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DERECHOS

DEL HOMBRE

THOMAS
PAINE
VISTANOS PARA MS LIBROS:

https://www.facebook.com/culturaylibros
Derechos del Hombre
Seccin: Clsicos
Thomas Paine:
Derechos del Hombre
Respuesta al ataque realizado por
el Sr. Burke contra la Revolucin Francesa

Traduccin, introduccin, cronologa y notas


de Fernando Santos Fontenla

El Libro de Bolsillo
Alianza Editorial
Madrid
Ttulo original: R ig h ts o f M an
Traductor: Fernando Santos Fontenla

de la traduccin, introduccin, cronologa y notas: Fernando Santos


Fontenla
Alianza Editorial, S. A ., Madrid, 1984
Calle M iln, 38; P 200 00 45
ISBN 84-206-0012-1
Depsito legal: til. 83.302-1984
Papel fabricado pof Papelera del M editerrneo, S . A.
Impreso en H ijos de E . Minuesa, S. L .
Ronda de Toledo, 24 - Madrid-5
Printed in Spain
Nota a la presente edicin

Las ediciones de los Derechos del Hombre son innmeras (slo


en 1792 salieron ocho), y debido a razones de censura, erratas en las
ediciones ms baratas, etc., es preciso escoger alguna en la que basarse.
Hemos preferido seguir el criterio erudito de Hypatia Bradlaugh
Bmner (Rights of Man, Londres, Watts, 1937, 2. ed., 1949),
que utiliza las ediciones de Jhonson (1791), Jordn (1791 y 1792)
y Symonds (1792, revisada por el propio Paine). Como textos de
apoyo, y a veces de ampliacin, se han utilizado los de Philip S. Foner
(en su inapreciable edicin de las obras completas, The Complete
Writings of Thomas Paine, Nueva York, Citadel, 1945, 2.a ed.,
1969) y Henry Collins (Rights o f Man, Aylesbury, Pelican,
1969, 5.a ed., 1979). Lgico es reconocer mi deuda intelectual con
estos tres autores, asi como con M. D. Conway A . Williamson, D. F.
Hawke, V Parrington, G. D. H. Col, E. Foner y un largo etcte
ra.
Se han incluido en notas a pie de pgina, sealadas con uno o dos
asteriscos, las del propio Paine (sealadas como Notas del Autor) y
las relativas a l texto en si (prrafos suprimidos o censurados, etc.),
con indicacin de su procedencia. A l fin al de la obra figuran las notas
de la presente edicin. Tambin en este caso hay que establecer limites.

7
8 Fernando Santos Fontenl

Se ha sealado el origen de algunas frases, la importancia de determi


nados personajes y declaraciones, equivocaciones o interpretaciones am
biguas de Paine, etc. Para no insultar a la inteligencia del lector se
omiten las notas sobre personajes tan obvios como Voltaire, Montes-
quieu, Rousseau..., salvo que se trate de introducir alguna aclaracin
que parezfa oportuna.
Se ba procurado respetar la ortografa del propio Paine incluso
cuando se equivoca (Neckar, Broglio, Tiers Etats, Juane Mirralles,
etc.). A fin de cuentas, as era como lo lean sus contemporneos. A si
mismo, se ha respetado su uso de la palabra Amrica para designar
a los Estados Unidos. Despus de todo, en 1792, desde el punto de
vista poltico, no haba ms Amrica que los Estados Unidos pues
polticamente el resto del continente eran Espaa, Portugal,
Francia o Inglaterra.
En los comentarios se habla a veces de Tom Paine siguiendo una
costumbre muy extendida ya en vida de ste y que contina hasta la
actualidad. L a abreviatura T. P., obviamente, corresponde al mismo.
A l principio del volumen, antes de la Introduccin,figura una lista
resumida de obras de Paine, y a l fin al una cronologa y una biblio
grafa sobre Painey su poca.
Principales obras de Thomas Paine

No. es posible incluir la lista completa de las obras publicadas por Tom Pai
ne. Su nmero total, segn la compilacin de Foner, asciende a ms de cuatro
cientas, entre cartas, artculos, libros, panfletos y poemas, tratados de ingeniera
y armamento, y ensayos. La breve lista de Conway contiene mis de 70 t
tulos, y la edicin completa de Foner tiene 2,126 pginas. Incluyo, pues, las
obras ms importantes por la influencia que tuvieron en su poca o han se
guido teniendo, o por lo que revelan acerca de la evolucin del propio Pai
ne, con indicacin de la fecha en que se escribieron. He seguido bsica
mente la lista de P. S. Foner, y el nmero de pginas que se indica a la
derecha es el de las que ocupan en su edicin. No se indican los editores
porque eso alargara enormemente la bibliografa, dado el gran nmero de
tiradas de varias de sus obras y que el mismo Paine sola donar los dere
chos de autor de las ms polmicas a grupos afines a sus ideas, bien fuese
para comprar guantes a las tropas de Washington o para difundir la idea re
publicana (caso de los D trtd tt dt Homkrt).
Van en cursiva las obras que Tom Paine mencion en su testamento, eviden
temente las que consideraba ms importantes.
Pginas

1772 Case of the Officers of the Excise 13


1775 - African Slavery in America 4
1776 - Commat S n st 44
Tbt Amiricait Critis (I a X III, ms las Supernumerary Crisis y
la Crisis Extraordinary). Su publicacin termina en 1783. 190

9
10 Fernando Santos Fontenla

1780 Emancipation of Slaves 2


1782 Letter to the Abb Raynal 52
1786 Disertations on Government; the Affairs o f the Bank and
Paper Money (publicacin terminada en 1787) 72
1791 - Rights o f Man, Part I 207
1792 - Rights o f Man, P ari I I
An Essay for the Use of New Republicans in Their Opposi
tion to Monarchy 7
On the Propriety of Bringing Louis X V I to Trial 4
1793 Reasons for Preserving the Life of Louis Capet 5
Shall Louis X V I Be Respited? 3
The Age o f Reason, Part I 52
1795 Dissertation on the First Principles o f Governwent 18
The Age o f Reason, Part I I 91
1796 Agrarian Justice 18
Letter to George Washington 32
1802 - Letters to the Citizens of the United States (I a VIII; su pu
blicacin termina en 1805) 49
1803 The Construction of Iron Bridges 7
1804 - Prospect Papers 42
1806 The Cause o f the Yellow Fever 7

Esta breve lista revela los motivos por los que a Paine se lo ha califi
cado (en el buen sentido del trmino) del mayor panfletista de la causa re
publicana y de la libertad. En adelante, al citar los ttulos de las obras de
T. P., lo haremos traducidos al castellano.
Introduccin

M i patria es el mundo;
mi religin, hacer el bien

En su testamento, Tora Paine menciona slo cinco de sus


obras, una de las cuales es Derechos del Hombre. Es lgico que
lo hiciera, pues se trata, como ha sealado Parrington, de la
elaboracin ms completa del pensamiento poltico de Pai
ne y probablemente de su obra ms influyente, junto con
Sentido Comn. Adems, no se limita, como esta ltima obra, a
una sola causa, la de la independencia de los Estados Unidos,
sino que mediante la comparacin a tres bandas entre la Ingla
terra de Jorge III, la Revolucin Francesa y los recin indepen
dizados Estados Unidos, llega a abarcar la causa de la humani
dad toda.
Concebida ihicialmente como respuesta al violento ataque
lanzado por Edmund Burke contra la Revolucin en sus R e
flexiones sobre la Revolucin en Francia, la obra se va ampliando
cada vez ms hasta componer toda una teora de gobierno.
Su xito fue instantneo, tanto en Inglaterra como e los re
cin nacidos Estados Unidos y en traducciones al francs y a

11
12 Fernando Santos Fontenla

otros idiomas. Algunos estudiosos han llegado a calcular que


slo en 1792 y 1793 se vendieron ms de un milln de ejem
plares, casi siempre a precios muy baratos. El estilo directo y
franco de Paine lo haca inmediatamente asequible al pblico
a quien l se diriga, el de los trabajadores (artisans en mu
chas de las obras de la poca), el de los desposedos y los
oprimidos. De ah que, como dice G. D. H. Col, Derechos del
Hombre se convirtiese en la Biblia de los pobres, porque fue
la primera obra de la literatura poltica en ingls que defen
da la causa de las gentes del comn desde el punto de vista
de la propia gente del comn2. En una era de grandes escri
tores revolucionarios, Paine se destaca como uno de los
mayores propagandistas y agitadores en pro de la libertad y
de la redistribucin de la riqueza.
El uso de este lenguaje facilita la difusin de la obra. Bur-
ke llena su obra de citas en francs, en latn, en alemn, por
que se dirige a sabiendas a un pblico de sus pares. Paine,
que tambin sabe perfectamente a quin se dirige, raras ve
ces escribe una frase que no sea en ingls, y cuando hace una
cita en francs, se apresura a traducirla entre parntesis3.
Burke se refiere a quienes ahora llamaramos las masas con
el despectivo trmino de la multitud porcina y defiende la
inmutabilidad de los derechos adquiridos. Paine considera
que la autoridad del pueblo es la nica que puede dar legiti
midad a un gobierno en cualquier pas, y se dirige a ese pue
blo de igual a igual. Su pluma apasionada va destruyendo mi
tos y exponiendo a la luz del da lo que muchos saban, pero
no se atrevan a denunciar.
Pero, evidentemente, no se trata slo de una cuestin de
estilo. Paine- escribe en momentos en que la Revolucin
Francesa tiene muchos partidarios entre las masas inglesas* y
los ilustrados, mientras que la aristocracia y sus aliados l
detestan y ms adelante la combatirn por todos los medios.
A partir de su defensa de la Revolucin, Tom Paine va mdn-
tando un ataque devastador contra el sistema ingls de la
poca, desde la Corte y la Monarqua hasta l rgimen fiscal
y el Parlamento de los burgos podridos.
Tanto llegaren a temer a Paine los poderosos que ms tar
de lo procesaran en Inglaterra y lo haran condenar en
Introduccin 13

rebelda por la publicacin del libelo sedicioso Derechos del


Hombre, e incluso llegaron a encargar al oscuro periodista
Chalmers que preparase Una biografa difamatoria para desa
creditarlo*. Es curioso pensar que Chalmers ha pasado a la
historia con el seudnimo de Oldys, que adopt; para esa
obra,y no por sus otros escritos. Paine no lleg a ir a la cr
cel por hallarse en Francia cuando lleg la orden de deten
cin.
La Inglaterra de Jorge III era el paradigma del Antiguo
Rgimen. El sistema de representacin era ua burla sinies
tra, con las elecciones por burgos podridos: el pueblo natal
de Paine, Thetford, slo tea 32 electores y enviaba dos
miembros al Parlamento; la aldea de Od Sarum (que men
ciona Paine), con slo tres casas, tambin tena dos miem
bros de Parlamento, y Manchester, con 60.000 habitantes,
no tena representacin parlametaria. Y eso no era sino el
comienzo de una larga lista de lacras. Los contrastes del lujo
de unos pocos y la miseria de millones eran apabullantes. Y
esos contrastes no se vean aliviados, sino realzados, por el
rgimen fiscal.Los impuestos eran sobre todo indirectos, y
recaan en especial sobre los artculos de consumo de los
sectores ms pobres, como el carbn, la cerveza y el pan, o
se establecan por puertas yvcntanas. Esta cuestin de los
impuestos; que es uno de los temas recurrentes en Derechos
del Hombre, obsesionaba a Paine, buen conocedor del tema
por haber sido agente de aduanas y consumos. En cambio,
no exista impuesto sobre la renta, que no se estableci hasta
1799, para atender a los gastos de la guerra con Francia* y
eso para quedar abolido en 18165. En relacin con la pobre
za general, seala otro autor: Si se estudia la obra de cual
quier historiador ingls'que escriba una historia general del
siglo x v h , inmediatamente se encuentra uno inmerso en
una preocupacin general y, necesaria por la- pobreza abyecta
e implacable del pequeo campesino, o por la miseria pesti-
lente y mortfera de los pobres de las ciudades6.- El sistema
de mayorazgos {denunciado tambin por Paine), la liquida
cin de las tierras de comunes y d propios por el sistema de
cnclosures (el vallado de todas las tierras), el caos laboral crea
do por los inicios de la revolucin industrial, la urbanizacin
4 Femando Santos Fontenla

acelerada y la explosin demogrfica7, crean situaciones de


horrible hacinamiento e indefensin. Las libertades formales
tambin son una caricatura. A John Wilkes, el gran defensor
de la libertad de expresin y protopopulista, se le persigue y
se lo expulsa reiteradamente del Parlamento, pese a salir ree
legido una vez tras otra8, por libelo sedicioso. Lo mismo le
ocurre al propio Paine, primero por su folleto sobre la con
dicin de los agentes de consumos y despus por estos mis
mos Derechos del Hombre.
Si una obra destinada en principio a no ser ms que la re
futacin de Burke y sus Reflexiones pasa a adquirir dimensin
universal es precisamente por la universalidad de esas cir
cunstancias del Antiguo Rgimen (lo que Paine califica de
gobiernos antiguos), que impeda a un autor corno Paine
circunscribirse al terreno de una polmica limitada. Esto no
impide que sus ataques a Burke sean despiadados: lo acusa
de recibir de la Corte una pensin secreta (acusacin confir
mada ms adelante), dice que Burke no se considera un loco,
aunque otros piensen lo contrario, lo califica de teatral, des
miente sus afirmaciones con lo que han visto sus propios
ojos, etc. Pero la pluma de Paine no se agota con la demoli
cin de Burke y de sus argumentos, conforme a los cuales
el cambio no estaba justificado ms que si, mediante la
adaptacin a la evolucin de las circunstancias, reforzaba la
estructura social existente9.
Paine va mucho ms all, sobre todo en la Parte II, e in
troduce una serie de conceptos totalmente revolucionarios,
como su sistema de seguridad social, primero concebido en
el mundo occidental, y el impuesto progresivo para los ricos
y negativo para los pobres. Llega a introducir l concepto de
los derechos econmicos del hombre. Crea nada menos que un plan
de redistribucin de la riqueza, y en la pgina 256 Paine em
plea efectivamente el trmino de redistribucin. Resulta
irnico que uno de los primeros sistemas de seguridad social
en Occidente lo fuera a implantar un personaje tan diferente
como Bismarck, casi un siglo despus. Y habra de pasar casi
medio siglo ms para que la seguridad social se fuera genera
lizando en las sociedades capitalistas.
Pero Paine no era socialista. Difcilmente poda serlo en
Introduccin 15

tiempos en que ni haba aparecido el trmino10. Haba ideas


d comunismo utpico, como las de Mably o Morelly, o levan
tamientos socializantes, como el de los iguales de Babeuf,
pero todava estaba demasiado reciente la revolucin indus
trial como para generar una ideologa socialista plena. Mas s
lleg bordear las fronteras del socialismo con sus planes de
redistribucin y su criterio, sobre todo en Justicia agraria,
de que una parte de toda forma de riqueza debera conside
rarse esencialmente como producto social11.
Ahora bien, no por no ser socialista dejaba Paine de ser
un revolucionario. Lo que ha dado permanencia a su obra es
su planteamiento de la posibilidad de un cambio total12, la
modernidad de sus ideas, su forma de expresarse y su visin
de los derechos innatos de todo ser humano, como por ejem
plo su insistencia en que la previsin social no es cuestin de
caridad, sino de derecho. Sera ahistrico y ucrnico no atri
buir carcter revolucionario sino a. lo que es ahora revolucio
nario. Es ha sido revolucionario todo lo que plantea ese
cambio total, aunque ahora, una vez efectuada ya parte de
ese cambio, lo que se propugne haya de ser diferente por la
fuerza. Por eso no cabe contemplar los acontecimientos de
hace dos siglos con los criterios con que el siglo xx se enca
ra el futuro, sino que es necesario hacerlo siempre en el con
texto. La guerra de la independencia de los Estados Unidos
fio es menos revolucionaria por no haber subvertido bsica
mente el sistema d propiedad; es revolucionaria por ser la
primera derrota del colonialismo en los tiempos modernos.
Lo que ocurri despus ya es otra Cosa. Y lo mismo cabe de
cir de la Revolucin Francesa, aunque sta s procediera a
desamortizaciones y nacionalizaciones. De ah la necesidad
de subrayar el carcter pasado de lo pasado, a fin de evitar
la lectura de definiciones decimonnicas o del siglo xx del
radicalismo en el radiclisiho del siglo xviii13. El hecho es
que la influencia rdicalizadora de Paine, 'el'gran polemista,
el gran optimista, el gran racionalista, contina viva en In
glaterra durante mucho tiempo, y las tiradas de Derechos del
Hombre siguen multiplicndose a lo largo del siglo xix y con
tinan en nuestros das.
Ms cerca del mundo de habla hispana, en 1953 observaba
16 Fernando Santos Fontcnla

Fidel Castro en el juicio por l asalto al Cuartel de Moneada:


Thomas Paine deca que un hombre justo es ms digno de
respeto que un rufin coronado14- .
Pero, quin era este hombre, este revolucionario, panfle
tista, agitador, demoledor de sistemas y precursor de otros?
Los juicios son encontrados y contradictorios. J. H. Tooke,
el filsofo y poltico radical ingls contemporneo suyo, deca
de l que era un caballero que, criado en la oscuridad, ha
demostrado ser el escritor poltico ms grande del mundo, y
ha armado ms ruido en esto y provocado ms atencin y
obtenido ms fama que nadie antes que l'5. El da de la
muerte de Paine, Jacob Frank public una nota necrolgica
segn la cual este distinguido filntropo dedic su vida a
la causa de la humanidad...[y] si jams ha existido alguien
cuyo recuerdo deba perdurar en el corazn de todo hombre
es el del fallecido, pues
Busquemos donde busquemos
Jams encontraremos quien lo igualef
Y al da siguiente, Cheetham, uno de sus ms encarniza
dos enemigos en los Estados Unidos, escriba, por contra:
No conoc su poca, pero vivi-mucho tiempo, hizo algn
bien y mucho dao'6.
E l caso es que ste, para unos santo de la libertad y para
otros encarnacin luciferina del atesmo y la destruccin,
dej por toda herencia material unos ttulos por valor de
1.500 dlares y la finca de 110 ha que le hab? regalado la
Asamblea de Nueva York17. Eso es lo que lehaban aporta
do materialmente sus 35 aos ai servicio de la Revolucin,
sus centenares de artculos y sus libros, vendidos por millo
nes de ejemplares, pero cuyos beneficios l sola regalar a la
Causa.
En muchos aspectos, Toen Paine era, y sigue siendo, un
personaje enigmtico. Al salir de Inglaterra en 1774, con ,37
aos cumplidos, no haba escrito para la imprenta m$ que
su exposicin sobre los agentes de cbnsumps (apenas doce
pginas en la edicin de Foner). Y, sin embargo, en cuanto
llega a las colonias norteamericanas comienza una furiosa
produccin literaria que va a representar, en los treinta y
Introduccin 17

cuatro aos siguientes, un total de 400 ttulos entre libros,


folletos, artculos, cartas y memoriales, con un total de mis
de 2(KX) pginas, cmo ya hemos dicho. Parece como si
el pisar un pas en estado prerrevolucionario diera rienda
suelta a una mente trabada en su expresin por todas las
cortapisas de antiguo rgimen que tanto detestaba. As pare
cera abonarlo el dato adicional de que la produccin ms
importante de Paine se realiza en slo veinte aos, del Senti
do Comn (1776) hast %Justicia Agraria (1796). Es decir, en la
situacin revolucionaria de la Guerra de la Independencia
norteamericana, en la tentativa revolucionaria en Inglaterra
y en la Francia de la Revolucin. La reaccin de Thermidor
y el Directorio.18 parecen apagar al gran polemista, pese a
que permanece en Francia, Sus publicaciones a partir de esa
poca tienen mucha menos importancia. Y a su regreso a los
Estados Unidos unos aos despus (1802) tampoco recupera
el fuego,y, la visin que le haban hecho componer sus gran
des requisitorias,; Los Estados Unidos ya no eran territorio
revolucionario, sino un pas que se asentaba, que estaba
volviendo la espalda a su propia gloria y avanzando a gran
des p^sos por la va retrgrada del olvido19, como dice l
,m ism oen su C e r t a s l o s Ciudadanos de los Estados Unidos
( 1$Q21t 1805)1 Ultimo intento notable de volver a elevar su
otrora poderos^ vpz. Conway cita al Dr. W. Francis, el autor
e 18$8 de unlibfo de reminiscencias sobre d antiguo Nue
va York, en el sentido de que por lo general, cuando Paine
escriba era motivado por alguna gran ocasin20. Y aunque
,el presidente era su amigo Thomas Jefferson, aunque el pro
pio Paine craobjeto de ^taques furibundos y generalizados
por su defensa del desmo en L a Edad de Ja Razn, no se da
llan ocasione; lo bastante grandes como para motivarlo has
ta sus niveles de antao. Paine, indica Conway, viva en
Nueva York como un Prometeo, y sin atraer y ms aten
cin que la pasiva de los ataques desencadenados contra l,
que llegaban incluso a brindis como Que jams conozcan el
placer los amigos de Paine *21, en la poca que Conway ca
lifica de *Inquisicin norteamericana, Pero, como es lgico,

* Juego de palabras vidente entre pain (dolor) y Paine, la persona.


18 Femando Santos Fontenla

aquellos frenticos ataques contra Paine, tachado falsamente


de ateo, tenan tambin unos motivos prcticos: combatir el
igualitarismo que l haba propugnado en Derechos del Hombre
y en Justicia Agraria.
Hay otros aspectos de la vida de Paine que plantean inte
rrogantes y cada uno interpreta a su manera. Uno de ellos es
el de su vida sexual. Como se v en la cronologa, Paine con
trajo su primer matrimonio muy joven, a los 22 aos, pero
qued viudo a los 23, en 1760. Despus esper once aos
hasta casarse con su segunda mujer, Elizabeth Olliv, la
hurfana de su antiguo casero. Tampoco este matrimonio
dur mucho. El 4 de junio de 1774 dos meses despus de
su segunda expulsin del Cuerpo de Aduanas y Consumos
Paine y su esposa se separaron amigablemente, confrme a
un acuerdo concertado ante el reverendo James Castley22.
Hay indicios de que el matrimonio nunca se consum, pero
no datos tajantes. Lo que s se sabe es que al separarse los
bienes gananciales, Paine slo se llev 35 libras esterlinas. Y
asimismo est demostrado que, pese a las insinuaciones de
malos tratos de Oldys, tanto Paine como su esposa siem
pre hablaron bien el uno del otro. Paine le enviaba peridi
camente algn dinero, y ella, por su parte siempre se neg a
hablar de [la separacin], y ms tarde, si alguien criticaba a
Paine en su presencia, se levantaba y se marchaba23. Cuan
do muri Elizabeth, un ao antes que Tom, su nota necrol
gica sealaba que el hablar mal de su ex marido sera algo
innecesario, poco generoso e injustificable24. Y no hay ms
datos sobre la vida sentimental de Paine. Ni sus amigos ni
sus enemigos la mencionan para nada en toda su vida. Hay
una sola excepcin, y es que algunos plumferos, oficiales u
oficiosos, atribuyen la paternidad de los hijos de Mme. de
Bonneville, su generosa anfitriona en Pars y ms tarde ama
de llaves en los Estados Unidos, a Tom Paine. Pero la ver
dad es que cuando Paine fue a vivir con los Bonntville tena
casi 60 aos, extraa edad para iniciar una vida de amores
clandestinos y empezar a tener hijos, al cabo de tantd tiempo
de celibato. Por otra parte, cuando Cheetham lanz ese in
fundio, Mme. de Bonneville lo demand por libelo y gan el
pleito.
Introduccin 19

Lo que .parece raro es que Paine fue clibe la mayor parte


de su vida. El motivo se ignora. Fue a la tumba con l, igual
que la razn de su corta vida literaria.
Otro de los temas polmicos es el de su consumo de alco
hol, en torno al cual se han gastado ros de tinta. Tambin
en esto se muestran divididos sus bigrafos. Para sus enemi
gos, Paine fue un borrachn inveterado, lo cual les parece
argumento para tratar de desacreditar sus escritos. En resu
men, aducen: Como Paine beba demasiado, no dice la ver
dad al asegurar que el rey de Inglaterra cobra un milln de
libras al ao, o que una quinta parte de la poblacin vive de
la mendicidad, etc., razonamiento demaggico donde los
haya. Pues lo cierto es que, bebiera mucho o no Tom Paine,
el rey cobraba un milln y los mendigos eran numerossi
mos, etc. En todo caso Oldys (aunque no en la primera edi
cin), Cheetham y en menor medida Hawke, dedican un n
mero exagerado de pginas al consumo de alcohol que haca
Paine. Cheetham, por ejemplo, escribi que a esas borrache
ras sola seguir el desorden...[que]...engendraba una conmo
cin de las ideas...[lo que llev a producir]...su despreciable
obra sobre los Derechos del Hombre7*. Es el tipo de ataque ad
hominem que jams s detiene en la razn del argumento, sino
en los supuestos defectos de quien lo expone. Por el contra
rio, otros autores ven en Tom Paine a un buen bebedor,
como tantas personalidades de- su poca, sin mayor proble
ma. As lo hacen Rickman, Williamson y Conway. En todo
caso, no s trata de un problema de gran importancia, salvo
en la medida en que indica hasta qu extremos estaban deci
didos a llegar los enemigos de Paine y su igualitarismo con
tal de desacreditar al hombre, y por ese medio a sus teoras.
Un aspecto controvertido ms de la obra de Paine es su
defensa de la creacin del Banco de Amrica. A muchos de
sus cojntemporneos y a muchos de sus bigrafos les extra
ver que en relacin con ese Banco, inicialmente previsto
para dar apoyo financiero a las tropas del general Washing
ton, Paine se pusiera del lado de los acreedores, los ricos de
las' principales ciudades. Quiz sea eso lo que Heve a H. H.
Clark a calificar a Paine de el Conservador26, o al gran re
novador de la historia de los Estados Unidos, William Ap-
20 Femando Santos Fontenla

plcman Williams, a calificarlo del dinmico portavoz del


Presente estadounidense nico [en el sentido de opuesto al
cambio]27. Pero parecen olvidar, de una parte, el odio invete
rado que tena Paine al papel moneda en todas sus formas
(de ah que, por ejemplo en Derechos del Hombre, distinga n
tre papel moneda y dinero), as como que los artesanos y
mecnicos de las ciudades, que eran las gentes a quiches se
diriga Paine sobre todo, eran partidarios del Banco corto
medio de Contener la inundacin inflacionaria de papel mo
neda, que amenazaba con dejar sus salarios reducidos a la
nada28. A veces, como deca C. D: Warner, el colaborador
de Mark Twain, la poltica hace extrao' compaeros de
cama.
Podramos seguir tratando de explicarnos las grandes y
aparentes contradicciones y los misterios de la vida de Paine.
Por ejemplo, por qu no lleg nunca a dominar ! francs
hablado (aunque s el escrito), cosa qui tantos disgustos le
cost en la Asamblea y despus en la Convencin? Pero creo
que no se trata de eso. Como todo gran hombre y muchos
no tan grandes , Paine no era un hombre unvoco, de Una
sola pieza. As, este gran antimonrquico y gran republicano
vot en contra de la muerte de Luis XVI, en parte por odio
a la violencia evitable, y en parte por temor a que esa muerte
provocase un enfrentamiento con los Estados Unidos en
momentos crticos para Francia. De gran defensor de Geor-
ge Washington pasa a atacarlo furiosamente. El revoluciona
rio apoya l golpe de Estado del Directorio. El pan defen
sor del pueblo llano olvida a veces a los indios y los negros
cae en algunos (leves) clichs antisemitas (como ocurri
tambin con el propio Marx). El partidario de la abolicin de
todos los aspectos innecesarios dei gobierno aborreca la vio
lencia y los disturbios.
Lo qu s resulta sintomtico de Paine es que ninguna de
sus contradicciones redundaba en su beneficio. Igual que fue
precursor en su internacionalismo revolucionario{en los Es
tados Unidos, en Inglaterra y en Francia), lo fue en noque
rer aprovecharse de los movimientos revolucionarios que im
puls o defendi. Mientras sus obras,- vendidas por millones
de ejemplares, impulsaban efectivamente las causis que de*-
Introduccin 21

fendan, el autor, tras ceder sus derechos a la causa, viva a


salto de mata, con deudas que lo obligaban a solicitar pues
tos subalternos para sobrevivir. Su defensa de la vida de
Luis X V I .le cost la crcel y casi la vida durante el Terror *.
Al salir de la crcel del Luxemburgo, airado por la inde
fensin en que lo han dejado sus amigos norteamericanos,
Paine escribe su malhadada y enconada carta a George Wash
ington, a quien considera culpable de aqulla. En realidad,
el culpable de ella haba sido Gouvemeur Morris, enviado
estadounidense a Francia, quien se haba negado a mover un
dedo por Tom Paine, aunque ste lo ignoraba. Su Carta aca
ba de condenarlo ante los aristocratizantes federalistas, que
desde la primera eleccin de Washington haban ido hacin
dose con el poder y cuyos sucesores continuaran en l hasta
nuestros das, con slo breves interrupciones, y stas slo de
forma.
No es, efectivamente, Paine, profeta. Su enorme optimis
mo y fe en la humanidad le lleva a equivocarse a menudo.
Tampoco es persona hecha para medrar. La Carta a Wash
ington acaba de hundirlo en Amrica. En Francia, pese a ha
ber apoyado al Directorio en un principio, tanto ste como
Napolen lo relegan al olvido. Y? as sucesivamente... Paine
es un hacedor de revoluciones, no un beneficiario de la
revolucin. Los nombres de quienes han actuado as seran
incontables: desde Toussaint lOuverture hasta Amilcar Ca-
bral, pasando por Miranda, Bolvar, Garibaldi, Artigas, Za
pata, Sal Martn, Dedaii Kimathi... Quiz porque los autn

* Un aparte sobre el Terror, cantilena favorita de los enemigos de la Re


volucin Francesa. Sin excusar ninguno de los excesos cometidos durante 1,
es imprescindible contemplarlo con un mnimo de perspectiva de lo que son
las situaciones revolucionarias. Segn calcula Godechot, se estima que el Te
rror produjo unos 35.000 muertos en tina poblacin de unos 26.000.000 de
franceses. Esta cifra abarca la totalidad de los muertos, en plena guerra civil
e internacional. Toda represin es lamentable, pero lo que se ha de tener en
cuenta ante el coro de las cocodrilescas lamentaciones que recuerdan un
poco la frase de afortunadamente todos los muertos eran viajeros de terce
ra, es que ese porcentaje de muertes es inferior a la de cualquiera de las
grandes represiones generalmente contrarrevolucionarias de la Edad
Moderna.
22 Femando Santos Fontenla

ticos revolucionarios a lo que menos aspiran es al propio be


neficio.
Pero, qu queda en realidad de Tom Paine? Independien
temente de chismorreos, hagiografas, condenas, cul es la he
rencia de aquel ciudadano del mundo?
No cabe duda de que su Sentido Comn fue el clarn que
convoc a las masas de gentes del comn de Norteamrica a
la primera guerra anticolonial de la Era Moderna; de que sus
Crisis fueron el segundo aldabonazo a la conciencia de aquel
mismo pueblo para que continuara la resistencia a la Poten
cia colonial; de que la Edad de la Razn fue una de las obras
ms polmicas del desmo, con su negacin del carcter divi
no de Cristo (sin llegar a negar totalmente su existencia,
como haca Voltaire) y su enorme difusin; de que suJusticia
agraria, sin llegar al comunismo utpico de Mably, casi lleg
a una concepcin socialista de la propiedad y de la renta de
la tierra. Y asimismo es indudable que sus Derechos del Hom
bre, extendidos por todo el mundo occidental, figuran entre
los ms convincentes argumentos en pro de la Repblica (si
defendi a Luis X V I fue por motivos sobre todo humanita
rios), en contra del Antiguo Rgimen y en pro, con una vi
sin del futuro absolutamente nica, de la seguridad social,
la redistribucin de la renta y la libertad.

* * *

La tirana, como el infierno, no es fcil de vencer, dijo,


y quienes esperan cosechar las bendiciones de la libertad de
ben, como hombres, soportar las fatigas de defenderla. Su
vida y sus obra fueron vivos ejemplos de ello.

1 V. L. Parrington: Tom Paine: Republican Pamphleteer, en Main Cu


rrents in American. vol. I. 3954, pg. 340.
2 G . D. H. Cole: Introduccin a la ed. de H. B. Bonner de Derechos del
Hombre, rev. en 1949, pg. vii.
I) F Hawkc: Paine. Nueva York, 1974, pg. 221.
4 Chalmers-Oldys: The L ife c f Thomas Paine, Londres, 1791.
5 E .J. Hobsbawm: The Age of Revolution, Londres, 1973, pg. 121.
6 R. Hofstadler: America at 1750, Nueva York, 1971, pg. 134.
7J. Godechot: Le Sicle des Lumires, en Histoire Universelle, Paris,
1958, pgs. 280 a 286, y Les Rvolutions, Paris, 1970, pgs. 93 y 94.
Introduccin 23

8 Vase G. F. E. Rud: W ilkes and Liberty, Londres, 1962; A, Williamson,


W ilkes, Londres, 1974.
9 H. Collins: Introduccin a Paine, Rights o f Man, Aylesbury, 1969, p-
gina31.
10 Vase G. D. H. Cole: Historia del Pensamiento Socialista. I. Los Precursores,
3.a edMMxico, 1964. Introduccin.
11 G. D. H. Cole: ibid., pg. 40.
12 E. Foner: Tom Paine and Revolutionary America, Nueva York, 1976, p
gina xix.
u E. Foner: Loe. cit,
14 F. Castro: L a historia me absolver, ed. de Siglo X X I, Mxico, 1975, p
gina 86.
15 Citado por A. Williamson: Thomas Paine. H is Life, W ork and Times, Lon
dres, 1973, pg. 157.
10 D. F. Hawke: Op. cit., pgs. 399 y 400.
17 Testamento reproducido en P. S. Foner (comp.): The Complete Writings
o f Thomas Paine, Nueva York, 1945, vol. II, pgs. 1498 a 1501.
18 Vase G. Lefebvre: L a France sous le Directoire (17951799) (ed. de J.
R. Suratteau y A. Soboul), Paris, \ 911,passim.
19 T. Paine: To the Cit&ns o f the United States, Carta N. I; en Foner
(comp.) op. cit., vol. II, pg. 910.
20 M. D. Conway: The L ife o f Thomas Paine (ed. facsmil), Nueva York,
1970, pg. 299.
21 Ibid., pg. 283.
22 Ibid., pgs. 13 y 14; Williamson, Thomas Paine... pgs. 48 a 59; Hawke,
op. cit.f pgs. 19 a 21.
23 Informacin adquirida por Gilbert Vale, bigrafo de Paine (1841), di
rectamente de un aprendiz de relojero que vivi mucho tiempo con ella y su
hermano y confirmada por otros residentes de Cranbrook, donde vivan. Ci
tada por A. Williamson en Thomas Paine... pgs, 52 y 53.
24 A. Williamson: Thomas Paine..., loe. cit.
25 Citado en A. Williamson: Thomas Paine..., pg. 277.
26 H. H. Clark (comp.): Six New Letters o f Thomas Paine, Madison, Wis.,
1939, Introduccin.
27 W. A. Williams: America Confronts a Revolutionary World Nueva York,
1976, pg. 57.
28 Veas al respecto P. S. Foner, observaciones a Dissertations on Govern
ment; The A ffairs o f the Bank; and Paper Money, en P. S. Foner (comp.), Comple
te Writings o f Thomas Paine, vol. II, pgs. 367 y 368.
A
GEO RG E WASHINGTON
PRESIDENTE
D E LOS ESTADOS UNIDOS D E AMRICA

Seor:

Le presento un pequeo Tratado en defensa de los Princi


pios de la Libertad que su ejemplar Virtud ha contribuido de
modo tan eminente a establecer. Que los Derechos del
Hombre lleguen a ser tan universales como pueda desear la
Benevolencia de Vd., y que pueda Vd. gozar de la Felicidad
de ver cmo el Nuevo Mundo regenera al Viejo es lo que
fervientemente desea,

Seor,
Su agradecidsimo, y
Obediente y Humilde Servidor,

THOMAS PAINE

25
Prefacio a la edicin inglesa

Por la participacin que tuvo el Sr. Burke en la Revolu


cin Americana era natural que yo viese en l a un amigo de
la humanidad, y como nuestra amistad se inici sobre esas
bases, jn e hubiera resultado ms agradable haber tenido mo
tivos para mantener esa opinin que para modificarla.
En el momento en que el Sr. Burke pronunci su violento
discurso el invierno pasado en el Parlamento Ingls contra la
Revolucin Francesa y la Asamblea Nacional, me hallaba yo
en Pars, y haca poco tiempo que le haba escrito para infor
marle de lo prsperamente que iban las cosas. Poco despus
vi su anuncio del folleto que se propona publicar. Como el
ataque se iba a realizar en un idioma poco estudiado y menos
comprendido en Francia, y como todo sufre en la traduc
cin, promet a algunos amigos de la Revolucin en aquel
pas que cuando saliera el folleto del Sr. Burke yo le dara
respuesta. Esto me pareci tanto ms necesario cuando ad
vert las flagrantes tergiversaciones que contiene el folleto
del Sr. Burke, y que ste, adems de ser un insulto intolera
ble conta la Revolucin Francesa y los principios de la Li
bertad, constituye una impostura ante el resto del mundo.

27
28 Thomas Paine

Me siento tanto ms asombrado y desilusionado ante esta


conducta del Sr. Burke cuanto que (por las circunstancias que
voy a mencionar) me haba formado otras esperanzas.
Ya haba visto yo bastante de las desgracias de la guerra
para desear que nunca volviera a producirse en el mundo y
que se hallara algn otro modo de resolver las diferencias
que surgieran ocasionalmente en la comunidad de las nacio
nes. As podra hacerse si las Cortes Reales estuvieran dis
puestas a ocuparse honestamente de ello, o si los pases fue
ran lo bastante ilustrados para no dejarse engaar por esas
Cortes. Las gentes de Amrica se haban criado con los mis
mos prejuicios contra Francia que en aquella poca caracteri
zaban a las gentes de Inglaterra, pero la experiencia y el co
nocimiento de la nacin francesa han demostrado con plena
eficacia a los americanos la falsedad de aquellos prejuicios, y
no creo que exista entre dos pases relacin ms cordial y
confiada que la existente entre Amrica y Francia.
Cuando yo llegu a Francia, en primavera de 1787, era
ministro1 el arzobispo de Toulouse, que en aquella poca
gozaba de gran estima. Llegu a conocer mucho al secretario
privado de dicho ministro, persona de corazn grande y be
nvolo, y hall que sus sentimientos y los mos coincidan
perfectamente con respecto a lo absurdo de la guerra y a te
lamentable mala poltica, de dos1naciones, como Inglaterra y
Francia, que continuamente se irritaban la una a la otra,' sin
otro fin que un aumento tnutuo de las cargas y las gabelas.
Para asegurarme de que no io haba interpretado mal, ni l
m, puse por escrito el meollo de nuestras opiniones y se lo
envi, junto con una solicitud de que, si yo,adverta entre las
gentes de Inglaterra una disposicin a cultivar una mayor
comprensin entre las dos naciones de la que haba reinado
hasta el momento, hasta qu punto podra yo estar autoriza
do a decir que la misma disposicin reinaba en Francia? Me
respondi por carta de l forma ms sincera, y no slo en su
propio nombre, sino en el del ministro, corr cuyo conoci
miento declaraba haber escrito la carta.
Puse esta carta en manos del Sr. Burke hace casi tres aos,
y a l se la dej, en su poder sigue, con la esperanza, y al
mismo tiempo con la natural expectacin, por la opinin que
Derechos del Hombre 29

habla concebido de l, de que hallara alguna oportunidad de


hacer buen uso de ella, a fin de remover los errores y prejui
cios que dos naciones vecinas, por falta de iputuo conoci
miento, haban venido sosteniendo, en detrimento de ambas.
Cuando estall la Revolucin Francesa, desde luego ello le
daba al Sr. Burke una oportunidad de hacer algn bien si hu
biera estado dispuesto a ello; en lugar de lo cual, en cuanto
vio que los viejos prejuicios iban erosionndose empez in
mediatamente a sembrar las semillas de una nueva enemis
tad, como si temiera que Inglaterra y Francia cesaran de ser
enemigas. El que haya hombres en todos los pases que ha
llen su sustento en la guerra y en el mantenimiento de las
querellas entre las naciones es algo tan escandaloso como
cierto; pero cuando quienes se ocupan del gobierno de un
pas se consagran a estudiar cmo sembrar la discordia y cul
tivar los prejuicios entre las naciones, ello resulta tanto ms
imperdonable.
Con respecto a un prrafo de esta obra en el que se men
ciona que el Sr. Burke cobra una pensin, la noticia lleva en
circulacin por lo menos dos meses,"y como muchas veces
una pesona es la ltima en enterarse de lo que ms le inte
resa saber, lo he mencionado para que el Sr, Burke tenga
una oportunidad de contradecir el tumor, si lo ,considera
oportuno;
THOMAS PAINE
Prefacio a la edicin francesa

Podemos considerar la maravilla que ha ocasionado en


toda Europa la Revolucin Francesa desde dos puntos de
vista: su influencia en las naciones extranjeras y su: influencia
en los gobiernos extranjeros.
Todos los pases de Europa consideran la causa del pueblo
francs idntica con la de su propio pueblo, o ms bien,
como algo que abarca los intereses del mundo entero. Pero
quienes rigen esos pases no sustentan la misma opinin
exactamente. Y sta es una diferencia a la que debemos con
sagrar nuestra atencin ms cabal. No hay que confundir al
pueblo con su gobierno, y as ocurre especialmente cuando
se piensa en la relacin del Gobierno ingls con su pueblo.
La Revolucin Francesa no tiene ningn enemigo ms de
cidido que el Gobierno ingls. Las respuestas de su enemis
tad son visibles a los ojos de todos; advirtase la gratitud
manifestada por el elector de Hannover, que a veces se hace
llamar Rey de Inglaterra2, personaje dbil y demente, al Sr.
Burke.porque ste, en su obra, ha redactado un libelo grose
ro contra aqulla, as como las invectivas calumniosas del
primer ministro, Sr. Pitt, en sus arengas parlamentarias.
El comportamiento del Gobierno ingls en sus relaciones

30
Derechos del Hombre 31

con Francia es una contradiccin palpable de todas sus pre


tensiones dje amistad, por sinceras que parezcan ser stas, y
demuestra claramente que las pretensiones oficiales de consi
deracin son ilusorias, que su Corte es una corte traicionera,
una corte demenrial, que es un factor destacado en todas las
conspiraciones, y las disputas europeas, porque lo que busca
es una guerra que sirva de excusa de su insano despilfarro.
Pero el pueblo de Inglaterra se ve impulsado por diferen
tes motivos: aplaude la Revolucin Francesa y ansia el triun
fo de la libertad en todos los pases; cuando alcance una
mayor comprensin de las intrigas y las estratagemas de su
Gobierno, as como de los principios de la Revolucin Fran
cesa, este sentimiento se generalizar e intensificar. Conven
dra que los ciudadanos franceses comprendiesen que la
prensa britnica, incluso cuando no recibe una subvencin
directa del Gobierno ingls, siempre est controlada por la
influencia de ste. Naturalmente, esta prensa ataca constan
temente a la Revolucin Francesa y da una idea totalmente
falsa de sus objetivos, con la idea exclusiva de inducir al pue
blo de Inglaterra al error. Pero la verdad siempre acaba por
triunfar, de modo que la mendacidad de esos peridicos ya
no produce el efecto deseado.
Cuando se sepa en todas partes que el Gobierno ingls
persigue como libelo una declaracin pblica cuya veracidad
se reconoce, que el dictum de que Cuanto ms verdadero
sea; ms grave ser el libelo es una mxima jurdica que los
jueces aplican constantemente, debera ser fcil convencer al
mundo de que en Inglaterra siempre se ha reprimido a la
verdad. Este insulto a la moral pblica ha recibido el nom
bre de Ity, y existen jueces malvados que efectivamente im
ponen penas por decir la verdad.
El espectculo que actualmente nos brinda el Gobierno
ingls ya es bastante extrae: percibe que la. enemistad que
exista antes entre los pueblos ingls y.franc^ que trajo la
pobreza y la desgracia a ambos, va desvanecindose gradual
mente y por eso busca un enemigp en otras direcciones, pues
no tendr excusas que frecer por sus enormes ingresos y
contribuciones ms que si puede demostrar que est rodeado
de enemigos.
32 Thomas Paine

Como Francia, pues, se ha negado a ser enemiga de Ingla


terra, el Gobierno de este pas no tiene ms recurso que la
supuesta hostilidad de Rusia. Parece que se dijera a s mismo
lo siguiente: Si ninguna nacin tiene la gentileza de iniciar
hostilidades contra ra, entonces no harn falta flotas ni ejr
citos, y me ver obligado a consentir que se reduzcan las
contribuciones. La guerra con Amrica me brind la oportu
nidad de duplicar las gabelas; el asunto de Holanda sirvi
para lo mismo; la absurda cuestin de Nootfca3 me permiti
recaudar tres millones de libras esterlinas. Han cambiado los
tiempos, y si no tengo una guerra con Rusia, no se podr re
colectar otra cosecha de contribuciones de guerra. Ya de
sempe el principal papel en cuanto a provocar a los turcos
contra los rusos; creo que mi actitud actual tendr como re
sultado la recoleccin de otra cosecha de contribuciones.
Si no fuera porque la devastacin y las desgracias que in
flige una guerra a un pas limitan toda tendencia'a la ligere
za, y deben inspirar a todos pena y no diversin, la demen-
cial conducta del Gobierno ingls no sera objeto ms que de
risa. Pero nadie pued observar despreocupadamente los su
frimientos que forzosamente ha de causar una poltica tan
malvada. Adems, sera tan absurdo discutir racionalmente
con gobiernos de stos, del tipo que vienen existiendo desde
hace siglos, como discutir con animales irracionales.'Cuales
quiera sean las reformas que se logren, las-lograrn 4as na
ciones, independientemente de sus gobiernos. Actualmente
es bastante seguro que los pueblos de Francia, Inglaterra y
Amrica, que son al mismo tiempo ilustrados eilustradores,
lograrn en lo-porvenir servir al universo'de modelos de
buen gobierno, y asimismo tendrn una influencia suficiente
como para imponer el establecimiento prctico de ste co t o
das partes.
Derechos del Hombre

De todas las incivilidades con las que las naciones o los


individuos se provocan y se irritan mutuamente, el folleto
del Sr. Burke sobre la Revolucin Francesa4 constituye un
ejemplo extraordinario. Mi el pueblo de Francia ni la Asam
blea Nacional se ocupan de los asuntos de Inglaterra ni del
Parlamento ingls, y el que el Sr; Burke lanzara un ataque no
provocado contra ellos, tanto en el Parlamento como en p
blico, es una conducta que no admite perdn por lo que hace
a los modales, ni tiene justificacin por lo que hace a la pol
tica.
Apenas existe un epteto insultante que quepa hallar en el
idioma ingls y que el Sr. Burke no haya descargado contra
la nacin francesa y la Asamblea Nacional. Todo lo que pu
dieran sugerir el rencor, el prejuicio, la ignorancia o el cono
cimiento -se convierte en.la copiosa furia de casi cuatrocien
tas pginas. En la tensin y con el plan con que escriba el
Sr. Burke, lo mismo podra haber seguido escribiendo otros
tantos miles. Cuando se sueltan la lengua o la pluma en el
frenes de la pasin, cs el horhbre, y no el tema, el que se
agota. y T

33
34 Thomas Paine

Hasta ahora, el Sr. Burke se ha venido equivocando y des


ilusionando con opiniones que se haba formado de los
asuntos de Francia, pero tal es la ingenuidad de su esperan
za, o la malignidad de su desesperacin, que stas le brindan
nuevas pretensiones para continuar. Hubo un tiempo en que
era imposible hacer creer al Sr. Burke que habra una Revo
lucin en Francia. Su opinin, entonces, era que los france
ses no tenan el nimo para emprenderla ni la fortaleza para
soportarla, y ahora que ocurre una, trata de disimular su
error condenndola.
No contento con insultar a la Asamblea Nacional, gran
parte de su obra se dedica a insultar al Dr. Price5 (uno de los
hombres de mejor corazn de este mundo) y a las dos socie
dades inglesas conocidas por los nombres de Sociedad de la
Revolucin y Sociedad para la Informacin Constitucional.
El Dr. Price predic un sermn el 4 de noviembre de
1789, fecha aniversario de lo que en Inglaterra se llama Re
volucin, que ocurri en 1688. El Sr. Bufke, al hablar de ese
sermn, dice: Este clrigo poltico procede dogmticamen
te a afirmar que, gracias a los principios de la Revolucin, el
pueblo ingls ha adquirido tres derechos fundamentales:

1. Elegir a nuestros propios gobernantes.


2. Destituirlos si es mala su conducta.
3. Formar nosotros mismos el gobierno.

El Dr. Price no dice que el derecho a hacer esas cosas re


sida en tal o cual persona, ni en tal o cual categora de perso
nas, sino que existe en el todo: que es un derecho residente en
la nacin. El Sr. Burke, por el contrario, niega que tal dere
cho exista en la nacin, en el todo ni en una parte, o que
exista en lugar alguno; y lo que es an ms extrao y mara
villoso, dice que el pueblo de Inglaterra rechaza totalmente
ese derecho y que se resistir con sus vidas y haciendas a la
afirmacin prctica de ese derecho. El que los hombres se
alcen en armas y consagren sus vidas y haciendas no para
mantener sus derechos, sino para mantener que no tienen de
rechos, es una especie completamente nueva de descubri
miento. v oroDia del seno paradjico del Sr. Burke.
Derechos del Hombre 35

El mtodo que adopta el Sr. Burke para demostrar que el


pueblo de Inglaterra no tiene esos derechos, y que esos dere
chos no existen actualmente en la nacin, en todo ni en par
te ni en lugar alguno en absoluto, es del mismo gnero ma
ravilloso y monstruoso que el dicho anteriormente, pues sus
argumentos son que las personas, o la generacin de perso
nas, en quienes s existan han muerto, y con ellas ha muerto
tambin el derecho. Para demostrarlo, cita una declaracin
hecha por el Parlamento hace unos cien aos, a Guillermo y
Mara6, en estos trminos: Los Lords Espirituales y Tempo
rales, y los Comunes, en nombre del pueblo mencionado [es.
decir, el pueblo de Inglaterra entonces viviente], con plena
humildad y fidelidad se someten a s mismos, a sus herederos y
sus posteridades, para SIEMPRE* Tambin cita una clusu
la de otra ley del Parlamento, promulgada en el mismo rei
nado, cuyos trminos dice l nos vinculan [es decir, vincu
lan al pueblo de aquella poca] a nosotros, a nuestros herede
ros y a nuestra posteridad, a ellos, a sus herederos y su posteri
dad, hasta el final de los tiempos.
El Sr. Burke considera que su argumento est suficiente
mente probado mediante la presentacin de estas clusulas,
cuya aplicacin, segn l, excluye el derecho de la nacin
para siempre. Y no contento todava con hacer esas declara
ciones, repetidas una vez tras otra, dice adems que si bien
el pueblo de Inglaterra posea ese derecho antes de la Revo
lucin [como reconoce ocurra, no slo en Inglaterra, sino
en toda Europa, en poca antigua], sin embargo la Nacin In
glesa, en la poca de la Revolucin, renunci a l y abdic de
l con toda solemnidad, para s misma y para toda su posteri
dad, para siempre.
Como el Sr. Burke aplica de vez en cuando el veneno des
tilado de sus horrendos principios (si es que no es profana
cin darles el nombre de principios *) no slo a la nacin in
glesa, sino a la Revolucin Francesa y a la Asamblea Nacio
nal, y aplica a ese augusto, ilustrado e ilustrador rgano el

* La frase entre parntesis ha desaparecido en muchas ediciones a partir


de la 6. de Jordn, e incluso de la de Foner pero se conserva en otras mu
chas, entre ellas la de H. B. Bonner. (N . del T.)
36 Thomas Paine

epteto de usurpadores, yo, sans crmonit, voy a establecer otro


sistema de principios en contraposicin al suyb.
El Parlamento ingls de 1688 hizo algo que, por lo que
respectaba a s mismo y a sus electores, tena derecho a ha
cer, y que pareca acertado hacer; pero, adems de este, dere
cho, que posea por delegacin, estebkci otro derecho por arro
gacin, el de vincular y controlar a la posteridad hasta el fin de
los tiempos. Por lo tanto, el caso se divide en dos partes: el de
recho que aquel Parlamento posea por delegacin y el derecho
que estableci por arrogacin. El primero se reconoce, pero
en cuanto al segundo, replico:
Nunca ha existido, nunca existir y nunca puede existir un
parlamento, ni una categora de hombres, ni ninguna gene
racin de hombres, en ningn pas, .en posesin del derecho
de vincular y controlar a la posteridad hasta elfin de los tiem
pos, ni de ordenar para siempre cmo se gobernar el mundo
ni quin ha de gobernarlo, y por ende todas las clusulas,
leyes o declaraciones en virtud de las cuales sus autores tra
tan de hacer lo que no tienen el derecho ni las facultades de
hacer, ni las facultades para ejecutar, son en s mismas nulas
de toda nulidad. Cada edad-y cada generacin deben tener
tanta libertad para actuar por s mismas en todos los casos como
las edades y las generaciones que las precedieron. La vanidad
y la presuncin de gobernar desde ms all de la tumba es la
ms ridicula e insolente de todas las tiranas^ El hombre no
tiene derecho de propiedad sobre el hombre, y tampoco tie
ne ninguna generacin derecho de propiedad sobre las gene
raciones que la sucedern. El parlamento o el pueblo de
1688, o de cualquier otro perodo, no tena* ms derecho -a
disponer del pueblo del da de hoy, ni de vincularlo o con
trolarlo de ninguna forma en absoluto, que el parlamento o el
pueblo de hoy tienen a disponer de, vincular o controlar a,
quienes vayan a vivir dentro de cien o de mil aosy Cada ge
neracin tiene, y debe tener, competencia eii cuanto a to
dos los objetivos que sus circunstancias requieran. Es a los
vivos, y no a los muertos, a quienes se ha de satisfacer.
Cuando el hombre cesa de existir, cesan con l sus facultades
y sus deseos; y como ya no tiene ninguna participacin en
las preocupaciones de este mundo, no tiene tampoco autori
Derechos del Hombre 37

dad alguna para ordenar quines sern sus gobernantes, ni


cmo se ha de organizar su gobierno, ni cmo se ha de ad
ministrar.
No propugno ni me opongo a ninguna forma de gobier
no; no defiendo ni ataco a ningn partido, aqu ni en otra
parte. Cuando toda una nacin decide hacer algo, tiene dere
cho a hacerlo. El Sr. Burke dice: No. Dnde, pues, reside el
derecho? Lo que yo propugno son los derechos de los vivos, y
me opongo a que se les arrebaten, se les controlen o se les
contraten en virtud de la supuesta autoridad manuscrita de
los muertos; y el Sr* Burke propugna la autoridad de los
muertos sobre los derechos y la libertad de los vivos. Hubo
una poca en qe los reyes disponan de sus coronas por tes
tamento a i su lecho de muerte, y dejaban en herencia a los
pueblos, como animales del campo, al sucesor que designa
ran. Esto es algo tan periclitado ya que apenas se recuerda, y
tan monstruoso que apenas se puede creer, pero las clusulas
parlamentarias sobre las que el Sr. Burke edifica su iglesia
poltica son de esa misma ndole.
Las leyes, de todo pas deben guardar analoga con algn
principio comn. En Inglaterra no hay padre ni sefior, ni
toda la autoridad del Parlamento, aunque ste se haya auto-
calificado de omnipotente, que pueda vincular o controlar la
libertad personal ni siquiera de un individuo que haya cum
plido los veintin aos. Con qu derecho, pues, podra el
Parlamento de 1688, ni ningn otro parlamento, vincular a
toda la posteridad para siempre?
Quienes han salido de este mundo, y quienes todava no
han- llegado a l, estn tan distantes entre s como pueda
concebir la rns frtil imaginacin mortal. Qu obligacin
imaginable, pues, puede existir entre ellos; qu norma o
principio puede establecerse de modo que dos seres inexisten
tes el uno porque ha dejado de existir, y el otro porque toda
va no existe, y qe nunca podrn encontrarse en este mun
do, puedan el uno controlar al otro hasta el final de los tiem
pos?
En Inglaterra se dice que no se puede sacar el dinero de
los bolsillos de la gente sin su consentimiento. Pero, quin
autoriz, o quin poda autorizar, al Parlamento d 1688 a
38 Thomas Paine

controlar y a arrebatar la libertad de la posteridad (que toda


va no exista para dar o negar su consentimiento) ni a limi
tar y confinar el derecho de esa posteridad de actuar, en
determinados casos para siempre?
No cabe presentar mayor absurdo a la comprensin hu
mana que el que ofrece el Sr. Burke a sus lectores. Les dice,
y dice al mundo futuro, que un cierto grupo de hombres que
existan hace cien aos hizo una ley, y que en la nacin no
existe hoy, ni existir jams, ni jams podr existir, una fuer
za que la altere. Con cuntas sutilezas o absurdos se ha im
puesto a la credulidad de' la humanidad el gobierno por dere
cho divino! El Sr. Burke ha descubierto un modo nuevo de
hacerlo y ha abreviado su viaje a Roma mediante la exhorta
cin a las facultades de ese infalible parlamento de antao, y
exhibe lo que aqul hizo como si fuera una autoridad divina,
pues desde luego han de ser ms que humanas unas faculta
des que ninguna fuerza humana puede alterar hasta el fin de
los tiempos.
Pero el Sr. Burke ha prestado un servicio, no a su causa
sino a su pas, al sacar esas clusulas a la luz pblica. Sirven
para demostrar can necesario es en todo momento mante
nerse alerta contra las tentativas de intrusin del poderle
impedir que caiga en iexcesos. Resulta algo extraordinario
que el delito por el que se expuls a Jacobo II, el de estable
cer el poder por arrogacin, lo vuelva a cometer, de otra
manera y otra forma, el parlamento que lo expuls. Demues
tra que los derechos del hombre no se comprendieron sino
de modo imperfecto durante la Revolucin; pues no cabe
duda de que el derecho que aquel parlamento estableci por
arrogacin (pues por delegacin no lo tena, ni poda tenerlo,
porque nadie poda conferirlo) sobre las personas y la liber
tad de la posteridad para siempre, era del mismo gnero tir
nico y sin fundamento que el que Jacobo II intent establecer
sobre el parlamento y la nacin, y por el que se le expuls.
La nica diferencia es (pues en principio no difieren) que el
uno era un usurpador respecto de los vivos, y el otro sobre
los nonatos, y como el uno no tena mayor autoridad en que
apoyarse que el otro, ambos deben ser por igual nulos de
toda nulidad, y carecen de efecto.
Derechos del Hombre 39

De qu, o de dnde, demuestra el Sr. Burke la autoridad


de ningn poder humano para vincular a la posteridad para
siempre? Ya nos ha mostrado clusulas, pero tambin debe
mostrarnos sus pruebas de que existi tal derecho, y demos
trarnos cmo existi. Si alguna vez ha existido debe existir
ahora, pues nada de lo que pertenece a la naturaleza humana
puede jams aniquilarlo el hombre. Corresponde a la natura
leza del hombre el morir, y seguir muriendo mientras siga
naciendo. Pero el Sr. Burke ha establecido una especie de
Adn poltico, al cual toda la posteridad queda vinculada
para siempre; por ende, debe demostrar que su Adn tena
esos poderes, o ese derecho.
Cuanto ms floja sea una cuerda menos soportar que ti
ren de ella, peor poltica ser tirar de ella, salvo que se pre
tenda romperla. Si alguien se hubiera propuesto refutar las
tesis del Sr. Burke, habra procedido exactamente como ha
hecho el Sr. Burke. Habra ensalzado a las autoridades, con
objeto de poner en tela de juicio el derecho de stas, y en el
momento en que se planteara la cuestin del derecho habra
habido que desechar esas autoridades.
No hace falta sino pensarlo un instante para percibir que,
si bien, muchas veces las leyes promulgadas en una genera
cin continan en vigor a lo largo de sucesivas generaciones,
sin embargo siguen derivando su vigencia del consentimien
to de los vivos. Una ley no derogada no sigue en vigor por
que no se pueda derogar, sino porque no se ha derogado, y esa
no derogacin equivale a consentimiento.
Pero las clusulas del Sr. Burke no cuentan ni siquiera con
ese matiz a su favor. Se convierten en nulas al tratar de con
vertirse en inmortales. Su naturaleza excluye el consenti
miento. Destruyen el derecho que podran tener al basarlo en
un derecho que no pueden tener. La inmortalidad del poder
no es un derecho humano, y por ende no puede ser un dere
cho del Parlamento. Lo mismo podra el Parlamento de
1688 haber promulgado una ley que autorizase a sus miem
bros a vivir eternamente que hacer que su autoridad viviese
eternamente. Por consiguiente, todo lo que cabe decir de
esas cluslas es que son una formalidad verbal, de la misma
importancia que si quienes las utilizaron se hubieran felicita
40 Thorn* Paine"

do a s mismos y, en el estilo oriental de la antigedad, hu


bieran dicho: Oh, Parlamento, vive eternamente!
Las circunstancias del mundo cambian coristanterriente, y
tambin cambian las opiniones de los hombres; y como a
quien Se gobierna es a los vivos, y no a los tnuerts, son los
vivos los nicos que tienen algn derecho en l. Lo que pue
de considerarse adecuado y juzgarse inoportuno en una poca,
puede considerarse errneo y juzgarse inoportuno en otra.
En esos casos, quines han de decidir, los vivos o los muer
tos?
Como casi cien pginas del libro del Sr. Burke se dedican
a esas clusulas, se sigue en consecuencia que si las propias
clusulas, en la medida en que establecen una dominacin
arrogada y usurpada sobre la posteridad para siempre, no es
tn autorizadas, y por su propia naturaleza son nulas de toda
nulidad; que todas sus voluminosas inferencias y la declama
cin que de ellas se derivan, o en ellas se fundan, tambin
son nulas de toda nulidad, y con esto termin mi argumenta
cin.
Pasamos ahora ms en particular a los asuntos de Francia.
El libro del Sr. Burke tiene la apariencia de haberse escrito
como libro de enseanza para la nacin francesa, pero per
mtaseme la utilizacin de una metfora extravagante, ade
cuada a la extravagancia del caso, y es que es como si la os
curidad tratase de iluminar a la luz.
Mientras escribo estas pginas tengo por accidente ante
m algunas propuestas que l marqus de Lafaytte ha for
mulado acerca de una declaracin de derechos (le pido per
dn por utilizar su antiguo ttulo, y lo hago nicamente en
aras de la claridad) ante la Asamblea Nacional el da 11 de
julio d 1789, tres das antes de la toma de la Bastilla:, y no
puedo por menos de observar con asombro lo Opuestas que
son las fuentes de las que extraen sus principios ste caballe
ro y el Sr. Burke. En lugar de remitirse a documentos moho
sos y pergaminos polvorientos para demostrar que los dere
chos de los vivos son inexistentes, qu a elfos han renun
ciado y abdicado para siempre quienes ya no existen, como
ha hecho el Sr. Burke, el Sr. de la Fytte se refiere al mun
do de los vivos, y dice calurosamente:" Exhortemos a los
Derechos del Hombre 41

sentimientos que la Naturaleza ha grabado en ei corazn de


todo ciudadano, y que adquieren una nueva fuerza cuando
estn solemnemente reconocidos por todos: para que una
nacin arae a la libertad basta con que la conozca, y para que
sea libre basta con que lo desee. Qu seca, estril y oscura
es la fuente de la que bebe el Sr. Burke, y qu ineficaces,
aunque se adornen de flores, resultan todos sus discursos y
todos sus argumentos en comparacin con estos sentimien
tos, claros, concisos y estimulantes. Pese a ser pocos y bre
ves, llevan a un vasto campo de pensamientos generosos y
viriles y no nos dejan, como los perodos del Sr. Burke, con
el odo lleno de msica y el corazn vaco de todo.
Como he introducido la referencia a M. de la Fayette, me
tomo la libertad de aadir una ancdota relativa a su discur
so de despedida al Congreso de Amrica, pronunciado en
1783, que me vino a la mente al leer el estrepitoso ataque
del Sr. Burke a la Revolucin Francesa. M. de la Fayette fue
a Amrica en los momentos iniciales de la guerra y sigui
como voluntario a su servicio hasta el final. Su conducta du
rante toda aquella empresa es una de las ms extraordinarias
que quepa hallar en la historia de un joven, a la sazn de
poco ms de veinte aos de edad. Se hallaba en un pas que
era el lugar ideal para los placeres sensuales, y gozaba de los
medios para disfrutar de ellos, cun pocos se podra encon
trar que cambiran ese escenario por los bosques y las hos
quedades d Amrica, para pasar los aos ms floridos de la
juventud sumidos en un peligro y uas estrecheces nada ren
tables! Pero as Ocurri. Cuando termin la guerra y estaba a
punto de despedirse, se present al Congreso y al contem
plar, en su afectuosa despedida, la revolucin que acababa de
presenciar, se expres Con estas palabras: Que este gran
monumento erigido a la Libertad sirva de leccin al opresor
y de ejemplo al Oprimido! Cuando lleg este discurso a ma
nos del Dr. Franklin, que a l sazn se hllaba en Francia,
ste pidi al conde de Vergennes7 que se insertara en la Ga
ceta francesa, peto jams logr obtener su consentimiento.
La verdad es que el conde de Vergennes era un dspota
aristocrtico en su pas y tema el ejemplo de la revolucin
americana en Firancia igual que determinadas personas te
42 Thomas Paine

men hoy el ejemplo de la Revolucin Francesa en Inglaterra,


y el tributo del temor que rinde el Sr. Burke (pues as es
como hay que considerar su libro) tiene un paralelo en esa
negativa del conde de Vergennes. Pero volvamos ms en
particular a su obra:
Hemos visto, dice el Sr. Burke, cmo los franceses se
rebelaban contra un monarca apacible y legtimo, con ms
furia, encono e insulto con que se haya visto jams a un pue
blo levantarse contra el usurpador ms ilegtimo, o contra el
tirano ms sanguinario. Este es uno de los mil casos en que
el Sr. Burke demuestra que ignora las fuentes y los princi
pios de la Revolucin Francesa.
No fue contra Luis XV I, sino contra los principios del go
bierno desptico contra los que se levant la nacin. Esos
principios no tenan sus orgenes en el rey, sino en la institu
cin en s, desde hace muchos siglos, y estaban d e m a sia d o
profundamente arraigados para que se pudieran eliminar, y
aquellos establos de Augas de parsitos y ladrones estaban
demasiado abominablemente sucios para que se pudieran
limpiar de otro modo que no fuera una revolucin completa
y universal. Cuando resulta necesario hacer algo, es preciso
ponerse a ello con todo el corazn y el alma, o no intentarlo.
As se lleg a la crisis, y no quedaba ms opcin que actuar
con vigor decidido o no actuar en absoluto. Se saba que el
Rey era amigo de la nacin, y esta circunstancia fue favora
ble a la empresa. Es posible que ningn hombre criado en el
estilo de rey absoluto poseyera jams un nimo tan poco dis
puesto al ejercicio de esa especie de poder como e) actual
rey de Francia. Pero los principios del gobierno en s se
guan siendo los mismos. El Monarca y la Monarqua eran
dos cosas distintas y separadas; y fue contra el despotismo
establecido de la ltima, y no contra la persona o los princi
pios del primero, contra el que se inici la revuelta y se ha
llevado a cabo la revolucin.
El Sr. Burke no hace caso de la distincin entre hombres y
principios, y por ello no advierte que una revuelta puede lle
varse a cabo contra el despotismo de los ltimos sin necesi
dad de que se hagan acusaciones de despotismos a los primeros.
Derechos del Hombre 43

La natural moderacin de Luis XV I no contribuy en


nada a alterar el despotismo hereditario de la monarqua:
todas las tiranas de anteriores reinados, practicadas en vir
tud de aquel despotismo hereditario, podan todava resucitar
en manos de un sucesor. No era el respiro de un reinado lo
que satisfara a una Francia tan ilustrada como haba llegado
a ser ese pas. Una interrupcin casual de la prctica del des
potismo no es una interrupcin de sus principios; la primera
depende de la virtud del individuo que se halla en posesin
inmediata del poder; la segunda, de la virtud y el vigor de la
nacin. En el caso de Carlos I y de Jacobo II de Inglaterra; la
revuelta se dirigi contra el despotismo personal de los hom
bres, mientras que en Francia fue contra el despotismo here
ditario del sistema de gobierno. Pero quienes pueden consig
nar los derechos de la posteridad para siempre basndose en
la autoridad de un pergamino polvoriento, como el Sr. Burke,
no estn calificados para juzgar esta revolucin. Abarca un
campo demasiado vasto para que lo exploren con su vista, y
avanza a tal velocidad bajo el impulso de la razn, que ellos
no pueden seguirla.
Pero son muchos los puntos de vista desde los que cabe
contemplar esta revolucin. Cuando el despotismo lleva si
glos enteros establecido en un pas, como en Francia, no re
side slo en la persona del Rey. As aparece en la superficie
y en la autoridad nominal, pero no es as en la prctica ni en
los hechos. Sienta sus reales en todas partes. Todo cargo y
todo departamento tiene su despotismo, fundado en la cos
tumbre y en el uso. Todo lugar tiene su Bastilla, y toda Bas
tilla su dspota. El despotismo hereditario inicial, residente
en la persona del rey, se divide y subdivide en mil formas y
modos, hasta que al final todo l se practica por delegacin.
As ocurra en Francia, y contra esa especie de despotismo,
que acta mediante un laberinto interminable de cargos, has
ta que la fuente apenas s es perceptible, no hay forma de re
paracin. Se refuerza al revestirse de la apariencia del deber,
y tiraniza so pretexto de obedecer.
Cuando uno reflexiona acerca de la condicin en que se
hallaba Francia debido al carcter de su gobierno, se advier
ten otras causas de revolucin, adems de las que guardan
44 Thomas Paine

relacin inmediata con la persona o el carcter de Luis XVI.


Haba, si me permito expresarlo as, mil despotismos que re
formar en Francia, que se haban desarrollado bajo el despo
tismo hereditario del monarca y estaban tan arraigados que
en gran medida eran independientes de l. Entre la Monar
qua, el Parlamento y la Iglesia exista una rivalidad de despo
tismo, adems del despotismo feudal que actuaba iocahnente
y del despotismo ministerial que actuaba en todas partes.
Pero el Sr. Burke, al considerar al Rey como nico objeto
posible de revuelta, habla como si Francia fuera una aldea,
todo lo que pasa en la cual, debe estar en conocimiento del
comandante del puesto, y donde no poda practicarse ningu
na opresin que no pudiera controlar inmediatamente aqul.
El Sr. Burke podra haber estado en la Bastilla toda su vida,
tanto bajo Luis X V I como bajo Luis XIV , sin que ni el uno
ni el otro se enterasen de la existencia d e un tal Sr. Burke.
Los principios despticos de gobierno eran los mismos en
ambos reinados, aunque los caracteres de los hombres- dista
sen entre si tanto com o d is ta n la tirana y la-benevolencia;
Lo que el Sr. Burke considera como un reproche a la Re
volucin Francesa (el que se haya realizado bajo un reinado
ms suave que los precedentes) es una de sus mayores'hon
ras. Las revoluciones que han ocurrido en otros pases euro-
peois se han visto impulsadas por l-odio personal. La ira se
diriga contra el hombre, que se converta en la vctima:
Pero en el caso de Francia asistimos a una revolucin rege
nerada en la contemplacin racional de los derechos del
hombre, y que distingue desde el comienzo entre las perso
nas y los principios. : .
Pero el Sr. Burke no parece tener idea de los principios
cuando contempla' los gobiernos. Hace diez aos, dice,
podra haber felicitado a Francia por tener n gobierno sin
preguntar cul era el carcter de ese'gobierno, ni cmo esta
ba administrado. Son esas palabras de un hombre racional?
Son las palabras de un corazn que siente lo que debera
sentir por los derechos y la felicidad de la raza humana? Se
gn ese criterio* el Sr. Butke debera' felicita a todos los go
biernos del mundo mientras se olvida totalmente de las-vc
timas que padecen bajo ellos, sea porque se las vende Como
Derechos del Hombre 45

esclavas o porque se les arrebata la existencia con torturas.


Es el poder, y no los principios, lo que venera el Sr. Burkc, y
esa abominable depravacin hace que quede descalificado
para juzgar entre una cosa y la otra. Eso por lo que respecta
a sus opiniones acerca de las circunstancias de la Revolucin
Francesa. Paso ahora a otras consideraciones.
Cono2co un sitio de Amrica llamado Punta sin Punto
prqe al avanzar pr la Costa, alegre y florida cmo el len
guaje del Sr. Burke, parece retroceder constantemente y
siempre queda distante de uno, pero cuando se llega lo ms
lejos- que se puede llegar, no existe ninguna puta. Precisa-
mente lo mismo que ocurre con las trescientas cincuenta y
seis pginas del Sr. Burke. Por eso resulta difcil replicarle.
Pero como se puede inferir el punto que desea establecer por
aquello a lo que insulta, es en sus paradojas donde debemos-
buscar sus argumentos.
' Eft cuanto a las trgicas visiones con las que el Sr. Burke
ha inflamado su propia imaginacin, y trata de influir en las
de sus lectores, estn bien ideadas para la representacin tea
tral, donde los datos se manufacturan en aras del espectculo
y se" manipulan para provocar, mediante la blandura de la
simpata, un efecto lacrimgeno. Pero el Sr. Burke debera
recordar que est escribiendo Historia y no Teatro, y que sus
lectores esperan la verdad, y no el chorro retrico de una de
clamacin altisonante.
Cuando vemos que alguien se lamenta dramticamente en
una publicacin que aspira a la credibilidad de que Ha ter
minad la era de la caballera!*, de que Se ha extinguida para siem
pre Id gloria de irop!, de que Ha desaparecido la gracia gratui
ta de la vida [suponiendo que alguien entinda en qu consis
te eso], la defensa barata de las naciones, el aya del sentimiento viril
y la empresa heroica!, y todo ello porque ha desaparecido la
era quijotesca de esa tontuna de la caballera, cqu opinin

* Las palabras Ha terminado no constan en varias ediciones, con lo que


la frase queda incompleta, pero s aparecen en las de Bonner, Foner y Co-
llins. (N, dti T.)
46 Thomas Paine

podemos formarnos de su juicio, o que fe podemos poner en


sus datos? En la rapsodia de su imaginacin ha descubierto
un mundo de molinos de viento, y lo que lamenta es que no
haya Quijotes para atacarlos. Pero si desapareciese la era de
la aristocracia, como la de la caballera (y en un principio tu
vieron un cierto parentesco), es posible que el Sr. Burke, el
trompetero de la Orden, continuase su parodia hasta el fi
nal, y terminase exclamando: Ha terminado la ocupan de
Otelo! .
Pese a las horrendas descripciones del Sr. Burke, cuando
se compara la Revolucin Francesa con las revoluciones de
otros pases lo asombroso es que se haya distinguido por tan
pocos sacrificios, pero este asombro cesa cuando reflexiona
mos que los objetos cuya destruccin se meditaba eran princi
pios, y no personas. En el nimo de la nacin actuaba un est
mulo ms alto que el que poda inspirar la consideracin de
las personas, y aqul aspiraba a una conquista ms elevada
que la que poda producir la cada de un enemigo. Entre, los
pocos que cayeron no parece que se buscara adrede a ningu
no. Todos ellos recibieron su destino por las circunstancias
del momento, y no se los persigui con el espritu de ven
ganza prolongada, a sangre fra e implacable con que se per
sigui a los desdichados escoceses en el asunto de 17458.
A todo lo largo del libro del Sr. Burke no observo que se
mencione la Bastilla ms que una vez, y eso con una espe
cie de implicacin de que lamenta su destruccin y deseara
que se reconstruyera. Nosotros hemos reconstruido Newga-
te, dice, y hecho habitar la mansin, y tenemos prisiones
casi tan fuertes como la Bastilla para quienes osen difamar a
las reinas de Francia *. En cuanto a lo que pudiera decir un
loco como la persona llamada Lord George Grdon9, para

* Desde que escrib lo que antecede he hallado otros dos lugares en el fo


lleto del Sr. Burke en los que se menciona la Bastilla, pero en el mismo
sentido. En uno la presenta como una especie de cuestin por dilucidar, y
pregunta: Obedecer cordialmente alguno de los ministros que ahora sir
ven a ese rey, con nada ms que una apariencia decente de respeto, las rde
nes de aquellos a quienes nada ms que ayer, en su nombre, haba enviado a la
Derechos del Hombre 47

quien Newgate es ms bien un manicomio que una crcel,


no merece la pena de una consideracin racional. Fue un
loco quien redact el libelo, y ya es bastante excusa, y ello
brind una oportunidad para confinarlo que era lo que se de
seaba. Pero lo cierto es que el Sr. Burke, que no se autocali-
fica de loco (aunque otros podran hacerlo), ha escrito un
libelo sin la mas minina provocacin, y con el estilo ms
grosero insultante y vulgar, contra toda la autoridad repre
sentati va de Francia, y sin embargo el Sr. Burke ocupa un
escao en la Cmara de los Comunes! Ante su violencia y su
pesadumbre, su silencio sobre algunos aspectos y sus excesos
sobre otros, no resulta difcil creer que el Sr. Burke siente
mucho, muchsimo, que se haya derribado el poder arbitra
rio, el poder del papa y el de la Bastilla.
No ha lanzado una mirada de compasin, no se ha hecho
una sola reflexin conmiserativa que yo pueda hallar en todo
su libro sobre las vidas ms terribles, sobre quienes arrastra
ron la ms miserable de las vidas, una vida sin esperanza en
la ms horrible de las prisiones. Resulta penoso advertir
cmo alguien consagra su talento a corromperse. La Natura
leza ha sido ms amable con el Sr. Burke que l con ella. No
le afecta a l la realidad del dolor que llega a su corazn, sino
la apariencia espectacular del dolor que le penetra en la ima
ginacin. Llora al ver el plumaje, pero se olvida del pjaro
que agoniza. Acostumbrado a besar la mano aristocrtica
que le ha privado de su propio ser, se degenera en una com
posicin artstica y se ve abandonado por el alma verdadera
de la naturaleza. Su hroe o su herona han de ser vctimas
de tragedia que expiran espectacularmente, y no los presos
de carne y hueso de la desgracia que van deslizndose hacia
la muerte sumidos en el silencio de una mazmorra.
Como el Sr. Burke ha pasado por alto todo lo ocurrido en
la Bastilla (y su silencio no dice nada en su favor), y ha en

Bastilla? En e l otro, la toma se menciona como si implicara delincuencia


por parte de los guardias franceses, que ayudaron en la demolicin. No han
olvidado, dice, la toma de los castillos del rey en Pars. Este es el Sr. Bur
ke, que pretende escribir acerca de la libertad constitucional. (N ota de! au
tor.) -
48 Thomas Paine

tretenido a sus lectores con reflexiones sobre hechos supues


tos tergiversados hasta convertirlos en verdaderas falseda
des, voy a hacer, ya que l no lo ha hecho, una relacin de
las circunstancias que precedieron a aquello. Servir para de
mostrar que difcilmente podra un acontecimiento tal haber
se producido con menos violencia cuando se considera en el
contexto de las provocaciones traicioneras y hostiles de los
enemigos de la revolucin.
Difcilmente puede la imaginacin pintarse una escena
ms tremenda que la que representaba la ciudad de Pars en
el momento de la toma de la Bastilla y dos das antes y des
pus, ni percibir la posibilidad de que se calmara tan pronto.
Visto a distancia, lo ocurrido parece simplemente un acto de
herosmo aislado, y la estrecha relacin poltica que tuvo con
la revolucin se pierde en la brillantez de aquel xito. Pero
debemos estudiar la forma en que la fuerza de las partes en
presencia llev a unos a enfrentarse con otros y disputar la
contienda. La Bastilla haba de ser el premio o la prisin de
los asaltantes. Su cada comprenda la idea de la cada del
despotismo, y esta imagen compleja llegaba, figurativamente,
a representar algo con una relacin estrecha como la existen
te entre el Castillo de la Duda y el Gigante de la Desespera
cin de Bunyan10.
La Asamblea Nacional, antes de la toma de la Bastilla y en
el momento de realizarse sta, estaba reunida en Versalles,
distante doce millas de Pars. Aproximadamente una semana
antes del levantamiento de los parisinos y de que stos toma
ran la Bastilla se descubri -que se estaba formando una
conspiracin, a cuya cabeza figuraba el conde de Artois,
hermano menor del rey, para aplastar la Asamblea Nacional,
capturar a sus miembros y as aniquilar, mediante un coup de
main, todas las esperanzas y las perspectivas de formar un
gobierno libre. Para bien de la humanidad, as como de la li
bertad, este plan no tuvo xito. No faltan ejemplos que de
muestren lo terriblemente vengativos y crueles que son to
dos los antiguos gobiernos cuando alcanzan el xito contra
lo que ellos califican de revuelta.
Este plan deba venirse contemplando desde haca algn
tiempo, pues para ponerlo en ejecucin haca falta reu
Derechos del Hombre 49

nir una gran fuerza militar en torno a Pars y cortar todas las
comunicaciones entre la ciudad y la Asamblea Nacional reu
nida en Vcrsalles. Las tropas destinadas a este servicio eran
sobre todo tropas extranjeras pagadas por Francia, a las que,
con este fin concreto, se sac de las provincias distantes en
que estaban entonces acuarteladas. Cuando se las reuni, en
nmero de entre veinticinco y treinta mil, se consider que
haba llegado el momento de poner en ejecucin el plan. In
mediatamente se despidi a los ministros que estaban en el
poder, simpatizantes de la revolucin, y se form un nuevo
ministerio con quienes haban concertado el proyecto, entre
los cuales figuraba el ,conde de Broglio11, a quien se le con
fi el mando de esas tropas. El carcter de ese hombre, que
se me descubri en una carta que comuniqu al Sr. Burke
antes de que este ltimo empezara a escribir su libro, y de
fuente que el Sr. Burke sabe perfectamente era buena, era el
de un aristcrata altivo, fro y capaz de todo lo peor.
Mientras iban pasando estas cosas, la Asamblea Nacional
se hallaba en la situacin ms crtica y peligrosa en la que se
pueda suponer acta un grupo de hombres. Se trataba de que
fueran ellos las vctimas, y ellos lo saban. Estaban respalda
dos por los nimos y los anhelos de su pas, pero autoridad
militar no tenan ninguna. Los guardias de Broglio rodearon
el recinto en que se reuna la Asamblea, dispuestos a capturar
sus personas en cuanto se lo ordenaran, igual que haban he
cho el ao anterior con el,Parlamento de Pars. Si la Asam
blea Nacional hubiera traicionado la confianza puesta en
ella, o si hubiera dado muestras de debilidad o temor, sus
enemigos se habran sentido alentados y el pas deprimido.
Cuando se suman la situacin en que se hallaban, la causa a
que se haban entregado y la crisis 4 punto de estallar, que de
terminara su suerte personal y poltica y la de su pas, y proba
blemente de Europa, slo un nimo encallecido por el prejui
cio o corrompido por la dependencia puede evitar el desear su
xito.
En aquella poca era presidenta de la Asamblea Nacional
el arzobispo de Vienne, persona demasiado anciana para so
portar la escena que podra producirse en unos das o en
unas horas. Haca falta un hombre ms activo y ms osado, y
50 Thomas Paine

la Asamblea Nacional eligi (en forma de vicepresidente,


pues la presidencia sigui residiendo en el arzobispo) a M.
de la Fayette; y ste es el nico caso en que se eligi un vice
presidente. Fue en el momento en que se cerna esta tormen
ta (el 11 de julio) cundo M. de la Fayette present una de
claracin de derechos, la misma que se menciona en la pgi
na 33. Se redact a toda prisa, y no es sino una parte de la de
claracin ms extensa de derechos que ms tarde convino y
adopt la Asamblea Nacional. El motivo concreto por el que
se present en aquel momento (me h informado despus M.
de la Fayette) fue que, si la Asamblea Nacional caa en la
destruccin que la amenazaba, algn rastro de sus principios
tuviera la oportunidad de sobrevivir al naufragio.
Ahora todo iba entrando en crisis. Se trataba de ser libres
o ser esclavos. De un lado, un ejrcito de casi treinta mil
hombres; del otro, un grupo desarmado de ciudadanos, pues
los ciudadanos de Pars de quienes entonces haba de depender
inmediatamente la Asamblea Nacional, estaban tan desarma
dos y eran tan indisciplinados como los ciudadanos de Lon
dres hoy da. Los guardias franceses haban revelado claros
sntomas de lealtad a la causa nacional, pero sus nmeros
eran reducidos, ni una dcima parte de la fuerza que manda
ba Broglio, y sus oficiales eran partidarios de Broglio.
Cuando las cosas ya estaban listas para la ejecucin, el
nuevo ministerio ocup sus puestos. El lector tendr presen
te que la Bastilla se tom el 14 de julio; el momento del que
estoy hablando ahora es el da 12. Inmediatamente despus de
llegar a Pars la noticia del cambio de ministerio, aquella tar
de, cerraron todos los teatros y lugares de diversin, las tien
das y las casas. El cambio de ministerio se consider como
preludio de las hostilidades, opinin que estaba bien funda
da.
Las tropas extranjeras empezaron a avanzar sobre la ciu
dad. El prncipe de Lmbese, al mando de un grupo de ca
ballera alemana, se acerc por la plaza de Luis X V , que se
abre a varias calles. En su marcha, insult a un anciano y lo
golpe con la espada. Los franceses se distinguen por s res
peto a los ancianos, y la insolencia con que se perpetr aquel
acto, sumada al fermento general en que se hallaban, prdu-
Derechos del Hombre 51

jo un gran efecto, y en un momento corri por toda la ciu


dad el grito de A las armas! A las armas!
Armas no tenan, y casi nadie saba utilizarlas, pero la re
solucin desesperada, cuando estn en juego todas las espe
ranzas, suple, de momento, a la falta de armas. Cerca de
donde se hallaba el prncipe de Lmbese haba montones de
piedras llevadas all para construir el puente nuevo, y las
gentes atacaron a la caballera a pedradas. Un grupo de guar
dias franceses, al or los disparos, sali corriendo de su cuar
tel y se sum al pueblo; y al caer la noche la caballera se re
tir.
Como las calles de Pars son estrechas, resultan favorables
para la defensa, y como las casas, que tienen muchos pisos,
son altas y desde ellas se pueden causar muchos daos, eso
las haca lugares seguros contra empresas nocturnas, y la no
che la pasaron dotndose de armas de todos los tipos que po
dan hacer u obtener: fusiles, espadas, martillos de herrero,
hachas de carpintero, barras de hierro, picas, alabardas, tri
dentes, espetones, porras, etc. Las cantidades increbles con
las que se reunieron a la maana siguiente, y la resolucin
todava ms increble de que dieron muestra, avergonzaron y
asombraron a sus enemigos. Poco se esperaba tal saludo el
nuevo ministerio. Acostumbrados ellos mismos a la esclavi
tud, no tenan idea de que la Libertad poda dar tanta inspi
racin, ni de que un grupo de ciudadanos desarmados osarfe
hacer frente a una fuerza militar de treinta mil hombres. To
dos los momentos de aquel da se dedicaron a reunir armas,
concertar planes y organizarse en el mejor orden posible
para un movimiento tan instantneo. Broglio sigui aposta
do cerca de la ciudad, pero aquel da no avanz ms, y la no
che siguiente pas con tanta tranquilidad como poda ocurrir
en semejante escenario.
Pero los ciudadanos no aspiraban nicamente a defender
se. Estaba en juego una causa de la que dependan su liberr
tad o su esclavitud. A cada momento esperaban que los ata
caran o enterarse de que haban atacado a la Asamblea Na
cional, y en situaciones as, a veces las mejores medidas son
las ms rpidas. El objetivo que se presentaba ahora era la
Bastilla, y el clat de la toma de tal fortaleza frente a tal ejr
52 :Thomas Paine

cito no poda por menos de inspirar el terror en el nuevo


ministerio, que todava apenas s haba tenido tiempo d reu
nirse. Gracias a la intercepcin d alguna correspondencia
aquella misma maana se haba descubierto que el alcalde
de Pars, M. Deffleselles12, que aparentemente era de los
suyos, los estaba traicionando, y aquel descubrimiento no
dejaba lugar a dudas de que a la tarde siguiente Broglio re
forzara la Bastilla. Por ende, era necesario atacarla aquel
da, pero antes de que eso resultara posible, primero era ne
cesaria obtener ms armas que las que se posean hasta bl
momento.
Haba, cerca d la ciudad, un gran arsenal d armas depo
sitadas en el Hospital de los Invlidos, que los ciudadanos
conminaron a rendirse, y como el lugar no era defendible, ni;
haba grandes nimos para defenderlo, pronto lograron l
xito. As provistos, marcharon a atacar la Bastilla: na vas
ta multitud de todas las edades y de todos los estamentos, ar
mada con toda suerte d armas. La imaginacin no logra
describirse a S misma el aspecto de tal procesiri, ni la ansie
dad ante los acontecimientos que podran producirse en unas
horas o unos minutos. Los planes que el ministerio estuviese'
formando eran tan desconocidos del pueblo d la ciudad
como deconocfa el ministerio lo que estaban hciendo los
ciudadanos, igualmente desconocan los ciudadanos las
maniobras que pudiese hacer Broglio para apoyar o reforzar
la plaza. Todo era misterio y azar.
Que se tac a la Bastilla con un entusiasmo hroic tal
como slo poda inspirar el ms alto impulso de la libertad, y
que s tom en el espacio de unas horas, es un aconteci
miento que el mundo conoce cabalmente. No procedo a de
tallar el ataque, sino a sacar a la luz h conspiracin contra la
nacin que lo provoc y que cay con la Bastilla. La prisin
a la que el nuevo ministerio qura condrir a la Asamblea
Nacional, adems de ser el altar mayor y el castillo del des
potismo, se convirti en el objeto adecuado para comenzar.
Esta empresa derrib l rhievo ministerio, que ahora empez
a huir-de la ruina que haba preparado para otros. Las tropas
de Broglio se dispersaron, y hasta l mismo se dio a la fuga.
El Sr. Burke ha hablado mucho de conspiraciones, pero ni
Derechos del' Hombre 53

una sola ve2 ha mencionado esta conspiracin contra la


Asamblea Nacional y las libertades de la nacin, y para no
hacerlo ha pasado por alto todas las circunstancias que lo ha
bran obligado a hacerlo. Los exiliados que han huido de
Francia, cuya causa tanto le interesa, huyeron como conse
cuencia dcl aborto de esta conspiracin. No haba ninguna
conspiracin contra ellos; eran ellos quienes conspiraban
contra otros; y quienes, cayeron sufrieron, como proceda, el
castigo que se estaban disponiendo a aplicar. Pero, dir el
Sr. Burke que si aquella conspiracin, urdida con la sutileza
de una emboscada, hubiera triunfado, el grupo triunfador
habra contenido su ira de forma tan inmediata? Que la his
toria de todos los antiguos gobiernos responda a esta pre
gunta.
A quin ha llevado al patbulo la Asamblea Nacional? A
nadie. Ella misma era la vctima pretendida de esta conspira
cin y no. tom represalias; por qu, pues, se la acusa de
una venganza que no se ha tomado? En el tremendo estalli
do de todo un pueblo. en el que todos los grados, los tempe
ramentos y los caracteres se confunden, y se liberan median
te un milagroso esfuerzo, de1 la destruccin meditada contra
ellos, es de esperar que no pase nada? Cuando los hombres
sienten las llagas de: las! opresiones y se ven amenazados con
la perspectiva de otras nuevas, es de prever la calma de la
filosofa o la parlisis de la insensibilidad? El Sr. Burke lanza
exclamaciones contra los abusos, pero el mayor es el que l
mismo comete. Su libr les'un volumen abusivo, no excusa
do por el impulso de un momento, sino acariciado a lo largo
de un espacio de dieiz meses; y, sin embargo, el Sr. Burke no
sufra provocaciones, ni estaba en juego su vida, ni inters al
guno.
En este combate cayeron ms ciudadanos que adversarios
de stos; pero el puebld se apoder de cuatro o cinco perso
nas y les dia la muerte instantnea: el gobernador de la Bas
tilla y el alcalde de Pars, detectado cuando estaba a punto
de cometer la traicin; y despus Foulon, miembro del nue
vo ministerio, y Berthier13, su yerno, que haba aceptado el
cargo de intendente de Pars. Les cortaron la cabeza, que
clavaron en picas y pasearon por la ciudad, y en torno a este
54 Thomas Paine

modo de castigo va creando el Sr. Burke gran parte de sus


trgicas escenas. Por ende, examinemos cmo se les ocurri
a la gente la idea de castigarlos as.
Los hombres aprenden d los gobiernos bajo los cuales vi
ven, y toman en represalia los castigos que han estado acos
tumbrados a contemplar. Las cabezas clavadas en picas, que
seguan aos y aos clavadas en Temple Bar14 no diferan en
nada del horror de la escena de las paseadas en picas por Pa
rs; pero aquello lo hizo el Gobierno ingls. Quiz quepa de
cir que a un hombre no le importa lo que se le haga despus
de muerto, pero a los vivos les importa mucho; o bien les
tortura los sentimientos o les endurece el nimo, y en ambos
casos les ensea a castigar cuando el poder cae en sus ma
nos. ;
Crtese, pues, la raz, y ensese humanidad a los gobier
nos. Son sus castigos sanguinarios los que corrompen a la
humanidad. En Inglaterra, el castigo en determinados casos
consiste en colgar, abrir en canal y descuartizar; a la vctima se
le arranca el corazn, que se exhibe a la vista del pblico. En
Francia, bajo el antiguo gobierno, los castigos no eran me-,
nos brbaros. Quin no recuerda la ejecucin de Damien15,
descuartizado por caballos? El efecto de esos crueles-espec
tculos que se exhiben al pblico es destruir la ternura o in-
itar a la venganza, y mediante la vil y falsa idea de gobernar
los hombres por el terror, en lugar de por la razn, secori-
\ erten en precedentes. El gobierno por el terror tiene por
i bjeto actuar sobre la clase ms baja de la humanidad, y en
sta es en la que ejerce sus peores efectos. Sus miembros tie
nen sufiente sentido para apreciar que ellos son los objetos a
los que se destina, y a su vez infligen los ejemplos del terror
que se les ha enseado a practicar.
Existe en todos los pases europeos una clase numerosa de
gentes de esa categora, a las que en Inglaterra se califica de
las turbas. A esa clase pertenecan quienes cometieron los
incendios y las devastaciones de Londres en 1780, y a esta
clase pertenecan quienes pasearon por Pars las cabezas cla
vadas en picas. Foulon y Berthier fueron capturados en el
campo y enviados a Pars para que se les juzgara en el Hotel
de Ville, pues la Asamblea Nacional, en cuanto el nuevo mi
Derechos del Hombre 55

nisterio ocup sus cargos; aprob un decreto que comunic


al rey y al Gabinete en el sentido de que la Asamblea Nacio
nal considerara al ministerio, del que formaba parte Foulon,
responsable por las medidas que aconsejaba y aplicaba; pero
las turbas, irritadas por la aparicin de Foulon y de Berthier,
se los arranc a sus guardianes antes de que llegaran al Hotel
de Ville y los ejecut inmediatamente. Por qu, pues, acusa
el Sr. Burke de abusos de este tipo a todo un pueblo? Igual
podra acusar de los motines y los abusos de 1780 a todo el
pueblo de Londres, y de los de Irlanda a todos sus compa
triotas.
Pero todo l que vemos u omos que ofende nuestros sen
timientos y dice mal del carcter humano debe llevara refle
xiones distintas del reproche. Incluso los seres que cometen
esos actos tienen algn derecho a nuestra consideracin.
Cmo ocurre, entonces, que clases tan vastas de la humani
dad, a las que se da el calificativo de el populacho, o el de
turbas ignorantes, sean tan numerosas en todos los pa/ses
antiguos? En el instante en que nos hacemos esta pregunta
la reflexin halla una respuesta. Surgen, como consecuencia
inevitable, de la mala construccin de todos los gobiernos
antiguos de Europa, con Inglaterra incluida junto con el res
to. Es la exaltacin deformadora de algunos hombres lo que
lleva a otros a quedar deformadoramente envilecidos, hasta
que todo queda fuera de su naturaleza. A una vasta masa de
la humanidad se la pinta degradada, como si no formase
ms que el fondo del cuadro de la humanidad, con objeto de
resaltar delante de ella, con la mayor brillantez, el espectcu
lo de tteres del Estado y la aristocracia. En el comienzo de
una revolucin, esos hombres son ms bien los vivanderos de
los combatientes, y no los portaestandartes de la libertad, y
sin embargo hay que ensearles a reverenciar a sta.
Le concedo al Sr. Burke todas sus teatrales exageraciones
como si fueran realidades y despus le pregunto si no esta
blecen la certeza de lo que estoy diciendo. Si reconoce que
son verdad, ello revela la necesidad de la Revolucin Fran
cesa con tanta claridad como si l mismo la afirmase. Esos
abusos no fueron el efecto de los principios de la revolucin,
sino de la degradacin mental que exista antes de la revolu
56 Thomas Paine

cin, y que se pretende reformar con la revolucin. Atri


buyalos a su verdadera causa y hgale usted reproches por
ello a su propio bando.
Honra a la Asamblea Nacional y al Ayuntamiento de Pars
el que durante aquella tremenda escena de armas y confusin,
incontolable por ninguna autoridad, pudieran, por la in
fluencia del ejemplo y la exhortacin, imponer tanta modera
cin. Nunca se hicieron tantos esfuerzos por instruir e ilus
trar a la humanidad, y por hacer que sta viera que su inters
era la virtud, y no la venganza, como los mostrados en la re
volucin de Franpia. Paso ahora a formular algunas observa
ciones sobre el relato que hace el Sr. Burke d la expedicin
a Versalles, los das 5 y 6 de octubre.
No puedo considerar el libro del Sr. Burke bajo ninguna
otra luz que la de una interpretacin dramtica; y l debe,
creo, haberlo considerado a esa misma luz, dadas las liberta
des poticas que se ha tomado de omitir algunos hechos, de
formar otros y manejar toda k maquinaria de modo que pro
duzca un efecto teatral. De ese gnero es su relato de la ex
pedicin a Versalles. Lo comienza omitiendo los nicos he
chos que se conbcen con certidumbre como causas; todo lo
dems es conjetura, incluso en Pars, y despus labora un
cuento ajustado a sus propias pasiones y sus propios prejui
cios.
Es de observar a todo lo largo del libro del Sr. Burke que
nunca habla de conspiraciones contra la revolucin,, cundo
es de esas conspiraciones de las que surgen todos los proble
mas. Para sus fines le viene bien exhibir las consecuencias
sin sus causas. Esta es una de las artes del drama. Si los cr
menes de los hombres se exhibieran sin sus sufrimientos, a
veces se perdera el efecto teatral, y el pblico se sentira in
clinado a dar su aprobacin cuando lo que'se pretenda era
provocar su conmiseracin.
Al cabo de todas las investigaciones que se han hecho de
este intrincado asunto (la expedicin Versalles), todava si
gue envuelto en el gnero de misterio que siempre -acompaa
a los acontecimientos producidos m por una acumulacin
de circunstancias extraar que por un designio fijo. Mientras
los caracteres de los hombres estn en formcin, como
Derechos del Hombre 57

siempre ocurre en las revoluciones, existe una sospecha rec


proca, y una disposicin a interpretarse mal mutuamete; e
incluso hay partes directamente enfrentadas en principio que
a veces coinciden ert impulsar el mismo movimiento a partir
de perspectivas muy diferentes y con la esperanza de produ
cir consecuencias muy diferentes. En este complicado asun
to, cabe descubrir mucho de esto, y sin embargo la solucin
del todo era la que nadie contemplaba.
Lo nico que se sabe con seguridad es que en aquellas fe
chas se haba despertado una considerable intranquilidad en
Pars debido a las dilaciones del rey en cuanto a sancionar y
tramitar los-decretos de la Asamblea Nacional, en particular
la Declaracin de los Derechos del Hombre y los decretos del cua
tro de agosto, que contenan los principios bsicos sobre los
que se iba a erigir la constitucin. La conjetura ms benvo
la, y quiz,Ja ms justa, sobre esta cuestin es que algunos de
los ministros se proponan hacer algunos comentarios y ob
servaciones sobre ciertas partes de ellos antes de su sancin
final y su envo a las provincias; pero, en todo caso, los ene
migas de la revolucin se sintieron esperanzados con la dila
ciones, que a los amigos de la revolucin causaban intran
quilidad. ,
En este estado de suspensin, la Carde du Corps, que esta
ba integrada, como suelen estarlo esos regimientos, por per
sonas muy relacionadas con la Corte, ofreci una diversin
en Versalles (el 1. de octubre) a unos regimientos extranje
ros que acababan de llegar, y cuando la diversin estaba en
su momento lgido, a na seal dada la Gardt du Corps se
arranc la escarapela nacional de-los sombreros, la pisote y
la sustituy^ por una escarapela opuesta preparada a ese fin.
Una indignidad de ese tipo equivala a un desafo. Era como
una declaracin de guerra, y cuando los hombres lanzan de
safos deben prever las consecuencias. Pero todo esto d Sr.
Burke lo ha mantenido cuidadosamente en silencio. Empieza
su relato diciendo: La Historia dejar constancia de que en
la macana del 6 de octubre de 1789, el Rey y la Reina de
Francia* tras un da de confusin, alarma, desesperacin y
matanza, reposaron bajo la promesa de seguridad dada por la
fe pblica de conceder a la naturaleza unas horas de respiro
58 Thomas Paine

y un agitado reposo melanclico. Este no es el estilo de la


historia, ni lo que con ella se pretende. Lo deja todo a la su
posicin y es confuso. Cabra pensar por lo menos que haba
habido una batalla; y probablemente la habra habido si no
hubiera sido por la prudencia moderada de aquellos a quienes
el Sr. Burke envuelve en sus censuras. Al dejar fuera de su
cuadro a la Garde du Crps, el Sr. Burke se ha permitido la li
cencia dramtica de colocar al rey y a la reina en el lugar
de aqulla, como si el objeto de la expedicin fuera contra
los Reyes. Pero volvamos a mi relato:
Aquella conducta de la Garde du Corps, como era de pre
ver, alarm y enfureci a los parisinos. Los colores de la
causa haban llegado a indentificarse tanto con la causa mis
ma que era imposible no advertir la intencin del insulto, y
los parisinos estaban decididos a pedir explicaciones a la
Garde du Corps. Desde luego, nada tena de cobarde ni de
asesino el marchar a la luz del da para exigir satisfaccin, si
cabe utilizar esa frase, de un grupo de hombres armados que
volunrariamente haban lanzado un desafo. Pero la circuns
tancia que sirve para crear confusin en el asunto es que los
enemigos de la revolucin parecen haberlo alentado tanto
como sus amigos. Los unos esperaban impedir una guerra
civil si le ponan freno a tiempo, y los otros iniciarla. Las es
peranzas de los adversarios de la revolucin se cifraban en
poner al rey de su lado, y en llevarlo de Versalles a Metz,
donde esperaban reunir una fuerza y levantar su estandarte.
Vemos, pues,1que hay dos objetivos diferentes que se presen
tan al mismo tiempo y que se aspira a alcanzar por los mis
mos medios: uno es castigar a la Garde du Corps, que era el
objetivo de los parisinos; el otro hacer que la conclusin de
la escena fuera inducir al rey a salir hacia Metz.
El 5 de octubre un grupo muy numeroso de mujeres, y de
hombres vestidos de mujer, se reuni en torno al Hotel de
Ville o Ayuntamiento de Pars y sali hacia Versalles. Su ob
jetivo confesado era la Garde du Crps, pero las gentes pru
dentes saben muy bien que es ms fcil crear problemas que
acabar con ellos; y esto se advirti con tanta ms claridad
por las sospechas ya expuestas y la irregularidad de aquella
comitiva. Por lo tanto, en cuanto se pudo reunir una fuerza
Derechos del Hombre 59

suficiente, M. de la Fayette, por orden de la autoridad civil


de Pars, se lanz tras aqulla a la cabeza de veinte mil hom
bres de la milicia de Pars. A la revolucin, la confusin no
poda reportarle ningn beneficio, pero s a sus adversarios.
Con su manera amigable y animosa de hablar, M. de la
Fayette haba logrado hasta entonces calmar inquietudes, en
lo cual tena extraordinario xito; con objeto, pues, de frus
trar las esperanzas de quienes pudieran tratar de intensificar
aquella escena hasta convertirla en una especie de necesidad
justificable de que el Rey saliera de Versalles y se retirase a
Metz, y de impedir al mismo tiempo las consecuencias que
podra tener un choque entre la Garde du Corps y aquella fa
lange de hombres y mujeres, envi mensajeros al Rey para
comunicarle que marchaba sobre Versalles, por orden de la
autoridad civil de Pars con nimo de paz y proteccin, y ex
presarle al mismo tiempo la necesidad de impedir que la
Garde du Corps hiciera fuego contra el pueblo *.
Lleg a Versalles entre las diez y las once de la noche. La
Garde du Corps estaba formada, y el pueblo haba llegado ha
ca algn, tiempo, pero haba quedado en suspenso. La pru
dencia y la poltica imponan ahora transformar una escena
peligrosa en un acontecimiento feliz. M. de la Fayette se
convirti en mediador entre las partes enfurecidas y el Rey,
con -objeto de eliminar la inquietud causada por las dilacio
nes ya expuestas, envi a buscar al presidente de la Asam
blea Nacional y firm la Declaracin de los Derechos del Hombre
y las dems partes de la constitucin que ya estaban prepara
das.
Ya era, aproximadamente, la una de la maana. Todo pa
reca haberse arreglado y se produjo el regocijo general. A
golpe de tambor se lanz la proclama de que los ciudadanos
de Versalles ofrecieran la hospitalidad de sus hogares a sus
conciudadanos de Pars. Los que no pudieron alojarse de
este modo se quedaron en: las calles o se refugiaron en las

* Puedo afirtnarlo de buena tinta, pues me lo ha comunicado personal


mente M. de la Fayette, de cuya amistad vengo gozando desde hace catorce
aos. (N ota d el autor.)
60 Thomas Paine

iglesias, y a las dos de la maana se retiraron el Rey y la Rei


na.
As pasaron las cosas hasta romper el da, cuando se cre
un nuevo disturbio por la censurable conducta de algunas
personas de ambos bandos, pues en todas esas escenas hay
personajes de esa ndole. Un miembro de la Garde du Corps
sali a una de las ventanas del palacio, y la gente que se ha
ba quedado en las calles durante toda la noche le atac con
palabras insultantes y provocadoras. En lugar de retirarse,
como habra dictado la prudencia en ese caso, present el
mosquete, dispar y mat a uno de los milicianos de Pars.
As rota la paz, la gente entr corriendo en palacio en busca
del culpable. Atac el cuartel de la Garde du Corps dentro dl
palacio y la persigui por todas las avenidas de ste* hasta ios
apartamento del Rey. Este tumulto despert y alatm no
slo a la Reina, como ha representado el Sr. Burke, sino a
todas las personas de palacio, y M. de la Fayette tuvo que in
terponerse por segunda vez entre las dos partes, con el resul
tado de que la Garde du Corps se volvi poner la escarapela
nacional y el asunto termin como por abandono, tras la
prdida de dos o tres vidas.
Durante la ltima parte de los momentos en que estaba en
marcha esta confusin, el Rey y la Reina se hallaban a la vis
ta del pueblo en el halcn, y ninguno de ellos se haba1escon
dido por motivos de seguridad, como insina el Sr. Burke.
Una vez apaciguadas las cosas y restablecida l tranquilidad,
estall un clamor general de L e Rot a Pars, L e Rat a Parts; El
Rey a Pars. Era el grito de paz, y el Rey lo acept inmedia
tamente. Con esta medida s impidieron todos los futuros
proyectos de atrapar al Rey para que fuera a Metz aizar el
estandarte de la oposicin a la constitucin, y se apagaron
las sospechas. E l Rey y su familia llegaron a Pars por la tar
de, y a su llegada les dio 1^ bienvenida M; Bailly'ft, alcalde
de Pars, en nombre de los ciudadanos. El Sr. Burke; que a
todo lo largo de su libro confunde las cosas, las personas y
los principios, como hace en sus observaciones sobre el dis
curso de M. Bailly, tambin se confunde en cuanto al tiem
po. Censura a M. Bailly por llamarlo un bonjour, un buen da.
El Sr. Burke debera haberse informado de que esta escena
Derechos del Hombre 61

ocup el espacio de dos das, el da en que empez con todas


las apariencias de peligro y de problemas, y el da en que ter
min sin los problemas con que amenazaba y es a esa feliz
terminacin a la que alude M, Bailly, as como a la llegada
del Rey a Pars. Nada menos que trescientas mil personas
participaron en la procesin desde Versalles a Pars, y en
toda la marcha no se cometi ni un solo acto de vejacin.
E l Sr. Burke, basndose en M. Lally Tollendal, desertor
de la Asamblea Nacional, dice que al entraren Pars las gen
tes gritaban Tous les veques a la lanttme, o sea, A colgar a
todos los obispos de los, faroles. Resulta sorprendente que
esto no lo haya odo ms que Lally Tollendal y no se lo crea
nadie ms que el Sr, Burke. No tiene la ms-mnima relacin
con parte alguna de lo ocurrido, y es totalmente ajeno a to
das sus circunstancias. Los obispos no se haban encontrado
antes en ninguna de las escenas del drama del Sr. Burke;
cpor qu entonces se los introduce, de golpe y todos juntos,
tout a coup et tous ensemble, ahora? El Sr. Burke. saca a sus obis
pos y a sus figuras de un farol, como en una linterna mgica,
y plantea sus escenas por contrastes, en lugar de por rela
cin. Por ello sirve para demostrar, junto con el resto, de su
libro, el poco caso que se debe hacer a quien desafa todas
probabilidades con nimo de difamar, y con esta reflexin,
en lugar de con un soliloquio el elogio de la caballera, como
hace el Sr. Burke, termino el relato de la expedicin a Versa
lles *.
Tengo ahora que seguir al Sr. Burke por un desierto sin
caminos lleno de rapsodias y una especie de variaciones so
bre los gobiernos, en el cual afirma lo que quiere, en la supo
sicin de que se le cree, ski; ofrecer pruebas ni razones para
hacer lo que hace.
Antes de que se pueda razonar algo hasta llegar a una con
clusin hay que establecer, reconocer o refutar, determina
dos hechos, principios o datos a partir de tos cuales razonar.
El-Sr. Burke, con su habitual indignacin, insulta a la Dula-

* Vase una resea de la* expedicin a Versalles en el n.* 13 de la Retxdu


tim i* P arts tjue contiene los acontecimientos del 3 al 10 de octubre de
1789. (N ota d tlsu tor.)
62 Thomas Paine

racin de los Derechos del Hombre, publicada por la Asamblea


Nacional de Francia, por ser la base por la que se ha edifica
do la constitucin francesa. La califica de hojas desprecia
bles y emborronadas de papel sobre los derechos del hom
bre. Quiere el Sr. Burke negar que el hombre tenga derecho
alguno? Si es as, entonces debe significar que no existen esos
que se llaman derechos en parte alguna, y que l mismo no
tiene ninguno; pues, quin hay en el mundo que sea ms
que un hombre? Pero si el Sr. Burke se propone reconocer
que el hombre tiene derechos, entonces la pregunta es: Cu
les son esos derechos y cmo los adquiri el hombre en un
principio?
El error de quienes razonan conforme a precedentes ex
trados de la antigedad, por lo que respecta a los derechos
del hombre, es que no llegan lo bastante lejos en la antige
dad, No recorren todo el camino. Se detienen en alguna de
las etapas intermedias de cien o de mil aos y presentan lo
que se haca entonces como norma para el da de hoy. Esa
no es ninguna autoridad. Si seguimos desplazndonos a ms
distancia en la antigedad nos encontraremos con que pre
valecan una opinin y una prctica diametralmente opues
tas; y si la antigedad va a constituir la autoridad, cabe pre
sentar mil de esas autoridades, que se contradicen sucesiva
mente las unas a las otras; piro si seguimos adelante por fin
llegaremos a la verdad; llegaremos al momento en que el
hombre sali de la mano de su Creador. Qu era entonces?
Hombre. Su excelso y nico ttulo era el de hombre, y no
cabe darle otro ms excelso. Pero ya hablar de los ttulos
ms adelante. ~
Ya hemos llegado al origen del hombre y al origen de sus
derechos. En cuanto a la forma en que se ha gobernado el
mundo desde aquel da hasta el de hoy, no no? interesa ms
que para aprovechar correctamente los errores o los aciertos
que su historia nos presenta. Quienes vivieron hace cien o
mil aos eran modernos entonces, igual que lo somos noso
tros ahora. Ellos tuvieron sus antiguos, esos antiguos tuvie
ron otros, y tambin nosotros seremos antiguos a nuestra
vez. Si el mero nombre de la antigedad va a regir los asun
tos de la vida, es muy posible que la gente que vaya a vivir
Derechos del Hombre 63

dentro de cien o de mil aos nos tome como precedente,


igual que nosotros tomamos como precedente a quienes vi
vieron hace cien o mil aos. El hecho es que las partes de la
antigedad, al demostrarlo todo, no establecen nada. Se trata
en todo momento de una autoridad contra otra, hasta que
llegamos al origen divino de los derechos del hombre en la
creacin. Ah es donde nuestras investigaciones llegan a su
fin y nuestra razn halla donde refugiarse. Si hubiera surgido
una polmica en torno a los derechos del hombre a una dis
tancia de cien aos de la creacin, es a sta fuente de autori
dad a la que se habra recurrido, y es a esa misma fuente de
autoridad a la que debemos remitirnos ahora.
Aunque no pretendo rozar ningn principio sectario de la
religin, sin embargo quiz merezca la pena observar que la
genealoga de Cristo llega hasta Adn. Por qu, pues, no se
guir los derechos del hombre hasta la creacin del hombre?
Voy a responder a esa pregunta. Porque ha habido gobiernos
ambiciosos que se han interpuesto y que han actuado presun
tuosamente para descrear al hombre.
Si alguna generacin de hombres posey jams el derecho
de dictar el modo en que se debera gobernar al mundo para
siempre, fue la primera generacin que existi, y si esa gene
racin no lo hizo, ninguna de las generaciones sucesivas
puede mostrar autoridad alguna para hacerlo, ni puede in
ventrsela. El principio ilustrador y divino de la igualdad de
derechos del hombre (pues tiene su origen en el Creador del
hombre) no se refiere slo a los individuos vivientes, sino a
las generaciones sucesivas de hombres. Cada generacin tie
ne iguales derechos que las generaciones que la precedieron,
conforme a la misma norma de que cada individuo nace con
iguales derechos que sus contemporneos.
Pero por mucho que varen en su opinin o creencia acer
ca de determinados particulares, cada historia de la creacin
y cada relato de la tradicin, sean del mundo culto o del in
culto, todas estn de acuerdo en establecer una cosa: la uni
dad de los hombres, con lo cual me refiero a que los hombres
son todos de una categora, y en consecuencia que todos los
hombres nacen iguales, y con iguales derechos naturales, de
la misma forma que si la posteridad se hubiera continuado
64 Thomas Paine

por creacin en lugar de por generacin, pues esta ltima es el


nico modo de que se perpete la primera; y en consecuen
cia, todo nio nacido en este mundo debe considerarse
como si hubiera derivado su existencia de Dios. El mundo le
resulta tan nuevo como al primer hombre que existi, y su
derecho natural en l es del mismo gnero.
El relato mosaico de la creacin, tanto si se toma como
autoridad divina o como meramente histrico, es plenamen
te adecuado en cuanto a la unidad o la igualdad del hombre. Las
expresiones no admiten controversia. Y dijo Dios: Haga
mos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra... se-1
mejanza. A imagen de Dios lo cre; varn y hembra, los
cre. Se seala la distincin de los sexos, pero ni siquiera se
implica ninguna otra distincin. Si sta no es autoridad divi-,
na, al menos es autoridad histrica, y demuestra que la igual
dad del hombre, lejos de ser ana doctrina moderna, es la ms
antigua de la que hay constancia.
Tambin es de observar que todas las religiones conocidas
del mundo se basan, en la medida en que se refieren al hom
bre, en la unidad del hombre com pertenecientes todos: los
hombres a la misma categora. Se halle; en el cielo o en el in
fierno, o en cualquier estado en el que se suponga que existe
el hombre en el ms all, las nicas ^distinciones son entre,
buenos y malos. Lo que es ms, hasta fas leyes de los -gobier
nos estn obligadas a adaptarse a este principio, al hacer que
los grados de las penas correspondan a los delitos, y no a las
personas que los cometen.
Esta es una de las mayores verdades, y que resulta muy
ventajoso cultivar. Al considerar al hombre con este criterio,
y al ensearlo a que se considere conforme l, se lo coloca en es
trecha relacin con todos sus deberes, tanto para con su Girea-:
dor como para la creacin, de la cual forma parte, y no se
convierte en disoluto ms que cuando olvida su origen, o
por utilizar una frase ms de moda, su nacimiento j m familia.
No es uno de los ms leves entre loa males de los gobiernos
existentes en la actualidad en todas partes de Europa el qu
se aparte al hombre, considerado como hombre, a gran dis
tancia de su Creador y se colme el vaco artificial con una
sucesin de barrearas, una especi de entradas al camino real,
Derechos del Hombre 65

que ha de cruzar. Citar el catlogo del Sr. Burke de las ba


rreras que l mismo ha establecido entre el Hombre y su
Creador. Se atribuye el carcter de heraldo y dice: Tememos
a Dios, contemplamos admirados a los reyes, con afecto a
los parlamentos, con respeto a los magistrados, con reveren
cia a los sacerdotes y con respeto a la nobleza. El Sr. Burke
se ha olvidado de incluir a la caballera. Tambin se ha olvi
dado se incluir a Pedro.
El hombre no tiene un deber para con una serie de puer
tas y compuertas por las que ha de pasar con billetes que lo
llevan de una a otra parte. Su deber es claro y sencillo, y no
consta ms que de dos puntos. Su deber para con Dios, que
todo hombre debe sentir, y con respecto a su prjimo con
el cual debe actuar como uno quisiera para s mismo. Si
aquellos en quienes se delega el poder actan bien sern res
petados; si no, se vern despreciados; y en cuanto a aquellos
en quienes no se delega ningn poder, pero ellos se lo arro
gan, el mundo racional no puede hacerles caso.
Hasta ahora no hemos hablado sino (y slo en parte) de
los derechos naturales del hombre. Ahora hemos de exami
nar los derechos civiles del hombre, y demostrar cmo los
unos se derivan de los otros. El hombre no ingres en la so
ciedad para hacerse peor de lo que era antes, ni para tener
menos derecho que antes, sino para que esos derechos estu
vieran mejor asegurados. Sus derechos naturales constituyen
la base de todos sus derechos civiles. Pero a fin de continuar
con esta distincin de forma ms exacta, har falta establecer
las diferentes cualidades de los derechos naturales y los civi
les.
Bastar con unas palabras para explicarlo. Los derechos
naturales son los que pertenecen al hombre por el mero he
cho de existir. De este gnero son todos los derechos inte
lectuales, o derechos de la mente, as como todos los dere
chos de actuar como individuo para su bienestar y felicidad
propios, siempre que no vayan en contra de los derechos na
turales de otros. Los derechos civiles son los que pertenecen
al hombre por su condicin de miembro de la sociedad.
Cada derecho civil tiene su base en algn derecho natural
preexistente en el individuo, pero para el goce del cual sus
66 Thomas Paine

facultades individuales no son en todos los casos, suficientes.


De este gnero son todos los relacionados con la seguridad y
la proteccin.
Tras este breve examen resultar fcil distinguir entre la
clase de derechos naturales que el hombre conserva tras in
gresar en la sociedad y los que aporta la reserva comn
como miembro de la sociedad.
Los derechos naturales que conserva son todos aquellos
en los cuales la facultad de ejecucin es tan perfecta en el in
dividuo como el derecho en s. A esta clase, como se ha
mencionado antes, corresponden todos los derechos intelec
tuales, o derechos de la mente; en consecuencia, la religin
es uno de esos derechos. Los derechos naturales que no se
conservan son todos aquellos en los cuales, si bien el dere
cho es perfecto en el individuo, la facultad que tiene de eje
cutarlos es deficiente. No responden al propsito individual.
Un hombre, por derecho natural, tiene derecho a juzgar en
su propia causa, y en lo que respecta al derecho de la mente,
jams renuncia a l. Pero, de qu le vale juzgar si no cuenta
con las facultades para obtener reparacin? Por lo tanto, de
posita su derecho en la reserva comn de la sociedad y toma
el brazo de la sociedad, de la cual forma parte, con preferen
cia al suyo y adems del suyo. La sociedad no le concede nada.
Todo hombre es propietario en la sociedad, y utiliza ese ca
pital porque tiene perfecto derecho a l.
De estas premisas se siguen dos o tres conclusiones:
Primera, todo derecho civil procede de un derecho natu
ral; o, dicho en otros trminos, es un derecho natural inter
cambiado.
Segunda, que el poder civil, propiamente considerado
como tal, est formado por la suma de esa clase de los dere
chos naturales del hombre, que se convierte en deficiente en
el individuo por lo que hace a los poderes y no responde a
sus propsitos, pero cuando se rene en un foco pasa a ser
competente para los fines de todos.
Tercera, que los poderes producidos por la suma de los
derechos naturales, imperfectos en poder del individuo, no se
pueden aplicar para invadir los derechos naturales que conser
Derechos del Hombre 67

va el individuo, y en los cuales la facultad de ejecucin es tan


perfecta como el derecho en s mismo.
As, en unas pocas palabras, hemos seguido al hombre
desde su condicin de individuo natural a la de miembro de
la sociedad, y demostrado, o intentado demostrar, la calidad
de los derechos humanos conservados, y la de los que se in
tercambian por derechos civiles. Apliquemos ahora esos
principios a los gobiernos.
Si echamos una mirada al mundo, resulta dificilsimo dis
tinguir entre los gobiernos que han surgido de la sociedad, o
del contrato social, y los que no lo han hecho; pero a fin de
situar esto bajo una luz ms clara de lo que permite un slo
vistazo, proceder examinar las diversas fuentes de las que
han surgido los gobiernos y en las que stos se han fundado.
Cabe comprenderlas todas en tres epgrafes: en primer lu
gar, la Supersticin; en segundo lugar, la Fuerza; en tercer
lugar, el inters comn de la sociedad y los derechos comu
nes del hombre.
El primero era el gobierno de los sacerdotes, el segundo el
de los conquistadores, y el tercero el de la razn.
Cuando un grupo de hombres arteros pretenda, por me
dio de los orculos, tener relacin con la Deidad, con la mis
ma familiaridad con que ahora suben esos hombres por las
escaleras de servicio de las cortes europeas, el mundo estaba
completamente sometido al gobierno de la supersticin. Se
consultaba a los orculos, y lo que se haca decir a stos se
converta en ley; y este tipo de gobierno dur tanto como
dur ese gnero de supersticin.
Despus surgi una raza de conquistadores, cuyo gobier
no, como el de Guillermo el Conquistador, se basaba en la
fuerza, y la espada asumi el nombre de cetro. Los gobier
nos as establecidos duran tanto como la fuerza en que se
apoyan, pero a fin de aprovechar todos los mecanismos que
les eran favorables, sumaron el fraude a la fuerza y estable
cieron un dolo al que llamaron Derecho Divino y que, a imita
cin del Papa, que dice ser espiritual y temporal, y en con
tradiccin con el Fundador de la religin cristiana, se defor
m despus hasta convertirse en un dolo con otra forma,
llamado Iglesia y Estado. La llave de San Pedro y la llave de la
68 Thomas Paine

Hacienda se fundieron la una con la otra, y la multitud enga


ada y maravillada ador el invento.
Cuando contemplo la dignidad natural del hombre, cuan
do me penetro (pues la Naturaleza no ha tenido la suficiente
bondad para conmigo de embotarme los sentidos) del honor
y la alegra de su carcter, me irrita la tentativa de gobernar
a la humanidad por la fuerza y el fraude, como si todos fu
ramos bellacos e idiotas, y apenas s puedo evitar la indigna
cin ante la forma en que algunos dejan someter.
Ahora hemos de pasar revista a los gobiernos que surgen
de la sociedad, en contraposicin a los que surgen de la su
persticin y la conquista.
Se ha considerado como un considerable progreso hacia el
establecimiento de los principios de la Libertad el decir que
el gobierno es un contrato entre quienes gobiernan y quienes
se ven gobernados, pero no puede ser as, porque eso es po
ner el efecto por delante de la causa, pues al igual que el hom
bre debe haber existido antes de que existieran los gobier
nos, necesariamente hubo un momento en que los gobiernos
no existan, y en consecuencia inicialmente no poda haber
gobernantes con los que establecer ese contrato. Por lo tan
to, la realidad debe ser que los propios individuos, cada uno de
ellos con su propio derecho personal y soberano, concertaron
un contrato mutuo para producir un gobierno, y sta es la nica
forma en que los gobiernos tienen derecho a surgir, y el ni
co principio conforme al cual tienen derecho a existir.
A fin de darnos una idea clara de lo que es, o debera ser,
el gobierno debemos llegar hasta su origen. Al hacerlo des
cubrimos fcilmente que los gobiernos deben haber surgido
a partir del pueblo o sobre el pueblo. El Sr. Burke no ha esta
blecido ninguna distincin. No investiga nada hasta llegar a
su fuente, y, por ende, lo confunde todo; pero ha sealado
su intencin de emprender* en alguna oportunidad futura,
una comparacin entre la Constitucin de Inglaterra y la de
Francia. Y puesto que lo convierte en tema de controversia
al lanzar el guante, lo recibo en su propio terreno. En los
grandes desafos es en los que tienen derecho a aparecer las
verdades elevadas, y acepto ste con tanta mejor voluntad
cuanto que, al mismo tiempo, me brinda una oportunidad de
Derechos del Hombre 69

continuar con el tema por lo que respecta a los gobiernos


que surgen de la sociedad.
Pero primero ser necesario definir lo que significa una
constitucin. No basta con que adoptemos la palabra; tambin
debemos atribuirle un significado general.
Una constitucin no es algo que slo exista de nombre,
sino de hecho. No tiene una existencia ideal, sino real; y
dondequiera que no se pueda exhibir en forma visible, no
existe. Una constitucin es algo que antecede a un gobierno, y
un gobierno no es ms que la criatura de una constitucin.
La constitucin de un pas no es el acto de su gobierno, sino
del pueblo que constituye su gobierno. Es el cuerpo de ele
mentos al que cabe remitirse y citar artculo por artculo, y
que contiene los principales en los que se ha de establecer el
gobierno, la forma en que se organizar ste, los poderes que
tendr, la forma de las elecciones, la duracin del parlamen
to o cualquier otro nombre por el que se designe a un orga
nismo de ese gnero; los poderes de que dispondr la parte
ejecutiva del gobierno, y, en fin, todo lo relacionado con la
organizacin completa de un gobierno civil, y los principios en
los que se basar y por los que se regir. Por tanto, una constitu
cin es a un gobierno lo que las leyes promulgadas despus por
ese gobierno son a un tribunal de justicia. El tribunal de justicia
no promulga las leyes ni puede enmendarlas; nicamente acta
de conformidad con las leyes en vigor, y el gobierno est re
gido anlogamente por la constitucin.
Puede, pues, el Sr. Burke exhibir la Constitucin inglea?
Si no puede, cabe concluir con justicia que aunque se ha ha
blado tanto de ella, no existe nada que se pueda calificar de
constitucin, ni ha existido jams, y en consecuencia que el
pueblo todava tiene que formular una constitucin.
Supongo que el Sr. Burke no negar la postura que acabo de
exponer, es decir, que los gobiernos surgen apartir'el pueblo o
sobre el pueblo. El Gobierno ingls es uno de los que han surgido
de una conquista, y no a partir de la sociedad, y en consecuencia
ha surgido sobre el pueblo, y aunque se ha modificado mucho
conforme a la oportunidad de las circunstancias desde la poca
de Guillermo el Conquistador, el pas todava no se ha regenera
do, y por ello seencuentra sin constitucin.
70 Thomas Paine

Percibo rpidamente el motivo por el que el Sr. Burke se


neg a entrar en comparaciones entre la constitucin inglesa,
y la francesa, pues no poda por menos de percibir, cuando
se puso a la tarea, que de su lado de la cuestin no exista
constitucin alguna. Desde luego, su libro es lo bastante vo
luminoso para contener todo lo que quisiera decir sobre este
tema, y habra sido la mejor forma de que la gente pudiera
juzgar el valor de cada una de ellas. Por qu, pues, ha re
nunciado a lo nico de lo que mereca la pena escribir? Era
el terreno ms slido que poda ocupar, si tuviera la ventaja
de su lado, pero el ms frgil si no la tena; y, al renunciar a
ocuparlo, demuestra que no poda poseerlo o que no poda
mantenerlo.
El Sr. Burke dijo el invierno pasado, en un discurso en el
Parlamento, que cuando la Asamblea Nacional se reuni por
primera vez en los tres Estados (el Tiers tat, el Clero y la
Noblesse), Francia tena as una buena constitucin. Este, en
tre otros muchos ejemplos, demuestra que el Sr. Burke no
sabe lo que es una constitucin. Las personas as reunidas no
eran una constitucin, sino una convencin, reunida para hacer
una constitucin.
La actual Asamblea Nacional de Francia es, en trminos
estrictos, el contrato social personal. Sus miembros son los
delegados de la nacin en su carcter original; las asambleas
futuras sern de delegados de la nacin en su carcter organi
zado. Las facultades de la asamblea actual son diferentes de
lo que sern las facultades de las asambleas futuras; las facul
tades de las futuras asambleas sern las de legislar conforme
a los principios y las formas prescritos en esa constitucin, y
si la experiencia demuestra en adelante que son necesarias
modificaciones, enmiendas o adiciones, la constitucin sea
lar la forma en que habrn de hacerse, y no lo dejar a la fa
cultad discrecional del futuro gobierno.
Un gobierno basado en los principios sobre ios que se es
tablecen los gobiernos constitucionales surgidos de la socie
dad no puede tener el derecho de alterarse. Si lo tuviera, se
ra arbitrario. Podra convertirse en lo que quisiera, y donde
quiera que se establece ese derecho, se revela que no hay
constitucin. La ley por la que el Parlamento ingls se facul
Derechos del Hombre 71

t a s mismo para estar reunido siete aos demuestra que en


Inglaterra no hay constitucin. Podra, por esa misma auto
ridad, estar reunido cualquier nmero de aos, o con carc
ter vitalicio. El proyecto de ley que el actual Sr. Pitt17 pre
sent en el Parlamento hace unos aos, encaminado a refor
mar ste, se basaba en el mismo principio errneo. El dere
cho de reforma reside en la nacin en su carcter original, y
el mtodo constitucional sera el de una convencin general
elegida para ese fin. Adems, resulta paradjica la idea de
que unos rganos viciados se reformen a s mismos.
A partir de estos preliminares paso a extraer algunas com
paraciones. Ya he hablado de la declaracin de derechos, y
como pretendo ser lo ms conciso posible, paso a otra parte
de la Constitucin francesa.
La Constitucin de Francia dice que cada hombre que pa
gue un impuesto de sesenta sous al ao (dos chelines y seis
peniques de Inglaterra) es elector. Qu artculo puede el Sr.
Burke comparar con ste? Puede existir algo ms limitado,
y al mismo tiempo ms caprichoso, que los requisitos ingle
ses para ser elector? Limitado porque no hay ni un hombre
sobre ciento (y mis clculos son ms que prudentes) que ten
ga derecho al voto. Caprichoso porque en algunos sitios el
personaje ms vil que quepa imaginar, y aunque no disponga
ni de medios visibles de vida honesta, es elector, mientras
que en otros sitios no se reconoce como elector al hombre
que paga enormes impuestos, cuyo buen carcter es conoci
do, ni al agricultor que arrienda tierras por valor de tres o
cuatrocientas libras al ao, tierras en las cuales posee propie
dades por un valor tres o cuatro veces superior al de esa can
tidad. Todo ha quedado desnaturalizado, como dice el Sr.
Burke en otra ocasin, en este extrao caos, y todo gnero
de locuras se mezcla con todo gnero de crmenes. Guiller
mo el Conquistador y sus descendientes se repartieron el
pas de esta guisa y sobornaron a partes de l con las llama
das cartas, a fin de mantener a las otras partes de l mejor
sometidas a su voluntad. Ese es el motivo de que abunden
tantas de esas cartas en Cornualles: la gente senta aversin
al gobierno establecido con la conquista, y por eso en las
ciudades se establecieron guarniciones y s las soborn para
72 Thomas Paine

esclavizar al campo. Todas las antiguas cartas son recordato


rios de aquella conquista, y de esa fuente surge el carcter
caprichoso de las elecciones.
La Constitucin francesa dice que el nmero de represen
tantes de cualquier lugar guardar relacin con el nmero de
habitantes que paguen impuestos o de electores. Qu artcu
lo comparar el Sr. Burke con ste? El condado de Yorkshi-
re, que contiene casi un milln de almas, enva dos miem
bros al Parlamento, al igual, que el condado de Rutland, que
no contiene ni una centsima parte de ese nmero. El pue
blo de Od Sarum, que no tiene ni tres casas, enva dos
miembros, y la ciudad de Manchester, que contiene ms de
sesenta mil almas, no puede enviar ninguno. Revelan algn
principio estas cosas? Hay algo en ellas que permita hallar
indicios de la libertad, o descubrir los de sabidura? No es de
extraar, pues, que el Sr. Burke haya eludido la compara
cin, e intentado apartar a sus lectores de este aspecto me
diante una exhibicin desordenada y asistemtica de rapso
dias paradjicas. La Constitucin francesa dice que la Asam
blea Nacional se elegir cada dos aos. Qu artculo compa
rar el Sr. Burke con ste? Pues nada menos que la nacin
no tiene derecho alguno al respecto; que el gobierno es per
fectamente arbitrario en cuanto a ese aspecto, y como auto
ridad puede citar el precedente de un antiguo parlamento.
La Constitucin francesa dice que no habr leyes sobre la
caza, que el agricultor en cuyas tierras se encuentren anima
les silvestres (dado que es el producto de esas tierras el que
se comen) tendr derecho a lo que pueda capturar; que no
habr monopolios de ningn tipo, que todo el comercio ser
libre y todo hombre tendr derecho a seguir cualquier ocu
pacin con la que pueda ganarse honestamente la vida, en
cualquier lugar, villa o ciudad de toda la nacin. Qu dir el
Sr. Burke a esto? En Inglaterra la caza se convierte en pro
piedad de aquellos a cuyas expensas no se alimenta, y con
respecto a los monopolios, el pas est repartido en monopo
lios. Cada ciudad con carta es en s un monopolio aristocr
tico, y la condicin de elector se deriva de esos monopolios
con carta. Es eso libertad? Es a eso a lo que se refiere el
Sr. Burke al hablar de constitucin?
Derechos del Hombre 73

En esos monopolios con carta se persigue a los hombres


que proceden de otra parte del pas como si fueran enemigos
extranjeros. Un ingls no es libre en su propio pas; cada
uno de esos lugares erige una barrera en su camino y le dice
que no es un hombre libre: que no tiene derechos. Y dentro
de esos monopolios hay otros monopolios. En una ciudad,
como por ejemplo la de Bath, de veinte a treinta mil habitan
tes, el derecho de elegir representantes en el Parlamento est
monopolizado por treinta y una personas. Y dentro de esos
monopolios todava hay otros. Un hombre, incluso de la
misma ciudad, cuyos padres no estuvieran en circunstan
cias de darle una ocupacin tropieza, en muchos casos, con
la prohibicin del derecho natural de buscarse una, cuales
quiera sean su ingenio o su industria.
Son stos ejemplos que dar a un pas que se regenera de
la esclavitud, como es Francia? Desde luego que no, y estoy
seguro de que cuando el pueblo de Inglaterra llegue a refle
xionar sobre ello, aniquilar, como ha hecho el de Francia,
esos recordatorios de la antigua opresin, esas reliquias de
una nacin conquistada. Si el Sr. Burke hubiera posedo un
talento como el del autor de L a Riqueza de las Naciones habra
comprendido todas las partes que intervienen en una consti
tucin y la forman al ensamblarse. Habra razonado a partir
de las minucias hasta llegar a la magnitud. No es slo por
sus prejuicios, sino por el temple desordenado de su genio
por lo que no est a la altura del tema sobre el que escribe.
Incluso su genio carece de constitucin. Es un genio aleato
rio, y h un genio constituido. Pero tiene que decir algo.
Por eso se ha lanzado a los aires, igual que un globo, para desviar
la mirada de la multitud del suelo que esta ltima pisa.
Mucho es lo que se ha de aprender de la Constitucin
francesa. La conquista y la tirana se trasplantaron con Gui
llermo el Conquistador de Normanda a Inglaterra, y el pas
sigue todava desfigurado por sus huellas. Ojal, pues, que el
ejemplo de toda Francia contribuya a regenerar la libertad
que una de sus provincias destruy!
La Constitucin francesa dice que para impedir que la re
presentacin nacional se corrompa, ningn miembro de la
Asamblea Nacional podr ser funcionario del gobierno, em
74 Thomas Paine

pleado de ste o recibir una pensin de l. Qu puede com


parar el Sr. Burke con esto? Yo mismo susurrar su respues
ta: Panes y Peces Ay! Este gobierno de los panes y los peces
ha creado ms problemas de los que pueda imaginar todava
la gente. La Asamblea Nacional ha hecho el descubrimiento
y exhibe el ejemplo ante el mundo. Si los gobiernos hubieran
decidido enfrentarse adrede para esquilmar a sus pases con
impuestos, no podran haberlo logrado mejor de lo que lo
han hecho.
Todo lo relativo al gobierno ingls me parece el reverso
de lo que debera ser y de lo que se dice que es. Se dice que el
Parlamento, pese a estar elegido imperfecta y caprichosa
mente, tiene la bolsa nacional en depsito y en nombre de la
nacin; pero dado como est organizado un Parlamento in
gls es como si un hombre fuera al mismo tiempo el que hi
poteca y su banquero, y en caso de que se utilice mal el de
psito, es el criminal el que se sienta a juzgarse a s mismo.
Si quienes votan los crditos son los mismos que reciben los
crditos una vez votados y quienes han de dar cuentas del
gasto de esos crditos a quienes los votaron, es que se han de
dar cuentas a s mismos, y la Comedia de los Errores concluye
con la Pantomima del Ridculo. Ni el partido ministerial ni
el de la oposicin quieren ocuparse de esto. La bolsa nacio
nal es el coche comn en el que montan todos. Es lo que se
dice en el campo Montar a medias: un ratito vas t y otro
rato voy yo *. Estas cosas estn mejor ordenadas en Fran
cia.
La Constitucin francesa dice que el derecho de hacer la
guerra y la paz reside en la nacin. Dnde va a residir, sino
en quienes han de pagar los gastos?
En Inglaterra se dice que este derecho reside en una met
fora que se ensea en la Torre por seis peniques o un cheln
por persona, como los leones, y sera algo ms razonable de

* Es una prctica de algunas partes del campo que, cuando dos viajero
no tienen ms que un caballo que, al igual que la bolsa nacional, no puede
cargar con los dos, entonces uno monta y cabalga dos o tres millas y despus
ata el caballo a una puerta y sigue andando. Cuando llega el segundo viajero,
toma el caballo, monta en l, y pasa a su compaero una milla o dos, vuelve
a atar el caballo y as sucesivamente. (N ota de/au tor.)
Derechos del Hombre 75

cir que reside en ellos, pues una metfora inanimada no tie


ne ms importancia que un sombrero o una gorral8.Todos
podemos apreciar el absurdo de adorar el becerro de oro de
Aarn, o la imagen de oro de Nabucodonosor, pero, por
qu sigue habiendo hombres que practican los mismos ab
surdos que desprecian en otros?
Cabe decir con razn que dada la manera en que est re
presentada la nacin inglesa no importa dnde resida el de
recho, en la Corona o en el Parlamento. La guerra es la cose
cha comn de todos los que participan en la divisin y el
gasto de los fondos pblicos, en todos los pases. Es el arte
de conquistar en casa, su objeto es un aumento de los ingresos,
y como no se pueden aumentar los ingresos sin impuestos,
hay que hallar un pretexto para los gastos. Al estudiar la his
toria del Gobierno ingls, sus guerras y sus impuestos, un
testigo que no estuviera cegado por el prejuicio ni deforma
do por el inters declarara que los impuestos no se recaudan
para realizar las guerras, sino que las guerras se organizan
para recaudar los impuestos.
El Sr. Burke, como miembro de la Cmara de los Comu
nes, forma parte del Gobierno ingls, y aunque declara ser ene
migo de la guerra, insulta a la Constitucin francesa, que tra
ta de eliminar sta. Sostiene al Gobierno ingls como mode
lo, en todas sus partes, para Francia, pero primero debera
conocer las observaciones que han hecho los franceses al res
pecto. Argumentan, a favor del suyo, que la parte de libertad
de que se goza en Inglaterra es justo la suficiente para escla
vizar a un pas de forma ms productiva que con el despotis
mo, y que como el objeto real de todo despotismo es la ren
ta, un gobierno as formado obtiene ms de lo que podra
mediante el despotismo directo, o en un estado de plena li
bertad, y en consecuencia, por su propio inters, se opone a
ambas cosas. Tambin explican la disposicin que siempre
aparece en esos gobiernos a lanzarse a guerras mediante la
observacin acerca de los diferentes motivos que las produ
cen. En los gobiernos despticos, las guerras son efectos del
orgullo, pero en los gobiernos en los que se convierten en
medios de recaudar impuestos, adquieren por ello una fre
cuencia ms permanente.
76 Thomas Paine

Por lo tanto, la Constitucin francesa, a fin de protegerse


contra ambos de estos males, ha privado a los reyes y a los
ministros de la facultad de declarar la guerra y ha atribuido
ese derecho a quienes han de pagar los gastos.
Cuando se debata la cuestin del derecho a la guerra y a
la paz en la Asamblea Nacional, el pueblo de Inglaterra pare
ca estar muy interesado en el acontecimiento, y aplaudir
mucho la decisin. Como principio, es tan aplicable a un
pas como a otro. Guillermo el Conquistador, como conquista
dor, retuvo para s estas facultades de guerra y de paz, y des
de entonces sus descendientes las han reivindicado como de
recho.
Aunque e Sr. Burke ha afirmado el derecho que tena el
Parlamento durante la revolucin a vincular y controlar la
nacin y la posteridad para siempre, niega al mismo tiempo
que el Parlamento o la nacin tuvieran derecho alguno de al
terar lo que l llama la sucesin de la corona ms que en par
te, o por una especie de modificacin. Al ocupar este terre
no, retrotrae el caso hasta la conquista normanda, y as, al esta
blecer una lnea de sucesin desde Guillermo el Conquista
dor hasta el da de hoy, impone la necesidad de investigar
quin y qu era Guillermo el Conquistador y de dnde vino,
y el origen, la historia y la naturaleza de lo que se califica de
prerrogativas. Todo debe haber tenido un principio, y hay
que penetrar en las nieblas del tiempo y la antigedad para
descubrirlo. Que nos hable, pues, el Sr. Burke de su Guiller
mo de Normanda, dado que es a este origen al que se re
monta su argumento. Tambin da la casualidad, por desgra
cia, de que al seguir esta lnea de sucesin se presenta otra l
nea paralela a ella, que es la de que si la sucesin sigue la l
nea de la conquista, la nacin sigue la lnea de haber sido
conquistada, y debera redimirse de ese mal.
Pero quiz se diga que, si bien la facultad de declarar la
guerra desciende por herencia de la conquista, se ve frenada
por el derecho del Parlamento a retirar los crditos, Siempre
ocurre que cuando una cosa es inicialmente injusta las modifi
caciones que se introducen en ella no hacen que resulte justa,
y ocurre a menudo que esas modificaciones hacen tanto mal
por un lado como bien por el otro, y es lo que ocurre en este
Derechos del Hombre 77

caso, pues si uno declara temerariamente la guerra como


algo que le pertenece, y el otro perentoriamente retiene los
crditos como algo que le pertenece, el remedio resulta igual
de malo, o peor, que la enfermedad. El uno obliga a la na
cin a combatir, y el otro le ata las manos; pero la solucin
ms probable es que la pelea termin en una conclusin en
tre las partes, y se convierta en una pantalla protectora de
ambas.
En tomo a esta cuestin de la guerra se han de considerar
tres cosas. La primera, es el derecho de declararla; la segun
da, el costo de hacerla; la tercera, la manera de dirigirla des
pus de declararla. La Constitucin francesa atribuye el dere
cho a quienes han de soportar los costos, y esta unin no se
puede realizar ms que en la nacin. La forma de dirigirla
despus de declarada la encarga al departamento ejecutivo. Si
lo mismo se hiciera en otros pases, poco ms sera lo que
volviramos a or hablar de guerras.
Antes de pasar a considerar otras partes de la Constitucin
francesa, y para aliviar la fatiga de la argumentacin, voy a
introducir una ancdota que o al Dr. Franklin.
Cuando el doctor resida en Francia como ministro de
Amrica, durante la guerra, recibi mltiples propuestas de
proyectistas de todos los pases y de todas las especies que
deseaban ir a la tierra prometida, a Amrica, y entre todos
ellos haba uno que se ofreci a ser el rey. Present su pro
puesta al Doctor en una carta, que actualmente se halla en
manos de M. Beaumarchais, de Pars, en la cual deca que
como los americanos haban despedido o expulsado * a su
rey, querran otro. En segundo lugar, que l mismo era nor
mando. En tercero, que era de una familia ms antigua que
la de los duques de Normanda, y de linaje ms honorable,
pues en el suyo nunca haba habido bastardos. En cuarto,
que ya exista en Inglaterra un precedente de reyes proce
dentes de Normanda, y que en todo eso basaba su ofreci
miento, con la orden al doctor de que lo enviase a Amrica.
Pero como el doctor no hizo tal, ni siquiera le envi res

* La palabra que utiliz fue la rertvoje] o sea, despedido o expulsado. (N ota


delautor.)
78 Thomas Paine

puesta, el proyectista le envi una segunda carta en la que,


es verdad, no amenazaba con irse a conquistar Amrica, sino
que nicamente, y con gran dignidad, propona que si no se
aceptaba su ofrecimiento, se le reconociera una suma de
30.000 libras por su generosidad! Pues bien, como todos los
argumentos relativos a la sucesin deben por fuerza relacio
nar esa sucesin con algn comienzo, el argumento del Sr.
Burke al respecto demuestra que no existe un origen ingls
de los reyes, y que stos son descendientes de la lnea nor
manda por el derecho de la conquista. Por lo tanto, quiz le
sirva para su doctrina el dar a conocer esta historia e infor
marle de que, en caso de esa extincin natural a la que estn
sometidos todos los mortales, pueden volverse a sacar reyes
de Normanda, en condiciones ms razonables que las de
Guillermo el Conquistador, y en consecuencia que al buen
pueblo de Inglaterra en la Revolucin de 1688 le podra haber
ido mucho mejor si un generoso normando como ste hubiera
conocido sus deseos y ellos hubieran conocido los suyos. El
carcter caballeresco que tanto admiraba el Sr. Burke es des
de luego mucho ms fcil para cerrar un trato que el de un
duro hombre de negocios holands. Pero volvamos a la cuestin.
La constitucin francesa dice N o habr ttulos, y en conse
cuencia se elimina toda esa clase de generacin equvoca que
en unos pases se llama aristocracia y en otros nobleza, y se as
ciende al p ar a la condicin de HOMBRE.
Los ttulos no son sino apodos, y cada apodo es un ttulo.
La cosa es perfectamente inocua en s, pero seala una espe
cie de gazmoera en el carcter humano que lo degrada. Re
duce al hombre al diminutivo de hombre en cosas que son
grandes y a la imitacin de mujer en cosas que son pequeas.
Habla de su magnifica cinta azxl como si fuera un nio. Cier
to autor, de alguna antigedad, dice: Cuando era nio pen
saba como nio, pero cuando me hice hombre dej de lado
las cosas infantiles.
Es, lgicamente, gracias a la elevada mentalidad de Fran
cia por lo que ha cado la tontera de los ttulos. Ya ha creci
do lo suficiente para no usar la ropa infantil de conde o de
duque y se ha puesto los pantalones del hombre. Francia no
ha nivelado, ha ascendido. Ha dejado en el suelo al enano y
Derechos del Hombre 79

ha elevado al hombre. La ridiculez de una palabra sin senti


do, com o duque, conde o marqus ha dejado de agradar. In
cluso sus titulares han rechazado la jerga y, al crecer, han re
nunciado al sonajero. La mente verdadera del hombre, se
dienta de su hogar natal, la sociedad, desprecia las baratijas
que la separan de l. Los ttulos son como los crculos que
dibuja la varita del mago para contraer la esfera de la felici
dad del hombre. Este vive encerrado en la Bastilla de una
palabra y contempla a distancia la vida envidiable del hom
bre.
Es, pues, de extraar que los ttulos hayan desaparecido
en Francia? No es ms bien de extraar que se mantengan
en alguna parte? Qu son? Qu valor tienen y cul es su
volumen? Cuando pensamos o hablamos sobre un juez o un
general, asociamos las ideas de cargo y de carcter; pensamos
en la probidad del uno y el valor del otro; pero cuando utili
zamos la palabra meramente como un titulo, no asociamos ideas
con ella. En todo el vocabulario de Adn no hay tal cosa
como un duque o un conde; tampoco podemos asociar nin
guna idea a esas palabras. Imposible saber si significan fuer
za o debilidad, sabidura o estupidez, nio u hombre, jinete o
caballo. Qu respeto se puede tener a lo que no describe
nada y no significa nada? La imaginacin ha dado una figura
y un carcter a centauros, stiros y hasta toda la tribu de las
hadas, pero los ttulos confunden incluso a los poderes de la
imaginacin, y son una mera carencia quimrica de descrip
cin.
Pero no es eso todo. Si todo un pas est dispuesto a des
preciarlos, desaparece todo su valor, y nadie quiere tenerlos.
La opinin comn es la nica que los convierte en algo, o en
nada, o en menos que nada. No existe una ocasin determi
nada para deshacerse de los ttulos, pues ellos mismos se de
sechan solos cuando la sociedad se concierta para ridiculizar
los. Esa especie de consecuencia imaginaria ha decado visi
blemente en todas las partes de Europa, y va a desaparecer
corriendo con el auge del mundo de la razn. Hubo una po
ca en que se tena en ms a la clase ms baja de lo que se lla
ma nobleza de lo que se tiene hoy a la ms elevada, y en que
se admiraba ms a un hombre de armadura que cabalgaba
80 Thomas Paine

por la Cristiandad en busca de aventuras de lo que se admi


ra a un duque moderno. El mundo ha visto desaparecer
aquella tontera, que ha desaparecido por la risa que inspira
ba, y la farsa de los ttulos seguir la misma suerte. Los pa
triotas de Francia han descubierto a tiempo que el rango y la
dignidad en la sociedad deben ocupar un nuevo terreno. El
antiguo se ha hundido. Ahora deben ocupar el terreno firme
del carcter, en lugar del quimrico de los ttulos, y han lle
vado sus ttulos al altar y los han quemado en sacrificio a la
Razn.
Si no hubiera habido ningn mal en la tontera de los ttu
los, no habran merecido una destruccin seria y formal, como
la que ha decretado la Asamblea Nacional a su respecto, y
esto impone la necesidad de investigar ms la naturaleza y el
carcter de la aristocracia.
Pues eso que se llama aristocracia en algunos pases y no
bleza en otros surgi de los gobiernos fundados en la con
quista. Inicialmente se trataba de una orden militar con el
fin de apoyar al gobierno militar (que tales eran todos los
gobiernos fundados en la conquista), y a fin de mantener
una sucesin en esta orden con el fin con el que se estable
ci, se deshered a todas las ramas ms jovenes de estas fa
milias y se estableci el derecho de primogenitura.
La naturaleza y el carcter de la aristocracia se nos revelan
en ese derecho. Es el derecho que va en contra de todas
las dems leyes de la naturaleza, y la Naturaleza misma exige
su destruccin. Establzcase la justicia de la familia y caer la
aristocracia. Por el derecho aristocrtico de primogenitura,
en una familia de seis hijos, cinco quedan abandonados. La
aristocracia nunca tiene ms que un hijo. A los otros se los
engendra para devorarlos. Se lanzan al canbal como presa, y
el padre natural prepara el antinatural festn.
Como todo lo que es contra natura en el hombre afecta,
ms o menos, al inters de la sociedad, lo mismo ocurre con
esto. A todos los hijos que la aristocracia repudia (que son to
dos salvo los primognitos) se los echa, en general, al igual
que los hurfanos de la parroquia, para que se haga cargo de
ellos el pblico, pero a mayor costo. Se crean cargos y pues
Derechos del Hombre 81

tos innecesarios en los gobiernos y en las cortes a expensas


del pblico para mentenerlos.
Con qu gnero de reflexiones paternas pueden el padre
o la madre contemplar a sus hijos ms jvenes? Por naturale
za son hijos, y por matrimonio son herederos, pero por aris
tocracia son bastardos y hurfanos. Son de la carne y la san
gre de sus padres por un lado, pero por el otro no tienen
nada que ver con ellos. Por ende, a fin de devolver los pa
dres a sus hijos y los hijos a sus padres los parientes unos
a otros y el hombre a la sociedad y de exterminar al mons
truo de la Aristocracia, de raz, la Constitucin francesa
ha destruido el derecho de p r i m o g e n i t u r a . Ah est el
monstruo, y el Sr. Burke, si quiere, puede escribir su epita
fio.
Hasta ahora hemos contemplado la aristocracia sobre todo
desde un punto de vista. Ahora hemos de contemplarla des
de otro. Pero la miremos por delante, por detrs, o de lado,
o de cualquier otra forma, domsticamente o en pblico, si
gue siendo un monstruo.
En Francia, la aristocracia tena un elemento menos que
en otros pases. No formaba un cuerpo de legisladores here
ditarios. No era una corporacin de a aristocracia, como he odo
a M. de la Fayette llamar a la Cmara de los Lores inglesa.
Examinemos, pues, los motivos por los que la Constitucin
francesa ha decidido no tener una cmara as en Francia.
Porque, primero, como ya hemos mencionado, la aristo
cracia se mantiene por la tirana v la injusticia de la familia.
Segundo. Porque existe una incompetencia natural en
una aristocracia para que sta sea quien legisle en la nacin.
Sus ideas de la justicia distributiva estn corrompidas en su
misma fuente. Inician la vida pisoteando a sus hermanos y
hermanas menores y a sus parientes de todo tipo, y se les en
sea a hacerlo y se les educa para ello. Con qu ideas de jus
ticia y de honor puede entrar un hombre as en una cmara
legislativa, cuando absorbe en su propia persona la herencia
de toda una familia de hijos o les pasa una pitanza con la in
solencia de un regalo?
Tercero. Porque la idea de que los legisladores sean here
ditarios es tan incoherente como la de que haya jueces here
82 Thomas Paine

ditarios o jurados hereditarios; y tan absurda como la del


matemtico hereditario o el sabio hereditario, y tan ridicula
como la del poeta laureado hereditario.
Cuarto. Porque nadie debe confiar en un grupo de hom
bres que sostienen no ser responsables ante nadie.
Quinto. Porque equivale a continuar los principios incivi
lizados del gobierno basado en la conquista, y la vil idea de
que el hombre sea propietario del hombre o lo rija por dere
cho personal.
Sexto. Porque la aristocracia tiene una tendencia a dete
riorar la especie humana. Por la economa universal de la
naturaleza se sabe, y el ejemplo de los judos lo demuestra,
que la especie humana tiene una tendencia a degenerar, en
cualquier nmero reducido de personas, cuando se las separa
del grupo general de la sociedad y practican constantemente
la endogamia. Va incluso en contra de lo que de noble hay
en el hombre. El Sr. Burke habla de nobleza; que demuestre
en qu consiste. Los personajes ms grandes que ha conoci
do el mundo han salido de la base democrtica. La aristocra
cia no ha podido mantenerse al paso proporcionado de la de
mocracia. El n o b l e artificial se convierte en un enano ante
el n o b l e de la Naturaleza, y en los pocos casos (pues hay
algunos en todos los pases) en los que la naturaleza, como
por milagro, ha sobrevivido en la aristocracia, e s o s h o m
b r e s l a d e s p r e c i a n . Pero ha llegado el momento de pasar
a otro tema.
La Constitucin francesa ha reformado la condicin del
clero. Ha aumentado los ingresos del clero bajo y medio y
reducido los del alto. Ninguno recibe hoy menos de mil dos
cientas libras francesas (cincuenta libras esterlinas) ni ms de
unas dos o tres mil libras. Qu puede decir el Sr. Burke
ante eso? Veamos lo que dice *.
Dice: Que el pueblo de Inglaterra puede ver sin dolor ni
amargura que un arzobispo preceda a un duque; puede ver
que el obispo de Durham o el obispo de Winchester posea
10.000 libras esterlinas al ao, y no entiende por qu es peor
esa suma en sus manos que las fincas de igual valor en ma

* Prrafo suprimido en algunas ediciones modernas. (N . d el T .)


Derechos del Hombre 83

nos de tal conde o tal caballero. Y el Sr. Burke ofrece esto


como ejemplo para Francia.
En cuanto a la primera parte, el que el arzobispo preceda
al duque o el duque al obispo, creo que para el pueblo en ge
neral es algo as como que se diga Sternhold y Hop/ns u Hop-
kins y Sternhold9; puede uno poner primero a quien quiera; y
confieso que no comprendo qu ventaja pueda tener una
cosa u otra. No voy a discutir este caso con el Sr. Burke.
Pero con respecto a la segunda, s tengo algo que decir. El
Sr. Burke no ha expuesto bien el caso. La comparacin es
improcedente, pues que se establece entre el obispo y el con
de o el caballero. Debera establecerse entre el obispo y el
cura, y entonces quedara as: El pueblo de Inglaterra puede
ver sin dolor ni amargura que un obispo de Durham, o un
obispo de Winchester, posean 10.000 libras esterlinas al
ao, y un cura treinta o cuarenta libras al ao, o menos.
No, seor; desde luego no ven esas cosas sin gran dolor ni
amargura. Se trata de un caso que clama al sentido de la jus
ticia de todo hombre, uno de los muchos que clama por una
constitucin.
En Francia se repeta el grito de la iglesia!, la iglesia! con
tanta frecuencia como en el libro del Sr. Burke, e igual de alto
que cuando se present el Proyecto de Ley sobre los No con
formistas al Parlamento ingls; pero a la mayor parte del cle
ro francs ya no se le poda engaar con este grito. Saba que
cualquiera que fuese el pretexto, eran ellos los principales
objetos de l. Era el grito de los clrigos con grandes benefi
cios, lanzado a fin de impedir que se produjera ninguna re
gulacin de los ingresos entre los de diez mil libras al ao y
los curas de parroquias. Por eso unieron su caso al de
todas las dems clases oprimidas de hombres, y al unirse a
ellas obtuvieron reparacin.
La Constitucin francesa ha abolido los diezmos, esa fuen
te de perpetu descontento entre el titular de los diezmos y
el feligrs. Cuando se tiene la tierra conforme a un diezmo,
se halla en la condicin de una finca poseda entre dos par
tes; la una recibe una dcima parte, y la otra nueve dcimas
partes del producto; y, en consecuencia, conforme a los
principios de la equidad, si se puede mejorar la finca, y hacer
84 Thomas Paine

que con esa mejora produzca el doble o el triple que antes, o


cualquier otra proporcin, el gasto de esa mejora lo deberan
sufragar en igual proporcin las partes que han de compartir
el producto. Pero no ocurre as con los diezmos: el agricul
tor soporta toda la carga de los gastos, y el propietario del
diezmo se queda con una dcima parte de la mejora, adems
de la dcima parte inicial, y por este medio consigue dos d
cimas partes en lugar de una. Este es otro caso que clama
por una constitucin.
La Constitucin francesa tambin ha abolido la Tolerancia y la
Intolerancia, o renunciando a ellas, y ha establecido el d e r e c h o
UNIVERSAL DE CON CIEN CIA.
Tolerancia es no lo contrario de Intolerancia, sino su ima
gen complementaria. Ambas cosas son despotismo. La una
se arroga el derecho de prohibir la Libertad de Conciencia, y
la otra el de concederla. La una es el Papa armado de fuego y
lea, y la otra es el Papa que vende o concede indulgencias.
La primera es la Iglesia y el Estado, la segunda es la Iglesia y
el comercio.
Pero cabe contemplar la tolerancia a una luz mucho ms
fuerte. El hombre no se adora a s mismo, sino a su Creador,
y la libertad de conciencia que reivindica no es para ponerla
al servicio de s mismo, sino al de su Dios. En este caso, por
ende, tenemos por fuerza que haber asociado la idea de
dos cosas: el mortal que rinde adoracin y el s e r i n m o r t a l
que es adorado. Por lo tanto, la tolerancia no se establece
entre un hombre y otro, ni entre una iglesia y otra, ni entre
una denominacin religiosa y otra, sino entre Dios y el hom
bre; entre el ser que adora y el Ser que es adorado, y por el
mismo acto de autoridad arrogada por el que tolera al hom
bre que rinda su adoracin, se establece presuntuosa y blas
fematoriamente en posicin de tolerar al Todopoderoso que
la reciba.
Si se presentara a cualquier parlamento un proyecto de ley
titulado Ley de tolerancia o concesin de libertad al Todo
poderoso para recibir la adoracin de un judo o un turco, o
de prohibicin al Todopoderoso de recibirla, todos se in
dignaran y lo calificaran de blasfemia. Habra un escndalo.
Eso sera presentar sin disfraz la presuncin de tolerancia en
Derechos del Hombre 85

cuestiones religiosas; pero la presuncin no es menor porque


en esas leyes slo aparezca el nombre del Hombre, pues no
es posible separar la idea del adorador y del adorado. Quin,
pues, eres t vano, polvo y ceniza!, por cualquier nombre
que te llames, sea Rey, Obispo, Iglesia, Estado o Parlamen
to, o lo que sea, que interpones tu insignificancia entre el
alma del hombre y su Creador? Ocpate de tus propios asun
tos. Si l no cree como crees t, eso es prueba de que t no
crees como cree l, y no hay poder terrenal que pueda deci
dir entre los dos.
En cuanto a eso que llaman denominaciones religiosas, si
a cada uno se le deja que juzgue de su propia religin, enton
ces no hay ninguna religin que sea equivocada, pero si cada
uno ha de juzgar de la religin del otro, entonces no hay una
sola religin que sea la verdadera, y por ende todo el mundo
tiene razn o todo el mundo se equivoca. Pero en cuanto
hace a la religin en s, sin considerar los nombres, y en el
sentido de que se dirige desde la familia universal de la hu
manidad hacia el objeto Divino de toda adoracin, es el hom
bre ti que lleva a su Creador os frutos de su corazn, y aunque
esos frutos difieran unos de otros como los frutos de la tie
rra, se acepta el tributo agradecido de cada uno.
Un obispo de Durham, o un arzobispo de Winchester, o
el arzobispo que pasa por delante de los duques, no rechaza
r una gavilla del diezmo de trigo porque no sea un montn
de heno, ni un montn de heno porque no sea una gavilla de
trigo, ni un cerdo porque no sea ninguna de las dos cosas;
pero esas rhismas personas, bajo la figura de una iglesia ofi
cial, no permitirn a su Creador que reciba los diezmos di
versificados de la devocin del hombre.
Una de las cantinelas constantes del libro del Sr. Burke es
la Iglesia y el Estado. No habla de una Iglesia concreta ni
de un Estado concreto, sino de cualquier Iglesia y cualquier
Estado; y utiliza el trmino como figura poltica para formu
lar la doctrina poltica de unir siempre la Iglesia con el Esta
do en todos los pases, y censura a la Asamblea Nacional
por no haberlo hecho en Francia. Dediquemos unos pensa
mientos a este tema.
Todas las religiones son por su propia naturaleza amables
86 Thomas Paine

y benignas, y van unidas a principios de moral. No podran


haber hecho proslitos en un principio si hubieran profesado
nada que fuera malo, cruel, inclemente o inmoral. Al igual
que todas las dems cosas, tuvieron su comienzo, y procedie
ron mediante la persuasin, la exhortacin y el ejemplo.
Cmo, entonces, es que perdieron su blandura inicial y se
hicieron morosas e intolerantes?
Ocurri as por la relacin que recomienda el Sr. Burke.
Al aparearse la Iglesia con el Estado lo que engendran es una
especie de mua, capaz slo de destruir, y no de procrear, lla
mada la Iglesia oficial conforme a la Ley. Es, desde el momento
mismo de nacer, un ser extrao a su propia madre, que lo
engendra, y a la que con el tiempo ataca a coces y destruye.
La Inquisicin espaola no procede de la religin inicial
mente profesada, sino de ese animal como una mua engen
drado entre la Iglesia y el Estado. Las piras de Smithfield las
caus la misma cra heterognea, y fue la regeneracin ulte
rior de ese extrao animal de Inglaterra lo que resucit el
rencor y la irreligin entre los habirantes y la que impuls a
las personas llamadas cuqueros y no conformistas a irse a
Amrica. La persecucin no es un rasgo primigenio de nin
guna religin, pero es siempre el rasgo ms sealado de todas
las religiones oficiales, o religiones impuestas por ley. Elim
nese la imposicin por ley y toda religin recupera su carc
ter benigno inicial. En Amrica, un sacerdote catlico es un
buen ciudadano, una buena persona y un buen vecino; lo
mismo cabe decir de un ministro episcopaliano, y lo mismo
cabe decir independientemente de los hombres, pues no hay
religin oficial impuesta por ley en Amrica.
Si tambin observamos la cuestin con sentido temporal,
veremos los malos efectos que ha tenido para la prosperidad
de las naciones. La unin de la Iglesia con el Estado ha em
pobrecido a Espaa. La Revocacin del edicto de Nantes hizo
que los fabricantes de seda se fueran de Francia a Inglaterra,
y la Iglesia y el Estado estn llevando a los fabricantes de al
godn de Inglaterra a Amrica y a Francia. Que contine,
pues, el Sr. Burke predicando su antipoltica doctrina de
Iglesia y Estado. De algo servir. La Asamblea Nacional no
seguir su consejo, pero se ver beneficiada por su tontera.
Derechos del Hombre 87

Fue la observacin de sus malos efectos en Inglaterra lo que


advirti a Amrica en contra de ello; y es la experiencia de
ello en Francia lo que ha llevado a la Asamblea Nacional a
abolirlo y, al igual que en Amrica, a establecer e l d e r e c h o
UNIVERSAL D E CON CIEN CIA Y E L D ERECH O UNIVERSAL D E CIU
DADANA * .

* Cuando vemos que en cualquier pas se dan circunstancias extraordina


rias, naturalmente ello lleva a cualquier hombre que tenga talento para la ob
servacin y la investigacin a preguntarse por sus causas. Las manufacturas
de Manchester, Birmingham y Sheffield sor las principales manufacturas d
Inglaterra. A qu se debe eso? Un poco de observacin bastar para expli
car el caso. Los principales habitantes, la inmensa mayora de los habitantes
de estos lugares, no pertenecen a lo que se califica en Inglaterra de la Iglesia
oficial conforme a la ley, y ellos o sus padres (pues todo ello ocurri hace slo
unos aos) se retiraron de la persecucin de las ciudades con carta, donde se
aplican ms particularmente las leyes religiosas, y establecieron una especie
de asilo para s mismos en esos lugares. Era el nico asilo que se ofreca en
tonces, pues el resto de Europa estaba peor. Pero ahora estn cambiando las
cosas. Francia y Amrica dan la bienvenida a todo el que venga, e inician a
todos en los derechos de la ciudadana. Por ende, tanto la poltica como l
inters dictarn en Inglaterra, aunque quiz demasiado tarde, lo que no pu-
dieron imponer la razn y la justicia. Esas manufacturas se van yendo de all
y surgiendo en otros lugares. Actualmente se est levantando en Passy, a
tres millas de Pars, una gran fbrica de tejidos de algodn, y en Amrica ya
se han edificado varias. Poco despus de que se rechazara el Proyecto de Ley
de derogacin de las leyes religiosas, uno de los ms ricos fabricantes de In
glaterra dijo delante de m: Inglaterra, seor mo, no es un pas adecuado
para que viva en l un no conformista; hemos de irnos a Francia. Estas son
verdades, y el decirlas es hacer justicia a ambas partes. Son sobre todo los no
conformistas los que han llevado las manufacturas inglesas a la cima que hoy
da ocupan, y esos mismos hombres tienen la capacidad para llevrselas a
otra parte, y aunque esas manufacturas sigan hacindose despus en esos
mismos lugares, se habrn perdido los mercados extranjeros. A menudo apa
recen en la G aceta de Londres extractos de determinadas leyes encaminadas a
impedir que salgan del pas mquinas y personas, en la medida en que esas
leyes se puedan aplicar a personas. Segn parece, pues, empieza a sospechar
se mucho de los malos efectos de las leyes religiosas y del carcter oficial de la
Iglesia; pero el remedio de la fuerza no puede suplir jams al remedio de la
razn. n el transcurso de menos de un siglo, es posible que toda la parte no
representada de Inglaterra, de todas las denominaciones, que es por lo me
nos cien veces a ms numerosa, empiece a apreciar la necesidad de una
constitucin y entonces le vendrn a la mente todas estas cuestiones. (N ota
delau tor.)
[Esta nota y todo el prrafo al que pertenece, suprimidos en algunas de las
ediciones ms tardas.) (N . d el T.)
88 Thomas Paine

Cesar aqu la comparacin con respiecto a los principios


de la Constitucin francesa y concluir esta parte del tema
con algunas observaciones acerca de la organizacin de las
partes formales de los Gobiernos francs e ingls.
El poder ejecutivo de cada pas se halla en manos de una
persona a la que se llama Rey; p>ero la Constitucin francesa
distingue entre el Rey y el Soberano. Considera oficial la
condicin de Rey y atribuye la Soberana a la nacin.
Los representantes de la nacin que componen la Asam
blea Nacional y que constituyen el poder legislativo proce
den del pueblo por eleccin, como derecho inherente en el
pueblo. En Inglaterra no es as; y ello se debe a la forma en
que se estableci inicialmente lo que se califica de su monar
qua, pues como por conquista todos los derechos del pue
blo o de la nacin quedaron absorbidos en manos del con
quistador, que aadi el ttulo de Rey al de Conquistador, las
mismas cosas que actualmente en Francia se entienden como
derechos del pueblo, o de la nacin, se entienden en Inglate
rra como concesiones de lo que se califica de la Corona. El
Parlamento de Inglaterra, en sus dos cmaras, se erigi por
patentes de los descendientes del Conquistador. La Cmara
de los Comunes no se origin como cuestin de derecho del
pueblo a delegar o elegir, sino como concesin o gracia.
En la Constitucin francesa siempre se nombra a la na
cin por delante del Rey. El tercer artculo de la Declaracin
de Derechos dice: El origen (o principio) de toda soberana
reside esencialmente en la nacin. El Sr. Burke sostiene que
en Inglaterra el Rey es el principio, que es el principio de
todo honor. Pero como est idea desciende evidentemente
de la conquista, no har ms observaciones al respecto, salvo
que es carcter de la conquista ponerlo todo al revs; y como
no se va a negar al Sr. Burke el privilegio de hacer uso de la
palabra dos veces, y como no hay ms que dos partes en la
figura, el principio y el fin, la segunda vez tendr razn.
La Constitucin francesa coloca al poder legislativo por
delante del ejecutivo, a la Ley por delante del Rey: L a Loy, le
Ro. Esto tambin se halla dentro del orden natural de las
cosas, porque una ley ha de tener existencia antes de que se
pueda poner en ejecucin.
Derechos del Hombre 89

El rey de Francia no dice, al dirigirse a ia Asamblea Na


cional: mi Asamblea, como en la frase utilizada en Inglate
rra de mi Parlamento; no puede decirlo conforme a la
Constitucin ni se le podra admitir. Es posible que sea co
rrecto hacerlo en Inglaterra porque, como ya se ha mencio
nado antes, ambas Cmaras del Parlamento tuvieron su ori
gen en eso que se califica de la Corona por patente o gracia,
y no por los derechos inherentes del pueblo, como ocurre
con la Asamblea Nacional en Francia, cuyo nombre designa
su origen.
El presidente de la Asamblea Nacional no pide al rey que
conceda a la Asamblea libertad de palabra, como ocurre en la
Cmara de los Comunes inglesa. La dignidad constitucional
de la Asamblea Nacional no puede rebajarse. La palabra es,
en primer lugar, uno de los derechos naturales del hombre
que siempre se ha conservado, y con respecto a la Asamblea
Nacional, su uso es su deber, y la nacin es su autoridad. Sus
miembros los elige el mayor grupo de hombres que el mun
do haya visto jams ejercer el derecho de eleccin. No sur
gen de la basura de los burgos podridos, ni son los represen
tantes vasallos de los aristcratas. Como tienen conciencia
de la dignidad que corresponde a su carcter, la defienden.
Su lenguaje parlamentario, sea en pro o en contra de una
cuestin, es libre, atrevido y viril, y se extiende a todas las
partes y circunstancias del caso de que se trate. Si han de
ocuparse de algn asunto o tema relativo al departamento
ejecutivo o a la persona que lo preside (el rey), se debate
como cosa de hombres, y con lenguaje de caballeros, y su
respuesta o sus rdenes se imparten con el mismo estilo. No
se quedan en silencio con la boquiabierta vacuidad de la ig
norancia vulgar, ni se inclinan con el temblor de la insignifi
cancia aduladora. El gracioso orgullo de la verdad no conoce
extremos y mantiene, en todos los mbitos de la vida, el ca
rcter recto del hombre.
Observemos ahora la otra cara de la cuestin..En los dis
cursos de los Parlamentos ingleses a sus reves no vemos el
espritu intrpido de los antiguos Parlamentos de Francia ni
la serena dignidad de la actual Asamblea Nacional; tampoco
advertimos en ellos nada del estilo de los modales ingleses,
90 Thomas Paine

que bordean algo en la incorreccin. Como no son de ex


traccin extranjera, ni por su naturaleza son de extraccin
inglesa, el origen de esos modales se ha de buscar en otra
parte, y ese origen es la Conquista Normanda. Evidentemen
te, esos modales son de la clase de los vasallos, y sealan en
fticamente la distancia degradada que no existe en ninguna
condicin de hombres ms que entre el conquistador y el
conquistado. Que esta idea y este estilo de hablar de vasallaje
no desaparecieron ni siquiera con la revolucin de 1688 es
evidente por la declaracin hecha por el Parlamento a Gui
llermo y Mara en estas palabras: Nos sometemos con plena
humildad y fidelidad a nosotros mismos, a nuestros herede
ros y posteridades, para siempre. La sumisin es cabalmen
te un trmino de vasallaje, repugnante a la dignidad de la li
bertad, y eco del lenguaje utilizado en la Conquista.
Como todas las cosas se estiman por comparacin, aunque
por las circunstancias la revolucin de 1688 se haya visto
elevada muy por encima de su valor real, ya hallar su nivel.
Ya est en retirada, eclipsada por la ampliacin del orbe de
la razn y por las luminosas revoluciones de Amrica y de
Francia. Dentro de menos de un siglo entrar, al igual que
los trabajos del Sr. Burke, en el panten familiar de todos
los Capuletos. La humanidad apenas podr creer entonces
que un pas que se llame libre enviase a buscar a un hombre
a Holanda o lo dotase adrede de poderes para que ese hom
bre le inspirase temor, y le diese casi medio milln de libras es
terlinas al ao para que permitiera someterse a sus habitan
tes y a su posteridad como servidores y servidoras, para
siempre.
Pero hay una verdad que debe darse a conocer: yo he teni
do la Oportunidad de verla, y es que pese a todas las apariencias,
no hay ninguna categora de hombres que desprecie tanto a la monar
qua como los cortesanos. Pero stos saben muy bien que si otros
la vieran como la ven ellos no podra seguirse manteniendo
el juego de manos. Se hallan en la situacin de hombres que
se ganan la vida con un espectculo, y para quienes la tonte
ra del espectculo es tan conocida que lo ridiculizan, pero si
el pblico supiera tanto como ellos a este respecto, se acaba
ra el espectculo, y con l sus beneficios. La diferencia entre
Derechos det Hombre 91

un republicano y un cortesano con respecto a la monarqua


es que el uno se opone a la monarqua por creer que es algo,
y el otro se re de ella porque sabe que no es nada.
Como antes yo mantena correspondencia con el Sr. Bur-
ke, por creer que era un hombre de principios ms slidos
de los que revela su libro, el invierno pasado le escrib desde
Pars y le hice un relato de lo prsperamente que iban las co-
sas. Entre otros temas de aquella carta, me refera a la buena
situacin en que se hallaba la Asamblea Nacional; que haba
ocupado un terreno en el que se reunan su deber moral y su
inters poltico. No tena que utilizar un lenguaje en el que
no crea ella misma con el fin fraudulento de hacer que otros
lo creyeran. Su condicin no requiere de artificios en los que
apoyarse, y no se puede mantener ms que si ilustra a la hu
manidad. No le interesa premiar la ignorancia, sino disipar
la. No se halla en el caso de un partido ministerial o de la
oposicin en Inglaterra, que, pese a estar enfrentados, siguen
unidos en cuanto a mantener el misterio comn. La Asam
blea Nacional ha de abrir la caja de la luz. Debe mostrar al
hombre el verdadero carcter del hombre, y cuanto ms lo
pueda aproximar a esa norma, ms fuerte ser la Asamblea
Nacional.
Al contemplar la Constitucin francesa advertimos en
ella un orden racional de las cosas. Los principios armonizan
con las formas, y ambos con sus orgenes. Quiz quepa decir
como excusa de las malas formas que no son ms que for
mas, pero eso es un error. Las formas crecen a partir de los
principios, y sirven para mentener los principios de los que
nacen. Es imposible practicar una mala forma basndose en
algo que no sea un mal principio. No se puede injertar en
uno bueno; y cuando quiera que las formas de un gobierno
son malas, es un indicio cierto de que tambin los principios
son malos.
Y con esto cierro finalmente este tema. Lo inici al obser
var que el Sr. Burke se haba negado voluntariamente a formu
lar comparaciones entre las constituciones inglesa y france
sa. Se excusa (en la pgina 241) por no hacerlo, diciendo que
no tena tiempo. El libro del Sr. Burke tard ms de ocho
meses en escribirse, y se extiende a lo largo de un volumen
92 Themas Paine

de trescientas sesenta y seis pginas. Como su omisin va en


perjuicio de su causa, su excusa lo empeora todava ms, y
los hombres del lado ingls de las aguas empezarn a pre
guntase si no existe un defecto radical en lo que se califica
de constitucin inglesa, que ha impuesto al Sr. Burke la ne
cesidad de suprimir la comparacin, para evitar que ese de
fecto salga a la luz.
Al igual que el Sr. Burke no ha escrito sobre las constitu
ciones, tampoco lo ha hecho sobre la Revolucin Francesa.
No cuenta nada de su comienzo ni de su marcha. Slo expre
sa su asombro. Parece, dice, como si estuviramos en una
grave crisis, no slo de los asuntos de Francia, sino de toda
Europa, quiz de ms que Europa. Si se suman todas las cir
cunstancias, l Revolucin Francesa es la ms sorprendente
que jams haya ocurrido en el mundo.
Como a los sabios les sorprenden las cosas tontas, y a otra
gente las sabias, no s de qu forma explicar la sorpresa del
Sr. Burke, pero lo que es cierto es que no comprende la Re
volucin Francesa. Aparentemente ha surgido como una
creacin a partir de un caps, pero no es ms que la conse
cuencia de una revolucin mental que exista previamente en
Francia. La mente de la nacin haba cambiado de antema
no, y el nuevo orden de cosas ha seguido naturalmente al
nuevo orden de ideas. Yo tratar, con toda la concisin que
pueda, de describir el nacimiento de la Revolucin Francesa,
y sealar las circunstancias que han contribuido a producirla.
El despotismo de Luis XIV , unido a la alegra de su Cor
te, y a la llamativa ostentacin de su carcter, haban humi
llado tanto, y al mismo tiempo fascinado tanto, la mente de
Francia, que el pueblo pareca haber perdido todo sentido de
su propia dignidad en la contemplacin de la de su gran Mo
narca, :y todo el reinado de Luis XV , notable slo por su de
bilidad y afeminamiento, no introdujo ms modificacin que
la de infundir una especie de letargo en la nacin, del cual
sta no pareca estar dispuesta a despertar.
Los nicos indicios que aparecieron del espritu de Liber
tad durante aquellos perodos son los que se hallan en los es
critos de los filsofos franceses. Montesquieu, presidente del
Parlamento de Burdeos, fue todo lo lejos que poda ir un es
Derechos del Hombre 93

critor bajo un gobierno desptico, y como estaba obligado a


compaginar el principio con la prudencia, a veces parece que
su mente se halla bajo un velo, y deberamos darle crdito
por ms de lo que ha expresado.
Voltaire, que era al mismo tiempo el adulador y el satirizador
del despotismo, sigui otra lnea de conducta. Su fuerte esta
ba en revelar y ridiculizar las supersticiones de las que el
sacerdocio, unido a los artilugios del Estado, haba saturado a
los gobiernos. No era por la pureza de sus principios, ni por
su amor a la humanidad (pues la stira y la filantropa no son
naturalmente concordantes), sino por su gran capacidad para
advertir la tontera en su verdadera forma, y por su irresisti
ble propensin a revelarla, por lo que hizo esos ataques. Sin
embargo, resultaron tan formidables como si el motivo hu
biera sido virtuoso, y merece ms el agradecimiento que la
estima de la humanidad.
Por el contrario, en los escritos de Rousseau y del abate
Raynal hallamos una amabilidad de sentimiento favorable a
la libertad que inspira respeto y eleva las facultades huma
nas; pero, tras despertar esta animacin, no dirigen sus ope
raciones, y dejan la mente enamorada de un objeto, sin des
cribir los medios de poseerlo.
Los escritos de Quesnay, Turgot y los amigos de estos au
tores son del gnero serio, pero trabajaban bajo la misma
desventaja que Montesquieu: sus escritos abundan en mxi
mas morales de gobierno, pero se encaminan ms bien a
economizar y reformar la administracin del gobierno que al
propio gobierno.
Pero todos estos escritos y muchos otros tuvieron su efec
to, y por- la diferente forma en que trataron del gobierno,
Montesquieu con su juicio y su conocimiento de las leyes,
Voltaire con su ingenio, Rousseau y Raynal con su anima
cin, y Quesnay y Turgot con sus mximas morales y sus
sistemas de economa, los lectores de todas las clases se en
contraron con algo de su gusto, y un espritu de investiga
cin poltica empez a difundirse por toda la nacin en la
poca en que estall la disputa entre Inglaterra y las que eran
entonces sus colonias de Amrica.
En la guerra en la que entonces entr Francia, se sabe
94 Thomas Paine

muy bien que al principio la nacin pareci ponerse de ante


mano del lado del Ministerio francs. Cada una de las dos
partes tena su propia opinin, pero aquellas opiniones se re
feran a distintos objetos; la una aspiraba a la libertad, el otro
a vengarse de Inglaterra. Los oficiales y soldados que fueron a
Amrica despus se vieron matriculados en la escuela de la Li
bertad, y aprendieron de memoria tanto su prctica como sus
principios *.
Como era imposible separar los acontecimientos militares
que ocurran en Amrica de los principios de la revolucin
americana, la publicacin de aquellos acontecimientos en
Francia los relacion necesariamente con los principios que
los producan. Muchos de los hechos eran en s mismos
principios, como la declaracin de la independencia america
na y el tratado de alianza entre Francia y Amrica, que reco
noca los derechos naturales del hombre y justificaba la resis
tencia a la opresin.
El ministro de Francia, a la sazn el conde de Vergennes, no
era amigo de Amrica, y tanto por justicia como gratitud se ha
de decir que fue la reina de Francia la que puso de moda la causa
de Amrica en su Corte. El conde de Vergennes era amigo per
sonal y social del Dr. Franklin, y el doctor obtuvo, con su sen
sata amabilidad, una especie de influencia sobre l; pero por lo
que respecta a los principios, el conde de Vergennes era un ds
pota.
Debe incluirse en la cadena de circunstancias la situacin
del Dr. Franklin, como ministro de Amrica en Francia. La
condicin diplomtica es en s la esfera ms limitada de la
sociedad en que puede actuar el hombre. Prohbe las relacio
nes por la reciprocidad de la sospecha, y un diplomtico es
una especie de tomo suelto, que constantemente repele y se
ve repelido. Pero no ocurri as con el Dr. Franklin. Este no
era el diplomtico de una Corte sino del h o m b r e . Su con
dicin de filsofo gozaba de reconocimiento desde haca
tiempo, y su crculo social en Francia era universal.
El conde de Vergennes se resisti largo tiempo a que se

* Pasaje omitido en muchas ediciones, entre ellas la de Bonner, pero pre


sente en otras, como las de Foner y la de Collins. (N . d ii T.)
Derechos del Hombre 95

publicaran en Francia las Constituciones americanas, traduci


das al idioma francs; pero incluso en esto se vio obligado a
ceder a la opinin pblica, pues pareca que lo correcto era
admitir que se publicara lo que se haba comprometido a de
fender. Las Constituciones americanas eran a la Libertad lo
que la gramtica es a un idioma: definen las partes de un dis
curso y prcticamente las construyen para formar una sintaxis.
La peculiar situacin de quien era a la sazn marqus de
la Fayette es otro eslabn en la cadena. Prest servicios en
Amrica como oficial americano con un despacho del Con
greso, y por la universalidad de sus amistades tuvo una es
trecha relacin con el gobierno civil de Amrica, as com
con la lnea militar. Hablaba el idioma del pas, participaba
en las discusiones sobre los principios del gobierno, y siem
pre era un amigo al que se le daba la bienvenida en cualquier
eleccin.
Cuando termin la guerra, se difundi por toda Francia
un vasto refuerzo de la causa de la Libertad, al regresar los
oficiales y los soldados franceses. Entonces, el conocimiento
de la prctica se sum a la teora, y lo nico que faltaba para
darle una existencia real era una oportunidad. El hombre no
puede, a decir verdad, crear las circunstancias para sus obje
tivos, pero siempre est en su poder el mejorarlas cuando se
presenta, y eso fue lo que ocurri en Francia.
M. Neckar20 se vio desplazado en mayo de 1781, y por la
mala administracin de la hacienda a partir de entonces, y en
especial durante la extravagante administracin de M. Colon-
ne21, los ingresos de Francia, que eran de casi veinticuatro
millones de libras esterlinas al ao, pasaron a ser inferiores a
los gastos, no porque hubieran disminuido los ingresos, sino
porque haban aumentado los gastos, y sta fue una circuns
tancia que la nacin aprovech para hacer una revolucin.
El ministro ingls, Sr. Pitt, ha aludido con frecuencia en sus
presupuestos al estado de la hacienda francesa, sin compren
der el tema. Si los parlamentos franceses hubieran estado tan
dispuestos a aceptar edictos sobre nuevos impuestos como lo
est el Parlamento ingls a concederlos, no habra habido
ninguna perturbacin de la hacienda, ni tampoco una revo
lucin, pero esto se explicar mejor cuando siga adelante.
96 Thomas Paine

Ser necesario ahora demostrar cmo se recaudaban antes


los impuestos en Francia. El Rey, o mejor dicho la corte o el
ministerio que actuaban con el uso de ese nombre, redacta
ban los edictos sobre impuestos a su propia discrecin, y los
enviaban a los parlamentos para que los registraran, pues
hasta que quedaban inscritos por los parlamentos no tenan
vigencia. Desde haca mucho tiempo existan disputas entre
la corte y los parlamentos con respecto al alcance de la auto
ridad de los parlamentos a este respecto. La corte insista en
que la autoridad de los parlamentos no iba ms all de pro
testar contra el impuesto o aducir razones en contra de ste,
y se reservaba el derecho de determinar si las razones esta
ban bien o mal fundadas, y en consecuencia retirar el edicto
de su propia voluntad u ordenar que se registrara como cues
tin de autoridad. Los parlamentos, por su parte, insistan
en que no slo tenan el derecho de protestar, sino el de re
chazar, y en esto siempre contaban con el apoyo de la na
cin.
Pero, para volver al orden de mi narracin, M. Calonne
quera dinero, y como conoca la firme disposicin de los
parlamentos con respecto a los nuevos impuestos, trat in
geniosamente de acercarse a ellos con medios ms blandos
que los de la autoridad directa, o de pasar por encima de
ellos mediante una maniobra, y para ello resucit el proyecto
de reunir a un grupo de hombres de las diversas provincias,
al estilo de una Asamblea de Notables, u hombres de nota,
que se reuni en 1787 y que deba recomendar los impuestos
a los parlamentos o actuar como si fuera ella misma un par
lamento. En 1617 se haba convocado una asamblea con
ese mismo nombre.
Dado que hemos de considerar esto como el primer paso
prctico hacia la revolucin, convendr incluir ahora algu
nos detalles a su respecto. En algunos lugares se ha confun
dido la Asamblea de los Notables con los Estados Generales,
pero se trataba de un rgano completamente distinto, ya que
los Estados Generales siempre eran elegidos. Las personas
que integraron la Asamblea de los Notables fueron todas
nombradas por el Rey, y no eran ms que ciento cuarenta.
Pero como .M. Calonne no poda contar con una mayora de
Derechos del Hombre 97

esa asamblea que le fuera favorable, muy astutamente lo or


ganiz de forma que cuarenta y cuatro formasen una mayo
ra de ciento cuarenta; para lograrlo, los organiz en siete
comisiones separadas, de veinte miembros cada una. Cada
cuestin general no se decida por una mayora de personas,
sino por una mayora de comisiones, y como bastaba con
once votos para tener mayora en una comisin, y cuatro co
misiones eran una mayora de las siete, M. Calonne tena
buenos motivos para concluir que como don cuarenta y cua
tro bastara para determinar cualquier cuestin general, no
poda perder una votacin. Pero todos sus planes le fallaron,
y con el tiempo llevaron a su cada.
El que era a la sazn marqus de la Fayette qued en la
segunda comisin, cuyo presidente era el conde DArtois22,
y como de lo que se trataba era del dinero, naturalmente
sac a la luz todas las circunstancias relacionadas con l. M.
de la Fayette formul una acusacin verbal contra M. Calon
ne por vender tierras de la corona por una cantidad de dos
millones de libras francesas, de una forma que pareca desco
nocer el Rey. El conde DArtois (como para intimidar, pues
entonces exista la Bastilla) pregunt al marqus si estaba
dispuesto a formular la acusacin por escrito. Replic que s.
El conde DArtois no'la exigi, pero aport un mensaje del
Rey al respecto. M. de la Fayette present entonces su acu
sacin por escrito, para que se transmitiera al Rey, y se com
prometi a fundamentarla. Este asunto no sigui adelante,
pero poco despus el Rey ces a M. Calonne y lo envi a In
glaterra.
Como M. de la Fayette, por la experiencia de l que haba
visto en Amrica, estaba ms familiarizado con la ciencia del
gobierno civil que la generalidad de los miembros que com
ponan la Asamblea de los Notables poda estarlo entonces,
caa sobre sus espaldas el peso de las actividades. El plan de
quienes contemplaban una constitucin era enfrentarse con
la corte en: el terreno de los impuestos, y algunos de ellos
profesaron abiertamente su objetivo. Surgieron frecuentes
controversias entre el conde DArtois y M. de la Fayette so
bre diversos temas. Con respecto a los retrasos ya incurri
dos, este ltimo propuso ponerles remedio mediante la
98 Thomas Paine

adaptacin de los gastos a los ingresos, en lugar de los ingre


sos a los gastos; y como objeto de reforma propuso abolir la
Bastilla y todas las prisones del Estado en toda la nacin
(cuyo mantenimiento causaba grandes gastos), y suprimir las
Lettres de Cachet23; pero a la sazn no se prest mucha aten
cin a esos asuntos, y con respecto a las Lettres de Cacbet, una
mayora de os nobles pareca ser partidario de ellas. En cuanto a
aportar nuevos impuestos a la Hacienda, la Asamblea se
neg a ocuparse del asunto por s misma, concurriendo en la
opinin de que no estaba facultada para ello. En un debate
sobre este tema, M. de Lafayete dijo que de la recaudacin de
fondos mediante impuestos no se poda ocupar ms que una
Asamblea Nacional, libremente elegida por el pueblo y cuyos
miembros actuaran como sus representantes. Se refiere,
pregunt al conde DArtois, a los Estados Generales? M. de la
Fayette dijo que s. Firmar, pregunt el conde DArtois, lo
que dice para que se le d al Rey? El otro replic que no slo
estaba dispuesto a hacerlo, sino que ira ms lejos y dira que
lo ms eficaz sera que el Rey aceptara el establecimiento de
una constitucin.
Como as fracasaba uno de los planes, el de lograr que la
Asamblea actuara como parlamento, surga ahora el otro, d
de las recomendaciones. A este respecto, la Asamblea convi
no en recomendar dos nuevos impuestos para que la regis
trasen los parlamentos: uno un impuesto sobre el timbre y el
otro un impuesto territorial, una especie de impuesto sobre
la tierra. Los dos se han calculado en unos cinco millones de
libras esterlinas al ao. Ahora hemos de dedicar nuestra
atencin a los parlamentos, a quienes volva otra vez la cues
tin.
Poco despus de la dimisin de Calonne se design al ar
zobispo de Toulouse (despus arzobispo de Sens, y ahora
cardenal) para la administracin de las finanzas. Tambin se
le nombr primer ministro, puesto que no siempre exista
en Francia. Cuando no exista este cargo, el jefe de cada uno
de los departamentos principales despachaba los asuntos di
rectamente con el Rey, pero cuando se nombraba un primer
ministro, slo despechaban con ste. El arzobispo tena ms
autoridad estatal que ningn ministro desde el duque de
Derechos del Hombre 99

Choiseul14, y la nacin estaba muy bien dispuesta en su fa


vor, pero con una lnea de conducta difcilmente explicable,
pues desperdici todas sus oportunidades, se convirti en un
dspota, cay en la desgracia y pas a ser cardenal.
Una vez dispersa la Asamblea de los Notables, el ministro
envi los edictos de los dos nuevos impuestos recomendados
por la Asamblea a los parlamentos para que los registrasen.
Naturalmente, llegaron primero l Parlamento de Pars, que
replic en respuesta Que con unos ingresos como k s que la nacin
soportaba no debera mencionarse la palabra de impuestos sino a fin
de reducirlos, y rechaz ambos impuestos *.
Ante esta negativa, se orden al parlamento que fuera a
Versalles, donde, como era habitual, el rey celebr lo que
bajo el gobierno antiguo se llamaba un Lecho de Justicia, y
los dos edictos quedaron registrados en presencia del parla
mento por una orden del Estado, de la forma mencionada en
la pgina 96.
Ante esto, el Parlamento volvi inmediatamente a Pars,
reanud su perodo de sesiones en debida forma y orden
que se borrara el registro, declarando que todo lo hecho en
Versalles era ilegal. Entonces se presentaron a todos los
miembros del parlamento Lettres de Cacbet y se los exili a
Troyes, pero como en el exilio siguieron igual de inflexibles
que antes, y como con la venganza no se sustitua a los im
puestos, al cabo de poco tiempo se los volvi a llamar a Pa
rs.
Se les presentaron los edictos una vez ms, y el conde
DArtois se comprometi a actuar como representante del
rey. Con ese fin fue de Versalles a Pars con una comitiva, y
el Parlamento se reuni para recibirlo. Pero los espectculos
y los desfiles haban perdido su influencia en Francia, y cua
lesquiera fueran las ideas de su propia importancia que tena
al ponerse en marcha, tuvo que regresar con las mortifica
ciones y desencanto. Al bajar de su carruaje para subir las es
caleras del Parlamento la multitud (que se haba reunido en

* Cuando el Sr. Pitt, ministro ingls, vuelva a mencionar la hacienda frances


en el Parlamento ingls, hara bien en tomar nota de esto como ejemplo. (N ota
d elau tor.)
too Thomas Paine

gran nmero) lanz expresiones vulgares, diciendo: Aqu


viene Monsieur DArtois, que quiere ms dinero del nuestro
para gastar. La marcada desaprobacin que advirti le llen
de aprensiones, y el oficial de la guardia que lo acompaaba
dio la voz de A ux armes! (A las armas!). La vocifer de tal
modo que reverber por las avenidas de la Cmara y produjo
una confusin momentnea. Y o me hallaba entonces en uno
de los departamentos por los que haba de pasar l, y no pude
evitar la reflexin de lo triste que es la condicin de un hom
bre que no inspira respeto.
Trat de impresionar al Parlamento con palabras altiso
nantes y de manifestar su autoridad diciendo El Rey, nues
tro Dueo y Seor. El Parlamento recibi esto con gran
frialdad y con su habitual determinacin de no. votar, los
impuestos, y as termino la entrevista.
Tras esto se plante un nuevo tema: en los diversos deba
tes y enfrentamientos que iban surgiendo entre la Corte y los
parlamentos acerca de los impuestos, el Parlamento de Pars
declar por fin que si bien haba sido habitual el que los par
lamentos votaran los edictos sobre impuesto como cues
tin de comodidad, ese derecho no perteneca sino a los E s
tados Generales, y que por lo tanto, ya no era procedente que
el Parlamento siguiera debatiendo cuestiones sobre las que
no estaba facultado para actuar. Tras esto, el Rey fue a Pars
y celebr una reunin en el Parlamento, en la que estuvo
desde las diez de la maana hasta las seis de la tarde aproxi
madamente, y de una forma que pareca actuar como si no
hubiera consultado con el gobierno o ministerio, dio su pala
bra al Parlamento de que se convocaran los Estados Gene
rales.
Pero despus de esto surgi otra escena, por motivos dife
rentes de todos los anteriores. El ministerio y el gabinete se
oponan a convocar los Estados Generales* Saba muy bien
que si se reunan los Estados Generales habran de caer ellos
mismos, y como el Rey no haba mencionado ningn momento
exacto, pensaron en un proyecto para evitarlo, sin que pare
cieran oponerse.
Con este fin, la Corte se dedic a preparar ella misma
una constitucin. Fue bsicamente obra de M. Lamoignon,
Derechos del Hombre 101

Guardin de los Sellos25, que ms tarde se peg un tiro. Este


nuevo arreglo consista en establecer un rgano con el nom
bre de Cour plniere, o Corte plenaria26, dotado de todas las
facultades que el gobierno tuviera ocasin de utilizar. Las
D e r s o n a s integrantes de esta Corte las nombrara el Rey.
Este renunciara al debatido derecho de imposicin y
y el antiguo cdigo penal se sustituira por un cdigo nue
vo, con nuevos procedimientos ju r d i c o s . La cosa, en mu
chos aspectos, contena principios m e jo r e s que los ante
riores de administracin del gobierna; pero, con respecto a
la Cour plniere, no era ms que el medio de mantener el des
potismo, sin parecer que se sucediera directamente a s mis
mo.
El gabinete cifraba grandes esperanzas en su: nuevo truco.
Las personas que haban de integrar la Cour plniere ya esta
ban designadas, y como era necesario mantener: las aparien
cias, entre ellas se design a algunos de los mejores persona
jes de la nacin. Habla de establecerse el 8 de mayo de 1788,
pero surgi una oposicin a ella por dos motivos, uno de
Principio y otro de Forma.
Por motivo de Principio se adujo que el gobierno no tena
derecho a alterarse por s solo, y que si se admita esta prc
tica una vez, pasara a convertirse en principio y se tranfor
mara en precedente de toda futura alteracin que el gobier
no deseara establecer; que el derecho de alterar el gobierno
era un derecho de la nacin, y no un derecho del gobierno.
Y por motivo de Forma, se adujo que la Cour plniere no era
ms que ua gabinete ampliado.
Los que eran a la sazn duques de la Rochefoucault y de Lu-
xemburgo, y De Noailles27 y muchos ms se negaron a aceptar
el nombramiento y se opusieron decididamente a todo el plan.
Cuando se envi a los parlamentos el edicto de estableci
miento de esta nueva corte para que lo registraran y lo em
pezaran a aplicar, tambin ellos se opusieron. El Parlamento
de Pars no slo s neg, sino que rechaz su legalidad, y se
reanud el enfrentamiento entre el Parlamento y el gabinete
con ms fuerza que nunca. Mientras el Parlamento estaba
reunido para debatir esta cuestin, el ministerio orden que
un regimiento de soldados rodeara la Cmara y formase-un
102 Thomas Paine

bloqueo. Los miembros enviaron a buscar camas y provisio


nes y vivieron como si se hallaran en una ciudadela asediada,
y como esto no surti efecto, se orden al oficial comandan
te que entrase en la Cmara del Parlamento y los prendiera,
lo que hizo, y a algunos de los principales miembros los en
cerraron en diferentes prisiones. Hacia la misma poca lleg
una diputacin de personas de la provincia de Bretaa para
protestar contra el establecimiento de la Cour plniere, y a s
tas el arzobispo las mand a la Bastilla. Pero no poda ven
cer al espritu de la nacin, que tena una conciencia tan ple
na del terreno firme que haba ocupado, el de rechazar los
impuestos, que se content con mantener una especie de re
sistencia pasiva que venci efectivamente a todos los planes
que en aquel momento se formaron contra l. Por fin hubo
que renunciar al proyecto de la Cour plniere, y poco despus
el primer ministro sigui el mismo destino y se volvi a lla
mar a su puesto a M. Neckar.
La tentativa de establecer la Cour plniere tuvo un efecto
sobre la nacin que ella misma no percibi. Era una especie
de nueva forma de gobierno que insensiblemente sirvi para
abandonar la antigua y desencadenarla de la autoridad su
persticiosa de la antigedad. Era un gobierno que destrona
ba al gobierno; y el antiguo, al tratar de hacer uno nuevo,
cre un vaco.
El fracaso de este plan replante la cuestin de convocar
a los Estados Generales, lo cual dio origen a una nueva ron
da poltica. No exista una forma consagrada de convocar los
Estados Generales; lo nico que significaban stos claramen
te era una diputacin de lo que entonces se llamaba Clero,
Nobleza y Comunes, pero sus nmeros o sus proporciones
no haban sido siempre los mismos. Slo se haban convoca
do en ocasiones extraordinarias, la ltima de las cuales fue
en 1614; entonces sus nmeros haban guardado proporcio
nes iguales y haban votado por estamentos.
No era fcil que escapase a la sagacidad de M. Neckar que
el modo de 1614 no respondera al objetivo del gobierno del
momento ni al de la nacin. Como en aquella poca las cues
tiones estaban muy enconadas, habran hecho falta largusi
mas polmicas para convenir algo. Los debates sobre privile
Derechos del Hombre 103

gios y exenciones hubieran sido interminables, y en ellos no


se habra atendido a las necesidades del gobierno ni a los de
seos de la nacin. Pero como no quera adoptar la decisin
por s mismo, volvi a convocar la Asamblea de las Notables y
se remiti a stos. Este organismo estaba en general intere
sado en la decisin, pues sus miembros eran sobre todo de la
aristocracia y del clero bien remunerado y su decisin fue fa
vorable, al modo de 1614. Esta decisin iba en contra del
sentir de la nacin, as como de los deseos de la Corte, pues
la aristocracia se opona a ambas y exiga privilegios inde
pendientes de ambas. Entonces se ocup del tema el Parla
mento, el cual recomend que el nmero de los Comunes
fuera igual al de los otros dos, y que todos se reunieron en
una sola Cmara y votaran como un solo rgano. El nmero
al que por fin se lleg fue el de 1.200, de los cuales 600 los
elegiran los Comunes (y era menos de lo que debera haber
sido su proporcin cuando se considera su peso y su impor
tancia en una escala nacional), 300 el Clero y 300 la Aristo
cracia; pero con respecto al modo de reunirse, juntos o sepa
rados, y en cuanto a la forma en que deban votar, estas
cuestiones quedaron aplazadas *.

* El Sr. Burke (y debo tomarme la libertad de decirle que desconoce mu


cho los asuntos franceses)! al hablar sobre el tema, dice: Lo primero que me
llam la atencin en la convocatoria de los Estados Generales fue que se
desviaban mucho de la lnea anterior. Y poco despus dice: Desde el mo
mento en que le la lista vi distintamente, y casi como ocurri despus, todo
lo que iba a ocurrir. Desde luego, el Sr. Burke no vio todo lo que iba a ocu
rrir. Yo trat de convencerlo, tanto antes como despus de la reunin de los
Estados Generales, de que iba a haber una revotuam , pero no logr que se en
terase, y ni siquiera quera creerlo. Cmo poda, pues, ver distintamente to
das las partes cuando no poda ver el todo, es algo que no puedo compren
der. Y en cuanto a desviarse mucho de la lnea anterior, aparte de la natu
ral debilidad de la observacin, demuestra que no est familiarizado con las
circunstancias. Esa desviacin era necesaria, pues la experiencia demostraba
que la lnea anterior era errnea. Los Estados Generales de 1614 se convo
caron al comienzo de la guerra civil durante la minora de Luis X III, pero el
choque que supuso el organizados por estamentos aument la confusin que
se les peda aclarasen. El autor de L'intrigue du Cabinet (La intriga del Gabi-
nete), que escriba antes de que se pensara en ninguna revolucin en Fran
cia, dice al hablar de los Estados Generales de 1614: Tuvieron al pblico en
suspenso durante cinco meses, y por las cuestiones que se debatieron en
ellos y el calor con que se expusieron, parece que los Grandes (les grm ds)
104 Thomas Paine

Las elecciones qu siguieron no fueron muy disputada^,


pero s animadas. Los candidatos no eran hombres, sino
principios. En Pars se formaron sociedades, y en toda la na
cin se establecieron comits de correspondencia y comuni
caciones con el fin de ilustrar al pueblo y de explicarle los
principios del gobierno civil, y tan ordenadamente se cele
braron las elecciones que no dieron lugar ni siquiera al ru
mor de un tumulto.
Los Estados Generales haban de reunirse en Versalles en
abril de 1789, pero no se reunieron hasta mayo. Se situaron
en tres cmaras separadas, o mejor dicho, el clero y la aristo
cracia se fueron cada uno a una cmara separada. La mayo
ra de la aristocracia reclamaba lo que calificaba de su privi
legio para votar como grupo separado, y de dar su consenti
miento o su negativa de aquella forma, y muchos d los obis
pos y de los clrigos con grandes beneficie exigan los mis
mos privilegios para su Estamento.
El Tiers tat (como se le llamaba entonces) repudi todo
conocimiento de Estamentos artificiales y artificiales privile
gios, y no slo estuvo muy decidido a este respecto, sino
algo desdeoso. Empezaban a considerar a la aristocracia
como una especie de hongo que creca por la corrupcin de
la sociedad, al que no se poda admitir ni siquiera como par
te de ella, y por la disposicin de que haba dado muestras la
aristocracia al defender las Lettres de Cacbet y en muchos
otros casos, era manifiesto que no se poda formar una cons
titucin mediante la admisin, de hombres en ninguna otra
calidad que el de Hombres Nacionales.
Tras varios altercados a este respecto el Tiers E tat o los
Comunes (como entonces se les llamaba) declar (conforme
a una mocin formulada con ese fin por. el abate Sieyes28)
que sus miembros eran Los r e p r e s e n t a n t e s d e l a n c i n ; j '
que los dos Estamentos no se podan considerar sino como diputados de
corporaciones,y no podan tener una voz deliberante mas que cuando se
reunieran con carcter nacional con los representantes nacionales, Este
pensaban ms en satisfacer sus pasiones particulares que en procurar el bien
de la nacin, y todo el tiempo se pas en altercados, ceremonias v desfiles.
(L iittrigm du C abintt, vol. 1, pg. 329.) (N ota it l autor.) [Omitida en muchas
ediciones. (N . d el T .)]
Derechos del Hombre 105

prodecimiento extingui el ttulo de los Etats Gniraux o Esta


dos Generales, y los convirti al ttulo que llevaban ahora, el de
L Assemhlt Nationale o Asamblea Nacional.
La m ocin no. se present de forma precipitada. Fue el re
sultado de una deliberacin calmada y concertada entre los
representantes nacionales y los miembros patriticos de las
dos cmaras, que advertan el absurdo, el mal y la injusticia
de las distinciones privilegiadas artificiales. Se haba hecho
evidente que no poda establecerse ninguna constitucin que
mereciese ese nombre sobre bases que no fueran las naciona
les. La aristocracia se haba venido oponiendo al despotismo
de la Corte y afectando el lenguaje del patriotismo, pero se
haba opuesto a aqul como rival (al igual que los barones
ingleses se haban opuesto al rey Juan), y ahoya se opona a
la nacin por tos mismos motivos,
Al triunfar la mocin, los representantes nacionales, como
haban concertado, enviaron una invitacin a las dos cma
ras para que se reunieran con ellos con carcter nacional, y
despus ponerse a trabajar. Una mayora del clero, sobre
todo los clrigos de parroquias, se retir de la cmara cleri
cal y se sum a la nacin, y cuarenta y cinco de la otra cma
ra se sumaron por igual a ella. Hay una especie de historia
secreta acerca de esta circunstancia ltima que es necesaria
para explicarla: no se juzg prudente que todos los miembros
patriticos de la Cmara llamada de los Nobles la abandona
ran de una vez, y como consecuencia de esta precaucin, se
fueron retirando de ella poco a poco, siempre dejando a al
guno, tanto para razonar el asunto como para vigilar a Jos
sospechosos. En poco tiempo su nmero pas de cuarenta y
cinco a ochenta, y poco despus a un nmero mayor, lo cual,
junto con la mayora del clero y la totalidad de los represen
tantes nacionales, dejaba a los descontentos en una condi
cin muy disminuida.
El Rey, que, muy al revs de la clase general a la que se
llama por ese nombre, es hombre de buen corazn, se de
mostr dispuesto a recomendar una unin de las tres cma
ras, por los motivos aducidos por la Asamblea Nacional,
pero los descontentos se esforzaron por impedirlo, y empe
zaron ahora a contemplar otro proyecto. Este grupo estaba
106 TTiomas Paine

formado por una mayora de la cmara aristocrtica y una


minora de la cmara clerical, sobre todo obispos y clero con
altos beneficios, y aquellos hombres estaban determinados a
plantear todo gnero de problemas, tanto por la fuerza como
mediante estratagemas. No tenan qu objetar a una consti
tucin, pero haba de ser la qu ellos dictaran, y conforme a
sus propias opiniones y situaciones particulares. Por otra
parte, la Nacin se negaba a saber de ellos salvo como ciuda
danos y estaba decidida a poner freno a todas esas pretensio
nes advenedizas. Cuanto ms insista la aristocracia, ms des
preciable resultaba; haba una visible imbecilidad y falta de
intelecto en la mayora, una especie de j e ne sais quoi, que si
bien afectaba ser algo ms que el ciudadano, resultaba ser
algo menos que el hombre. Perda ms terreno por el des
precio que por el odio que suscitaba, y ms bien provocaba
risa, igual que un asno, que temor, como el que despierta el
len. Ese es el carcter general de la aristocracia, o de los
que se llaman Nobles o Nobleza, o ms bien Innobleza, en
todos los pases.
El plan de los descontentos consista ahora en dos cosas:
o bien deliberar y votar por cmaras (o estamentos1), ms es
pecialmente con respecto a todas las cuestiones relativas a
una constitucin (con lo cual la cmara aristocrtica habra
podido rechazar cualquier artculo de la constitucin), o, si
no podan lograr este objetivo, derrocar totalmente a la
Asamblea Nacional.
Para lograr uno u otro de esos objetivos empezaron a cul
tivar la amistad con el despotismo con el que antes haban
tratado de competir, y el conde DArtois se convirti en su
jefe. El Rey (que despus ha declarado que lo haban engaa
do para adoptar esas medidas) celebr, conforme a la frmula
antigua, un Lecho de Justicia, en el cual accedi a la delibera
cin y al voto p ar tete (por cabeza) acerca de varios temas,
pero reserv las deliberaciones y el voto sobre todas las
cuestiones relativas a una constitucin a las tres cmaras por
separado. Esta declaracin del Rey se hizo contra la opinin
de M. Neckar, quien ahora comenzaba a advertir que estaba
empezando a perder el favor en la corte y que se estaba pen
sando en otro ministro.
Derechos del Hombre 107

Como aparentemente todava se mantena la frmula de


reunirse en cmaras separadas, aunque esencialmente estaba
destruida, los representantes nacionales, inmediatamente
despus de esta declaracin del rey, volvieron a su propia c
mara para consultar sobre una protesta en contra de ella, y
la minora de la cmara (llamada de Jos Nobles) que se haba
sumado a la causa nacional se retir a una casa particular
para consultar de la misma manera. Para entonces, los des
contentos ya haban concertado sus medidas con la corte,
que el conde DArtois se comprometi a llevar a cabo, y
cuando advirtieron, por el desagrado que suscit la declara
cin y por la oposicin contra ella, que no podan obtener el
control sobre la constitucin que ellos pretendan mediante
una votacin separada, se prepararon para su objetivo final:
el de conspirar contra la Asamblea Nacional y derrocarla.
A la maana siguiente se le cerr a la Asamblea Nacional
la puerta de la cmara, que estaba custodiada por soldados, y
se neg a sus miembros la entrada. Ante esto, se retiraron a
una cancha de tenis * en las cercanas de Versalles, como lu
gar ms a mano que pudieron encontrar, y tras reanudar su
sesin, hicieron un juramento de no separarse nunca los
unos de los otros, cualesquiera fuesen las circunstancias, sal
vo la muerte, hasta que hubieran establecido una constitu
cin. Como el experimento de cerrar la cmara no tuvo ms
efecto que el de producir una relacin ms estrecha entre los
miembros, al da siguiente se volvi a abrir, y se reanudaron
los negocios .pblicos en el sitio habitual.
Ahora hemos de atender a la formacin del nuevo minisr
terio, que haba de.lograr la cada de la Asamblea Nacional.
Pero como para ello hara falta la fuerza, se dieron rdenes
de reunir a treinta mil soldados, cuyo mando se dio a Bro-
glio, miembro del ministerio propuesto, a quien se mand
llamar al campo con este fin. Pero como haca falta una cier
ta discrecin para mantener bien disimulado este plan hasta
el momento en que estuviera listo para la ejecucin, es a esta
poltica, a la que se debe atribuir una declaracin hecha por el
conde DArtois, y que ahora procede introducir.

* Sic en el original (N . d el T .)
t08 Thomas Pairie

No poda por menos de ocurrir que mientras los descon


tentos siguieran acudiendo a sus cmaras por separado de la
Asamblea Nacional se excitaran ms celos que si se mezclaban
con ella, y que se sospechara un complot. Pero como haban
adoptado ua actitud, y ahora necesitaban un pretexto para
abandonarla, era necesario idear uno. As se logr efectiva
mente mediante una declaracin hecha por el conde D Ar-
tois: Que si no participaban en la Asamblea Nacional corre
ra peligro la vida del Rey, ante lo cual salieron de sus c
maras y se mezclaron coh la Asamblea, en un solo organis
mo.
En la poca en que se hizo esta declaracin se tom en ge
neral como un absurdo por parte del conde D Artois, calcu
lado meramente para que los miembros restantes de las dos
cmaras pudieran salir de la situacin disminuida eh que se
hallaban; y si no hubiera ocurrido nada ms, aquella conclu
sin habra sido buena. Pero como la mejor forma que tie
nen las cosas de explicarse es por sus consecuencias, aqella
aparente unin no era sino una cobertura para las maquina
ciones que continuaba^ en secreto, y la declaracin se ajusta
ba a ese objetivo. Al cabo de poco tiempo, la Asamblea Na
cional se encontr rodeada de tropas, y cada da llegaban mi
les de soldados ms. Ante aquello, la Asamblea aconal
formul una declaracin muy firme al Rey, protestando con
tra lo improcedente de la medida y preguntando el motivo.
El Rey, que no estaba en el secreto del asunto, como declar
l mismo ms adelant, dio sustancialmete por respuesta
que no tena otro objetivo in mente que el de mantener la
tranquilidad pblica, que pareca estar muy alterada.
Pero al cabo de unos das se desentra esta conspiracin.
Cesaron M. Neckar y s ministerio y se form otro de los
enemigos de la revolucin, y lleg Broglo con entre veinti
cinco y treinta mil soldados'extranjeros para apoyarlos. Ya
se haban quitado las mscaras y las csas haban llegado a la
crisis. Lo que ocurri fue que en el espacio de tres das el
nuevo ministerio y sus cmplices consideraron prudente
huir de la nacin; se tom la Bastilla y se dispersaron Bro-
glio y sus tropas extranjeras, como ya se ha relatado en la
primera parte de esta obra.
Derechos del Hombre 109

Existen algunas circunstancias curiosas en la historia de


este ministerio efmero, y de esta abortada tentativa de con
trarrevolucin. El Palacio de Versalles, donde estaba la Cor
te, no distaba ms de cuatrocientas yardas del saln donde se
reuna la Asamblea Nacional. Los dos lugares eran en aquel
momento como los cuarteles generales separados de dos
ejrcitos enfrentados, pero la Corte tena una ignorancia tan
absoluta de la informacin que haba llegado de Pars para la
Asamblea Nacional como si hubiera residido a cien millas de
distancia. Quien llevaba a la sazn el ttulo de Marqus de la
Fayette, a quien (como ya he mencionado) se haba elegido
para que presidiera la Asamblea Nacional en est ocasin
particular, nombr por orden de la Asamblea tres diputacio
nes sucesivas para que vieran al Rey durante el da y hasta
entrada la tarde en que se tom la Bastilla, a n de tenerlo
informado y conferenciar con l acerca del estado de la si
tuacin; pro el ministerio, que no saba ni siquiera que se le
estaba atacando, impidi toda comunicacin; y se regocijaba
pof la destreza con que haba alcanzado el xito; pero al cabo
de unas horas lleg la informacin, tan abundante y rpida,
qu tuvieron que saltar de sus escritorios y echarse a correr.
Unos se disfrazaron de una forma y otros de otra, mas todos
de formst qu n se advirtiera su condicin. Ahora lo que ls
preocupaba era ir ms aprisa que las noticias, para que no los
pudieran detertei-, pues aunque aqullas iban rpidas, no po
dan correr con tanta velocidad como ellos.
Merece la pena relatar que la Asamblea Nacional no persi
gui aquellos conspiradores fugitivos, no les hizo ningn
caso, ni trat de tomar represalias en forma alguna. Ocupada
en establecer una constitucin fundada en los Derechos del
Hombre y en la Autoridad del Pueblo, la nica autoridad
conforme a la Cual tiene un gobierno derecho a existir en
cualquier pas, la Asamblea Nacional no senta ninguna de
esas pasiones mezquinas que caracterizan a tos gobiernos im
pertinentes, fundados en su propia autoridad o en el absurdo
d la sucesin hereditaria. Es facultad de la mente humana
convertirse en aquello que contempla, y actuar de forma co
herente con su objetivo.
Una vez as dispersada la conspiracin, uno de los prime
110 Thomas Paine

ros actos de la Asamblea Nacional consisti en publicar, en


lugar de declaraciones vengativas, como ha ocurrido con
otros gobiernos, una Declaracin de los Derechos del Hom
bre, sobre cuya base se haba de edificar la nueva constitu-
dotl y que se reproduce a continuacn:

DECLARACIN
DE LOS
E tR E C H O S D EL HOMBRE Y D EL CIUDADANO
POR LA
ASAMBLEA NACIONAL DE FRAN CIA 29

Lo* representantes del pueblo francs, constituidos en


Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvi
do o el desprecio de los derechos humanos son las nicas
causas de los males pblicos y de la corrupcin de los Go
biernos han decidido exponer, en una declaracin solemne,
esos derechos naturales, inalienables e imprescindibles,. a
fin de que esta declaracin, constantemente presente para
todos los miembros del cuerpo social, les recuerde para
siempre sus derechos y sus deberes; a fin de que los actos del
poder legislativo y los dl poder ejecutivo se puedan compa
rar a cada instante con la finalidad de toda institucin poltica
y sean por ende ms respetados; a fin de que las reclamacio
nes de los ciudadanos, fundadas desde ahora en adelnte en
principios sencillos e indisputables, se dirijan siempre al
mantenimiento de la Constitucin y a la felicidad de todos.
En consecuencia, la Asamblea Nacional reconoce y decla
ra, en presencia y bajo los auspicios del Ser Supremo, los si
guientes derechos sagrados del hombre y del ciudadano:
I. Los hombres nacen y permanece siempre libres e iguales en
cuanto a sus derechos. L as distinciones sitales slo pueden fundarse
en la utilidad comn.
II. L a meta de toda asociacin poltica es la conservacin de os
derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos derechos son
la libertad, la propiedad, la seguridad y a resistencia a la oposicin.
III. E l principio de la soberana reside esencialmente en la na-
cin. N in g n r g a n o ni n i n g n i n d i v i d u o pueden ejercer autoridad
alguna que no emane expresamente de ella.
Derechos del Hombre 111

IV. La Libertad Poltica consiste en poder hacer todo lo


que no dafle a los dems. El ejercicio de los derechos natura
les de cada hombre no tiene ms lmites que los necesarios
para asegurar a |ps dems hombres el goce de esos mismos
derechos. Estos lmites no los puede determinar sino la Ley.
V. La Ley no puede prohibir ms que los actos nocivos
para la sociedad. No se puede impedir lo que no est prohi
bido por la Ley, y no puede obligase a nadie a hacer lo que
la Ley no ordena.
VI. La Ley es expresin de la voluntad de la comunidad.
Todos los ciudadanos tienen el derecho de participar perso
nalmente o por medio de sus representantes en su forma
cin. Debe ser la misma para todos, tanto si protege como si
castiga, y todos, al ser iguales ante ella, son igualmente ad
misibles a todas las dignidades, puestos y empleos pblicos,
segn sus diversas capacidades y sin otra distincin que las
creadas por sus virtudes y sus talentos.
VII. A ningn hombre se lo podr acusar, detener ni en
carcelar sino en los casos determinados por la Ley y segn
las formas prescritas en ella. Quienes soliciten, faciliten, eje
cuten o hagan ejecutar rdenes arbitrarias deben ser castiga
dos, y todo ciudadano convocado o prendido; en virtud de la
Ley debe obedecer inmediatamente, y se hace culpable si re
siste.
VIII. La Ley no debe establecer ms que las penas evi
dente y estrictamente necesarias, y a nadie se podr castigar
sino en virtud de una ley promulgada con anterioridad al de
lito y legalmente aplicada.
IX. Como a todo hombre se lo considera inocente hasta
que se le haya declarado culpable, si se juzga indispensable
detenerlo, la Ley debe reprimir severamente todo rigor que
no sea necesario para su detencin.
X. A nadie se debe inquietar por sus opiniones, com
prendidas las religiosas, siempre que su manifestacin no per
turbe el orden pblico establecido por la Ley.
XI. La libre comunicacin de los pensamientos y las
opiniones es unos de los derechos ms preciosos del hombre;
todo ciudadano puede, por tanto, hablar, escribir e imprimir
112 Thomis Paine

libremente, siempre que se haga responsable del abuso de


esta libertad, en los casos determinados por la Ley.
XII. La garanta de los derechos del hombre y del ciuda
dano requiere una fuerza pblica, y esta fuerza se instituye,
por tanto, en beneficio de todos, y no para la utilidad parti
cular de las personas a quienes se la confa.
XIII. Para el mantenimiento de la fuerza pblica, y para
los dems gastos del gobierno es indispensable una contribu
cin comn; por tanto, sta debe estar igualmente repartida
entre todos los ciudadanos cohforme a sus posibilidades.
XIV. Todo ciudadano tiene el derecho de verificar por
s mismo o por su representante la necesidad de la contribu
cin pblica, de vigilar su ejemplo y de determinar la cuota,
la recaudacin y la duracin.
XV. Toda comunidad tiene el derecho de pedir cuentas
a todos sus agentes sobre la conducta de stos.
XVI. Toda comunidad en la cual no est establecida la
separacin de los poderes y la igualdad de los derechos care
ce de constitucin.
XVII. La propiedad es un derecho inviolable y sagrado;
por tanto, a nadie se puede privar de ella sino cuando la ne
cesidad pblica legalmente establecida lo exija claramente y
a condicin de que haya una indemnizacin justa y previa.*

OBSERVACIONES
SOBRE LA D ECLARACIN D E DERECHOS

Los tres primeros artculos comprenden en trminos ge


nerales toda la Declaracin de Derechos; todos los artculos
siguientes se derivan de ellos o siguen como elucidaciones.
Los artculos 4., 5." y 6. definen ms particularmente lo que
slo se expresa en general en los artculos primero, 2.* y 3.'..
Los artculos 7.', 8 ., 9.*, 10." y 11." son declatorios d los
principios conforme a los cuales se formularn las leyes,de
conformidad con trechos ya declarados. Pero algunas gentes
muy dignas discuten, tanto en Francia como en otros pases,
Derechos del Hombre 113

si el artculo 10. garantiza de forma suficiente el derecho al


que pretende conformarse, en comparacin con l lo cual
detrae de la dignidad divina de la religin y debilita su capa
cidad de actuacin sobre la mente al someterla a leyes huma
nas. Entonces la religin se presenta al hombre como la luz
interceptada por un medio nebuloso, en el cual su fuente se
ve oscurecida a la vista y no se ve nada que reverenciar en el
rayo apagado *.
El resto de los artculos, a partir del 12., estn contenidos
sustancialmente en los principios de los artculos preceden
tes; pero en la situacin concreta en que se hallaba entonces
Francia, en k cual haba que deshacer lo que estaba mal,
adems de afirmar lo que estaba bien, era lo procedente ac
tuar con ms minuciosidad de lo que sera necesario en otras
circunstancias.
Cuando la Declaracin de Derechos se hallaba ante la
Asamblea Nacional, algunos de sus miembros observaron
que si se publicaba una declaracin de derechos debera ir
acompaada de una declaracin de deberes. La observacin
revelaba una mente reflexiva, y que slo erraba en no refle
xionar lo bastante. Una declaracin de derechos es, por reci
procidad, tambin una declaracin de deberes. Lo que quiera
que sea mi derecho como hombre es tambin el derecho de

* Existe una sola idea que, si llega bien a la mente, sea en sentido jurdico
o religioso, impedir a cualquier hombre, o a cualquier grupo de hombres, o
a cualquier gobierno, equivocarse acerca del tema de la Religin, y es que,
antes de que se conociera en el mundo ninguna institucin humana, exista
en el mundo, si se me permite la expresin, un pacto entre Dios y el Hom
bre desde el principio S e los tiempos, y que cno la relacin y la condicin
en que est el hombre en su ptrstma M n du tl con respecto a su Creador no
se puede cambiar, ni en modo alguno alterar en virtud de ninguna ley huma
na ni autoridad humana, la devocin religiosa, que es parte de ese pacto, no
puede ser objeto d leyes humanas, y todas las leyes deben ajustarse a esc
pacto previo existente, y no arrogarse el derecho de hacer que ese pacto se
ajuste a las leyes que adems de ser humanas son posteriores a I. til primer
acto del hombre, cuando mir en torno a s y se vio como criatura no hecha
por s misma, y un mundo preparado para recibirlo, debe haber sido el de
devocin, y la devocin debe seguir siendo siempre (agrada para cada hom
bre individual, it ! m tit t/m * t i h oportuno, y los gobieriios hacen mal
en intervenir en ello. (NoU <U M or.) [Omitida o muchas ediciones moder
na. (N . M T.)}
114 Thomas Paine

otro; y yo paso a tener el deber de garantizar adems del de


poseer.
Los tres primeros artculos son la base de la Libertad, tan
to individual como nacional; no se puede llamar libre a un
pas cuyo gobierno no se origina en los principios que aqu
llos contienen y no sigue manteniendo su pureza; y toda la
Declaracin de Derechos tiene ms valor para el mundo, y
har ms bien que todas las leyes y todos los cdigos pro
mulgados hasta hoy.
En el exordio declaratorio que prefacia la Declaracin de
Derechos contemplamos el solemne y majestuoso espectcu
lo de una nacin que se comprende, bajo los auspicios de su
Creador, a establecer su propio gobierno, algo tan nuevo y
tan transcendentalmente sin igual en nada del mundo euro
peo que el nombre de revolucin disminuye su carcter, el
cual se eleva hasta una regeneracin del hombre. Qu son
los gobiernos actuales de Europa sino escenas de iniquidad y
opresin? Qu es el de Inglaterra? No dicen sus propios
habitantes que es un mercado en el que todo hombre tiene
su precio, y en el cual la corrupcin es trfico comn a ex
pensas de un pueblo engaado? No es de extraar, pues, que
se vilipendie a la Revolucin Francesa. Si sta se hubiera limi
tado meramente a la destruccin del despotismo flagrante,
quizs el Sr. Burke y algunos otros se habran quedado en si
lencio. Ahora su grito es: Ha ido demasiado lejos; es decir,
ha ido demasiado lejos para ellos. Contempla a la corrupcin
de frente, y toda la tribu de los venales se siente alarmada.
El temor de stos se revela en su indignacin, y n publican
sino los quejidos de un vicio herido. Pero esa oposicin en
lugar de hacer sufrir a la Revolucin Francesa, le rinde ho
menaje. Cuanto ms se la golpee, ms chispas emitir, y slo
es de temer que no se la golpee lo suficiente. No tiene nada
que temer de los ataques: la Verdad le ha dado sus races, y
el Tiempo dejar constancia de ella, de forma que dure tanto
como l.
Ahora, tras seguir la marcha de la Revolucin Francesa
por la mayor parte de sus principales etapas, desde su co
mienzo hasta la toma de la Bastilla y su establecimiento por
la Declaracin de Derechos, termino con el tema con el enr
Derechos del Hombre 115

gico apstrofe de M. de la Fayette: Que este gran monumento


erigido a la Libertad sirva de leccin a l opresor y de ejemplo a los
oprimidos! *

* Vase la pgina 15 de esta. obra.


N. B. Desde la toma de la Bastilla se han publicado los acontecimientos,
pero tos asuntos registrados en esta narracin son anteriores a ese perodo, y
algunos de ellos, com o cabe advertir fcilmente, puede que no sean muy co
nocidos. (N ota del autor.) [Esta es otra de las notas que se suelen omitir. (N .
del T.)) .
Captulo de Miscelnea

A fin de no interrumpir la argumentacin de la parte anterior


de esta obra, ni la narracin que la sigue, reserv algunas ob
servaciones para introducirlas juntas en un captulo de mis
celnea, con objeto de que la variedad no se viera censurada
como confusin. El libro del Sr. Burke es todo l miscelneo.
Su intencin era real2ar un ataque contra la Revolucin
Francesa, pero en lugar de proceder de forma ordenada, lo
ha atiborrado con una masa de ideas que tropiezan unas con
otras y se destruyen entre s.
Pero es fcil explicar esta confusin y estas contradiccio
nes del libro del Sr. Burke. Cuando un hombre con una cau
sa falsa intenta seguir cualquier rumbo que no sea el de una
verdad o un principio polar, seguro que se pierde. Su brjula
no tiene la capacidad para mantener unidas todas las partes
de su argumentacin, ni la de hacer que se unan en tomo a
su cuestin, salvo que por algn medio logre que su gua
est siempre a la vista. Ni la memoria ni la inventiva pueden
suplir a la ausencia de aqulla. La primera le falla, y la se
gunda le traiciona.
Pese a los absurdos, pues no merecen mejor nombre, que

116
Derechos del Hombre 117

el Sr. Burke ha escrito acerca de los derechos hereditarios y


la sucesin hereditaria, y de que una nacin no tiene derecho
a formar su propio gobierno, ha dado por casualidad una ex
plicacin de lo que es un gobierno. E l Gobierne, dice, es un
artificio de la sabidura humana.
De admitir que el gobierno sea un artificio de la sabidura
humana, debe seguirse naturalmente que la sucesin heredi
taria y los derechos hereditarios (segn los llaman) no pue
den formar parte de l, pues es imposible hacer que la sabi
dura sea hereditaria, y por otra parte, no puede ser un artifi
cio sabio ese que en su funcionamiento puede entregar el go
bierno de una nacin a la sabidura d un idiota. El terreno
que ocupa ahora el Sr. Burke es fatal para todas las partes de
su causa. La argumentacin pasa de los derechos heredita
rios a la sabidura hereditaria, y la cuestin es: quin es el
hombre mis sabio? Ahora ha de demostrar que todos le que
han formado parte de una lnea de sucesin eran unos salo
mones, pues'de lo contrari no tenan derecho a ser reyes.
IQu golpe ha dado el Sr. Burke! Por utilizar un trmino ma
rinero, ha pasado el lampazo por toda a cubierta, y apenas s ha
dejado un nombre legible en la lista de los reyes, y ha segado
y aligerado la Cmara de los Lres con una guadaa tn for
midable como las de la Muerte y el Tiempo.
Pero prece que el Sr. Burke estaba al tanto de esta posi
ble rplica y se ha tomado el cuidado de protegerse contra
ella, al hacer que el gobierno no slo sea un artificio de la sa
bidura humana, sino un monopolio de la sabidura. Pone a la
nacin como una serie de bobos de un lado, y a su gobierno
de la sabidura, todos ellos sabios de Gotham30, del otro, y
despus proclama y dice que Los hombres tienen un d e
re c h o , ei de que esta sabidura provoca a sus n e c e s id a d e s .
Tras proclamar esto, pasa despus a explicarles lo que son
sus<necesidades, y tambin lo que son sus derechos. Esto lo ha lo
grado diestramente, pues hace que' sus necesidades sean una
necesidad d e sabidura; pero como de poco Ies vale esto, les
informa despus de que tienen un derecho, no a algo de la sabi
dura, sino a que sta los gobierne; y, a fin de impresionarlos
con una solemne reverencia a este gobiemo-mortopolizador de
la sabidura, y a su vasta capacidad para todos los fines, psi-
118 Thomas Paine

bles o imposibles, buenos o malos, procede, con una impor


tancia astrolgica misteriosa, a explicarles sus facultades con
estas palabras: Los derechos de los hombres en el gobierno
son sus ventajas; y stas se hallan a menudo en los. matices
del bien, y en transacciones entre el bien y el mal, a veces en
tre el mal y el mal. La razn poltica es un principio de cmputo:
sumar, restar, multiplicar y dividir, moral y no metafsica ni
matemticamente, denominaciones morales verdaderas31.
Como la maravillada audiencia a quien el Sr. Burke supo
ne que se est dirigiendo quiz no pueda comprender toda
esta jerga erudita, tratar de interpretarla. El significado,
pues, buenas gentes, de todo esto es: Que el gobierno no se go
bierna por ningn principio en absoluto; que puede hacer del m al bien
o del bien mal, segn le agrade. En resumen, que el gobierno es un po
der arbitrario.
Pero hay algunas cosas que ha olvidado el Sr. Burke. L a
prim era: no ha demostrado de dnde proceda inicialmente la
sabidura, y la segunda: no ha demostrado conforme a qu au
toridad empez a actuar en primer lugar. Dada la forma en
que introduce esta cuestin, o bien el gobierno ha robado la
sabidura o bien la sabidura ha robado al gobierno. Carepe,
de. origen, y sus poderes de autoridad. En resumen, se trata
de una usurpacin.
Sea por sensacin de vergenza, o por consecuencia de un
defecto radical del gobierno, que es necesario mantener es
condido, o por ambas cosas, o por cualquier otra causa que
no tratar de determinar, el hecho es que ningn razonador
monrquico sigue la pista del gobierno hasta su fuente. Es
una de las peculiaridades por las que cabe identificarlos.
Dentro de mil aos, quienes vivan en Amrica o en Francia
mirarn hacia atrs con orgullo al contemplar el origen de su
gobierno y dirn: Esto fu e obra de nuestros gloriosos antepasadosl
Pero, qu podr decir el orador monrquico? De qu pue
de regocijarse? Ay! No tiene de, qu. Hay algo que le proh
be mirar hacia atrs, hacia el origen, no sea que surja un la
drn, o un Robin de los Bosques de la larga noche deL tiern-
po y diga Yo soy el origen. Pese a lo mucho que trabaj el Sr.
Brke en el proyecto de Ley de la Regencia y la sucesin he
reditaria hace dos aos, y a lo mucho que buce en busca de
Derechos del Hombre 119

precedentes, todava no ha tenido la osada suficiente para


extraer a Guillermo de Normanda y decir: Esta es la cabeza
de la lista, aqu est la fuente del m or; el hijo de una prostituta
y saqueador de la nacin inglesa.
Las opiniones de los hombres acerca del gobierno estn
cambiando rpidamente en todos los pases. Las revolucio
nes de Amrica y de Francia han arrojado sobre el-mundo
un rayo de luz que llega hasta el hombre. El enorme costo de
los gobiernos ha impulsado a la gente a pensar, al hacer que
perciba las cosas, y cuando el vet empieza a rasgarse, no ad
mite reparacin. La ignorancia tiene un carcter peculiar:
una vez que se disipa es imposible restablecerla. No es ini
cialmente una cosa en s, sino nicamente la ausencia de co
nocimiento, y aunque puede mantenerse al hombre en la igno
rancia, no se lo puede hacer ignorante. La mente, al descubrir
la verdad, acta de la misma manera que acta mediante el
ojo al descubrir los objetos: una vez que se ha visto cualquier
objeto, es imposible devolver a la mente a la misma condi
cin en que estaba, antes de verlo. Quienes hablan de una
contrarrevolucin en Francia demuestran lo poco que com
prenden al hombre. No existe en todo el mbito del idioma
una disposicin de las palabras que exprese ni siquiera el me
dio de hacer una contrarrevolucin. Los medios deben con
sistir en una aniquilacin del conocimiento, y todava no se
ha descubierto cmo hacer que el hombre desaprenda lo que
ya sabe o que despiense lo que ha pensado.
El Sr. Burke se esfuerza en vano por frenar el avance del
conocimiento, y eso es tanto peor viniendo de l cuando que
existe una cierta transaccin conocida en la ciudad que lo
hace sospechoso de recibir una pensin bajo nombre ficticio.
Ello puede explicar una extraa doctrina que ha formulado
en su libro, que si bien l apunta-contra la sociedad de la Re
volucin, de hecho se dirige contra toda la nacin.
El Rey de Inglaterra, dice, tiene su corona (pues segn
el'Sr. Burke sta no pertenece a la nacin), con desprecio de
la preferencia de la Sociedad de la Revolucin, que no tiene
un slo voto que dar a un Rey en toda ella, individual o colecti
vamente, y los herederos de su Majestad, cada uno en su mo
mento o por su orderi, recibirn la Corona con el mismo des
120 Thomas Paine

precio de esa preferencia con el que su Majestad ha recibido la


que ahora porta.
En cuanto a quin sea rey en Inglaterra o en otra parte, o
que haya rey en absoluto, o que el pueblo elija un jefe chero-
ki o a un hsar de Hesse como rey, no es asunto que me
preocupe, se lo dejo a ellos; pero por lo que. respecta a la
doctrina, en la medida en que se refiere a los derechos del
hombre y las naciones, es algo tan abominable como lo que
jams se haya expresado en el pas ms esclavizado que haya
bajo la capa del cielo. Lo que no puedo juzgar tambin es si
suena peor a mis odos, que no estn acostumbrados a escu
char tamao despotismo, que a los odos de otra gente, pero
en cuanto a lo abominable de su principio, no me cuesta tra
bajo juzgarlo.
No es la Sociedad de la Revolucin a la que se refiere el
Sr. Burke; es a la nacin, tanto en sp carcter original como
representativo, y ha actuado con cuidado para hacerse com
prender al decir que no tienen un solo voto colectiva ni indivi
dualmente. La Sociedad de la Revolucin est integrada por
ciudadanos de todas las denominaciones31 y por miembros de
ambas Cmaras del Parlamento, y en consecuencia, si no tie
nen derecho de voto en ninguna de esas calidades, tampoco
pueden tenerlo la nacin ni su parlamento. Esto debera ser
una advertencia a todos los pases de cunto importa que
sean reyes personas de familias extranjeras. Resulta un tanto
curioso observar que si bien el pueblo de Inglaterra ha teni
do la costumbre de hablar de reyes, siempre se trata de una
casa real extranjera, de forma que odia a los extranjeros pero
est gobernado por ellos. Ahora se trata de la casa de Bruns
wick, una de las pequeas tribus de Alemania.
Hasta ahora ha venido siendo la prctica de los Parlamen
tos ingleses regular lo que se calificaba de sucesin (dan
do por seguro que la nacin segua aceptando la forma de
anexar una rama monrquica a su gobierno, pues sin esto el
Parlamento no podra haber tenido la autoridad para ir a
buscar en Holanda o en Hannover32, ni para imponer un
Rey a la nacin contra la voluntad de sta). Y ste debe ser
el lmite absoluto al que puede llegar el Parlamento en este
caso, pero el derecho de la nacin se refiere a tod e l caso,
Derechos del Hombre 121

porque tiene el derecho de cambiar toda la forma de su go


bierno. El derecho de un parlamento no es sino un derecho
depositado, un derecho por delegacin, y slo de una parte
muy pequea de la nacin, y una de sus Cmaras ni siquiera
tiene ese derecho. Pero el derecho de la nacin es un dere
cho original, tan universal como los impuestos. La nacin es
la pagadora de todo, y todo ha de ajustarse a la voluntad ge
neral.
Recuerdo haberme fijado en un discurso de eso que lla
man la .Cmara Inglesa de los Pares, pronunciado por quien
era entonces conde de Shelbume, y creo que era cuando
l era ministro, lo cual viene muy a propsito para este caso.
No digo que recuerde perfectamente todos los detalles, pero
lo que.dijo y el sentido general, en la-medida en que recuer
do, era lo siguiente: Que la form a de un gobierno era algo que de
penda totalmente de la voluntad de la nacin en todo momento, que si
optaba por una form a monrquica tenia derecho a que asifu era, y si
despus optaba por convertirse en repblica, tena derecho a ser una
repblica y a decir a un Rey: Ya no nos vale sus servicios.
Cuando el Sr. Burke dice los herederos y sucesores de Su
Majestad, cada uno en su momento y por su orden, recibirn
la Corona con el mismo desprecio de sa preferencia con el que
Su Majestad ha recibido la que ahora porta, est diciendo
demasiado, incluso al individuo ms humilde del pas, parte
de cuyo trabajo diario se destina a constituir el milln de li
bras esterlinas al ao que el pas entrega a esa persona a la
que llama Rey. El gobierno con insolencia es despotismo,
pero cuando se le aade el desprecio se hace peor, y el pagar
por el desprecio es el colmo de la esclavitud. Esa especie de
gobierno procede de Alemania, y me recuerda lo que me
contaba un soldado de Brunswick tomado prisionero por los
americanos en la pasada guerra: Ay!, me dijo, Amrica es
un buen pas libre, merece la pena que el pueblo luche por
l; yo advierto la diferencia porque conozco el mo: en mi
pas, si el prncipe dice,, a comer paja, comemos paja. Dios
ayude al pas, pens yo, sea Inglaterra u otro, cuyas liberta
des han de verse protegidas por los principios germnicos de
gobierno y por prncipe de Brunswick!
Como el Sr. Burke unas veces habla de Inglaterra, otras de
122 Thomas Paine

Francia y otras del mundo entero y del gobierno en general,


resulta difcil dar respuesta a su libro sin que aparezca en
contrarse uno con l en el mismo terreno. Aunque los prin
cipios de gobierno son temas generales, es prcticamente im
posible, en muchos casos, separarlos de la idea de lugar y
circuntancia, y tanto ms cuando se utilizan las circunstan
cias como argumentos, como hace con tanta frecuencia el Sr.
Burke.
En la primera parte de su libro, al dirigirse al pueblo de
Francia, dice: Ninguna experiencia nos ha enseado [se re
fiere a los ingleses] que con ningn rumbo o mtodo distinto
del de una corona hereditaria puedan nuestras libertades verse
regularmente perpetuadas y mantenidas sacrosantas, como
nuestro derecho hereditario. Le preguntaba yo al Sr. Burke,
Quin va a quitrnoslas? M. de la Fayette, al hablar a Fran
cia, dice: Para que una nacin sea libre basta con que lo de
see. Pero el Sr. Burke presenta a Inglaterra como si carecie
ra de la capacidad para cuidarse de s misma, y como si de
sus libertades debiera cuidar un Rey que la desprecia. Si
Inglaterra ha cado tan bajo, es que se est preparando para
comer paja, como en Hannover o en Brunswick. Pero ade
ms de la necedad de la declaracin, da la casualidad de que
todos los hechos estn en contra del Sr. Burke. Fue porque
el gobierno era hereditario por lo que las libertades del pueblo
corrieron peligro. Carlos I y Jacobo II son ejemplos de esta
verdad, pero ninguno de ellos lleg tan lejos como para sen
tir desprecio por la nacin.
Como a veces resulta beneficioso para el pueblo de un
pas or lo que otros pases tienen que decir a su respecto, es
posible que el pueblo de Francia aprenda algo en el libro del
Sr. Burke, y que el pueblo de Inglaterra tambin aprenda
algo de las respuestas que provocar. Cuando las naciones se
enfrentan por causa de la libertad, se abre un vasto terreno
de debate. El enfrentamiento comienza como si se tratara de
una guerra, aunque sin los males de sta, y como lo que est
en disputa es el conocimiento, la parte que sufre la derrota
es la que se lleva el premio.
El Sr. Burke habla de lo que califica de corona hereditaria
como si fuera algo producido por la Naturaleza, o como si,
Derechos del Hombre 123

igual que el tiempo, no slo tuviera la facultad de actuar in


dependientemente del hombre, sino pese a l, o como si fue
ra una cosa o un tema que gozara de la aceptacin universal.
Ay!, no tiene ninguna de esas propiedades, sino que es lo
contrario de todas ellas. Es cosa de la imaginacin, su ido
neidad est ms que en duda, y su legalidad se ver negada
dentro de unos pocos aos.
Pero a fin de ordenar la cuestin con una visin ms clara
de lo que puede comunicar la expresin general ser necesa
rio exponer los distintos epgrafes conforme a los cuales
cabe considerar (eso que se califica de) la corona hereditaria,
o dicho en trminos ms correctos, la sucesin hereditaria al
gobierno de una nacin, que son:
Primero, el derecho de una Familia concreta a entronizar
se.
Segundo, el derecho de una Nacin a entronizar a una fa
milia concreta.
Con respecto al prim ero de esos epgrafes, el de una Fami
lia que se entroniza con poderes hereditarios por su propia
iniciativa, independientemente del consentimiento de una
nacin, todos los hombres convienen en calificar a esto de
despotismo, y el tratar demostrarlo equivaldra a menospre
ciar su inteligencia.
Pero el segundo epgrafe, el de una Nacin que entroniza a
una Familia concreta con poderes hereditarios, no aparece
como despotismo a primera vista, mas si los hombres se per
miten tina segunda reflexin, y lievan esa reflexin ms ade
lante distancindose de sus propias personas hacia las de sus
descendientes, entonces advertirn que la sucesin heredita
ria se convierte, en sus consecuencias, en el mismo despotis
mo para con otros que rechazaban para s mismos. Acta de
modo que excluye el consentimiento de las generaciones ve
nideras, y la exclusin del consentimiento es despotismo.
Cuando la persona que en cualquier momento se halle en po-
-sesin de un gobierno, o quienes van a sucedera, dicen a
una nacin: Yo tengo este poder con desprecio de t, no
importa con qu autoridad pretenda decirlo. No resulta un
alivio, sino un agravio para una persona sometida a la escla
vitud el reflexionar que-quien lo ha vendido ha sido su pa
124 Thomas Paine

dre, y como lo que agrava el carcter delictivo de un acto no


se puede aducir para demostrar que ese acto es legal, no se
puede establecer la sucesin hereditaria como cosa legal.
A fin de llegar a una decisin ms perfecta a este respecto,
ser oportuno considerar la generacin que se compromete a
entronizar a una familia con poderes hereditarios, aparte y por
separado de las generaciones que van a seguir, as como con
siderar en qu calidad acta la prim era generacin con res
pecto a las generaciones venideras.
La generacin que es la primera en seleccionar a una perso
na y colocarla a la cabeza de su gobierno, sea con el ttulo de
Rey o con cualquier otro nombre, acta por su propia eleccin,
sea sta sabia o necia, libremente y en su propio nombre. La
persona a la que se coloca ah no es hereditaria, sino escogi
da y nombrada, y la generacin que la establece no vive bajo
un gobierno hereditario, sino bajo un gobierno de su propia
eleccin y que ella ha establecido. Si la generacin que la en
troniza, y la persona as entronizada, fueran a vivir eterna
mente, nunca se convertira en sucesin hereditaria, y en
consecuencia la sucesin hereditaria slo puede ocurrir a la
muerte de los primeros participantes.
Por ende, no cabe hablar de sucesin hereditaria respecto
de la prim era generacin, tenemos ahora que considerar n
qu calidad acta esa generacin con respecto a la generacin
que la sigue y a todas las sucesivas.
Se arroga una calidad para la que no tiene derechos ni ttu
los. Transforma al Legislador en Testador, y hace como si hi
ciera su Testamento, que debe aplicarse tras el fallecimiento
de quienes lo han hecho, para legar el gobierno, y no slo
trata de legar, sino de imponer a la generacin siguiente una
forma nueva y diferente de gobierno de aquella bajo la que
vivi ella misma. Como ya se ha observado, ella no vivi
bajo un gobierno hereditario, sino bajo un gobierno de su
propia eleccin y establecido por ella, y ahora intenta^ me
diante su ltima voluntad y testamento (que no est faculta
da para hacer), arrebatar a la generacin siguiente, y a todas
las futuras, los derechos y la libre.actuacin que ella misma
tuvo.
Pero, aparte del derecho que tenga cualquier generacin
Derechos del Hombre 125

de actuar como testadora colectiva, los objetos a los que lo


aplica en este caso no se hallan dentro del mbito de ningu
na ley, ni de ninguna voluntad o testamento.
Los derechos de los hombres en la sociedad no son divisi
bles, ni transferibles, ni aniquilables, sino que nicamente
son transmisibles, y no entra en las facultades de ninguna
generacin el interceptar, y por ltimo interrumpir, la trans
misin. Si la generacin actual, o cualquiera otra, est dis
puesta a ser una generacin de esclavos, ello no reduce el
derecho d la generacin sucesora a ser libre. Los errores no
pueden tener una transmisin legal. Cuando el Sr. Burke tra
ta de mantener que la nacin inglesa en la revolucin de 1688 re
nunciy abdic con cabal solemnidad de esos derechos para s misma y
p ara toda su posteridad para siempre habla en un idioma que ni
merece respuesta, y que no puede inspirar sino desprecio por
la prostitucin de sus principios o compasin por su igno
rancia.
Bajo cualquier luz que se presente la sucesin hereditaria,
como algo que procede de la voluntad y el testamento de al
guna generacin anterior, es un absurdo. A no puede hacer
un testamento que arrebate a B la propiedad de B para dr
sela a C; pero as es la forma en que acta la (llamada) suce
sin hereditaria conforme a la ley. Una determinada genera
cin anterior hizo un:testamento por el que privaba de sus
derechos, a la generacin siguiente, y a todas las futuras, y
transmita esos derechos a una tercera persona, que despus
da un paso adelante y les dice, en el idioma del Sr. Burke,
que no tienen ningn derecho, que sus derechos se le han lega
do ya a l, y que l gobernar con desprecio de esos derechos.
De esos principios, y de esa ignorancia, Buen Dios, libera al
mundo!
Pero despus de todo, qu es la metfora llamada corona,
o mejor dicho, qu es la monarqua? Es una cosa, es un
nombre o es un fraude? Es un artificio de la sabidura hu
mana, o un truco humano para obtener dinero de una na
cin con falsos pretextos? Es algo que necesita una nacin?
Si lo es, en qu consiste la necesidad, qu servicios presta,
cul es su negocio y cules son sus mritos? Consiste la vir
tud en la metfora, o en el hombre? Cuando el orfebre hace
126 Thomas Paine

la corona, hace tambin la virtud? Acta como la gorra de


los deseos de Fortunato o como la espada de madera de Ar
lequn? Convierte a un hombre en un brujo? En fin, qu
es? Parece ser algo que est pasando mucho de moda, cayen
do en ridculo y que se rechaza en algunos pases, tanto por
innecesario como por caro. En Amrica se considera que es
un absurdo, y en Francia ha decado tanto que la bondad del
hombrfe y el respeto por su carcter personal son las nicas
cosas que mantienen la apariencia de su existencia.
Si el gobierno fuera lo que dice de l el Sr. Burke, un artifi
cio de la sabidura humana, yo podra preguntarle si esa sa
bidura estaba tan en baja en Inglaterra que haba resultado
necesario importarla de Holanda y de Hannover. Pero le har
al pas la justicia de reconocer que no ha sido as, v aunque
lo fuera no import lo que necesitaba. La sabidura d cada
pas, cuando se ejerce correctamente, es suficiente para todos
sus fines, y no poda haber ms motivo en Inglaterra para
enviar a buscar a un estatder holands, o un elector alemn,
que en Amrica para hacer lo mismo. Si un pas no com
prende sus propios asuntos, cmo va a comprenderlos un
extranjero, que no conoce sus leyes, ni sus costumbres, ni su
idioma? Si existiera un hombre tan transeendentalmente sa
bio por encima de todos los dems que hiciera falta su sabi
dura para instruir a una nacin, cabra ofrecer alguna razn
para la monarqua, pero cuando contemplamos un pas y ob
servamos cmo comprende cada parte sus propios asuntos, y
cuando miramos por todo el mundo y vemos que de todos
los hombres que hay en l, la raza de los reyes es la de capa
cidad ms insignificante, entonces nuestra razn no puede
dejar de preguntamos: para qu se mantiene a esos hom
bres?
Si hay algo de la monarqua que no comprendemos las gen
tes de Amrica, formulo el deseo de que el Sr. Burke tenga
la amabilidad de informarnos. Yo veo en Amrica a un go
bierno que se extiende sobre un pas diez veces ms grande
que Inglaterra y que funciona con regularidad por una cua
dragsima parte de lo que cuesta el gobierno en Inglaterra.
Si le pregunto a un hombre de Amrica si quiere un rey, re
plica preguntndose si lo tomo por un idiota. Cmo es que
Derechos del Hombre 127

ocurre esta diferencia? Somos ms o menos sabios que


otros? Veo que en Amrica la generalidad de la gente vive
con una abundancia desconocida en los pases monrquicos,
y veo que el principio de su gobierno, que es el de la igualdad
de os Derechos del Hombre, va realizando rpidos progresos en
el mundo.
Si la monarqua es algo intil, por qu se mantiene en
ningn lado? Y si es necesaria, cmo es que cabe prescindir
de ella? Que el gobierno civil es necesario es algo en lo que es
tarn de acuerdo todas las naciones civilizadas; pero el go
bierno civil es el gobierno republicano. Toda la parte del go
bierno de Inglaterra que comienza con el puesto de polica y
llega hasta el departamento de la judicatura, las sesiones tri
mestrales de los tribunales ordinarios y los tribunales supe
riores, comprendido el juicio por jurados, es gobierno repu
blicano. En ninguna parte de l aparece nada relacionado
con la monarqua, salvo en el nombre que Guillermo el Con
quistador impuso a los ingleses, el de obligarlos a llamarlo
Su Soberano Seor, el Rey.
Resulta fcil concebir que una banda de hombres interesa
dos, como los funcionarios por nombramiento, los que reci
ben pensiones de la corte, los lores del dormitorio, lores de la
cocina, lores de lo necesario, y el Seor sabe qu ms, pue
den encontrar tantas razones para la monarqua como libras
representan sus sueldos, pagados a expensas del pas; pero si
pregunto al agricultor, al fabricante, al comerciante, al hom
bre de negocios y as recorro toda la lista de ocupaciones que
hay en la vida hasta llegar al humilde pen, qu servicios le
presta la monarqua, no me puede dar respuesta. Si le pre
gunto qu es la monarqua, cree que es algo as como una si
necura.
Pese a que los impuestos de Inglaterra equivalen a casi
diecisiete millones al ao, que se dice son para los gastos del
Gobierno, sigue siendo evidente que se deja al buen sentido
de la nacin el que se gobierne a s misma, mediante jueces y
jurados, casi a sus propias expensas, conforme a principios
republicanos, y eso no entra en los impuestos. Los sueldos
de los magistrados son casi los nicos gastos que se pagan
con cargo al Fisco. Si se considera que de todo el gobierno in-
128 Thomas Paine

temo se encarga el pueblo, los impuestos ingleses deberan


ser los ms bajos de todas las naciones de Europa, y en cam
bio son todo lo contrario. Como no cabe explicar esto por
razn del gobierno civil, la cuestin necesariamente ha de
referirse a la parte monrquica.
Cuando el pueblo de Inglaterra envi a buscar a Jorge I (e
incluso a alguien ms sabio que el Sr. Burke le costara traba
jo descubrir para qu se le poda querer, o qu servicios poda
prestar), por lo que menos debera haber mencionado que renun
ciara a Hannover. Adems de las interminables intrigas alema
nas que deben seguirse del hecho de que un elector alemn sea
Rey de Inglaterra, existe una imposibilidad natural de reunir
en la misma persona los principios de la libertad y los princi
pios del despotismo, o como se suele decir en Inglaterra, del
poder arbitrario. Un elector alemn es un dspota en su
electorado; cmo se poda, pues, esperar que se consagrase
a los principios de la libertad en un pas mientras que sus in
tereses en el otro se haban de defender mediante el despo
tismo? Esa unin no puede darse, y habra sido fcirprever
que los electores alemanes seran reyes alemanes, o dicho en
los trminos del Sr. Burke, que asumiran 1 gobierno con
desprecio. Los ingleses han tenido la costumbre de consi
derar al Rey de Inglaterra nicamente en la calidad con que
se presenta ante ellos, mientras que esa misma persona,
mientras dura la relacin, tiene un cargo propio en otro pas,
cuyos intereses son distintos de los de ese pueblo, y los prin
cipios de los gobiernos se oponen entre s. Para esa persona,
Inglaterra aparecer como su residencia en la ciudad, y el
electorado como su finca de campo. Es posible que los ingle
ses deseen, como creo vo aue desean, el xito de los Drinci-
pios de la libertad en Francia, o en Alemania, pero un elec
tor alemn tiembla por el destino del despotismo en su elec
torado, y el ducado de Mecklemburgo, donde gobierna la
familia de la actual reina, se halla en el mismo triste estado
de poder arbitrario y la gente sometida a un vasallaje de es*
clavos.
Jams hubo un momento en que conviniera a los ingleses
contemplar las intrigas continentales con ms circunspec
cin que en el momento actual, ni distinguir la poltica del
Derechos del Hombre 129

electorado de la poltica de la nacin. La revolucin de Fran


cia ha modificado totalmente la situacin con respecto a In
glaterra y Francia, como naciones; pero los dspotas alema
nes, con Prusia a la cabeza, se estn coaligando contra la Li
bertad, y el cario que le tiene el Sr. Pitt a su cargo, y el in
ters que han obtenido todas sus relaciones familiares, no
brindan suficientes seguridades contra esa intriga.
Como todo k> que pasa en el mundo se convierte en mate
ria para la historia, abandono ahora este tema y paso a hacer
una resea concisa del estado de los partidos y la poltica en
Inglaterra, igual que ha hecho el Sr. Burke respecto de Fran
cia.
Que el actual reinado empezara o no con desprecio es
cosa que dejo al Sr. Burke; pero de lo que no cabe duda es de
que tuvo esa apariencia, y muy clara. La animosidad de la
nacin inglesa, como se recordar bien, era muy grande, y si
los principios de la Libertad se hubieran comprendido tan
bien como ahora prometen comprenderse, es probable que la
nacin no se hubiera sometido con tanta paciencia a tantas
cosas. Jorge I y Jorge II comprendan que tenan un rival
en los EstuardO' restantes, y como no podan por menos de
considerarse a s mismos sino sometidos a la prueba de su
propio buen comportamiento, tuvieron la prudencia de guar
darse sus principios germnicos de gobierno para s mismos,
pero al ir desapareciendo la familia Estuardo, la prudencia se
fue haciendo menos necesaria.
El enfrentamiento entre los derechos y lo que se calificaba
entonces de prerrogativas sigui encendiendo a la nacin
hasta que algo despus de la conclusin de la guerra de
Amrica -cuando todo cay repentinamente en calma , la
execracin se convirti en aplauso y en una sola noche sali
a la luz la popularidad de la Corte, como si fuera una seta.
Para explicar esta repentina transicin resulta oportuno
observar que hay dos especies distintas de popularidad: una
excitada por el mrito y la otra por el resentimiento. Como
la nacin se haba dividido en dos partidos, y cada uno enco
miaba los mritos de sus campeones parlamentarios en pro y
en contra de la prerrogativa, nada poda causar un asombro
ms general que una coalicin inmediata entre los propios
130 Thomas Paine

campeones33. Como los partidarios de cada uno quedaban as/


repentinamente abandonados en la estacada, y mutuamente
indignados y asqueados por la medida, no encontraron ms
alivio que unirse en la execracin comn en contra de am
bos. Al excitarse as un estmulo de resentimiento ms vivo
que el ocasionado por el enfrentamiento por las prerrogati
vas, la nacin olvid todos los objetivos anteriores de exigir
derechos y reparar injusticias y no busc ya ms que el de su
agrado. La indignacin contra la Coalicin super con tanta
rapidez a la indignacin con tra la Corte que la extingui, y
ello sin ningn cambio en cuanto a los principios por parte
de la Corte, pues k. misma gente que haba atacado su despo
tismo se uni con ella para vengarse contra el Parlamento de
la Coalicin. No se trataba de qu era lo que ms le gustaba,
sino de qu era lo que ms odiaba, y lo que era menos odio
pas por ser amor. Como la disolucin del Parlamento de la
Coalicin brind los medios de aliviar el resentimiento de la
nacin, no poda por menos de ser popular, y de ah vino la
popularidad de la Corte.
Las transiciones de este gnero muestran a una nacin
gobernada por los estados de "nimo, y no. por un principio
fijo y constante, y que una vez comprometida, aunque sea
apresuradamente, se siente animada a seguir adelante para
defender, al no enmendarlo, su primer procedimiento. Las
medidas que en otros tiempos podra censurar, ahora aprueba,
y acta de modo que se persuade a s misma de forma que
sofoca su propio juicio.
Al elegirse un nuevo Parlamento, el Sr. Pitt, nuevo minis
tro, se econtr con una mayora segura, y la nacin le prest
crdito, rio por consideracin a l, sino porque haba resuel
to hacerlo por resentimiento contra otro. Se present a la
atencin del pblico mediante la propuesta de reforma del
Parlamento, que de haberse introducido habra equivalido a
una justificacin pblica de la corrupcin. La nacin deba
correr con los gastos de comprar los burgos podridos, cuan
do debera haber castigado a las personas que realizaban ese
trfico.
Si se pasan por alto los dos fraudes del asunto holands y
el milln al ao para acabar con la deuda nacional, el asunto
Derechos del Hombre 131

ms destacado es el de ta Regencia34. Nunca, en el trans


curso de mis observaciones, se ha presentado mejor un enga
o, ni se ha engaado ms completamente a una nacin.
Pero, para demostrarlo, habr que resear las circunstancias.
El Sr. Fox haba dicho en la Cmara de los Comunes que
el Prncipe de Gales, como heredero de lafsucesin, tena de
recho por s mismo a asumir el gobierno. A esto se opuso el
Sr. Pitt, y en la medida en que su oposicin se limitaba a la
doctrina tena razn. Pero todos los principios que el Sr. Pitt
mantena en su oposicin eran tan malos como los del Sr.
Fox, o peores que ellos, porque se encaminaban a establecer
una aristocracia por encima de la nacin y por encima de la
pequea representacin que tiene la Cmara de los Comu
nes.
Que la forma inglesa de gobierno sea buena o mala no es
lo que se trata ahora de discutir, pero si se la toma como es,
sin considerar sus mritos o demritos, el Sr. Pitt se apart
ms de su forma que el Sr. Fox.
Se supone que est integrada por tres partes: en conse
cuencia, mientras la nacin est dispuesta a mantener esta
forma, las partes tienen una condicin nacional independientes
las unas de las otras, y no criaturas las unas de las otras. Si el
Sr. Fox hubiera pasado por el Parlamento y dicho que la per
sona aludida reclamaba en nombre de la nacin, el Sr. Pitt
debera entonces haber aducido (k> que l calificaba de) el
derecho al Parlamento en contra de! derecho de la nacin.
Por la apariencia que adopt el enfrentamiento, el Sr. Fox
se puso del lado hereditario, y el Sr. Pitt se puso del peor de
los dos.
Eso que llaman Parlamento est formado por dos Cmaras,
una de las cuales es ms hereditaria, y est menos controlada
por la nacin de lo que segn se dice est (eso que llaman) la
Corona. Es una aristocracia hereditaria, que asume y afirma
unos derechos y una autoridad invencibles e irrevocables, com
pletamente independientes de la nacin. Dnde, pues, estaba
la merecida popularidad de exaltar estos poderes hereditarios
sobre otro poder hereditario menos independiente de la na
cin de lo que l mismo supona ser, y de absorber los dere
132 Thomas Paine

chos de la nacin en una Cmara que la nacin no puede ele


gir ni controlar?
El impulso general de la nacin era acertado, pero actu
sin reflexionar. Aprob la oposicin que se present al dere
cho formulado por el Sr. Fox sin percibir que el Sr. Pitt
apoyaba otro derecho invencible ms distante de la nacin
en oposicin a aqul.
Por lo que respecta a la Cmara de los Comunes, no la
elige sino una pequea parte de la nacin, pero si las eleccio
nes fueran tan universales como los impuestos, y eso es lo
que deberan ser, esa Cmara seguira sin ser ms que el r
gano de la nacin, y no puede poseer derechos inherentes.
Cuando la Asamblea'Nacional de Francia resuelve un asun
to, la resolucin la adopta como derechohabiente de la na
cin, pero el Sr. Pitt, en todas las cuestiones nacionales, y en
la medida en que stas se remiten a la Cmara de los Comu
nes, absorbe los derechos de la nacin en el rgano y con
vierte al rgano en la nacin, y a la nacin misma en una ci
fra.
En pocas palabras, la cuestin de la Regencia era una
cuestin de un milln al ao, que se atribuye al departamen
to ejecutivo, y el Sr. Pitt no poda posesionarse de la admi
nistracin de esa suma sin establecer la supremaca del Parla
mento, y una vez logrado esto resultaba indiferente quin
fuese el regente, pues haba de ser regente a sus propias ex
pensas. Entre las curiosidades que brind este acerbo debate
figur la de convertir el Gran Sello en Rey, pues el impri
mirlo en una ley iba a equivaler a la autoridad real. Por lo
tanto, si la Autoridad Real es un Gran Sello, significa que en
consecuencia no es nada es s misma, y una buena constitu
cin tendra infinitamente ms valor para una nacin de lo
que valen los tres poderes nominales, tal como estn estable
cidos actualmente.
El uso constante de la palabra Constitucin en el Parlamen
to ingls revela que no existe tal cosa, y que el todo no es
ms que una forma de gobierno sin constitucin, y que se
constituye a s mismo con los poderes que le placen. Si hu
biera una constitucin, desde luego que cabra remitirse a
ella, y el debate sobre cualquier aspecto constitucional termi
Derechos del Hombre 133

nara con el recurso a la constitucin. Un miembro dice que


esto es constitucional, y otro dice que lo constitucional es lo
otro, mientras que el mero hecho de que el debate contine
demuestra que la constitucin no existe. Hoy da la cantilena
del Parlamento es la palabra Constitucin, para que su eco
llegue al odo de la nacin. Antes era la supremaca universal
del Parlamento; la omnipotencia del Parlamento, pero desde los
progresos realizados por la Libertad en Francia, esas frases
adquieren un tono de dureza desptica, y el Parlamento in
gls ha copiado de la Asamblea Nacional la moda, pero sin
la sustancia, de hablar de Constitucin.
Como la generacin actual del pueblo ingls no cre la
forma de gobierno, no es responsable por ninguno de sus
defectos, pero que, tarde o temprano, debe corresponderle
efectuar una reforma constitucional es algo tan cierto como
que eso mismo ha ocurrido ya en Francia. Si Francia, con
sus ingresos de casi veinticuatro millones de libras esterlinas,
con una extensin de tierras ricas y frtiles casi el cudruple
de: la de Inglaterra, con una poblacin de veinticuatro millo
nes de habitantes que absorben los impuestos, con una cir
culacin de ms de noventa millones de libras esterlinas de oro
y de plata en la nacin, y con una deuda inferior a la deuda ac
tual de Inglaterra, sigui considerando necesario, por la causa
que fuera, solucionar sus problemas, eso resuelve el problema
de la financiacin de la deuda de ambos pases.
No se trata ahora en absoluto de decir cunto tiempo ha
dorado lo que se califica de constitucin inglesa, ni de discu
tir cunto tiempo ha de durar en consecuencia; de lo que se
trata es de preguntar: cunto tiempo puede durar el sistema
de financiacin de ladeuda? Es algo que no se ha inventado
hasta los tiempos modernos, y todava no ha durado ms que
la vida de un hombre, pero en tan breve espacio ha aumen
tado tanto que, junto con los gastos corrientes, hace falta un
volumen de impuestos igual por lo menos a toda la renta de
la tierra de la nacin en acres para sufragar los gastos anua
les. Que un gobierno no podra haber continuado siempre
con el mismo sistema qu se ha seguido en los ltimos seten
ta aos es algo que debe resultar evidente para cualquiera, y
por ese mismo motivo no puede continuar eternamente.
134 Thomas Paine

El sistema de financiacin de la deuda no es dinero; tam


poco es, en trminos correctos, crdito. De hecho, crea so
bre el papel la suma que parece tomar prestada, y establece
un impuesto a fin de mantener en vida el capital imaginario
mediante el pago de inters, y enva la anualidad al mercado
para que se venda a cambio de papel que ya est en circula
cin. Si se da crdito a alguien, es a la buena disposicin del
pueblo a pagar el impuesto, y no al gobierno, que lo estable
ce. Cuando expire esa disposicin, expirar con ella lo que se
califica de crdito del gobierno. El ejemplo de Francia bajo
el gobierno anterior demuestra que es imposible obligar al
pago de impuestos por la fuerza, cuando toda una nacin
est decidida a adoptar una actitud firme al respecto.
El Sr. Burke, en su examen de la hacienda de Francia,
dice que la cantidad de oro y de plata en Francia es de apro
ximadamente ochenta y ocho millones de libras esterlinas.
Para hacerlo, supongo que ha aplicado la diferencia del cam
bio, en lugar de la norma de veinticuatro libras francesas por
libra esterlina, pues la exposicin de M. Neckar, de la cual se
ha tomado la del Sr. Burke, es de dos m il doscientos millones de
libras francesas, lo que es ms de noventa y un millones y me
dio de libras esterlinas.
M. Neckar en Francia, y el Sr, George Chalmers, de la Ofici
na de Comercio y Plantaciones de Inglaterra, de la que es presi
dente lord Hawkesbury, publicaron casi en el mismo momento
(1786) una relacin de la cantidad de dinero en cada nacin, a
partir de los imformes de la Ceca de cada una de ellas. El Sr.
Chalmers, por los informes de la Ceca inglesa de la Torre de
Londres, dice que la cantidad de dinero en Inglaterra, com
prendidas Escocia e Irlanda, es de veinte millones de libras es
terlinas *.
El Sr. Neckar * * dice que la cantidad de dinero en Fran
cia, reacuado a partir de las monedas antiguas que se retira
ron, era de dos mil quinientos millones de libras francesas

* Vase Estimate o f the Comparative Strength o f Great Britain, por G. Chal


mers, (Nota del autor.)
* * Vase Administracin de ia Hacienda de Francia, vol. Ill, por M. Neckar.
(N ota del autor.)
Derechos del Hombre 135

(ms de ciento cuatro millones de libras esterlinas), y tras


deducir las prdidas, y lo que se pueda hallar en las Indias
Occidentales y otras posibles circunstancias, dice que la can
tidad en circulacin dentro del pas es de noventa y un mi
llones y medio de libras esterlinas, pero aunque se acepten
las cifras del Sr. Burke, son sesenta y seis millones ms que
la cantidad nacional en Inglaterra.
Que la cantidad de dinero de Francia no puede ser infe
rior a esa suma es algo que cabe advertir inmediatamente
por el estado del Fisco francs, sin necesidad de remitirse a
los documentos de la Ceca francesa en busca de pruebas. Los
ingresos de Francia, antes de la revolucin, eran de casi
veinticuatro millones de libras esterlinas, y como entonces
no exista en Francia el papel moneda, todos los ingresos se
obtenan en oro y en plata, y habra sido imposible recaudar
tal ingreso a partir de una cantidad nacional inferior a la que
ha expuesto M. Neckar. Antes del establecimiento del papel
moneda en Inglaterra, los ingresos eran de aproximadamen
te la cuarta parte de la cantidad nacional de oro y de plata,
como cabe apreciar si nos remitimos a los ingresos antes del
rey Guillermo y a la cantidad de dinero que se ha dicho ha
ba en la nacin en aquella poca, que era casi tanta como
ahora.
No puede prestar ningn verdadero servicio a la nacin el
engaarla o el que ella permita que se la engae; pero los
prejuicios de algunos y los engaos de otros han representa
do siempre a Francia como una nacin que poseyera poco
dinero, cuando la cantidad de ste no slo es cuatro veces
superior a la de Inglaterra, sino que es considerablemente
mayor en proporcin a los habitantes. Para explicar esta de
ficiencia por parte de Inglaterra habra que remitirse de al
gn modo a la forma inglesa de financiacin de la deuda.
Funciona de modo que multiplica el papel moneda y hace
que sustituya al dinero, en diversas formas, y cuanto ms se
multiplica el papel moneda ms oportunidades se ofrecen de
exportar la moneda, y ello permite una posibilidad (al impri
mir hasta billetes pequeos) de aumentar el papel moneda
hasta que ya no quede moneda.
Ya s que no se trata de un tema agradable para los lecto
136 Thomas Paine

res ingleses, pero las cuestiones que voy a mencionar tienen


tanta importancia en s mismas que requieren la atencin de
los interesados en las transacciones monetarias de carcter
pblico. Existe una circunstancia expuesta por M. Neckar,
en su tratado sobre la administracin de las finanzas, de la
que nunca se ha hecho caso en Inglaterra, pero que forma la
nica base conforme a la cul estimar la cantidad de dinero
(oro y plata) que debera haber en cada nacin de Europa, a
fin de mantener una proporcin relativa con otras naciones.
Lisboa y Cdiz son los dos puertos por los que se impor
tan oro y plata (dinero) de Sudamrica, que despus se divi
den y difunden por Europa mediante el comercio, y aumen
tan la cantidad de dinero existente en Europa. Por ende, si
se puede conocer el volumen de la importacin arhial a Eu
ropa, y se puede determinar la proporcin relativa del co
mercio exterior de las diverss naciones, por medio del cual
se distribuye, esto nos da una norma k> bastante cierta para
determinar la cantidad de dinero que debera encontrarse en
cualquier nacin y en cualquier momento.
M. Neckar demuestra, por los registros de Lisboa y Cdiz,
que el oro y la plata importados a Europa representan cinco
millones de libras esterlinas al ao. No ha tomado un slo
ao, sino un promedio de quince aos sucesivos, de 1763 a
1777, ambos inclusive, en cuyo tiempo, la cantidad fue de
mil ochocientos millones de libras francesas, que son setenta
y cinco millones de libras esterlinas *.
Desde el comienzo de la sucesin de Hannover, en 1714,
hasta el momento en que el Sr. Chalmers public pasaron
setenta y dos aos, y la cantidad importada a Europa en ese
tiempo sera de trescientos sesenta millones de libras esterli
nas.
Si se dice que el comercio exterior de Gran Brtaa es
una sexta parte de todo el comercio exterior de Europa,
equivale (y probablemente es un clculo inferior al que pre
feriran los caballeros de la Bolsa) a la proporcin que
Gran Bretaa debera obtener mediante el comercio de esa
suma, a fin de mantenerse en proporcin con el resto de Euro

* Administracin de la Hacienda de Francia, vol. III. (N ota de!autor.)


Derechos del Hombre 137

pa, y sera, tambin de una sexta parte, que son sesenta millo
nes de libras esterlinas; si se deja el mismo margen para pr
didas y accidentes que deja M. Neckar respecto a Francia, la
cantidad que queda despus de esas deducciones sera de cin
cuenta y dos millones, y esta suma debera haberse encontra
do en la nacin (en la poca que escriba el Sr. Chlmers),
adems de la suma que estuviera en la nacin al comenzar la
sucesin de Hannover, y haber constituido en total por lo me
nos sesenta y seis millones de libras esterlinas, en lugar de lo
cual no haba ms que veinte millones, que son cuarenta y
seis millones menos que la cantidad proporcional correspon
diente.
Como la cantidad de oro y de plata que llegan a Lisboa y a
Cdiz se determina con ms exactitud que la de ningn pro
ducto importado a Inglaterra, y como la cantidad de moneda
acuada en la Torre de Londres se conoce de forma todava
ms exacta, los datos principales no admiten controversia.
Por ende, o bien el comercio de Inglaterra no rinde utilida
des, o el oro y la plata que aporta desaparecen constante
mente por medios invisibles a una tasa media de aproxima
damente tres cuartos de milln al ao, lo que en el transcur
so de setenta y dos aos explica la deficiencia, y su ausencia
se ve suplida por papel *.

* Que el comercio ingls no aporte dinero, o que el gobierno lo enve fue


ra despus de haber entrado, es cosa que son las partes interesadas quienes
mejor lo pueden explicar; pero que la deficiencia existe, ninguna de ellas po
dr negarlo. Cuando el Dr. Price, el Sr. Edn (actualmente Auckeland)35, el
Sr. Chalmers y otros estaban debatiendo si la cantidad de dinero que haba
en Inglaterra era mayor o menor que en el momento de la revolucin no se
advirti la circunstancia de que, desde la revolucin, no se pueden haber im
portado a Europa menos de cuatrocientos millones de libras esterlinas, y por
ende la cantidad que haba en Inglaterra debera ser por lo menos cuatro
veces mayor de lo que era cuando la revolucin, a fin de mantener la pro
porcin con Europa. Lo que Inglaterra est haciendo ahora con papel es lo
(fie hubiera podido hacer con dinero de verdad, si el oro y la plata hubieran
inglesado en la nacin en la proporcin que deban, o si no hubieran salido
de ella; y ahora tfata de restablecer, en papel, el equilibrio que ha perdido en
dinero. Es cierto que ei oro y la plata que llegan anualmente en los navios de
registro a Espaa y Portugal no se quedan en esos pases. Si se toma el va
lor, la mitad en oro y la mitad en plata, es de unas cuatrocientas toneladas al
afio, y por el nmero de navios y galeones empleados en el comercio que
138 Thomas Paine

En la revolucin de Francia concurren muchas circuns


tancias nuevas, no slo en la esfera poltica, sino en el crcu
lo de las transacciones monetarias. Entre otras cosas, revela
que un gobierno puede hallarse en estado de insolvencia y la
nacin ser rica. En lo que respecta al anterior gobierno de
Francia, era insolvente, porque la nacin no estaba dispuesta
ya a subvencionar sus despilfarras, y por lo tanto no poda
subvencionarse a s mismo, pero por lo que respecta a la na
cin, no escaseaban los medios. Cabe decir de un gobierno
que es insolvente cada vez que recurre a la nacin para pagar
sus atrasos. La insolvencia del anterior gobierno de Francia
y la del actual gobierno de Inglaterra no diferan en otro
respecto que en el que difieren las disposiciones de sus pue
blos. El pueblo de Francia se neg a ayudar a su antiguo go

trae esos metales de Sudamrica, a Portugal y a Espaa, la cantidad queda


ampliamente demostrada, sin necesidad de consultar los registros.
En la situacin en que se halla actualmente Inglaterra, es imposible que
pueda incrementar su dinero. Los impuestos elevados no slo reducen la ha
cienda de los particulares, sino que tambin reducen el capital monetario de
una nacin, al inducir al contrabando, que no se puede realizar ms que con
oro y con plata. Dada la poltica que el Gobierno britnico ha seguido con
las Potencias del Interior de Alemania y del Continente, se ha atrado la ene
miga de todas las potencias martimas, y por ello se ve obligada a mantener
una gran marina de guerra; pero, aunque los barcos se construyen en Ingla
terra, los pertrechos navales se han de comprar en el extranjero, y en pases
donde la mayor parte se ha de pagar en oro y plata. En Inglaterra se han
lanzado unos rumores falaces para inducir a creer que hay dinero, y uno de
ellos es que los refugiados franceses lo aportan en grandes cantidades. La
idea es ridicula. La mayor parte del dinero en Francia es de plata, y haran
falta ms de veinte de los carros ms grandes, tirados por diez caballos cada
uno, para sacar un milln de libras esterlinas en plata. Cabe, pues, suponer
que unas cuantas personas, que huyen a caballo o en sillas de postas, en se
creto, y debiendo pasar la Aduana francesa, y cruzar el mar, podran tener
consigo ni siquiera lo necesario para sus propios gastos?
Cuando se habla de dinero en millones debe recordarse qu esas sumas no
se pueden acumular en un pas sino gradualmente, en un largo transcurso de
tiempo. Ni el sistema ms frugal que podra Inglaterra adoptar ahora permi
tira recuperar, en un siglo, el equilibrio que ha perdido en dinero desde que
comenz la sucesin de Hannover. Va setenta millones por detrs de Francia,
y debe estar en considerable proporcin por detrs de todos los pases de
Europa, porque las listas de la Ceca inglesa no revelan un aumento del dine
ro, mientras que los registros de Lisboa y Cdiz revelan un incremento euro
peo entre tres y cuatrocientos millones de libras esterlinas, f'Nota del autor.)
Derechos del Hombre 139

bierno, y el pueblo de Inglaterra se somete a los impuestos


sin hacer ms preguntas. Eso que se llama en Inglaterra la
Corona ha sido insolvente en varias ocasiones, la ltima de
las cuales que se supiera pblicamente fue en mayo de 1777,
cuando recurri a la nacin para pagar ms de 600.000 li
bras de deudas privadas, que de otro modo no habra podido
pagar.
El error del Sr. Pitt, el Sr. Burke y todos los que no esta
ban familiarizados con los asuntos de Francia fue confundir
a la nacin francesa con el gobierno de Francia. La nacin
francesa, en efecto, trat de dejar al antiguo gobierno en la
insolvencia con el objeto de tomar el gobierno en sus pro
pias manos, y reserv sus medios para subvencionar al nue
va gobierno. En un pas de tan vasta extensin y tanta po
blacin como Francia, no pueden faltar los medios naturales,
y los medios polticos aparecen en el instante en que la na
cin est dispuesta a concederlos. Cuando el Sr. Burke, en
un discurso pronunciado el invierno pasado en el Parlamen
to britnico, ech la vista sobre ti mapa de Europa y vio el vacio
que antes era Francia estaba hablando de visiones. Exista la
misma Francia natural que antes, y con ella existan todos
los medios naturales. El nico vaco que haba era el que ha
ba dejado la extincin del despotismo, y que se haba de lle
nar con una Constitucin cuyos recursos son ms formida
bles que el poder que haba expirado.
Aunque la nacin francesa hizo que el anterior gobierno
cayera en la insolvencia, no permiti que la insolvencia caye
ra sobre los acreedores, y los acreedores, considerando que
la nacin era la verdadera pagadora, y el gobierno no era
ms que el agente, recurrieron a la nacin, por considerarla
preferible al gobierno. Esto parece inquietar mucho al Sr.
Burke, ya que el precedente es fatal para la poltica gracias a
la cul los gobiernos se crean bien seguros. Han contrado
deudas, con miras a atraer a los que se califican de intereses
adinerados en su apoyo; pero el ejemplo de Francia demues
tra que la seguridad permanente del acreedor se halla en la
nacin, y n a en el gobierno, y que en todas las posibles revo
luciones que ocurran en los gobiernos, los medios siempre
estn en la nacin, y la nacin siempre existe. El Sr. Burke
140 Thomas Paine

aduce que los acreedores deberan haberse solidarizado con


el destino del gobierno en el que confiaban, pero la Asam
blea Nacional los consider acreedores de la nacin y no del
gobierno, del seor y no del mayordomo.
Pese a que el gobierno anterior no poda pagar los gastos
corrientes, el gobierno actual ha amortizado una gran parte
del capital. Esto se ha logrado por dos medios: uno ha con
sistido en reducir los gastos del gobierno, y el otro en la
venta de las propiedades inmobiliarias monsticas y eclesis
ticas. Los devotos y los calaveras arrepentidos, los chantajis
tas y los usureros de antao, a fin de asegurarse un mundo
mejor que el que estaban a punto de dejar, haban legado in
mensas propiedades en depsito al sacerdocio, para obras
pas. La Asamblea Nacional ha ordenado que se vendan en
bien de toda la nacin, y que se atienda decentemente a los
sacerdotes *.
Como consecuencia de la revolucin, el inters anual de la
deuda de Francia se reducir, por lo menos, en seis millones
de libras esterlinas, mediante el pago de ms de cien millo
nes del capital, lo cual, junto con la reduccin de los anti
guos gastos del gobierno en, por lo menos, tres millones,
pondr a Francia en situacin merecedora de la imitacin de
Europa *.
Si se estudia todo el tema, cun vasto es el contraste!
Mientras el Sr. Burke hablaba de la quiebra general de Fran
cia, la Asamblea Nacional iba pagando el capital de su deu
da; mientras los impuestos aumentaban casi un milln al ao
en Inglaterra, han bajado varios millones al ao en Francia.
Ni una palabra han dicho el Sr. Pitt y el Sr. Burke acerca de
los asuntos franceses ni del estado de la hacienda francesa en
el actual perodo de sesiones del Parlamento. El tema empie
za a comprenderse demasiado bien y ya no sirve el engao. '
Existe un enigma general que corre a todo lo largo del li
bro del Sr. Burke. Escribe, con rabia contra la Asamblea Na
cional, pero qu es lo que le inspira esa rabia? Si sus afirma
ciones fueran tan ciertas como son carentes de base, y si
Francia con su revolucin hubiera aniquilado su podero y se

* Prrafos omitidos en varias ediciones modernas. (N . dtlT .)


Derechos del Hombre 141

hubiera convertido en lo que l califica de vacio, ello podra


excitar la pena de un francs (que se considerase hombre na
cional) y provocar su rabia contra la Asamblea Nacional,
pero, por qu habra de excitar la rabia del Sr. Burke? Ay,
no es a la nacin de Francia a lo que se refiere el Sr. Burke,
sino a la c o r t e ; y como todas las cortes de Europa temen
correr el mismo destino, se hallan de luto. No escribe en ca
lidad de francs ni de ingls, sino en la calidad de adulador
de ese su conocido en todos los pases y que no es amigo de
ninguno, el c o r t e s a n o . Que se trate de la Corte de Ver-
salles, o de la Corte de Saint James, o de Carlton House, o
de la Corte del heredero, no importa, pues el carcter de
oruga de todas las cortes y todos los cortesanos es el mismo.
Forman una poltica comn en toda Europa, distantes y se
parados de los intereses de las naciones, y cuando parece que
se enfrentan, se ponen de acuerdo sobre el saqueo. Nada
puede ser ms terrible para una corte o un cortesano que la
Revolucin de Francia. Lo que es una bendicin para las na
ciones les sabe amargo a ellos, y como su existencia depende
de la duplicidad de un pas, tiemblan ante l alborear de los
principios y temen el precedente que amenaza con derrocar
los a ellos.
Conclusin

R azn e Ignorancia, dos cosas opuestas, influyen en la


gran mayora de la humanidad. Si se logra que una de ellas
est bastante extendida por un pas, el mecanismo del go
bierno funciona con fluidez. La Razn se obedece a s misma,
y la Ignorancia se somete a todo lo que se le dicte.
Los dos modos de gobierno que imperan en el mundo de
hoy son, primero, el gobierno por eleccin y representacin;
segundo, el gobierno por sucesin hereditaria. Al primero se
lo conoce generalmente por el nombre de repblica; al se
gundo, por el de monarqua y aristocracia.
Estas dos formas distintas y opuestas se erigen sobre las
dos bases distintas y opuestas de la Razn y la Ignorancia.
Como el ejercicio del gobierno requiere talentos y capacida
des, y como los talentos y las capacidades no pueden darse
por sucesin hereditaria, es evidente que la sucesin heredi
taria requiere del hombre una fe que no puede suscribir su
razn, y que slo se puede establecer por su ignorancia, y
cuanto ms ignorante sea un pas, ms adecuado resulta para
esa especie de gobierno.
Por el contrario, el gobierno, en una repblica bien cons
tituida, no requiere ninguna fe del hombre ms all de lo que

142
Derechos del Hombre 143

le pueda revelar su razn. Advierte la racionalidad de todo el


sistema, su origen y su propsito; ese gobierno recibe ms
apoyo cuanto mejor se comprende, las facultades humanas
actan con decisin y adquieren bajo esta forma de gobierno
una gigantesca virilidad.
Por ende, como cada una de estas formas acta a partir de
una base diferente, la una funcionando libremente ton la
ayuda de la razn, la otra por la ignorancia, ahora hemos de
considerar qu es lo que pone en movimiento esa especie de
gobierno que se llama gobierno mixto o, como a veces se
dice cmicamente, un gobierno que tiene de esto, aquello y un
poco de lo otro.
La fuerza motriz en esta especie de gobierno es por fuerza
la corrupcin. Por imperfectas que sean la eleccin y la re
presentacin en los gobiernos mixtos, siguen aplicando una
parte mayor de razn de lo que conviene a la parte heredita
ria, y por ello resulta neesario comprar a la razn. Un go
bierno mixto es un todo imperfecto, que cementa y fusiona
juntas las partes discordantes mediante la corrupcin para
que acten como un todo. El Sr. Burke parece muy disgusta
do porque Francia, ya que se haba decidido por una revolu
cin, no adoptara lo que l llama una Constitucin Britnica,
y los modales pesarosos con que se expresa a este respecto
implican una sospecha de que la Constitucin Britnica nece
sitaba algo para que no se advirtieran sus defectos.
En los gobiernos mixtos no existe la responsabilidad; las
partes se encubren unas a otras hasta que se pierde la res
ponsabilidad, y la corrupcin que pone en marcha a la m
quina organiza al mismo tiempo su propia escapatoria. Cuan
do se establece como mxima que un Rey no puede equivocarse,
se le coloca en un estado de seguridad parecido al de los
idiotas y al de las personas dementes, y no cabe hablar de
responsabilidad por lo que a l respecta. Entonces desciende
aqulla sobre el ministro, que se rfugia tras una mayora en
el Parlamento a la que, mediante la distribucin de puestos,
pensiones y la corrupcin, siempre puede dar rdenes, y esa
mayora se justifica a s misma con el mismo derecho con
que protege al ministro. En este movimiento rotatorio, la
responsabilidad resbala de las partes y del todo.
144 Thomas Paine

Cuando en un gobierno hay una parte que no puede equi


vocarse, ello implica que no hace nada, y no es ms que el
mecanismo de otra fuerza, con cuyo consejo y bajo cuya di
reccin acta. Eso que llaman Rey en los gobiernos mixtos
es en realidad el gabinete, y como el gabinete es siempre par
te del Parlamento, y los miembros justifican en calidad de
una cosa lo que aconsejan y efectan despus en calidad de
otra cosa, el gobierno mixto se convierte en un enigma per
manente, que entraa para el pas, dada la cantidad de co
rrupcin necesaria para fusionar las partes, el gasto de sus
tentar todas las formas de gobierno a la vez, y que por lti
mo se resuelve en un gobierno por comit, en el cual quie
nes asesoran, quienes actan, quienes aprueban, quienes jus
tifican, las personas responsables y las personas no responsa
bles, son todas las mismas personas.
Con este artilugio de teatro de pantomima, este cambio de
escena y de carcter, las partes se ayudan entre s en asuntos
en que ninguna de ellas querra actuar por s sola. Cuando se
ha de obtener dinero, aparentemente se disuelve la masa de
la variedad, y pasa por entre las partes una profusin de elo
gios parlamentarios. Cada una de ellas admira con asombro
la sabidura, la liberalidad y el desinters de la otra, y todas
ellas dan un suspiro de compasin ante las cargas de la na
cin.
Pero en una repblica bien constituida no puede ocurrir
ninguna de estas soldaduras, ni de estos elogios y suspiros;
como la representacin es igual en todo el pas, y completa
en s misma, cualquiera que sea su ordenamiento en poder
legislativo y poder ejecutivo, todos tienen una y la misma
fuente natural. Las partes no son extraas entre s, como la
democracia, la aristocracia y la monarqua. Como no existen
distinciones discordantes, no hay nada que corromper con
componendas, ni que confundir con artilugios. Las medidas
pblicas atraen por s mismas la comprensin de la nacin, y
como se basan en sus propios mritos, repudian todos los re
cursos aduladores a la vanidad. El constante coro de lamen
taciones por la carga de impuestos, por mucho xito que
tenga su prctica en los gobiernos mixtos, es incoherente
con el sentido y el espritu de una repblica. Si los impuestos
Derechos del Hombre 145

son necesarios, entonces desde luego son beneficiosos, pero


si requieren excusas, la propia excusa implica una acusacin.
Por qu, pues, se engaa al hombre, o por qu se engaa
ste a s mismo?
Cuando se habla de los hombres como reyes o sbditos, o
cuando se menciona al gobierno bajo los epgrafes distintos
o combinados de monarqua, aristocracia y democracia, qu
es lo que debe entender el hombre racional por estos trmi
nos? Si verdaderamente existieran en el mundo dos o ms
elementos distintos y separados de poder humano, entonces
veramos los diversos orgenes a los que se aplicaran des
criptivamente esos trminos, pero como no hay ms que una
especie de hombre, no puede haber ms que un elemento de
poder humano, y ese elemento es el propio hombre. La mo
narqua, la aristocracia y la democracia no son ms que cria
turas de la imaginacin, y lo mismo cabe idear mil como
tres.
* * *

Por las revoluciones de Amrica y de Francia, y por los


sntomas que han aparecido en otros pases, es evidente que
la opinin del mundo ha cambiado con respecto a los siste
mas de gobierno, y que las revoluciones no entran en el m
bito de las maniobras polticas. La marcha del tiempo y de
las circunstancias, a la que los hombres atribuyen el logro de
grandes cambios, es algo demasiado mecnico para medir la
fuerza de la mente y de la capacidad de reflexin, por la que
se generan las revoluciones: todos los gobiernos antiguos
han recibido una descarga de las que ya se han realizado y que
antes eran ms improbables, y son objeto de mayor maravilla
de lo que sera hoy da una revolucin general en Europa *.
Cuando examinamos las terribles circunstancias del hom
bre, bajo los sistemas monrquico y hereditario del gobierno,
arrancado de su casa por una fuerza, o expulsado por otra, y
ms empobrecido por los impuestos que por sus enemigos,
resulta evidente que esos sistemas son malos, y que hace fal

* Prrafo emitido en varas ediciones modernas. (N . del T.)


146 Thomas Paine

ta una revolucin general en el principio y la formacin de


los gobiernos.
<Qu es el gobierno ms que la administracin de los
asuntos de una nacin? No es, ni puede ser por su naturale
za, la propiedad de un hombre ni de una familia concretos,
sino de toda la comunidad, a cuyas expensas se costea, y
aunque por la fuerza y por artimaas se haya usurpado para
convertirlo en algo hereditario, la usurpacin no puede alte
rar el orden de las cosas. La soberana, como cuestin de de
recho, no pertenece ms que a la nacin, y no a ningn indi
viduo, y la nacin tiene en todo momento un derecho inhe
rente e inderogable de abolir cualquier forma de gobierno
que considere inconveniente, y establecer la que convenga a sus
intereses, su agrado y su felicidad. Aunque la divisin ro
mntica y brbara de los hombres en reyes y sbditos les
venga bien a los cortesanos, no puede convenir a los ciu
dadanos, y queda destruida por el principio en que ahora se
basan los gobiernos. Todo ciudadana es participante en la
soberana, y como tal no puede obedecer ms que a las leyes.
Cuando los hombres piensan en lo que es el gobierno, de
ben suponer forzosamente que ste posee un conocimiento
de todos los objetos y todas las cuestiones sobre los que ha
de ejercer su autoridad. En esta visin del gobierno, el siste
ma republicano, como el que han establecido Amrica y Fran
cia, funciona de tal modo que abarca a toda la nacin, y el co
nocimiento necesario para los intereses de todas las partes se
halla en el centro, que las partes forman por representacin;
pero los gobiernos antiguos se forman de un modo que ex
cluye tanto el conocimiento como la felicidad; el gobierno de
los monjes, que no saben nada del mundo ms all de las pa
redes de un convento, tiene tanto sentido como el gobierno
de los reyes.
Las que antes se calificaba de revoluciones eran poco ms
que un cmbio de las personas, o una modificacin de las
circunstancias locales. Surgan y caan de forma totalmente
corriente, y nada en su existencia o su destino poda tener
influencia ms all del punto en que ocurra. Pero lo que hoy
da vemos en el mundo, por las revoluciones de Amrica y
de Francia, es una revolucin del orden natural de las cosas,
Derechos del Hombre 147

un sistema de principios tan universal como la verdad y


como la existencia del hombre, y que combina la felicidad
moral con la poltica y la prosperidad nacional.
I. Los hombres nacen y permanecen siempre libres e iguales en
cuanto a sus derechos. L as distinciones sociales slo pueden fundarse
en la autoridad comn.
II. L a meta de toda asociacin poltica es la conservacin de os
derechos naturales e imprescindibles del hombre. Estos derechos son la
libertad, la prosperidad, Ja seguridady la resistencia a la opresin.
III. E l principio de la soberana reside esencialmente en a na
cin. N in g n r q a n o ni n in g n iN D ivip o pueden ejercer. autoridad
alguna que emane expresamente de ella.
Estos principios no contienen nada que pueda provocar la
confusin en una nacin porque excite ambiciones. Estn
calculados para constituir un llamamiento a la sabidura y a
las capacidades, y a ejercerlas en bien pblico, y no para el
enriquecimiento o el engrandecimiento de categoras deter
minadas de hombres o de familias. Queda abolida la sobera
na monrquica, enemiga de la humanidad y fuente de des
gracias, y la soberana en s se devuelve a su lugar natural y
original, la nacin. Si ocurriera lo mismo en toda Europa,
desaparecera la causa de las guerras.
Se atribuye a Enrique IV de Francia, hombre de corazn
grande y benvolo, el haber propuesto, hacia el ao 1610, un
plan para abolir la guerra en Europa: el plan consista en
constituir un Congreso Europeo, o como dicen los autores
franceses, una Repblica Pacfica, mediante la designacin
de delegados de las diversas naciones, que actuaran como
rbitros en todas las controversias que pudieran surgir entre
unas naciones y otras. <
Si se hubiera adoptado un plan de ese tipo en el momento
en que se propuso, los impuestos de Inglaterra y de Francia,
como dos de las partes en l, habran sido por lo menos diez mi
llones de libras esterlinas al ao menos de lo que eran al comen
zar la Revolucin Francesa.
Para concebir una causa por la que ese plan no se ha lle
vado a cabo (y por la que, en cambio, en jugar de un congre
so con el objeto, de impedir la guerra, no se ha convocado
ms que con objeto de ponerfin a una guerra, tras gastos est
148 Thomas Paine

riles durante varios aos), ser necesario considerar ei inters


de los gobiernos como un inters distinto del de las nacio
nes.
Cualquiera sea la causa de los impuestos en una nacin,
tambin se convierte en el medio de obtener ingresos para el
gobierno. Todas las guerras terminan con una subida de los
impuestos, y en consecuencia con un aumento de los ingre
sos, y en todos los casos de guerra, en la forma en que se
inician y concluyen, aumentar el poder y el inters de los
gobiernos. Por ende, la guerra, dada su productividad, al
brindar fcilmente el pretexto de la necesidad de los impues
tos y de los nombramientos para puestos y dignidades, se
convierte en una parte principal del sistema de los gobiernos
antiguos; y por muy beneficioso que fuera para las naciones
establecer cualquier modo de abolir la guerra, ello arrebata
ra a los gobiernos la ms lucrativa de sus ramas. La frivoli
dad de las cuestiones por las que se hace la guerra revela el
deseo y la avidez de los gobiernos de mantener el sistema de
la guerra y traicionar los motivos por los que actan.
Por qu no se hunden las repblicas en guerras, sino por
que la ndole de sus gobiernos no admite un inters distinto
del de la nacin? Incluso Holanda, pese a ser una repblica
mal formada y con un comercio que se extenda por todo el
mundo, existi casi un siglo sin ir a la guerra, y en el mo
mento en que se cambi en Francia la forma de gobierno,
con el nuevo gobierno surgieron los principios republicanos
de paz y prosperidad y economa internas, y los mismos efec
tos seguiran a la misma causa en otras naciones.
Al igual que la guerra es el sistema de gobierno en la for
ma poltica antigua, la animosidad que sostienen recproca
mente las naciones no se debe sino a que la poltica de sus
gobiernos la excita a fin de mantener el espritu del sistema.
Cada gobierno acusa al otro de perfidia, intriga y ambicin,
como medio de calentar la imaginacin de sus respectivas
naciones y de incitarlas a las hostilidades. El hombre no es
enemigo del hombre, salvo por el conducto de un falso siste
ma de gobierno. Por ende, en lugar de lanzar exclamaciones
contra la ambicin de los reyes, la exclamacin debera diri
girse contra el principio de esos gobiernos, y en lugar de re
Derechos del Hombre 149

formar al individuo, la sabidura de una nacin debera apli


carse a reformar el sistema.
En este caso no se trata de saber si las formas y las mxi
mas de los gobiernos que siguen en vigor estaban adaptadas
a la condicin del mundo en el perodo en que se establecie
ron. Cuanto ms antiguas sean, menos correspondencia pueden
tener con el estado actual de las cosas. El tiempo, y la evolu
cin de las circunstancias y las opiniones tienen el mismo efecto
progresivo, en cuanto a dejar anticuados los modos de go
bierno, que tienen sobre las costumbres y los modales. La
agricultura, el comercio, las manufacturas y las artes pacfi
cas, que son los mejores medios de promover la prosperidad
de las naciones, requieren un sistema diferente de gobierno,
y una especie diferente de conocimiento, para orientar sus
operaciones del que quiz fuera necesario en la condicin an
terior del mundo.
Y no resulta difcil percibir, por el estado ilustrado de la
humanidad, que los gobiernos hereditarios estn entrando en
decadencia, y que se estn abriendo paso en Europa revolu
ciones sobre la amplia base de la soberana nacional y el go
bierno por representacin, y sera un acto de sabidura anti
cipar su llegada y producir revoluciones por la razn y la
transaccin, en lugar de dejar que sean resultados de con
vulsiones.
Por lo que vemos hoy da, no debera tenerse por impro
bable nada que tenga relacin con la reforma en el mundo
poltico. Estamos en una era de revoluciones en la que cabe
prever cualquier cosa. La intriga de las Cortes, por la que se
mantiene el sistema de la guerra, puede provocar una confe
deracin de naciones para abolira; y un Congreso Europeo
que patrocine el progreso del gobierno libre y promueva la
civilizacin de las naciones entre s es un acontecimiento
cuya probabilidad est ms cercana de lo que estaban antes
las revoluciones y la alianza de Francia y Amrica.
LOS DERECHOS D EL HOMBRE

PARTE
SEGUNDA

QUE COMBINA
E L PRINCIPIO Y LA PRACTICA

por

THOMAS PAINE

Secretario de Relaciones Exteriores del Congreso


en la Guerra Americana y autor de la obra titulada
E l sentido comn y de la primera parte de
Los Derechos delHombre

151
A M. de la Fayette

Tras conocernos desde hace casi quince aos en situacio


nes difciles en Amrica, y tras diversas consultas en Euro
pa, es para m un placer presentar a usted este pequeo tra
tado en agradecimiento por sus servicios a mi bienamada
Amrica y como testimonio de mi estimacin por las virtu
des, tanto pblicas como privadas, que s posee usted.
El nico aspecto en el cual he podido descubrir jams que
diferamos no era en cuanto a los principios del gobierno,
sino en cuanto al momento. Por mi propia parte, creo que es
tan perjudicial para los buenos principios el permitir que
queden en espera como el impulsarlos con demasiada rapi
dez. Lo que usted supone realizable en catorce o quince aos
a m me puede parecer viable en un perodo mucho ms bre
ve. La humanidad, me parece a m, siempre est lo bastante
madura como para comprender su propio inters, siempre
que se le exponga de manera clara a su comprensin, y ello
de forma que no cree sospechas de egosmo ni ofenda por
suponer demasiado. Cuando deseamos reformar no debemos
reprochar.
Cuando triunf la Revolucin Americana me sent dispues
to a sentarme serenamente a gozar de la calma. No cre que

153
154 Thomas Paine

pudiera despus surgir ningn objeto lo bastante grande


como para hacerme abandonar la tranquilidad y sentirme
como me haba sentido antes. Pero cuando el principio, y no
el lugar, es la causa energtica de la accin, creo que un
hombre es el mismo en todas partes.
Ahora me hallo una vez ms en el mundo pblico, y como
no tengo derecho a creer que me quedan tantos aos de vida
como a usted, he decidido trabajar con toda la rapidez posi
ble, y tengo tantos deseos de la ayuda y la compaa de usted
que deseara que acelerase usted sus principios y me alcanza
ra en la carrera.
Si parte usted en campaa la prxima primavera, aunque
lo ms probable es que no tenga usted esa oportunidad, ir a
sumarme a usted. Si la campaa comienza, espero que termi
ne con la extincin del despotismo alemn y con el estableci
miento de la libertad de toda Alemania. Cuando Francia est
rodeada de revoluciones, estar en paz y segura, y en conse
cuencia sus impuestos, y tambin los de Alemania, sern in
feriores.
Su sincero
Y afectuoso Amigo,

THOMAS PAINE
LONDRES, 9 de febrero de 1792.
Prefacio

Cuando inici el captulo titulado Conclusin de la primera


parte de Los Derechos del Hombre, publicada el ao pasado, me
propona ampliarlo para que fuera ms largo, pero al ir refle
xionando sobre todo lo que quera aadir, pens que hara la
obra demasiado voluminosa o tendra que limitar demasiado
mi plan. Por ello lo llev a su fin lo ms rpido que permita
el tema, y me reserv lo dems que tena que decir para otra
oportunidad.
Hubo varios motivos ms que contribuyeron a producir
esta determinacin. Antes de seguir adelante, deseaba saber
cmo se iba a recibir una obra escrita con un estilo de pen
samiento y de expresin diferentes de lo que haba sido habi
tual en Inglaterra. Gracias a la Revolucin Francesa se estaba
abriendo un vasto campo a la visin de la humanidad. La ab
surda oposicin del Sr. Burke a aqulla trajo la controversia a
Inglaterra. Atac principios que saba (por estar informado)
que yo discutira con l, pues se trataba de principios que yo
creo buenos, a cuyo triunfo he contribuido y que me consi
dero obligado a defender. Si no hubiera provocado l la con
troversia, lo ms probable es que me hubiese mantenido en
silencio.

155
156 Thomas Paine

Otro motivo para aplazar el resto de la obra era que el Sr.


Burke haba prometido al publicar la suya volver a ocuparse
de la cuestin en otra oportunidad, y establecer una compa
racin entre lo que l llama la Constitucin inglesa y la
francesa. Por lo tanto, me qued a su espera. Desde en
tonces ha publicado dos obras, sin hacer lo prometido, cosa
que desde luego no habra omitido si la comparacin le fue
ra favorable.
En su ltima obra, su Llamamiento de los Wbigs nuevos a los
viejos, ha citado unas diez pginas de Derechos del Hombre, y
tras tomarse esa molestia, dice que no va a hacer la menor
tentativa de refutarlos refirindose a los principios que en
ellas figuran. Conozco lo bastante bien al Sr. Burke para sa
ber que lo hara si pudiera. Pero en lugar de discutirlos, in
mediatamente despus se consuela diciendo que l ya ha he
cho su parte. No ha hecho su parte. No ha cumplido su pro
mesa de comparar las constituciones. Inici la controversia,
lanz el desafo y ahora huye de l, de modo que se convierte
en un caso ejem plar de su propia opinin de que Ha termina
do la era de la caballera!
El ttulo, tanto como el fondo, de su ltima obra, su L la
mamiento, es su condena. Los principios tienen que defender
se por s solos, y si son buenos no cabe duda de que lo logra
rn. El ponerlos al abrigo de la autoridad de otros hombres,
como ha hecho el Sr. Burke, hace que infundan sospechas.
El Sr. Burke no es muy aficionado a compartir sus honores,
peto en este caso est compartiendo arteramente sus errores.
Pero quines son esos a quienes el Sr. Burke hace su lla
mamiento? Un grupo de pensadores pueriles, de polticos a
medias nacidos el siglo pasado, de hombres que no han lle
gado ms all con ningn principio de lo que Ies iba bien
para sus fines como partido; la nacin nunca importaba, y
se ha sido el carcter de todos: los partidos, desde aquella
poca hasta hoy. La. nacin no advierte en esas obras, en esa
poltica, nada que merezca su atencin. Cualquier rosilla
puede conmover a un partido, pero tiene que ser algo grande
para conmover a una nacin.
Aunque no advierto nada en el Llamamiento del Sr. Burke
de lo que merezca la pena tomar mucha nota, sin embargo
Derechos dl Hombre 157

hay una expresin acerca de la cual har unas observaciones.


Tras citar prolongadamente Derechos del Hombre, y negarse a
discutir los principios contenidos en esa obra, dice: Es muy
probable que esto lo hagan (si es que se piensa que tales escritos
merecen otra refutacin que la de la justicia criminal) otros que
pueden pensar como el Sr. Burke y con el mismo celo.1
En primer lugar, eso todava no lo ha hecho nadie. Creo
que diferentes personas han publicado nada menos que ocho
o diez folletos que pretendan ser respuestas a la primera
parte de Derechos del Hombre, y que yo sepa ni uno de ellos ha
llegado a una segunda edicin y en general ni siquiera se re
cuerdan sus ttulos. Como soy enemigo de multiplicar artificial
mente las publicaciones, no he respondido a ninguno de
ellos. Y como creo que un hombre puede quitarse a s mis
mo con sus escritos una reputacin que ningn otro puede
arrebatarle, trato de eludir esa trampa.
Pero, al igual que me abstengo de publicaciones innecesa
rias por una parte, igual por la otra evito todo lo que pudiera
parecer un orgullo herido. Si el Sr. Burke, o cualquier perso
na de su bando en la controversia, hace una respuesta a D e
rechos del Hombre que llegue a la mitad, o incluso a la cuarta
parte del nmero de ejemplares a que lleg Derechos del Hom
bre, replicar a su obra. Pero hasta que ocurra eso, me orien
tar hasta tal punto por el sentido del pblico (y bien sabe el
mundo que no soy adulador) que lo que l no crea merece la
pena leerse no merecer para m la pena de contestar. Su
pongo que el nmero de ejemplares a que lleg la primera
parte de Derechas del Hombre, si se cuentan Inglaterra, Escocia
e Irlanda, n o es inferior a los cuarenta o los cincuenta mil.
Paso ahora a observar sobre la parte restante de la cita
que he hecho del Sr.Burke.
Si, dice ste, es que' se piensa que tales escritos merecen
otra refutacin que la de lajusticia criminal.
Perdneseme el juego de palabras, pero bien criminal ha
bra de ser la justicia que condenara una obra como suced
neo de la posibilidad de refutarla. L mayor condena que se
le podra imponer sera la de refutarla. Pero al proceder por
el mtodo al que alude el Sr. Burke la condena (jasara, en l
timo caso, a referirse al carcter criminal del proceso, y no al
58 Thomas Paine

de la obra, y en este caso prefiero ser el autor antes que ser


el juez o el jurado que la condenaran.
Pero para ir al fondo de una vez, he diferido con algunos
caballeros de la profesin acerca del tema de los procesa
mientos, y vengo encontrndome con que van ponindose
de acuerdo con mi opinin, que expondr aqu cabalmente,
aunque con toda la brevedad que me resulte posible.
Primero expondr un ejemplo que es vlido para cualquier
ley, y despus lo comparar con un gobierno, o con lo que
es, o se ha llamado en Inglaterra, una constitucin.
Sera un acto de despotismo, lo que se califica en Inglate
rra de poder arbitrario, promulgar una ley que prohibiese in
vestigar los principios, buenos o malos, en los que se base
esa ley, o cualquier otra.
Si una ley es mala, una cosa es oponerse a su aplicacin,
pero otra muy distinta es exponer sus errores, o razonar sus
defectos, y demostrar los motivos por los que se debera de
rogar, o por qu se la debera sustituir por otra. Siempre he
mantenido la opinin (y la he convertido tambin en mi
prctica) de que es mejor obedecer una ley que es mala, y al
mismo tiempo aprovechar todos los argumentos posibles
para demostrar sus errores y procurar que se derogue, que
violarla por la fuerza, porque el precedente de infringir una
ley mala podra debilitar la fuerza y llevar a una violacin
discrecional de las que son buenas.
Lo mismo cabe decir con respecto a los principios y las
formas de gobierno o las llamadas constituciones y las partes
de que se componen.
Es por el bien de las naciones y no por los emolumentos o
el engrandecimiento de individuos determinados por lo que se
debe establecer el gobierno, y por lo que la humanidad so
porta el gasto de contribuir a l. Los defectos de todo go
bierno y de toda constitucin, tanto de principio como de
forma, deben, por el mismo razonamiento, estar tan someti
dos a discusin como los defectos de una ley, y todo hombre
tiene para con la sociedad la obligacin de sealarlos. Cuan
do una nacin advierte generalmente esos defectos, y los
medios de ponerles remedio, esa nacin reformar su gobier
no o su constitucin en un caso, al igual que el gobierno de
Derechos del Hombre 159

rog o reform la ley en el otro. La funcin del gobierno


se limita a promulgar y a aplicar las leyes, pero es a la na
cin a la que corresponde el derecho de formar o refor
mar, de generar o regenerar, las constituciones o los gobier
nos; y, en consecuencia, estos temas, como temas de investi
gacin, estn siempre ante el pas como cuestin de derecho, y no
se pueden convertir en motivos de procesamiento sin inva
dir los derechos generales de ese pas. En este terreno me
encontrar con el Sr. Burke cuando l quiera. Es mejor que
salga a la luz todo lo que se ha de decir que tratar de sofocar
lo. Fue l quin inici la controversia, y no debera huir de
ella.
No creo que la monarqua y la aristocracia vayan a durar
siete aos ms en ninguno de los pases ilustrados de Euro
pa. Si se pueden aducir en su favor mejores razones que en
su contra, aguantarn; si es lo contrario, no. Hoy da no se
puede decir a la humanidad que no debe pensar o no debe
leer, y las publicaciones que no van ms all de la investiga
cin de los principios del gobierno, de la invitacin a las
gentes a razonar y a reflexionar y de la demostracin de los
errores o las excelencias de los diferentes sistemas, tienen de
recho a aparecer. Si no atraen atencin no merecern la
pena del procesamiento, y si lo hacen el procesamiento no
valdr de nada, pues no puede equivaler a la prohibicin de
la lectura. Eso sera imponer una sentencia al pblico, y no
al autor, y adems sera el modo ms eficaz de hacer o acele
rar las revoluciones *.
Los jurados de dice hombres no tienen competencia para
decidir en todos los casos que se aplican universalmente a
una nacin, con respecto a los sistemas de gobierno. Cuando
no hay testigos que examinar, ni hechos que demostrar, y
cuando toda la cuestin se halla ante todo el pblico, y los
mritos o demritos de ella dependen de la opinin pblica,
y cuando no hay nada que se haya de or ante un tribunal,
sino que todo el mundo sabe de ello, cualesquiera doce hom
bres son un jurado tan bueno como cualesquiera otros doce,
y lo ms probable es que los unos casaran el veredicto de los

* Prrafo omitido en varas ediciones modernas. (N . del T.)


160 Thomas Paine

otros, o que por la diversidad de sus opiniones no pudieran


llegar a establecerlo. Una cosa es cuando una nacin aprueba
una obra o un plan, pero otra muy distinta es si entregar a
un jurado as la facultad de determinar si una nacin ha de
tener o no derecho de reformar su gobierno y si lo debe ha
cer. Menciono sos ejemplos para que el Sr. Burke vea que
no he escrito sobre el gobierno sin reflexionar sobre lo que
es el Derecho, adems de sobre lo que son los Derechos. El
nico jurado efectivo en estos casos sera una convencin de
toda la nacin libremente elegida, pues en esos casos el ve
cindario es toda la nacin. Si el Sr. Burke propone un jurado
as, renunciar a todos los privilegios de ser ciudadano de
otro pas y defender sus principios y aceptar el veredicto,
siempre que l haga lo mismo; pues es mi opinin que seran
su obra y sus principios k>s condenados, en lugar de los
mos.
En cuanto a los prejuicios que tienen los hombres debido
a la educacin y a la costumbre, favorable a una forma o a
un sistema de gobierno determinados, esos prejuicios tienen
todava que pasar por la prueba de la razn y la reflexin.
De hecho, esos prejuicios no son nada. Ningn hombre tiene
prejuicios favorables a algo que sabe que est mal. Siente
apego a ello porque cree que est bien, y cuando ve que no
es as, desaparece el prejuicio. Cabra decir que hasta que los
hombres piensen por s mismos, todo es prejuicio y no opi
nin, pues no es opinin sino aquello que es resultado de la
razn y la reflexin. Ofrezco esta reflexin para que el Sr.
Burke no confe demasiado en los que han sido, hasta ahora,
los prejuicios acostumbrados del pas *.
No creo qu jams se haya tratado al pueblo de Inglaterra
con justicia y honestidad. Le han engaado partidos y hom
bres que se han arrogado el carcter de dirigentes. Ya es
hora de que la nacin se erija por encima de esas futesas. Ya
es hora de que ponga fin a ese abandono que durante tanto
tiempo ha sido la causa del aumento excesivo de los impues
tos. Ya es hora de que se deshaga de esas canciones y esos
brindis que tienen por objetivo esclavizar y sirven para sofo

* Omitido en varias ediciones modernas. (N . del T.)


Derechos del Hombre 161

car la reflexin. Basta con que los hombres piensen sobre


esos temas y no actuarn mal ni se dejarn dirigir mal. El
decir de cualquier pueblo que no est capacitado para la li
bertad es hacer que opte por la pobreza y diga que prefiere
estar recargado de impuestos que no estarlo. Si pudiera de
mostrarse eso, probara por igual que quienes gobiernan no
estn capacitados para gobernarlo, dado que forman parte de
la misma masa nacional.
Pero, si se reconoce que deben cambiarse los gobiernos en
toda Europa, desde luego cabe hacerlo sin convulsiones ni
venganzas. No merece la pena hacer cambios ni revolucio
nes si no es en pro de un gran beneficio nacional, y cuando
esto lo comprenda una nacin, el peligro ser, al igual que
en Amrica o en Francia, para quienes se opongan, y con
esta reflexin termino mi prefacio.
THOMAS PAINE
LONDRES, 9 de febrebro de 1792.
Introduccin

Cabra aplicar a la razn y la libertad lo que dijo Arqume-


des de las fuerzas mecnicas: Dadme un punto de apoyo, dijo,
y levantar el mundo .
La revolucin de Amrica realiz en la poltica lo que no
era sino teora en la mecnica. Tan arraigados estaban los
gobiernos del viejo mundo, y tan efectivamente se haba es
tablecido la tirana y la antigedad de la costumbre sobre la
mente, que no poda hacerse un comienzo en Asia, Africa ni
Europa para reformar la condicin poltica del hombre. La
libertad estaba perseguida en todo el globo, a la razn se la
consideraba rebelin, y la esclavitud del temor haba hecho
que los hombres tuvieran miedo a pensar.
Pero tal es la irresistible naturaleza de la verdad que todo
lo que pide, y lo nico que necesita, es la libertad de apare
cer. El sol no necesita de inscripcin alguna para distinguir
se de la noche, y bast con que los gobiernos americanos empe
zaran a exhibirse al mundo para que el despotismo se sintie
ra sacudido y el hombre empezara a esperar el desagravio.
La independencia de Amrica, considerada meramente
como separacin de Inglaterra, hubiera sido cuestin de es-

162
Derechos del Hombre 163

casa importancia si no hubiera ido acompaada de una revo


lucin en los principios y en la prctica de los gobiernos. Se
irgui no slo en su propia defensa, sino en la del mundo, y
mir ms all de los beneficios que ella misma pudiera reci
bir. Incluso el mercenario de Hesse, pese a estar contratado
para combatir contra ella, puede vivir para bendecir, su pro
pia derrota, e Inglaterra, que condena la maldad de su go
bierno, celebrar su propio aborto.
Al igual que Amrica era el tnico lugar del mundo polti
co donde poda comenzar el principio de la reforma univer
sal, tambin era el mejor del mundo natural. Una concatena
cin de circunstancias conspir no slo para darle nacimien
to, sino para aadir una gigantesca madurez a sus principios:
El escenario que expone este pas a los ojos de un especta
dor contiene algo que genera y alienta las grandes ideas.
La naturaleza se le aparece en toda su magnitud. Los grandio
sos objetos que contempla actan sobre su mente amplindo
la, y comparte la grandeza que contempla. Quienes primero
se asentaron en ella fueron emigrantes de diferentes nacio
nes europeas, y que profesaban diversas religiones, que esca
paban a las persecuciones gubernamentales del viejo mundo y
se reunan en el nuevo no como enemigos, sino como herma
nos. Los problemas que necesariamente acompaan al cultivo
de tierras nuevas produjeron en ellos un estado de la socie
dad que los pases tanto tiempo hostigados por las peleas y
las intrigas de los gobiernos haban olvidado cultivar. En esa
situacin, el hombre se convierte en lo que debera ser. No
ve a su especie con la idea inhumana de un enemigo natural,
sino como a su familia, y el ejemplo muestra al mundo artifi
cial que el hombre debe volver a la naturaleza en busca de
informacin2.
Por los rpidos progresos que hace Amrica en introducir
todo gnero de mejoras, es racional concluir que, si los go
biernos de Asia, Africa y Europa hubieran partido de un
principio anlogo al de Amrica, o no se hubieran desviado
muy temprano de ese principio, en estos momentos esos
pases deberan hallarse en una situacin muy superior a
aquella en la que se hallan. Ha pasado una era tras otra, sin
lograr ms objeto que el de contemplar su infelicidad. De su
164 Thomas Paine

poner a un espectador que no supiera nada del mundo y al


que se pusiera en ste meramente para-que hiciera sus obser
vaciones, interpretara que gran parte del viejo mundo era
nueva y combata las dificultades y los problemas de una co
lonia nueva. No podra suponer que las hordas de miserables
que abundan en los pases antiguos pudieran ser otra cosa
que quienes todava no haban tenido tiempo para proveer a
sus necesidades. Poco podra imaginar que eran la conse
cuencia de eso a lo que en esos pases se califica de gobierno.
Si desde las partes ms infelices del viejo mundo miramos
a las que se hallan en una fase avanzada de mejoramiento,
seguimos viendo cmo la mano codiciosa del gobierno se
mete en todos los rincones e intersticios de la industria y
arrebata los despojos a la multitud. Constantemente se in
ventan medios de dar nuevos pretextos para crear impuestos
y tasas. Contempla la prosperidad como presa suya, y no
permite que nadie se le escape sin rendirle tributo.
Como ya han empezado las revoluciones (y siempre son
mayores las probabilidades en contra de que una cosa empie
ce que de que siga adelante una vez empezada), es natural
prever que seguirn otras revoluciones. Los asombrosos y
siempre crecientes gastos con los que funcionan los gobier
nos antiguos, las mltiples guerras en que se empean o que
provocan, las dificultades que oponen a la civilizacin uni
versal y la opresin y la usurpacin que practican cri sus pa
ses,han agotado la paciencia y, esquilmado la propiedad del
mundo. En tal situacin, y con los ejemplos que ya existen,
son de prever revoluciones. Se han convertido en tema de
conversacin universal y cabe considerar que estn en la Or
den del Da .
Si se pueden introducir sistemas de gobierno menos caros
y ms productivos de felicidad general que los existentes
hasta ahora, todas las tentativas de oponerse a su avaince aca
barn por ser estriles. La razn, al igual que el tiempo, se
abrir s propio camino, y el prejuicio saldr derrotado de su
combate con el inters. Si jams la paz universal, la civiliza

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N. it l T.)


Derechos del Hombre 165

cin y el comercio han de ser la feliz suerte del hombre, ello


no podr lograrse sino mediante una revolucin en el siste
ma de gobierno. Todos los gobiernos monrquicos son mili
tares. La guerra es su comercio; el saqueo y el tributo sus
objetivos. Mientras se mantengan esos gobiernos, la paz no
gozar de seguridad absoluta ni un solo da. Cul es la histo
ria de todos los gobiernos monrquicos, sino una imagen re
pugnante de infelicidad humana y el reposo accidental de
unos aos de descnso? Fatigados de la guerra, y cansados
de la carnicera humana, se sientan a descansar, y a eso lo lla
man paz. Desde luego, sa no es la condicin que el cielo
se propona para el hombre, y si esto es monarqua, bien podra
incluirse a la monarqua entre los pecados de los judos.
Las revoluciones que han tenido lugar anteriormente en el
mundo no contenan nada que interesara a la mayora de la
humanidad. No llegaban ms que a un cambio de personas y
de medidas, pero no de principios, y surgan o desaparecan
entre las ocurrencias comunes del momento. A lo que ahora
contemplamos se lo podra motejar, y no sera incorrecto, de
contrarrevolucin. La conquista y la tirana, en un perodo
anterior, desposeyeron al hombre de sus derechos, que aho
ra est recuperando. Y al igual que la marea de todos los
asuntos humanos tiene su flujo y su reflujo, en direcciones
opuestas entre s, lo mismo ocurre con esto. El gobierno
fundado en una teora moral, en un sistema de paz universal, en los
invencibles y hereditarios Derechos del Hombre, se revuelve ahora
del oeste hacia el este. No interesa a individuos determina
dos, sino a las naciones en su progreso, y promete una nue
va era a la raza humana.
El mayor peligro que corre el xito de las revoluciones es
que se intenten antes de que se entiendan y se comprendan
lo suficiente los principios conforme a los cuales avanzan y
los beneficios que se derivan de ellas. Casi todo lo pertene
ciente a las circunstancias de una nacin se ha absorbido y
confundido bajo la palabra general y misteriosa de gobierno.
Aunque ste elude hacerse responsable de los errores que
comete y los males que ocasiona, no deja de arrogarse todo
lo que tenga apariencia de prosperidad. Roba a la industria
sus honores, al erigirse pedantemente en la causa de sus
166 Thomas Paine

efectos, y arrebata al carcter general del hombre los mritos


que le pertenecen como ser social.
Por lo tanto, quiz convenga en esta poca de revolucio
nes discriminar entre las cosas que son efecto del gobierno y
las que no lo son. La mejor forma de hacerlo ser estudiar la
sociedad y la civilizacin, y las consecuencias que son resul
tado de ellas, como cosas distintas de eso a lo que se llama
gobierno. Si comenzamos con esta investigacin, podremos
asignar los efectos a sus verdaderas causas, y analizar la masa
de los errores comunes.
Captulo I
De la sociedad y la civilizacin

Gran parte del orden que reina en. la humanidad no es


efecto del gobierno. Tiene su origen en los principios de la
sociedad y en la constitucin natural del hombre. Exista an
tes que el gobierno, y existira si se aboliera el formulismo
del gobierno. La dependencia mutua y el inters recproco
que el hombre tiene respecto del hombre, y todas las partes
de la comunidad civilizada de unas respecto de las otras crean
esa gran cadena de conexin que la mantiene unida. El te
rrateniente, el agricultor, el fabricante, el comerciante, el
hombre de negbcios y todas las ocupaciones prosperan gra
cias a la ayuda que cada uno recibe del Otro, y del todo. El
inters comn "regula sus preocupaciones y forma su ley, y
las leyes que ordena el uso comn tienen mayor influencia
que las leyes del gobierno. En fin, la sociedad hace por s
misma casi todo k que s le atribuye al gobierno.
Para comprender la naturaleza y la cantidad de gobierno
adecuado para el hombre es necesario atender al carcter de
ste. Como l naturaleza lo destin a la vida social,- lo capaci
t para l condicin que se propona. En todos los casos
hizo que sus necesidades naturales fueran mayores que sus
facultades individuales. Ningn hombre puede, sin la ayuda

167
168 Thomas Paine

de la sociedad, satisfacer sus propias necesidades, y esas ne


cesidades, al actuar sobre el individuo, impelen a todos ellos
hacia la sociedad, con la misma naturalidad con que la gravi
tacin acta respecto del centro.
Pero ha ido ms all. No slo ha obligado al hombre a en
trar en la sociedad mediante toda una diversidad de necesi
dades que se pueden satisfacer medante la ayuda recproca
de unos a otros, sino que adems ha implantado en l un siste
ma de afectos sociales que, pese a no ser necesarios para su
existencia, son indispensables para su felicidad. No hay pe
rodo de su vida en que deje de intervenir su amor a la socie
dad. Este comienza y termina con nuestro ser.
Si examinamos atentamente la composicin y la constitu
cin del hombre, la diversidad de talentos en diferentes
hombres para adaptarse recprocamente los unos a las nece
sidades de los otros, su propensin a la sociedad, y en conse
cuencia a conservar las ventajas que se derivan de ella, des
cubriremos fcilmente que una gran parte de lo que se llama
gobierno es mero engao.
El gobierno no es necesario ms que para atender a los
pocos casos en que la sociedad y la civilizacin no tienen
bastante competencia, y no faltan ejemplos qu demuestren
que todo lo que el gobierno puede aadir a esas compe
tencias es algo que se ha venido haciendo mediante el con
sentimiento comn de la sociedad, sin gobierno.
Durante ms de dos aos a partir del comienzo de la gue
rra de Amrica, y un perodo ms largo en varios de los Es
tados americanos, no hubo formas establecidas de gobierno.
Los gobiernos antiguos se haban abolido, y el:pas estaba
demasiado ocupado en defenderse para dedicar su atencin a
establecer nuevos gobiernos; sin embargo, durante este in
tervalo se mantuvieron un orden y una armona tan inviola
dos como en cualquier pas de Europa. Existe una aptitud
natural en el hombre, y ms.an en la sociedad, porque abar
ca una diversidad mayor de capacidades y recursos, para
adaptarse a cualquier situacin en la que se encuentre. En el
momento en que queda abolido el gobierno formal, empieza
a actuar la sociedad: se produce una asociacin natural, y el
inters comn produce la seguridad comn.
Derechos del Hombre 169

Es tan poco cierto, como se ha pretendido, que la aboli


cin del gobierno formal sea la disolucin de la sociedad,
que, por el contrario, acta a la inversa y sirve para unir ms
a sta. Toda la parte de su organizacin que haba entregado
a sus gobiernos vuelve ahora a ella misma, y acta por su
conducto. Cuando los hombres, tanto por instinto natural
como por beneficio reciproco, se han habituado a la vida so
cial y civilizada, siempre se mantiene en la prctica lo sufi
ciente de los principios de esa vida para perpetuarlos mien
tras se efectan todos los cambios que consideran necesarios
o conveniente hacer en su gobierno. En resumen, el hombre
es tan naturalmente criatura.de la sociedad que es casi impo
sible dejarlo fuera de ella.
El gobierno formal no es sino una pequea parte de la
vida civilizada, y cuando se establece incluso el mejor que
pueda idear la sabidura humana, es una cosa ms de nombre
y de idea que de hecho. Es de los grandes principios funda
mentales de la sociedad y la civilizacin del uso comn uni
versalmente consentido y mutua y recprocamente manteni
do, de la incesante circulacin del inters, que al pasar por
su milln de canales robustece toda la masa del hombre civi
lizado, es de todas esas cosas, infinitamente ms que de cual
quier cosa que pueda hacer incluso el mejor de los gobiernos
instituidos, de lo que dependen la seguridad y la prosperidad
del individuo y del todo.
Cuanto, ms perfecta- sea la civilizacin, menos necesidad
tiene de gobierno, pues ms regula sus propios asuntos y se
rige sola, pero tan opuesta es la prctica de los gobiernos an
tiguos a la razn que sus gastos crecen en la misma propor
cin en que deberan disminuir. No son sino muy pocas las
leyes generales que requiere la vida civilizada, y stas son de
una utilidad tan comn que tanto si se imponen por las for
mas de los gobiernos como si no, el efecto ser casi el mis
mo. Si consideramos cules son los primeros principios que
condensan a los hombres en sociedad, y cules son los moti
vos que regulan sus relaciones mutuas despus, veremos,
cuando lleguemos a eso que se llama gobierno, que casi todo
el asunto se realiza mediante la actuacin natural de unas
partes sobre otras.
170 Thomas Paine

El hombre con respecto a todas esas cuestiones, es un ser


ms coherente de lo que l mismo sabe, o de lo que lo go
biernos desearan que creyera. Todas las grandes leyes de la
sociedad son leyes de la naturaleza. Las del comercio y el in
tercambio, sea con respecto a las relaciones entre individuos
o entre las naciones, son leyes de intereses recprocos y mu
tuos. Se las sigue y se las obedece porque interesa a las par
tes hacerlo, y no debido a ninguna ley formal que sus gobier
nos impongan o interpongan.
Pero, cun a menudo se ve la propensin natural a la so
ciedad perturbada o destruida por las actuaciones del gobier
no! Cuando este ltimo, en lugar de estar injertado en los
principios de aqulla, supone que existe por s mismo, y ac
ta con la parcialidad del favor y de la opresin, se convierte
en la causa de los males que debera prevernir.
Si miramos hacia atrs, hacia los motines y los tumultos
que se han producido en diversas pocas en Inglaterra, vere
mos que no ocurrieron por falta de un gobierno, sino que el
mismo gobierno fue la causa que los engendr: en lugar de
consolidar la sociedad, la divida; la privaba de su natural co
hesin y engendraba descontentos y desrdenes que de otro
modo no habran existido. En las asociaciones que los hom
bres forman promiscuamente con fines de intercambio, o
con cualquier otro fin en el cual no tiene nada que ver el go
bierno, y en las cuales actan meramente conforme a los
principios de la sociedad, vemos con qu naturalidad se unen
las diversas partes, y ello demuestra, por comparacin, que
los gobiernos, lejos de ser siempre la causa o el medio del or
den, son muchas veces la destruccin de l. Los motines de
17803 no tuvieron otra fuente que los restos de los prejuicios
que el propio gobierno haba, fomentado. Pero, por lo que
respecta a Inglaterra, tambin hay otras causas.
El exceso y la desigualdad de los impuestos, por mucho
que se disfracen sus medios, nunca dejan de ejercer sus efec
tos. Como debido a ellos una gran masa de la comunidad se
ve lanzada a la pobreza y el descontento, se halla constante
mente al borde de la conmocin, y al estar privada, como
por desgracia lo est, de los medios de informacin, es fcil
calentarla hasta el extremo de la ofensa. Cualquiera sea ta
Derechos del Hombre 171

causa aparente de los disturbios, la verdadera s siempre la


falta de felicidad. Demuestra que algo malo hay en un siste
ma de gobierno que va en contra de la felicidad por la cual
se ha de mantener la sociedad.
Pero, como el hecho es superior al razonamiento, expon
gamos el ejemplo de Amrica para confirmar estas observa
ciones, Si existe un pas en el mundo en que menos cabra
prever la concordia, conforme a los clculos vulgares, es
Amrica. Constituida como est por gentes de diferentes na
ciones *, acostumbradas a diferentes formas y hbitos de go
bierno, que hablan diferentes idiomas, y tienen todava ms
diferencias en sus modos de culto, parecera que la unin de
esas gentes sera inviable; pero gracias a la sencilla operacin
de edificar un gobierno sobre los principios de la sociedad y
los derechos del hombre, desaparece toda dificultad, y todas
las partes se juntan en cordial unin. All no se oprime a ls
pobres, ni gozan de privilegios los ricos. No se mortifica a la
industria con el esplendoroso despilfarro de una crte dedi
cada a la orga a su costa. Sus impuestos son pocos, porque
su gobierno es just, y como no hay nada que los haga infeli
ces, no hy nada que engendre disturbios y tumuttos.
Un hombre metafsico como el Sr. Burke habra torturado
su imaginacin par descubrir cmo se podra gobernar a un
pueblo as. Habra supuesto que a unos habra que manejar
los mediante el fraude, a otros por la fuerza, y a todos me
diante algn artilugio; que se habra de contratar a genios

* La parte de Amrica a la que se suele llamar Nueva Inglaterra, que com


prende el New Hampshire, Massachusetts, Rhode lsland y Connecticut, est
habitada sobre todo por gentes de ascendencia inglesa. En el estado de Nue
va York, la mitad aproximadamente son holandeses, el resto ingleses, esco
ceses e irlandeses. En Nueva Jersey, una mezcla de ingleses con holandeses,
con algunos escoceses e irlandeses. En Pennsylvania, un tercio aproximada
mente son ingleses, otro alemanes y el resto escoceses e irlandeses, con algu
nos suecos. Los estados ms al sur contienen una proporcin mayor de in
gleses que los del medio, pero en todos ellos hay mezcla, y adems de ios
enumerados, hay un nmero considerable de franceses, y unos pocos de to
das las naciones europeas cerca de las costas. La denominacin religiosa ms
numerosa es la de los presbiterianos, pero no hay ninguna secta que goce de
oficialidad a expensas de otra, y todos los hombres son igualmente ciudada
nos. (N ota del autor.)*
[Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N . del T.)]
172 Thomas Paine

para engaar a la ignorancia, y hacer espectculos y desfiles


para fascinar a los adocenados. Perdido en la abundancia de sus
investigaciones, habra tomado decisiones y contradecisiones,
y por fin se habra quedado sin ver el camino liso y fcil que te
na ante s.
Una de las grandes ventajas de la Revolucin Americana ha
sido que llev a un descubrimiento de los principios, y reve
l los engaos, de los gobiernos. Hasta entonces, todas las
revoluciones se haban realizado dentro de un ambiente de
palacio, y nunca en el gran mbito de una nacin. Los parti
cipantes en ellas pertenecan siempre a la clase de los corte
sanos, y por muy rabiosamente que desearan la reforma,
mantenan cuidadosamente el fraude de la opresin.
En ningn caso dejaban de representar al gobierno como
algo lleno de misterios, que no entendan ms que ellos mis
mos, y escondan a la comprensin de la nacin lo nico que
era beneficioso saber, esto es, que elgobierno no es sino una aso
ciacin nacional que acta conforme a los principios de la sociedad.
Despus de tratar as de demostrar que el estado social y
civilizado del hombre basta para realizar por s solo casi todo
lo necesario para su proteccin y gobierno, procede, por otra
parte, pasar revista a los actuales gobiernos antiguos y exa
minar si sus principios y sus prcticas pueden hacer lo mis
mo.
Captulo II
Del origen de los actuales gobiernos antiguos

Es imposible que los gobiernos que han existido hasta


ahora en el mundo comenzaran por ningn otro medio que
una violacin total de todos los principios sagrados y mora
les. La oscuridad en que est sumido el origen de todos los
actuales gobiernos antiguos implica la iniquidad y el horror
con que se iniciaron. E l origen del actual gobierno de Am
rica y Francia se recordar siempre, pues su historia es hono
rable, pero por lo que respecta al resto; incluso los adulado
res lo han consignado a la tumba del tiempo, y sin epitafio.
No podra ser difcil, en las primeras edades de un mundo
poco poblado, cuando el empleo principal de las gentes con
sista en atender a rebaos y manadas, que una banda de ru
fianes invadiera un pas y le impusiera contribuciones. Una
vez establecido as su poder, el jefe de la banda se las arregla
ba para perder el nombre de Ladrn y convertirse en el de
Monarca, y de ah el origen de la Monarqua y de los Reyes.
Es posible que xl origen del gobierno de Inglaterra, en la
medida en que se relaciona con eso que llaman linaje de su
monarqua, por ser uno de los ms recientes, sea uno de los
que mejor se recuerdan. El odio que engendr la invasin y

173
174 Thomas Paine

la tirana normanda debe haber quedado muy arraigado en la


nacin, puesto que ha sobrevivido al artilugio creado para
borrarlo. Aunque no hay un cortesano que hable de la cam
pana del toque d queda, no hay una aldea de Inglaterra que
la haya olvidado.
Una vez que esas bandas de ladrones se dividieron el
mundo y se lo repartieron en dominios empezaron, como
suele ocurrir naturalmente, a pelearse entre s. Lo que primero
se consigui por la violencia, otros consideraron legtimo to
mar a su vez, y al primer saqueador le sucedi un segundo.
Fueron invadiendo alternativamente los dominios que cada
uno se haba asignado a s mismo, y la brutalidad con que los
unos trataron a los otros explica el carcter original de la
monarqua. Se trataba de rufianes que torturaban a otros ru
fianes. El conquistador no consideraba al conquistado como
su prisionero, sino como su propiedad. Lo llevaba en triun
fo, cargado de cadenas, y lo condenaba, segn le placa, a la
esclavitud o a la muerte. Cuando el tiempo fue borrando la
historia de sus comienzos, sus sucesores empezaron a asumir
nuevas apariencias, con objeto de borrar'las huellas de su
deshonra, pero sus principios y sus objetivos siguieron sien
do los mismos. Lo que al principio fue saqueo asumi el
nombre ms suave de. contribuciones, e hicieron como si
heredaran el poder que inicialmente haban usurpado.
A partir de ese comienzo de los gobiernos, qu se poda
esperar sino la continuacin del sistema de guerra y extor
sin? Se hai establecido como una profesin. El vicio no es
ms caracterstico de unos que de otros, sino que forma los
principios comunes de todos. No existe en esos gobiernos
suficiente capacidad de resistencia para injertar en ellos una
reforma, y el remedio ms breve y ms eficaz es volver a empe
zar a partir de cero.
Qu escenas de horror, qu perfeccin de la iniquidad, se
presencian al contemplar el carcter y pasar revista a la histo
ria de esos gobiernos! Si quisiramos pintar la Naturaleza hu
mana con una vileza de corazn y una hipocresa de sem
blantes tates que la reflexin temblara ante ellas y la humani
dad las repudiara, seran los reyes, las cortes y los gabinetes
quines deberan posar para el retrato. El hombre, tal como
175

existe naturalmente, con todos sus defectos, no puede re


presentar ese personaje.
Podemos en absoluto suponer que si los gobiernos se hu
bieran originado a partir de un principio correcto y no hu
bieran tenido inters en seguir uno falso, el mundo podra
hallarse en la condicin miserable y belicosa en la que lo he
mos visto? Qu atractivo puede tener para el agricultor,
mientras sigue a su arado, dejar de lado sus pacficas activi
dades e irse a la guerra contra el agricultor de otro pas? O,
qu atractivo puede hallar en ello el fabricante?, qu repre
senta la dominacin para ellos o para cualquier clase de
hombre de una nacin? Aade un acre a las fincas de nadie,
o eleva el valor de stas? No cuestan lo mismo la conquista
que la derrota, y no es siempre su consecuencia el aumento
de los tributos? Aunque este razonamiento pueda parecerle
bien a una nacin, no ocurre lo mismo con el gobierno. La
guerra es como la mesa del juego del faran de los gobier
nos, y las naciones son las estafadas en la partida.
Si hay algo que asombre ms de lo que cabra prever en
medio de esta miserable escena de los gobiernos, es el pro
greso que han realizado las artes pacficas de la agricultura,
la manufactura y el comercio bajo esa carga tan larga y acu
mulada, de desaliento y opresin. Ello coadyuva a demostrar
que el instinto de los animales no acta con un impulso ms
fuerte de lo que actan en el hombre los principios de la so
ciedad y la civilizacin. Pese a todo el desaliento, el hombre
sigue persiguiendo su objetivo, y no se rinde ante nada ms
que lo imposible.
Captulo n i
De los sistemas antiguo y nuevo de gobierno

Nada puede parecer, ms contradictorio que los principios


conforme a los cuales se iniciaron los gobiernos antiguos y
la condicin a la cual la sociedad, la civilizacin y el comer
cio pueden llevar a la humanidad. El gobierno, conforme al
antiguo sistema, es una toma del poder, para el engrandeci
miento de s mismo; conforme al nuevo, es una delegacin
del poder en benefici comn de una sociedad. El primero
se mantiene mediante un sistema de guerra; el segundo, faro-
mueve un sistema de paz, como autntico medio de enrique
cer a una nacin. El uno fomenta os prejuicios nacionales;
el otro promueve la sociedad universal, como medio de co
mercio universal. El uno mide su prosperidad por la canti
dad de tributos que extrae, el otr demuestra su excelencia
por la pequea cantidad de impuestos que requiere.
El Sr.Burke ha hablado de Whigs antiguos y nuevos. Si le
agrada entretenerse con nombres y distinciones pueriles, no
ser yo quien le prive de ello. No es * l, sinq al abate de
Sieys5 a quien dedico este captulo. Y a me he dirigido a este
ltimo caballero para tratar del tema del gobierno monrqui
co, y como ocurre naturalmente al comparar los sistemas an

176
Derechos del Hombre 177

tiguos y los modernos, aprovecho esta oportunidad para pre


sentarle mis observaciones. Ya me ir ocupando del Sr. Bur-
ke.
Si bien cabra demostrar que el sistema de gobierno al que
ahora se llama n u e v o es el ms antiguo en principio de
cuantos han existido, por fundarse en los Derechos del
Hombre inherentes, no obstante, como la tirana y la espada
han suspendido el ejercicio de esos derechos desde hace mu
chos siglos, en aras de la claridad vale ms llamarlo nuevo que
reivindicar el derecho de llamarlo antiguo.
La primera distincin general entre esos dos sistemas es
que el que ahora se llama antiguo es hereditario, en todo o en
parte, y d nuevo es totalmente representativo. Repudia todo
gobierno hereditario.
Primero: por ser un engao a la humanidad.
Segundo: por ser inadecuado para los fines para los que es
necesario el gobierno.
Con respecto al primero de esos epgrafes: no es posible
demostrar conforme a qu derecho poda comenzar el go
bierno hereditario; tampoco existe, en el mbito de los pode
res humanos, el derecho de establecerlo. El hombre no tiene
autoridad sobre la posteridad en cuestiones de derechos per
sonales, y por ende ningn hombre ni grupo de hombres ha
tenido, ni puede tener, el derecho de establecer un gobierno
hereditario. Aunque nosotros mismos volviramos a existir,
en lugar de que nos sucediera la posteridad, no tenemos aho
ra el derecho de arrebatamos a nosotros mismos los dere
chos que entonces volveran a ser nuestros. Con qu moti
vo, pues, pretendemos arrebatrselos a otros?
Todo gobierno hereditario es tirnico por naturaleza. Una
corona hereditaria, o un trono hereditario, o el nombre fan
tasioso que se le d a esas cosas, no tiene ms explicacin
plausible que la de que la humanidad es una propiedad here
dable. Heredar un gobierno es heredar personas, como si
fueran vacas u ovejas *.
En cuanto al segundo: epgrafe, el de ser inadecuado para
* Primero de los ocho prrafos citados por el Ministerio de Justicia para
procesar a o m Paine, motivo por el ual se suprimid en la edicin de Sy-
monds. (N . ti T.)
178 Thomas Paine

los fines para los que es necesario el. gobierno, no tenemos


ms que considerar lo que es esencialmente un gobierno, y
compararlo con las circunstancias a las que est sometida la
sucesin hereditaria.
El gobierno debera ser algo que estuviera siempre en ple
na madurez. Deberla estar formado de manera que fuera su
perior a todos los accidentes a los que est sometido el hom
bre como individuo, y por lo tanto la sucesin hereditaria al
estar sometida a todos ellos, es el sistema ms irregular e im
perfecto de todos los sistemas de gobierno.
Hemos visto cmo se califica a los Derechos del Hombre de
sistema nivelador, pero el nico sistema al que cabe verdade
ramente calificar de nivelador es el sistema monrquico here
ditario. Reconoce indiscriminadamente la misma autoridad a
todos los gneros de carcter. Se coloca en el mismo nivel al
vicio y la virtud, a la ignorancia y la sabidura, en resumen a
todas las cualidades, sean buenas o malas. Los reyes no se
suceden los unos a tos otros como seres racionales, sino
como animales. No importa'cules sean sus condiciones
mentales o morales. Puede, pues, sorprendernos el estado
abyecto de la mente humana en los pases monrquicos,
cuando el mismo gobierno est basado en un sistema nivela
dor tan abyecto? No tiene un carcter fijo. Hoy es una cosa,
y maana ser otra. Cambia con el temperamento de cada
uno de los sucesivos individuos, y est sometido a todas las
variedades de cada uno de ellos. Se trata de un gobierno por
el conducto de las pasiones y los accidentes. Aparece bajo
todos los diversos caracteres de la infancia, la decrepitud, la
senilidad; es algo que necesita enfermera, ronzal o muletas.
Invierte todo el sano orden de la naturaleza. A veces pone a
nios por encima de hombres, y sita las presunciones de
quienes no tienen edad por encima de la sabidura y la expe
riencia. En resumen, no podemos concebir una figura de go
bierno ms ridicula que la que presenta la sucesin heredita
ria, en todos sus casos.
Si pudiera dictarse un decreto de la naturaleza, o promul
garse un edicto del cielo, en el sentido de que la virtud y la
sabidura pertenecieran invariablemente a la sucesin heredi
taria, y el hombre pudiera conocerlo, se eliminaran las obje-
Derechos del Hombre 179

dones a esa sucesin; pero cuando vemos que la naturaleza


acta como si repudiara al sistema hereditario y lo considera
se una broma; que las cualidades mentales de los sucesores,
en todos los pases, estn por debajo del promedio de la inte
ligencia humana, que el uno es un tirano, el otro un idiota,
el tercero es demente, y algunos las tres cosas al mismo
tiempo, resulta imposible tener confianza en ella, cuando la
razn del hombre est facultada para actuar.
No es al abate Sieys a quien necesito aplicar este razona
miento; ya me ha ahorrado el trabajo al exponer su propia
opinin sobre el caso. Si se me pregunta, dice, qu es lo
que opino en relacin con el derecho hereditario, respondo
sin titubear que, en buena teora, la transmisin hereditaria
de una facultad o un cargo no puede ajustarse jams a las
leyes de una representacin autntica. El carcter heredita
rio, en este sentido, es al mismo tiempo un atentado contra
el principio y un insulto a la sociedad. Pero, contina, re
mitmonos a la historia de todas las monarquas y todos los
principados electivos: existe alguno en que el modo electivo
no sea peor que la sucesin hereditaria?
En cuanto a debatir cul es el peor de los dos, equivale a
reconocer que ambos son malos, y en eso estamos de acuer
do. La preferencia que ha expresado el abate equivale a con
denar lo que l prefiere. Ese modo de razonar sobre tal tema
es inadmisible, porque a fin de cuentas equivale a una acusa
cin a la Providencia, como si sta no hubiera dejado al
hombre otra opcin con respecto al gobierno que entre dos
males, el menor de los cuales reconoce el abate que es un
atentado contra el principio y un insulto a la sociedad.
Si pasamos por alto de momento todos los males y los
problemas que la monarqua ha ocasionado en el mundo,
nada puede demostrar con ms eficacia su inutilidad en un
estado de gobierno civil que el hacerla hereditaria. Haramos
hereditario un cargo para cuyo desempeo hicieran falta sa
bidura y capacidades? Y cuando no hacen falta la sabidura
ni la capacidad, ese cargo, cualquiera que sea, es superfluo o
insignificante *.

* Prrafo omitido en varas ediciones modernas. (N. id T.)


180 Thomas Paine

La sucesin hereditaria es una caricatura de la monarqua.


La pone bajo el aspecto ms ridculo, al xepresentarla como
un cargo que cualquier nio o idiota puede desempear.
Para ser un mecnico corriente hace falta un cierto talento,
pero para ser rey no hace falta ms que la figura animal de
hombre: una especie de autmata que respire. Esta supersti
cin puede durar todava unos aos, pero no puede resistir
mucho tiempo al despertar de la razn y del inters entre los
hombres.
En cuanto al Sr. Burke, est muy apegado a la monarqua,
no slo como pensionista, si lo es como creo yo, sino como
hombre poltico. Ha adoptado una opinin de desprecio a la
humanidad, que a su vez le paga con la misma moneda. Con
sidera que se trata de un rebao de seres a los que se debe
gobernar mediante el fraude, la efigie y el espectculo, y para
l un dolo valdra tanto, como figura de la monarqua,
como un hombre. Sin embargo, le har la justicia: de decir
que, por lo que respecta a Amrica, siempre ha sido muy en
comistico. Siempre ha dicho, al menos delante de m, que
las gentes de Amrica eran ms ilustradas que las de Inglate
rra o cualquier pas de Europa, y que por ende el engao del
espectculo no era necesario en sus gobiernos. ;
Aunque la comparacin entre la monarqua hereditaria y
la electiva que ha hecho el abate es innecesaria para la cues
tin, porque el sistema representativo rechaza ambas, si yo
hubiera de hacer la comparacin decidira al revs de lo que
ha hecho l.
Las guerras civiles originadas por reivindicaciones heredi
tarias contrapuestas son muchas ms, y han tenido una dura
cin mayor, que las ocasionadas por elecciones. Todas las
guerras civiles de Francia se han debido al sistema heredita
rio; se produjeron por reivindicaciones hereditarias, o por la
imperfeccin de la forma hereditaria, que admite regencias o
una monarqua en andaderas. Por lo que respecta a Inglate
rra, su historia est repleta de las mismas desgracias. Los enr
frentamientos por la sucesin entre las casas de York y de
Lancaster duraron todo un siglo, y desde aquel perodo se
han venido repitiendo otros de carcter anlogo. Los de
1715 y 1745 fueron del mismo gnero. La guerra de suce
Derechos del Hombre 161

sin por la coton a de Espaa afect a casi la mitad de Euro


pa. Los disturbios de Holanda se deben al carcter heredita
rio del estatder. Un gobierno que se califique de libre con
un cargo hereditario es como un espign metido en la carne,
que produce una fermentacin que trata de expulsarlo.
Pero podra ir ms all y atribuir tambin las guerras exte
riores, de todqs los tipos, a la misma causa. Es al sumar el
mal de la sucesin hereditaria al de la monarqua, como se
crea un inters familiar permanente, cuyos objetos constan
tes son el de la dominacin y el de los impuestos. Aunque
Polonia es una monarqua electiva, ha tenido menos guerras
que las que son hereditarias, y es el nico gobierno que ha
hecho un ensayo voluntario, aunque de poca envergadura,
de reformar la condicin del pas.
Tras haber as echado un vistazo a los defectos de los sis
temas antiguos, o hereditarios, de gobierno, comparmoslos
ahora con el sistema nuevo, o representativo.
El sistema representativo adopta como base la sociedad y
la, civilizacin, y como gua la naturaleza, la razn y la expe
riencia.
La experiencia, en todas las edades y en todos los pases,
ha demostrado que es imposible controlar la forma en que la
naturaleza distribuye las facultades mentales. Las reparte
como quiere. Cualquiera sea la norma conforme a la cual, se
gn nos parece, las esparce entre la humanidad, esa norma
sigue siendo un secreto para el hombre. Sera tan ridculo
tratar de fijar el carcter hereditario de la belleza humana
como el de la sabidura. Cualquiera sea la sabidura que resi
de en uno, es como una planta sis semillas: se puede cultivar
cuando aparece, pero no se puede producir voluntariamente.
Siempre existe en cantidad suficiente en la masa general de
la sociedad para todos los fines, pero por lo que respecta a
las partes de la sociedad, est constantemente cambiando de
lugar. Surge en una hoy, en otra maana, y lo ms probable
es que haya visitado en rotacin todas las familias de la tierra
y se haya vuelto a retirar.
Como as es el orden de la naturaleza, el orden del gobier
no debe seguirlo por fuerza, o el gobierno degenerar, como
hemos visto, en la ignorancia. Por ende, el sistema heredita
182 Thomas Paine

rio repugna tanto a la sabidura humana como a los derechos


humanos, y es tan absurdo como injusto.
Al igual que la repblica de las letras realza las mejores
producciones literarias al dar al genio una oportunidad justa
y universal, as el sistema representativo de gobierno est
calculado para producir las leyes ms sabias, al recoger sabi
dura en todas las partes en las que Se pueda hallar. Sonro
para mis adentros cuando contemplo la ridicula insignifican
cia en que caeran la literatura y todas las ciencias si se las
hiciera hereditarias, y transporto la misma idea a los gobier
nos. Un gobernante hereditario es algo tan absurdo como un
autor hereditario. No s si Homero o Euclides tuvieron hi
jos, pero aventurar la opinin de que si los tuvieron, y si
hubieran dejado sus obras sin acabar, esos hijos no podran
haberlas terminado.
Necesitamos mejor prueba del absurdo del gobierno he
reditario que la que se aprecia en los descendientes de los
hombres que, en cualquier actividad, alcanzaron la fama?
Hay algn caso en el que no se produzca una transforma
cin total del carcter? Parece como si la corriente de las
facultades mentales fluyera toda la distancia posible por de
terminados canales y despus abandonara su curso y volviera
a surgir en otros. Cun irracional es, pues, el sistema heredi
tario, que establece canales de poder, en compaa de los
cuales se niega a discurrir la sabidura! Al mantener este ab
surdo, el hombre se halla en contradiccin perpetua consigo
mismo; acepta como rey, o primer magistrado, o legislador,
a una persona a la que no elegira para gente d polica.
Parece a la observacin general que las revoluciones crean
genios y talentos, pero esos acontecimientos no hacen ms
que sacarlos a la lz. Existe en el hombre una masa de senti
do que se halla en estado letrgico y que, si no hay algo que
la excite a la accin, descender con l, en esa'condicin,
hasta la tumba. Y como es eh beneficio de la sociedad n l
que se deberan emplear todas sus facultades, la ndole del
gobierno debera ser tal que hiciera despertar, fnediante ufi
funcionamiento tranquilo y regular, todo ese mbito de la
capacidad que nunca deja de aparecer en las revoluciones. ;
Esto es algo que no puede ocurrir en el estado inspido
Derechos del Hombre 183

del gobierno hereditario, no slo porque ste lo impide, sino


porque acta de forma que embota. Guando la mente de una
nacin est humillada por cualquier supersticin poltica en
su gobierno, como lo es la sucesin hereditaria, pierde una
parte considerable de sus poderes sobre todos los dems su
jetos y objetos. La sucesin hereditaria requiere la misma
obediencia a la ignorancia que a la sabidura, y una vez que
la mente puede obligarse a rendir esta pleitesa indiscrimina
da, desciende por debajo de la estatura de la virilidad mental.
No puede ser grande sino en las cosas pequeas. Comete un
acto de traicin contra s misma y sofoca las sensaciones que
impulsan a la investigacin.
Aunque los gobiernos antiguos nos dan una visin mise
rable de la condicin del hombre, hay uno que por encima de
todos los dems se exime de la descripcin general. Me re
fiero a la democracia de los atenienses. Vemos ms cosas
que admirar y menos que condenar en aquel gran pueblo ex
traordinario que en ningn otro de la historia.*.
El Sr. Burke est tan poco familiarizado con los principios
constituyentes del gobierno que confunde juntas representa
cin y democracia. La representacin era algo desconocido
en las democracias antiguas. En ellas la masa del pueblo se
reuna y: promulgaba leyes en primera persona. La simple de
mocracia no era ms que la sala de asambleas de los anti
guos. Significa la forma as como el principio del gobierno.
Cuando aquellas democracias fueron aumentando su pobla
cin y ensanchando su territorio, la forma democrtica sim
ple se fue haciendo engorrosa e inviable, y como no se cono
ca el sistema de representacin, la consecuencia fue que de
generaron convulsivamente en monarquas o fueron quedan
do absorbidas en las ya existentes. Si entonces se hubiera
comprendido el sistema de representacin como se com
prende ahora, no hay motivos para creer que jams hubieran
surgido esas formas de gobierno a la que ahora se llama mo
nrquicas o aristocrticas. Fue la falta de un mtodo para
consolidar las partes de la sociedad despus de que sta se hi
ciera demasiado populosa y extensa para la forma democrti

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N. del T.)


184 Thomas Paine

ca simple, as como la condicin suelta y solitaria de los pas


tores en otras partes del mundo lo que cre las oportunida
des para que comenzaran esos modos antinaturales de go
bierno.
Como es necesario eliminar la escoria que son los erro
res en los que ha cado el tema del gobierno, proceder ahora
a hacer observaciones sobre algunos otros *.
El truco poltico de los cortesanos y los gobiernos de las
cortes ha consistido siempre en insultar algo que ellos llama
ban republicanismo, pero lo que nunca intentan explicar es
qu es o era el republicanismo. Examinemos un poco el
caso.
Las nicas formas de gobierno son la democrtica, la aris
tocrtica, la monrquica y la que ahora se llama la represen
tativa.
Lo que se llama repblica no es ninguna forma particular de
gobierno. Es plenamente caracterstica del objetivo, la mate
ria o la finalidad para los que se debera establecer el gobier
no, y a los que se debe dedicar: r e s - p u b l i c a , los asuntos p
blicos o el bien pblico; o, literalmente traducido, la cosa
pblica. Es una palabra de un buen origen, que se refiere a lo
que debera ser el carcter y la actividad del gobierno, y en
este sentido se opone naturalmente a la palabra monarqua,
que tiene un sentido original vil. Significa el poder arbitrario
de una sola persona, en el ejercicio del cual el objetivo es esa
misma persona, y no la res-publica.
Todo gobierno que no acte conforme a los principios de
una repblica, o dicho en otros trminos, que no convierta a
la res-publica en un objetivo pleno y exclusivo, no es un buen
gobierno. El gobierno republicano no es otra cosa que el go
bierno establecido y aplicado en beneficio del pblko, tanto
individual como colectivamente. No guarda forzosamente
relacin con ninguna form a determinada, pero acompaa
con la mayor naturalidad a la forma representativa,, como
mejor idea para lograr los fines para los cuales la nacin co
rre con los gastos de sufragarlo.
Varias formas de gobierno se han complacido en autocali-

* Idem.
Derechos del Hombre 185

ficarse de repblica. Polonia dice de s misma que es una re


pblica que consiste en una aristocracia hereditaria, con una
monarqua electiva. Holanda se llama repblica que consiste
sobre todo en una aristocracia, con un estatder heredita
rio *. Pero el gobierno de America, que se basa enteramente
en el sistema de representacin, es la nica verdadera rep
blica, en el carcter y en la prctica, que existe en la actuali
dad. Su gobierno no tiene otro objetivo que ios asuntos p
blicos de la nacin, y por lo tanto es verdaderamente una re
pblica, y los americanos se han encargado de que s t e , y
no otro, sea siempre el objetivo de su gobierno, al rechazar
todo lo que sea hereditario y establecer un gobierno basado
nicamente en el sistema de representacin.
Quienes han dicho que una repblica no es una forma de
gobierno ideada para los pases de gran estensin confun
dan, en primer lugar, la actividad de un gobierno con la for
ma de gobierno; pues la res-publica pertenece por igual a to
das las extensiones de territorio y masas de poblacin. Y, en
segundo lugar, si queran decir algo con respecto a la forma,
era a la forma democrtica simple, como era el modo de go
bierno en las antiguas democracias, en las que no haba re
presentacin, Por ende, no se trata de que una repblica
no pueda ser extensa, sino de que no puede ser extensa en su
forma democrtica simple, y naturalmente se plantea la pre
gunta: Cul es la mejor forma de gobierno para ocuparse de a
R - j - n nucA, o de la a c t i i u x a d p w u c a de una nacin, cuando llega
a ser demasiado extensa y popular para la forma simple democr
tica?
No puede ser la monarqua, porque la monarqua est so
metida a una objecin del mismo tipo a que estaba sometida
la forma democrtica simple.
Es posible que un individuo formule un sistema de princi
pios conforme a los cuales se establezca constitucionalmente
el gobierno sobre cualquier extensin de territorio. Eso no
es sino una actuacin de la mente, que funciona con sus pro
pias facultades. Pero la prctica de esos principios tal como
se aplican a las diversas y mltiples circunstancias de una na

* Utm.
186 Thomas Paine

cin, su agricultura, su comercio, sus manufacturas, inter


cambios, etc., requiere un conocimiento de gnero diferente,
y que slo se puede obtener de las diversas partes de la so
ciedad. Es una coleccin de conocimientos prcticos que no
puede poseer ningn individuo, y por ende la forma monr
quica se ve tan limitada, en la prctica til, por la incompe
tencia de los conocimientos como la forma democrtica se
vea por la multitud de la poblacin. La una degenera por
extensin, en confusin; la otra en ignorancia e incapacidad,
de lo cual son prueba todas las grandes monarquas. La for
ma monrquica, por ende, no poda ser el sustituto d la de
mocrtica porque tiene los mismos inconvenientes.
Y mucho menos poda serlo cuando se hizo hereditaria.
Esta es la forma ms eficaz de todas para poner barreras al
conocimiento. Tampoco poda la elevada mente democrtica
resignarse voluntariamente a verse gobernada por nios e
idiotas, y toda la variopinta insignificancia de carcter que
concurre en ese sistema meramente animal, deshonra y re
proche de la razn y del hombre.
En cuanto a la forma aristocrtica, tiene los mismos vicios
y defectos que la monrquica, salvo que la posibilidad de que
haya capacidades es mayor por la proporcin de los nme
ros, pero sigue sin existir seguridad de que esas capacidades
se utilizarn y aplicarn bien *.
Si se remite uno a la democracia original, se obtienen los
verdaderos datos a partir de los cuales puede comenzar el
gobierno en gran escala. Es incapaz de extensin, no por su
principio, sino por lo inconveniente de su forma, y la monar
qua y la aristocracia lo son por su incapacidad. Si se mantie
ne, pues, la democracia como base, y se rechazan los sistemas
corruptos de la monarqua y la aristocracia, se presenta natu
ralmente el sistema representativo, que remedia a la vez los
defectos de la democracia simple en cuanto a la forma y la
incapacidad de los otros dos en cuanto al conocimiento.
La democracia simple era la sociedad que se gobernaba a

* En cuanto ai carcter de la aristocracia, se remite al lector a la pg. 86


de la Parte I de Derechos del Hombre. (N ota del autor.) [Prrafo omitido en
varias ediciones modernas. (N ota del T.)
Derechos del Hombre 187

s misma sin la ayuda de medios secundarios. Al injertar la


representacin en la democracia, llegamos a un sistema ca
paz de abarcar y confederar todos los diversos intereses y to
das las extensiones de territorio y de poblacin, y ello ade
ms con ventajas tan superiores al gobierno hereditario
como tiene la repblica de las letras con respecto a la litera
tura hereditaria.
En este sistema se funda el gobierno americano. Es la re
presentacin injertada en la democracia. Ha fijado la forma
mediante una escala paralela en todos los casos a la exten
sin del principio. Lo que en Atenas haba en miniatura, en
Amrica exista en grandes dimensiones. La una fue la ma
ravilla del mundo antiguo; la otra se est convirtiendo en la
admiracin y el modelo * del actual. Es la forma de gobier
no ms fcil de comprender de todas, y la ms deseable en la
prctica, y excluye al mismo tiempo la ignorancia y la inse-
guridad del modo hereditario y los inconvenientes de la de
mocracia simple.
Es imposible concebir un sistema de gobierno capaz de
actuar sobre tal extensin de territorio, y sobre tal crculo de
intereses, como el que produce inmediatamente el funciona
miento de la representacin. Francia, pese a lo grande y po
pulosa que es, no es sino una mota en la capacidad del siste
ma. Este es preferible a la democracia simple incluso en los
territorios pequeos. De haber, tenido Atenas representa
cin, habra superado a su propia democracia.
Lo que se llama gobierno, o mejor dicho, lo que debera
mos concebir que es el gobierno, no es sino un centro co
mn en el que se unen todas las partes de la sociedad. Esto no
se puede lograr por ningn otro mtodo que sea tan condu
cente a los diversos intereses d Ja comunidad como es posi
ble mediante el sistema representativo. Concentra los cono
cimientos necesarios para los intereses de las partes y del
todo. Sita al gobierno en un estado de constante madurez.
Como ya se ha observado, nunca es joven y nunca es viejo.
No est sometido a la puerilidad ni a la senilidad. Nunca est

* Las palabras y el modelo faltan en varias ediciones modernas. (N . de


T .J
188 Derechos del Hombre

en la cuna ni anda con muletas. No admite una separacin


entre conocimiento y poder* y es superior, como siempre de
bera ser el gobierno, a todos los accidentes del hombre indi
vidual, y, por ende, es superior a eso que se llama monar
qua.
Una nacin no es un cuerpo cuya figura se haya de repre
sentar como el cuerpo humano, sino que es como un cuerpo
contenido dentro de un crculo, que tiene n dentro comn
en el cual se encuentran todos los radios, y ese centro se for
ma mediante la representacin. El relacionar la representa
cin con eso que se llama monarqua sera un gobierno ex
cntrico. La representacin es por s misma la monarqua
delegada de una nacin, y no puede envilecerse al compar
tirla con otra.
El Sr. Burke ha utilizado en dos o tres ocasiones, en sus
discursos parlamentarios y su publicacin, un juego de pala
bras que no expresa ninguna idea. Al hablar del gobierno
dice: Es mejor tener una monarqua como base, y el repu
blicanismo como correctivo, que tener un republicanismo
como base y una monarqua como correctivo. Si ello signi
fica que es mejor corregir la necedad con sabidura qu la Sa
bidura con necedad, no voy a discutir otra cosa con l sino
qu ser mucho mejor rechazar la necedad totalmente.
Pero, qu es eso que el Sr. Burke llama monarqua?
Querr explicarlo? Todo hombre puede comprender lo que
es representacin, y que necesariamente ha de incluir na di
versidad de conocimientos y talentos. Pero, qu seguridad
existe de que las mismas cualidades existan en una monar
qua, o, cuando esta monarqua reside en un nio, dnde, enton
ces, se halla la sabidura? Qu sabe del gobierno?Quin es,
entonces, el monarca, o dnde reside la monarqua? Si se ha
de tomar la forma de una regencia, demuestra que es una
farsa. Una regencia es una especie de caricatura de repblica,
y toda la monarqua no merece mejor calificativo. >Es algo
tan diverso como pueda pintar la imaginacin. No tiene hi
un adarme del carcter estable que debera poseer el gobier
no. Toda sucesin es una revolucin, y toda regencia una
contrarrevolucin. Toda ella es una escena de cbalas e intri
gas perpetuas de la corte, de lo cual es ejemplo el propio Sr.
Derechos del Hombre 189

Burke. Para conseguir que la monarqua tuviera un sentido


en lo que respecta al gobierno, el siguiente sucesor no debe
ra nacer nio, sino ya hombre, y ese hombre ser un Salo
mn. Es dcuio que las naciones hayan de esperar, y el go
bierno interrumpirse, hasta que los nios se hagan hombres.
El que- yo tenga demasiado poco sentido para advertir,
demasiado para dejarme engaar, el que yo tenga demasiado o
demasiado poco orgullo, es algo que no voy a discutir, pero
lo que es indudable es que eso qu se llama monarqua siem
pre me ha parecido una cosa tonta y despreciable. Lo com
paro con algo que se guarda detrs de una cortina, en torno
a lo cualsiempre hay muchos jaleos y ceremonias, y un aire
maravilloso de aparente solemnidad, pero que cuando, por
accidente, se abre la cortina por casualidad y la compaa ve
lo que es, todo el mundo estalla en carcajadas.
En el sistema representativo de gobierno no puede suce
der nada de eso. Al igual que la propia nacin, posee una re
sistencia perpetua, tanto fsica como mental, y se presenta en
el teatro abierto del mundo de forma limpia y viril. Cuales
quiera sean sus excelencias, o sus defectos, todos pueden
verlos. No existe gracias al fraude y el misterio; no se ocupa
de sofismas y palabrera, sino que inspira un lenguaje que, al
pasar de un corazn a otro, se siente y se comprende.
Hemos de cerrar los ojos a la razn, hemos de degradar
vilmente nuestra inteligencia para no ver la necedad de eso
que se llama monarqua. La naturaleza es ordenada en todas
sus obras, pero ste es un modo de gobierno que va contra
natura. Subvierte el progreso de las facultades humanas. So
mete a la edad a verse gobernada por nios, y a la sabidura
por la necedad. <
Por el contrario, el sistema representativo siempre es pa
ralelo a! orden y las leyes inmutables de la naturaleza, y se
corresponde en todo con la razn del hombre. Por ejemplo:
En el sistema de gobierno federal americano, se delegan en
el presidente de los Estados Unidos ms poderes que en nin
guno de los dems miembros del Congreso6. Por eso no se le
puede elegir para este cargo antes de la edad de treinta y cin
co aos. Al llegar a esa edad, el juicio del hombre ha madu
rado, y ha vivido suficiente tiempo para estar familiarizado
190 Thomas Paine

con los hombres y las cosas, y el pas con l. Pero con el


plan monrquico (aparte de las mltiples oportunidades que
existen contra todo hombre nacido en el mundo de sacar un
premio en la lotera de las facultades humanas), al siguiente
sucesor, sea como sea, se le pone a la cabeza de la nacin, y
del gobierno, a los dieciocho aos de edad. Parece esto un
acto de sabidura? Encaja con la dignidad caracterstica y con
el carcter viril de la nacin? Cmo puede ser correcto lla
mar a un mozo as el padre del pueblo? En todos los dems
casos, una persona es menor hasta la edad de veintin aos.
Antes de esa edad no se le confa ni la administracin de un
acre de tierra, ni la propiedad hereditaria de un rebao de
ovejas o una piara de cerdos; pero, oh, maravilla!, a los die
ciocho aos se le puede confiar la nacin.
Que la monarqua no es sino una pompa de jabn, un
mero artificio de la corte para conseguir dinero resulta eviden
te (al menos a mis ojos) en todos los aspectos bajo los que se
la puede contemplar. Sera imposible, con el sistema racional
del gobierno representativo, presentar una factura de gastos
como la que admite esta estafa. El gobierno no es en s mis
mo una institucin muy cara. Los gastos del gobierno fede
ral de Amrica, fundado, como ya he dicho, en el sistema de
representacin, y que se extiende sobre un pas casi diez ve
ces ms grande que Inglaterra, slo ascienden en total a seis
cientos mil dlares, o sea, ciento treinta y cinco mil libras
esterlinas.
Supongo que nadie en su sano juicio comparar el carcter
de los reyes de Europa con el del general Washington. Sin
embargo, en Francia, y tambin en Inglaterra, el gasto de la
sola lista civil, para pagar a un hombre, es ocho .veces supe
rior a todos los gastos del gobierno federal en Amrica. El
atribuir esto a alguna razn parece casi imposible. La mayor
parte del pueblo de Amrica, especialmente los pobres, tie
nen ms capacidad para pagar impuestos que la mayor parte
de las gentes de Francia o de Inglaterra.
Pero el caso es que el sistema representativo difunde tal
cantidad de conocimientos por toda la nacin, acerca del
tema del gobierno, que destruye la ignorancia e impide el
engao. Las artimaas cortesanas son intiles en ese terre
Derechos del Hombre 191

no. No hay lugar para el misterio; no tiene por dnde empe


zar. Quienes no forman parte de la representacin conocen
tanto de la naturaleza del asunto como los que estn en ella.
All se advertira inmediatamente la afectacin de misteriosa
importancia. Las naciones no pueden tener secretos, y lo que
las cortes, igual que los individuos, guardan en secreto son
siempre sus defectos.
En el sistema representativo, debe aparecer pblicamente
el motivo de todo. Cada hombre es propietario del gobierno,
y considera que es parte necesaria de sus asuntos compren
derlo. Se refiere a su inters, porque afecta a su propiedad.
Examina el costo y lo compara con las ventajas, y por enci
ma de todo no adopta la costumbre servil de seguir a los que
en otros gobiernos se llama d i r i g e n t e s .
Es imprescindible cegar la comprensin del hombre, ha
cerle creer que el gobierno es algo misterioso y maravilloso,
para obtener tributos excesivos. La monarqua es algo bien
ideado para lograr ese objetivo. Es el papado del gobierno,
algo que se mantiene para entretener a los ignorantes y con--
seguir que paguen pacficamente.
En puridad, el gobierno de un pas no se halla en las per
sonas, sino en las leyes. La promulgacin de stas no requie
re grandes gastos, y una vez administradas, queda realizado
todo lo que es gobierno civil: todo el resto no es ms que ar-
tilugio de las cortes.
Captulo IV
De las constituciones

El que los hombres se refieren a cosas distintas y separa


das cuando hablan de constituciones y de gobiernos es algo
evidente; pero, por qu se utilizan esos trminos de forma
distinta y separada? Una constitucin no es el acto de un go
bierno, sino de un pueblo que constituye un gobierno, y un
gobierno sin una constitucin es un poder sin un derecho.
Todo poder que se ejerza sobre una nacin ha de tener un
origen. Ha de ser delegado o tomado. No existen otras fuen
tes. Todo poder delegado est en depsito, y todo poder to
mado constituye una usurpacin. El tiempo no altera la na
turaleza ni la calidad de ninguno de ellos.
Al contemplar este tema, el caso y las circunstancias de
Amrica se nos presentan como el principio de un mundo, y
nuestra investigacin del origen del gobierno se ve abreviada
si nos remitimos a los hechos que han ocurrido en nuestros
propios das. No tenemos oportunidad de vagabundear en
busca de informacin por el campo nebuloso de la antige
dad, ni de aventuramos en conjeturas. Llegamos inmediata
mente al punto en que se ve cmo comienza el gobierno,
como si hubiramos vivido al principio de los tiempos. Te-

192
Derechos del Hombre 193

nemos directamente ante nosotros el volumen real, no de la


historia, sino de los hechos, sin mutilar por artilugios ni por
los errores de la tradicin.
Expondr aqu concisamente el comienzo de las constitu
ciones americanas, mediante lo cual aparecer de forma sufi
ciente la diferencia entre constituciones y gobiernos.
Quiz no sea inoportuno recordar al lector que los Esta
dos Unidos de Amrica estn integrados por trece estados
separados, cada uno de los cuales estableci un gobierno
para s mismo, tras la declaracin de la independencia, for
mulada el 4 de julio de 1776. Cada estado actu indepen
dientemente del resto al formar su gobierno, pero el mismo
principio general reina en el todo. Cuando estuvieron forma
dos los diversos gobiernos de los estados, pasaron despus a
formar el gobierno federal, que acta sobre el todo en las
cuestiones que se refieren al inters del todo, o que se refie
ren a la relacin de los diversos estados entre s, o con na
ciones extranjeras. Empezar dando un ejemplo de uno de
los gobiernos de los estados (el de Pennsylvania) y despus
pasar al gobierno federal *.
Aunque el estado de Pennsylvania tiene casi la misma ex
tensin de territorio que Inglaterra, entonces estaba dividido
en slo doce condados. Cada uno de esos condados haba
elegido un comit al comienzo de la disputa con el Gobierno
ingls, y como la ciudad de Filadelfia, que tambin tena su
comit, era la ms central para fines de inteligencia, se con
virti en el centro de comunicaciones con los diversos comi
ts de los condados. Cuando result necesario proceder a la
formacin de un gobierno, el comit de Filadelfia propuso
una conferencia de todos los comits, que se celebrara en
aquella ciudad, y que se reuni a fines de julio de 1776.
Aunque aquellos comits los haba elegido el pueblo, no
estaban elegidos expresamente con ese fin, ni estaban dota
dos de facultades para formar una constitucin, y como no
podan, en consonancia con las ideas americanas del dere
cho, arrogarse ese poder, no podan hacer ms que conferen
ciar sobre la cuestin y ponerla en marcha. Por lo tanto, los

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N. d tlT .)


194 Thomas Paine

reunidos no hicieron ms que exponer el caso y recomendar


a los diversos condados que eligieran seis representantes por
condado, para que se reunieran en convencin en Filadelfia,
con facultades para formar una constitucin y proponerla a
la consideracin pblica.
Esta convencin, cuyo presidente fue Benjamn Franklin,
tras reunirse y deliberar, convino en una constitucin, y des
pus orden que se publicara, no como cosa decidida, sino
para que la examinara todo el pueblo, para su aprobacin o
rechazo, y despus levant sus sesiones hasta una fecha con
venida. Cuando expir el plazo de suspensin, la convencin
volvi a reunirse, y como para entonces se conoca la opi
nin general del pueblo, que era de aprobacin, la Constitu
cin se firm, sell y proclam por autorizacin del pueblo, y
se deposit el instrumento original en los archivos pblicos.
Despus, la convencin design un da para la eleccin ge
neral de los representantes que haban de formar el gobier
no, y el momento en que deba de iniciarse ste, y una vez
hecho esto se disolvi y cada uno volvi a su hogar y a su
ocupacin
En esta constitucin se estableca, en primer lugar, una
declaracin de derechos; despus segua la forma que deba
adoptar el gobierno, y las facultades que deba poseer: las fa
cultades de los tribunales de la judicatura y de los jurados, la
forma en que se deban realizar las elecciones y la propor
cin de representantes por nmero de electores, la duracin
que deba tener cada asamblea sucesiva, que era de un ao,
la forma de recaudar los impuestos y de dar cuenta de los
gastos de los dineros pblicos, la de designar a los funciona
rios pblicos, etc.
Ningn artculo de esta constitucin poda modificarse ni
infringirse a discrecin del gobierno que viniera despus. Se
trataba de que fuera un gobierno de la ley. Pero, como no
habra sido prudente renunciar al beneficio de la experiencia,
y a fin tambin de impedir la acumulacin de errores, si se
demostraba su existencia, y de mantener una unin del go
bierno con las circunstancias del estado en todo momento,
la Constitucin estableca que al cabo de siete aos se eligiera
una convencin con el fin expreso de revisar la Constitucin
Derechos del Hombre 195

y de hacerle las alteraciones, adiciones o aboliciones que se


considerasen necesarias.
Aqu advertimos un proceso regular, un gobierno que sur
ge a partir de una constitucin, formado por el pueblo en su
carcter original, y que esa constitucin no sirve nicamente
como autoridad, sino como ley de control del gobierno. Era
la biblia poltica del estado. Apenas haba una familia que ca
reciera de un ejemplar. Cada miembro del gobierno tena un
ejemplar, y nada ms corriente cuando surga un debate so
bre el principio de un proyecto de ley, o sobre la competen
cia de cualquier gnero de autoridad, que los miembros se
sacaran del bolsillo la Constitucin impresa y leyeran el cap
tulo con el que guardaba relacin la cuestin que se estaba
debatiendo.
As, tras dar un ejemplo de uno de los estados, menciona
r los trabajos de los que fue surgiendo y se form la Consti
tucin federal de los Estados Unidos.
En sus dos primeras reuniones, de septiembre de 1774 y
mayo de 1775, el Congreso no era ms que la diputacin de
las asambleas legislativas de las diversas provincias, que des
pus fueron estados, y no tena ms facultades que las deri
vadas del consentimiento comn y de la necesidad de que
actuara como organismo pblico. En todo lo relativo a los
asuntos internos de Amrica, el Congreso no iba ms all de
hacer recomendaciones a las diversas asambleas provincia
les, que las aceptaban o no, segn les pareciese. El Congre
so no tena facultades para obligar a nada, pero en aquella si
tuacin se le obedeca con ms fidelidad y afecto que a nin
gn gobierno de Europa. Este ejemplo, al igual que el de la
Asamblea Nacional de Francia, demuestra suficientemente
que la fuerza del gobierno no consiste en nada intrnseco a
l, sino en la lealtad de una nacin, y en el inters que tiene
el pueblo en darle su apoyo. Cuando se pierde esto, el go
bierno no es ms que un nio en el poder, y aunque al igtEB
que el antiguo gobierno de Francia hostigue duwffltttUh
tiempo a las personas, lo nico que hace es facilitar spropia
cada *.

* Idem.
196 Thomas Paine

Tras la declaracin de independencia, lo coherente con el


principio en que se basa el gobierno representativo era que
se definieran y establecieran las facultades del Congreso. No
se trataba de que esas facultades fueran ms o menos de las
que entonces ejerca discrecionalmente el Congreso. Lo im
portante era actuar correctamente.
Con este fin se propuso la ley llamada Ley de confedera
cin (que era una especie de constitucin federal imperfecta),
y tras largas deliberaciones se concluy en el ao de 1781.
No fue una ley del Congreso, pues repugna a los principios
del gobierno representativo el que un rgano se otorgue fa
cultades a s mismo. El Congreso primero inform a los di
versos estados de las facultades de que, a su juicio, era nece
sario dotar a la Unin, con objeto de que pudiera desempear
las funciones de prestar los servicios que se le exigan, y los
estados, uno por uno, llegaron a un acuerdo entre s y con
centraron esas facultades en el Congreso.
Quiz no sea improcedente observar que en ambos casos
(el de Pennsylvania y el de los Estados Unidos) no existe
nada que se parezca a un pacto entre, por una parte, el pue
blo y, por la otra, el gobierno. El pacto es de unas partes del
pueblo con otras a fin de producir y constituir un gobierno.
El suponer que un gobierno pueda ser parte en un pacto con
todo el pueblo equivale a suponer que tiene existencia antes
de que pueda tener el derecho de existir. El nico caso en el
que puede darse un pacto entre el pueblo y quienes ejercen el
gobierno es cuando el pueblo paga a stos mientras deciden
si seguirles dando empleo.
El gobierno no es un oficio que ningn hombre, ni grupo
de hombres, tenga derecho a establecer y a ejercer para su
propio provecho sino que es nicamente un bien en depsi
to, los derechos sobre el cual pertenecen a quienes delegan el
depsito, y que stos siempre pueden recuperar. En s, no
tiene ningn derecho ms; se trata nicamente de deberes.
Tras dar as dos ejemplos de la formacin inicial de una
constitucin, demostrar la forma en que se han modificado
ambas desde que se establecieron inicialmente.
La experiencia demostr que las facultades atribuidas a los
gobiernos de los diversos estados por las constituciones de
Derechos del Hombre 197

los estados eran demasiado grandes, y que las atribuidas al


gobierno federal por la Ley de confederacin eran demasiado
reducidas. El defecto no se hallaba en el principio, sino en la
distribucin del poder.
Aparecieron muchas publicaciones, en folletos y en peri
dicos, acerca de la oportunidad y la necesidad de una remo
delacin del gobierno federal. Tras algn tiempo de debates
pblicos, realizados por conducto de la prensa, y en conver
saciones, el estado de Virginia, que experimentaba algunos
problemas con respecto al comercio, propuso la celebracin
de una conferencia continental, como consecuencia de lo
cual, en 1786 se reuni en Annapolis, Maryland, una diputa
cin de cinco o seis de las asambleas de los estados. Como
esta reunin no se consider con bastantes facultades para
ocuparse de la empresa de una reforma, no hizo ms que ex
poner sus opiniones generales acerca de la idoneidad de esa
medida y recomendar que al ao siguiente se celebrase una
convencin de todos los estados.
La convencin se reuni en Filadelfia en mayo de 1787 y
eligi presidente al general George Washington. En aquella
poca, ste no tena relacin con ninguno de los gobiernos
de los estados ni con el Congreso. Haba renunciado a su
mando al terminar la guerra, y desde entonces viva como
ciudadano particular.
La convencin se ocup a fondo de todos los temas, y tras
varios debates e investigaciones, convino en las diversas par
tes de una constitucin federal, de modo que la cuestin si
guiente era la forma de darle a sta una autoridad y una
prctica.'
Para ello no enviaron, como habra hecho una cbala de
cortesanos, a buscar a Holanda un estatder, ni un elector
alemn7, sino que remitieron todo el asunto al sentido y los
intereses del pas *.
Primero ordenaron que se publicara la Constitucin pro
puesta. Despus, que cada estado eligiera una convencin

* Estos tres ltimos prrafos formaron la segunda parte de la instrucci


contra Tom Paine, aunque en la edicin de Symonds slo se consider nece
sario omitir el ltimo. (N . i t i T.)
198 Thomas Paine

expresamente para el fin de estudiarla y de ratificarla o de


rechazarla, y en cuanto se contara con la aprobacin y la ra
tificacin de cualesquiera nueve estados, esos estados proce
dieran a elegir su proporcin de los miembros del nuevo go
bierno federal, y que entonces comenzara ste a funcionar y
cesara el gobierno federal anterior.
Los diversos estados procedieron en consecuencia a elegir
sus convenciones. Algunas de stas ratificaron la Constitu
cin por grandes mayoras, y dos o tres por unanimidad. En
otros hubo grandes debates y divisiones de opinin. En la
convencin de Massachusetts, que se reuni en Boston, la
mayora no fue ms que de diecinueve o veinte de unos tres
cientos miembros; pero es tal el carcter del gobierno repre
sentativo que decide pacficamente las cuestiones por mayo
ra. Una vez terminado el debate en la convencin de Massa
chusetts, y realizadas las votaciones, los miembros que ha
ban planteado objeciones se levantaron a declarar: Que, si
bien la haban discutidoy votado en contra porque determinadas par
tes las vean bajo una luz diferente de cmo se les presentaba a otros
miembros, sin embargo, como los votos haban decidido en pro de la
constitucin propuesta, daran a sta el mismo apoyo prctico que si
hubieran votado a favor.
En cuanto la aceptaron nueve estados (y el resto sigui
por el orden en que se eligieron sus convenciones), se deshi
zo la trama del gobierno federal anterior y se erigi la nueva,
de la cual es presidente el general Washington. Ahora no
puedo dejar de sealar que el carcter y los servicios de este
caballero son suficientes como para sonrojar a todos esos
que se llaman reyes. Mientras stos reciben un sueldo prodi
gioso a costa del sudor y los trabajos de la humanidad, al que
no les dan derecho ni su capacidad ni sus servicios, l presta
todos los servicios que puede y rechaza toda compensacin
pecuniaria. No acept paga como comandante en jefe, y no
acepta ninguna como presidente de los Estados Unidos8.
Tras establecerse, la nueva Constitucin federal, el estado
de Pennsylvania, considerando que algunas partes de su pro
pia constitucin exigan modificaciones, eligi una conven
cin con ese fin. Las alteraciones propuestas se publicaron, y
como el pueblo estaba de acuerdo, quedaron establecidas.
Derechos del Hombre 199

En la formacin de esas constituciones, o en su modific-


cin, no hubo problemas, o muy pocos. No-se interrumpi
el curso normal de las cosas, y los beneficios han sido mu
chos. Siempre interesa a un nmero mucho mayor de perso
nas de una nacin hacer que las cosas estn bien que dejar
que estn mal, y cuando los asuntos pblicos se abren a de
bate, y el juicio pblico es libre, no decidir mal, salvo que de
cida apresuradamente.
En los dos casos de modificacin de las constituciones, los
gobiernos existentes no intervinieron para nada. El gobierno
no tiene ningn derecho a convertirse en parte en debate al
guno relativo a los principios o los modos de formar las
constituciones ni de cambiarlas. No es en beneficio de quie
nes ejercen los poderes del gobierno para lo que se estable
cen las constituciones, ni los gobiernos que son resultado de
ellas. En todas estas cuestiones, el derecho de juzgar y el de
actuar corresponden a quienes pagan, y no a quienes reci
ben.
Una constitucin es propiedad de una nacin, y no de
quienes ejercen el gobierno. Todas las constituciones de
Amrica declaran que se establecen por la autoridad del pue
blo. En Francia se utiliza la palabra nacin en lugar de la de
pueblo, pero en ambos casos una constitucin es algo que
antecede al gobierno, y que siempre es distinto de ste.
En Inglaterra n o resulta difcil percibir que todo tiene una
constitucin, salvo la nacin. Toda sociedad o asociacin
que se instituye conviene antes en varios artculos iniciales, a
los que da una forma y que pasan a ser su constitucin. Des
pus nombra a sus cargos, cuyas facultades y cuyos poderes
se describen en esa constitucin, con lo cual se inicia el go
bierno de esa sociedad. Los cargos, cualquiera sea el nombre
que se les d, no tienen facultad alguna para aadir, modifi
car ni abreviar los artculos originales. Este derecho no lo
tiene ms que el poder constituyente. Como el Dr. Johnson
y todos los autores de su estilo no comprenden la diferencia
entre una constitucin y un gobierno, siempre acaban con
fundidos. No podan por menos de percibir que necesaria
mente tena que haber un poder controlador que existiera en
alguna parte, y lo atribuyeron a la discrecin de las personas
200 Thomas Paine

que ejercan el gobierno, en lugar de atribuirlo a una consti


tucin formada por la nacin. Cuando se atribuye a una
constitucin, sta goza del apoyo de toda la nacin, y los po
deres de control natural y poltico se hacen uno. Las leyes
que promulgan los gobiernos no controlan a los hombres
sino como individuos, pero la nacin, por conducto de su
constitucin, controla a todo el gobierno, y tiene la capaci
dad natural para hacerlo. Por lo tanto, la facultad ltima de
control y la facultad constituyente inicial no son sino una y
la misma facultad.
El Dr. Johnson no poda haber expuesto una actitud tal
en un pas en el que hubiera constitucin, y l mismo es
prueba de que en Inglaterra no existe eso llamado constitu
cin. Pero cabe plantear una pregunta, que no estara mal
investigar. Que si no existe constitucin cmo es que se ge
neraliz tanto la idea de su existencia *.
A fin de responder a esta pregunta es necesario contem
plar una constitucin en sus dos aspectos: primero, en el de
crear un gobierno y conferirle facultades; segundo, en el de
regular y limitar las facultades que as se han concedido.
Si empezamos con Guillermo de Normanda, nos encon
tramos con que el gobierno de Inglaterra fue inicialmente
una tirana, fundada en la invasin y la conquista del pas.
Una vez reconocido esto, se apreciar que las tentativas rea
lizadas por la nacin en diferentes perodos de abatir esa ti
rana y hacer que fuera menos intolerable es lo que ha recibi
do el nombre de constitucin.
La Magna Carta, como se le llam entonces (hoy da no
vale ms que un almanaque de la misma fecha), no fue ms
que la obligacin impuesta al gobierno de renunciar a parte
de lo que se haba arrogado. No cre ni dio facultades al go
bierno de la forma en que lo hace una constitucin, pero,
hasta donde llegaba, tena el carcter de una reconquista, y
no de una constitucin, pues de haber podido la nacin ex
pulsar totalmente a la usurpacin como ha hecho Francia
con su despotismo, entonces habra tenido una constitucin en
forma.

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N. del T.)


Derechos del Hombre 201

* La historia de los Eduardos y los Enriques, y hasta el


comienzo de los Estuardo, da muestras de tantos actos de ti
rana como se podan com eter dentro de los lmites a los que
la haba restringido la nacin. Los Estuardos trataron de
sobrepasar esos lmites, y conocido es el destino que su
frieron. En todos estos casos no advertimos nada que tenga
que ver con una constitucin, sino nicamente con restric
ciones del poder arrogado.
Despus de esto, otro Guillermo, descendiente de la mis
ma raza y reivindicador del mismo origen, fue el que obtuvo
posesin, y de los dos males, Jacobo y Guillermo, la nacin eli
gi al que consider menor, pues dadas las circuntancias ha
ba de aceptar uno. Aqu se presenta la ley llamada Declara
cin de. Derechos9. Y qu es eso sino un trato que hicieron
las partes del gobierno entre s para dividirse poderes, bene
ficios y privilegios? T te quedas con tanto y yo con el resto;
y, en cuanto a la nacin, le dijo: por tu parte t tendrs el de
recho de peticin. Al ser as el caso, la Declaracin de Derechos
es ms bien la declaracin de entuertos e injurias. En cuanto
a lo que se califica de parlamento-convencin, fue algo que
se cre a s mismo, y despus estableci las facultades con
forme a las que actu. Unos cuantos se reunieron y se dieron

* Este prrafo y los tres siguientes formaron la tercera parte de la instruc


cin contra Paine, y se omiten en la edicin de Symonds con la siguiente ex
plicacin: Aqu siguen, en la pgina 52 de la edicin original, cuatro prra
fos que forman unas dieciocho lneas de texto tan apretado como el de esta
edicin. Son una continuacin del argumento que demuestra cmo se han
tomado por constitucin las restricciones al poder arrogado originalmente.
Pero como esos prrafos forman parte de la instruccin y aparecern en p
blico con los alegatos de cargo y de descargo, cuando se llegue a juicio, no se
reproducen ahora literalmente, salvo el primero de ellos que se aade en la
nota adjunta, con el fin de mostrar el nimo de la parte fiscal y el tipo de ar
gumento que sta ha escogido en la obra como acusatorio. N. B .-E l total de
los diversos prrafos omitidos de esta obra no pasa dos pginas de texto
igual que el de ia presente edicin, y en sta se apreciar el lugar que ocupa
ban en la primera. Y aade Paine: Pregunta: pretende la parte fiscal negar
que los Eduardos y los Enriques cometieron actos de tirana? Pretende ne
gar que los Estuardo trataron de sobrepasar los lmites que haba establecido
la nacin? Pretende calificar de difamador a todo el que diga que s ios c o
m etieron? (Esta nota, la ms completa de varias ediciones consultadas, pro
cede de la de Bonner, pgs. 167 y 168. .Y. del T.)
202 Thomas Paine

ese nombre. Varios de ellos nunca haban sido elegidos, y


ninguno de ellos lo haba sido para ese fin.
A partir de Guillermo fue surgiendo una especie de go
bierno que dimanaba de aquella Declaracin de Derechos de
coalicin, y aument sus poderes desde la corrupcin intro
ducida con la sucesin de Hanover, por actuacin de Walpo-
le10, mediante lo que no cabe calificar sino de legislacin des
ptica. Aunque las partes se ataquen las unas a las otras, el
todo no conoce lmites,.y el nico derecho que reconoce fue
ra del suyo propio es el derecho de peticin. Entonces, dn
de est la constitucin que da el poder o lo limita?
Porque una parte del gobierno sea electiva, no deja ste de
ser desptico si las personas elegidas poseen despus, como
parlamento, poderes ilimitados. En este caso, la eleccin
pasa a separarse de la representacin, y los candidatos son
candidatos al despotismo.
No puedo creer que nacin alguna, de razonar por cuenta
propia, hubiera imaginado llamar a esas cosas constitucin, si el
gobierno no hubiera lanzado el grito de constitucin. Ha en
trado en circulacin, igual que algunas palabras nuevas como
pelma o adivinanza, a fuerza de repetirse en los discursos del
Parlamento, como si estas palabras estuvieran en las venta
nas y en las puertas; pero sea lo que sea la constitucin en
otros respectos, no cabe duda de que ha sido la mquina ms
productiva de tributacin que jam s se inventara. Los tributos en
Francia, en virtud de la nueva constitucin, no llegan a los
trece chelines por cabeza *, y los tributos en Inglaterra, bajo
eso que se califica de su constitucin actual, son de cuarenta
y ocho chelines y seis peniques por cabeza hombres, muje

* La suma total de tributos impuestos en Francia, en el presente ao, e


de trescientos millones de libras francesas, o sea, de doce millones y medio
de libras esterlinas, y los tributos secundarios se calculan en tres millones,
con Jo que e) total es de quince millones y medio, lo cual, entre veinticuatro
millones de personas, no llega a trece chelines por cabeza. Francia ha reduci
do sus tributos desde la revolucin en casi nueve millones de libras esterli
nas al ao. Antes de la revolucin la ciudad de Pars pagaba un derecho de
ms del treinta por ciento sobre todos los artculos que entraban en la ciu
dad. Ese tributo se pagaba a las puertas de la ciudad. Se elimin el primero
de mayo pasado y se quitaron las puertas. (N ota del autor.)11
Derechos del Hombre 203

res y nios , que equivalen casi a diecisiete millones de li


bras esterlinas, adems de los gastos de la recaudacin, que
asciende a ms de un milln ms.
En un pas como Inglaterra, donde toda la gobernacin
civil est en manos de la gente de cada villa y cada condado
mediante funcionarios de la parroquia, jueces, sesiones de los
tribunales, jurados, etc., sin ninguna intervencin de eso que
llaman el gobierno, ni ningn gasto para el fisco salvo el
sueldo de los magistrados, es asombroso cmo puede em
plearse tal masa de tributos. Ni siquiera la defensa interna
del pas se paga con cargo al fisco. Con cualquier pretexto,
sea real o inventado, se recurre constantemente a nuevos
emprstitos y nuevos impuestos. No es de extraar, pues,
que se deban hacer tantos elogios de una maquinaria de go
bierno tan beneficiosa para los partidarios de una corte. No
es de extraar, pues, que St. James o St. Stephens resuenen
con el eco del grito constante de constitucin. No es de ex
traar, pues, que se repruebe la constitucin francesa y se
trate con reproche a la res-publica. El libro rojo de Inglaterra,
al igual que el libro rojo de Francia, explicar la razn *.

Ahora, para entretenernos, dedicar un pensamiento o


dos al Sr. Burke. Le pido perdn por haberlo descuidado
tanto tiempo.
Amrica, dice (en su discurso acerca del Proyecto de ley
sobre la Constitucin del Canad), jams so una doctrina
tan absurda como la de los Derechos del Hombre.
El Sr. Burke supone tantas cosas, y expone sus afirma
ciones y sus premisas con tal falta de juicio, que aun sin me
ternos en los principios de la filosofa ni de la poltica, las
meras conclusiones que producen son ridiculas. Por ejemplo:
Si los gobiernos, como afirma el Sr. Burke, no se basan en
los Derechos del h o m b r e , y se fundan en algn derecho, el
que sea, en consecuencia deben fundarse en el derecho de
algo que no es hombre. Entonces, qu es ese algo?
En trminos generales no conocemos ningn ser que ha

* Lo que se llamaba livrt rouge, o libro rojo, en Francia no era exactamente


igual que el calendario de la corte en Inglaterra, pero demostraba bastante
bien cmo se derrochaba gran parte de los tributos. (N ata d tl autor.)
204 Thomas Paine

bite la Tierra y que no sea u hombre o animal, y en todos los


casos en que no se dispone ms que de dos opciones, y se ha
de elegir una de ellas, o negar una de ellas, ello equivale a
afirmar la otra, y por lo tanto el Sr. Burke, al establecer
pruebas en contra de los Derechos del Hombre, establece
pruebas a favor del animal, y en consecuencia demuestra que
el gobierno es un animal, y como a veces las cosas difciles
se explican mutuamente, as entendemos el origen de que se
guarden animales feroces en la Torre12, pues desde luego no
pueden servir ms que para demostrar el origen del go
bierno. Ocupan el lugar de una constitucin. Ay, John
Bull13, qu honores has perdido por no ser un animal salvaje.
Conforme al sistema del Sr. Burke podras haberte pasado la
vida en la Torre.
Si los argumentos del Sr. Burke no tienen suficiente peso
para inspirarle seriedad a uno, es menos culpa ma que suya,
y como estoy dispuesto a presentar excusas al lector por la
libertad que me he tomado, espero que el Sr. Burke tambin
le presente las suyas por haber dado el motivo.
As, tras rendir al Sr. Burke el homenaje de recordarlo,
vuelvo al tema.
Debido a la ausencia de una constitucin en Inglaterra
que modere y regule el impulso salvaje del poder, muchas de
las leyes son irracionales y tirnicas, y su administracin es
vaga y problemtica.
Parece que la atencin del gobierno de Inglaterra (pues
prefiero darle ese nombre que el de gobierno ingls), desde
su vinculacin poltica con Alemania, ha estado tan comple
tamente centrada y absorbida por los asuntos exteriores y
por los medios de recaudar contribuciones que no parece
existir para ningn otro propsito. Se descuidan las cuestio
nes nacionales, y por lo que respecta al derecho normal, ape
nas s existe tal cosa *.
Hoy da, casi todos los casos han de fallarse conforme a
algn precedente, tanto si este precedente es bueno como
si es malo, o si es correcto aplicarlo como si no, y la prctica

* Este prrafo, cuarto en la instruccin del proceso de Paine, se omite en


varias ediciones modernas. (N . del T.)
Derechos del Hombre 205

se ha generalizado tanto como para inspirar sospechas de


que obedece a una poltica ms profunda de lo que aparece a
primera vista.
Desde la revolucin de Amrica, y ms an desde la de
Francia, esta prdica de las doctrinas de los precedentes, ex
trada de tiempos y circunstancias anteriores a esos aconteci
mientos, ha sido la prctica estudiada del gobierno ingls. La
mayor parte de esos precedentes se funda en principios y
opiniones que son lo contrario de lo que deberan ser, y
cuanto mayor sea la distancia en el tiempo de la que se ex
traen, ms se debe sospechar de ellos. Pero, al relacionar
esos precedentes con una reverencia supersticiosa por las co
sas antiguas, al igual que los monjes muestran reliquias y las
califican de sagradas, la mayor parte de la humanidad se ve
engaada y cae en la trampa. Hoy da, los gobiernos actan
como si temieran despertar una sola reflexin en el hombre.
Llevan a ste blandamente al sepulcro de los precedentes
con objeto de embotar sus facultades y apartar su atencin
del escenario de las revoluciones. Creen que est adquiriendo
conocimientos con ms rapidez de lo que ellos desean, y su
poltica de los precedentes es el barmetro de sus temores.
El papado poltico, al igual que el papado eclesistico anti
guo, ya est pasado, y est acelerando su propio mutis. La
astrosa reliquia y el precedente anticuado, el monje y el mo
narca, se pudrirn juntos.
El gobierno por precedentes, sin consideracin alguna del
principio del precedente, es uno de los sistemas ms viles
que puedan establecerse. En muchos casos, el precedente de
bera funcionar como advertencia, y no como ejemplo, y
debe evitarse, en lugar de imitarse, pero en lugar de esto, se
toman los precedentes en bloque y se hacen pasar de golpe
por constitucin y por ley.
O bien la doctrina de los precedentes es una poltica para
mantener al hombre en un estado de ignorancia, o bien es
una confesin prctica de que la sabidura degenera en los
gobiernos a medida que los gobiernos van hacindose viejos,
y no pueden sino renquear con ayuda de los bastones y las
muletas de los precedentes. Cmo es que las mismas perso
nas que estaran orgullosas de que se las considerase ms sa
206 Thomas Paine

bias que sus predecesores no aparecen al mismo tiempo sino


como los fantasmas de una sabidura desaparecida? De qu
forma tan extraa se trata a la antigedad! Para unos fines se
habla de ella como un tiempo de tinieblas y de ignorancia, y
para otros se la pone como faro del mundo.
Si ha de seguirse la doctrina de los precedentes, no es ne
cesario que los gastos del gobierno sigan siendo los mismos.
Por qu se ha de pagar de forma extravagante a hombres
que tienen tan poco que hacer? Si todo lo que puede suce
der tiene ya un precedente, ha terminado la legislacin, y el
precedente, al igual que un diccionario, es el que determina
cada caso. Por ende, o bien1el gobierno ha llegado a su se
nectud, y es preciso renovarlo, o bien ya se han dado todas
las ocasiones para que ejercite su sabidura.
Hoy da advertimos en toda Europa, y particularmente en
Inglaterra, el curioso fenmeno de una nacin que mira en
una direccin y el gobierno en la opuesta: una hacia adelante
y el otro hacia atrs. Si los gobiernos van a continuar con
forme al precedente, mientras las naciones continan mejo
rando, habrn de llegar por timo a una separacin definiti
va, y cuanto antes, y de forma ms civilizada, determinen
este aspecto, mejor *.
Tras hablar as de las constituciones en general, como
cosa distinta de ls gobiernos efectivos, pasemos a conside
rar las partes de que se compone una constitucin.
Las opiniones difieren ms a este respecto que en relacin
con el todo. El que una nacin deba tener una constitucin,
como norma, para el funcionamiento de su gobierno es una

* En Inglaterra, las mejoras en la agricultura, las artes aplicadas, las ma


nufacturas y el comercio, se han introducido en oposicin al genio de su go
bierno, que es el de seguir los precedentes. Es gracias a la empres^ y la in
dustria de los individuos, y por sus mltiples asociaciones, en las que, por
hablar claramente, el gobierno ni pincha ni corta, como se han introducido
esas mejoras. A nadie se le ocurri pensar en el gobierno, ni en quin estaba
en l o juera de l, cuando las planeaba o ejecutaba, y lo nico que cada uno
poda esperar, por lo que respectaba al gobierno, era que lo dejara en p a z Hay
tres o cuatro peridicos ministeriales muy necios que ofenden constante
mente al espritu de mejora nacional al atribuir esas mejoras a un ministro.
Igual de veraz sera que atribuyeran este libro a un ministro. (N ota del au
tor.)
Derechos del Hombre 207

cuestin sencilla en la cual todos los hombres que no sean


cortesanos ellos mismos estarn de acuerdo. Es nicamente
acerca de las partes componentes en lo que se multiplican
las cuestiones y las opiniones.
Pero esta dificultad, al igual que cualquier otra, disminuir
cuando se la ponga en condiciones de que se la comprenda
bien.
Lo primero es que una nacin tiene derecho de establecer
una constitucin.
El que al principio ejercite ese derecho de la manera ms
juiciosa o no, es algo completamente distinto. Lo ejercita
conforme al juicio que posee, y al seguir hacindolo acabar
por eliminar todos los errores.
Cuando se establece ese derecho en una nacin, no hay te
mor de que se emplee en su propio perjuicio. A una nacin
no le puede interesar equivocarse.
Aunque todas las constituciones de Amrica se basan en
un principio general, sin embargo, no hay dos de ellas que
sean exactamente iguales en las partes que las componen ni
en la distribucin de poderes que dan a los gobiernos exis
tentes. Algunas son ms complejas y otras menos.
Al formar una constitucin, lo primero que se necesita es es
tudiar cules son los fines para los que es necesario el gobierno.
En segundo lugar, cules son los medios mejores, y menos ca
ros, para alcanzar esos fines.
El gobierno no es ms que una asociacin nacional, y el
objetivo de esa asociacin es el bien de todos, tanto indivi
dual como colectivamente. Todo hombre desea dedicarse a
su ocupacin y gozar de los frutos de su trabajo y de su pro
piedad en paz y seguridad, y con el menor gasto posible.
Cuando se logran esas cosas, se logran todos los objetivos
para los que se debe establecer un gobierno.
Ha sido habitual considerar al gobierno bajo tres epgrafes
generales diferentes. El legislativo, el ejecutivo y el judicial.
Pero si permitimos que nuestro juicio acte sin dejarse,
aherrojar por el hbito de la multiplicacin de los trminos,
no podemos percibir sino dos divisiones del poder, que jun
tas componen el poder civil, es decir, la de legislar o pro
mulgar leyes y la de ejecutarlas o administrarlas. Por lo tan-
208 Thomas Paine

to, todo lo relativo al gobierno civil se clasifica en una u otra


de estas dos divisiones.
Por lo que respecta a la ejecucin de las leyes, lo que se
califica de poder judicial es estricta y correctamente el poder
ejecutivo de cada pas. Es el poder al que ha de recurrir cada
individuo y gracias al cual se ejecutan las leyes; tampoco dis
ponemos de ninguna otra idea clara con respecto a la ejecu
cin oficial de las leyes. En Inglaterra, y tambin en Amri
ca y Francia, este poder empieza con el juez y va ascendien
do por todos los tribunales de justicia.
Dejo a los cortesanos la tarea de explicar lo que significa
el calificar a la monarqua de poder ejecutivo. Es meramente
un nombre en el cual se realizan los actos del gobierno, y
para ese fin bastara con cualquier otro, o con ninguno. Las
leyes no tienen ms ni menos autoridad por ese concepto.
Debe ser por lo justo de sus principios, y por el inters que
una nacin siente en ellos, por lo que obtengan apoyo; si les
hace falta algo ms, ello es signo de que hay algo en el siste
ma de gobierno que es imperfecto. Las leyes que es difcil
ejecutar no pueden ser generalmente buenas.
En to que respecta a la organizacin del poder legislativo, se
han adoptado diferentes modos segn los pases. En Amri
ca est integrado generalmente por dos cmaras. En Francia
no tiene ms que una, pero en ambos pases es totalmente
representativo *.
La cuestin es que la humanidad (debido a la larga tirana
del poder arrogado) ha tenido tan pocas oportunidades de
hacer las pruebas necesarias de modos y principios de go
bierno para descubrir el mejor, que el gobierno no se est empe
zando a conocer basta ahora, y todava falta experiencia para de
terminar muchos aspectos.
Las objeciones en contra de dos cmaras son, en primer
lugar, que existe una incoherencia en que una parte de un
todo legislativo llegue a una decisin final por votacin so
bre cualquier asunto, mientras que ese asunto, con respecto a
ese todo, est todava sometido a deliberacin, y en conse
cuencia es susceptible de nuevas ilustraciones.

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N. del T.)


Derechos del Hombre 209

En segundo lugar. Que al someter cada asunto a votacin


en ambas cmaras, como rganos separados, siempre admite
la posibilidad, y as suele ocurrir en la prctica, de que la mi
nora gobierne a la mayora, y en algunos casos hasta un grado
de gran incoherencia.
En tercer lugar. Que el que dos cmaras se refrenen o
controlen arbitrariamente la una a la otra es incoherente,
pues no puede demostrarse conforme a los principios de la
justa representacin que la una deba ser ms sabia o mejor
que la otra. Pueden refrenar en lo malo igual que en lo bue
no, y por ende, el conferir el poder cuando no podemos im
partir la sabidura para utilizarlo, ni estar seguros de que se
vaya a utilizar correctamente, hace que el remedio sea por lo
menos igual de grave que la enfermedad *.

* Con respecto a las dos cmaras de que est compuesto el Parlamen


ingls, parecen estar efectivamente fusionadas en una, y como asamblea le
gislativa no tener un temperamento propio. El ministro, quienquiera que sea
en un momento determinado, la toca con una varita de opio y ella duerme
obediente.
Pero si contemplamos las diferentes capacidades de ambas cmaras, la di
ferencia parecer tan grande que revelar a incoherencia de atribuir el poder
cuando no puede haber certidumbre del juicio para utilizarlo. Por terrible
que sea el estado de la representacin en Inglaterra, da muestras de gran vi
rilidad en comparacin con eso que se llama Cmara de los Lores, y en tan
poco se tiene a la cmara de ese apodo que la gente raras veces ni siquiera
pregunta lo que est haciendo en cualquier momento dado. Parece tambin
ser la ms sometida a influencias y la ms distante del inters general de la
nacin. En el debate sobre la entrada en la guerra entre Rusia y Turqua54,
la mayora en la Cmara de los Lores a favor fue de ms de noventa, cuan
do en la otra cmara, cuyo nmero es de ms del doble, la mayora fue de
sesenta y tres.
Tambin merece la pena destacar los trabajos en torno al proyecto de ley
del Sr. Fox, relativo a los derechos de los jurados. Las personas llamadas pa
res del reino no eran los objetos de ese proyecto de ley. Ya estn en pose
sin de ms privilegios de los que ese proyecto de ley confera a los dems.
Ellos son su propio jurado, y si cualquiera de esa cmara se viera procesado
por libelo, no purgara pena, ni siquiera en caso de ser condenado, por el
primer delito. Esa desigualdad de la ley no debiera existir en ningn pas. La
Constitucin francesa dice que los mismas delites se castigarn con las mismas pe
nas, sin ninguna distincin p er a calidad de las personas. (N ota del autor.)
[Las trece o catorce primeras lneas de esta nota omitida en algunas edi
ciones modernas-*- formaron la parte siguiente de la instruccin contra Pai
ne. (N . del T .))
210 Thomas Paine

La objecin contra una sola cmara es que siempre existe


la posibilidad de que se comprometa demasiado pronto. Pero
al mismo tiempo debera recordarse que, cuando existe una
constitucin que define sus facultades y establece los princi
pios conforme a los cuales debe actuar una asamblea legisla
tiva, ya se establece un freno ms efectivo, y mucho ms po
tente, de lo que pueda ser cualquier otro. Por ejemplo:
Si se presentara ante cualquiera de las asambleas legislati
vas americanas un proyecto de ley como el que promulg el
Parlamento ingls al comienzo del reinado de Jorge I, en el
sentido de prolongar la duracin de las asambleas por un pe
rodo ms largo del que se renen actualmente, el freno est
en la constitucin, que de hecho dice: Hasta ah se puede lle
gar, y ni un paso ms.
Pero a fin de eliminar la objecin a una sola cmara, la de
actuar por impulsos demasiado rpidos, y al mismo tiempo
evitar las incoherencias, en algunos casos los absurdos, de la
existencia de dos cmaras, se ha propuesto el siguiente mto
do como perfeccionamiento de los dos.
Lo primero, no tener ms que una representacin.
Lo segundo, dividir esa representacin, por sorteo, en dos
o tres partes.
Lo tercero, que cada proyecto de ley que se proponga se
debata en esas partes por sucesin, que cada una de ellas es
cuche a las otras, pero sin proceder a votacin alguna. Des
pus de lo cual toda la representacin se rena para un debate
general y para determinar el asunto por votacin.
A este perfeccionamiento propuesto se ha aftadido otro,
con objeto de mantener a la representacin en un estado de
renovacin constante, y es que un tercio de los representan
tes de cada condado cese al terminar un ao, y su nmero se
reemplace mediante nuevas elecciones. Otro tercio al cabo
del segundo ao, al que se sustituye de igual modo, y cada
tres aos se celebran elecciones generales *.

* En cuanto al estado de la representacin en Inglaterra, es demasiado ab


surdo para que quepa razonarlo. Casi todas las partes representadas tienen
una poblacin cada vez menor, y las partes no representadas, cada vez
mayor. Hace falta una convencin general de la nacin para que estudie
todo e) estado de su gobierno, (N ota del autor.)
Derechos del Hombre 211

Pero cualquiera sea la forma en que se ordenen las distin


tas partes de una constitucin, existe un principio general
que distingue a la libertad de la esclavitud, y es que todo go
bierno hereditario sobre un pueblo es para ste una forma de esclavi
tud,y elgobierne representativo es a libertad.
Si se considera el gobierno bajo la nica luz que se debe
considerar, l a de una a s o c i a c i n n a c i o n a l , debera estar
formado de tal modo que no se viera afectado por nin
gn accidente que ocurriese entre las partes, y por ende, no
debera ponerse en manos de ningn individuo poder ex
traordinario alguno que pudiera tener ese efecto. La muerte,
la enfermedad, la ausencia o la desercin de cualquier indivi
duo de un gobierno no debera ser cuestin de ms conse
cuencia, con respecto a la nacin, que si esa circunstancia le
hubiera ocurrido a un miembro del Parlamento ingls o de
la Asamblea Nacional francesa.
Difcilmente puede haber algo que presente un carcter
ms degradante para la grandeza nacional que el verse arro
jada a la confusin por algo que le suceda a un individuo o
que ste cometa, y el carcter ridculo de la escena se ve a
menudo acentuado por la insignificancia natural de la perso
na que lo ocasiona. Si hubiera un gobierno formado de tal
modo que no pudiera funcionar a menos que hubiera un
ganso o un nade presente en el senado, las dificultades se
ran igual de grandes y de reales, en caso de vuelo o enfer
medad del ganso, o del nade, que si se le llamara Rey. Nos
remos de los individuos por las necias dificultades que se
crean a s mismos, sin percibir que las ms ridiculas de todas
las cosas son las que se cometen en los gobiernos *.
Todas las constituciones de Amrica se basan en un plan
que excluye los pueriles problemas que ocurren en los pases

* Se cuenta que en el cantn de Berna, en Suiza, exista la costumbre, des


de tiempos inmemoriales, de mantener un oso a expensas pblicas, y que se
haba enseado a la gente a creer que si no haba un oso todo estaba perdi
do, Sucedi hace unos aos que el oso entonces existente cay enfermo y
muri demasiado pronto para cubrir su plaza inmediatamente con otro. Du
rante este interregno el pueblo descubri que el trigo creca, las vias pros
peraban, el sol y la luna seguan saliendo y ponindose y todo segua igual
que antes, y sintindose alentados por estas circunstancias, decidieron no te-
212 Thomas Paine

monrquicos. All no se puede producir una suspensin del


gobierno ni por un momento, en ninguna circunstancia en
absoluto. El sistema de representacin atiende a todo, y es el
nico sistema en el cual las naciones y los gobiernos pueden
aparecer siempre con su propio carcter.
Al igual que no se debera poner un poder extraordinario
en manos de ningn individuo, tampoco se deberan asignar
fondos pblicos a persona alguna, por encima de lo que pue
dan valer sus servicios al Estado. No importa que se le llame
presidente, rey, emperador, senador o por cualquier otro
nombre que la inteligencia o la necedad inventen o la arro
gancia tome, pues es limitado el servicio que puede hacerle
al Estado, y el servicio de cualquiera de esos individuos en la
rutina del cargo, tanto si ese cargo se llame monrquico,
presidencial o senatorial, como si recibe cualquier otro nom
bre o ttulo, no puede nunca exceder la suma de diez mil li
bras esterlinas al ao. Todos los grandes servicios que se
prestan en el mundo los prestan personajes voluntarios, que
no aceptan nada por ellos; pero la rutina del cargo est siem
pre ajustada a una norma tan general de capacidades que en
tra en la competencia de mucha gente del pas el desempe
arlo, y por ende no puede merecer una recompensa tan ex
traordinaria. E l Gobierno, dice Swift, es algo semillo, y que entra
en la capacidad de muchas cabezas.
Es inhumano hablar de un milln de libras esterlinas al
ao, pagado con cargo a los tributos pblicos de ningn pas
para el mantenimiento de un individuo, mientras millares
que estn obligados a contribuir a esa suma penan de necesi
dad y luchan con la miseria. El gobierno no consiste en el
contraste entre prisiones y palacios, entre pobreza y pompa;
no se ha instituido para robar al necesitado su pitanza y em

ncr ms osos, pues dijeron: un oso es un animal muy voraz y caro, y tena
mos que arrancarle las uas para que no hiciera dao a los ciudadanos.
La historia del oso se narr en algunos de los peridicos franceses en el
momento de la fuga de Luis X V I, y la aplicacin a la monarqua no permita
error en Francia, pero parece que la aristocracia de Berna se la aplic a s
misma, y desde entonces ha prohibido la lectura de la prensa francesa. (N ota
del autor.)
[Prrafo omitido en varias versiones modernas. (N . del T.)}
Derechos del Hombre 213

peorar la miseria de los miserables. Pero de esta parte del


tema hablar ms adelante, y me limitar a las observaciones
polticas.
Cuando se asignan un poder extraordinario y una remune
racin extraordinaria a cualquier individuo de un gobierno,
se convierte en el centro, en torno al cual se genera y se for
ma todo tipo de corrupcin. Dad a cualquiera un milln al
aflo, y aadid a eso el poder de crear y disponer de empleos
a expensas del pas, y las libertades de ese pas ya no estn a
salvo. Eso que llaman el esplendor del trono no es sino la
corrupcin del Estado. Consiste en que una partida de parsi
tos viva en una indolencia lujosa a costa de los tributos p
blicos *.
Una vez establecido un sistema tan malvado, se convierte
en guardin y protector de todos los abusos menores. El
hombre que recibe un milln al ao ser el ltimo que pro
mueva un espritu de reforma, por si acaso le llega a afectar
a l mismo. Siempre le interesar defender los abusos meno
res, como murallas que protegen a la ciudadela, y en esta es
pecie de fortificacin poltica todas las partes tienen una de
pendencia tan comn que nunca es de prever que se ataquen
las unas a las otras **.
La monarqua no se habra mantenido tantos siglos en
este mundo de no haber sido por los abusos que protege. Es
la jefa de la banda, que protege a los dems miembros de
ella. Al admitir una participacin en los despojos adquiere

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N . del T.)


* * Apenas s/ resulta posible referirse a cualquier tema que no sugiera una
alusin a alguna corrupcin en los gobiernos. Por desgracia, el smil de la
fortificacin implica en s mismo una circunstancia que guarda relacin di
recta con la cuestin aludida ms arriba.
Entre los mltiples ejemplos de abusos cometidos o protegidos por los go
biernos, antiguos o modernos, no hay ninguno mayor que el de imponer a
un hombre y a sus herederos al pblico, para que ste los mantenga a su cos
ta.
La humanidad dicta que se atienda a los pobres, pero, con qu derecho,
moral o poltico, se arroga ningn gobierno el decir que a la persona llamada
Duque de Richmond la ha de mantener el pblico? Y sin embargo, si lo que
se dice es cierto, no hay ni un mendigo en Londres que pueda comprar su
miserable porcin de carbn sin contribuir a la lista civil del Duque de Rich
mond. Si el producto total de esta imposicin no ascendiera ms que a un
214 Thomas Paine

amigos, y cuando cese de hacerlo cesar de ser el dolo de los


cortesanos.
Igual que el principio sobre el que se forman hoy da las
constituciones rechaza toda pretensin hereditaria al gobier
no, tambin rechaza todo ese catlogo de presunciones cono
cido por el nombre de prerrogativas.
Si existe algn gobierno en el cual pudieran confiarse con
seguridad prerrogativas a algn individuo, es el gobierno fe
deral de Amrica. El presidente de los Estados Unidos de
Amrica es elegido para un mandato de slo cuatro aos. No
slo es responsable en el sentido general del trmino, sino
que en la Constitucin se dispone un modo particular de so
meterlo a juicio. No se le puede elegir si tiene menos de
treinta y cinco aos de edad, y debe ser nacido en el pas.
Si se compara esto con el gobierno de Inglaterra, las dife
rencias con este ltimo llegan a los lmites del absurdo. En
Inglaterra, la persona que ejerce la prerrogativa es, muchas
veces, un extranjero; siempre es un medio extranjero y siem
pre est casado con una extranjera. Nunca tiene una relacin
natural o poltica plena con el pas, no es responsable de
nada y alcanza la mayora de edad a los dieciocho aos; y,
sin embargo, a esa persona se le permite formar alianzas ex
tranjeras, sin ni siquiera el conocimiento de la nacin, y de
clarar la guerra o la paz sin su consentimiento.
Pero no es esto todo. Aunque esa persona no puede dis
poner del gobierno en testamento, dicta los enlaces matri
moniales, que, de hecho, tienen en gran parte el mismo efec
to. No puede legar directamente la mitad del gobierno a
Prusia, pero puede form ar un m atrim onio que producir casi
idntico efecto. En esas circunstancias es una suerte para In
glaterra no estar situada en el Continente, pues de ser as, al
cheln al ao, el principio seguira siendo igualmente inicuo, pero cuando as
ciende, como se dice que asciende, a nada menos que veinte mil libras ester
linas al ao, la enormidad es demasiado grave como para permitir que se
mantenga. Este es uno de los efectos de la monarqua y la aristocracia.
AI exponer este caso no me dejo llevar por la antipata personal. Aunque
me parezca mezquino que alguien viva a costa del pblico, el vicio se origina
en el gobierno, y tanto se ha generalizado que no importa el que las partes
estn en el ministerio o en la oposicin: cada una est segura de contar con
la garanta de la otra. (N ota del Autor.)
Derechos del Hombre 215

igual que Holanda, podra caer bajo la dictadura de Prusia.


Holanda, por matrimonio, est tan efectivamente gobernada
por Prusia como si el medio de lograrlo hubiera sido la tira
na absoluta de legar el gobierno en testamento.
En Amrica, la presidencia (o, como se la llama a veces,
el ejecutivo) es el nico cargo del que estn excluidos los ex
tranjeros, y en Inglaterra es el nico al que se los admite. Un
extranjero no puede ser miembro del Parlamento, pero pue
de ser eso que se llama rey. Si hay algn motivo para excluir
a los extranjeros debera ser de los cargos en que ms dao
se puede hacer, y en los que, al reunir todos los prejuicios
del inters y el linaje, ms garantas hay de que se haga. Pero a
medida que las naciones avancen en la gran tarea de formar
constituciones, examinarn con ms precisin el carcter y
las tareas de ese departamento al que se llama ejecutivo.
Todo el mundo puede ver lo que hacen los departamentos
legislativo y judicial, pero con respecto a lo que, en Europa,
se califica del ejecutivo, como cosa distinta de los otros dos,
se trata de una superfluidad poltica o de un caos de cosas
desconocidas.
Lo nico que hace falta es algn tipo de departamento ofi
cial al que se enven informes de las diferentes partes de la
nacin, o desde el extranjero, para presentrselos a los repre
sentantes nacionales; pero el llamar a esto ejecutivo no es
coherente, ni tampoco se lo puede considerar bajo ninguna
otra luz que la de ser inferior al legislativo. La autoridad so
berana de cualquier pas es la facultad para promulgar leyes,
y todo lo dems es un departamento oficial.
Despus de a ordenacin de los principios y la organiza
cin de las diversas partes de una constitucin viene la dis
posicin que debe adoptarse respecto del sustento de las per
sonas a las que la nacin confiar la administracin de las fa
cultades constitucionales.
Una nacin no puede tener derecho alguno al tiempo y los
servicios de ninguna persona a expensas de esa misma perso
na, cuando opta por emplearla en algn departamento, el
que sea, o por confirselo; tampoco puede aducirse ningn
motivo para atender al sustento de una parte de un gobierno
y no de otra.
216 Thomas Paint

Pero si se reconoce que el honor de que se le confe a uno


una parte de un gobierno debe considerarse como compen
sacin suficiente, debera ser as con respecto a todos por
igual. Si los miembros de la asamblea legislativa de un pas
han de prestar servicios a sus propias expensas, el llamado
ejecutivo, sea monrquico o reciba cualquier otro ttulo, de
bera prestarlos en las mismas condiciones. Es incoherente
pagar a uno y aceptar gratis los servicios del otro.
En Amrica se atiende de forma decente a todos los de
partamentos del gobierno, pero a ninguno se le paga en de
masa. A todos los miembros del Congreso y de las asam
bleas se les da una subvencin para sus gastos. Mientras que
en Inglaterra se atiende de la forma ms prdiga al sustento
de una parte del gobierno y no se aparta nada en absoluto al
de la otra, con la consecuencia de que a la una se la dota de
los medios de corromper y a la otra se la pone en condicio
nes de corromperse. Con menos de una cuarta parte de ese
gasto, si se aplicara como en Amrica, bastara para poner
remedio a una gran parte de la corrupcin.
Otra reforma que figura en las constituciones americanas
es la de haber terminado con todos los juramentos persona
les. En Amrica, el juramento de lealtad se hace slo a la na
cin. El poner una persona como emblema de la nacin no
es correcto. El objetivo superior es la felicidad de la nacin,
y por lo tanto la intencin de un juramento de fidelidad no
debe verse oscurecida al hacerlo figuradamente a, o en nom
bre de, ninguna persona. El juramento, el que en Francia se
llama juramento cvico, esto es, a la nacin, las leyes y el reyi
no es correcto. Si se hace en absoluto, debera ser, como en
Amrica, nicamente a la nacin. Las leyes pueden ser bue
nas o no serlo, pero, en este caso, no pueden tener ms senti
do que el de ser conducentes a la felicidad de la nacin, y
por ende estn incluidas en ella. Es resto del juramento es im
procedente dado que deberan abolirse todos los juramentos
personales. Son, por una parte, restos de la tirana, y por la
otra de la esclavitud; y no se debera introducir el nombre
del c r e a d o r como testigo de la degradacin de su crea
cin, o si se hace, como ya se ha mencionado, como emble
ma de la nacin, en este lugar es una redundancia. Pero cua
Derechos del Hombre 217

lesquiera sean las excusas que se formulen por los juramen


tos cuando se establece un gobierno por primera vez, a par
tir de entonces ya no se deberan permitir. Si un gobierno ne
cesita el apoyo de juramentos, ello es seal de que no merece
apoyo, y no se le debera apoyar. Que el gobierno sea lo que
debe ser y ser su propio apoyo.
Para concluir con esta parte del tema: uno de los mayores
perfeccionamientos que se han introducido en pro de la se
guridad y el progreso perpetuos de la libertad constitucional
es la disposicin que establecen las nuevas constituciones
para que se puedan revisar, modificar y alterar ocasional
mente.
El principio sobre el que el Sr. Burke form su credo pol
tico, el de vincular y controlar a la posteridad, hasta el fin de los
tiempos, y de renunciar y abdicar para siempre de los derechos para
toda la posteridad, es hoy da algo demasiado detestable para
convertirlo en tema de debate, y por ende lo dejo de lado sin
tenerlo en cuenta ms que para ponerlo al descubierto.
El gobierno es algo que hoy da apenas se est empezando
a conocer. Hasta ahora ha sido el mero ejercicio del poder,
que prohiba toda investigacin efectiva acerca de los dere
chos, y se basaba exclusivamente en la posesin. Mientras el
enemigo de la libertad fue su juez, los avances realizados por
los principios de aqulla deben haber sido verdaderamente
muy escasos.
Las Constituciones de Amrica, as como la de Francia, han
fijado un perodo para su revisin o establecido el modo por
el cual pueden introducirse mejoras. Quiz resulte imposible
establecer algo que combine los principios con las opiniones
y la prctica, algo que la evolucin de las circunstancias, a lo
largo de un perodo de aos, no desordene o haga incohe
rente en cierta medida, y por lo tanto, a fin de impedir que
se acumulen los inconvenientes, hasta que desalienten las re
formas o provoquen revoluciones, lo mejor es establecer los
medios para regularlos segn van apareciendo. Los Dere
chos del Hombre son los derechos de todas las generaciones
de los hombres, y nadie puede monopolizarlos. Lo que mere
ce continuar, continuar por su propio mrito, y en ello resi
de su seguridad, y no en condicin alguna con la que se pre
218 Thomas Paine

tenda revestirlo. Cuando un hombre deja sus propiedades a


sus herederos, no las vincula con una obligacin de que
hayan de aceptarlas. Por qu, pues, hemos de hacer lo con
trario por lo que respecta a las constituciones?
Las mejores constituciones que cabra idear hoy en da de
forma coherente con las circunstancias del momento actual
pueden quedar muy lejos de la excelencia que puede brindar
el transcurso de unos aos. Existe un alborear de la razn
que se levanta sobre el hombre, en relacin con los gobier
nos, que no haba aparecido anteriormente. A medida que va
expirando la barbarie de los actuales gobiernos antiguos, se
ir modificando la condicin moral de las naciones, en sus
relaciones mutuas. No se educar al hombre con la idea sal
vaje de considerar a su propia especie como su enemiga, por
que el accidente del nacimiento trajera a los individuos a la
existencia en unos pases distinguidos por diferentes nom
bres y como las constituciones siempre tienen alguna rela
cin tanto con circunstancias internas como externas, los
medios de aprovechar todo cambio, sea extranjero o interno,
deben formar parte de toda constitucin.
Ya advertimos una alteracin en la disposicin nacional
de Inglaterra y de Francia, cada una respecto de la otra, que
cuando volvemos atrs slo unos aos, es en s misma revo
lucionaria. Quin poda haber previsto, o quin poda haber
credo, que una Asamblea Nacional francesa sera jams ob
jeto de brindis populares en Inglaterra, o que una de las dos
naciones pasara a desear la alianza entre ambas? Ello de
muestra que el hombre, si no fuera por la corrupcin de los
gobiernos, es naturalmente amigo del hombre, y que la natu
raleza humana no es malvada por s misma. El espritu de
celos y de ferocidad que los gobiernos de ambos pases insti
garon, y que sometieron al objetivo de las tributaciones, cede
ahora ante los dictados de la razn, del inters y de la huma
nidad. Empieza a comprenderse cul es el negocio de las
cortes, y empieza a decaer la afectacin de misterio, con toda
la brujera artificial con la que engaan a la humanidad. Ha
recibido una herida mortal, y aunque quiz aguante algo, va
a expirar.
El gobierno debera estar tan abierto a las mejoras como
Derechos del Hombre 219

lo est todo lo relativo al hombre, en lugar de lo cual se ha


visto monopolizado siglo tras siglo por los ms ignorantes y
malvados de la raza humana. Necesitamos ms pruebas de
su miserable gestin que el exceso de deudas y de tributos
que hacen gemir a todas las naciones, o que las disputas en
que han sumido al mundo?
Como estamos empezando a salir de esa condicin tan
brbara, es demasiado temprano para determinar hasta qu
punto puedan llevarse las mejoras del gobierno. Por lo que
podemos apreciar, es posible que toda Europa forme una
sola y gran repblica, y que el hombre llegue a ser entera
mente libre.
Captulo V
Medios de mejorar la condicin de Europa
intercalados con observaciones miscelneas

Al contemplar un tema que abarca con magnitud ecuato


rial toda la regin de la humanidad resulta imposible limitar
la investigacin a un solo aspecto. Esa investigacin se basa
en todos los caracteres y todas las condiciones propios del
hombre, y se refiere por igual al individuo, a la nacin y al
mundo.
Una pequea chispa, atizada en Amrica, ha sido el origen
de una llama que no se puede apagar. Sin consumirse, como
la Ultima Ratio Regumli, va abrindose camino de nacin en
nacin y va conquistando en actuacin silenciosa. El hombre
se encuentra cambiado, sin apenas percibir cmo. Adquiere
un conocimiento de sus derechos al consagrarse justamente a
sus intereses y en el transcurso de ello descubre que la fuerza
y los poderes del despotismo consisten nicamente en el te
mor a resistirse a l y que si quiere ser libre basta con que lo de
see *.
Tras haber, en todas las partes precedentes de este libro,
tratado de establecer un sistema de principios como la base

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N. del T.)

220
Derechos del Hombre 221

sobre la que se deberan erigir gobiernos, pasar ahora a los


medios de llevarlos a la prctica. Pero a fin de introducir
esta parte del tema con ms correcin y de forma ms eficaz,
hacen falta algunas observaciones (eliminares, deducibles a
partir de esos principios o relacionadas con ellos.
Cualquiera sea la forma o la constitucin del gobierno, no
debera tener ms objetivo que la felicidad general. Cuando,
por el contrario, acta de modo tal que lo que crea es el mal,
o lo agrava, en cualquiera de las partes de la sociedad, enton
ces se basa en un sistema errneo y es necesaria la refor
ma *.
El habla cotidiana ha consagrado la condicin humana en
dos descripciones: vida civilizada e incivilizada. A la una ha
asignado la felicidad y la abundancia; a la otra los problemas
y las necesidades. Pero, por mucho que impresionen a nues
tra imaginacin la pintura y las comparaciones, sin embargo
sigue siendo verdad que gran parte de la humanidad en los
que se llaman pases civilizados se halla en un estado de po
breza y miseria muy por debajo de la circunstancia de los in
dios. No hablo de ningn pas determinado, sino de todos.
As ocurre en Inglaterra, as ocurre en toda Europa. Investi
guemos la causa.
Esta no reside en ningn defecto natural de los principios
de la civilizacin, sino en que se ha impedido que esos prin
cipios tengan un funcionamiento universal, la consecuencia
de lo cual es un sistema perpetuo de guerra y gastos, que es
quilman al pas e impiden la felicidad general de la que es ca
paz la civilizacin.
Ningn gobierno europeo (con la excepcin actual de
Francia) est construido sobre los principios de la civiliza
cin universal, sino sobre todo lo contrario. En la medida en
que esos gobiernos guardan relacin entre s, se hallan en la
misma condicin que concebimos como vida salvaje e incivi
lizada, se ponen fuera de la ley tanto divina como humana, y
son, con respecto al principio y a la conducta recproca,
igual que otros tantos individuos en estado natural *.
Los habitantes de cualquier pas, bajo la civilizacin de las

* Idem.
222 Thomas Paine

leyes, se civilizan juntos con facilidad, pero como los gobier


nos se hallan todava en un estado incivilizado, y estn casi
constantemente en guerra, pervierten la abundancia que pro
duce la vida civilizada a fin de perpetuar todava ms la parte
incivilizada. Al injertar as la barbarie del gobierno en la ci
vilizacin interna de un pas, extraen de ste, y en particular
de sus pobres, una gran parte de los ingresos que deberan
aplicarse a su propia subsistencia y comodidad. Aparte de to
das las reflexiones de la moral y la filosofa, es un hecho la
mentable que ms de una cuarta parte del trabajo de la hu
manidad se ve consumida anualmente por este brbaro siste
ma.
Lo que ha servido para perpetuar este mal han sido las
ventajas pecuniarias que todos los gobiernos de Europa han
hallado en el mantenimiento de ese estado de incivilizacin.
Les da pretextos para obtener poder e ingresos, cosas ambas
para las que no habra ocasin ni excusa si se hubiera cerra
do el crculo de la civilizacin. El solo gobierno civil, o el
gobierno de la ley, no da pretextos para muchos tributos; ac
ta dentro del pas, de modo visible, y excluye la posibilidad
de grandes engaos. Pero cuando el escenario se establece
conforme a los argumentos incivilizados de los gobiernos, se
ampla el campo de los pretextos, y como el pas ya no puede
juzgar, cae vctima de cualquier engao que le plazca al go
bierno hacerle.
Ni una trigsima, apenas s una cuadragsima, parte de los
impuestos que se recaudan en Inglaterra tienen que ver con
los fines de la gobernacin civil ni se aplican a ella. No re
sulta difcil ver que lo nico que hace el gobierno en s a este
respecto es promulgar leyes, y que el pas las administra y las
ejecuta a sus propias expensas, por conducto de jueces, jura
dos, tribunales de primera y segunda instancia, adems de
los impuestos que paga y por aadidura a ellos.
Cuando se considera as el caso, tenemos dos tipos de go
bierno: uno es la gobernacin civil, o gobierno de la ley, que
acta internamente; el otro, el gobierno de corte o de gabi
nete, que acta en el extranjero, conforme al plan brutal de
la vida incivilizada; al uno se atiende con pocos gastos, al
otro con un derroche ilimitado, y tan distintos son entre s
Derechos del Hombre 223

que, si el ltimo de ellos se hundiera, por as decirlo, porque


de pronto se abriera la tierra, y desapareciera en su totalidad,
el otro no se vera perturbado, y seguira adelante, porque es
del inters comn de la nacin que as lo hiciera, y ya existen
todos los medios para ello.
Las revoluciones, pues, tienen por objetivo el cambio de
la condicin moral de los gobiernos, y con este cambio se re
ducir la carga de las contribuciones pblicas y se permitir
a la civi2acin el goce de esa abundancia de la que actual
mente se le priva.
Al contemplar todo este tema amplo mis opiniones al de
partamento del comercio. En todas mis publicaciones, cuan
do el asunto lo permita, he sido defensor del comercio, pues
soy amigo de sus efectos. Es un sistema pacfico, que acta
para dar cordialidad a la humanidad, al hacer que tanto las
naciones como los individuos se sean mutuamente tiles. En
cuanto a la mera reforma terica, nunca la he predicado. El
procedimiento ms eficaz es el de mejorar la condicin del
hombre por medio de su inters, y en esto baso mi actitud.
Si se permitiera que el comercio actuara en la medida uni
versal de que es capaz, extirpara la guerra del sistema y pro
ducira una revolucin en el estado incivil2ado de los go
biernos. La invencin del comercio surgi despus de que
comenzaran los gobiernos, y es el mayor avance hacia la ci
vilizacin universal que jams se ha logrado, por medios que
no se deriven inmediatamente de principios morales.
Todo lo que tenga una tendencia a promover la relacin
civil entre las naciones mediante un intercambio de benefi
cios es tema tan digno de la filosofa como de la poltica. El
comercio no es ms que el trfico entre dos individuos, mul
tiplicado en escala numrica; y la misma norma que la natu
raleza se propuso para el intercambio de dos, se propuso
para el de todos. Para ese fin ha distribuido los materiales de
la manufactura y del comercio en varias y distintas partes de
cada nacin y del mundo, y como no se pueden adquirir me
diante la guerra con tanta baratura ni comodidad como por
el comercio, ha hecho que este ltimo sea el medio de extir
par a aqulla.
En consecuencia, como el uno es casi lo contrario de la
224 Thomas Paine

otra, el estado incivilizado de los gobiernos europeos es per


judicial para el comercio. Cualquier tipo de destruccin o de
obstculo sirve para reducir su cantidad, y poco importa en
qu parte del mundo comercial comience la reduccin. Al
igual que ocurre con la sangre, no puede extraerse de una de las
partes sin reducir la masa total en circulacin, y todas ellas
comparten la prdida. Cuando se destruye la capacidad de
cualquier nacin para comprar, eso afecta tambin a la capa
cidad para vender. Si el gobierno de Inglaterra pudiera des
truir el comercio de todas las dems naciones, arruinara to
talmente el suyo propio.
Una nacin puede ser la transportista del mundo entero,
pero no puede ser la nica comerciante. No puede ser la
vendedora y la compradora de su propia mercanca. La capa
cidad para comprarla ha de residir fuera de s misma, y por
ende la prosperidad de toda nacin comercial se ve regulada
por la prosperidad del resto. Si son pobres, ella no puede ser
rica, y su condicin, sea la que sea, es un ndice de hasta
dnde llega la corriente comercial en otras naciones.
El que puedan comprenderse los principios del comercio,
y su funcionamiento universal, sin comprender la prctica es
algo que no puede negar la razn, y sta es la nica base en
la que fundo mi argumento al respecto. Una cosa es el de
partamento de contabilidad de una empresa y otra el mundo.
Con respecto a su funcionamiento, debe contemplarse forzo
samente como algo recproco, pues slo una mitad de sus fa
cultades reside en la nacin y el todo queda tan eficazmente
destruido mediante la destruccin de la mitad que reside fue
ra como si la destruccin se hubiera cometido en la parte
que reside dentro, pues ninguna de ellas puede actuar sin la
otra.
Cuando en la ltima guerra, al igual que en las anteriores,
se hundi el comercio de Inglaterra fue porque su cantidad
se redujo en todas partes, y ahora aumenta porque el comer
cio va en auge en todas las naciones. Si Inglaterra, hoy da,
importa y exporta ms que en cualquier perodo anterior, las
naciones con las que comercia deben hacer forzosamente lo
mismo; las importaciones de Inglaterra son lo que ellas ex
portan, y viceversa.
Derechos del Hombre 225

No puede existir cosa tal como el que una nacin prospere


sola en el comercio; no puede ms que participar en l, y su
destruccin en cualquier parte ha de afectar forzosamente a
todas. Por ende, cuando los gobiernos estn en guerra, el
ataque se realiza contra una participacin comn en el co
mercio, y la consecuencia es la misma que si cada uno de
ellos hubiera atacado al suyo propio.
El actual aumento del comercio no se debe atribuir a los
ministros, ni a ningn artilugio poltico, sino a su propio
funcionamiento natural como consecuencia de la paz. Los
mercados regulares estaban destruidos, las rutas del comer
cio bloqueadas, el camino real de los mares infestado de la
drones de todas las naciones, y la atencin del mundo dis
trada con otros asuntos. Esas interrupciones han cesado, y
la paz ha restaurado la condicin desordenada de las cosas al
orden que les corresponde *.
Merece la pena sealar que cada nacin calcula la balanza
comercial en su propio favor, y por ende algo debe haber de
irregular en las ideas comunes a este respecto.
Pero el dato es cierto, conforme a lo que se llama balanza,
y a eso se debe que el comercio goce de apoyo universal.
Cada nacin advierte sus ventajas, o de lo contrario abando
nara su prctica, pero el engao reside en la forma de llevar
las cuentas, y en atribuir lo que se califica de utilidades a una
causa errnea.
El Sr. Pitt se ha divertido a veces mostrando lo que l ca
lificaba de balanza comercial a partir de los libros de las
aduanas. Esta forma de circulacin no slo no establece un
criterio autntico, sino que establece uno falso.
En primer lugar, todo cargamento que sale de la aduana

* En Amrica, el aumento del comercio es mayor proporcionalmente que


en Inglaterra. Es, actualmente, por lo menos de la mitad ms que en cual
quier perodo anterior a la revolucin. El ao que zarp el mayor nmero de
navios del puerto de Filadelfia, antes del comienzo de la guerra, fueron entre
ochocientos y novecientos. El de 1788, ese nmero pas de los mil doscien
tos. C om o se calcula que el estado de Pennsylvania tiene la octava parte de
la poblacin de los Estados Unidos, el total de navios debe ser ahora de casi
diez mil. (N ota de! autor.)
[Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N otadeiT .)]
226 Thomas Paine

aparece en el libro de cuentas como exportacin, y conforme


a la balanza de la aduana, todas las prdidas en el mar, o
causadas por quiebras extranjeras, se cuentan en el lado de
las utilidades, dado que figuran como exportaciones.
En segundo lugar, porque lo importado por el comercio
de contrabando no figura en los libros de las aduanas, para
deducirlo de las cifras de exportacin.
Por cpde, no cabe establecer, a partir de esos documentos,
una balanza que represente beneficios superiores, y si exami
namos el funcionamiento natural del comercio, la idea es fa
laz, y si fuera cierta pronto sera perjudicial. El mayor sus
tento del comercio consiste en que la balanza represente un
equilibrio de los beneficios entre todas las naciones.
Si dos mercaderes de naciones diferentes comercian entre
s, ambos se harn ricos, y cada uno establecer la balanza en
su propio favor; en consecuencia, no se hacen ricos el uno a
expensas del otro, y lo mismo ocurre con respecto a las na
ciones en que residen. De lo que se trata es de que cada na
cin se debe hacer rica por sus propios medios, y aumentar
esas riquezas mediante algo que obtiene de otra en intercam
bio.
Si un comerciante de Inglaterra enva un artculo de ma
nufactura inglesa al extranjero que le cuesta un cheln en su
pas, e importa algo que vende por dos, establece una balan
za de un cheln a su favor, pero no lo obtiene a costa de la
nacin extranjera ni del comerciante extranjero, pues ste
hace lo mismo con los artculos que recibe l, y ninguno se
lucra a costa del otro. El valor inicial de los dos artculos en
sus pases de origen no era ms que de dos chelines *, pero
al cambiar de lugar adquieren una nueva idea de valor igual
al doble del que tenan en un comienzo, y ese valor aumen
tado se divide por igual.
Salvo eso, no existe una balanza del comercio exterior di
ferente de la del interior. Los comerciantes de Londres y
Newcastle comercian conforme a los mismos principios,
como si residieran en diferentes naciones, y establecen sus

* Sic. (N. d el T.)


Derechos del Hombre 227

balanzas de la misma manera; pero Londres no se enriquece


a costa de Newcastle, ni tampoco Newcastle a costa de Lon
dres; pero el carbn, que es la mercanca de Newcastle, tiene
un valor adicional en Londres y a la mercanca de Londres
le ocurre lo mismo en Newcastle.
Aunque el principio de todo comercio es el mismo, el in
terno, desde un punto de vista nacional, es la parte ms be
neficiosa, pues todas las ventajas, de ambas partes, se quedan
dentro de la nacin, mientras que en el comercio exterior la
participacin no es ms que de la mitad.
El comercio menos beneficioso de todos es el relacionado
con la dominacin extranjera. Para unos cuantos individuos
es posible que resulte beneficioso, meramente porque es co
mercio, pero para la nacin es una prdida. El costo de man
tener la dominacin absorbe ms recursos que el beneficio
de todo comercio. No aumenta la cantidad mundial general,
sino que acta para disminuirla, y como sera mayor la masa
flotante si se renunciara a la dominacin, la participacin sin
el gasto sera ms valiosa que una cantidad mayor con l
Pero resulta imposible aumentar el comercio mediante la
dominacin, que por ende resulta tanto ms falaz. El comer
cio no puede existir en canales limitados, y por fuerza se sale
de ellos por medios regulares e irregulares, con lo que no se
logra ese objetivo, y si se lograra sera todava peor. Francia,
desde la revolucin, ha adquirido ms indiferencia a las po
sesiones exteriores, y lo mismo ocurrir a otras naciones
cuando investiguen la forma en que esto afecta al comercio.
Al costo de la dominacin debe aadirse el de las flotas de
guerra, y cuando se restan las sumas de ambas cosas de los be
neficios del comercio, parecer que la llamada balanza comer
cial, an de admitir que exista, no es algo de lo que goce la na
cin, sino que absorbe el gobierno.
La idea de mantener armadas para la proteccin del comer
cio es engaosa. Consiste en establecer medios de destruc
cin, en lugar de medios de proteccin. El comercio no ne
cesita de ms proteccin que el inters recproco que cada
nacin siente por apoyarlo, pues es un bien comn, existe
gracias al equilibrio de las ventajas que aporta a todos, y las
nicas interrupciones que sufre son las que le hace el actual
228 Thomas Paine

estado incivilizado de los gobiernos, que a todos interesa re


formar *.
Abandono este tema y paso a otras cuestiones. Como es
necesario incluir a Inglaterra en la perspectiva de la reforma
general, resulta procedente investigar cules son los defectos
de su gobierno. La nica forma de mejorar el todo y de dis
frutar de todos los beneficios de la reforma es que cada na
cin reforme el suyo. De las reformas parciales no pueden
derivarse sino beneficios parciales.
Francia e Inglaterra son los dos nicos' pases de Europa
en que podr/a haberse iniciado felizmente una reforma del
gobierno. Como la una goza de la seguridad del ocano, y la
otra de la inmensidad de su fuerza interna, podran desafiar
a la malignidad del despotismo extranjero. Pero ocurre con
las revoluciones como en el comercio, que las ventajas au
mentan al generalizarse, y duplican para ambas partes lo que
cada una recibira si estuviera sola.
Mientras se abre un nuevo sistema a la visin del mundo,
las cortes europeas conspiran para contrarrestarlo. Se agitan
alianzas opuestas a todos los sistemas anteriores, y se va for
mando un inters comn de las cortes en contra del inters
comn del hombre. Esta combinacin establece una frontera
que recorre toda Europa y que representa una causa tan to
talmente nueva que excluye todos los clculos de las circuns
tancias antiguas. Mientras el despotismo le haca la guerra al
despotismo, al hombre no le interesaba el resultado; pero en
una causa que une al soldado con el ciudadano, y a la nacin
con la nacin, el despotismo de las cortes teme asestar un
golpe aunque advierte los peligros y medita la venganza.
En los anales de la historia jams ha surgido una cuestin
que tuviera la importancia de la actual. No se trata de que
llegue al poder tal o cual partido, sea whig o conservador,

* Cuando vi la forma en que ci Sr. Pitt estimaba Ja balanza comercial,, en


uno de sus discursos parlamentarios, me pareci que no saba nada del ca
rcter ni del inters del comercio, y nadie le ha infligido torturas ms crueles
que l. Durante un perodo de paz se lo ha perseguido con las calamidades
de la guerra. Tres veces ha cado en el estancamiento, y los buques se han
visto desprovistos de tripulantes por la recluta forzosa, al cabo de menos de
cuatro aos de pa2 . (Nota del autor.)
Derechos del Hombre 229

alto o bajo el que mande, sino de si el hombre va a recibir


sus derechos y va a producir la civilizacin universal. Goza
r el hombre del fruto de su trabajo o se ver ste consumi
do por la prodigalidad de los gobiernos? Se abolir en las
cortes el robo y en los pases la miseria?
Cuando vemos, en pases que se llaman civilizados, que
los ancianos van al asilo, y los jvenes al patbulo, es que
algo malo debe tener el sistema de gobierno. Parecera, por el
aspecto externo de esos pases, que no existe ms que felici
dad, pero disimulada a la vista del observador comn existe
una miseria enrme que apenas s tiene posibilidades ms
que de expirar en la pobreza o la infamia. Su llegada a la
vida se ve sealada por el presagio de su destino, y mientras
eso no se remedie, de nada vale imponer castigos.
El gobierno civil no consiste en realizar ejecuciones, sino
en establecer disposiciones tales para la instruccin de la ju
ventud y el sustento de los ancianos que excluyan, en la me
dida de lo posible, la prodigalidad de unos y la desesperacin
de los otros. Pero, en lugar de eso, los recursos del pas se
despilfarran en reyes, en cortes, en seres comprados, impos
tores y prostitutas; e incluso los propios pobres, con todas
sus necesidades, se ven obligados a sustentar el fraude que
los oprime.
Cmo es que casi no se ejecuta a nadie ms que a los po
bres? Esa, entre otras cosas, es una prueba de lo triste de su
condicin; Criados sin moral, y lanzados al mundo sin pers
pectivas, son el sacrificio que se ofrece al vicio y a la barba
rie legal. Los millones que se desperdician superfluamente
en gobiernos son ms que suficiente para corregir esos males
y para mejorar la condicin de todos los hombres de una na
cin que no estn confinados en los recintos de una corte.
Espero hacer que ello resulte evidente segn avanza esta
obra.
Es propio de la naturaleza de la compasin solidarizarse
con la desgracia. Al entrar en este tema no busco recompen
sa ni temo a las consecuencias. Fortalecido con esa orgullosa
integridad que desdea tanto la dominacin como la sumi
sin, propugno los Derechos del Hombre.
Tengo la suerte de haber tenido un aprendizaje en la vida.
230 Thomas Paine

Conozco el valor de la instruccin moral y he vivido los peli


gros de lo contrario a ella.
Cuando yo era ms joven, de poco ms de diecisis aos,
siendo inexperto y aventurero, enardecido por el falso he
rosmo de un maestro * que haba servido en un buque de
guerra, me decid a hacer mi propia fortuna y me embarqu
en el corsario E l Terrible, al mando del capitn Death. Afor
tunadamente, no pude correr aquella aventura ante los re
proches afectuosos y morales de un buen padre, que por sus
propios hbitos de vida, por ser de f cuquera, deba empe
zar a considerarme un perdido. Pero pese a la impresin que
me hizo en su momento, sta empez a desvanecerse, y des
pus me embarqu en el corsario Rey de Prusia, al mando del
capitn Mndez, con el que zarp. Pese a estos comienzos, y
con todos los inconvenientes de mis primeros aos en mi
contra, me siento orgulloso al decir que con una perseveran
cia a la que no afectaron las dificultades, y un desinters que
ha merecido respeto, no slo he contribuido a elevar un nue
vo imperio en el mundo, fundado en un nuevo sistema de
gobierno, sino que he alcanzado una eminencia en la litera
tura poltica, el ms difcil de todos los estilos en que obte
ner el xito y en que destacar, que la aristocracia con todas
sus ventajas no ha logrado alcanzar ni rivalizar.
Conocedor de mi fuero interno, y sabindome como me
s superior a toda escaramuza de partido, y a la obstinacin
de los adversarios interesados o equivocados, no respondo a
las falsedades ni los impulsos, sino que paso a contemplar
los defectos del gobierno ingls **.

* El Rcv. William Knowles, maestro de la escuela secundaria de Thet-


ford, en Norfolk. (N ota del autor.)
* * La poltica y el egosmo han venido teniendo una relacin tan uniforme,
que el mundo, a fuerza de verse engaado tan a menudo, tiene derecho a
abrigar sospechas respecto de los personajes pblicos, pero por lo que a m
respecta estoy perfectamente tranquilo en ese captulo. Cuando ingres por
primera vez en la vida pblica, hace casi diecisiete aos, no consagr mis
ideas a las cuestiones de gobierno por motivos de inters, y mi conducta
desde aquel momento hasta ahora as lo demuestra. Advert una oportunidad
en la que cre que poda hacer algn bien y segu exactamente los dictados de
mi corazn. No le libros ni estudi la opinin de otros. Pens por m mis
mo. Lo que ocurri fue lo siguiente:
Derechos del Hombre 231

Comenzar por las cartas otorgadas y las corporaciones.


Es una contradiccin de trminos el decir que una carta
otorga derechos. Acta con efecto contrario: el de arrebatar
derechos. Los derechos pertenecen de forma inherente a to
dos los habitantes; pero las cartas otorgadas, al anular esos
derechos respecto de una mayora, dejan el derecho, por ex
clusin, en manos de unos pocos. Si las cartas estuvieran
constituidas de forma que expresaran en trminos directos
que todo habitante que no sea miembro de una corporacin no ejerci
tar el derecho de voto, esas cartas seran, evidentemente, car
tas no de derechos, sino de exclusiones. El efecto es el mis
mo bajo la forma que tienen actualmente, y las nicas perso
nas a las que se aplican son las personas a las que excluyen.

Durante la suspensin de los gobiernos antiguos en Amrica, tanto antes


del estallido de las hostilidades como durante stas, me impresion el orden
y el decoro con que se realizaba todo, as como la idea de que lo nico que
poda hacer el gobierno era poco ms de lo que la sociedad realizaba natu
ralmente, y de que la monarqua y la aristocracia eran fraudes y engaos qu
se imponan a la humanidad. Conforme a estos principios publiqu el folleto
titulado E l Sentido Comn. El xito que obtuvo fue superior a todos los ocu
rridos desde que se invent la imprenta. Ced mis derechos a cada estado de
la Unin y la demanda fue de nada menos que cien mil ejemplares. Continu
con el tema de la misma manera con el ttulo de Las Crisis hasta el triunfo
total de la revolucin.
Tras la declaracin de la independencia, el Congreso por unanimidad, y
sin mi conocimiemto, me nombr secretario en el departamentQ exterior. Ello
me agrad, pues me dio la oportunidad de estudiar las capacidades de las
cortes extranjeras y su manera de hacer las cosas. Pero un malentendido que
surgi entre el Congreso y yo acerca de uno de sus comisionados a la sazn
en Europa, el Sr. Silas Deane16, me llev a dimitir de mi puesto y rechazar
al mismo tiempo los ofrecimientos pecuniarios hechos por los ministros de
Francia y Espaa, M. Gerard y Don Juane Mirralles17.
Para entonces ya haba conseguido yo la atencin y la confianza de Am
rica hasta tal punto, y tan visible era mi propia independencia, que me per
mita escribir sobre gran variedad de asuntos polticos, tanta que quiz nadie
la haya posedo jams en ningn pas, y lo que es ms extraordinario, mantu
ve aquella variada gama sin disminuir hasta el final de la guerra, y sigo go
zando de ellas hasta hoy da. Como mi objetivo no era egosta, me lanc ade
lante con la decisin, y por fortuna con la disposicin, de no dejarme con
mover por el elogio ni la censura, por la amistad ni la calumnia, ni dejarme
desviar de mi objetivo por ningn altercado personal, y quien no pueda ac
tuar as no est capacitado para actuar en pblico.
Cuando termin la guerra fui de Filadelfia a Borden Town, en la ribera
oriental del Delaware, donde tengo una pequea finca. En aquella poca e(
232 Thomas Paine

Las otras, cuyos derechos quedan garantizados al no serles


arrebatados, no ejercitan ms derechos que ios que les perte
necen como miembros de la comunidad y sin necesidad de
una carta otorgada; y, por lo tanto, todas las cartas no tienen
sino un funcionamiento indirecto y negativo. No es que le
otorguen derechos a A, sino que establecen una diferencia a
favor de A al arrebatar el derecho a B, y en consecuencia
son instrumentos de la injusticia.
Tanto las cartas como las corporaciones tienen un efecto
nocivo ms amplio que el relativo meramente a las eleccio
nes. Son fuentes de inacabables enfrentamientos en los luga
res en que existen, y reducen los derechos comunes de la so
ciedad nacional. Conforme al funcionamiento de estas cartas

Congreso estaba en Prince Town18, a quince millas de distancia, y el gene


ral Washington haba trasladado su cuartel genera) a Rocky Hill, cerca de)
Congreso, con el objeto de renunciar a su mando (dado que el objetivo para
el que lo haba aceptado ya estaba logrado) y de retirarse a la vida privada.
Mientras se hallaba en esta misin me escribi la carta que reproduzco a
continuacin:
Rocky Hill, 10 de septiembre de 1783.

Despus de llegar aqu he sabido que se halla usted en Borden-Town. No


s si con nimos de reposo o de economa. Sea por una de esas dos cosas,
por ambas o por lo que sea, si se sirviera usted venir aqu a tomar algo con
migo, celebrara mucho verlo.
Su presencia puede recordar al Congreso los servicios que anteriormente
ha prestado a este pas, y si de m depende convencerlos, exija todos mis ser
vicios con la mayor libertad, pues los prestar de muy buen grado quien tie
ne un sentido muy vivo de la importancia de las obras de usted y que, con
gran placer, se confirma como su sincero amigo,
G. WASHINGTON.

Durante la guerra, a fines del ao 1780, me form la idea de venir a In


glaterra, y se lo comuniqu ai general Greene19, que se hallaba entonces en
Filadelfia camino hacia el sur, pues a la sazn ei general Washington se ha
llaba a demasiada distancia para comunicar con l inmediatamente. Estaba
yo convencido de que si poda llegar a Inglaterra sin que se supiera, y nada
ms que permanecer a seguro hasta que pudiera sacar a la lu2 una publicacin,
entonces podra abrir los ojos del pas a la locura y la estupidez de su gobier
no. Adverta que los partidos del Parlamento ya se haban comprometido
hasta donde podan llegar y no podan ya comunicar nuevas impresiones el
uno al otro, hl general Greene estaba plenamente de acuerdo con mis opi
niones, pero como inmediatamente despus ocurri el asunto de Arnold y
Andr20, cambi de opinin y, con grandes temores por mi seguridad, me
Derechos del Hombre 233

y corporaciones, no se puede decir que una persona nativa


de Inglaterra sea ingls en el sentido ms pleno de la pala
bra. No goza de la libertad de la nacin de la misma manera
en que la goza un francs en Francia y un americano en
Amrica. Sus derechos se circunscriben al pueblo, y a veces
a la parroquia, en que naci; y todas las dems partes, pese a
tratarse de su pas natal, son para l como un pas extranje
ro. A fin de adquirir una residencia en ellas ha de someterse
a la naturalizacin local mediante la compra, o de lo contra
rio se le prohbe quedarse en el lugar y se lo expulsa de l.
La mayor parte de las ciudades corporativas se hallan en
un estado de decadencia despoblada, y lo nico que les impi
de caer ms en la ruina es alguna circunstancia de su situa
cin, como el estar junto a un ro navegable, o el estar ro
deada de campos feraces. Como la poblacin es una de las
principales fuentes de riqueza (pues sin ella hasta la tierra ca
rece de valor), todo lo que acte para reducirla debe reducir

escribi con gran urgencia desde Annapolis, en Maryland, para que renun-
ciara a mi proyecto, como hice con cierta renuencia. Poco despus de esto
acompa al coronel Laurens, hijo del Sr. Laurens-5, que estaba a la sazn
en la Torre, a Francia por encargo del Congreso. Desembarcamos en Lo-
rient, y mientras yo segua all y l continuaba viaje, ocurri una circunstan
cia que renov mi antiguo proyecto. Entr en Lorient un buque ingls que
iba de Falmouth a Nueva York, con los despachos del gobierno a bordo. El
tomar un buque de carga no es nada extraordinario, pero apenas se creer
que se tomaran los despachos, pues siempre se cuelgan de la ventana de la
cmara en una bolsa que contiene una bala de can, listos para hundirlos
en cualquier momento. La captura, segn se me inform, se realiz median
te la siguiente estratagema: cuando el capitn del corsario Madame que ha
blaba el ingls, se cruz con el buque de carga se hizo pasar por capitn de
una fragata inglesa, e invit a bordo al capitn del carguero, y cuando ste
subi, envi ai carguero a algunos de sus hombres, que tomaron el correo.
Pero cualesquiera fuesen las circunstancias de esta captura, de lo que estoy
seguro es de que ocurri con los despachos del gobierno. Los envi a Pars
el conde de Vergennes", y cuando el coronel Laurens y yo volvimos a
Amrica, llevamos los originales al Congreso.
Por aquellos despachos advert la estupidez del Gabinete ingls, mucho
mejor de lo que hubiera podido de otro modo, y renov mi antiguo proyec
to. Pero el coronel Laurens estaba tan poco dispuesto a regresar solo, dado
especialmente que, entre otras cosas, bamos a cargo de ms de doscientas
mil libras esterlinas en moneda, que ced a sus deseos y acab por renunciar
a mi plan. Pero ahora estoy seguro de que, de haberlo podido ejecutar, no
habra sido un fracaso total. (N ota d tl autor.)
234 Thomas Paine

el valor de las propiedades, y como las corporaciones no


slo tienen esa tendencia, sino directamente ese efecto, no
pueden por menos de ser perjudiciales. De aplicar cualquier
poltica distinta de la libertad general de toda persona de
asentarse donde ella quiera (como ocurre en Francia o en
Amrica), sera ms lgico alentar a los que llegan en lugar
de impedir su admisin mediante la exigencia de que paguen
primas *.
Las personas ms directamente interesadas en la abolicin
de las corporaciones son los habitantes de las ciudades en
que estn establecidas esas corporaciones. Los ejemplos de
Manchester, Birminghan y Sheffield demuestran, por con
traste, el perjuicio que estas instituciones gticas acarrean
para la industria y el comercio. Cabe hallar algunos ejemplos,
como el de Londres, cuyas ventajas naturales y comerciales,
debidas a su situacin sobre el Tmesis, pueden superar los
males polticos de una corporacin, pero en casi todos los
dems casos la fatalidad es demasiado visible para que se
pueda dudar de ella o negarla.
Aunque no toda la nacin est afectada tan directamente *
por la depresin de la propiedad en las ciudades corporativas
como sus propios habitantes, s comparte las consecuencias.
Al reducir el valor de la propiedad, se restringe la cantidad
del comercio nacional. Todo hombre es cliente en propor
cin a su capacidad, y como todas las partes de una nacin
comercian entre s, todo lo que afecte a una de las partes ha
de comunicarse necesariamente al todo.

* Resulta difcil explicar el origen de las cartas otorgadas y de las ciudades


corporativas, salvo suponer que procedan de alguna especie de servicio de
guarnicin. La poca en que se fundaron justifica esta idea. La mayor parte
de esas ciudades han sido guarniciones, y a las corporaciones se las encargaba
del cuidado de las puertas de las ciudades cuando no estaba presente la guar
nicin militar. Su negativa a permitir la entrada a los desconocidos, que ha
producido la costumbre de dar, vender y comprar la libertad, participa ms
del carcter de la autoridad de la guarnicin que del gobierno civil. Los sol
dados gozan de la libertad de las corporaciones en todo el pas, cosa que no
ocurre a otras personas, por el mismo motivo que los soldados gozan de la
libertad de todas las guarniciones. Pueden desempear cualquier empleo,
con permiso de sus oficiales, en cualquier ciudad corporativa de la nacin.
(N ota del autor.)
Derechos del Hombre 235

Como una de las cmaras del Parlamento ingls est cons


tituida en gran medida por las elecciones de esas corporacio
nes, y como es antinatural que de una fuente sucia mane
un agua pura, sus vicios no son sino una continuacin de los
vicios de su origen. Un hombre con honor moral y buenos
principios polticos no puede someterse a la rutina mezqui
na y a los lamentables artilugios por los que se llevan a cabo
esas elecciones. Para ser un candidato con xito debe carecer
de todas las cualidades que adornan a un legislador justo, y
al estar as disciplinado para la corrupcin por el modo en el
que llega al Parlamento, no es de esperar que el representan
te sea mejor que el hombre.
El Sr. Burke, al hablar de la representacin inglesa, ha
lanzado el desafo ms temerario que jams se diera en la
poca de la caballera. Nuestra representacin, dice, se ha
considerado perfectamente suficiente para todos os propsitos para
los que se puede desear o idear una representacin del pue
blo. Desafo, contina, a los enemigos de nuestra constitu
cin a que demuestren lo contrario. Esta declaracin de un
hombre que ha estado en permanente oposicin a todas las
medidas del Parlamento durante toda su vida poltica, salvo
un ao o dos, es de lo ms extraordinario, y al compararlo a
l consigo mismo no permite ms alternativa sino que ha ac
tuado en contra de su propio juicio como miembro, o ha de
clarado en contra de l como autor.
Pero no es slo en la representacin donde residen los de
fectos, y por ello paso a continuacin a ocuparme de la aris
tocracia.
Eso que llaman Cmara de los Pares est constituido so
bre bases muy parecidas a aquellas contra las que en otros
casos existe una ley. Equivale a una combinacin de perso
nas con un slo inters comn. No cabe aducir un motivo
mejor para que una cmara legislativa est compuesta total
mente por hombres cuya ocupacin consiste en alquilar bie
nes races que para que est integrada por quienes los arrien
dan, o por cerveceros, o panaderos, o cualquier otra clase
distinta de gente.
El Sr. Burke califica a esa cmara de la gran base y pilar de
seguridad para quienes poseen tierras. Examinemos esta idea.
236 Thomas Paine

Qu pilar de seguridad necesitarn quienes poseen tierras


ms que cualquier otro grupo en el Estado, ni qu derecho
tiene a una representacin separada y distinta del inters ge
neral de la nacin? La nica utilizacin que cabe hacer de ese
poder (y que siempre se ha hecho) es eludir las contribuciones y
arrojar la carga de stas sobre los artculos de consumo que a
ellos mismos menos les afectarn.
El que esto ha sido siempre la consecuencia (y siempre
ser la consecuencia) de edificar gobiernos sobre la base de
grupos aislados es algo evidente con respecto a Inglaterra
por la historia de sus contribuciones.
Pese a que stas han aumentado y se han multiplicado res
pect de todos los artculos de consumo comn, la contribu
cin territorial, que afecta ms particularmenta a este pilar,
ha disminuido. En 1778, el volumen de la contribucin te
rritorial era de 1.950.000 libras esterlinas, que es medio mi
lln menos de lo que produca hace casi cien aos *, pese a
que en muchos casos las rentas se han duplicado desde en
tonces.
Antes de la llegada de la dinasta de Hannover, las contri
buciones se dividan en proporciones casi iguales entre la
tierra y los artculos de consumo, y ms bien era la tierra la
que aportaba la mayor parte; pero desde entonces se han im
puesto casi trece millones anuales de nuevas contribuciones
sobre el consumo, la consecuencia de lo cual ha sido un au
mento constante del nmero y de la miseria de los pobres, y
del volumen de las tasas de beneficencia. Pero, una vez ms,
la carga no recae en proporciones iguales sobre la aristocra
cia en comparacin con el resto de la comunidad. Sus resi
dencias, sean en la ciudad o en el campo, no se mezclan con
las viviendas de los pobres. Viven alejados de la pobreza y
de los gastos de aliviarla. Es en las ciudades manufactureras
y en las aldeas laboriosas donde ms recaen esas cargas, y en
muchas de ellas lo que ocurre es que una clase de pobres
ayuda a otra.
Afgunas de Jas contribuciones m is pesadas y rentables

* Vase la obra de Sir John Sinclair History o f the Revenue. La contribucin te-
rritorialen 1646 fue de 2.473.499 libras. (N ota del autor.)
Derechos del Hombre 237

estn ideadas de manera que eximan a ese pilar, que de ese


modo se levanta para apoyarse a s mismo. La contribucin
sobre la cerveza fabricada para la venta no afecta a la aristo
cracia, que fabrica su propia cerveza sin pagar ese derecho.
Slo recae sobre quienes no tienen los medios ni la capaci-
para fabricarla, y que han de comprarla en pequeas cantida
des. Pero, qu pensar la humanidad de la justicia de las
contribuciones cuando sepa que slo esta citada, de la que
est exenta la aristocracia por las circunstancias, es casi igual
a toda la contribucin territorial, pues en el ao 1778, y hoy
da no es menor, ascendi a 1.666.152 libras esterlinas, y si
se suma la proporcin de las contribuciones de la malta y el
lpulo es incluso superior? El que un solo artculo, que con
sume slo una parte de la poblacin, y sobre todo la parte
trabajadora, est sometido a una constitucin igual a toda la
renta de la tierra de una nacin es, quiz, un hecho sin para
lelo en las historias de los fiscos.
Esta es una de las consecuencias que se siguen de que una
cmara legislativa est formada sobre la base de una agrupa
cin de intereses en comn; pues cualquiera que sea su pol
tica separada como partidos, en eso estn unidos. El que una
agrupacin as acte para elevar el precio de un artculo en
venta, o los salarios, o el que acte para imponer contribu
ciones no a s misma, sino a otra clase de la comunidad, el
principio y el efecto son los mismos, y si lo uno es ilegal, re
sultar difcil demostrar que lo otro debiera existir.
De nada vale decir que las contribuciones se proponen
primero en la Cmara de los Comunes, pues como la otra c
mara siempre puede negarse, siempre puede defenderse, y
sera ridculo suponer que su aquiescencia a las medidas que
se van a proponer no es algo que se tiene en cuenta de ante
mano. Adems, ha obtenido tanta influencia con los camba
laches entre distritos, y hay tantos de sus parientes y amigos
distribuidos en ambos bandos de los comunes, que adems
de darle la negativa absoluta en una cmara, tambin le ofre
ce una preponderancia en la otra en todos los asuntos que
son de inters mutuo.
Resulta difcil descubrir lo que significa la frase de quienes
poseen tierras, salvo que signifique una agrupacin de terrate
238 Thomas Paine

nientes aristocrticos que oponen su propio inters pecunia


rio al del agricultor y a todos los sectores del comercio inter
no y externo y de la manufactura. En todos los dems res
pectos, es el nico inters que no necesita una proteccin
parcial. Goza de la proteccin general del mundo. A todo in
dividuo, alto o bajo, le interesarn los frutos de la tierra;
hombres, mujeres y nios de todas las edades y calidades
preferirn ayudar al agricultor antes de que se pierda una co
secha, cosa que no haran en relacin con ningn otro, tipo
de actividad. Es la nica por la que se elevan las plegarias
comunes de la humanidad, y la nica que nunca puede fraca
sar por falta de medios. No interesa a la poltica, sino a la
existencia del hombre, y cuando ella cesa, cesa de existir l.
Ningn otro inters de una nacin goza del mismo apoyo
unnime. El comercio, las manufacturas, las artes, las cien
cias, todo lo dems, en comparacin con esto, no reciben
sino un apoyo parcial. La prosperidad o la decadencia de
esas otras actividades no tienen la misma influencia univer
sal. Cuando los valles ren y cantan no es slo el agricultor,
sino toda la creacin quien se alegra. Se trata de una prospe
ridad que excluye toda envidia, cosa que no cabe decir de
ninguna otra.
Por qu, pues, habla el Sr. Burke de esta Cmara de los
Pares como si fuera el pilar de quienes poseen tierras? Si a
ese pilar se lo tragara la tierra, sta seguira existiendo, y
continuaran la misma labranza, el mismo sembrado, y la
misma recoleccin. La aristocracia no la forman los agricul
tores que trabajan la tierra y cultivan sus productos, sino que
se trata de unos meros consumidores de la renta, y cuando
ello se compara con el mundo activo, son los znganos, un
serrallo de machos que ni renen la miel ni forman la colme
na, sino que existen nicamente para disfrutar en medio del
ocio.
El Sr. Burke, en su primer ensayo, calific a la aristocracia
de capitel corintio de la sociedad educada. A fin de completar la
figura, ahora ha aadido la de pilar, pero todava le falta la
base, y cuando quiera que una nacin opte por actuar como
Sansn, no por ceguera, sino por osada, ah se hundir el
templo de Dagn, con todos los lores y todos los filisteos.
IVrechos del Hombre 239

Si una cmara legislativa ha de estar integrada por hom


bres de una clase con el objetivo de proteger unos intereses
propios, todos los dems intereses deberan tener lo mismo.
La desigualdad, as como la carga de la contribucin se debe
a que se admite en un caso, y no en todos. Si hubiera una c
mara de los agricultores, no habra leyes de caza; o si hubiera
una cmara de comerciantes y fabricantes, las contribuciones
no seran tan desiguales ni tan excesivas. Como la facultad
de imponer contribuciones se halla en manos de quienes
pueden eludir una parte tan grande de ellas, por eso se han
impuesto sin freno.
Los hombres de medios pequeos o moderados se ven
ms perjudicados por la imposicin de contribuciones sobre
los artculos de consumo que por su exencin respecto de los
bienes races por los siguientes motivos:
Primero. Consumen ms de los artculos productivos im
ponibles en proporcin a su propiedad que quienes tienen
grandes fincas.
Segundo. Suelen residir sobre todo en ciudades, y su pro
piedad consiste en casas, y el aumento de las tasas de benefi
cencia, ocasionado por las contribuciones sobre el consumo,
alcanza una proporcin mucho mayor de lo que se ha permi
tido a la contribucin territorial. En Birmingham, las tasas
de beneficencia son nada menos que siete chelines por libra.
Y , como ya hemos visto, la aristocracia est en gran medida
exenta de ellas.
Estos no son sino algunos de los males que se derivan de
la malhadada existencia de la Cmara de los Pares.
Como agrupacin, siempre puede deshacerse de una parte
considerable de las contribuciones, y como cmara heredita
ria, que no es responsable ante nadie, se parece a un burgo
podrido, cuyo consentimiento cabe recabar por inters. En
tre sus miembros son pocos los que no participan de una
forma u otra en la hacienda pblica o pueden disponer de
ella. Uno resulta ser lord de la candela, o lord camarero;
otro lord del dormitorio, o paje de la estola, o cualquier
puesto nominal e insignificante que lleva anejo un sueldo,
pagado con cargo a las contribuciones pblicas, y que evita
la apariencia directa de la corrupcin. Esas situaciones son
240 Thomas Paine

derogatorias del carcter del hombre, y cuando alguien se


somete a ellas, no puede residir en l honor alguno.
A todo esto deben aadirse mltiples personas a cargo, la
larga lista de las ramas segundonas y los parientes lejanos, a
los que se ha de atender a expensas del erario pblico; en resu
men, si se hiciera un clculo de lo que le cuesta la aristocracia
a una nacin, se averiguara que resulta casi tanto como el sus
tento de los pobres. Slo el duque de Richmond (y hay ca
sos parecidos al suyo) se lleva tanto para s mismo como cos
tara mantener a dos mil personas pobres y ancianas. Es,
pues, de extraar que bajo tal sistema de gobierno se hayan
multiplicado las contribuciones y los tributos hasta su medi
da actual?
Al exponer estos asuntos hablo con un idioma abierto y
desinteresado, que no me ha dictado pasin alguna, salvo la
de la humanidad. A m, que no slo he rechazado ofreci
mientos porque me parecan incorrectos, sino que he decli
nado recompensas que podra haber aceptado sin que sufrie
ra mi reputacin, no me extraa que la mezquindad y el en
gao parezcan repugnantes. Hallo mi felicidad en la inde
pendencia, y contemplo las cosas como son, sin considerar el
lugar ni la persona; mi patria es el mundo, y mi religin ha
cer el bien21.
El Sr. Burke, al hablar de la ley aristocrtica de la primo-
genitura, dice: Es la ley constante de nuestro sistema de
tranmisin de tierras; y una ley que sin duda tiende, y a mi
juicio, contina, tiende felizmente, a mantener un carcter
de estabilidad y de solidez.
El Sr. Burke puede decir de esta ley lo que le agrade, pero
la humanidad y la reflexin imparcial la denunciarn como
una injusticia brutal. Si no estuviramos acostumbrados a su
prctica cotidiana, y si nicamente la conociramos como la
ley de una parte remota del mundo, concluiramos que los
legisladores de esos pases no habran llegado todava a un
estado de civilizacin.
En cuanto a que mantenga un carcter de estabilidad y so
lidez, a m me parece que ocurre exactamente lo contrario.
Es un atentado al carcter, una especie de piratera contra la
propiedad familiar. Quiz d estabilidad a los arrendatarios
Derechos del Hombre 241

dependientes, pero no aporta ninguna a escala nacional, y


mucho menos universal. Por lo que a m respecta, mis pa
dres no pudieron darme ni un cheln ms de lo que me die
ron en mi educacin, y para eso tuvieron que apretarse el
cinturn; sin embargo, poseo ms de eso que en el mundo
llaman solidez que cualquiera del catlogo de aristcratas del
Sr. Burke.
As, tras lanzar una ojeada a algunos de los defectos de las
dos cmaras del Parlamento, paso a ocuparme de eso que lla
man la corona, acerca de la cual ser muy conciso.
* Significa un cargo nominal de un milln de libras es
terlinas al ao, cuya nica tarea consiste en recibir ese dine
ro. El que esa persona sea sabia o necia, cuerda o loca, hija
del pas o extranjera, no importa. Cada ministerio acta con
forme a la misma idea de la que escribe el Sr. Burke, esto es,
la de que hay que mantener al pueblo con anteojeras, en una
ignorancia supersticiosa con un coco u otro; y eso que lla
man la corona responde a este fin, y por ende responde a to
dos los fines que cabe esperar de ella. Es ms de lo que se
puede decir de las otras dos ramas.
El peligro al que se ve expuesto este cargo en todos los
pases no procede de nada que le pueda ocurrir al hombre,
sino de lo que le puede ocurrir a la nacin: el peligro de vol
ver en s.
Ha venido siendo tradicional calificar a la corona de po
der ejecutivo, y la costumbre se mantiene, aunque han deja
do de existir los motivos para ello.
* Este prrafo y el siguiente quedaron omitidos en la edicin de Symonds,
con el siguiente comentario: Aqu siguen, en la edicin original, dos prra
fos en la pg. 107 que en total son unas once lneas con el mismo tipo que
en esta edicin. Esos dos breves prrafos s interpretan en la instruccin
como asunto procesadle, pero lo que no puedo comprender es sobre qu ba
ses puede apoyarse ese procesamiento. Todas las partes de las que se compo
ne un gobierno deben estar por igual plenamente expuestas al examen y la
investigacin, y cuando no ocurre as, el pas no se halla en un estado de li
bertad, pues es nicamente mediante el ejercicio libre y racional de ese dere
cho como se pueden detectar y solucionar los errores, los engaos y los ab
surdos, sea en cada una de las partes o en el todo. Si hay alguna parte del go
bierno en la que ms debera insistir una nacin que en otra es en la parte
que a la nacin le cuesta ms dinero, y que en Inglaterra recibe el nombre de
la corona. (N ota del /., tomada bsicamente de B m aerj poner.)
242 Thomas Paine

Se la calificaba de ejecutivo porque la persona a la que de


signaba actuaba antes con carcter de juez, en la administra
cin o ejecucin de las leyes. Entonces los tribunales eran
parte de la corte. Por ende, el poder al que ahora se califica
de judicial es lo que a la sazn se calificaba de ejecutivo, y en
consecuencia el uno o el otro de los trminos es redundante,
y uno de los cargos es intil. Cuando hoy da hablamos de la
corona, no significa nada y no se refiere a un juez ni a un ge
neral; adems de lo cual, son las leyes las que gobiernan, y
no el hombre. Se mantienen los trminos antiguos, con obje
to de dar una apariencia de solidez a formas vacas, y el ni
co efecto que tienen es el de aumentar los gastos.
Antes de pasar a los medios de hacer que los gobiernos
sean ms conducentes a la felicidad general de la humanidad
de lo que lo son hoy da, no sera inoportuno examinar cmo
han evolucionado las contribuciones en Inglaterra.
Existe una idea general de que una vez impuestas las con
tribuciones, nunca desaparecen. Por cierto que esto sea, no
siempre ha sido as. Por ende, o bien las gentes de antao
ejercan sobre el gobierno una vigilancia mayor que las de
hogao, o el gobierno se administraba con menos despilfa
rro.
Hace ya setecientos aos de la conquista normanda y del
establecimiento de eso que llaman la corona. Si se divide este
lapso de tiempo en siete perodos separados de cien aos
cada uno, el volumen de las contribuciones anuales, en cada
perodo, ser el siguiente:
Libras
esterlinas

Volumen anual de las contribuciones recaudadas


por Guillermo el Conquistador, a partir del ao
1066 400.000
Volumen anual de las contribuciones recaudadas
en los cien aos siguientes a la conquista
(1166) 200.000
Volumen anual de las contribuciones recaudadas
en el segundo siglo siguiente a la conquista
( 1 2 6 6 ) ....................................................................... 150.000
Derechos del Hombre 243

Libras
esterlinas

Volumen anual de las contribuciones recaudadas


en el tercer siglo siguiente a la conquista
(1 3 6 6 ) .......................................... ............................ 130.000
Volumen anual de las contribuciones recaudadas
en el cuarto siglo siguiente a la conquista
(1 4 6 6 ) ....................................................................... 100.000

Estos estados, y los que siguen, se toman de la obra de sr


John Sinclair H istorj qf the Revenue, y de ellos se desprende
que las contribuciones fueron disminuyendo constantemente
durante cuatrocientos aos, es decir, pasaron de cuatrocien
tas mil libras a cien mil. El pueblo de la Inglaterra de hoy
tiene una idea tradicional e histrica de la valenta de sus an
tepasados, pero cualesquiera que fuesen sus virtudes o sus
vicios, desde luego era un pueblo que no se dejaba engaar y
que frenaba a los gobiernos en lo que haca a las contribucio
nes, aunque no a los principios. Aunque no pudieron desha
cerse de la usurpacin monrquica, la limitaron a una econo
ma republicana de las contribuciones.
Examinemos ahora los trescientos aos restantes:

Libras
esterlinas

Volumen anual de las contribuciones recaudadas


en el quinto siglo siguiente a la conquista
( 1 5 6 6 ) ..................... ........................................... 500.000
Volumen anual de las contribuciones recaudadas
en el sexto siglo siguiente a la conquista
( 1 6 6 6 ) .................... ............................................ 1.800.000
Volumen anual de las contribuciones recaudadas
actualmente (1791) ........................................... 17.000.000

La diferencia entre los primeros cuatrocientos aos y los


trescientos ltimos es tal que justifica la opinin de que
el carcter nacional de los ingleses ha cambiado. A los ingle
244 Tilomas Paine

ses antiguos hubiera sido imposible imponerles el exceso de


contribuciones que existe hoy da, y cuando se considera que
la paga del ejrcito, la marina y los agentes del fisco es hoy
da la misma que hace cien aos, cuando las contribuciones
no eran ms que la dcima parte de lo que son en la actuali
dad, parece imposible explicar tan enorme gasto por motivos
distintos del despilfarro, la corrupcin y la intriga *.
Con la revolucin de 1688, y ms an desde la sucesin
de Hannover, lleg el sistema destructivo de las intrigas con
tinentales y la mana de las guerras extranjeras y de la domi
nacin en el extranjero, sistemas de misterio tan seguro que
sus gastos no se pueden contabilizar: una sola partida represen
ta millones. Resulta imposible calcular hasta dnde habran lle
gado las contribuciones si la Revolucin Francesa no hubiera
ayudado a poner fin al sistema y a terminar con los pretextos. Si
se contempla esa revolucin, como sera lgico, como el medio
afortunado de reducir la carga de las contribuciones de ambos
pases, tiene tanta importancia para Inglaterra como para Fran
cia, y si acierta a introducir las mejoras y todos los beneficios de
que es capaz, y hacia los que se encamina, merece provocar tan
to regocijo en un pas como en el otro.

* Varios de los peridicos de la corte han venido mencionando ltima


mente a Wat Tyler. El que su memoria se vea ultrajada por cortesanos adu
ladores y por quienes viven a costa del pblico es algo que no debe extraar.
Pues l fue el medio de frenar el ultraje y la injusticia de las contribuciones
en su poca, y la nacin le debi mucho a su valor. En trminos concisos, su
historia es la siguiente: En tiempos de Ricardo II se impuso una contribu
cin personal de un cheln por cabeza a toda persona de ms de quince aos
de edad, cualquiera fuese su estado o condicin, tanto a los pobres como a
los ricos. Si la ley favoreca a alguien era ms bien a los ricos que a ls po
bres, pues a nadie se le poda cobrar ms de veinte chelines por l mismo, su
familia y sus sirvientes, por muchos que fueran, mientras que a todas las de
ms familias de menos de veinte personas se les cobraba por cabeza. Esas
contribuciones de capitacin siempre han sido odiosas, pero como stas ade
ms eran opresoras e injustas, excitaron, como por fuerza haba de ocurrir,
el repudio universal de las clases pobres y medias. La persona conocida por
el nombre de Wat Tyler, por su nombre de Walter y su oficio, que era el de
tejador, viva en Deptford. El recaudador de la contribucin por capitacin,
cuando lleg a su casa, le pidi que pagara la de una de sus hijas, que Tyler
declar tena menos de quince aos. El recaudador insisti en convencerse
de ello, e inici un examen indecente de la muchacha, lo cual irrit tanto a
su padre que le asest un martillazo que lo lanz por tierra y le caus la
Derechos del Hombre 245

Para continuar con este tema, empezar con la cuestin


que primero se plantea, la de reducir la carga de las contri
buciones y despus aadir las materias y las proposiciones,
con respecto a los tres pases de Inglaterra, Francia y Amri
ca que la perspectiva actual de las cosas parece justificar. Me
refiero a una alianza de los tres para los fines que se mencio
narn en lugar adecuado.
Lo que ha ocurrido una vez puede ocurrir otra. Por la ex
posicin hecha ms arriba de la evolucin de las contribucio
nes, se aprecia que stas se redujeron a una cuarta parte de
lo que eran antes. Aunque las circunstancias actuales no per
miten la misma reduccin, s admiten, no obstante, un co
mienzo que lleve a lograr ese fin en menos tiempo que la
otra vez.
El volumen de las contribuciones el ao que termin el
da de San Miguel de 1788 fue el siguiente:

Libras
erterlinas

Contribucin territorial........................................ 1.950.000


Aduanas ................................................................ 3.789.274
Consumo (comprendidas la maltanueva y vieja) 6.751.727
Timbre ................................................................... 1.278.214
Contribuciones varias e incidentales.................. 1.803.755

T o ta l.......................................................... 15.572.970

muerte. Esta circunstancia sirvi para hacer que estallara el descontento.


Los vecinos hicieron suya la causa de Tyler, a quien en unos das se unieron,
segn algunos historiadores, ms de cincuenta mil hombres, que lo escogie
ron por jefe. Con esta fuerza march a Londres para exigir que se aboliera la
contribucin y se reparasen otros agravios. La corte, al hallarse en situacin
desesperada, sin posibilidades de resistencia, acept, con Ricardo a su cabe
za, celebrar una conferencia con Tyler en Smithfield, con muchas profesio
nes amables, al estilo cortesano, de estar dispuesta a desagraviar a los opri
midos. Mientras Ricardo y Tyler estaban conversando sobre estos asuntos,
ambos a caballo, Walworth, que era a la sazn el alcalde de Londres y una
de las criaturas de la corte, observ una oportunidad y apual a Tyler con
una daga, y como le cayeran encima dos o tres ms, qued sacrificado al ins
tante.
246 Thomas Paine

Desde el ao 1788 se han impuesto contribuciones nuevas


por ms de un milln, aparte del producto de las loteras, y
como las contribuciones han sido en general ms producti
vas que antes, cabe decir que la suma, en nmeros redondos,
es de 17.000.000 de libras esterlinas.
N.B.Los gastos de recaudacin y las prdidas, que juntos
suman casi dos millones, se cargan a la cifra bruta, y la suma
indicada es la neta que revierte al erario.
Esta suma de diecisiete millones se aplica a dos fines dife-
rentes, uno de los cuales es pagar los intereses de la deuda
nacional, y el otro los gastos corrientes de cada ao. Unos
nueve millones se destinan al primero, y el resto, que son
casi ocho millones, al segundo. En cuanto al milln que se
dice se aplica a la reduccin de la deuda, equivale a pagar
con una mano y sacar con la otra, de tal modo que no mere
ce mucha atencin.
Francia tuvo la suerte de poseer bienes nacionales para
amortizar su deuda, y reducir as sus contribuciones, pero
como en Inglaterra no sucede lo mismo, no puede reducir
las contribuciones sino mediante la reduccin de los gastos
corrientes, cosa que puede hacerse hoy da hasta una cifra de
cuatro o cinco millones al ao, como aparecer ms adelan
te. Cuando se logre esto, servir para compensar de sobra la
i torme carga de la guerra americana, y el ahorro proceder
d, la misma fuente de la que surgi el mal.
En cuanto a la deuda nacional, por mucho que pese el in-
t rs sobre las contribuciones, sirve para mantener vivo un
capital til para el comercio, equilibra con sus efectos una
parte considerable de su propio peso, y como la cantidad de
oro y plata existente en Inglaterra es, por unos u otros moti

Parece que Tyler era un hombre intrpido y desinteresado con respecto a


s mismo. Todas las propuestas que le hizo a Ricardo tenan motivos ms
justos y pblicos que las formuladas a Juan por los barones, pese a las actitu
des aduladoras de los historiadores y de hombres como el Sr. Burke, que tra
tan de glosar una accin vil de la corte mediante el insulto a Tyler, cuya
fama vivir ms tiempo que sus falsedades. Si los barones merecan que se
les erigiera un monumento en Runnymede, Tyler merece otro en Smirhfield.
(Nota del autor.)
Derechos del Hombre 247

vos, inferior a lo que debera ser * (pues no es ms que de


veinte millones, cuando debera ser de sesenta), sera una mala
poltica, adems de ser injusto, extinguir un capital que sirve
para suplir ese defecto. Pero con respecto a los gastos co
rrientes, todo lo que se economice en ellos es ganancia. El
exceso puede servir para mantener viva la corrupcin, pero
no produce una reaccin favorable al crdito y al comercio
como la que tiene el inters de la deuda **.
Hoy es muy probable que el gobierno ingls (no me refie
ro a la nacin inglesa) sea enemigo de la Revolucin France
sa. Todo lo que sirva para denunciar la intriga y reducir la
influencia cortesana al disminuir las contribuciones ser mal
acogido por quienes se alimentan de los despojos. Mientras
se pudo mantener el clamor de la intriga francesa, el poder
arbitrario, el papismo y los zuecos de madera24, era fcil cal
mar a la nacin y alarmarla para que pagara las contribucio
nes. Pero ya ha pasado esa poca; el engao, es de esperar,
ha recolectado su ltima cosecha, y hay en perspectiva tiem
pos mejores para ambos pases y para el mundo.
De dar por seguro que se puede formar una alianza entre
Inglaterra, Francia y Amrica, para los fines que se mencio
narn a continuacin, se podrn reducir en consecuencia los
gastos nacionales de Francia e Inglaterra. Ninguna de ellas
necesitar ya las mismas flotas y los mismos ejrcitos, y la
reduccin puede hacerse barco por barco por ambas partes.
Pero para alcanzar esos objetivos, los gobiernos deben forzo
samente adecuarse a un principio comn y correspondiente.
Jams podr establecerse la confianza mientras exista dispo
sicin hostil en una de ellas, o mientras el misterio y el se
creto de una parte se enfrente con la sinceridad y la apertura de
la otra.
Una vez reconocido esto, podran reducirse los gastos na
cionales, a fin de crear un precedente, a lo que eran en algn pe
rodo en que Francia e Inglaterra no eran enemigas. Esto, en

* Las intrigas extranjeras, las guerras extranjeras y los dominios extranje


ros explicarn en gran medida esa deficiencia. (Nota del autor.)
* * Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N . del T.)
248 Thomas Paine

consecuencia, debe ser anterior a la sucesin hannoveriana,


as como a la revolucin de 1688 *.
El primer ejemplo que se presenta, anterior a estas fechas,
es en los tiempos de enorme despilfarro y prodigalidad de
Carlos II, en cuya poca Inglaterra y Francia actuaban como
aliadas. Si he escogido un perodo de gran derroche es por
que eso servir para dejar todava peor a la extravagancia ac
tual, dado especialmente que la paga de los oficiales de la
marina, el ejrcito y el fisco no ha aumentado desde aquella
poca.

* Por azar me encontraba en Inglaterra durante la celebracin del cente-


nario de la Revolucin de 1688. Siempre me han parecido detestables los
personajes de Guillermo y Mar/a el uno que trataba de destruir a su to, y
la otra a su padre, para llegar ellos mismos al poder , pero, como la nacin
estaba dispuesta a pensar que aquel acontecimiento era algo importante, me
doli ver cmo atribua toda la reputacin de ello a un hombre que se haba
comprometido en el asunto como en una empresa y que, adems de las otras
cosas que obtuvo, cobr seiscientas mil libras esterlinas por los gastos de la
pequea flota que lo haba trado de Holanda. Jorge I actu con tanta mez
quindad como haba hecho Guillermo, y compr el ducado de Bremen con
el dinero que obtuvo de Inglaterra, doscientas cincuenta mil libras adems
de su sueldo de rey. O sea, que lo compr a expensas de Inglaterra, y lo aa
di a sus dominios hannoverianos en su propio beneficio privado. De hecho,
toda nacin que no se gobierna s misma se ve gobernada como una em
presa. Inglaterra ha sido la presa de aprovechados desde l Revolucin. Nota
del autor.)
[Como esta nota form parte del auto de procesamiento contra Tom Pai
ne, ste la omiti de la edicin de Symonds y en su lugar insert la siguien-
te:i
En la pgina 116 de la edicin original de esta obra hay una nota en la
cual se hacen observaciones parecidas a las de otros autores sobre los perso
najes de Guillermo y Mara, el amo que combati a su to y la otra a su pro
pio padre. El Dr. Johnson25, creo, mientras cobraba incluso una pensin de
la actual corte, se expres en trminos de desaprobacin ms fuertes que yo.
Quienes mejor pueden explicar por qu se ha producido ahora un cambio de
poltica, por qu se dicta auto de procesamiento ahora por lo que en otro
tiempo estaba permitido y aparentemente fomentado, son las personas inte
resadas. En la misma nota se dice que Guillermo cobr seiscientas mil libras
por los gastos de la flota holandesa que lo trajo de Holanda, y que Jorge I
compr los ducados de Bremen y Verden con doscientas cincuenta mil li
bras que recibi de Inglaterra, y los aadi a sus dominios hannoverianos
para su propio uso. La nota en que figuran estos asuntos ha quedado inclui
da en el auto de procesamiento, pero no puedo explicar para qu.
La cuenta de los gastos presentada respecto de la flota holandesa expues
ta en la Htstory o f tbe Revenue (Historia del Erario), ya citada, de sir John Sin-
Derechos del Hombre 249

El presupuesto de paz era entonces el siguiente (vase la


Historia del Erario de Sir John Sinclair):

Libras
esterlinas

Marina. . . 300.000
Ejrcito . . 212.000
Maestranza 40.000
Lista Civil 426.115

Total 1.014.115

Sin embargo, el Parlamento estableci todo el presupuesto


anual de paz en 1.200.000 libras *. Si nos retrotraemos a la
poca de Isabel, el volumen de todas las contribuciones era
slo de medio milln, pero la nacin no advierte nada en ese
perodo como para atribuirle el reproche de falta de solidez.
Si se suman, pues, todas las circunstancias creadas por la
Revolucin Francesa, por la creciente armona y el inters
recproco de ambas naciones, por la abolicin de las intrigas
cortesanas en ambas partes y el progreso de los conocimien
tos de la ciencia de gobernar, el gasto anual podra reducirse
a un milln y medio, como sigue:

clair (Parte tercera, pg. 40) fue de 686.500 libras esterlinas, y el Parlamento
la redujo a 600.000 libras. Y en 1701 la Cmara de los Comunes aprob una
resolucin por la que parece que Guillermo no era muy escrupuloso ni muy
cuidadoso en sus gastos del dinero ingls. La resolucin dice lo siguiente:
Que es notorio que se han dado a su majestad (es decir, al mencionado Gui
llermo) muchos millones de libras para el servicio del pblico, de los que to
dava no se han recibido las cuentas. Vase el Diario.
En cuanto a la compra de Bremen y Verden con el dinero obtenido de In
glaterra por Jorge I, los Diarios del Parlamento demostrarn que es un he
cho, y la oposicin con que tropez en el Parlamento demostrar la manera
en que de forma muy generalizada lo consider la faccin. (N ota del autor.)
* Como Carlos, al igual que sus predecesores y sucesores, averigu que la
guerra era la cosecha de los gobiernos, inici una guerra contra los holande
ses. cuyo costo hizo elevarse los gastos anuales a 1.800.000 libras, como se
expone bajo ia fecha de 1666, pero el presupuesto de paz fue de slo
1.200.000 libras esterlinas. (N ota del autor.)
250 Thomas Paine

Libras
esterlinas

Marina..................... 500.000
E jrcito .................. 500.000
Gastos del gobierno 500.000

Total 1.500.000

Incluso esta suma es seis veces ms de lo que son los gas


tos del gobierno en Amrica, aunque la gobernacin civil in
terna de Inglaterra (me refiero a la administrada por tribuna
les de primera y segunda instancia y jurados, que de hecho es
casi el todo, y que corre a cargo de la nacin) resulta menos
onerosa para el erario que la misma especie y parte del go
bierno resulta en Amrica.
Ya es hora de que las naciones sean racionales y no se las
gobierne como a animales, para el placer de sus jinetes. Al
leer la historia de los reyes, uno se sentira casi inclinado a
suponer que el gobierno consista en una cacera de ciervos,
y que toda nacin pagaba un milln al ao a un cazador. El
hombre debera sentir suficiente orgullo o vergenza para
sonrojarse ante este engao de que se le hace objeto, y cuan
do alcance su verdadero carcter, los sentir. En tomo a to
dos los temas de esta ndole, a menudo pasa por la mente
una serie de ideas que todava no se ha acostumbrado a fo
mentar y comunicar. Frenado por algo que adopta el carc
ter de la prudencia, acta como un hipcrita ante s mismo,
y no digamos ante los dems. No obstante, resulta curioso
observar la rapidez con que se puede disipar este hechizo.
Una sola expresin, concebida y expresada con claridad, de
vuelve a veces a toda una colectividad sus propios senti
mientos, y se puede actuar con naciones enteras de la misma
guisa.
En cuanto a los cargos que puedan integrar cualquier go
bierno civil, poco importan los nombres que se les den. En la
rutina de las cosas, como se ha observado anteriormente,
poco importa que a un hombre se le llame presidente, rey,
emperador o senador, o lo que sea; es imposible que ningn
Derechos del Hombre 251

servicio que pueda prestar merezca de una nacin ms de


diez mil libras esterlinas al ao, y como a nadie se le debe
pagar ms de lo que merecen sus servicios, ningn hombre de
nimo honesto aceptar ms. El dinero pblico debera to
carse con la ms escrupulosa conciencia del honor. No es slo
producto de las riquezas, sino de lo duramente ganado por
los trabajadores y los pobres. Procede incluso de la amargura
de la necesidad y la miseria. No pasa por las calles ni perece
en ellas un solo mendigo cuyo bolo no forme parte de esa
masa.
Si fuera posible que el Congreso de Amrica se equivocara
tanto en cuanto a su deber y al inters de sus electores como
para ofrecer al general Washington, como presidente de
Amrica, un milln al ao, l no querra, ni podra, aceptar
lo. Su sentido del honor es de otro tipo. Ha costado a Ingla
terra casi setenta millones de libras esterlinas mantener a
una familia importada del extranjero, de capacidad muy infe
rior a la de millares de la nacin; y apenas s ha pasado un
ao que no haya producido una nueva solicitud mercenaria.
Incluso las facturas de los mdicos se han enviado al pblico
para que ste las pague. No es de extraar que las prisiones
estn llenas, y que las contribuciones y los tributos para la
beneficencia vayan en aumento. En estos sistemas no es de
esperar nada sino lo que ya ha ocurrido, y en cuanto a las re
formas, cuando stas lleguen han de proceder de la nacin y
no del gobierno.
A fin de demostrar que la suma de quinientas mil libras es
ms que suficiente para sugrafar todos los gastos del gobier
no, salvo los de las flotas y los ejrcitos, se aade el siguiente
clculo, vlido para cualquier pas de las mismas dimensio
nes que Inglaterra.
En primer lugar, trescientos representantes, imparcial-
mente elegidos, son suficientes para todos los fines a los que
se pueda aplicar la legislacin, y preferibles a un nmero
mayor. Se pueden dividir en dos o tres cmaras, o reunirse
en una, como en Francia, o de cualquier manera que indique
una constitucin.
Como en los pases libres siempre se considera que la re
presentacin es la ms honrosa de todas las categoras, el
252 Thomas Paine

subsidio que se les paga sirve nicamente para atender a los


gastos que efectan los representantes por causa de ese ser
vicio, y no se les paga como sueldo de un cargo.

Libras

Si se paga una subvencin de un volumen de qui


nientas libras al ao a cada representante, con
deducciones en caso de no asistencia, el gasto, si
todos ellos asistieran durante seis meses al ao,
sera de ..................... ............................ ................ 75.000
Los departamentos oficiales no pueden exceder ra
zonablemente del siguiente nmero, con los
sueldos que se indican:
Tres puestos, a diez mil libras cada uno . .................. 30.000
Diez dem, a cinco mil libras cada u n o ...................... 50.000
Veinte dem, a dos mil libras cada u n o ...................... 40.000
Cuarenta dem, a mil libras cada u n o ........................ 40.000
Doscientos dem, a quinientas libras cada u n o ......... 100.000
Trescientos dem, a doscientas libras cada uno . . . . 60.000
Quinientos dem, a cien libras cada u no.................... 50.000
Setecientos dem, a setenta y cinco libras cada
uno ........................................................................... 52.500

T o ta l................................................................ 497.500

Si la nacin lo desea, puede deducir el cuatro por ciento


de todos los gastos y establecer uno de veinte mil al ao.
A todos los oficiales del fisco se les paga con cargo a las
cantidades que recaudan, y por lo tanto no se les incluye en
este clculo.
Lo que antecede no se ofrece como un detalle exacto de
los cargos, sino para indicar el nmero de puestos y los suel
dos que se pueden pagar con quinientas mil libras, y la expe
riencia demostrar que es inviable hallar ocupacin suficien
te para justificar ni siquiera este gasto. En cuanto a la mane
ra en que se realizan actualmente los negocios oficiales, los
jefes de diversas oficinas, como la de correos y determinadas
Derechos del Hombre 253

oficinas de la hacienda, etc., hacen poco ms que firmar sus


nombres tres o cuatro veces al ao, y todo el trabajo lo reali
zan los oficinistas.
Por ende, si se toma un milln y medio como suficiente
para un presupuesto de paz para todos los fines honestos del
gobierno, que son trescientas mil libras ms que el presu
puesto de paz en los tiempos despilfarradores y prdigos de
Garlos II (pese a que, como ya se ha observado, la paga y los
sueldos de los oficiales del ejrcito, la marina y el fisco si
guen siendo los mismos que en aquel perodo), quedar un ex
cedente de ms de seis millones con respecto a los gastos co
rrientes actuales. Entonces la cuestin ser la de cmo dispo
ner de este excedente.
Quienquiera que haya observado la manera en que el comer
cio y las contribuciones se entremezclan debe tener conciencia
de la imposibilidad de separarlos de un golpe.
Primero. Porque los artculos actualmente disponibles han
pagado ya el derecho, y las reducciones no pueden hacerse
sobre las existencias actuales.
Segundo. Porque respecto de todos los artculos en los
que el derecho se impone a granel, como sobre el barril, el
cesto, el quintal o la tonelada, la abolicin del derecho no se
puede dividir tanto que sea un alivio para el consumidor,
que compra por pintas o por libras. El ltimo derecho que se
impuso sobre la cerveza fuerte y la floja fue de tres chelines
por barril, que, si se suprimiera, no disminuira el precio de
compra ms que en un octavo de penique por pinta y en
consecuencia no equivaldra a un alivio en la prctica.
Como sta es la condicin de gran parte de las contribu
ciones, ser necesario buscar otras que estn exentas de este
problema y en las que el alivio sea directo y visible y se pue
da poner en prctica inmediatamente.
En primer lugar, pues, el tributo para beneficencia es una
contribucin directa que afecta a todo cabeza de familia, el
cual sabe tambin, hasta el ltimo cuarto de penique, lo que
le cuesta. No se conoce exactamente el volumen nacional de
todo tributo para beneficencia, pero podra obtenerse. Sir
John Sinclair, en su Historia del Erario lo calcula en
2.100.587 libras. Una parte considerable de esa suma se gas
254 Thomas Paine

ta en pleitos, en los cuales los pobres, en vez de verse ayuda


dos, se ven atormentados. Sin embargo, el gasto es el mismo
para las parroquias, cualquiera sea la causa de la que proce
da.
En Birmingham, la suma, del tributo para beneficencia as
ciende a catorce mil libras al ao. Aunque es una suma im
portante, es moderada en proporcin a la poblacin. Se dice
que Birmingham contiene setenta mil almas, y en una pro
porcin de setenta mil a catorce mil de tributos para benefi
cencia, la suma nacional de este tributo, si se entiende que la
poblacin de Inglaterra asciende a siete millones, sera de un
milln cuatrocientas mil libras. Por ende, es muy probable
que la poblacin de Birmingham est pagando demasiado.
Catorce mil libras es la proporcin correspondiente a cin
cuenta mil almas, si se toma como cantidad nacional de tri
butos para beneficencia la suma de dos millones de libras.
Pero, sea como fuere, no es ms que la consecuencia de
una carga excesiva de las contribuciones, pues cuando stas
eran muy bajas, los pobres podan mantenerse, y no haba
tributo para beneficencia *. En el estado actual de las cosas,
un trabajador con mujer y dos o tres hijos paga por lo menos
entre siete y ocho libras al ao en contribuciones. No lo ad
vierte, porque se esconden en los artculos que compra, y se
limita a pensar que estn caros, pero como las contribucio
nes le privan, por lo menos, de la cuarta parte de sus ingre
sos anuales, en consecuencia se le impide cuidar de su fami
lia, especialmente si l mismo o cualquiera de ellos padecen
una enfermedad.
La primera medida, pues, de ayuda prctica sera abolir
totalmente el tributo para beneficencia, y en lugar de ste,
eximir de las contribuciones a los pobres por un valor doble
del volumen del actual tributo para beneficencia, o sea cua
tro millones al ao, con cargo al excedente fiscal. Con esta
medida, los pobres se veran beneficiados en dos millones y
los amos de casa en dos millones. Slo esto equivaldra a una

* El tributo para beneficiencia comenz en tiempos de Enrique VIII


cuando empezaron a aumentar las contribuciones, y ha ido en aumento al
seguir aumentando aqullas. (N ota de! autor.)
Derechos del Hombre 255

reduccin de ciento veinte millones de la Deuda Nacional, y


por consiguiente aquivaldra a todos los gastos de la Guerra
de Amrica.
Queda entonces por estudiar cul es el modo ms eficaz
de distribuir esta reduccin de cuatro millones.
Se aprecia fcilmente que los pobres, en general, son las
familias con muchos hijos y los ancianos que ya no pueden
trabajar. Si se atiende a estas dos clases, el remedio calar
tan hondo en toda la extensin del caso que lo restante ser
incidental, y en gran medida entrar dentro del mbito de
las sociedades mutuas, que pese a ser de invencin humilde,
merecen clasificarse entre las mejores instituciones moder
nas.
Si se reconoce que Inglaterra contiene siete millones de al
mas, si una quinta parte pertenece a la clase de los pobres
que necesitan ayuda, su nmero ser de un milln cuatro
cientas mil. De este nmero, ciento cuarenta mil sern los
ancianos pobres, como se demostrar a continuacin, y para
los cuales se propondr una disposicin distinta.
Quedarn, pues, un milln doscientas sesenta mil, que a
cinco almas por familia, equivalen a doscientas cincuenta y
dos mil familias, sumidas en la pobreza por los gastos de los
hijos y el peso de las contribuciones.
Se ver que el nmero de hijos menores de catorce aos
en cada una de esas familias ser de cinco por cada dos fami
lias, pues unas tienen dos y otras tienen tres, algunas tienen
uno y otras cuatro; algunas no tienen ninguno y otras cinco;
pero raras veces ocurre que haya ms de cinco menores de
catorce aos, y a partir de esa edad pueden empezar a traba
jar o iniciar un aprendizaje.
Si hay cinco nios (menores de catorce aos) por cada dos
familias,

El nmero de nios ser de ...................................... 630.000


El nmero de padres y madres, si todos ellos vi
vieran, sera d e........................................................ 504.000

No cabe duda de que si se atiende a todos los nios, los


256 Thomas Paine

padres quedan exentos de los gastos, pues es a los gastos de


criar los hijos a lo que se debe su pobreza.
As, tras determinar el mayor nmero del que cabe supo
ner que necesitan apoyo por tratarse de familias jvenes,
paso a analizar el modo de asistencia o redistribucin, que es:
Pagar como remisin de contribuciones a cada familia po
bre, con cargo al excedente fiscal, y en lugar de tributo para
beneficencia, cuatro libras al ao por cada hijo menor de ca
torce aos; ordenar a los padres de esos nios que los enven
a la escuela, para que aprendan a leer, escribir y la aritmtica
bsica, y los ministros de cada parroquia, cualquiera sea su
denominacin religiosa, deben certificar conjuntamente en
una oficina que se cumple con ese deber. La cuenta de los
gastos ser la siguiente:

Libras

Por seiscientos treinta mil nios, a cuatro libras


al ao cada uno ................................................... 2.520.000

Al adoptar este mtodo, no slo se aliviar la pobreza de


los padres, sino que se eliminar la ignorancia en la joven
generacin, y en adelante ser menor el nmero de los po
bres, pues su capacidad, gracias a la ayuda de la educacin,
habr aumentado. A muchos jvenes, con buenas aptitudes
naturales, que entran en el aprendizaje de algn oficio mec
nico, como el del carpintero, ebanista, molinero, carpintero
de ribera, herrero, etc., la falta de un poco de educacin ge
neral en su infancia les impide progresar durante toda su
vida.
Paso ahora a ocuparme del caso de los ancianos.
Divido la ancianidad en dos clases. La primera es el co
mienzo de la vejez a partir de los cincuenta aos. La segun
da, la ancianidad a partir de los sesenta.
A los cincuenta, aunque las facultades mentales del hom
bre estn en pleno vigor y su juicio es mejor que en ninguna
edad anterior, las fuerzas corporales para una vida laboriosa
empiezan a decaer. No puede soportar la misma cantidad de
Derechos del Hombre 257

fatiga que en edad ms joven. Empieza a ganar menos, y es


menos capaz de aguantar el viento y la intemperie, y en los
empleos ms retirados en que hace falta una vista muy bue
na, va perdiendo fuerzas y se ve a s mismo como un caballo
viejo, que empieza a andar al paso que puede.
A los sesenta debe dejar de trabajar, al menos por necesi
dad inmediata. Resulta doloroso ver cmo los ancianos si
guen trabajando hasta matarse en pases que se llaman civili
zados, para ganarse el pan de cada da.
A fin de formarme un juicio acerca del nmero de los
mayores de cincuenta aos, he contado varias veces las per
sonas con que me tropezaba en las calles de Londres, hom
bres, mujeres y nios, y he visto que, en general, el prome
dio es de uno por -cada diecisis o diecisiete. Si se me dice
que los ancianos no salen mucho a la calle, tampoco lo hacen
los nios pequeos, y una gran parte de los nios mayores
estn en las escuelas y en los talleres como aprendices. Si se
toma, pues, el diecisis como divisor, el total de personas en
Inglaterra de cincuenta aos o ms, de ambos sexos, ricos y
pobres, ser de cuatrocientos veinte mil.
Las personas a las que se deber atender de este total se
rn los campesinos, los peones, los jornaleros de todos los
oficios y sus esposas, los marineros y los soldados desmovili
zados, los sirvientes ancianos de ambos sexos y las viudas
pobres.
Tambin habr una cantidad considerable de pequeos co
merciantes que, tras haber vivido decentemente la primera
parte de sus vidas, empiezan* al aproximarse la vejez, a per
der su comercio, que acaba por caer en la decadencia.
Adems, siempre habr personas de todas las ocupaciones
relacionadas con el comercio y la aventura que caern en la
pobreza debido a las revoluciones de esa rueda que no puede
detener ni controlar nadie.
Para atender a todos esos accidentes y a todo lo dems
que pueda ocurrir, entiendo que el nmero de personas que,
en un momento u otro de sus vidas, tras cumplir los cin
cuenta aos, pueden considerar necesario o agradable estar
mejor sustentados de lo que pueden lograr por s mismos, y
no como cuestin de gracia o favor, sino de derecho, es de
258 Thomas Paine

un tercio del total, que son ciento cuarenta mil, como deca
en la pgina 255, y para los cuales debera destinarse una
suma separada. Si su nmero es mayor, es que la sociedad,
pese al espectculo y el boato del gobierno, est en una con
dicin deplorable en Inglaterra.
De estos ciento cuarenta mil, supongo que la mitad, se
senta mil, est entre las edades de cincuenta y sesenta aos,
y que la otra mitad tiene sesenta aos y ms. Tras determi
nar as la proporcin probable de personas ancianas, proce
do a tratar del modo de hacer que sus circunstancias sean
desahogadas, que es:
Pagar a cada una de esas personas a la edad de cincuenta
aos, y hasta que llegue a los sesenta, la suma de seis libras
al ao con cargo al excedente fiscal, y despus diez libras al
ao toda su vida a partir de la edad de sesenta aos. El gasto
de lo cual ser:

Libras
esterlinas

Setenta mil personas, a seis libras al ao 420.000


Setenta mil personas, a diez libras al ao 700.000

Total 1.120.000

Esta ayuda, como ya se ha observado, no tiene carcter de


caridad, sino de derecho. Toda persona inglesa, varn o
hembra, paga por trmino medio en contribuciones dos li
bras, ocho chelines y seis peniques al ao a partir del da de
su nacimiento, y si se aaden los gastos de la recaudacin,
paga dos libras, once chelines y seis peniques; en consecuen
cia, al cabo de cincuenta aos ha pagado ciento veintiocho
libras, quince chelines, y al cabo de sesenta ha pagado ciento
cincuenta y cuatro libras y diez chelines. Por ende, si se con
vierten sus contribuciones individuales en un fondo comn,
o tontina, el dinero que recibir al cabo de cincuenta aos
no es sino un poco ms que el inters legal de la suma neta
que ha pagado; el resto lo forman las personas cuyas circuns-
Derechos del Hombre 259

tancias no les obligan a recurrir a esa ayuda, y en ambos ca


sos el capital sirve para pagar los gastos del gobierno. Por
eso he ampliado las posibilidades de obtener esa ayuda a un
tercio del nmero de personas ancianas de la nacin. Qu
es, pues, mejor, hacer que las vidas de ciento cuarenta mil
ancianos resulten desahogadas, o que gaste un milln al ao
de los fondos pblicos un individuo, cuando ste muchas veces
es del carcter ms indigno o insignificante? Que respondan a
la pregunta la ra2n y la justicia, que la respondan el honor y
la humanidad, que las respondan incluso la hipocresa, la
adulacin, que la responda el Sr. Burke, Jorge, Luis, Leopol
do, Federico, Catalina, Cornwallis o Tippoo Saib * 26.

* Si se calculan las contribuciones por familias, con cinco por familia


cada familia paga por trmino medio 12 libras, 17 chelines y 6 peniques al
ao. A esta suma han de aadirse los tributos para beneficencia. Aunque to
dos pagan contribucin por los artculos que consumen, no todos pagan tri
butos de beneficencia. Quedan exentos unos dos millones de personas, unos
por no ser amos de casa, otros por no poder, y los propios pobres, que reci
ben la ayuda. Por ende, el promedio de los derechos de los pobres para los
restantes es de cuarenta chelines por cada familia de cinco personas, lo cual
hace que el volumen medio completo de contribuciones y tributos sea de 14
libras, 17 chelines y 6 peniques. Para seis personas, de 17 libras y 17 cheli
nes. Para siete personas, de 20 libras, 16 chelines y 6 peniques.
El promedio de las contribuciones en Amrica, bajo el sistema nuevo o
representativo de gobierno, comprendido el inters de la deuda contrada en
la guerra, y si se toma la poblacin de cuatro millones de almas a que ahora
asciende, y va en continuo aumento, es de cinco chelines por cabeza, hom
bres, mujeres y nios. Por lo tanto, la diferencia entre los dos gobiernos es
la siguiente:

L ib i u s C h e lin e s P e n iq u e s

INGLATERRA:
Para una familia de cinco personas.................. 14 17 6
Para una familia de seis personas .................... 17 17 0
20 16 6

AMERICA:
Para una familia de cinco personas 1 5 0
Para una familia de seis personas . 1 10 0
Para una familia de siete personas . 1 15 0

(Nota delautor.)
260 Thomas Paine

Libras

La suma as entregada a los pobres ser:


A doscientas cincuenta y dos mil familias pobres,
con seiscientos treinta mil n i o s ...................... 2.520.000
A ciento cuarenta mil personas ancianas............. 1.120.000

T o ta l............................................................ 3.640.000

Quedarn entonces trescientas sesenta mil libras de los


cuatro millones, parte de cuya suma se puede aplicar como
sigue:
Despus de atender a todos los casos mencionados, segui
r habiendo un cierto nmero de familias a las que, sin per
tenecer exactamente a la clase de los pobres, sin embargo les
resulta difcil darles una educacin a sus hijos, y esos nios,
en tal caso, estaran en peores condiciones que si sus padres
fueran efectivamente pobres. Una nacin con un gobierno
bien regulado no debera permitir que nadie quedara sin ins
truccin. El gobierno monrquico y aristocrtico es el nico
que necesita de la ignorancia para apoyarse en ella.
Supongamos, pues, que hay cuatrocientos mil nios en esa
situacin, cifra que es muy superior a la que cabe suponer
tras las disposiciones ya tomadas, y el mtodo ser:
Asignar a cada uno de esos nios diez chelines al ao para
los gastos escolares durante seis aos lo cual les significa seis
meses de escuela al ao, ms media corona al ao para papel
y libros de ortografa.
El gasto que ello implica ser de 250.000 libras al ao *.
Quedan entonces ciento diez mil libras.

* Las escuelas pblicas no responden a las necesidades generales de los


pobres. Se hallan sobre todo en las ciudades corporativas, de las que estn
excluidos los pueblos rurales y las aldeas, o si se los admite, la distancia oca
siona grandes prdidas de tiempo. Para que la educacin resulte til a los po
bres, debe hallarse prxima, y el mejor mtodo, creo yo, de lograrlo, es que
los padres puedan pagar los gastos por s mismos. Siempre se pueden hallar
en cada aldea personas de ambos sexos, especialmente de las que van entran
do en aos, capaces de esa tarea. Veinte nios a diez chelines cada uno (y
Derechos de! Hombre 261

Pese a los modos generales de ayuda que el gobierno me


jor instituido y de mejores principios puede idear, habr va
rios casos menores cuya consideracin por la nacin es tanto
una buena poltica como un acto de beneficencia.
Si inmediatamente despus de nacer un nio se dieran
veinte chelines a todas las madres que los pidieran, y no los
pedir ninguna que no est obligada por las circunstancias,
ello podra aliviar muchos problemas inmediatos.
Hay al ao unos doscientos mil nacimientos en Inglaterra,
y si esa ayuda la pidiera una cuarta parte,

La cantidad sera 50.000 libras

Ms veinte chelines a toda pareja de recin casados que


los pidieran del mismo modo. Ello no excedera la suma de
20.000 libras.
Adems, veinte mil libras que se destinaran a sufragar los
gastos de los funerales de las personas que, al desplazarse
por motivos de trabajo, mueran lejos de sus amigos. Al ali
viar a las parroquias de esta carga, se tratar mejor al foras
tero enfermo.
Terminar esta parte del tema con un plan adaptado a las
circunstancias particulares de una metrpoli como la de
Londres.
En una metrpoli se dan constantemente casos diferentes
de los que ocurren en el campo, y para los cuales se precisa
un modo diferente, o ms bien adicional, de ayuda. En el
campo, incluso en los pueblos grandes, las gentes se conocen
unas a otras y los problemas nunca llegan a la extrema gra
vedad que se da a veces en la metrpoli. En el campo no
ocurre que, en el sentido literal del trmino, haya personas
que se mueran de hambre, o que se mueran de fro por falta
de vivienda. Pero casos as, y otros igual de miserables, se
dan en Londres.

slo durante seis meses del ao) sera tanto como la remuneracin de un
prroco en las partes remotas de Inglaterra, y hay muchas viudas de clrigos
que pasan apuros y para las que ese ingreso resultara aceptable. Todo lo que
se d por este motivo a los nios sirve para dos fines: para ellos es la educa
cin; para quienes los educan es un medio de vida. (N ota del autor.)
262 Thomas Paine

Son muchos los jvenes que llegan a Londres llenos de es


peranzas y con poco o ningn dinero, y si no obtienen un
empleo inmediato, estn ya medio perdidos; y los muchachos
criados en Londres sin ningn medio de ganarse la vida y,
como a veces ocurre, de padres disolutos, se encuentran en
situacin todava peor, y los sirvientes que llevan mucho
tiempo sin casa no estn mucho mejor. En resumen, cons
tantemente surge un mundo de pequeos casos, que la vida
de los ocupados o los ricos no conoce, que abren la primera
puerta de la desgracia. El hambre no es una de las necesida
des que se puedan aplazar, y muchas veces un da, o incluso
unas horas, en esa condicin representa la crisis de una vida
en ruinas.
Se pueden impedir esas circunstancias, que son la causa
general de los pequeos robos y rateras que llevan a otros
mayores. Todava quedan veinte mil libras de los cuatro mi
llones de excedente fiscal, que, junto con otro fondo que se
mencionar ms adelante, y que asciende a unas veinte mil
libras ms, no cabe aplicar a cosa mejor que este objetivo.
Entonces el plan ser:
Primero: Erigir dos o ms edificios, u ocupar algunos ya
construidos, que puedan contener a seis mil personas, por
lo menos, y disponer en cada uno de esos lugares de tantos ti
pos de ocupacin como quepa imaginar, de forma que todo
el que llegue encuentre algo que sepa hacer.
Segundo: Recibir a todos los que lleguen, sin averiguar
quines ni qu son. La nica condicin ser que por tal can
tidad de trabajo, o tantas horas, cada persona recibir tantas
comidas hechas con productos sanos y un alojamiento ca
liente, tan bueno al menos como un cuartel. Que se reserve
una cierta parte de lo que valga el trabajo de cada persona, y
se le d cuando se marche, y cada persona se quede cuanto
tiempo quiera, sea mucho o poco, o que acuda tantas veces
como quiera, a reserva de estas condiciones.
Si cada persona se quedara tres meses, esto servira de
asistencia por rotacin a veinticuatro mil personas al ao,
aunque el nmero real, en cada momento dado, sera slo de
seis mil. Al establecer un refugio de este tipo, las personass
que se encuentran en esas situaciones de apuro pasajero ten
Derechos del Hombre 263

dran una oportunidad de organizarse y podran buscar me


jor un empleo para el futuro.
De suponer que su trabajo no sufraga sino la mitad de los
gastos de su sustento, tras reservar para ellos una parte de
sus ganancias, la suma de otras cuarenta mil libras sufragara
todos los dems gastos para un nmero superior incluso a
los seis mil.
El fondo que se podra convertir de forma muy apropiada
para este fin, adems de las veinte mil libras restantes del
primer fondo, sera el producto de la contribucin sobre el
carbn que de forma tan desvergonzada e inicua se aplica al
sustento del duque de Richmond. Es horrible que haya un
hombre, y especialmente al precio que tiene el carbn hoy en
da, que viva a costa del sufrimiento de una comunidad, y
cualquier gobierno que permita tal abuso merece el cese. Se
dice que este fondo representa veinte mil libras al aflo.
Terminar este plan enumerando los diversos particulares
y despus pasar a otros asuntos.
La enumeracin es la siguiente:
Primero: Abolicin de los dos millones de tributo para be
neficencia.
Segundo: Asistencia a doscientas cincuenta mil familias
pobres.
Tercero: Educacin para un milln treinta mil nios.
Cuarto: Atencin para el bienestar de ciento cuarenta mil
personas ancianas.
Quinto: Donacin de veinte chelines cada una a cincuenta
mil recin nacidos.
Sexto: Donacin de veinte chelines cada una a cada nuevo
matrimonio.
Sptimo: Subsidios de veinte mil libras para los gastos de
los funerales de las personas que viajan por motivos de tra
bajo y mueren lejos de sus amigos.
Octavo: Empleo, en todo momento, para los pobres cir
cunstanciales de las ciudades de Londres y Westminster.
Mediante el funcionamiento de este plan quedarn sobre
sedas las leyes de pobres, esos instrumentos de tortura civil,
y se impedirn los gastos intiles de los pleitos. Los corazo
nes de las personas humanitarias no se sentirn escandaliza
264 Thomas Paine

dos por los nios harapientos y hambrientos y por las perso


nas de setenta y ochenta arios de edad que piden pan por las
calles. A los pobres moribundos no se los llevar a rastras de
un sitio a otro para que exhalen su ltimo aliento, como K t
presalia de una parroquia contra otra. Las viudas podrn
mantener a sus hijos y no se vern expulsadas cuando mue
ran sus maridos, como si fueran delincuentes y criminales, y
dejar de considerarse que los hijos aumentan los problemas
de los padres. Se sabr dnde estn los miserables, pues a
ellos les interesar que se sepa, y disminuir el nmero de
pequeos delitos, efecto de la pobreza y los apuros, Tanto a
los pobres como a los ricos les interesar entonces apoyar al
gobierno, y cesarn la causa y la aprensin de los motines y
los tumultos. Quienes gozis comodidades y os solazis en la
abundancia y exists tanto en Turqua y en Rusia como en
Inglaterra y quienes os decs Qu bien vivimos!, habis
pensado en todo esto? Cuando lo hagis dejaris de hablar de
vosotros mismos y de no sentir sino lo que os afecta.
El plan es fcil de poner en prctica. No perturba al co
mercio mediante una interrupcin repentina del orden de los
impuestos, sino que alivia los problemas al modificar la apli
cacin de esos impuestos, y e| dinero necesario para este ob
jetivo se puede obtener de las recaudaciones del consumo,
que se hacen ocho veces al ao en todas las ciudades con
mercado de Inglaterra.
Tras ordenar y concluir este tema, paso al siguiente.
, Si se entiende que los actuales gastos corrientes son de
siete millones y medio, y es el mnimo que representan, que
dar (despus de la suma de un milln y medio que se toma
para los nuevos gastos corrientes y los cuatro millones para
el servicio mencionado) la suma de dos millones; parte de la
cual se aplica como sigue:
Aunque flotas y ejrcitos, si se efecta una alianza con
Francia, resultarn intiles en gran medida, no obstante las
personas que se han consagrado a esos servicios, y que por
ende se han hecho incompetentes para otros oficios en la
vida, no tienen por qu sufrir con lo que hace felices a otros.
Son hombres diferentes de los que forman una corte o vaga
bundean en torno a ella.
Defechos del Hombre 265

Parte del ejrcito se mantendr al menos durante algunos


aos, as/ como la marina, y para ellos ya se proveen sumas
en la primera parte de este plan de un milln, que es casi
medio milln ms que en el presupuesto de paz del ejrcito y
la marina en los tiempos prdigos de Carlos II.
Supongamos, pues, que se desmoviliza a quince mil solda
dos y que a cada uno de esos hombres se le conceden tres
chelines por semana para toda su vida, sin ninguna deduc
cin que se pagarn de la misma manera que se pagan a los
pensionistas del Chelsea College, y que ellos vuelven a de
sempear sus oficios y estar entre sus amigos; y aadimos
tambin quince mil pagas de seis peniques por semana para
la paga de los soldados que sigan en activo. El gasto anual
ser:

Libras

Para pagar a quince mil soldados desmovilizados,


a tres chelines por sem ana...................................... 117.000
Paga adicional de los soldados restantes .................. 19.500
Supngase que la paga de los oficiales desmovi
lizados sea tanta como la suma concedida a los
soldados..................................................................... 117.000
Para no complicar los clculos, concdase la
misma suma a los marineros desmovilizados que
a los soldados, y el mismo aumento de las pa
gas .............................................................................. 253.500

Total general................................................... 507.000

Todos los aos se ir reduciendo alguna parte de esta


suma de medio milln (omito el pico de siete mil libras para
no complicar las cuentas), y toda ella desaparecer con el
tiempo, como ocurre con todas las pensiones, salvo el au
mento de las pagas en treinta y nueve mil libras *. Al irse re

* En la edicin original de Paine y en casi todas las posteriores dice vein


tinueve mi) libras, pero como se trata del aumento de la soldada dos veces
266 Thomas Paine

duciendo, pueden irse eliminando parte de las contribucio


nes; por ejemplo, cuando se reduzca en treinta mil libras, se
puede suprimir del todo el derecho sobre el lripulo; y al desa
parecer otras partes se podrn reducir los derechos sobre las
velas y el jabn, hasta que desaparezcan completamente.
Ahora queda por lo menos un milln y medio de excedente
fiscal.
La contribucin sobre casas y ventanas es una de las con
tribuciones directas que, al igual que el tributo para benefi
cencia, no debe confundirse con el comercio, y cuando se li
mite, inmediatamente se advertir un alivio. Esta contribu
cin resulta muy pesada para la clase media de poblacin.
El total de esta contribucin, conforme a los resultados de
1788, fue de:

Libras Chelines Peniques

Casas y ventanas, conforme a la


Ley de 1766 ........................... 384.459 11 7
Idem, conforme a la Ley de
1779 ...................................... 130.739 14 5,5

T o ta l............................. 516.199 6 0,5

Si se elimina esta contribucin, quedar entonces un mi


lln de excedente fiscal, y como siempre es oportuno mante
ner una suma en reserva para urgencias, quiz sea mejor no
ampliar las reducciones ms all en los primeros momentos,
sino estudiar lo que cabe hacer con otros modos de reforma.
Entre las contribuciones cuyo efecto ms se hace sentir fi
gura la contribucin sobre la transmisin. Por ende, ofrecer
un plan para su abolicin, mediante su sustitucin por otra,
que alcanzar tres objetivos al mismo tiempo.
Primero, el de transpasar esa carga a quienes mejor la pue
dan soportar.

(ejrcito y marina), y cada vez es de 19.500 libras, es evidente que se trata de


una errata. Collins, por ejemplo, la reproduce sin comentario, Foner la corri
ge sin ms, Bonner la corrige con explicaciones. (N. del T.)
Derechos del Hombre 267

Segundo, restablecer la justicia entre las familias mediante


una redistribucin de la propiedad.
Tercero, extirpar el exceso de influencia que se debe a la
ley antinatural de primogenitura, y que es una de las princi
pales fuentes de corrupcin en las elecciones.
El volumen de la contribucin sobre la transmisin con
forme a los resultados de 1788 fue de 77.657 libras *.
Cuando se proponen contribuciones, al pas le causa risa
el idioma plausible de que se estn estableciendo sobre el
lujo. Una cosa se califica de lujo en un momento y otra cosa
en otro, pero el verdadero lujo no consiste en el artculo,
sino en los medios de obtenerlo, y esto es lo que siempre se
oculta.
No s por qu una planta o una hierba del campo deba ser
un lujo mayor en un pas que en otro, pero una finca excesi
vamente grande es un lujo en cualquier momento, y como
tal debe pagar la contribucin. Por ende, lo que procede es
tomar a esos caballeros que imponen las contribuciones por
la palabra y utilizar el principio que ellos mismos han esta
blecido, el de la contribucin sobre lo suntuario. Si ellos o su cam
pen, el Sr. Burke, que segn temo se est poniendo tan an
ticuado como el hombre de la armadura, pueden demostrar
que una posesin que rinde veinte, treinta o cuarenta mil li
bras al ario no es un lujo, retirar el argumento.
De reconocer que es necesaria una suma anual de, diga
mos, por ejemplo, mil libras para el sustento de una familia,
en consecuencia el segundo millar es un lujo, el tercero toda
va ms, y si seguimos adelante, llegaremos a una suma a la
que se puede calificar correctamente de lujo prohibible. No
sera poltico poner lmites a la prosperidad adquirida gracias
a la propia industria, y por ello es acertado establecer la pro
hibicin ms all de lo que es probable adquirir con ella,
pero debe existir un lmite a la propiedad o a la acumulacin
de sta por herencia. Debe transmitirse de otro modo. Los
ms ricos de la nacin tienen parientes pobres, y muchos de
ellos son consanguneos cercanos.

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N. del T.)


268 Thomas Paine

El siguiente cuadro de imposicin progresiva se construye


conforme a los principios mencionados ms arriba, y como
sustituto de la contribucin sobre la transmisin. Por su fun
cionamiento normal llegar al punto de la prohibicin, y con
ello eliminar el derecho aristocrtico de la primogenitura.

CUADRO1

Contribucin sobre todas las propiedades que excedan de un


rendimiento anual neto de cincuenta libras, tras deducir la
contribucin territorial.
Chelines Peniques

Hasta 500 libras........................................ 0 3


De 500 a 1.000 libras............................... 0 6
Sobre el segundo m illar........................... 0 9
Sobre el tercer m illar............................... 1 0
Sobre el cuarto millar . . . ......................... 1 6
Sobre el quinto millar ............................. 2 0
Sobre el sexto millar ............................... 3 0
Sobre el sptimo millar ........................... 4 0
Sobre el octavo millar ............................. 5 0
Sobre el noveno millar............................. 6 0
Sobre el dcimo m illar............................. 7 0
Sobre el undcimo millar........................ 8 0
Sobre el duodcimo m illar...................... 9 0
Sobre el decimotercer m illa r.................. 10 0
Sobre el decimocuarto millar.................. 11 0
Sobre el decimoquinto millar.................. 12 0
Sobre el decimosexto millar.................... 13 0
Sobre el decimosptimo millar................ 14 0
Sobre el decimoctavo millar .................. 15 0
Sobre el decimonoveno m illar................ 16 0
Sobre el vigsimo millar........................... 17 0
Sobre el vigesimoprimer m illar............. 18 0
Sobre el vigesimosegundo m illar........... 19 0
Sobre el vigesimotercer m illar................ 20 0
Este cuadro demuestra la progresin por libra por cada
millar acumulado.
Derechos del Hombre 269

El cuadro siguiente indica el volumen de la contribucin


por cada millar por separado, y la ltima columna el volu
men total de todas las sumas separadas recaudadas.

CUADRO II

Una propiedad.de 50 libras al ao, a 3 peniques por libra,


paga 12 chelines y 6 peniques.

Libras Chelines Peniques

Idem de 100 paga.................. 1 5 0


dem de 200 paga.................. 2 10 0
dem de 300 paga.................. 3 15 0
dem de 400 paga.................. 5 0 0
dem de 500 paga.................. 6 5 0

A partir de 500 libras, la contribucin de 6 peniques se


aplica a las segundas 500; en consecuencia, una propiedad de
1.000 libras al ao paga 18 libras y 15 chelines, etc.
Por libra Volumen total

Libras Chelines Peniques Libras Peniques Libras Peniques

1. 500 a . . 0 3 6 5 18 15
2. 500 a 0 6 12 10 18 15
2. millar a . 0 9 37 10 56 5
3. millar a , 1 0 50 0 106 5
4.o millar a . 1 6 75 0 181 5
5. millar a . 2 0 100 0 281 5
6. millar a . 3 0 150 0 43^ 5
7. millar a . 4 0 200 0 631 5
8. millar a . 5 0 250 0 881 5
9. millar a . 6 0 300 0 1.181 5
10 . millar a . 7 0 350 0 1.531 5
1 1 . millar a . 8 0 400 0 1.931 5
12 . millar a . 9 0 450 0 2.381 5
13. millar a . 10 0 500 0 2.881 5
14. millar a . 11 0 550 0 3.431 5
270 Thomas Paine

Por libra Volumen total

Ubras Chelines Peniques Libras Peniques Libras Peniques

15. millar a . 12 0 600 0 4.031 5


16. millar a . 13 0 650 0 4.681 5
17. millar a . 14 0 700 0 5.381 5
18. millar a . 15 0 750 0 6.131 5
19. millar a 16 0 800 0 6.931 5
20. millar a 17 0 850 0 7.781 5
2 1 . millar a 18 0 900 0 8.681 5
22. millar a . 19 0 950 0 9.631 5
23. millar a . 20 0 1.000 0 10.631 5

Al vigsimo tercer millar la contribucin pasa a ser de 20


chelines por libra, y por ende cada millar por encima de esa
cifra no puede producir beneficio, sino dividir la propiedad.
Y sin embargo, por formidable que parezca esta contribu
cin, creo que no producir tanto como la contribucin so
bre la transmisin; si produjera ms, debera reducirse en
igual cantidad respecto de las propiedades de menos de dos
o tres mil libras al ao.
Para la propiedades pequeas e intermedias este impuesto
es inferior (como se propone ser) a la contribucin sobre la
transmisin. No empieza a hacerse pesado hasta que se llega
a siete mil u ocho mil al ao. El objetivo no es tanto el re
caudar mucho, sino que la medida sea justa. La aristocracia
se ha protegido demasiado, y esto sirve para restablecer par
te del equilibrio perdido.
Como ejemplo de esa proteccin basta con contemplar el
establecimiento inicial de las leyes sobre el consumo, en la
llamada Restauracin, o sea, a la llegada de Carlos II. Los in
tereses aristocrticos, a la sazn en el poder, modificaron los
servicios feudales a que ellos mismos estaban obligados me
diante la imposicin de una contribucin sobre la cerveza fa
bricada para la venta; esto es, se coaligaron con Carlos a fin
de lograr una exencin para s mismos y para sus herederos
mediante una contribucin que pagaran otros. La aristocra
cia no compra cerveza fabricada para la venta, sino que fa
brica su propia cerveza sin pagar ningn derecho, y si en
Derechos del Hombre 271

aquella poca hubiera hecho falta una tranmisin, debera


haber sido a expensas de aquellos a quien se destinaban las
exenciones de esos servicios *; en lugar de lo cual, se impuso
a una clase completamente distinta de hombres.
Pero el principal objetivo de esta contribucin progresiva
(adems de la justicia de hacer que las contribuciones sean
ms iguales de lo que son) es, como ya se ha dicho, extirpar
la influencia excesiva que es resultado de la antinatural ley
de primogenitura, que es una de las principales fuentes de
corrupcin en las elecciones.
De poco valdra investigar cmo se iniciaron esas propie
dades tan vastas que rentan treinta, cuarenta o cincuenta mil
libras al ao, y ello en un momento en que el comercio y las
manufacturas no se hallaban en estado de admitir tales ad
quisiciones. Baste con poner remedio al mal y dejar que pue
dan revertir a la comunidad, por el medio pacfico de distri
buirlas entre todos los herederos y las herederas de esas fa
milias. Ello ser tanto ms necesario cuanto que hasta ahora
la aristocracia ha dejado a sus hijos menores y sus parientes a
cargo del pblico, en puestos, empleos y cargos intiles que,
una vez abolidos, los dejarn sin ocupacin, a menos que
tambin quede abolida y sobreseda la ley de primogenitura.
Una contribucin progresiva efectuar este objetivo en
gran medida, y ello como cosa que interesar a las partes
ms directamente afectadas, como se apreciar con el cuadro
siguiente, que indica el producto neto de cada propiedad,
tras sustraer la contribucin. Esto revelar que cuando una
propiedad pasa de trece o catorce mil libras al ao, el resto
produce muy pocos beneficios al propietario, y en conse
cuencia pasar directamente a los hijos menores o a otros pa
rientes.

* La contribucin sobre la cerveza fabricada para la venta, de la que est


exenta la aristocracia, es de casi un milln ms que la actual contribucin so
bre la transmisin, pues conforme a los date correspondientes a 1788, es de
1.666.152 libras, y en consecuencia la aristocracia debera cargar con la con
tribucin sobre la transmisin, dado que ya est exenta de otra que es supe
rior a sta en casi un milln. (N ota dei Autor.)
272 Thomas Paine

CUADRO III
Que indica el producto neto de una propiedad, de mil a
veintitrs mil libras al ao.
Contribucin total
N. de millares al arto deducida Producto neto

1.000 18 982
2.000 56 1.944
3.000 106 2.894
4.000 181 3.819
5.000 281 4.719
6.000 431 5.509
7.000 631 6.319
8.000 881 7.119
9.000 1.181 7.819
10.000 1.531 8.469
11.000 1.931 9.069
12.000 2.381 9.619
13.000 2.881 10.119
14.000 3.431 10.569
15.000 4.031 10.969
16.000 4.681 11.319
17.000 5.381 11.619
18.000 6.131 11.869
19.000 6.931 12.069
20.000 7.781 12.219
21.000 8.681 12.319
22.000 9.631 12.369
23.000 10.631 12.369
N. B. En este cuadro se ha prescindido del pico de chelines.

Conforme a este cuadro, una propiedad no puede producir


ms de 12.370 libras despus de pagar la contribucin terri
torial y la contribucin progresiva, y por lo tanto se proce
der a la divisin de las grandes propiedades como cuestin
de inters familiar. Una propiedad de 23.000 libras al ao,
dividida en cinco de cuatro mil al ao, y en una de tres, no
deber contribuir ms de 1.129 libras, que no es ms que el
cinco por ciento, pero si est en manos de un solo propieta
rio habr de contribuir 10.630.
Derechos del Hombre 273

Aunque la investigacin del origen de esas propiedades


sea innecesaria, otra cosa es su continuacin en la forma ac
tual. Eso es cuestin de inters nacional. Como propiedades
hereditarias, la ley ha creado el mal y debera tambin apor
tar el remedio. Debera abolirse la primogenitura, no slo
porque es antinatural e injusta, sino porque su funciona
miento hace sufrir al pas. Al privar (como se ha observado
antes) a los hijos ms jvenes de su parte justa de la herencia,
se carga al pblico con el gasto de mantenerlos, y la libertad
de las elecciones se ve violada por la influencia abrumadora
que produce este monopolio injusto de la propiedad familiar.
Y no es esto todo. Crea un despilfarro de la propiedad na
cional. Una parte considerable de la tierra pasa a ser impro
ductiva por las grandes extensiones de parques y cotos de
caza que esta ley sirve para mantener, y ello en una poca en
que la produccin nacional de cereales no basta para el con
sumo nacional *. En resumen, los males del sistema aristo
crtico son tan graves y numerosos, tan incongruentes con
todo lo que es justo, sabio, natural y benfico, que cuando se
estudian, no debera caber duda de que muchos actualmente
clasificados dentro de ese estamento desearn ver abolido
ese sistema.
Qu placer puede brindarles el contemplar la condicin
inerte y la mendicidad casi cierta de sus hijos ms pequeos?
Cada familia aristocrtica tiene un apndice de familiares
mendigos que vagabundean en torno a ella, de los que en
unos aos y unas generaciones se desprende, y se consuelan
contando su historia en asilos, refugios y prisiones. Esta es
la consecuencia natural de la aristocracia. El par del reino y
el mendigo pertenecen muchas veces a la misma familia. Un
extremo produce el otro; para hacer rico a uno hay que ha
cer pobres a otros; y el sistema no se puede sustentar por
ningn otro medio.
Hay dos clases de personas a quienes las leyes de Inglate
rra les son particularmente hostiles, y son las ms indefen
sas: los hijos menores y los pobres. De los primeros acabo de
hablar; de los segundos no mencionar sino un ejemplo de

* Vanse los informes sobre e comercio de cereales. (Nota del autor.)


274 Thomas Paine

los muchos que cabra aducir, y con el cual terminar el


tema.
Hay en vigor diversas leyes para regular y limitar los sala
rios de los trabajadores. Por qu no dejarles tanta libertad
de realizar sus propias negociaciones como tienen los legisla
dores para arrendar sus campos y sus casas? Su trabajo per
sonal es lo nico que tienen. Por qu se ha de injerir nadie
en ese poco, y en la poca libertad que tiene? Pero ser ms
fcil advertir la injusticia si estudiamos el funcionamiento y
el efecto de esas leyes. Cuando se fijan los salarios por eso
que llaman leyes, los salarios legales siguen estacionarios,
mientras que todo lo dems sube, y como quienes hacen las
leyes siguen estableciendo nuevas contribuciones en vitud de
otras leyes, aumentan con una ley el costo de la vida y arre
batan con otra ios medios de ganrsela.
Pero si estos caballeros que legislan e imponen las contri
buciones pensaran que es correcto limitar la magra pitanza
que puede producir el trabajo personal, y con la que se ha de
sustentar a toda una familia, desde luego deben sentirse fe
lizmente privilegiados si se imitan por su propia parte a
nada menos que doce mil libras al ao, y eso por una propie
dad que jams adquirieron (ni de forma honesta ninguno de
sus antepasados), y que tan mal han utilizado.
Habiendo ya terminado con este tema, reducir todos los
detalles a una opinin y despus pasar a otros asuntos.

Se repiten los ocho artculos primeros, que figuran en la


pg. 263.
1. Abolicin de los dos millones de tributo para benefi
cencia.
2. Asistencia a doscientas cincuenta y dos mil familias
pobres, a razn de cuatro libras por persona por cada hijo
menor de catorce aos; lo cual, junto con la adicin de dos
cientas cincuenta mil libras, proporciona educacin a un mi
lln treinta mil nios.
3. Anualidad de seis libras al ao a todas las personas
pobres, comerciantes arruinados y otros (se supone que se
tenta mil) de cincuenta aos de edad, hasta los sesenta.
4. Anualidad de diez libras al ao, vitalicia, a todas la
Derechos del Hombre 275

personas pobres, comerciantes arruinados y otros (se supone


que sesenta mil) de sesenta aos de edad.
5. Donacin de 20 chelines cada una a cincuenta mil re
cin nacidos.
6. Donacin de 20 chelines cada una a veinte mil nue
vos matrimonios.
7. Subsidios de veinte mil libras para los gastos de los
funerales de personas que viajan por motivos de trabajo y
mueren lejos de sus amig9s.
8. Empleo en todo momento para los pobres circunstan
ciales de las ciudades de Londres y de Westminster.

Segunda enumeracin

9. Abolicin de las contribuciones sobre casas y venta


nas.
10. Subsidio de tres chelines por semana, vitalicio, a
quince mil soldados desmovilizados, y subsidio proporcional
a los oficiales de los cuerpos desmovilizados.
11. Aumento de paga de los soldados restantes de
19.500 libras al ao.
12. Igual subsidio a la marina desmovilizada, e igual au
mento de paga que en el ejrcito.
13. Abolicin de la contribucin de transmisin.
14. Plan de contribucin progresiva, que acte para ex
tirpar la ley injusta y antinatural de la primogenitura y 1a in
fluencia perniciosa del sistema aristocrtico *.
Todava queda, como ya he expuesto, un milln de exce
dente fiscal. Parte de esta suma har falta para circunstancias
imprevistas, y la parte que no haga falta permitir una nueva
reduccin de las contribuciones igual a esa parte.

* Cuando se investiga la condicin de los pobres, lo ms probable es que


se hallen diversos grados de penuria, que haran preferible un mtodo distin
to del que ya se ha propuesto. Las viudas con familia padecern una necesi
dad mayor que cuando sus maridos viven. Tambin existe una diferencia en
cuanto ai costo de la vida en los diferentes condados, y mayor en cuanto al
combustible.
276 Thomas Paine

Entre los derechos que la justicia exige atender, merecer


atencin la condicin de los agentes subalternos del fisco.
Merece reproche todo gobierno que desperdicia tal inmensi
dad de ingresos en sinecuras y empleos y cargos nominales e
innecesarios, y no permite ni siquiera ganarse la vida decen
temente a quienes hacen el trabajo. El sueldo de los agentes
subalternos del fisco sigue siendo la minscula pitanza de
menos de cincuenta libras al ao desde hace ms de cien
aos. Debera ser de sesenta. La aplicacin de unas ciento
veinte mil libras para este fin har que todos esos sueldos
sean decentes.
As se propuso hace casi veinte aos, pero la junta de ha
cienda entonces en el poder se asust, pues podra llevar a
expectativas similares por parte del ejrcito y la marina, y lo
que ocurri fue que el Rey, o alguien en su nombre, pidi al
Parlamento que se le subiera a l el sueldo en cien mil al
ao, y una vez hecho esto, se dej de lado todo lo dems.
Con respecto a otra clase de hombres, el bajo clero, re
nuncio a explayarme sobre su condicin, pero aparte de toda
parcialidad o prejuicio en pro o en contra de diferentes mo
dos y formas de religin, la ms elemental justicia determi
nar si debera haber un ingreso de veinte o treinta libras al
ao para un hombre y de diez mil para otro. Hablo sobre
este tema con tanta ms libertad cuanto que se sabe que no

L ib r a s

Supongamos, pues, 50.000 casos extraordinarios a razn de


10 libras al a o .................................................................................. 500.000
100.000 familias a 8libras por familia alao.................................... 800.000
100.000 familias a 7libras por familia alao.................... ............... 700.000
104.000 familias a 5libras por familia alao.................................... 520.000
Y , en lugar de 10chelines por cabeza para la educacin de
otros hijos, conceder 50 chelines por familia para ese fin
50.000 familias ( s ic ) ......................................................................... 250.000 27
140.000 ancianos, como a n te s ............................................................ 1.120.000

Total ......................................................................................... 3.890.000

Este sistema equivale a la misma suma expuesta en la pg. 260, ms las


250.000 libras para educacin, pero atiende (comprendidos los ancianos) a
cuatrocientas cuatro mil familias, que es casi una tercera parte de las familias
de Inglaterra. (Nota d tl autor.)
Derechos del Hombre 277

soy presbiteriano, y por ende no se puede elevar contra m el


grito adocenado de los aduladores de la corte acerca de la
iglesia y la capilla28, que persiste con el fin de entretener y
confundir a la nacin.
Vosotros, hombres sencillos en cualquier bando de la
cuestin que estis, no veis que se trata de una artimaa
cortesana? Si se os puede mantener divididos y enfrentados
en torno a la iglesia y la capilla, entonces satisfacis todos
los objetivos del cortesano, que entre tanto vive del botn de
las contribuciones y se re de vuestra credulidad. Es buena
toda religin que ensee al hombre a ser bueno, y no conoz
co ninguna que le ordene ser malo.
Habida cuenta de todos los clculos mencionados ms
arriba, supongamos que slo se pagan al erario diecisis mi
llones y medio de contribuciones, tras deducir los gastos de
la recaudacin y los que se dedican a aduanas y oficinas de
consumos; con lo cual la suma que se paga al erario es de
casi diecisiete millones, si no llega. Las contribuciones re
caudadas en Escocia e Irlanda se gastan en esos pases, y por
ende sus ahorros procedern de sus propias contribuciones,
pero si alguna parte se paga al erario ingls, se podra devol
ver. Esto no representar una diferencia ni de cien mil libras
al ao.
Ahora slo queda por tener en cuenta la deuda nacional.
En el ao de 1789 el inters, sin contar el fondo comn o
tontina.era de 9.150.138 libras. En cunto se ha reducido el
inters desde entonces, quien mejor lo sabe es el ministro.
Pero despus de pagar el inters, abolir la contribucin so
bre casas y ventanas, la contribucin sobre la transmisin y
los tributos para beneficencia, y de atender cabalmente a los
pobres, a la educacin de los nios, la ayuda a los ancianos,
los desmovilizados del ejrcito y la marina y el aumento de la
soldada de quienes sigan en filas, quedar un excedente de
un milln.
El plan actual para el pago de la deuda nacional me pare
ce, como persona desinteresada, una empresa mal concerta
da, por no decir falaz. La carga de la deuda nacional no con
siste en que ascienda a tantos millones, o centenares de mi
llones, sino en la cantidad de contribuciones que se recaudan
278 Thomas Paine

todos los aos para pagar el inters. Si esta cantidad conti


na siendo la misma, la carga de la deuda nacional es la mis
ma a todos los fines, tanto si el capital es mayor como si es
menor. La nica forma que puede tener el pblico de saber
que se reduce la deuda ha de ser que se reduzcan las contri
buciones para el pago del inters. Por lo tanto, para el pbli
co la deuda no se reduce en un cuarto de penique pese a los
millones que se han pagado, y hoy da hara falta ms dinero
para amortizar el capital que cuando se inici el plan.
Con una digresin a este respecto, del que me volver a
ocupar ms adelante, me retrotraigo a la designacin como
ministro del Sr. Pitt.
Entonces yo me hallaba en Amrica. Haba terminado la
guerra, y aunque ya haba cesado el encono, segua vivo el
recuerdo.
Cuando lleg la noticia de la coalicin, aunque no era
cuestin que me afectara, como ciudadano de Amrica, s
me afect como hombre. Tena algo de escandaloso, al jugar
pblicamente con la decencia, por no decir con los princi
pios. Fue una insolencia por parte de Lord North, una falta
de firmeza por parte del Sr. Fox.
El Sr. Pitt era en aquella poca lo que cabra calificar de
un primerizo en la poltica. Lejos de estar curtido en ella, pa
reca no estar iniciado en los primeros misterios de las intri
gas cortesanas. Lo tena todo a su favor. El resentimiento en
contra de la coalicin le fue favorable a l y su ignorancia
del vicio le dio la reputacin de virtud. Con el restableci
miento de la paz, el comercio y la prosperidad resurgiran
solos, pero incluso este resurgimiento se le atribuy a l.
Cuando tom el timn haba pasado la tormenta, y no te
na frente a s nada que le obstaculizara el rumbo. Incluso
para equivocarse haca falta ingenio, y tuvo xito. Al cabo de
poco tiempo demostr ser el mismo tipo de hombre que ha
ban sido sus predecesores. En lugar de aprovecharse de los
errores que haban llegado a acumular una carga de contri
buciones sin paralelo en el mundo, se busc, casi podra de
cir que public anuncios para buscarse enemigos, y provoc
medios de aumentar las contribuciones. En busca de algo,
no saba qu, busc aventuras por toda Europa y la India, y
Derechos del Hombre 279

abandonando las bellas pretensiones con las que comenz, se


convirti en el caballero andante de la era moderna.
Resulta desagradable ver cmo se desperdicia una perso
nalidad. Peor an resulta ver cmo se le engaa a uno. El
Sr. Pitt no habfa merecido nada, pero prometa mucho. Te
na los sntomas de poseer una mentalidad superior a la mez
quindad y la corrupcin de las cortes. Su aparente sinceridad
alentaba las esperanzas, y la confianza del pblico, confundi
da, cansada y estragada por un caos de partidos, resucit y se
apeg a l. Pero l al creer, como ha hecho, que el rechazo
de la coalicin por parte de la nacin era mrito propio
suyo, se ha apresurado a adoptar medidas que un hombre
con menos apoyo no se hubiera atrevido a tomar.
Todo esto parece demostrar que un cambio de ministros
no representa nada. Uno sale, otro entra, y continan las
mismas medidas, los mismos vicios y la misma extravagan
cia. No importa quin sea ministro. El defecto reside en el
sistema. Las bases y la superestructura del gobierno son ma
las. Por mucho que se apuntalen, siguen hundindose en el
gobierno de la corte,' y as seguirn haciendo siempre.
Vuelvo, como haba prometido, al tema de la deuda nacio
nal, ese vstago de la revolucin angloholandesa y de su sir
vienta, la sucesin hannoveriana.
Pero ya es demasiado tarde para investigar cmo empez.
Aquellos a quienes se deba el dinero lo adelantaron, y el que
se gastara bien o mal, o que se lo embolsara alguien, no es
culpa suya. Pero resulta fcil ver que, si la nacin procede a
contemplar el carcter y los principios del gobierno y a com
prender las contribuciones, y a establecer comparaciones en
tre las de Amrica, Francia e Inglaterra, resultar casi impo
sible mantenerla en el mismo estado de sopor en que ha es
tado hasta ahora. Pronto habr que iniciar alguna reforma,
por necesidad de las circunstancia?. No se trata de que esos
principios tengan mucha o poca fuerza en la actualidad. Es
que ya estn expuestos en pblico. Han salido al mundo y no
hay fuerza que pueda detenerlos. Al igual que un secreto des
cubierto, ya no se puede impedir su difusin; y bien ciego ha
de ser quien no vea que ya se est iniciando un cambio.
Nueve millones de contribuciones de peso muerto es cosa
280 Thomas Pain^

seria; y no se destinan slo a un gobierno malo, sino en gran


medida extranjero. Al poner el poder de declarar la guerra
en manos de extranjeros que han venido a ver lo que podan
llevarse, no caba esperar algo muy diferente de lo que ha
pasado.
Ya se han expuesto en esta obra las razones por las que
cualesquiera sean las reformas fiscales, deberan introducirse
en los gastos corrientes del gobierno, y no en la parte que se
aplica a los intereses de la deuda nacional. Al anular los tri
butos para la beneficencia de los pobres, stos se vern cabal
mente aliviados, y desaparecer todo descontento de su par
te; y al eliminar las contribuciones que ya se han menciona
do, la nacin lograr recuperar todos los gastos de la demen-
cial guerra de Amrica.
Entonces slo quedar la deuda nacional como objeto de
descontento, y a fin de eliminar ste, o mejor dicho de pre-
vernirlo, sera una buena poltica por parte de los propios
acreedores el considerarla como una propiedad, sometida,
como toda propiedad, al pago de parte de las contribuciones.
Le dara al mismo tiempo popularidad y seguridad, y como
gran parte de su actual inconveniencia se ve equilibrada por
el capital que mantiene en existencia, una medida de ese tipo
aumentara tanto ese equilibrio que silenciara las objeciones.
Cabe hacerlo por medios tan graduales que logren todo lo
necesario con la mayor facilidad y comodidad.
En lugar de imponer una contribucin al capital, el mejor
mtodo consistira en imponrsela al inters en relacin pro
gresiva, y reducir las contribuciones pblicas en la misma
medida en que fueran disminuyendo los intereses.
Supongamos que se impusiera al inters una contribucin
de medio penique por libra el primer ao, un penique ms el
segundo, y continuar as conforme a una cierta relacin que
se determinara, siempre inferior a cualquier impuesto sobre
la propiedad. Esa contribucin se deducira del inters en el
momento del pago, sin ningn gasto de recaudacin.
Medio penique por libra reducira el inters, y en conse
cuencia las contribuciones, en veinte mil libras. Eso equivale
a la contribucin sobre los transportes, contribucin que po
dra eliminarse en el primer ao. El segundo ao tambin
Derechos del Hombre 281

podra eliminarse la contribucin sobre las sirvientas, .u otra


contribucin parecida, y al continuar del mismo modo, al
aplicar siempre la contribucin recaudada con cargo a la
propiedad de la deuda a la extincin de sta, y no aplicarla a
los servicios corrientes, se amortizara sola *.
Los acreedores, pese a este impuesto, pagaran menos
contribucin que ahora. Lo que ahorraran con la abolicin
del tributo para beneficencia y de la contribucin por casas y
ventanas, y de la contribucin sobre las transmisiones, sera
mucho ms de lo que representa esta contribucin, cuya ac
tuacin sera lenta, pero segura.
Me parece prudente contemplar las medidas que seran
aplicables en cualesquiera circunstancias que pudieran surgir.
Existe^ actualmente, una crisis en los asuntos de Europa que
parece exigirlo. Hoy da lo prudente es prepararse. Si se anu
lan de golpe las contribuciones, ms adelante ser difcil res
tablecerlas; y el alivio no sera tan efectivo como si se proce
diera mediante una representacin mesurada y gradual.
Hoy da se est comenzando a comprender demasiado
bien el fraude, la hipocresa y el engao de los gobiernos
como para que stos se puedan prometer un futuro demasia
do prolongado. La farsa de la monarqua y de la aristocracia
en todos los pases va siguiendo el camino de la caballera
andante, y el Sr. Burke se viste de luto para el funeral. Que
pasen, pues, tranquilamente a la tumba de todos los dems
absurdos, y que se consuelen sus plaideros.
No es mucho el tiempo que falta para que Inglaterra se ra
de s misma por haber enviado a buscar a Holanda, Hanno-
ver, Zell o Brunswick, hombres que le cuestan un milln al
ao, que no comprenden sus leyes, su idioma ni sus intere
ses, y cuyas aptitudes apenas si les capacitaran para el cargo
de polica de una parroquia. Si pudiera ponerse el gobierno
en esas manos es que verdaderamente debe tratarse de algo
sencillsimo y facilsimo, y para ese fin cabe hallar materiales
adecuados en todas las villas y las aldeas de Inglaterra **.

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas (N . del T.)


* * Bste prrafo y el anterior se incluyeron en la instruccin contra Paine.
(N. d el T.)
282 Thomas Paine

Cuando cualquier pas del mundo pueda decir: mis pobres


son felices; no son vctimas de la ignorancia ni de la escasez;
en mis crceles no hay presos, ni en mis calles mendigos; los
ancianos no padecen necesidades; las contribuciones no son
progresivas; el mundo racional es mi amigo, porque yo soy
el amigo de su felicidad; cuando puedan decirse esas cosas,
entonces ese pas podr presumir de su contribucin y de su
gobierno.
En el espacio de unos aos hemos sido testigos de dos re
voluciones, la de Amrica y la de Francia. En la primera, el
combate fue largo y el conflicto grave; en la segunda, la na
cin actu con un impulso tan consolidado que, al no tener
un enemigo extranjero al que combatir, la revolucin tom
completamente el poder en el momento en que apareci. Por
ambos ejemplos es evidente que las principales fuerzas que
pueden entrar en el campo de las revoluciones son la razn y
el inters comn. Cuando ambas cosas tienen la oportunidad
de actuar, la oposicin se muere de miedo o se derrumba
ante la conviccin. Es grande el prestigio que han alcanzado
ya .universalmente, y en adelante podemos esperar que las re
voluciones, o los cambios de gobierno, se produzcan de
modo igual de calmado, mediante el cual se logra cualquier
medida determinable por el razonamiento y el debate.
Cuando una nacin cambia sus opiniones y sus hbitos de
pensar, ya no se la puede gobernar como antes; pero no slo
sera un error, sino una mala poltica, tratar de forzar lo que
debera lograrse mediante la razn. La rebelin consiste en
oponerse con la fuerza a la voluntad general de la nacin,
hgalo un partido o el gobierno. Por ende, en todas las na
ciones debera haber un mtodo de determinar de vez en
cuando el estado de la opinin pblica con respecto al go
bierno. A este respecto, el antiguo gobierno de Francia era
mejor que el actual gobierno de Inglaterra, porque en ocasio
nes extraordinarias se poda recurrir a los que se llamaban
entonces Estados Generales. Pero en Inglaterra no existen
esos rganos ocasionales, y en cuanto a los que ahora se cali
fica de representativos, gran parte de ellos son meros meca
nismos de la corte, sus empleados y beneficiarios.
Calculo que, si bien todos los ingleses pagan contribucio
Derechos del Hombre 283

nes,' ni una centsima parte de ellos son electores, y los


miembros de una de las cmaras del Parlamento no se repre
sentan ms que a s mismos. Por ende, no hay ningn poder,
ms que el deseo voluntario del pueblo, que tenga derecho a
actuar por lo que respecta a una reforma general, y confor
me al mismo derecho por el que dos personas pueden tratar
de ese tema, pueden hacerlo mil. El objetivo de todos los
procedimientos preliminares de esa ndole es averiguar lo
que piensa en general una nacin y gobernarse en conse
cuencia. Si prefiere un gobierno malo o defectuoso a una re
forma, u opta por pagar diez veces ms contribuciones de lo
que hace falta, tiene derecho a hacerlo, y mientras la mayora
no imponga a la minora condiciones diferentes a las que se
impone a s misma, aunque sea un gran error, no existe in
justicia. Y tampoco continuar el error mucho tiempo. La
razn y el debate pronto corregirn las cosas, por mal que
stas empiecen. De esa forma no se producen tumultos. Los
pobres de todos los pases son por naturaleza pacficos y
agradecidos a todas las reformas en las que se comprenden
sus intereses y su felicidad. No se hacen tumultuosos sino
cuando se hace caso omiso de ellos y se los rechaza *.
Los temas que hoy da ocupan a la atencin pblica son la
Revolucin Francesa y la perspectiva de una revolucin ge
neral en los gobiernos. De todas las naciones de Europa, a
ninguna le interesa tanto la Revolucin Francesa como a In
glaterra. Enemigas desde hace siglos, y eso a gran costo y sin
ningn objetivo racional, ahora se presenta la oportunidad
de terminar el problema amigablemente y de sumar sus es
fuerzos para reformar el resto de Europa. Al hacerlo, no
slo evitarn ulteriores efusiones de sangre y el aumento de
las contribuciones, sino que se pondrn en situacin de des
hacerse de una gran parte de sus actuales cargas, como ya se
ha expuesto. Sin embargo, una larga experiencia ha demos
trado que las reformas de este tipo no son las que desean
promover los gobiernos antiguos, y que por lo tanto es a las
naciones, y no a los gobiernos, a quienes se plantean esas
cuestiones.

* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N. del T.)


284 Thomas Paine

En la parte anterior de esta obra he hablado de una alian


za entre Inglaterra, Francia y Amrica, para fines que Se
mencionaran ms adelante. Aunque no estoy facultado di
rectamente por Amrica, tengo buenos motivos para con
cluir que est dispuesta a iniciar un estudio de esa medida,
siempre que los gobiernos con los que pudiera aliarse actua
sen como gobiernos nacionales, y no como cortes envueltas
en la intriga y el misterio. Que Francia como nacin, y un
gobierno nacional, preferira una alianza con Inglaterra es
cosa que no admite dudas. Las naciones, como los indivi
duos, que han sido enemigas durante mucho tiempo sin co
nocerse, se hacen tanto mejores amigas cuando descubren
los errores y los engaos conforme a los que actuaban.
Tras reconocer, pues, la probabilidad de esa vinculacin,
expondr algunas cuestiones en las que esa alianza, junto con
Holanda, podra prestar servicios, no slo a las partes inme
diatamente interesadas, sino a toda Europa.
Creo innegable que si se confederasen las flotas de Ingla
terra, Francia y Holanda podran proponer, y lograr, una li
mitacin y un desmantelamiento general de todas las mari
nas de Europa, en la proporcin que se conviniera.
Primero. Que ninguna potencia de Europa, incluidas las
mencionadas, construya ningn barco de guerra nuevo.
Segundo. Que todas las marinas actualmente existentes se
reduzcan a, digamos, una dcima parte de su fuerza actual.
Ello ahorrar a Francia e Inglaterra por lo menos dos millo
nes de libras esterlinas al ao cada una, y su fuerza relativa
seguir siendo la misma que ahora. Si los hombres se permi
ten pensar como deberan pensar los seres racionales, nada
puede parecer ms ridculo y absurdo, aparte de las conside
raciones morales, que el correr con los gastos de construir
flotas, llenarlas de hombres y luego llevarlas al ocano, a ver
cul puede hundir a la otra con ms rapidez. La paz, que no
cuesta nada, brinda infinitamente ms beneficios que cual
quier victoria con todos sus gastos. Pero, si bien es lo mejor
que responde a los intereses de las naciones, no es as por lo
que respecta a los gobiernos de los cortesanos, cuya poltica
habitual es la de buscar pretextos para imponer contribucio
nes y lograr empleos y cargos.
Derechos deJ Hombre 285

Creo tambin innegable qu las potencias confederadas


mencionadas, junto con la de los Estados Unidos de Amri
ca, pueden proponer con xito a Espaa la independencia de
Sudamrica y la apertura de esos pases de inmensas exten
siones y riquezas al comercio general del mundo, hoy da
igual que est abierta Norteamrica.
Cuanto mayores son las glorias y el beneficio para s mis
mas con que acta una nacin cuando utiliza su poder para
rescatar el mundo de la servidumbre y para crearse amigos
que cuando emplea ese poder para aumentar la ruina, la de
solacin y la miseria; La horrible forma en que est actuando
hoy da el gobierno ingls en las Indias Orientales es algo
que no merecera contarse sino de los godos y los vndalos,
que, carentes de principios, saquearon y torturaron al mun
do que eran incapaces de disfrutar.
La apertura de Sudamrica producira un campo inmenso
de comercio y un mercado con dinero abundante para las
manufacturas, cosa que no hace el mundo oriental. El Orien
te es va un territorio lleno de manufacturas, cuya importa
cin no slo perjudica a las manufacturas de Inglaterra,
sino que consume su dinero. El saldo de este comercio en
contra de Inglaterra es regularmente de ms de medio mi
lln al ao, que sale en plata en los buques de las Indias
Orientales, y ste es el motivo, junto con la intriga alemana
y los sudsidios alemanes, de que haya tan poca plata en In
glaterra.
Pero toda guerra es una cosecha para los gobiernos de
este tipo, por ruinosa que sea para la nacin. Sirve para
mantener expectivas engaosas, que impiden al pueblo in
vestigar los defectos y los abusos del gobierno. Es el grito
del titiritero que advierte a la multitud y la engaa.
Jams se ha ofrecido a Inglaterra y a toda Europa una
oportunidad tan grande como la que brindan las revolucio
nes de Amrica y de Francia. Gracias a la primera, la liber
tad tiene un campen en el mundo occidental, y gracias a la
segunda, en EuropA. Cuando se sume a Francia otra nacin,
apenas si el despotismo y el mal gobierno osarn presentarse
en pblico. Por utilizar una frase hecha, las cosas se estn
calentando en toda Europa. El alemn insultado y el espaol
286 Thomas Paine

esclavizado, el ruso y el polaco estn empezando a pensar.


En adelante, la era actual merecer que se la llame Edad de
la Razn, y la generacin actual aparecer ante el futuro como
el Adn de un mundo nuevo.
Cuando todos los gobiernos de Europa estn basados en
el sistema representativo, las naciones se conocern mutua
mente, y cesarn las animosidades y los prejuicios fomenta
dos por la intriga y el artificio de las cortes. El soladado
oprimido pasar a ser un hombre libre, y al marinero tortu
rado ya no volvern a llevrselo a rastras por la calle como
un delincuente, sino que continuar tranquilo su viaje mer
cantil. Mejor sera que las naciones siguieran pagando a sus
militares todas sus vidas, y les dieran su licencia, y les devol
vieran a la libertad y a sus amigos y cesara la recluta, en lu
gar de mantener tamaas multitudes al mismo costo en una
condicin de inutilidad para la sociedad y para s mismos.
Tal como han venido tratando a sus soldados hasta ahora la
mayora de los pases, cabra decir que los soldados no tie
nen ni un amigo. Rechazados por los ciudadanos que temen
se trate de enemigos de la libertad, y demasiado a menudo
insultados por quienes los mandan, su condicin era la de
doble opresin. Pero cuando un pueblo est imbuido de los
principios de la libertad, todo recupera un orden, y el solda
do, tratado civilmente, corresponde a este trato.
Al contemplar las revoluciones resulta fcil percibir que
puedan surgir por dos causas distintas: una, evitar una gran
calamidad o superarla; la otra, obtener un bien grande y po
sitivo; y cabe distingir las dos por los nombres de revolucio
nes activas y pasivas. En las que se deben a la primera causa,
el nimo se enciende y se inflama, y la reparacin, que se ob
tiene con peligro, se ve demasiadas veces mancillada por la
venganza. Pero en las que se deben a la segunda, el nimo,
ms bien animado que agitado, se concentra serenamente en
el objeto. La razn y el debate, la persuasin y la conviccin,
se convierten en las armas del enfrentamiento, y no es sino
cuando se intentan reprimirlas cuando se recurre a la violen
cia. Cuando los hombres se unen para ponerse de acuerdo en
que algo es bueno, si se pudiera obtener, como el alivio de la
carga de las contribuciones y la extincin de la corrupcin,
Derechos del Hombre 287

ya ha alcanzado ms de la mitad del objetivo. Lo que aprue


ban como fin lo promovern por sus medios.
Habr alguien que diga, en el estado actual de las contri
buciones excesivas, que recaen de forma tan pesada sobre los
pobres, que una remisin de cinco libras al ao de las contri
buciones para ciento cuatro mil familias no es algo bueno?
Habr quien diga que una remisin de siete libras al ao a
otras cien mil familias pobres, de ocho libras al ao a otras
cien mil familias pobres y de diez mil libras al ao a cincuen
ta mil familias pobres y de viudas no son cosas buenas? Y por
seguir un paso ms en esta ascensin, habr quien diga que
el prever las desgracias a que est sometida la vida humana,
al garantizar seis libras al ao a todas las personas pobres, en
apuros o arruinadas de los cincuenta a los sesenta aos, y de
diez libras al ao a partir de los sesenta, no es algo bueno?
Dir alguien que una abolicin de dos millones de tribu
tos para beneficencia a los dueos de casas, y de toda la con
tribucin sobre casas y luces de ventanas y de la contribu
cin sobre la transmisin, no es algo bueno? O quien diga que
el abolir la corrupcin es algo maltit
Por todo ello, si el bien que se puede obtener merece una
revolucin pasiva racional y que no cueste nada, sera mala
poltica preferir esperar a una calamidad que fuerce una re
volucin violenta. No puedo creer, habida cuenta de las re
formas que se estn aprobando y difundiendo por toda Eu
ropa, que Inglaterra se vaya a permitir ser ella la ltima, y
cuando se ofrecen calmadamente la ocasin y la oportuni
dad, es mejor eso que esperar a una necesidad turbulenta.
Cabe considerar como un honor para las facultades animales
del hombre obtener reparacin mediante el valor y el peli
gro, pero es mucho mayor el honor para las facultades racio
nales si se logra el mismo objetivo mediante la razn, la
transaccin y el consentimiento general *.

* S que es la opinin de muchas de las personalidades ms ilustradas de


Francia (siempre habr quienes vean ms all que otros en los acontecimien
tos), no slo entre la masa general de los ciudadanos, sino entre muchos de
los principales miembros de la antigua Asamblea Nacional, que el plan mo
nrquico no continuar muchos aos en ese pas. Han concluido que, como
la sabidura no puede hacerse hereditaria, tampoco debe hacerse hereditario
288 Thomas Paine

A medida que las reformas, o las revoluciones, segn el


nombre que se les d, se extiendan entre las naciones, esas
naciones formarn asociaciones y convenciones, y cuando
unas pocas se confederen as, la marcha ir rpida, hasta que
el despotismo y el gobierno corrupto queden totalmente ex
pulsados, al menos de dos sectores del mundo, Europa y
Amrica. Entonces podr obligarse a que cese la piratera ar
gelina, pues si existe es nicamente por la poltica maliciosa
de los gobiernos antiguos, enfrentados unos con otros *.
A lo largo de esta obra, pese a lo variado y lo mltiple de
los temas de que me he ocupado y estudiado, no hay ms que
un prrafo sobre la religin, y es que es buena toda religin que
ensee al hombre a ser bueno.
He evitado cuidadosamente extenderme sobre el tema,
pues me siento inclinado a creer que el llamado ministerio
actual desea que se mantengan los enfrentamientos acerca de
la religin, para impedir que la nacin dedique su atencin a
las cuestiones de gobierno. Es como si dijeran: Mirad all, o
donde queris, pero no aqu.
Pero como se procede a transformar a Ja religin, sin nin
gn derecho, en un instrumento poltico, con lo cual se des
truye su realidad, concluir esta obra exponiendo bajo qu
luz se me aparece a m la religin.
Si suponemos una familia con muchos hijos, que en cual
quier da determinado, o en circunstancias concretas, tienen
la costumbre de presentar a su padre un smbolo de su

el poder; y que para que un hombre merezca un milln de libras esterlinas al


ao de una nacin debera tener una mente capaz de comprender desde un
tomo hasta un universo, y si la tuviera estara por encima del cobro de un
sueldo. Pero no deseaban dar la apariencia de conducir a la nacin ms rpido
de lo que dictaban la razn y el inters de la propia nacin. En todas las con
versaciones sobre este tema a las que he asistido, la idea era siempre de que cuan
do llegue el momento por la opinin general de la nacin, el mtodo hono
rable y liberal sera hacer un buen regalo de una sola vez a la persona, quien
quiera que sea, que desempee entonces las funciones monrquicas, para que
se retire a gozar de la vida privada, en posesin de su parte de los derechos y
los privilegios generales, y sin tener que dar ms cuentas al pblico de lo que
hace con su tiempo y de su conducta que cualquier otro ciudadano. (N ota tl
autor.)
* Prrafo omitido en varias ediciones modernas. (N. di TJ
Derechos del Hombre 289

afecto y su gratitud, cada uno de ellos hara una ofrenda di


ferente, y lo que es ms probable, de forma diferente. Algu
nos expondran su felicitacin con temas en verso o en pro
sa; otros con pequeos mecanismos, segn dictara su genio
o conforme a lo que pensaran que resultara ms agradable;
y quizs los ms pequeos, al no saber hacer ninguna de esas
cosas, saldran al jardn o al campo a buscar la flor que les
pareciera ms bonita, aunque slo fuera una simple hierba.
Al padre le agradara ms esa variedad que si todos hubieran
actuado conforme a un plan concertado y cada uno hubiera
trado la misma ofrenda. Esto tendra el aspecto fro de lo
urdido, o el severo del control. Pero de todas las cosas desa
gradables, nada podran afligir ms al padre que el enterarse
de que despus todos ellos se haban agarrado de las orejas, y
que sus hijos e hijas se haban peleado, araado, insultado y
ofendido en torno a cul era el mejor o el peor de los rega
los.
Por qu no hemos de suponer que al gran Padre de todos
le agrada la diversidad en la devocin? Y que la forma ms
ofensiva en que podemos actuar es aquella en la que trata
mos de atormentarnos y hacer que los otros se sientan des
graciados? Por mi parte, estoy plenamente convencido de
que lo que estoy haciendo ahora, como tentativa de conciliar
a la humanidad, de hacer que su condicin sea feliz, de unir
a naciones que hasta ahora han sido enetnigas, y de estirpar
la horrorosa prctica de la guerra y romper las cadenas de la
esclavitud y la opresin, le resulta aceptable, y como es el
mejor servicio que puedo prestar, lo hago de buen grado.
No creo que haya dos hombres que, si son capaces de pen
sar, piensen exactamente lo mismo acerca de eso que llaman
cuestiones de doctrina. No parecen pensar lo mismo sino
quienes no piensan. En este caso ocurre como con eso que
llaman contitucin britnica, se ha dado por hecho que es
buena, y los elogios han ocupado el lugar de las pruebas.
Pero cuando la nacin llegue a examinar sus principios y los
abusos que admite, se ver que tiene ms defectos de los que
he sealado yo en esta obra y en la anterior.
En cuanto a llamarlas religiones nacionales, igual de co
rrecto sera hablar de Dioses nacionales. O bien se trata de
290 Thomas Paine

un artilugio poltico o de los restos del sistema pagano, en el


que cada nacin tiene su deidad particular y aparte. De todos
los autores del clero eclesistico ingls que se han ocupado
del tema general de la religin, nadie ha superado al actual
obispo de Llandaff29, y es piara m un placer aprovechar esta
oportunidad para expresar esta seal de respeto.
Ya he recorrido todo el tema, al menos tal como me apa
rece actualmente. Abrigada la intencin, en estos cinco aos
que llevo en Europa, de ofrecer un discurso al pueblo de In
glaterra sobre el tema del gobierno si se presentaba la opor
tunidad, antes de volver a Amrica. El Sr. Burke me la ha
brindado y se lo agradezco. En cierta ocasin, hace tres
aos, lo exhort a que propusiera una convencin nacional,
que estuviera imparcialmente elegida, con objeto de investi
gar el estado de la nacin, pero advert que, pese a la fuerza
con que se estaba oponiendo la corriente parlamentaria a la
sazn contra el partido con el cual actuaba l, la poltica de
aquel partido era mantenerlo todo dentro del campo de la
corrupcin y confiar en que fueran pasando cosas. Una larga
experiencia ha demostrado que los parlamentos aceptaran
cualquier cambio de ministros y que en ello depositaban sus
esperanzas y sus expectativas.
Anteriormente, cuando surgan divisiones acerca de los
gobiernos, se recurra a la espada y se segua una guerra ci
vil. Esa costumbre salvaje ha desaparecido con el nuevo sis
tema y ahora se recurre a las convenciones nacionales: Los
debates y la voluntad general arbitran en la cuestin, y l
opinin privada lo admite de buen grado, y el orden se man
tiene sin interrupciones.
Algunos caballeros han presumido de calificar a los prin
cipios en que se basa esta obra y la primera parte de Derechos
del Hombre de doctrina modernista. La cuestin no es si
esos principios son nuevos o viejos, sino si son buenos o
malos. De suponer que son lo primero, se demostrar su
efecto mediante una figura de fcil comprensin.
Estamos a mediados de febrero. Si fuera a darme un paseo
por el campo, los rboles presentaran un aspecto invernal,
sin hojas. Como a la gente le gusta arrancar ramitas al pasar,
quizs hiciera yo lo mismo, y quizs observara que un solo ca
Derechos del Hombre 291

pullo de esa mata haba empezado a florecer. Razonara yo de


forma muy antinatural, o mejor dicho no razonara en abso
luto, si supusiera que se era el nico capullo de Inglaterra que
presentaba ese aspecto. En lugar de decidir tal cosa, debera
concluir instantneamente que el mismo aspecto estaba em
pezando a darse, o a punto de empezar a darse, en todas par
tes, y aunque el sueo vegetal contina ms tiempo en algu
nos rboles y plantas que en otros, y aunque algunos de ellos
quiz no florezcan hasta dentro de dos o tres aos, todos ellos
estarn llenos de hojas en el verano, salvo los que estn po
dridos. Qu ritmo mantenga el verano poltico en relacin
con el natural es algo que no hay previsin humana capaz de
determinar. Pero no resulta demasiado difcil percibir que ha
llegado la primavera. As, deseando como hago, con toda sin
ceridad, libertad y felicidad a todas las naciones, termino la
SEGUNDA PARTE.
Apndice *

Como la publicacin de esta obra se ha retrasado hasta


despus de la fecha prevista, no me parece improcedente, ha
bida cuenta de todas las circunstancias, exponer las causas
que han ocasionado el retraso.
El lector observar probablemente que algunas de las par
tes del plan contenido en esta obra para reducir las contribu
ciones, y determinadas partes del discurso pronunciado por
el Sr. Pitt en la apertura del actual perodo de sesiones, el
martes 31 de enero, se parecen tanto como para inducir a
creer que bien el autor haba aceptado una sugerencia del Sr.
Pitt o el Sr. Pitt del autor. Primero sealar las partes que se
parecen y despus expondr las circunstancias que conozco y
dejar que el lector formule sus propias conclusiones.
Al considerar casi como un caso sin precedentes que se
proponga la reduccin de las contribuciones, igual de ex
traordinario resulta que esa medida se les ocurra a dos perso
nas al mismo tiempo, y tanto ms (dadas la gran variedad y
la multiplicidad de esas contribuciones) que se trate de las

* Suprimido en varias ediciones modernas. (N. dtl T.)

292
Derechos dei Hombre 293

mismas contribuciones concretas. El Sr. Pitt ha mencionado,


en su discurso, la contribucin sobre los transportes {C a
rruajes y Vagones), la aplicable a las Sirvientas, la reduccin de
la contribucin sobre las Bujas y la eliminacin de la contri
bucin de tres chelines sobre las Casas que tengan menos de
siete ventanas.
Todas y cada una de esas contribuciones concretas forman
parte del plan contenido en esta obra, cuya eliminacin tam
bin se propone en ella. Es cierto que el plan del Sr. Pitt no
va ms all de una reduccin de trescientas veinte mil libras;
y la reduccin propuesta en esta obra es de casi seis millo
nes. He establecido mis clculos sobre la base de slo dieci
sis millones y medio de ingresos, y an as he dicho que era
d casi diecisiete millones, si es que no llega a esa cifra. El
Sr. Pitt la establece en 16.690.000. Conozco suficientemente
el tema para decir que no ha exagerado. De modo que, una
vez as dados los detalles, que se corresponden en esta obra y
en su discurso, expondr una cadena de circunstancias que
puedan desembocar en una explicacin.
La primera sugerencia de reducir las contribuciones, y ello
como consecuencia derivada de la Revolucin Francesa, se
halla en el d i s c u r s o y d e c l a r a c i n d los caballeros
reunidos en Thatched-House Tavem el 20 de agosto de 1791.
Entre muchos otros detalles expuestos en aquel Dis
curso figura el siguiente, expuesto como interrogacin a los
adversarios gubernamentales de la Revolucin Francesa:
Lamentan stos que termine la farsa conducente a nuevas contribu
ciones opresivas, j la ocasin de mantener muchas contribuciones anti
guas?
Bien sabido es que las personas que ms suelen frecuentar
la Thatched-House Tavem son hombres con relaciones en la
corte, y con tanta repugnancia recibieron este Discurso y
Declaracin relativos a la Revolucin Francesa y la reduc
cin d las contribuciones, que el propietario se vio en la
pbligacin de informar a los Caballeros que asistieron a la
reunin del veinte de agosto, y que se proponan celebrar
otra reunin, de que no poda recibirlos *.

* Coreo en general se supone que el caballero que firm el discurso y la


294 Thomas Paine

Lo nico que se sugera en el Discurso y Declaracin


acerca de las contribuciones y los principios de gobierno es
lo que se ve reducido a un sistema regular en esta obra. Pero
como el discurso del Sr. Pitt contiene algunas de las mismas
cosas acerca de las contribuciones, paso ahora a las circuns
tancias a las que antes alud.
La cosa es as: El objetivo era publicar esta obra justo an
tes de la reunin del Parlamento, y con ese fin se puso una
cantidad considerable del original en manos del impresor en
septiembre, y todo el original restante, hasta la pgina 282,
que contiene las partes a las que se parece el discurso del Sr.
Pitt, se le dieron nada menos que seis semanas antes de la
reunin del Parlamento, y se le inform de la fecha en que
deba aparecer. Tena compuesta casi la totalidad unas dos
semanas antes de la fecha de la reunin parlamentaria, y te
na impresa hasta la pgina 220 y me haba dado la prueba
del pliego siguiente, hasta las pginas 250-251. Entonces es
taba todo lo bastante adelantado para salir en la fecha pro
puesta, pues ya haba otros dos pliegos preparados. Antes le
haba dicho yo que si a su juicio le iba a faltar tiempo, hara
que de parte del trabajo se encargara otra imprenta, pero no
quiso. As, la obra estaba lista para el martes dos semanas
antes de la reunin del Parlamento, cuando de repente, sin
ninguna advertencia previa, me envi con uno de sus traba

declaracin como presidente de la reunin, el Sr. Home Tooke, y como por


haberla elogiado mucho se le ha acusado bienhumoradamente de elogiar su
propia obra, y a fin de liberarlo de ese apuro y de ahorrarle la repeticin de
la molestia de mencionar el nombre del autor, cosa que no ha dejado de ha*
cer, no tengo titubeos para decir que, como se me ocurrid fcilmente la
oportunidad de aprovechar los beneficios de la Revolucin* Francesa^ redact
esa publicacin y se la ense a l y a algunos otros caballeros, quienes al
aprobarla plenamente, celebraron una reunin con objeto de hacerla pblica,
y suscribieron la cantidad de cincuenta guineas para sufragar los gastos de
publicarla. Creo que en estos momentos hay en Inglaterra un nmero mayor
de hombres quie actan por principios desinteresados, y decididos a investi
gar el carcter y las prcticas del gobierno por s mismos, y no a confiaf cie
gamente, de lo que hab/a antes, sea en el gobierno en general o en los parla
mentos o en la oposicin parlamentaria, que en ningn momento anterior.
Si se hubiera actuado as hace un siglo la corrupcin y las contribuciones no
habran alcanzado las alturas a que han llegado hoy da. (N ota d ei autor.)'
Derechos del Hombre 295

jadores todo el original restante a partir de la pgina 220, y


se neg a seguir adelante con el trabajo bajo ningn pretexto.
No pude explicarme aquella extraordinaria conducta, pues
se haba detenido en la parte en que terminan los argumen
tos relativos a los sistemas y principios de gobierno y en que
comienza el plan de reduccin de las contribuciones, educa
cin de la infancia, ayuda a los pobres y a los ancianos; y
ms especialmente todava porque, en el momento en que
empez a imprimir y antes de ver todo el original, haba
ofrecido mil libras por los derechos de autor, junto con los
futuros derechos de autor de la primera parte de los Dere
chos del Hombre. Dije a la persona que me comunic el ofre
cimiento que no iba a aceptarlo y no deseaba que se me
repitiera, y expuse como motivo que, si bien crea que el im
presor era persona honrada, nunca dejara en manos de nin
gn impresor o editor el derecho de suprimir o alterar una
obra ma, al cederle los derechos de autor, ni darle el dere
cho de venderlos a cualquier ministro, o a cualquier otra
persona, o de tratar como mera cuestin de trfico lo que yo
me propona fuese cuestin de principio.
Su negativa a terminar la obra (que no pudo comprar) me
oblig a buscar otro impresor y ello por fuerza haba de re
trasar la publicacin hasta despus de la reunin del Parla
mento, pues de lo contrario habra parecido que el Sr. Pitt
haba tomado slo una parte del plan que yo haba expuesto
de forma ms completa.
El que ese caballero, u otro cualquiera, hubiese visto la
obra, o una parte de ella, no es cosa que pueda yo afirmar.
Pero la forma en que se devolvi la obra, y el momento con
creto en que se hizo, y ello despus de hacerme los ofreci
mientos, son circunstancias sospechosas. S qu es lo que
opinan los libreros y editores en esos casos, pero en cuanto a
mi propia opinin prefiero no hacer declaracin alguna. Hay
muchas formas de que otras personas obtengan pliegos de
pruebas antes de que aparezca una publicacin, a lo cual aa
dir otra circunstancia, y, es la siguiente:
Un librero ministerial de Piecadilly, empleado, segn se
dice comnmente, por un secretario de una de las juntas con
estrechas relaciones con el ministerio (la junta de comercio y
296 Thomas Paine

plantaciones de la que es presidente Hawksbury) para publi


car lo que se llama mi Biografa30 (le deseo que su propia
vida y las vidas de todo el gabinete sean igual de buenas), so
la hacer que sus libros se los imprimieran en la misma im
prenta que utilizaba yo, pero cuando sali la primera parte
de Derechos del Hombre, dej de contratarla, airado; y una se
mana o diez das antes de que el impresor me devolviera el
original volvi a ofrecer a ste que le hiciera sus libros, cosa
que acept. En consecuencia, ello le servira para lograr el
acceso a los talleres en que entonces se hallaban los pliegos
de esta obra, y como los libreros y los impresores hablan
francamente entre s, habra tenido la oportunidad de ver l
que estaba en marcha. Pero, sea como sea, el plan del Sr.
Pitt, pese a lo pequeo y diminuto que resulta, habra tenido
un aspecto muy extrao si esta obra hubiera salido en la fe
cha en que el impresor se haba comprometido a terminarla.
He expuesto ya los detalles que ocasionaron el retraso,
desde la propuesta de compra hasta la negativa de imprimir.
Si todos los caballeros son inocentes, es muy lamentable
para ellos que se combinara tal variedad de circunstancias
sospechosas, sin que ellos tuvieran ningn proyecto.
Tras terminar esta parte, concluir exponiendo otra cir
cunstancia.
Aproximadamente dos o tres semanas antes de la reunin
del Parlamento se introdujo un pequeo aumento, aquivalen-
te a unos doce chelines y seis peniques al ao, en la paga de
los soldados, o mejor dicho, se redujeran en esa cantidad las
deducciones de la soldada. Algunos caballeros que conocan,
parcialmente, que esta obra contendra un plan de reformas
relativas a la condicin oprimida de los soldados deseaban
que yo aadiera una nota a la obra en el sentido de que la
parte relativa a este tema llevaba unas semanas en manos del
impresor antes de que se propusiera el aumento de la solda
da. Me negu a hacerlo, para que ello no se interpretara en
el sentido de una vanidad o de una tentativa de infundir sos
pechas (que quizs habran sido injustificadas) en el sentido
de que algunos de los caballeros dl gobierno se haban en
terado, por los medios que fueren, de lo que contendra esta
obra, y de no haberse interrumpido la impresin de modo
Derechos del Hombre 297

que se originara un retraso hasta despus de la fecha prevista


para la publicacin, no habria aparecido nada de lo que con
tiene este apndice.
T homas P a in e
Notas

Notas a la parte I

J En abr/ de 1787 E ntienne de B eicnnet arzobispo de Toulouse, sucedi a


Charles de Calonne en el Ministerio de Hacienda de Francia. En julio de ese
ao, el Parlamento de Pars se opuso a sus planes y exigi la convocacin de
los Estados Generales. La oposicin a sus planes de establecer una contribu
cin territorial provoc su cese el 25/VII/1788. Muri en prisin en 1793,
durante el Terror.
2 Referencia a Jorge III de Inglaterra, reinante que, al igual que su padre y
su abuelo, era elector de Hannover. Sufri varios ataques de locura, y las
alusiones a su insania fueron frecuentes en la literatura republicana de la
poca, no slo en las obras de T. P.
3 Alusin a una disputa entre Inglaterra y Espaa en tomo al estrecho de
Nootka (NO del Canad). En junio de 1789, buques espaoles atacaron all
a pesqueros ingleses, pero en noviembre de 1794 Espaa renunci a su rei
vindicacin de la isla de Vancouver y accedi a pagar reparaciones a Inglate
rra.
4 E. Burke, Rejlections on tht Revolutim in France and on the proceedmgs in Cer~
tain Socifties in London Rtlativt to that Event, Londres, 1790. Hay traduccin al
castellano de E. Tierno Galvn, publicada por el Instituto de Estudios Pol
ticos.
5 El Dr. Richard B. Price (1723-1791) era un pastor protestante no con
formista (esto es, no anglicano) y pensador poltico. Su obra, bsicamente de
comentarios ticos, guarda afinidades con las posiciones de Kant. Defendi
la causa de la independencia de los Estados Unidos. Su defensa de la Revo
lucin Francesa fue lo que le vali las diatribas de Burke. Tambin conocido
por sus escritos sobre Hacienda Pblica.

298
Derechos del Hombre 299

6 Guillermo de Orange (1650-1702), estatder de las Provincias Unidas,


nieto de Orlos I de Inglaterra, casado con Mara, hija de Jacobo II. Desem
barc en Inglaterra con 15.000 hombres en momentos de agitacin protes
tante (1688) ante el peligro de que el sucesor del absolutista Jacobo II fuera
uii catlico. Gracias a sus anteriores contactos con los protestantes, el Parla
mento-convencin le ofreci la corona inglesa conjuntamente con su esposa
a condicin de que aceptaran una Declaracin de Derechos, los principales
de los cuales seran que el rey no podra suspender la aplicacin de las leyes,
recaudar impuestos ni levantar un ejrcito y mantenerlo en tiempo de paz
salvo con el consentimiento del Parlamento. Esa fue la llamada Gloriosa
Revolucin. Guillermo y Mara reinaran conjuntamente hasta la muerte de
ella en 1694, y Guillermo solo hasta 1702.
7 Charles Gravier, conde de Vergennes (1717-1787), embajador en Trve-
riSj Constantinopla y Estocolmo. Nombrado ministro de Asuntos Exteriores
por Luis X V I en 1774. Sus contactos con Beaumarchais lo llevaron a firmar
a i 1778 el Tratado de Alianza con las colonias americanas levantadas contra
Inglaterra. Presidi la delegacin francesa en las negociaciones entre Inglate
rra, las Colonias Unidas y Francia que terminaron con la paz del Tratado de
Pars de 1783.
8 Posible referencia a la represin que sigui a la ltima invasin de Esco
cia por los partidarios de la dinasta Esiuardo (1745).
9 Lord George Gordon (1751-1793) fue un fantico agitador anticatlico
cuyas actividades desembocaron en los llamados motines de Gordon (2 a
7/VI/1780), que causaron ms de 800 muertos y heridos. Su causa inmedia
ta fue la eliminacin de algunas discriminaciones contra los catlicos. En
1788, condenado por libelo, fue a la crcel de Newgate, donde muri.
10 Alusin a una frase , del autor religioso ingls John Bunyan
(1628-1688), autor entre otras obras del famossimo Progreso del Peregrino. La
frase completa es: Un castillo llamado Castillo de la Duda, cuyo propietario
era el Gigante de la Desesperacin.
11 Paine se refiere al duque de Broglie (1718-1804) del que Michelet, en
$u H istoria de la Revolucin Frontesa (cito por la ed. de Laffont de 1979), dice
que en esta ocasin, para mandar los regimientos extranjeros se haba lla
mado... al Hrcules y el Aquiles de la antigua monarqua, el viejo Mariscal
de Broglie....
J2 El nombre correcto parece ser M. Flesselles, preboste de Pars.
13 Foulon era viceministro de la Guerra. Su yerno el intendente aparece
indistintamente en Michelet* op. aV., como Bertier o Berthier.
14 Temple Bar es la puerta que construy C. Wren hacia 1672 en el punto
de la barra o cadena que seala una d las entradas a la City de Londres. En
los ss. xvii y x v h i all se exhiban las cabezas de los condenados por traido
res.
15 Alusin a Robert Damien (o Damiens) (1715-1757), que por haber tra
tado de asesinar a Luis X V fue descuartizado como espectculo pblico. Hay
un relato escalofriante del espectculo en las Memorias de Casanova.
16 Se trata de Jcan*>Sylvain Bailly (1736-1793), astrnomo y poltico, autor
de un ensayo sobre la teora de los satlites de Jpiter, miembro entre otras
cosas de la Academia Francesa. Diputado por Pars en los Estados Genera
300 Thomas Paine

les, fue presidente de la Asamblea Nacional. Alcalde de Pars de 1789 a


1791. Guillotinado en 1793.
17 Referencia al proyecto de reforma parlamentaria presentado por Wi
lliam Pitt El Joven (1759-1806) en 1783.
18 Evidentemente, el sarcasmo se dirige a esos derechos residentes en la
Corona, depositada en la Torre de Londres y que para T. P. no tiene ms
importancia que un sombrero o una gorra.
19 Compiladores de una famosa coleccin de himnos religiosos.
20 Jacques Necker (1732-1804), estadista, financiero y escritor fisicrata.
Director de Finanzas (1777), trat de reducird dficit sin aumentar Jos im
puestos. Propuso la creacin de asambleas provinciales, suprimi lasmands
muertas y suaviz el procedimiento criminal. Fue el primero en hacer pbli
co un presupuesto con su Memorial a l Rey (1781), que le cost el puesto por
revelar las pensiones de los cortesanos. Ministro de Estado en 1788. Dupli
c el nmero de los miembros del Tercer Estado en los Estados Generales.
Muy popular, se vio cesado el 11/VII/ 788, vuelto a nombrar doce das
despus y cesado definitivamente en septiembre de 1790, cuando se retir a
Coppet a escribir sobre finanzas y poltica. Era el padre de Mme. de StaL
^ Charles Alexandre de Calonne (1734-1802), ministro de Hacienda en
1783, organiz grandes obras pblicas. Para colmar el gran dficit existente
propuso en 1786 la creacin de asambleas provinciales y municipales, la li
bertad del comercio de cereales, la sustitucin de la corve real por un im
puesto, la creacin de la subvencin territorial y la reduccin de los gastos
de la Corte. Convoc la Asamblea de Notables, que rechaz sus propuestas y
forz su dimisin (1787). Se retir a Inglaterra y conspir contra la Revolu
cin Francesa. Volvi a Pars baio el Consulado.
22 Carlos Felipe, conde dArtois (1757-1836), hermano menor de Luis XV I.
Aunque su insistencia en permitir ia representacin de L as Bodas d F i
garo, de Beaumarchais, haca suponer que era algo liberal, fue uno de tos pri
meros emigrados franceses (julio 1789). Apoy la insurreccin realista de la
V endes. Permaneci en Inglaterra hasta 1814. Durante el reinado de Luis X V 111
encabez la oposicin ultrarrealista. En 1825 se hizo coronar con el
ttulo de Carlos X en una ceremonia pompossima celebrada en Reims que le
vali el nombre de Carlos el Simple. Trat de indemnizar a los emigrados,
promulgar una ley contra el sacrilegio y restablecer en general el Antiguo
Rgimen. La disolucin en marzo de la Cmara de los Diputados y las drs
ticas Ordenanzas de Julio provocaron el levantamiento de Pars de julio de
1830 (las tres gloriosas), que forz su abdicacin*
23 Mediante Jas Lettres de Cachet eJ rey poda ordenar a la polica que detu
viera y encarcelara a cualquiera de sus sbditos sin auto de procesamiento ni
juicio.
24 Etienne Franois de Stainville, duque de Choiseul (1719-1815), militar
y diplomtico, protegido de Mme. de Pompadour. Ministro de Exteriores de
1758 a 1770, negoci el Pacto de Familia, anexion la Lorena (1766) y Cr
cega (1768). Ministro de la Guerra y de Marina (1761-1770), reorganiz las
fuerzas armadas. Apoy la publicacin de la Enciclopedia y la expulsin de los
jesutas. P or intrigas de te camarilla de Mme. Du Barry se vio exiliado de la
Corte. Escribi sus Memorias en 1790.
Derechos del Hombre 30t

25 Aqu hay un detalle extrao que no he visto comentado en ninguna


otra edicin. El nico Lamoignon de nota que he podido rastrear vivo en
esta poca era Gbristian Guillaume de Lamoignon Malesherbes (1721*1794).
La frase de Paine es wbo afterward shot himself, lo cual, literalmente traduc
do, es que ms tarde se peg un tiro. Ahora bien, Paine no poda decir
esto cuando Lamoignon viva todava, luego quiz se pueda atribuir a esta
frase un sentido arcaizante de se escap, que en la construccin inglesa es
muy rara, o de lo contrario se trata de un error garrafal de Paine pues La-
moignon se vera implicado ms tarde igual que l mismo, en la tentativa de
salvar la vida de Luis XV I. Aparte de eso, Lamoignon, ms conocido como
Malesherbes, haba sido magistrado del Tribunal de Ayudas y censor general
(1750) cargo este ltimo en d que autoriz la publicacin de la Enciclopedia.
Desterrado en 1771 por protestar contra el-aumento de los impuestos, en
1774 fue nombrado ministro del Interior. Apoy a Turgot y dimiti en soli
daridad con ste (1776). Ministro de Estado en 1787, dimiti en 1788 y
emigr (de ah el se escap?) durante la Revolucin. Regres a Pars para
asumir la defensa de Luis X V I y muri en la guillotina, acusado de conspira^
rin realista.
26 Evidentemente aqu el trmino corte se emplea en el sentido de la
18. acepcin del Diccionario de la Academia, igual a junta, etc;, sentido
de] que se derivan las Cortes Generales espaolas.
2 -El duque de la Rochefoucauld-Liautor (1747-1827) era un filntropo
que exhort a la adopcin de las medidas sociales en la Asamblea Consti
tuyente. Huy a ios Estados Unidos durante el Terror. A su regreso a Fran
cia sigui escribtcndo y actuando en pro de la reforma social. Tambin el
vizconde de Noailles (1756-1804), cuado de la Fayette, emigr en 1792,
tras haber sido diputado en los Estados Generales.
28 El abate Emmanuel-Joseph Sieycs (1748-1836) public en 1789 un fo
lleto muy popular titulado Qu es el Tercer Estadal, del cual era representante
en los Estados Generales. Fue el instigador del juramento del juego de Pelo
ta y corredactor de la Declaracin de Derechos del Hombre, as como de la
Constitucin de 1791, aunque adversario de la abolicin de los diezmos.
Vot por la muerte de Luis XV I. En la sombra durante el terror, fue muy
activo en la reaccin tbermidoriana, en la que tuvo a su cargo la poltica ex
terior. Coadyuv al golpe de Estado de Napolen, pero ste lo apart del
Consulado, aunque fue senador y conde con el Imperio. Estuvo exiliado en
Blgica, como regicida, de 1816 a 1830.
2* Hubiramos deseado utilizar para esta edicin la autorizada traduccin
de Gregorio Peces-Barba y Liborio Hierro que consta en Textos Bsicos sobre
D eruios Humanes (Madrid, 1973). El problema es que Paine hace, a su vez,
ana traduccin muy especfica y personal con grandes variantes de la ver
sin oficial francesa consultada, la reproducida por O. Voilliar y otros en
Documens d'Histoire Comtempraine, vol. I, 3. ed., Pars, 1964, pgs. 47 a 49.
Como a fin de cuentas se trata de ofrecer el texto de Paine, con sus mati
ces inflexiones, variantes y subrayados, eso es lo que hemos hecho en retra
duccin, aunque se hayan verificado las otras dos obras citadas-
30 Alusin a na rima infantil annima, probablemente del siglo xvi, que
dice: Tres sabios de Gotham / se embarcaron en un cuenco. / Y si el cuen
302 Thomas Paine

co resistiera / ms durara este cuento. Los habitantes de Gotham (cerca de


Nottingham) tenan fama de hacer cosas absurdas, se supone que creada por
ellos mismos para que Juan Sin Tierra no residiera en la vHla ni construyera
una carretera que la atravesara. En los Documentos de Salmagundi (1807) W.
Irving y otros le atribuyeron satricamente esc nombre a Nueva York y esa
identificacin perdura todava curiosamente, en elementos subculturales
como Superman.
31 Unas ediciones dicen denominaciones morales... y otras demostraciones
morales.... M. D. Conway, segn H. B. Bonner, es partidario de denominacio
nes, y sigo la opinin de ambos, por parecer lo bastante autorizada.
32 Guillermo Til proceda de Holanda, y Jorge III de Hannover.
33 En 1783, George James Fox (1749-1806), dirigente Whig.(ms o me
nos, liberal) form coalicin gubernamental con su archienemigo Tory
(ms o menos conservador) Lord North (1732-1792) para derrotar a Lord
Shelboume. Burke intervino en aquella coalicin.
34 En 1785, pese a los esfuerzos britnicos, Francia y Holanda concerta
ron una alianza; en 1786, Pitt estableci un fondo para eliminar la deuda na
cional (abolido en 1828) mediante una contribucin de un milln de libras
al ao; en diciembre de 1788, un mes despus de los primeros desvarios de
insania de Jorge III, se introdujo en los Comunes un proyecto de ley sobre
Regencia, y en febrero de 1789 Pitt logr que ese proyecto se limitara a con
ferir al Prncipe de Gales una Regencia nominal, sin facultades para nom
brar pares del Reino ni designar cargos.
35 William Edn (1744-1814), ms tarde Lord Auckland, fue el negocia
dor del tratado anglo-francs de 1786 por el que se establecieron deduccio
nes mutuas de derechos de aduanas conforme l principio de iaissezf& in, *is-
sez passer.

Notas a la parte II

1 En su Llamamiento... (Londres, 1791), Burke habla de s mismo en terce


ra persona (como Julio Csar o, en poca m is moderna, el genera] de Gau-
lle).
2 Es curioso que Tom Paine, habitual defensor de los indios y los esclavos
negros, se olvide en esta exposicin de las frecuentes matanzas de indios y
de los esclavos negros, que en 1780 eran ms de 560.000, o sea, m is de un
20% de la poblacin no india (vase R. C. Smons, The American Colorn,
Nueva York, 1981, pags. 175 a 177). Claro que, segn el tercer apartado del
prrafo dos del Artculo 1 de la Constitucin de los Estados Unidos, un ne
gro era tres quintas partes de persona.
1 Vase la nota 9 de la Parte I.
4 Nuevos olvidos de T. P. Ha omitido el estado del Maine y no ha inclui
do en la relacin el porcentaje de negros. Si bien stos no llegaban en 1780
al 3% de la poblacin de Nueva Inglaterra, en los estados del Atlntico re
presentaban casi el 6%, y en los estados del Sur casi el 40% (Simmons, loe.
cit.).
Derechos del Hombre 303

5 Vase la nota 29 de la Parte I.


6 Este aparente error de Paine se debe a que en este caso sigui la cos
tumbre inglesa de la poca, de dar al presidente de los Estados Unidos el t
tulo, ya arcaico, de presidente del Congreso.
7 Vase la nota 33 de la Parte I.
8 Al principio, Washington (rico hacendado virginiano) no quiso cobrar
sueldo, pero finalmente lo convencieron para que aceptara 25.000 dlares al
ao.
9 Vase la nota 6 de la Parte I.
10 Robert Walpole (1676-1745), Primer Lord del Tesoro y Canciller del
Exchequer dos veces: 1715-1717 y 1721-1742 bajo Jorge I y Jorge II (ambos
electores de Hannover). Practic una poltica de refbrzamiento de la flota y
apoy a los terratenientes tories, a los que redujo el pago de la contribucin
territorial. Cre el primer fondo de la deuda nacional, tan odiado por Paine.
11 Como cabe apreciar, se trataba de un sistema de consumos, parecido al
vigente todava en Espaa hasta bien entrada la era franquista.
12 Alusin a la costumbre de tener leones en la Torre de Londres, inicia
da, segn algunos, por Enrique II Plantagenet (1133-1189).
13 John Bul!, smbolo de Inglaterra, igual que el To Sam de los Estados
Unidos, fue personaje creado en cinco folletos anti Wig de 1712 por John
Arbuthnot (1667-1735), mdico y cientfico amigo de Swift, Pope y Gay.
14 Referencia a la Guerra ruso-turca de 1787-1792.
15 Esta frase (argumento ltimo de los reyes) fue el lema que orden
Luis X IV grabar en todos sus caones.
16 El incidente con Silas Deane (1737-1789) se debi a unas acusaciones
de malversacin de fondos proferidas por Paine contra Deane. Paine, acusa
do de cometer algunas indiscreciones (pero no de errar en cuanto al fondo
del asunto), se vio forzado a dimitir y cay en desgracia durante algn tiem
po, pero Deane hubo de partir al exilio.
*'Conrad Alxandre Gerard (1729-1790) era un diplomtico francs,
nombrado secretario del Consejo de Estado ante los Estados Unidos en
1776. En 4778 ascendi a ministro plenipotenciario, y sigui en las Colonias
Unidas hasta septiembre de 1779. El y D. Juan Miralles, enviado espaol (la
errata de Paine es evidente), trataron reiteradamente de sobornar a T. P. du
rante el enfrentamiento de ste con Deane y despus.
18 La actual Princeton, New Jersey.
19 Nathanael Green (1742-1786), general en la guerra de la independen
cia de los Estados Unidos. Autdictada como militar, compaero de G.
Washington, reorganiz el cuerpo de Intendencia. Fue comandante de la
campaa de las Carolinas y tom Charleston en una brillante accin. Arrui
nado por sus contribuciones a la guerra, el pueblo de Georgia le regal una
plantacin.
20 El general Benedict Amold (1741-1801), comandante de West Point
(1780), despechado por considerarse postergado en una lista de ascensos, de
cidi traicionar la causa independentista. Su enlace con los britnicos, el
mayor John Andr (1751-1780), fue capturado, juzgado como espa en con
sejo de guerra y ahorcado el 2/X/1780. Arnold huy y cooper con los in
gleses. Muri en circunstancias humillantes en Inglaterra.
304 Thomas Paine

21 El coronel John Laurens (1754-1782) fue secretario confidencial de G.


Washington. Negoci la rendicin de los ingleses en Yorktown (1781). Mu
ri en combate en la campaa de las Carolinas. Apodado el Bayardo de la
Revolucin. Su padre, Henry Laurens (1724-1792) era un rico comerciante
de Carolina del Sur, que fue presidente del Segundo Congreso Continental
(1777-1778). Capturado por los ingleses cuando iba a Holanda a negociar un
tratado y un emprstito, estuvo preso en la Torre de Londres hasta 1781.
Despus de la guerra form parte, con Franklin, Adams y Jay, de la comi
sin que negoci el Tratado de Pars en 1783.
22 Vase la nota 7 de la Parte I.
23 Esta frase de Paine se hizo muy famosa, y durante mucho tiempo apa
recera en las cabeceras de mltiples publicaciones progresistas.
24 Desde el siglo xvu , el trmino de papismo y zuecos de madera sim
boliza la supersticin y la pobreza que los ingleses relacionaban con Francia.
25 Samuel Johnson (1709-1784), polgrafo ingls, periodista, poeta, autor
del Diccionario de la Lengua Inglesa (1755), ensayista, novelista {Rasselas, 1759).
Recibi una pensin del Gobierno a partir de 1762. Autor tambin de una
edicin crtica de Shakespeare (1765).
26 Esta enumeracin de reyes d e Europa se cierra con el general Gornwa*
llis, ex comandante en Jefe de las tropas inglesas en Amrica y despus del
ejrcito ingls en la India, y con Tippoo Sahib (1749-1799), que fue el lti
mo maharajah de Mysore, derrotado por primera vez por Cornwallis en
1792.
27 Aqu parece haber un error en los clculos de Paine, pues 50.000 fami
lias a 50 chelines dan 2.500.000 chelines, y a 20 chelines la libra, la cifra re
sultante es de 125.000 libras, y no 250.000 como dice l, aunque eso hace
ms viable su propuesta.
28 Referencia a la distinta condicin en que se hallaban los presbiterianos
y dems no conformistas (capilla) y la religin oficial anglicana (iglesia)
29 Paine alude al Dr. Richard Watson (1737-1816), obispo de Llandaff.
Ms tarde, el prelado escribi un duro ataque a L a Edad de la Razpn, de Pai
ne, con el titulo d e Apologa de la Biblia en una Serie de Carias dirigidas a Tbo,-
mas Paine, Autor de un libro titulado L a E dad de la Razn (Londres, 1796).
Anteriormente haba adoptado actitudes opuestas a la coaccin intelectual y
religiosa.
Se trata de la calumniosa Vida de Thomas Pmne (1791 y 1793), escrita
por George Chalmers con el seudnimo de Francois Oldys, A . M. de la
Universidad de Pennsylvania, subvencionada por la Corona, como recono
ci ms tarde el propio Chalmers.
Cronologa de Tom Paine

Se trata en este breve apunte cronolgico de dar los datos biogrficos


principales de Tom Paine, con algunas indicaciones de hechos contempor
neos en el mundo poltico, literario y cientfico, con especial incapi en las
zonas en que habit, en un leve esboz de periodizacin.

1737 (20/1) Nace Thomas Paine en Thetford, Norfolk, hijo de Joseph


Pain, corsetero cuquero, y Francs Cocke; anglicana, hija de un
abogado local.
1743 Paine comienza a asistir a la escuela local. Se inicia su aficin al es
tudio de las ciencias y la literatura, pero es muy mal alumno de la
tn.
1750 Paine sale de la escuela y empieza a trabajar de aprendiz en el taller
de su padre.
1753 Se escapa de casa para enrolarse en el corsario Terrible, al mando del
ominosamente nombrado Capitn Death (Muerte). Su padre lo con
vence para que vuelva a casa - Es el ao en que se inician los con
flictos del Rey de Francia con el Parlamento.
1756 Al iniciarse la Guerra de los Siete Aos, T. P. vuelve a escapar al
mar y se enrola en el corsario King t f Prussia, al mando del Capitn
Mndes. Se ignora la duracin de su servicio Primer Ministro Pitt
-Vltaire: Ensayo sbrela pida generaly sobre las costumbres y el espritu
de las nacimes.
1757 - Paine empieza a trabajar de ayudante del corsetero Morris, de Lon
dres. Asiste a las clases de filosofa de Martin y Ferguson Llega a
Londres Franklin, agente de Pennsylvania - Es el ao del suplicio
de Damien.

305
306 Femando Santos Fontenla

1758 T. P. se emplea como corsetero en el taller de Grace Ministerio


del duque de Choiseul Quesnay: Cuadro econmico.
1759 T. P. se establece como corsetero en Sandwich, Kent, y se casa
(27/IX) con Mary Lambert, hurfana, doncella de la mujer de un
compaero El Duque de Bridgewater hace construir el primer ca
nal para transportar el carbn de sus minas - Las tropas inglesas
toman el Canad y la Guadalupe. Portugal expulsa a los jesutas.
Ascensin de Carlos III al trono de Espaa.
1760 T. "P. se muda a Margate. Fallecimiento de su esposa Jorge III
ocupa el trono de Inglaterra Los ingleses toman Montreal Se
efnpiesa a generalizar en los telares el uso de la lanzadera (inventada
por John Kay en 1738).
1761 T. P. prepara oposiciones a agente de Consumos, y acta como su
pernumerario de ese cuerpo en Thetford - Tercer Pacto de Familia
Los ingleses toman Pondichry, donde se rinde Lally-Tollendal
Cae Pitt, sustituido por Bute.
1^762 T. P. nombrado calibrador de toneladas de bebidas espirituosas,
con un sueldo de 50 libras al ao Ascensin al trono de Catalina
de Rusia J. J. Rousseau, D el Contrato Social.
1763 Tom Paine designado para controlar el contrabando en Altford
Fin de la Guerra de los Siete Aos - Cada de Lord Bute y Ministe
rio Grenville Comienzan las persecucioones contra Wilkes por
sus crticas a la Corona.
1765 T. P. cesado de su puesto por negligencia Francia recupera la Lo-
rena El Congreso de las colonias se pronuncia contra la ley del
Timbre en Angloamrica - Abolicin de la Inquisicin en Austria -
J . Watt inventa el condensador* Hargreaves la mquina de hilar al
godn, y Metcalf el primer sistema moderno de empedrar carreteras
Expulsin de Wilkes de los Comunes.
1766 - T. P. empleado como corsetero en el taller de Gudgeon, en Diss,
Norfolk. En septiembre solicita la reposicin en el puesto de Con
sumos. Trabaja como maestro de escuela en Londres - Inglaterra
impone por la fuerza la ley del Timbre en sus colonias americanas
Ocupacin de las Malvinas por Inglaterra Libertad religiosa en
Rusia Ministerio Aranda en Espaa Cavendish descubre que el
hidrgeno es menos denso que el aire.
1767 - Paine, repuesto en Consumos, espera plaza - Empieza en Angloa
mrica la oposicin a los nuevos impuestos Intervencin rusa en
Polonia Expulsin de los jesutas de Espaa J; Priestley, H istoria
de la Electricidad.
1768 T. P. destinado de consumero a Lewes, Sussex, para la represin
del contrabando. Empieza a escribir poesa, canciones y stiras
Wilkes elegido M. P. y tres meses despus condenado por libelo se
dicioso Continan los disturbios antiimpuestos en Boston Gue
rra ruso-turca - Priestley, Ensayo sobre los Primeros Principios del Go
bierno.
1769 - Al morir el casero de T. P., ste empieza a ayudar en su tienda a la
viuda Ollive y su hija Elizabeth John Wilkes reelegido al Parla
mento y reexpulsado - Se extienden los disturbios en Angloamrica
Cronologa 307

Estudios de Price sobre la poblacin y la esperanza de vida - N.


Cugnot fabrica un carruaje a vapor.
1771 - T. P. se casa con Elizabeh Ollive - En Francia, Maupeou suprime
los Parlamentos Abolicin de la servidumbre en Saboya Galva-
ni descubre el carcter elctrico del impulso nervioso. Primer vo
lumen de la Enciclopedia Britnica.
1772 Paine escribe E l Caso de los Agentes de Consumo y empieza a distri
buirlo a los parlamentarios, en Londres. Conoce a O. Goldsmith
La Asamblea de Boston amenaza con la escisin de Inglaterra
Reformas ilustradas en Suecia Mirabeau, Ensayo sobre el despotis
mo. Herder, Sobre los Orgenes del H abla D. Rutherford descubre el
nitrgeno.
1773 Paine sigue agitando en Londres La Cmara de Burgueses de Vir
ginia designa un Comit de Correspondencia para coordinar la ac
cin contra Inglaterra. Otras colonias la siguen Motn del T en
Boston Bula de disolucin de los jesutas Revuelta de los cosacos
de Pugachov - Abate Mably, L a Legislacin (primer esbozo de un
sistema comunista).
1774 T. P. vuelto a cesar en Consumos por abandono de puesto. El
4/VI se separa amigablemente de su mujer (a quien seguir envian
do dinero frecuentemente). Conoce en Londres a Franklin, que le
da una carta de presentacin para su yerno R. Bache. Llega a Fila-
delfia el 30/VI y empieza a trabajar de profesor Cierre dl puerto
de Boston por los ingleses John Wilkes, alcalde de Londres As
censin al trono de Luis X V I y convocacin de os Par/amentos
J. Watt construye una mquina de vapor. Priestley descubre el ox
geno Goethe, Wertber.
1775 -y Paine nombrado director de la Pennsylvania Magas&ne. Publica en el
Pennyslvania Journal un ensayo sobre L a esclavitud africana en Amrica.
Conoce a Benjamn Rush Batalla de Lexington. Reunin del Con
greso Continental. Designacin de Washington como comandante
en Jefe. Franklin regresa a Amrica Malesherbes ministro del In
terior en Francia Derrota de Pugachov E. Burke, Discurso sobre
la conciliacin con Amrica. Estreno del Barbero de Sevilla^ de Beaumar-
chais, tras dos aos de prohibicin.
1776 Paine publica en enero el Sentido Comn, primera argumentacin
abiertamente independentista. Nombrado secretario del general Ro-
berdeau y despus ayudante de campo del general N. Greene con
grado de mayor de Brigada. Colabora con Franklin en la Constitu
cin de Pennsylvania. El 4 de julio, Declaracin de Independencia
de los Estados Unidos. Batalla de Trenton. En la gran retirada in
vernal d las trpas patriotas, T. P. empieza a escribir las Crisis
Americanas. Llegada a Amrica de los mercenarios de Hesse. Frank
lin enviado a Francia Abolicin de la corve en Francia. Dimisin
de Malesherbes Potemkin reorganiza la flota rusa J. Bentham,
Fragmento sobre el Gobierno. A. Smith, L a Riqueza de las Naciones. F.
M. von Klmger, Sturm und Drang.
1777 T. P. designado secretario de la Comisin del Congreso que negocia
con los indios. Designado tambin secretario de la Comisin de
308 Fernando Santos Fontenla

Asuntos Exteriores del Congreso. Escribe las Crisis II, III y IV.
Llegan a Amrica los voluntarios de la Fayette. Derrota inglesa en
Saratoga. Artculos de Confederacin de las colonias Creacin en
Bristol de una cooperativa para dar trabajo a los huelguistas - E.
Burkc, Alocucin a l Rey.
1778 - T. P. escribe las Crisis V, VI y VII. Trabaja en la teora de aplicar a
los barcos la energa de vapor. Alianza francoamericana. Los ingles
ses evacan Filadelfia y conquistan Savannah. Jefferson defiende los
derechos de los esclavos Ultimo discurso de Pitt contra la guerra
colonial Buffn, Epocas de la N otar alezo. Primeros experimentos
de Messmer. Sheridan, L a Escuela del escndalo. Moheau, Estudios de
mogrficos. Parmentier, Memoria sobre la Patata.
1779 Paine abligado a dimitir de la Secretara de Exteriores tras su en
frentamiento con Deane. La pobreza le obliga a emplearse como se
cretario de O. Biddle. En noviembre nombrado secretario de la
Asamblea de Pennsylvania. Victorias navales de John Paul Jones -
Espaa declara la guerra a Inglaterra y sitia Gibraltar Coulomb
investiga las leyes de la friccin Sheridan, E l Crtico. .
1780 T. P. publica las Crisis VIH y IX y la Crisis Extraordinaria j el Bien
Pblico, en pro de una Confederacin fuerte y eficaz. Colabora en la
ley de abolicin de la esclavitud en Pennsylvania, Victorias inglesas
en Georgia. Traicin de Benedict Amld Derrota espaola en
San Vicente Declaracin rusa d neutralidad armada Muerte de
Mara Teresa de Austria - Estudios de Lavoisier sobre la respira
cin S. Erad hace su primer pianoforte.
1781 T. P. marcha a Francia con J. Laurens para negociar, con xito, un
prstamo de guerra. Proyecta ir a Inglaterra a agitar, pero tiene que
desistir ante los peligros. De regreso a Amrica, solicita a G. Was
hington una asignacin de fondos para sobrevivir. Victoria de Was
hington sobre Cornwallis en Yorktown - Tratado austrorruso con
tra Turqua Cese de Necker en Francia Avanza la ocupacin in
glesa de la India (Hastings) - Tolerancia religiosa y libertad de
prensa en Austria Pestalozzi expone su teora pedaggica en Leo-
nardoy Gertrudis. Kant, Critica de la Razn Pura. Rousseau, Las Con
fesiones.
1782 - Washington logra que se asignen a T. P. 800 dlares al ao para
que pueda seguir escribiendo. Publica las Crisis X , X I y XII y la
Crisis Supernumeraria y la Carta al A bate Reynal - Se inician en Pars
las negociaciones de paz con Inglaterra. - Fin del Ministerio de
Lord North, sucedido por, Fox (Burke entra en el Ministerio) Es
paa recupera de Inglaterra Menorca y la Florida Comienzo del
reinado de Tippoo Sahib en la India - Priestley, H istoria de las Co
rrupciones del Cristianismo - Apogeo de Mozart.
1783 i . P. solicita, sin xito, el puesto de historiador oficial y los atrasos
que se le deben.. Publica la Crisis X III y otra Crisis Supernumeraria.
Le pagan 3.000 dlares de atrasos y compra una finquitade 1,2 ha
en Bordentown, New Jersey Inglaterra y las ex colonias declaran
el alto el fuego, y en septiembre, por la Paz de Versalles, Inglaterra
Cronologa 309

reconoce la independencia de los Estados Unidos En Francia* el


Parlamento de Besanon pide que se convoquen los Estados Gene
rales Rusia conquista la Georgia Ministerio Pitt en Inglaterra
Primeros globos de Montgolfier Kant, los Prolegmenos Primeras
composiciones de Beethoven Es el ao de la muerte de dAlem-
bert y nacimiento de Simn Bolvar.
1784 - La Asamblea de Nueva York regala a Paine una finca de unas 110 ha
en New Rochelle. Se aprueba la ley de Jefferson sobre la tenen
cia de tierras. Depresin financiera de los Estados Unidos Pitt re
duce los impuestos sobre el t y el alcohol Adquisiciones rusas en
Crimea y el Kubn - Fundacin en Pars de la primera escuela para
ciegos - Cavendish descubre la frmula del agua Fundacin ofi
cial de la secta protestante de Wesley r- Herder, Ideas de una Filosofa
de la Historia. Beaumarchais, L as Bodas de Figaro.
1785 - Paine reanuda su relacin con Franklin. Inventa una buja que no
produce humo y empieza a trabajar en su puente de hierro por sec
ciones. Ley de libertad religiosa en Virginia. Tratado comercial en
tre Estados Unidos y Prusi Alianza francoholandesa. Primer cru
ce del Canal de la Mancha en globo Descubrimiento de la leja
para blanquear Kant, Fundamentaran de la Metafsica de las Costum
bres.
1786 Publica las Disertaciones sobre el Gobierno, las Asuntos del Banco [de N or
teamrica} y el Papel Moneda. Sigue trabajando en su puente de hierro
Pitt crea un fondo de reduccin de la deuda nacional Muerte de
Federico el Grande de Prusia y sucesin de Federico Guillermo II -
Tratado comercial francoingls basado en el laissez faire, laissez pas
ser. de V. de Gourney. Clarkson, Tratado sobre la Esclavitud. Chladni
funda la ciencia de la acstica. Burns, Poemas escoceses. Mozart, L as
Bodas de Figaro.
1787 Exibicin del modelo de puente de T. P., que embarca para Francia
el 26/1V. Presenta su ^modelo en la Academia de Ciencias y coinci
de en Francia con Jefferson. En agosto va a Inglaterra y establece
una pensin de 23 libras 4 chelines para su madre. Regresa a Fran
cia en diciembre. Reunin de l Convencin de Filadelfa para re
dactar una constitucin Guerra ruso-turca -* El Parlamento de
Pars exige la convocacin de los Estados Generales Edicto de
Versalles sobre la tolerancia religiosa J. Bentham, Defensa de la
Usura. Lavoisier, Mtodo de Nomenclatura Qumica. Schiller, Don
Carlos.
1788 T. P. reanuda su amistad con la Fayette, que junto con Jefferson
trata de convencer al Gobierno de Francia para que construya sobre
el Sena un puente tasado en el modelo de Paine. Este vuelve a
Londres y acta como agente oficioso de los Estados Unidos en In
glaterra/Se relaciona con Fox y Burke Nueva York, capital fede
ral de los Estados Unidos Luis X V I convoca los Estados Genera
dles para 1789 - Primer ataque de insania de Jorge III - Kant, C riti
ca de ia Rasin Prctica. Mozart, Sinfonas 39 a 41.
1789 - Empieza a montarse en Rotherham el puente de T. P., que pasa tres
semanas en prisin por deudas. Sale para Pars en noviembre
310 Femando Santos Fontenla

Proyecto de Ley de Regencia de Pitt Primer Congreso de los Es


tados Unidos En mayo se renen los Estados Generales franceses
- Incidente de Nootka entre Inglaterra y Espaa - 17/VI, el Tercer
Estado se constituye en Asamblea Nacional. 14/VII, Toma de la
Bastilla. 27/VIII, la Asamblea Nacional proclama los Derechos del
Hombre y el Ciudadano. Octubre, se inicia la gran emigracin de
realistas franceses Washington, primer presidente de los Estados
Unidos. Abate Sieys, Qu es el Tercer Estado? y Exposicin de ios
Derechos del Hombre. W. Biake, Cantos de inocencia, J. H. B. de Saint-
Pierre, Pabloy Virginia,
1790 En marzo T. P. vuelve a Inglaterra para supervisar 1a ereccin de
su puente en Londres (xito tcnico y fracaso econmico). La
Fayette le confa la llave de la Bastilla para que se la enve a Was
hington - Noviembre, publicacin de las Reflexiones sobre la Revolu
cin en Fronda..., de Burke. Paine comienza a preparar su respuesta -
Constitucin civil del clero en Francia y Festival del Campo de
Marte. Libertades cvicas para lo r judos. Dimisin de Necker. In
dependencia de Blgica Andrea Chenier, Consejos a l Pueblo de
Francia, Kant, Critica delJuicio - Muere B. Franklin.
1791 Publicacin de los Derechos del Hombre, Parte 1. Ocho ediciones ese
mismo ao. Paine pasa abril, mayo y junio en Francia Se impide
la fuga de Luis X V I a Sto. Cloud y despus al extranjero Matanza
del Campo de Marte. Primera Constitucin francesa Revuelta de
los negros de Hait Volney, L as Ruinas. Sade, Justine. Goethe di
rector del Teatro de Weimar. Muerte de Mozart.
1792 Publicacin de los Derechos del Hombre, Parte II. Procesamiento de
T. P. por sedicin. Elegido miembro de la Convencin Nacional
francesa por Calais. Juzgado en ausencia, en Inglaterra, en diciem
bre Prusia y Austria se alian contra Francia y la invaden. Disolu
cin de las rdenes religiosas en Francia. Prisin de la familia real
francesa. Victoria francesa en Valmy. Anexin de Saboya y Niza.
Primera Repblica francesa - Fin de la guerra ruso-turca - Derrota
de Tippoo Sahib, de Mysore Mary Wollstonecraft: Reivindicacin de
los Derechos de la Mujer, j . G. Fichte: Critica de la Revelacin. Rouget
de Liste: L a Marsellesa.
1793 T. P. se opone a la ejecucin de Luis XVI. Redacta L a E dad de la
RatcMj Parte I. Se ordena su detencin durante el Terror (28/XII)
Ejecucin de Luis XV I. Formacin de una coalicin antifrancesa
entre Inglaterra, Austria, Prusia, Holanda, Espaa y Cerdea. Inva
sin francesa de Roselln y Cerdea. Revuelta realista en la Ven-
dee. Declaracin Estadounidense de neutralidad. Asesinato de Ma-
rat. 16/X, ejecucin de Mara Antonieta. X I, ejecucin de Felipe
Igualdad. Establecimiento de la escolaridad obligatoria en Francia
Segunda divisin de Polonia - Suspensin del habeos corpus en Ingla
terra. Los ingleses ocupan Crcega A. Cloots, Base constitucional de
la repblica del gnero humano; Condorcet, Cuadro del progreso del espri
tu humano; Kant, Religin dentro de los limites de la razn Eli Whitney
inventa 1a desmotadora de algodn en los EE.UU.
1794 T. P. termina en la prisin del Luxemburgo L a E dad de la Razn,
Cronologa 311

parte I. Prepara y enva a Londres la 2.*. ed. de Derechos del Hombre.


4/XI, sale, enfermo, de la crcel. Reelegido diputado de la Conven
cin el 7/XII Ejecucin de Danton y Desmoulins (abril). Victo
rias francesas en Tourcoing, Charleroi, Quiberon y Holanda, y de
rrotas en el Canal de la Mancha y el Caribe. Coalicin antifrancesa
entre Inglaterra, Rusia y Austria. Prusia se retira de la guerra. Eje
cuciones de Robespierre y Saint-Just. Fin del Terror. Abolicin de
la esclavitud en las colonias francesas. Fundacin de la Escuela
Normal Superior E. Darwin, Zoonomia; J. Hunter, Tratado sobre la
sangre; ) . G. Fichte, Sabre ei concepto de la teora dt la ciencia; Goethe,
Reinecke Fuchs. Mueren E. Gibbon y Lavoisier.
1795 T. P. publica la Disertacin sobre las Primeros Principios del Gobierno y
L a Edad de la Razn, parte II. Pierde las elecciones a la Convencin.
Recae en la enfermedad contrada en la crcel Fin de la insurrec
cin de la Vendee. Victorias francesas en Holanda, Luxemburgo,
Sta. Luca, Blgica y Austria. Paz con Espaa. Tercera Constitucin
francesa. El Directorio. Diciembre, armisticio con Austria Terce
ra particin de Polonia Mungo Park explora el ro Niger Go
ethe, Wilbtm Meister - J. Bramah inventa una presa hidrulica.
1796 T. P. publica Justicia agraria y la malhadada Carta a George Washing
ton, Sale de Pars para Suresnes Declaracin de libertad de prensa
en Francia. Victoria de Napolen en Italia. Revuelta de Babeuf.
Tratado en el Caribe - Discurso de despedida de Washington* John
Adams, presidente de los EE.UU. J. de Maistre, Consideraciones so
bre Francia; P. Laplace, Exposicin del sistema del mundo. Vacuna anti
varilica de Jenner.
1797 T. P. vuelve a Pars y empieza a vivir con los Bonneville. Apoya el
golpe de Estado del Directorio y los planes de invasin de Inglate
rra Napolen sigue triunfando en Italia. Derrota francoespaola
en San Vicente. Talleyrand, ministro de Asuntos Exteriores. Golpe
de Estado directorista de Barras. Paz francoaustraca de Campofor-
mio. Napolen, comandante en Jefe de las fuerzas para la invasin
de Inglaterra, Chateaubriand, Ensayo histrico^ poltico y moral sobre
las revoluciones; F. SchelJing, Filosofa de la naturaleza; F. Hlderlin,
Hyperion. Mueren H. Walpole y John Wilkes.
1798 1802 Napolen consulta espordicamente con T. P., que en todo
este perodo no escrita ms que cartas (sobre todo a Thomas Jefferson,
presidente de los EE.UU. desde 1801). Este le enva un buque para 1
que vuelva a los EE.UU. y T. P, desembarca inmediatamente en
Baltimore el 30 d e octubre o el 1.* de noviembre de 1802. Inmedia
tamente empieza a publicar su serie A los Ciudadanos de los Estados
Unidos (I a V). Visita en Washington a Monroe y Jefferson, y sugie
re e este ltimo la compra de la Luisiana.
1803 A los Ciudadanos de los Estados Unidos (VI y VII). Publica L a Cons
truccin de Puentes de Hierro. Visita Bordentown, Nueva York, y en
otoo se va a su finca de New Rochelle. Sometido al ostracismo
por la sociedad bienpensante estadounidense Compra de la Lui
siana. Primer fallo de anticonsttucionalidad del Tribunal Supremo
de los EE.UU. Revueltas en Irlanda. Reanudacin de las hostili
312 Fernando Santos Fontenla

dades franco-britnicas. Espaa proclama su neutralidad J. B.


Say, Tratado de Economa Poltica; Lamarck, Investigaciones; Beethoven,
Sonata a Kreut&r.
1804 - T. P. vive en New Rochelle. Publica los Prospect Papers. Mme. de
BonneviHe se encarga de regentarle la casa. En Navidades intentan
asesinarlo Conspiracin del duque de Enghien contra Napolen
12.a enmienda a la Constitucin de los EE.UU. - Napolen corona
do Emperador. Espaa le declara la guerra a Inglaterra. Cdigo Na
polen Beethoven, Tercera Sinfona; F. Schiller, Guillermo Tell; J.
Leslie, Investigacin esperimental de la naturales# y las propiedades del ca
lor. Mueren Priestley y Kant.
1805 T. P. publica A los Ciudadanos de los Estados Unidos (VII). Se intensi
fica su aislamiento - Segundo mandato de Jefferson Tercera coali
cin contra Francia (Inglaterra, Rusia, Austria). Victoria inglesa en
Trafalgar. Bloqueo ingls del comercio de los Estados Unidos con
las Indias Occidentales. Victoria de Napolen en Austerlitz. Paz en
tre Austria y Francia. Chateaubriand, Rene; W. Scott, L a dama del
ltimojuglar; Beethoven, Cuarto concierto para pianoy orquesta.
1806 1807* T. P. publica De. las Causas de la Fiebre Am arilla. Sufre un
ataque de apopleja. Vive cinco meses con la familia Carver. Se le
prohbe votar en New Rochelle - Conspiracin de Aaron Burr
En Inglaterra, formacin del Ministerio de Todos los Talentos
(GrenviUe-Fox). Tratado francoprusiano. Luis Bonaparte, rey de
Holanda. Confederacin del Rin. Guerra franco-prusiana. Victoria
de Napolen en Jena y captura de Berln. Guerra ruso-turca. Murat
llega a Varsovia H. Davy asla el sodio y el potasio por electrli
sis Beethoven* cuartetos de cuerda Rasumoffsky y Concierto para
Violn.
1807 Estancia de Paine con J. W . Jarvis. Escribe sobre temas militares
Bloqueo de Francia y sus aliados. Ministerio Portland en Inglaterra.
Tratado de Tilst entre Napolen, Alejandro de Rusia y Federico
Guillermo 111 de Prusia. Emancipacin de los siervos en Prusia.
- Tratado de Fontainebleau: Francia y Espaa contra Portugal. Los
Braganza huyen de Portugal Conde de Saint-Simon, Introduccin a
los Trabajos Cientficos del Siglo X IX ; Gay-Lussac, Obsevaciones sobre el
magnetismo; Hegel, Fenomenologa del espritu; Lord Byron, H oras de ocio
~ El vapor Clermont, de Fulton navega por el Hudson.
1808 - T. P, semiparaltico en Greenwich (N.Y.)i pero sigue escribiendo -
Los EE.UU. prohben la importacin de esclavos de Africa. Fran
cia invade Espaa y Murat ocupa Madrid. Levantamiento del 2 de
mayo. Jos Napolen rey de Espaa. Congreso de Erfurt y reforza
miento de la alianza francorrusa - Gay-Lussac, L a combinacin de los
gases; A. von Humboldt, Opiniones sobre la n atu rales; R. Chateau
briand, E l ltimo abencerraje; Goethe, Fausto, parte I. Goya, Las ejecu
ciones del 2 de mayo.
1809 - 8 de junio, muerte de Tom Paine - Mientras, continan las guerras
napolenicas, y el 4 de marzo Madison se convierte en el cuarto
presidente de ios Estados Unidos. Ese ao David Ricardo publica
E l alto precio del metal..., Entienne Malus descubre la polarizacin de
Cronologa 313
la luz por la reflexin, se inicia en Londres el alumbrado pblico de
gas, Beethoven escribe su Concierto n * 5 para piano y orquesta, Goethe
escribe L as afinidades electivas y tambin ese ao nacen P. J. Proud-
hon, Charles Darwin y Abraham Lincoln.

* * *

He vivido una vida honesta y til a la humanidad; he pasado el


tiempo en hacer el bien. (Testamento de Tom Paine.)
Es tan difcil vencer a la tirana como al infierno. (Tom Paine
American Crisis, I.)
Quienes aspiran a cosechar los beneficios de la libertad deben
soportar como hombres las fatigas de defenderla.
Breve bibliografa sobre Tom Paine

Tambin en este caso es forzoso reducir la cantidad de obras enumeradas.


Hemos compilado una lista de ms de 360 obras relacionadas, de un modo u
otro, con Toni Paine, y esa lista no es exhaustiva, ni mucho menos. Para se
leccionar se ha seguido el criterio de no mencionar sino las ms relevantes
y/o asequibles, y se han excluido los artculos de revista. En castellano, en la
Biblioteca Nacional no hemos encontrado ms que los ttulos siguientes:
P a i n e , Thomas, E i derecho del hombre para uso y provecho del gnero humano

(Trad. Santiago Felipe Puglia), Filadelfia, Matas Carey e hijos, 1821,


xi+13+t68 pgs,, y P a i n e , Thomas, Los Derechos del Hombre (Trad. Agustn
Jimnez), Madrid, Doncel, 1977, 295 pgs.
A d a m s , Randolph G ., Political deas c f the American Revolution (10 vols.),

1850-1856.
A l d r e d g e , Alfred O., Man o f Reason; The L ife o f Thomas Paine\ 1959.

A p t h e k e r , Herbert, The American Revolution, 1763-1783, Nueva York, 5.*

ed., 1977.
B i r l e y , R . , Englishfacobimsm, Oxford, 1924.

B o n n e r , H. B. y R o b e r t s o n , J. M.(comps.), The W orks o f Thomas Paine,

Watts, 1912 (incluye una introduccin y retraducciones al ingls d los


discursos de Paine en la Convencin Francesa, 1792-1793).
B o n n e r , H. B . (comp.), Rights o f Man, Watts, 1937.

B o n n e v i l l e , Mme. de, Thomas Paine: A Sketch c f his L ife and Character (com

pilado por Cobbett y transcrito por Conway en su U fe... [vase infra]).


B o u l t o n , James T ., The LangUags o f Politics, 1963.

B r o w n , P. A., The French Revolution in English History, 2 * ed., Nueva York,

1965 (la 1.* ed.es de 1918).

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316 Femando Santos Fontenla

B u r k e, Edmund, Reflections on the Revolution in Fram e (hay ed. espaola de E.


Tierno Galvn, Madrid, IEP, 1970).
C a r l i l e , Richard, U fe o f Thomas Paine, 3. ed., Londres, 1820. Carlile pas

ms de nueve aos en la crcel por reeditar a Paine y a otros autores


subversivos
C h a l m e r s , George (Francis Oldys), U fe o f Thomas Paine... by Francis Oldys,

Londres, 1791 y 1793. Se trata de la biografa calumniosa escrita por en


cargo y a sueldo del Gobierno de Inglaterra.
C h h e t h a m , James, L ife o f Thomas Paine, 1809. Otro ataque a Paine, con acu

saciones monomanacas de alcoholismo y centrado casi exclusivamente


en los ltimos aos de su vida.
C l a r k , Harry H., Six New U tters by Thomas Paine, 1939.

, Thomas Paine: Representative Selections, 1944. Curiosamente, no comenta el


programa de seguridad social de Derechos del Hombre, parte II.
C o l l i n s , Henry (comp, e introduccin), Thomas Paine [...] Rights c f Man,

Londres, 1969; 5.a ed., 1979.


C o n w a y , Moncure D., The L ife o f Thomas Paine, 2 vols., Nueva York, 1892.

Se ha utilizado la ed. facsmil de la de H. N. Bonner de 1909, hecha en


Nueva York por Bloom en 1970. Es la biografa bsica.
, Thomas Paine (1 737 - 1809) et la Rvolution dans les Deux Mondes, 1909.
, The Writings o f Thomas Paine (4 vols.), 1894-1897.
C r a g g , Gerald R., Reason and Authority in the Eighteenth Century, 1964.

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Hill, 1941.
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F a s t , Howard, The Selected W ork o f Tom Paine, Nueva York, 1943.

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F o n e r , Philip S., Morale Education in the American Army, Nueva York, 1944:

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, (comp.), The Complete Writings o f Thomas Paine (2 vols,), Nueva York,
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F o s t e r , Paul, Tom Paine [obra de teatro], Calder, 1967.

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G o d e c h o t , Jacques, U s Rvolutions (1 7 7 0 -1 7 9 9 ), Pars, 1970.

,U Sicle des Lumires. U s rvolutions, les Empires, en Histoire Universelle


(Pleiade), vol. Ill, pgs. 225 a 475.
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P r i c e , D r. R ich ard B ., Observations on the Nature o f Civil Liberty, 1 7 7 6 .

R i c h a r s o n , Lyon N., History o f American Magazines, 1741-1789, 1 9 3 1 , La


relacin ms completa de la labor realizada por T. P. en la Pennsylvania
Magazine.
R ic k m a n , Thomas Clio, The L ife o f Thomas Paine, Londres, 1 8 1 9 . Muy im
portante, pero con matices de hagiografa.
R id g w a y , James (comp.), The Speeches o f the Hon. Thomas Erskine... Vol. III.
Preface to the T rial o f Thomas Painefo r a Libel, 1813.
S c o b l e , T h o m a s D ., J r ., Thomas Paine's Citizenship Record, 1 9 4 6 .
S e l s a m , J. P . , The Pennsylvania Constitution o f 1776, Filadelfa, 1936.

S h e r w in , William, Memoirs o f the L ife o f Thomas Paint, Londres, 1819.


Sim m ons, R . C., The American Colonies. From Settlement to Independence, Nueva
York, 1 9 7 6 .
S m ith , Frank, Tom Paine, Liberator, 1 9 38.
S t i t c h c o m b e , William O ., The American Revolution and the French Alliance,
1969. Una de las obras en que se repiten clichs en contra de T. P.
S td e n h a m , M . J., The Girondins, 1 9 6 1 .
T h ib a u d e a u , A. C., Mmoires sur la convention et le directoire, 1824
T h o m p s o n , E. P., The Making o f the English Working Class, 1 9 6 3 . Obra funda

mental sobre los inicios de la clase obrera inglesa.


T h o m p so n , J. M., The French Revolution, 1966.
, Leaders o f the French Revolution, 1929.
, Robespierre and the French Revolution [s. a.].
T y l e r , M oses C ., Literary History o f the American Revolution (2 v ols.), 1 8 97.
V a l e , Gilbert, The L ife o f Thomas Paint, 1 8 4 1 . Contribucin til a los ltimos
afios de la vida de Paine. Contiene varios documentos que no aparecen
en la edicin de Foner.
V a n D e r W e y d e n , W ., Thomas Paine's Last Days in Ntw York, Nueva York,
1910.
V a n D o r e n , Carl, Secret History c f the American Revolution, 1941.
W e n d e l , Thoms (comp.), Thomas Paine's Common Sense. The C all to Indepen
dence, Woodbury, 19 75.
W h e e l e r , Daniel (comp.) L ife and Writings o f Thomas Paine (1 0 vols.). El pri
mer volumen contiene elementos difciles de encontrar, como la biogra-
318 Fernando Santos Fontenla

fia de Paine por Rickman, el discurso de Erskine en el juicio de Paine in


absentia, etc.
W il l ia m s o n , Audrey, Thomas Paint. H is Life, W ork and Times, Londres,
1973.
W ilm e r , James, Men and Measuresfrom 1774 to 1809, 1 8 0 9 .
Gordons, The Creation o f the American Republic, 1776-1787, 1 9 69.
W o o d ,

E., Tom Paine; America's Godfather, 1737-1809, 1 9 4 5 . Con-


W o o d w a r d , W .

tiene algunos datos que no se encuentran en otros textos.


Zinn, Howard, A Peoples History ofthe United States, Nueva York, 1 9 80.
Indice

Nota a la presente edicin ............................................... 7


Principales obras de Tom P a in e...................................... 9
Introduccin de Fernando Santos Fontenla.................. 11
Prefacio a la edicin inglesa............................................. 27
Prefacio a la edicin francesa.......................................... 30

D er ec h o s d el h o m bre .................................................................. 33

Captulo de Miscelnea..................................................... 116


Conclusin .......................................................................... 142

Los d erec h o s d el h om bre (Parte segunda)................ 151


A M. de la Fayette ............................................................ 153
Prefacio................................................................................ 155
Introduccin....................................................................... 162
I. De la sociedad y la civilizacin........................ 167
II. Del origen de los actuales gobiernos antiguos 173
III. De los sistemas antiguo y nuevo de gobierno . 176
IV. De las constituciones.......................................... 192

319
320 Indice

V. Medios de mejorar la condicin de Europa in


tercalados con observaciones miscelneas . . . . 220
Apndice.............................................................................. 292
Notas.................................................................................... 298
Cronologa de Tom Paine................................................. 305
Breve bibliografa sobre Tom P ain e............................... 315

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