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Reflexiones Sobre El Vínculo Pasional
Reflexiones Sobre El Vínculo Pasional
Reflexiones Sobre El Vínculo Pasional
E. Trias
Los creadores de la historia no han vivido para el bien o para la felicidad, sino para
realizar su pasin, es decir, el inters llevado al grado de la incandescencia. Nada se realiza
sin inters, nada grande se ha producido jams sin pasin, nada grande puede cumplirse sin
ella. Esto ltimo, palabras ms palabras menos, fue lo que siglo y medio antes formulara
Hegel.
Pero por otro lado tienen la atraccin de ser relatos plagados de escenas valerosas,
de personajes que se juegan hasta la vida por defender lo que deseaban, de producir una
lujuria un erotismo que puede despertar admiracin y, por qu no, envidia. Adelantan
pocas planteando conflictos que slo ms adelante podrn ser aceptados o considerados
normales. Pienso en Oscar Wilde y lord Alfred Douglas, en John Lenon y Yoko Ono, en
Pern y Evita, slo por citar algunos ms cercanos histricamente, pero la lista es
amplsima. La pasin es rebelde, revolucionaria, no slo cuando se refiere a la bsqueda
ertica, sino tambin cuando se refiere a la concrecin de ciertos ideales, o a la bsqueda de
conocimiento (amor al saber=filo-sofa). Y cuando se realiza con esa tormentosa tenacidad,
adquiere connotaciones valorativas considerables. Este papel trasgresor, rebelde, potente,
crtico de costumbres injustas y/o excesivamente escrupulosas, hablador, generador de
construcciones hasta literarias (de sublimaciones, dir el psicoanlisis), creo que fue luego
asimilado por lo que solemos llamar amor romntico. Que comparte con el romanticismo
artstico esas banderas de libertad, de justicia, de igualdad de derechos, de autonoma. Ese
amor que nada tiene que ver con el romanticismo de consumo del siglo XX.
Abelardo y Elosa son una suerte de paradigma de la pasin ertica. En esa poca
las relaciones entre hombre y mujer estaban basadas en el principio del dominio del hombre
sobre la mujer. Elosa est convencida que la pasin de Abelardo es atraccin nicamente
carnal. ( y l tambin, creo).
Elosa siempre estuvo enamorada, sumisa ante l, en una postura de una mujer
extraordinariamente moderna, por la tragicidad, que fue siempre consciente de ser la
vctima sacrificial de Abelardo. Ella reconoce haberse abandonado a los placeres de la
carne y a las vanas promesas de los sentidos, y por esto era justo que yo sufriese aquello
que sufro: ste es el castigo de los pecados que he cometido. Adems asume un papel en
defensa de lo femenino: La modernidad de Elosa consiste tambin en la lucha que ella
sostiene para ver reconocida su individualidad, y si no llega a lograrlo como singularidad,
tiene xito como miembro de una comunidad dice A. Infranca.
BIBLIOGRAFA
Ferrater Mora Jos. Diccionario de filosofa. Vol. 3 Ed. Alianza 1986 quinta reimpresin
Madrid.
Infranca, Antonino. La filosofa y la pasin: Abelardo y Elosa. Revista Topa. Bs. As.
Octubre 2000.
Tappan Merino Jos Eduardo. La pasin. 3er congreso nacional de filosofa y psicoanlisis
con el tema de la pasin Facultad de Filosofa y Letras UNAM. 14 de septiembre 2005.
Trias Eugenio. Tratado de la pasin. Ed. Taurus. Col. Ensayistas no.170. 2 edicin 1984.
Madrid Espaa.