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SEMIÓTICA - Resumen

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SEMIÓTICA – RESUMEN – UNIDAD 1 Y 2.

SÉMIOTICA: Es la disciplina que se encarga del estudio de los signos, no solo lingüísticos. El signo nos permite
comunicarnos y entendernos, esto está dado por el entorno social. Siempre nos comunicamos a través de signos.

SEMIÓTICA/SEMIOLOGÍA: Es la ciencia o el conjunto de conocimientos que analizan y explican los signos y los
fenómenos comunicativos, los sentidos y las significaciones que se producen en la sociedad a través de la actividad de
la semiosis.

- SEMIÓTICA Y LENGUAJE: La semiótica no se elabora a espaldas de los lenguajes, como si las interpretaciones
que proporciona, fuesen ajenas a las prácticas comunicativas de los individuos. Existe cierto desarrollo en continuidad
entre uno y otro aspecto, teniendo presente que la semiótica utiliza un lenguaje y un instrumental metodológico
específicos, para darle consistencia a su investigación. Como toda ciencia, también está sujeta a reglas de verificación
(o de falsedad), y sus hipótesis deben sostenerse en certezas proporcionadas por argumentos de realidad, aunque no
siempre es fácil demarcar los límites entre las posibles evidencias o pruebas plausibles. El lenguaje de éstas se vincula
con los niveles de la realidad desde el estatuto del observador (del semiólogo investigador), el cual aplica su
inteligencia (un punto de vista teórico y el desarrollo de un método) a la descripción y comprensión de los fenómenos.
La utilización de hipótesis funciona al mismo tiempo como argumentos heurísticos, como guías que orienten la
marcha de la investigación.

PUNTO DE VISTA SEMIÓTICO: Lo propio de la semiótica es considerar los fenómenos y los hechos de cultura esto
desde el punto de vista de la comunicación. Los rasgos que caen bajo la mirada de la semiótica tienen que ver con el
estudio de los fenómenos de semiosis en tanto generadores de significados, o el análisis de los hechos de
comunicación en relación con la comunicabilidad de sus significantes. La semiótica tiene la tarea de buscar leyes y
otras generalidades relativas a su objeto de estudio, debe ser una ciencia de las representaciones sígnicas y de los
fenómenos de semiosis.

Otra característica de la semiótica, y es que basa su conocimiento en la construcción de modelos para que sirvan de
marcos referenciales en la tarea de análisis y estudio de los fenómenos de comunicación. Se pasó, de la semiótica
entendida como “ciencia de los signos”, a la semiótica comprendida como “ciencia de las significaciones”. Pero
ambos aspectos van unidos, no pueden separarse. De este modo, la semiótica permanece como la ciencia de los signos
que circulan y producen sentido en el ámbito de las culturas y sociedades humanas, tomando en cuenta sus lenguajes,
lo que ellos revelan, lo que dicen y como dicen las cosas que la gente hace.

LAS GENERACIONES DE LA SEMIÓTICA:

- SEMIÓTICAS DE PRIMERA GENERACIÓN: Origen en 1950, cuando apenas se iniciaban los estudios de
semiología. Las semióticas de primera generación (estructuralistas) se han detenido de modo particular en el análisis
de los objetos significantes de los lenguajes, y en los procesos de comunicación entendidos como el flujo informativo
entre emisores y receptores.

- SEMIÓTICAS DE SEGUNDA GENERACIÓN: A partir de 1970, los estudios semióticos sufrieron un viraje hacia
nuevas posturas teóricas y metodológicas. Aparece la figura del lector como un interlocutor, y el mensaje es
considerado un texto, es decir, un campo metodológico que se lee en forma transversal, no cerrado sino abierto a
nuevas significaciones que desbordan la intencionalidad del autor y que abarca otros espacios y experiencias lúdicas.
Surge la noción de contrato, para aludir al pacto enunciativo que interviene como lazo de unión simbólica entre el
autor y el lector del texto. En segundo lugar hay un acercamiento interpretativo al texto, considerado como objeto de
fruición y lugar de interacción.

- SEMIÓTICAS DE TERCERA GENERACIÓN: A mediados de 1980 aparece un nuevo escenario semiótico. Se


instaló un nuevo paradigma, el interaccionismo. Éste se caracteriza por la descripción de la comunicación en sus
múltiples aspectos, de las formas discursivas y el análisis de los anunciados ubicado en sus contextos empíricos. El
postulado consistió en aceptar que los textos y discursos son construcciones sociales realizadas por múltiples actores.
En adelante, para la semiótica el lector es considerado como un interlocutor que el texto halla delante de sí; el texto a
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su vez, construye a su lector o espectador dándole un espacio activo y guiándolo por cierto recorrido. En lo
metodológico emergió la figura teórica del contexto y sus circunstancias enunciativas. Las semióticas de tercera
generación prestan atención al modo como los actores mediáticos interactúan en los más diversos contextos.

SEMIOSIS: Es la actividad misma de la comunicación. Es el proceso de interacción comunicativa que se produce


entre las personas, los grupos sociales y las instituciones. Es un fenómeno operativo contextualizado, en el cual los
diversos sistemas de significaciones transmiten sentidos, desde el lenguaje verbal al no verbal, pasando por los
lenguajes audiovisuales, hasta las más modernas comunicaciones virtuales.

SEMÁNTICA: (del griego “semantikos”=lo que tiene sentido), es el estudio del significado de los signos, de los
enunciados y de cualquier texto o discurso mediático, dentro del proceso que asigna tales significados. La semántica,
por este motivo, es considerada una rama empírica de la semiótica, ya el estudio del sentido y de los significados del
lenguaje humano, hace referencia a las relaciones concretas de los signos con las cosas. El conocimiento de los
significados de los signos supone, pues, prestar atención a las “res designata”, es decir, a los objetos, a los hechos y a
los fenómenos que los signos señalan. Hay, una doble perspectiva en la práctica semántica: una “intencional” por
cuanto todo signo o enunciado designan alguna índole propia o nota de los objetos; otra perspectiva es “extensional”
pues señala o alude al tipo o conjunto de cosas u objetos a los cuales se aplican las propiedades indicadas en los signos
o enunciados.

PRAGMÁTICA: es la disciplina que analiza las formas y las estrategias concretas que asumen las expresiones
comunicativas, con el fin de descubrir las leyes que las rigen y establecer sus características generales. Le interesa el
estudio de los diálogos conversacionales, los casos que reporta la etnolingüística, los enunciados de los medios
masivos en sus diversos contextos, situaciones, y circunstancias.

SINTÁCTICA: Ha de considerar la relación formal de los signos entre sí. Esta relación se incorpora en la definición
de los signos puesto que el uso habitual de ellos, incluye necesariamente la presencia de “un sistema sígnico” que
funciona con correlaciones internas y sugiere mecanismos mnemónicos y señaladores sintácticos. La sintaxis se
interesa por los sistemas formales (llamados “gramáticas”) diseñados para analizar los lenguajes.

SIGNO: Según Peirce, “El signo es algo que esta para alguien en lugar de algo”, en algún aspecto o capacidad. Pero
es imposible que el signo pueda estar en la totalidad de su objeto, ya que entonces no sería un signo, sino el objeto
mismo. El signo tiene relación con el conocimiento (los signos que tenemos); los nuevos signos se dan en relación a
los que ya tenemos incorporados.

2 ENFOQUES SOBRE EL SIGNO:

Las dos corrientes más conocidas en la actualidad. Para Saussure el signo es una unidad lingüística que tiene dos
caras: una sensible que puede ser acústico o visual, pero siempre algo material, qué es el significante; y otra inmaterial
qué es la idea o concepto evocado en nuestra mente y se llama significado. Es el objeto, la cosa o el fenómeno al cual
se aluda mediante el signo. Hay signos reales y otros abstractos; en los códigos lingüísticos la relación entre
significado y significante es arbitraria. El signo sólo no tiene valor, entra en el sistema de la lengua donde se vincula
con otros signos y otros elementos del sistema lingüístico. La polémica de algunos semiólogos es que la noción
saussariana de signo era ambigua. Los signos actúan en una movilidad sincrónica y diacrónica.

Para Peirce el significado está en el pensamiento. El significado de algo se configura como el conjunto de
implicaciones prácticas que el objeto posee para algún sujeto. Nuestros conocimientos teóricos sirven para
prepararnos a las diversas formas de actuar. El signo es algo que representa alguna cosa para alguien, posee una
composición tríadica y en ese cuerpo tres elementos formales. El signo no es un ente aislado tiene tres características
de la realidad que permiten encontrar la verdadera distinción del pensamiento: primeridad: sentimiento impresión;
secundidad: posesión; terceridad: unión y síntesis. Los tres elementos que conforman el signo son:

REPRESENTAMEN: lo que funciona como signo para quien lo perciba, está siempre en lugar de otra cosa, es el
portador de esa cosa para los que han de verla o considerarla en el signo.

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INTERPRETANTE: idea del representamen en la mente del que percibe el signo. Es otra representación referida a la
objeto signo, es un significado de los significantes. Interpretante inmediato, el significado del signo; interpretante
dinámico, el sentido captado por un sujeto singular; interpretante en sí, los o las interpretaciones que le otorga al signo
el sujeto singular.

EL OBJETO: es aquello a lo que alude el representamen. Puede ser una cosa o ideas. El objeto exterior al signo es el
objeto dinámico y el captado al interior del mismo signo es el objeto inmediato.

Peirce define el signo remitiéndolo a otro signo. El signo es una categoría mental y su proceso de aprehensión se llama
semiosis, y se desarrolla en forma de espiral.

El signo está en lugar de otra cosa y la significa; es la marca de la intención de comunicar un sentido; se organiza de
la situación binaria: presencia-ausencia. Tiene una composición ternaria, cuyos elementos han recibido diferentes
nombres según los autores que lo han reflexionado.

Representamen para Peirce y significante para Saussure. Lo que expresa el signo se llama: interpretante o imagen
mental para Peirce, y significado, idea, concepto para Saussure, y cosa o fenómeno que denota el signo, llamado
objeto para Peirce.

Quién capta la relación entre los tres son a quienes los signos van dirigidos, son ellos quienes lo reconocen o
interpretan, haciendo una lectura denotativa y connotativa de los signos. Su comprensión exige el conocimiento del
código, del sistema de reglas que rige la estructura de los signos. Los signos nos remiten a algo, a pensar en un objeto
o en una experiencia, en otros pensamientos o percepciones. Para eso está hecho el lenguaje y lo podemos considerar
una característica a priori de los signos en general.

SIGNOS DE INFANCIA. HERRAMIENTAS SEMIÓTICAS PARA PRÁCTICAS PSICOPEDAGÓGICAS.


CAPITULO 1: “INTRODUCCIÓN A LOS CONCEPTOS SEMIÓTICOS FUNDAMENTALES”.

La semiótica es la disciplina que se encarga del estudio de los signos, no solo lingüísticos. El signo nos permite
comunicarnos y entendernos, esto está dado por el entorno social. Siempre nos comunicamos a través de signos. Se
busca analizar el modo en que las palabras crean presencia, o la manera en que los signos construyen la realidad. Para
la semiótica, los discursos no reflejan una realidad que está allí fuera, sino que la construyen. Al representar la
realidad, las palabras, o los signos, no refieren a un existente anterior que vuelven a hacer presente, sino que
construyen ese referente al darle un nombre, que lo hace existir ante nuestras mentes y lo vuelve objeto de nuestro
pensamiento.

Los discursos crean la realidad: producen representaciones que son puestas en circulación, aceptadas o rechazadas,
producías u ocultadas, repetidas o ignoradas, y a través de estas, construimos la realidad. La semiótica tiene por
desnaturalizar aquello que aparece como evidente, desarmar los mecanismos que nos llevan a aceptar como dado
aquello que en realidad es construido, y permitirnos reconocer las posibilidades de transformación de aquello que se
presenta como destino.

Si entendemos a la Psicopedagogía como disciplina que se ocupa del sujeto en situación de aprendizaje, su principal
herramienta es la palabra. Trabaja con la palabra del paciente, de los padres, de las instituciones. Trabaja con discursos
que pueden ser leídos con herramientas semióticas.

Semiótica y semiología: Definiciones y problemas terminológicos: La semiótica nace en la primera mitad del siglo
XX, como disciplina científica, de la mano de los trabajos de Charles Sanders Peirce, y de Ferdinand de Saussure.

Ferdinand de Saussure: (Francés). Llama semiología al: Campo disciplinar que tiene por objeto el estudio de los
signos en general, esta ciencia abarcará a la lingüística, y ambas estarán incluidas en la psicología social, la que a su
vez formara parte de la psicología general. Creo la lingüística moderna, y al hacerlo sentó las bases de la semiología.
La lingüística tendría por objeto de estudio los signos lingüísticos. A la semiología le correspondería estudiar todos los
signos y establecer las leyes generales que los gobiernan. Por esta razón la lingüística sería una parte de la semiología.

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Pero, para que la lingüística pudiera tener un lugar entre las ciencias, había que definir su objeto de estudio. Saussure
sostiene que el objeto de la lingüística no puede ser el lenguaje, dado que carece de unidad: posee un aspecto social
exterior al individuo (las reglas que hacen al sistema) por su carácter abstracto es homogénea y no cambia; y otro
individual que depende de los sujetos hablantes (el uso que hace del sistema) y es heterogénea. Esto llevara al autor a
separar el habla de la lengua.

La lengua es el producto social de la facultad del lenguaje, como el conjunto de convenciones adoptadas por la
sociedad para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos. Al separar la lengua del habla, separa lo social, de
lo individual, y lo esencial de lo accesorio o accidental. La lengua es un principio clasificador, es un producto social
que el individuo registra pasivamente.

El habla es, un acto individual constituido por las combinaciones a través de las cuales el sujeto utiliza su lengua para
expresar sus pensamientos.

La lengua es, una unidad homogénea. Está constituida por un sistema de signos. Cada signo es el resultado de la
unión del significado (concepto) y el significante (imagen acústica). Ambas están ligadas y son de naturaleza psíquica.

La relación entre el significado y el significante es arbitraria, ya que no hay ningún lazo natural que los una. Todo
signo lingüístico es arbitrario (inmotivado), y convencional (surge de un acuerdo entre los hombres).

Según Saussure no existe pensamiento antes de la intervención del lenguaje: es la lengua la que recorta unidades de
las ideas y sonidos y constituye así los signos con los cuales es posible el pensamiento. La forma del pensamiento,
depende de la estructura de la lengua.

Eliseo Verón: El objeto de la semiótica ya no será signo sino el discurso. Con la aparición de esta noción se redefinen
las coordenadas del trabajo semiótico, que ahora se preocupará por el funcionamiento social de los procesos de
producción e interpretación de los discursos.

Charles Sanders Peirce: (Filósofo Inglés). Para Peirce la semiótica es: “La doctrina de la naturaleza esencial y de las
variedades fundamentales de cualquier clase posible de semiosis”. La semiótica tendrá por objeto el estudio de la
semiosis, es decir, el proceso entre signos a través del cual se conoce al mundo. Su obra tenía por finalidad constituir
una teoría de los signos como fundamento de una teoría del conocimiento. Para el autor, pensamiento y signo son la
misma cosa (pensamos en signos, y los signos son la forma de nuestro pensamiento). El conocimiento es un proceso
inferencial, esto se obtiene a partir de conclusiones realizadas sobre la base de conocimientos anteriores. El signo es
entendido como un proceso inferencial, por lo tanto lo que llamamos realidad no es sino el resultado de un proceso
semiótico. Lo real existe, pero solo podemos acceder a ello a través de los signos que implican una forma de pensar
ese real. Realidad: para designar esta construcción que es resultado de nuestro conocimiento del mundo a través de los
signos.

Para Peirce el signo es algo que está para alguien, en lugar de otra cosa, y en algún aspecto o carácter. Ese algo es el
representamen (cualidad material, letra, color, fotografía), aquello que funciona como signo. El objeto es aquello
representado por el representamen. Hay dos tipos de objeto:

 Objeto inmediato: Es el objeto tal como es representado por el signo y cuyo ser dependerá, de la
representación que el signo haga de él.
 Objeto dinámico: Coincide con la realidad, es la que provee de los objetos para su representación, pero este
objeto que provee la realidad, tiene que ser conocido por el sujeto interprete para que pueda ser representado
por el signo.

El signo está en el lugar del objeto, pero no en todos los aspectos, sino en uno llamado fundamento (el objeto es
representado desde determinado punto de vista). Este signo se dirige a alguien, crea en la mente un signo equivalente
o más desarrollado, que aclara lo que significa el representamen, y representa al mismo objeto. Llama interprete del
primer signo a ese signo creado por el representamen. El interpretante es también un signo, es esa mediación que hace

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que objeto y representamen existan como signo; Ej. Es lo que hace que podamos vincular una fotografía
(representamen) del obelisco (el objeto tal como signo fotográfico lo representa) con la cuidad de Bs As.

LA SEMIOSIS INFINITA: Todo signo es tríadico, requiere de la cooperación de tres instancias:

 Signo o representamen (lo que representa).


 Objeto (lo que se representa).
 Interpretante (lo que produce la relación entre ambos).

En el funcionamiento de esta semiosis, en el proceso de inferencia entre signos, el interpretante se convierte en signo
de un nuevo interpretante, en un proceso de interpretación infinito. El interpretante es un signo más desarrollado que
el representamen, por lo tanto, el funcionamiento de la semiosis determinará un aumento de los conocimientos acerca
del objeto que estos signos representan. Un signo no está aislado sino que se integra al proceso semiótico que funciona
como una cadena, donde cada signo es a la vez, interpretante e interpretado por otro.

TIPOLOGÍA DE LOS SIGNOS: Peirce construye una clasificación de los tipos de signos más amplia:

 Ícono: “Es un signo que se refiere al objeto al que denota en virtud de caracteres que le son propios, y que
posee igualmente exista o no exista el objeto”. El ícono comparte son su objeto cualidades que se asemejan a
las de ese objeto: por lo tanto es un signo que establece con su objeto una relación de semejanza o analogía.
Exigen reconocer a qué clase de objeto del mundo se refieren. (Ej. Dibujo o pintura en la que se produzcan
cualidades del objeto representado; onomatopeyas; cuadros sinópticos; mapas mentales)
 Índice: Entabla con el objeto una relación de naturaleza existencial. Funciona a través del principio de
contigüidad, y no por analogía o semejanza. Generan juicios de existencia, hacen creer que el objeto al que se
refieren existe o existió y por eso es posible que sea representado. (Ej. Una huella humana en la arena indica
que el lugar está habitado; la fotografía de una persona indica que estuvo ante la cámara)
 Símbolo: Es un signo que se refiere a su objeto por convención, habito o ley. Exigen por parte del receptor un
conocimiento del código con el cual han sido construidos para poder ser interpretados. (Ej. Las insignias
militares; los colores de semáforo; los símbolos patrios).

(EL ÍNDICE, EL ÍCONO, Y EL SÍMBOLO ESTAN SIEMPRE PRESENTES EN UN SIGNO: Es necesario


determinar que dimensión predomina en un acto semiótico concreto y cuál es el efecto interpretativo que genera.

Mijail Bajtín: Su concepción del lenguaje es compatible con la idea de semiosis de Peirce. Para Bajtín el signo es Un
producto ideológico que representa, reproduce o sustituye algo que se encuentra fuera de él; el signo es ideológico
porque es el resultado de la interacción de los hombres socialmente organizados, y por lo tanto refleja y refracta una
realidad histórica y socialmente construida”. El signo ideológico tiene una realidad material y objetiva. Los signos
surgen en el proceso de interacción entre las conciencias individuales. La conciencia solo deviene conciencia al
llenarse de un contenido ideológico en el proceso de interacción social. La conciencia individual es un hecho
ideológico y social: se construye y se realiza mediante el material sígnico, creado en el proceso de comunicación
social.

La palabra es el fenómeno ideológico por excelencia, es el material sígnico de la vida interior (conciencia). La
comprensión de todo fenómeno ideológico no se lleva a cabo sin la palabra. Bajtín va a centrar su análisis en los
enunciados verbales, problematizando diversos conceptos y construyendo su perspectiva teórica.

MODELO DE INTERCAMBIO DISCURSIVO: La comunicación discursiva se realiza en forma de enunciados


concretos pertenecientes a los hablantes o sujetos discursivos, mientras que la lengua es el sistema que provee los
medios para la realización y la comprensión de estos enunciados. Para Saussure la lengua era la parte social del
lenguaje, exterior al individuo quien por sí mismo no podía crearla ni cambiarla. Para Bajtín, esta concepción es una
abstracción científica que no se ajusta a la realidad concreta del lenguaje, y esa noción es útil solo en relación con
ciertos objetivos particulares, teóricos y prácticos. En este sentido, la perspectiva lingüística es insuficiente para un
análisis del discurso, porque según el autor, la realidad concreta del lenguaje es cuanto a discurso, no es el sistema

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abstracto de formas lingüísticas, ni una enunciación monológica y aislada, sino el acontecimiento social de la
interacción discursiva, llevado a cabo mediante la enunciación y plasmado en enunciados.

La comunicación discursiva no puede ser comprendida ni explicada fuera del vínculo con una situación concreta. El
lenguaje vive y se genera históricamente en la comunicación discursiva y no en un sistema lingüístico abstracto, ni en
la psiquis de los hablantes. Para Bajtín el lenguaje es la realidad concreta del habla, concebida como intercambio
comunicativo, cuyo producto es el enunciado, entendido como una totalidad de sentido, creada tanto por el sujeto
hablante, como por el destinatario.

Todo enunciado es individual e irrepetible dadas las condiciones únicas de cada proceso de enunciación, pero a la vez
responde a enunciados anteriores y se dirige a otros, todo enunciado es un eslabón en la cadena de enunciados que
constituyen la comunicación discursiva.

EL PAPEL ACTIVO DEL HABLANTE Y EL OYENTE EN LA COMUNICACIÓN DISCURSIVA: Un proceso


comunicativo implica dos sujetos: hablante; y oyente, o escritor; y lector. El enunciado, es creado en el intercambio
verbal por el hablante y por el oyente. Bajtín le atribuye un papel activo al destinatario. El oyente participa
activamente del enunciado, al percibir y comprender el significado lingüístico del discurso le otorga significación,
elabora una respuesta. Toda comprensión de un enunciado es una forma de respuesta. La situación dialógica supone a
los sujetos en posiciones que son intercambiables e intercambiadas. El enunciado se construye tomando en cuenta las
reacciones de respuesta del destinatario; su composición y estilo dependen de su destinatario/oyente.

DIALOGISMO: La producción discursiva presupone la existencia de la lengua, e implica la presencia de enunciados


anteriores y posteriores, propios y ajenos, con los cuales su enunciado establece relaciones dialógicas. Todo discurso
se construye a partir de otros textos. Un enunciado es una unidad real de la comunicación discursiva, que posee
sentido; es una totalidad de sentido, impregnado de valores, y exige una comprensión como respuesta. El enunciado
está lleno de ecos y reflejos de otros enunciados, por lo tanto todo texto es polifónico, conlleva numerosas voces
sociales. El sujeto que produce un enunciado, produce su discurso, y al mismo tiempo incorpora las voces de otros
sujetos.

GENEROS DISCURSIVOS: Para Bajtín todo enunciado es individual e irrepetible. La constitución de los mismos no
es aleatoria, ni está exenta de reglas, obedecen a los géneros discursivos. El autor distingue dos tipos:

 Géneros primarios o simples: Surgen en condiciones de una comunicación discursiva directa, de un contacto
inmediato con la realidad y se relacionan de manera directa con los enunciados reales de otros.
 Géneros secundarios o complejos: Los géneros primarios, forman parte de los secundarios, que surgen en
condiciones de una comunicación cultural eminentemente escrita, compleja, organizada y desarrollada. Estos
géneros absorben y reelaboran toda clase de géneros primarios, y en consecuencia, estos pierden su vínculo
directo con la realidad y con los enunciados reales de otros.

Los géneros no son creados por el hablante, le son dados. Un enunciado está regulado por convenciones sociales. Los
géneros pueden ser considerados como códigos que intervienen en la producción e interpretación como discursos. La
producción de un discurso y su interpretación están marcados por el conocimiento que los sujetos que participan de la
comunicación tienen de las convenciones de género.

Charles Morris: En 1938, en un trabajo sobre los signos, y preocupado por demarcar los límites de las ciencias, usó la
palabra semiótica refiriéndose como: “La semiótica tiene un doble vínculo con las ciencias: es una ciencia más y a la
vez un instrumento de las ciencias. La significación de la semiótica como ciencia estriba en el hecho de suponer un
nuevo paso en la unificación de la ciencia, puesto que aporta los fundamentos para cualquier ciencia especial de los
signos, como la lingüística, la lógica, la matemática...” El propósito de Morris y del grupo de empiristas científicos,
era lograr la formación de un lenguaje general para la unificación de las ciencias, y la semiótica debía ser un eslabón
importante para ello. Más tarde Thomas Sebeok vuelve sobre la palabra semiotics (en plural) para señalar su
característica de ciencia. En la actualidad algunos gustan distinguir entre semiología y semiótica, para indicar
diferentes espacios de estudio de los sistemas de signos, reservando para la semiología la descripción teórica y general

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del funcionamiento de todos los sistemas simbólicos, sin especificaciones ni particularidades; mientras que a la
semiótica le estaría reservada la indagación más específicas de los sistemas particulares (semiótica del cine, de la
publicidad, de la moda...etc.).

CAPÍTULO 3: “SEMIÓTICA Y PSICOPEDAGOGÍA: UNA RELACIÓN CON SENTIDO”.

PRIMER CONJUNTO DE ARGUMENTOS: DEL SIGNO A LA CONSTRUCCIÓN DE LO REAL:

Toda reflexión por el sentido, es también una reflexión y pregunta por el pensamiento y el lenguaje, cada vez que
aceptamos que el lenguaje está vinculado con nuestra capacidad de reflexión y por lo tanto de producir e interpretar
sentidos.

En los primeros modelos precientíficos, se consideraban dos elementos mínimos y suficientes: El objeto del cual se
hablaba (objeto denotado) y aquello que se decía sobre el (el signo o discurso). Se asumía que había algo en el objeto
denotado que lo unía con ese signo o discurso. Se trata de objetos, entidades, estados o procesos del mundo real, a los
cuales se los nombra al elegir una palabra (signo o discurso) que remite a ese objeto del mundo real. Por lo tanto el
signo o discurso se transforma en un puente que permite que esa porción de mundo llegue a nosotros y viceversa.

A través de los siglos fue creciendo la idea de que lo real (aquello que está por fuera de nosotros) no interviene en el
proceso de significación, sino que los procesos que permiten que los objetos del mundo real tengan sentido se
transformen en productores de significaciones, son todos procesos mentales. Solo podemos llegar a lo real a través de
discursos; lo real existe para nosotros en tanto podemos pensarlo y nombrarlo, en tanto lo transformamos en discurso,
otorgándole sentido.

En un comienzo se consideraba que los discursos y la producción de sentidos eran un reflejo de las condiciones
materiales de existencia. Luego se comenzó a considerar las prácticas culturales como un objeto posible de estudio, un
objeto autónomo, aunque determinado (limitado) por aquellas condiciones materiales. Desarrollos actuales plantean
que esta relación no puede ser concebida como una relación entre dos áreas diferentes: por el contrario, lenguaje y
significación están involucrados en todos los procesos sociales, tanto en su producción como en su reproducción.
Estos desarrollos afirman que no hay posibilidad que exista un objeto de conocimiento por fuera de la trama
lingüística que lo describe (Pirella, 2006). Por lo tanto, los procesos de producción de sentido están estrechamente
vinculados con el lenguaje y pensamiento. Pensar algo es atribuirle determinados sentidos y no otros.

La producción de sentidos como producción política en educación:

Graciela Frigerio señala el modo en que los procesos de significación son constitutivos de procesos sociales, de
proceso d educativos, para justificar esto propone ciertos argumentos.

El acto de medir inteligencias, y de constatar sus diferencias entre sujetos, no ha hecho más que confirmar
desigualdades. Medir inteligencias ha beneficiado a los previamente beneficiados y ha confirmado en el marco escolar
ciertos rótulos que obsturan el tránsito de algunos niños por la institución. Son múltiples las definiciones brindadas
para la inteligencia, y estos generan efectos en las escuelas y en las propuestas pedagógicas. Asume, que en tanto se la
presenta como una diferencia entre individuos, y así ha habilitado a clasificar a los sujetos entre los poseedores frente
a los desposeídos; por tanto el concepto “inteligencia” deja marca en los sujetos, conlleva un impacto político, y
naturaliza desigualdades.

Frigerio nos invita a asumir estas posiciones en torno a la inteligencia y sus respectivas respuestas, en términos de
“ficciones teóricas” con efectos políticos sobre la vida de los individuos, para quienes delinea lo posible y lo
esperable, establecen un futuro fundado en su propia pertenencia social y cultural que es considerada desfavorable,
transforma el origen socio-cultural de estos niños en un destino inexorable.

Joseph Jacotot afirma que todas las inteligencias son iguales, este educador es actualizado por Jacques Ranciere, quien
sostiene que la aserción más política que pedagógica que antecede, se sostiene sobre la osadía de entender las cosas
del mundo proponiéndose y proponiéndonos definir lo pensable dando lugar a lo posible en lo imposible. Esta

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afirmación también es asumida por Frigerio como como una ficción teórica, cuyos efectos articulan una práctica
emancipadora. Admite que estas ficciones que tienen efectos sobre los cuerpos empiezan y terminan afectando a
sujetos reales y concretos; por lo tanto son creencias que deben ser concebidas como ideas o pensamientos que
permanecen en el plano de las prácticas cotidianas, y determinan estas prácticas y la vida de los sujetos involucrados
en ellas.

La tarea legada para nosotros es “salir todos los días a forzar a una capacidad que se ignora, a reconocerse (...) El
maestro ignorante sabe que la igualdad no anula la simetría, pero garantiza que ninguna asimetría devenga una
desigualdad. La igualdad no como horizonte, sino como punto de partida implica sostener que ningún sujeto de la
palabra está imposibilitado, ni inhabilitado, en el territorio de lo común, para ser par, para formar parte, para tener su
parte” (Frigerio 2005). Frigerio lanza esta obligación de CREER, en el otro, en sus capacidades y también en su
futuro, sigue siendo una práctica posible y emancipadora.

Peirce y todas las inteligencias son iguales:

Una característica del pensamiento para Peirce es que no podemos pensar sub signos. Cuando pensamos, tenemos
alguna sensación, imagen, concepción u otra representación que sirve como signo. En nuestra mente tenemos signos
que traducen lo real, lo exterior al mundo para poder interpretarlo.

Un signo no es idéntico a la cosa significada, la cosa siempre es más que el signo que la reemplaza. Esa porción del
mundo siempre puede ser para otros sujetos o para el mismo sujeto en otro tiempo, algo distinto. El signo puede estar
conectado a otros aspectos o caracteres del mundo y ser, un signo distinto, más amplio. El objeto del signo siempre es
mayor que aquello que el signo nombra de él, siempre quedan características por fuera del signo, siempre hay más.

Peirce define al signo cómo algo que está en lugar de otra cosa, en algún aspecto o carácter, para alguien. Un signo
puede ser cualquier cosa que está en lugar de otra y la represente de alguna medida.

Esta perspectiva permite explicar cómo cualquier materialidad (objeto) se vuelve significante muy como entra en
relación con algún aspecto del objeto significado. En todos los casos la palabra puede ser la misma pero el signo será
diferente (el aspecto o carácter de la realidad que describa será diferente).

Los docentes y los Psicopedagogos debemos ser conscientes de esto. No da lo mismo nombrar el mundo de un modo u
otro. La inteligencia también puede ser asumida como un signo; de acuerdo a que elijamos nombrar con ese signo,
podemos contribuir a posibilidades y trayectorias de nuestros alumnos, o renunciando a un proyecto emancipador
podremos rotularlos negativamente y obturar sus posibilidades de crecimiento.

La narración para la clínica psicopedagógica:

Schlemenson establece que el discurso es una de las vías de ingreso a la evaluación y promoción de la actividad
psíquica de quien se expresa. Si bien la lengua como sistema es igual para todos los individuos, cada sujeto hace uso
particular de ese sistema que permitiría reconocer sus particularidades afectivas y sociales.

Patricia Álvarez plantea el uso de la lengua como una contraposición entre lo que el Niño desea expresar y lo que el
sistema de la lengua permite: “La brecha entre lo que el Niño desea decir y lo que puede ser dicho impone un trabajo:
elaborar sentidos propios a partir del lenguaje compartido”.

Schlemenson recupera a Bajtín: la actividad del habla no es nunca de un individuo solitario sino que responde a una
concepción dialógica del yo. El diálogo, como espacio de encuentro de sujetos, abre la dimensión de la existencia de
los otros, y la oportunidad de la confluencia y las contraposiciones. Los intercambios dan lugar a entrecruzamientos
subjetivos y subjetivantes a partir de la diferencia: es en el encuentro con los otros donde esta diferencia se hace
visible y se transforma en una herramienta de trabajo. La diferencia supone, darse cuenta de que entre dos sujetos hay
una variedad de sentidos danzando alrededor del objeto. De este modo, a la riqueza propia de lenguaje asumido desde
una concepción ternario de signos, agrega con el diálogo la posibilidad de intercambio de roles.

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Dentro de la clínica lo narrativo funciona como ordenador de ciertos elementos de la realidad y como complejizador
de la producción simbólica de los niños, por su carácter interpretativo, supone un proceso más complejo que el
diálogo. Narrar implica compartir un interpretación subjetiva sobre lo narrado porque el sujeto incorpora una serie de
predicaciones y atributos que ponen en escena formas singularizantes de su producción simbólica. La narración tiene
la posibilidad de reconstruir realidades y pone en lenguaje los proyectos y los deseos, donde resultan fundamentales
los tiempos verbales.

La autora asume que la narrativa focalizada en la escritura, es una forma de intervención terapéutica porque expresa:
las formas de simbolizar de un sujeto; el abandono de las referencias perceptivas y la introducción de una dimensión
interpretativa; la inclusión del imaginación como un espacio abierto a satisfacciones futuras; y le impronta de una
subjetividad posible de ser interpretada cuando se lee.

Schlemenson afirma que las producciones escritas de los niños en situación terapéutica deben ser compartidas con los
otros, para propiciar el encuentro, la diferencia, el diálogo. El trabajo junto a otros permite enriquecer las propias
respuestas, incorporando aquellas que lo aproximan, pero también las que lo diferencian de sus semejantes. Los
procesamientos psíquicos se ven enriquecidos no solo por las coincidencias sino también por las oportunidades de
divergencia, confusión y disloque entre sujetos. Así, lenguaje, diálogo y narración se articulan en este marco para
propiciar abordajes clínicos que posibiliten mecanismos reflexivos y críticos capaces de potenciar el caudal simbólico
que nuestras realidades contemporáneas exigen (Schlemenson 2008).

SEGUNDO CONJUNTO DE ARGUMENTOS: LA SEMIÓTICA COMO HERRAMIENTA PARA LA


PSICOPEDAGOGÍA:

Greimas y el análisis de situaciones didácticas: Luis Sánchez Corral establece una vinculación explícita entre procesos
de aprendizaje y un marco de intelección semiótico. Asume una propuesta de enseñanza como un programa narrativo:
los sujetos involucrados deben operar una transformación que permita el paso de un estado inicial de carencia, a uno
final de posesión. Un sujeto alumno que se encuentra en disyunción con un objeto de valor (contenidos curriculares),
ha de conseguir al final un estado de conjunción con dicho objeto de valor.

El autor propone 4 modelos posibles:

1. Modelo de desposesión: Argumenta que en él, el sujeto de hacer (otro sujeto diferente al alumno) es quien le impide
al sujeto de estado (alumno) entrar en conjunción con el objeto.

2. Modelo de renuncia: Tiene como resultado también la disyunción entre el sujeto y el objeto, pero el sujeto de hacer
es el mismo que el sujeto de estado. Se produce un sincretismo entre uno y otro; el alumno no logra constituirse en
sujeto de aprendizaje porque no es capaz de llegar a valorar el objeto en cuestión.

3. Modelo de atribución: Consiste en una situación en la que el sujeto de hacer (docente) es quien habilita al sujeto de
estado (alumno) para que entre en conjunción con el objeto de valor.

4. Modelo de apropiación: El sujeto de estado coincide con el sujeto de hacer (alumno en ambos casos) y por lo tanto
es quien acciona para entrar en conjunción con el objeto de valor. El docente dispone la situación de manera que el
alumno pueda ser quien realice todas las acciones tendientes a producir la transformación esperada. De un estado
inicial de carencia, a uno final de posesión de contenidos curriculares.

SEIS SEMIÓLOGOS EN BUSCA DEL LECTOR

Ferdinand de Saussure (Suiza 1857-1913). Nació en Ginebra (Suiza), el 26 de noviembre de 1857.

Saussure pone de manifiesto su punto de partida para la investigación lingüística: “La lengua es un sistema riguroso y
la teoría debe ser un sistema tan riguroso como la lengua”. A Saussure le preocupaba la ineficacia de la terminología
corriente; se apartó de lo que consideró la pseudo-lingüística de su época para fundar una disciplina nueva, con rigor
científico para el estudio del lenguaje. Se opuso así a las concepciones anteriores, en las cuales la lengua no ocupaba
el centro de interés de las investigaciones. La teoría semiológica de Saussure:
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1. La lingüística y su evolución histórica:

Al inicio la lingüística era una disciplina normativa, y se la llamaba gramática, porque se ocupaba únicamente de dar
reglas para distinguir las formas correctas e incorrectas del lenguaje. Después apareció la filología preocupada por
estudiar la estructura y evolución del lenguaje, sus aspectos estilísticos, formales.

El tercer período empezó cuando se descubrió que se podían comparar las lenguas entre sí, surgió entonces la filología
o gramática comparada. Pero hacia 1870 algunos comenzaron a preguntarse acerca de las condiciones de vida de las
lenguas. Iba naciendo así la lingüística propiamente dicha, cuyo especial interés fueron las lenguas romances y
germánicas.

En este contexto histórico aparecen las reflexiones de Saussure, que problematizaron el conjunto de la lingüística de
su tiempo, y a la vez, arrojaron luz para dar origen a la moderna ciencia del lenguaje. A Saussure se le puede
considerar, entonces, como el iniciador de la moderna lingüística.

2. Lingüística y semiología:

Saussure manifestó interés en profundizar el estudio del lenguaje, para que éste pudiera aparecer coherente y claro su
comprensión como sistema. Tanto su método de análisis como sus reflexiones las planteó como parte de esa disciplina
que consideraba el lenguaje como un sistema en sí, como objeto científico ya establecido.

Saussure postula pensar el sistema de la lengua como parte de la ciencia general que estudia los signos, y que él llamó
“semiología”. Afirmó al respecto: La lengua es un sistema de signos que expresan ideas, y por tanto, comparable a la
escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de urbanidad, a las señales militares, etc.
Sólo que es el más importante de esos sistemas. Puede por tanto concebirse una ciencia que estudie la vida de los
signos en el seno de la sociedad; formaría una parte de la psicología social, y, por consiguiente, de la psicología
general; la denominaremos semiología.

Otro aspecto de importancia semiológica estudiado por Saussure, lo constituye la elaboración de una serie de
antinomias metodológicas aptas para investigar la estructura del lenguaje. Esas clasificaciones dicotómicas son:

• Lengua / Habla

• Significante / Significado

• Arbitrario (inmotivado) / Racional (motivado) Sintagma / Paradigma

• Sincronía / Diacronía

3. La lengua y el habla:

Una de las primeras distinciones que hace Saussure es entre lengua y habla. Partiendo de la constatación de que el
lenguaje es «una institución humana», pero sin ninguna relación natural con su objeto, concluye que su estudio sólo es
posible mediante la observación directa de las lenguas que hablan las personas, esto es del habla. El habla es el
lenguaje en acción, es la ejecución individual de cada hablante.

Otra cosa distinta es la lengua, es decir, la estructura, el mecanismo, los códigos referenciales que usan los individuos
para hablar, sin los cuales no sería posible el habla. Dice Saussure: Al separar la lengua del habla se separa al mismo
tiempo:

1. Lo que es social de lo que es individual;

2. Lo que es esencial de lo que es accesorio y más o menos accidental.

Saussure especifica algunos caracteres de la lengua.

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1. La lengua es un objeto bien definido en el conjunto heterogéneo de los hechos de lenguaje. Es la parte social del
lenguaje.

2. La lengua, distinta del habla, es un objeto que se puede estudiar separadamente.

3. La lengua es, no menos que el habla, un objeto de naturaleza concreta, y ello constituye una gran ventaja para su
estudio.

Al introducir la noción de lengua y habla, Saussure pretende eliminar también la ambigüedad que provoca el uso de la
palabra lengua.

Todos los que hablan cierto idioma tienen en común una “lengua” pero ella se manifiesta de diferentes modos en los
actos del “habla”. La relación entre las lenguas y las palabras son muy complejas, todos los enunciados producidos al
hablar un idioma, dejando de lado las variaciones individuales, pueden ser descritos según un conjunto de reglas y de
relaciones con características estructurales comunes. En síntesis, la lengua es la estructura y la armazón del sistema de
un idioma, mientras que la práctica de los hablantes es efectivamente el habla.

4. El signo es un compuesto de significante y significado:

¿Qué es un signo para Saussure? El signo es una «díada», es decir, un compuesto de dos elementos íntimamente
conexos entre sí: la representación sensorial de algo (el significante) y su concepto (el significado), ambas cosas
asociadas en nuestra mente: “un signo lingüístico une un concepto con la imagen acústica, es por tanto una entidad
psíquica de dos caras”.

Saussure cita el ejemplo de la palabra “árbol” para enseñar que “llamamos signo a la combinación del concepto y de la
imagen acústica”, o sea, a la unión de la idea de árbol con el término árbol. El signo lingüístico toma consistencia al
vincular entre sí dos aspectos de un mismo fenómeno, el elemento fónico-acústico y el concepto asociado con él.

5. La arbitrariedad del signo y su valor:

El lazo que une el significante y el significado es arbitrario, o también, ya que por signo entendemos la totalidad
resultante de la asociación de un significante a un significado, podemos decir más sencillamente que el signo
lingüístico es arbitrario.

La constatación de la arbitrariedad del signo le permite a Saussure afirmar que “la lengua no puede ser más que un
sistema de valores puros”, donde cada signo toma consistencia por su relación de oposición a otro. El valor es “un
sistema de equivalencias entre cosas de órdenes diferentes”.

Todos los valores están siempre constituidos:

1. Por una cosa desemejante susceptible de ser cambiada por otra cuyo valor está por determinar.

2. Por cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor está en cuestión.

Los valores lingüísticos desbordan la simple significación asignada de antemano a los términos, porque ellos “emanan
del sistema”. Sin embargo, percibe también que lo arbitrario del lenguaje tiene límites “racionales”, es decir, contiene
elementos convencionales establecidos por alguna motivación.

6. El signo: fenómeno inmutable y cambiante:

La lengua, tiene, un carácter dado y fijado de antemano, en ella a cada signo se le ha dado un significado que es
preciso mantener para poder entenderse en la sociedad.

Saussure observa que “cada pueblo está generalmente satisfecho de la lengua que ha recibido”, y esto explica también
por qué los signos lingüísticos tienden a mantenerse fijos.

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La lengua se desenvuelve dentro de la corriente social, histórica, geográfica que le imprimen un carácter
absolutamente dinámico.

7. La sincronía y la diacronía:

El análisis diacrónico describe la evolución histórica de un idioma a lo largo del tiempo, mientras que el estudio
sincrónico se detiene en analizar el estadio particular de ese idioma en una determinada época o período temporal.

Saussure dice que para comprender el funcionamiento de las leyes de una lengua primero hay que “separar las esferas
de lo sincrónico de lo diacrónico”. ¿En qué consisten esas esferas? En considerar el sistema de la lengua situado sobre
dos ejes:

1. El eje de la simultaneidad que se refiere a las relaciones entre cosas coexistentes, donde toda intervención del
tiempo queda excluida;

2. El eje de las sucesiones en el que nunca se puede considerar más que una cosa por vez, pero en el que están situadas
todas las cosas del primer eje con sus cambios.

Es sincrónico todo lo que se refiere al aspecto estático de nuestra ciencia, y diacrónico todo lo que tiene que ver con
las evoluciones.

8. Sintagma y paradigma:

Saussure afirma que “en un estado de lengua, todo se basa en relaciones”. Al analizar una cadena de signos, se
generan dos órdenes de relaciones:

• Uno de tipo sintagmático que indica una determinada presencia de signos, un grupo específico de signos asociados
en la cadena del habla.

• Otro de carácter paradigmático (Saussure usa el término relaciones asociativas), formado por el elemento común en
una serie de signos.

Conclusión: el aporte de Saussure

1. Su análisis del signo:

La teoría del signo elaborada por Saussure no es tan sólida y completa como la de Peirce. El concepto saussuriano de
“signo” como entidad de doble faz (significante-significado) ahondó sin duda una polémica que entre los lingüistas se
había iniciado muchos años antes.

Saussure tuvo que ver, entonces, con la discusión acerca de lo que, en definitiva, debía llamarse “signo”. Para él no
era sólo una cuestión terminológica, sino que tocaba la naturaleza y los componentes mismos del fenómeno. Destacó
el papel del significante como aquel objeto que nuestra mente percibe ocupando el lugar de “otra cosa” para
significarla.

2. La lengua y el habla como entidades sociales:

El interés fundamental que hoy despierta la semiología o semiótica en la construcción de nuevos modelos culturales,
va mostrando también el dinamismo “diacrónico” de numerosas observaciones hechas por Saussure, lo cual evidencia
que en esta revolución científica, sin duda influyó el conjunto de su pensamiento teórico.

¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR? PIERRE, BOURDIEU.

CAPÍTULO 1: ECONOMÍA DE LOS INTERCAMBIOS LINGUISTICOS.

¿QUÉ SIGNIFICA HABLAR?

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Queriendo probar que no es el espacio lo que define la lengua, sino la lengua lo que define el espacio, Saussure dice
que ni los dialectos ni las lenguas conocen limites naturales, puesto que las innovaciones fonéticas, la sustitución, por
ejemplo de la S por la C latina, determinan el espacio de difusión por la fuerza intrínseca de su lógica autónoma, a
través del conjunto de sujetos parlantes que aceptan hacerse sus portadores. El lenguaje Standard Es una variedad
ampliamente difundida, y en general entendida por todos los hablantes de la lengua, frecuentemente es la forma usada
en la educación formal y la usada más ampliamente por los medios de comunicación.

En efecto, en ausencia de una Objetivación en la escritura y, sobre todo, de la codificación jurídica correlativa a la
constitución de una lengua oficial, las "Lenguas" sólo existen en estado practico, es decir, en forma de habitus
lingüísticos. El proceso de estandarización está incluido en la parte de la política lingüística relativa a la modelación
formal de una lengua, a la adscripción de un estatus jurídico y administrativo, y al fomento de su adquisición,
conocido en sociolingüística como planificación lingüística.

En el proceso que conduce a la elaboración, legitimación e imposición de una lengua oficial, el sistema escolar cumple
una función determinante: Fabricar las similitudes de donde se deriva esa comunidad de conciencia que constituye el
cemento de la nación. La constitución de un mercado lingüístico crea las condiciones de una rivalidad objetiva la cual
y por la cual la competencia legitima puede funcionar como capital lingüístico que produce, en cada intercambio
social, un beneficio de distinción. Se habla de un código legislativo y comunicativo que existe y subsiste al margen de
sus utilizadores (sujetos parlantes) y de sus utilizaciones (palabras), tiene de hecho todas las propiedades comúnmente
reconocidas a la lengua oficial.

La lengua oficial se ha constituido vinculada al Estado:

Esta lengua de Estado se convierte en la norma teórica con que se miden objetivamente todas las prácticas lingüísticas.

La dominación simbólica, es el que relaciona directamente las oportunidades de beneficio material y laboral con la
posesión de capital lingüístico legítimo y legitimado. De este modo podemos notar como la unificación política y la
correlativa imposición de una lengua oficial instauran entre los diferentes usos de esta lengua relaciones que difieren
totalmente de relaciones teóricas entre lenguas diferentes, habladas por grupos políticos y económicamente
independientes: todas las prácticas lingüísticas se valoran con relación al patrón de las prácticas legítimas, “las
prácticas de los dominantes

El campo lingüístico es un universo jerarquizado de separaciones en relación a una forma de discurso más o menos
universalmente reconocido como legítimo, es decir, como el patrón de valor de los productos lingüísticos, valor que
está mediatizado por las posibilidades de acceso que alejan abismalmente lo dominado de lo dominante.

LA FORMACIÓN DE PRECIOS Y LA PREVISIÓN DE BENEFICIOS.

Los discursos no son únicamente signos destinados a ser comprendidos, descifrados; son también signos de riqueza
destinados a ser valorados y signos de autoridad destinados a ser creídos y obedecidos.

La lengua legitima es un sistema escolar donde supone como naturales aptitudes y saberes (capital cultural) son
aprendidos y desigualmente distribuidos (y por eso son diferenciadores)

Capital, mercado y precio:

Los discursos sólo cobran su valor y su sentido en relación con un mercado, caracterizado por una ley particular de
formación de precios: el valor del discurso depende de la relación de fuerzas que se establece concretamente entre las
competencias lingüísticas de los locutores entendidas a la vez como capacidad de producción y capacidad de
apropiación y de apreciación, o en otras, palabras como la capacidad que tienen los diferentes agentes que actúan en el
intercambio para imponer los criterios de apreciación más favorables a sus productos.

El mercado es tanto más oficial, es decir, prácticamente de acuerdo con las normas de la lengua legítima, cuánto más
dominado está por los dominantes, por los detentadores de la competencia legítima, autorizados hablar con autoridad.
La competencia legítima no es una simple capacidad técnica sino una capacidad estatutaria que suele venir
13
acompañada de una capacidad técnica, aunque sólo sea porque esta capacidad técnica depende de la asignación
estatutaria, a la inversa de lo que se suele creer comúnmente, entendiendo la capacidad técnica como el fundamento de
la capacidad estatutaria. la competencia legítima es la capacidad estatutariamente reconocida a una persona autorizada,
a una autoridad, para emplear en las ocasiones oficiales la lengua legítima, es decir oficial formal, lengua autorizada
que crea autoridad, palabra acreditada y digna de crédito performativa qué pretende producir efecto.

Se puede establecer qué en la eficacia de un discurso, el poder de convicción que se le reconoce, depende de la
pronunciación de quien la pronuncia, es decir depende de la autoridad del locutor, a través de este índice
particularmente seguro de la competencia estatutaria.

Lo mismo puede decirse de otras propiedades no lingüísticas como la posición de la voz, disposición duradera del
aparato vocal que constituye uno de los más poderosos signos sociales.

El capital simbólico: un poder reconocido.

La cuestión de los enunciados performativos se aclara en el momento en que esto se contempla como un caso
particular de los efectos de dominación simbólica que tienen lugar en todo intercambio lingüístico.

El enunciado performativo encierra una pretensión exhibida en poseer tal o cual poder", pretensión más o menos
reconocida, y, por tanto, más o menos sancionada socialmente.

El límite hacia el que tiende el enunciado performativo es el acto jurídico que, cuando es pronunciado por quién está
habilitado para ello en forma, es decir que una gente que actúa en nombre de todo el grupo, puede sustituir el hacer
por un decir al que seguirá un efecto.

Habiendo anotado como los campos de la producción cultural operan como redes y espacios sociales para el
intercambio y circulación desigual de bienes y recursos, sea materiales, socio cultural o simbólico, es posible,
siguiendo a Bourdieu, hablar de “mercados”, donde se producen y negocian capitales específicos, religiosos, políticos,
estéticos, económicos, deportivos, entre otros. Así mismo, se señaló que el objeto y razón de ser de las luchas sociales
son estos bienes, recursos o capitales producidos específicamente en cada campo, que los agentes sociales han
acumulado según escalas y criterios de clasificación y de legitimación social establecidos, generalmente, por los
agentes.

VIOLENCIA SIMBOLICA: es una forma de violencia que no es física, es sutil. Participan los dominantes y
dominados. Incorporación e inculcación de valores y de criterios de valoración que favorecen a los dominantes en el
ámbito de los dominados. Los dominados no participan voluntariamente.

John Austin se percata de que no todos los signos (los actos lingüísticos) no representa una realidad extralingüística.

Hay:

• Actos Ilocucionarios: el enunciado tiende a representar la realidad de alguna forma.

• Actos Perlocucionarios: no representan la realidad, sino que la producen. Por ejemplo, los declaro marido y mujer.

Según la diversidad de intereses que se juegan en la vida social, Bourdieu ejemplifica, en reiteradas ocasiones, cuatro
categorías de estos bienes y recursos, a saber:

1. Capital económico: que incluye los bienes de naturaleza económica, entre los cuales el dinero, por su función de
equivalente universal de todas las mercancías, ocupa un lugar preponderante.

2. Capital cultural: se puede asociar con la forma específica (sistemas y códigos) que adopta la cultura. A diferencia de
otras formas de capital, éste presenta propiedades derivadas de su carácter incorporado, ya que su acumulación
implica la interiorización del trabajo pedagógico de inculcación y asimilación de un orden específico a lo largo del
tiempo. Dicho capital también puede presentarse por medio de un estado objetivado, bajo la forma de bienes culturales
que se usan y consumen.
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3. Capital social: son los recursos y posibilidades actuales y potenciales ligados a la posesión de una red durable de
relaciones sociales, expresadas por intermedio de la pertenencia a grupos, tales como clubes, fundaciones, partidos,
iglesias, asociaciones, entre otros, integrados por agentes que, además de poseer propiedades comunes, se relacionan
por medio de lazos permanentes, los cuales posibilitan el intercambio de “favores y servicios”.

4. Capital simbólico: es la acumulación de todas las especies de capital posibles, que generan crédito y autoridad en
los agentes que la poseen. La fuerza del capital simbólico reside en la significación que toman los atributos de los
agentes por medio de un trabajo permanente de legitimación que se funda en la transformación de las diferencias de
hecho, en diferencias de valor.

El hábitus lingüístico y la hexis corporal:

El hábitus está vinculado al mercado tanto por sus condiciones de adquisición como por sus condiciones de
utilización. No se aprende hablar escuchando un cierto habla, sino también hablando, y por tanto un habla determinada
en un mercado determinado. Es decir, mediante intercambios dentro una familia que ocupa una posición particular en
el espacio social.

Lo que se expresa a través del hábitus lingüístico, es todo el hábitus de clase al que él pertenece, es decir, de hecho, la
posición que se ocupa, sincrónica y diacrónicamente en la estructura social.

El lenguaje es una técnica corporal, y la competencia propiamente lingüística, y muy especialmente fonológica, es
una dimensión de la hexis corporal donde se expresan toda la relación del mundo social y toda la relación socialmente
instruida.

El habitus puede entenderse como un sistema de disposiciones adquiridas, permanentes y transferibles, que generan y
clasifican acciones, percepciones, sentimientos y pensamientos en los agentes sociales de una cierta manera,
generalmente escapando a la conciencia y a la voluntad. Tales disposiciones suelen incorporarse desde la más
temprana infancia, a lo largo de la vida de los individuos, mediante todo un proceso de socialización multiforme y
prolongada que posibilita la apropiación del mundo, del yo y de los otros.

Es por esto que el habitus constituye una interiorización de la exterioridad o “historia hecha cuerpo”, que permite el
ejercicio, recreación y producción de las fuerzas exteriores.

CAPÍTULO 2: LENGUAJE Y PODER SIMBÓLICO

La ciencia social debe englobar en la teoría del mundo social una teoría del efecto teórico que contribuyendo a
imponer una manera más o menos autorizada de ver el mundo social, contribuye a hacer la realidad de este mundo. La
palabra, el refrán, el proverbio y todas las formas de expresión estereotipadas o rituales son programas de percepción y
diferentes estrategias; los enfrentamientos de visiones y previsiones contienen una cierta pretensión de la autoridad
simbólica en tanto el poder socialmente reconocido a imponer una cierta visión del mundo social, es decir imponer
divisiones del mundo social.

EL LENGUAJE AUTORIZADO: LAS CONDICIONES SOCIALES DE LA EFICACIA DEL DISCURSO RITUAL.

La cuestión del poder de las palabras esta lógicamente contenido en la supresión inicial de la cuestión de los usos del
lenguaje, por tanto, de las condiciones sociales de utilización de las palabras.

La capacidad de alocución de las expresiones no puede encontrarse nunca en las palabras mismas, ni en los per
formativos, en los cuales aparece representada, es decir en las situaciones abstractas y artificiales de la
experimentación, los intercambios simbólicos se reducen a relaciones de pura comunicación y el contenido
informativo del mensaje agota el contenido de la comunicación. El poder de las palabras solo es el poder delegado del
portavoz y sus palabras solo pueden ser como máximo testimonio y un testimonio entre otros de la garantía de
delegación del que ese portavoz esta investido.

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Tal es el principio de ese error cuya expresión nos proporciona Austin, cuando cree descubrir en el propio discurso, es
decir en la sustancia propiamente lingüística de la palabra su principio de eficacia.

El lenguaje se limita a representar esta autoridad la manifiesta, la simboliza en todos los discursos de institución, es
decir de la palabra oficial de un portavoz autorizado que se expresa en situación solemne con una autoridad cuyos
límites coinciden con los de la delegación de la institución, hay siempre una retórica característica. El uso del lenguaje
que implica tanto la manera como la materia del discurso, depende de la posición social del locutor, posición que rige
el acceso que este pueda tener a la lengua de la institución, a la palabra oficial, ortodoxa, legitima.

Como señala Austin, el poder de las palabras reside en el hecho de que quien las pronuncia no lo hace a título
personal, ya que es solo su portador: el portavoz autorizado solo puede actuar por las palabras sobre otros agentes y a
través de su trabajo, sobre las mismas, en la medida en que su palabra concentra el capital simbólico acumulado por el
grupo que le ha otorgado ese mandato y de cuyo poder está investido.

La mayor parte de las condiciones necesarias para que un enunciado reformativo tenga éxito se reducen a la
adecuación del locutor, al discurso que pronuncia: cuando no se pronuncie por una persona que tenga el poder de
pronunciarlo o cuando las personas o circunstancias particulares no sean las convenientes para que pueda involucrarse
el procedimiento en cuestión, en suma cuando los locutores no tienen autoridad para emitir las palabras que enuncian
per formativo, está condenado siempre al fracaso. Tal vez el éxito de esas operaciones de magia social que son los
actos autorizados, está subordinada a la reunión de un conjunto sistemático de las condiciones interdependientes que
componen los rituales sociales.

Este autor (Austin) contribuye a la formación de la teoría de un tipo de manifestaciones simbólicas entre las cuales el
discurso de autoridad es solo su forma paradigmática. La especificidad del discurso de autoridad reside en el hecho de
que no basta que ese discurso sea comprendido; solo ejerce su propio efecto a condición de ser reconocido como tal.

Las condiciones que podríamos llamar litúrgicas es decir el conjunto de prescripciones que rigen la forma de la
manifestación pública de autoridad, son solo como se ve un elemento, el más visible de un sistema de condiciones y
de esas condiciones las más importantes, las más insustituibles son aquellas que producen la disposición al
reconocimiento como desconocimiento y creencia, es decir, a la delegación de autoridad que confiere autoridad al
discurso autorizado.

El lenguaje de autoridad gobierna siempre con la colaboración de aquellos a quienes gobierna, es decir mediante la
asistencia de los mecanismos sociales capaces de producir esta complicidad, fundada en el desconocimiento; y que es
el origen de autoridad.

Para medir en toda su amplitud el error de Austin y de todo análisis estrictamente formalista de los sistemas
simbólicos, bastara con indicar que el lenguaje de autoridad no es más que el limite extremo de la lengua legitima,
lengua legitima cuya autoridad reside en las condiciones sociales de producción y reproducción de la distribución
entre las clases del conocimiento y reconocimiento del lengua legitima

De la indignada enumeración de todas las infracciones a la liturgia tradicional se desprende en negativo el conjunto de
las condiciones institucionales que deben reunirse para que sea reconocido el discurso ritual, es decir recibido y
aceptado como tal. Para que el ritual funcione y actué es preciso en primer lugar que se presente y sea percibido como
legitimo ya que la función de la simbólica estereotipada es precisamente manifestar que el agente no actúa en su
nombre personal y por su propia autoridad si no en tanto que depositario de un mandato.

La eficacia simbólica de las palabras solo se ejerce en la medida en que quienes la experimentan reconocen que quien
la ejerce está autorizado para ejercerla, u olvidándola e ignorándola simplemente sometiéndose a ella como si por el
reconocimiento tácito que se le concede se hubiera contribuido a fundarla.

LOS RITOS DE LA INSTITUCIÓN.

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Querría intentar desprender las propiedades invariantes de los rituales sociales entendidos como ritos de institución.
Hablar de ritos de institución es indicar que cualquier rito tiende a consagrar o legitimar es decir a hacer desestimar en
tanto que arbitrario o reconocer en tanto que legítimo, natural, un límite arbitrario, o lo que viene a ser lo mismo a
llevar a cabo solemnemente es decir de manera licita y extraordinaria, una transgresión de los limites constitutivos del
orden social y del orden mental que se trata de salvaguardar.

Como la institución consiste en asignar propiedades de naturaleza natural, el rito de institución tiende lógicamente a
integrar las oposiciones propiamente sociales, lo que constituye una manera muy eficaz de naturalizarlas.

En suma para poder comprender los fenómenos sociales más fundamentales, la ciencia social debe de tener en cuenta
el hecho de la eficacia simbólica de los ritos de institución, es decir poder actuar sobre lo real actuando sobre la
representación de lo real.

La institución es un acto de magia social que puede crear la diferencia; explotar en alguna medida diferencias
preexistentes. La magia social consigue siempre producir discontinuo en lo continuo.

La institución de una identidad que puede ser un título de nobleza o un insulto es la imposición de un nombre, es decir
de una esencia social. Instituir asignar una esencia una competencia es imponer un derecho de ser que es un deben ser.
Es significar alguien lo que es y significarle que tiene que conducirse consecuentemente a como se la ha significado;
el indicativo es en este caso un imperativo.

La esencia social es el conjunto de esos atributos y de esas atribuciones sociales que produce el acto de institución
como acto solemne de categorización que tiende a producir lo que designa.

El acto de institución es un acto de comunicación, pero a la vez en el sentido de que la expresa y la impone
expresándola frente a todos notificándole así con autoridad lo que él es y lo que él tiene que ser. Evitar
permanentemente la tentación del paso de esta línea de demarcación, la transgresión, la deserción, la dimensión,
constituye también una de las funciones del acto de institución.

Talcon Parsons llamo estrategias de conscendencia esas transgresiones simbólicas del límite que permiten tener a la
vez los beneficios de la conformidad con la definición y los beneficios de la transgresión.

Los Actos de magia social solo pueden tener efectos si la institución, en el sentido activo de acto que tiende a instituir
a alguien o a algo en tanto que dotado de tal o cual estatuto o de tal o cual propiedad; está garantizada por todo el
grupo o por una institución reconocida, debe ser socialmente valido y por tanto eficaz. Se funda en la creencia de todo
un grupo.

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