Teoria de Bruner
Teoria de Bruner
Teoria de Bruner
La teoría del aprendizaje de Bruner aporta herramientas para que los pequeños procesen de forma
positiva lo que van asimilando. Se basa en la motivación y el incentivo al descubrimiento.
La teoría del aprendizaje de Jerome Bruner supone un cambio importante de paradigma con respecto
a la educación tradicional. Sus ideas profundizan en la necesidad del aprendizaje constructivista,
como producto de la interacción entre los conocimientos previos del estudiante y los de sus pares bajo
el acompañamiento dinámico y flexible del docente.
Bruner observó que la mente no era pasiva y que la motivación y las condiciones sociales y culturales
permitirían comprender la realidad de forma integral.
Por ello, es importante que la curiosidad sea la guía principal en todo el proceso. En ese sentido,
Bruner creó un sistema de categorización con el cual es posible clasificar de forma efectiva la
información recibida del exterior y así facilitar la comprensión de la realidad.
Basado en ello, la teoría del aprendizaje maneja tres representaciones de la realidad, cada una de las
cuales corresponde a diferentes momentos evolutivos.
1. Representación icónica
Esta utiliza diferentes elementos visuales que no tengan una carga muy simbólica, pero que sean
reconocibles. Esta técnica es perfecta a partir de los 3 años, que es cuando se alcanza un mayor nivel
de desarrollo cognitivo.
El niño recurre al empleo de la imaginación, las imágenes y los esquemas espaciales. Desde la
percepción, precisa un nivel de destreza y práctica motriz que le permita desarrollar la imagen
correspondiente, la cual, a partir de entonces, será la que represente las acciones de la conducta.
2. Representación enactiva
En los primeros meses de vida la representación enactiva es la forma de aprendizaje por
excelencia. Este aprendizaje se obtiene a través de la interacción directa con los elementos. Un
ejemplo de ello es, por ejemplo, aprender a utilizar los cubiertos o a andar en bicicleta.
Los acontecimientos, experiencias y hechos se representan por medio de la acción, al tiempo que los
músculos captan el contorno de los objetos. En efecto, las sensaciones cenestésicas
y propioceptivas son fundamentales en esta etapa.
3. Representación simbólica
La representación simbólica es el aprendizaje que se obtiene a través de lenguaje, palabras,
imitaciones, abstracciones y conceptos. En este caso, el grado de desarrollo a nivel intelectual
debe ser considerablemente mayor que en las dos representaciones descritas con anterioridad.
Entre las implicaciones pedagógicas, los teóricos señalan la actitud de los estudiantes, la
compatibilidad, la motivación, la práctica de habilidades y el uso de la información para resolver
problemas.
En lo que a la actitud se refiere, los estudiantes y docentes presentan una disposición activa al
aprendizaje basada en la curiosidad, en una entrega a lo que se desea saber en función de una
realidad que demanda ciertos conocimientos.
Es así como se establece una compatibilidad entre lo que se sabe y se quiere conocer, con
respecto a la realidad y su transformación. No se da entonces un encuentro pasivo entre realidad y
conocimiento, sino en función del diálogo creador del estudiante y su participación en la construcción
del entorno.
Todo esto genera un sistema que se retroalimenta, expresándose en el desarrollo de habilidades
que se ponen a prueba en la práctica, que dialogan e interactúan con elementos internos y externos.
Que moldea las personalidades y forma parte consciente y voluntaria de lo que rodea y va más allá,
de los estudiantes y docentes.
Es en esta interacción entre la realidad y los objetivos o las metas planteadas, que se da la resolución
de problemas, en específico cuando el estudiante con creatividad y necesidad encuentra soluciones
razonables.
Para lograr este aprendizaje se requiere un ámbito restringido y que los objetivos y medios
estén especificados y sean atractivos. Además, se debe contar con conocimientos de base y
manejar procedimientos como observación, búsqueda, medición y control de variables.
Afirma la pedagoga Alejandra Baro Cálciz que, para que un niño sea un «pensador crítico y creativo»,
y ponga en acción estos complejos mecanismos cognitivos y conductuales, la tarea tiene que tener
sentido y valer la pena. El descubrimiento, dice, es fuente primaria y generador único de motivación
y confianza en sí mismo.
Ahora bien, una vez motivado, debe procurarse que la emoción del niño se mantenga en el tiempo,
para lo cual la dirección docente es clave, al permitirle avanzar en las nociones y los conceptos de
forma paulatina y en espiral: de lo simple a lo complejo, de lo concreto a lo abstracto y de lo específico
a lo general.
Como lo plantea Moisés Esteban Guilart, al comentar las ideas de Bruner: «El conocimiento
verdaderamente adquirido es aquel que se redescubre».
La autonomía, la conciencia y la responsabilidad, entre otros valores, son cualidades emergentes que
colocan al estudiante frente al mundo no como algo dado, sino ante un espacio de debate y recreación.