El Estado-Mario Liverani
El Estado-Mario Liverani
El Estado-Mario Liverani
plificado. Hay una selección de tipos oficiales (objetos, plantas y animales), y una
selección de operaciones y relaciones socioeconómicas significativas, con la que se
pasa de la riqueza caótica de las relaciones personales y los conocimientos indivi-
duales a la rígida catalogación de un saber destinado a mantener la cohesión de la
comunidad protoestatal.
Por algo desde los comienzos de la escritura, junto a los textos administrativos
para los que se inventó la escritura, encontramos textos de carácter escolar, que sir-
ven para catalogar y transmitir la propia escritura y el saber que conlleva. Y por algo
dichos textos están en forma de listas: listas de signos que son, al mismo tiempo,
listas de palabras y listas de cosas. Cuando sólo se han puesto por escrito unos textos
que son simples registros contables -es decir, cuando no hay cartas ni inscripciones
reales, plegarias ni encantamientos-, ya hay listas ordenadas por categorías (listas
de profesiones, de aves, de vasijas, de plantas, etc.) que sirven para «cerrar» un mun-
do infinito y convertirlo en algo convencional, que se puede usar, transmitiéndolo
de esta forma a los alumnos.
FmuRA 25. Templo y poder en la glíptica del periodo Uruk. l-3: afluencia de bienes al tem-
plo; 4: la defensa de los almacenes; 5: la defensa del templo; 6: fila de guerreros; 7: fila de
prisioneros.
LIBER
LA REVOLUCIÓN URBANA 121
sonaje que reúna todos los poderes y responsabilidades, y también todo el aparato
ideológico. El rey no es auxiliado por ningún organismo colegiado, representativo,
más bien es auxiliado por consejeros técnicos y responsables sectoriales subordina-
dos a él. La función administrativa del rey ocupa la mayor parte de su actividad dia-
ria, como jefe del palacio o «gran casa» (en sumerio é-gal), gestionada como una
empresa de grandes dimensiones. Le corresponde a él tomar decisiones estratégicas,
pero también la gestión corriente. La función más llamativa es el culto: el rey se pre-
senta como sumo sacerdote (en sumerio en) del dios de la ciudad, el gestor humano
de la empresa ciudadana por encargo del dios, su dueño teórico. En la fase de Uruk
todavía no hay un palacio «laico», residencia del rey. El templo, «casa del dios»,
es el centro simbólico y operativo de la ciudad. El rey es protagonista de las ceremo-
nias colectivas. El rey es el garante de la buena marcha de las relaciones entre la co-
munidad humana y el mundo divino. Por último, al rey se le atribuye también la
responsabilidad de la defensa de la ciudad y el pueblo frente a los ataques exteriores. La
glíptica del periodo de Uruk nos lo representa enzarzado en luchas más o menos sim-
bólicas con animales feroces que amenazan al templo o a los rebaños de la ciudad,
y con adversarios humanos que amenazan a los bienes acumulados en los almacenes.
Ya hemos dicho que el templo domina en el centro de la ciudad y constituye su
eje, tanto simbólico como operativo. Su mole hace ctfie destaque entre los demás edi-
ficios, y a eso se añade su acabado exterior y su mobiliario interior. Todo ello contri-
buye a poner en evidencia el poder y la riqueza del templo, que en teoría es la facha-
da con que la comunidad se presenta ante su dios, y en realidad la fachada con que
el núcleo dirigente se presenta ante la población. El papel que desempeña el templo,
de simbolizar y mantener la cohesión de la comunidad, es esencial. Alrededor del
templo hay espacios acondicionados para las fiestas y procesiones, las «salidas» en
público de los simulacros o símbolos del dios -probablemente, las únicas ocasiones
en que la población ciudadana se reúne en masa por una movilización ideológica
que posibilita (motivándolas) las movilizaciones económicas y laborales. En el caso
de Uruk, el área de los templos alcanza un desarrollo especial. Por un lado, el tem-
plo de Anu destaca verticalmente el santuario único, situado en Jo alto de una eleva-
da plataforma cuyas alusiones mitológicas y cosmogónicas se suman a la evidencia
urbanística y espectacular; por otro lado, el área sagrada del Eanna (dedicada a la
diosa Inanna, máxima divinidad de la ciudad) resalta la horizontalidad, con su ex-
tensión y subdivisión en múltiples santuarios, columnatas, patios y recintos que lo
convierten en el mayor complejo ceremonial que se conoce de este periodo. Dado
que el «peso» del sector ceremonial en el conjunto urbano se puede referir en cierto
modo al grado de justificación religiosa de la disparidad socioeconómica, nos da
una idea de la «carga» que en términos materiales supone el desarrollo de la organi-
zación central a expensas de la comunidad en su conjunto.
En el periodo de Uruk todavía no se han atestiguado otras formas de justifica-
ción y propaganda político-religiosa. Al parecer, todo el peso de la justificación ideo-
lógica recae en la propia existencia del templo y en las ceremonias que se celebran
en él o en torno a él. La propia figura del rey, así como el prestigio de los funciona-
rios y sacerdotes, giran directamente alrededor del templo. La base de la formación
de las comunidades protoestatales en la Baja Mesopotamia debió ser una fe entu-·
siasta, sin fisuras ni dudas. El rey es sumo sacerdote y se aprovecha del prestigio que
refleja en él la divinidad.
LIBER
122 LA EDAD DEL BRONCE ANTIGUO
LIBER