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En El Astillero Trabajo

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE

EDUCACIÓN A DISTANCIA
Nombre: Carolina
Apellidos: Edrosa Cano
Calle: José María Lope
Toledo
Población: Logroño
Provincia: La Rioja
CP:26003

LITERATURA HISPANOAMERICANA
CONTEMPORANEA

PRUEBAS DE EVALUACIÓN A DISTANCIA/2


Número de expediente

6401-20-00860
Relación de Lecturas Obligatorias

-CÉSAR VALLEJO, Poemas humanos, Julio Vélez (ed.), Madrid, Cátedra.


-PABLO NERUDA, Antología poética, Madrid, Espasa-Calpe.
-RÓMULO GALLEGOS, Doña Bárbara, José Carlos González Boixo (ed.), Madrid,
Espasa-Calpe.
-MARIANO AZUELA, Los de abajo, Madrid, Cátedra.
-JORGE LUIS BORGES, El aleph, Madrid, Alianza.
-ALEJO CARPENTIER, El reino de este mundo, Barcelona, Seix-Barral.
-JUAN CARLOS ONETTI, El astillero, Juan Manuel García Ramos (ed.), Madrid,
Cátedra.
-MARIO VARGAS LLOSA, La ciudad y los perros, Madrid, RAE

Literatura hispanoamericana contemporánea 1


1. Comente la crisis existencial de Larsen en El astillero de Juan Carlos Onetti.

Juan Carlos Onetti fue desde su juventud un perdedor sistemático. Cuentan sus
biógrafos que desde pequeño experimento sentimientos de fracaso en las facetas de la
vida de niño, luego de adolescente y más tarde, instalado en la literatura, tras el
estímulo de su maestro, Roberto Arlt, fue segundón de premios literarios hasta que llegó
el Premio Cervantes en 1980.

La “seducción de fracaso” no fue sino la defensa o máscara con la que el eterno


perdedor debía protegerse frente al trato injusto, a la falta de sensibilidad ante una
escritura impecable.

De espaldas al compromiso político y a la novela de problemática social, huyendo de


saraos literarios y haciendo gala de su postura de “indiferente” como le gustaba
calificarse.

A finales de los treinta llegaba al Río de la Plata una actitud familiar en la Europa de
posguerra. La reacción negativa de los escritores o intelectuales contra los valores
generados, germen del indiferente moral, del hombre sin fe ni interés por su destino que
tendrá en los héroes onettianos el molde perfecto.

Onetti perteneció a la “generación de Marcha” una generación ligeramente nihilista,


creadora de parias espirituales, desterrados morales y desencantos políticos.

Mostro desinterés por redactar la realidad externa y fabricó un orbe propio, una
realidad dominada por la futilidad de afirmar la individualidad y por la impotencia para
justificar una vida superflua en un mundo carente de sentido. Su mundo propio es
autosuficiente, generador de sus propias condiciones de vida, y tiene un nombre, Santa
María, el escenario es una especie de “condado” creador como ficción y refugio a partir
de La vida breve (1950), novela crucial en su trayectoria pues despliega una serie de
reflexiones en relatos posteriores.

Este espacio creado como santuario salvador se convertirá progresivamente en metáfora


del confinamiento, microcosmos simbólico que suplanta al mundo real.

Las constantes temáticas del mundo onettiano apuntan a la culpabilidad, la


responsabilidad moral, la relatividad de la verdad, la locura, el amor, el sueño.

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Estos temas adoptan peculiares formas en sus novelas, el amor es cualidad de un
instante y el sueño una experiencia imaginativa y poderosa. La salvación por la escritura
será una de sus salidas, las implicaciones de la imaginación un escape frente a la
precariedad esencial de la condición humana.

La profunda vinculación de su arte con las inquietudes de la época y la concepción de su


obra como acto de creación de un universo verbal propio. Con frecuencia la farsa anida
en su escritura como insistencia en alimentar la ilusión de que la vida tiene una
finalidad. Prevalece en su narrativa la visión de un hombre física y espiritualmente
exhausto y atrapado por un proceso de desintegración, de ahí la proliferación de seres
marginales en sus textos, héroes o antihéroes que son rufianes, prostitutas, enfermos,
locos y están privados de ligaduras con el mundo ya sean familiares u hogareñas.

El desgaste no se limita a la existencia humana, afecta también a las cosas, a los seres
inertes, como ocurre con la empresa del astillero en la novela homónima. La lucha
contra esa desolación se revela inútil, la postura de sus héroes roza más la resignación
que la angustia. Como dejó dicho Mario Vendetti, el fracaso existencial de todo vínculo
se impone. En la raíz misma del ser humano está lo inevitable de su destrucción.

Los personajes de sus novelas tienen vocación de solitarios y viven dominados por el
aburrimiento, la tristeza o la locura, forma perfecta del escapismo. También la muerte
ocupa un papel central en toda su obra. << En la alegoría existencial de Onetti la
metáfora de la vida como un pasaje un sueño a otro, de un tránsito sin fronteras entre la
realidad y la ficción, se completa con esta lección inesperada de la muerte, aceptada
con naturalidad de un sueño. La muerte en sus diferentes variantes estaría siempre
anticipada por signos que impiden toda sorpresa>>.

Todos los personajes de Onetti tienen un indiscutible aire de familia. Entender a Onetti
implica aceptar que el lector dispone solo de una pequeña parte visible, la más
importante permanecerá siempre oculta y los lectores se convertirán paulatinamente en
cómplices secretos de lo que adivinan. Onetti utiliza un lenguaje coloquial,
conversacional, de gran expresividad popular, al estilo de su maestro, Roberto Arlt.

<<La entrega sin reservas a la ensoñación como forma de enriquecer una existencia
enajenada, sustenta de modo absorbente la actividad literaria de Onetti a lo largo de sus
sesenta años>>

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De nuevo aparece la máscara, la simulación, claves comunes en sus obras sucesivas, la
opción de mentirse antes que aceptar la cruel verdad, de elegir el sueño como única
forma inviolable.

El juego entre “realidad” y “ficción” domina todo el relato.

Literatura como acto de fundación de un mundo autosuficiente, pese a todo se persiste


en la búsqueda, eso sí, sin convicción, como si la continuidad del ser y de intentar darle
sentido a la existencia fueran las única actividades que mantuvieran la dignidad
humana. Una vez más la insistencia en mantener la ilusión de que la vida tiene una
finalidad, porque en el último término hablamos de la dificultad de la existencia.

La vida breve, Juntacadáveres, el orden de la publicación de sus libros no coincide con


la cronología de los hechos narrados.

El astillero, por ejemplo, se desprende cronológicamente de Juntacadáveres y sin


embargo, se publica antes. El fin de Larsen tratado en El astillero se acaba en Junta y
así las piezas van encajando a su aire. Este revuelo de la cronología es reflejo de la
discontinuidad de la vida misma y fruto de la suspensión el hombre en un tiempo
mítico.

Se presenta un Larsen cinco años más viejo y dispuesto a rescatar socialmente su


existencia en la misma ciudad que lo expulsará. Dos proyectos utópicos le mueven, el
amor de Angélica Inés y la puesta en marcha del astillero haciéndose cargo de su
gerencia. El astillero es una novela de espacios cerrados, los propios segmentos del
texto lo denuncia, la casilla, la glorieta, la casa, el astillero, Santa María. Larsen recorre
esos espacios en un especial descendimiento. Dos farsas se imponen en el relato, la
laboral y la afectiva, ni la puesta en marcha del astillero ni el amor de Angélica Inés
resultan creíbles. La simulación, el juego y la farsa serán piezas angulares.

La soledad, la impotencia, la marginalidad, la apatía, la locura, el lento camino hacía la


muerte vienen acompañadas de sentimientos de tristeza, de parálisis, de aburrimiento.
En el origen de sus dramas siempre hay un fatalismo que nace de esa inercia o
costumbre, resultado de la edad o de un trauma pasado. La voluntad de escapismo que
apreciamos en sus protagonistas le lleva a una huida a través de los sueños, a una vuelta
a la adolescencia o al aislamiento absoluto. Incluso juega con finales ambiguos como en
esta novela, que tiene dos versiones de final, golpe directo al sentimiento de certeza.

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Dejamos dicho al referirnos a la significación de Juntacadaveres en la obra de Onetti
que en sus páginas se contenía un doble ascenso de lo que antes había sido Santa María
y Larsen. Desde la cronología de los acontecimientos transcurridos en esa ciudad de
provincias, el Larsen que asoma tendrá ya una completa categorización en el presente
que vive en ese concreto tiempo narrativo, y en su pasado, a través de sus mismas
confesiones o por medio de los testimonios de los personajes como el farmacéutico
Euclides Barthé o el mismo narrador.

Juntacadaveres (nombre que proviene de una etapa del acomodo a esa profesión).

En Juntacadaveres, (O.C;pág. 291) escoge de toda trayectoria biográfica de Larsen el


momento, <<los cien días históricos>>, en que este logra una de las dos perfecciones
impuestas: lograr un prostíbulo perfecto- la otra perfección era la mujer
correspondiente-. Su sociedad con el farmacéutico y concejal Barthé lo posibilitará con
todas las características anheladas.

En Juntacadaveres se encuentran un Larsen cumplido, feliz con Marcos Bergner y Jorge


Malabia, con María Bonita, Irene y Nelli en comunidad bien avenida ahasta la llegada
de la orden del gobernador indicando el destierro inevitable. Juntacadaveres, le dijismos
es su aspenso con respecto a lo que luego será El astillero. El verano de una existencia
gris y nebulosa, como la encontraremos en la segunda y más robusta aparición.

En El astillero se presenta un Larsen cinco años más viejo disculpado legalmente por el
cumplimiento de su pena, y dispuesto a rescatar socialmente su existencia para la misma
ciudad que lo expulsará de su seno. De las dos condiciones de partida- la sociedad, la
miseria- surgen los dos proyectos quiméricos que jalonan lo que será su último invierno:
El romance con Angélica Inés Petrus y la gerencia general del astillero del padre de
aquella. Ambos devendrán ficticios descansos de un descendimiento inevitable y
previsible, pautados justamente por la sucesión de espacios que su figura recorrerá,
emulando, como bien a advertido Emir Rodriguez Monegal, el viaje a las sombras del
Ulises homérico, el averno del Eneas o la ciudad de Ditte de Dante.

Los capítulos de El astillero aparecen intitulados por el letal itinerario cumplido por
Larsen. Los 18 segmentos textuales generados desde el primero,<< Santa María- I>>,
hasta el último, <<El astillero- VII>>, <<La glorieta-V>>, <<La casa-I>>, <<La casilla-

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VII>>, son las escalas necesarias que Larsen se concede para terminar reconociendo
finalmente lo que desde el principio era ya una evidencia.

Dichos espacios, no obstante, contrastaran circunstancias concretas de aquel


descendimiento. En primer lugar, Santa María es la ciudad maldita, de la que fue
desterrado y a la que aspira regresar vindicado social y profesionalmente.

Santa María es en esta novela el lugar donde la realidad sepulta el anhelo, donde el
razonamiento expulsa a la imaginación. El último viaje de Larsen a Santa María, su
visita a Petrus en la cárcel, a donde ha ido a parar, tras la denuncia de Galvéz, el
administrador del astillero que ha acabado suicidándose, es el primer aldabonazo de su
hundimiento, el último, el definitivo después de la expulsión cinco años atrás.

<<El astillero>> y <<La glorieta>> son los territorios respectivos de las dos farsas
desencadenadas: la laboral y amorosa- afectiva. La puntualidad asistencia de Larsen,
luego relajada, al centro de construcción y reparación de buques, la forma escrupulosa a
que se da a la falaz vinculación laboral deseada. En su oficina de Gerente General
(<<Las ventanas habían tenido vidrios, cada pareja de cables rotos enchufaba con un
teléfono…>>) necesita creer que todo aquello era suyo, necesita entregarse sin reservas.

El edificio del astillero alberga para Larsen un proyecto de reinserción social en el que
se ve obligado a creer, cumpliendo ritualmente sus más esenciales apariencias.

En << La glorieta>> se escenifica la segunda farsa. La glorieta es la antesala que augura


el reposo, la seguridad, de << La casa>>, espacio visitado solamente al final de la
novela.

En la glorieta se sucederán los mismo encuentros << Casi idénticos y tan semejantes
que podrían haber sido recordados como tediosas repeticiones e una misma escena
fallida>>: la inalcanzable conquista de Angélica Inés, el espejismo de su probabilidad
roto justo a raíz del encuentro que Larsen tiene con la sirvienta de aquella al final de la
obra, tras el desconcierto que la prisión de Jeremias Petrus a precipitado en su Gerente
General. Josefina, la sirvienta de los Petrus será con respecto al amor que Larsen siente
por Angélica Inés, lo que <<La casilla>> con respecto a <<El astillero>>. Sirvienta y
casilla son recursos sustitutorios de lo inalcanzable, trampas tendidas por una realidad
que poco a poco va apagando un esfuerzo idealizante.

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Si <<La glorieta>> es redención, la pureza desconocida, <<La casilla>> es el pasado, es
lo abyecto. En <<La casilla>> las quimeras se desvanecen para dar paso a la inevitable
promiscuidad.

En << La casilla>> además vivirá Larsen uno de los momentos desencadenantes de la


búsqueda de su desaparición. La imagen del parto de la mujer de Galvéz, salvaje y
solitario no hace sino precipitar su profunda senasción de fracaso, su fe en la existencia,
su miedo a la vida, su meditada huida y abandono tajante. LA inutilidad de albergar ya
cualquier ilusión.

<<El chamamé>> es el último reducto del decadentismo de Puerto astillero. Para Larsen
es además una torpe relación con su pasado que llega a producirle << asco y un poco de
miedo indefinible>>. Una atmosfera de decadencia que termina envolviendo a todos sus
personajes.

El narrador- testigo, en ocasiones los narradores, posee desde el principio el destino de


Larsen. Su labor durante toda la novela consiste en volver lógico lo inevitable del
mismo, el hundimiento personal. Desde el primer capítulo conoce el total de la historia.

Larsen es el dios de un infierno denominado paradójicamente, Santa María, pero es un


dios que participa de unas cualidades y de unas actitudes pertenecientes también a otras
deidades.

Su vida es un continuo metamorfosearse, enmascararse. En Larsen se materializa la


terrenalidad dionisiaca frente al <<más allá>> cristiano. Su voluntad de ser otro, de ser
ese Gerente General, surge la necesidad de encontrar un sentido para su existencia en
este mundo y no en el otro. Cuando la posible redención terrenal se desvanece, sus
fuerzas flaquean y se da prisa en precipitar una desaparición que nada tiene que ver con
la resignación cristiana.

A su llegada a Santa María, Larsen se halla <<al borde del abismo>>; la salida de
Puerto astillero no es sino la fantasía que es capaz de erguir la desesperación. La
amargura y el escepticismo de la derrota le obligan a entregarse << sin reservas>> a
soñar su viejo sueño de grandeza y redención, a decidirse por ese refugio
desesperanzado y absurdo donde está dispuesto a instalar la última etapa de su
existencia, << su última oportunidad de engañarse.

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Larsen rechaza cualquier clase de complicidad que vaya más allá de sí mismo, de su
proyecto particular de evasión; para él, que ha destinado todo el esfuerzo de su
inteligencia a robustecer la mentira, lo importante es seguir distinguiendo “ su juego “
de la exterioridad de los “ otros”, aunque la evidencia le obligue a admitir algo distinto.

El conflicto que tiñe el contorno de la visión individual y solitaria, reconvirtiendo,


recreando la realidad en función de esa visión, de esa proyección. Y llegamos entonces
a un momento en que nos es imposible distinguir si ha sido la desaparición de Larsen la
que ha impregnado un ambiente o si son las cotas de alienación alojadas en ese entorno
las que han sido capaces de albergar y fomentar sin mayores aspavientos, la
singularidad de aquella conducta.

2. La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa: ¿una novela determinista?

Donoso establece una cronología muy interesante para explicar el fenómeno del Boom,
a través de tres novelas que se han convertido en iconos de este periodo, como son La
región más transparente (1958), de Carlos Fuentes, La ciudad y los perros (1962), de
Vargas Llosa, galardonada con el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral, y Cien años
de soledad (1967), de García Márquez. El fenómeno narrativo, vinculado en sus
orígenes al triunfo de la Revolución Cubana, tuvo en el “caso Padilla” y en el
desencanto de la apropia revolución dos factores que explicarían las diferencias
insalvables entre muchos escritores, que antes habían sido grandes amigos y cómplices
en la carrera literaria.

Técnicamente, Vario Margas Llosa adopta todas las innovaciones en esta novela: el
monologo interior, la alternancia del narrador extra e intradiegético; los puntos de vista
opuestos; la simultaneidad; los saltos temporales; los flash- backs; el delirio que anticipa
las balas que penetraran su cuerpo el día siguiente; el oyente mudo, el lenguaje
desordenado…

Como en los demás escritores del grupo, Lima es el escenario de sus relatos urbanos: en
ella encuentra sus representantes de la clase media y de los inmigrantes de provincias.

Zavaleta enfrenta el lector con una Lima “horrible”, con habitantes egoístas e hipócritas,
ambientes sofocantes y una falta total de valores morales.

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Los ríos profundos (1958) de José María Arguedas, es una novela que influyó en las
secuencias de algunos relatos vargallosianos como “Los jefes”, La ciudad y los perros y
Los cachorros.

El reconocimiento del autor comenzó con La ciudad y los perros (1963). Usa su
experiencia personal en el colegio militar Leoncio Prado para denunciar no solo la
violencia, el racismo, el clasismo, el machismo y la injusticia en el ámbito militar sino
en toda la sociedad peruana. El dualismo temático (superior/inferior; blanco/negro o
mestizo; rico /pobre; padres/ hijos…) se repite en el espacio (el colegio frente a la
ciudad) y en la alternancia entre presente y pasado. Aunque la novela resultaba muy
compleja en aquel momento, debido principalmente a los saltos en el tiempo y los
cambios de perspectiva, todavía mayor colaboración exigía del lector la segunda, La
casa verde (1966). La novela se divide en cinco tramos ordenadas de forma alternante,
que transcurren en dos espacios: la ciudad de pintura y la selva.

El autor practica dislocaciones como flash- backs, montajes de tiempos (o “cajas


chinas”) o en el aplazamiento (en “dato escondido”). La alternancia de secuencias pone
en contacto diferentes tiempos y estados con resultados chocantes.

La relación-hijo es muy importante en la obra vargasllosiona; ya aparece en La ciudad y


los perros.

Para mostrar el país “jodido” en su totalidad, aparece una multitud de personajes de los
más diversos estratos: en la capa más bajas se mueven guardaespaldas.

Los verdaderos detentadores del poder son los militares.

Si la imagen del país en La ciudad y los perros era negativa, ahora el cuadro es
desolador.

Para saber si hay determinismo en la obra es necesario explicar que fue el


determinismo. Esta corriente tuvo influencia superando la esfera de la filosofía y la
ciencia y se manifestó en otros ámbitos. En la literatura del siglo XIX se contaban
historias de personajes “guiados” por un determinismo, es decir, su condición social
estaba ya escrita, prefijada, no había movilidad social porque imperaba la
determinación.

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En esta novela los alumnos pueden estar más o menos determinados por su vida. En la
obra hacen distinción entre los “serranos” que vienen a ser los que proceden de un lugar
más humilde y por otro, los que proceden de la clase burguesa de Lima. Además se
puede hacer una tercera división, los que vienen de Miraflores, como es el caso del
Poeta o de Bellavista como es el caso del Jaguar.

La psicología de los personajes también es parte importante de este determinismo pues


afecta a sus relaciones entre los alumnos. Los alumnos débiles son maltratados y
abusados por parte de los más fuertes. Es decir, dependiendo de la personalidad de cada
uno se puede advertir cual va a ser o como va a ser su estancia en el colegio militar.

No siempre está psicología de los personajes sigue la misma línea, pues hay casos a lo
largo de la novela que realizan acciones que no corresponden con su personalidad. Un
ejemplo de ellos es el valor de “El esclavo” al delatar al comando con el examen. Otro
ejemplo es que “El poeta” siendo el personaje que quizás tenga más valores dentro de la
novela no respeta la relación de su amigo con su novia.

Esto significa que el determinismo en la novela esta limitado en ciertas ocasiones y que
es selectivo. En buena parte estos alumnos esta determinados por las condiciones
familiares, la clase social, el nivel de cualificación de cada uno de ellos y dde sus
personalidades.

Pero lo que nos lleva a la conclusión de que el determinismo no es del todo fuerte en la
novela es que al final cada personaje encamina su vida de un modo sorprendente. En el
caso de Jaguar se acaba casando y trabajando en un banco y El poeta acaba estudiando
en el extranjero. Esta novela tiene parte de determinista y parte de critica realista de la
sociedad de Lima pues nos muestra su forma de educación y como en las personas
afecta.

3-Comente el siguiente texto de Pablo Neruda

La poesía chilena ha tenido a partir del siglo XX un desarrollo verdaderamente


esplendido.

Ricardo Reyes (1904-1973), pseudónimo Pablo Neruda, de familia humilde, padre


ferroviario y madre maestra. Neruda fue un poeta muy independiente con respecto a las

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tendencias literarias en las que vivía, siguió desde muy temprano una línea marcada por
un sentimentalismo irrenunciable. En su primera etapa se le puede calificar de
romántico de marcado egocentrismo.

Neruda se sintió siempre atrapado por esa Madre Natura, que se concentraba
esencialmente en el ámbito rural del sur chileno, tierras de la Araucanía, donde se
desarrolló su infancia y su adolescencia.

Toda su obra está atravesada por las imágenes de los bosques con flores y los
coleópteros, las grandes piedras y el aroma de la madera, la persistente lluvia agobiante
y el territorio del viajero inmóvil.

Toda la obra de Neruda es una inmensa autobiografía. Liberarse de su “yo” fue un


esfuerzo proclamado a veces como un desiderátum de imposible cumplimiento

Pablo Neruda espectador privilegiado de los acontecimientos históricos del siglo XX,
supo incorporar dichas experiencias a su propia creación poética.

La crítica literaria suele relacionar su obra con los lugares que conformaron su itinerario
espiritual: su etapa de formación en Chile de 1904 a 1927, que agrupa su creación desde
Crepusculario (1923) hasta Tentativa del hombre infinito (1926); su etapa asiática de
1927 a 1932 donde concluye su poesía “hermética” de Residencia en la tierra (1933); su
estancia española, tras el paréntesis diplomático en Buenos Aires de 1934 a 1937, tan
decisiva en el cambio de orientación poética, que se plasma en España en el corazón
(1937); su etapa americana de 1949 a 1950, en que Neruda toma conciencia de su
dimensión continental, a través del Canto General (1950); sus años de proscrito de 1949
a 1953, donde publica Los versos del capitán (1952); y su regreso definitivo a Chile de
1953 a 1973 reconocido como poeta de talla mundial.

Su incesante actividad literaria posterior a Estravagario (1958) no concluirá con su


muerte, ya que al año siguiente aparecieron los libros póstumos.

Con frecuencia Neruda se declara poeta de la soledad y del amor; asociados ambos al
mundo originario y representados en numerosas ocasiones por la mujer, se confunde
con la tierra porque “es su más plena y atractiva encarnación”. De todas las mujeres
influyentes en su vida ninguna aparece tanto en sus escritos como Matilde Urrutia: está
presente en Estravagario y le dedica Los versos del capitán (1952) y Cien sonetos de

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amor (1959). En el primero de ellos fabula una historia romántica con el fin de
enmascarar sus amores clandestinos en Capri. Finge ser un rojo miliciano que, tras
combatir en España, vuelve a centro América para proseguir la lucha por la causa del
pueblo. En el retorno conoce a una artista habanera, con la que vive un amor
apasionado cuyas vicisitudes registra “El capitán” en poemas evocadores donde moldea
el objeto de su amor como un exaltado alfarero. La amada se erige aquí en “barro
primordial”, en tierra patria; y los cinco sentidos propician los contactos y los
intercambios con las sustancias nutricias, llegando incluso a metamorfosearse el
hablante poético en diversos animales, como podemos ver en el poema “el insecto”.
Pero no todo es deseo también hay furias, celos, reclamos de completa sumisión,
entrega absoluta y recíproca, que aparecen hasta en la lucha por la justicia social.

Este poema pertenece concretamente a Los versos del capitán (1963) es una obra de 42
poemas y está dedicado a Matilde Urrutia. En ellos prevalece la temática del amor, la
furia, el deseo…

En este poema destaca el uso de metáforas, a través de estas metáforas expone el tema
principal. Desde un comienzo compara la risa de Matilde con una rosa, está observación
implica que es natural y bella como la naturaleza. A su vez, también la compara con el
agua, con la fuerza y la energía que de esta obtenemos.

La risa es un símbolo que nos expresa ese amor profundo y verdadero entre Matilde y
Neruda.

En cuanto a su estructura está compuesto de seis estrofas, de versos variados en cada


una de ellas.

En cuanto a la primera estrofa son tres versos heptasílabos la que lo componen. En ella
nos expresa que lo más importante por encima de todas las cosas es su risa.

En cuanto a la segunda estrofa son seis versos heptasílabos, en ellos nos introduce la
rosa y el agua como símbolos fuertes en el poema.

En la tercera, cuarta y quinta estrofas son ocho versos heptasílabos, en ellos nos habla
del dolor, pero es un dolor que con amor se calma.

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La última estrofa está compuesta de catorce versos heptasílabos, en ellos el autor le
dice a la amada que no se deje de reír porque eso es lo que a él le da la vida y sin ella
muere.

En conclusión aunque sus estrofas no coincidan en el número de versos, su métrica es


regular. La temática es fácil de captar a lo largo del poema pues resalta el amor por
medio de la utilización de símbolos de la naturaleza como el agua y las flores. Realiza
una serie de comparaciones entre esos símbolos y la amada a través de metáforas para
dotarla de esas cualidades y de este modo representarla ante los ojos del lector de dicha
forma. El lenguaje que utiliza es claro y sencillo para cualquier público.

BIBLIOGRAFÍA

Videoconferencias del campus uned

PABLO NERUDA, Antología poética, Madrid, Espasa-Calpe.

JUAN CARLOS ONETTI, El astillero, Juan Manuel García Ramos (ed.), Madrid,

Cátedra.

MARIO VARGAS LLOSA, La ciudad y los perros, Madrid, RAE

TRINIDAD BARRERA, Historia de la literatura hispanoamericana, Tomo III, s.XX,


Cátedra.

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