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Confesión SOS

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SOMOS SUYOS

LA
CONFESIÓN
¿PECADO?
El pecado es una falta contra la razón,
la verdad, la conciencia recta; es faltar al
amor verdadero para con Dios y para
con el prójimo, a causa de un apego
perverso a ciertos bienes. Hiere la natu-
raleza del hombre y atenta contra la
solidaridad humana. Ha sido definido
como “una palabra, un acto o un deseo
contrarios a la ley eterna” San Agustín

El pecado es una ofensa a Dios: “Contra


ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad
que aborreces” (Sal 51, 6). El pecado se
levanta contra el amor que Dios nos
tiene y aparta de Él nuestros corazones. Por tanto, el pecado es “amor de sí hasta
Como el primer pecado, es una desobe- el desprecio de Dios” (San Agustín, De
diencia, una rebelión contra Dios por el civitate Dei, 14, 28). Por esta exaltación
deseo de hacerse “como dioses”, preten- orgullosa de sí, el pecado es diametral-
diendo conocer y determinar el bien y el mente opuesto a la obediencia de Jesús
mal (Gn 3, 5). que realiza la salvación (cf Flp 2, 6-9)

SOMOS SUYOS
¿CUÁNTOS
TIPOS EXISTEN?
Conviene valorar los pecados según su grave-
dad. La distinción entre pecado mortal y venial,
perceptible ya en la Escritura (cf 1Jn 5, 16-17), se
ha impuesto en la tradición de la Iglesia. La
experiencia de los hombres la corroboran.

MORTAL
Para que un pecado sea mortal se requie-
ren tres condiciones: “Es pecado mortal lo
que tiene como objeto una materia grave
y que, además, es cometido con pleno El pecado mortal requiere plena con-
conocimiento y deliberado consenti- ciencia y entero consentimiento. Presu-
miento” (RP 17) pone el conocimiento del carácter peca-
minoso del acto, de su oposición a la Ley
La materia grave es precisada por los de Dios. Implica también un consenti-
diez mandamientos según la respuesta miento suficientemente deliberado
de Jesús al joven rico: “No mates, no para ser una elección personal. La igno-
cometas adulterio, no robes, no levan- rancia afectada y el endurecimiento del
tes testimonio falso, no seas injusto, corazón (cf Mc 3, 5-6; Lc 16, 19-31) no
honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10, disminuyen, sino aumentan, el carácter
19). voluntario del pecado.
La gravedad de los pecados es mayor o
menor: un asesinato es más grave que
un robo. La cualidad de las personas
lesionadas cuenta también: la violen-
cia ejercida contra los padres es más
grave que la ejercida contra un extra-
ño.

SOMOS SUYOS
VENIAL No obstante, el pecado venial no rompe la
Alianza con Dios. Es humanamente repa-
Se comete un pecado venial cuando no
rable con la Gracia de Dios. “No priva de la
se observa en una materia leve la medida
Gracia Santificante, de la amistad con
prescrita por la ley moral, o cuando se
Dios, de la caridad, ni, por tanto, de la
desobedece a la ley moral en materia
Bienaventuranza Eterna ”.
grave, pero sin pleno conocimiento o sin
entero consentimiento.

El pecado venial debilita la caridad; entra-


ña un afecto desordenado a bienes
creados; impide el progreso del alma en
el ejercicio de las virtudes y la práctica del
bien moral; merece penas temporales. El
pecado venial deliberado y que permane-
ce sin arrepentimiento, nos dispone poco
a poco a cometer el pecado mortal.

¿POR QUÉ

SACERDOTE
UN

SI ES DIOS QUIEN ME PERDONA?


Sólo Dios puede perdonar los pecados. Él nos conoce. Hacemos trampas con
«Tus pecados te son perdonados» (Mc 2,5) respecto a nuestros pecados, nos gusta
sólo lo pudo decir Jesús porque Él es el echar tierra sobre ciertos asuntos. Por eso
Hijo de Dios. Y sólo porque Jesús les ha Dios quiere que expresemos nuestros
conferido este poder, pueden los PRESBÍ- pecados y que los confesemos cara a
TEROS perdonar los pecados en Su cara. Por eso es válido para los sacerdo-
nombre. [1441¬.1442] Hay quien dice: Esto tes: «A quienes les perdonéis los pecados,
lo arreglo yo directamente con Dios, ¡para les quedan perdonados; a quienes se los
eso no necesito ningún sacerdote! Pero retengáis, les quedan retenidos» (Jn
Dios quiere que sea de otra manera. 20,23)

SOMOS SUYOS
Y AHORA
¿CÓMO ME CONFIESO?

Pertenecen a toda confesión el examen


de conciencia, la contrición o arrepenti-
miento, el propósito de enmienda, la El pecador debe necesariamente declarar
confesión y la penitencia. el pecado ante el confesor, es decir, hacer
[1450¬1460,1490¬1492,1494] El examen de una confesión del mismo. Finalmente
conciencia debe ser a fondo, pero nunca pertenece a una confesión la reparación o
puede ser exhaustivo. Sin verdadero penitencia que impone el confesor al
arrepentimiento, basado en una confe- pecador para reparar el daño cometido.
sión de los labios, nadie puede ser absuel-
to de sus pecados. Igualmente es impres-
cindible el propósito de no cometer ese
pecado nunca más en el futuro.

SOMOS SUYOS
Para hacer una buena confesión
puede ayudar seguir estos
5 pasos:
4.Decir los pecados al Sacerdote: El Sacer-
dote es un instrumento de Dios. Haga-
mos a un lado la “vergüenza” o el “orgu-
llo” y abramos nuestra alma, seguros de
1.Hacer un examen de conciencia: Es
que es Dios quien nos escucha.
ponernos delante de Dios y pedirle que
con la Gracia de su Espíritu Santo nos
muestre con amor dónde hemos dejado
de amarlo, de buscarlo y hemos comen- 5.Recibir la absolución y cumplir la peni-
zado a ofenderlo a Él, al prójimo y a noso- tencia: Es el momento más hermoso,
tros mismos. pues recibimos el perdón de Dios. La
penitencia es un acto sencillo que repre-
senta nuestra reparación por la falta que
cometimos.
2.Arrepentimiento: Arrepentirse de los
pecados es sentir tristeza o pesar de
haber ofendido a Dios que es tan bueno y
por haber hecho, pensado o dicho lo que
nos hace daño a nosotros mismos o a los
demás.

3.Propósito de no volver a pecar: La per-


sona que ama no puede seguir lastiman-
do al amado. De nada sirve decir que lo
sentimos y nos arrepentimos, si no tene-
mos el deseo y la decisión de hacer algo
para no volver a hacerlo. Podemos caer
de nuevo por nuestra debilidad, pero lo
importante aquí es la lucha, no la caída.

SOMOS SUYOS
CÓMO
HACER UN BUEN EXAMEN DE

CONCIENCIA
1.Pedimos al Espíritu Santo que nos ilumi-
ne y nos recuerde cuáles son los pecados
nuestros que más le están disgustando a
Dios.

Esta oración puede ayudar:


Esta oración puede ayudar: Señor y Dios
mío, que conoces los corazones, dame la
gracia de examinar sinceramente y cono-
cer con verdad el mío, de manera que
descubra todos mis pecados, a fin de que,
confesándome bien, y arrepintiéndome
de ellos, merezca tu Perdón y Gracia en la
tierra y la Vida Eterna en el Cielo. Por Jesu-
cristo, nuestro Señor. Amén.
2.Vamos repasando los diez mandamien-
tos para saber qué faltas hemos cometido
contra ellos. Por ejemplo:

1er Mandamiento
¿Me acuesto o me levanto sin rezar? ¿Me avergüenzo de aparecer creyente ante
los demás? ¿He creído en supersticiones, por ejemplo: amuletos, sales, brujas,
lectura de naipes o de humo de cigarrillo, o espiritistas?

2ndo Mandamiento
¿He dicho el Nombre de Dios sin respeto y por cualquier tontería?

SOMOS SUYOS
3er Mandamiento
¿He faltado a Misa los domingos? ¿Cuántas
veces? ¿Cuántos domingos voy a Misa cada
mes?

4to Mandamiento
¿He desobedecido a mis padres? ¿No les he
querido ayudar? ¿Los he tratado mal? ¿He per-
dido el tiempo en vez de estudiar o trabajar?

5to Mandamiento
¿He deseado que a otros les vaya mal? ¿He
peleado? ¿He dicho groserías? ¿Tengo resenti-
mientos contra alguna persona y no le quiero
perdonar? ¿No rezo por los que me han tratado
mal? ¿Me he burlado de alguien? ¿He puesto
sobrenombres? ¿He tratado con dureza? ¿He
dicho palabras ofensivas? ¿He hablado mal de
otras personas? ¿He contado lo malo que han
hecho o lo que dicen de ellos? ¿He escandaliza-
do? (o sea, ¿he enseñado lo malo a los que no lo
saben?) ¿Cuántas veces? ¿Me he aprovechado
de los más débiles para golpearlos o humillar-
los?
7mo Mandamiento
¿He robado? ¿Cuánto vale lo que he robado?
¿Pienso devolverlo o dar eso a los pobres?
¿He devuelto lo prestado? ¿He tenido pereza
en cumplir los deberes?
6to Mandamiento
¿He detenido en mi cerebro por varios minutos
pensamientos o deseos impuros? ¿He mirado
películas impuras o revistas pornográficas o
escenas impuras por televisión? ¿He dicho o
celebrado chistes obscenos? ¿He hecho accio-
nes impuras conmigo mismo o con otras perso-
nas? ¿Tengo alguna amistad que me hace
pecar?

SOMOS SUYOS
8vo Mandamiento
¿He dicho mentiras? ¿He inventado de otros
lo que no han hecho o dicho? ¿He hecho
trampas en negocios o estudios? ¿He creído
que Dios no me va a ayudar?

9no Mandamiento
¿He codiciado la mujer o el esposo de mi próji-
mo? ¿He mirado a un hombre o a una mujer de
manera impura? ¿He tenido deseos deshones-
tos consentidos deliberadamente, aunque no
los haya ejecutado?

10mo Mandamiento
¿He deseado los bienes ajenos? ¿He sido envi-
dioso? ¿He sido avaro? ¿He comido más de lo
que necesito? ¿He sido orgulloso?

¡CUIDADO!
¡Este examen de conciencia
no es EXHAUSTIVO!
El propósito no es que hagas
una lista eterna de todo lo que
has hecho mal en tu vida. No es para que te “des rejo”
o veas la fe como una LISTA DE CUMPLIMIENTOS

Examinar nuestra consciencia de forma rigurosa


nos permite ver patrones de nuestro corazón que
están desviados o
desviándose de la libertad y la verdad. Te invito a
pedir la ayuda del Espíritu Santo,
a revisar este esquema con mucha
SERENIDAD y confianza
INFINITA en la Misericorida de Dios!

(ver anexo del “Examen de conciencia


exhaustivo” en el email que te enviamos)

SOMOS SUYOS
¿DEBO PREGUNTARME
ALGO MAS?
¿Cuáles son las faltas que más cometo y
repito? ¿Cuáles serán las causas por las
cuales cometo esos pecados? Por ejem-
plo: Soy de mal genio: ¿por qué será?
¿Será que no descanso? ¿Será que me
disgusto por pequeñeces que no disgus-
tan a Dios? (Lo que no disgusta a Dios no
me debe disgustar a mí) ¿Será que me
preocupo demasiado como si Dios no
cuidara de mí y no me fuera a ayudar?
¿Será que no me conformo con lo que
Dios permite que me suceda? ("Todo lo
permite Dios para el bien de los que lo
aman", dice la Sagrada Biblia)

Otro ejemplo: Hablo mal de los demás.


¿Por qué será? ¿Será que vivo juzgando a
los otros olvidando lo que dijo Jesús: "no
juzguéis y no seréis juzgados, no conde-
néis y no seréis condenados" (Mt 7,1), o
será que trato con personas murmurado-
ras que me prenden su murmuradera?
Me vienen pensamientos o deseos impu-
ros: ¿por qué será? ¿Será que veo pelícu-
las impuras o malas en TV o leo revistas
pornográficas o no hago suficiente ejerci-
cio físico?

Otra pregunta: ¿Cuál será el pecado mío


que más le está disgustando a Dios? Si
Cristo se me apareciera a ofrecerme
quitarme un pecado, ¿Cuál le pediría que
me quitara? ¿Qué voy a hacer para tratar
de no cometer ese pecado?

SOMOS SUYOS
PENITENCIA
La penitencia es la reparación de una
injusticia cometida. La penitencia no debe
darse sólo en la mente, sino que debe
expresarse en obras de misericordia y en
el compromiso con los demás. También
con la oración, el ayuno y la ayuda mate-
rial y espiritual a los pobres, se hace peni-
tencia. [1434, ¬1439] Con frecuencia se
entiende mal la penitencia. No tiene nada
que ver con maltratarse o con los escrú-
pulos. La penitencia no es estar dando
vueltas sobre lo mala persona que soy. La
penitencia nos libera y nos anima a empe-
zar de nuevo. El proceso de la conversión y
de la penitencia fue descrito maravillosa-
mente por Jesús en la parábola llamada
"del hijo pródigo", cuyo centro es "el padre
misericordioso" (Lc 15,11-24): la fascinación
de una libertad ilusoria, el abandono de la
casa paterna; la miseria extrema en que el
hijo se encuentra tras haber dilapidado su
fortuna; la humillación profunda de verse
obligado a apacentar cerdos, y peor aún,
la de desear alimentarse de las algarrobas
que comían los cerdos; la reflexión sobre
El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta los bienes perdidos; el arrepentimiento y
son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, la decisión de declararse culpable ante su
llena de alegría que es la vida del hombre que padre, el camino del retorno; la acogida
vuelve a Dios y al seno de su familia, que es la generosa del padre; la alegría del padre:
Iglesia. Sólo el corazón de Cristo, que conoce las todos estos son rasgos propios del proce-
profundidades del amor de su Padre, pudo so de conversión.
revelarnos el abismo de su misericordia de una
manera tan llena de simplicidad y de belleza.

SOMOS SUYOS
DIVERSAS
FORMAS DE PENITENCIA
La penitencia interior del cristiano puede
tener expresiones muy variadas. La Escri-
tura y los Padres insisten sobre todo en
tres formas: el ayuno, la oración, la limosna
(cf. Tb 12,8; Mt 6,1-18), que expresan la con-
versión con relación a sí mismo, con rela-
ción a Dios y con relación a los demás.
Junto a la purificación radical operada por
el Bautismo o por el Martirio, citan, como
medio de obtener el perdón de los peca-
dos, los esfuerzos realizados para reconci-
liarse con el prójimo, las lágrimas de peni-
tencia, la preocupación por la salvación
del prójimo (cf St 5,20), la intercesión de
los Santos y la práctica de la caridad "que
cubre multitud de pecados" (1 P 4,8).

La conversión se realiza en la vida cotidia-


na mediante gestos de reconciliación, la
atención a los pobres, el ejercicio y la
defensa de la justicia y del derecho (cf Am
5,24; Is 1,17), por el reconocimiento de
nuestras faltas ante los hermanos, la
corrección fraterna, la revisión de vida, el
examen de conciencia, la dirección espiri-
tual, la aceptación de los sufrimientos, el
padecer la persecución a causa de la justi-
cia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús,
es el camino más seguro de la penitencia
(cf Lc 9,23)

SOMOS SUYOS
OTRAS VIAS DE
RECONCILIACIÓN

“Reconciliación y Penitencia”
San Juan Pablo II

La misión reconciliadora es propia de toda


la Iglesia, y en modo particular, de aquella
que ya ha sido admitida a la participación
plena de la Gloria Divina con la Virgen
María, con los Ángeles y los Santos, que
contemplan y adoran al Dios tres veces
Santo. Iglesia del Cielo, Iglesia de la Tierra e
Existe además otra vía: la de la predicación.
Iglesia del Purgatorio, están misteriosa-
Siendo discípula del único Maestro, Jesu-
mente unidas en esta cooperación con
cristo, la Iglesia, a su vez, como Madre y
Cristo en reconciliar el mundo con Dios. La
Maestra, no se cansa de proponer a los
primera vía de esta acción salvífica es la
hombres la reconciliación y no duda en
oración.
denunciar la malicia del pecado, en procla-
mar la necesidad de la conversión, en invi-
Sin duda la Virgen, Madre de Dios y de la
tar y pedir a los hombres «reconciliarse con
Iglesia[53], y los Santos, que llegaron ya al
Dios». En realidad, esta es su misión profé-
final del camino terreno y gozan de la
tica en el mundo de hoy como en el de
Gloria de Dios, sostienen con su intercesión
ayer; es la misma misión de su Maestro y
a sus hermanos peregrinos en el mundo,
Cabeza, Jesús. Como Él, la Iglesia realizará
en un esfuerzo de conversión, de fe, de
siempre tal misión con sentimientos de
levantarse tras cada caída, de acción para
amor misericordioso y llevará a todos la
hacer crecer la comunión y la paz en la
palabra de perdón y la invitación a la espe-
Iglesia y en el mundo. En el misterio de la
ranza que viene de la Cruz.
Comunión de los Santos, la reconciliación
universal se actúa en su forma más profun-
da y más fructífera para la salvación
común.

SOMOS SUYOS
ALGUNOS
SANTOS
DICEN
Ningún pecado del hombre puede Antes morir que pecar. Santo Domin-
cancelar la misericordia de Dios. Juan go Savio
Pablo II
El pecado es preferir el gusto de un ins-
“Dios lo que más odia después del tante a la amistad con Dios. San Alber-
pecado es la tristeza, porque nos pre- to Hurtad
dispone al pecado”. San Agustín

Ningún pecado es tal si no fue consen- Si te sientes pecador y débil tienes


tido por la voluntad. Cuando la volun- derecho especial a estar entre los
tad no actúa, no hay pecado, sólo hay brazos de Jesús. Padre Tadeusz Dajc-
debilidad humana. San Pío de Pieltre- zer
cina
La reconciliación es un don de Dios,
una iniciativa suya. Mas nuestra fe nos
enseña que esta iniciativa se concreta
en el misterio de Cristo redentor,
reconciliador, que libera al hombre del
pecado en todas sus formas. Reconci-
liación y penitencia 7. Juan Pablo II

El pecado es el verdugo del buen Dios,


el asesino del alma. San Juan María
Vianey

SOMOS SUYOS

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