TeoriaSocial Y COMPLEJIDAD Sotolongo-LIBRO PDF
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14 X 21 CM 14 X 21 CM
LOMO
AJUSTAR
Edicin nanciada
por la Agencia canadiense
de desarrollo internacional
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cubiertaPDF-TeoriaSocialSotolongo.pdf 30/06/2006 20:17:28
Pedro L.
Sotolongo
Codina
La sociedad
como sistema
dinmico complejo
Teora social
y vida cotidiana:
Pedro L.
Sotolongo
Codina
La sociedad
como sistema
dinmico complejo
Publicaciones Acuario
Centro Flix Varela
La Habana, 2006
Pedro L.
Sotolongo
Codina
Teora social
y vida cotidiana:
Teora social y vida cotidiana:
La sociedad como sistema dinmico complejo
Edicin y correccin: Lourdes Pasalodos Daz
Cubierta, diseo y composicin: jvl!o
Para la presente edicin:
Pedro Luis Sotolongo Codina, 2006
Centro Flix Varela, 2006
Todos los derechos reservados. Se prohbe la reproduccin total o parcial
de esta obra sin la autorizacin por escrito del autor. Las opiniones
expresadas por este no son necesariamente compartidas por el Centro
Flix Varela.
ISBN: 959-7071-38-X
Es una publicacin del Centro Flix Varela.
Publicaciones Acuario
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municipio Plaza de la Revolucin, C. P. 0400,
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Sitio web: http://www.cfvarela.org
INTRODUCCIN
Cmo describir y pensar la vida cotidiana? La cuestin de la
articulacin entre lo micro y lo macro social 9
La vida cotidiana y la produccin de y la articulacin entre lo
macro y lo micro social 0
PARTE PRIMERA
Los patrones de interaccin social de la vida cotidiana
y de la contextualizacin de la vida social
Captulo
Praxis, vida cotidiana y patrones de interaccin social 7
Los patrones de interaccin social y la contextualizacin
de la vida social 20
Cmo se producen las expectativas mutuas entre los
involucrados en uno u otro patrn de interaccin social? 24
Recapitulemos sobre lo abordado hasta el momento 36
Captulo 2
La ndole dinmica sistmica de los patrones de interaccin de la
vida cotidiana 39
Espacio y tiempo propios de los patrones de interaccin social 42
La articulacin entre patrones de interaccin social 44
Contenido
6
La indexicalidad determinante principal de un patrn de
interaccin social 48
Los efectos dinmico sistmicos de los patrones de interaccin
social: la sinergia social 53
La sociedad como sistema dinmico complejo 56
La articulacin entre lo macro y lo micro social 60
PARTE SEGUNDA
Los patrones de interaccin social de la vida cotidiana
como productores y reproductores de lo macro y de lo micro social
Captulo 3
Los patrones de interaccin social como productores
y reproductores de prcticas locales de poder, de deseo, de saber y
de discurso 7
Las situaciones de interaccin social con copresencia como
escenarios de prcticas sociales 73
Las prcticas locales de poder, de deseo, de saber y de discurso
y las situaciones de interaccin social con copresencia 75
Circularidad social entre las prcticas locales de poder, de deseo,
de saber y de discurso 00
Multidimensionalidad social de las prcticas locales de poder,
de deseo, de saber, de discurso 2
Captulo 4
Los patrones de interaccin social como productores
y reproductores de lo macro y de lo micro social 9
Los patrones de interaccin social y su objetivacin en las
relaciones sociales 9
Los patrones de interaccin social y su subjetivacin en la
constitucin de subjetividades agentes 3
Ni idiotas que juzgan ni eruditos espontneos 38
Consciencia reexiva, consciencia tcita, inconsciente
y patrones de interaccin social 40
La interiorizacin o registro subjetivo de los contenidos de las
situaciones de interaccin con copresencia de los patrones de
interaccin social 44
Nuestra dotacin psquica, su emerger a partir de lo somtico
7
y nuestra constitucin como subjetividades sociales 53
Interiorizaciones o identicaciones y exteriorizaciones o
diferenciaciones subjetivas concomitantes 57
Multidimensionalidad sociales de las identidades
interiorizadas 67
Algunos hitos bsicos de las primeras etapas de nuestro proceso
de construccin en subjetividades sociales 7
PARTE TERCERA
Los patrones de interaccin social de la vida cotidiana,
las instituciones y el cambio social
Captulo 5
La institucionalizacin de los patrones de interaccin social 85
Las instituciones sociales y los patrones de interaccin social 86
Integracin social local e integracin social global (sistmica):
fronteras fsicas, fronteras simblicas e institucionalizacin
social 88
La institucionalizacin de los patrones de interaccin social de
la vida cotidiana y la estructuracin de las relaciones sociales
objetivas 96
Captulo 6
Los patrones de interaccin social y el cambio social 2
Qu es lo que hay que cambiar para que sobrevenga el cambio
social? 22
El papel de las subjetividades agentes individuales en el cambio
social intencional. Su reposicionamiento social intencional 29
Quin es un lder? Quines son la vanguardia? 235
Hitos constituyentes del reposicionamiento social colectivo
(intersubjetivos) en el cambio social intencional 237
El papel de las estructuras de relaciones sociales objetivas en el
cambio social intencional 242
EPLOGO
Cmo pensar el poder? 249
Cmo pensar el deseo? 256
BIBLIOGRAFA 27
Introduccin
Cmo describir y pensar la vida cotidiana?
La cuestin de la articulacin entre lo micro y lo macro social
Ser difcil encontrar a alguien un activista social, un poltico o un
acadmico que bien familiarizado con la sociedad, con lo social, no
reconozca que el contenido de estos, proviene, se genera, es producido
y reproducido de modo recurrente por el transcurso de la vida
cotidiana en ellos.
En otras palabras, es de generalizado reconocimiento que el obrar
diario de los hombres y mujeres reales y concretos no como ro-
binsones, sino en INTERACCIONES SOCIALES con los dems integran-
tes de las diversas comunidades que componen su sociedad, es el
que produce y reproduce, modicndola tambin, la vida social.
Por ello, ser tambin difcil hallar a alguien que no est de acuer-
do con la necesidad e importancia de conocer lo ms posible, aprehen-
dindolo, ese accionar o ms bien interaccionar comunitario de
los hombres y mujeres reales y concretos, productor y reproductor
de sus diversos contenidos sociales. Aprehenderlo; es decir, poder
describirlo empricamente y ser capaces de conceptualizarlo a nivel
terico, tal como sucede en esa vida cotidiana comunitaria.
0
Y ah mismo terminan los consensos.
Por paradjico que pueda parecer y lo es, efectivamente,
a partir de ese reconocimiento ms o menos general; ms o menos
abstracto, esos activistas sociales, polticos y (o) acadmicos aludidos,
comienzan a divergir en cuanto y en la medida en que empren-
den esfuerzos dirigidos a esa aprehensin.
As, pueden constatarse fcilmente hiatos en la aprehensin de lo
social por parte de activistas sociales y (o) polticos de una parte,
y acadmicos por otra, lo que hasta cierto punto, es ms com-
prensible que justicable por la diferente ndole de su quehacer
profesional: ms articulada con la prctica de aquellos, ms articu-
lada con la teora de estos, pero tambin entre los propios activistas
sociales y polticos y, asimismo, entre los propios acadmicos de
la sociedad. La resultante siempre es la misma: deciencias e insu-
ciencias amn de desconocimiento mutuo de lo que logran en
la aprehensin de toda la complejidad de esa vida cotidiana en las
comunidades sociales.
Son diversas las circunstancias que inciden y condicionan lo apun-
tado. Nos detendremos en una en particular, hasta donde alcanzamos
ver, no la menos importante: la de la comprensin y caracterizacin de
la vinculacin de la vida cotidiana con la produccin de y la articula-
cin entre LO MACRO y LO MICRO SOCIAL.
La vida cotidiana y la produccin de y la articulacin
entre lo macro y lo micro social
En la aprehensin de cardinal importancia de la problemtica de
la generacin de y la articulacin entre lo macro (las grandes estructu-
ras objetivas de relaciones sociales) y lo micro social (las subjetivida-
des individuales), la situacin predominante contempornea contina
siendo desfavorable. Esta puede ser caracterizada, sin demasiado te-
mor a equivocarnos, dentro de las siguientes coordenadas:
la consideracin exclusiva, ya bien de lo macro social, ya bien de lo
micro social;
A ello ha contribuido,
entre otras circunstancias, la del an insuciente tratamiento de la
problemtica de la vida cotidiana y de sus patrones de interaccin
social en el marxismo contemporneo.
Esa dimensin cotidiana de la vida social la praxis cotidiana
en su concrecin en las actividades de la interaccin social con sus
(expectativas
mutuas)
38
Al mismo tiempo, nos hemos detenido en cmo los patrones de
interaccin social son coextensivos a todo el cuerpo social y cmo se
imbrican estrechamente con el discurso cotidiano, es decir, con nues-
tras prcticas discursivas, y asimismo, en cmo los efectos discursivos
de los juegos del lenguaje cotidiano remiten, a su vez, a las prcticas
locales de poder, de saber, y (o) de deseo de los hombres y mujeres
concretos y reales involucrados en esos patrones de interaccin so-
cial, siendo aquellos mbitos, por lo mismo, tambin coextensivos al
socium.
Si esquematizamos lo anterior, tendremos la lgica de indagacin
llevada a cabo por nosotros hasta el momento acerca de los patrones
de interaccin social:
Establecimiento tcito
de expectativas mutuas
en la vida cotidiana.
(seguir una regla)
(juegos del lenguaje)
[efectos discursivos]
PATRONES
DE INTERACCIN SOCIAL
(indexicalidad, reectividad, apertura)
(caracterizables empricamente)
(prcticas locales de
SABER DISCURSO)
PODER DESEO
CAPTULO 2
La ndole dinmica sistmica
de los patrones de interaccin social
de la vida cotidiana
De lo ya expresado acerca de los patrones de interaccin social se des-
prende su carcter procesal. Los patrones de interaccin social son,
ante todo, regmenes de prcticas caractersticas para la vida cotidiana
de las sociedades; son procesos sociales de comportamiento colectivo
caracterstico que producen y reproducen distintos aspectos de la vida
social. Pertenecen, por lo mismo, al mbito de la praxis, aportndole
concrecin y especicidad. Por lo tanto, sus caractersticas y rasgos
en algunos de los cuales ya nos hemos detenido no son de ndole
esttica, sino dinmica.
Una dinmica peculiar que podemos calicar de atractora, ya
que los patrones de interaccin social se comportan como una es-
pecie de atractor social,
Ese estar interesado requiere remitirse a la cuestin de desde dnde es que en las
subjetividades individuales se suscita ese inters, aunque a veces nos parezca su-
ciente para haber explicado algo. Lo que comporta la necesidad de caracterizar
Para el patrn clasista:
porque existen interesados
en
ejercer prcticas de apropiacin de
los medios de produccin;
para que con ellas la distribucin de
los resultados de la produccin
Para el patrn familiar:
porque existen interesados en
ejercer prcticas de utilizacin de la
consanguinidad y parentesco;
para que con ellas se lleve a cabo la
produccin y la reproduccin
50
la articulacin de los intereses con la consciencia tcita prerreexiva (y con las
prcticas locales de poder asumidas tcitamente). As como la conveniencia
de distinguir lo anterior con respecto al surgimiento de los nes y la articula-
cin de estos con la consciencia reexiva (y con las propias prcticas locales de
poder concientizadas); y tambin su distincin en relacin con las demandas y
su articulacin con la consciencia reexiva (y con las prcticas locales de deseo
concientizadas) o con respecto a las pulsiones y su articulacin con el incons-
ciente (el deseo reprimido como dira el Psicoanlisis o la produccin
de deseo (para la Teora Crtica del Sujeto), articulaciones estas que pueden
tener consecuencias idnticas o diferentes (segn converjan o diverjan), pero
que no tienen, ni en un caso ni en el otro, igual explicacin. Y que muchas veces
acostumbramos meter en un mismo saco de manera indiferenciada, sobre la
base de una concepcin demasiado simplicada de la subjetividad humana.
En otros captulos continuaremos profundizando en ese estar interesado, as
como en esa compleja articulacin en situaciones de interaccin social entre cons-
ciencia reexiva, consciencia tcita prerreexiva e inconsciente, como compo-
nentes ineludibles de toda subjetividad humana.
El sentido por qu
para qu
qu
cmo, de su prevalencia,
resulta evidente, ya que cada uno de los tres ltimos, est subordinado
para lograr el anterior; de lo que se deriva la prevalecencia de los por
qu, para qu, qu y cmo del patrn de interaccin clasista por sobre
los del patrn de interaccin familiar. Estos no son imprescindibles
para sus semejantes del patrn clasista. Puede existir perfectamente
este ltimo entre hombres y mujeres sin consanguinidad ni parentes-
co; mientras no resulta posible en las sociedades actuales la existencia
Para el patrn clasista:
sea en benecio de los que se
han apropiado de esos medios de
produccin (de los propietarios),
que plasmen de modo concreto y
especco, dadas las circunstancias
que se den, esa apropiacin y
distribucin;
como resulte ms conveniente para
el logro de la aceptacin social de
esas plasmacin, distribucin, y
apropiacin.
Para el patrn clasista:
de seres humanos sanos que
reproduzcan esa consanguinidad
y que no sean contradictorias
al bienestar fsico y espiritual
de los parientes, que plasmen
de modo concreto y especco,
dadas las circunstancias que se
den, esa utilizacin, produccin y
reproduccin;
como resulte ms conveniente para
el logro de la aceptacin social
de esas plasmacin, produccin,
reproduccin y utilizacin,
5
de un rgimen de prcticas familiares completamente
2
independiente
del involucramiento simultneo de los que las ejercen en los por qu,
para qu, qu y cmo del rgimen vigente de prcticas de clase.
De manera que lo analizado nos ayuda a comprender que la arti-
culacin entre patrones de interaccin social de la vida cotidiana es
la resultante de la accin y efectos de todos sus componentes indexi-
cales. Existe aun as, de articulacin a articulacin entre diferen-
tes combinaciones de patrones concretos de interaccin social, lo
que podemos denominar indexicalidad determinante principal que,
para uno u otro caso concreto de esas articulaciones, la hace factible
de un modo necesario que la caracteriza.
Por cierto, de forma similar puede hablarse de una indexicalidad
determinante principal para el caso, no ya de las articulaciones inter-
patrones, sino de la articulacin entre los componentes indexicales de
uno u otro de los patrones de interaccin social mismos. Por ejemplo,
ya vimos cmo para los casos de los patrones clasista y familiar de in-
teraccin social, es su componente indexical tipo por qu el que funge
como esa indexicalidad determinante principal para cada uno de ellos
por separado; al mismo tiempo, para los casos particulares de los pa-
trones de interaccin social pertenecientes a una clase especca (la
burguesa; la obrera, etctera) y (o) para los pertenecientes a una familia
especca (la de los Prez, la de los Surez...) su indexicalidad determi-
nante principal se concentra en su componente indexical tipo quin
(evidentemente, si se es burgus no se es obrero, y viceversa; y si se es
Surez, no se es Prez, y viceversa).
Por lo mismo, existen tambin patrones de interaccin social con
indexicalidad determinante principal tipo cundo (los de prcticas de
empleo del tiempo libre) o dnde (los de prcticas del alpinismo) o qu
(los de prcticas de aciones) o cmo (los de entrenamiento en algo).
Podemos notar que cuando las indexicalidades determinantes prin-
cipales pertenecen a los tipos qu, cmo, cundo, o dnde [en estos dos
2
Ntese, que se deja margen para la existencia de cierto grado de independen-
cia relativa del rgimen de prcticas familiares, en relacin con el rgimen de
prcticas clasistas, pero en los marcos de una indudable dependencia en ltima
instancia de aquel respecto a este.
52
ltimos casos no como expresin concentrada del efecto de los otros
componentes indexicales, sino por su propio e inherente efecto espa-
cial y (o) temporal], estamos en presencia de regmenes de prcticas
de la vida cotidiana (patrones de interaccin social) ms especcos, de
menor rango, o lo que es igual, de menor capacidad como atractores
sociales, y por ello, de menor incidencia e importancia social en la
dinmica global de articulacin de la totalidad de los patrones de in-
teraccin social de un socium. Mientras que las indexicalidades deter-
minantes principales de los tipos por qu, para qu y quines guardan
una relacin recproca (sobre todo las dos primeras) con regmenes de
prcticas sociales ms generales y de mayor incidencia e importancia;
en otras palabras, con una mayor capacidad atractorasocial, y por lo
mismo, de mayor rango, en esa dinmica global de articulacin de los
patrones de interaccin social de un socium dado.
Para diversos casos de articulaciones interpatrones no pocos ni
infrecuentes esa indexicalidad determinante principal halla expre-
sin concentrada, como hemos visto, como resultante, en la preva-
lencia de las respectivas indexicalidades tipo dnde y (o) cundo de
los patrones de interaccin social de que en cada caso se trate (es
decir, en la correlacin prevaleciente entre sus respectivos espacios y
tiempos propios). Para otros casos de articulaciones interpatrones, esa
indexicalidad determinante principal se presenta ms distribuida en-
tre varios de los componentes indexicales (quines, por qu, para qu,
qu, cmo) de los patrones involucrados, con una direccionalidad de
prevalecencia entre ellos, esquematizada con anterioridad.
Para las articulaciones entre patrones de interaccin social con
idnticas indexicalidades tipo dnde, cundo y quines, evidente-
mente su indexicalidad determinante principal se distribuye entre los
componentes indexicales por qu, para qu, qu y cmo, con la direc-
cionalidad aludida.
Es importante recalcar que de esa articulacin entre las dinmicas
inherentes a los patrones de interaccin social a la que nos hemos ve-
nido reriendo, resultan efectos DINMICOS SOCIALES SISTMICOS de
gran importancia para el socium, y por ende, de mucho inters para la
teora social, por lo que pasaremos a examinarlos.
53
Los efectos dinmico sistmicos
de los patrones de interaccin social: la sinergia social
De la mencionada articulacin de las dinmicas de los diferentes re-
gmenes de prcticas de la vida cotidiana (los patrones de interaccin
social), emergen, a su vez, lo que podramos denominar PATRONES DE
INTERACCIN SOCIAL DE SEGUNDO NIVEL o PATRONES COMPLEJOS. Si
en los patrones de interaccin social de primer nivel, los componentes
primarios, han sido los hombres y mujeres individuales que componen
una sociedad (y que pasan a integrar, al inujo de expectativas mu-
tuas de comportamiento, regmenes de prcticas colectivas caracters-
ticos dentro de uno u otro de esos patrones de primer orden); ahora los
componentes iniciales, son precisamente esos, que pasan a conformar
regmenes de prcticas sociales de segundo nivel: clasistafamiliares,
familiareducacionales, clasistalaborales, educacionallaborales, fa-
miliarreligiosos, familiarrecreacionales, etctera, inuidos por la
prevalecencia, como atractores sociales, de uno de aquellos patrones
de primer nivel sobre otros: los de menor rango social.
En el marco de los efectos del mayor rango del rgimen de prc-
ticas colectivas clasistas, en relacin con el de las familiares, se con-
forma, a su vez, un rgimen de prcticas colectivas caractersticas de
segundo nivel, en el que los rasgos de ambos se combinan en uno
clasistafamiliar en uno u otro socium. Lo mismo sucede, por ejem-
plo, entre los clasista y laboral, con la conformacin de un rgimen de
prcticas colectivas clasista laborales propias en una sociedad.
Esos, no son, por supuesto, los nicos ejemplos que podran traer-
se a colacin, pero s los de mayor signicacin para cualquier socium,
debido al rango social abarcador de los regmenes de prcticas colec-
tivas (patrones de interaccin social) mencionados.
Como resultado de los casos expuestos, veremos en la sociedad de
que se trate, MODOS DE VIDA familiares, obreros, campesinos, bur-
gueses, etctera, fcilmente discernibles, de prcticas colectivas que
caracterizarn en esa sociedad a las familias compuestas por obreros,
por campesinos, por propietarios de medios de produccin, etctera;
o modos de vida laborales, obreros, campesinos, burgueses..., tambin
54
distinguibles, de prcticas colectivas que caracterizarn en ese socium
a los colectivos laborales integrados mayormente por obreros, por
campesinos, por burgueses, etctera.
3
De ah que no se suela ver a familias obreras o campesinas viviendo
en chalets y (o) preocupadas por cambiar el auto si lo tuvieran por
el ltimo modelo o a familias burguesas viviendo en solares o bohos y
(o) preocupadas por conseguir el carbn para el fogn familiar, mien-
tras que s solemos ver lo inverso.
4
Ello es debido a la conformacin
3
En el caso del rgimen de prcticas laborales burguesas, puede reducirse, para-
djicamente, a que no tengan que trabajar para vivir, aunque hay propietarios
que s lo hacen.
4
Hemos empleado con toda intencin el vocablo soler, porque de lo que se trata
es de regmenes caractersticos de prcticas (si no lo son no pueden constituirse
como patrones de interaccin social), y por lo tanto, pueden existir perfectamente
casos y todos los conocemos en que nada de lo expuesto se cumpla, pero
que no son los tpicos para el socium dado y, por lo mismo, no desvirtan lo
dicho.
Por el contrario, contemporneamente se constatan sociedades en pases desa-
rrollados en que, aunque en distinta medida, se ha ido tornando frecuente que,
por ejemplo, familias obreras incorporen a su rgimen de prcticas colectivas
familiares (su patrn de interaccin social familiar) rasgos caractersticos del
patrn de interaccin social familiar burgus, pero sin que la pertenencia cla-
sista se modique: no han devenido esos obreros en propietarios de los medios
de produccin. Tambin en la actualidad somos testigos de sociedades en
pases que han emprendido la construccin del socialismo en que, tambin
en distinta medida, se ha tornado frecuente que, por ejemplo, familias bur-
guesas vayan incorporando en su rgimen de prcticas familiares colectivas
(en su patrn familiar de interaccin social) ms y ms rasgos caractersticos
del patrn de interaccin social familiar obrero o trabajador, modicndose, en
la mayor parte de los casos aunque no en todos, y en cada pas de manera
particular la pertenencia de clase, bien porque entregaron a la sociedad, con o
sin compensacin, o a la cooperativizacin, los medios de produccin de que
eran propietarios.
Por lo mismo, cuando hablamos de aburguesamiento en el primer caso, y de
proletarizacin, en el segundo, podemos pasar fcilmente por alto diferencias
cualitativas entre ambos. A saber, ese aburguesamiento puede presentar carac-
teres ms o menos reversibles, en la medida en que no se ve acompaado de una
modicacin concomitante en la pertenencia de clase de los que se aburgue-
san (es, por lo mismo, un proceso que no se ve acompaado de, y no seala a,
una pertenencia objetiva de clase, sino que es afn con, e indica a, una mayor o
menor identicacin subjetiva con prcticas de otra clase que la propia; mientras
que esa proletarizacin (en sentido gurado, pues de lo que se trata muchas
55
de regmenes de prcticas colectivas clasistarecreacionales caracters-
ticos (patrones de segundo nivel clasistarecreacionales de interaccin
social) de una sociedad, donde tambin prima el mayor rango la ma-
yor fuerza atractora social del patrn clasista de interaccin social.
No terminan tampoco en ese segundo nivel estos efectos dinmicos
sistmicos dimanantes de la articulacin interpatrones: van suscitan-
do un mayor grado de complejidad en el socium (articulndose tam-
bin ciertos interpatrones con otros; por ejemplo, el clasistafamiliar
veces es de la incorporacin de las caractersticas del patrn de interaccin social
trabajador, no siempre proletario) concierne a una modicacin en la perte-
nencia objetiva de clase y tambin se ve acompaada de, y seala a, una menor o
mayor identicacin subjetiva con las prcticas de esa otra clase en relacin con
la originaria.
Aparte de que, en trminos de su carcter epocal como tendencias sociales, el
primer caso el aburguesamiento, con sus identicaciones subjetivas, im-
plica una tendencia social de carcter regresivo, y el segundo caso la proleta-
rizacin, con su cambio objetivo en la pertenencia de clase y con sus identi-
caciones subjetivas, implica una tendencia social de carcter progresivo, el hecho
mismo de que en cada una de esas dos tendencias se presenten y no con poca fre-
cuencia, excepciones (familias supuestamente aburguesadas que, en coyunturas
sociales determinadas, muestran tomas de posicin concretas correspondientes
a su pertenencia de clase no burguesa; y, por otra parte, familias supuestamen-
te proletarizadas que, en coyunturas sociales determinadas, muestran tomas
de posicin concretas nada proletarias y no correspondientes con su objetiva
pertenencia de clase, no solo nos ratica esos procesos en su carcter tendencial,
es decir, no siempre presente en la totalidad de los miembros involucrados en ellos,
sino que nos ratica tambin la necesidad de profundizar en la comprensin
del carcter y mecanismos de tales correspondencias y no correspondencias entre
la percepcin de la subjetividad entendida reducidamente como la consciencia
(reexiva) de clase, lo que no contempla explcitamente ni la consciencia tcita
de clase; clase que puede no coincidir con la de la consciencia reexiva; y mucho
menos contempla el inconsciente de clase, que tampoco siempre coincide con
aquellas y la pertenencia de clase.
No puede quedar sin mencionar en este contexto, que en la actualidad, como
consecuencia de la globalizacin neoliberal aunque ello tena ya anteceden-
tes que esta ha acentuado y multiplicado se constata un proceso notable de
proletarizacin de familias burguesas de las capas medias en las sociedades
capitalistas sin modicacin alguna en su pertenencia de clase, fenmeno social que
presenta rasgos anlogos inversos dolorosamente al de una identicacin
subjetiva con prcticas de otra clase.
Es tambin importante profundizar en las diferencias, en el carcter y en la
ndole concreta de los mecanismos involucrados de los aspectos vinculados a la
56
con el culturalrecreacional, y ambos, con el laboral y con el comuni-
tario) en niveles ulteriores de complejidad dinmica sistmica,
5
hasta
conformar verdaderos complejos de patrones de interaccin social; es
decir, regmenes complejos de comportamientos colectivos caracters-
ticos (el clasistafamiliarlaboral; el familiarcomunitariocultural...),
hasta el nivel global de complejidad de articulacin interpatrones de
interaccin social, que los articula a todos en el seno de la sociedad de que
se trate, en un rgimen global de prcticas colectivas, que la dene, y
constituye el socium en su totalidad.
6
En estos casos posteriores de articulacin a niveles mayores de com-
plejidad sistmica social entre diversos patrones de interaccin social,
los componentes primarios que integran los COMPLEJOS DE PATRONES
son, a su vez, grupos de patrones de menor nivel de complejidad.
En todos los casos de integracin de componentes primarios
(hombres y mujeres, patrones de interaccin social, grupos de patro-
nes de interaccin social) a patrones de cada vez mayor nivel de
subjetividad social sin reducirla a ninguno de sus componentes que pone en
juego los casos diferentes de corrimientos sociales a que hemos aludido.
Tambin todo lo expuesto invita al anlisis de lo adecuado o no o los lmi-
tes de circunscribir la pertenencia de clase a la posesin de medios de pro-
duccin.
5
Complejidad dinmica sistmica que puede denirse como lo que caracteriza a
un sistema dinmico que presente una sinergia social sucientemente complicada,
que conjugue orgnicamente un nmero considerable de tipos de procesos de
ndole diferente, articulados de modo tal que de esa articulacin emergen nuevas
propiedades sistmicas que no pueden reducirse a la suma de las propiedades de
los procesos articulados.
Sinergia es el trmino que ha pasado a caracterizar cualquier caso de compor-
tamiento colectivo caracterstico (como comportamiento conjunto de mltiples
componentes diferentes). La disciplina que se dedica a caracterizarlos en su
generalidad es la sinergtica. Por supuesto que la ndole de esos componentes
diferentes en nuestro caso, su ndole social marca decisivamente con su
impronta los resultados especcos que arroja uno u otro comportamiento siner-
gtico.
6
Parece innecesario recalcar que todo socium presenta existencia fctica solo des-
de esa globalidad, donde estn ya articulados sus diferentes componentes la
mayor o menor medida de esa articulacin es otra cosa. Pero la teora social pue-
de proceder, entre otras cosas, a la descomposicin analtica y la recomposicin
sinttica de tal globalidad, para sus nes indagatorios.
57
complejidad de interaccin social, estn presentes ciertas circunstan-
cias comunes, que pueden denominarse EFECTOS DINMICOS SIST-
MICOS CONTEXTUALES DE AUTOORGANIZACIN
7
y que es necesario
explicitar para comprender mejor por qu se produce en todo socium
esa madeja de integraciones sociales de componentes primarios (di-
ferentes en cada nivel de complejidad social) y esas combinaciones de
un nivel cada vez mayor de esa complejidad, en regmenes de compor-
tamientos colectivos caractersticos de creciente nivel de complejidad
dinmica sistmica social.
La sociedad como sistema dinmico complejo
En todos esos casos de integracin de componentes primarios a pa-
trones ms complejos de comportamiento se presentan EFECTOS
CONTEXTUALIZADORES DE SENTIDO CONTRARIO que restringen los
comportamientos que presentaban o podan, en principio, presen-
tar los componentes primarios antes de su integracin, de modo
que algunos de ellos ya no sern factibles despus de su integracin al
patrn de que se trate; y al mismo tiempo, son efectos que posibilitan
o habilitan nuevos comportamientos de esos componentes, pero con
posterioridad a su integracin al patrn dado. Son, por ende, RES-
TRICCIONES POSIBILITADORAS o CONSTREIMIENTOS HABILITANTES
que se erigen en contextualizadores (a partir de ese momento de inte-
gracin de componentes primarios a un orden de prcticas sociales
colectivas ms complejo) de sus comportamientos subsiguientes.
8
7
Autoorganizacin es precisamente el proceso, junto a sus resultantes, por el cual
emerge un nuevo ordenamiento en los sistemas, a partir del comportamiento
conjunto caracterstico; o sea, a partir de una sinergia de sus propios compo-
nentes. No es difcil darse cuenta de que la autoorganizacin es, muchas veces,
concomitante a la complejidad sistmica.
8
En la jerga de la Teora de los Sistemas Dinmicos, a los efectos contextuali-
zadores inhibidores de lo que antes de la contextualizacin era posible, se les
denomina de arriba a abajo (top down), mientras que a los que hacen posible lo
que antes de la contextualizacin no lo era, se les denomina efectos de abajo a
arriba (bottom up).
En la concomitancia de ambos tipos de efectos se va produciendo la emergencia
del nuevo ordenamiento; es decir, se plasma la autoorganizacin sistmica.
58
Si tomamos el caso de la integracin de hombres y mujeres indi-
viduales a diferentes patrones de interaccin social de primer nivel,
podemos constatar ambos tipos de efectos contextualizadores. Supon-
gamos que cualquiera de nosotros se integra a alguno de esos patrones
de comportamiento colectivo caracterstico. Cuando esto ocurre, ya
no debemos hacerlo de cualquier manera, sino de acuerdo con la que
satisfaga las expectativas de los dems (no olvidemos que es sobre la
base de esas expectativas mutuas que se erigen siempre los patrones
colectivos de interaccin social). As, ha aparecido una restriccin o
constreimiento sobre nuestras conductas futuras, que antes no exista:
EFECTO DE ARRIBA A ABAJO. Podemos esperar que nuestros actos sean
socialmente aceptados por los dems, si nos comportamos en con-
sonancia con esas expectativas mutuas, lo que antes no era siempre
posible. Y los dems, a su vez, pueden esperar determinado modo
de proceder nuestro, lo que antes tampoco era siempre factible. Se ha
abierto una posibilidad nueva o habilitacin sobre esos mismos com-
portamientos futuros.
Pero no solo eso, tambin podemos esperar ahora cmo cabe que
se conduzcan los dems, pues sus conductas han quedado tambin
restringidas o constreidas a las expectativas mutuas, lo cual no era
posible tampoco antes de nuestra integracin al patrn dado de inter-
accin social.
En otros trminos, ahora podemos anticipar condiciones de nues-
tro obrar futuro y esperar resultados apetecidos que antes no podamos
anticipar y (o) esperar, respecto a las cuestiones atinentes al patrn de
interaccin social de que se trate en cada caso. De modo idntico le
sucede al obrar de los dems en relacin con nosotros. Nuestro obrar,
y el de los dems, queda contextualizado socialmente.
9
9
Por eso en las elaboraciones terico sociales actuales puede encontrarse el
concepto de constreimientos sensibles contextualmente (context sensitive
constraints); por ejemplo, en Dynamics in Action. Intentional Behavior as a
Complex System (Alicia Juarrero, MIT Press, Cambridge, London, 999). La
autora reconoce explcitamente el aspecto paralelo posibilitador de seme-
jantes constreimientos contextuales, aunque predomina en el trmino el as-
pecto constreidor.
59
Para la dinmica social resulta sumamente ventajosa vista la
sociedad como sistema dinmico complejo esa integracin de com-
ponentes sociales primarios (individuos, patrones aislados de interac-
cin social, grupos o complejos separados de patrones de interaccin
social), en regmenes de prcticas colectivas caractersticas de mayor
grado de complejidad. Para esa dinmica social son fundamentales
las anticipaciones de condiciones para el obrar o accionar mutuos y
esas esperas de resultados apetecidos del obrar o accionar interperso-
nal, que implican la transicin para comportamientos individuales sin
coordinar; para patrones aislados de interaccin social; para grupos o
complejos separados de patrones de menor complejidad desde un r-
gimen en principio ilimitado y del todo es posible; para los compor-
tamientos individuales no coordinados o de un grado de limitacin y
de posibilitacin dada [para uno u otro patrn de interaccin social
por s mismo y (o) para grupos o complejos de esos patrones, tambin por
s mismos] a un grado superior de limitacin y posibilitacin.
Sin esas anticipaciones y esperas sociales, la interaccin colectiva
en las sociedades, se tornara sencillamente imposible, ya que nin-
guno de sus miembros podra tener nunca expectativa alguna acerca
de cundo obtendra los resultados apetecidos en su obrar cotidiano,
y mucho menos podra anticipar cules seran y dnde y cundo es-
taran dadas las condiciones para su obrar o accionar. Ello ratica
el papel constituyente autoorganizador de lo social, que desem-
pean los patrones de interaccin social, al ser de ellos, precisamente,
de los que emerge la factibilidad de esas anticipaciones y esperas im-
prescindibles para el obrar social colectivo.
El precio social de restringir los comportamientos desde un rgimen
de igual probabilidad para cualquier comportamiento individual total-
mente libre, pero de resultados apetecidos altamente problemticos,
limita la tal libertad total a una de probabilidades contextualizadas
Anlogamente, Anthony Giddens, en La constitucin de la sociedad (bases para
la teora de la estructuracin), Amorrortu Editores, Buenos Aires, 995, tambin
aborda el tpico, en trminos de propiedades estructurales con el doble ca-
rcter de constreimientos y habilitaciones (recursos, medios, segn l). A juicio
nuestro sera estructurantes.
60
ms restringidas o constreidas, pero con resultados deseados mucho ms
previsibles, lo que aporta nuevas posibilidades. Son los patrones de in-
teraccin social, con sus efectos sistmicos dinmicos contextualizadores
(constreidores habilitantes) como atractores sociales, los que proveen a
todo socium de esa clase de sinergia social que, de hecho, constituye, el
obrar o accionar social cotidiano colectivo autoorganizador de la vida social.
Vemos de nuevo, cmo uno u otro contexto social es creado por la
propia praxis a travs de su concrecin en distintos patrones de con-
ductas colectivas cotidianas caractersticas, que por su propia ndole
son contextualizantes socialmente. Ese es, a nuestro juicio, el ms
profundo suelo social donde se asienta la primaca de la praxis social
para cualquier mbito de actividad humana. Cuando nos referimos al
contexto social, no se trata como hemos podido apreciar de algo
que existe ya o que surge antes que determinada praxis en la cual esta
se inserta. Es esa prctica la que crea el contexto.
La sinergia social no es, ni puede ser, perfecta y acabada. Esos
hombres y mujeres individuales y concretos que la conforman a pesar
de integrarse a patrones de interaccin social (uno solo o a varios,
como realmente siempre resulta) que les permiten anticipar condicio-
nes de su obrar y esperar resultados apetecidos de este, no pueden
nunca ni anticipar todas las condiciones de sus diferentes tipos de
acciones, ni esperar siempre los resultados deseados.
Son varias y de diversa ndole las circunstancias de tal imposibi-
lidad. Tratarlas nos conducir, en su momento, entre otras cosas, a
examinar otras facetas de esa importante cuestin, a la que hemos
ya aludido, de la articulacin entre la consciencia tcita, la consciencia
reexiva y el inconsciente en las subjetividades individuales. Pero an-
tes debemos ubicar esa problemtica dentro de la ms general a la que
pertenece: la de la articulacin entre lo macro y lo micro social.
La articulacin entre lo macro y lo micro social
En el abordaje de la problemtica de la articulacin entre lo macro y
lo micro social como vimos al inicio de este libro, la situacin
predominante en la teora social contempornea es la siguiente:
6
la consideracin exclusiva de lo macro social y de lo micro social;
la oposicin (intencionada o no) entre lo macro y lo micro social,
(corolario de aquella consideracin exclusiva);
la divisin del trabajo en teora social entre unos tericos de lo
macro y otros tericos de lo micro, (corolario de las dos cir-
cunstancias anteriores).
El resultado es que, aun cuando ambas dimensiones sociales sean
tomadas en cuenta, las ms de las veces ello no se logra en su articu-
lacin mutua, sino eclcticamente o incluso oponiendo y (o) subordi-
nando una de ellas a la otra.
Tambin mencionamos que semejante subordinacin es de diferen-
te carcter o sentido, segn la tradicin de pensamiento terico social
de que se trate: las que tributan las ms de las veces a un objetivismo
social cuyo pathos epistemolgico para las realidades sociales (reco-
nocindolo o no es otra cosa) es objetivante y privilegia desmedida-
mente el objeto de indagacin en relacin con el sujeto que indaga; y
el modelo causalista explicativo de las ciencias naturales, que tiene una
notoria tendencia a subordinar (cuando no a obviar) la dimensin de lo
micro social en favor de la macro social. Ello viene condicionado por
otro rasgo bastante caracterstico del objetivismo social: la bsqueda
de estructuras y (o) leyes universales cuyo terreno propicio es conside-
rado precisamente el macro social para los fenmenos sociales, con
lo que se remeda la tarea del saber cientco natural.
Constituyen ejemplos arquetpicos de esta tendencia en la teora
social, los enfoques positivistas del saber social (desde Comte); los
enfoques estructuralistas y funcionalistas sociales (de Levi Strauss a
Parsons y Blau); y los enfoques marxistas del tipo DIAMAT
sovitico, que llegaron a compartir an criticndolos muchos de
los rasgos ms tpicos del objetivismo positivista y (o) estructuralista
funcionalista.
Por otro lado, son tambin conocidas las subordinaciones de lo
macro social en favor de lo micro social, a que han sido proclives las
tradiciones de pensamiento social que tributan a un subjetivismo so-
cial, cuyo pathos epistemolgico para las realidades sociales remite a
62
su vez a la claricacin de los procesos de constitucin intencional de
sentido en la consciencia individual de los seres humanos.
De esta tendencia, han sido casos arquetpicos los de la fenome-
nologa (de Husserl o de MerleauPonty); del existencialismo (de
Kierkegaard al primer Sartre); as como los del individualismo me-
todolgico (de Weber a Goman o a Garnkel), estos dos ltimos
dentro de los enfoques etnometodolgicos.
Todo esto sin desmedro de los logros legtimos de cada una de
estas tradiciones de pensamiento en la caracterizacin de la dimensin
de lo social privilegiada por ellas en cada caso al precio de su desvin-
culacin o de la subvaloracin de la otra dimensin social.
Una clave para conceptualizar la articulacin de lo macro y lo
micro social, sin contraponerlos ni subordinarlos, es darnos cuenta
de que estas dos dimensiones se constituyen en la sociedad de modo
concomitante, paralelo y simultneo. Por paradjico que ello pueda re-
sultar a primera vista debido a una mirada organicista que remite
a lo que conocemos de los organismos biolgicos, en la cual lo micro,
sumndose y articulndose ira conformando sucesivamente lo macro en
el entramado social.
La otra clave, es distinguir que ambas dimensiones de lo social
la micro y la macro, dimanan de una misma fuente: la praxis
interpersonal social e histrica de los hombres y mujeres reales,
que se trama en el desenvolvimiento de uno u otro patrn de interac-
cin social de la vida cotidiana en que se concreta siempre esa praxis.
Es a partir de uno u otro patrn de interaccin social entre los
hombres y mujeres, concretos y reales, de una sociedad dada, que se
van generando tambin los mbitos ms abarcadores y denitorios de
esa socialidad: sus estructuras de relaciones sociales (el mbito arque-
tpico de lo macro social) y las subjetividadesagentes individuales (el
mbito arquetpico de lo micro social), que la pueblan.
Recalquemos de nuevo que lo anterior quiere decir que cuando nos
referimos al contexto en que los seres humanos de una u otra sociedad
desenvuelven su praxis
20
no nos referimos o indicamos a una especie
20
O sea, producen y reproducen su vida social conformando incluso el tipo o clase
o el grado de desarrollo de las estructuras objetivas de sus relaciones sociales y
63
de marco o de recipiente estructural que tenga existencia aparte de esa
praxis y de esas subjetividades.
2
Ni nos estamos reriendo tampoco
a unas subjetividades agentes dadas ya, que tengan existencia aparte
de esa praxis y (o) de aquellas estructuras sociales,
22
sino a aquello
(estructuras y subjetividades sociales) que ha sido producido conco-
mitante, paralela y simultneamente, por las caractersticas propias
de esa praxis, y que es reproducido de forma perenne o modicado
tambin de manera semejante por ella; y, en primer lugar, que ha sido
producido y es reproducido (o modicado) constante y anlogamente
por los patrones de interaccin social en que se plasma y concreta tal
praxis. Dicho de otro modo, es de esos patrones de interaccin social de
donde dimana la contextualizacin de nuestra vida social.
Para la teora social, es de suma necesidad reconocer a nivel con-
ceptual esa circunstancia ontolgica de lo social, cuya importancia
proviene de que nuestros patrones de interaccin social son la fuente
de donde dimana precisamente la articulacin macro micro en los
fenmenos sociales. (Fenmeno no dilucidado an tericamente de
modo adecuado por esa teora social).
Lo que puede ser esquematizado de la siguiente forma:
(o) el tipo o clase o el grado de madurez de las subjetividades agentes individua-
les que intervienen en esa praxis social.
2
Una suerte de contexto espacio temporal estructural en el que, entonces, esa
praxis y (o) esas subjetividades pudieran colocarse (entrando o saliendo como si
fuese una especie de recipiente social).
22
Una especie de contexto subjetivo intencional al que, entonces, esa praxis y esas
estructuras sociales se ajusten.
(acertado) CONTEXTO
DE ESA PRAXIS
UNA U OTRA PRAXIS
(que produce
y reproduce aquel
o modica)
(errneo) EL CONTEXTO
DE LA PRAXIS
(que genera esa praxis)
LA PRAXIS
(que se ubica en aquel)
64
La praxis no se ubica en el contexto: lo reproduce o modica
constantemente. Y esto nos coloca ante otra reectividad bsica de
la vida social que, como veremos, incide en mltiples aspectos y, en
particular, en el que nos viene interesando: en la articulacin entre
las dimensiones macro y micro de esa vida social. Articulacin de
inclusin mutua (de concomitancia, de incidencia recproca recurren-
te) que, con mucha frecuencia y errneamente representamos de la
siguiente manera:
Esta representacin muchas veces se hace cmplice de las contra-
posiciones ya mencionadas entre lo macro y lo micro.
23
La articulacin reectiva realmente presente en la vida social, por
el contrario, debe esquematizarse as:
Lo que no contrapone lo macro y lo micro social hace patente
que ambas dimensiones de lo social se producen y se reproducen
(o se modican), como ya hemos apuntado, concomitante, paralela
23
Ntese, como tal representacin se mueve mejor sera decir: est encerra-
da dentro de la lgica dicotmica bivalente (aristotlica) que solemos emplear,
sin que ese empleo vaya acompaado de reexin alguna acerca de sus lmites,
como si fuera la nica lgica posible a emplear en la conceptualizacin de lo que
indagamos.
(errneo)
ESTRUCTURACIN
DE RELACIONES
SOCIALES
(aspectos macro sociales)
CONSTITUCIN DE
SUBJETIVIDADES
SOCIALES
(aspectos micro sociales)
(acertado)
ESTRUCTURACIN DE
RELACIONES
SOCIALES
(aspectos macro sociales)
CONSTITUCIN DE
SUBJETIVIDADES
SOCIALES
(aspectos micro sociales)
PATRONES DE
INTERACCIN SOCIAL
DE LA PRAXIS COTIDIANA
65
y simultneamente, a partir de los diferentes patrones de interaccin
social presentes en la vida cotidiana de toda sociedad.
Mejor an, as y para poder tomar en cuenta la inuencia inversa
la retroalimentacin de esas estructuras y subjetividades sociales,
una vez producidas, sobre los patrones de interaccin social que las
originaron.
Lo que es importante para nuestros nes inmediatos, como pode-
mos apreciar, es que desde uno u otro patrn de interaccin social;
desde una u otra pauta recurrente caracterstica de la interconexin de
las acciones cotidianas de los hombres y mujeres de una sociedad dada
involucrados en actividades de produccin y reproduccin (o modi-
cacin) de su vida social, esta se contextualiza constantemente a tra-
vs de los procesos concomitantes, paralelos y simultneos de:
La estructuracin de sus relaciones sociales, (como proceso de ob-
jetivacin de esos regmenes de prcticas sociales);
La constitucin de sus subjetividades individuales como sujetos
agentes sociales (como un proceso de subjetivacin de esos reg-
menes de prcticas sociales).
Objetivaciones sociales (las relaciones sociales as estructuradas)
de los regmenes de prcticas sociales, que no son otra cosa que esos
patrones de interaccin social y subjetivaciones sociales (las subje-
tividades as constituidas como sujetos agentes sociales) de esos re-
gmenes de prcticas que, una vez plasmadas, pueden incidir en la
ESTRUCTURACIN DE
RELACIONES
SOCIALES
(aspectos macro sociales)
CONSTITUCIN DE
SUBJETIVIDADES
SOCIALES
(aspectos micro sociales)
PATRONES DE
INTERACCIN SOCIAL
DE LA PRAXIS COTIDIANA
66
prxima vuelta o bucle del patrn de interaccin social de que se trate
reforzndolo o debilitndolo segn sea el caso, lo que contribuir
a su reproduccin o a su modicacin, contextualizndolo desde lo
producido por l.
Con lo que, una y otra vez, la vida social de esos hombres y mu-
jeres, involucrados en el patrn de interaccin social de que se trate,
queda repetida y recurrentemente producida, reproducida (o modi-
cada) y contextualizada en lo referente al mbito de incidencia y
alcance de ese patrn de interaccin social. Ya que, como sabemos,
en cualquier sociedad coexiste toda una multiplicidad de patrones de
interaccin social, familiares, de grupos de coetneos, comunales
o comunitarios, laborales (productivos o de servicios), educaciona-
les, de salud, de actividades culturales (de disfrute o creativas), de
actividades recreativas, deportivas y de aciones, de entrenamiento
en algo, de activismo social, de militancia poltica, de pertenencia y
lucha clasista, de promocin o denuncia ideolgica, de culto religioso,
de gnero, de raza, de etnia, etctera.
Multiplicidad de patrones de interaccin social sin la cual es in-
concebible la variopinta estructuracin objetiva de las relaciones
sociales de cualquier sociedad contempornea, as como la tambin
multivariada constitucin de sus subjetivades agentes individuales in-
tegrantes de ese socium (toda la complejidad dinmica del socium);
multivariedad que se ve reforzada por la circunstancia de que cada
uno de esos patrones de interaccin social presenta diferente mbito
de incidencia y alcance social (diferentes rangos sociales), lo que exige
ya un mayor grado de indagacin analtica, como vimos ms arriba.
Ello no quita que en algunos casos sea tambin obvio, como en el
de mayor alcance, rango social, del patrn de interaccin social de
pertenencia y lucha clasista en relacin con el patrn de la prctica
de aciones.
Como resultado de la existencia y plasmacin recurrente de cada
patrn de interaccin social de los coexistentes en una sociedad con-
comitante, paralela y simultneamente, se producen y se reproducen
(o se modican) las estructuras objetivas de relaciones sociales y la
propia constitucin de las subjetividades agentes correspondientes.
67
Vemos, entonces, cmo los patrones de interaccin social de la vida
cotidiana en que se concreta toda praxis social se convierten en una herra-
mienta imprescindible de anlisis, susceptible de caracterizacin emprica
y, al mismo tiempo, de conceptualizacin terica, para la problemtica de
la articulacin entre lo micro y lo macro social, toda vez que es a partir
precisamente de ellos que se producen y reproducen (o modican) con-
comitantemente las estructuras objetivas de relaciones macro sociales y la
constitucin de las subjetividades agentes micro sociales correspondientes.
Lo expuesto torna evidente con posterioridad la importancia del
estudio y de la caracterizacin de los patrones de interaccin social,
como esa suerte de instancia o mbito meso social de la cual emergen
tanto el mbito de lo macro, como de lo micro social; y hace com-
prensible la tendencia hacia las metodologas cualitativas en la teora
social y del hombre, presente desde hace algn tiempo, toda vez que
tal tipo de metodologas son en especial aptas para semejante estudio
y caracterizacin empricos de distintos patrones de interaccin social
en concreto, en diferentes sociums.
Todo lo expuesto nos permite estar en posicin ventajosa para
poder apreciar cmo hay argumentos para poder considerar a los pa-
trones de interaccin social, ontolgicamente, como una especie de
portadores de lo social. En otras palabras, cmo aquel mbito insos-
layable y bsico en que se renen y (o) generan, como en un crisol,
todos los ingredientes fundamentales prcticas, relaciones objetivas
y subjetividades agentes de lo social.
Examinemos ahora ms de cerca esa emergencia concomitante de
lo macro y lo micro social a partir de uno u otro patrn de interaccin
social, para comprender y argumentar con posterioridad mediante
el abordaje de una caracterizacin ms detallada cmo las dimen-
siones micro y macro sociales se articulan, paralela y simultneamente,
desde esa plasmacin de unos u otros patrones de interaccin social,
a travs de los cuales los hombres y mujeres involucrados producen y
reproducen, en su concrecin de actividades, su vida social.
Para esa caracterizacin ms detallada, partiremos en las pginas
siguientes de las denominadas SITUACIONES DE INTERACCIN SOCIAL
CON COPRESENCIA.
Los patrones de interaccin social
de la vida cotidiana como productores
y reproductores de lo macro
y de lo micro social
Parte
Segunda
CAPTULO 3
Los patrones de interaccin social
como productores y reproductores
de prcticas locales de poder, de deseo,
de saber y de discurso
A medida que los distintos patrones de interaccin social van atrayendo
ms y ms involucrados,
Esquematizando lo expresado:
Veamos ahora el esquema ya examinado de esas articulaciones cir-
culares constatadas entre los mbitos de prcticas locales de poder, de
deseo, de saber y de discurso dentro de las situaciones de interaccin
social con copresencia:
prcticas locales de
DISCURSO construyen
una verdad
[lega y (o) acadmica]
invaden
deseantemente
lo que se dice
crean factibilidades
enunciativas
vehiculan
al deseo
prcticas locales
de
SABER
prcticas locales
de
DESEO
ejercen una
voluntad de verdad
inducen
placer
prcticas locales de
PODER
legitiman
un dominio
alimentan
una voluntad
de dominio
se inltran mutuamente
PRAXIS COTIDIANA
SITUACIONES DE INTERACCIN CON
todos los
posicionamientos locales dentro de la
positividad del DISCURSO
[cmo]
posicionamientos locales
dentro de la positividad
del SABER
[qu]
circuitos locales
del DESEO
cuotas locales de
(micronormatividad) PODER
[por qu] [para qu]
COPRESENCIA (la vida cotidiana)
[quines] [dnde] [cundo]
expectativas
mutuas del
patrn de
interaccin
social dado
2
(En aras de no abigarrar an ms el esquema se han omitido las
articulaciones mutuas entre las prcticas locales de poder y las de dis-
curso, cuyo contenido, como ya sabemos, es que desde las prcticas
locales de poder se necesita y por ende se propicia un discurso
que las legitime y, a su vez, desde las prcticas locales discursivas se
ejercen efectos legitimadores de poder).
Multidimensionalidad social de las prcticas locales de poder,
de deseo, de saber y de discurso
No nos parece prudente dejar de recalcar una circunstancia de la ex-
posicin anterior, aunque quizs haya quedado evidenciada ipso facto.
Nos referimos a que, al mismo tiempo que en todo socium coexisten y
se suceden toda una variedad de patrones de interaccin social (el fa-
miliar, el educacional, el laboral, el clasista, el religioso, el de gnero,
el de raza, etctera), y en la medida en que, como hemos constatado, a
cada uno de ellos le son inherentes y no pueden no serlas unas u
otras cuotas locales de poder y de contra poder; unos u otros circuitos
locales del deseo; unos u otros posicionamientos locales epistmicos
dentro de la positividad del saber disponible; unos u otros posicio-
namientos locales enunciativos dentro de la positividad del discurso
disponible (articulado todo ello circularmente en cada uno de esos
patrones de interaccin social), se establece siempre en el socium toda
una multiplicidad de coexistencia y de sucesin de tipos de esas cuo-
tas, circuitos, y posicionamientos locales. Tanta multiplicidad de tipos
habr, como mltiple sea la ndole de los patrones de interaccin so-
cial presentes en el socium de que se trate.
Y ser una multiplicidad de cuotas locales de poder y de contra
poder; de circuitos locales de deseo; de posicionamientos locales del
saber y del discurso, articulada a su vez y anlogamente a como lo
estn los patrones de interaccin social a los cuales les son inherentes.
Es decir, de acuerdo con las prevalecencias ya vistas entre ellos,
que remiten a los rangos sociales que ostenta uno u otro de tales
patrones de interaccin social, segn vimos en el captulo corres-
pondiente.
3
De modo que, por ejemplo, las cuotas locales de poder y de contra
poder clasistas; los circuitos locales del deseo clasistas; los posiciona-
mientos locales de saber clasistas y los posicionamientos locales de
discurso clasistas, prevalecern en relacin con sus semejantes prove-
nientes de las prcticas familiares o educacionales de gnero, etctera,
dada la prevalecencia ya vista del patrn clasista de interaccin social
sobre los dems.
44
Ahora bien, ello nos lleva a otra circunstancia no tan evidente
sino todo lo contrario, que es tan importante o an ms, que la
que acabamos de recalcar. Esa prevalecencia en un socium dado de uno
u otro de los patrones de interaccin social; y por lo mismo, de sus
cuotas empoderantes o desempoderantes, de sus circuitos deseantes, de
sus posicionamientos heursticos y enunciativos, en relacin con otros
patrones; y por ello, a otras cuotas empoderantes o desempoderantes, a
otros circuitos deseantes, a otros posicionamientos heursticos y enun-
ciativos, no es equivalente a que el patrn que prevalece que es deter-
minante respecto de los otros, elimine, sustituya, borre, y muchsimo
menos, cree o genere la dinmica propia de esos otros patrones.
Hemos visto ya como esa dinmica es propia del patrn de inter-
accin social de que se trate en cada caso y dimana de la ndole de
las expectativas mutuas surgidas entre los involucrados en l, amal-
gamadas, precisamente, por la ndole de las cuotas empoderantes o
desempoderantes, de los circuitos deseantes, de los posicionamientos
heursticos y enunciativos que le pertenecen.
Y nada de ello queda eliminado, sustituido, borrado, y menos an,
es creado o generado por la prevalecencia de cualquier otro patrn de
interaccin social, incluso si este fuera el clasista, cuyo mayor rango
de prevalecencia social hemos visto ya.
44
Prevalecencia del patrn clasista de interaccin social que en su momento mos-
tramos en lo que respecta al resto de los patrones horizontales de interaccin
social; o sea, en relacin con aquellos patrones que remiten en ltima instan-
cia a factores de ndole social: a invariantes de origen modicable socialmente.
Pero que tambin vale en relacin con los patrones transversales o verticales
(de gnero, de raza, de etnia), a los que remiten por ltimo a invariantes de
origen biolgicotnica no modicables (masivamente) socialmente, pues estos
ltimos se subordinan siempre a aquellos.
4
Qu sucede cuando un patrn de mayor rango social prevalece
sobre otros? Sencillamente, que el patrn prevaleciente subordina la
dinmica de esos otros patrones a la suya; no la crea o genera (como
si esos otros patrones no hubiesen tenido ya su dinmica social), ni la
elimina o sustituye por la suya propia, sino que hace que la dinmica
social de esos otros patrones quede subordinada a la suya.
Por ejemplo, en la prevalecencia del patrn clasista sobre el fami-
liar, no es el patrn clasista el que crea o genera las cuotas de poder
familiares, los circuitos del deseo familiares, los posicionamientos del
saber y del discurso familiares: esos los sigue creando y generando
el propio patrn familiar de interaccin social, que por algo es eso,
familiar, y no otra cosa; pero quedan subordinados (pasan a servir) a
sus semejantes del patrn clasista.
En otras palabras, no es, por ejemplo, el patrn clasista capitalista
al surgir en uno u otro socium el que crea o genera cuotas de
poder familiares capitalistas, circuitos del deseo familiares capitalis-
tas, posicionamientos de saber y de discurso familiares capitalistas;
todo ello emerge en ese socium a partir del patrn familiar de in-
teraccin social vigente en l, al subordinarse la dinmica social de
sus cuotas de poder familiar, de sus circuitos del deseo familiar, de sus
posicionamientos del saber y del discurso familiares ya existentes
previamente, a la dinmica social del patrn clasista capitalista de
interaccin social.
Lo que s crea y genera el patrn clasista el capitalista o cual-
quier otro son las cuotas de poder, los circuitos del deseo, los posi-
cionamientos del saber y del discurso inherentes al rgimen de apro-
piacin correspondiente (privada, en el caso del capitalismo) de
los medios de produccin sociales (pues eso es lo que es, un patrn
de apropiacin determinada de los medios de produccin, y no otra
cosa). Y es, entonces, su rango social inherente, por lo fuerte de las
asimetras de circunstancias en favor de alguien; es decir, de sus cuo-
tas de poder, que conlleva una u otra modalidad de apropiacin de
los medios de produccin, el que es capaz de subordinar a s mismo a
sus anlogos de otros patrones de interaccin social de menor rango
social.
5
Es muy importante darnos cuenta de todo esto, pues una vez que
un modo de produccin ha adquirido vigencia plena en uno u otro
socium, todo ello queda invisibilizado y parecera que ha sido ese
patrn clasista de interaccin social el que ha creado, generado, todo
el resto del socium. Y como hemos visto, est lejos de ser as.
Lo apuntado no es trivial. Tiene consecuencias muy importantes
para la prctica y la teora social, en particular, como veremos ms
adelante, para la problemtica del cambio social. En efecto, si fuera el
patrn clasista (el rgimen caracterstico de prcticas de apropiacin
de los medios de produccin) el que generara al resto de los patrones
de interaccin social del socium correspondiente, no habra otra va
de cambio social que la de la mutacin de ese rgimen de apropiacin
a partir exclusivamente del propio patrn de apropiacin de tales me-
dios de produccin, con lo que el resto de los patrones de interaccin
social del socium quedan como impotentes u ociosos para poder ejer-
cer inujo en los procesos del cambio social.
45
Semejante visin tiene como corolario inevitable una excesiva li-
nealidad del cambio social y una reduccin monista de las vas de
incidencia social factibles sobre ese proceso. As, el patrn de interac-
cin social de apropiacin de los medios de produccin mutara solo
de manera endgena, y dara lugar al siguiente modo de produccin
(a otro patrn social de esa apropiacin). Y la nica va de incidencia
posible sobre ese proceso sera sobre los componentes de ese rgimen
caracterstico (patrn) de apropiacin; vale decir, las fuerzas produc-
tivas y (o) las relaciones de produccin, pues son estos los dos compo-
nentes de todo modo de produccin.
De esta manera, por ejemplo, el patrn social de apropiacin de los
medios de produccin esclavista se habra modicado, para dar lugar
al patrn social feudal de apropiacin de los medios de produccin.
Y este, a su vez, como base material de la sociedad que es, una vez
surgido, gener a todo el resto del socium feudal, a todos los restantes
patrones de interaccin social de la sociedad feudal superestructural.
45
Esto es lo que ha ocurrido con las visiones reduccionistas del cambio social que
se basan en un exclusivismo del modo de produccin, en un exclusivismo del
desarrollo de las fuerzas productivas.
6
Semejante enfoque fue puesto en juego por buena parte del mar-
xismo posleninista del siglo XX. Con la concomitante linealizacin de
los procesos del cambio social y con la consabida reduccin producti-
vista economicista de las vas de incidencia sobre tales procesos;
46
sin
embargo, tal enfoque olvidaba varias circunstancias, entre ellas:
que la historia no corrobora esa visin; por ejemplo, el patrn
caracterstico de apropiacin feudal de medios de produccin no
surgi, ni poda surgir, del caracterstico para el esclavismo: sur-
gi a partir de la incidencia sobre las fuerzas productivas de otros
patrones de interaccin social del esclavismo;
que Marx nunca arm aquella visin;
que con tal visin se desaprovechaban o no se podan comprender
otras mltiples vas de incidencia factible sobre el cambio social,
y la presencia de sus correspondientes sujetos agentes del cam-
bio que, afortunadamente, son muchas ms las vas de incidencia
factible sobre los procesos del cambio social, desde otros mltiples
patrones de interaccin social, aunque sin desaprovechar, por su-
puesto, la puesta como exclusiva por el enfoque examinado, con
sus correspondientes sujetos agentes del cambio, como lo corrobo-
ra cada vez ms la contemporaneidad.
Estamos ya ahora en posicin para abordar la exteriorizacin objetiva
(objetivacin social) e interiorizacin (registro) subjetiva (subjetiva-
46
Otro corolario de tal visin monolineal del progreso histrico fue el exclusivis-
mo tecnicista que en ocasiones se le otorgaba por algunos al desarrollo de las
fuerzas productivas, basado exclusivamente en el progreso tcnico y cientco-
tcnico. Y no es que tal circunstancia no tenga efectivamente una incidencia
poderosa sobre los procesos actuales del cambio social, sino de que no constituye
el camino exclusivo para el desarrollo de las fuerzas productivas.
La comprensin cabal de esto requiere adems un regreso al tratamiento de las
fuerzas productivas de los cinco factores de desarrollo de la fuerza productiva
del trabajo que haca Marx (por ejemplo, El capital, t. I), que fue reducindose
hasta dos de ellos: el hombre productor y los medios de produccin solamente.
Vase al respecto, Pedro L. Sotolongo: El lugar histrico y el carcter socioeco-
nmico de la revolucin cientcotcnica, en Revista Cubana de Ciencias Socia-
les, La Habana, 985, no. 6, pp8205.
7
cin social) de los contenidos ya examinados de nuestras situaciones
de interaccin social con copresencia en las que estamos involucrados
colectivamente con los dems (y tributarias de uno u otro patrn de
interaccin social de la vida cotidiana); procesos en y por los que se
produce concomitantemente lo macro y lo micro social; y en y por los
que nos tornamos al mismo tiempo, por una parte, en portadores ge-
nricos objetivos de unas u otras relaciones de produccin y, por otra,
nos constituimos como subjetividades agentes individuales.
CAPTULO 4
Los patrones de interaccin social
como productores y reproductores
de lo macro y de lo micro
Despus de haber ubicado socialmente cada uno de los mbitos de las
prcticas locales en los marcos de una u otra situacin de interaccin
social con copresencia, pertenecientes a uno u otro patrn de interac-
cin social de la vida cotidiana de poder, de deseo, de saber y de dis-
curso, estamos en mejor posicin para proceder a caracterizar cmo
los patrones de interaccin social van produciendo al mismo tiempo
lo macro y lo micro social, a travs de procesos paralelos, simultneos
y concomitantes de objetivacin (exteriorizacin) social y de subjeti-
vacin (interiorizacin) social.
Examinaremos primero el proceso de objetivacin (exterioriza-
cin) social de esas prcticas locales de poder, de deseo, de saber y de
discurso.
Los patrones de interaccin social y su objetivacin
en las relaciones sociales
Vnculos sociales y relaciones sociales
Ya vimos cmo dentro de los marcos de las situaciones de interaccin
social con copresencia de uno u otro patrn de interaccin social, se
20
plasman los vnculos sociales para los cuales tal copresencia es im-
prescindible entre los involucrados en ellos. En tales vnculos sociales,
lo que los especica es que los hombres y mujeres que se vinculan lo
hacen con nombre y apellidos.
Pero a partir de esos vnculos sociales los hombres y mujeres in-
volucrados en tales situaciones de interaccin social con copresencia
y como resultado de sus prcticas locales de poder, de deseo, de saber y
de discurso ya caracterizadas, ocupan determinados lugares so-
ciales arquetpicos, anlogos o no, con respecto a las ya examinadas
desigualdades de circunstancias en favor de alguien (empoderantes
o desempoderantes); las satisfacciones e insatisfacciones (deseantes);
los diferentes posicionamientos heursticos (epistmicos) legitimado-
res o deslegitimantes y los diferentes posicionamientos enunciativos
(discursivos) legitimadores o deslegitimantes asociados siempre a es-
tas. Y tales posiciones sociales arquetpicas producen sus relaciones
sociales, para las cuales la copresencia, aunque factible, no resulta,
sin embargo, imprescindible (y donde, dado ese carcter arquetpico,
genrico, el nombre y apellido de los involucrados no es esencial).
Relaciones sociales que, a su vez, inciden sobre las subsiguientes
situaciones de interaccin social con copresencia del patrn de inter-
accin social de que se trate y, por ende, sobre sus vnculos sociales
tambin subsiguientes.
Y esa incidencia o efecto inverso tiene que ser, como es evidente,
a travs o con la mediacin de las propias situaciones de interaccin
social con copresencia. Esta mediacin est lejos de ser pasiva; por el
contrario, es activa, por lo que las situaciones de interaccin social con
copresencia desempean tambin un importante papel en esa inciden-
cia inversa de las relaciones sociales objetivas sobre los subsiguientes
vnculos sociales del patrn de interaccin social de que se trate.
Las situaciones de interaccin social con copresencia de uno u otro de
los patrones de interaccin social de la vida cotidiana, funcionan como
una especie de tamiz de la incidencia inversa aludida de las relaciones
sociales objetivas y de sus estructuras, de modo que facilitan, favorecen,
propician, esa incidencia inversa sobre aquellos quines ubicados en los
diferentes posicionamientos objetivos de esas relaciones sociales.
2
Y una de esas incidencias inversas por parte de las relaciones socia-
les sobre aquello de donde surgieron es precisamente el reforzamiento
de las prcticas locales de poder, de deseo, de saber y de discurso, que
las generaron en los escenarios de interaccin social con copresencia.
En otras palabras, bajo la inuencia inversa, constante y renovada,
por parte de esas relaciones sociales (familiares, educacionales, labo-
rales, clasistas, religiosas, recreativas, de gnero, de raza, de etnia,
etctera) sobre los vnculos sociales de las situaciones locales de
interaccin social con copresencia, tiene lugar el reforzamiento social
de esas lneas de falla o lneas de fractura ya aludidas,
que se forman
por la agregacin y el reforzamiento mutuo de las desigualdades de
circunstancias en favor de algunos [de las prcticas locales de poder y
(o) de contra poder (resistencia)]; por la agregacin y el reforzamiento
mutuo de las satisfacciones (placenteras) e insatisfacciones (displacen-
teras) [de las prcticas locales deseantes (de deseo)]; por la agregacin
y el reforzamiento mutuo de los posicionamientos heursticos locales
legitimadores o deslegitimantes [de las prcticas locales epistmicas
(de saber)]; por la agregacin y el reforzamiento mutuo de los posicio-
namientos enunciativos locales legitimadores o deslegitimantes [de
las prcticas locales discursivas (de discurso)].
Por cierto, que semejante gradual reforzamiento macro de esos
poderes y contra poderes (resistencias), satisfacciones y (o) insatisfac-
ciones deseantes, posicionamientos legitimadores o deslegitimantes
epistmicos y discursivos no son percibidos por muchos (evidente-
mente, por parte de los menos avezados polticamente); los duchos
polticamente son los que detectan, y ms an, segn sea el caso,
ayudan a conformar aquellos poderes, deseos satisfechos, saberes y
discursos legitimantes locales o a neutralizar esos contra poderes (re-
sistencias), contra deseos insatisfechos, contra saberes o contra dis-
cursos deslegitimantes locales cuando an son eso, fenmenos locales
sociales, pero con la potencialidad de tornarse macro fenmenos de la
vida de ese socium.
de las situaciones
de interaccin social con copresencia es imprescindible para poder
hablar del surgimiento de cualesquiera expectativas mutuas sociales,
que son y no pueden no ser de ndole subjetiva, por ms que
como sabemos, se plasmen tcitamente y, por lo mismo, su surgi-
miento forma parte de ese proceso de constituirnos como subjetividades
sociales que ahora nos va a interesar.
Por otra parte, al examinar unas u otras circunstancias vinculadas
a los mbitos sociales de las prcticas locales de poder, de deseo, de sa-
ber o de discurso, hemos armado que precisamente son esas prcticas
locales, los ingredientes que, mezclados convenientemente, confor-
man aquel cemento aglutinador. Si esas prcticas locales, son los in-
gredientes que al fusionarse conforman aquellas expectativas mutuas
subjetivas, la subjetivacin (interiorizacin) social de sus contenidos
no puede dejar de estar articulada con ese proceso. Como se desprende
es esto
lo que obvian u olvidan los estructuralismos y los funcionalismos so-
ciales, como tendremos ocasin de argumentar ms adelante.
Cronolgicamente, como hemos visto, el proceso de nuestra so-
cializacin puede ser dividido en socializacin primaria y secundaria,
pero ello no basta para caracterizar toda la complejidad de ese proce-
so. Es necesario tener tambin en cuenta su componente sincrnico
espacial, que concierne a las denominadas socializacin o integracin
local y socializacin o integracin global o sistmica. Y ello, a su vez,
nos conduce a la importante problemtica de la institucionalizacin
social.
Las instituciones sociales y los patrones de interaccin social
Hemos visto ya en los captulos anteriores cmo, a partir de una u otra
mirada de situaciones de interaccin social con copresencia de la vida
cotidiana (cada una de ellas articulada con determinado o con deter-
minados patrones de interaccin social de esa vida cotidiana), se van
construyendo concomitantemente, por una parte, nuestros vnculos
sociales (que requieren siempre de la copresencia), y por otra parte,
nuestras relaciones sociales (que aunque admiten la copresencia, no
les resulta imprescindible).
Al mismo tiempo, ya vimos cmo a partir de esos mismos vncu-
los sociales que establecemos dentro de los marcos de esas situacio-
nes de interaccin social con copresencia, nos vamos constituyendo
como identidades sociales individuales (la de Mario Prez, la de Mar-
ta Gonzlez, etctera) especcas e irrepetibles; y simultneamente,
cmo a partir de nuestros respectivos posicionamientos arquetpicos
Todo lo expresado nos permite darnos cuenta de que solo las per-
sonas individuales actan, mientras que las situaciones de interaccin
social con copresencia y las instituciones sociales sitan condicio-
nndolas sus acciones individuales y colectivas; y ese sitan com-
porta la necesidad del registro subjetivo de tales condicionamientos.
Registro subjetivo que comprende la posibilidad siempre presente de
una variabilidad de interpretaciones individuales con sus concomi-
tantes signicaciones subjetivas especcas, en la articulacin de sus
componentes inconsciente, tcito, y consciente.
Es esta ltima circunstancia precisamente la que olvidan los fun-
cionalistas sociales, lo mismo los de liacin de derecha: los parso-
nianos; que los de izquierda: los marxistas vulgares tipo DIAMAT.
SABER
DESEO (PLACER)
DISCURSO.
Quedan a oscuras, sobre todo, las experiencias con el poder, para
promoverlo o resistirlo, segn sea el caso, de quienes se pronuncian
o debaten en los avatares de la vida cotidiana, en los espacios ms
nos de la malla del poder, en los estratos de base de la sociedad,
que son los que deciden, ms temprano o ms tarde, su suerte l-
tima.
Estas problemticas que articulan el poder con el saber, con el
deseo (placer) y con el discurso incluso cuando no quedan ob-
viadas o consideradas simplemente como asuntos de importancia
secundaria o menor en relacin con los temas caractersticos de la
totalidad del poder, son tratadas en los trminos que se muestran
ms compatibles con tales enfoques totalizadores del poder, aquellos
que permiten caracterizar sus relaciones o nexos con las instancias
econmicas, polticas o de clase, globales, y con el sistema de inte-
reses tambin global, que asegura, con ayuda de conceptuali-
zaciones tericas acerca de la ideologa, la consciencia social (o su
falta) y (o) el juego de lo bsico y lo superestructural; y que son, por
otra parte, anlisis y conceptualizaciones consustanciales a nuestra
tradicin marxista.
Lo anterior en absoluto quiere decir que esos anlisis y conceptua-
lizaciones de la totalidad del poder, de sus aspectos globales, hechos
en trminos de Estado, ley, ideologa, consciencia (concientizacin o
falta ella), base social, superestructura, sean ociosos o intiles. Todo
lo contrario, son necesarios y tiles. Se trata de que apuntan a diluci-
dar, ante todo, los aspectos macro sociales del poder y sus resultados
son macro indicadores de este.
Este tipo de conocimientos acerca del poder es necesario, a me-
nudo crucial; sin embargo, al igual que con los macro indicadores
econmicos, solo indican una parte de la situacin del poder: la global
o integral, pero excluyen del cuadro los aspectos de lo social, lo frag-
253
mentario, lo diferencial del poder. Y sucede que aun siendo ciertos,
tales macro indicadores del poder pueden no corresponderse siempre
con lo que llamaremos indicadores locales de poder.
Es decir, que de modo paralelo a esas situaciones y procesos glo-
bales, integrales del poder, que quedan caracterizados por sus macro
indicadores, pueden coexistir situaciones y procesos locales fragmen-
tarios, diferenciales, en la misma sociedad, que no marchen en la mis-
ma direccin; que no avalen lo mismo; que no refuercen, sino que
debiliten, lo que aquellos macro indicadores plasman, constituyndose
en verdaderos sntomas de potenciales modicaciones, corrimientos,
contradicciones y, de manera eventual, de inversiones y (o) transfor-
maciones cualitativas de aquellas situaciones y procesos globales e
integrales del poder.
Se comprende la necesidad de indagar, de conocer y de caracteri-
zar esos posibles sntomas; de elaborar esa especie de saber social local
del poder; y los riesgos de la ausencia y (o) las lagunas de ese saber,
que pueden tornarse problemtico o no factible advertirlas a tiempo,
conocer su especicidad, su dinmica, sus engranajes, su funciona-
miento, su escala en la sociedad; de hacerlo antes de que el carcter
local, la fragmentacin y la diferenciacin inherentes a las situaciones
y procesos de poderes sociales locales se aglutinen, integren, globali-
cen, convirtindose en situaciones y procesos macro sociales de poder
o lo que es peor, de contra poder.
Solo paradjicamente cuando se hayan convertido en situa-
ciones y procesos de escala macro social, seran observables para nues-
tros tradicionales macro anlisis del poder, al precio de complicaciones
sociales mucho mayores o, incluso y lamentablemente, demasiado
tarde para la subsistencia posterior de la sociedad.
En otras palabras, sucede que nuestra manera tradicional de pen-
sar y conceptuar acadmicamente el poder se comporta como un lente
con insuciente capacidad de aumento visual para percibir, cuando
an no ha adquirido escala macro social, toda una importante gama
de situaciones y procesos sociales locales de poder. Llamaremos a
esto, convencionalmente por supuesto, como UN NO PREVISTO EFEC-
TO COGNITIVO INHIBITORIO de las concepciones y conceptuaciones
254
globales o de la totalidad del poder a las que con frecuencia se remiten
nuestras ciencias sociales.
Por otra parte, tales situaciones y procesos locales de poder han
mostrado en ms de una ocasin
2
una notable y extraa ecacia de
lo disperso y lo discontinuo; de lo local y lo concreto, para llevar a
cabo una suerte de enfriamiento gradualmente generalizador de los
cimientos de la sociedad (por slidos que estos pareciesen); que ha
podido ser capaz de subvertir las grandes paredes estructurales del
edicio social,
3
lo cual, por cierto, pone en evidencia que no bastan
las estructuras de poder si no lo ejercen en la realidad de los hechos; el
poder no es algo que se tiene o se da, ni tampoco algo que se toma, a
lo que se accede o se pierde, sino, ante todo, una prctica que se ejerce
o se deja de ejercer; y si no se ejerce sobre otros, alguien la ejerce sobre
nosotros. En el ejercicio del poder no hay vacos.
El poder no es una prctica social ms que se aadira a las restan-
tes, sino algo inmanente a todo tipo de prctica social, constituyente
junto con el deseo, el saber, y el discurso.
De ah la particular necesidad e importancia de distinguir, seguir,
estudiar, caracterizar y conocer a tiempo las situaciones y procesos
locales de poder, poseedores muchas veces no lo dudemos de una
inusual e inmanente fuerza corrosiva social; en especial, cuando se ca-
racterizan por discursos vehiculadores de saber y de deseo no ociales
o alternativos, en los que sus enunciados portan algn deseo social
obturado, algn saber soterrado, tramado de manera enunciativa; y
que responden a un emerger de contenidos sociales que haban queda-
do latentes o enmascarados detrs de ciertas pretendidas coherencias
funcionales del cuerpo social (o lo que es peor, de ciertos em-
bellecimientos innecesarios) o detrs de ciertas sistematizaciones
formales de ese cuerpo social (o lo que es ms lamentable, de ciertas
2
Pinsese, por ejemplo, en los procesos de esta ndole en los ex pases socialistas
de Europa del Este.
3
Pinsese, por ejemplo, en la desaparicin incruenta de una macro estructura de
poder con nada menos que dieciocho millones de miembros como el Partido
Comunista de la URSS, en menos das que dedos hay en las dos manos para
contarlos.
255
sistematizaciones dogmticas), que solo lograban obturar tempo-
ralmente los puntos de ruptura, las supercies de enfrentamiento del
tejido social en cuestin.
Esos puntos de ruptura o supercies de enfrentamiento, que se
tornan patentes de forma muchas veces abrupta y casi siempre ignora-
das por las previsiones y los pronsticos de las conceptuaciones tradi-
cionales globales de la totalidad del poder, pero que hubieran podido
ser detectados, si se hubiese puesto en juego ese otro saber social local
del poder, esa indagacin de los dispositivos locales de poder (de pro-
mocin global o de resistencia) que atraviesan la sociedad en distintos
niveles, sectores y extensiones del cuerpo social.
De ah la necesidad e importancia de que nuestras ciencias sociales
acometan, junto a la concepcin jurdica del poder, junto a sus anlisis
de las cuestiones globales, integrales, de la totalidad del poder, los
anlisis de esos procesos y situaciones sociales locales de poder y (o)
de contra poder; que calen en los poderes o contra poderes ejercidos
por la gente en su vida cotidiana; poderes y contra poderes locales,
regionales, fragmentarios, diferenciales, discontinuos y articulados
con un saber, con un discurso y con un deseo de la gente; y tam-
bin locales, regionales, fragmentarios, diferenciales, discontinuos, y
por ende, incapaces por cierto tiempo, pero no por siempre, de crear
unanimidades que, en el caso de los contra poderes locales, muchas
veces deben su capacidad de atraccin, ante todo, a su carcter alter-
nativo a los poderes, saberes, discursos y deseos sociales aceptados,
legitimados, por su posicionamiento objetivamente crtico del poder
vigente, y por lo mismo, tributa, entre otras cosas, a un deseo de
cambio o de deseo de algo nuevo, consustancial a la subjetividad
humana.
Por legtimo y justo que sea el ejercicio del poder vigente, no deben
aquellos que lo ejercen subestimar nunca, sobre todo en situaciones
como las del perodo especial cubano, la mencionada capacidad de
atraccin de unos u otros poderes locales alternativos. Negar la exis-
tencia en nuestra sociedad de tales situaciones y procesos de poder
y de contra poder social local sera intil (una variante de poltica
del avestruz); pretender que para lidiar adecuada y exitosamente con
256
ellos (sobre todo con los de contra poder) bastara con una concepcin
global de la totalidad del poder sera ingenuo; y si esa concepcin se
basara fundamentalmente en una nocin jurdica, negativa, represora
del poder, constituira, sencillamente, un desacierto.
Como hemos apuntado, la problemtica del poder se halla siempre
articulada circularmente y potencia sus efectos, entre otros mbitos,
con el del deseo.
Cmo pensar el deseo?
Anlisis globales y locales del deseo
Dentro de la tradicin de la teora social marxista es un lugar co-
mn apelar a la pasin y al entusiasmo revolucionarios de las masas
y del profesional por la transformacin social. Es tambin un lugar
comn el tratamiento articulado de esas pasiones y entusiasmos re-
volucionarios con la problemtica del desarrollo de la consciencia
revolucionaria colectiva y (o) individual.
Nada hay en ello errneo o perjudicial; sin embargo, paradjica-
mente, no podra armarse algo similar respecto a su articulacin con
la cuestin del inconsciente. A pesar de que han existido corrientes de
pensamiento marxistas o marxianas (pinsese en Marcuse, en Reich,
en el mal o bien llamado freudomarxismo), que s han desarrollado
una reexin sobre el tema, no ha sido caracterstico de la mayor parte
del cuerpo de teora social marxista en nuestro siglo. No ha sido tal
reexin, ni con mucho, un lugar comn; es ms, en buena parte del
pensamiento marxista ocial de los pases en que devino losofa en
el poder, la problemtica del psicoanlisis,
4
fue convirtindose en un
verdadero tab, en la medida en que lleg a considerarse como pe-
queo burguesa, cuando no franco diversionismo ideolgico.
Dos precisiones son necesarias a la luz de lo que acaba de sealarse:
la primera, en cuanto a paradjico; la segunda: hasta poca recien-
te; respecto a la primera, lo paradjico proviene de modo natural
4
Que, como es sabido, ha constituido hasta poca reciente la reexin y la praxis
teraputica ms novedosa para el inconsciente.
257
de la circunstancia de que toda pasin (y no solo la referida al cambio
social), est estrechamente articulada con el inconsciente a travs del
deseo; en relacin con la segunda, proviene de la existencia a partir
de la segunda mitad del siglo XX de desarrollos tericos que desde
dentro del psicoanlisis (Lacan), en sus mrgenes (Guattari) o fuera
(Deleuze; Foucault), han sentado las bases para una comprensin del
deseo y del inconsciente, no nicamente como algo perturbador (a
reprimir) y actividad de represin (como los conciben el psicoanlisis
freudiano y el lacaniano, inconsistente con su propio maestro),
5
sino,
por el contrario, como trasgresor (aprovechable para la transformacin
de la realidad) y actividad productora,
6
respectivamente. Se trata, de
no reducir el tratamiento de la pasin colectiva y (o) individual por
las transformaciones sociales revolucionarias a su articulacin con los
mecanismos conscientes y reexivos de la formacin de una conscien-
cia colectiva y (o) individual o con la ausencia de esa concientizacin
[en este caso ms o menos vinculada a deciencias en ese proceso de
formacin ideolgica y (o) a las deformaciones ideolgicas inducidas
por la actividad diversionista del adversario interno o externo], sino,
adems, de calar en la articulacin de tal pasin o en la ausencia de
ella con los mecanismos inconscientes y prerreexivos vinculados
al deseo colectivo e individual, con provecho crtico de todo lo valioso
aportado a la comprensin de los mecanismos del inconsciente y del
deseo por los desarrollos tericos y prcticos aludidos.
Esto resulta til y necesario en especial para complementar nues-
tros desarrollos habituales acerca de la correspondencia o ausencia de
ella entre necesidades de clase y consciencia de clase [lo que solemos
denominar cargas de inters social individual y (o) colectivo] con
otros desarrollos acerca de la mediacin que en esa correspondencia
5
Este tratamiento que jerarquiza la represion del deseo, est subyacente en
la proclividad psicoanaltica a considerar lo patologico en el inconsciente y en
toda su prctica terapeutica.
6
Analogamente este otro tratamiento que jerarquiza la produccin de deseo
(la produccin deseante), est subyacente en la proclividad de sus partidarios a
considerar lo saludable y lo productivo en el inconsciente y a su no concentracin
en una actividad.
258
o ausencia de ella aportan los mecanismos del deseo inconsciente. Es
que acaso el deseo y el inconsciente existen fuera de la sociedad en la
cual viven los individuos y las colectividades que los maniestan?
7
En otras palabras, se trata de la comprensin de cmo las reali-
dades y determinaciones sociales econmicas, sociolgicas, polticas,
culturales, contemporneas a los individuos y colectividades que las
conforman, son cargadas por su deseo individual y (o) colectivo.
A este respecto se presentan dos caracterizaciones que enfatizan
segn las jerarquas respectivas apuntadas mbitos distintos:
el social como un todo (el socium) o el microcosmos familiar (el del
complejo de Edipo).
8
La caracterizacin que enfatiza la organizacin familiar en s mis-
ma y la supone vivida por el nio como un microcosmos familiar
que proyecta despus esa organizacin en su devenir adulto y social,
considera que las ya aludidas cargas inconscientes, y tambin las
conscientes de deseos individuales de las realidades y determinacio-
nes sociales, son derivadas, en esa proyeccin, de aquel complejo de
Edipo originario y de alguna variante de su solucin en la trayecto-
ria individual de quien se trate. Mientras que la caracterizacin que
enfatiza al socium como un todo, comprende esas cargas deseantes
como dimanantes de la articulacin misma del inconsciente indivi-
dual en aquellas realidades sociales circundantes y contemporneas
7
La nocin especializada emplea catexis para lo que hemos preferido denomi-
nar cargas, trmino este ltimo al que tambin se alude cuando se ilustra el
signicado comn del especializado.
8
El complejo de Edipo es considerado por el psicoanlisis ms tradicional como
una estructura universal de la subjetividad inconsciente, estructura que dimana
de las determinaciones intrafamiliares en el tringulo madrepadrenio, y en
las cuales estara presente siempre el deseo del incesto (la pulsin del deseo libi-
dinal hacia el progenitor del sexo opuesto), de donde toma el nombre el comple-
jo. El Edipo aqu comienza en la cabeza del nio. La comprensin que hace
nfasis en la produccin deseante considera al complejo de Edipo como un tipo
particular de carga de deseo de lo social en circunstancias histricas espec-
cas, especialmente apta para plegarse o volverse sobre las determinaciones de la
familia, de manera que establezca una especie de red de relaciones biunvocas
entre la familia y el socium. El Edipo, en esta comprensin, comienza en la
cabeza de los padres.
259
que, por supuesto, durante la lactancia y la primera infancia quedan
mediadas, no desconectadas, por los estmulos (o su ausencia) y por
las inuencias (o falta de ellas) familiares, provenientes de los adultos
parentales, ya socializados, mediante realidades y determinaciones
sociales globales.
A medida que la primera infancia va dando paso a la infancia y
a las subsiguientes etapas de la vida individual, las cargas deseantes
inconscientes para no hablar de las conscientes se van tornan-
do ms y ms directas (menos y menos mediadas por los estmulos
e inuencias familiares) y el deseo carga al campo social (en parte
inconsciente y reexivamente y en parte reexiva y conscientemente)
en s mismo.
Estamos familiarizados con caracterizar esa parte consciente y
reexiva de las cargas deseantes de lo social: las demandas sociales
formuladas explcitamente; pero no siempre de hecho, casi nun-
ca complementamos ese anlisis con la caracterizacin (y no mera
alusin a factores espontneos, a circunstancias no previsibles
etctera, que quedan, de todas formas, implcitos y no caracteriza-
dos) de la componente prerreexiva e inconsciente de tales cargas de
deseo social (las necesidades sociales conformadas tcitamente). Es
ms, incluso en nuestros anlisis y caracterizaciones de la componente
reexiva y consciente del deseo social, muchas veces, a pesar de estar
rerindonos a ella como involucrando con la pasin y el entusiasmo
revolucionarios individuales y colectivos, proseguimos ese anlisis y
caracterizacin sin solucin aparente de continuidad en trmi-
nos no de deseo, sino de intereses sociales (sin preocuparnos ms de
hurgar de dnde surgen en nuestra subjetividad), intereses que casi
siempre nos apresuramos a meter en el lecho de Procusto de los es-
quemas de racionalidad social, encontrndoles siempre alguna expli-
cacin causal.
El deseo, sin embargo, nos guste o no, lo sepamos admitir o no, no
sabe de causas: sabe de placer, de goce de satisfacciones o insatisfaccio-
nes. Y, quien puede dudar que el placer y el gozo, las satisfacciones
e insatisfacciones tambin son sentimientos humanos y sociales como
otros?
260
De lo que se trata para nuestra teora social y del hombre es, tam-
bin, de saber caracterizar las maneras en que el deseo individual y
(o) colectivo de los cubanos reales y concretos contemporneos y en
plena poca de circunstancias sociales tan complejas como el perodo
especial, carga deseantemente ese campo social tan contradictorio y
evolucionante; de lo que se trata es no solo de calar en los mritos
y deciencias de nuestros mecanismos de formacin ideolgica de
consciencia lo que, por supuesto, hay que seguir haciendo, sino
de tambin descubrir esas cargas inconscientes (pulsiones deseantes) y
tcitas (necesidades sociales) de nuestro campo social por nuestro de-
seo individual y (o) colectivo y que no son idnticas ni tienen por qu
serlo automtica o espontneamente, pues responden a modalidades
de la subjetividad diferentes a las cargas conscientes (demandas socia-
les) de ese mismo campo social por las demandas. Ello se hace nece-
sario porque son esos mecanismos de deseo inconsciente los que nos
aportaran una comprensin ms cabal, de la no por paradjica y no
por perjudicial, menos real, y lo que es peor, menos frecuente, falta de
correspondencia entre necesidades de clase y consciencia de clase en
miembros de nuestra sociedad. La correspondencia o ausencia de ella
entre necesidades y consciencia de clase se constituye no solo reexiva
y conscientemente, sino tambin prerreexiva e inconscientemente:
intervienen los mecanismos de deseo, los modos en que se manies-
tan las cargas de lo social por el deseo individual y (o) colectivo, en la
correspondencia analizada (o en la ausencia de ella). Y lo que es muy
importante, pudiendo incidir y de hecho incidiendo en el caso cu-
bano, pues los estudia el adversario de clase en esos mecanismos de
deseo. Esa incidencia va dirigida a la manipulacin de nuestro deseo
inconsciente individual y (o) colectivo en aras de sus propsitos de
desestabilizar nuestro proyecto social y nuestra sociedad.
De lo expuesto debera quedar claro que no bastan las explicacio-
nes basadas en los logros o en las deciencias de la formacin ideo-
lgica de nuestros ciudadanos aunque sin ellas tampoco el cuadro
estara completo para llegar a una comprensin integral de una u
otra coyuntura o etapa de nuestra realidad social. Y que reviste sin-
gular importancia calar en los mecanismos de nuestro inconscien-
26
te colectivo e individual y en las maneras caractersticas en que los
cubanos cargamos con nuestra realidad social deseantemente, ya
bien en un sentido que contribuye a su estabilidad o en otro que con-
tribuye (inconscientemente, por lo que es en particular difcil, pero
de signicacin indudable evidenciarla) a su desestabilizacin, lo que
en nuestras circunstancias cobra gran relevancia. No hay que insistir
en la necesidad e importancia, por otra parte, de identicar las vas y
maneras en que nuestros adversarios intentan manipular esos deseos
e inconscientes cubanos actuales, individuales y colectivos.
Es conveniente apuntar que dado ese carcter inconsciente y prerre-
exivo de buena parte de los mecanismos del deseo, debe prestarse es-
pecial cuidado en no contribuir articialmente con mtodos, polticas
y (o) discursos que faciliten el desencadenamiento de aquellos meca-
nismos de deseo que tienden a desestabilizarnos. Y, tambin, a darnos
cuenta de que si incurrimos en tales mtodos, polticas y (o) discursos
cuando no deberamos, perjudicamos nuestros objetivos conscien-
tes y reexivos. Ello obedece, a su vez, a los propios mecanismos de
deseo de aquellos que las implementan. En otras palabras, que tales
mtodos, polticas y (o) discursos, lo que hacen, entre otras cosas,
S
O
C
I
U
M
CONSCIENCIA
(de clase)
DEMANDAS
DE CLASE
(conscientes)
(reexivas)
(concientizacin
o ausencia de ella)
PERTENENCIA
DE CLASE
RAZN
NECESIDADES DE CLASE
(tcitas) (prerreexivas)
DESEO
guras
parentales
INCONSCIENTE
diversionismo
enemigo
PROBLEMAS
EN LA FORMACIN
IDEOLGICA
262
es vehicular inconscientemente un deseo colectivo y (o) individual de
sus ejecutores, tributarios afectivamente de pretensiones sociales pro-
vocadoras de concepciones, interpretaciones, ideas, que contribuyen,
por ms que a ellos les pese, a esa desestabilizacin, no importa cun
estabilizadores pretendan ser sus propsitos y objetivos conscientes
y reexivos.
Unos pocos ejemplos cotidianos bastaran para ilustrar toda la im-
portancia precisamente por su carcter de cotidianidad de las
cuestiones a las que venimos haciendo referencia. Tomaremos para
ello componentes hoy en da corrientes en la vida diaria de los cuba-
nos: los trabajadores por cuenta propia y los cooperativistas.
En el modelo socialista cubano actual an en evolucin estn
presentes componentes que tributan a diversas formas de relaciones
de propiedad: propiedad estatal (incluyendo las tiendas en divisas);
propiedad mixta estatal (capital extranjero, propiedad cooperativa de
diferente ndole, propiedad privada agraria, trabajo por cuenta propia
con propiedad personal sobre los medios de produccin individuales
y el resultado de lo producido). Todo ello, como parte de un solo
modelo de carcter socialista, en tanto las relaciones de produccin
colectivas tienen la parte dominante en l, y el modelo ha sido di-
seado y es implementado por fuerzas sociales que ejercen el poder
estatal y deenden los intereses de las mayoras trabajadoras cuba-
nas.
No obstante, cierto tipo de discurso bastante frecuente an en
nuestros medios de direccin se reere a algunos de esos compo-
nentes de manera notable, por ejemplo, al trabajo por cuenta pro-
pia en trminos, ya explcitos o muchas veces implcitos, que dejan
mucho terreno libre a una interpretacin peyorativa o cuando menos
a considerarlos una suerte de mal necesario. Algunas tasaciones s-
cales a trabajadores por cuenta propia y (o) a algunos procedimientos
de jacin de precios de venta a cooperativistas, pareceran, en ocasio-
nes, a pesar de los argumentos que las avalan, un tanto desmotivantes
en los hechos, para la realizacin de la actividad que tasan.
Esos mismos discursos, por otra parte, realizan en ocasiones gene-
ralizaciones acerca de las bondades de las formas de propiedad estatal
263
que, implcitamente al menos, dejan mal paradas al resto de las for-
mas de propiedad presentes en nuestro modelo socialista. En el senti-
do de que esas enunciaciones muchas veces prcticamente identican
propiedad socialista con propiedad estatal. Con lo que el resto de las
formas de propiedad quedan, ipso facto, descolocadas en relacin con
un modelo socialista de desarrollo.
Ello trae como consecuencia no intencional, por supuesto, de
eso precisamente estamos tratando ahora que a fuerza de or re-
petidamente tal tipo de consideraciones y de ser testigos de practicas
de tasacin scal y (o) de jacin de precios comerciales, que algunos
inconscientemente nos abstraemos, por supuesto, de los que lo ha-
cen reexiva y conscientemente van identicando ese componente
cuentapropista de nuestro modelo o determinado tipo de cooperati-
vismo de este, como algo que solo se tolera (el mal necesario), pero
que realmente no se quiere. Y si es ese mismo discurso el que genera-
liza los mritos de la propiedad estatal hacindola sinnimo de pro-
piedad socialista a fuerza de su repeticin, algunos, no es sorpren-
dente que, uniendo ambas circunstancias (el mal necesario y lo estatal
sinnimo de socialista) inconscientemente identiquen al cuentapro-
pismo y al cuentapropista, as como al cooperativismo y al coopera-
tivista, como componentes no enteramente socialistas de nuestro
modelo social. De lo cual solo resta un paso tambin prerreexivo
e inconsciente a la identicacin de ese componente cuentapropista
y (o) cooperativista y de los que lo ejercen como capitalistas, pues, si
solo es tolerado en el modelo socialista, qu es si no?
Ni qu decir hay que en el caso de los propios trabajadores por
cuenta propia y (o) cooperativistas ese curso inconsciente de iden-
ticaciones (reiteramos que por la ndole de nuestra prioridad el caso
reexivo y consciente, que por supuesto existe tambin, no es consi-
derado), adquiere mucho mayor propensin por ser los perjudicados
directamente por tal tipo de discurso y tal tipo de tasaciones scales o
mecanismos de jacin de precios.
Tampoco hay que decir cun mayores son los efectos sobre la sub-
jetividad de esas identicaciones inconscientes en el caso de los pro-
pios trabajadores por cuenta propia y (o) cooperativistas. No se ven
264
a s mismos como integrantes de un modelo socialista, sino como ubi-
cados en sus mrgenes (cuando no, lo que es aun peor, contrapuestos,
fuera de ese modelo).
Cmo articula el deseo en toda esta problemtica que venimos
tratando?
Hasta ahora hemos hablado en trminos de identicaciones in-
conscientes. Se trata de que, precisamente, como ha sido establecido
por las diferentes conceptualizaciones que han estudiado lo incons-
ciente a lo largo del siglo XX, son las identicaciones inconscientes
dimanando de uno u otro patrn de interaccin social interperso-
nal el mecanismo preponderante en el que queda tramado y plas-
mado el deseo. Son estas identicaciones inconscientes las que tienen
que ver con las mencionadas cargas de deseo que se efectan incons-
cientemente de modo individual y colectivo sobre el campo social glo-
bal y sobre los diferentes componentes de ese socium.
A lo largo de nuestra existencia nos hallamos inmersos, somos
parte de la trama de uno u otro patrn de interaccin social entre
personas que intervienen en ellos, plasmndolos en su interaccionar,
con sus diversas caractersticas psicolgicas individuales, con su per-
tenencia a una a otra clase social, etctera. De hecho, los patrones
de interaccin social en que nos vemos involucrados en las etapas
iniciales de nuestra existencia nos constituyen como subjetividades,
al mismo tiempo, individuales y sociales. En las etapas ulteriores de
nuestra vida otros patrones de interaccin social en los que nos in-
volucramos siguen ejerciendo inuencia sobre nuestra subjetividad,
y modican con posterioridad en diferentes sentido los rasgos cons-
tituidos en aquellas primeras etapas existenciales. A lo largo de este
proceso y como resultante de la superposicin de los diversos patrones
de interaccin social simultneos y paralelos en que, en una o en otra
etapa de nuestra vida, nos vemos involucrados, en procesos paralelos
de socializacin y de individualizacin a travs de mltiples interiori-
zaciones que son siempre en ltima instancia, el resultado de nuestro
interaccionar interpersonal (intersubjetivo) con los otros.
En esas mltiples interiorizaciones se van constituyendo nuestras
diversas identicaciones, desde aquellas relacionadas con nuestros pa-
265
dres, hasta las que llevamos a cabo con otras personas. Y tambin las
que establecemos con respecto a modos de vestir, de actuar, o de re-
accionar, ante distintas facetas de la realidad social de nuestro propio
pas, de las realidades sociales del mundo contemporneo, etctera.
Y en cada una de esas identicaciones va aparejada a determinada
carga afectiva para con aquello o con aquel con que quedamos ms o
menos identicados, pues no hay identicacin que no sea modica-
ble. O lo que es lo mismo, aquello y aquel con que nos identicamos
(nuestros objetos de identicacin) son cargados por nuestro deseo.
En primer trmino, un deseo nuestro de parecernos a ellos, de
ser como ellos, de gozar a su vez de su afecto (en el caso
de personas) o un deseo nuestro de gozar de aquello, de disfrutar
de aquello (en el caso de cosas materiales, de aspectos espirituales, de
situaciones que combinan ambos mbitos, etctera).
Es a travs de semejante proceso de identicaciones deseantes,
que remiten a interiorizaciones dimanantes de patrones de interac-
cin social interpersonales en el seno de un socium, que se va con-
formando nuestra propia subjetividad inconsciente y consciente.
9
En
9
Segn la comprensin por parte de una u otra de las dos ms signicati-
vas tradiciones ya aludidas ms arriba acerca del inconsciente, esa evolucin de
nuestras identicaciones deseantes es vista, ya bien como efectos estructurales
del complejo de Edipo intra familiar que conllevan incluso la diferenciacin
misma y desarrollo ulterior de las diferentes instancias de la psiquis individual
(ello o id, yo o ego y super yo); por ejemplo, la interiorizacin del patrn de in-
teraccin social de autoridad conictual padrehijo da lugar a la introyeccin de
la imagen paterna vinculada al surgimiento de la diferenciacin del super yo y la
identican con la gura materna, es decir, la del mayor o menor grado de solu-
cin de ese complejo (considerado como estructura universal de la subjetividad
humana) por la persona de que se trate la constituye o marca como subjetivi-
dad especca, cuestin esta que lo continuar afectando durante el resto de su
vida o ya bien en la otra comprensin, como efectos de deseo no edpicos, sino
articulados a una produccin deseante en la que el campo social queda cargado
afectivamente de una u otra manera especca segn la persona dada y en cuya
articulacin la familia acta solo como mediadora en tanto estructura de poder
y junto a otras, resultantes todas de la ejercitacin de prcticas de poder, diri-
gidas a obtener efectos y contraefectos de ecacia sociales estrategias de do-
minio y a establecer correlaciones de fuerzas sociales. Entre tales estrategias
de dominio se hallan las que tienen como n la cooptacin del deseo, es decir,
266
la medida en que los diferentes patrones de interaccin social en los
que irremisiblemente nos vemos inmersos paralela y sucesivamente
durante toda nuestra existencia tengan un mayor o un menor grado
de contradiccin, esas interiorizaciones e identicaciones (al mismo
tiempo individuales y sociales) van adquiriendo, a su vez, un mayor o
menor grado de congruencia, que remite siempre a ese socium, a ese
campo social global que produce y reproduce, pues los necesita, tales
patrones arquetpicos de interaccin social interpersonal, ya que solo
existe a travs de ellos, y que, como corolario, produce y necesita
tales subjetividades arquetpicas con su produccin arquetpica de
deseo.
El inconsciente individual y colectivo es productivo, no sola-
mente signicativo, pues lo que algo quiere decir (signica), no nece-
sariamente coincide con aquello para lo que se usa, que es lo que lo
dota de sentido.
El inconsciente produce deseo y tal produccin deseante prerre-
exiva es inmanente a la articulacin del inconsciente con el socium
y con la produccin social. Esa es su manera de existir. El incons-
ciente siempre est en funcionamiento, nunca se halla desconectado,
siempre se encuentra en estado deseante; existe produciendo, confor-
mando, improvisando, inventando nexos deseantes, que son aquellos
segn los cuales funciona.
Retornemos a nuestros trabajadores por cuenta propia y coopera-
tivistas. En las diversas circunstancias ya aludidas de polticas, prc-
ticas y (o) discursos que, inadvertidamente, identican propiedad
estatal con propiedad socialista y (o) en los diversos mecanismos que,
tambin inadvertidamente, desmotivan sistemticamente el ejercicio
real de una otra funcin social como representativa o caracterstica de
formas de relaciones de propiedad no estatales, lo que se va produ-
ciendo, es un proceso inconsciente de identicacin deseante que
no se distingue en nada de los que hemos caracterizado arriba, pero
el ligado o amarrado de las cargas deseantes a aspectos del socium para los que
ejercen ese poder, obturando as la produccin deseante (situndole lmites a su
potencial transgresor).
267
que equivocan el objeto de identicacin (ms exactamente, son
inducidos a equivocacin por tales polticas, prcticas, discursos, y (o)
mecanismos econmicos. Es decir, tales polticas, prcticas, discursos
y (o) mecanismos lo que producen amn de muchas otras cosas en
el mbito de lo consciente es un desplazamiento inconsciente de las
cargas de deseo afectivas desde su objeto natural de deseo hacia otro
objeto (ya no tan natural) de deseo.
El trabajador por cuenta propia y (o) el cooperativista, por los efec-
tos reiterados de todo aquello que identica Estado y socialismo y por
los efectos reiterados de la desmotivacin de impuestos y (o) precios
en exceso altos o bajos, respectivamente, no jados por l, sino por
ese mismo Estado, va identicando inconscientemente, a su vez, su
actividad cotidiana como no totalmente integrante del modelo socia-
lista, en el mejor de los casos, pues no es estatal y por ello sujeta a tales
mecanismos desmotivantes por el Estado y, lo que solo constituye
la otra cara de la misma identicacin desplazada, va identicando,
tambin inconscientemente, su actividad como afn a, e integrante de,
otro modelo de economa que, al no ser estatal, no es, por lo mismo,
socialista, y resulta considerado, con suma facilidad, como el modelo
capitalista de desarrollo.
Estamos lejos de armar que lo apuntado es lo nico que ocurre.
Suceden tambin otras cosas en el mbito de lo consciente y reexivo,
como los factores de ndole poltica e ideolgica, por ejemplo, que
actan en una direccin opuesta (pero pueden tambin actuar en fa-
vor) de las identicaciones inconscientes ya sealadas. De lo que se
trata es de tener en cuenta tambin ese mbito de las identicaciones
deseantes inconscientes que no solemos incluir siempre en nuestros
anlisis, que con frecuencia se centran mayormente en los mecanis-
mos y aspectos de la formacin ideolgica consciente, puesto que tales
procesos inconscientes del deseo tienen una incidencia muy marcada
en la ecacia y resultados concretos de toda labor de formacin ideo-
lgica.
Nada hay ms perjudicial para la labor de formacin consciente
de ideologa que la presencia inconsciente del deseo que carga afecti-
vamente objetos de deseo equivocados, que no corresponden a los
268
intereses ideolgicos concernidos, y con frecuencia correspondientes
a sus anttesis.
Aquellos discursos y (o) polticas que dan lugar a una imagen des-
gurada de la propiedad no estatal y (o) de la ganancia individual
particular dentro de un modelo socialista inducen un desplazamiento
del deseo (un deseo desplazado) hacia otra cosa: la propiedad priva-
da y la ganancia individualista, egosta, de modelos capitalistas, que
pasan a simbolizar aquello que queda obturado (cuya existencia se
deslegitima) por parte de tales discursos y (o) polticas; y esa otra cosa
queda cargada afectiva, libidinalmente, como al desobturante. En
otras palabras, esa propiedad privada y (o) ganancia egosta de carc-
ter capitalista se torna en vehiculadora de deseo como desobturadores
ilegtimos de lo legtimo que qued desafortunadamente obturado (la
propiedad no estatal regulada en el socialismo; la ganancia particular
regulada en ese modelo).
Ello es particularmente perjudicial por su carcter inconsciente.
Esas cargas desplazadas de deseo no obedecen a los cnones de la
reexividad y no son, por tanto, en absoluto evidentes para el propio
sujeto de deseo (no se le puede convencer de ellas por mera argu-
mentacin racional); y, por otra parte, por su ndole deseante, como
ya tuvimos ocasin de apuntar, no tienen causa, en todo caso tienen
motivaciones (o desmotivaciones) y su lenguaje no es el de las ideas (o
el de las ideologas), sino el del goce o disfrute (o el de la privacin) y
el del placer (o el del dolor).
Por lo mismo, el terreno ms efectivo para lidiar con semejantes
cargas desplazadas de deseo es tambin el del inconsciente deseante:
la sustitucin de una desmotivacin por una motivacin; de una pri-
vacin por un goce o disfrute; de un dolor por un placer. Esta es la
razn por la cual no hay trabajo poltico ms acertado que proporcio-
nar a alguien una motivacin concreta de la que careca, ocasionarle
un goce o disfrute del que se hallaba privado, lograr que experi-
mente un placer especco aorado. Por supuesto que nos referimos
a motivaciones, a goces, disfrutes y placeres legtimos y factibles,
pues no todo lo legtimo es, al mismo tiempo, factible, polticamente
hablando.
269
Cada una de esas satisfacciones de deseo se torna con frecuencia
ms poderosa y eciente que toda una labor de convencimiento ideo-
lgico. En este sentido, entre parntesis, sera sumamente interesante
estudiar ms all de, y en su articulacin con, los efectos racionales
sobre la razn y la ideologa, dado su enorme grado de justeza social,
en los cubanos, los efectos y mecanismos satisfacientes (desobturan-
tes) del deseo obturado (por el rgimen y el sistema derrocados) de
los cubanos, que produjeron el cambio revolucionario de 959 y las
medidas concretas de rebaja de alquileres, ms empleos, aumento de
sueldos, propiedad personal de tierras, etctera.
De ah la necesidad de apoyarnos en ambos mecanismos: el de
la razn y el del deseo. De ah que nuestros adversarios los mane-
jen a ambos. Y de ah tambin, no lo dudemos, lo difcil y necesa-
rio de la labor ideolgica cuando una sociedad transita un perodo
como nuestro perodo especial en el que ms que motivaciones,
goces, disfrutes y (o) placeres, lo cotidiano son sacricios. Por esta
ltima circunstancia nuestros adversarios, que saben perfectamente la
cuota de sacricios que las circunstancias de perodo especial exigen
de nuestro pueblo, han pasado a manipular cada vez ms en nuestra
contra, no solo con maquinaciones ideolgicas, sino deseantes, para
estimular el deseo inconsciente, individual y colectivo, presente en
nuestra sociedad.
Otra razn ms, nada teorizante, para indagar esos mecanismos,
identicarlos, conocerlos y no suprimirlos, lo que sera utpico, pues
no hay sociedad que no los tenga, ya que son parte insoslayable de
todo socium, sino para neutralizar las aludidas manipulaciones y, ms
aun, para aprovechar esa siempre presente produccin deseante social
en nuestro favor, por compleja que sea esa tarea en las actuales cir-
cunstancias.
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Sotolongo
Codina
CENTRO FLIX VARELA CENTRO FLIX VARELA CENTRO FLIX VARELA CENTRO FLIX VARELA CENTRO FLIX VARELA CENTRO FLIX VARELA CENTRO FLIX VARELA
Publicaciones Acuario Publicaciones Acuario Publicaciones Acuario Publicaciones Acuario Publicaciones Acuario Publicaciones Acuario
Teora social
y vida cotidiana:
La sociedad
como sistema
dinmico complejo
Teora social
y vida cotidiana:
La sociedad
como sistema
dinmico complejo
Pedro L.
Sotolongo
Codina
Este es un libro con tantas interrogantes como
respuestas acerca de la sociedad en tanto sistema
dinmico complejo; su autor, Pedro L. Sotolongo
Codina, se extiende con largueza y profundidad
en el tema a partir de una duda primera: Cmo
describir (y pensar) la vida cotidiana?... Y ya no se
detendr ms hasta concluir con otra, Quin es un
lder?
Entre una y otra, aborda cuestiones relativas a los
patrones de interaccin social de la vida cotidiana:
sus regmenes de prcticas colectivas caractersticas;
lo macro y lo micro social; las instituciones sociales,
la vida y el cambio social... Cuestiones de la mayor
importancia para especialistas y protagonistas.
Pedro L. Sotolongo Codina, es presidente de
la Ctedra para el Estudio de la Complejidad;
investigador titular del Instituto de Filosofa de La
Habana; organizador de los Seminarios Bienales
Internacionales de Complejidad de La Habana y
de los Talleres Bienales Cubanos de Complejidad;
miembro del Bur Ejecutivo del Comit Nacional
Cubano de Biotica. Ha sido merecedor de las
rdenes, Carlos J. Finlay la ms alta conferida
por el Consejo de Estado de la Repblica de Cuba
a cientcos del pas por la relevancia de su obra
y Juan T. Roig, por veinticinco aos de labor inin-
terrumpida en el sector de la Ciencia. Es asiduo
colaborador del Centro Flix Varela.
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por la Agencia canadiense
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cubiertaPDF-TeoriaSocialSotolongo.pdf 30/06/2006 20:17:28