con el nombre de indianismo.
El indianismo no era otra cosa que la tendencia a la literatura
autctona, es decir, el nacionalismo literario implcito en los
principios estticos del Romanticismo. Asumi en el Brasil
el carcter de indianismo, porque lo indgena era, entonces,
la materia original que la vida brasilea ofreca a la literatura,
siendo, as mismo, una afirmacin de arraigo en el terruo,
(y, por tanto de emancipacin nacional) -frente a la glosa
del modelo universal que impusiera el academismo latino.
Y a impulsos de este movimiento surgieron los poemas y
romances de Gonzalves Dias, de Alencar, de Araujo, en los
cuales cuaja, por primera vez, en obra de arte, la originalidad
autctona del Nuevo Mundo.
Las obras de los poetas y novelistas brasileos del pero-
do romntico fueron una revelacin para el mundo, por la
160
novedad de su materia, ya que no de su procedimiento, pues-
to que la influencia de Chateaubriand es evidente, por la par-
te de tala. Adolecan esas obras de los defectos comunes a
la escuela romntica, siendo el primaz de ellos la idealizacin
de los caracteres, con mengua de la realidad humana. Los
indgenas y europeos que en esas obras aparecen, estn en
mucho falseados en su verdad histrica por la idealizacin
romntica -como la mayora de los personajes romnticos
europeos-; pero contienen ellas tanta riqueza de colorido
y tanta grandeza de composicin, palpita en ellas con tan-
to bro y frescura la naturaleza americana, que, por mucho
tiempo son tenidas por la crtica europea -junto a los Bocetos
de Bret-Hart, como la representacin genuina de las letras
americanas. Muy superiores, desde luego, incomparablemen-
te superiores a las obras de igual gnero producidas en ese
perodo por los romnticos del resto de Amrica, incluso los
platenses Echeverra y Magarios Cervantes, cuyos malogra-
dos intentos poemticos no contienen valor alguno positivo.
Slo les sobrepasan, ms tarde, Acevedo Daz en su romance
histrico, y Sarmiento en el realismo de su Facundo.
Despus, las letras brasileas sufren un perodo de deca-
dencia. Al brioso y pujante indianismo, sucede el flojo reme-
do de la literatura francesa, cuya influencia es avasallante en
la cultura intelectual del Brasil. Poesa y novela se esterili-
zan en vanos culteranismos galicistas, desarraigadas del solar
nativo y apartadas del racial entronque portugus. Muy poco
se escribe en el espreo perodo que llega hasta estos ltimos
aos, que pueda colocarse dignamente cerca de los viejos
romnticos del perodo indianista.
Y ahora, un movimiento de juventud, en cuya primera
fila aparece el autor vigoroso de Umps, est dando un nue-
vo ciclo de brillo y poder a las letras brasileas. Este renaci-
miento vuelve al indianismo, pero no en la manera romntica,
161
ya anacrnica e imposible, sino con carcter realista y dentro
de la vibracin psicolgica de nuestro tiempo. Es un renaci-
miento indianista, por lo que tiene de genuinamente brasi-
leo, en sus sustancias y en sus formas; pero, es tambin, en
cierto modo, una reaccin contra el indianismo romntico,
por cuanto presenta la cruda realidad actual frente a los fal-
sos convencionalismos aejos.
Urups, de Monteiro Lobato, que acaba de traducir y
publicar una editorial portea, es una pujante expresin de
este renovado indianismo. La realidad actual de la vida bra-
silea, en lo que tiene de colorido regional y de psicologa
propia, aparece en las breves narraciones del escritor pau-
lista, trazada con vigor magistral. Tierno y cruel, irnico y
dramtico, toda la gama del sentimiento y del color, fluye de
su paleta pictrica, en lneas sintticas y en bocetos impre-
sionantes.
Tiene Monteiro Lobato los rasgos armonizados de nues-
tros dos cuentistas uruguayos de ms personalidad: Javier de
Viana y Horacio Quiroga; es decir, la crudeza realista y la
sutileza psicolgica; el objetivismo costumbrista y la inten-
sidad subjetiva. Socilogo y poeta al par, sus relatos ofrecen
al mismo tiempo la leccin y el hechizo. Una manera suelta
aunque muy noble, un lenguaje familiar, aunque muy pro-
pio, dan sencillez varonil y frescura original a sus narracio-
nes, as como atestiguan una independencia segura de s y
una sinceridad duea de su arte.
162
Luis Bueno
Umps y la crtica de Zum Felde'
93
En La Democracia, Montevideo, N 33, 10 de agosto de 1921: 4,
cois. 6-7.
94
Este es en realidad el nombre de la seccin, y no el ttulo del artcu-
lo de Zum Felde ya transcrito.
163
Si es cierto que la cultura europea ejerci influencia relati-
va en la brasilea (entonces como ahora), no es menos cierto
que en todos los pases americanos se han operado siempre,
y hoy ms que nunca, fenmenos anlogos. Pero esa influen-
cia no emana solamente de la literatura francesa, siendo tres
las corrientes capitales, a saber: el francs, el espaol y el ita-
liano. Y si Taunay inspir su estro en la literatura de Francia,
Tobas Barreto nos ofrece el sabor de la escuela alemana.
Asentemos terminantemente, que no slo Chateaubriand,
como quiere el seor Zum Felde, ofreci a Alencar su mode-
lo indianista; pues Cooper, en Estados Unidos, haba traba-
jado anteriormente la misma escuela, con xito considerable
y con mayor sinceridad.
Lo que llama el seor Zum Felde perodo decaden-
te, en realidad indiscutible, es: perodo de transicin de
la literatura romntica a la escuela realista. No hay renaci-
miento, sino transicin, evolucin, cambio de escuela. N o
hubo decadencia en la literatura brasilea, que se nos ocu-
rre literalmente desconocida por el seor Zum Felde; lo que
hubo, solamente, fue desmedida ligereza de su parte. Y si
as no fuera dnde ira a parar la labor literaria de: Warnha-
gen, Eduardo Prado, Francisco Octaviano, Mont'Alverne,
Rocha Pitta, Gusmao, Magalhes, Arthur Azevedo, Odorico
Mendes, Laurindo Rabello, Alvares de Azevedo, Junqueira
Freir, Fagundes Varella, Castro Alves, Manuel da Costa,
Basilio da Gama, Gonzaga, Caldas, Jos Bonifacio, Gregorio
de Mattos, y los modernos: Julio Ribeiro (A carne), Euclides
da Cunha (Os Sertoes), Coelho Netto (O sertao), Afranio
Peixoto (A Esphinge), Graca Aranha (A Canaan)), Machado
de Assis, el ms egregio de los literatos brasileos (Memorias
postumas de Bras Cubas) y toda la ciclpea obra literaria de
Ruy Barbosa?
164
Es bien verdad que los literatos brasileos abandona-
ron la escuela portuguesa cuando triunfaba en Portugal la
literatura de Eca de Queiroz, escandalosamente viciada, y
corrompida de galicismos; pero, desvinculada en parte, talla-
ba en los mrmoles impolutos de las formas clsicas, bajo
estricta investigacin social, divinidades modernas, llenas de
gracia alada y pletricas de pureza idiomtica.
Umps, de Monteiro Lobato, es una obra incontestable-
mente buena; pero est muy lejos de ser el chef-d'oeuvre
de la literatura brasilea.
Para terminar diremos que hasta el ttulo: Crtica de los
Libros y de los Hechos es impropio e inadvertido; pues, lo
que quiso y debi escribir el crtico, fue: crtica de libros y
hechos; es decir: crtica de ciertos libros y ciertos hechos...
165
Alberto Zum Felde
Literatura brasilea. (La cola del Lobato...)'
95
En El Da Edicin de la Tarde, Montevideo, N 734, 13 de agosto
de 1921: 1, cois. 6-7 (seccin Crtica de los Libros y de los Hechos).
166
Cooper. Y claro est que, al afirmar nosotros tal cosa del
Brasil, no tuvimos en cuenta a la Amrica del Norte, sino a
esta Amrica Latina, pues son ambas Amricas, para noso-
tros, dos entidades distintas por la cultura y por la historia, y
consideramos error confundirlas en un mismo orden y rtu-
lo.
Se dice en su artculo que no slo Chateaubriand, como
aseveramos nosotros, ejerci influencia sobre el gran escri-
tor brasileo Alencar, sino tambin, y aun mayor, el ya cita-
do Cooper, cuyo suceso literario haba sido de resonancia
mundial. La pretendida rectificacin es equivocada. La nica
influencia visible en Alencar es la del autor de tala. Preci-
samente, Cooper se caracteriz por la verdad de sus tipos y
la naturalidad de sus escenas; y el indianismo de Iracema se
caracteriza por la idealizacin romntica de los personajes
y cierta teatralidad lrica en sus escenas, defectos, o lo que
fuere, cuya procedencia directa est en tala.
Niega el articulista de marras que la literatura brasilea
haya tenido un perodo de decadencia, despus de la poca
brillante de los novelistas y poetas romnticos, y lo niega
indignado, con aire de quien rechaza una ofensa al honor
patrio. Esta falsa susceptibilidad patritica, tan inoportu-
na y poco sensata, viene siempre a perturbar las cuestiones
sacndolas del quicio intelectual. Ya tendramos ajetreo
si los otros residentes extranjeros en esta ciudad, fueran a
indignarse cuando nos refiriramos a pocas de decadencia
literaria en sus propios pases...! Pues es necia pretensin la
de desconocer tal hecho respecto al Brasil, cuando la mayo-
ra de las naciones y de los pueblos pasan alternativamente
por perodos de intensidad y de flaqueza en su literatura.
Tomemos, entre otros, el ejemplo de Espaa. Despus de
la grandeza intelectual de los siglos XV y XVI, en que se
agrupan los nombres ms gloriosos de las letras castellanas,
167
no cay Espaa en una mediana intelectual que llega hasta
el ltimo tercio del siglo pasado, iniciacin del renacimiento
que ha dado sus modernas figuras tan vigorosas?
Cita el articulista, una nmina de escritores brasileos, a
su entender notables, que llenan en parte, ese perodo, por
nosotros considerado de decadencia o mediana. Tambin
pueden citarse muchos nombres de las letras espaolas des-
de mediados del siglo XVII a mediados del XIX, entre los
clasicistas y los romnticos. Y, sin embargo, es evidente que
ninguno de ellos -aun cuando los haya estimables- pueden
ponerse al lado de los clsicos ni al lado de los modernos. La
literatura decae, aunque sean numerosos sus cultivadores,
cuando decae el espritu que la anima, cuando la originalidad
creadora se trueca en eclecticismo de librera y en florilegios
de ateneo.
Entendemos que la literatura decay en el Brasil, cuando
su intelectualidad, apartndose de la original fuente america-
na dio en beber vinos importados, y sustituy la vida propia
con la colonizacin cultural. La influencia francesa ha sido,
en ese sentido, dominante, sin excluir otras influencias, y
todos aquellos que conocen el ambiente intelectual y mun-
dano de Rio de Janeiro, saben hasta qu punto su cultura se
halla saturada de galicismo. Que eso mismo acaece en otros
pases de Amrica, el Plata inclusive? S, ya en otra ocasin
hemos comprobado y comentado el hecho. Ello no quita
que sea cierto para el Brasil, en mayor grado, tal vez, que
para nosotros.
Entendemos, pues, que se est operando un renacimien-
to en la literatura brasilea, porque vuelve, de modo cons-
ciente, y en general, a nutrirse del jugo indianista, es decir, a
ser propiamente brasilea. Tambin, durante la poca insus-
tancial, hubo casos aislados de propiedad artstica, como el
de Fagundez Varella y el de Rondn (que no cita el articu-
168
lista); pero, en su conjunto, la conciencia literaria del pas se
hallaba en estado adltero. En el libro Umps de Monteiro
Lobato hemos encontrado lo que no encontramos en otros
libros de escritores del Brasil citados en ese artculo, fueran
prosistas o poetas: la vida propia de aquel pas, el espritu
original de sus tierras, el sabor genuino de sus frutos.
N o hemos dicho -segn se tergiversa en el suelto de
marras- que Monteiro Lobato fuese el primer escritor del
Brasil, ni Umps el chef-d'oeuvre de aquella literatura.
Hemos dicho que este escritor se hallaba en primera fila -al
lado de otros- en este movimiento literario que se opera en
su pas; y que sus libros de narraciones son una manifesta-
cin de las ms pujantes de ese saludable renacimiento.
Otro sueltista malintencionado, haciendo glosa y guasa
del susodicho artculo, ha dicho por ah que, pudiendo traer
del Brasil una carga de flores, slo trajimos un puado de
hongos venenosos (urups). Necio! No es culpa nuestra
si estos hongos silvestres tienen ms perfume del Brasil que
las flores retricas de sus ateneos! Y, para terminar, digamos,
salvando el respeto debido a tan ilustre personalidad, que no
cambiamos estos amargos urups por todo el monumental
ateneismo de Ruy Barboza.
169
Luis Bueno
Al sabor de la corriente. Con Lobato, el de la cola96
%
En La Democracia, Montevideo, N 39, 17 de agosto de 1921: 3,
cois. 3-5.
170
Lamentamos, empero, que la pgina con que tanto nos
eleva y edifica el seor Zum Felde, no tenga el cachet hie-
rtico de las altas autoridades de la sabidura, sino el desalio
virulento que suele observarse en la mujer adltera que es
sorprendida en el preciso momento en que sacrifica la honra
del hogar, entregndola en holocausto a su lujuria.
Fcil nos sera, supremamente fcil si furamos de ndo-
le proterva, volcar todo un diccionario de improperios y
denuestos, contra los que, perdiendo la compostura que
todos debemos al subido y egregio ministerio del periodis-
mo, esgrimen, en estilo adusto, la bilis como arma defensi-
va, en sus extravos espirituales. Pero esas fellars gazmeos
de las divinidades de ocasin, esos artfices de la lagotera
pingemente remunerada, no conseguirn jams perturbar
totalmente la armona, el ritmo de nuestro sistema nervioso.
Que ellos, bajo la prudente indiferencia de los que oficiamos
sinceramente en los altares impolutos del arte, prosigan en
su cosecha de pensamientos e ideas arrancados a frceps. Eso
nos divierte y advierte.
Y ya es tiempo de entrar en el tema capital.
Dice el seor Zum Felde:
171
Carrillo? Son de la Amrica del Sur, de la del Centro o de la
del Norte? Bizarra cosa!
Nos ratificamos: el primer movimiento de literatura pro-
pia, en Amrica, pertenece a Estados Unidos, hecho que fue
negado por el seor Zum Felde en su primer artculo.
N o hemos asegurado que Cooper haya ejercido sobre
Alencar una influencia mayor que la ejercida por Chateau-
briand, y mucho menos en Iracema; cuyo criterio nos atri-
buye el seor Zum Felde cavilosamente.
Lo que dijimos es que uno y otro facultaron a Alencar
sus dechados de indianismo, cuyas influencias, a veces
concomitantes, invaden la jurisdiccin de la evidencia.
172
Pero aclaremos un punto ms: El seor Zum Felde, que
es fantico capuchino de la literatura de cuo indgena, viste
su cuerpo, de una correccin lineal estatuaria, teniendo por
modelos los figurines impecables de Pars, y -qu delicia!
eso nos encanta-, y viste su espritu segn los modelos sud-
americanos (respetando nosotros la autoridad de los maes-
tros como Ercilla, Alberdi, Sarmiento, Montalvo, Rod y
otros, que acatamos y confesamos, y que el seor Zum Felde
desacata y niega); y qu desdicha! esto nos desencanta.
Terminamos seguros de que esta leccin fructificar, y
repetimos la estrofa latina:
173
JAIME L. MORENZA/ TASSO DA SILVEIRA
97
Seudnimo sin identificar, probablemente del propio Jaime L.
Morenza segn parece desprenderse del propio texto, tanto de su composi-
cin como de los sobrentendidos que en l se manifiestan.
98
En La Cruz del Sur, Montevideo, N 19/20, enero-febrero 1928:
18-19. (Reproducido enFesta, Rio de Janeiro, N 7,15 de abril de 1928: 10-
13).
175
aprovechando el filn, que se presentaba fcil a ser explo-
tado, dejamos que la pequea mquina Royal -fiel mine-
ra- siguiera el ritmo de la conversacin hasta donde pudiera
dar. He aqu algo de lo que nos refiri nuestro compaero
y amigo.
- Q u e a un habitante de Montevideo le asuste, le enlo-
quezca, le vuelva casi nio un cerro, constituye un fenmeno
psicolgico que hemos procurado explicarnos, sin conseguir-
lo cabalmente, mientras -en el Alcntara- regresbamos
para el Uruguay. Desde que nos acostumbramos a andar por
las accidentadas calles de la ciudad que fund el vasco Zaba-
la, no hicieron nuestros ojos otro alpinismo que el de trepar
las laderas del Cerro y el de jinetear la diminuta fortaleza que
todas las noches nos abanica con la luz de su faro. A pesar
de eso, si bien nos ha gustado, no nos ha sorprendido hasta
el paroxismo el panorama montaoso del Brasil. El pasmo
experimentado por ciertas tropillas de turistas que van de
aqu a la ciudad carioca, nos parece algo infantil. Cuando,
ya de vuelta, les omos hablar con una fruicin casi msti-
ca del Corcovado, de la Tijuca, del Pan de Azcar y de los
Picos de Petrpolis, sentimos en los labios un leve escozor,
debido, sin duda alguna, a las sonrisas dificultosamente con-
tenidas. Cierto que el Corcovado, la Tijuca, la Gvea, el Pan
de Azcar y dems picos del sistema orogrfico que rodea
la baha de Guanabara producen en el nimo del viajero una
sensacin de maravilla. Hay all, indiscutiblemente, una gran
concentracin de belleza panormica. Pero eso no significa
que se deba volver de Rio con la sola visin de su estupendo
paisaje. El valor de Rio de Janeiro no est reducido a sus
morros. Si se le sabe buscar, se le encuentra en ellos, entre
ellos, atrs de ellos y fuera de ellos. Hay necesidad de decir
bien alto esta verdad. Y hay necesidad de decirla, en primer
trmino, porque es as, y luego, para que ciertos turistas
176
intelectuales no nos empalaguen con sus cerriles impre-
siones de viaje. Si estos seores no llegan a enmendarse pre-
vemos que va llegar un momento en que habr necesidad de
constituir una Liga contra el abuso del lugar comn.
-En Rio de Janeiro hay panoramas de belleza intelectual
que pasan desapercibidos para la mayora de los viajeros
con pasaje de ida y vuelta. Y ello es lgico. Sus fuentes de
informacin literaria se reducen a las que manan de la gua
Hamilton. A falta de esta se conforman, comnmente, con
alguna referencia recogida entre los empleados del Exprinter.
Sin embargo ese panorama de belleza intelectual y artstica es
interesantsimo. Nosotros lo hemos descubierto merced a las
indicaciones del fino, del sagacsimo explorador E[nrique]
Bustamante y Ballivin. Es un vastsimo esfuerzo de pen-
samiento, cristalizado en obras de gran provecho cultural.
Hacia l hemos dirigido el enfoque de los prismticos de que
iba munida nuestra curiosidad impenitente. Ir a un lado y
traer lo que todos traen es algo oo, algo que no satisface.
Ir a un sitio y volver con la carga til de una cosa nueva, hace
doblemente provechoso el viaje. Es lo que nos ha ocurrido
a nosotros. Por eso recordamos con alegra la gira realizada.
Y esa alegra se redobla, cuando, tras los vidrios de nues-
tra biblioteca, aparecen los libros que los amigos de Rio han
tenido la gentileza de obsequiarnos, y en los cuales, adems
de su nombre, est impresa la delicadeza de su espritu.
-Hay en el Brasil una preocupacin que no apunta, por
lo menos en forma tan aguda, en la juventud intelectual
rioplatense. Nos referimos a la preocupacin nacionalista,
que, dicho sea de paso, encontramos injustificada y deplo-
rable. Quiz sea esa la nica falla de volumen en la nueva
intelectualidad brasilea. Ese querer hacerse aisladamente,
ese querer brasilerarlo todo, ese afn de apartarse, siste-
mticamente, de todo cuanto suponga renovacin ideol-
177
gica venida de afuera es lo nico que no nos ha satisfecho.
Encontramos insoportable esa etiqueta de industria nacio-
nal pegada a todo cuanto suponga produccin desinteresada
del pensamiento. Hay en ello -cualquiera sea el pas en que
se produzca- algo de tara mental. En lo que respecta al Brasil
esa preocupacin absorbe gran cantidad de jvenes energas.
Es lstima. Orientadas esas energas en un sentido ideol-
gico ms en consonancia con el actual momento histrico,
podran favorecer enormemente el progreso de esa extraor-
dinaria fuerza cultural que cada da se dibuja con relieves
mas precisos y que, cuando llegue a su completo desarrollo,
marcar el punto de partida de un nuevo ciclo de civiliza-
cin.
-Hechos los reparos que anteceden cmplenos mani-
festar que la floracin intelectual del Brasil es, actualmen-
te, esplndida. En nuestras andanzas de exploracin hemos
dado con valores definidos, tiles, clara y resueltamente
orientados hacia horizontes de alta responsabilidad cultu-
ral. Escritores nuevos, de gran fuerza intelectual, se perfilan
con rasgos de vastos e inteligentes realizadores. Agitados
por el viento del deseo se encaminan hacia novedosos sen-
deros y tratan de desembocar en los anchos aerdromos
de la nueva esttica. Hemos encontrado espritus de selec-
cin estricta, espritus despegados, capaces de ascender y
descender por virtud de sus propias fuerzas. Porque ah
est lo esencial de lo que llamamos Arte Nuevo: subir
con arrebatadora agilidad, sin perder contacto con el cam-
po que los vio elevar y sin peligro de ser absorbidos por la
inmensidad. Entre los cultores del vanguardismo literario
y artstico cabe y es necesaria una diferenciacin: los ver-
daderos y los falsos. Pues si los primeros semejan el raudo
avin que cruza y vuelve a cruzar, los segundos no pasan
de ser pesados globos cautivos, especie de osos del circo de
178
la simulacin, a los que delata la tremenda cuerda que los
tiene sujetos al cepo de los prejuicios.
-Entre los primeros, entre los raudos aviones intelectua-
les del Brasil, estn -nerviosas mquinas mentales de radio
ilimitado- Ronald de Carvalho, hecho a dos timones, con
propulsin alimentada por esencia del ms puro filtro espi-
ritual, nexo necesario, indiscutible, entre la poesa y la crtica.
Ronald de Carvalho es, adems, un excelente y fino ironista,
tico, delicado, elegante. Tasso da Silveira, poeta y ensayista,
es un excelente piloto de la escuadrilla de observacin de los
nuevos. Su obra crtica tiene el sabor de un dulce apostola-
do. Hay en l algo de hiertico. Es una especie de Ruskin
moderno a quien sigue un sector de la nueva generacin con
devoto entusiasmo. Andrade Muricy, es, en nuestro concep-
to, el jefe de la seccin Informaciones de la escuela nue-
va. l conoce cuanto de novedoso, de interesante, de digno
de ser registrado, ha ocurrido o est ocurriendo. A veces,
brujeras de astrnomo intelectual, predice el fenmeno. Es
un buen crtico, sin que por ello deje de ser un admirable
creador. Posee un espritu sutil y penetrante para fijar, con
justeza, la amplitud de los valores. Dotado de un exquisito
tacto, es un agudo seleccionador de la obra de arte. Por todo
ello reputamos que su labor ha de ser de gran utilidad. Ns-
tor Vctor, que amans el simbolismo hasta hacerle soportar
el trpico, es algo as como una carroserie antigua montada
sobre un chassis de maravilloso poder y estupendo ajuste.
Es un simptico ejemplar de hombre de ayer en su aspecto
perifrico; un magnfico modelo de hombre de maana en su
contextura ntima, en su aspecto espiritual. De su cerebro,
brotan destellos de luz. Posee un sorprendente y claro dina-
mismo intelectual. Es un maestro, sin la pedantera de los
maestros que no lo son. Rodalo la estimacin de un ncleo
de jvenes selectos, que lo tratan como a compaero. Nstor
179
Vctor es ya una figura representativa, venerable, definitiva-
mente incorporada a esa falange de hombres creadores que
tanto brillo dieron a su patria. Su obra tiene un valor per-
durable. Por eso se encadena tan admirablemente con la que
van elaborando los activos pensamientos de nuestros jvenes
amigos del norte.
-En otro torrente de luz, en el foco luminoso que parte
de otro ngulo del escenario cultural de Rio, se distinguen
-vivamente recortadas- las figuras, ya impuestas, de Jac-
kson de Figueiredo y Vicente Licino Cardoso. Posee este
un equipaje intelectual de primer orden. Sus cinco o seis
volmenes acusan, con rasgos vigorosos, sus cualidades de
socilogo de enjundia y de novedoso mrito. Es un publi-
cista objetivo y eficaz. En alguno de sus libros ha abordado
temas interesantes de educacin y de poltica concernientes
al Uruguay.
La figura de Jackson de Figueiredo es distinta. Jackson
de Figueiredo es dueo de una vasta cultura filosfica; pero
est tarado por una especie de mana de catlico militante y
combativo. Esto, segn nuestro modo de ver, lo inhabilita
para desempear la funcin de utilidad social a que le obliga
su vala intelectual. Su obra Pascal y la inquietud moderna,
si no estuviera maculada por el pecado de la parcialidad, sera
de un gran valor.
Por su ideologa, Jackson, es una especie de Jacques Mari-
tain, el clebre neotomista francs; pero mucho ms fogoso,
de temperamento mucho ms impulsivo. En una palabra: es
un Maritain tropical.
-Podramos hablar de muchos otros escritores. Mas no
hay tiempo. Lo haremos en otra oportunidad. Waldemar
Bandeira, Sylvio Julio, Manuel Bandeira, Silva Lobato y
algunos otros sern tema de una nueva conversacin. Mere-
cen un comentario amplio y aparte. Todos ellos son figuras
180
de relieve y algunos, por su labor de publicistas, dignos del
aprecio y del agradecimiento de los escritores rioplatenses.
La promesa de Morenza fue hecha hoy con toda
solemnidad. Tenemos la seguridad de que ser cumplida.
Afirmamos, por consiguiente, que la continuacin de este
relato ir en el prximo nmero. As qued convenido.
Mientras tanto, ahora que el sol perdi algo de su impul-
sividad, vamos a realizar una vertiginosa excursin por las
playas. Para ello, por pura complacencia, lanzaremos a ms
de cien kilmetros el potente motor del Packard de disco
rojo.
181
X [Seud. probable de Jaime L. Morenza]'
59
Seudnimo sin identificar, probablemente del propio Jaime L.
Morenza.
100
En La Cruz del Sur, Montevideo, N 21, diciembre 1928: 20-22.
182
-LIBRERA ESPAOLA. Librero: D. Samuel Lpez
Nez. Granadino. Como buen andaluz, charlador ameno
e impagable. Local vasto. Todos los volmenes hablando
espaol. Esfuerzo serio para imponer el libro castellano en
un pas que habla el portugus y que tiene una tradicin
cultural casi francesa. Esfuerzo serio, grande y noble que
seguramente no reconocen, ni los gobernantes, ni los edi-
tores de la patria de Don Quijote. Adems de granadino
locuaz, vivaracho, inteligente y simptico, Waldemar Ban-
deira, Silvio Julio, Silva Lobato, Carlos Mal y un grupo
de personas que, haciendo coro de tragedia griega, va con
lentos movimientos oteando los escaparates. Al poco rato
de convivir aquel ambiente se nota la ntima trabazn espiri-
tual que existe entre aquellos hombres y los libros que repo-
san en los anaqueles circundantes. El librero don Samuel no
descuida nunca sus quehaceres. Lo cual, sin embargo, no le
impide blandir de vez en cuando el afilado pual de su inge-
nio, complacindose en hundirlo, sonriente y sin lstima, en
el corazn de todos los temas.
Esto, adentro del establecimiento. Afuera, sordo rumor
de ciudad. Plena luz. Cielo del trpico. Magnficas perspec-
tivas de montaa y de mar.
-SILVIO JULIO. Escritor talentoso e impulsivo. Este
joven inquieto y curioso, de chambergo aludo y sentencias
incisivas, es, desde nio, asiduo concurrente a la Librera
espaola. All, sin duda alguna, se acostumbr al frecuente
trato con los libros de habla castellana. Insensiblemente su
espritu, felino de agilidad, fue captando la esencia espiritual
que, ms tarde, le convertira en uno de los ms destaca-
dos glosadores de literatos espaoles e hispanoamericanos.
Sobre poetas uruguayos ha escrito Sylvio Julio pginas inte-
resantes. Delmira Agustini, Mara Eugenia Vaz Ferreira,
183
Juana de Ibarbourou, Raquel Saenz, Zorrilla de San Martn,
Emilio Oribe y algunos otros le inspiraron largos y amisto-
sos comentarios. Merece, por ello, nuestro agradecimiento.
Su obra de difusin es, sin disputa, meritoria. N o siempre,
sin embargo, es certero en sus apreciaciones. Llevado de su
temperamento apasionado, incurre algunas veces, en inter-
pretaciones torcidas. Destaca exageradamente ciertas face-
tas y calla o no percibe otras. En su labor de comentarista,
ntase la falta de anlisis minucioso y objetivo. Sus juicios
son puramente subjetivos. En sus impresiones obra ms el
impulso ciego que la reflexin consciente. Por eso, algunos
autores, son errneamente presentados por l al pblico
brasileo.
Para reforzar nuestro reparo y a fin de que l no parezca
antojadizo, citaremos un caso concreto: el de Emilio Oribe.
Nuestro gran poeta sera, segn la presentacin de Sylvio
Julio, un poeta parnasiano. Nada, no obstante, menos exac-
to. En la obra total de Oribe el parnasianismo es un mero
accidente. Es la enfermedad infantil de su carrera literaria.
Felizmente hace ya muchos aos que se encuentra curado
de esa dolencia. Su obra ms reciente, la que nos lo muestra
en la plena posesin de sus facultades poticas, la que acusa
rasgos ms personales, la que, en fin, nos da una sensacin
ms acabada de su finsima contextura espiritual, responde
a corrientes y modalidades estticas ms actuales, conscien-
temente adoptadas por l y en abierta pugna con el encasi-
llamiento que tan graciosamente le adjudica el joven escritor
brasileo. Es que en los trabajos de divulgacin de Sylvio
Julio, los escritores que comenta, no siempre aparecen como
son, sino, ms bien, como l quisiera que fueran. Su posicin
espiritual, el apego desmedido a las propias convicciones, le
lleva, insensible y frecuentemente, a conclusiones paradji-
cas.
184
La circunstancia apuntada, hace que la obra de Sylvio
Julio presente dos aspectos contradictorios: beneficioso el
uno; pernicioso el otro. Su labor es beneficiosa, cuando, sin
ms preocupacin que la muy noble de ser vehculo de difu-
sin, contribuye al conocimiento de estimables intelectos
en un medio que los ignora; pero resulta perniciosa cuando,
con pretensiones crticas y afn definidor, presenta las figu-
ras que estudia, merced a un enfoque falso, con relieves o
matices que le son extraos.
A pesar de ello, la obra de este joven escritor merece ser
tenida en cuenta. Es una gran obra de acercamiento. Tiende
a crear lazos de unin espiritual entre los intelectos de su
patria y los de los pases de habla hispana. Como se ve la
finalidad no puede ser ms simptica. Por eso, aunque en los
retratos que traza suela observarse, a veces, cierta exagera-
cin en los rasgos, se le debe disculpar. Por encima de todo,
est la buena intencin. Y en Sylvio Julio la buena intencin
es evidente.
-WALDEMAR BANDEIRA. Perfecto tipo de caballe-
ro. Sensible y mundano. Servicial. Buen amigo. Inteligencia
sutilsima, que cala hasta lo ms hondo. Es instantneo en
las apreciaciones. Su espritu da reacciones inmediatas. A
travs del cortinaje de su modestia, se percibe, fcilmente, el
considerable acervo de su cultura. Periodista. Fina y jovial
causticidad. El lente de su entendimiento tiene, aunadas,
propiedades telescpicas y microscpicas. Se adapta admi-
rablemente a todas las circunstancias. Sus interviews son
modelos de ductilidad y de equilibrio. Entrevista a quien
quiera que sea, sin que las ideas del entrevistado, aunque
sean contrarias, choquen con las de su diario. Tan difcil
tarea es la que Waldemar Bandeira realiza, casi cotidiana-
mente, en Gazeta de Noticias el prestigioso rotativo de Rio
de Janeiro.
185
Pero a estos mritos personales y profesionales, debemos
agregar todava otros. Waldemar Bandeira, no es solamente
un hbil reprter y un cronista ameno y lleno de esprit. Es
algo ms. Es un espritu inquieto, una mentalidad esencial-
mente dinmica que vigila, constantemente, el panorama
intelectual de Amrica y del mundo. Con ojos amorosos
otea el desenvolvimiento de las letras en las repblicas de
origen hispano y, con especial predileccin, en las rioplaten-
ses. Durante algn tiempo dirigi el suplemento literario de
O Pas, dando, en tales circunstancias, pruebas inequvocas
de la estimacin que le merece la literatura de habla espa-
ola. Los escritores uruguayos harn bien en mandarle sus
libros.
-SILVA LOBATO. Poeta y empleado bancario. El ato-
sigamiento de las largas ringleras de nmeros no ha podido
enervar su fina sensibilidad de artista. Preferencias: parna-
sianas. Espritu abierto, libre, comprensivo. Consecuencia:
amplia tolerancia para todas las corrientes estticas, por
audaces que ellas sean. Buen conocedor de nuestro mundo
literario. Ha traducido, con fidelidad poco comn, poemas
de autores rioplatenses. Actualmente trabaja, con cario y
entusiasmo, en la preparacin de una antologa de poetas
de Hispanoamrica. El empeo de Silva Lobato, si honroso
para los poetas traducidos, no lo es menos para l, que tan
desinteresadamente acomete la tarea de hacerlos conocer en
el idioma de Camens. Aquellos de nuestros vates que se
crean con mritos suficientes - y no han de ser pocos- para
figurar en el selecto florilegio, pueden mandarle sus pro-
ducciones. En la Librera espaola, calle 13 de Mayo, N.
17, Rio de Janeiro, las recibir con seguridad.
-CARLOS MAUL. Delicado prosista y meritorio poe-
ta. Mentalidad gil. Algo de afrancesamiento en la manera.
186
Irnico. Difcil saber cuando se expresa en serio o cuando,
dejando correr la vena de su burlona y fina malicia, lo hace
en broma. Es autor de varios libros. Sus poemas de tierra
brasilea, reunidos en un volumen titulado Brbaros, son,
segn l mismo afirma, una rapsodia de leyendas y mitos
amerindios. Tienen un sabor cclico. Al leerlos se respiran
aires de epopeya. Son, como l dice, una alegora brbara.
Este libro, conjuntamente con su Titanismo como base de
una esttica nacionalista, definen, en forma inconfundible,
su posicin espiritual. Tradujo al portugus el Facundo de
Sarmiento, prologndolo y anotndolo. Le interesan los
escritores hispanoamericanos.
-Al ocuparnos del grupo de escritores que venimos men-
cionando, tenemos que referirnos, necesariamente, a otro
gran escritor brasileo: a Agripino Grieco. N o lo hemos
conocido personalmente, pero conocemos algunos de sus
escritos y Waldemar Bandeira nos ha hecho de l las mejores
referencias. Grieco es un escritor brillantsimo. La rique-
za y esplendor de su lxico son sorprendentes. En su estilo
hay vestigios de la vieja elocuencia italiana, vigorizada por
la savia exuberante del trpico. Quiz sea esa circunstancia
lo que da a su prosa una tonalidad inesperada y original. Se
dedica con preferencia a la crtica. Tiene ensayos valiossi-
mos. N o siempre hay justeza en sus apreciaciones. A pesar
del esplndido ropaje con que las viste, sus opiniones tras-
lucen, a veces, cierto grado de superficialidad. En ello, sin
duda alguna, obra ms la ligereza que la incapacidad. Lo
poco que de l conocemos, nos lo acredita como un alto
exponente de cultura y de fino entendimiento. Este gran
escritor, igual que los anteriores, suele ocuparse, tambin, de
letras espaolas e hispanoamericanas.
Cuanto hasta aqu queda dicho es copia fiel de lo expre-
sado por nuestro amigo. Le vemos dispuesto a continuar.
187
Pero observamos, con pena, que ya est anocheciendo. Las
manecillas del reloj indican la necesidad de suspender la
conversacin.
188
Tasso da Silveira
Queremos ser ou o nacionalismo brasileiro
101
Respuesta y comentario a la entrevista de Morenza publicada en La
Cruz del Sur y reproducida en el nmero anterior de Festa, Rio de Janeiro,
N 8, 15 de maio de 1928: 5-8.
189
Morenza:
A sua impressionante capacidade de simpata que, no
correr de poucas tardes de palestra ligeira nos cafs, quando
voc aqu esteve, lhe permitiu fazer a psicologa completa de
algumas inteligencias, nao teve tempo, contudo, para mais
fundamente penetrar a nossa alma brasileira. Para vivamente
sentir-lhe o vivo tumulto interior. Para atentar nos planos
mais afastados, mais perdidos em distancia infinita, da funda
perspectiva do nosso espirito, - muito mais funda, complexa
e sugestiva do que o possam supor os apressados teoristas a
Le Bon.
Por isto voc viu em nos aquele fechado nacionalismo,
cujo verdadeiro nome seria jacobinismo estril. E por isto
lamentou que com ele gastssemos tanto de nossa energia
construtiva.
Conseguirei dar-lhe, meu querido, meu gentilssimo
Morenza, com a anlise que vou desenvolver, outra mais
pura impressao do que somos, do que sentimos, do que son-
hamos?
possvel que nao. Mas, neste caso, a deficiencia nao ser
de sua parte. Ser de minha capacidade expressional. Voc
urna das inteligencias e um dos coraces mais francamen-
te abertos a compreenso da alma alheia, de quantos tenho
conhecido.
Seja como for, esta pgina, e mais a sua a que respondo,
valero sempre como cordialssima palestra, em ambiente de
alta e desinteressada espiritualidade.
E quem sabe que coisas deliciosas ir voc dizer-me,
depois?
a onda impetuosa
190
Antes do mais, Morenza: a nossa preocupado naciona-
lista nao nada mesmo urna preocupaco. urna gran-
de onda interior mais forte do que nos. Onda de orgulho,
de vaidade fofa, de satisfaco pueril pelo que representamos
no mundo? Nao. Onda em que h secretos, nao suspeitados
amargores: os amargores da irrealizaco, do desejo que luta
por expressar-se, do modo de ser que ainda nao se manifes-
tou.
Nossa alma como , e nao como outros desejariam que
fosse. Mas assim como , quer afirmar-se. Quer modular em
msica, em pensamento, em vida, os seus ritmos essenciais.
Nao para que o mundo a enalteca. Mas para sentir-se viver,
para sentir-se urna Realidade.
Para atender ao seu conselho, Morenza, precisaramos ter
a forca de abafar este reclamo ntimo. Precisaramos esque-
cer-nos de nos mesmos. E nos admiramos demais a grande-
za de outros povos, a sua grandeza interior, para podermos
deixar de desejar a grandeza interior em nos.
capacidade de admirar
191
do Uruguai. Ou de que os hospitais da Bolvia sao mais
numerosos e perfeitos do que os nossos. Isto prova, antes
de tudo, que o exaltado amor patritico do nosso povo nao
o impede de guardar adorvel modestia ntima e nao o pre-
dispe contra os demais povos.
Seria suprfluo acentuar que, no sentido prprio, somos
o povo mais anti-imperialista do Universo. (O nosso idealis-
mo, por esta face, at um grave perigo para nos mesmos).
Fizemos, no Imperio, urna ou duas incursoes em fronteiras
alheias. Ingenua e pura quixotada... Tanto que nunca tiramos
proveito, mas s prejuzo. E ainda hoje se discute aqui, as
carnadas populares e no parlamento, o problema da resti-
tuico dos trofus do Paraguai...
Os nossos pensadores e artistas nao vo a tanto. Nem
do seu supremo interesse a esfera material. O que eles esprei-
tam em cada povo sao os altos surtos espirituais. Mas isto
com urna paixo dos valores ardente e generosa.
a ddiva, de cada, um
Ora, nos sabemos que o que cada povo tem dado de mais
profundamente humano, universal, no dominio da arte e do
pensamento, justamente o que com mais fidelidade reflete a
sua natureza interior. Porque nao existe o homem universal.
Existe o homem de urna dada raca, de um dado pas, de um
dado clima fsico, espiritual e moral. L no mais ntimo de
todos, h urna raiz comum de identidade perfeita, que a
marca divina do Criador. Mas s atinge cada um a essa raiz
atravs do condicionamento que lhe prprio.
Por isto escrevi urna vez: os povos tem, como os indivi-
duos, o seu particular temperamento. E um temperamento
um destino. Como nenhum individuo, povo algum chegar a
realizar o mximo de suas possibilidades se falsear o seu tem-
192
peramento prprio, se 'torcer a sua vocaco', se nao souber
defender o seu espirito. (X igreja silenciosa)
O amor patria nao , pois, um vao sentimentalismo,
nem um instinto anacrnico. E urna condico, urna lei de
nossa humana realidade. E s atingir o mundo a sua gran-
deza total pela soma das realizaces (no sentido profundo do
vocbulo) de todos os povos que saibam ser o que sao.
Cada ra<a - escreveu Amanda Coomaraswami - traz a
sua contribuico especial a civilizaco do mundo medida
que ela prpria se exprime e se realiza. O carter que edifica,
chegando a solucao dos seus problemas prprios, passando
pela experiencia dos seus prprios infortunios, um dom
que cada urna faz ao mundo. (A deusa de Civa)
ansieda.de criadora
193
dade criadora. Aprendemos com os outros as licoes que nos
servem. E como estas sao muitas e fecundas, amamo-los fra-
ternalmente; com urna nuanca qualquer de carinho mais vivo
pelos povos desta Amrica moa, bem mais nossos irmaos...
Nao queremos tudo abrasileirar. Queremos que o que
o mundo de nos receba seja honestamente nosso. Mesmo
porque, se assim nao fosse, nao lhe interessaria. Nao nos
fechamos ao influxo estrangeiro, como Berlim nao se fecha,
como Londres nao se fecha. Mas recusamo-nos a imitagao
servil. Porque o prprio do espirito criar, e criar de si mes-
mo. O alimento que lhe vem de fora s lhe alimento quan-
do assimilvel e assimilado.
Note-se: tudo isto representa apenas o ponto de vista dos
que atingiram a consciencia de que temos urna individuali-
dade e, portanto, um destino bem nosso. Porque h por aqui
tambm os imitadores imbecis.
H, em arte moderna, cendrarsistas e cocteauistas.
H, em materia poltica, bolchevistas e fascistas. H, em
filosofa, positivistas e budistas. Nao me refiro (por exem-
plo) aos grupos operarios levados ao erro bolchevista por
irrefreveis, embora engaosas, aspiracoes. Nem mesmo aos
miserveis exploradores desses grupos. Refro-me aos bol-
chevistas por atitude literaria...
nacionalismo e universalismo
194
Leu os poemas desse instante: e achou que muitos deles
apenas tracavam roteiros, doutrinrios ainda, no sentido de
urna poesia mais nossa.
E da concluiu que estvamos perdidos num jacobinismo
injustificado e deplorvel.
Entre o que verdadeiramente se passa e o que lhe pareceu,
h um abismo, conforme procurei mostrar.
Aquela doutrinaco nao tinha e nao tem nenhum carter
exclusivista.
E a poesia havia de refletir fatalmente um sentimento que
se fizera predominante, mas que vai recuando para planos
segundos do nosso espirito, medida em que transpomos,
comovidos, as fronteiras dificis da realiza$o.
nocao forte de que devemos ser o que somos, nos nao
opomos de maneira alguma os pensamentos universalistas.
Pelo contrario: fazemos da primeira o caminho mais certo
para os ltimos. O que evitamos com urna vontade conscien-
te o cosmopolitismo, a mixrdia, a indefinicao.
Onde o afa de nos separarmos sistemticamente de tudo
quanto suponha renovacao ideolgica vinda de fora?
A crtica que fazemos ao bolchevismo, verbi gratia,
urna crtica universalista. Julgamo-lo um mal, nao s para o
nosso destino, mas para o destino do mundo. E nisto pen-
samos com altos pensadores de varios pases. Inclusive com
os mais avancados bilogos contemporneos: Lothrop Stod-
dard no-lo mostra.
H, entre nos, urna corrente profunda de pensamento
catlico. Tambm esta , por definico, plenamente univer-
salista. Consulta a nossa realidade porque consulta a reali-
dade universal. E ainda nisto acompanhamos um surto geral
de renascimento religioso, verdadeira renovacao ideolgica
vinda de fora.
195
Outras expresses do pensamento desta hora tem encon-
trado aqu, seno a aceitaco, pelo menos a compreenso e o
respeito dos mais representativos dos nossos crticos e pen-
sadores.
Nao sao apenas os livros de Maritain, Massis e Charles
Maurras que nos tm interessado.
Tambm a obra de Freud, de um Einstein, de um Spen-
gler, de um Keyserling, de um Uexkull.
As bizarras hipteses de um Shaw.
A alta doutrina de um Berdiaeff.
Agora: como o que mais nos importa o nosso ser pro-
fundo, claro que examinamos cuidadosamente os funda-
mentos de cada nova ideologa que se nos apresenta.
E repelimos com forca o que nos parece dissolvente.
renovacao artstica
196
Aceitamo-lo, nao para adotar os novos ritmos, a nova
msica expressional da Europa. Mas porque vinha desopri-
mir as vozes essenciais do nosso espirito.
Jacobinismo, nisto?
Creio que, simplesmente, compreenso acertada da ver-
dadeira natureza da arte.
Mais do que o pensamento, a arte expresso individual.
Expresso do mundo exterior transfigurado, refractado, e
expresso do mundo interior em seus instantes de transcen-
dencia. Mas expresso individual. Apenas, quanto mais poeta
o poeta, mais ntima a comunhao do seu espirito com
a Realidade que o rodeia. Porque mais forte o seu poder
transfigurados
Assim, o que de minha parte eu vejo, que a sensibi-
lidade potica brasileira se veio apurando gradativamente,
desde os primeiros mais serios ensaios de expressao nacio-
nal em poesia, com os romnticos, at a presente tentativa
de integraco perfeita de nossa realidade total em nossos
ritmos totais.
O poeta brasileiro quer hoje cantar a realidade presen-
te, a sua realidade presente. Quer, porque este o impera-
tivo categrico do seu instinto e a realidade incoercvel da
sua inteligencia. Porque comecou a sentir ardentemente a
realidade que lhe pertence. E nao por exclusivismos de nen-
huma especie.
O que, sobretudo, o salva de qualquer exclusivismo
ser a sua realidade interior mais profunda e vasta do que a
primeira vista pareca, como antes suger. desdobrarem-se
nessa realidade planos sucessivos de sentimento vivo, desde
o simples amor a paisagem natal, de cuja frescura de beleza se
embebe a lascivia dos sentidos, at as mais audazes aspiracoes
universalistas e as mais transcendentes melancolas metafsi-
cas. Embora tudo isso, l no fundo, com urna ressonncia
197
particularssima, - com o prodigioso timbre irrevelado que
vimos escutando e queremos que outros escutem.
Eis porque procedemos a sondagens ansiadas em busca
dos nossos ritmos definitivos.
fraternidade
Abril, 1928.
198
ROSALA SANDOVAL/ GONZLEZ BARB
Contra el modernismo102
102
En Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N 97,13 de julio de
1929.
199
He aqu ahora la valiente pgina de la noble poetisa:
[T.M.G.B]
200
Pienso que slo el maracat podr acompaar su ritmo.
Es por ello amigo mo que no hago ms versos. El pjaro
cautivo est mudo y quebr alas en la tortura inquisitorial
del modernismo. N o repita a los futuristas del presente estas
cosas que le digo en confianza, no de un poltico a otro, pero
s con confianza de un viejo amigo a otro. Es por esto, ami-
go, que no hago ms versos. Estas lneas van apenas a decirle
mi disgusto por la evolucin de la Poesa. He aqu porque
le dije que ellas, pobrecitas! No eran mensajeras de un agra-
decimiento a su gentileza que mucho ms merecera si yo lo
mereciera.
Atentamente su compaera y amiga
Rosala [Sandoval]103
103
Traduccin de Ramn M. Daz.
201
NDICE DE TEXTOS DE MODERNISTAS BRASILEOS Y ALGUNOS
CONTEMPORNEOS PUBLICADOS EN REVISTAS URUGUAYAS104
104
Prioritariamente se consigna en este ndice los textos poticos y
narrativos, salvo aquellos artculos o ensayos que estimamos relevantes,
tanto por sus autores como por la naturaleza propia de esas pginas. En la
revista Renovacin hay, como se indica en el artculo redactado por Nicols
Gropp para este volumen, una multitud de artculos de poca monta y, en
general, de autores irrelevantes o que fueron tragados por el olvido. Dejan-
do constancia de algunos, se filtra al conjunto mayor.
203
AVELLAR, Romeo de, Recordacin, en Renovacin.
Revista duraznense, Durazno, N 93, junio 15 de 1929.
(Poema, sin indicacin de traductor). [Belo Horizonte].
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tevideo, N 19-20, enero-febrero 1928: 11. (Traduccin
de Ildefonso Pereda Valds).
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nense, Durazno, N 40, junio 3 de 1928. (Prosa de ficcin,
traduccin de Cayafa Soca). [Paulicea [sz'c]]105
BARRETO, Abilio, Navidad de un triste, en Renovacin.
Revista duraznense, Durazno, N 56, setiembre 23 de
1928. (Poema, traduccin de Cayafa Soca). [Sao Paulo].
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Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N 58, octu-
bre 7 de 1928. (Poemas, traduccin de Cayafa Soca).
BILAC, Olavo, En mitad del camino.., en Renovacin.
Revista duraznense, Durazno, N 3, setiembre 18 de
1927. (Soneto en espaol sin ms datos).
BITTENCOURT, Liberato, Ideas y pensamientos, en
Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N 55, setiem-
bre 16 de 1928. (Prosa, traduccin de Cayafa Soca).
BRANCO, Luiza Pessanha de Camargo, Ip encanta-
do, en Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N
56, setiembre 23 de 1928. (Poema, traduccin de Cayafa
Soca). [Sao Paulo].
BRANCO RIBEIRO, Eurico, Captulo VII (De la nove-
la Gralha azul), en Renovacin. Revista duraznense,
Durazno, N 91, junio 1 de 1929. (Novela -fragmento-,
traduccin de Cayafa Soca). [Sao Paulo].
105
Se indica entre corchetes, al final del asiento, la ciudad o el lugar
en que est firmado el texto, muchas veces, como en este caso, con errores
cometidos por los redactores (o los tipgrafos) de las revistas uruguayas.
204
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de la Revolucin), en Renovacin. Revista duraznense,
Durazno, N 52, agosto 25 de 1928. (Poema, traduccin
de Cayafa Soca).
PEIXOTO GOMIDE, Alcen, poca (Dedicado a Cayafa
Soca), en Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N
63, noviembre 11 de 1928. (Poema, traduccin de Cayafa
Soca). [Sao Paulo] [Firma Dr. Peixoto Gomide].
PEIXOTO GOMIDE, En casa del escultor, en Renova-
cin. Revista duraznense, Durazno, N 68, diciembre 16
de 1928. (Soneto publicado en espaol, sin indicacin de
traductor). [Sao Paulo].
211
PRADO SAMPARO, Pgina olvidada en un lbum, en
Renovacin. Revista duraznense, Durazno, N 60, octu-
bre 21 de 1928. (Prosa, traduccin de Cayafa Soca). [Ser-
gipe]-
RENAULT, Abgar, La triste alegra, en Izquierda, Mon-
tevideo, N V, 1927. (Poema, traduccin de Cayafa Soca,
tomado de Resta, Rio de Janeiro).
RICCIARDI, Roque, Suprema cancin, en Renovacin.
Revista duraznense, Durazno, N 57, setiembre 30 de
1928. (Poema publicado en portugus).
RODRGUEZ DE ABREU, Casa destechada, en Reno-
vacin. Revista duraznense, Durazno, N 35, abril 29 de
1928. (Poema, traduccin de Cayafa Soca). [Sao Paulo].
SALGADO, Benedicto, La garza, en Renovacin. Revista
duraznense, Durazno, N 40, junio 3 de 1928. (Poema,
traduccin de Cayafa Soca). [Sao Paulo].
SAMPAIO, Else, En el lbum de una amiguita, en Reno-
vacin. Revista duraznense, Durazno, N 66, noviembre
25 de 1928. (Prosa, traduccin de Cayafa Soca). [Sergi-
pe].
SANDOVAL, Rosala, Ojos negros y La Vida, en Reno-
vacin. Revista duraznense, Durazno, N 46, julio 15 de
1928. (Poemas, traduccin de Cayafa Soca). [Macei].
SANDOVAL, Rosala, O Coveiro, en Renovacin. Revis-
ta duraznense, Durazno, N 95, junio 29 de 1929. (Poe-
ma, sin indicacin de traductor). [Rio de Janeiro].
SCHMIDT, Affonso, La ciudad vieja, en Renovacin.
Revista duraznense, Durazno, N 21, enero 22 de 1928.
(Poema, traduccin de Cayafa Soca). [Sao Paulo].
SEGUEL, Gerardo. El Brasil y su folclore, en Cartel,
Montevideo, mayo 1930: 2-3. (Artculo, sin indicacin
de traductor).
212
SEGUEL, Gerardo. El Brasil y sus poetas. Cecilia Meire-
les, en Alfar, Montevideo, N 67, julio de 1930. (Artcu-
lo, sin indicacin de traductor). [Rio de Janeiro].
SILVA LOBATO, El ltimo brbaro, en Suplemento de
El Pas, de Montevideo, N 3.228, 28 de enero de 1928.
(Poema, versin de Gregorio Reynolds). [Ro de Janei-
ro].
SILVA LOBATO, Hilo de agua (poema), en El Pas, Mon-
tevideo, N 3.288, 29 de marzo de 1928: 12. (Poema, ver-
sin de Gregorio Reynolds).
SILVA LOBATO, La cada del rbol, de Silva Lobato, en
El Pas, Montevideo, N 3.288, 29 de marzo de 1928: 12.
(Poema, versin de Gregorio Reynolds).
SILVA, Mario Julio, Sinfona, en Renovacin. Revista
duraznense, Durazno, N 52, agosto 25 de 1928. (Prosa
potica, traduccin de Cayafa Soca). [Sao Carlos].
[SILVEIRA BUENO] Frei Francisco da Simplicidade,
Cartas olvidadas, en Renovacin. Revista duraznense,
Durazno, N 39, mayo 27 de 1928 (Prosa, traduccin de
Cayafa Soca). [Sao Paulo].
SILVEIRA BUENO, Yo y el mar, en Renovacin. Revista
duraznense, Durazno, N 40, junio 3 de 1928. (Poema,
traduccin de Cayafa Soca). [Sao Paulo].
SILVEIRA, Tasso da, Esttica del Novecientos. Resea del
libro de Alberto Zum Felde, en La Pluma, Montevideo,
N 8, setiembre 1928:145. (Artculo. Se informa que sali
en la revista Crtica, de Rio de Janeiro. Sin indicacin de
traductor).
SIMPLICIDADE, Frei Francisco da, ver Silveira Bueno.
SIN FIRMA. Joo Fontura Omb, en La Pluma, Mon-
tevideo, N 15, julio de 1930. (Resea, sin indicacin de
traductor).
213
SIQUEIRA, Antonio, Cancin y Ofrenda, en Reno-
vacin. Revista duraznense, Durazno, N 46, julio 15 de
1928. (Poema, traduccin de Cayafa Soca de la revista O
Triangulo, de Sao Paulo).
SOBRINHO, R., Sociales y Pasos perdidos, en Reno-
vacin. Revista duraznense, Durazno, N 65, noviembre
25 de 1928. (Poemas, traduccin de Cayafa Soca). [Sao
Paulo].
SOUZA PASSOS, Mi cancin de ahora, en Renovacin.
Revista duraznense, Durazno, N 78, febrero 23 de 1929.
(Poema, sin indicacin de traductor).
SOUZA PASSOS, Mientras pasa la tormenta..., en Reno-
vacin. Revista duraznense, Durazno, N 82, marzo 23
de 1929. (Prosa, sin indicacin de traductor). [Sao Pau-
lo].
VALLE, Brasil do, Acuarela, en Renovacin. Revista
duraznense, Durazno, N 76, febrero 9 de 1929. (Poema,
traduccin de Renovacin). [Rio San Francisco, Minas
Gerais].
VALLEYRES, Miranda, Fragmentos (Soledad, La
fuente de las gacelas, El triunfo, Despus, A un
amigo), en Renovacin. Revista duraznense, Durazno,
N 40, junio 3 de 1928. (Prosa potica, traduccin de
Cayafa Soca de la revista Ibis). [Sao Paulo].
VIVACQUA, Achules, Serenidad, en Renovacin. Revista
duraznense, Durazno, N 88, mayo 11 de 1929. (Poema,
traduccin de Cayafa Soca). [Belo Horizonte].
VILLA-LOBOS, Heitor. Msica espaola, en Cartel,
Montevideo, 15 de enero 1930: 2. (Traduccin de Luis
Bertrn).
214
NDICE DE TEXTOS DE VANGUARDISTAS URUGUAYOS EN
REVISTAS BRASILEAS106
215
PEREDA VALDS, Ildefonso, Elogio de Voronoff [Nota
en castellano], Verde, segunda fase, ano I, n. 1, Catagua-
zes, maio de 1929, p. 10.
216
FUENTES
Brasil107
Publicaciones peridicas
107
Otros peridicos consultados en los cuales no se localizaron mate-
riales: Klaxon. Mensrio de Arte Moderna (Sao Paulo, 1922 - 1923); Est-
tica. Revista Trimensal (Rio de Janeiro, 1924 - 1925); Terra Roxa e Outras
Trras (Sao Paulo, Janeiro - setembro de 1926); O Homem do Povo (Sao
Paulo, marco - abril de 1931).
217
Revista de Antropofagia (Sao Paulo, 1928 - 1929). Edico
fac-similar. Sao Paulo, Metal Leve, 1976.
Obras de referencia
218
Uruguay
219
tel, en Revista de la Biblioteca Nacional, Montevideo, N
5, mayo 1972: 83-96.
[DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIONES DE LA
BIBLIOTECA NACIONAL]. ndice analtico de La
Cruz del Sur, en Revista de la Biblioteca Nacional, Mon-
tevideo, N 7, diciembre 1973: 137-168. (Advertencia de
A[rturo] S[ergio] V[isca]).
[DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIONES DE LA
BIBLIOTECA NACIONAL]. ndice analtico de Teseo,
en Revista de la Biblioteca Nacional, Montevideo, N 14,
marzo 1976: 169-179.
LAFLEUR, Hctor Rene, Sergio D. PROVENZANO y
Fernando ALONSO. Las revistas literarias argentinas,
1893-1967. Buenos Aires, Centro Editor de Amrica
Latina, 1968.
MNDEZ, Mabel. ndice analtico de Pegaso, en Revista de
la Biblioteca Nacional, Montevideo, N 17, junio 1977:
123-207. (Advertencia de A[licia] C[asas] de B[arrn]).
RODRGUEZ, Mercedes y Ana Mara RUIZ. Bibliografa
de la prensa peridica de Montevideo, 1906-1930. Mon-
tevideo, Instituto Nacional del Libro/ Ediciones El
Galen, 1990. (Prlogo de Alfredo R. Castellanos).
SALVADOR, Nlida. Revistas argentinas de vanguardia
(1920-1930). Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires,
1962.
220
Publicaciones peridicas
108
No aparecen textos de, ni sobre, brasileos modernistas o contem-
porneos en las siguientes publicaciones peridicas montevideanas: Pegaso
(1918-1924), Teseo (Montevideo, 1923-1924), de Eduardo Dieste; El Cami-
no (Montevideo, 1923), de Nicols Fusco Sansone y Enrique R. Garet; pgi-
na cultural del diario y semanario El Sol (Montevideo, 1924-1925); pgina
literaria del diario El Pas (Montevideo, agosto de 1927 a agosto de 1928),
dirigida por Juana de Ibarbourou; pgina El arte por la revolucin del
diario Justicia (Montevideo), dirigida por Blanca Luz Brum entre el I o de
diciembre de 1928 y junio de 1929; Albatros: artes y letras (Montevideo,
1928-1932), de Arturo Silveiro Sylva.
221
NOTICIAS BIBLIOGRFICAS SOBRE LIBROS Y PUBLICACIONES
PERIDICAS DE LA VANGUARDIA URUGUAYA EN REVISTAS
BRASILEAS
223
Sin Firma, Literatura [Nota], Anuncia que en el prxi-
mo nmero darn noticia de las publicaciones recibidas:
Ildefonso Pereda Valds, Antologa de la moderna poe-
sa Uruguaya. Ed. El Ateneo - Buenos Aires - 1927.;
Ildefonso Pereda Valds, Cinq poemes ngres - Cruz del
Sur - 1927; Ildefonso Pereda Valds, La Guitarra de los
negros - Cruz del Sur - 1926; Atlntico - (jornal) direc-
tor Marques Rebello; Cartula - (jornal) ed. Cruz del
Sur - Buenos Ayres; Martn Fierro (jornal) ed. Cruz
del Sur - Buenos Aires, Verde, Cataguazes (MG), ano I,
n. 3, novembro de 1927, p. 26.
Sin Firma, Movimento [Nota sobre temas diversos], Nota
sobre Ildefonso Pereda Valds, Verde, Cataguazes (MG),
ano I, n. 5, Janeiro de 1928, p. 5.
Sin Firma, Movimento [Nota sobre temas diversos], Nota
sobre exposicin de grabados y diseos de Maria Cle-
mencia, Norah Borges y Xul Solar, a ser realizada en
Montevideo, patrocinada por Ildefonso Pereda Valds,
Verde, Cataguazes (MG), ano I, n. 5, Janeiro de 1928, p.
17.
Sin Firma. Bibliografa. Recebidos, Consta Humberto
Zarrilli -: Libro de Imagens [sic], Edicao do Autor. Mon-
tevideo - 928., Verde, Cataguazes, segunda fase, ano I,
N l , m a i o d e l 9 2 9 , p . 24.
224
ALBERTO ZUM FELDE, LA VANGUARDIA URUGUAYA Y EL
MODERNISMO BRASILEO
Introduccin
225
Daim y de la revista La Pluma, las dos publicaciones de
Montevideo. 110 Tambin colabora, entre otras publicacio-
nes, en Pegaso, Teseo, La Cruz del Sur y Cartel. Es en este
mbito que Zum Felde transmite sus encuentros y desen-
cuentros con las vanguardias, y donde responder consul-
tas, debatir principios y expondr conceptos.
El objetivo de este trabajo es examinar la percepcin que
Zum Felde tuvo acerca de las expresiones vanguardistas en
el Uruguay, aproximarnos a su visin de las letras brasileas
y observar los posibles puntos de contacto entre su pensa-
miento y el modernismo brasileo.
10
' La edicin de la tarde del diario El Da, se public entre 1919 y
1934 (El Da, en versin matutina, se edit entre 1886 y 1993). Su nombre
fue cambiando: entre el I o de setiembre de 1919 y el 13 de octubre de 1927
se llam El Da (Edicin de la tarde); entre el 14 de octubre de 1927 y el 8
de noviembre del mismo ao: El Da-El Ideal (Diario de la tarde); entre el 9
de noviembre de 1927 y el 17 de febrero de 1928: El Ideal-El Da (Diario de
la tarde); y entre el 18 de febrero de 1928 y hasta el 3 de agosto de 1934: El
Ideal (Diario de la tarde).
110
Para la elaboracin de este trabajo, realizamos una investigacin
de fuentes que consisti -fundamentalmente- en el relevamiento de ambos
medios de prensa durante la dcada del veinte.
226
colaborar en la formacin de la tradicin cultural del pas. 111
Relativo a estos conceptos, resulta interesante observar lo
que Z u m Felde expresa en u n o de sus primeros artculos:
1,1
Desde el punto de vista de su formacin crtica, Zum Felde reco-
noce que sus maestros iniciales fueron Charles A. Saint-Beuve e Hippolyte
Taine. Ver: Zum Felde, ndice crtico de la literatura hispanoamericana, Vol.
1 La ensaystica (1954), y las declaraciones realizadas a Arturo S. Visca en
Conversando con Zum Felde (1969).
112
Zum Felde, Alberto. Crtica literaria. Florencio Snchez. Las dos
escuelas, en El Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N 62, I o de noviem-
bre de 1919: 1.
227
el intento de sistematizar la historia literaria del Uruguay,
apoyndose en la gravitacin de determinados espacios cul-
turales como el saln literario, el Ateneo y el caf literario.113
La segunda etapa, iniciada a fines de enero de 1921, est inte-
grada por una crtica biogrfica y cultural de la actualidad,
atendiendo no slo a las creaciones nacionales sino tambin
a las originadas en el resto de Amrica Latina y el mundo.
En este sentido, Zum Felde se preocup de provocar a los
poetas jvenes, exhortndolos a reflexionar sobre su arte
para superarse; saludar de forma positiva la poesa de Fer-
nn Silva Valds y el nacimiento del nativismo; analizar y
debatir la vigencia de las vanguardias; y opinar sobre revistas
como La Cruz del Sur, Teseo y Nueva Generacin, sobre el
renacimiento del Ateneo y el ambiente intelectual platense,
etc. Asimismo se ocup, entre otros temas, del carnaval, el
espiritismo, el catolicismo y el cine.
La columna de Zum Felde estuvo ubicada, en un prin-
cipio, en la primera pgina del diario, un peridico de seis
pginas -ms tarde pasar a tener ocho-, dedicado en su
mayor parte a cuestiones culturales, espectculos, variedades
y deportes. En 1923 sus artculos se trasladan a la contrata-
pa del peridico, y hacia 1927 aparecern alternativamente
en esta o en la pgina siete. Durante gran parte del perodo,
en la seccin se presentan juntos: la columna de Zum Felde
-que, en general, apareca cada tres das-; el captulo dia-
rio de una novela en entregas; cuentos, relatos y poemas de
autores nacionales y extranjeros; una columna de Miscel-
nea noticiosa, sin firma, con curiosidades cientficas, hist-
ricas, arqueolgicas, etc.; una jugada de ajedrez, sin firma,
con el dibujo de un tablero y respuestas a lectores; y una
113
Zum Felde utiliza gran parte de estos artculos para conformar el
libro Crtica de la literatura uruguaya (1921).
228
seccin titulada Carnet del lector. H o j e a n d o libros diarios
y revistas, firmada p o r El duendecillo FAS (seudnimo
de Francisco Alberto Schinca, director del vespertino junto
a Francisco Ghigliani a partir de 1923), con breves comenta-
rios y citas de libros, diarios y revistas nacionales y extran-
jeros.
Ser u n periodista permanente de El Da significaba, en
palabras de Z u m Felde, integrar el
114
La revista La Pluma de Montevideo, fue fundada y editada por el
librero talo-uruguayo Orsini Bertani. Los diecinueve volmenes que apa-
recieron se publicaron entre agosto de 1927 y setiembre de 1931.
115
Segn lo expresado por Zum Felde en una carta publicada en la
pgina 3 de la revista, volumen 16 (octubre de 1930). Por otro lado, y con
diferente tono, en otra epstola, que se encontraba indita, recogida en Orsi-
ni Bertani, un creador de cultura (en prensa), de Pablo Rocca, el crtico
expresa: Estoy fatigado, deseo descansar en absoluto de toda ocupacin
intelectual por algn tiempo y permanecer al margen del ambiente literario;
por lo tanto, voy a retirarme de La Pluma. [...] Ud. quedar ms libre de
hacer la revista a su entero gusto, y yo libre de compromisos y responsabili-
dades.
229
manifest desde la presentacin de su Programa aparecido
en el primer volumen, en que se expresa:
116
Zum Felde, Alberto. Programa, en La Pluma, Montevideo, Ao
I, Volumen 1, agosto de 1927: 8-9.
117
Algunos ejemplos son: Maritegui, Jos Carlos. Nativismo e indi-
genismo en la literatura americana, vol. 1, agosto de 1927: 41-43. Villau-
rrutia, Xavier. Gua de poetas norteamericanos, vol. 11, abril de 1929:
129-131. Palacios, Alfredo. La democracia encadenada, vol. 17, enero de
1931: 6. En lo que respecta a autores brasileos: Pereira da Graga Aranha,
Jos. El espritu acadmico, vol. 3, noviembre de 1927: 39-42. B. S. C. El
Brasil intelectual, vol. 5, marzo de 1928: 136-137. Jnior, Peregrino. El
vanguardismo en el Brasil, vol. 9, diciembre de 1928: 139-141.
230
Hacia el encuentro con la vanguardia uruguaya
1,8
No obstante, aunque fuera de la literatura, el trabajo que ejerci
el plstico Joaqun Torres Garca desde 1934 -mediante la fundacin de la
Asociacin de Arte Constructivo, y poco tiempo despus de su Taller- puede
sealarse como la gestin que se aproxima ms a un movimiento vanguar-
dista.
231
Muy pronto en su carrera como crtico comprendi y
difundi Zum Felde la necesidad de una renovacin en los
contenidos y formas de la literatura uruguaya. Tal reclamo
est de acuerdo en, al menos, dos caractersticas capitales: la
de la modernizacin de las formas literarias y la de la bs-
queda de las nuevas races de la literatura en lo genuinamente
local, nacional o americano, con las repetidas exigencias de
las vanguardias americanas, ya fueran las que se tradujeron
en escuelas o corrientes con organizacin interna, como las
de Brasil, o las menos orgnicas o simplemente eclcticas
como las de Uruguay. Puede precisarse, en todo caso, en
cuanto a los reclamos estticos de las vanguardias, que, como
expresa Jorge Schwartz:
232
che: Queremos -oh Pueblos-, pensar con nuestras cabezas,
hablar con nuestra lengua, obrar con nuestro albedro. Que-
remos ser nosotros mismos, no sombras ni reflejos de otros.
O tambin: El Mito har nuestra unidad, el Mito har de
nosotros un pueblo. (Zum Felde, 1917: 32 y 77).
Ms tarde el autor aclarar en u n extenso reportaje con
A r t u r o Sergio Visca:
119
Zum Felde se refiere al periodo 1919-1929, en que colabora con su
columna literaria para la edicin vespertina de El Da.
120
Zum Felde, Alberto. Julio Herrera y Reissig. El exotismo, en El
Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N 81, 20 de noviembre de 1919: 1.
El subrayado es nuestro.
233
C o m o se ha sealado ms de una vez, este reclamo fue
escuchado p o r Fernn Silva Valds, quien se present ante
Z u m Felde con las poesas que p r o n t o recogera en Agua
del Tiempo121 y que marcaran el comienzo del nativismo en
Uruguay, con su manejo de temas camperos de acuerdo a
las maneras estticas de las escuelas poticas en boga en ese
momento de la poesa universal, que lo constituan el crea-
cionismo francs y el ultrasmo espaol (Martnez Moreno,
1969: 127). Z u m Felde salud la publicacin del libro y escri-
bi en su columna:
121
El encuentro inicial de Silva Valds y Zum Felde es referido por ste
ltimo en la primera edicin del Proceso Intelectual del Uruguay, Tomo III,
Montevideo, Imprenta Nacional Colorada, 1930: 109-110.
122
Zum Felde, Alberto. Los libros y los hechos. Agua del tiempo por
Fernn Silva Valds, en El Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N 853,
10 de diciembre de 1921: 1.
234
Desgraciadamente para el apstol del Futurismo, su
prdica ha llegado a Amrica un poco tarde. El auge del
Futurismo ya pas en la historia de las tendencias moder-
nas, habiendo sido superado por manifestaciones ms com-
pletas. Marinetti nada ha tenido, pues, que decir de nuevo al
auditorio intelectual del Plata; y sus conferencias literarias
no han sido en cuanto a sus conceptos, sino repeticiones de
sus ya muy conocidos manifiestos y discursos de hace diez
o quince aos.123
235
Lo que el Futurismo realiz como escuela no es lo
importante [sino] la agitacin que provoc. Eso fue Mari-
netti en su hora: un agitador literario. Y todas sus parado-
jales exageraciones, sus gestos histrinicos y sus detonantes
manifiestos y discursos, cumplieron un fin de agitacin
saludable en sus resultados (art. cit.: 8).
125
Zum Felde, Alberto. La novela contempornea: l, por Mercedes
Pinto, en El Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N 2.895, 9 de noviem-
bre de 1926: 8.
236
tir ni pensar como el gaucho -tipo social ya perteneciente al
pasado- puede en cambio seguir inspirando al gnero narra-
tivo.nb De este modo, y estableciendo una alianza entre lo
criollo y lo vanguardista y una continuidad con lo expresado
aos atrs sobre Silva Valds, seala que Espinla introduce
en la literatura de asunto campero, la sensibilidad de van-
guardia. Su metfora, completamente nueva, en su acertado
atrevimiento, da a la realidad nuevos valores emocionales
(art. cit.: 8). Asimismo, por entonces no deja de saludar la
aparicin de El hombre que se comi un autobs de Ferreiro,
describindolo en su metaforismo paradojal y en su amargo
humorismo, [como] el ms original y bravo intento de liris-
mo urbano realizado en el Plata,127 y destacando que lo
ms curioso de este poeta, es que en el fondo de su travieso
humorismo, hay un sentimental. [...] Ferreiro nos da[...] una
humanizacin de la mecnica (art. cit.: 7). Y con relacin a
Enrique Ricardo Garet y su libro Paracadas (1927), seala
que el autor aparece con excelentes virtudes de poeta puro:
esto es, sin didactismos, sin verbalogas y sin nfasis. Tambin
sin extravagancias, lo cualprueba su sinceridad.m
A fines de este ao Zum Felde recoge en Esttica del
Novecientos una serie de conferencias pronunciadas en
setiembre en la Universidad de La Plata (Argentina). Este
libro marca un cambio cualitativo entre la inmediatez de
126
Zum Felde, Alberto. Letras nacionales. Raza ciega, cuentos por F.
Espinla, en El Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N 3.041, 6 de abril
de 1927: 7.
127
Zura Felde, Alberto. Letras nacionales. El hombre que se comi un
autobs por A. M. Ferreiro, en El Da (Edicin de la tarde), Montevideo,
N 3.055, 24 de abril de 1927: 7.
128
Zum Felde, Alberto. Paracadas, de Garet y Dilogo de las luces
perdidas, de Sara Bollo, en El Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N
3.087, 27 de mayo de 1927: 7.
237
su labor periodstica y la reflexin ms fuerte destinada al
mbito acadmico.129 La posterior edicin en volumen de las
conferencias implica la jerarquizacin del autor de este tra-
bajo.130 En Esttica del Novecientos realiza un estudio acerca
del origen y advenimiento de la nueva sensibilidad cultu-
ral posterior a la Primera Guerra Mundial. Como punto de
partida traza un paralelo entre la evolucin del pensamiento
filosfico y el arte occidentales de los ltimos siglos. El pro-
gresivo hundimiento de la Razn absoluta (de Descartes a
Hume a Kant a Comte a Hegel) tiene su correlato esttico
en el arte decadente y nostlgico del ltimo tercio del siglo
XIX, consecuencia de la revolucin industrial, del desequi-
librio profundo entre el hombre y el medio, entre el arte y
la vida, entre el espritu y la realidad (Zum Felde, 1927:
167), de la fatiga intelectual que menciona Epstein. Los
nuevos cientficos indagan en la subjetividad. El precursor es
Bergson, al que siguen Uexkl en biologa, Einstein en fsi-
ca, Freud en psicologa. Considerando la enorme influencia
de los avances tcnicos y las grandes urbes sobre el hombre
contemporneo, el artista de este tiempo se volcar tambin
a un arte no representativo, subjetivo, intuitivo, que recha-
za las formas clsicas de que abusaron los nostlgicos del
desequilibrio y la fatiga intelectual. Acaso en ninguna
129
Tambin, Zum Felde utiliza algunos captulos de este libro para
responder a consultas de lectores de la edicin vespertina de El Da. Por
ejemplo: Consultas literarias. Superrealismo y psicoanlisis, el 22 de
octubre de 1927: 7; Consultas literarias. El super-racionalismo, el 25 de
octubre: 7; y Consultas literarias. Intuicin e intelecto. Cubismo, el 28
de octubre: 7.
130
Cortazzo seala que Zum Felde vea una separacin tajante: cr-
tica de gabinete y crtica periodstica se oponen sustancialmente, como
se opone el diario al libro. Uno y otro tienen tiempos y lectores distintos. El
diario vive al da y el libro quiere hacerlo para siempre (1981: II).
238
poca humana -dice Z u m F e l d e - [...] el mundo del arte habr
sido ms independiente de la naturaleza, por el imperio de la
subjetividad creadora, p o r q u e
131
Polmica rescatada en Vanguardia, s o no? Ferreiro segn Alber-
to Zum Felde y una polmica (Introduccin y notas de Claudio Paolini),
en Malvarlo (Nmero dedicado a Alfredo Mario Ferreiro), Buenos Aires,
N 4, [en prensa]. Entre su primer artculo y la solitaria embestida de Schin-
ca, Zum Felde publica dos notas sobre las repercusiones de la construccin
del edificio Palacio Salvo en la literatura, motivadas por las referencias al
rascacielos que Ferreiro realiza en El hombre que... (1927), y el libro de
Juvenal Ortiz Saralegui, titulado precisamente Palacio Salvo (1927).
239
como no somos amigos de los neutralismos y menos de las
ambigedades, definiremos francamente nuestra posicin.
Admitimos como legtimas y convenientes para el momen-
to actual de la cultura, las nuevas tendencias y modalida-
des estticas surgidas en estos ltimos aos: (cubismo y
post-cubismo, post-futurismo, supra-realismo, etctera,
empleando rtulos corrientes, de un valor general), como
expresiones de un estado de alma, de una realidad psicol-
gica contempornea, ms acusada, naturalmente, en la gene-
racin ms joven. Y, en este sentido, miramos con simpata
los esfuerzos de los jvenes vanguardistas, por crear nuevos
modelos de expresin, nuevos valores poticos. Pero, entre
los principios y sus realizaciones, hay ciertas diferencias.
No basta adscribirse al vanguardismo, para hacer buena
obra de vanguardia. Las escuelas, las modalidades, no dan
lo que es fundamental en todo artista: el talento. Y no slo
el talento en s, sino el talento ms el tiempo: es decir, ms
el ejercicio, el desarrollo y la experiencia, o sea la madurez
del talento.132
132
Zum Felde, Alberto. Entre dos fuegos. Nuestra actitud ante la lite-
ratura de vanguardia, en El Ideal-El Da (Diario de la tarde), Montevideo,
N 3.322, 19 de enero de 1928: 7.
240
Desencuentros y conexiones con las letras y el modernis-
mo brasileos
241
to de 1921, cuando Zum Felde publica una crtica elogiosa de
Urups, de Monteiro Lobato, en la que sostiene que fue,
el Brasil, el pas que tuvo primeramente, en Amrica, una
literatura propia, pero que en el presente las letras brasi-
leas sufren un periodo de decadencia [...] flojo remedo de la
literatura francesa .m Este doble punto de partida, al que
Bueno negar validez, sirve al crtico para afirmar que este
libro de Monteiro Lobato lo coloca en primera fila de un
movimiento de juventud que representa un renacimiento
indianista, por lo que tiene de genuinamente brasileo, en sus
sustancias y en sus formas (art. cit.: 1). Importa destacar que
esta afirmacin se emite apenas a unos meses de que tuviera
lugar la Semana de Arte Moderno, teniendo en cuenta que
Urups es el primer libro publicado por el autor paulista136 y
que, segn Coutinho, Monteiro Lobato es un precursor de
la vanguardia por el sentido de nacionalizacin de su obra,
por el cuo regionalista de la Revista do Brasil bajo su direc-
cin, por la valoracin del hombre brasileo del sertn -el
caipira, el Jeca-Tatu- a cuya novedad no fue indiferente
el propio Rui Barbosa, con Coelho Netto y Alberto de Oli-
veira (Coutinho, 1980: 84).
Como sea, casi siete aos tardar Zum Felde en volver a
referirse a las letras brasileas. Ser el 23 de febrero de 1928,
con una nota sobre la novela Os exilados de Jos Mara Bello,
tambin incluida en el presente libro. El artculo es suma-
mente revelador respecto de la percepcin que un crtico
135
Zum Felde, Alberto. Crtica de los libros y de los hechos. Urups.
Cuentos del Brasil, por Montero [sic] Lobato, en El Da (Edicin de la
tarde), Montevideo, N 727, 6 de agosto de 1921: 1.
136
Schwartz cita la edicin de Urups mencionada por Zum Felde:
Buenos Aires, Agencia General de Librera y Publicaciones, 1921. Traduc-
cin de Benjamn de Garay (2002: 620).
242
eclctico, segn fue definido, y el pblico lector al que
estn dirigidas sus notas, pudieran tener sobre la literatu-
ra brasilea contempornea y, por ende, acerca del entonces
emergente Modernismo. En primer lugar, Zum Felde advier-
te sobre la distancia cultural que separa a Montevideo de
otros pases latinoamericanos:
137
Zum Felde, Alberto. Letras ibero-americanas. Os exilados,
novela brasilea de J. M. Bello, en El Ideal (Diario de la tarde), Montevi-
deo, N 3.356, 23 de febrero de 1928: 7.
138
Zum Felde, Alberto. -Rumbo, Poemas de Elias Crpena, en El Da
(Edicin de la tarde), Montevideo, N 2.928,13 de diciembre de 1926: 8.
243
andinas y que igualmente raras son las naves literarias que
atraviesan la ruta marina que va de Montevideo y Buenos
Aires a Cuba o Mjico (art. cit., 23 de febrero de 1928: 7), lo
que deja en evidencia la intensa relacin cultural entre U r u -
guay y Argentina para sus posibilidades prcticas o reales de
trabajo concreto.
Z u m Felde es m u c h o ms r o t u n d o al reconocer el difcil
acceso a las novedades literarias provenientes de Brasil en su
artculo sobre Bello: 139
139
Un indicio de las dificultades de comunicacin entre uruguayos y
brasileos aparece en El Da (Edicin de la Tarde) del 17 de enero de 1925:
3. El suelto informativo titulado El correo areo anuncia Las primeras
cartas que nos llegan desde Rio de Janeiro por esa va, acotando que no es
un servicio directo sino que hace escala en Buenos Aires.
140
Con relacin a las letras brasileas acadmicas u oficiales, cabe des-
tacar que pocos meses antes de esta nota se haba publicado en La Pluma
-como ya consignamos- un artculo de Jos Pereira da Graca Aranha, titu-
lado El espritu acadmico, en el que se fundamenta un proyecto de reno-
vacin de la Academia brasilea tendiente a modernizarla y a profundizar
su nacionalizacin.
244
un idioma distinto, que se traduce poco,141 que se promocio-
na menos y del que slo se conocen algunas letras oficiales.
Adems, al igual que cuando ubicaba a Monteiro Lobato en
primera fila de una ms intuida que conocida avanzada
literaria brasilea, Zum Felde presiente que Os exilados
posiciona a Bello en un sitial de vanguardia, y as lo expresa:
parece que existe en el Brasil, de tradicin literaria tan rica y
completa un intenso movimiento, con caracteres de moderni-
dad y de renovacin, altamente interesante. Muestra de ello
es Los exilados [sic] (art. cit.: 7).
Unos meses despus de la resea sobre el libro de Bello,
el crtico publica un artculo sobre otro libro de autor brasi-
leo, O Raja do Pendjab, de Henrique Coelho Netto, tam-
bin incluido en este volumen. En este no se extiende en lo
que refiere a una suerte de barrera cultural entre Uruguay y
Brasil. En cambio, sostiene que esta novela constituye una
de las ms altas realizaciones de tal gnero en el pas vecino
y que el autor es uno de los ms acreditados novelistas bra-
sileos, de valiosa produccin anterior.142 A travs de estas
palabras, cualquiera podra decir que Zum Felde es un gran
141
Acerca de los inconvenientes que poda ocasionar -en aquellos
aos- la lectura de un libro escrito en portugus, resulta ilustrativo lo que se
apunta en el artculo El Brasil intelectual, aparecido en La Pluma de mar-
zo de 1928 y firmado con iniciales que probablemente correspondan a Bal-
domcro Sann Cano: De un lado la incomunicacin y de otro las engaosas
semejanzas entre el portugus y el castellano, lenguas de un mismo origen,
pero de muy variadas tendencias y de significado muy distinto, por lo que
hace a su eficacia como instrumentos de arte literario, hace que la vida inte-
lectual del Brasil sea menos conocida en el resto de Amrica de lo que merece
serlo en atencin a la riqueza, variedad y distincin de sus manifestaciones
(B. S. C , 1928: 136).
H2
Zum Felde, Alberto. Letras americanas. Una notable novela brasi-
lea, en El Ideal (Diario de la tarde), Montevideo, N 3.487, 6 de julio de
1928: 7.
245
conocedor de las letras brasileas contemporneas y de la
obra precedente de Coelho Netto. Creemos, en rigor, que el
crtico realiza estas afirmaciones con la intencin de conti-
nuar ubicndose dentro de la erudicin demostrada a lo lar-
go de sus artculos, aunque no tenemos elementos suficientes
para afirmar que Zum Felde no haya ledo otras obras de
Coelho Netto o de otros autores brasileos en los meses que
transcurrieron entre una crtica y la siguiente. N o obstante,
de acuerdo a lo que se viene planteando, todo parece indicar
lo contrario. Adems, dada la marginalidad de la experiencia,
creemos poco probable que tuviera conocimiento de lo que
se estaba publicando en Renovacin. Revista duraznense.w
Durante su permanencia en El Da y en La Pluma -sus lti-
mos trabajos activos en publicaciones peridicas-,144 resulta
probable que haya tenido a su alcance diversos materiales
llegados y publicados en Montevideo acerca del ambiente
cultural brasileo, como los artculos que tal vez sean de Jai-
me Morenza y la entrevista sobre el Modernismo en el Brasil
de Darwin Peluffo a Alessio Ciccarini, todos ellos reunidos
en este volumen. O el panorama de Peregrino Jnior o aun
ciertas publicaciones peridicas.145 Sin embargo, no volver a
escribir sobre la literatura o la cultura brasilea.146
143
Para un acercamiento a esta revista, ver el artculo de Nicols Gro-
pp Poesa y cortocircuitos. (El caso Renovacin y la literatura brasilea,
1927-1929), incluido en este libro.
144
Recordemos que el 30 de mayo de 1929 abandona las pginas de El
Da y, al ao siguiente, las de La Pluma.
145
En el N 8 de La Pluma (setiembre de 1928), se informa la llegada
a esa redaccin de ejemplares de Folha Acadmica, Festa, Verde y Crtica de
Rio de Janeiro.
146
Luis Alberto Musso Ambrosi hace ingresar a Zum Felde en su
Bibliografa uruguaya sobre Brasil (Montevideo, Instituto de Cultura Uru-
guayo-Brasileo, 1973 [1967]) solamente por Epopeya de la Agraciada
(Montevideo, El Siglo Ilustrado, 1925), que historia un periodo de las dis-
246
Pese a esta ausencia, cabe preguntarse qu opinin pudo
haber tenido Zum Felde acerca del Modernismo brasile-
o. En este sentido, observamos varios puntos de contacto
entre su pensamiento y algunas tesis modernistas, enmarca-
dos dentro de aquella coyuntura dominada por el encuentro
entre dos debates superpuestos (Rama, 1973): por un lado
la oposicin entre lo viejo y lo nuevo en cuestin de formas
artsticas; y por otro, un debate diferente situado dentro del
vanguardismo, entre el sector que tiende a una vocacin de
adentramiento en una comunidad social, con lo cual se religa
a las ideologas regionalistas y el que intensifica su vincu-
lacin con la estructura del vanguardismo europeo (Rama,
1973: 62). Acerca de las caractersticas de las formas van-
guardistas, Zum Felde seala, en respuesta a una consulta de
un lector sobre los preceptos del arte contemporneo, que
la esttica actual responde a tres principios fundamentales:
la sensibilidad directa e intuitiva [...] el predominio de la
realidad subjetiva sobre la realidad objetiva. [...] la libertad
absoluta de la forma.147 Por su lado, y slo para tender un
trmino de comparacin, en el Prefacio interesantsimo a
Paulicia desvairada, Mario de Andrade postula un lirismo
nacido en el subconsciente, en una belleza del arte que es
tanto ms artstica, tanto ms subjetiva, cuanto ms se apar-
te de la belleza natural (En Schwartz, 2002:150). Y Oswald
de Andrade, en el Manifiesto de la poesa Pau-Brasil, pro-
247
clama el trabajo contra el detalle naturalista -por la sntesis;
contra la morbidez romntica- por el equilibrio geomtrico y
por la terminacin tcnica; contra la copia, por la invencin y
por la sorpresa (En Schwartz, 2002: 169). O t r o rubro fun-
damental correspondera a las tensiones entre lo nacional y
lo europeo. Tanto el u r u g u a y o como los dos modernistas
citados, coinciden en atribuir jerarqua a las primeras ideas
vanguardistas provenientes desde el viejo continente, pero
se inclinan de u n m o d o decisivo hacia u n arte profundamen-
te enraizado en lo autctono y americano. Para Z u m Felde
el americanismo y el vanguardismo deben ser expresiones
armnicas, siempre que se haga vanguardismo americano;
es decir, que, en la obra se expresen la objetividad y la emo-
tividad propias de nuestra vida. Y esto es, adems, lo que
Amrica puede aportar al conjunto mltiple y armnico del
arte occidental de nuestros dtas.us Adems, percibe ntida-
mente las diferencias entre las diversas regiones de Amrica
Latina:
248
sados, [...] de ser aportuguesados, germanizados, cualquier
cosa, para abrasilearnos, en palabras de Mario de Andrade
(Schwartz, 2002: 547).
E n relacin con el carcter primitivista y transcultura-
d o r de la vanguardia, resultan significativas las coincidencias.
Z u m Felde expresa que comparadas con las formas y normas
de la cultura racional, ya evolucionadas hasta su lmite pos-
trero, las normas y formas incipientes del nuevo ciclo, resultan
primitivas (y brbaras). Y a continuacin seala que estos
rasgos de barbarismo son fundamentales en su calidad de
249
ticismo, indican que-ms all de la exigua llegada de publica-
ciones brasileas al pas- Zum Felde pudo haber coincidido
con postulados bsicos del Modernismo. Su inmediata labor
sobre las letras uruguayas, fundamentalmente para preparar
la primera edicin de los tres tomos del Proceso intelectual
del Uruguay (1930), al que seguirn en esa misma dcada
el ndice de la poesa uruguaya contempornea (1935) y La
literatura del Uruguay (1939),149 y su intensa dedicacin a su
trabajo en la Biblioteca Nacional de Montevideo, pudieron
ser los factores que lo alejaran definitivamente del estudio de
las letras brasileas.
Bibliografa
Corpus y Fuentes
250
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en La Democracia, Montevideo, N 39, 17 de agosto de
1921:3.
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Buenos Aires, 1980. (Traduccin de Hayde M. Jofre
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3.319, 16 de enero de 1928: 7.
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Julio Herrera y Reissig. El exotismo, en El Da (Edi-
cin de la tarde), Montevideo, N 81, 20 de noviembre
de 1919: 1.
Crtica de los libros y de los hechos. Urups. Cuentos
del Brasil, por Montero [sic] Lobato, en El Da (Edi-
cin de la tarde), Montevideo, N 727, 6 de agosto de
1921: 1.
Crtica de los libros y los hechos. Literatura brasilea.
(La cola del Lobato...), en El Da (Edicin de la tarde),
Montevideo, N 734, 13 de agosto de 1921: 1.
251
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Silva Valds, en El Da (Edicin de la tarde), Montevi-
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Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N 2.763, 30 de
junio de 1926: 8.
La novela contempornea: El, por Mercedes Pinto, en
El Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N 2.895, 9 de
noviembre de 1926: 8.
Rumbo, Poemas de Elias Crpena, en El Da (Edicin
de la tarde), Montevideo, N 2.928, 13 de diciembre de
1926: 8.
Letras nacionales. Raza ciega, cuentos por F. Espinla,
en El Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N 3.041, 6
de abril de 1927: 7.
Letras nacionales. El hombre que se comi un autobs
por A. M. Ferreiro, en El Da (Edicin de la tarde),
Montevideo, N 3.055, 24 de abril de 1927: 7.
Consultas literarias. Americanismo y vanguardismo,
en El Da (Edicin de la tarde), Montevideo, N 3.063, 3
de mayo de 1927: 7.
Paracadas, de Garet y Dilogo de las luces perdidas, de
Sara Bollo, en El Da (Edicin de la tarde), Montevideo,
N 3.087, 27 de mayo de 1927: 7.
Programa, en La Pluma, Montevideo, Ao I, Volumen
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Esttica del Novecientos, Buenos Aires, El Ateneo, 1927.
Consultas literarias. Los tres principios del arte en
nuestro tiempo, en El Ideal-El Da (Diario de la tarde),
Montevideo, N 3.313, 10 de enero de 1928: 7.
Entre dos fuegos. Nuestra actitud ante la literatura de
vanguardia, en El Ideal-El Da (Diario de la tarde),
Montevideo, N 3.322, 19 de enero de 1928: 7.
252
Letras ibero-americanas. Os exilados, novela brasilea
de J. M. Bello, en El Ideal (Diario de la tarde), Montevi-
deo, N 3.356, 23 de febrero de 1928: 7.
Letras americanas. Una notable novela brasilea, en El
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Rodrguez Monegal, Emir. Literatura uruguaya del medio
siglo, Montevideo, Editorial Alfa, 1966.
254
POESA Y CORTOCIRCUITOS
(EL CASO RENOVACIN Y LA LITERATURA BRASILEA,
1927-1929)
Nicols Gropp
(Universidad de la Repblica
Montevideo, Uruguay)
255
Una asptica divisin del trabajo les permiti por largo
tiempo operar en equipo en la revista Renovacin. Caya-
fa Soca traduca y Gonzlez Barb escriba algunas lneas
introductorias al poema o al texto en prosa a publicar, o rese-
aba alguno de los libros recibidos. As Cayafa tradujo casi
un centenar de textos de autores brasileos, mientras que
su colega public algo ms de una treintena de notas sobre
autores y revistas de ese pas. Y todo eso sin criterio de selec-
cin, en el mejor de los casos.
Slo a partir de 1927 Brasil existe en el horizonte de los
escritores uruguayos, su literatura comienza a ser visible,151 a
tener cierta presencia en la agenda de lectura, en la recensin
crtica, en la promocin potica, en la mesa de trabajo de los
traductores.
La labor crtica de Gonzlez Barb -si se puede definir
as una actividad un tanto indiscriminada de publicidad de
textos ajenos-, fue muy ambiciosa en cuanto al universo
latinoamericano que intent disear como un espacio de
pertenencia propio. Abord sobre todo poetas uruguayos,
argentinos y brasileos, pero tambin peruanos, ecuatoria-
nos, cubanos y panameos, estrictamente contemporneos, y
en general vivos. Hered de Jos Enrique Rod y del moder-
nismo hispanoamericano una voluntad continental, y junto
a Cayafa Soca le agreg una sistemtica promocin de las
letras brasileas sin necesidad de una mediacin europea que
150
Renovacin. Revista duraznense fue editada en la ciudad de Duraz-
no y tuvo como director durante sus cien nmeros, de periodicidad sema-
nal, a Valentn M. Fernndez, entre el 31 de agosto de 1927 y el 3 de agosto
de 1929. Consta de veintiocho pginas por nmero sin contar las tapas.
151
Un lejano antecedente est presente en la polmica entre Luis
Bueno y Alberto Zum Felde, de principios de la dcada del veinte, que se
transcribe en este volumen, recuperada y estudiada por Gabriel Lyonnet y
Claudio Paolini.
256
iluminara un rea a tener en cuenta. Gonzlez Barb despus
de dos aos de trabajo hace un balance de la revista reivin-
dicando su condicin americana. Impresiona sobre todo la
cantidad de textos y la variedad de ciudades brasileas desde
donde les fueron remitidos,152 ya que no la calidad de sus
autores, muchos de los cuales demostraban bastante ignoran-
cia tcnica y cultural al producir pobres copias improvisadas
de modelos que haca dcadas que estaban desprestigiados.
Fueron publicados relativamente pocos textos modernistas
en relacin con el total, que respondi generalmente a una
esttica que con dificultad haba traspasado las barreras del
romanticismo.
Renovacin no es una revista de literatura, o de artes y
letras -como reza el subttulo de muchas de sus colegas ms
prestigiosas-, sino que consiste bsicamente en dos revistas
distintas. Se trata de una publicacin editada y dirigida por
Valentn M. Fernndez en la pequea ciudad de Durazno
pero pensada en gran parte desde Montevideo, desde los
ltimos mrgenes de la intelligentzia montevideana, donde
vivan Cayafa Soca y Gonzlez Barb. La diferencia ms
notoria entre ambas es que mientras la primera, la que se
debe a la labor de Fernndez, casi no cosecha colaboraciones
originales, la razn de la segunda, la que realizan Gon-
zlez Barb y Cayafa Soca, reside en hacer de esa tarea una
industria.
En Durazno, su director escribe pequeos textos infor-
mativos de inters general, o noticias sociales del medio
local, o descansa su mirada en el ftbol, el carnaval o el traba-
152
La lista total de poemas, cuentos y prosa de ficcin publicados se
encuentra al final de este volumen. De los artculos, pequeas notas o rese-
as, se hizo una mnima seleccin que dej fuera aquellos, muy abundantes
que resultaban en exceso menores.
257
jo en la campaa. Agradece las revistas recibidas y repblica
textos de Victor Hugo, Mximo Gorki, Tolstoi y Emilia Par-
do Bazn, as como otros de los modernistas Rubn Daro,
Amado ervo y Leopoldo Lugones, y tambin de algunos
argentinos posteriores como Baldomero Fernndez Moreno,
Arturo Capdevila y Evaristo Carriego e incluso de Alfonsina
Storni. Pero ninguno, entre los activos miembros del martin-
fierrismo. La vanguardia espaola escasamente representada,
tampoco aporta nombres de la ltima promocin esttica (la
generacin del 27), sino que los autores de los dos textos
republicados son Rafael Cansinos-Assens y Ramn Gmez
de la Serna.
La revista tiene menos inconvenientes para promocio-
nar a los escritores nuevos del pas, formando alegremente
eclcticas constelaciones, slo resentidas por cierto leve ses-
go hacia la literatura campesina. Desde la asentada potica de
Javier de Viana y del Viejo Pancho (seud. de Jos Alonso
y Trelles), pasando por la renovada de Fernn Silva Valds,
hasta llegar a la de los ms jvenes Juan Carlos Welker y
Guillermo Cuadri, gran parte de las cuales comparece en la
seccin permanente Motivos Criollos. Textos consagrados
de Jos E. Rod y Rafael Barret tienen tambin su lugar, as
como pequeos homenajes a las poetas uruguayas Delmira
Agustini, Mara Eugenia Vaz Ferreira y Juana de Ibarbourou.
Quiz sean colaboraciones originales los poemas de Raquel
Senz, Mara Teresa Senz, Julio Sigenza, Alicia Porro Frei-
r, Welker y Cuadri.
Hacer un repaso de los ltimos mrgenes del campo inte-
lectual puede ser til. En este caso es imprescindible para
estudiar el dilogo entre los modernistas brasileos y los
escritores uruguayos, aunque Cayafa Soca y Gonzlez Bar-
b en absoluto hicieron ese recorte, sino que por el contrario
el intercambio intelectual uruguayo-brasileo que promo-
258
vieron fue m u c h o ms amplio. Para arriesgar apenas una
hiptesis que explique sus motivaciones, bastara con sealar
que probablemente fueron seducidos p o r las ventajas de la
estrategia capitalista de produccin simblica que anima a
buscar nichos libres de mercado, como lo hicieron de mane-
ra consciente y premeditada. Slo una estrategia de este tipo
es capaz de asegurar u n lugar en el campo - o en la historia- a
estos productores marginales de discurso, vecinos de otros
actores ms privilegiados del intercambio como Jaime L.
Morenza o Ildefonso Pereda Valds.
Cayafa Soca tiene m u y claros los objetivos que preten-
de con la especializacin, aunque exagere, como tambin
lo hace casi ridiculamente en cuanto al alcance uruguayo de
la revista. Despus de referirse al valor del trabajo en equi-
p o , integrado p o r l, p o r Valentn M. Fernndez y Gonzlez
Barb, para la realizacin del intercambio, seala que
153
Dfomingo] Cayafa Soca, Nota, en Renovacin, Durazno, N 21,
22 de enero de 1928, [p. 13].
259
tados por el esfuerzo tesonero de los que bregan con amor
por un ideal.154
154
[Valentn M. Fernndez], Notitas, en Renovacin, Durazno, N
18, I o de enero de 1928, [p. 2]. El texto de Mario de Andrade publicado es la
traduccin de Cayafa Soca de un fragmento de A escrava que nao e Isaura
(1925).
155
Annimo, Notas do instante [Resenha sobre publicacoes bra-
sileas e hispano-americanas, entre elas Izquierda, n. 5; Horizonte, s.n.;
suplemento literario de Imparcial, de 7.8.1928], Festa, ano 1, n. 11, Rio de
Janeiro, 15.8.1928, pp. 23-24 [Esta informacin, as como las siguientes citas
de Festa ha sido obtenida por Genese Andrade en el marco de la presente
investigacin].
260
ve. La diplomacia tiene sus reglas tambin para los vanguar-
distas que, p o r lo visto, n o quieren ser ingratos.
261
Existi, sin embargo, otro Brasil literario, que s mantuvo
vnculos estrechos con la revista y cuyos rastros pueden seguir-
se en sus propias pginas.157 Tambin se reproducen o publican
textos de brasileos sobre escritores uruguayos, todos menores,
salvo algunos de los que acometi el mineiro Diderot Coelho
Jnior, como Carlos Alberto Clulow, autor de El oro Yanqui
en Latinoamrica y sobre todo el quinteto integrado por Juan
Jos Morosoli, Valeriano Magri, Jos M. Cajaraville, Guiller-
mo Cuadri y Julio Casas Arajo, quienes hacan sus primeras
armas en el volumen colectivo, editado en la provinciana ciudad
de Minas, titulado Bajo la misma sombra, libro del cual extrae
varias citas agregando escuetos comentarios.158 En Renovacin
157
En el N 30, 25 de marzo de 1928, se reproduce una carta de los
directores de Cruzeiro do Sul de Sao Paulo, J. M. Coimbra y M. Baptista
Jnior. En el N 48, 29 de julio de 1928, se reproduce el artculo de Correa
Jnior aparecido en Silhueta de Sao Paulo. En el N 51, 19 de agosto de 1928
se reproduce una notita mnima de la direccin de O Combate de Sao Paulo.
Mientras en el N 73, 19 de enero de 1929, aparece Un animador del inter-
cambio literario entre el Uruguay y el Brasil, de Arsenio Palacios, publicado
originalmente en A Folha de Sao Paulo y reproducido ahora en este volumen,
en la versin de Renovacin. Las elogiosas reseas de A Folha, de Sao Paulo,
sobre Renovacin y Horizonte, son reproducidas bajo el ttulo En Brasil, en
el N 74,26 de enero de 1929 y el artculo del mineiro Diderot Coelho Jnior,
Cayafa Soca y el intercambio intelectual uruguayo-brasileo, se publica en
el N 87, 4 de mayo de 1929. Todas las reproducciones aparecen en castellano
sin indicacin de traductor, salvo la primera publicada en portugus.
158
Coelho Jnior tambin escribe sobre Justo Jacinto Leal y Hctor
Silva Uranga. Sal de Navarro de la revista Fon-Fon de Rio de Janeiro,
comenta por su parte a Alicia Porro Freir, colaboradora de Renovacin,
quien a su vez escribe sobre l. Aplecina do Carmo le enva una carta a
Cayafa Soca, Annibal Gon^alves otra a Csar San Romn, mientras que
la de Ral Machado est dirigida a Luis Bueno. Por su parte Fbio Luz de
Correo do Brasil publica sus Juicios literarios sobre Vida en la Sombra de
Justo Jacinto Leal, quien tuvo suerte y logr que tambin Marques Jnior,
de Cruceiro do Sul opinara sobre su obra. Arsenio Palacios se dedic a Pasa-
jes de la vida de Cayafa Soca y a Lasteniada de Luis Bueno, as como a
piezas de Alfredo C. Franchi y Csar San Romn, otro afortunado.
262
aparecen incluso textos de brasileos sobre brasileos como
la resea de Cyro Gaia sobre la novela Madame Fin de Scu-
lo, de Souza Passos y cuatro lneas de Souza Passos sobre
Arsenio Palacios. Como se dijo, Gonzlez Barb fue el crti-
co oficial de la literatura brasilea en la revista.159
Renovacin y la vanguardia
159
La excepcin est conformada apenas por una notita de Cayafa
Soca sobre Paulo Goncalves, otra de Blas de Nobar sobre Stalactitas, de
Jos Franco de Moraes, otra de Valentn M. Fernndez sobre Luz e Sombra
de Mercedes Marques Costa, y una resea de Alicia Porro Freir sobre O
espritu ibero-americano, de Sal de Navarro.
Gonzlez Barb resea los poemarios Violetas de Rosala Sandoval y O
Sonhador de J. Carlos Boscolo, los cuentos de Automovel de luxo de Mario
Graciotti, O Estrangeiro de Plnio Salgado (reproducida en este volumen),
Lyra do Paraguassu (libro de canciones populares), de Roque Ricciardi, los
cuentos de O macaco elctrico de Hildebrando de Lima, O fundo do espelho
de Rocha Ferreira, Stalactites de Jos Franco de Moraes, Meia-Pataca de
Guilhermino Csar y Francisco I. Peixoto (reproducida en este volumen) y
Gralha Azul de Eurico Branco. Escribi adems algunas lneas en general
introductorias a la publicacin de algn texto, sobre todo potico, de los
siguientes autores: ngel Guido, Correa Jnior, Ral Machado, Mercedes
Marques Costa, Antonio Siqueira (director de la revista O Triangulo de
Sao Paulo), Jorge e Hildebrando de Lima (reproducidas en este volumen),
Aplecina do Carmo, Jos Ferraz da Motta, Alcen Peixoto Gomide, Arsenio
Palacios, Frei Francisco da Simplicidade (seudnimo de Silveira Bueno),
Liberato Bittencourt, Amphilophio Mello, Luiza Pessanha de Camargo y
Abilio Barreto.
263
una respuesta que se quera inmediata a los cambios en el
referente. Y que permiti homologar decenas de poemas p o r
los que transitaban velozmente autos, tranvas y aeroplanos,
y en los que el sonido del klaxon y los paisajes poblados
de postes telefnicos fueron una nota dominante. El cine, la
radio y la publicidad tuvieron tambin su lugar de privilegio
en cuentos y poemas, ms o menos cercanos a las distintas
escuelas de vanguardia, as como las enormes tiendas de ropa,
en cuyas vidrieras eran exhibidos sugestivos maniques que
cambiaron el paisaje urbano. Estos cambios, sin embargo,
apenas se vislumbraron en esa ciudad. En Renovacin puede
verse cmo slo en 1929 sus pobladores reciben la promesa
de la pronta instalacin de la luz elctrica, 160 o puede leerse
las siguientes lneas candorosas de Valentn M. Fernndez,
ante lo que considera el movimiento nuevo de la ciudad:
P r o b a b l e m e n t e el grado de m o d e r n i z a c i n n o fue-
se menor que el de Cataguazes, donde prosper Verde, en
160
La luz elctrica en Durazno, en Renovacin, Durazno, N 92, 8
de junio de 1929.
161
[Valentn M. Fernndez], El reconocimiento de las bellezas del
terruo, en Renovacin, Durazno, N 21, 22 de enero de 1928, [p. 1].
264
rebelda contra su medio. Un dato curioso, las dos publica-
ciones salieron a la luz durante el mismo trienio (1927-1929).
Sin embargo las diferencias son ms importantes que las
semejanzas, ni Renovacin intent uruguayizar el Uruguay,
ni logr ningn tipo de liderazgo nunca. Renovacin es una
especie de revista de actualidad pero muy pobre, en la que
pululan los anuncios de pequeos comercios locales (mue-
bleras, carniceras, perfumeras, peluqueras, mensajeras,
etc.) en pginas que casi nunca comparten con otros mate-
riales, sino que estn dedicadas por entero a la publicidad, y
ocupan aproximadamente la mitad del espacio disponible de
cada nmero, diseadas como un damero sin la ms mnima
creatividad grfica. El hecho de anunciar comercios locales
en lugar de marcas de productos puede explicar la preca-
riedad de su propuesta publicitaria, incluso para la poca.
Habra que sealar la ausencia absoluta de las artes plsticas
en la publicacin, no slo para continuar con esta mnima
descripcin visual, sino porque esta es justamente una de las
caractersticas fundamentales de otras coetneas de Monte-
video.
En Renovacin se dieron a conocer textos del escritor de
vanguardia ecuatoriano Enrique Avelln Ferrs, entre ellos
un largo poema vanguardista, indigenista y de exaltacin lati-
noamericana, que incluye menciones apologticas a Sandino
y Pancho Villa. El nexo de Avelln Ferrs con Renovacin es
sin duda su amigo Cayafa Soca.162 De Telmo Ni Vaca, un pai-
sano suyo (tambin de Guayaquil, Ecuador) se publica otro
162
La relacin con Cayafa Soca est documentada en una carta que
Avelln Ferrs le enva a Juvenal Ortiz Saralequi en abril de 1928, incluida
en Juvenal Ortiz Saralegui, Palacio Salvo y otros poemas (Pablo Rocca y
Claudio Paolini, editores). Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental,
2005.
265
poema claramente adscripto a la nueva sensibilidad. Tambin
se public un soneto del gallego residente en Montevideo
Julio Sigenza y un poema de la uruguaya Raquel Senz que
intenta ser moderno, nuevo y humorstico; un curioso sone-
to de Eduardo Dualde de tema netamente vanguardista pero
en un estilo anclado visiblemente en el modernismo hispa-
noamericano.163 Aparece adems una nota de Jos Ramn
Gonzlez, sobre la obra de Alberto Nicolini, un poeta de la
hora, [que] marca las doce en el reloj del tiempo, en la cual
filia su literatura al cubismo, al estridentismo y a la obra del
ultrasta argentino Gonzlez Lanuza. Nicolini adems edita
el peridico vanguardista La Aurora (Paysand, Uruguay),
que desde tan apartados lugares tiene ramificaciones de
vinculacin en nuestra Amrica y en la madre patria.1M La
relacin con escritores del interior del pas -que no se tras-
ladaron a la capital- sean de vanguardia o no, es muy fuer-
te. En realidad no sabemos hasta que punto corresponde a
Gonzlez Barb, a Cayafa, al director desde Durazno, o a los
tres al mismo tiempo. Si slo se revisan algunas de sus notas,
no es difcil sospechar que Valentn M. Fernndez ni siquiera
tena posicin tomada ante la vanguardia, algo que segura-
mente desconoca. Lo cierto es que tanto Jos Ramn Gon-
zlez como Nicolini colaboran en Centenario Uruguayo, de
Salto, uno de los rganos del intercambio uruguayo brasi-
163
Poco sabemos de Eduardo Dualde. Integr junto a Ovidio Fernn-
dez Ros y Fernando Nbel el jurado del Premio a la mejor obra en verso de
1928 del Ministerio de Instruccin Pblica de Uruguay y public 3 poemas
en el N 7 del Boletn de Teseo.
164
J[os] R[amn] Gfonzlez], Uruguay Literario. Apuntes para una
nueva antologa. Alberto O. Nicolini, N 43, junio 24 de 1928. Alberto
Nicolini es uno de los uruguayos que enva uno de sus libros a Mario de
Andrade y aunque en esta ocasin no dice que lo haga por intermedio de
Cayafa Soca es probable que as sea (Antelo, 1986: 241).
266
leo que se publican en el interior del pas. Nicolini resida
en Paysand (vecina de Salto) y le resulta indispensable a J.
R. Gonzlez al hablar de esta ciudad mencionar a Juan E.
Fagetti (1888-1954). En opinin de Pablo Rocca
267
modulaciones ebrias del jazz o las contorsiones enfermizas
y maquiavlicas del charleston.166
166
Rosala Sandoval arremete contra la poesa modernista, N 97, 13
de julio de 1929. Tanto este texto como el de Rosala Sandoval se reprodu-
cen en este volumen.
167
Insomnio de Vctor Fitz Patrick, N 79, 2 de marzo de 1929. Jos
Rocamora ensaya una respuesta polmica a Gonzlez Barb (Literatura de
vanguardia, N 80, 9 de marzo de 1929).
168 ]\j 43^ 29 de julio de 1928. El comentario se reproduce en el presen-
te volumen.
268
que se tomaran un caf mirando a travs de unas ventanas
cristalinas el pasaje instantneo de mujercitas menudas...169
269
han podido sustraerse a la tirana de los viejos preceptores
lricos con gravedad de acadmicos...171
270
adecuacin plena, como tambin queda claro cuando dice
al pasar que Rubn Daro es el mayor poeta en todos los
tiempos en tierras de Amrica, en su comentario de Vergeles
lricos, de Alfredo C. Franchi.174
La publicacin de lo que probablemente sea la prime-
ra traduccin mundial, aunque parcial, claro, de A escrava
que nao Isaura; discurso sobre algumas tendencias da poesa
modernista (1925), de Mario de Andrade, fue realizada en
Renovacin por Cayafa Soca quien adems -como advierte
Pablo Rocca en la introduccin de este volumen-, le envi
varias cartas a Mario e incit a su favor a varios escritores
uruguayos para que le remitieran sus libros. Entre ellos slo
se destacan, sin embargo, Juvenal Ortiz Saralegui {Palacio
Salvo) y Humberto Zarrilli {Libro de imgenes).m Has-
ta donde sabemos el nico de toda la lista que mereci un
comentario fue Ortiz Saralegui. Zarrilli le pide, le ruega un
juicio a Mario de Andrade, que aparentemente no consigue,
pero que s realiza Antonio de Alcntara Machado en la
Revista de Antropofagia, quiz a partir del ejemplar enviado
por el autor a Mario. Este podra haber sido en principio el
propulsor de parte del intercambio entre muchos de los bra-
sileos y Renovacin a travs de Cayafa Soca. Sus vincula-
ciones con Verde, Festa y la Revista de Antropofagia habran
permitido que Guilhermino Csar y Francisco I. Peixoto,
Jorge de Lima y otros le enviaran sus libros al ansioso uru-
174
Ambas reseas son del N 22, 29 de enero de 1928.
175
Gracias a Ral Amelo (1986: 208-269) sabemos cuales son los libros
uruguayos que recibi Mario de Andrade por intermedio de Cayafa Soca,
al menos en aquellos casos en los cuales sus autores consignan el dato en
la dedicatoria. Se trata de trece ttulos, sin contar los tres publicados por
el propio Cayafa. Antelo anota entre parntesis la fecha de la dedicatoria,
cuando existe, que como se ve marca un arco temporal muy restringido
(1926-1928).
271
guayo. Mario cumplira, as, con el deseo expresado por su
admirador en la Extensa dedicatoria em que o autor pro-
poe intercambio com intelectuais brasileos e crtica sobre
seus livros.176 El ensayo de Genese de Andrade nos obliga a
barajar la posibilidad de que parte de esos intercambios, con-
cretamente el nexo que permite el envo de Meia-Pataca fue-
se Rosario Fusco. Sin embargo la ausencia de este nombre en
los cien nmeros de la revista hara pensar en otra va, sobre
todo porque la vinculacin con Mario est documentada -al
menos desde el N 18 de una revista que tiene 100-, mientras
que Rosario Fusco estaba ms bien vinculado a Ildefonso
Pereda Valds, quien no tena relacin con la revista duraz-
nense.
Existe otro vnculo con Minas Gerais, quiz curioso. Se
trata de la presencia en los ltimos nmeros de la revista de
los tres directores de Leite Crilo, una publicacin que no se
nombra en ningn momento. La nica [de las publicacio-
nes modernistas] que tiene al negro como temtica central
(Schwartz, 2002:299). Cayafa Soca tradujo textos de Achules
Vivacqua y de Joo Dornas Filho,177 mientras Gonzlez Bar-
b, por su parte, rese Meia-Pataca, del tercer director de la
revista (Guilhermino Csar) y de Francisco I. Peixoto, como
vimos. La carta de Rubens sobre El hombre que se comi
un autobs, de Alfredo Mario Ferreiro que se transcribe en
este volumen - y que ataca graciosamente el vanguardismo
del uruguayo y de paso a su paisano Jorge de Lima- habra
176
Amelo sintetiza de este modo la dedicatoria de Cayafa Soca a
Mario de Andrade presente en su libro Vaivenes del vivir, Buenos Aires,
Talleres Grficos de la Protesta, 1925, prlogo de Juan M. Filartigas.
(Antelo, 1986: 229).
177
El poema Serenidad, de Achules Vivacqua, N 88, mayo 11 de
1929 y el soneto Jess, de Joo Dornas Filho, N 91, junio 1 de 1929.
272
sido posible, segn aclara el autor, gracias a que Achules
Vivacqua le proporcion el libro, su querido e doce poeta
[...] quem me mata ajme de espirito.
178
Vida Femenina (Montevideo, 1918-1933, 159 nmeros). Periodici-
dad mensual. Directora Mara Teresa L. Senz, administradora Ofelia Senz.
La cantidad de poemas que se publican de Raquel Senz hace pensar en una
empresa familiar.
273
arroja algunos resultados significativos. Adems de los poe-
mas gauchescos de su directora y de varios textos de Alfredo
Mario Ferreiro, quien en abril de ese ao publica El hombre
que se comi un autobs, aparecen en la revista poemas de
Enrique Bustamante y Ballivin. Slo en ese ao el escritor
brasileo Silva Lobato publica sus traducciones de un poe-
ma del carioca Felipe de Olivera, un texto del pernambuca-
no Domingo Magarios y poemas de Murilo Arajo (Los
juguetes de la tarde, Rio de Janeiro, 1927), autor incluido
por Bustamante y Ballivin en 9 poetas nuevos del Brasil
(1930). Por su parte, Bustamante y Ballivin traduce a Silva
Lobato.17918
La otra revista en la cual habra que detenerse es Centena-
rio Uruguayo. Revista mensual, Cultural, Literaria y Social
(1929-1930), dirigida en Salto por Mara Begueristain (Natu-
ra).181 La ciudad de Salto est ubicada en el litoral norte del
Ro Uruguay, a pocas decenas de kilmetros de la frontera
con Brasil, pero en un territorio ms cercano culturalmente
incluso a Buenos Aires que a Montevideo. Esta revista, por
179
Tambin se publican varios poemas de Silva Lobato, en versin de
Gregorio Reynolds en el Suplemento de El Pas, en 1928, encontrados por
Claudio Paolini en el transcurso de esta investigacin. Jaime L. Morenza,
quien viaj a Rio de Janeiro en 1927 y coment la labor de Silva Lobato en
La Cruz del Sur es probablemente el responsable de su difusin en Uru-
guay.
180 p u ede verse tambin la traduccin al portugus, realizada por Oso-
rio Duque-Estrada, de un poema de Delmira Agustini; una resea de Mara
Lacerda de Moura (fechada en Buenos Aires en 1927) sobre Religiao do
Amor e da Belleza, de Adelia di Cario; y un cuento y un poema de Rosalina
Coelho Lisboa publicados en portugus.
181
Centenario Uruguayo. Revista mensual, Cultural, Literaria y Social
(1929-1930), Salto. Directora y redactora Mara Begueristain (Natura).
Secretaria Juanita Begueristain. Trece nmeros desde marzo de 1929 hasta
setiembre de 1930.
274
los innumerables puntos de contacto con su colega, puede
considerarse la versin femenina de Renovacin. Para citar
slo dos ejemplos bastara con sealar su voluntad explcita
y sistemtica de intercambio uruguayo brasileo, y la can-
tidad de colaboradores nacionales y extranjeros comparti-
dos. Slo repasando el N 1 puede verse que, por ejemplo,
se publica un contrapunto entre vanguardismo y clasicismo.
Textos muy desparejos de Alberto O. Nicolini, Jos Ramn
Gonzlez y Manuel Benavente pertenecen a la primera sec-
cin, mientras que los sonetos de los paulistas -traducidos
por Natura- J. M. Coimbra, S. C. Silva y Rosala Sandoval,
quien tiene una presencia muy acentuada en la revista, junto
a un texto del uruguayo Juan Guarnieri Mundn, confor-
man la segunda seccin. Las traducciones estn a cargo de
Natura (la directora), salvo por alguna de Cayafa Soca y por
otra de Jos R. Gonzlez. Si bien puede decirse que en varios
sentidos Mara Begueristain es discpula de Cayafa Soca, la
distancia que lo separa de l es importante -una especie de
juego de muecas rusas-, como puede verse en la traduccin
del mencionado soneto de J. M. Coimbra, que es de una des-
prolijidad de la cual Cayafa Soca era incapaz: sigamos, pues,
ms otra vez ainda; subiendo a regia escala das esferas
(Destacado nuestro).
As como los criterios de seleccin utilizados por Caya-
fa Soca a la hora de traducir hacen pensar en algo aleatorio
en muchos casos, tampoco parece haber seguido un criterio
esttico para decidir alentar a alguien a que le enve sus libros
a Mario de Andrade. En este sentido llama la atencin -por
dos motivos- la repeticin de algunos apellidos, siempre y
cuando implique un parentesco sospechado que no pudimos
confirmar. Por un lado esa repeticin mostrara cierta estruc-
tura familiar de algunas empresas culturales, sobre todo en
los mrgenes del campo intelectual. Por otro lado, desnu-
275
dara el amiguismo llevado adelante por Cayafa. En 1927
Domingo Pizarro le enva a Mario, por indicacin de Cayafa
Soca, su libro Desde la Sombra (Rocha, 1924), mientras Ecos
del Este, peridico dirigido por Marcelino Pizarro Ocelli,
tambin de Rocha, llega a la mesa de entrada de Renova-
cin. Vida Femenina, conviene insistir, probablemente sea
una empresa familiar. Su directora y colaboradora de Reno-
vacin, Mara Teresa L. Senz le enva Pitangas y sina-sina
(Montevideo, 1926) a Mario de Andrade, tambin por inter-
medio de Cayafa. Se abstiene de mandarle sus libros Juanita
Begueristain la secretaria de Centenario Uruguayo, revista
dirigida por Mara Begueristain, quiz no los tuviera.
El otro espacio cultural que interesa en trminos de inter-
cambio uruguayo brasileo est conformado sobre todo por
La Cruz del Sur, La Pluma y Cartel fundamentalmente y
de l se encarga Pablo Rocca en el prlogo. Permtasenos
sealar slo un punto. Alberto Lasplaces (1887-1950) quien
haba sido director de La Cruz del Sur public en 1930 una
antologa de poesa y prosa destinada a la enseanza pri-
maria.182 El volumen interesa por la visin americana de la
seleccin, que incluye a Brasil y tambin (caso ms raro an
visto desde hoy) a Estados Unidos, pero tambin por estar
concebida para la enseanza y recoger una novedad en el
campo literario uruguayo, como lo es sin duda el inters
por la literatura brasilea. Salvo Machado de Assis, de quien
Lasplaces incluye un fragmento de Memorias Postumas de
182
Alberto Lasplaces, Lecturas Americanas. Antologa de poetas y pro-
sistas americanos, Montevideo, Tipografa Atlntida, 1940 [1930] (Adoptada
por el Consejo Nacional de Enseanza Primaria y Normal, como libro de
lectura para alumnos de los Institutos Normales, de los Cursos Normales
de campaa, de 6 o ao de las escuelas pblicas y para los estudiantes libres
de magisterio).
276
Brs Cubas y Olavo Bilac, los autores antologados son con-
temporneos, cuando no modernistas (Gra$a Aranha, Ribei-
ro Couto, Ronald de Carvalho, Monteiro Lobato, Afranio
Peixoto y Cassiano Ricardo183), aunque casi nunca los textos
elegidos lo sean.
Hay entonces dos espacios claramente diferenciados,
inconciliables, y a primera vista sin comunicacin. Por un
lado el que podramos llamar de los lmpenliteratos, que lle-
van adelante una poltica esttica que ronda el salvajismo,
est ocupado por Cayafa Soca y Gonzlez Barb y tiene
incluso un satlite, Centenario Uruguayo de Salto. Y por
otro lado el sector culto y refinado de la ciudad letrada que
sobre todo a travs de La Cruz del Sur, La Pluma y Cartel
ensay a menudo el vanguardismo y mantuvo, como se ve a
lo largo de todo este volumen, un nada despreciable vncu-
lo con la literatura brasilea. En los extremos del espectro
no hay comercio posible -entre Centenario Uruguayo y La
Cruz del Sur-. Sin embargo entre Renovacin y sus antpo-
das la puerta se entreabre apenas, dejando pasar un soneto
de Julio Sigenza, uno de los directores de Cartel, que se
publica en la revista de Durazno y logra aflojar casi invisible-
mente el tab. El otro punto de contacto directo es la publi-
cacin de algunas traducciones de Cayafa Soca en Izquierda
(5 nmeros, 1927), hoja de vanguardia dirigida por el asiduo
colaborador de La Cruz del Sur, Juan M. Filartigas, quien
adems resea como vimos uno de sus libros y forma parte
de la lista de colaboradores de la revista Horizonte, dirigida
por Cayafa.
Pero la bisagra entre ambos grupos se da a travs de Vida
Femenina, una revista lmpenliteraria, que mezcla despre-
277
juiciadamente la publicacin de varios poemas brasileos e
italianos sin traducir, y de textos uruguayos de alta factura
esttica, con otros muy menores. Esto sin contar los folleti-
nes o la inefable seccin Correo de las damas, que incluye
desde recetas de cocina, hasta consejos sobre la amistad, el
amor o la ropa ms adecuada para cada ocasin, en contacto,
por ejemplo, con la siguiente definicin de soneto: catorce
renglones versos. La presencia de Mara Teresa y Raquel
Senz de Vida Femenina en Renovacin, por citar apenas dos
nombres, muestra claramente que entre ambas revistas existe
un contacto nada despreciable que no se limita a cierta carna-
valizacin no intencional de la literatura. Esto no impide que
Vida Femenina tenga sus traductores y sus vas de intercam-
bio con Brasil con independencia de Renovacin -cosa que
no existe con Centenario Uruguayo-. Si bien Vida Femeni-
na tambin representa la lmpenliteratura, a diferencia de
Renovacin mantiene algunos lazos con el sector que por
comodidad llamamos culto y refinado, publicando a varios
escritores de vanguardia como Fusco Sansone y sobre todo
Ferreiro, quien tuvo una enorme presencia en la publicacin,
y tambin por su vnculo con aquellos mayores que viniendo
de la generacin anterior se reciclaron como Lasplaces y el
peruano Bustamante y Ballivin. O los ms jvenes como
Cipriano Vitureira (1907-1977) quien en 1927 publica el poe-
mario La siega del musgo, su primer libro con difusin tanto
en La Cruz del Sur como en Vida Femenina.
Coda
278
tura y refinamiento. Sera necesario afinar un poco la nocin
de lmpenliteratura que se utiliz en este trabajo. Quiz bas-
tara con decir que en este caso el concepto obviamente no
remite a una posicin de la cual se podran enorgullecer sus
practicantes, que aspiran por el contrario a la alta cultura.
Una lectura posible de Renovacin sera proponer que
sus protagonistas aprovechan la potencialidad altamente
fragmentaria de toda revista, extremndola en una mezcla
contaminante de discursos inconciliables -la reflexin de
primera lnea de Mario de Andrade, por ejemplo, con textos
ramplones- que atenta contra el elitismo de la vanguardia,
desde una posicin que no por ingenua deja de ser revulsiva
incluso de la propia vanguardia, adelantndose a prcticas
contemporneas de vecindades extremas.
Sin embargo, creemos que una perspectiva de ese tipo es
errnea y proponemos una lectura acorde con la perspectiva
asumida por la revista, su voluntad clara de hacer alta cultura.
Entonces el resultado es simplemente el que intentaron pre-
sentar estas pginas. Fernndez, Gonzlez Barb y Cayafa
adscriben a la nocin de bellas letras, y la literatura para ellos
debe ser edificante y trascendente, como buenos herederos
del siglo XIX. La revista muestra cierta preocupacin por el
analfabetismo y por el lugar que ocupa en la instruccin de
los pobladores de la localidad una propuesta de este tipo- el
papel educativo o pseudoeducativo que lleva adelante en la
pequea aldea letrada en la cual desarrolla su prdica.
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281
EPLOGO
ENCONTROS E DESENCONTROS DE LETRAS
Cnese Andrade
Universidade de Sao Paulo
i. Pontos de partida
184
Carvalho, Toda a Amrica, 2001: 135.
283
Se a literatura dos dois pases parece estar de costas nesse
m o m e n t o , seus autores nao deixam de olhar-se de soslaio.
Pouco antes, Horacio Quiroga, tendo tomado conheci-
mento de Umps, de Monteiro Lobato, cuja traducao havia
sido publicada na Argentina, inicia, em jumo de 1921, sua
correspondencia com o escritor paulista, que ganhar as
pginas da Revista do Brasil, a qual Lobato dirigira de 1918
a 1925 (Ribeiro, 2005). 185
Por outro lado, em 6 de agosto de 1921, como informam
Claudio Paolini e Gabriel Lyonnet n o ensaio aqui incluido,
Z u m Felde publica, no jornal El Da, urna crtica favorvel
a Umps, de Monteiro Lobato, que desencadear urna ins-
tigante polmica com Luis Bueno, reproduzida neste livro.
Z u m Felde aproxima ai a obra de Lobato e a do uruguaio
Horacio Quiroga. Q u a n d o este, ento instalado em Misses,
na Argentina, vem a Sao Paulo em o u t u b r o de 1922, Loba-
to ser o orador em u m jantar oferecido para recepcion-
lo. A acidez da polmica anterior transfigura-se n o veneno
que constitui o mote das palavras de Lobato na saudaco ao
amigo das serpentes e cobrfilo que ao aqui chegar reve-
lou como interesse primeiro o Instituto Butant:
185
As informacoes apresentadas por Mara Paula Gurgel Ribeiro neste
ensaio fazem parte de sua pesquisa de doutorado, cujo tema Monteiro
Lobato e a Argentina, que est sendo desenvolvida na Universidade de Sao
Paulo.
284
sair desta como entramos: vivos. Mas, uma palavra apenas:
Quiroga nao fala, escreve somente. E a condicao que imps
a ameaca de ser jantado foi essa de ficar mudo como um
peixe, ou melhor, mudo como uma anaconda - como uma
anaconda muda, visto como as que ele romanceia e as com
que convive em Buenos Aires, falam pelos cotovelos. Sen-
hores, bebam a sade do grande conteur uruguaio este copo
de soro antiofdico. (Apud Broca, 1998: 79)
285
Advertencia ao livro deixa de ser reproduzida na revista
La Cruz del Sur, de Montevidu, em 1928, como se pode
verificar na lista de textos, no final deste volume.
Voltando a 1924, a Revista Novssima, em seu nmero 4,
ao apresentar o argentino Benjamn de Garay como repre-
sentante das repblicas hispano-americanas, assume que em
seu programa a aproximagao espiritual dos povos da raga
latina nos continentes americanos um dos pontos primor-
diais. Essa revista ser a primeira entre as modernistas a tra-
zer noticias do pas do sul.
Assim se inicia o dilogo entre o modernismo brasileiro
e a vanguarda uruguaia. O meridiano de Tordesilhas comec,a
a ser contornado, as vezes transposto, mas nao chega a ser
totalmente removido, como propoe Jorge Schwartz (1995).
Concretizam-se encontros pessoais e textuais, mas h tam-
bm desencontros. Para document-los, consultei as princi-
pis revistas do nosso modernismo dos anos 1920. Nao foi
possvel, porm, realizar urna pesquisa exaustiva em j ornis;
por isso, nao se pode fazer considerares sobre a circulado
das idias nesse meio, e o que est aqui reproduzido dos dia-
rios brasileiros apenas d conta de um fato pontual: a passa-
gem de Pereda Valds pelo Brasil.
2. Ciranda de revistas
286
testas estrategias chamadas escolas ou tendencias (Altami-
rano/Sarlo, 1993: 96), as revistas culturis e literarias, por seu
carter coletivo e efemero, espelham a dilui$o, a reorgani-
z a d o caleidoscpica e a dinmica dos movimentos artsticos
e literarios, chamados, por Raymond Williams, formacoes.
Em suas pginas, evidenciam-se as propostas culturis, como
indicam as palavras que constituem a epgrafe anterior, a par-
tir da incisiva tomada de posi$o, do dilogo entre os textos,
das polifonias discursivas e inter-relaoes que as constituem
e se desdobram no mbito da leitura.187
As revistas literarias brasileiras dos anos 1920 sao con-
hecidas pela inovago tipogrfica e visual, pelos contatos
que estabelecem entre os artistas nacionais e os estrangeiros.
Quanto aos vizinhos do sul, argentinos e uruguaios freqen-
tam as pginas e marcam presenta, com textos literarios,
entrevistas, polmicas, comentarios e imagens.
O livro Na ilha de Marapat. Mario de Andrade le os his-
pano-americanos (Antelo, 1986), traz um ampio panorama da
circulado de idias entre o escritor brasileiro e os vizinhos
do sul. O dilogo textual dos brasileiros com os argentinos
j foi objeto de levantamentos e reflexoes importantes, como
os trabalhos de Ral Antelo (1982), Jorge Schwartz (1983;
1987) e Patricia Artundo (2004). Quanto aos uruguaios,
foram levantadas informaQes, mas a anlise propriamente
ainda nao havia sido realizada.
A revista Novssima, a segunda na cronologia das revistas
modernistas brasileiras, ser a primeira publicaco que dar
noticias da literatura uruguaia. Dirigida por Cassiano Ricar-
do e Francisco Pati, teve treze nmeros entre 1923 e 1926.
Publicaao conjunta entre Sao Paulo e Rio de Janeiro, do
187
Para um olhar mais abrangente sobre as revistas de vanguarda lati-
no-americanas, cf. Schwartz, 1995, e Revista Iberoamericana, 2004.
287
nmero 2 ao 10, e exclusivamente paulista nos demais, sua
periodicidade foi inicialmente mensal, passando a bimestral
e irregular em seu segundo ano. Tambm participaram em
sua orientaco Menotti Del Picchia e Plnio Salgado, e entre
os colaboradores se destacam Oswald de Andrade, Alcntara
Machado - que sao os principis nomes da Revista de Antro-
pofagia, na qual tambm colaboraram Del Picchia e Salga-
do - , Ronald de Carvalho, Ribeiro C o u t o e Gilka Machado
- quem colaborou ainda em Festa.
Por seu ttulo, poder-se-ia relacion-la a tradico d o
novo, ou a u m dos debates que marcam o inicio do van-
guardismo: a oposigo do velho e do novo em materia de
formas artsticas (Rama, 1973: 62). Porm, esta nao busca
romper com o passado, mas tambm nao ignora a renovaco,
como afirma em seu artigo inicial publicado n o nmero 1,
urna especie de manifest. Assumindo-se como defensora d o
atual, nao foge ao conservadurismo, e termina por carac-
t e r i z a r s e como ecltica, ao abrigar parnasianos, simbolistas
e modernistas (nacionais e estrangeiros), do pau-brasil ao
verde-amarelismo.
Entre seus ideis, esto a questo nacional e a ibero-ame-
ricana. Seu subttulo, nos nmeros 3 a 6, Revista de arte,
literatura, sociedade, poltica, passa a ser, a partir do n m e -
ro 7, Modernismo, nacionalismo, ibero-americanismo. N o
nmero 4, de marco-abril de 1924, a apresentacao do escritor
argentino Benjamn de Garay, j mencionada, antecipa o ibe-
ro-americanismo:
288
distinto escritor argentino nao podia deixar de ser reclamado.
Assim que ora o temos trabalhando conosco e assim que,
em virtude do seu prestigio e do seu esforco, ambos conside-
rveis j a Novssima a estas horas conhecida pelas figuras
mais representativas da mentalidade hispano-americana.
289
revista do modernismo de Minas Gerais. A Revista veio a
pblico apenas em 1925. Porm, o Grupo do Estrela, que a
concebeu, se reuna desde 1921. Seus fundadores sao Fran-
cisco Martins de Almeida, Carlos Drummond de Andrade
- que participar em Verde, Festa e na Revista de Antropo-
fagia -, Emilio Moura e Gregoriano Caedo. Colaboram,
entre outros, Guilhermino Csar e Ascnio Lopes, que
depois integraro o grupo de Verde, e Pedro Nava. Enviam
contribuices Mario de Andrade - que tambm colaborar
em Verde, Festa e na Revista de Antropofagia - e Manuel
Bandeira, que igualmente aparece na Revista de Antropofa-
gia. O que impulsiona a publicado, segundo Pedro Nava
(1978), a passagem por Belo Horizonte da famosa caravana
paulista, em 1924, integrada por Dona Olivia Guedes Pen-
teado, Tarsila do Amaral, Blaise Cendrars, Mario de Andra-
de e Oswald de Andrade (Eulalio, 2001: 268-278). A viagem
lanca varias sementes que frutificarao: a longa amizade entre
Mario de Andrade e Drummond, documentada em sua
correspondencia (2002); o movimento pau-brasil, que se des-
dobra na pintura de Tarsila do Amaral e no livro de Oswald
de Andrade, Pau Brasil (1925);188 o peridico mineiro cujo
carter comedido transparece em seu ttulo, simplesmente
A Revista, sem qualificativos ou especificacoes. Com apenas
tres nmeros, que circularam entre julho de 1925 e Janeiro
de 1926, caracteriza-se pela busca da expresso moderna e
a defesa do nacional, sem extremismos, aberta producao
estrangeira.
A presenca da literatura uruguaia fica por conta de Emi-
lio Moura, que, no nmero 3, datado de Janeiro de 1926,
188
A informaco de que foi durante essa viagem que Tarsila esbocou
seus quadros da fase Pau Brasil e Oswald rascunhou alguns poemas se
encontra em Amaral, 2003: 148-149.
290
assina apenas com suas iniciis urna resenha em que trata de
dois livros de Ildefonso Pereda Valds, El arquero (ensaios)
e La casa iluminada (poesa), publicados em Montevidu em
1924 e 1920, respectivamente. M o u r a aponta para urna ques-
to importante j de inicio: o desconhecimento dos hispano-
americanos pelos brasileiros. Apesar da passagem de J. A.
Nogueira pelo Brasil,
291
Esse livro, mais negrista no ttulo que em seu contedo,
nao demorar a ganhar espaco nos peridicos brasileiros.
Esmeraldino Olympio, pseudnimo de Gilberto Freyre,189
escreve urna breve resenha, um texto descompromissado,
para o nmero 6, de dezembro de 1926, da Revista do Brasil
- publicaco que teve urna longa trajetria, iniciada em 1916,
em Sao Paulo, e foi dirigida por Monteiro Lobato, de 1918 a
1925, perodo durante o qual o intercambio com a Amrica
hispnica aumenta. Quando dessa publicaco, a revista estava
em sua segunda fase, e incursionava pelo Rio de Janeiro.190
em Festa que encontramos a maior parte das noticias
sobre a literatura uruguaia.191 Publicada no Rio de Janeiro,
essa revista teve duas fases: a primeira, de 1 de outubro de
1927 a Janeiro de 1929, contou com treze nmeros; a segun-
da, de julho de 1934 a agosto de 1935, com nove nmeros.
A periodicidade, inicialmente mensal, passa a ser varivel a
partir do nmero treze da primeira fase. De tendencia espi-
ritualista, a publicaco abriga em suas pginas colaboraces
de carter ecltico, de e sobre autores de filiaco penumbrista
ou simbolista, e tambm da vanguarda, em sua maioria de e
sobre poesa. O que une os lderes da publicaco a afinida-
de de pensamento.
Na primeira fase, temos Andrade Muricy, Henrique Ab-
lio, Porfirio Soares Neto, Lacerda Pinto, Adelino Magalhes,
Barreto Filho, Braslio Itibere, Tasso da Silveira, Abgar Ren-
ault, Wellington Brando e outros. Na segunda fase, lide-
189
Este era o pseudnimo tambm de Manuel Bandeira e Rodrigo
Mel Franco de Andrade. Informa-nos Pablo Rocca que, no recorte do tex-
to que pertence ao arquivo de Pereda Valds, este anotou de prprio punho
o nome do escritor pernambucano.
190
Para a historia desta publicaco, cf. Luca, 1999.
191
Em outra importante publicaco carioca, Esttica, os uruguaios
esto ausentes.
292
ram Tasso da Silveira e Andrade Muricy. Tambm colaboram
Mario de Andrade e Drummond.
Em seu conjunto, essa revista se caracteriza pelo equi-
librio entre o nacionalismo e o universalismo, elementos
apontados por Andrade Muricy. Seu ttulo, que deriva do
livro Festa inquieta, desse mesmo colaborador, foi motivo de
provocaco, por carta, de Oswald de Andrade, que a consi-
derava urna festa triste. A resposta de Tasso, no nmero 9
da revista, enftica e grave, nao foi nada festiva, e acentuou
seu contraste com a alegra oswaldiana.
Destacamos, nos nmeros da primeira fase, a contri-
b u i d o da uruguaia Juana de Ibarbourou e dos galegos radi-
cados temporariamente no Uruguai, Jaime L. Morenza e
Julio Sigenza.192 O primeiro, um dos diretores da revista
uruguaia La Cruz del Sur, passa pelo Rio de Janeiro e seus
contatos dao inicio ao intercambio com Festa. Tasso da Sil-
veira e Andrade Muricy escrevem resenhas e notas sobre
Juana de Ibarbourou, Gervasio Guillot Muoz, Mara Elena
Muoz, Nicols Fusco Sansone e Alfredo Mario Ferreiro.
H ainda notas nao assinadas sobre as revistas Izquierda, La
Cruz del Sur, Horizonte, e os suplementos literarios de El
Pas e El Imparcial.193
Os dois poemas publicados chamam a atencjo: o de Jua-
na de Ibarbourou, Noite de chuva (nmero 7, 15 de abril
de 1928), aparece em portugus, sem indica$o do tradutor;
o de Julio Sigenza, vervas ao ar (nmero 10, 15 de julho
de 1928), em galego. E curioso que nao se divulgue nenhum
texto em castelhano.
192
Cf. as notas bibliogrficas no final deste volume.
" 3 Nao foi possvel consultar os nmeros da segunda fase, pois nao
integran! os acervos consultados nem a edico fac-similar. Consta que neles
h um poema de Juana de Ibarbourou e menco a revistas uruguaias. Cf.
Silva, 1980:22.
293
Urna entrevista com Morenza, inicialmente publicada em
La Cruz del Sur, de fevereiro de 1928, publicada em por-
tugus, sem indica9o do tradutor, n o n m e r o 7, de 15 de
abril de 1928. Tendo entrado em contato com os brasileiros
p o r intermedio d o peruano Bustamante y Ballivin - que
passou temporadas n o Brasil e no Uruguai, como secreta-
rio da legago - , Morenza registra sua passagem pelo Rio
de Janeiro, suas impressoes sobre o pas vizinho, com u m
b e m - h u m o r a d o comentario comparativo sobre a paisagem,
os m o r r o s de c e de l. E conclui combatendo vises banali-
zadas, tpicas de turistas:
294
outros e o que se produzia ento em Sao Paulo, em Minas
Gerais etc.
Entre as resenhas publicadas de obras de uruguaios,
curioso que se dediquem a duas publicadas em francs: La
touffe sauvage, de Juana de Ibarbourou (nmero 3, 1 de
dezembro de 1927), em traduco de Francis de Mioman-
dre, e Misaine sur l'estuaire, de Gervasio Guillot Muoz
(nmero 6, 1 de marco de 1928), que escrita nessa lngua
insere assim seu autor na rede em que estao Supervielle e
Laforgue.
Outros tres livros em castelhano sao resenhados, entre
eles, La trompeta de las voces alegres, de Nicols Fusco San-
sone (nmero 8, 15 de maio de 1928), que ser resenhado
ainda em Verde e na Revista de Antropofagia, e ser comen-
tado mais adiante.
Destacamos, no nmero 9, de 15 de junho de 1928, a
resenha de El hombre que se comi um autobs (1928), de
Alfredo Mario Ferreiro, urna obra novadora, que contempla
o cosmopolita, a exaltacao da mquina e o criollismo, compa-
rada por Andrade Muricy a Path-baby (1926), de Alcntara
Machado. O resenhista elogia e ataca sutilmente a primeira,
reservando mais ataques para a segunda:
295
Apenas, em Um homem que comeu um auto-omnibus
nao h a preconcep^ao de secura e total objetividade que
emagrece Path-Baby e lhe retira todo sabor perdurvel.
Em Um homem que comeu um auto-omnibus h, de fato,
um poeta. [...]
1,4
Nao foi possvel conseguir maiores informafes sobre o autor nem
sobre a publicaco.
155
Alm deste, Ferreiro publicou o livro de poemas Se ruega no dar
la mano, em 1930, igualmente novador, embora menos impactante. Entre
1936 e 1938, esteve no Brasil como correspondente do jornal ^4 Noite, do
Rio de Janeiro, o que merece ainda ser estudado. Lamentavelmente, nao
houve tempo hbil para realizar a pesquisa que ampliara o Corpus ao qual
nos dedicamos.
296
Machado ser o responsvel pelos textos sobre os uruguaios
que integraro as pginas da Revista de Antropofagia.
Porta-voz do Movimento Antropfago, essa revista de
grande repercusso ocupa um lugar importante na historia
dos peridicos brasileiros. Foi publicada em duas fases ou
dentices: a primeira, de maio de 1928 a fevereiro de 1929,
contou com dez nmeros mensais, com Antonio de Alcn-
tara Machado e Ral Bopp na direco; a segunda, de 17 de
maro a 1 de agosto de 1929, com Ral Bopp e Jaime Ado-
ur da Cmara na direco, e Geraldo Ferraz como Secretario
de Redaco (ou Acougueiro), passou a ser encartada no
Diario de S. Paulo, com periodicidade inicialmente semanal,
depois irregular, em um total de dezesseis nmeros. Alm
dos nomes j mencionados, Oswald de Andrade lidera as
colaborares, as vezes sob pseudnimo, e a revista traz tex-
tos de Mario de Andrade, Carlos Drummond de Andrade,
Rosario Fusco (que tomar a frente em Verde), Jorge de
Lima, Murilo Mendes, Plnio Salgado, entre outros, e desen-
hos de Tarsila do Amaral, Cicero Dias e Pagu.
Focalizando os uruguaios, as resenhas, assinadas por
Alcntara Machado, sao abordados livros de Nicols Fusco
Sansone, Humberto Zarrilli e Montiel Ballesteros. Nicols
Fusco Sansone aparece ainda como colaborador da revista,
com um poema: La gracia del amor puro (nmero 2, junho
de 1928). Com um atraso de tres anos em relaco publi-
caco do livro La trompeta de las voces alegres, na resen-
ta (nmero 3, julho de 1928) sao destacadas a juventude do
autor e a mocidade do livro, com o destaque de versos que
comprovam essas qualidades:
297
frutas, h manhas, criancas correndo, pssaros voando. No
meio de tudo isso Nicols joga seu coraco para que tam-
bm pule
298
Exprime-se, puramente, como Deus a fez. Como a rvore,
que nao erra por ser rvore, por estremecer de seivas vivas,
das razes fronde. Mas errara, por exemplo, se comecasse
a criticar o destino da pedra.
Frescura de madrugada limpa, a que h na poesia deste
poeta. Delicia sincera de viver. A vida bebida, nao como um
vinho que embriaga, mas como urna agua fresca, na concha
das mos claras e mo^as.
299
guai. Mario de Andrade se refere a ele como um menino
extraordinario: Tipo de argentino, com urna seguranga
ingenua de si mesmo, das suas verdades, e urna confianga
ambiciosa na vida. Foi ele incontestavelmente o agenciador
das colaboragoes brasileas e estrangeiras da Verde.196 E em
um olhar retrospectivo: Entrava em relagoes com os moder-
nistas do mundo e nos aproximava a nos, veteranos paulis-
tas, de outros veteranos do Uruguai e da Argentina. E me
enviava de presente aquarelas da portenba Norah Borges e
desenhos da uruguaia [sic] Mara Clemencia.197
Tudo indica que a artista argentina Mara Clemencia
Lpez Pombo atuava como intermediaria nessas relacoes
entre Brasil e Uruguai. Ela havia ilustrado La guitarra de los
negros, de Pereda Valds, em 1926, e no nmero 2 da Revis-
ta de Antropofagia, de junho de 1928, ilustra Entrada de
Macunama, de Mario de Andrade. Na revista Verde, no
nmero 5, de Janeiro de 1928, temos um desenho acompan-
hado de sua apresentao, e no de maio de 1929, alm de
urna ilustraco de sua autoria, temos seu retrato, feito por
Norah Borges. E Marques Rebelo quem informa que Mara
Clemencia era namorada de Fusco e lhe enviava linleos e
desenhos.198 Provavelmente enviava tambm publicacoes a
revista de Cataguases, pois consta no ltimo nmero seu
oferecimento, ao grupo de Verde, de La Gaceta Literaria, de
Madri.
1,6
Cataguases, Diario Nacional, Sao Paulo, 10.7.1932. Reproduzida
em Andrade, 1976: 550.
197 Persistencia da asa, Diario de Noticias, Rio de Janeiro, 24.3.1940.
Reproduzido em Andrade, 1993: 166.
198
Marques Rebelo, Quadros e costumes do Centro e do Sul II
(Cataguases), Cultura e Poltica, Rio de Janeiro, ano I, n. 3, marco de 1941.
Apud Antelo, 1986: 112.
300
H e n r i q u e de Resende escreve urna resenha (nmero 4,
d e z e m b r o de 1927) sobre u m livro de Pereda Valds, Cinq
pomes ngres, publicado em Buenos Aires em 1927. C o m
u m estilo descontrado e divertido, d conta de como o escri-
tor chegou ao grupo da revista:
301
isso para que se registe o Cinq Pomes Ngres. E Verde o
faz com a mesma alegra intelectual com que tem recebido
- e naturalmente continuar a receber - a colaboracao de
Ildefonso Pereda Valds.
302
mano) por parte do uruguaio (este parece ser o primeiro
registro). Contato sobre o qual nos inteiramos mais adiante
por intermedio da correspondencia entre Bandeira e Mario
de Andrade,199 e que resulta em um saboroso texto de Ban-
deira, ao qual voltaremos, que documenta a passagem do
uruguaio pelo Brasil em 1931.
Em outro texto de Pereda Valds, Elogio de Voronoff,
publicado no nmero 5, de Janeiro de 1928, retomado o
tema da juventude por intermedio do famoso sabio, que j
havia aparecido de forma pejorativa na resenha de Festa ao
livro de Ferreiro. Aqui, porm, ganha outra conotago ao
ser convertido em um personagem que dialoga com o doutor
Fausto e tem oportunidade de rejuvenesc-lo e lucrar com
isso. Temos, assim, urna narrativa engenhosa. Voronoff
citado tambm no Manifest Antropfago de Oswald de
Andrade, publicado no nmero 1 da Revista de Antropo-
fagia, dessa vez associado a William James. Pereda Valds
mencionado ainda em notas sobre livros e revistas recebidos
e sobre eventos, o que revela o intenso intercambio entre
Montevidu e Cataguases.
As seis revistas aqui mencionadas parecem formar urna
ciranda em torno das letras uruguaias. O intercambio entre
elas visvel, coincidem alguns colaboradores, assuntos e
obras abordados, e nao escapam as provocacoes. Sejam mais
vanguardistas ou menos radicis, as publicaces cruzam as
fronteiras. De urna forma ou de outra, trilhado o caminho
do encontr.
303
3. Pereda Valds no Brasil: dos encontros textuais ao
encontr pessoal
200
A Germana Bittencourt, Verde, ano I, n. 3, Cataguazes, novem-
bro de 1927, p. 21.
304
nativa platense, conta em detalhes e com entusiasmo os pas-
seios de Pereda Valds pelo Rio e a conferencia proferida no
Studio Nicols. 201 Faz ainda comentarios sobre a poesia gau-
chesca, a partir da apresentacao d o escritor uruguaio, trans-
mite suas impressoes sobre a convivencia com o castelhano
da regiao d o Prata e suas aproximacoes c o m a fontica do
portugus, que provocam rea6es inesperadas:
305
foram encontrados por Pablo Rocca, no curso desta pesqui-
sa, no arquivo do escritor em Montevidu.
4. Desencontros
202
Bustamante y Ballivin, Andrade, 1976: 289.
203
Para maiores informaces sobre a revista Renovacin, ver o exce-
lente artigo de Nicols Gropp neste volume.
306
trompeta de las voces alegres e El hombre que se comi un
autobs tenham merecido mais de urna resenha significa que
causaram grande impacto nos resenhistas e que sua reper-
cusso transcendeu aquelas pginas? Ou se trata apenas da
focalizaco dos livros aos quais tinham acesso, e nao neces-
sariamente de urna seleco? Isso se aplica tambm as obras
abordadas as publicaces uruguaias?
E um poeta peruano, Enrique Bustamante y Ballivin,
que se constituir em urna das principis pontes entre as lite-
raturas brasileira e uruguaia. Alm de remeter livros a Mario
de Andrade (Antelo, 1986), foi o responsvel pelo contato
dos poetas brasileiros com Morenza, como mencionamos, e
tambm colaborou na divulgaco da poesia brasileira entre os
hispano-americanos, a qual se dedicou a traduzir. Na revista
Festa, sao divulgados poemas de sua autoria - nos nmeros
9 e 12, respectivamente, de junho e setembro de 1928 - e
tambm urna resenha de Andrade Muricy - no nmero 3,
veiculado em dezembro de 1927 - de seus livros Antipoemas
e Odas vulgares, publicados em Montevidu pela editora da
revista La Cruz del Sur. Publicou, em Lima, em 1930,9 poe-
tas nuevos del Brasil, em que inclui alguns do grupo de Festa
como Tasso da Silveira, Gilka Machado, Cecilia Meireles,
alm de Mario de Andrade, Manuel Bandeira, Ronald de
Carvalho, Ribeiro Couto, Guilherme de Almeida e Muri-
10 Arajo. Mario de Andrade faz urna resenha deste livro:
Bustamante y Ballivin, publicada no Diario Nacional, de
Sao Paulo, em 14 de dezembro de 1930.204
Por outro lado, Mario de Andrade colabora em A Revis-
ta, Festa, Verde, Revista de Antropofagia, e acompanha os
bastidores do intercambio, especialmente via Rosario Fusco,
204
Reproduzida em Andrade, 1976: 289-291, e em Antelo, 1986: 186-
188.
307
como vimos. Mas, embora integrem sua biblioteca muitos
livros de escritores uruguaios, como Ildefonso Pereda Valds
(Antelo, 1986: 127) e Domingo Cayafa Soca,205 Mario nao se
dedica a escrever sobre eles. N o nmero 1 de Vanguardia,
revista de avance, de setembro de 1928, publica-se urna bre-
ve nota de sua autoria sobre Palacio Salvo, de Ortiz Sarale-
gui, que, na verdade, como Pablo Rocca informa, no prlogo
a este volume, se trata mais exatamente de um trecho de urna
carta de Andrade, que foi publicado sem essa especificaco.
O dilogo se instaura por meio de dedicatorias e de cartas
(ainda inditas, como informa Rocca), com apenas urna cola-
boraco de sua autoria traduzida e publicada no Uruguai,
como consta na lista no final deste volume e Nicols Gropp
destaca em seu ensaio aqui incluido.
Retomando a imagem da quadrilha, o que predomina sao
pares desencontrados. Temos mais polmicas que dilogos,
pedidos nao atendidos, cartas nao respondidas, mas tambm
intercambios, muitas surpresas no que se refere a circulaco
das obras em rincoes inimaginados - como Cataguases e
Durazno, cidades quase desconhecidas em seus pases e fora
deles -, trazendo para o centro do cenrio aquilo que estava
as margens. Invertendo a perspectiva, os desencontros se
convertem em encontros culturis nao previstos.
Bibliografa
Revistas
308
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Peridicos
312
NOTICIA SOBRE LOS PRINCIPALES AUTORES DE ESTA
COMPILACIN
313
correspondencia con Mario de Andrade. Desde 1954, cola-
bor como cronista en Crrelo da Manh y, desde principios
de 1969, en Jornal do Brasil.
Su extensa obra incluye poesa -Alguma poesa (1930),
Brejo das almas (1934), Sentimento do mundo (1940), Jos
(1942) e^l rosa dopovo (1945), entre otros-y textos en prosa
que revelan a un gran cronista. Se dedic tambin a la tra-
duccin de diversos autores, como Balzac, Marcel Proust,
Garca Lorca y Moliere.
Gnese Andrade
314
tambin traducciones, sobre todo de poetas de lengua espa-
ola. En 1940 fue electo miembro de la Academia Brasileira
de Letras.
Obra potica: Poesas, 1924; Libertinagem, 1930; Estrela
da manha, 1936; Mafu do malungo, 1948; Opus 10, 1952;
Estrela da tarde, 1960; Estrela da vida inteira, 1966. Prosa:
Crnicas da Provincia do Brasil, 1937; Literatura Hispano-
Americana, 1949; Itinerario de Pasrgada, 1954; Flauta de
papel, 1957; Andorinha, andorinha, 1965.
Gnese Andrade
Gnese Andrade
315
al igual que Lastenada (poema intenso) (Montevideo, 1928),
sali en castellano. En el ltimo se anuncia que prepara la
novela Flor de cardo, el drama de tesis Los hijos del avaro
y la comedia poltica Los xifpagos, libros cuya efectiva
publicacin no hemos podido confirmar. En 1928 tradujo un
soneto de Ral Machado, publicado por Renovacin, rgano
en que pudo leer, meses despus, dos crticas favorables de
Lastenada. Canta aqu penas de amor, sin renovacin for-
mal alguna excepto por La cancin ignota, compuesta de
puntos suspensivos divididos por signos de interrogacin y
exclamacin abiertos y cerrados, al principio, y al final del
primer y segundo tercio del poema.
Ignoramos la fecha y el lugar de su fallecimiento.
Gabriel Lyonnet
316
en Vida Femenina, para la que tradujo, por lo menos, un
poema de Silva Lobato.
En Montevideo public dos libros de poemas, adheridos
en forma un poco heterodoxa a la vanguardia: Antipoemas
(1926) y Odas vulgares (1927). Junto a Pereda Valds fue un
nexo fundamental para que se conociera entre los letrados de
Uruguay, y aun mucho ms all de estas fronteras, la litera-
tura brasilea modernista. Esto se debi a que antes de pasar
por Montevideo, goz de un destino diplomtico en Rio
de Janeiro, donde conoci a varios autores nuevos, ya que
sabemos que por lo menos con Mario de Andrade mantuvo
correspondencia, ahora depositada en el Instituto de Estudos
Brasileiros (USP). Suyas son las dos primeras antologas de
poetas modernistas traducidos al espaol: Poetas brasileos
-presumiblemente de 1928, y que no hemos podido ubicar,
y aun cabe la posibilidad de que no haya existido- y 9 poetas
nuevos del Brasil (Lima, 1930).
317
1932; la biografa Getlio Vargas, de 1939; la novela Alma da
trra, de 1962. Ignoramos la fecha de su muerte.
Gnese Andrade
318
nios. Veinte aos mayor que el ncleo duro de los vanguar-
distas, seguir interesado en advertir sobre el peligro del cine
hasta fines de la dcada del veinte, por lo menos. Adems de
catorce obras de teatro -algunas en colaboracin- public
una serie de libros de narrativa que oscilan entre el cuento,
la fbula y el aplogo moralizante de fuerte preocupacin
social por los ms desvalidos. Reedit varios de estos traba-
jos pocos aos despus en Buenos Aires y en Montevideo.
En Vaivenes del vivir (Buenos Aires, 1925, prlogo de Juan
M. Filartigas) desarrolla una literatura de tesis, reflexiva y
declarativa, con un mnimo desarrollo narrativo, en la cual
denuncia la explotacin del hombre por el hombre, desde
una perspectiva ligeramente anarquista y de un severo positi-
vismo. Esta obra es una especie de esquemtico inventario de
defectos morales e injusticias sociales escritas segn las con-
cepciones higinicas del autor, quien abusa de las ms que
frecuentes intervenciones panfletarias del narrador. Public
tambin Plumadas (1929) y Ansina es la vida (cuentos crio-
llos), 1932. Arsenio Palacios rese una de sus obras para
el diario O Combate de Sao Paulo (1927), y algunos textos
suyos aparecieron en 1928 en la revista Ibis de la misma ciu-
dad, pero sobre todo fue elogiado por los brasileos a causa
de su labor como traductor.
Nicols Gropp
319
de la Semana de Arte Moderna del 22. Trabaj en diversos
peridicos hasta 1922, ao en que public los volmenes
de cuentos A casa do gato cinzento y O crime do estudante
Batista. Durante su permanencia en Europa, se dedic tam-
bin a divulgar la literatura brasilea. Continu colaborando
en Jornal do Brasil, O Globo y A Provincia (este ltimo de
Pernambuco), escribiendo sobre literatura y poltica exte-
rior. Adhiri al penumbrismo, con una obra caracterizada
por los temas simples y cotidianos, tanto en verso (Poemetos
de ternura e de melancola, 1924; Um homem na multidao,
1926; Cangoes de amor, 1930; Noroeste e outros poemas do
Brasil, 1932; Cancioneiro de Dom Afonso, 1939; Cancioneiro
do ausente, 1943; O dia longo, 1944; Entre mar e rio, 1952;
Poesas reunidas, 1960; Longe, 1961), como en prosa (cuen-
tos: A casa do gato cinzento, 1922, O crime do estudante
Batista, 1922, Baianinha e outras mulheres, 1927, Clube das
esposas engaadas, 1933, Largo da Matriz, 1940; crnicas: A
cidade do vicio e da graga, 1924, Espirito de Sao Paulo, 1932,
Conversa inocente, 1935, Barro do municipio, 1956; nove-
las: Cabocla, 1931, Prima Belinha, 1940). Tambin public
ensayos (Presenga de Santa Teresinha, 1934; Dois retratos
de Manuel Bandeira, 1960; Sentimento lusitano, 1961) y un
libro de viajes (Chao de Franga, 1935).
Gnese Andrade
Gnese Andrade
320
FERREIRO, Alfredo Mario. Naci en Montevideo en
1899, donde muri en 1959. Su obra potica ha sido vista,
slo en los ltimos aos, como genealoga de las nuevas bs-
quedas, como si fuera un lejano y querido precedente de la
posmodernidad. Esto, a causa de su inventiva, su imagina-
cin verbal, su espritu desmitificador. Sus artculos y biblio-
grficas sobre arte y literatura, recopilados postumamente
en forma parcial, y publicados originariamente en La Cruz
del Sur (1926-1929) y en Cartel (1929-1931, revista que codi-
rigi con Julio Sigenza), informan de la notoria deuda que
mantuvo con las ideas circulantes en la poca: maqumismo,
adiccin a la novedad y el cambio, rechazo a las formas y
los circuitos artsticos consagrados. Pero tambin reflexio-
na sobre el destino del arte y la literatura cuando el siste-
ma metropolitano de la vanguardia histrica empieza a ser
cuestionado a fondo. El humorismo, constancia evidente en
sus textos y al que se dedica a partir de 1931 de modo pre-
eminente, quiz sea una modalidad de asumir esa crisis. A la
vez, funciona como una estrategia de ataque provista de una
violencia oblicua o ambigua contra los tardorromnticos, los
modernistas epigonales, cualquier defensor del status quo.
Por su obra potica {El hombre que se comi un autobs,
1927 y Se ruega no dar la mano, 1930), circulan automviles,
trenes y grandes edificios, pero tambin hay elementos y,
sobre todo, un tono nativo que, aliado al factor moder-
no, singulariza esta obra. Despus de 1930 no volvi a
publicar volmenes de poesa, dedicndose al periodismo,
en el que se haba iniciado casi adolescente en el diario La
Razn. En 1945 volvi a este peridico para hacer, todos los
martes, largos artculos sobre arte y testimonios sobre la vida
cultural de los aos veinte y treinta. Pero su actividad ltima
ms febril se desarroll en el periodismo radial y escrito en
el territorio del humorismo, tanto en Montevideo como en
321
Buenos Aires. Pginas suyas, con su firma o bajo diversos
seudnimos (Gong y Marius fueron los ms usados), figuran
en la revista Peloduro y en el semanario Marcha, entre otras
publicaciones peridicas.
Integr en 1933 la Asamblea Nacional Deliberante que
design su pariente, el doctor Gabriel Terra, cuando este
dio el golpe de Estado en marzo de aquel ao. Ms tarde
ocup otros cargos pblicos, pero nunca ms tuvo fe en la
militancia poltica despus de la decepcionante experiencia
del terrismo, en la que al principio tanto haba confiado. Su
archivo - o , mejor, lo que queda de l-, se conserva en el Pro-
grama de Documentacin en Literaturas Uruguaya y Lati-
noamericana, FHCE, Universidad de la Repblica.
Pablo Rocca
322
ga en Brasil y actu tambin en poltica. Recibi el ttulo de
Doctor Honoris Causa en varias universidades, como la de
Columbia, en 1956, Sorbonne, Mnster (Alemania) y Sus-
sex (Inglaterra), en 1965. Se destacan, en su obra ensaystica,
Sobrados e mucambos, 1936; Nordeste, 1937; O mundo que o
portugus criou, 1940; Perfil de Euclides e outros perfis, 1944;
Ordem e progresso, 1959; Vida, forma e cor, 1962. Tambin
escribi narraciones de ficcin (Dona Sinh e o filho padre,
1964, e O outro amor do dr. Paulo, 1977) y poemas (Talvez
poesa, 1962, y Poesa reunida, 1980).
Gnese Andrade
323
tuvo notable repercusin. Luego, en esa lnea cada vez ms
debilitada, public otros poemas (Preguntas a una cabeza
sin reposo, 1930) y el volumen Cuentos para un lector des-
conocido (1931). Sin dejar de escribir, progresivamente fue
dedicndose a otras actividades, sobre todo a la enseanza
de la literatura y a la redaccin de libros pedaggicos en ese
campo, uno de ellos en colaboracin con Ildefonso Pereda
Valds (Gua de autores espaoles, 1943).
En 1931 fue uno de los creadores del primer Cine Club
uruguayo, que -por mediacin del poeta gallego-uruguayo
ngel Aller- al principio funcion en el Centro Gallego de
Montevideo. Hizo divulgacin cultural radiofnica por CX
12, entre 1931 y 1934, y desde el 32 hasta 1965 se desempe-
como profesor de Literatura y de Filosofa en Educacin
Secundaria, en Magisterio, en la Escuela Militar y el Liceo
Militar y Naval. Ferviente batllista -esto es, del ala mayori-
taria del casi siempre gobernante Partido Colorado-, consi-
gui que lo nombraran subdirector de la Biblioteca Nacional
en 1945, cargo que ocupaba cuando muri el 27 de noviem-
bre de 1969.
Pablo Rocca
324
En esta ltima tarea se ali con Domingo Cayafa Soca,
quien traduca textos mientras l los comentaba. Slo sobre
autores y revistas de ese pas public treinta y cuatro notas
generalmente reducidas. Si bien detuvo su mirada en la obra
de Jorge de Lima, Plnio Salgado, Gilhermino Csar y Fran-
cisco I. Peixoto, y sabemos -por Arsenio Palacios- que en
Cassiano Ricardo y en Menotti del Pichia. N o se ocup de
Mario de Andrade, a pesar de haber recibido H urna gota de
sangue en cada poema y Macunama. Quiz este dato no sea
meramente anecdtico. Sus notas siempre superficiales y poco
informadas, demuestran precarias coordenadas culturales,
vinculadas -aunque sin ninguna organicidad- a una esttica
que comenzaba a quedar atrs, y generalmente contrarias a la
vanguardia que tanto le gusta fustigar. Fue la suya una poltica
literaria en busca de reconocimiento y de contactos, que quiz
explique cierta predileccin por autores menores ms procli-
ves a devolver el favor. Algunos de sus artculos sobre escrito-
res brasileos fueron reproducidos en A Folha de Sao Paulo.
Public al menos cuatro libros en Montevideo en la dca-
da del treinta: Campo verde (cuentos gauchos), 1931; Poemas
del alma (1932); Poemas a Mimo (1933); y el rebosante de
catolicismo Madre poemas en prosa (1939).
Nicols Gropp
325
Entre su obra, se destacan los libros de poemas Auroras e
poentes, 1919, Chuvas de rosas, 1921, Colheita de ouro, 1924,
Poemas para nos mesmos, 1925, Confisses (poesa y prosa),
1926, Alma viva do Rio Grande do Sul, 1927; el libro de cr-
tica O classicismo e o romantismo, de 1921 y, por ltimo, la
novela Vertigem, 1925.
Gnese Andrade
326
la revista Ensayos (1936-1942), desde donde abog por un
arte que defendiera las formas y, a la vez, se nutriera de lo
poltico. Nunca abandon su devocin por la cultura fran-
cesa, dedicando gran parte de su vida a la enseanza de esta
literatura en el Instituto Normal y, sobre todo, desde su fun-
dacin en 1945, en la Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Universidad de la Repblica. En su ctedra de Litera-
tura francesa efectu una labor de difusin fundamental para
las generaciones jvenes de entonces sobre la poesa gala
del siglo XX. Ejerci, tambin, la subdireccin delMuseo
Nacional de Bellas Artes.
Pablo Rocca
327
exclusivamente a la prosa: Loores de Nuestra Seora (1934),
Estampas de la Biblia (1934), Chico Cario (memorias en for-
ma de relatos, 1944) o la obra de teatro infantil Los sueos de
Natacha (1945). En 1950, retoma su hilo potico con Perdi-
da. Ahora su poesa ser formalmente ms rica, abundarn
las elipsis en medio de un lenguaje sutil y sugerente. En .Azor
(1953) y Oro y tormenta (1956) abandona su frescura inicial
para adentrarse en temas universales: la brevedad de la vida,
la soledad y la muerte marcarn el rumbo de su poesa. La
pasajera, de 1967, certifica su fuerza creadora, la fidelidad de
sus temas y la capacidad de adaptacin a las nuevas corrien-
tes. Por sobre todo, confirma su madurez creativa. Muri en
Montevideo en 1979.
Pablo Rocca
328
1901 y muri en Rio de Janeiro en 1935. Se form en Dere-
cho y se dedic al periodismo literario y la crnica teatral. Se
vincul al grupo de la Semana de Arte Moderna de 1922 y
colabor en varias revistas como Terra Roxa e Outras Trras,
Revista de Antropofagia y Revista Nova. En los aos trein-
ta, se dedic a la militancia poltica, habiendo sido electo en
1934 diputado nacional por Sao Paulo, por el Partido Cons-
titucionalista.
Caracterizan su ficcin urbana, la narrativa corta, el cuento
rpido, en el que registra lo anecdtico, lo pintoresco y los
registros de habla, especialmente el talo-paulista. En esas his-
torias retrata al inmigrante y el obrero de manera realista, a
veces con humor. Sus principales obras son Path-Baby, 1926;
Brs, Bexiga e Barra Funda, 1927; Laranja da China, 1928.
Genese Andrade
329
Cultura Brasilea en la Universidad de Texas (Estados Uni-
dos). Dos aos despus, se convirti en socia honoraria del
Real Gabinete Portugus de Leitura, en Rio de Janeiro. En
1952, se la distingue con la Orden al Mrito de Chile. Reali-
z varios viajes a los Estados Unidos, Europa, Asia y frica,
dictando conferencias en diferentes pases sobre Literatura,
Educacin y Folklore, en cuyos estudios se especializ. Tra-
dujo piezas teatrales de Federico Garca Lorca, Rabindranath
Tagore, Rainer Mara Rilke y Virginia Woolf. En su obra se
destacan Vaga msica (1942), Mar absoluto (1945), Retrato
natural (1949), Romanceiro da Inconfidencia (1953).
Gnese Andrade
330
MORENZA, Jaime L. Naci en Galicia alrededor de
1895 y muri probablemente en Espaa hacia mediados
del siglo XX. Se radic en Uruguay alrededor de 1920 y
volvi a su pas de origen durante el perodo franquista.
Fue integrante del Consejo de Redaccin de La Cruz del
Sur, en la cual colabor asiduamente, tanto con artculos
en los cuales marc su posicin antifascista de aquella po-
ca como su condena al imperialismo norteamericano. As
como con notas sobre la obra de Jos Carlos Maritegui,
Jos Ingenieros, E. Bustamante y Ballivin o Juan Marine-
11o. Producto de su visita a Rio de Janeiro tradujo para La
Cruz del Sur poemas de Cecilia Meireles, Gilka Machado
y Andrade Muricy, publicados en 1928. Repartida en los
dos volmenes de ese ao aparece tambin una supuesta
entrevista a Morenza -probablemente escrita por l mis-
m o - en la cual repasa, sin rehuir la crtica, algunos autores
modernistas cariocas. La afirmacin, en el primero de estos
textos, de que en los brasileos el nacionalismo era acen-
tuado dio lugar a la respuesta de Tasso da Silveira incluida
en este volumen.
Tuvo tambin una activa colaboracin en Cartel, la otra
revista de la heterodoxa vanguardia uruguaya, y fue junto
a ngel Aller, Julio J. Casal, Julio Sigenza, Alfredo Mario
Ferreiro y Melchor Mndez Magarios, integrante de la
Asociacin Protectora de la Cultura Gallega, fundada en
Montevideo en 1929 y editora de la revista Araza. Su libro
de ensayos Inquietudes del momento fue publicado proba-
blemente por las ediciones de La Cruz del Sur a fines de la
dcada del veinte. N o hemos podido ubicarlo.
Nicols Gropp
331
MOURA, Emilio Guimares. Naci en Dores do
Indai, Estado de Minas Gerais, en 1902, y muri en Belo
Horizonte, en 1971. Bachiller en Derecho, se dedic desde
muy joven a la poesa, integrando el grupo A Revista, pri-
mer rgano del modernismo mineiro, en 1926, y ms tarde
colabor en peridicos como Diario de Minas, Estado de
Minas y Minas Gerais. Fue profesor de Literatura Brasilea
en la Universidade Federal de Minas Gerais (Belo Hori-
zonte).
Su poesa se caracteriza por la simplicidad, el uso de rit-
mos libres, el abordaje de temas de la cotidianeidad, la nos-
talgia y la melancola. Se destacan los libros Ingenuidade,
1931; Canto da hora amarga, 1936; Cancioneiro, 1944/1945,
1945; O espelbo e a musa, 1949; Poesa, 1953; O instante e o
eterno, 1953; Itinerario potico, 1969.
Gnese Andrade
332
1946; Villa-Lobos, urna interpretagao, 1961; Panorama do
movimento simbolista, 1974.
Gnese Andrade
333
amigo Manuel Bandeira-, y trab muchos vnculos en largas
permanencias en Brasil (Porto Alegre, Belo Horizonte, Rio
de Janeiro y Sao Paulo) y en Buenos Aires, donde hizo amis-
tad con Jorge Luis Borges, Carlos Mastronardi y Xul Solar,
entre otros. Realiz, adems, numerosas antologas, entre las
que se destaca la Antologa de la moderna poesa uruguaya
(Buenos Aires, El Ateneo, 1927), que cuenta con un eplogo
escrito por Borges y la posterior Antologa de la poesa negra
americana (Santiago de Chile, Ercilla, 1936).
Aunque se diplom en abogaca, desde los aos treinta
se concentr en la enseanza de la literatura en Educacin
Secundaria, para la cual prepar varios manuales, como la
Gua de lecturas de autores espaoles (1957), en colaboracin
con su amigo de siempre Nicols Fusco Sansone. Despus
de escribir un largo poema americano, Romancero de Simn
Bolvar (1931), consecuencia o derivacin de sus bsque-
das criollas, se acerc a la poesa social en Lucha y Msica
y Acero (dos pequeos volmenes de 1933), al tiempo que
adhera a la izquierda de modo ms programtico. La guerra
civil espaola, que estall en 1936, lo encontr en la primera
lnea de solidaridad y propaganda poltica y cultural por la
causa republicana, llegando a compilar un Cancionero de la
guerra civil espaola (Montevideo, Claudio Garca, 1937),
que reuni voces de Espaa y Amrica en protesta contra
la agresin franquista. Por esos aos decisivos, colabor en
innumerables actividades, escribiendo notas ardorosas para
el Boletn de la Asociacin de Intelectuales Artistas, Periodis-
tas y Escritores (AIAPE).
Moderados sus mpetus, a fines de la dcada del cuarenta
fue electo miembro de nmero de la Academia Nacional de
Letras, y aunque no dej de escribir y publicar poesa, incur-
sion en la narrativa (Aventuras de Perico Majada, 1962) y
se dedic con preferencia a la investigacin antropolgica,
334
en particular al estudio de los negros en el Uruguay. En la
dilatada ltima etapa de su vida colabor en publicaciones
ms convencionales y aun conservadoras, como las pginas
del diario El Pas y la Revista Nacional. En 1982 se le otorg
el Premio Nacional de Literatura, pero alguien adicto al rgi-
men militar desempolv su lejansima militancia marxista.
Entonces, el premio le fue retirado, por cuenta de las pre-
siones ejercidas por el gobierno a los integrantes del jurado
oficial. En 1985, al retorno de la democracia en Uruguay, se
le devolvi la distincin. Un vasto y algo catico ndice de la
literatura uruguaya, que redact a comienzos de los setentas,
se encuentra indito en el Programa de Documentacin en
Literaturas Uruguaya y Latinoamericana, FHCE, Universi-
dad de la Repblica.
Pablo Rocca
335
de Ronald de Carvalho y escribi ensayos sobre Jos Lins
do Reg, Graciliano Ramos, as como estudios sobre temas
de literatura brasilea. Concluy sus estudios de Medicina
en 1929 y actu en esta profesin tanto en la clnica como
en la docencia, llegando a ser distinguido como profesor
emrito de la Universidade do Brasil. En el terreno depor-
tivo, adems de ser profesor y director de la Escola Nacio-
nal de Educagao Fsica, tambin fue miembro del Conselho
Nacional de Desportos. Esto no hizo mermar su actividad
periodstica, ya que continu colaborando en O Jornal, Rio
Jornal, O Brasil, A Noticia, Careta, as como en diversas
revistas literarias.
El tema central de sus ficciones se concentra en la visin
del mundo amaznico, con sus mitos y leyendas. Se desta-
can: Puganga (1930), Matup (1933) e Historias da Amazo-
nia (1936).
Gnese Andrade
336
lar de cierta difusin en Latinoamrica, que alcanz el tiraje
de veinticuatro mil ejemplares.
Su primer libro de poesa fue Savia nueva (1925). Luego
se publicaron: Polen. Versos (dos ediciones, 1927 y 1928),
Mario (dedicado a su esposo Mario Maciel, 1969), y La
puerta entreabierta. Poemas y canciones en borrador (1978).
Tambin escribi un libro de cuentos y novelas breves, Eva
(1928); y el ensayo Periodismo escolar en el Uruguay: cmo
se hace el periodismo infantil (1944). Adems, con el seud-
nimo de Tacn de Fierro es autora de numerosos tangos,
zambas, milongas y candombes.
Claudio Paolini
Gnese Andrade
337
SANDOVAL, Rosala. Uno de los seudnimos de Rita
Roslia de Abreu, quien tambin firmaba Rita de Sousa Nas-
cimento. Naci en Macei (Estado de Alagoas), en fecha que
ignoramos, y muri en Rio de Janeiro, en 1956. Provenien-
te de una familia muy pobre, se radic en Rio en los aos
veinte. Se dedic a la poesa, el cuento, la crnica, las fbu-
las, las historias infantiles y la crtica literaria. Tambin hizo
traducciones del espaol y prepar una antologa de Poetas
Americanos, que no hemos podido consultar. En Uruguay
se publicaron diversos textos de su autora en las revistas
perifricas Renovacin, de la pequea ciudad de Durazno y
Centenario Uruguayo, de la litoralea ciudad de Salto.
Obra: Alvorada (1904), Violetas (1922), Versos alheios
(1930), Preces a humanidade, literatura espirita (1954). Para
mayor informacin sobre su obra, puede consultarse Histo-
rias de Resgate de Roslia Sandoval (1887/-1956), Luciana
Fonseca de Oliveira UFAL/ INEI, 1997-1999.
338
cruz (Montevideo, 1930), una novela (El Lobo), poemas en
prosa (Del amor y de la muerte) y cuatro libros de poesa
en castellano y en gallego: De los agros celtas (La Habana,
1928); Cantigas e verbas ao ar (prlogo de Juana de Ibar-
bourou, La Corua, 1928); La ruta aventurera (Montevideo,
1928); Cuaderno del ojo sin sueo (Montevideo, 1929). Exis-
te gran distancia entre la poesa casi pantesta y espiritual de
Cuaderno del ojo sin sueo y la propuesta vanguardista de
algunos de los poemas publicados en gallego. Envi estos
ltimos, con el ttulo de verbas ao r, a Festa, lo cual pro-
bablemente confundiera al peruano Alberto Guillen, quien
lo incluye en su Poetas jvenes de Amrica como brasileo.
Vuelto ya a Galicia, se lo encuentra en la primavera de 1931,
en un mitin de la O.R.G.A. (Organizacin Republicana Gallega
Autnoma) celebrado en Ribadeo. En esa poca, participa de la
revista Yunque (Lugo). Ms adelante adhiri a la insurreccin
de Franco y lleg a publicar un poema a favor del dictador.
Nicols Gropp
339
bien redactor de Diario da Manh. En 1927 fund la revista
Festa, con Andrade Muricy.
Entre su obra, se destaca: Fio d'gua: versos, 1911/1916,
1918; A alma heroica dos homens, 1924; Alegoras do homem
novo:poemas, 1926; As imagens acesas, 1928; Canto do Cristo
do Corcovado, 1931; Discurso ao povo infiel, 1933; O canto
absoluto, 1940; Cantos do campo de batalha, 1945; Contem-
placo do eterno, 1952; Regresso a origem, 1960; Puro canto,
1962.
Gnese Andrade
Claudio Paolini
340
ZUM FELDE, Alberto. Naci en Baha Blanca (Argen-
tina) en 1889, pero se radic en Montevideo desde nio,
donde falleci en 1976. Se desempe como crtico, ensa-
yista, poeta y dramaturgo. Desde joven se relacion con los
ambientes uruguayos intelectuales, participando en el cen-
culo de Roberto de las Carreras. Sus trabajos iniciales los
public bajo seudnimo en los peridicos montevideanos La
Razn y El Siglo. Posteriormente, entre 1919 y 1929, ejerci
una crtica cultural en las pginas de la edicin vespertina
de El Da caracterizada por su disposicin revisionista del
pasado literario uruguayo y la observacin atenta de la pro-
duccin cultural contempornea. Asimismo, fue director de
la revista cultural La Pluma, de Montevideo, desde el primer
nmero (agosto de 1927) hasta el quince (julio de 1930). En
estos aos empez a trabajar como secretario en la Biblioteca
Nacional, de la que fue director entre 1940 y 1944.
Entre su fecunda obra publicada, varios son los volme-
nes que se destacan: su primer libro, Domus urea, publicado
en 1908 con el seudnimo de Aurelio del Hebrn, e integra-
do por un conjunto de sonetos y dos piezas teatrales, Lul
Margat y La hiperbrea; el ensayo en prosa potica, El
Huanakauri (1917); los tres tomos del Proceso intelectual del
Uruguay (3 ediciones: 1930, 1941 y 1967), en el que estudia
y organiza la alta cultura uruguaya desde sus inicios hasta
promediar el siglo XX; y los dos extensos volmenes sobre
La ensaystica (1954) y La narrativa (1959) que componen el
ndice crtico de la literatura hispanoamericana.
Para un mayor acercamiento a la obra de Zum Felde, ver
Zum Felde, crtico militante, Uruguay Cortazzo. Montevi-
deo, Arca, 1981.
Claudio Paolini
341
CUADERNOS PUBLICADOS
343
5. GARCA IRLES, Mnica, Recuperacin mtica y mes-
tizaje cultural en la obra de Gioconda Belli, prlogo de
Carmen Alemany, Cuadernos de Amrica sin nombre, n
5, Alicante, Universidad de Alicante, 2001.
6. PASTOR, Brgida, El discurso de Gertrudis Gmez de
Avellaneda: identidad femenina y otredad, prlogo de
Nara Arajo, Cuadernos de Amrica sin nombre, n 6,
Alicante, Universidad de Alicante, 2002.
7. VV.AA., Desafos de la ficcin, prlogo de Eduardo
Becerra, Cuadernos de Amrica sin nombre, n 7, Alican-
te, Universidad de Alicante, 2002.
8. VALERO JUAN, Eva Ma, Rafael Altamira y la recon-
quista espiritual de Amrica, prlogo de M a ngeles
Ayala, Cuadernos de Amrica sin nombre, n 8, Alicante,
Universidad de Alicante, 2003.
9. ARACIL VARN, Ma Beatriz, Abel Posse: de la crnica
al mito de Amrica, prlogo de Carmen Alemany Bay,
Cuadernos de Amrica sin nombre, n 9, Alicante, Uni-
versidad de Alicante, 2004.
10. PIZARRO, Ana, El sur y los trpicos, prlogo de Jos
Carlos Rovira, Cuadernos de Amrica sin nombre, n 10,
Alicante, Universidad de Alicante, 2004.
11. PELOSI, Hebe Carmen, Rafael Altamira y la Argentina,
prlogo de Miguel ngel de Marco, Cuadernos de Am-
rica sin nombre, n 11, Alicante, Universidad de Alicante,
2005.
12. CABALLERO WANGEMERT, Mara, Memoria,
escritura, identidad nacional: Eugenio Mara de Hostos,
prlogo de Jos Carlos Rovira, Cuadernos de Amrica
sin nombre, n 12, Alicante, Universidad de Alicante,
2005.
13. ALEMANY BAY, Carmen, Residencia en la poesa:
poetas latinoamericanos del siglo XX, prlogo de Jos
344
Carlos Rovira, Cuadernos de Amrica sin nombre, n 13,
Alicante, Universidad de Alicante, 2006.
14. AYALA, Mara de los ngeles, Cartas inditas de Rafael
Altamira a Domingo Amuntegui Solar, prlogo de Eva
M a Valero Juan, Cuadernos de Amrica sin nombre, n
14, Alicante, Universidad de Alicante, 2006.
345
Universitat d'Alacant
Universidad de Alicante