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Investigación de Historia

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CENTRO REGIONAL UNIVERSITARIO PANAMÁ OESTE

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN


LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR

ASIGNATURA 4514
Historia de las relaciones de Panama con los Estados Unidos ||

Nombre: Victoria Julio 8-960-2242

La guerra de los Mil dias


La Guerra de los Mil Días fue un conflicto civil de Colombia disputado entre el 17 de
octubre de 1899 y el 21 de noviembre de 1902, por inconformidades ante políticas y
resultados anteriores de la política de la Regeneración apoyada por el Partido Nacional
(movimiento inicialmente encabezado por Rafael Núñez conformado por
conservadores y liberales moderados). Muchos políticos liberales radicales y
conservadores rechazaron medidas que consideraban exageradas por parte del
gobierno, además los radicales del partido Liberal buscaban formas de llegar al
gobierno y revertir los cambios de La Regeneración, pero los nacionalistas que tenían el
control del gobierno en sus manos disponían de estrategias a su favor que podían
restringir las acciones de otros políticos y partidos y alejarlos del mismo.
En el siglo xix después de la guerra de independencia entre realistas e
independentistas, se registraron en Colombia varios conflictos regionales y guerras
civiles, inicialmente entre bolivarianos y santanderistas, centralistas y federalistas,
esclavistas y abolicionistas, confesionales y seculares, entre otros, que a la larga fueron
evolucionando a conflictos entre conservadores y liberales.

Antecedentes
La Constitución de Rionegro de 1863, que creaba el estado federal (Estados Unidos de
Colombia) establecido por los liberales radicales liderados por Tomás Cipriano de
Mosquera tras su victoria en la guerra civil de 1860-1862, sembró cada vez más el
anticlericalismo, el libre mercado y las distinciones locales, como entre los mismos
estados que en ocasiones tenían ejércitos mucho más grandes que los del gobierno
central y tenían derecho a declararse la guerra entre ellos, redujo el periodo
presidencial a dos años y dotó de mayor poder al parlamento que al presidente. En una
situación salpicada de conflictos sociales y guerras civiles, los liberales independientes
junto a los conservadores retomaron el poder en la guerra de 1884-1885 y se redactó
la Constitución de 1886 que pretendía, al contrario de la constitución anterior, un
estado centralista fuerte, confesional católico y proteccionista, en un proceso que se
conoció como La Regeneración, liderada por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro.

Con la Constitución de 1886 se dio también el concordato con la Santa Sede, mediante
el cual la educación en Colombia quedaba bajo el control de la Iglesia católica, la cual
determinaba los textos escolares y universitarios que podían estudiarse estableciendo
una censura por motivos religiosos o políticos. Igualmente, todos los nombramiento de
docentes quedaron bajo su supervisión, desatándose en los centros educativos del país
la persecución y expulsión de los educadores que no actuaban bajo la voluntad
católica. Los empleados públicos liberales fueron despedidos y como lo relata Lucas
Caballero en sus memorias, periodistas y críticos de los gobiernos hegemónicos, como
Ospina y Santiago Pérez, fueron encarcelados o condenados al destierro; sin embargo,
la oposición de otros como Rafael Uribe Uribe y Marceliano Vélez fue permitida.
Los liberales realizaron un intento de insurrección en 1895, y la exaltación y los
conflictos del momento generaron rencillas entre los candidatos de la oposición y los
del gobierno oficial. Los empresarios y comerciantes opositores de los gobiernos de
turno eran hostigados y sus actividades eran obstaculizadas. Terminando el siglo xix, en
el congreso de Colombia solo había un congresista liberal.
En vísperas de la guerra, el país se encontraba dividido en varias corrientes políticas:
entre los conservadores estaban los nacionalistas, que conformaban el gobierno y se
caracterizaban por ser altamente excluyentes con los liberales, y los conservadores
históricos, que aceptaban la necesidad de entenderse con los liberales, que en aquel
entonces eran un grupo político importante, se oponían igualmente a la censura de
prensa y a la restricción de los derechos individuales, como venían actuando los
nacionalistas amparados en un pasaje transitorio de la constitución de 1886.
Los liberales también se encontraban fraccionados: aquellos que deseaban agotar las
instancias políticas para acceder al poder (pacifistas) liderados por Aquileo Parra, y
quienes estaban dispuestos a conquistar los espacios que el Gobierno les cerraba
desde hace catorce años mediante la confrontación armada (belicistas) liderados por
Rafael Uribe Uribe.

Causas
Los conservadores disidentes se apartaron formalmente del Partido Nacional en enero
de 1896 con la publicación de un manifiesto titulado "Motivos de la Disidencia".
Redactado por Carlos Martínez Silva del departamento de Santander, documento
firmado por veintiún conservadores promitentes (todos antiguos colaboradores de la
Regeneración, movimiento liderado inicialmente por Rafael Núñez, conformado por
liberales moderados y conservadores), documento que obtuvo después el apoyo de
Marceliano Vélez, líder de un importante bloque de disidentes conservadores del
departamento de Antioquia. El documento era una acusación de prácticamente todos
los aspectos de la Regeneración y, a la vez, una declaración de los principios históricos
del partido conservador. Los disidentes reconocían los grandes logros de la
Regeneración: la consecución de la unidad nacional y la definición del asunto de la
Iglesia. Pero alegaban que la constitución de 1886 y las fórmulas económicas y políticas
de los gobiernos que la siguieron habían constituido una reacción exagerada contra el
extremo federalismo y la debilidad de los gobiernos nacionales bajo la Constitución de
1863. La política y administración propuesta por la regeneración se había vuelto
autoritaria y sus políticas fiscales habían resultado desastrosas”.
Las elecciones presidenciales de 1898 se realizaron después de una campaña agitada
por vientos de guerra. Desde marzo de 1897, a nombre de los liberales, Nicolás
Esguerra había propuesto un frente nacional, con un ejecutivo plural de liberales y
conservadores históricos que excluía del gobierno a los nacionalistas (seguidores del
Partido Nacional).Por su lado, el partido conservador se oponía continuamente a todo
aquello que pudiese llegar a representar el gobierno de los nacionalistas.
Sanclemente, debido a problemas de salud, tuvo que delegar provisionalmente el
poder al vicepresidente José Manuel Marroquín, esto fue aprovechado por los
conservadores históricos ya que Marroquín era cercano a este bando.Los primeros
actos de gobierno de Marroquín, en materia económica, sorprendieron a todos: los
liberales lo aplaudieron y los nacionalistas se sintieron defraudados. Marroquín había
comenzado a desmontar la política proteccionista de la Regeneración y a darle vía al
libre cambio. Miguel Antonio Caro le envió mensajes de urgencia a Sanclemente para
que viniera a posesionarse, generándose un vacío de poder que permitió que se dieran
las condiciones para la guerra. Sanclemente asumió el poder en los primeros días de
noviembre de 1898, poniendo fin, de esta forma, a los ochenta días de la
administración Marroquín.
El vicepresidente Marroquín renunció acosado por las críticas de Caro el 20 de
septiembre, el senado rechazó la renuncia al tiempo que liberales anunciaban su apoyo
a reformas librecambistas, que fueron presentadas por Marroquín en el senado el 26
de septiembre de 1898.

El 6 de octubre de 1898 el Senado se negó a aprobar la ley de elecciones, que


seguidores liberales de Rafael Uribe Uribe consideraban una garantía necesaria para el
sufragio, lo cual fue una de las causas políticas principales del conflicto. A partir de ese
acontecimiento los liberales de Uribe Uribe concluyeron que por el camino de las urnas
jamás tendrían acceso al poder. A partir de ese momento los liberales se dividieron en
pacifistas o directoristas, orientados por el jefe del Directorio liberal, Aquileo Parra; y
guerreristas, que seguían a Rafael Uribe Uribe.
Las reformas políticas a favor del libre cambio que venían promoviendo los históricos y
los liberales eran opuestas a los postulados nacionalistas de la Regeneración, por lo
que no podía darse acuerdo alguno entre las agrupaciones. A su vez, en cuanto a la
concepción del Estado, los postulados conservadores y liberales se oponían a los del
Partido Nacional.

La guerra
Durante la primera fase del conflicto ambos bandos combatieron con ejércitos en
grandes batallas campales, siendo llamados sus comandantes los Generales Caballeros
por el trato respetuoso que daban los vencedores a los vencidos. Inicialmente esto se
debía a la desconfianza de los altos mandos liberales a sus propias guerrillas,
consideradas bandoleras y anárquicas. El mismo comando militar rebelde estaba
dividido por rivalidades internas, entre los generales Justo Leónidas Durán, Benjamín
Herrera y Rafael Uribe Uribe cuyo intento de unión y coordinación a través del
nombramiento de Gabriel Vargas Santos como Presidente Provisional de la República
fue un fracaso.
Los insurrectos recibieron el apoyo de liberales de otros países, en especial el gobierno
de Venezuela. Se debe mencionar que el conflicto degeneró en una larga guerra de
guerrillas en la que ambos bandos cayeron en excesos y brutalidades a una escala
jamás vista en Colombia.
Por otro lado los conservadores históricos agrupados en el partido conservador
conspiraban contra Sanclemente. Los máximos líderes del partido y de esa corriente,
Marceliano Vélez y Carlos Martínez Silva, escribieron cartas en que incitaban a los
conservadores a no respaldar al gobierno.

¿Dónde estalló?
Estalló en el departamento de Santander y aunque el llamamiento a las armas era a
nivel nacional, el conflicto se centró en su etapa inicial en esta región, tradicionalmente
fortín del liberalismo radical en el siglo XIX. Después se regaría como pólvora por el
resto del país.

¿Quiénes fueron los actores?


Como ha sido tradición en la historia colombiana, el protagonismo de este conflicto
bélico se lo llevan los dos partidos políticos tradicionales: liberal y conservador.
Quienes a su vez, como también ha sido tradicional, se encontraban divididos en
facciones, algunas más radicales que otras. Liberales en las ramas tradicional
(moderados) y belicista (radicales); conservadores en históricos (azules moderados y
hasta con ciertos tintes liberales) y nacionalistas (azules retardatarios al extremo).
Sus divisiones en gran parte se basaron en la forma de percibir el embate centralizador
y tiránico de la Regeneración, que hasta hacía poco tiempo comandaba Rafael Núñez y
su vicepresidente Miguel Antonio Caro.
Así mismo, también se basaban en la forma de asumir las riendas de un Estado pobre,
con un fuerte problema de concentración de la tierra y de la riqueza y cuya economía
se basaba en el modelo de exportaciones agrícolas (el café ya era el producto insigne).
Además con una incipiente industria y una clase trabajadora en condiciones cada vez
más precarias.

La muerte de Victoriano Lorenzo


Hace 120 años, un 15 de mayo de 1903, en la Plaza de Francia, antigua plaza de
Chiriquí fue injustamente ejecutado Victoriano Lorenzo, héroe panameño, líder
indígena, general revolucionario, auténtico dirigente popular que pagó con su vida su
vocación y decisión de defender los intereses de las clases pobres y desprotegidas de la
sociedad de entonces.
Victoriano Lorenzo nació en la provincia de Coclé en 1867. Hijo de María Pascuala
Troya y su esposo Rosa Lorenzo. Se casó con María Lorenza Morán, aprendió a leer y a
escribir con el sacerdote jesuita Antonio Jiménez de Capira, y en 1889 ocupó el cargo
de corregidor de El Cacao.
Su vida estuvo llena de sobresaltos que incluyeron su disputa territorial y reivindicativa
con el corregidor Pedro de Hoyos, por el injusto y arbitrario cobro de diezmos y
primicias a la comunidad indígena de Trinidad.
Su encarcelamiento de 9 años por la muerte de Hoyos, a quien mató en defensa propia
y su decisión de defender a la población indígena de las injusticias e iniquidades
cometidas por los gamonales locales que lo llevó a apoyar al bando liberal contra el
gobierno central conservador en la Guerra de los Mil Días que se extendió por toda
Colombia.
De hecho, se le considera un caudillo y héroe nacional de Panamá, precisamente por su
participación en la Guerra de los Mil Días (1899-1902), la cual le proveyó de gran
influencia en el istmo de Panamá, porque en ella estuvo luchando contra los abusos
que cometían las autoridades conservadoras en contra de los istmeños y en favor de
los liberales que prometían el fin de ese estado de cosas.
Victoriano Lorenzo se caracterizó por su inteligencia desempeñándose como auxiliar,
pasando a ser secretario de oficiales.
Se hizo sastre, barbero y leyó sobre las leyes.
Fue secretario del gobernador del Cabildo Indígena, desató la rebelión de los
aborígenes luchando por tierra y libertad.
Al ser derrotados los liberales en julio de 1900, en la Batalla del Puente de Calidonia, se
encargó de esconder las armas que los rebeldes lograron conservar, comenzando
exitosamente una guerra de guerrillas que lo llevó a ocupar Penonomé.
De acuerdo con Austin y George (2003) “Victoriano fue nombrado General de División
de las tropas liberales que, a partir de ese momento, solamente cosecharon victorias.
Desató la rebelión de los originarios luchando por tierra y libertad. La influencia que
ejercía entre los indígenas lo convirtieron en el jefe más peligroso de la rebelión, pues
atraía cada vez más hacia sus filas al resto de los desheredados”.
Por esta razón, cuando, el 24 de octubre de 1902 conservadores y liberales firmaron el
pacto de la hacienda “Neerlandia”, que se hizo acuerdo de paz definitivo el 21 de
noviembre por medio de su firma a bordo del acorazado estadounidense USS
Wisconsin estuvo claro que Victoriano no era parte del acuerdo.

 Fue apresado el 28 de noviembre y condenado a muerte.


 Las autoridades se negaron a entregar su cadáver a sus amigos y familiares.
 Suponen los cronistas de la época que tal vez fue enterrado en una fosa común
en el Cementerio Amador.

“Muero como murió Jesucristo”, fueron sus últimas palabras.

La Paz de Wisconsin
El Tratado del Wisconsin es el documento con el que oficialmente se pone fin a la
guerra civil en Colombia, que se inició el 17 de agosto de 1899, conflicto que hoy se
conoce como la guerra de los Mil Días.
Después de la efímera victoria de Peralonso, en que las fuerzas liberales retomaron el
brío perdido en la batalla de Bucaramanga, el liberalismo no volvió a conocer de
victorias que hubieran podido cambiarle el curso a la guerra. En el centro del país los
grandes ejércitos se esfumaron quedando, en el mejor de los casos, conformados por
una sumatoria de guerrillas, con la cuota de desorden y brutalidad que esto implicaba.
El apoyo de Cipriano Castro (presidente de Venezuela) y Eloy Alfaro (presidente del
Ecuador) no fue suficiente para evitar una consistente pérdida de batallas por parte del
liberalismo. En la frontera sur fue imposible consolidar una fuerza operativa que
pudiera dominar ese estratégico espacio, y en el norte el general Rafael Uribe Uribe no
logró recoger más que derrotas. Sólo en Panamá, a donde el general Benjamín Herrera
se había trasladado con una importante unidad naval, el Almirante Padilla, y con un
número significativo de hombres y fogueados generales que habían hecho campaña en
los departamentos de Cundinamarca y Tolima, el liberalismo aparecía triunfante.
Las fuerzas del general Herrera contaron con el apoyo decisivo que le dieron los
aborígenes del Istmo comandados por Victoriano Lorenzo. Herrera combatió desde las
Bocas del Toro hasta las goteras de la ciudad de Panamá, logrando arrinconar a los
conservadores detrás de sus murallas, donde recibieron el amparo de los cañones de
los barcos y de los fusiles de los marines estadounidenses apostados en la vía férrea
que unía los dos océanos.
Pero mientras la suerte acompañaba a Benjamín Herrera, en el centro del país el
desánimo liberal cundía, al punto que el general Uribe Uribe decidió buscar la paz por
medio de un tratado. Su firma, el 24 de octubre de 1902 en la finca Neerlandia, de
donde toma su nombre, induce a Benjamín Herrera a pensar en una fórmula similar. El
Tratado de Neerlandia, los cañones estadounidenses apuntados hacia los puertos y la
amenaza de su intervención directa llevan al general Herrera a aceptar el ofrecimiento
de los norteamericanos para que en su buque insignia, el Wisconsin, fondeado en el
puerto de Ciudad de Panamá, se reúnan las comisiones de las fuerzas beligerantes para
acordar un tratado de paz. Allí durante varios días se reúnen las comisiones respectivas
y el 21 de noviembre de 1902, los conservadores Víctor M. Salazar y Alfredo Vázquez
Cobo y los liberales Lucas Caballero y Eusebio Morales firman un acuerdo que,
ratificado respectivamente por sus jefes Nicolás Perdomo, ministro de Gobierno, y
Benjamín Herrera, director de la guerra en Cauca y Panamá, pone fin al conflicto (ver
Credencial Historia Nº 7, julio de 1990).
No hubo brindis fuera del celebrado por firmantes y anfitriones. Al resto del país la
noticia llegó tarde. Panamá estaba demasiado lejos, y en el interior del país el telégrafo
escaso e interrumpido en muchos sitios dejaba las comunicaciones en manos de los
estafetas y los comerciantes trashumantes. Los telegramas de la Dirección liberal
informando del hecho y ordenando la presentación a las guarniciones conservadoras
de las fuerzas que aún combatían, así como los avisos pegados por el gobierno en las
plazas de los pueblos, llegaron y se aplicaron de manera desacompasada, por lo que el
Tratado del Wisconsin, con el que oficialmente se puso fin a la guerra, no logró concluir
de un tajo con ella; ésta se fue extinguiendo paulatinamente.

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