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Confrontación Entre La Burguesía y El Proletariado
Confrontación Entre La Burguesía y El Proletariado
Confrontación Entre La Burguesía y El Proletariado
Hoy en día entendemos por proletariado al peldaño más débil de la sociedad capitalista, es
decir, a la clase obrera. Es la clase social que carece del control de los medios de
producción y distribución de los bienes generados por la sociedad, y por lo tanto para
subsistir debe vender a la burguesía su capacidad de trabajo a cambio de un salario.
Sin embargo, sus antecedentes se remontan a los años del Imperio Romano, en cuya sociedad
el peldaño inferior estaba destinado a los proletarii, quienes carecían de propiedades y podían
ofrecer al imperio únicamente su descendencia (o sea, su prole) para engrosar los ejércitos
imperiales.
Este sentido de proletario como ciudadano de última categoría reapareció, luego de la Edad
Media, en la Inglaterra del siglo XVI. Cobró un nuevo sentido en el marco de la Revolución
Francesa de 1789, pasando a designar a la clase trabajadora que, a pesar de hallarse privada
de sus derechos correspondientes, posee consciencia de su situación y por lo tanto ansias de
liberación, lo cual le confiere un sentido positivo al término.
Desde entonces pasó a la jerga política de los movimientos políticos socialistas del siglo XIX, y
eventualmente llegaría a Friedrich Engels y Karl Marx, quienes lo reelaboraron en el marco de
su visión filosófica de la historia y del Manifiesto comunista (1848).
Proletariado y burguesía
Dicha lucha constante habría empujado a la sociedad desde los modelos esclavistas antiguos y
el modelo feudal medieval, hacia el capitalismo industrial. Según esta teoría, eventualmente
llevaría también a su colapso, cuando la clase obrera se alzara e impusiera un orden propio, a
través de lo que Marx llamó la “dictadura del proletariado”.
Sin embargo, a lo largo del siglo XX los intentos por establecer este sistema
de gobierno tuvieron resultados funestos: represión generalizada, hambre, genocidios y
otras tragedias similares, ocurridas en nombre de la liberación y de un sistema más justo que,
en teoría, siempre está por venir.
Proletariado en la actualidad
El precariado es la clase social que no goza de los beneficios mínimos de seguridad social.
En la actualidad, las condiciones de trabajo de la sociedad industrial distan mucho de aquellas
que Karl Marx observó en el siglo XIX, a pesar de que su diagnóstico y descripción del
capitalismo siguen estando vigentes. De hecho, nuevas categorías, inspiradas en la del
proletariado marxista, han surgido, tales como:
El cognitariado, aquella clase social que no posee capitales ni controla los medios de
producción, sino que dispone de su capacidad cognitiva y su educación para ofrecer al
mercado, en los mismos términos de la “fuerza de trabajo” de la clase obrera.
El precariado, que sería la clase social de los trabajadores que sufren de precariedad
laboral, o sea, que no gozan de los beneficios mínimos de seguridad social y económico
conquistados por el proletariado a través de la lucha obrera.
EL AFIANZAMIENTO DE LA BURGUESÍA
Efectivamente, la burguesía ha liderado los primeros movimientos sociales del siglo XIX.
Gracias a los cambios a nivel económico, al desarrollo de la revolución industrial, la burguesía
(la alta y poderosa) ya controla el poder económico. La riqueza ya no viene solo de las
grandes posesiones de tierras, sino de la inversión en industria, en fábricas, en minas, en
materia financiera… Y ahí la nobleza ha desaparecido por completo. Es la burguesía la que
arriesga su capital para invertir y ganar más. Y eso está generando riquezas a sus respectivos
países.
Ha llegado la hora, por lo tanto, de controlar el poder político y ahí es dónde debemos
enmarcar las revoluciones liberales de finales del XVIII y primer tercio del XIX.
A partir de este momento, por lo tanto, será la burguesía la que controle todos los resortes del
poder, antes en manos de la aristocracia. Serán ellos los industriales que controlan las
fábricas, los dueños de las minas y de las empresas comerciales, de navieras y empresas de
ferrocarril. Y, además, se convertirán en ministros, diputados y gobernantes gracias a un
sistema basado en sufragios censitarios que se retroalimenta de forma constante.
A nivel artístico, esta burguesía es clave, ya que es la que va a convertirse en mecenas de los
artistas, la que va a organizar los salones en los que se exponen las obras, la que controla las
academias de arte, la que compra y la que vende arte. Es, además, la que decora sus edificios
y la que paga la construcción de otros nuevos. El modernismo, por ejemplo, es un arte
puramente burgués, basado en la vuelta a una decoración sinuosa, poco expresiva, pero dulce.
EL MOVIMIENTO OBRERO
La Revolución Industrial provocó un hecho conocido como el éxodo rural, que no es más que
la emigración de miles de personas desde un campo que ya no requiere tanta mano de obra a
una ciudad llena de fábricas y ávida de manos dispuestas a trabajar.
Este grupo social nuevo que surge en este momento se conoce como proletariado y se
caracteriza por vivir en condiciones misérrimas y vivir para trabajar jornadas extenuantes por un
salario ínfimo, sin prestación alguna y desde muy niño.
Durante años, la situación se mantuvo, pero no tardaron los obreros en organizarse y comenzar
a luchar por unos derechos vinculados a la dignidad.
Desde principios del siglo XIX, la lucha obrera va creciendo, primero como cuestiones aisladas,
pero poco a poco de forma más interconectadas y organizadas. Los primeros sindicatos (los
Trade – Unions ingleses), la aparición del socialismo, del anarquismo, personajes como Marx,
Bakunin, Kroprotkin… Todo fue confluyendo hacia una misma vía: la lucha por los derechos de
los más débiles y más pobres.
El arte, como siempre, no es ajeno a ello y no son pocos los autores, especialmente a partir del
siglo XIX que comienzan a mostrar en sus obras la vida de este proletariado y de sus
condiciones.
Por otro lado, la arquitectura, en este caso, el urbanismo, también tiene presente esta nueva
situación, de modo que se diseñan nuevas propuestas de organización de la ciudad.
Destrucción de maquinaria en el
ludismo.
De igual forma, el racionalismo nos presenta una derivada ética de primera magnitud al afrontar
cuestiones como la posibilidad del carácter innato de las ideas morales o la evidencia de los
principios de la religión, lo que hace innecesario el designio divino
Asociado a la figura de Descartes, el «fundador» de la filosofía moderna, el racionalismo es el
movimiento filosófico que se inicia en la Europa continental en el siglo XVII reivindicando la
primacía de la razón para alcanzar la verdad. Este movimiento filosófico impregnará toda la
filosofía moderna y contemporánea desde la aspiración por comprender el mundo a través de
un conjunto de leyes. A partir de ciertos principios innatos de la razón, el ser humano puede
enfrentacrse al entendimiento y dominio de la naturaleza construyendo el saber desde
regularidades matemáticas.
De igual forma, el racionalismo nos presenta una derivada ética de primera magnitud al afrontar
cuestiones como la posibilidad del carácter innato de las ideas morales o la evidencia de los
principios de la religión, lo que hace innecesario el designio divino de la revelación, como
sucede en el deísmo.
El racionalismo impregnará toda la filosofía moderna y contemporánea desde la aspiración por
comprender el mundo a través de un conjunto de leyes
El origen del racionalismo se halla en la revolución científica del siglo XVII, que situó el
problema del conocimiento en el centro del debate filosófico al preguntarse tanto por el origen y
fundamento del conocimiento verdadero como por el método más adecuado para alcanzar la
verdad desde las ciencias. En este sentido, las dos grandes corrientes de la
época, racionalismo y empirismo, tienen en común la confianza en la nueva ciencia y en el
método matemático y experimental, pero se diferencian en su postura sobre el origen del
conocimiento.
El principal exponente del racionalismo es René Descartes, quien decidió estudiar en «el gran
libro del mundo» en busca de un saber universal. Frente al escepticismo, la corriente de
pensamiento que afirma la imposibilidad de alcanzar el conocimiento verdadero por la propia
incapacidad de la razón, Descartes defiende exactamente lo contrario, convencido de la
fortaleza de la razón humana y de su potencial para lograr la verdad universal. Para ello se
propone construir un sistema de conocimientos en el que nada sea aceptado como verdadero
si no es indudable, lo que va a suponer renovar completamente la filosofía y encontrar el
método adecuado. De este modo, la duda metódica y el cogito ergo sum se convertirán en el
sostén del edificio cartesiano, y la búsqueda de un método universal, en la parte central de su
programa, puesto que la razón es «una» y «la misma» en todos los seres humanos.
Además de Descartes, Malebranche, Spinoza y Leibniz formarán parte del núcleo duro del
racionalismo. E la r revelación, como sucede en el deísmo.
Nicolás Malebranche (París, 6 de agosto de 1638-París, 13 de octubre de 1715) fue un filósofo y teólogo francés.
El racionalismo no solo pondrá en primera línea el tema del conocimiento, sino que temas tan
importantes como la relación entre cuerpo y alma, las pasiones o la libertad alcanzarán una
relevancia llamada a permanecer para siempre en la diana de los asuntos filosóficos. Al
defender la autosuficiencia de la razón para explicar la realidad de modo deductivo y valorar
al sujeto frente al objeto, su influencia se extenderá por toda la filosofía occidental hasta
principios del siglo XX. Ni los existencialistas, que concebirán al ser humano como «ser en el
mundo», ni los positivistas, que defenderán una realidad más allá del pensamiento,
permanecerán ajenos a la influencia del racionalismo.
El mundo digital, tan lleno de algoritmos, o la pregunta por la realidad y la apariencia
actualizan de una forma increíble el pensamiento racionalista y más concretamente
a Descartes, quien asoma en películas como Matriz, cuyo argumento remite a la hipótesis
del genio maligno. Las mismas dudas que acechaban al pensador francés son las que Neo
presenta cuando manifiesta su inquietud ante la sensación de no saber con certeza si sueña o
está despierto.
¿Qué es el racionalismo?
El racionalismo es un movimiento filosófico que promueve a la razón como
principal facultad de conocimiento. Surgió en la Edad Moderna, específicamente en
la Europa de los siglos XVII y XVIII, y se lo suele considerar como el movimiento
contrario al empirismo, para el que la sensibilidad primaba por sobre la razón.
Estos cambios tuvieron que ver con el surgimiento de distintas interpretaciones de los
libros sagrados de las religiones monoteístas, especialmente con el cristianismo y
el judaísmo. Comenzó a cuestionarse la idea de la verdad divina como criterio de
verdad para las ciencias. Sin embargo, es posible rastrear los antecedentes del
racionalismo en la Antigua Grecia, en las teorías de pensadores como Platón y
Aristóteles.
Es famoso el sueño que tuvo al respecto, según podemos saber gracias a sus diarios y
anotaciones. Soñó con un diccionario y una antología poética, el Corpus
Poetarum. Cuando despertó llegó a la conclusión de que el diccionario contenía todas
las ciencias juntas, incluso la poesía, que solo era posible combinando todas las
palabras habidas en el otro libro. De allí se desprende su idea de la unidad de la
ciencia, así como su universalidad y la idea de que en la base del árbol de las ciencias
está todo el conocimiento.
En su Discurso del método (1637), propuso cuatro reglas para toda investigación
filosófica:
Racionalismo y empirismo
Las dos vertientes filosóficas que siguieron al escepticismo fueron el racionalismo,
partidario de dar a la racionalidad humana un lugar central en el aprendizaje, y el
empirismo, que propuso dar ese lugar a la experiencia y al mundo de los sentidos.
Estos dos modelos se opusieron durante toda la Edad Moderna y constituyeron los
polos filosóficos de Occidente, padres de las escuelas filosóficas posteriores y
elementales en el desarrollo del pensamiento científico tal como hoy lo entendemos.
Racionalismo y humanismo
El movimiento racionalista presenta similitudes con el humanismo, al menos en
su versión secular, porque considera a la razón humana como el único camino cierto
hacia la verdad de las cosas. Así, el racionalismo desplazó la fe religiosa que había
imperado en el pensamiento occidental durante el Medioevo.
Por su parte, el humanismo secular propuso una visión revalorizante y digna del
ser humano, para la que es fundamental una visión racionalista, escéptica, aunque en
ella también tenga importancia la cuestión ética del ser humano. De ese modo, no todo
racionalista es, obligatoriamente, un humanista, aun cuando estas corrientes tengan
muchos puntos teóricos en común.