Investigación de Historia
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ASIGNATURA 4514
Historia de las relaciones de Panama con los Estados Unidos ||
Antecedentes
La Constitución de Rionegro de 1863, que creaba el estado federal (Estados Unidos de
Colombia) establecido por los liberales radicales liderados por Tomás Cipriano de
Mosquera tras su victoria en la guerra civil de 1860-1862, sembró cada vez más el
anticlericalismo, el libre mercado y las distinciones locales, como entre los mismos
estados que en ocasiones tenían ejércitos mucho más grandes que los del gobierno
central y tenían derecho a declararse la guerra entre ellos, redujo el periodo
presidencial a dos años y dotó de mayor poder al parlamento que al presidente. En una
situación salpicada de conflictos sociales y guerras civiles, los liberales independientes
junto a los conservadores retomaron el poder en la guerra de 1884-1885 y se redactó
la Constitución de 1886 que pretendía, al contrario de la constitución anterior, un
estado centralista fuerte, confesional católico y proteccionista, en un proceso que se
conoció como La Regeneración, liderada por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro.
Con la Constitución de 1886 se dio también el concordato con la Santa Sede, mediante
el cual la educación en Colombia quedaba bajo el control de la Iglesia católica, la cual
determinaba los textos escolares y universitarios que podían estudiarse estableciendo
una censura por motivos religiosos o políticos. Igualmente, todos los nombramiento de
docentes quedaron bajo su supervisión, desatándose en los centros educativos del país
la persecución y expulsión de los educadores que no actuaban bajo la voluntad
católica. Los empleados públicos liberales fueron despedidos y como lo relata Lucas
Caballero en sus memorias, periodistas y críticos de los gobiernos hegemónicos, como
Ospina y Santiago Pérez, fueron encarcelados o condenados al destierro; sin embargo,
la oposición de otros como Rafael Uribe Uribe y Marceliano Vélez fue permitida.
Los liberales realizaron un intento de insurrección en 1895, y la exaltación y los
conflictos del momento generaron rencillas entre los candidatos de la oposición y los
del gobierno oficial. Los empresarios y comerciantes opositores de los gobiernos de
turno eran hostigados y sus actividades eran obstaculizadas. Terminando el siglo xix, en
el congreso de Colombia solo había un congresista liberal.
En vísperas de la guerra, el país se encontraba dividido en varias corrientes políticas:
entre los conservadores estaban los nacionalistas, que conformaban el gobierno y se
caracterizaban por ser altamente excluyentes con los liberales, y los conservadores
históricos, que aceptaban la necesidad de entenderse con los liberales, que en aquel
entonces eran un grupo político importante, se oponían igualmente a la censura de
prensa y a la restricción de los derechos individuales, como venían actuando los
nacionalistas amparados en un pasaje transitorio de la constitución de 1886.
Los liberales también se encontraban fraccionados: aquellos que deseaban agotar las
instancias políticas para acceder al poder (pacifistas) liderados por Aquileo Parra, y
quienes estaban dispuestos a conquistar los espacios que el Gobierno les cerraba
desde hace catorce años mediante la confrontación armada (belicistas) liderados por
Rafael Uribe Uribe.
Causas
Los conservadores disidentes se apartaron formalmente del Partido Nacional en enero
de 1896 con la publicación de un manifiesto titulado "Motivos de la Disidencia".
Redactado por Carlos Martínez Silva del departamento de Santander, documento
firmado por veintiún conservadores promitentes (todos antiguos colaboradores de la
Regeneración, movimiento liderado inicialmente por Rafael Núñez, conformado por
liberales moderados y conservadores), documento que obtuvo después el apoyo de
Marceliano Vélez, líder de un importante bloque de disidentes conservadores del
departamento de Antioquia. El documento era una acusación de prácticamente todos
los aspectos de la Regeneración y, a la vez, una declaración de los principios históricos
del partido conservador. Los disidentes reconocían los grandes logros de la
Regeneración: la consecución de la unidad nacional y la definición del asunto de la
Iglesia. Pero alegaban que la constitución de 1886 y las fórmulas económicas y políticas
de los gobiernos que la siguieron habían constituido una reacción exagerada contra el
extremo federalismo y la debilidad de los gobiernos nacionales bajo la Constitución de
1863. La política y administración propuesta por la regeneración se había vuelto
autoritaria y sus políticas fiscales habían resultado desastrosas”.
Las elecciones presidenciales de 1898 se realizaron después de una campaña agitada
por vientos de guerra. Desde marzo de 1897, a nombre de los liberales, Nicolás
Esguerra había propuesto un frente nacional, con un ejecutivo plural de liberales y
conservadores históricos que excluía del gobierno a los nacionalistas (seguidores del
Partido Nacional).Por su lado, el partido conservador se oponía continuamente a todo
aquello que pudiese llegar a representar el gobierno de los nacionalistas.
Sanclemente, debido a problemas de salud, tuvo que delegar provisionalmente el
poder al vicepresidente José Manuel Marroquín, esto fue aprovechado por los
conservadores históricos ya que Marroquín era cercano a este bando.Los primeros
actos de gobierno de Marroquín, en materia económica, sorprendieron a todos: los
liberales lo aplaudieron y los nacionalistas se sintieron defraudados. Marroquín había
comenzado a desmontar la política proteccionista de la Regeneración y a darle vía al
libre cambio. Miguel Antonio Caro le envió mensajes de urgencia a Sanclemente para
que viniera a posesionarse, generándose un vacío de poder que permitió que se dieran
las condiciones para la guerra. Sanclemente asumió el poder en los primeros días de
noviembre de 1898, poniendo fin, de esta forma, a los ochenta días de la
administración Marroquín.
El vicepresidente Marroquín renunció acosado por las críticas de Caro el 20 de
septiembre, el senado rechazó la renuncia al tiempo que liberales anunciaban su apoyo
a reformas librecambistas, que fueron presentadas por Marroquín en el senado el 26
de septiembre de 1898.
La guerra
Durante la primera fase del conflicto ambos bandos combatieron con ejércitos en
grandes batallas campales, siendo llamados sus comandantes los Generales Caballeros
por el trato respetuoso que daban los vencedores a los vencidos. Inicialmente esto se
debía a la desconfianza de los altos mandos liberales a sus propias guerrillas,
consideradas bandoleras y anárquicas. El mismo comando militar rebelde estaba
dividido por rivalidades internas, entre los generales Justo Leónidas Durán, Benjamín
Herrera y Rafael Uribe Uribe cuyo intento de unión y coordinación a través del
nombramiento de Gabriel Vargas Santos como Presidente Provisional de la República
fue un fracaso.
Los insurrectos recibieron el apoyo de liberales de otros países, en especial el gobierno
de Venezuela. Se debe mencionar que el conflicto degeneró en una larga guerra de
guerrillas en la que ambos bandos cayeron en excesos y brutalidades a una escala
jamás vista en Colombia.
Por otro lado los conservadores históricos agrupados en el partido conservador
conspiraban contra Sanclemente. Los máximos líderes del partido y de esa corriente,
Marceliano Vélez y Carlos Martínez Silva, escribieron cartas en que incitaban a los
conservadores a no respaldar al gobierno.
¿Dónde estalló?
Estalló en el departamento de Santander y aunque el llamamiento a las armas era a
nivel nacional, el conflicto se centró en su etapa inicial en esta región, tradicionalmente
fortín del liberalismo radical en el siglo XIX. Después se regaría como pólvora por el
resto del país.
La Paz de Wisconsin
El Tratado del Wisconsin es el documento con el que oficialmente se pone fin a la
guerra civil en Colombia, que se inició el 17 de agosto de 1899, conflicto que hoy se
conoce como la guerra de los Mil Días.
Después de la efímera victoria de Peralonso, en que las fuerzas liberales retomaron el
brío perdido en la batalla de Bucaramanga, el liberalismo no volvió a conocer de
victorias que hubieran podido cambiarle el curso a la guerra. En el centro del país los
grandes ejércitos se esfumaron quedando, en el mejor de los casos, conformados por
una sumatoria de guerrillas, con la cuota de desorden y brutalidad que esto implicaba.
El apoyo de Cipriano Castro (presidente de Venezuela) y Eloy Alfaro (presidente del
Ecuador) no fue suficiente para evitar una consistente pérdida de batallas por parte del
liberalismo. En la frontera sur fue imposible consolidar una fuerza operativa que
pudiera dominar ese estratégico espacio, y en el norte el general Rafael Uribe Uribe no
logró recoger más que derrotas. Sólo en Panamá, a donde el general Benjamín Herrera
se había trasladado con una importante unidad naval, el Almirante Padilla, y con un
número significativo de hombres y fogueados generales que habían hecho campaña en
los departamentos de Cundinamarca y Tolima, el liberalismo aparecía triunfante.
Las fuerzas del general Herrera contaron con el apoyo decisivo que le dieron los
aborígenes del Istmo comandados por Victoriano Lorenzo. Herrera combatió desde las
Bocas del Toro hasta las goteras de la ciudad de Panamá, logrando arrinconar a los
conservadores detrás de sus murallas, donde recibieron el amparo de los cañones de
los barcos y de los fusiles de los marines estadounidenses apostados en la vía férrea
que unía los dos océanos.
Pero mientras la suerte acompañaba a Benjamín Herrera, en el centro del país el
desánimo liberal cundía, al punto que el general Uribe Uribe decidió buscar la paz por
medio de un tratado. Su firma, el 24 de octubre de 1902 en la finca Neerlandia, de
donde toma su nombre, induce a Benjamín Herrera a pensar en una fórmula similar. El
Tratado de Neerlandia, los cañones estadounidenses apuntados hacia los puertos y la
amenaza de su intervención directa llevan al general Herrera a aceptar el ofrecimiento
de los norteamericanos para que en su buque insignia, el Wisconsin, fondeado en el
puerto de Ciudad de Panamá, se reúnan las comisiones de las fuerzas beligerantes para
acordar un tratado de paz. Allí durante varios días se reúnen las comisiones respectivas
y el 21 de noviembre de 1902, los conservadores Víctor M. Salazar y Alfredo Vázquez
Cobo y los liberales Lucas Caballero y Eusebio Morales firman un acuerdo que,
ratificado respectivamente por sus jefes Nicolás Perdomo, ministro de Gobierno, y
Benjamín Herrera, director de la guerra en Cauca y Panamá, pone fin al conflicto (ver
Credencial Historia Nº 7, julio de 1990).
No hubo brindis fuera del celebrado por firmantes y anfitriones. Al resto del país la
noticia llegó tarde. Panamá estaba demasiado lejos, y en el interior del país el telégrafo
escaso e interrumpido en muchos sitios dejaba las comunicaciones en manos de los
estafetas y los comerciantes trashumantes. Los telegramas de la Dirección liberal
informando del hecho y ordenando la presentación a las guarniciones conservadoras
de las fuerzas que aún combatían, así como los avisos pegados por el gobierno en las
plazas de los pueblos, llegaron y se aplicaron de manera desacompasada, por lo que el
Tratado del Wisconsin, con el que oficialmente se puso fin a la guerra, no logró concluir
de un tajo con ella; ésta se fue extinguiendo paulatinamente.