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La Organizacion Politica

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Historia General deYucatán

Dirigida por Sergio Quezada

La civilización maya yucateca


1
l
Historia General deYucatán
La civilización maya yucateca
1
l

Sergio Quezada
Fernando Robles Castellanos
Anthony P. Andrews
COORDINADORES

Universidad aUtónoma de YUcatán


Mérida, Yucatán, México
2013
D.R.© UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE YUCATÁN, 2013

Obra con derechos reservados, prohibida su reproducción parcial


o total sin el permiso escrito del titular de los derechos.

Traducción de los capítulos de Anthony P. Andrews y Fernando Robles C.,


William M. Ringle, Geoffrey E. Braswell, Gabrielle Vail, E. Wyllys Andrews,
Marilyn A. Masson y Carlos Peraza L. por Carlos Alberto Silva Mena.

SECRETARÍA DE RECTORÍA
Departamento Editorial
Calle 61 núm. 526 entre 66 y 68 CP 97000
Tel. (999) 924-72-60, Fax (999) 923-97-69
Mérida, Yucatán, México

ISBN: en tramite

F La civilización maya yucateca / Sergio Quezada, Fernando


1435 Robles Castellanos, Anthony P. Andrews, coordinadores.
.C577 —Mérida, Yucatán: UADY, 2013.
2013
410 p.: il.

(Historia general de Yucatán; v. 1)

1. Civilización maya. 2. Mayas—Historia. 3. Mayas—Po-


lítica y gobierno. I. Quezada, Sergio. II. Robles C., Fernando.
III. Andrews, Anthony P.

ISBN: en tramite
Lib-UADY

Impreso y hecho en Mérida, Yucatán, México.


Printed and made in Merida, Yucatan, Mexico.
Presentación

L a Universidad Autónoma de Yucatán se congra-


tula con la publicación de la Historia General de Yucatán,
obra que presenta los grandes procesos políticos, eco-
nómicos, sociales, culturales y religiosos que marcaron
y definieron nuestra memoria histórica y que han per-
mitido construir y edificar nuestra identidad como yu-
catecos y como mexicanos. El interés de nuestra Alma
Máter por dar a conocer obras como la Historia de Yuca-
tán desde la época más remota hasta nuestros días escrita por
don Eligio Ancona entre 1878 y 1905 ha sido una ta-
rea sustancial y parte de una tradición de editar textos
fundamentales que dan cuenta del desarrollo político,
económico y social de Yucatán desde los tiempos pre-
colombinos hasta la sociedad decimonónica en la que
vivió su autor.

No obstante la solidez de nuestra tradición editorial, la


Universidad Autónoma de Yucatán, que tengo el honor
de presidir, desde 2009 asumió el reto de hacer realidad
el ambicioso proyecto Historia General de Yucatán con el
fin de ofrecer a los yucatecos y a los mexicanos una mag-
na obra que reúna los hallazgos y aportes historiográficos
más recientes y novedosos con el interés de perpetuar
nuestra memoria histórica colectiva y ofrecer una inter-
pretación contemporánea del devenir histórico.

La Historia General de Yucatán es la obra de divulgación de


historia regional más importante de las últimas décadas
que institución educativa haya emprendido en el sureste
mexicano. Es general, porque se ocupa de los procesos
complejos de la vida peninsular en un marco temporal
de larga duración que inicia con la sociedad prehispáni-
ca maya yucateca y concluye con la sociedad yucateca
del siglo XXI. En sus páginas se abordan el desarrollo de
la cultura maya preshipánica, la Conquista española, la
sociedad colonial, la Independencia y la difícil participa-
ción de Yucatán en la construcción del Estado-nación, la
república restaurada, el porfiriato y la Revolución, y la
construcción del Yucatán moderno. También es general
porque está dirigida a un público amplio, desde el lec-
tor no especializado, deseoso de conocer y comprender
el pasado de Yucatán, hasta los estudiantes adelantados,
profesores, especialistas y lectores cultos e ilustrados.

La Historia General de Yucatán constituye un legado para


las generaciones presentes y futuras, porque les brinda
una visión completa de nuestro pasado y les genera un
pensamiento crítico e histórico de los fenómenos po-
líticos y sociales que viven y enfrentan, y las prepara
para afrontar su futuro. Por estas razones me resulta
placentero entregar esta obra a la sociedad como uno
de los compromisos adquiridos por nuestra Universidad
Autónoma de Yucatán.
Dada la magnitud de la empresa, la elaboración de la
Historia General de Yucatán implicó el concurso de recur-
sos institucionales y un esfuerzo colectivo de innume-
rables académicos con trayectoria reconocida que han
contribuido al conocimiento de la historia y la cultura
de nuestra entidad y que, a mi invitación, respondieron
con entusiasmo y generosidad para presentar un texto
claro y sencillo con sus aportaciones más sobresalientes.
Unos investigadores son egresados de nuestra Univer-
sidad, otros son profesores y catedráticos de institucio-
nes académicas nacionales y extranjeras que han dedicado
sus esfuerzos, a lo largo del último cuarto de siglo, a
entender y comprender a la sociedad yucateca. Sergio
Quezada, profesor-investigador de nuestra Alma Máter,
Fernando Robles Castellanos, del Centro INAH Yucatán,
y Anthony P. Andrews, de New College of Florida, se
dieron a la ardua tarea de coordinar, organizar, editar y
resolver todos aquellos imprevistos y vicisitudes acadé-
micas que conllevó la elaboración de este volumen que
el lector tiene en sus manos. A todos ellos mis más sin-
ceros agradecimientos por conceder a la Historia General
de Yucatán sus conocimientos y darle prioridad sobre sus
demás compromisos académicos.

Alfredo Dájer Abimerhi


rector
Contenido

Mapa general 17

Cronología 19

Introducción 21

Parte I
De los remotos pobladores a los albores de la civilización
maya yucateca

Los primeros pobladores 47


Anthony P. Andrews | Fernando Robles Castellanos
1. LAS TIERRAS ALTAS Y LA COSTA DEL PACÍFICO 48
2. LAS TIERRAS BAJAS DEL SUR 49
3. LAS TIERRAS BAJAS DEL NORTE 53
4. PREHISTORIA YUCATECA TEMPRANA 60

Génesis de la civilización maya yucateca 63


Fernando Robles Castellanos
1. EL NOROESTE DE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN:
POLÍTICA Y CULTURA 68
Parte II
La civilización clásica maya yucateca. Esplendor y derrumbe,
250-1100 d.C.

Centros de poder y cambios político-culturales 93


Fernando Robles Castellanos
1. LAS CAPITALES REGIONALES DEL NORTE
DURANTE EL CLÁSICO TEMPRANO 94
2. AUGE Y DECLIVE DE LAS CAPITALES REGIONALES DEL NORTE
DURANTE EL CLÁSICO TARDÍO 106
3. AUGE Y COLAPSO DE LAS CAPITALES DEL NORTE
DURANTE EL CLÁSICO TERMINAL 118

Organización política maya del norte de Yucatán 137


William M. Ringle
1. LOS TEXTOS JEROGLÍFICOS 139
2. ICONOGRAFÍA Y PODER 144
3. ARQUEOLOGÍA Y ORGANIZACIÓN POLÍTICA 147
4. ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LAS COMUNIDADES 154
5. DESARROLLO DE LA AUTORIDAD POLÍTICA 156

Patrones de asentamientos y territorios políticos 163


Edward B. Kurjack | Rubén Maldonado Cárdenas
1. AMBIENTE Y ASENTAMIENTOS 164
2. FORTIFICACIONES, COMERCIO Y VÍNCULOS
ENTRE ASENTAMIENTOS 167
3. CASAS Y PALACIOS 171
4. EDIFICIOS COMUNALES 174
5. LOS SACBEOB O CAMINOS INTERIORES 175
6. LOS SISTEMAS DE SACBEOB EXTERIORES 177
Producción y comercio 187
Geoffrey E. Braswell
1. LA ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN 188
2. TIPOS DE INTERCAMBIO 190
3. MERCADOS VERSUS SISTEMAS DE MERCADO 191
4. EL COMERCIO EN EL CLÁSICO TEMPRANO 192
5. EL COMERCIO EN EL CLÁSICO TARDÍO 196
6. EL COMERCIO EN EL CLÁSICO TERMINAL 199
7. CONCLUSIONES 203

Escritura, religión e ideología 207


Gabrielle Vail
1. ESCRITURA E IDEOLOGÍA 207
2. TEXTOS EN PIEDRA 211
3. INSCRIPCIONES EN OBJETOS PORTÁTILES 214
4. TEXTOS PINTADOS 215
5. PANORAMA HISTÓRICO SEGÚN LAS INSCRIPCIONES 217
6. LOS TEXTOS DEL CLÁSICO TERMINAL Y POSTERIORES 220
7. PANORAMA DE LA RELIGIÓN EN EL CLÁSICO 221
8. TEMAS RELIGIOSOS EN LOS TEXTOS DEL CLÁSICO 227
9. LAS CREENCIAS RELIGIOSAS Y SU ARQUITECTURA 236
10. TRANSICIONES EN LAS CREENCIAS Y PRÁCTICAS RELIGIOSAS
DURANTE EL CLÁSICO TERMINAL 240

La influencia externa en el norte de Yucatán 247


William M. Ringle
1. LA INFLUENCIA EXTERNA DURANTE EL PRECLÁSICO MEDIO
Y EL PRECLÁSICO TARDÍO 249
2. LA INFLUENCIA DE TEOTIHUACAN 251
3. LAS INFLUENCIAS DURANTE EL CLÁSICO TERMINAL
Y EL EPICLÁSICO 254
4. LA INFLUENCIA EXTERNA EN LA ECONOMÍA
DEL CLÁSICO TERMINAL 258
5. LA INFLUENCIA EXTERNA DURANTE EL POSCLÁSICO 269
El colapso maya 277
E. Wyllys Andrews
1. LAS EXPLICACIONES DEL COLAPSO 279
2. EXPLICACIONES ACTUALES DEL COLAPSO 281
3. LOS SITIOS DEL CLÁSICO TARDÍO Y TERMINAL 284
4. LA SEQUÍA DEL CLÁSICO TERMINAL 290
5. EL COLAPSO DEL CLÁSICO Y LA SEQUÍA
DEL CLÁSICO TERMINAL 294

Parte III
La civilización maya yucateca.
Renovación y fragmentación política, 1100-1542

La transición de Chichén Itzá-Mayapán,


ca. 1000-1100 d.C. 301
Carlos Peraza Lope | Marilyn A. Masson
1. PERSPECTIVA INTERNA DEL SIGLO XI 303
2. CERÁMICA Y CAMBIO SOCIAL 305
3. ARQUITECTURA TEMPRANA EN MAYAPÁN 306
4. SECUENCIA DE LAS CAPITALES 307

La interacción entre el norte de Yucatán


y el centro de México 309
Fernando Robles Castellanos
1. LA PRIMERA FASE DEL POSCLÁSICO (1100-1441/1461 d.C.).
COAIXTLAHUÁCAN Y MAYAPÁN EN EL CENTRO Y ESTE
DE MESOAMÉRICA 312
2. LAS CONTRATACIONES ENTRE EL CENTRO DE MÉXICO
Y LAS TIERRAS BAJAS MAYAS 324
3. EL NORTE DE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN 327
4. MAYAPÁN, LA ÚLTIMA CAPITAL 331
5. LA IRRUPCIÓN IMPERIAL Y COMERCIAL CULHUA-MEXICA
EN EL CENTRO Y ESTE DE MESOAMÉRICA (1458/1469-1521) 336
La ciudad y el estado de Mayapán 341
Marilyn A. Masson | Carlos Peraza Lope
1. EL LEGADO DE MAYAPÁN 343
2. LA ORGANIZACIÓN DE LA CIUDAD 348
3. PRODUCTOS Y NEXOS COMERCIALES 350
4. ITZMAL CHEN: UN GRUPO CEREMONIAL ADYACENTE 353
5. EL COLAPSO DE LA CIUDAD 356

La costa del Golfo, provincias prehispánicas mayas 359


Ernesto Vargas Pacheco
1. LAS PROVINCIAS DEL LITORAL DE TABASCO Y SUR
DE CAMPECHE 360
2. LA OCUPACIÓN PREHISPÁNICA DEL LITORAL
TABASQUEÑO-CAMPECHANO 370

Organización política, económica y comercial 375


Anthony P. Andrews
1. ORGANIZACIÓN POLÍTICA 377
2. ECONOMÍA 380
3. COMERCIO 384

Organización política maya, 1450-1550 389


Sergio Quezada
1. EL MULTEPAL MAYAPÁN 391
2. LA FORMACIÓN DEL CUCHCABAL 392

Sobre los autores 401


Sergio Quezada

Organización política maya, 1450-1550

E xiste un amplio consenso entre los investigadores del área maya que
el conocimiento sobre la organización política de los mayas yucatecos del
tiempo de la invasión española se tiene gracias a los estudios realizados por
Ralph L. Roys. Para este autor, cuando los españoles llegaron a Yucatán, la
península estaba dividida en “provincias”, las cuales eran territorios continuos,
y era de la idea de que entre los mayas, como en cualquier Estado moderno,
el poder se ejercía sobre una región limitada y acotada; y propuso de manera
tentativa las fronteras de sus provincias. Los mayistas del Preclásico, Clásico
y Posclásico, independientemente de las fuentes utilizadas, cuando proponen
los modelos de organización política también parten de la percepción de que
el poder se ejercía sobre un territorio continuo, e incluso muchos investiga-
dores se han preocupado particularmente por presentar de manera gráfica los
límites territoriales y otros por estimar en kilómetros cuadrados la superficie
territorial sobre la que un centro político ejerció su dominio.
En contraposición a las anteriores propuestas, los estudios epigráficos
sugieren que el ejercicio del poder entre los mayas tuvo un sustento personal
y no territorial, pues han encontrado evidencias jeroglíficas de que un sajal
—cargo nobilario ostentado por ciertos miembros de nobleza dominante—
podía convertirse en usajal cuando se vinculaba a un rey. Este principio je-
rárquico se observa también en el rango monárquico de ahau, cuando este,
por triunfo militar, vínculos familiares, protección, alianzas asimétricas se

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 389


Sergio Quezada

convertía en yahau, es decir en “rey de otro rey”. Dicho de otra manera, el


vasallaje fue el vínculo político que se estableció en ambos casos.
Esta brecha inaugurada por la epigrafía es consistente con las fuentes
mayas coloniales tempranas, pues el término maya cuchteel los escribanos
indígenas lo utilizaron para designar al individuo que se encontraba en
condición de subordinación política respecto de otro en donde la idea de
territorio es inexistente. En las oraciones mayas esta palabra aparece con
el sufijo pluralizador —ob—, antecedido del nombre de un señor, de la
copulativa yetel y del posesivo u. En el Documento n.1 se lee: “Cacathil yn
binel yetel yn dzin Nachan Pech yetel u kuchteilob”: “Acompañado fui de mi
hermano menor Nachan Pech y sus súbditos”. Por su parte, en el Códice
de Calkiní, el escriba maya redactó: “u benel tun Chacah Canul siho yetel u
cuchteelob”: “Entonces fue [Ah] Chacah Canul a Sihó con sus súbditos”.Tam-
bién en la Crónica de Chac Xulub Chen aparece “Macan Pech, don Pedro Pech,
yetel u cuchteelob”: “Macan Pech, don Pedro Pech y sus súbditos”. El mundo
occidental conceptualizó este vínculo de subordinación jerárquica con la
palabra “jurisdicción”, entendida como “autoridad, poder o dominio sobre
otro”; y no como el “coto o término de un lugar a otro, o de una provincia
a otra, en que se circunscribe el mando de alguno”. Esta última acepción
es la que ha servido para caracterizar la naturaleza territorial del poder en
la organización política maya.
El hecho de que entre los mayas la organización política estuviese su-
jeta por vínculos políticos de naturaleza personal, abre una nueva perspec-
tiva interpretativa para comprender cómo los mayas construyeron, según
las fuentes escritas coloniales indígenas y españolas, una red piramidal de
ligaduras jerárquicas. A raíz de la declinación de Chichén Itzá como centro
político, uno de los fenómenos políticos más importante que aconteció en
las Tierras Bajas del norte de Yucatán fue el resurgimiento de los linajes que,
como instituciones sociales, se convirtieron en el sustento sobre el que se
construyeron la red de vínculos personales y, a partir del 1200, en el funda-
mento de las recomposiciones de los vínculos políticos.

390 • la civilización maYa Yucateca


organización política maYa, 1450-1550

1. EL MULTEPAL MAYAPÁN

Esta demostración de vitalidad explica el porqué durante la hegemonía


de Mayapán los grandes señores o halach uinicob de los linajes Cocom, Xiu,
Chel, Tzeh, Canul, Cupul, Iuit, Pech y Cochuah pudieron aglutinar las Tie-
rras Bajas del norte de Yucatán en torno al multepal. El uso de este término
aún es motivo de debate, pero fue una forma de gobierno que se caracterizó
porque los grandes señores tomaban decisiones de manera mancomunada.
Aunque Mayapán era el lugar de residencia del halach uinic Cocom y, al decir
de Landa, los señores acordaron que “la casa de los Cocomes” los dirigiera
por ser la “más antigua y más rica”, todo parece indicar que no tuvo el sufi-
ciente poder para ser reconocido como primus inter pares.
Desde la perspectiva política, el multepal fue una innovación centrali-
zadora en la historia gubernamental maya, pues las decisiones mancomuna-
das de índole política, religiosa y administrativa se tradujeron en delicadas
relaciones de reconocimientos mutuos y alianzas precarias entre los grandes
señores para mantener el equilibrio y la unidad; en otras palabras, fue una
institución que nació con la impronta de la debilidad interna.
A pesar de la fragilidad intrínseca del multepal, los halach uinicob sus-
tentados en sus tradiciones históricas y en la preeminencia de sus linajes se
dieron a la tarea de reordenar sus entramados de vínculos personales. En
este proceso, el batab, señor o cacique, tuvo un papel de primer orden,
pues su posición privilegiada de estar próximo a los miles de jefes familiares
que, con sus parentelas habitaban en grupos dispersos por los montes de la
península Yucatán, le había posibilitado construir una imbricada madeja de
lazos personales —sangre, protección y reconocimiento— que le permi-
tían aglutinarlos y cohesionarlos en torno suyo. Dicho de otro modo, por su
autoridad y prestigio articulaba la vida política, económica, administrativa
y judicial de sus cuchteelob o vasallos; y su señorío, como cuerpo político,
durante el transcurso de la segunda mitad del siglo XIII, sino es que desde
antes, se convirtió en la unidad política fundamental de cualquier forma
de organización gubernamental que los grandes señores habían diseñado

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 391


Sergio Quezada

o diseñaran. En realidad, a partir de la construcción del multepal, el batab,


cacique o señor, se convirtió en el motivo de las codicias de los grandes se-
ñores, y uno de los objetivos de los halach uinicob era lograr que una mayor
cantidad de señores decidiera hacerse en sus vasallos.
La tarea de los grandes señores de reordenar sus estructuras de ne-
xos personales se dio en un ambiente de incertidumbre e inestabilidad po-
lítica, pues con la declinación de Chichén Itzá innumerables jefes familiares
—como era tradición en la sociedad maya reaccionar ante los periodos
críticos— comenzaron a emigrar en búsqueda de otros señores más fuertes.
También debió acontecer que muchos de estos señores, aun con una po-
blación sujeta más numerosa, se sintieran débiles y, de manera simultánea,
aceptaran subordinarse a otros señores o grandes señores más poderosos.
Unos lo hicieron sustentados en los derechos históricos de vasallaje y otros
en su pertenencia a un mismo linaje. En el primer caso, la ligadura fue solo
política, en el segundo, este vínculo se afianzó con el parentesco. El resultado
fue que las hebras de las mallas de vínculos personales quedaran entreveradas
en el espacio del norte de la península. De una u otra manera, el multepal se
sostuvo porque los grandes señores lograron sustentar su poder en las redes
personales con aquellos batabob que los reconocían; y el poder de estos en los
lazos personales construidos con los jefes familiares. Sin embargo, la alianza
de los grandes señores que daba orden y sentido a la pirámide de ligaduras
personales comenzó a fracturarse y a mediados del siglo XV Mayapán fue
destruida y el gobierno mancomunado se desintegró.

2. LA FORMACIÓN DEL CUCHCABAL

Durante el siglo previo a la invasión española, en el área peninsular existía


una miríada dispersa de conjuntos de jefes familiares, incluido el del batab.
El acceso inmediato a las fuentes de agua (pozos, cenotes y aguadas) y la
existencia de espesos y frondosos montes era lo que determinaba la ubica-
ción de estos grupos en el espacio; y literalmente hablando, la vegetación

392 • la civilización maYa Yucateca


organización política maYa, 1450-1550

los envolvía y cubría. Estos conjuntos constituían unidades residenciales y se


les identificaba por el topónimo del cenote, sabana, aguada o monte en don-
de se encontraban asentados. Cada jefe familiar y su parentela —incluyendo
a los nobles— constituían familias extensas, es decir, eran parientes consan-
guíneos y afines. Su regla residencial era patrilocal, y esta característica les
permitió conservar su cohesión al estar vinculados los varones consanguínea-
mente. Su norma de descendencia y de sucesión era patrilineal.
Nada parece indicar que los jefes familiares hayan mostrado una preo-
cupación particular por mensurar los territorios en donde realizaban sus acti-
vidades agrícolas, caza y recolección de leña, cera y miel, pues su pertenencia
a una misma unidad residencial legitimaba la posesión y, por lo tanto, el re-
conocimiento de los demás jefes familiares; además de que, por la memoria
histórica, conocían los recursos naturales sobre los que cada jefe familiar ejer-
cía su control físico. La toponimia tuvo la función de marcador o distintivo de
montes, sabanas, cenotes, aguadas, cuevas, salinas en los que por costumbre
cada jefe familiar y su parentela ejercitaba su derecho de usufructo.
En la medida que los montes circundaban y envolvían a las unidades
residenciales, el desplazamiento de los jefes familiares para hacer sus milpas
era mínimo. Los mayas se establecieron en un territorio poco favorable para
la agricultura; y aun hoy día domina la idea de que la tierra, entendida como
el origen de la fertilidad, es el sustento de la milpa, cuando en realidad es el
monte. A lo largo de milenios los indígenas construyeron un conocimiento
pericial y utilizaron toda su sabiduría para usar el monte, los tipos de suelos
y las variedades del maíz, del algodón y productos asociados para transfor-
mar la milpa en un sistema agrícola verdaderamente complejo y el “hacer la
milpa” en un rito agrícola.
Para las tareas de la milpa, la elaboración de los tejidos, la construcción
de las viviendas y la extracción de la sal, los jefes familiares se organizaban a
través del mulmenyah o trabajo colectivo; el mecanismo por excelencia para
hacer productivo el trabajo. El sistema del mulmenyah implicó reciprocidad.
Los grupos familiares que habían colaborado para “hacer la milpa” de otros
sabían que contaban con el mismo apoyo en caso de necesitarlo; mientras que

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 393


Sergio Quezada

las mujeres que ayudaban a otra a hilar su algodón recibían la misma ayuda
inmediatamente al término de esta labor. En la construcción de una casa, los
participantes esperaban recibir el mismo favor cuando les tocase construir o
reparar sus viviendas y percibían como retribución comida y bebida durante
la jornada de trabajo. La rotación, caracterizada por los españoles como rue-
da y tanda, era el concepto de orden que los mayas aplicaron para organizar
el mulmenyah. Consistía en alternar responsabilidades entre los grupos fami-
liares o alguno de sus miembros para la ejecución de algún trabajo.
Estos conjuntos de jefes de familia, a pesar de haber alcanzado un alto
grado de cohesión a través de sus vínculos de sangre y afinidad y del sistema
del mulmenyah no se tradujo, como generalmente se ha aceptado, en que,
como integrantes de una misma unidad residencial, fuesen vasallos de un mis-
mo señor o batab. Las fuentes históricas demuestran que los jefes familiares de
una misma unidad residencial se encontraban vinculados a distintos señores.
En un lugar denominado Kulá, por ejemplo, residían tres jefes de familia con
sus respectivas proles. Dos de ellos, Ah Chuuac Kauil y Ah Cot Balam Kauil,
reconocían al batab de Tikom; en tanto que Napuc Yah, al señor del linaje Xiu
residente en Cuncunul. En un lugar cuyo topónimo era Tubuluichba vivían
nueve jefes familiares. Nachan Chay y Namay Pot eran cuchteelob de un señor
del linaje Xiu; Napuc Uitizil, Nachan Dzul, Nachan Batun y Dzulub Batún
eran del batab de Tekom; y Nacam Ucan, Nachan Coyí y Namay Pot eran
vasallos del batab del linaje Kauil de Tixcacal.
De este modo, el poder de los batabob se extendió hasta aquellos jefes
familiares que los reconocían como sus señores, independientemente del
lugar de su residencia, por lo que los entramados políticos se entretejían
a modo de red en el espacio peninsular; en otras palabras, el señorío maya
yucateco fue de naturaleza jurisdiccional, no territorial. A este tramado de
conexiones políticas los mayas lo denominaron batabil, que aparece tradu-
cido en el Calepino maya como cacicazgo. En el siglo XVI esta palabra no se
empleaba para designar el territorio sobre el cual un cacique ejercía su po-
der. Se utilizaba para referirse a la “dignidad de ser cacique o señor de indios”
(Figura 1).

394 • la civilización maYa Yucateca


organización política maYa, 1450-1550

Figura 1
Distribución espacial de los batabilob o señoríos.

Con la caída de Mayapán y el consecuente derrumbe del multepal ha-


cia 1450, la sociedad maya vivió un prolongado periodo de inestabilidad e
incertidumbre política y la pirámide jerárquica de vínculos personales cons-
truida por los grandes señores y señores desde mediados del siglo XIII, se
desplomó; y tanto unos como otros no tuvieron la capacidad de tejer nuevos
acuerdos para integrar una estructura política que, de alguna manera, cen-
tralizara la vida política de la sociedad maya de las Tierras Bajas del norte de
la península. Con el derrumbe del multepal los linajes integrados con más
de seis señores, incluyendo al gran señor, dieron muestras de debilidad y
agotamiento, y las mallas de vínculos personales tejidas con sus señores a
través de los lazos de sangre entraron en un proceso de fragmentación y los
halach uinicob fueron incapaces de detener este fenómeno desgarrador, pues
los batabilob o señoríos, como cuerpos políticos, podían funcionar de manera
autónoma e independiente de cualquier gran señor.

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 395


Sergio Quezada

En este contexto, las urdimbres de vínculos personales de estos linajes


comenzaron a dilacerarse cuando un sinnúmero de batabob desconocidos,
pero de diferentes linajes con sus vasallos, emigraron al sur hacia la base de la
península. Un grupo se estableció en una región conocida como el Cehache,
mientras que otro en la región del Dzuluinicob. Por las evidencias que se tie-
nen, ninguno de estos señores aceptó subordinarse a otro señor. Por tanto,
su organización jerarquizada no fue más allá de los vínculos personales que
cada señor tenía con sus cuchteelob o vasallos. Por su parte, el linaje Canul se
escindió. Unos señores emigraron para establecerse en el Petén, mientras
que otros lo hicieron con dirección a la costa occidental de la peninsula y su
gran señor se avecindó en Calkiní.
Los grandes señores Xiu y Cupul, incapaces de mantener la cohe-
sión de sus linajes, se dividieron. El primero lo hizo en dos, el segundo
en cuatro y cada nuevo grupo ascendió a uno de sus señores al rango de
gran señor o halach uinic. Una rama de los Xiu se asentó en Maní, la otra
en Calotmul. Escindidos los Cupul, un gran señor se dirigió a Popolá, otro
a Ekbalam, otro a Chichén Itzá y dos se establecieron en Sací. Esto significa
que el linaje, como institución integradora, estaba sumergido en una crisis
de naturaleza política, y el poder del halach uinic estaba siendo cuestionado
por los señores, pues era evidente que el vínculo de sangre como lazo políti-
co no era garantía de protección y seguridad como para continuar como sus
cuchteelob o vasallos.
De manera simultánea a este proceso fragmentador, los otros grandes
señores también abandonaron Mayapán. El gran señor Ah Chel se asentó en
Tecoh, pero más tarde movió su residencia a Dzidzantún. Kaual Op Tzeh
salió con destino a la parte nororiental de la península y se avecindó en Chan-
cenote; mientras que Noh Cabal Pech, pariente del señor de Mayapán, se
estableció en Motul.
A la asociación política existente entre el halach uinic y su lugar de
residencia con el conjunto de señores que aceptaban su mando o gobierno,
se denominó cuchcabal. En consecuencia, el poder del gran señor quedó de-
limitado por la existencia o no de los batabob que participaban de estos lazos

396 • la civilización maYa Yucateca


organización política maYa, 1450-1550

de asociación, por lo que el cúuchcabal se sustentó en vínculos de asociación


personal no territorial.
Una vez establecidos en sus capitales, los grandes señores iniciaron la
tarea de rehacer sus vínculos políticos con los señores con el fin de formar e
incorporar a su cuchcabal a una mayor cantidad de batabob. Esta labor no les
resultó fácil, en primer lugar, porque los señores estaban en desbandada por
la crisis de los linajes y los jefes familiares estaban desplazándose constan-
temente por el ambiente de inseguridad e intranquilidad de ser capturados
durante las guerras en las que se enfrascaron los grandes señores y señores
después de 1450. El miedo no era infundado. Durante los enfrentamientos
muchos indígenas eran apresados para ser vendidos, y si este era noble no
se escapaba del sacrificio. En segundo lugar, porque un conjunto de desas-
tres asolaron las Tierras Bajas del norte. En 1470, severas precipitaciones
pluviales destruyeron las cosechas, entre 1480 y 1500 una epidemia cuya
sintomatología era “unas calenturas pestilenciales que duraban 24 horas, y
después de cesadas se hinchaban [los enfermos] y reventaban llenos de gusa-
nos”, diezmó a la población. Finalmente, alrededor de la segunda década del
siglo XVI la gran epidemia de viruela que arrasó a los indígenas del centro de
México se extendió por Yucatán.
En este contexto de crisis política, agrícola y demográfica cientos de
jefes familiares con sus parentelas huyeron en busca de resguardo si había
guerra o, alimentos, si era hambruna, y se establecieron en otras unidades
residenciales o fundaron nuevas en tanto amainaban los tiempos de inseguri-
dad e incertidumbre. Unos se instalaron definitivamente, mientras que otros
regresaron a su unidad residencial. Fuese la radicación temporal o perma-
nente, innumerables jefes familiares se propusieron hallar, enmedio de la
desbandada de los señores, quien les brindara cobijo y protección. Durante
estos tiempos turbulentos las mallas de vínculos personales entre señores y
cuchteelob estuvieron en constantes recomposiciones, pues los vínculos de
vasallaje no eran vitalicios ni hereditarios. Los señores también fueron presa
de la incertidumbre política, vieron, en unos casos, crecer sus señoríos y, en
otros, quedar disminuidos e incluso desaparecer.

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 397


Sergio Quezada

Los señores que sobrevivieron tomaron decisiones políticas distintas.


Un sinnúmero de batabob de todos los linajes, por desconfianza o simplemen-
te por conveniencia, se mantuvieron independientes y se enfocaron en con-
solidar sus señoríos con la población que, en medio de los desplazamientos,
los reconocían como señores. Otros optaron por continuar vinculados polí-
ticamente a través de los lazos de sangre con su gran señor; otros, tuviesen o
no halach uinic, aceptaron ser vasallos de un gran señor de linaje distinto.
Es importante señalar que los linajes con más de seis señores entraron
en crisis y se fracturaron, pues sus halach uinicob demostraron debilidad para
mantener, a través de los vínculos de sangre, lazos políticos con sus señores,
también es necesario reconocer que tanto unos como otros, ante la adver-
sidad de las circunstancias, comenzaron a utilizar mecanismos propiamente
políticos, independientemente del linaje de adscripción, para formar y con-
solidar el cuchcabal y de esta forma impedir la total fragmentación política de
las Tierras Bajas del norte.
La fragmentada historia del linaje Xiu provee de indicios para cono-
cer cómo lo grandes señores y los señores anudaron vínculos políticos con
otro linajes. En algún momento del segundo cuarto del siglo XVI Ix Kaual
Xiu, hija de Ah Tzulub Xiu, descendiente de Ah Xupan Xiu el fundador del
cuchcabal de Maní, contrajo nupcias con un miembro del linaje Pacab, gober-
nante de los señoríos de Oxkutzcab y Muna. Cuando los españoles llegaron
a Yucatán Ah Mochan Xiu, el halach uinic, había organizado su cuchcabal con
ocho batabob de su linaje; por alianza matrimonial los de Muna y Oxkutzcab
y, posiblemente por conquista, reconocimiento o protección otros ocho se-
ñores, dos del linaje Che y uno de los linajes Ku, Nauat, Uz, Uluac y Chan,
respectivamente.
Con la crisis de los linajes con más de seis señores y el poder cuestio-
nado de sus halach uinicob, su capacidad para brindar protección y seguridad
a sus señores tenían la impronta de la debilidad y, a duras penas, pudieron,
con algunos de sus antiguos vasallos, organizar sus cuchcabalob. Por ejemplo,
al tiempo de la invasión española el linaje Cupul estaba integrado por cinco
grandes señores y 14 señores; cinco reconocían a cuatro halach uinicob de su

398 • la civilización maYa Yucateca


organización política maYa, 1450-1550

mismo linaje, uno era vasallo de Na Mox Chel, el gran señor de Dzidzantún,
y ocho eran independientes.
Por su parte, a fines de la primera mitad del siglo XVI el linaje Cocom
gobernaba seis señoríos, incluyendo el de Sotuta, la capital y, desde allá, Na-
chí Cocom, el halach uinic, había organizado su cuchcabal con 11 señores. Dos,
el de Ekmul y Sahcabá, eran Cocom; dos eran Ix y cinco eran de linajes distin-
tos. Los señores Cocom de Tecoh, Chaltún y Tixbecyá eran independientes.
Los casos de los linajes Pech y Chel constituyen una verdadera excep-
ción. Cuando los españoles llegaron a Yucatán el primer linaje gobernaba
31 señoríos; y su halach uinic, a través del vínculo de sangre, prácticamente
había frenado la desbandada de sus señores, pues su sucesor Naum Pech
había logrado organizar el cuchcabal de Motul con 28 señores, de los cuales
24 eran de su linaje, y los dos restantes pertenecían al linaje Canché, uno al
Oxté y el otro al Ek. De los otros siete señores Pech que se separaron, dos
eran vasallos de Namox Chel, gran señor de Dzidzantún, uno de Nachí Co-
com, gran señor de Sotuta, y los otros cuatro permanecían independientes.
Namox Chel era el gran señor de Dzidzantún y tenía un linaje integrado con
otros tres señores; y a través de alianzas políticas o matrimoniales, guerra o
simplemente reconocimiento al tiempo de la conquista, había incorporado a
su cuchcabal como vasallos a 28 señores, de ellos 20 eran de linajes distintos.
En conclusión, como consecuencia de la prolongada y severa crisis
demográfica, cuando los españoles llegaron a la península de Yucatán exis-
tían, por un lado, un sinnúmero de señores que habían logrado escapar del
vasallaje de los grandes señores y permanecían independientes. En términos
espaciales, estos señoríos ocuparon las regiones del Dzuluinicob, el Ceha-
che, el rincón noroccidental y los alrededores de Tizimín de las Tierras Bajas
del norte de la península de Yucatán. Por el otro, había 18 halach uinicob
que, con algunos batabob de su linaje y de otros, habían logrado integrar un
tejido más reducido de nuevos vínculos políticos para formar sus respectivos
cuchacabalob.

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