Love">
11.zaltzman - Pulsión Anarquista2
11.zaltzman - Pulsión Anarquista2
11.zaltzman - Pulsión Anarquista2
HECHO EN MÉXICO
[2]
LA PULSIÓN ANARQUISTA
NATHALIE ZALTZMAN
Fotogramas:
Palmas, de Artur Aristakisyan
P
artiendo de su práctica clínica, Nathalie Zaltzman aísla
en la pulsión de muerte una categoría que justamente
no apunta a la muerte, sino a la vida: la pulsión anarquis-
ta. Ciertos sujetos, para sobrevivir, necesitan emplear cierta
violencia para desligarse de un vínculo demasiado mortífero,
demasiado “amoroso”. Eros aspira a la unión, a la fusión, a
la totalidad, por no decir a la posesión, a la anexión del ob-
jeto de amor o a la simple eliminación de su alteridad: ¡a su
muerte! ¿Cómo escapar de las garras excesivamente envol-
ventes de una madre demasiado amorosa, o de una estructura
de vida demasiado gregaria, sino con cierta brutalidad? Pero
la violencia puede volverse contra sí misma, rechazando el
alimento-amor, por ejemplo, con que la madre atiborra a la
hija —de ahí la imagen suicida asociada con la anorexia, aun-
que se trate de una estrategia vital—. O esa violencia puede
volverse contra el lazo social que nos estrangula —de ahí la
imagen demoníaca o terrorista que arrastran ciertos gestos
de ruptura social o política—.
Es a contramano de esas interpretaciones planas que va
este bello ensayo de Nathalie Zaltzman, rescatando la “posi-
tividad” de esa supuesta “negatividad” inherente a la noción
de pulsión de muerte. Se trata de acentuar el sentido liberador
[7]
8 PULSIÓN DE MUERTE
“L
a pulsión anarquista” no es solamente un texto
de Nathalie Zaltzman sino que se parece a ella.
Para quienes la conocieron, evoca al menos tan-
to su persona como su pensamiento. Una de las maneras de leer
este artículo es escuchar en él la larga presión de un grito:
“¡Me ahogo!”. ¿Por culpa de quién? La primera originali-
dad del texto de Nathalie Zaltzman radica en la respuesta
sorprendente que da a esa pregunta: ¡Eros! ¿Cómo ese dios
encantador, “erótico”, cómo ese niño alado que juega a las
nueces, cómo los niños de hoy juegan a las canicas, cómo
ese seductor de Psique, como ese libertador podría con-
vertirse en un sofocador? Y es que no es exactamente él de
quien se trata. El “Eros” al que apunta la pulsión anarquista,
aquel cuyo dominio ella busca disolver, cuyo poder recha-
zar, “nace” en 1920. Las palabras que caracterizan su acción
son: reunión, conservación, cohesión, ligadura, síntesis... Ese
Eros ama más que nada las unidades, siempre más grandes.
Uno es su cifra: no hacer más que uno, nada más que uno.
2 “La vie sans filet” (“La vida sin red”). En lugar del título original,
citamos la frase recurrente de Riobaldo, narrador del Gran Sertón:
Veredas, de João Guimarães Rosa.
[13]
14 «VIVIR ES PELIGROSO»
JACQUES ANDRÉ 15
Ese combate entre el amor-Uno, el amor perfecto, que madre o hijo, o hija... la amenaza de hacerse sólo uno con la
abole las distancias e ignora las diferencias, encarna ejem- madre está lejos de haberse evitado? ¡Gracias a la muerte! Si
plarmente en el texto de Nathalie Zaltzman bajo los rasgos no la muerte misma —posible que la vida nunca actualiza
de una madre, el amor de una madre por un hijo... Freud, (Heidegger)—, sí su proximidad, su entrada en el campo de
en una observación que surge tanto o más del fantasma y la experiencia. La muerte, la suya o la de alguien cercano
de su realización de deseo que de la intuición téorica, veía que, como se dice comúnmente, transmuta en un santiamén
en la relación amorosa de la madre hacia el hijo, “fundada los valores, barre de un manotazo el orden del mundo mejor
sobre el narcisismo”,4 ¡el único amor perfecto posible, libre establecido —a menos que lleve al resultado inverso: clausu-
de ambivalencia! “Mi hijo es todo para mí...” Del amor por el rar aún más a Narciso sobre sí mismo... Los dos destinos son
objeto total al amor totalizante, totalitario, hay un paso que posibles—. Ahí se percibe, más aún, la fidelidad de Nathalie
Narciso, y tal vez las madres, franquean. Una madre perfec- Zaltzman a ciertas intuiciones freudianas, que la guerra es-
ta, omnipotente, jamás desfalleciente, absolutamente amante pecíficamente le permitió formular: “La guerra barre con el
—asfixiante, en suma—, he ahí al tirano al que acomete la tratamiento convencional de la muerte. La muerte ya no se
pulsión anarquista: ¡Ni Dios, ni Madre!5 ¿Podría un padre deja negar, estamos forzados a creer en ella... La vida vuel-
reemplazarla? Sin duda, a condición sin embargo de rozar ve a ser interesante, reencuentra su pleno contenido”.7 La
la paranoia, cuando a la madre, el amor primario, el primero pulsión anarquista no tiene otro objetivo: hacer la vida de
de todos los amores, le basta: un amor “único, incomparable, nuevo interesante, mantenerse en equilibrio inestable “entre
fijado para toda la vida de manera inalterable”.6 la fragilidad de las razones de vivir y su indestructibilidad”.
¿Cómo esperar escapar a una prisión como esa, que cada En una cita ficticia, Nathalie Zaltzman evocaba lo que bien
vida a minima no deja nunca de inventarse, pues, sea uno podría ser para ella el programa de una vida, o el de una obra
anarquista: “¿Por qué esta parsimonia de tu vida? ¿Miedo de
4 [Cf. Psicología de las masas y análisis del yo (OC-XVIII. Buenos Aires: que sea demasiado grande para ti? Sé realista: no tienes otra de
Amorrortu, 2006, p. 59).] recambio, y de todas maneras te desborda”.
5 [“Ni Dieu, ni Mère!”, juego de palabras que alude al grito anar- JACQUES ANDRÉ
quista: “Ni Dios ni Amo” (“Ni Dieu, ni Mâitre”).]
6 [Cf. Esquema del psicoanálisis. En la traducción de Etcheverry: “la 7 [Cf. De guerra y muerte. Versión de Etcheverry: “La guerra ha de
significatividad única de la madre, que es incomparable y se fija in- barrer con este tratamiento convencional de la muerte. Ésta ya no
mutable para toda la vida, como el primero y más intenso objeto de se deja desmentir (verleugnen); es preciso creer en ella [...]. La vida
amor, como arquetipo de todos los vínculos posteriores de amor” de nuevo se ha vuelto interesante, ha recuperado su contenido
(OC-XXIII. Buenos Aires: Amorrortu, 2012, p. 188).] pleno” (OC-XIV. Buenos Aires: Amorrortu, 2006, p. 292).]
T
erminó el tiempo en que se podía partir al encuentro
del conde Drácula a través de los Cárpatos, y recoger
en Transilvania, entre los indígenas, noticias frescas
acerca de ese ser amurallado en sí mismo por su inmortali-
dad y donador de una eterna no-muerte. Agencias de viajes
venden ahora circuitos organizados a través de sus castillos, y
los campesinos del Danubio han dejado exangüe esa repre-
sentación mental legendaria forjada por la pulsión de muerte.
Es en el terreno de la experiencia analítica donde tendré
que proceder al seguimiento de las huellas de esa pulsión.
[25]
26 DE LA PULSIÓN DE MUERTE
16 Piera Aulagnier.
NATHALIE ZALTZMAN 71
17 Jean Malaurie. Les derniers rois de Thulé. Avec les Esquimaux po-
laires, face à son destin. Paris: Plon, 1955.
NATHALIE ZALTZMAN 79
de concentración y de exterminio.
Puede resultar de una relación mental individual.
20 En español, en el original.
NATHALIE ZALTZMAN 85
El universo concentracionario
23 Les jours de notre mort, pp. 128 y 418. [Los comentarios entre
corchetes de la segunda cita son de Nathalie Zaltzman.]
108 OTRAS EXPERIENCIAS LÍMITE
29 Ibid., p. 644.
30 Ibid., p. 463.
E
n la experiencia analítica, hay que comprender el
riesgo mortífero que constituye para algunos sujetos
un proyecto de compromiso y respetar la dimensión
de la ruptura no como una resistencia, una falta de aptitud
para el análisis, sino como una medida de protección vital
que se inscribe en el proyecto de la sobrevivencia. Queda en
manos del analista convertirse en testigo posible de ese pro-
yecto, con todas sus características marcadas con el sello de la
actividad desligadora de las pulsiones anarquistas: la lucidez,
la anticipación, la inversión de la voluntad de destrucción en
resistencia a la muerte, la soledad, la frágil intensidad de los
lazos afectivos, la primacía del objeto-cáscara,32 la sobrevi-
vencia como triunfo sobre la destrucción, como última prue-
ba de pertenencia a la especie humana.
El relato de las pulsiones de muerte en el inconsciente com-
parte sus figuras con el registro libidinal, pero las ordena de
otra manera. Las organizaciones del deseo dejan que se trans-
parente, más allá del principio de placer, el esqueleto descar-
nado de las organizaciones de necesidad. La exploración de
ese ordenamiento diferente hace analizables la “reacción te-
rapéutica negativa”, el “masoquismo primario”, la “compul-
sión de repetición”, más allá del principio de placer —en una
palabra, hace posible el análisis de todos esos fenómenos que
[121]
122 NEGAR ESO QUE NIEGA
NATHALIE ZALTZMAN 123
MARIYA NIKIFOROVA
MARTÍN MOLINA GOLA
NIKIFOROVA / MOLINA GOLA 131