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Revolucion Verde
Revolucion Verde
Revolucion Verde
Impacto sobre la revolución verde sobre los progresos agrícolas sustentables desde su
implementación
Inicios de la revolución verde, como todo acontecimiento grande en la historia, tuvo un proceso
de pruebas y experimentaciones, todo esto impulsado por la necesidad de poder tener más en
situaciones de crisis y necesidad agrícola en el mundo (FAO, 1996).
Así es el caso durante la segunda guerra mundial, pues se apreció que la alimentación de los
países desarrollados no puede depender de la estabilidad política (o de la cosecha) de unos pocos
países, por eso las grandes corporaciones estadounidenses ven como un buen negocio la extensión de
los cultivos a otros países. Pero para que el incremento de los costes de transporte fuese compensado, la
productividad de la tierra debía de ser mayor (FAO, 1996).
La revolución verde trató de presentarse como la solución del problema. Norman E. Borlaug fue
el genetista de la Fundación Rockefeller que impulsó la aplicación de los avances científicos a la
agricultura, partir de 1944. Las primeras semillas que lograron fueron unos trigos de espiga grande,
pero con un grano de mayor peso, por lo que se doblaban con mucha facilidad, comprometiendo la
producción. Las investigaciones posteriores se encaminaron a conseguir una variedad de trigo, con una
caña resistente. También tuvieron que encontrar una variedad resistente a la roya, de la que enfermaban
fácilmente las nuevas variedades (Iánez, 2007).
Uno de los primeros países en realizar pruebas con semillas mejoradas en laboratorio, fue
México quienes sembraron semillas de trigo cubriendo el 9% de la producción total. Todo esto trajo
consigo un impacto que causó que 10 años después estas mismas semillas fueran parte del 90% de los
cultivos totales (Agroptima, 2016).
Estas mismas pruebas se realizaron con maíz. Las nuevas variedades de maíz se introdujeron
también en México, en 1967, en una extensión de 100.000 hectáreas. Aunque no dio los resultados
esperados. Las dificultades de adopción de las nuevas semillas parece que se debió a que en el valle de
Puebla la mayoría eran pequeños agricultores, que no tenían el capital suficiente para renovar su
explotación. En realidad se limitaban a prestar las tierras para los experimentos (Blogspot, S.f).
Además, de la Fundación Rockefeller la otra institución que impulsó la revolución verde fue la
Fundación Ford a través del International Rice Research Institute (IRRI), instalado en Los Baños (cerca
de Manila, Filipinas). Sus investigaciones se orientaron a conseguir nuevas variedades de arroz. Las
primeras aparecieron en 1962. De las 7.000 hectáreas iniciales se pasaron a más de 10 millones a
comienzos de la década de los 70 (Agroptima, 2016).
Al principio los países favorecidos por tal acontecimiento fueron los de mayor poderío en
América. Sin embargo será cuando la revolución verde llegue a los países desarrollados cuando alcance
su transcendencia mundial, la que le daría el impacto histórico que resalto (Agroptima, 2016).
El término “Revolución Verde” se utilizó para denominar el importante incremento de la
producción agrícola que se dio entre 1940 y 1970, con el científico estadounidense, Norman Borlaug,
considerado por algunos como el padre de la agricultura moderna, por cada aporte al campo que llevo a
cabo y transformó la manera de cosechar y producir (FAO, 1996).
Desde 1944 este científico estudió el trigo y las royas determinando diferentes patologías y
características de la misma, todo esto llevado a cabo en México, específicamente en Sonora. El
desarrollo agrícola que se inició en Sonora, México, dirigido por Norman Borlaug en 1943, había sido
juzgado como un éxito por la Fundación Rockefeller la cual trató de propagarlo a otros países. Fue uno
de los creadores del programa cooperativo entre la Secretaría de Agricultura Mexicana y la Fundación
Rockefeller. Logró una enorme trascendencia al desarrollar variedades enanas de trigo, de alto
rendimiento, amplia adaptación, resistentes a enfermedades y con alta calidad industrial sembradas por
primera vez en 1963. Con estas variedades, México incrementó notablemente su producción y en poco
tiempo fue adoptado por países como India, Pakistán, Turquía, Túnez, España, Argentina, China que se
beneficiaron de tecnología desarrollada en México (FAO, 1996).
El avance de estas tecnologías ha provocado graves desequilibrios ambientales y ha favorecido
a la agricultura del tipo industrial, altamente concentrada, con una base en el sector de proceso
productivo-industrial, que ha afectado a millones de campesinos que trabajan de manera interna en sus
tierras (Iánez, 2007; Enciclopedia, 2012).
Norman Borlaug se le puede considerar responsable de que haya tantos seres humanos con
acceso suficiente a alimento como nunca en la historia y como reconocimiento de su obra gano el
Premio Nobel de la Paz en 1970 y extendieron los principios de la filogenética a otros cultivos
alimentarios básicos habiendo iniciado la Revolución Verde (blogspot, S.f).
Ésta consistió en utilizar variedades mejoradas de maíz, trigo y otros granos, cultivando una
sola especie en un terreno durante todo el año (monocultivo), y la aplicación de grandes cantidades de
agua, fertilizantes y plaguicidas. Con estas variedades y procedimientos, la producción es de dos a
cinco veces superior que con las técnicas y variedades tradicionales de cultivo (Solicam, Sf).)
Cada experimento que llevó a cabo Borlaug, creó las bases para la agricultura moderna, siendo
uno de los mayores pioneros en las formas actuales de producir. La motivación de Borlaug fue la baja
producción agrícola con los métodos tradicionales en contraste con las perspectivas optimistas de la
revolución verde con respecto a la erradicación del hambre y la desnutrición en los países
subdesarrollados. La revolución afectó, en distintos momentos, a todos los países y puede decirse que
ha cambiado casi totalmente el proceso de producción y venta de los productos agrícolas (FAO, 1996).
Esta revolución adaptó y transformó la agricultura y se extendió el método a todo el mundo. En
las décadas posteriores se vio un notable aumento en la producción, año tras año, campos enormes se
sembraron con una única variedad de cultivo (FAO 1996).
La esencia de la revolución verde es el aumento del rendimiento por superficie, es decir
conseguir mayor producción por cada hectárea cultivada. La mejora genética de las variedades de
plantas de cultivos mediante las semillas VAR, la mejora del rendimiento de los suelos a través de los
fertilizantes y los riegos, el control de plagas de insectos y enfermedades de las plantas con todos sus
insumos. En teoría la idea es buena, pero al ponerla en práctica se descubren sus deficiencias, las cuales
más adelante explicaré detalladamente (Agroptima, 2016).
Las semillas VAR son semillas modificadas genéticamente para dar un rendimiento mayor. Sin
embargo para que se de ese máximo rendimiento necesitan unos determinados insumos, abonos
especiales (químicos), agua y pesticidas, además es necesario eliminar las malas hierbas (herbicidas)
que compiten por la tierra, combatir la plagas viejas y nuevas y asegurar el regadío. Frecuentemente, si
faltan algunos de los insumos, la cosecha cae por debajo del rendimiento habitual. Esto implica que la
producción agrícola necesita grandes capitales (Iánez, 2007).
Sin embargo, esta revolución sería una fuente necesaria para la economía de la época, lo que
llevaría a su expansión mundial, ya que producían más que antes y los perjuicios que trae consigo
resultaron pocos ante la necesidad de este cambio prometedor que produjo una estabilidad y amplitud
económica en el sector agrícola (FAO, 1996).
La agricultura que aplica el paquete tecnológico impulsado por la Revolución Verde se
denomina actualmente agricultura convencional, diferenciándose de la agricultura tradicional (anterior
a la misma). La Revolución Verde de las décadas del 40 - 70, subordinó la agricultura al capital
industrial y eliminó métodos tradicionales de manejo ecológico de suelo, manejo de la materia
orgánica, abonos verdes, cobertura permanente de suelo, control biológico de plagas, variedades
adaptadas a cada condición de suelo y clima, etc. Estas prácticas sustentaban los sistemas productivos y
alimentaban a la población hasta la aparición del “nuevo” paquete tecnológico en donde fueron
sustituidas y consideradas atrasadas e inviables, por lo que poco a poco se adaptaron a ese método
(Agroptima, 2016).
Los Beneficios
Hay que reconocer que la Revolución Verde ha sido un factor esencial en evitar hambre en el
mundo. Se considera que el aporte energético mínimo por persona es de 2200 kcal/día. Según la FAO,
en los años 60 el 56% de la población mundial vivía en países con menos de esa cifra, mientras que a
mediados de los 90 ese porcentaje había caído a sólo 10%, y eso a pesar del aumento de personas y de
los conflictos en muchos de esos países. (Blogspot, S.f))
Los beneficios que aporta la Revolución verde son evidentes, pero también sus inconvenientes,
como es el caso del daño al medio ambiente, así como la energía necesaria para desarrollar este tipo de
agricultura (Blogspot, s.f).
También las ventajas son muchas, entre ellas, que ha salvado la vida a muchas personas, que sin
estas nuevas técnicas no hubieran sobrevivido. La introducción de variedades mejoradas, el riego y
el empleo de plaguicidas y fertilizantes minerales en los cultivos básicos, unido a la inversión en
infraestructuras institucionales y la realización de programas de investigación, han incrementado la
productividad en el sector agrícola. Una muestra importante de esto es el cultivo del arroz y el trigo en
Asia (Iánez, 2007).
No necesariamente se usan nuevas tierras de cultivo, sino que se trata de incrementar el
rendimiento por superficie, es decir, obteniendo más producción por cada hectárea cultivada, y todo
ello con la aplicación a las plantaciones de fertilizantes y pesticidas químicos, productos herbicidas e
innovadoras técnicas de riego (FAO, 1996).
Para alcanzar el objetivo de aumentar la productividad por unidad de superficie y de trabajo será
necesario recurrir a muchos de los instrumentos tecnológicos de la revolución verde ya existente,
adaptado a las necesidades de la población rural expuesta a la inseguridad alimentaria. Ello permitirá a
los agricultores que viven en tierras fértiles o de alguna manera, aprovechables, aprender a aumentar la
productividad agrícola de manera sostenible. También se intenta atraer a un mayor número de
agricultores pobres hacia una agricultura sostenible de elevada producción basada en un uso
considerable de insumos como medio de mitigar la pobreza y de aumentar la seguridad alimentaria en
las zonas rurales. La revolución verde tiene también en cuenta a los agricultores de las zonas más
marginales y a los que, en el futuro próximo, no podrán beneficiarse de una mayor utilización de
insumos (Agroptima, 2016).
Se debe tener en cuenta que:
· El aumento de la producción alimentaria debe proceder ante todo de las zonas mejor dotadas,
con objeto de reducir la necesidad de seguir destinando a la agricultura tierras marginales y
fácilmente degradables;
· gracias a las experiencias de la revolución verde, se dispone de tecnologías y conocimientos que
pueden adaptarse a nuevas zonas, con otros cultivos, así como a la ganadería y a la pesca;
· la intensificación sostenible en zonas más fértiles no sólo ayudará a mitigar la situación de los
agricultores más pobres sino que contribuirá a contener los precios de los alimentos en
beneficio de los sectores pobres de la población urbana y de los campesinos pobres sin tierras;
· es probable que una mayor atención a la creación de tecnologías y entornos propicios para las
zonas menos fértiles, donde se encuentra gran parte de la población pobre y privada de
seguridad alimentaria, ofrezca nuevas oportunidades de aumentar la producción de alimentos,
reducir la pobreza y disminuir los riesgos de degradación ambiental (FAO, 1996).
Los Perjuicios
Consecuencias
Una consecuencia de esta Revolución verde es que los agricultores y profesionales del cultivo
van a necesitar cada vez más fertilizantes y plaguicidas, para conseguir resultados similares, porque la
dependencia de los abonos químicos no ayuda al mantenimiento de la fertilidad natural del suelo.
Además, los productos plaguicidas van a crear plagas cada vez más resistentes.
Los beneficios que aporta la Revolución verde son evidentes, pero también sus inconvenientes,
como es el caso del daño al medio ambiente, así como la energía necesaria para desarrollar este tipo de
agricultura.
A modo de ejemplo, para mover la maquinaria agrícola se precisa combustible, para la
fabricación de fertilizantes y pesticidas petróleo, y más combustible para la distribución de alimentos,
etc.
También las ventajas son muchas, entre ellas, que ha salvado la vida a muchas personas, que sin
estas nuevas técnicas no hubieran sobrevivido.
La introducción de variedades mejoradas, el riego y el empleo de plaguicidas y fertilizantes
minerales en los cultivos básicos, unido a la inversión en infraestructuras institucionales y la
realización de programas de investigación, han incrementado la productividad en el sector agrícola.
Una muestra importante de esto es el cultivo del arroz y el trigo en Asia.
Entre las metas que la agricultura del siglo XXI debe alcanzar, está el desarrollo de nuevas
técnicas de cultivo, con más eficiencia en el uso de agua, la generación de plantaciones resistentes a la
sequía, a las plagas, a la salinidad, con mejores cualidades nutritivas y cada vez menos dependientes de
los productos agroquímicos.
Otro aporte muy interesante sería el desarrollo de plantas que pudiesen crecer en suelos ácidos y
con metales, así como aminorar las pérdidas pos-cosecha, e incrementar las mejoras en la calidad del
producto, tanto fresco, como procesado. Las prácticas agrícolas deben ser menos dañinas y agresivas,
con un eficiente aprovechamiento del agua, menores necesidades de labores, y con una mayor precisión
de estas.
Así pues, la Revolución Verde, tal como la conocemos, está dando síntomas de haber llegado al
final de su ciclo. Dando por supuesto que no se puede (ni es conveniente) ampliar la superficie
cultivada, dado el problema de la escasez cada vez mayor de agua, y dado que las variedades de esta
revolución están llegando al límite de su productividad, tendremos que hacer un esfuerzo sobrehumano
para seguir aumentando productividades por otros medios, y salvaguardando la viabilidad ecológica de
los ecosistemas agrarios y silvestres. La innovación tecnológica será clave en esta tarea, y dentro de
ella habría que lograr una nueva revolución verde, entendiendo por tal nuevas maneras de aprovechar el
potencial de los genomas vegetales (y de otros organismos) para aumentar la producción de alimentos
sin dañar el ambiente ( FAO, 1996):
· Nuevas técnicas de cultivo, más eficientes en el uso de agua y de insumos externos.
· Desarrollo de plantas capaces de crecer en suelos ácidos y con metales (por ejemplo,
recientemente se están desarrollando plantas resistentes a aluminio, metal abundante en suelos
tropicales).
· Plantas resistentes a sequía, a salinidad, etc.
· Plantas resistentes a plagas.
· Plantas menos dependientes de aplicación de productos agroquímicos.
· Plantas con cualidades nutritivas mejoradas
El problema es cómo lograr estos objetivos sin afectar más a los equilibrios ecológicos. La
agricultura del futuro debe ser compatible con los ideales de la agricultura ecológicamente sostenible,
pero con la idea de que para el año 2030 habrá que alimentar a más de 7000 millones de personas.
Recientemente se están obteniendo variedades de plantas más resistentes a plagas o capaces de
crecer en entornos hostiles (como las plantas tolerantes a aluminio), aunque con esto en realidad no se
incrementa el rendimiento potencial, sino que se lo está protegiendo. Cada vez es más difícil que las
inversiones en investigación clásica de mejora redunden en un equivalente incremento de
productividad. Actualmente los investigadores biológicos llevan varios años implicando en un
laborioso proceso de obtención de nuevas variedades de arroz que se pretende combinen multitud de
rasgos útiles: mayor densidad de panículos portadores de grano, resistencia al taladro del tallo, etc.
(Iánez, 2007).
Todo lo anteriormente mencionado nos abre la puerta a un sin número de posibilidades para
nuestro presente y sobre todo el futuro productivo. Todos sabemos que el tiempo y los años agotan
nuestros recursos pero con estas medidas que resultan ser viables para progresar, podemos mejorar y
ampliar el cultivo empleando los recursos que tenemos de manera adecuada sin sobre explotarlos
(Iánez, 2007).
Recordemos que el futuro sector productivo depende de lo que hagamos el día de hoy, utilizar
materiales más orgánicos para producir y adecuarse a las nuevas tendencias biológicas de cultivo
podría ser la salida a una inminente reducción drástica de nuestros recursos y podría ser la clave para
que las generaciones futuras no carezcan de lo que hasta hoy tenemos gracias a aquella revolución
verde del siglo XX (Solicam, S.f).
Conclusión
La revolución verde fue trascendental para el avance del sector productivo de las naciones más
importantes del mundo y posteriormente las subdesarrolladas.
A pesar de su gran importancia, la revolución verde trajo consigo consecuencias que deterioran
nuestros recursos y el medio ambiente. Es necesario dar un nuevo impulso a la revolución verde con el
fin de atender las necesidades legítimas de las personas expuestas a la inseguridad alimentaria, tanto a
nivel nacional como familiar.
La manera en que podemos retomar esta gran revolución actualmente, es siguiendo las bases
que actualmente están experimentando, al usar la biotecnología buscando así salvaguardar nuestros
recursos y proteger el futuro productivo. Es nuestro deber tomar medidas dentro de lo que podamos y
así como retomamos las pautas de la revolución verde y de las prácticas actuales, así mismo no olvidar
las maneras tradicionales de cultivar que no le hacen daño a nuestra madre tierra; así podremos evitar
una caída del sector productivo y rescatar todo lo que se ha perdido para que nuestros recursos duren
más de lo estimado.
Bibliografía
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Realizado por:
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Materia: Gestión Agroecológica
Profe: Feliz Barreto
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· Suelos Conservación De Suelos Y Aguas, Producción Agrícola Vegetal Ingeniería Agronómica,
Antonio Veiga, Guanare, Enero 2006
Realizado por:
Armando Padrón C.I.:10.946.735
Materia: Gestión Agroecológica
Profe: Feliz Barreto
La agricultura fue inventada hace aproximadamente 10.000 años durante lo que hoy se conoce
como revolución neolítica. Desde aquel momento el hombre ha tratado de modificar los procesos
naturales a fin de obtener los alimentos y fibras que necesita para satisfacer algunas de sus necesidades
básicas; a lo largo de todo este periodo ha ido cambiando progresivamente el modo de vincularse con la
naturaleza y ha incorporado un sinnúmero de innovaciones tecnológicas y productivas. No obstante, y a
pesar de que este proceso ha sido progresivo y sostenido, la tasa de los cambios a través de los cuales
se produjo la transformación e intensificación de la agricultura, no ha sido constante a lo largo de la
historia. Los cambios se aceleraron después de la revolución industrial del siglo XVIII, pero
fundamentalmente a partir de la revolución verde de mediados del siglo XX. En realidad, la
transformación de la actividad agropecuaria se correlaciona con la aparición de otros procesos globales
que en esa misma época se produjeron en la sociedad; en particular, la emergencia, desarrollo y
profundización del capitalismo en el mundo.
Este proceso de intensificación permitió pasar en muy poco tiempo de una agricultura elemental
y rudimentaria que se asemejaba bastante a la de sus orígenes neolíticos, a otra extremadamente
sofisticada que se parece cada vez más a los procedimientos que dominan en la industria. A este nuevo
tipo de agricultura, algunos han dado en llamarla agricultura industrial, es decir, un tipo de producción
agropecuaria de alto rendimiento, basada en el uso intensivo de capital (tractores y maquinarias de alta
productividad) e insumos externos (semillas de alto potencial de rinde, fertilizantes y pesticidas
sintéticos). Este enfoque de la producción agropecuaria también se conoce como agricultura de la
Revolución Verde, de altos rendimientos, de altos insumos externos o moderna.
-el único modo de avanzar es con más ciencia -con el “business as usual” lo único
motorizada por la respectiva de ganancia. que estamos globalizando es el
Lassez faire? -la pregunta es cómo producir (el mercado hambre
¿Dejar de hacer? define que producir) -la pregunta es qué, y para quiénes
producir.
Ambas afirmaciones en el Cuadro, fila I, pueden ser verdaderas. Bien distribuidos, los alimentos
que se producen mundialmente son suficientes, pero hay un escandaloso problema de distribución o
‘acceso’, como eufemísticamente se lo llama (FAO, 2018). Las desigualdades sociales son enormes, y
las que hay entre grupos dentro de cada país pueden ser tan grandes como las que hay entre países
(Firebaugh, 2006). Esto subraya la fragilidad de los argumentos en favor de los aumentos en
productividad por sobre otros tipos de acciones (Feldman y Briggs, 2012). Hace tiempo que la mayoría
de los alimentos se han transformado en commodities, es decir se han mercantilizado; pero durante este
siglo, además, se han financializado, acentuando la desigualdad de distribución de ingresos en perjuicio
de los productores (Carolan, 2018). Lo que es anti-intuitivo es que la proporción de pobres es mayor
en el campo, adonde se producen los alimentos, que en los centros urbanos (para América Latina,
alrededor de 50 vs. 25%, respectivamente; CEPAL 2018).
Hay dos problemas globales adicionales, no mencionados en el Cuadro, uno relacionado con la
cantidad y otro con la calidad de los alimentos. El primero es el desperdicio de comida, el que es muy
alto (cercano al 30%) y en parte puede enfrentarse con agro-logística (Viglizzo, 2017; Carolan, 2018).
El otro es que estamos dejando atrás un mundo con demasiadas personas que no cubren las calorías
necesarias y entrando a otro con demasiadas personas que las cubren con alimentos pobres en
nutrientes, lo que sumado al consumo excesivo de productos de origen animal y procesados ha
derivado en un aumento de la obesidad, enfermedades cardiovasculares, y diabetes (Gordon et al.,
2017; Willett et al., 2019).
Para muchos los retos que enfrentan la agricultura y la producción de alimentos en el mediano y
largo plazo son inmensos ya que la estrategia de desarrollo agrícola tiene que centrarse en aumentar la
producción de alimentos y tenerlos disponibles para una población en crecimiento y, al mismo tiempo,
revertir la degradación ambiental. Por esta razón, la apuesta hoy está en la agroecología como una
respuesta a los estragos provocados por la “Revolución Verde” y como estrategia viable para
abandonar las prácticas actuales que conducen a la degradación de los recursos naturales -erosión del
suelo, la desertificación, inundación y salinización, contaminación de aguas superficiales y
subterráneas, y pérdida de la biodiversidad- que, de continuar, generará serias restricciones ambientales
a la capacidad de la tierra para alimentar futuras generaciones.
La agroecología es una alternativa que busca romper con la visión mecanicista y reduccionista
que el ser humano tiene sobre la naturaleza. Se trata de una nueva forma de vivir, de revalorizar las
prácticas e innovaciones campesinas para la producción de alimentos saludables libres de
agroquímicos. De esto depende nuestra supervivencia.
La agricultura industrial o convencional, tiende a grandes extensiones de monocultivos con uso
intensivo de pesticidas y fertilizantes químicos. Al contrario que en los cultivos ecológicos, en cuanto
al rendimiento, por norma general, las explotaciones convencionales generan más producción que sus
homólogas orgánicas.
Aunque la agricultura ecológica puede ser útil para las zonas menos productivas (sobre todo, si
se ofrecen incentivos a los agricultores para que coordinen su actividad, junto con el máximo beneficio
para la vida silvestre en un área y la restauración de hábitats), no es sostenible promover la agricultura
ecológica como el mejor o único método para la agricultura. Si un país promoviese la agricultura
ecológica como única opción, se vería en la necesidad de importar alimentos del exterior. Para
satisfacer las demandas futuras de la producción de alimentos, habrá que mantener la agricultura más
productiva de la forma más intensiva posible, aplicando con precisión el agua y los fertilizantes en
cantidades adecuadas y combinando varios tipos de cultivos de forma que se protejan unos a otros ante
agresiones como plagas, inundaciones o épocas de sequía.
La agricultura ecológica será más interesante cuando alcanza un rendimiento alto y se utiliza la
tierra con un valor bajo para la vida silvestre. Mientras que la agricultura industrial será una mejor
alternativa cuando los rendimientos orgánicos son bajos y se separa de la vida silvestre de alto valor.
La agricultura ecológica puede proporcionar nutrientes para que la población de todo el mundo
logre una dieta equilibrada (las proteínas deberían tener un mayor origen vegetal, lo que obligaría a
mucha gente a cambiar su dieta, y en particular, habría que consumir más frutas y verduras), pero no
puede producir la misma cantidad de alimentos que la agricultura industrial, ni cubrir la demanda actual
de las dietas occidentales, ricas en proteínas animales.
El sector agrario es muy importante para el desarrollo de la humanidad, reducir el hambre y la
pobreza. Los gobiernos de los distintos países deben invertir más en la agricultura, con políticas
públicas que sienten las bases en el campo
Conclusión
La agricultura implica una visión del todo de la relación entre la biota, su producción y el
ambiente integral. Esto implica la creación de sistemas de producción integrados, humanos, ambiental
y económicamente sustentables.
Los retos que enfrentan la agricultura y la producción de alimentos en el mediano y largo plazo
parecen inmensos; la estrategia de desarrollo agrícola debe centrarse en aumentar la producción de
alimentos y tenerlos disponibles para una población incrementada, y simultáneamente debe revertir la
degradación creciente de recursos y el número de personas que viven bajo la pobreza extrema. Las
estrategias para el desarrollo tecnológico en la agricultura necesitan dirigirse a los temas anteriores de
tal modo que eviten las frustraciones del pasado; la estrategia más viable y confiable parece ser la
agroecología.
El concepto de sustentabilidad es útil para entender los conceptos de agricultura agroecología y
agricultura industrial porque recoge un conjunto de preocupaciones sobre la agricultura, concebida
como un sistema socioambiental. La comprensión de estos tópicos requiere entender la relación entre la
agricultura y el ambiente global, pues el desarrollo rural depende de la interacción de subsistemas
biofísicos, técnicos y socioeconómicos. Este enfoque más amplio permite entender la problemática
agrícola en términos relativo a la agricultura.
Cabe destacar, sin embargo, que la diversidad observada en estos sistemas no parece ser sólo el
resultado de una decisión consciente y planificada; es también una consecuencia directa de las
condiciones de producción dominantes en sus explotaciones, en especial la gran heterogeneidad
ambiental presente en estos sistemas agrícolas, la baja productividad del trabajo que caracteriza a las
paleotecnologías por ellos utilizadas y el carácter eminentemente artesanal de la producción. En otras
palabras, la diversificación productiva no es sólo un objetivo del diseño de estos sistemas a fin de
disminuir el riesgo productivo y garantizar la seguridad alimentaria, sino también una consecuencia de
las condiciones en que tiene lugar el proceso productivo.
Bibliografía