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Tema 58
Tema 58
Tema 58
Se suele presentar al Realismo como antítesis del Romanticismo. Ello es inexacto; más
bien el Realismo surge por evolución a partir del Romanticismo, aunque con el tiempo se oponga
a él. El Realismo desarrolla ciertos elementos románticos: el interés por la naturaleza, o por lo
regional, lo local y lo costumbrista.
Darío Villanueva en Teorías del realismo literario indica que el concepto de realismo es un
término que alude a la semejanza que existe entre la creación artística y el entorno y que ya venía
apareciendo desde Aristóteles y el arte como imitación de las acciones humanas y los fenómenos
naturales. La obra realista tiene en cuenta dos aspectos:
Por un lado, el conocimiento del mundo que se quiere reflejar, ya que Wellek en
Conceptos de crítica literaria define el Realismo como la “representación objetiva de la sociedad
contemporánea”, igualmente Auerbach en Mimesis. La representación de la realidad en la
literatura occidental determina que el Realismo es, por esencia, historicista, ha de reproducir no
sólo los hechos externos, sino la realidad total, social, política y económica en constante cambio.
Y, por otro lado, la elección de los medios estilísticos adecuados para provocar la
sensación de que se halla ante su ámbito cotidiano
El escritor realista vive en una sociedad en que los valores burgueses se encuentran cada
vez más consolidados; esa sociedad será su punto de partida: es decir, ya no huye de la realidad
sino que se propone retratarla, frecuentemente con intención crítica. Para Oleza en Realismo y
naturalismo en la novela española, el Realismo está en conexión con la fatiga del proceso
revolucionario y el desencanto por los resultados, por lo que el artista es un constatador del
fracaso del sentimiento individual.
Entre los numerosos cultivadores del Realismo nos detendremos en algunos cuyas
aportaciones decisivas contribuyeron al desarrollo de esta narrativa en sus respectivos países.
1.2.- El Realismo Francés
El Realismo Francés contaba con las preocupaciones y los conflictos del romanticismo
entre el deseo y la realidad, o entre la aspiración individual y la constricción social. Destacaremos
de su lista de autores a Stendhal, Balzac y Flaubert.
Henri Beyle, “Stendhal” Bajo una concepción vital que llamó beylismo, un epicureísmo
apasionado, en lo literario quiso reprimir esa impulsividad para ejercitar su mirada analítica, dado
que la novela era un «espejo a lo largo del camino» que reflejaba el mundo. Su obra más
destacada es "Rojo y Negro”.
Balzac explica cómo su obra queda planificada en cuanto a técnica desde (Comedia
humana), en cuyo «Prólogo» explica el sistema que seguirá para elaborar el estudio humano que
enfoca la lucha por el poder y el dinero, y que siente una especial predilección por delincuentes o
mujeres de «moral dudosa».
La ironía que emplea para dotar de comicidad a sus novelas hace que Jane Austen sea
contada entre los clásicos de la novela inglesa, a la vez que su recepción va, incluso en la
actualidad, más allá del interés académico, siendo leída por un público más amplio. Jane Austen
ha publicado novelas como Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio
George Eliot es el seudónimo que empleó la escritora británica Mary Anne Evans. Usó
un nombre masculino para asegurar que su trabajo fuera tomado en serio. Pocas escritoras
publicaban bajo sus nombres verdaderos y se veían obligadas a usar seudónimos.
Destacamos las figuras femeninas no solo por la indudable calidad de sus obras, sino por
la consideración del cambio de la mujer desde su status de objeto (musa) al de sujeto
(creadora) en este periodo, o cómo estas escritoras toman como punto de partida el modelo
literario masculino para subvertir.
Incluiremos en esta lista a S. Langhorne Clemens, que bajo el seudónimo de Mark Twain
supo convertir en literatura su rica experiencia vital, con una sencillez y un humor admirables.
Escribió Las aventuras de Tom Sawyer, donde relata las travesuras y sueños de un grupo de niños. A
uno de ellos lo convertirá en el protagonista de su mejor novela, Huckleberry Finn.
2.- Naturalismo
Su primera novela naturalista es Therèse Raquin, pero la serie que realmente sigue sus
propios preceptos naturalistas es Les Rougon-Macquart. En ella, se narra la historia de una familia
que, a lo largo de varias generaciones, se va transmitiendo por herencia fisiológica las pasiones y
vicios que produce su degeneración.
La segunda mitad del siglo XIX estuvo marcada por toda una serie de conmociones
bélicas y políticas: la Guerra de Liberación de las tropas napoleónicas y el absolutismo de
Fernando VII. Los intereses de los burgueses quedan refrendados en la Constitución de 1869,
expresión de un liberalismo puro. Tras la serie de fracasos políticos se produce la restauración de
los borbones en 1875 y se consolida la forma de gobierno ya conocida como el turno pacífico en el
que conservadores y liberales se alternaban en el poder. La época de nuestros autores está
fuertemente marcada por la experiencia de La Gloriosa, revolución de 1868, fracasada, pero con
la que se abrió paso para iniciar un nuevo modelo de sociedad liberal que necesitaba referentes,
es aquí cuando confluyen la serie de condiciones nacionales que provocan que la novela eclipse
al resto de géneros.
● la novela de sucesos contemporáneos, como las tres primeras series de los Episodios
nacionales de Galdós;
● el realismo idealizante como el de Juan Valera con su obra Doña Luz y,
● la novela de tesis, que pone al servicio de las ideas morales del autor la trama argumental
y el desarrollo de los personajes como Galdós en Doña Perfecta. En este caso concreto Galdós
toma fogosamente la defensa del movimiento filosófico krausista, consciente del impulso que éste
le dio a la estancada cultura española.
A pesar de la influencia de los escritores realistas europeos, los autores españoles rara
vez se ajustarán totalmente a los cánones del realismo francés o de otros países. La aplicación de
esas técnicas y la selección de los temas dependerá de la orientación ideológica del novelista: los
escritores de línea progresista llevarán más lejos el enfoque realista; mientras que los de
mentalidad tradicionalista o conservadora impondrán claros límites al realismo, rechazando ciertos
temas y ambientes que eran usuales en los novelistas extranjeros y someterán la realidad a una
mayor o menor idealización. El Realismo de la narrativa española tiene un marcado carácter
regionalista. Así , Pereda sitúa sus obras en los ambientes y paisajes de Cantabria; Valera, en
Andalucía; Galdós, en Madrid; Clarín, en Asturias; Emilia Pardo Bazán, en Galicia
El naturalismo en España vino acompañado de una fuerte polémica que inició Emilia Pardo
Bazán en su ensayo La cuestión palpitante (1882) en el que, por un lado, alaba la fuerza creadora
de Zola y lo defiende contra quienes lo acusan de “inmoral”. Pero, por otro lado, rechaza
enérgicamente el determinismo y las demás bases ideológicas de la escuela, en nombre de una
concepción cristiana. Se declara ferviente partidaria de un realismo “nuestro”, como fórmula “más
ancha y larga” que la de Zola.
Al naturalismo español no le servía la fórmula francesa, como no le sirvió al ruso, porque
nuestro proceso cultural era muy distinto del francés, donde la evolución política y social había
llevado a un escepticismo y desconfianza totales frente al espíritu, frente a todo lo que oliera a
«ideal» o a «subjetividad», mientras que en España estábamos todavía en una fase de
esperanzada lucha, de conquista y estabilización de los grandes ideales democráticos. Cuando la
realidad democrática española, con la Restauración, no satisfaga estos ideales, toda Europa
habrá girado ya su mirada desviándose, en un nuevo subjetivismo, de la realidad exterior. El éxito
obtenido por la literatura rusa en España fue el comienzo del fin del naturalismo. Aunque se
prolongó durante unos pocos años más, y dejó una herencia que aún es visible, estaba ya en
declive. Entonces, la última fase de la obra de Galdós,Pardo Bazán y Clarín, girará desde el
naturalismo hacia un espiritualismo progresivo que encontrará en su camino a la generación del
98.
Emilia Pardo Bazán publica La cuestión palpitante y es ahí cuando comienza su matizada
defensa del naturalismo narrativo. Sus obras más célebres son La tribuna es una novela social
sobre el mundo de las obreras y de la fábrica de tabacos de La Coruña y el ciclo de Los Pazos de
Ulloa y La madre naturaleza, intensa descripción de la decadencia de la hidalguía gallega. Estas
obras muestran cómo la temática amorosa suele adoptar en el Realismo y Naturalismo unas
manifestaciones más concretas. El amor imposible, móvil novelesco tradicional, llega a situaciones
extremas que provocan tensiones argumentales inéditas. Es el caso del amor entre hermanos,
descubierto cuando ya es difícil oponerse a los hechos consumados, como sucede en La madre
naturaleza
4.2.- Galdós
Galdós es el autor realista que mejores frutos ha obtenido. Comenzó con La Fontana de
Oro a escribir novelas con relatos de historia reciente. La Desheredada (1881) supone su
madurez novelística. La irónica narración omnisciente muestra que nuestras acciones nos
influyen y somos producto más de ellas que de nuestras ideas. Isidora Rufete se niega a trabajar,
se refugia en su fantasía y ello la conduce a la degradación moral. Fortunata Y Jacinta (Dos
Historias De Casadas), entre 1885-1886 es la novela cumbre y más ambiciosa del autor
canario. Intenta recrear todos los ambientes de Madrid. Supera tesis naturalistas porque tras los
condicionamientos de la sociedad, Galdós enfoca el drama del individuo y su lucha entre su ser
social y personal, descubriendo que las fuerzas determinantes no bastan para dar sentido a la
tragedia de los humanos ni para explicar sus actos. Sus personajes, como ocurría con los de
Balzac, van reapareciendo en las novelas, de tal manera que recrea un mundo propio, véase el
ejemplo de Clotilde Viera en La Incognita y Realidad.
4.3.- Clarín
Leopoldo Alas, «Clarín» (1852 - 1901) , ha pasado a la historia de la literatura como crítico,
ensayista, cuentista y novelista. Se consideraba a sí mismo como periodista, sobre todo, y
pensaba que en un país que leía tan pocos libros el periódico tenía fundamentalmente una función
formativa, no solo informativa. A pesar de su admiración, censura a Galdós, que en realidad sólo
refleja lo que los personajes creen de sí mismo, y no una amplia introspección del novelista en el
alma. Cultivó un naturalismo donde la ciencia y el arte debían decir la verdad de los hechos y de la
experiencia. Se necesitaba documentación, imitación de la realidad moral y social, personajes
complejos, diálogos, estilo indirecto libre, etc. Su mayor obra es La Regenta, novela de estética
naturalista que también alberga una preocupación religiosa por el sentido de la existencia y la
razón del dolor humano. Su acción se centra en la figura de Ana Ozores, casada insatisfecha y
soñadora, por el sacerdote Fermín de Pas y por Álvaro Mesía. Ana Ozores es otra Mme. Bovary
de «Vetusta» (Oviedo), que distrae la soledad con sus ensoñaciones de relatos románticos.
Aunque en torno a los noventa tenemos aún importantes novelas naturalistas como La
espuma de Palacio Valdés, el movimiento camina hacia su ocaso siguiendo los derroteros del
Realismo espiritualista como ya hemos indicado. Es un proceso de interiorización y una nueva
valoración del mundo moral, patentes en obras como Ángel Guerra, de Pérez Galdós o La
quimera de Pardo Bazán. Valera, decaído el Naturalismo, volverá a ofrecer una última serie
narrativa que abarca desde la novela idealizante y de evocación a la de carácter simbólico
(Morsamor).
5.- Conclusión
6.- Esquema.