Violence">
Problemas Conceptuales en El Estudio de La Violencia de Género. Controversias y Debates A Tomar en Cuenta
Problemas Conceptuales en El Estudio de La Violencia de Género. Controversias y Debates A Tomar en Cuenta
Problemas Conceptuales en El Estudio de La Violencia de Género. Controversias y Debates A Tomar en Cuenta
net/publication/279447743
CITATIONS READS
31 5,954
1 author:
Roberto Castro
Universidad Nacional Autónoma de México
209 PUBLICATIONS 3,605 CITATIONS
SEE PROFILE
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
All content following this page was uploaded by Roberto Castro on 01 July 2015.
Introducción
no cause daño puede ser considerada como violencia. Ello significa que el cam-
po de las conductas potencialmente clasificables como violencia es mucho más
amplio desde la perspectiva de la salud pública que desde la perspectiva jurídica
(Kilpatrick, 2004). Estas diferencias expresan un debate largamente sostenido en
el campo de la investigación sobre violencia hacia las mujeres, acerca del alcance
que debe tener el concepto mismo de violencia, y donde las preguntas funda-
mentales han girado en torno a si por violencia deben entenderse sólo agresiones
físicas y sexuales o también psicológicas, verbales, patrimoniales y de otro tipo;
y en torno a la cuestión de si debe privilegiarse un enfoque jurídico o de salud
pública (sólo a modo de referencia ver: DeKeseredy, 2000; Mears y Visher, 2005;
Saltzman et al., 2002; Straus y Gelles, 1990; Walker, 1979).
Dicho debate ha estado estrechamente vinculado a por lo menos otras dos dis-
cusiones académicas muy importantes que también han influido decisivamente
en la manera en que se hace investigación sobre el problema de la violencia hacia
las mujeres, y sobre la manera en que se interpretan los hallazgos. La primera de
ellas se refiere al debate que llevan a cabo los defensores del enfoque de la vio-
lencia familiar con las defensoras del enfoque feminista (Kurz, 1989). El segundo
se refiere al debate que sostienen quienes defienden que es necesario diferenciar
varios tipos de violencia hacia las mujeres para identificar con más claridad aque-
llos con un origen claramente patriarcal, con quienes sostienen que el uso de con-
ceptos como patriarcado sólo oscurece las cosas (Johnson, 1995; Dutton, 2005).
Detallemos brevemente el alcance de estos debates.
1
La bibliografía de estos autores es muy numerosa. Aquí citamos únicamente algunas de las obras más
importantes, que sirven para identificar las características del enfoque de violencia familiar.
24│Roberto Castro Pérez
¿Y el género?
3
Para una discusión detallada de las implicaciones de esta definición ver Castro (2004), particularmente el
capítulo I.
4
Gendered power inequalities en el original.
28│Roberto Castro Pérez
En 1995 Johnson se sumó al debate entre los proponentes del enfoque de la vio-
lencia familiar y los defensores del enfoque feminista en el estudio de la violencia
de pareja hacia las mujeres, y publicó uno de los artículos más trascendentes que
se han producido en esta materia en los últimos años. Propuso que si bien existen
desacuerdos importantes entre dichas perspectivas, buena parte de las diferencias
entre ambas se deben a que, de hecho, están analizando fenómenos distintos. El
autor propuso que es posible diferenciar dos tipos de violencia al interior de las
parejas: la primera la llamó terrorismo patriarcal, y la definió como:
[…] el producto de las tradiciones patriarcales sobre el derecho de los hombres
a controlar a ‘sus’ mujeres, una forma de control terrorista de las esposas por los
esposos que incluye el uso sistemático no sólo de la violencia, sino también de la
subordinación económica, amenazas, aislamiento y otras tácticas de control (John-
son, 1995: 284).
Propuso que esta forma de violencia es la que ha sido objeto de interés de los
enfoques feministas, y los datos acerca de las víctimas pueden ser encontrados
principalmente en los refugios para mujeres, en las cortes de justicia, y en los
hospitales. Se trata de una forma de violencia con raíces de género evidentes, que
podría coincidir con el objeto de quienes estudian las formas severas de violencia
contra las mujeres en la pareja (wife beating, wife battery y battered women).5 La
segunda forma de violencia la llamó violencia común de pareja, y señaló que la
misma es menos un producto del patriarcado y más la consecuencia de los pro-
cesos y las causas discutidas por Straus y colaboradores bajo el enfoque de la
violencia familiar; se trata de una forma de violencia que ocurre más ocasional-
mente, que es producto de situaciones de tensión que “se salen de control”, y que
resultan normalmente en formas “menores” de violencia.
Esta diferenciación entre dos tipos de violencia le permitió a Johnson ofrecer
una interpretación alternativa al enigma de la supuesta reciprocidad de la violen-
cia, por cuanto señaló que la reciprocidad se da en la violencia común de pareja,
pero de ninguna manera en el terrorismo patriarcal. Aquella no tiene como fines
establecer el control de uno de los integrantes de la pareja sobre el otro, como en
5
Términos que Johnson objeta por ser demasiado restrictivos (hay que incluir también a las mujeres en relaciones
de noviazgo y no solo a las “esposas”) y por concentrar la mirada en las víctimas (“esposas”, “mujeres”) y
apartarla de los responsables de la violencia: los hombres.
Problemas conceptuales en el estudio de la violencia de género...│29
se ejerce para resistir a los intentos de control violento por parte de la pareja), así
como el control violento mutuo (que se refiere a los casos donde ambos integran-
tes de la pareja ejercen violencia sobre el otro con el ánimo de someterlo bajo su
control). De tal manera que su tipología originalmente de dos formas de violencia
en la actualidad se ha desarrollado a una de cuatro, pues a las tres anteriores hay
que añadir el terrorismo patriarcal antes descrito, recientemente renombrado te-
rrorismo íntimo.
Pero las ideas de Johnson no están exentas de duras críticas. En particular,
Dutton (1994 y 2005; Dutton y Nicholls, 2005) ha objetado consistentemente la
utilidad del enfoque feminista y ha presentado datos estadísticos que demues-
tran, desde su punto de vista, que no existe una relación clara ni directa entre
patriarcado y violencia hacia las mujeres en la pareja. Señala que la disparidad
por sexo en el número de lesiones derivadas de la violencia de pareja es menor a
lo que postula el enfoque feminista. Presenta también diversas evidencias de que
en las encuestas sobre criminalidad y victimización los hombres sub-reportan
la violencia de que son objeto por parte de sus parejas femeninas, debido a que
no consideran dicha violencia como un crimen. Critica el llamado del enfoque
feminista a privilegiar los estudios cualitativos pues, dice, ello tiene como fina-
lidad básicamente evadir las evidencias duras que ofrecen los datos estadísticos.
De hecho, propone que en todo caso la relación entre patriarcado y violencia es
justo la contraria, donde el nivel de lo psicológico tiene preeminencia sobre las
variables estructurales: algunas psicopatologías, dice, pueden llevar a algunos
hombres a adoptar una ideología patriarcal con el fin de justificar y racionali-
zar su propia psicopatología (y no al revés, como sugiere el enfoque feminista:
que la estructura patriarcal lleva a algunos hombres a ejercer violencia contra
las mujeres). Su crítica a la propuesta de Johnson es particularmente acre, pues
además de argumentar sobre su supuesta artificialidad, presenta estadísticas que
demostrarían que el terrorismo íntimo presenta tasas aproximadamente iguales
entre hombres y mujeres.
No podemos entrar aquí a analizar los argumentos de cada parte en este de-
bate. Sinembargo, es importante saber que las críticas de Dutton constituyen lo
que Weber (1979) llamaba “hechos incómodos”, es decir contraargumentos al
paradigma feminista que por honestidad intelectual es necesario conocer para, en
todo caso, poder refutarlos con evidencias científicas. Por otra parte, si Johnson
está en lo correcto, entonces debemos analizar los datos de la endireh 2003 y
2006 pensando que encontraremos sobre todo información sobre violencia si-
tuacional de pareja y no sobre terrorismo íntimo, salvo en los casos donde las
mujeres reportan haber sufrido violencia en grados de severidad muy extrema, o
bien donde reportan estar sujetas a formas acuciantes de control y sometimiento
por parte de sus parejas.
Problemas conceptuales en el estudio de la violencia de género...│31
La violencia física fue medida en esta encuesta mediante ocho preguntas (ta-
bla 2) con la respectiva distribución de frecuencias para cada ítem a nivel nacio-
nal y para cada estado. La tabla permite diferenciar las frecuencias que fueron
reportadas como habiendo ocurrido “una vez” de las que fueron reportadas como
habiendo ocurrido “varias veces”. Se aprecia ahí que la forma más frecuente de
violencia consiste en empujones y/o jalones de pelo, seguida por golpes con las
manos o algún otro objeto. Si bien se aprecian ligeras variaciones al comparar el
nivel nacional con el Estado de México, es evidente que los patrones son muy
similares. Destaca que las formas más severas de violencia (intento de ahorca-
miento y ataques con armas) presentan frecuencias menores al uno por ciento.
A partir de estos ocho reactivos, es posible construir un índice simple de se-
veridad mediante la mera agregación de respuestas afirmativas a cada uno de
ellos. De esta manera, una mujer que responda afirmativamente a las ocho pre-
guntas tendría un índice de severidad estandarizado igual a uno, mientras que las
mujeres que respondan negativamente a las ocho preguntas tendría un índice de
severidad estandarizado igual con cero. Podemos entonces dividir dicho índice
en cuatro cuartos iguales (de 0 a 0.25; de 0.26 a 0.5; de 0.51 a 0.75 y de 0.76 a 1).
Como puede apreciarse en la tabla 3, de las mujeres que sufrieron violencia
física, casi 80 por ciento a nivel nacional, y un porcentaje similar para el Estado
de México (79.4 por ciento), registra un índice de severidad muy bajo (dentro del
primer cuartil). Si consideramos al total de mujeres, incluyendo a aquellas que no
sufrieron violencia, los porcentajes se elevan a 97.8 por ciento y 97.4 por ciento,
respectivamente. Es decir, prácticamente la totalidad de las mujeres tanto a nivel
32│Roberto Castro Pérez
nacional como en el Estado de México se ubica entre las que tienen un índice de
severidad muy bajo de violencia física, o que directamente no sufren violencia
física. En el otro extremo, apenas 0.2 por ciento de las mujeres que sufrieron
violencia física a nivel nacional se ubica dentro del cuartil de las que reporten el
mayor nivel de severidad, dato que se reduce a cero para el Estado de México.
Tabla 2. Distribución de frecuencias para cada ítem de violencia física a nivel
nacional y para el Estado de México (último año)
Nacional Estado de México
(n = 83 159) (n = 11 258)
Una vez Varias veces Una vez Varias veces
Empujado o jalado pelo 4.4 3.6 5.2 4.7
Amarrado 0.1 0.1 0.1 0.1
Pateado 1.1 1.2 1.7 1.9
Aventado objeto 1.6 1.7 1.4 1.9
Golpeado con manos u objeto 3.1 2.8 4.2 3.6
Tratado de ahorcar 0.6 0.4 0.9 0.4
Agredido con cuchillo o navaja 0.3 0.2 0.3 0.2
Disparado con arma 0.1 0.1 0.2 0.1
Total 13.3 10.1 14.0 12.9
Fuente: ENDIREH 2006. Datos generados por el autor.
6
Comunicación personal. Cálculos gentilmente realizados por Sonia Frías a solicitud del autor.
Problemas conceptuales en el estudio de la violencia de género...│33
Y sin embargo, como veremos ahora, la violencia que captan las encuestas,
aún sin ser quizás lo que desde la perspectiva feminista se ha denunciado como
formas extremas de control y sujeción de las mujeres (es decir, aun cuando parece
que se trata mayoritariamente de violencia situacional de pareja), muestra deter-
minantes claramente asociados a una estructura social patriarcal.
Para cuestionar lo antedicho: patriarcado y análisis multinivel
El debate propuesto por Johnson, sobre si el origen de las diferencias entre la in-
vestigación sobre violencia familiar y la investigación sobre violencia patriarcal
se debe a que ambas escuelas están lidiando con fenómenos diferentes, remite
a otro problema muy importante que suele acompañar el análisis derivado de
las encuestas sobre violencia hacia las mujeres. Se trata del problema de cómo
demostrar la vinculación entre el patriarcado y la violencia hacia las mujeres,
problema que hace referencia fundamentalmente a la falta de mediaciones con-
ceptuales y empíricas entre patriarcado y violencia de género. Por una parte, des-
de una perspectiva de género, se postula que el patriarcado (o la dominación
masculina, o el sistema sexo/género) es la causa última de todas las formas de
desigualdad, dominación y violencia que se observa contra las mujeres. Pero por
otra parte, la observación y medición del patriarcado acaba siendo realizada, su-
puestamente, por las propias encuestas, a partir de explorar diversas variables
individuales de las mujeres a las que se aplica el cuestionario. Así por ejemplo,
a partir de las variables disponibles se construyen mediciones sobre desigualdad
en el nivel educativo entre las mujeres y sus parejas; o sobre desigualdad en la
distribución de las labores del hogar; o bien sobre el grado de poder decisión o de
libertad con que cuentan las mujeres; o, en fin, sobre el grado de adherencia de las
mujeres a una ideología patriarcal. Y después se correlacionan dichas variables
con el riesgo de sufrir violencia. Todas estas son variables muy útiles que deben
seguirse midiendo. Sin embargo, lo que estamos señalando es que dichas varia-
bles sólo pueden asumirse como resultado del patriarcado, pero no constituyen
34│Roberto Castro Pérez
Hemos mostrado que la investigación sobre violencia hacia las mujeres constitu-
ye un complejo campo lleno de interrogantes, debates, y evidencias enigmáticas.
Sostenemos que es necesario estar al tanto de ellas para poder elaborar políticas
públicas adecuadamente enfocadas en el tipo de violencia que se desea prevenir
y erradicar y mejorar su eficacia. A la luz de lo discutido en este trabajo, es claro
que no son triviales las diferencias entre violencia doméstica y familiar; o entre
violencia hacia las mujeres y violencia de género; o entre violencia estructural e
interaccional —por mencionar sólo algunas— pues se trata de fenómenos dife-
rentes que requieren de políticas específicas para su eliminación. Por ejemplo, si
la investigación subsecuente comprueba que Johnson está en lo correcto al argu-
Problemas conceptuales en el estudio de la violencia de género...│35
Bibliografía
Currie, Dawn, 1998, Violent men or violent women? Whose definition counts?”,
en Raquel Kennedy Bergen (ed.), Issues in intimate violence, Los Ángeles, Thou-
sand, Oaks, Sage Publications.
36│Roberto Castro Pérez