Ciccone Et Al - 2009a - Spanish
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la escuela fisiocrática, y los economistas británicos Adam Smith y David
Ricardo, a los cuales se refiere usualmente con el término “economistas
clásicos”, del cual nace la expresión usada para hacer referencia a la totalidad
del paradigma. Las obras más importantes de estos autores son: i Tableau
Economique di Quesnay, (1758), La Riqueza de las naciones de Smith (1776) y
los Principios de economía política y tributación (1821) de Ricardo. Estas obras
constituyen también el punto de partida del sucesivo análisis de Marx, que
también puede ser considerado como parte de este paradigma de pensamiento.
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entonces si la posición de los trabajadores es así de débil que el salario real
coincide con la subsistencia, o si por el contrario esta posición es lo
suficientemente fuerte de mantener el salario por encima del mínimo.
Los autores clásicos retenían que en la negociación sobre el salario los
trabajadores estuvieran en general en desventaja respecto a los dadores de
trabajo, fundamentalmente a causa de la mayor dificultad de organizarse para
los trabajadores mismos. En su concepción entonces había un factor de carácter
general que tendía a mantener el salario al nivel de subsistencia. Ellos admitían
de todos modos que el nivel de salarios podía elevarse por encima del nivel de
subsistencia, pero solo cuando la tendencia general venía a ser contrarestada de
otras circunstancias en grado de atenuar la intrínseca debilidad de la posición
de los trabajadores en su confronto con los dadores de trabajo. El caso
paradigmático de estas circunstancias era individuado en la escasez de mano de
obra que puede verificarse en la fase de rápida acumulación de capital y
consecuente crecimiento de la ocupación, cuando entre los dadores de trabajo se
enciende la competencia por la fuerza de trabajo disponible.
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Como se ha dicho, los economistas clásicos retenían que la tasa de salarios
tendía usualmente a coincidir con la mera subsistencia más que con un nivel
superior a ésta, en tanto las condiciones económicas y sociales en las que estos
autores se encontraban a observar eran tales de sugerir, en efecto, dicha
conclusión. Si, por razones de simplicidad, adoptamos por el momento esta
misma hipótesis, la estructura analítica de la teoría clásica de la distribución
puede ser representada de la siguiente secuencia de fases lógicas:
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Condiciones técnicas de Producto Social Tasa de Salarios
producción
Número de Trabajadores
Medios de Producción
Beneficios Rentas
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teórica el salario real, el producto social y las condiciones técnicas –es decir los
elementos que en el núcleo de la teoría constituyen los datos- se encuentran en
efecto sujetas a influencias, ya sea de parte de otros factores como a influencias
recíprocas entre estos factores, las cuales pueden asumir formas diferentes
según la circunstancia, por ejemplo, las condiciones sociales y políticas
prevalecientes, o la colocación internacional de la economía, o los factores de
carácter histórico que pueden haber influido sobre la estructura actual de la
economía en estudio. Estas relaciones, por ello, no se prestan a ser formuladas
una vez por todas en términos abstractos y generales, y aparece por el contrario
natural estudiar estas relaciones en un análisis separado, que puede ser
conducido “caso por caso”, teniendo en cuenta el tipo de relaciones de las cuales
ellas dependen. En conclusión, la tasa de salario real, el producto social y las
condiciones técnicas cumplen el rol de datos, o variables independientes, en el
marco del “núcleo” de la teoría clásica, pero son obviamente objeto de estudio y
de determinación en otras partes de la teoría.
Lo que se ha dicho en precedencia con relación a la determinación del
salario real nos envía al segundo grupo de circunstancias cuyo estudio se
encuentra afuera del “núcleo”. Las condiciones técnicas disponibles para la
producción de las diversas mercancías dependen a su vez de factores cuya
influencia no se presta a ser tratada con el mismo grado de generalidad que es
posible aplicar a las relaciones internas al “núcleo”. Por ejemplo, en las
industrias en las cuales hay rendimientos a escala creciente, las condiciones
técnicas vienen a depender de los niveles de producción según relaciones que no
pueden ser definidas en términos abstractos y generales, porque en larga
medida están conectadas al grado de desarrollo de la economía considerada, a
su estructura productiva, a las dimensiones medias de las empresas, que a su
vez puede ser el resultado de factores de naturaleza histórica, y así
sucesivamente. Análogas consideraciones valen también para el tercer grupo de
elementos que se asumen con un dato, el producto social, que en nivel y
composición depende de la dimensión de las varias componentes de la demanda
agregada (consumo, inversión, exportaciones, gasto público), las cuales son
diversas de acuerdo a un amplio grupo de condiciones, ya sea económicas como
de naturaleza institucional y política. Tampoco este tipo de condiciones puede
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ser estudiado sino sobre la base de un análisis específico más que en términos
generales y abstractos, y entonces en una teoría externa al “núcleo”.
Dicho esto, debe considerarse que el estudio de las relaciones fuera del
núcleo presupone que ya han sido determinadas las relaciones que constituyen
el núcleo. Este último es por ello el punto de partida de toda investigación
posterior, y es por eso que constituye la parte central de la teoría.
Excedente
Salarios Beneficios
(adicionales a la
subsistencia)
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de organización de los trabajadores mismos, o a la existencia de normas
relativas a los salarios mínimos, o a elevados niveles de actividad y entonces de
ocupación), y por ende de participar en la repartición del excedente, y de otro
lado los factores histórico-culturales que determinan la composición física de la
canasta de consumo representativa de esta parte del salario. En tal repartición
del excedente, el rol de dato, o variable independiente, correspondería entonces
a la parte del salario, expresada en términos físicos, que excede a la
subsistencia, porqué sería precisamente mediante esta parte que se manifestaría
la acción de aquellas circunstancias que determinan la repartición del
excedente.
Es entonces posible concluir que ya sea que el salario coincida con la
subsistencia de los trabajadores, ya sea que sea superior a este nivel, la tasa de
salarios, considerada como agregado físico, continuaría a constituir un dato al
interno del “núcleo” de la teoría.
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que aquella que obtiene, a igualdad de condiciones, un colega menos dotado
para los negocios. Pero esto significa solamente que el primer capitalista
consigue aumentar su cuota de participación en el excedente a costa del
segundo. Tanto para uno como para el otro el presupuesto necesario de sus
beneficios es la circunstancia de orden general de que la economía en su
conjunto se encuentra en condiciones de generar un excedente.
Este rol fundamental de la noción de excedente no viene disminuido en el
momento en que se admite que los salarios puedan ser superiores a la
subsistencia. También en el caso en que parte del excedente viene atribuido a
los salarios, la capacidad de la economía de generar un excedente es todavía
condición para que existan ingresos diversos a los salarios, y en particular
beneficios.
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existen las rentas y que el salario sea establecido al nivel de la subsistencia, de
modo que el producto social neto se distribuye enteramente entre salarios y
beneficios, y el excedente resulta de la diferencia entre agregados físicos de
mercancías, y que esa diferencia entonces nos da los beneficios en términos
físicos. Conocer el agregado físico que constituyen los beneficios, sin embargo,
no aumentaría mucho nuestra información acerca de la distribución del
producto social. Para poder saber si los beneficios son “altos” o “bajos”
necesitaríamos de todos modos de una medida respecto a la cual compararlos.
Se podría pensar que el ratio entre beneficios y producto social serviría, en tanto
este ratio expresaría la parte del producto social absorbida por los beneficios.
Nos daremos cuenta, sin embargo, que si nos limitáramos a efectuar el ratio
entre dos agregados físicos, dicho ratio no daría ninguna información. En
general, la composición física del excedente será de hecho diversa de la
composición física del producto social. El ratio entre estos dos agregados físicos
no podría entonces expresar la parte del producto que constituye los beneficios
–en la práctica, un porcentaje. Para que el ratio entre beneficios y producto
social mida tal cuota, los dos agregados deben ser expresados en una unidad
homogénea, e decir en valor. Pero para poder proceder de esta manera es
necesario conocer los precios relativos de las mercancías, de modo de que de las
cantidades físicas de las mercancías que constituyen los dos agregados se pueda
pasar a su valor.
Una medida de los beneficios todavía más significativa que la de su cuota
sobre el producto social es la tasa de beneficios, es decir el ratio entre beneficios
y valor del capital. Los beneficios son en efecto percibidos del capital empleado
en la producción, y la tasa de beneficios provee entonces una medida de la
rentabilidad relativa del capital invertido. Por ejemplo, un mismo agregado de
beneficios igual a 10 da lugar a una tasa de beneficios del 5% si viene percibido
sobre un capital de 200, y una tasa de beneficios del 10% si viene percibido
sobre un capital igual a 100. En otros términos, la tasa de beneficios mide el
rédito que el capitalista obtiene por cada unidad (o por cada 100 si se mide en
porcentaje) de capital empleado en la producción.
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V. COMPETENCIA Y TENDENCIA A LA UNIFORMDIAD DE LA TASA
DE BENEFICIOS.
6. Mismo porque la tasa de beneficios mide la rentabilidad del capital
empleado en la producción, antes de continuar es necesario tratar la cuestión de
la posible no uniformidad en las tasas de beneficios obtenibles en las distintas
producciones. Supongamos que un capitalista, cuyo capital ha sido invertido en
la producción de zapatos, obtenga una tasa de beneficios anual igual al 12%. Sin
embargo, mirando en las otras ramas, observa que la tasa de beneficios en la
producción de camisas es igual al 20%. El capitalista se da cuenta que habría
hecho mejor en invertir su capital en esta última producción; en otros términos,
habría hecho mejor en invertir la cantidad de dinero de la que disponía en la
adquisición de medios de producción que sirven para producir camisas, más que
en la adquisición de medios de producción que son empleados en la producción
de zapatos, y que naturalmente serán, en general, físicamente diversos a los
primeros. A igualdad de capital invertido, él habría obtenido de hecho una
cantidad de beneficios mayores: si el valor de su capital es igual a 500, él
obtiene beneficios por 60 en la producción de zapatos, mientras podría haber
obtenido 100 si aquel capital hubiera sido destinado a la producción de camisas.
Todavía, la decisión de invertir en la producción de zapatos no es una decisión
irreversible: a medida que, a través de la venta de zapatos, su capital retome la
forma monetaria, él podrá decidir invertirlo en la producción de camisas, donde
la tasa de beneficios es más elevada. Él usará entonces su capital para adquirir
los medios de producción que sirven para la producción de camisas, y así poder
producir él también este tipo de mercancía; en consecuencia, la cantidad de
camisas producidas aumentará, mientras la cantidad de zapatos disminuirá.
Pero la cantidad de camisas demandadas no habrá aumentado, y al precio
inicial la nueva cantidad de camisas restará parcialmente sin vender. La
competencia entre los productores bajará entonces el precio de las camisas. Al
mismo tiempo el fenómeno opuesto se verificará en la producción de zapatos,
cuyo precio tenderá a aumentar.
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68.4 pesos, y que para producirlo sea necesario de pieles por un valor de 12
pesos, y del cuero por un valor de 8 pesos. Al final del ciclo productivo se deben
pagar salarios por 46 pesos. Los beneficios que se obtienen de la venta de
zapatos son entonces iguales a 68.4-12-8-46=2.4 pesos. El capital anticipado al
inicio del ciclo productivo es igual a 20 pesos (el valor de las pieles y del cuero) y
la tasa de beneficios es igual al 12%, como se había asumido en un principio.
Supongamos además que el precio de una camisa sea de 50 pesos, y que para
producirla sea necesaria la tela por un valor de 28 pesos, botones por un valor
de 2 pesos, y que al final del ciclo productivo se paguen salarios por un valor
igual a 14 pesos. Los beneficios obtenidos son iguales a 50-28-2-14=6 euros. El
capital anticipado (valor agregado de la tela y de los botones) es igual a 30
pesos, y la tasa de beneficios, como habíamos asumido, es del 20%. Se puede ver
que, considerando por simplicidad como un dato el valor de los salarios
pagados, la tasa de beneficios en las dos producciones depende de la relación
entre precio del producto y valor de los medios de producción: cuanto mayor es
el primero en relación al segundo, tanto mayor será la tasa de beneficios. En
consecuencia del desplazamiento del capital de la producción de zapatos a la
producción de camisas, el ratio entre el precio del producto y precio de los
medios de producción tenderá a aumentar en la producción de zapatos, y a
disminuir en la producción de camisas. Los valores de la tasa de beneficios en
las dos producciones serán modificados en forma tal que la tasa de beneficios
será la misma en ambas producciones. Con referencia a nuestro ejemplo,
suponiendo que el valor de los medios de producción y de los salarios
empleados en las dos producciones no varíe, una tasa de beneficios uniforme
sería obtenida si por ejemplo el precio de los zapatos aumentase a 69 pesos, y el
de las camisas disminuyese a 48.5 pesos: el ratio entre beneficios y valor de los
medios de producción devendría, respectivamente, 3/20 y 4.5/30, y entonces
igual en ambos casos al 15%.
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las varias industrias. Los precios obtenidos eran llamados “precios naturales” o
también “precios de producción”; la terminología hoy usada es la de “precios
normales”. Estos precios eran concebidos como valore teóricos, en cuanto tales,
distintos a los precios observados en cada momento del tiempo, que eran
llamados precios de mercado. En cada instante pueden de hecho verificarse
excedentes, o viceversa, insuficiencias en la producciones de las diversas
mercancías respecto a las cantidades que el mercado absorbería a los
respectivos precios normales, con consiguientes divergencias, de signo opuesto
en un caso o en el otro, de los precios efectivo respecto a los precios normales
mismos. Para los autores clásicos estos últimos representaban sin embargo el
“centro de gravitación” de los precios efectivos, es decir los valores hacia los
cuales los precios efectivos tienden continuamente por efecto de la competencia
y la libertad de movimiento del capital. La figura 1 muestra gráficamente esta
relación entre precio de mercado y precio normal.
FIGURA 1.
tiempo
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heredado por la economía moderna. En lo que sigue también nosotros haremos
referencia exclusiva a los precios normales de las mercancías.
Sg= G-Gg-Ga-(Lg+La)w
Sa=A-(Ag+Aa)
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Donde w representa la dada cantidad de grano que constituye la tasa de salarios
(igual a la subsistencia). Indicando con pg y pa los precios normales del grano y
del acero y con r la tasa de beneficios, se tiene:
S a pa + S g pg
r=
( Aa + Ag ) pa + (Gg + Ga ) pg
Sa pa + S g
r= [A]
( Aa + Ag ) pa / pg + (Gg + Ga )
Se puede ver que para determinar la tasa de beneficios sobre la base de esta
ecuación no es suficiente conocer las cantidades físicas que constituye el
excedente y los medios de producción empleados; es también necesario conocer
el ratio entre los precios de las dos mercancías, es decir el precio de una de las
dos mercancías en términos de la otra. Veamos ahora cuál es el modo correcto
de poner el problema de la determinación de los precios relativos, que en la
economía simplificada a la que estamos haciendo referencia son representados
por el precio del acero en términos de grano.
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también medidos a sus precios de producción, del grano que constituye los
salarios de los trabajadores empleados, y del acero y del grano utilizados como
medios de producción; ese valor deber ser suficiente para garantizar los
beneficios a la tasa de beneficios r sobre el valor de los medios de producción.
La tasa de beneficios es aplicada solo al valor de los medios de producción en
tanto se está asumiendo que los salarios son pagados ex post, es decir al mismo
tiempo que la venta del producto.
Dividiendo ahora cada ecuación por la cantidad producida, se obtiene:
pa
1 = lg w + ( ag + g g )(1 + r )
pg
pa p
= la w + (aa a + aa )(1 + r )
pg pg
pa 1 − lg w g g
= −
pg ag (1 + r ) ag
Hemos así arribado al resultado de que el precio del acero en términos de grano
no puede ser determinado antes de conocer la tasa de beneficios. Por otra parte,
el conocimiento de los precios relativos es a su vez necesario para la
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determinación de la tasa de beneficios como ratio entre el valor del excedente
social y el valor de los medios de producción usados en el agregado de la
economía. Esta interdependencia entre la tasa de beneficios y los precios
relativos puede ser gobernada por medio del sistema de ecuaciones de precio, el
cual brinda simultáneamente los valores de los precios relativos y de la tasa de
beneficios que satisfacen las ecuaciones mismas. Como sabemos, en el núcleo de
la teoría clásica se asumen como datos el producto social en términos físicos, la
tasa de salario real también expresada en términos de cantidad de mercancías, y
las condiciones técnicas en uso. De consecuencia, en las dos ecuaciones de
precio arriba indicadas todas las cantidades físicas que aparecen son conocidas,
y las incógnitas son entonces constituidas del precio relativo pa/pg y de la tasa
de beneficios. Este sistema de dos ecuaciones y dos incógnitas admite una sola
solución económicamente significativa, en la cual tanto el precio relativo como
la tasa de beneficios toman valores no negativos.
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coeficientes λa , λb ,...λg respetan, naturalmente, las proporciones con que los
1 = pa λa + pb λb + ... + pg λg
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producción. Nótese que la cantidad de mercancía que constituye la tasa de
salarios w no aparece multiplicada por ningún precio, en tanto se asume que
pλ =1.
Las cantidades A,B,…,N que componen el producto social se asumen
conocidas, y las dadas condiciones técnicas de producción nos permiten conocer
las cantidades de trabajo y de medios de producción empleadas en cada
producción. Por comodidad de análisis podemos dividir cada una de las
primeras n ecuaciones por la cantidad producida de la correspondiente
mercancía, obteniendo:
Donde los símbolos aa, ba,…,na representan las cantidades de las n mercancías
que son necesarias, dadas las condiciones técnicas de producción, para producir
una unidad de la mercancía A, los símbolos ab, bb,…,nb representan las
cantidades de las n mercancías que son necesarias, dadas las condiciones
técnicas de producción, para producir una unidad de la mercancía B, y así
sucesivamente. Dado que los coeficientes unitarios resultan de ratios entre
cantidades conocidas, son a su vez valores conocidos.
Las n ecuaciones de precio y la ecuación que define la mercancía-salario
como medida de los precios (numerario) constituye así un sistema de (n+1)
ecuaciones en (n+1) incógnitas, donde las incógnitas son los n precios de las
mercancías y la tasa de beneficios r. Diversamente del sistema simplificado de
dos ecuaciones en dos incógnitas, en el sistema general tenemos entonces que el
número de ecuaciones es mayor a 1 respecto al número de mercancías. Pero esto
se debe simplemente al hecho de que en el sistema general hemos introducido
una mercancía de más, la mercancía compuesta de la cual consiste el salario,
con la ecuación que define su precio; en el sistema de dos ecuaciones la
mercancía salario estaba constituida directamente de una de las dos mercancías
originales.
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13. Volvamos ahora al sistema de las ecuaciones de precio para poner en
evidencia algunas implicaciones importantes y generales. Retomando, solo para
simplificar, el caso de la economía con dos mercancías, se tiene:
pa la w + g a (1 + r )
=
pg 1 − aa (1 + r )
la w + g a (1 + r )
1 = lg w + [ g g + ag ](1 + r )
1 − aa (1 + r )
Supongamos para simplificar aún más que en las dos producciones se utiliza
solo acero como medio de producción. Poniendo entonces gg=0 y ga=0, la
expresión de arriba se convierte en:
1 − aa (1 + r ) = lg w[1 − aa (1 + r )] + ag la w(1 + r )
(1 + r )[aa + (ag la − aa lg ) w] = 1 − lg w
1 − lg w
r= −1
aa + (ag la − aa lg ) w
Se puede demostrar que esta relación entre r y w es decreciente. Ella puede ser
representada gráficamente de la siguiente manera:
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FIGURA 2.
r
W w
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problema requería necesariamente que los valores de cambio de las mercancías
pudieran ser conocidos anteriormente a que la tasa de beneficios fuera
conocida.
Smith adoptó como medida del valor el llamado “trabajo comandado”, es
decir la cantidad de trabajo que una mercancía puede comprar: por ejemplo, si
el precio monetario de una camisa es 1 peso, y la tasa de salario horario es igual
a 0.5 pesos, una camisa “comanda”, es decir se encuentra en grado de adquirir,
2 horas de trabajo. El ratio de cambio (o valor de cambio) entre dos mercancías
era entonces medido como el ratio entre la cantidad de trabajo que las dos
mercancías pueden comprar.
Esta medida del valor, si bien en sí misma analíticamente correcta, no
permite sin embargo dar una solución satisfactoria al problema en los términos
en los cuales éste era puesto. Esto porque el valor en “trabajo comandado” de las
mercancías, y también el ratio entre tales valores, no son independientes de la
tasa de beneficios. Supongamos por ejemplo que la producción de una unidad
de mercancía A y de una unidad de la mercancía B requieran trabajo L y grano G
en las cantidades:
1L ⊕ 1G → 1A
1L ⊕ 2G → 1B
pa = w + (1 + r )
pb = w + 2(1 + r )
pa = 0.8 + (1 + 0.2) = 2
pb = 0.8 + 2(1 + 0.2) = 3.2
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Dividiendo por la tasa de salarios obtenemos los precios de las dos mercancías
en términos de trabajo comandado:
pa / w = 2 / 0.8 = 2.5
pb / w = 3.2 / 0.8 = 4
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precios de producción serán iguales a los ratios entre las cantidades de trabajo
“incorporado” de las mercancías –es decir a las cantidades de trabajo empleadas
ya sea en la producción directa de cualquier mercancía como en la producción
de los medios de producción utilizados en su producción. Los precios relativos
resultaban así determinados sobre la base de las solas condiciones técnicas de
producción, y podían ser conocidos independientemente de la tasa de
beneficios. Un ejemplo servirá para clarificar la cuestión.
Consideremos dos mercancías, grano G y acero A, cuyos métodos
productivos son tales que para la producción de una unidad de grano es
necesario el empleo de 2 unidades de trabajo y de una unidad de acero, y para la
producción de una unidades de acero es necesario emplear 1/3 de trabajo y 1/3
de acero. Los dos métodos de producción pueden ser representados de la forma
siguiente:
2 L ⊕ 1A → 1G
1/ 3L ⊕ 1/ 3 A → 1A
2 L ⊕ 1A → 1G
1/ 3L ⊕ 1/ 3 A → 1A
1/ 9 L ⊕ 1/ 9 A → 1/ 3 A
1/ 27 L ⊕ 1/ 27 A → 1/ 9 A
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La suma de los términos de tal progresión es igual a (1/3)(3/2)=1/2[3].
Agregando también el primer término se obtiene 2+1/2= 2.5
La cantidad de trabajo agregada para producir una unidad de acero es
inidentificable en la secuencia de los procesos productivos representada arriba,
con exclusión del primer proceso (que es aquél del grano). Tal cantidad de
trabajo es igual entonces, como se ha calculado, a ½.
De acuerdo a la teoría del valor trabajo los precios de producción del
grano y del acero deberían ser del ratio 2.5 a ½. El precios del acero en términos
del grano debería ser entonces igual a 1/5 (es decir, una unidad de grano por 5
de acero).
Esta teoría sin embargo no es correcta. Los precios relativos de las
mercancías que ella determina resultan en general incompatibles con la
uniformidad de la tasa de beneficios, y no pueden entonces representar valores
hacia los cuales la libre competencia hace tender a los precios relativos. En otros
términos, no se puede suponer alguna tendencia de los valores de cambio a
adecuarse a los ratios entre las cantidades de trabajo incorporado de las
mercancías; al contrario, si por casualidad los precios relativos fueran, en un
cierto instante, proporcionales a las cantidades de trabajo contenido, la
competencia haría rápidamente divergir los precios efectivos de tales valores de
cambio. La razón de esto se encuentra, como se ha dicho, en el hecho de que los
valores en cuestión darían lugar a tasas de beneficios diferentes en las diversas
industrias. Verifiquemos esto retornando al ejemplo anterior.
Supongamos, aceptando la teoría del valor trabajo, que el valor de cambio
del acero en términos de grano fuera igual a 1/5, es decir al ratio entre las
cantidades de trabajo necesarias para producir las dos mercancías, expresado en
grano, es igual a pa=1/5. Asumamos a su vez que la tasa de salarios, pagados ex
post, esté constituida de 1/3 de unidades de grano.
Calculemos ahora la tasa de beneficios que se realizaría en la producción
de grano. Por cada unidad de grano producido se emplean 1 unidad de acero y
dos unidades de trabajo, y se realizan entonces beneficios (expresados en grano)
iguales a:
∞ ∞
1 r
3 Recordar que: ∑ ri = ∑ ri −1 =
i =1 i =0 1− r
−1 =
1− r
, donde r es la raíz de la progresión
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1 − 1 pa − 2(1/ 3) = 1 − 1/ 5 − 2 / 3 = 2 /15
La tasa de beneficios rg viene dada por el ratio entre estos beneficios y el valor
del capital empleado en la producción de una unidad de grano, que por
hipótesis está constituido por una unidad de acero:
2 /15 2 /15
rg = = = 10 /15 = 2 / 3 = 0.67
1 pa 1/ 5
La tasa de beneficios ra resulta ser entonces igual al ratio entre estos beneficios
y el valor del capital empleado en la producción de una unidad de acero,
constituido de 1/3 de acero:
1/ 45 1/ 45
ra = = = 15 / 45 = 1/ 3 = 0.33
1/ 3 pa 1/15
Se puede así observar que si los valores de cambio de las mercancías fueran
proporcionales a las cantidades de trabajo incorporado, la tasa de beneficios no
sería uniforme. Aquellos valores de cambio no pueden entonces constituir los
precios normales de las mercancías, hacia los cuales se pueda presumir que la
competencia haga tender los precios efectivos.
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cantidades de trabajo incorporado, y en este modo se podía calcular el ratio
entre los valores agregados de los dos agregados, vale decir la tasa de beneficios.
La posición de Marx era por el contrario más compleja. Este autor se da
cuenta de que en general los precios de producción de las mercancías
individuales no podían ser proporcionales a sus cantidades de trabajo
incorporadas, en tanto esto es incompatible con la tendencia a la uniformidad
de la tasa de beneficios. Este autor sostenía entonces que el ratio entre los
precios de producción de las mercancías individuales debía necesariamente
divergir del ratio entre las cantidades de trabajo incorporado. Sin embargo, él
consideraba que tales divergencias entre precios y “valores” (como Marx
llamaba a las cantidades de trabajo) como desviaciones, que para los precios
considerados en su agregado serían recíprocamente eliminadas. También para
Marx, entonces, los valores de los agregados del producto social y del capital
podían ser expresados sobre la base de sus respectivas cantidades de trabajo
incorporado. En realidad, sin embargo, también esta afirmación es errónea. Si
las mercancías individuales no se cambian en proporción a su trabajo
incorporado, lo mismo vale para el agregado de mercancías. En otros términos,
considerando el excedente y el capital agregado como dos particulares
“mercancías compuestas”, el ratio de cambio entre ellas no corresponderá al
ratio entre las respectivas cantidades de trabajo incorporado. Sobre este aspecto
la determinación de las tasa de beneficios utilizada por Marx encuentra una
dificultad análoga a aquélla que se presentaba en Ricardo.
Como ya ha sido observado, el recurso a la teoría del valor-trabajo
permitía tanto a Ricardo como a Marx determinar la tasa de beneficios
resolviendo una ecuación del tipo de la [A] del par. 9, en la cual el valor de los
beneficios y del capital agregado eran expresados en términos de trabajo
incorporado; esta misma determinación permitía individualizar la existencia de
una relación inversa entre la tasa de beneficios y la tasa de salarios. La teoría del
valor trabajo tenía entonces el mérito de permitir a estos autores arribar a
conclusiones definitivas evitando el problema constituido de la
interdependencia entre la tasa de beneficios y los precios relativos, que la teoría
económica no había permitido todavía desenredar, y al cual solo en tiempos
recientes ha sido dada una solución definitiva.
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APENDICE: LA TEORÍA DE LA RENTA DE RICARDO
En relación a la determinación de la renta de la tierra, el mismo Ricardo fundó
una teoría (en precedencia ya formulada por Malthus) fundada sobre la diversa
fertilidad de las tierras cultivadas.
Por simplicidad identificamos con el “grano” el complejo de mercancías
producidas en el sector de la agricultura, e indiquemos con Qg el nivel de
producción del sector. Supóngase que existan dadas cantidades de tres tierras
de calidad diferente, indicadas con A,B y C en orden descendente de fertilidad.
Asumamos a su vez que esta diversa fertilidad se manifiesta en el diverso nivel
de producto obtenible, sobre los tres tipos de tierra, a igualdad de capital
empleado; o lo que es lo mismo, en la diversa cantidad de capital necesaria para
obtener la misma cantidad de producto. El mismo nivel de producto sobre
tierras de diversa calidad A requiere entonces una cantidad de capital menor de
aquel requerido sobre tierra de calidad B, y éste es a su vez menor que la
cantidad de capital requerida, siempre a igualdad de producto, sobre tierras de
calidad C.
Indicamos con PA, PB y PC, respectivamente, los niveles máximos de
producción obtenibles, con el empleo total de las cantidades de tierra de las tres
calidades, e supongamos que sean PA=350 toneladas, PB=350 toneladas, y
PC=600 toneladas. Asumamos a su vez que en las condiciones consideradas el
nivel agregado de producción de grano sea Qg=1050 toneladas, y tal de requerir
la utilización de toda la cantidad de tierra. Supongamos además de conocer el
valor en términos de grano del capital empleado sobre los tres tipos de tierra,
que asumimos sea enteramente circulante y constituido ya sea de salarios como
de medios de producción, y que la tasa general de beneficios sea del 40%.
Representamos la situación considerada con la tabla siguiente:
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empleado, calculados a la tasa general de beneficios, mientras ella es nula en la
tierra de calidad de C. Veamos ahora el porqué de estos valores.
Comencemos con el valor nulo en la tierra menos fértil. Como se deduce
de las hipótesis formuladas, las tierras de calidad C son cultivadas solo
parcialmente. Sobre aquéllas se producen de hecho 350 toneladas de grano de
las 600 toneladas que se obtendrían si fueran totalmente empleadas.
Asumiendo que la propiedad de la tierra se encuentre dividida entre un cierto
número de terratenientes, probemos a suponer que el grupo de propietarios de
las tierras de tipo C que se encuentran actualmente cultivadas se dé cuenta de
que desea el pago de una cierta renta por parte de los capitalistas que emplean
su tierra. Los propietarios de las tierras restantes de calidad C, al momento en
cuestión, serían incentivados a ofrecer a aquellos capitalistas el uso de sus
propias tierras por una renta menor a aquella que los capitalistas pagan al
primer grupo de terratenientes. Estos últimos, para evitar que las tierras de su
propiedad sean preferidas a aquellas ofrecidas por parte de los otros
terratenientes, serían a su vez inducidos a ofrecer el uso de tales tierras por una
renta menor. Esta competencia a la baja entre propietarios de las tierras de
calidad C continuará hasta que la renta en cualquier porción de tales tierras no
retome un valor nulo.
En última instancia, la razón por la cual la renta sobre la tierra de menor
calidad entre todas las cultivadas tiende a anularse es que una parte de estas
tierras resta de todos modos sin cultivar en tanto excede a las necesidades de la
producción, y en tanto tal no da ninguna renta a sus propietarios. La constante
competencia entre estos propietarios y entre aquellos cuya tierra, siempre de la
misma calidad, es usada para el cultivo, impide a estos últimos de pretender
algún pago, e iguala entonces a cero la renta de unas y otras porciones de tierra.
Es también la competencia, pero esta vez entre los capitalistas, lo que
explica por qué la renta sobre las tierras de calidades A y B es positiva, e igual a
la diferencia entre el producto neto y los beneficios calculados a la tasa general
de beneficios. Imaginemos que, partiendo de la situación representada en la
tabla de arriba, los capitalistas que emplean la tierra de calidad A se pongan de
acuerdo para reducir la tierra pagada a los propietarios de la tierra. Seguiría que
del producto social neto una parte mayor vendría ahora a constituir los
beneficios, y una parte menos las rentas: para simplificar, supongamos que las
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rentas sobre las tierras de calidad A se reduzcan a 50, de forma tal que la cuota
del producto neto absorbida por los beneficios aumente a 100. En la producción
del grano sobre la tierra de calidad A el ratio entre beneficios y capital sería por
ende incrementado a 100/200=50%. Pero a este punto los capitalistas que
emplean la tierra de tipo B y de tipo C, como otros capitalistas que en otras
producciones están realizando la tasa general de beneficios del 40%,
encontrarían conveniente transferir sus capitales a la producción del grano en
las tierras de calidad A, porque esta producción les permitiría realizar una tasa
de beneficios mayor. Pero para poder hacer eso ellos deberían rentar las tierras
tipo A a los terratenientes, que como sabemos ya se encuentran enteramente
rentadas a los capitalistas. Los nuevos capitalistas que quieren rentar la tierra A
serían entonces inducidos a ofrecer por el uso de las tierra una renta mayor de
50, si bien menor de 70, en modo de poder de todos modos obtener una tasa de
beneficios superior a aquella que actualmente obtienen en otras producciones:
por ejemplo, empleando tierras de calidad A contra el pago de una renta de 55,
el total de producto neto obtenido sobre estas tierras y atribuido a los beneficios
sería igual a 95, con una tasa de beneficios igual a 95/200=47.5%. Por la misma
razón otros capitalistas serían ahora dispuestos a ofrecer una renta todavía
superior, y así sucesivamente. Esta competencia al alza entre los capitalistas
continuará hasta que la renta pagada a los propietarios de la tierra de calidad A
retorne a su valor de 70, y el capital empleado sobre tales tierras no realice sino
que la tasa general de beneficios del 40%. Análogo razonamiento vale,
obviamente, para la renta pagada por el uso de la tierra de calidad B.
En última instancia la renta sobre las tierras de calidad superior, la
disponibilidad de las cuales es por hipótesis limitada respecto al volumen
agregado del producto agrícola, se explica por el hecho de que en las
producciones que tienen lugar en las tierras de calidad menor, y también fuera
del sector agrícola, el capital ofrece un rendimiento igual a la tasa general de
beneficios. La constante competencia entre el capital empleado en tales
producciones y aquel empleado en la producción de grano sobre las tierras más
fértiles impide a este último capital “pretender” beneficios superiores a aquellos
correspondientes a la tasa general de beneficios, dejando así a la renta la cuota
de residuo del producto neto.
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Para finalizar, es útil notar que una explicación de la renta análoga a
aquella de Ricardo con referencia a las tierras de diversa fertilidad podría
formularse por diferencias de otra naturaleza pero de todos modos tales de
determinar valores diversos del producto neto en relación al capital empleado,
por ejemplo la diversa localización respecto a los mercados (con consecuentes
diferencias en los costos de transporte) o la diversa disponibilidad de
infraestructura y servicios públicos (y consiguientes diferencias en los costos
que es necesario sostener sobre bases individuales, y entonces con menor
rentabilidad).
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