El poder de las tinieblas: el diablo y
sus secuaces en las relaciones de
iestas barrocas1
The Power of Darkness: the Devil and his
Troops in Baroque Festivals
Gabriela Torres Olleta
GRISO-Universidad de Navarra
31009 Pamplona, ESPAÑA
gtorres@alumni.unav.es
[Hipogrifo, (issn: 2328-1308), 1.2, 2013, pp. 185-200]
Recibido: 05-06-2013 / Aceptado: 24-06-2013
DOI: http://dx.doi.org/10.13035/H.2013.01.02.16
Resumen. Revisión de las imágenes del Demonio en las iestas barrocas. El
Demonio es igura habitual en estas iestas y muestra fuerte inclinación a tomar
formas cómicas, ridículas y grotescas, convirtiéndose en objetivo de burla popular,
que puede funcionar como remedio contra la visión terroríica que aparece en otros
momentos y géneros.
Palabras clave. Fiestas barrocas, Demonio, iconografía, grotesco.
Abstract. This paper examines the images of Devil in the baroque festivals. The
Devil is a familiar igure in these festivals and shows strong inclination to assume
comic, ridiculous and grotesque forms, becoming target of popular mockery, perhaps with the aim of provide a remedy against the terrifying vision that appears at
other occasions and genres.
Keywords. Baroque Festivals, Devil, Iconography, Grotesque.
Generalidades: representaciones del diablo en la edad Moderna
Durante el Barroco se constata en las artes igurativas cierto agotamiento de la
iconografía del diablo y sus secuaces respecto a épocas anteriores. Se abandonan
los fantásticos diablos medievales de formas monstruosas y pintorescas, y vivos
1. Una versión inicial de este trabajo se leyó en el Congreso internacional «O poder e a estética do grotesco. El Poder y la estética de lo grotesco», Universidade Nova de Lisboa-GRISO Universidad de Navarra,
24-25 Mayo 2012, Lisboa.
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colores rojos, verdes, amarillos… Felipe Pereda y Mª Cruz de Carlos hablan de un
«empobrecimiento y banalización» y de «humanización»2; para José Manuel Pedrosa se trataría de un «proceso de trivialización caricaturesca, su progresiva deriva
hacia la comicidad, su conversión en igura de chiste»3.
Los demonios de la Edad Moderna se representan en formas quizá menos grotescas que los medievales y en una paleta menos rica, hecha de pardos, grises, negros y rojos, bastante monótona. Por ser menos feos son, paradójicamente, menos
hermosos (en términos muy generales)4.
Esto no obedece solo a cuestiones estilísticas sino que forma parte del conjunto
de iniciativas promovidas en el Concilio de Trento, que tratan de evitar representaciones que induzcan a errores. Ya que los santos se constituían como modelos de
vida para los ieles y en intercesores ante la divinidad, era importante que se representaran debidamente. La sesión XXV del Concilio de Trento, ya en el último periodo de sesiones (diciembre de 1563), ijó la doctrina acerca de su veneración y sus
imágenes. El decreto aclara que no es idolatría sino «bueno y provechoso invocar a
los santos» por ser los intercesores ante Cristo salvador. Tampoco era conveniente
representar al demonio de cualquier manera.
Sin embargo en el mundo que reflejan las relaciones de iestas, se siguen —me
parece— otros caminos.
el diablo en la biblia
El Diablo aparece poco en la Biblia5, donde no se le da ni un nombre ni una forma especíica salvo en la serpiente del Génesis cuya representación llegará hasta
nuestros días y que veremos repetidamente en las relaciones. Sobre el dragón que
echa fuego dice algo Job, 41, 9-12. El Nuevo Testamento por el contrario, habla
repetidamente del Demonio: «y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente Antigua,
el llamado Diablo y Satanás» (Apocalipsis, 12, 9); «vosotros sois de vuestro padre
el diablo» (Juan, 8, 44); se habla de Satán (Marcos, 10, 1-20 parábola del sembrador); del Tentador, «y acercándose el tentador le dijo» (Mateo, 4, 3); de Belcebú
«Está poseído por Belcebú y por el Príncipe de los demonios expulsa los demonios»
(Marcos, 3, 22); Satanás (Marcos, 3, 23-26); Maligno (2 Tesalonicenses, 3, 3) «Fiel
es el Señor, él os aianzará y os guardará del Maligno»; Belial, nombre que le da San
Pablo (2 Corintios, 6, 15)6, pero a pesar de la presencia constante apenas hay descripciones físicas, lo que tendrá consecuencias para sus representaciones. Para
Yarza: «En las artes plásticas la igura del demonio surge muy tempranamente pero
2. Ver Pereda y de Carlos, 2004, pp. 236-237, que citan a otros autores.
3. Pedrosa, 2004, p. 69; recoge numerosos textos literarios pero no relaciones de iestas. Algunas de sus
conclusiones son aplicables a ambas categorías de textos.
4. Un repaso por los demonios medievales en Baltrusaitis, 1983.
5. Ver Dictionnaire de spiritualité ascetique et mystique, doctrine et histoire, dirigido por Viller, 19371995, s. v. Démon.
6. Para todos estos nombres y más, ver Daniel Defoe, 2010, cap. IV.
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sin que durante mucho tiempo […] llegara a alcanzar un cierto protagonismo, ni se
creara una fórmula duradera y convincente»7.
diablos en las relaciones de fiestas: doctrina y adMiratio
Centrándonos ya en las relaciones de iestas, se observan formas variadas,
aunque repetitivas. No se trata de aducir el tópico bibliográico de que «quien ha
leído una relación puede decirse que ha leído todas» según Bonet Correa8, pero
sí hay que reconocer los estereotipos. En esta ocasión trataré únicamente de las
formas ridículas y grotescas, que son un porcentaje altísimo en la visión que se
transmite del Diablo.
Como ya he señalado no hubo en la Edad Moderna unas «instrucciones precisas
sobre la forma de representar demonios e iniernos»9. El Concilio de Trento puso
cierto orden en el interior de las iglesias, donde las imágenes cumplían una función
doctrinal, pero no parece que se preocupara demasiado en las iguras demoníacas
que desilaban por las calles y provocaban en los participantes-espectadores de
los festejos reacciones de risa, burla o alegría al ver cómo moqueaban, reventaban
y ardían los pobres diablos. En las iestas, efectivamente, se explotan al máximo
los recursos cómicos más populares, más grotescos y por lo mismo más eicaces.
Maxime Chevalier sostiene la existencia en los siglos XVI y XVII de una representación del demonio menos terroríica de la que algunos suponían: «convivirían
en el Siglo de Oro dos imágenes: la de un diablo terroríico y la de un diablo que no
pasaba de ser un pobre diablo»10 y aunque su estudio se basa fundamentalmente
en textos de comedias creo que sus conclusiones son aplicables a las relaciones
de iestas, pues también allí los demonios y sus adláteres son familiares y poco inquietantes, son «pobres diablos» en palabras de Chevalier, a diferencia del demonio
pintado o esculpido por los artistas para los espacios sagrados, que por razones
doctrinales y de decoro estuvo más limitado en sus formas. Como señala Portús:
las pervivencias medievales en la iconografía infernal moderna fueron muy
numerosas. Sin embargo no faltan imágenes que propongan una visión distinta,
y que traten de poner orden en ese aparente caos, […] existe cierta posibilidad de
distinguir (en cuanto a expresión plástica) un inierno humanista y racionalizado
de un inierno popular, que es el reino de la fantasía y el abigarramiento y que entronca directamente con la tradición anterior11.
7. Yarza, 1979, p. 303. Según Burton Russell, 1995, p. 143, «no queda ninguna representación del diablo
anterior al siglo VI»; «hasta el siglo IX no se hicieron comunes las representaciones del diablo» (p. 144).
8. Bonet Correa, 1990, p. 8.
9. Portús, 2004, p. 260.
10. Chevalier, 1999, p. 87. Matiza este autor algunas opiniones de Delumeau, con quien coincide en lo
esencial: «el diablo popular puede ser también un personaje familiar, humano, mucho menos temible de
lo que asegura la Iglesia», «la cultura popular se deiende así, no sin éxito, de la teología aterrorizadora
de los intelectuales» (Delumeau, 1989, pp. 376-377 y para el tema general pp. 361-470).
11. Portús, 2004, p. 261.
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En las iestas barrocas se constata una predilección por las formas que enlazan
con la tradición medieval, (curiosamente no en el colorido, que ahora es común
con el de las representaciones «serias»). Conviene recordar las palabras de Mâle12
respecto a Trento: «no fue un golpe de Estado: [la Iglesia] se mostró conciliadora,
moderada, indulgente, para las tradiciones antiguas».
La esceniicación festiva de las beatiicaciones, canonizaciones o celebraciones
inmaculistas barrocas inserta como estructura básica la lucha ente las huestes del
bien y del mal. En estos casos el Diablo y secuaces son los eternos perdedores y es
en este punto de la «humillación» del vencido donde se perciben los rasgos cómicos o grotescos, en variados grados.
En la beatiicación de San Ignacio se dispuso una batalla en el claustro del colegio jesuita de Granada en donde una imagen del santo de tamaño natural «con
una espada desenvainada en la mano» expulsaba al demonio y su tropa (Idolatría,
Herejía y Pecado), todos en forma de «iguras que decían con propiedad lo que
representaban» (Granada, 1610, fols. 16r-16v)13, situados en una escenografía de
castillos.
Así la Herejía era una «mujer vieja, fea, desnuda hasta los pechos, por cabellos
culebras de pólvora, en una mano un libro y en la otra culebras de la misma materia» (imagen que recuerda a la Envidia de la Iconología de Cesare Ripa), mientras la Idolatría era otra vieja «llena de ídolos en manos, hombros y cabeza llena
de cohetes». Otros compañeros eran los dos restantes enemigos del hombre: el
Mundo, «mancebo gallardo y bien aderezado sobre cuya cabeza estaba un globo
del mundo» y la Carne, según la iconografía de la ramera apocalíptica: «mujer muy
bizarra y desenvuelta de la misma estatura con un ramillete de flores en una mano
y una copa de vino en la otra representado la Carne y aquella mujer de Babilonia del
Apocalipsis».
Los demonios pueden ser articulados a modo de autómatas, como el apuntado
por Miguel de León (Madrid, 1622) quien recoge el detalle de un «gran castillo de
fuego en cuyo chapitel plantaba un horrible demonio de dieciséis pies de estatura,
que habiendo volteado todo el día con artiicioso secreto moviendo el cuerpo la
cabeza las alas, las manos y pies, a la noche arrojó ininito fuego»14.
Un rasgo bastante curioso que no he documentado en otros casos de demonios
es el de la fetidez que despedían los que salieron en la ciudad navarra de Corella
durante las iestas por la beatiicación de Santa Teresa15: veinticuatro demonios lucharon contra «un ángel muy hermoso […] en un caballo blanco con sus alas tendidas y espada en la mano»: en esta ocasión los demonios cumplían con los tópicos
12. Mâle, 2001, p. 22.
13. Relación de la iesta que en la beatiicación del B. P. Ignacio fundador de la Compañía de Jesús hizo
su Colegio de la Ciudad de Granada en catorce de Febrero de 1610, 1610.
14. Ver Arellano, 2009.
15. San José, Compendio de las solenes iestas que en toda España se hicieron en la beatiicación de N.
M. S. Teresa de Jesús, fundadora de la reformación de Descalzos y Descalzas de N. S. del Carmen, 1615,
fol. 118r. Fragmento corellano editado por Arellano, 2007.
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de ser «horribles», llevar insignias «espantables» y echar fuego pero con el valor
añadido de ser este «hediondo», lo que les confería gran verosimilitud.
En cuanto a la Idolatría y Herejía se constituyen en los más asiduos compañeros del Demonio. Habitualmente cabalgan monturas monstruosas —dragones,
o hidras, que son elementos esenciales de esta imaginería— o se asocian a otros
animales de diverso valor simbólico.
Dragones hay en un castillo de Tarragona, en las iestas por la beatiicación de
Santa Teresa16; o en el Colegio Imperial de Madrid, con escenografía más elaborada, dragón asociado a Lutero y destruido por el fuego de San Ignacio:
ponía miedo un iero dragón con secretas venas de pólvora y forjado de cohetes, sustentándose de lo que había de ser su destrucción: encima Lutero de la
misma materia.
Guardaba el castillo un soldado bien armado, igura de San Ignacio valiente
destrucción de Lutero y sus secuaces. […] acercase el dragón a San Ignacio y el
santo le pegó fuego con que abortó las llamas que tenía prevenidas para la destrucción del mundo […] concluyose con esto esta noche con mucho gusto de todos17.
En el mismo colegio Imperial se esceniicó una lucha entre Perseo (San Francisco) y la serpiente, evidente símbolo diabólico. De lo alto del castillo, para librar a
Andrómeda, que signiicaba la Fe:
vino volando Perseo en igura de San Francisco Javier a caballo con lanza de
fuego que despedía variedad de cohetes. Trabose escaramuza entre Perseo y la
serpiente; pegole Perseo fuego con la lanza y la serpiente sirviéndole de destrucción las secretas venas que tenía de pólvora, fue quemándose poco a poco arrojando fuegos y truenos espantosos18.
El dragón tiene en las iestas inmaculistas una relevancia particular, al remitir
a la mujer del Apocalipsis, identiicada con la Virgen, que aplasta la cabeza de la
serpiente.
En Valencia (iestas inmaculistas 1663)19 se pudo observar una completa galería de dragones: en un altar presidido por la Inmaculada iguraba un dragón «de
16. Relación de las iestas que en la ciudad de Tarragona se hicieron en regocijo de la beatiicación de la
madre santa Teresa de Jesús, incluido en Dalmau, Relación de la solemnidad con que se han celebrado
en la ciudad de Barcelona las iestas a la beatiicación de la madre S. Teresa de Jesús, 1615. Paginación
aparte fol. 92r.
17. Monforte y Herrera, Relación de las iestas que ha hecho el colegio imperial de la Compañía de Jesús
de Madrid en la canonización de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, 1622, fols. 69r-69v.
18. Monforte y Herrera, Relación de las iestas que ha hecho el colegio imperial de la Compañía de Jesús,
1622, fols. 70r-70v.
19. En ocasión del Breve de Alejandro VII en favor del misterio de la Inmaculada Concepción. La cita
siguiente en Valda, Solemnes iestas que celebró Valencia por el supremo decreto de NSP Alejandro
Séptimo, 1663, pp. 98-100.
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perfectísima imitación», que daba «roncos silbos signiicando la rabiosa ira de su
pisado triunfo».
El gremio de los armeros sacó otro «formidable dragón» que vomitaba humo y
fuego, era articulado y recogía las alas para pasar por las calles estrechas20. Los
carpinteros hicieron un «vestiglo» aún más complicado, que además de mover las
alas como si volara, volvía los ojos a los lados y por la boca soltaba humo, centellas
y ¡pobre inocente! «algunas cedulillas con coplas castellanas y valencianas». El dragón de los zapateros, más comedido, no echaba fuego sino agua21.
En el altar que se levantó en el patio de la Universidad de Valencia, presidido por
la Virgen se colocó la Hidra de siete cabezas despeñándose sobre unas llamas que
se ingieron con propiedad22.
Esta hidra descrita en el Apocalipsis (12, 13) es una de las representaciones
del demonio o el pecado más repetidas, por su potencial visual y dramático, lo que
también se conirma por su abundante presencia teatral en los autos sacramentales23. A menudo se interpretan sus siete cabezas como símbolo de los siete pecados capitales, como sucede en Sevilla en las iestas de beatiicación de San Ignacio:
En el patio una fuente de alabastro y sobre ella un carro triunfal […] Hidra de
siete cabezas por donde se signiicaba la herejía fautora de todos siete vicios y
estaban de parte de Ignacio las siete virtudes teologales y cardinales y de la mano
del santo caían pendiente unas cuerdas con que estaban atados por los cuellos,
Demonio, Carne y Mundo24.
En el carro de los tintoreros de las iestas inmaculistas de Valencia llevaban:
una peana y una imagen de la Concepción en ella. En la proa la Hidra de siete
cabezas. Al lado derecho de la Virgen, San Miguel Arcángel hiriendo con una lanza
puesto el pie sobre una de sus cabezas.
Salía por las cabezas de la bestia cantidad de humo a ratos. Tirábanle un camello, un galápago, una águila y un salvaje25.
La Idolatría ofrece también amplias oportunidades para la exhibición plástica al
concretarse en ciertos modelos. Algunos bastante exóticos aparecían en el triunfo
de San Francisco Javier que organizó el colegio de San Antam de Lisboa26, donde
20. Valda, Solemnes iestas que celebró Valencia por el supremo decreto de NSP Alejandro Séptimo,
1663, pp. 506-507.
21. Valda, Solemnes iestas que celebró Valencia por el supremo decreto de NSP Alejandro Séptimo,
1663, pp. 518-520.
22. Valda, Solemnes iestas que celebró Valencia por el supremo decreto de NSP Alejandro Séptimo,
1663, pp. 111-113.
23. Ver Escudero, 2002.
24. Relación sucinta del admirable ornato, 1610, fol. 2r.
25. Crehuades, Solenes y grandiosas iestas que la noble y leal ciudad de Valencia ha hecho, 1623, p. 52.
26. Marques Salgueiro, Relaçam das festas que a religiam da Companhia de Iesu fez, 1621, fols. 21r-26v.
Visnú es uno de los dioses de la principal trilogía hindú, con Brama y Siva. Perumal o Lord Venkateswara
es otro avatar de Visnú.
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salían Visnú y Perumal, vestidos de pieles como salvajes, uno con tres cabezas, de
serpiente, de cuervo y de cocodrilo, y el otro con cabeza de mono y trompa de elefante. En la quinta cuadrilla los ídolos prisioneros eran cuatro gigantes, dioses del
Japón: Xeuxe-quan-non, con cinco cabezas, una grande y cuatro pequeñas; Amida,
dios de la salvación, llevaba sobre la cabeza cinco pirámides con banderas; Atango,
dios de las batallas, iba con una gran lanza en la mano; y Iuuo, dios del inierno, con
la cabeza cuadrada, de cuya boca salían dos dientes de jabalí27. La creencia de que
el culto a los dioses paganos es en realidad un culto al diablo tiene sus orígenes
en textos del Antiguo y Nuevo Testamento y pasó a distintos autores cristianos28 .
En todo este mundo que podríamos llamar genéricamente del Mal, las formas
se funden o confunden. Los escolares del colegio Mayor santa María de Jesús de
Sevilla se esforzaron en 1617 en la organización de un «paseo» universitario con
notable sentido cómico. Acompañando a la Justicia desilaron las Órdenes militares, abogados, oidores, alcaldes de corte etc. y por parte de los infames iguraba el
Pecado Original «en igura y hábito de demonio en jumento, como que lo llevaban a
justiciar, delante de quien iban las insignias que suelen llevar los tales, tocando una
trompeta y campanilla»; no le faltaron a este reo dos ermitaños «que lo ayudaban a
morir», caso grotesco que, seguramente, a unos haría reír y a otros tentarse la ropa.
El demonio haciendo visajes se declaraba vencido: «Por el paso en que me veo /
declaro no haber tocado / a María mi pecado»29.
En Baeza el dragón era representación del pecado original en otras iestas inmaculistas, donde el motivo era inevitable30. Otro caso se documenta en Lima (1619)
iestas de la Inmaculada31, en las que el Pecado original aparecía:
Ahorcado de una horca que dos negros llevaban. Parecíase su igura a la del
Judas que el Viernes Santo suele aparecer colgado pero con algunas disformidades como eran dos caras, coroza larga emplumada, pechos, brazos, espaldas
y piernas cubiertas de pintados sapos, culebras y con cola larga, con otras particularidades. Apretábanle la garganta tres cordeles muy largos que tiraban tres
religiones representadas en uno de cada una de tres que se han esmerado en
defensa de esta Santísima Señora.
El dominio de la Virgen o los santos sobre el mal se expresa en la composición
de los carros tirados o empujados por el demonio y secuaces, prisioneros de las
27. Xeuxe.quan.non: quizá Susanowo, dios de las tormentas; Amida (Amitabha), el Buda que veneran
en el Japón. Hizo la promesa de salvar a los pueblos, y el que invoca su nombre alcanza la salvación;
Atango: en Meaco había siete templos dedicados a este dios y a Tarombo, según comenta Francisco
de Santa Inés en la Crónica de la provincia de San Gregorio Magno de religiosos descalzos...; Iuuo: no
localizo otras ocurrencias.
28. Blázquez Redondo, 1991, p. 54.
29. Relación de la iesta que el colegio mayor de Santa María de Jesús Universidad de la ciudad de
Sevilla hizo, 1617, s. p.
30. Calderón, Relación de la iesta que la insigne universidad de Baeza celebró a la Inmaculada Concepción de la Virgen Nuestra Señora..., 1618, fol. 53v.
31. Cano Gutiérrez, Relación de las iestas triunfales que al insigne universidad de Lima hizo a la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, 1619, fol. 297r.
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huestes celestiales. Sin duda resultaba esencial su espectacularidad. La imaginería
de animales exóticos y de dragones y sierpes procedentes del Apocalipsis, compañeros de los vestiglos de la iesta cortesana y de las tarascas del Corpus, debió
de causar la admiración y las burlas de los espectadores. Los ejemplos serían innumerables32.
diablos festivos
Dejando aparte ya estos diablos y secuaces que, aunque grotescos y ridículos,
tienen un fuerte contenido doctrinal y teológico, encontramos otros demonios que
son sencillamente unos personajes más de la iesta:
así en orden marcharon saliendo de la Compañía de Jesús, siguiéndoseles el
acompañamiento de ángeles, que ya hemos dicho, no faltando para solemnizar la
iesta algunos diablillos que llevaba delante de sí S. Miguel, vestidos a lo de mojiganga de extrañas iguras33.
Personajes, al in, animadores ruidosos y danzantes, como los de Barcelona34:
Iba lo primero para regocijar la iesta y hacer lugar por las calles una danza
de doce caballitos jinetes cotoneros y entre ellos muchos como Demonios disparando perpetuamente cohetes tronadores de sus mazas […] tres ellos iban dos
gigantes, marido y mujer, en zancos haciendo graciosos ademanes, descubiertos
los rostros, con grandes lanzas en las manos y vestidos de ropas muy largas de
seda. Luego dos grandes dragonazos escupiendo llamas de fuego y disparando
terribles cohetazos por la boca acompañados también de muchos como demonios con cascabeles en las piernas y mazas para el mismo efecto que los otros, y
por remate un grande gigante de diferente talle que los otros, armado con grandes
planchas y corazas y con su celada, todo dorado y bailando los cascabeles con
mucha graciosidad al son de una flauta y tamboril [...] Iba delante la danza de los
caballitos jinetes y demonios, luego los atabales de a caballo y tras ellos un espantoso gigante de más de veinte pies de alto.
Dado que en estas iestas era tan importante la doctrina como la diversión35,
nada de extraño tiene la inclinación hacia lo cómico que sufren el demonio y sus
aliados. La misma condición de inferioridad ante Dios, la Virgen o los santos, favorece la burla a un demonio incapacitado y siempre vencido. En los casos siguientes
la comicidad es ya abiertamente explícita.
En las iestas concepcionistas de Utrera (1618) el que llevaba cautivo al Demonio-Pecado original no era un santo como en otras muchas iestas, sino Sancho Panza. Los protagonistas de la novela cervantina son bastantes habituales
32. Recojo bastantes descripciones de relaciones de iestas jesuíticas en Torres, 2009, pp. 269-357.
33. Relación de las iestas y octavario solemnísimo con que celebró el religiosísimo Colegio de la Compañía de Jesús de la nobilísima ciudad de Cádiz, 1671, fol. 1v.
34. Rebullosa, Relación de las grandes iestas que en esta ciudad de Barcelona se han hecho, 1601, pp.
149 y 338.
35. Arellano, 2009.
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en las mascaradas de la época36, y no faltaron en esta ocasión, insertados en la
doctrina inmaculista: «Iba Sancho Panza con gran barriga [...] llevaba asido de una
soga el Pecado original el cual iba en forma de un diablo muy feo, caballero en una
serpiente»37.
El mismo don Quijote interviene en Salamanca38, en otra máscara de estudiantes vestidos ridículamente, en la que pega fuego al árbol con la sierpe diabólica:
Iba en un rocín muy flaco a pegar fuego al árbol en que estaba revuelta la sierpe, el mote que llevaban en una tarjeta era gracioso y decía:
A matar un animal
y pegar a un árbol fuego
salgo, turbando el sosiego
al pecado original.
Aunque don Quijote cumplió inalmente con su destino de fracaso, porque se
levantó demasiado aire y llevó el fuego al árbol antes de tiempo.
Carácter burlesco se advierte también en la iesta de canonización de Francisco
de Borja, en Cádiz (1671), en que participaron un grupo de diablillos «vestidos a lo
mojiganga de extrañas iguras», que en vez de temor provocaban la risa.
Otra máscara que recorrió la ciudad de Baeza en las iestas de la Inmaculada de
1618, llevaba en la segunda cuadrilla al Pecado original y los Siete pecados capitales, caracterizados de forma grotesca: baste el ejemplo de la Pereza, signiicado en
Morfeo sobre un asno flaco, «el rostro soñoliento, ojos cerrados, cabello suelto y en
su vestidura pintados sapos y tortugas».
Le seguía el Pecado original y el demonio descrito con cierto detallismo:
Por caudillo desta infernal cuadrilla iba el Demonio vestido un justillo negro lleno de llamas y bocas de inierno, rostro muy iero, ojos encendidos, colmillos muy
grandes, cuernos de cabrón, y por cabellos culebras que pendían al aire, garras en
las manos, cola enroscada, caballo morcillo con gualdrapa de inierno39.
En Granada con motivo de la beatiicación de santa Rosa de Lima en la Calle
Nueva se levantó un complicado árbol de fuego y allí «los diablillos con horrible y
vistosa librea atemorizaron la puericia, avisando de la imagen de su perpetuo incendio que estaba aquella noche prevenido»: «Salió [la procesión] de la santa iglesia
36. Arellano, 2005.
37. Breve relación de la iesta y máscara que la villa de Utrera y clero de S. María de la Mesa ... hicieron
a la limpia Concepción, 1618, s. p.
38. Relación de las iestas que la universidad de Salamanca celebró desde 27 hasta 31 de octubre del
año de 1618, 1618, pp. 17-18.
39. Calderón, Relación de la iesta que la insigne universidad de Baeza celebró a la Inmaculada Concepción de la Virgen Nuestra Señora..., 1618, fol. 53v.
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en esta forma, iban delante los diablillos, la tarasca y los gigantes, como en la iesta
del Corpus...»40.
Igual diminutivo emplea José Romaguera en la relación del traslado del cuerpo
de san Olaguer en la catedral de Barcelona:
Cuando después de las solemnes vísperas en la Catedral se empezó a arreglar
y dar principio a la procesión en la forma acostumbrada, empezando por la bulla
de los gigantes y su alegre comitiva de diablillos y caballitos, con los dos grandes
dragones en forma de víboras volantes que van disparando cohetes por la boca,
como que alientan vigorosas llamas41.
eMbleMas diabólicos
Una variedad expresiva inclinada a menudo, no siempre, hacia lo cómico o lo
pintoresco es la de los emblemas que representan al demonio.
Valda42, en su descripción de las iestas valencianas, recoge algunos interesantes de la rica serie que se pudo ver en esta ciudad; bastante raro es el de la cigüeña
y la lechuza:
una cigüeña volando con un ramo de plátano en la boca y algunas lechuzas
huyendo […] válense las cigüeñas de esta planta para ahuyentar estas lúgubres y
funestas aves (símbolo del pecado) cuando están empollando los huevos, pues
llegando a ellos los corrompen.
Expuesto en el teatro de la universidad y aludiendo al pecado original se veía un
tigre que quería clavar las uñas en una Torre; a las puertas de la capilla del Palacio
Real «un retrato de la Virgen y un Diablo mal pintor ocioso»; y en otros lugares «un
diablo cazador con un arcabuz en la mano y más arriba un ave volando» (el Ave
María al que no puede acertar el mal cazador diabólico); unas «pelotillas de jabón»,
explicadas en la letra («al Demonio di un jabón / y en Ella limpia y sin par / no se
halla qué jabonar»); una culebra que con la cola derramaba un tintero sobre un
retablo manchándole todo, «un demonio que quería robar la miel de una colmena»
(letra: «Deixa la colmena, brut, / no la toques, mal mirat, /que es mel de la Puritat»);
«un lobo como que quería acometer a una oveja»; un dragón echando veneno hacia
arriba y poco más alto una estrella, etc.
En todos los casos las letras de los emblemas aclaran el sentido, a menudo,
como se ha visto en algunos ejemplos, jugando del vocablo más o menos ingeniosamente.
40. Relación breve de las iestas que el Real Convento de Santa Cruz de Granada dispuso, 1668, fols.
2r-v.
41. Romaguera, Festivas demostraciones majestuosos obsequios, 1702, p. 231.
42. Valda, Solemnes iestas que celebró Valencia, 1663, p. 62.
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Pero donde suele predominar de manera decidida la visión burlesca es en los
certámenes poéticos. En el octavo certamen de las iestas inmaculistas de Lima
(1619) el tema fue precisamente el demonio porque «en los triunfos no solo tiene
parte el vencedor sino también el vencido, aunque es de ignominias»: allí recibe el
vencido todos los baldones, y se caliica de murciego, pájaro nocturno, villano rústico, verdugo, riguroso cómitre, o desventurado príncipe:
Y al in arrastrado tanto
os quedó tan mal olor
que oléis a todas las horas
a pastillas de Chinchón43.
En el sexto certamen de Granada se premiaba al que «con más viveza hiciere
un romance gracioso de quince coplas dándole vaya al demonio y al pecado original que los dejó la Virgen burlados en su Concepción»; algunos versos fueron los
siguientes:
el de las siete cabezas
que parece ristra de ajos
[...]
sarna que come y que gasta
ungüento de azufre tanto
[...]
Eres el cerbero can
pero ahora me pareces
perro que con las zarazas
rabia, ladra, gruñe y muerde (fol. 21r)
Incluso puede el mismo diablo ejercer de poeta con unas quintillas burlescas:
Yo diablo triste y cansado
aquí me vengo a quejar
de las curras que me han dado
los poetas, sin mirar
que ya estoy desesperado
Y a los poetas les digo
que en verano en invierno
se lleven más bien conmigo
que al in no es malo un amigo
aunque sea en el inierno44.
El ambiente es de auténtica comicidad, lo que da pie a distintos artesanos para
inventar curiosos mecanismos. El gremio de cerrajeros valencianos ingenió una
43. Cano Gutiérrez, Relación de las iestas triunfales que al insigne universidad de Lima hizo, 1619, fol.
338r.
44. Cervantes y Ervias, Descripción de las iestas que al primero y purísimo instante de la concepción de
nuestra Señora consagró el real convento de San Francisco de Granada, 1662, pp. 83-86.
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capilla con San Joaquín y Santa Ana, que con el vientre abierto dejaba ver una pequeña Virgen, y un globo del que bajaba un ángel a limpiarle los mocos al demonio:
a los pies de Santa Ana estaba el Pecado queriendo cobrar en su concepción
el tributo que nos dejaron nuestros padres. Estaba en la proa [del carro] un globo
a modo de cielo y abriéndose a ratos salía de él un ángel, y bajaba hasta el vientre
de Santa Ana limpiándole de paso al demonio los mocos45.
No hacen falta más ejemplos para ver la falta de respeto con la que estos humildes oiciales miran al rey de las tinieblas: en las iestas de Lima el demonio es
personaje molesto, sí, pero tanto como pueda serlo un importuno, lejos de los terrores trascendentes de un maléico destructor: aparecía un medio hombre-medio
demonio que «mirado por el lado izquierdo no se podía desear mayor belleza en lo
hermoso […] y por el derecho desde la cabeza al pie parecía un abominable monstruo vestido de escamas y rayos de fuego».
La letra decía: «Demonio y hombre importuno, todo es uno»46, y son igualmente
cotidianos.
final
Se puede airmar, en suma, que el Diablo y sus secuaces, coprotagonistas de
las iestas barrocas, son representados prácticamente siempre bajo un aspecto
y actitudes cómicas: de tan malvados fueron ridículos y en su humillante derrota
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