Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

San Agustin

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

AGUSTÍN DE HIPONA

VIDA
Agustín de Hipona es el creador del sistema filosófico cristiano más influyente en la Edad Media y en el
pensamiento cristiano hasta la aparición de Tomás de Aquino (s. XIII). Es, por tanto, el primero en
elaborar un sistema completo de pensamiento cristiano. Al igual que Tomás de Aquino conciliará la
filosofía de Aristóteles con el cristianismo, Agustín de Hipona hará lo propio con Platón y el
neoplatonismo.

Aurelio Agustín nació el 13 de octubre del 354 en Tagaste, ciudad situada en la antigua provincia romana
de Numidia (actual Argelia). Hijo de Patricio, pagano, y de Mónica, cristiana, que ejerció una influencia
profunda en Agustín. Sus primeros estudios los realizará en Tagaste, continuándolos en las cercanas
ciudades de Madaura y Cartago. Estudió gramática y retórica.

A pesar de todos los esfuerzos de su madre, que lo educó desde la infancia en el cristianismo, Agustín
(“hijo de las lágrimas de su madre”) lleva en Cartago una vida “desordenada”. Convive con una mujer -
cuyo nombre no revela en sus Confesiones- durante 14 años y con la que tendrá un hijo, Adeodato, en
el año 372. (Si tenéis interés en la historia, en la biblioteca del Instituto encontraréis un libro de Jostein
Gaarder titulado Vita brevis en el que se narra la ficticia carta enviada por Flora Emilia a Agustín tras
recibir las Confesiones. Es un estupendo enfrentamiento entre el hedonismo, el carpe diem, y el
pensamiento ascético del Agustín convertido.)

La lectura del Hortensius (exhortación a la filosofía donde pasaba revista a las doctrinas filosóficas más
importantes, hoy perdida) de Cicerón le causa una honda impresión. Lee las Sagradas Escrituras y se
adhiere al maniqueísmo en el que permanecerá durante nueve años, interesado por la explicación
racional del universo y por su solución al problema del mal, acuciante para Agustín durante toda su
vida. Da clases de retórica en Tagaste, Cartago y Roma. En el 384 consigue la cátedra de retórica en
Milán, cuyo obispo, San Ambrosio, impresiona a Agustín abandonando un acercamiento al escepticismo.
Comienza la etapa de conversión y bautismo que culmina en el 386. En el plano religioso, entra en la
iglesia católica; en el moral, se separa de su segunda “concubina” y adopta una vida ascética; en el
social, abandona la enseñanza como profesor remunerado; en el filosófico, se adhirió al neoplatonismo,
abandonando el escepticismo.

En el año 391 se traslada a Hipona, ciudad cercana a Tagaste, en la costa, donde será consagrado
sacerdote, en el 396 obispo auxiliar y, finalmente, obispo. Es la etapa más productiva de su vida, además
de sus más de trescientos sermones y doscientas cartas, escribe sus obras más importantes. Muere el
28 de agosto del 430, estando sitiada Hipona por los vándalos de Genserico, poco antes de que la ciudad
fuera completamente arrasada.

OBRA
Agustín de Hipona escribió numerosas obras, las más importantes son:
Sobre la doctrina cristiana, 397. Marca las líneas generales del cristianismo durante la Edad Media.
Confesiones, 400. Obra autobiográfica
Sobre la Trinidad, 400-406. Expone su doctrina teológica
La Ciudad de Dios, 412-426. Escrita a raíz de las acusaciones contra los cristianos tras el saqueo de
Roma en el 410 por Alarico.Es una síntesis de su pensamiento teológico, filosófico y político, en la que
combate el paganismo y defiende el cristianismo. Su obra maestra.
Retractaciones, 427. Revisa y corrige los libros publicados

1. RELACIONES ENTRE RAZÓN Y FE


Como ya hemos visto en el tema de introducción al cristianismo, todos los pensadores cristianos se
enfrentan a este problema. También hemos de recordar que el cristianismo es una religión antes que
una filosofía. Por ello los filósofos cristianos son teólogos antes que filósofos: no se cuestionan los
principios fundamentales que vienen dados por la fe. A Agustín de Hipona parece que no le preocupan
demasiado estas relaciones entre razón y fe. Su opinión viene marcada por su biografía y experiencia
personal. Dos son los hechos determinantes en este aspecto: su incesante búsqueda de la verdad entre
las propuestas de la filosofía clásica y su conversión. La solución agustiniana será que la razón ayuda al
hombre a encontrar la fe; ahora bien, una vez en posesión de la verdad a que condujo la fe, la razón
tiene por finalidad ayudarle a entender esta verdad. La razón acabará subordinada a la fe, como lo estará
en todo el pensamiento cristiano medieval posterior. Recordad que son teólogos antes que filósofos.

2. CONOCIMIENTO Y VERDAD
Agustín de Hipona parte de una concepción de la verdad y del ser esencialmente platónica. Como en
Platón, las ideas son el auténtico objeto de conocimiento; como en Platón, son inmutables y necesarias;
como en Platón, no pueden tener su fundamento en el alma humana. Sin embargo, no pueden conocerse
gracias a la inmortalidad del alma que perteneció al mundo inteligible y a la reminiscencia, ya que esto
es incompatible con el cristianismo. ¿Cuál es la solución agustiniana?

Platón elabora su teoría del conocimiento como reacción al relativismo y escepticismo de los sofistas,
Agustín de Hipona la realiza frente a los escépticos. La fundamentación del conocimiento parte de la
autoconciencia (de mi interior, de mi propio pensamiento. Sólo en el interior podemos encontrar alguna
certeza. Algunos consideran esta afirmación un antecedente del cogito ergo sum de Descartes). Todo
conocimiento tiene que comenzar por ese proceso de interiorización que posibilitará el conocimiento.

El primer tipo de conocimiento es el sensible, el conocimiento que tenemos de las cosas a través de los
sentidos. Al igual que en Platón, es puro devenir y cambio; luego, no es un conocimiento verdadero ni
fiable. Las sensaciones son representaciones de los objetos externos y tan mudables como ellos.

Sin embargo, si continuamos con el proceso de interiorización (de ver en nuestro interior) descubrimos
que además de las sensaciones hay reglas en base a las cuales juzgamos acerca de las sensaciones y las
cosas. El alma, la razón, compara, agrupa y ordena los datos sensibles en base a razones, a reglas,
a modelos que son eternos e inmutables. Esas razones, reglas o modelos no son otra cosa que
las ideas de Platón. Este conocimiento es el racional o lo que Agustín también denomina ciencia.
Ahora bien, las ideas no pueden proceder del exterior (ya sabéis, puro cambio o devenir), tampoco del
alma, que también lo es; sólo pueden proceder de algo inmutable y eterno: de Dios. Esta es la única
diferencia fundamental con respecto a Platón: Las ideas no son autónomas, existentes por sí mismas,
sino que están en la mente divina, son los pensamientos de Dios. (Si lo pensáis, es el único camino
o solución por la que el pensamiento cristiano podía admitir la existencia de las ideas).

Por encima de la ciencia está lo que llama sabiduría o conocimiento contemplativo. (Sí,
exactamente igual que la dialéctica platónica). Es el más alto grado de conocimiento. En él se alcanza la
contemplación de las ideas eternas en su misma realidad, tal cual son; sin necesidad de los datos de la
sensibilidad ni del razonamiento. Es el auténtico conocimiento, el objetivo. Sólo se alcanza en el interior
del hombre mismo; es la presencia de Dios en cada hombre. ¿Cómo se alcanza este nivel de
conocimiento? Si recordáis, en Platón sólo el

Del mismo modo que el Sol permite conocer los objetos sensibles, la iluminación divina permite conocer las ideas

estudio y el esfuerzo lo hacía posible. Pero ahora esas ideas están en la mente de Dios. El hombre por sí
solo no puede alcanzarlas, necesita una ayuda exterior: la iluminación divina. (Otra vez Platón.
Acordaos del mito de la caverna y como el sol gobierna en el mundo visible y da el ser y el conocimiento
de los objetos sensibles). Igual que el sol posibilita la visión de los objetos, hay una especie de luz que
posibilita la visión de las ideas. La iluminación consiste en una acción llevada a cabo por Dios sobre los
hombres y permite la captación de lo inteligible en sí mismo: iluminar la mente finita humana para que
sea capaz de alcanzar lo inmutable, aquello que está más allá de su propia naturaleza limitada.
3. DIOS
Dos son las cuestiones fundamentales referidas a Dios en el pensamiento cristiano: su existencia y
su esencia.

Por lo que respecta a la existencia de Dios, Agustín de Hipona no realiza una demostración explícita de
ella (como hará Tomás de Aquino en sus cinco vías). Lo más parecido sería lo que hemos visto en el
proceso del conocimiento: en el proceso de interiorización encontramos a Dios. No es preciso demostrar
la existencia de Dios, simplemente hay que descubrirlo en el interior de nosotros.

Sí habla de la esencia (lo que Dios es). Valiéndose de la concepción neoplatónica de lo Uno, Dios es
trascendente al mundo, indeterminable, incomprensible, etc. Las diferencias están en que Dios crea el
mundo, tomando las ideas -que están en su mente- como modelos: ejemplarismo divino. La creación
del mundo es un acto libre de la voluntad divina, un acto único, ya que crea tanto lo que existe como
lo que existirá atendiendo a un plan conocido por Él.

3.1. EL PROBLEMA DEL MAL

Este es uno de los problemas que preocupó y ocupó especialmente a Agustín de Hipona. En su juventud
le llevó a adherirse a las tesis maniqueas: hay dos principios que rigen el cosmos (el bien y el mal);
ambos serían reales, sustanciales. Con la conversión al cristianismo, al considerar al mundo como una
criatura de Dios, éste tendría que mostrar la perfección divina. Sin embargo, hay aspectos en el mundo
contrarios a esa perfección: enfermedades, violencia, defectos en los seres naturales, en el
comportamiento humano, etc.

El mal no puede ser objeto de creación divina porque denotaría imperfección; es simplemente
una carencia, una privación y, por lo tanto, no es algo realmente existente: no hay mal sino,
simplemente, ausencia de bien.

Distingue dos tipos de mal:

1. El mal moral (pecado) que surge por la mala voluntad, por anteponer lo sensible a Dios, los grados
inferiores de ser a los superiores. Vamos, que es culpa nuestra, que hacemos un uso indebido de nuestra
naturaleza, que pervertimos la obra de Dios, que nos alejamos de Él y de la obediencia que le debemos.

2. El mal físico (dolor, enfermedades, muerte) que es consecuencia del mal moral. Aparece con
el pecado original.

4. EL HOMBRE
Al igual que Platón, Agustín define al hombre como un compuesto de dos elementos: alma y cuerpo. El
alma, al igual que Platón, se identifica con la razón, es la que define propiamente al hombre y es una
sustancia dotada de razón destinada a regir un cuerpo. Como en Platón, pertenecen a dimensiones
distintas: el alma es inmortal, espiritual y sede de la inteligencia; el cuerpo es material y debe ser dirigido
por el alma, cosa que no siempre ocurre. Por culpa del pecado original, el hombre es un ser caído, nacido
en pecado. Esto marca una diferencia clara con el pensamiento griego: el comportamiento moral en el
mundo griego se veía desde el conocimiento, tanto para crear hábitos como para encontrar el equilibrio
y la felicidad; en el pensamiento agustiniano, la moral va unida a la voluntad.

5. MORAL AGUSTINIANA
Como hemos dicho en el apartado interior, el hombre está en el mal porque ha pecado, porque antepone
lo sensible a Dios, heredando el pecado original. Si el hombre ha pecado y es culpable sólo es posible si
es libre; si estuviese obligado a actuar de un modo determinado no podría considerarse responsable de
sus acciones. El hombre tiene una voluntad débil. Esta voluntad, en cuanto capacidad de elección es
entendida como libre albedrío, capacidad de decidir libremente. Esa capacidad de elegir se encuentra
deteriorada en el hombre, que se inclina en favor del mal más que del bien. Por eso es muy difícil obrar
el bien y difícil también atribuirle responsabilidad moral.
Para solucionar este problema acude a una intervención exterior que ayuda al hombre a recuperar el
estado de equilibrio y le da la posibilidad de tomar decisiones. Es la ayuda de la gracia que transforma
el libre albedrío en libertad. Una vez caído en el pecado el hombre necesita de la fe que es
una gracia (don gratuito) que Dios concede a quien quiere en virtud de designios que sólo Él conoce.
La libertad lleva al hombre a obrar bien y no poder obrar mal; en su grado máximo es propia de la vida
santa, inalcanzable en este mundo. Basta la libertad que posee el hombre y le lleva a obrar el bien en su
vida cotidiana.

De la misma manera que en el conocimiento el hombre necesita de la iluminación, también en el


comportamiento o moral necesita de la ayuda de Dios bajo la forma de gracia. Recordemos que el
cristianismo es antes una religión que una filosofía; por lo tanto, el ser humano sólo tiene sentido en
relación con Dios que se manifiesta en el interior del hombre.

Esta noción del pecado original y de la gracia trajo consigo otra disputa entre las distintas concepciones
del cristianismo: Si el pecado original se trasmite a todos los hombres inevitablemente, y si Dios decide
de antemano a quienes les será dada la gracia y a quienes no, los hombres no son libres de salvarse o
condenarse ya que la salvación o condena no depende de ellos. Dicho de otro modo, los hombres sólo
pueden hacer lo que hacen, están predestinados.

Agustín defiende, de alguna manera, la predestinación: Dios sabe desde la eternidad quiénes serán
condenados, pero estos son libres de salvarse. Dios ofrece la posibilidad de salvación pero los hombres
la rechazan libremente. La distinción entre libre arbitrio y libertad, también ayuda a superar el problema.
Recordemos: libre arbitrio es capacidad para el elegir el bien o el mal. El hombre, pecador, está en el
mal. La gracia le permite elegir el bien y esta capacidad es la que se denomina libertad.

La virtud residirá en la disposición de la voluntad que lleva a la caridad (amar a Dios y a los hombres en
función de Dios), lo contrario justamente del pecado (amor a lo sensible, concupiscencia). La felicidad
del hombre reside en el amor a Dios y la maldad en alejarse de Él para situar el objeto de la felicidad en
bienes sensibles.

6. LA HISTORIA
Primer pensador que intenta dar un sentido de la historia universal. Recordad lo que vimos en la
introducción al cristianismo. Para los griegos el mundo es eterno y la historia cíclica. Para el cristianismo,
el mundo es creado a partir de la nada y la historia es lineal.

La perspectiva adoptada por Agustín para su análisis de la historia es moral: la historia es la búsqueda
de la felicidad, que como hemos visto en el apartado anterior, está en Dios.

De la misma manera que hemos visto en el hombre la lucha entre tendencias corporales y espirituales,
en el mundo existe una lucha entre los intereses terrenos y espirituales. Esta lucha la representan dos
ciudades opuestas, dos formas de comportamiento, que no impiden su mutua influencia:

1. Ciudad terrena (el Estado, aunque no exactamente), «aquellos que se aman a sí mismos hasta el
desprecio de Dios»

2. Ciudad de Dios, celestial (la Iglesia, aunque no exactamente), «aquellos que aman a Dios hasta el
desprecio de sí mismos»

Las dos ciudades se hallan mezcladas en cualquier sociedad a lo largo de la historia, y la separación de
los ciudadanos de una y otra no tiene lugar hasta el momento final de la historia. Sin embargo, también
afirma que es imposible que el Estado sea realmente justo si no tiene los principios morales
del cristianismo. Por lo tanto, el Estado, como forma de organización humana, debe llevar hacia la ciudad
celestial y regirse por los intereses espirituales.

De esta consideración de la historia parece deducirse una fundamentación de la primacía de la Iglesia


sobre el Estado. Justificará la intervención de la Iglesia en el Estado y el poder temporal de la Iglesia
(Papa frente Emperador)

También podría gustarte