Inah 80 Anos Construidos Por Sus Trabaja
Inah 80 Anos Construidos Por Sus Trabaja
Inah 80 Anos Construidos Por Sus Trabaja
Secretario General
Gustavo A. Ramírez Castilla
Secretario de Organización
Daniel Ruiz Cancino
Secretario de Finanzas
Luis Heredia Barrera
Secretaria de Escalafón y Promoción
María de Lourdes Hernández Jiménez
Secretaria de trabajo y conflictos,
previsión y asistencia social
Elena de la Cruz Canché Manzanero
Secretario de Comunicación y Prensa
Milton Gabriel Hernández García
Secretaria de Trabajo Externo
Lidia Iris Rodríguez Rodríguez
Coordinadores
Santos Ramírez Víctor Joel
INAH 80 años construidos por sus trabajadores/Víctor Joel Santos Ramírez, Efraín
Flores López, Claudia María López Pérez, Alfredo Feria Cuevas. – México: Sindicato
Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH, 2021. 570 p.
ISBN: 978-607-99141-0-3
PRESENTACIÓN 10
E
n el año 2019, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
cumplió 80 años de su creación, gracias al decreto emitido por el pre-
sidente Lázaro Cárdenas del Río el 3 de febrero de 1939. Con ello se
daba respuesta a las necesidades de conservación, investigación y divulgación
de los monumentos arqueológicos e históricos, así como de las expresiones de
los pueblos indígenas, planteadas por el destacado arqueólogo Alfonso Caso, a
raíz del descubrimiento de la Tumba 7 de Monte Albán, Oaxaca.
Desde su creación, los investigadores, arquitectos y personal administra-
tivo que se integraron a la nueva institución, constituyeron un grupo destacado
por su alto compromiso y entrega, generando una mística de trabajo que con-
vocó a cientos de especialistas en diversas materias relacionadas con la misión
del Instituto, quienes lo fortalecieron. Se inició así un proceso de seis décadas
de expansión a lo largo y ancho del país, estableciéndose representaciones ins-
titucionales en cada Estado de la república, tres escuelas para la formación de
antropólogos, historiadores y conservadores, así como una amplia red de zonas
arqueológicas, monumentos históricos y museos abiertos a la visita pública que,
en conjunto, constituyen un enorme escaparate que muestra la formidable,
variada y milenaria riqueza cultural de México, fundamento de su soberanía.
A partir del año 2000, el INAH ha venido experimentando un proceso de
contracción, al llegar a su fin la hegemonía de un gobierno que se sustentaba en
valores nacionalistas revolucionarios, ya anacrónicos para entonces, que fueron
sustituidos por una visión gerencial neoliberal del gobierno entrante. A partir
de entonces, el modelo de Administración Pública Federal entró en conflicto
con la estructura orgánica, institucional y académica tradicionales del INAH,
ensanchando las grietas que habían comenzado a aparecer en años anteriores
y que, con los sismos del 2017 y 2019 - que afectaron gravemente a casi 2,000
monumentos históricos en el centro y sur del país-, hicieron evidente la limitada
capacidad de la institución para responder eficientemente a la inmensa tarea
que la naturaleza puso en sus manos.
El desinterés de las recientes administraciones en los ámbitos de la ciencia
y la cultura aceleró la contracción del Instituto y ha puesto en vilo sus tareas
sustantivas, situación agravada por la contingencia sanitaria mundial ocasiona-
da por el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19. Los recortes
presupuestales, el cierre de las oficinas no esenciales del gobierno federal y el
establecimiento de medidas de distanciamiento social y confinamiento para
contener los contagios, ocasionaron el cierre parcial o total de los centros INAH,
zonas arqueológicas y museos, el paro o cancelación de proyectos de investi-
gación, así como de la producción editorial y las reproducciones a su cargo.
Sin importar las desfavorables condiciones que hemos enfrentado todos los
trabajadores del Instituto, y muchas veces sin presupuesto o a pesar de nuestros
directivos locales y centrales, hemos continuado trabajando, investigando, pro-
duciendo, ya que esa es la mejor lucha que podemos dar por mantener vigente la
alta misión encomendada a nuestra institución. Muestra de ello son dos valiosos
libros conmemorativos, producto del trabajo académico de los investigadores del
INAH, que es una institución construida esencialmente por sus trabajadores.
Estos magníficos volúmenes dedicados a la arqueología y a las demás cien-
cias antropológicas recaban sendos artículos que abarcan las diferentes regio-
nes, temas, problemáticas y enfoques que son reflejo tanto de nuestra realidad
histórica como de la diversidad de disciplinas que se entreveran en la esencia
de la institución. La idea de crear esta obra surgió en el marco de las conme-
moraciones de las ocho décadas de existencia del INAH a las que se sumaron
diversos sindicatos del Instituto y dentro de las cuales, nuestra organización,
junto con el Sindicato Nacional de Trabajadores Administrativos, Manuales,
Técnicos y Profesionistas (SNTAMTP-INAH), llevamos a cabo diversos eventos
académicos y artísticos en diferentes municipios de la Ciudad de México, entre
febrero del 2019 y febrero del 2020.
Dichos eventos, así como la coordinación inicial de la obra, fueron rea-
lizados por el Comité Ejecutivo encabezado por el profesor Víctor Joel Santos
Ramírez y su equipo. Ha tocado a la actual representación sindical concluir
esta tarea con el valioso apoyo de la Comisión de Publicaciones del sindicato.
Así, con enorme beneplácito, hoy ponemos a disposición de la comunidad
académica y de la sociedad en general esta valiosa obra, con el objetivo de que
a través de ella pueda valorarse mejor la importancia del Instituto Nacional de
Antropología e Historia y de la enorme labor que realizamos sus trabajadores
por el bien común de nuestra sociedad.
Abril de 2021
Gustavo A. Ramirez Castilla
Secretario General del SNPICD-INAH
PRESENTACIÓN
L
a presente obra es conmemorativa de los 80 años del Instituto Nacional
de Antropología e Historia, dedicado al área de Arqueología (el segun-
do tomo comprende a las áreas de Lingüística, Antropología Física,
Historia, Etnohistoria, Etnología y Antropología Social, ambos libros editados
por el Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia
del INAH). La idea era reunir en una sola obra a todas las especialidades de
investigación de nuestro instituto, sin embargo, el número de contribuciones
que recibimos al cierre de la convocatoria superó nuestras expectativas. La
cantidad y temática de los textos hicieron posible dividir al proyecto editorial
en dos partes que de manera equilibrada representaran el trabajo académico
que desarrolla el INAH en el territorio nacional, con la propuesta de hacer vi-
sibles a las áreas y tópicos de investigación que no suelen figurar en la política
oficial del instituto y cuyas contribuciones son de enorme importancia para la
cultura y la ciencia del país. Consideramos que ambos volúmenes son esenciales
e imprescindibles para comprender y valorar las tareas de investigación que en
materia antropológica e histórica realiza hoy en día nuestra institución, en un
marco inmejorable: la conmemoración de sus 80 años.
El libro aborda una de las áreas de investigación centrales en la historia
del INAH: la arqueología, una disciplina cuyo papel es importante valorar y
reconocer por los innumerables aportes que ha brindado al país en cuanto al
conocimiento y recuperación del pasado prehispánico e histórico a lo largo de
80 años de existencia. En ese tenor, su desarrollo académico e institucional
debe ser revisado desde una perspectiva crítica, pues durante décadas, esta
disciplina ha sido utilizada como parte de una política oficial que ha facilitado
prácticas contrarias a la investigación, como la excesiva realización de interven-
ciones arquitectónicas y reconstrucciones con el propósito de habilitar zonas
arqueológicas para favorecer su explotación con fines turísticos; así también,
ha impulsado megaproyectos para llevar a cabo exploraciones a gran escala en
busca de hallazgos que satisfagan intereses políticos y económicos y reciente-
mente, convalidando la realización de proyectos como el del Tren “Anti”-Maya,
que pueden producir graves perjuicios al patrimonio biocultural.
La arqueología mexicana de la época posrevolucionaria tuvo su mayor
expresión con los trabajos de Manuel Gamio, quien introdujo en el país a la
escuela culturalista norteamericana desarrollada por Franz Boas y con ella,
PRESENTACIÓN
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Los siguientes veinte años (de 1968 a 1988) se caracterizaron por el aban-
dono parcial y gradual de la arqueología monumentalista por su costo oneroso
y porque ya se había intervenido un número importante de zonas arqueológicas
−algunas de ellas abiertas al público−, lo cual generó la necesidad de llevar a
cabo su mantenimiento, conservación y protección de manera permanente y
con el consecuente impacto al presupuesto del INAH en una época de infla-
ciones y crisis económicas. Lo anterior favoreció el desarrollo de otras líneas
de investigación arqueológica tales como la aplicación de técnicas científicas y
propuestas teóricas que buscaban explicar a las sociedades prehispánicas a tra-
vés de sus sistemas de producción, apropiación de recursos naturales, factores
geográficos, ecológicos y ambientales, desarrollos tecnológicos, organización
civil y militar, así como por sus aparatos ideológicos. La adopción de las nuevas
propuestas de investigación que se venían desarrollando en varias partes del
mundo y que alcanzaron su auge en la época de la posguerra, generaría una
fuerte contradicción con la escuela de arqueología nacionalista. Las corrientes
teóricas emanadas del materialismo histórico y de la arqueología procesual nor-
teamericana, tuvieron una enorme influencia en México a finales de la década
de 1970, acentuando una ruptura con la arqueología que se venía practicando
hasta ese momento. Sin embargo, el hallazgo de la Coyolxauhqui en 1978 y la
eventual recuperación de los vestigios del recinto principal del Templo Mayor
de los mexicas en el Centro Histórico de la Ciudad de México, reafirmaron el
carácter estatista de la arqueología.
El momento de efervescencia que vivió la arqueología en aquel año para-
dójicamente terminó por favorecer a esta disciplina. Los recursos para la in-
vestigación aumentaron en la institución; se crearon nuevas plazas; fue posible
incrementar el número de investigadores y desarrollar nuevos proyectos. En
esta época se creó el departamento de Prehistoria con el primer laboratorio de
datación. Surgió el salvamento arqueológico como una nueva posibilidad para
desarrollar investigaciones a través de grandes proyectos de infraestructura,
tales como presas o gasoductos. También aparecieron la arqueología histórica
y la arqueología subacuática, ampliando el universo de estudios reducido hasta
entonces a la época prehispánica.
Los siguientes años (de 1988 a 2019) corresponden a las tres décadas del
periodo neoliberal, cuya instauración en México se remonta al año de 1982, pero
que de manera fehaciente tuvo su inicio en el INAH a partir de la creación, por
decreto presidencial, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta)
en 1988. El primer paso que se dio para imponer esta política económica fue
la desarticulación y debilitamiento de las instituciones públicas hasta lograr su
privatización o favorecer su mercantilización. En el INAH este proceso encontró
una fuerte resistencia, desde luego, encabezada por nuestro sindicato, ya que
cualquier modificación en las políticas de protección y uso social de los monu-
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PRESENTACIÓN
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Introducción
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n un esfuerzo colectivo entre asociaciones civiles, instituciones
académicas y la Secretaría de Protección al Ambiente de Baja
California se decidió realizar un Diagnóstico estratégico para la
conservación de la biodiversidad de Baja California. El primer paso fue
definir las áreas que comprendería el diagnóstico a partir de una zonifica-
ción participativa y fue así como quedaron delimitados los polígonos de:
Colonet, Punta Banda, San Quintín, Valle Tranquilo, Sierra Juárez y San
Pedro Mártir (Figura 1). Especialistas en flora, fauna, hidrología y fisiografía
contribuyeron en la caracterización de las zonas; asimismo se integraron la
historia y perfil sociodemográfico de las áreas seleccionadas para evaluar
su situación y delimitar zonas prioritarias de conservación.
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Figura 1. Áreas prioritarias para la conservación del patrimonio biocultural de Baja California.
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Áreas prioritarias para la conservación del patrimonio biocultural de Baja California
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Tipología de sitios
Las tipologías de sitios son una guía, una forma de clasificar la información
y detectar factores que inciden en el origen y la transformación de los con-
textos arqueológicos. El modo de vida de las sociedades que habitaron la
península de Baja California en el pasado se conoce como cazador-recolec-
tor-pescador. El estudio de los asentamientos y los indicadores arqueológi-
cos dejados por estos grupos es complicado por tratarse de áreas culturales
caracterizadas por una intensa movilidad y una extensa temporalidad de
ocupación que dan como resultado, por un lado, la reutilización de un es-
pacio por el mismo o diferentes grupos a lo largo del tiempo y por otro, la
reutilización de elementos en un espacio contiguo.
Por los problemas antes referidos, para poder definir un tipo de sitio es
necesario tomar en cuenta la intensidad (duración de los eventos singula-
res) y redundancia (número de ocupaciones reiteradas) de la ocupación que
producen la densidad de los artefactos observados en un sitio arqueológico
y por otro lado, las características de los materiales que dependerán de las
actividades cotidianas desarrolladas en los mismos (ACOSTA, 2008).
Existen diferentes tipologías para catalogar los sitios arqueológicos de
la península de Baja California adecuados para el estudio de las especifici-
dades de este tipo de evidencias materiales (FUJITA, 1991; MORA, 1997;
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Áreas prioritarias para la conservación del patrimonio biocultural de Baja California
2 La cantidad de concheros tierra adentro disminuye con respecto a la línea de costa, pero
en Baja California se han registrado sitios concheros al aire libre y en abrigos rocosos
en los valles y las sierras que dan cuenta de las trayectorias recorridas por los grupos
cazadores-recolectores-pescadores a lo largo del territorio que conocían y cuyos recursos
aprovechaban.
3 Los concheros culturales se diferencian de las acumulaciones naturales de concha porque
están constituidos por más de una especie de moluscos, las valvas ya no conservan su
posición original (cerradas), están asociadas a artefactos y por la ausencia de capas
naturales interestratificadas que permitirían inferir la ocupación relativamente constante
de los espacios (MORA y MONTANÉ, 1974).
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Áreas prioritarias para la conservación del patrimonio biocultural de Baja California
Figura 2. Tipos de sitios arqueológicos localizados en las áreas prioritarias para conservación
SIG-CINAH-BC, 2019.
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que no podrá ser disfrutado por las futuras generaciones. Los bienes arqueo-
lógicos son propiedad de la nación, aunque se encuentren “en el patio de mi
casa”. Es nuestro deber permitir que el patrimonio nacional sea preservado
para su estudio y conservación.
En caso de contar con piezas arqueológicas, también se puede hacer
una denuncia al INAH y un especialista tiene la obligación de registrar sus
piezas y nombrarlo custodio de estas. Siempre y cuando la colección no
aumente como resultado del saqueo, los objetos no serán confiscados. De
esta forma la población conserva las piezas, pero permite que el INAH tenga
conocimiento de su existencia.
El estudio de los cazadores-recolectores-pescadores en Baja California
resulta fundamental para el conocimiento de las formas de adaptación y
poblamiento de la península, pero también para entender un modo de vida
cuyas huellas han sido borradas –destruidas o sepultadas− en otros rin-
cones del país. El camino por recorrer es largo, las preguntas por resolver,
numerosas y las líneas de investigación por seguir, diversas. Esperamos que
este documento sea una contribución que haga posible la conservación de
áreas importantes por su riqueza cultural y biológica.
Punta Banda
Antecedentes de investigación
Los primeros estudios realizados en esta región, realizados por el Instituto
Nacional de Antropología e Historia, datan de 1991,5 con el proyecto Sitios
Arqueológicos costeros sector Punta Banda-Playas de Tijuana a cargo de
los Arqueólogos Jesús Mora y Oscar Rodríguez (MORA, 1997).
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Tabla 1. Sitios arqueológicos en colindancia con el polígono de Punta Banda. SIG-CINAH-BC 2019.
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Figura 3. Distribución de los sitios arqueológicos localizados en los polígonos de Punta Banda,
Colonet y San Pedro Mártir.
Colonet
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Antecedentes de investigación
El proyecto pionero en el registro de sitios arqueológicos en el polígono de
Colonet fue el Atlas Arqueológico Nacional, el cual contemplaba un subpro-
yecto a cargo del arqueóloga Margarita Gaxiola, destinado a la identificación
de manifestaciones gráfico-rupestres que en esta zona realizó tres registros
de sitios con petrograbados en 1987 (CASADO, 1987).
Tres años después, el proyecto Registro de Sitios Arqueológicos en Baja
California, a cargo del arqueólogo Jorge Serrano destinó su segunda tem-
porada al registro de sitios en la zona montañosa del estado (La Rumorosa,
Sierra Cucapá, Tecate, San Vicente y Valle de la Trinidad) y en el área co-
rrespondiente al polígono de Colonet realizó la actualización de uno de los
sitios con petrograbados previamente registrados (SERRANO, 1990). En el
marco del mismo proyecto, en el 2005 se registró un sitio de tipo Conchero
al norte del polígono, en el Ejido Eréndira (SIG-CINAH-BC, 2019).
En 1998, como parte de la colaboración del INAH en el PROCEDE,7 el
arqueólogo César Berkovich, actualiza la información de uno de los sitios
de petrograbados previamente registrados y propone su correspondiente
poligonal envolvente (BERKOVICH, 1998).
Uno de los fechamientos radiocarbónicos más antiguos obtenidos en
Baja California fue reportado por los arqueólogos Bryan y Gruhn, como
producto de excavaciones realizadas en el 2000 en el Sitio Abrigo de los
7 Ver descripción del programa en el Polígono de Punta Banda en este mismo documento.
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donde se congregaban las familias para bailar y buscar pareja (MEIGS, 1939;
ESTRADA, 2018). Ésta pudo ser una práctica que se remonte a la época de
la Prehistoria tardía (LAYLANDER, 1987).
Por otro lado, Bendímez y Foster (2008), señalan la presencia de por lo
menos siete sitios prehistóricos localizados al interior del Parque Nacional
Sierra de San Pedro Mártir. Estos campamentos fueron observados durante
una expedición llevada a cabo en el Valle de La Grulla en 1991. El estudio
tuvo como propósito específico la evaluación de los recursos culturales e
históricos del área, pero trabajaron junto con otros especialistas para eva-
luar los recursos totales de la región (flora, fauna, recreación, uso humano
potencial, entre otros). Desafortunadamente no se cuenta con las cédulas
de registro de los campamentos observados.
En colindancia con el polígono sí se tienen registrados 24 sitios de
Manifestaciones gráfico-rupestres, principalmente de petrograbados. Y
además, se tienen identificados materiales líticos sobre un camino antiguo
que comunica el Valle de la Trinidad con la Sierra de San Pedro Mártir
(Figura 5).
Si bien no existen sitios al interior del polígono (registrados), caracte-
rizaremos la zona a partir de las referencias documentales, los hallazgos
colindantes y el material de arrastre observado en dicho camino antiguo.
Figura 5. Tipo de sitios ubicadas en colindancia con el polígono de San Pedro Mártir (SIG-CINAH-
BC, 2019).
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Áreas prioritarias para la conservación del patrimonio biocultural de Baja California
Antecedentes de investigación
Los sitios arqueológicos que cuentan con cédula de registro localizados en
la zona, fueron visitados a lo largo de cinco temporadas de campo, a través
de cuatro proyectos arqueológicos (Figura 3). El primero fue el subproyecto
del Atlas Arqueológico Nacional, orientado a la identificación de sitios con
pintura y petrograbados, a cargo de la arqueóloga Margarita Gaxiola. De
los años 1987 y 1989, datan 20 de los 26 registros localizados en el área de
San Pedro Mártir (CASADO, 1987).
De los seis sitios restantes, tres fueron ubicados en la década de los
noventa por el arqueólogo Jorge Serrano, en el marco del proyecto Registro
de Sitios Arqueológicos en Baja California. En un inicio se concentró en
la identificación de sitios con manifestaciones gráfico-rupestres pero dada
la necesidad de conocer y proteger el resto de los vestigios arqueológicos
existentes en la entidad, a partir de 1991 se incluyeron todo tipo de campa-
mentos localizados en los cinco municipios que conforman el estado de Baja
California (SERRANO, 1990).
Un sitio con petrograbados hallado en esta zona, fue reconocido por
el arqueólogo César Berkovich, durante la colaboración del INAH en el
PROCEDE en la temporada de campo de 1998 (BERKOVICH, 1998).8 Las
labores del arqueólogo Berkovich consistían en llevar a cabo la identificación
de nuevos sitios arqueológicos y actualizar la información de los previamen-
te registrados con el fin de que contaran con una poligonal envolvente para
proponer y ejecutar delimitaciones de zonas de monumentos arqueológicos,
además de quedar marcadas en la cartografía del PROCEDE (SÁNCHEZ-
NAVA, 1998; BERKOVICH, 2000).9
Y finalmente, como parte del Proyecto de registro de Sitios
Arqueológicos de Baja California Fase Municipio Mexicali, el arqueólogo
Antonio Porcayo y su equipo registraron en esta zona dos sitios arqueológi-
cos en el 2015. El primer sitio clasificado como Concentración de materiales
y el segundo, un sitio de manifestaciones gráfico-rupestres con petrogra-
bados (PORCAYO, 2016).
Hasta aquí nos hemos referido a los sitios previamente registrados,
ahora reseñaremos los resultados del trabajo de Foster y Bendímez (1997);
8 Por los objetivos del INAH en el PROCEDE, el arqueólogo Berkovich realizó diversas
actualizaciones de los sitios previamente registrados en la zona (BERKOVICH, 1998).
9 Para más información consultar el apartado de antecedentes de investigación del
Polígono de Punta Banda en este mismo documento.
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Tabla 2. Sitios arqueológicos en colindancia con el polígono de San Pedro Mártir. SIG-CINAH-BC,
2019.
San Quintín
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Figura 7. Distribución de sitios arqueológicos localizados en los polígonos de San Quintín, Sierra
Juárez y Valle Tranquilo.
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Antecedentes de investigación
El Proyecto Arqueológico San Quintín-El Rosario −a cargo de Jerry Moore
y Janine Gasco−, comenzó en 1995 con una temporada de recorrido de su-
perficie en una zona bien definida −delimitada en términos fisiográficos por
la Bahía de San Quintín, y sus alrededores hasta 100 m de elevación, el valle
del Río Rosario, hasta 20 km del Océano Pacífico y la Zona costera entre
Bahía San Quintín y el valle del Rosario− con el fin de emplear datos arqueo-
lógicos e históricos para entender el desarrollo de una sociedad indígena y
las consecuencias de su colonización española (MOORE y GASCO, 1997).10
Tras tres temporadas de campo y un total de 289 sitios arqueológicos
registrados, −193 de los cuales se localizan en el polígono de San Quintín−,
Moore comenzó a generar modelos que buscaban comprobar las adaptacio-
nes prehispánicas al desierto costeño de Baja California (MOORE, 2008a)
y estudiar en qué medida los cambios en el medio ambiente y procesos
deposicionales modelan el registro arqueológico (MOORE, 2008).
Otra importante aportación de las investigaciones de Moore y Gasco
fue la datación de 39 sitios arqueológicos en la región de San Quintín-El
Rosario. A partir de conchas marinas y dos muestras de carbón recolectadas
en perfiles naturales de los campamentos identificados se obtuvieron 59 fe-
chas de radiocarbono (MOORE y GASCO, 2001). Los datos cronológicos les
permitieron establecer una secuencia de ocupación de los diferentes espacios
muestreados y son un reflejo también, “de los cambios y la estabilidad de la
topografía de la zona de estudio” (2001: 15).
El segundo proyecto que ha realizado registros en esta zona fue el estu-
dio emprendido por el arqueólogo Carlos Figueroa, denominado Arqueología
Costera Factor de Desarrollo Comunidades Rurales Colonet-El Rosario.
Como parte de su tesis doctoral, orientada a la gestión y protección de los
“objetos arqueológicos” amenazados por el cambio de uso de suelo y cons-
trucción de un puerto comercial en el corredor Colonet-El Rosario, Figueroa
destina tres temporadas de campo (2007 al 2009) para hacer una caracte-
rización arqueológica de la región (FIGUEROA, 2009). Como resultado,
reporta 61 sitios arqueológicos, 18 de los cuales coinciden con las fronteras
del polígono de San Quintín (SIG-CINAH-BC, 2019).
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Sierra Juárez
Antecedentes de investigación
Uno de los proyectos pioneros en el registro de sitios arqueológicos a nivel
nacional fue el Atlas Arqueológico Nacional, que incluía un subproyecto
enfocado en la identificación de Manifestaciones gráfico-rupestres, a cargo
de la Arqueóloga Margarita Gaxiola (CASADO, 1987). En Baja California, y
específicamente en el polígono de Sierra Juárez, se registraron en 1987, once
sitios arqueológicos con motivos pictóricos, dos de petrograbados y un sitio
que presentaba ambos tipos de manifestaciones, pinturas y petrograbados.
Si bien no era su objetivo, también se incluyeron tres sitios de Concentración
de materiales, que se caracterizaron por la gran cantidad de morteros y
metates tallados en roca fija (SIG-CINAH-BC, 2019).
Durante las temporadas de 1989, 1990, 1991 y 1994 el proyecto Registro
de Sitios Arqueológicos en Baja California a cargo del arqueólogo Jorge
Serrano, realizó actividades de prospección arqueológica en el polígono de
Sierra Juárez (SIG-CINAH-BC, 2019). En sus dos primeras temporadas se
había concentrado en la identificación de sitios con manifestaciones gráfi-
co-rupestres, pero dada la necesidad de identificar y proteger el resto de los
vestigios arqueológicos existentes en la entidad, a partir de 1991 se inclu-
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Valle Tranquilo
Antecedentes de investigación
A partir de 1995, el Proyecto Arqueológico San Quintín-El Rosario, a cargo
de Jerry Moore y Janine Gasco, realizó recorridos de superficie sistemáticos
en un área delimitada por la Bahía de San Quintín y sus alrededores hasta
100 m de elevación, el valle del Río Rosario hasta 20 km del Océano Pacífico
y la Zona costera entre Bahía San Quintín y el valle del Rosario (MOORE y
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12 Para más información sobre este proyecto consultar el polígono de San Quintín en este
mismo documento.
13 Cabe aclarar que los límites del polígono Valle Tranquilo y los de la reserva natural
no coinciden. La reserva natural es de menores dimensiones y está incluida dentro del
polígono propuesto como Área prioritaria de conservación.
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Comentarios finales
El territorio bajacaliforniano, de gran riqueza natural, es también un espacio
donde aún se conserva una importante cantidad de sitios arqueológicos;
huella del paso de diferentes oleadas migratorias de cazadores-recolectores-
pescadores que recorrieron el norte de la península de Baja California.
A partir del diagnóstico realizado en los polígonos de Colonet, Punta
Banda, San Pedro Mártir, San Quintín y Sierra de Juárez, podemos señalar
que son áreas donde se concentran sitios arqueológicos que, en general, se
encuentran en un buen estado de conservación. En Colonet, Punta Banda y
San Quintín se localiza un mayor número de sitios tipo Conchero, mientras
que Sierra Juárez y San Pedro Mártir, se caracterizan por la presencia de
sitios con Manifestaciones gráfico-rupestres. La abundancia de sitios en
cada polígono es relativa al número de investigaciones que se han llevado a
cabo en cada región no refleja necesariamente el número de sitios existentes
pues todavía hay grandes extensiones de territorio por explorar.
Esperamos que este análisis sirva también como un estado de la cues-
tión sobre los estudios que se han realizado hasta el momento, permita
identificar las áreas que requieren mayor atención y el tipo de factores de
destrucción que las aquejan. Baja California es un laboratorio ideal para la
investigación de las sociedades nómadas y seminómadas; tenemos preguntas
pendientes por contestar en materia de patrón de asentamiento, alimenta-
ción, aprovechamiento de los recursos naturales, cosmovisión, fronteras
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Bibliografía
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PROYECTO ARQUEOLÓGICO
VALLE DEL RÍO SÚCHIL,
ZACATECAS Y DURANGO
Introducción
L
os estudios arqueológicos en la región de Chalchihuites, Zacatecas,
México iniciaron en la primera década del siglo XX. En estos más
de cien años transcurridos, se ha podido documentar la existen-
cia de una sociedad que alcanzó un considerable grado de complejidad.
Como parte de este esfuerzo por comprender a las sociedades pretéritas de
Chalchihuites, junto con la maestra Estela Martínez, iniciamos en 2004 el
Proyecto Arqueológico Valle del río Súchil, Zacatecas y Durango que tiene
como objeto aproximarnos al conocimiento de las dinámicas que generaron
dicha complejidad. Nuestro proyecto tiene un enfoque regional y mediante
técnicas de prospección arqueológica, hemos identificado diversos asenta-
mientos, yacimientos minerales y áreas de trabajo, así como información
relevante del entorno físico que nos permitió apreciar una configuración je-
rárquica regional, con una gran población extendida en un amplio territorio.
El área de estudio se localiza en la porción oeste del estado de
Zacatecas, a 230 km de la ciudad capital y al sureste de Durango. Abarca
parte del territorio de los municipios de Chalchihuites en Zacatecas y Súchil,
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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Proyecto arqueológico Valle del río Súchil, Zacatecas y Durango
Planteamiento de la investigación
En este artículo presentamos algunos aspectos estudiados sobre el desarro-
llo de la minería y a la industria lapidaria que nos permitieron reconocer
una tendencia hacia la especialización artesanal y, por consiguiente, hacia
la división social del trabajo. Ambos aspectos de suma relevancia en la com-
prensión de los procesos de cambio en sociedades complejas.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Métodos y materiales
Las tareas iniciales del Proyecto Arqueológico Valle del Río Súchil,
Zacatecas y Durango consistieron en cuatro temporadas de prospección
arqueológica en los valles de los ríos San Antonio y Colorado, donde re-
gistramos un total de cuarenta y cinco sitios incluyendo nueve grupos de
minas subterráneas. En el valle del río San Antonio, registramos cuatro
grupos: El Vergel, Ejido Cárdenas, Los Monos y Los Obligados. En el valle
del río Colorado cinco: Ciénega-La Boquilla (o San José), La Cofradía, La
Escondida, Los Álamos y San Rafael (algunos de estos grupos habían sido
previamente reportados, pero era necesario ampliar su registro). También
efectuamos seis temporadas de excavación en contextos domésticos de los
sitios arqueológicos de Cerro Moctehuma, El Bajío y Pajones. Además, re-
colectamos muestras del interior de las minas con el objeto de identificar
los materiales que explotaban los antiguos habitantes de la región.
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Proyecto arqueológico Valle del río Súchil, Zacatecas y Durango
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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Proyecto arqueológico Valle del río Súchil, Zacatecas y Durango
Resultados
En todos los resultados de los análisis se identificó contenido de oro en baja
concentración, en el rango de décimas a centésimas de gramo por tonelada.
También pudimos confirmar la ausencia absoluta de piedras azul-verdes en
el interior de las minas.
Con relación a los resultados de los análisis mineralógicos tenemos que
las tonalidades reflejadas bajo la luz ultravioleta de la lámpara mineralógica,
al compararlas los tonos con las muestras de referencia, coincidieron con
muestras de referencia procedentes del Sureste de Estados Unidos.
Con el análisis de fluorescencia de Rayos X, pudimos observar que la
mayoría de las piezas del sitio de Pajones coinciden con las minas de Nuevo
México. Y las piezas procedentes del sitio El Bajío, coinciden con las minas
de Arizona (MELGAR et al., 2014).
Los análisis tecnológicos indican que la mayoría de los objetos fueron
desgastados con metates de riolita, cortados con lascas de pedernal, perfo-
rados con buriles de pedernal, pulidos con nódulos de pedernal y bruñidos
con piel (MELGAR, op. cit.)
Figura 3. Percutor de cintura con mango original recuperado del interior de mina. Exhibido en el
Museo de la Quemada, Zacatecas.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Discusión
En el caso de la presencia de bajos valores de oro, su posible uso en la época
prehispánica implicaría una gran eficiencia en aprovechamiento del recurso,
así como abundancia de mano de obra. Cabe decir que las bajas “leyes” del
mineral harían incosteable una operación minera actual. Sin embargo, en
la antigüedad prehispánica los costos no eran el factor para decidir el apro-
vechamiento de los recursos naturales. No podemos asegurar la explotación
y uso de oro en la producción de algún bien. No tenemos registro arqueoló-
gico alguno. Pero debido a estos resultados, hoy tenemos que considerar su
posible uso dado su presencia en las minas subterráneas.
Como resultado de nuestras investigaciones podemos afirmar que el
conglomerado de las minas subterráneas de Chalchihuites presenta poca
variedad mineralógica. Solo se distinguen clastos de roca caliza, de peder-
nal, y de hematita. Estos materiales fueron muy útiles para los antiguos
habitantes. Con ellos elaboraron diversas herramientas y la hematita fue
empleada en la producción de pigmentos utilizados en la decoración de la
refinada alfarería chalchihuita, pero se debe recordar que eran materiales
comunes y abundantes en casi toda el área mesoamericana y no constituían
materiales raros ni se consideraban valiosos.
Figura 4. Pulidor de Joyero en arenisca procedente del suroeste de EUA recuperado en Cerro
Moctehuma.
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Proyecto arqueológico Valle del río Súchil, Zacatecas y Durango
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Agradecimientos
La actividad docente fue un aspecto central en nuestro proyecto, la forma-
ción de profesionales en arqueología y otras disciplinas es una característica
que podemos destacar pues, en el marco de esta investigación se han gene-
rado diversas tesis de licenciatura y posgrado y en distintas disciplinas. Por
lo anterior, queremos agradecer a nuestros alumnos de la Escuela Nacional
de Antropología e Historia con quienes, durante diez temporadas de campo,
hicieron posible el desarrollo de nuestro proyecto de investigación, ellos par-
ticiparon de manera entusiasta en la generación de parte de la información
presentada aquí. También queremos expresar nuestro agradecimiento a los
pobladores y autoridades municipales de Chalchihuites por apoyarnos en
nuestras estancias y hacernos sentir como en casa.
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Proyecto arqueológico Valle del río Súchil, Zacatecas y Durango
Bibliografía
P.D. Todas las imágenes son propiedad del Proyecto arqueológico Valle del río Súchil, Zacatecas
y Durango.
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Introducción
E
xiste entre muchas culturas del orbe, una famosa frase popular que
dice: “para conocer a los pueblos, solo basta ir a sus mercados, sus
cantinas y sus cementerios”. Este escrito se refiere a este último
aspecto, al estudio del ámbito funerario en el Cementerio Municipal de
Colima desde una visión integradora histórica-arqueológica-antropológica.
El espacio mortuorio al que nos referimos es llamado Cementerio
Municipal o Panteón de las Víboras2 el cual fue fundado en el año de 1883,
estableciéndose como la opción más viable para tratar de evitar los azotes
de la fiebre amarilla, la cual en ese entonces diezmaba a la población local
de manera incontrolable.
Este “nuevo” espacio mortuorio fue el resultado de una antigua mudan-
za de cuerpos y monumentos funerarios de un anterior cementerio, a solo
cinco meses de ser inaugurado (ubicado a 2 km al sur de la actual calzada
Galván y Madero). El antiguo cementerio sufría de un grave problema, pues
al encontrarse el manto freático de manera superficial, el terreno se inunda-
ba de manera recurrente y cada vez que se intentaba realizar una excavación
en épocas de lluvia era casi imposible la inhumación. Así, el evento de mudar
todo un cementerio resultó que, en el nuevo destino funerario, algunas de
los monumentos tienen fechas anteriores a la fundación de este.3
200 años de historia de Colima pueden ser apreciados en este peculiar
espacio funerario, pues la vida y muerte de los habitantes de la mayoría de
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Espejos de vida y muerte, procesos culturales en el Cementerio Municipal de Colima
Colima del siglo XIX y gran parte del siglo XX, han quedado perpetuada en
vastos monumentos arquitectónicos emplazados en un espacio físico ideal
para ser la última morada de los habitantes de Colima. Dos siglos de his-
torias personales, familiares y colectivas; una forma de ser ante la vida y
la muerte plasmadas en un espacio que no muchos conocen: el espacio de
los muertos.
La última morada de los colimotes fue elegida por estar ubicada lo más
lejano a la población y por tener la topografía idónea que evitara las inun-
daciones de las fosas. Sin embargo, producto del crecimiento urbano, hoy
está integrado a la traza urbana del Colima moderno, rodeado por unidades
habitaciones y ubicado al costado de una de las avenidas más transitadas de
Colima: la Calzada Galván. El cementerio es para los habitantes del Colima
actual un espacio tan habitual a su vista, que como definiría el antropólogo
francés Marc Augé4, se ha convertido en un “no-lugar” para referirse a los
espacios públicos de transitoriedad que no tienen suficiente importancia
para ser considerados como “lugares” o que simplemente rayan en el ano-
nimato. El cementerio como “no-lugar” resulta un concepto contradictorio
si nos referimos a éste como el lugar donde descansarán los habitantes de
la cuidad de Colima el resto su existencia.
El Cementerio Municipal de claro corte y normativa laica, de traza re-
ticular y con una enorme diversidad de monumentos funerarios (pasando
del eclecticismo, el neogótico “tropical”, neobarroco, neoegipcio, y hasta
neoindigenista5) protegido por su enorme barda perimetral. Es el espacio
donde se han depositado un sinfín de cadáveres y como bien dicen los sepul-
tureros: “hay más muertos aquí que vivos afuera”. Aunque “oficialmente”
se encuentra repleto, a más de un siglo de su inauguración, en la práctica se
continúan depositando nuevos cuerpos con su consiguiente procesión, ritual
funerario, ofrenda y monumento, convirtiéndose en una fiel radiografía so-
bre el cómo se nace, se vive, se desarrolla y muere una sociedad sumamente
particular en el occidente mexicano; la colimota.
La intención de este ensayo es transitar en un ejercicio lúdico y feno-
menológico entre los vivos y los muertos, entre la comparación de aspectos
4 AUGÉ, Marc (1992). Los “no lugares”, espacio de anonimato. Una antropología de la
sobremodernidad. Gedisa, España.
5 Dicha clasificación de los estilos arquitectónicos es definida y descrita a detalle en el
texto: HUERTA SANMIGUEL, Roberto. El camposanto de las víboras. Una historia
sepultada. México, Secretaría de Cultura de Colima/CNCA/CND/FECA, Universidad
de Colima, 1997.
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Espejos de vida y muerte, procesos culturales en el Cementerio Municipal de Colima
Figura 1. Se señala el terreno del Cementerio Municipal enmarcado en la planicie inclinada SW del
valle de Colima. Google Earth 2019.
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8 Ibíd., p. 66.
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Espejos de vida y muerte, procesos culturales en el Cementerio Municipal de Colima
Figura 3. En una vista general del área del Cementerio, se muestra dentro de un círculo verde el
área explorada, también denominada “Tumbas del Cerrito”.
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9 En el año 2003, tras un sismo de gran magnitud, la ciudad de Colima sufrió daños
severos en su arquitectura y el Cementerio Municipal no estuvo exento de ellos, por lo
cual las tumbas afectadas fueron intervenidas por la Sección de Monumentos Históricos
del INAH Colima, mediante el programa federal del FONDEN, para investigar el área
donde se ubican las “Tumbas del Cerrito. Derivado de esta intervención y con la idea
de realizar una investigación más profunda y ordenada en el sitio, que sustentara la
protección de los vestigios, se solicitó la colaboración de autoridades municipales
para llevar a cabo un proyecto de investigación arqueológica en forma, el cual tuvo
como tarea realizar exploraciones en la parte norte, la parte más antigua del actual
Cementerio Municipal de la ciudad de Colima. El trabajo de campo fue realizado
durante las primeras tres semanas del mes de diciembre del 2007, obteniendo una visión
general de los procesos culturales del sitio mediante la recuperación y registro de los
materiales cerámicos, óseos, líticos y otros, que fueron analizados obteniendo resultados
satisfactorios.
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Espejos de vida y muerte, procesos culturales en el Cementerio Municipal de Colima
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10 Este concepto se refiere al pago que haces al Ayuntamiento por el terreno, dentro del
cementerio, que se compra para toda la vida (para toda la muerte).
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Espejos de vida y muerte, procesos culturales en el Cementerio Municipal de Colima
con sus manos y artes poblaron el vergel del Occidente de México, que con
sus creativas fuerzas decoraron hasta el final su última morada.
Esta creatividad popular raya en el absurdo. Solo basta mirar los epi-
tafios, algunos de ellos plagados de errores, los otros, de letanías bíblicas,
los otros burlándose hasta la muerte de los vivos… “se olvidaron de mí mis
parientes, amigos y los que me conocían, DEP”.
Figura 6. Monumento funerario de principios del siglo XX, hacia el oeste de la parte antigua del
Cementerio Municipal.
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Espejos de vida y muerte, procesos culturales en el Cementerio Municipal de Colima
Figuras 7 y 8. Reconstructivo isométrico y “en corte” del sistema básico de “gaveta-bóveda” repre-
sentado como la forma más recurrente para el depósito funerario.
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Figura 9. Monumento funerario dedicado a dos infantes femeninos, centro del cementerio municipal.
17 Nombre común en gran parte del occidente dado a los saqueadores del patrimonio
arqueológico.
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Espejos de vida y muerte, procesos culturales en el Cementerio Municipal de Colima
Bibliografía
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HUASTECOS Y TOTONACOS,
NUEVAS APORTACIONES
DESDE LA ARQUEOLOGÍA
A UNA VIEJA DISCUSIÓN
Resumen – La vieja discusión en torno a los huastecos y totonacos aún sigue vigente, cuando
menos arqueológicamente. La caracterización cultural y la frontera entre ambos grupos étnicos
ha sido tema de discusiones por su aparente mezcla, en particular en el norte del estado de
Veracruz, tema que se ha complicado más aún cuando se lleva atrás en el tiempo hasta la época
prehispánica. En este trabajo se analiza, a través de la revisión de fuentes etnohistóricas y datos
arqueológicos recientes, cómo es que se origina la aparente confusión o mezcla. El estudio
de la estructura política del bichou huasteco de Tochpan, ha sido la clave para reconocer que,
gracias a que existieron unidades políticas segmentarias multiétnicas con un entreveramiento
territorial, por lo menos desde el Posclásico Temprano, se compartió espacio y parcialmente
cultura material, lo que explica el origen de dicho comportamiento cultural.
Introducción
La vieja discusión entre huastecos y totonacos aún sigue vigente como uno
de los temas a resolver, cuando menos arqueológicamente. Aspectos como la
cronología de su presencia y desarrollo, los límites o fronteras geográficas,
la distinción de su cultura material, la influencia o participación de una
ideología o simbolismo entre ambos grupos, son algunos de los temas prin-
cipales. Complicada, sobre todo, por la tendencia de una división étnica en
la geografía estatal veracruzana que caracterizó la mayoría de la etnografía
de la primera mitad del siglo XX.
Con la tendencia de la historia cultural en la antropología, en 1953
Ignacio Bernal y Eusebio Dávalos Hurtado, editaron la memoria de la
mesa Huastecos, totonacos y sus vecinos, realizado en el marco de la Mesa
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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Huastecos y Totonacos, nuevas aportaciones desde la arqueología a una vieja discusión
Figura 1. Carta del Departamento de Tuxpan levantada por Eduardo Fages en 1855.
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una frontera convencional que unos sitúan en el río Tuxpan y otros en el río
Cazones” (Ibídem, p. 245).
En cuanto a las regiones de la lengua huasteca menciona las llanuras
y colinas del valle de Tuxpan apuntando que “aquí en el siglo XVI la lengua
huasteca apenas sobrevivía, salvo alrededor de Tamiahua, poblado conecta-
do con el norte de la huasteca por la ruta navegable de las lagunas costeras
y cerca de Tuxpan” (STRESSER PÉAN, op. cit., p. 384). Pero también habla
del valle de Tuxpan como parte de la región de lengua náhuatl, mencionan-
do que debe haber habido en los tiempos precolombinos, una huasteca del
sudeste, con su propia fisonomía y tal vez sus particularidades culturales.
La sierra de Tantima y las colinas circundantes la separaban de la cuen-
ca del Pánuco. Una limitada red de rutas navegables formadas por el río
Tuxpan y sus afluentes, convergían aquí con dirección a la villa de Tuxpan
y continúa diciendo que la arqueología y las crónicas indígenas sugieren
que antiguamente la Huasteca ocupaba esa región, compartiéndola al sur
con los totonacos […] Tezozómoc (1944) afirma que a mediados del siglo XV
el huasteco de Xiuhcoac, de Tuxpan y de Temapache, tenía que recurrir a
intérpretes para hablar con los guerreros nahuas.
Por su parte, Gutiérrez y Ochoa (2000, 2007) distinguen dos grandes
áreas basados en el criterio lingüístico, un área nuclear o Tzabal Teenek
en donde se desarrollaron los peeliteenek y una zona transicional donde
habitaron los no hablantes de teenek pero que participaron de la cultura
material de los primeros que dieron origen a riqueza multiétnica.
En cuanto a criterios materiales arqueológicos, existen propuestas ba-
sadas en estilos cerámicos y escultóricos dentro de la Huasteca (TREJO,
1989; ZARAGOZA, 2003).
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Huastecos y Totonacos, nuevas aportaciones desde la arqueología a una vieja discusión
Figura 2. Extensión de la provincia tributaria y del antiguo bichou de Tochpan. Tomado de MAL-
DONADO, 2016, p. 221.
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Figura 3. Detalle del Códice Mapa Local de Los Lienzos de Tuxpan. El cuauhtlatoa y el calpixque
de Tochpan a la derecha, y el gobernante con el calpixque de Papantla a la izquierda, reflejo del
gobierno dual impuesto tras la sujeción imperial. Tomado de MELGAREJO VIVANCO, 1970.
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Figura 3. a) Plato del tipo Tabuco negro sobre rojo recuperado en los alrededores de Tajín; b)
Cajete del tipo negro sobre rojo recuperado de la zona cívico ceremonial de Tabuco; c) Anverso de
fragmento de plato del tipo negro sobre rojo recuperado de la zona habitacional de élite de Tabuco.
d) Reverso del fragmento de plato. Fotografías de MALDONADO VITE.
Conclusiones
La caracterización de la estructura política huasteca, como semejante a los
señoríos de Italia, con base en la descripción que De Witte hizo al rey en su
famosa carta, no es del todo correcta, ya que obedeció a su visión europea
y la situación de la época, obviamente desconociendo la estructura original
prehispánica.
Sabemos ahora que parte de la consideración de esta dicotomía y mez-
cla −aún en la actualidad− entre huastecos y totonacos, obedeció a la co-
lindancia y convivencia de ambos grupos originada desde la época prehis-
pánica al pertenecer en algún momento a la misma organización política
durante el Posclásico Temprano.
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Bibliografía
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EL PROYECTO ORIGEN Y
DESARROLLO DEL PAISAJE
URBANO DE TAMTOC, A
DIEZ AÑOS DE SU INICIO
Resumen – Tamtoc es uno de los asentamientos más importantes del noreste mexicano. Aquí
presentamos un esbozo de la investigación interdisciplinaria que hemos realizado en este
sitio dentro del Proyecto Arqueológico Origen y Desarrollo del Paisaje Urbano de Tamtoc, San
Luis Potosí, el cual se puso en marcha en el mes de noviembre de 2008. El principal eje de
investigación tiene por objeto caracterizar los componentes histórico-culturales propios del
desarrollo de esta sociedad urbana que consiguió fundar una de las ciudades más distintivas
de la llamada región Huasteca durante la época precolombina.
Introducción
La ciudad es una de las creaciones más fascinantes de la humanidad, ya que
no sólo hablamos de las edificaciones, espacios físicos, andadores, etcétera.
Es la creación misma de la vida civil y de la sociedad colectiva. Es un lugar
que atrae a las personas. En la antigüedad, a menudo esta atracción pudo ser
la combinación de aspectos económicos, debido a la abundancia de recursos
naturales disponibles en su entorno y la diversidad de productos manufac-
turados, a la suficiencia agrícola de su sector aldeano; en ocasiones fue su
situación geográfica o su importancia religiosa; pero en todos los casos se
trata de una construcción social, una forma singular de relacionarse. En su
interior, periódicamente se practicaron ceremoniales o rituales en donde
la ciudad pudo entenderse como el centro del universo o representación
cósmica, la ciudad también sirve como un centro de intercambio comercial
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diferentes puntos del sitio; excava dos unidades en el Tizate; una entre el
Tizate y el Tantoque; tres en el grupo C; dos en el grupo B, una al pie de
Piedras Paradas, una en el Tantoque; cinco en el grupo F entre las Lagunas
de la Ceiba y del Tantoque, una en el Gran Patio Hundido y una en el grupo
G. Sus trabajos fueron interrumpidos por problemas con el entonces dueño
del terreno donde se localiza Tamtoc (LEIVA y GALICIA, 1997). En 2002
Dávila publica un artículo titulado Tamtoc: una ciudad huasteca. También
impartió diversas conferencias junto con Diana Zaragoza en donde dieron a
conocer sus trabajos, particularmente aportaron datos para comprender la
posible relación entre las llamadas culturas del sureste norteamericano con
el desarrollo de Tamtoc en el periodo Clásico Tardío y Posclásico Temprano
(DÁVILA CABRERA y ZARAGOZA OCAÑA, 1998).
Para el 2001 se crea el Fideicomiso Irrevocable de Administración para
el Rescate Arqueológico de Tamtoc, conformado por el Instituto Nacional
de Antropología e Historia, el Gobierno del estado de San Luis Potosí y
Fomento Cultural Banamex. Dicho fideicomiso fue el mecanismo de finan-
ciamiento del Proyecto Tamtoc, a cargo de Guillermo Ahuja, quien realizó
trabajos en el sitio entre el 2001 y el 2008 (CÓRDOVA y MARTÍNEZ, 2007).
Durante estos años se realizaron trabajos de liberación y consolidación en
diversas áreas del sitio, como parte de un programa de mantenimiento ma-
yor que tenía por objetivo la apertura del sitio al público, la cual se llevó a
cabo en mayo de 2006. Además, construyeron el área de servicio. Durante
los trabajos dirigidos por Ahuja destaca la exploración del área de La Noria,
particularmente el rescate del Monumento 32 o La Sacerdotisa.
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El proyecto Origen y Desarrollo del Paisaje Urbano de Tamtoc, a diez años de su inicio
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Entorno físico
Tamtoc se ubica aproximadamente a 48 km al sureste de Ciudad Valles,
S.L.P. Por la carretera que va de esta ciudad hacia Tampico, pasando el po-
blado de Tamuín, se toma la carretera hacia el sur (a la derecha) que conduce
a la población de San Vicente Tancuayalab o El Higo, Veracruz, conocido
como eje Tamuin-Xolol. Sobre esta carretera (a 8 km) se ubica una desvia-
ción hacia la derecha que conduce al sitio arqueológico (10 km).
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El proyecto Origen y Desarrollo del Paisaje Urbano de Tamtoc, a diez años de su inicio
Trabajos de Prospección
Dentro de este proyecto, el maestro Guillermo Córdova ha realizado dos
temporadas de prospección arqueológica del territorio aledaño al sitio ar-
queológico de Tamtoc, como parte del programa de investigación y docencia.
Mediante la prospección se puede conocer el sistema de asentamien-
tos y vida a escala regional. En nuestro caso particular, la prospección ar-
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Núcleo Urbano
Se caracterizan por ser el espacio material de la organización política. Los
templos y el palacio son los órganos rectores con capacidad para aglutinar
una gran cantidad de población organizada en unidades políticas para ser
gobernados. En los restos arqueológicos de estos asentamientos se apre-
cia la heterogeneidad de su población, la especialización económica y la
estratificación social. Son sitios con una alta concentración de edificios y
plazas públicas, espacios arquitectónicos que albergan una densa población
(CÓRDOVA, 2019).
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El proyecto Origen y Desarrollo del Paisaje Urbano de Tamtoc, a diez años de su inicio
Poblado
Los poblados son asentamientos de segundo orden. Son los que presentan
arquitectura cívica y tienen una mayor extensión que las villas y las aldeas.
Tienen evidencia de actividad doméstica en su entorno y posiblemente asu-
mieron un importante rol en la producción de bienes de prestigio, por ello,
se caracterizan por la existencia de evidencia de alguna actividad envuelta
en la producción de bienes de prestigio (CÓRDOVA, 2019).
Villas
Estos asentamientos se distinguen por carecer de arquitectura pública. La
arquitectura que presentan es doméstica y, a diferencia de las aldeas, tie-
nen basamentos de más de 50 cm de altura y son de mayor tamaño. Estos
basamentos podrían señalar algún tipo de diferenciación social al interior
del asentamiento. Su economía de subsistencia se centra en la producción
agrícola, domesticación de especies y de manera predominante, la caza-re-
colección. Teóricamente, estos grupos están organizados en segmentos de
clan o linaje, forman un grupo político ritualmente integrado y puede tener
un líder que los represente ante otros grupos del mismo sistema regional
(Ibídem).
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Aldeas
Son los sitios más pequeños, tienen una densidad poblacional muy baja.
No presenta arquitectura aparente. Son detectadas por ser concentraciones
de material arqueológico que se removió por erosión o actividad humana
reciente. Son los sitios más abundantes y albergan a la mayoría de la pobla-
ción que integra al sistema regional. La aldea no forma un grupo político
claramente delimitado. El liderazgo se reduce a un contexto mínimo. El
territorio de la aldea consiste en terrenos domésticos con terreno para el
cultivo y con opciones claras de caza y pesca (Ibídem).
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El proyecto Origen y Desarrollo del Paisaje Urbano de Tamtoc, a diez años de su inicio
Secuencia ocupacional
Establecer la secuencia ocupacional de Tamtoc ha resultado una tarea su-
mamente complicada. La mayoría de los referentes cronológicos con que
contábamos al inicio del proyecto se basan en la comparación de secuen-
cias cerámicas establecidas en regiones como Pánuco-Tampico, Tamaulipas
y Cuenca Baja del Pánuco (EKHOLM, 1944; MACNEISH, 1950; MERINO
CARRIÓN y GARCÍA COOK, 1987). En el inicio de nuestra investigación
empleamos estas secuencias para hacer estudios comparativos e identificar
algunos referentes cronológicos que apoyaran la interpretación de los con-
textos estratigráficos de nuestras excavaciones. Afortunadamente, hemos
podido hacer algunos fechamientos con el apoyo de las doctoras Corina
Solís y María Rodríguez, del Instituto de Física de la UNAM, lo que nos
ha permitido en esta breve semblanza del devenir de Tamtoc, proponer
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Figura 15. Levantamiento topográfico (2009) de las 170 hectáreas que comprenden el sitio.
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El proyecto Origen y Desarrollo del Paisaje Urbano de Tamtoc, a diez años de su inicio
pisos de las casas, en las milpas o en los patios y que por lo tanto, no había
un lugar comunitario de muertos (OLIVEROS MORALES 2006: 60-70).
En el caso de Tamtoc, el área de túmulos funerarios es un área de
enterramiento, especialmente destinada para alojar a los cuerpos de los
difuntos, pero aquí no están representados todos sus habitantes, tan sólo
una muestra de la población que vivió al menos durante el último periodo
de ocupación de este sitio. Los individuos ahí sepultados comparten algunas
características físicas y culturales. Creemos que la intención con la que se
concibió este espacio es la de reunir a seres que ellos consideraban especiales
y que podían interceder por ellos.
Figura 17. Entierro del área de túmulos, sedente flexionado orientados viendo al oriente.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
¿Por qué seres especiales? Ahí se inhumaron tanto adultos como niños,
hombres y mujeres, cuyas edades a la muerte sugieren una escasa sobrevi-
vencia. Los niños no alcanzaban a completar la primera década de vida y
los que llegaban a la vida adulta no pasaban de los cuarenta y cinco años.
Sentados, con las piernas flexionadas contra el tórax y los brazos alrededor
de las piernas, fueron orientados viendo hacia el oriente y sin ofrenda, al-
gunos sólo tienen como parte de su ajuar mortuorio una cuenta de piedra
verde (HERNÁNDEZ, MARTÍNEZ y CÓRDOVA, 2012).
La mayoría de estos individuos tienen en sus huesos huellas de un
proceso infeccioso severo que estaba activo al momento de la muerte. En
algunos individuos depositados aquí hemos identificado la presencia de tu-
berculosis vertebral juvenil, variante congénita de la tuberculosis pulmonar,
que se caracteriza por la destrucción de los cuerpos vertebrales, comúnmen-
te entre las últimas vértebras dorsales y primeras lumbares, haciendo que
estos individuos estuvieran jorobados. La infección se desarrolla desde la
vida fetal y alcanza su mayor virulencia hacia el final de la primera década
de vida. La joroba o giba dorsal es una consecuencia de la destrucción de los
cuerpos vertebrales, que al estar erosionados debilitan la columna vertebral,
la cual cede ante el peso del individuo y se dobla.
El otro padecimiento que se detectó es la frambesia o yaws, causada
por el mycobacterium T. Pertenue, una infección que se desarrolla duran-
te la niñez a partir de lesiones en la piel y que ocasiona postulas o bubas
(STEINBOCK, 1976). En la vida adulta, la infección invade los huesos del
esqueleto modificando su arquitectura ósea de tal forma que se le confunde
con los efectos de la sífilis terciaria. Dado lo anterior, nuestra primera inter-
pretación sobre la función de esta área de túmulos es la de un área destinada
a individuos que compartían ciertas características físicas en vida, las cuales
podrían ser deformaciones físicas, como las antes mencionadas, lo que los
convierte, en seres especiales en los que recae la función de interceder ante
los dioses y mejorar sus condiciones de existencia.
También de este tercer periodo destaca el estudio de la tumba de una
mujer, perteneciente a la elite de la sociedad urbana de Tamtoc, nos revela
que, dentro de las conductas funerarias presentes estaba la de ataviar al
individuo con lujosos bienes procedentes de muy diversas regiones con la
intención de expresar jerarquía y poder. Este contexto, al mismo tiempo,
refuerza la evidencia de una extensa red de intercambio de mercancías que
caracterizó la dinámica poblacional en la que se encontraban inmersos los
diversos grupos que habitaban la región de estudio al momento del arribo
de los españoles.
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El proyecto Origen y Desarrollo del Paisaje Urbano de Tamtoc, a diez años de su inicio
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El proyecto Origen y Desarrollo del Paisaje Urbano de Tamtoc, a diez años de su inicio
Figura 19. Collar elaborado con cuentas de concha Spondylus Princeps, turquesa, vidrio tipo
Nueva Cádiz, cobre con baño de oro.
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El proyecto Origen y Desarrollo del Paisaje Urbano de Tamtoc, a diez años de su inicio
Tabla 1
Secuencia ocupacional de Tamtoc
propuesta por Martínez y Córdova, 2019
200 a. C. a 150 d. C. Primer Periodo o pre-urbano
Hiato
Bibliografía
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LAN-HA’: SU ESPACIO
INTERNO Y SUS ELEMENTOS
ARQUITECTÓNICOS, EN EL
NORDESTE DE LA SIERRA
GORDA QUERETANA
Resumen – A pesar de que se conocía el sitio de Lan-Ha´ desde la primera mitad del siglo
XX, no se había apreciado su integración e interrelación entre los distintos espacios que lo
componen. A partir de las diversas temporadas en campo, pudimos establecer con seguridad
el área de ocupación principal, su organización en seis conjuntos, cada uno con características
diversas, pero integrados entre sí, seguramente con funciones variadas. Además, el proceso de
preservación de la zona continuó al haberse establecido la poligonal envolvente oficial por parte
del INAH. Con esto creemos que esta área podrá convertirse, en un futuro mediato, en un espacio
de gran relevancia para la investigación arqueológica en esta región septentrional queretana.
Introducción
D
urante las investigaciones del proyecto Arqueológico del Norte
del estado de Querétaro, desde el año de 1990 a la fecha, se han
localizado 161 asentamientos que se han registrado en el marco
de aquél (Mapa 1). Estos asentamientos han sido integrados a partir de
un patrón de asentamiento que hemos definido y propuesto (MUÑOZ y
CASTAÑEDA, 2012) del cual, el asentamiento de Lan-Ha’ forma parte.
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Mapa 1. Localización de sitios arqueológicos detectados por el PANQ en la Sierra Gorda quereta-
na. Elaborado María Teresa Muñoz E.
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Lan-Ha’: su espacio interno y sus elementos arquitectónicos,
en el nordeste de la sierra gorda queretana
Figura 1. Foto satelital del área del área de Lan-ha’. ArcView Gis 3.2, 15 de diciembre de 2010.
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Lan-Ha’. Debe decirse que el asentamiento debió haber sido explorado ini-
cialmente a instancias de Manuel Gamio (1883-1960) que en 1917 se con-
virtió en director de la naciente Dirección de Antropología, dependiente
de la Secretaría de Agricultura y Fomento (GAMIO, 1982: 18). En busca de
realizar un estudio integral de la realidad antigua de México, similar al que
él mismo realizó y publicó en La población del Valle de Teotihuacán (1922),
Gamio dividió el territorio mexicano en diversas regiones. La octava de ellas
quedó integrada por Querétaro y Guanajuato (MATOS, 1983: 12). Como re-
sultado del impulso de Gamio, a partir de 1925 se nombró a Ignacio Urbiola
Reyna, como comisionado, guardián, conserje y conservador de monumen-
tos arqueológicos de Landa de Matamoros, Querétaro, nombrado por “el C.
Secretario de Agricultura y Fomento, adscrito a la Dirección de Antropología
y dependiente del Departamento de Población Precolonial y Colonial”
. De los reportes generados por Urbiola se tomó la información, mínima, que
consigna el Atlas arqueológico de la República Mexicana (1939: 199-202),
sobre las ruinas de “Campana C-2. Montículos”. La localización de éste y
otros sitios queretanos se ubicaron, además, en un mapa general del estado.
Esta escueta información sobre el sitio, al igual que la referencia de
Joaquín Meade (1951: 384), no menciona la integración del asentamiento
en una sola unidad de investigación, como hemos propuesto.
Durante las temporadas de trabajo de campo de 2010 a 2018 del PANQ
se realizaron los levantamientos topográficos, la exploración del lugar en
sus seis conjuntos (Plano 1), cada uno con diversas características que se
integran en un patrón urbanístico peculiar y complejo.
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Lan-Ha’: su espacio interno y sus elementos arquitectónicos,
en el nordeste de la sierra gorda queretana
Plano 1 Se aprecian los seis conjuntos que conforman el asentamiento de Lan-Ha’. Elaborado por
María Teresa Muñoz E.
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Plano 2, Poligonal envolvente realizada por el Roberto Martínez Mesa de la DRPMZAAH. INAH.
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en el nordeste de la sierra gorda queretana
Plano 3, muestra la distribución del Conjunto 1. Elaborado por María Teresa Muñoz E.
Conjunto 1
Es el principal del asentamiento, el centro cívico ceremonial del asentamien-
to. Lo componen 94 estructuras, la más importante aproximadamente de
8 m de altura. Registramos también tres plazas, un área terraceada y una
zona elevada con las características de ser una fortaleza, probablemente
para defensa y control de paso.
Llama la atención el patrón de asentamiento, que aprovecha los desni-
veles naturales del terreno para ir ubicando las construcciones sobre grandes
plataformas con escalinatas o rampas que permitían el acceso a los edifi-
cios más importantes (Foto 1). Destacan las que se asocian a la estructura
principal, que vista desde sus lados sur y oeste es impresionante, gracias al
efecto óptico logrado por sus constructores.
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Foto 1. Rampa de acceso hacia la Plataforma 9 de forma ovalada y que sirve de asiento a la Es-
tructura 8, en forma de herradura. Conjunto 1, de Lan-Ha’. Foto de la autora.
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en el nordeste de la sierra gorda queretana
Foto 3. Plataforma Sur conformada por las Estructuras 21, 22 y 24. Foto de la autora.
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Lan-Ha’: su espacio interno y sus elementos arquitectónicos,
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Foto 5. El juego de pelota de Lan-Ha’ visto desde su lado norte. Foto de la autora.
Foto 6. Clasificación de las canchas para el juego de pelota en Mesoamérica, según Taladoire,
2000, p. 24.
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
PANQ-78 “Los Cuisillos” (tipo III) y PANQ-94 “La Mesa/El Quirambal” (tipo
III abierto, con la banqueta que termina contra la pared vertical incluyendo
dos estructuras terminales en forma de U) (MUÑOZ y TALAVERA, 1996:
94-100).
Conjunto 2
Lo componen 38 estructuras ubicadas de manera más abigarrada que las
del Conjunto 1. A partir de su estructura principal, de casi 7 m de altura,
grandes plataformas sostienen las otras estructuras, que parecen apiñarse
en torno a aquélla (Foto 7).
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Lan-Ha’: su espacio interno y sus elementos arquitectónicos,
en el nordeste de la sierra gorda queretana
Foto 7. Gran plataforma de acceso, por el sur, a la estructura principal del Conjunto 2. Foto de la
autora.
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Foto 8. Restos de muro visible en la Estructura 3. Son similares a otros que se han observado en
diversas unidades de investigación serranogordenses. Foto de la autora.
Foto 9. Por ejemplo, en el asentamiento PANQ-17 “San Marcos”. Los elementos constructivos se
colocan “a hueso”, es decir, sin cementante. Foto de la autora.
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en el nordeste de la sierra gorda queretana
Plano 5. Vista general del Conjunto 2 y 3. Elaborado por María Teresa Muñoz E.
Conjunto 3
Forma una clara unidad con el Conjunto anterior, pero lo estudiamos sepa-
radamente considerando su importancia. En efecto, se ubica a unos 250 m al
norte del Conjunto 1 y lo componen once estructuras con plataformas ado-
sadas, organizadas armoniosamente en torno a pequeñas plazas (Foto 10).
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Foto 10. La “Plaza Astronómica”, Conjunto 3 de Lan-Ha’: vista general. Foto de la autora.
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en el nordeste de la sierra gorda queretana
Foto 12. Estructuras 10 y 11, clara combinación de montículo con estructura. Foto de la autora.
Plano 6. Vista general del Conjunto 4. Elaborado por Arqueóloga María Teresa Muñoz E.
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Conjunto 4
Está compuesto por 52 estructuras y una plaza, este es, muestra de un pa-
trón de asentamiento característico de Lan-Ha’, que puede ser similar al de
otras áreas de Mesoamérica. Nos referimos a una organización con base en
barrios aparentemente con características culturales especificas pero que
a la vez se integran en una unidad mayor que sería la propia Lan-Ha’. Es
decir, cada barrio parece presentar un espacio cívico-ceremonial rodeado de
áreas habitacionales y de trabajo comunitario, con altares naturales acondi-
cionados culturalmente para las divinidades locales. Pero el conglomerado
de barrios giraría en torno al espacio cívico-ceremonial mayor que en este
caso sería el Conjunto 1.
Parece característico de la arquitectura de este conjunto la edificación
de plataformas, probablemente habitacionales, que se alternan con basa-
mentos de planta circular, semicircular o cuadrangular (Foto 13). Un rasgo
interesante de esta subárea es la existencia de patios hundidos, de los que
detectamos tres.
Foto 13. Alineamiento de piedra en forma semicircular que sirve de acceso a la Plataforma 6 al sur,
en donde se encuentra el segundo nicho de este subgrupo. Foto de la autora.
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en el nordeste de la sierra gorda queretana
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Plano 7. Vista general del Conjunto 5. Elaborado por María Teresa Muñoz E.
Conjunto 5
Lo encontramos integrado por 30 estructuras y una plaza. Puede ser tam-
bién habitacional, pero con espacios ceremoniales propios, lo que igualmente
hace pensar en la característica organización del calpulli mesoamericano,
o sea, unidades de producción económica, de organización social, de con-
trol político y de culto a divinidades propias. Además, esta sección parece
mostrar espacios de control de paso, tal vez una fortaleza, en la cúspide de
uno de los cerros que la rodean.
Otra peculiaridad que presenta este conjunto es el uso de muros de con-
tención de piedra o muretes hechos “a hueso” y que delimitan los diversos
espacios constructivos del mismo. Además, presenta una clara orientación
astronómica, hacia los puntos cardinales, una de las más precisas de las
que hemos detectado hasta el momento en la zona. Parece ser un espacio
muy bien planificado con ejes de simetría en la construcción. Por lo demás,
recuerda asentamientos huastecos como Tamtok, S.L.P.
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Foto 14. La cancha para el juego de pelota y la Estructura principal del Conjunto 5, cerrando el
taste por el este. Foto de la autora.
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Plano 8, general del Conjunto 6. Elaborado por Arqueóloga María Teresa Muñoz E.
Conjunto 6
Los edificios del Conjunto 6, diferente en ciertos aspectos a los demás del
sitio, se ubican sobre una gran plataforma que corre noroeste-sureste, que
es también la orientación general de las estructuras serranas. Debajo de ella
hay tres plataformas de nivelación de dimensiones regulares, que contribu-
yen a darle al espacio una apariencia de monumentalidad. Está muy bien
definido. Como en el Conjunto 5, se detectaron en menor cantidad, pero bien
marcados, se ven alineamientos de piedra que parecen servir para delimitar
o controlar el acceso hacia los espacios importantes.
Se observa una circulación restringida gracias a los accesos contro-
lados. No deben perderse de vista tampoco los muros de contención que
contribuyen a dar una apariencia de grandeza al conjunto. Desde este punto
de vista, recuerda el sitio arqueológico PANQ-143 Los Bailes. Pudieron haber
servido como defensa, amén del control visual para garantizar la protec-
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Foto 17. La Plataforma 5 está bien nivelada, parece una gran banqueta que da acceso a la estruc-
tura principal y donde se asientan la mayoría de los monumentos. Foto de la autora.
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Foto 18 Por sus dimensiones, la Estructura 6 es una de las más importantes de este Conjunto.
Parece gemela de la Estructura 1. Foto de la autora.
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Foto 19 La planta mixta parece cerrar al Conjunto por el norte. Foto de la autora.
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Figura 20. Ehécatl-Quetzalcóatl, de origen huasteco, en escultura mexica. British Museum, cat.
Ethno. St. 344.
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Por otro lado, Brambila y Castañeda han clasificado este tipo de estructuras
en seis grupos. Para nuestro Conjunto 6, el Patio Hundido parece ser similar
al tipo grupo 4, que ellos definen como tres estructuras piramidales sobre
una plataforma, con un espacio hundido (BRAMBILA y CASTAÑEDA, 1993:
77). Sin embargo, en nuestro caso las orientaciones son noroeste-sureste, lo
cual se ajusta al patrón de Lan-Ha’ y al de otros asentamientos de la Sierra
Gorda.
Foto 21. Entre los espacios característicos del asentamiento de Lan-Ha’ encontramos la presencia
de un patio hundido abierto. Foto de la autora.
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
A manera de conclusión
El reconocimiento de los seis conjuntos de Lan-Ha’ permite tener una visión,
ahora completa, de esta importante zona arqueológica.
En cuanto a la probable filiación étnica de sus habitantes, el sitio pre-
senta diversos rasgos que permiten caracterizarlo como un probable asen-
tamiento huasteco. La aparición de plataformas habitacionales de planta
circular, los edificios con esquinas redondeadas, el patrón de asentamiento
que se aprecia, todo ello apunta a considerar que esta importante zona ar-
queológica es de filiación huasteca. En algunos de sus detalles arquitectó-
nicos y urbanísticos recuerda al sitio de Tamtok, San Luís Potosí y también
al propio Tajín, Veracruz, que como se sabe, presenta orígenes huastecos
claros, a decir de García Payón (1976a: 92) y Wilkerson (1987: 23). En efecto,
la sucesión de planos de fácil acceso para los espacios de uso común –ce-
remoniales o de importancia económica− y habitacionales del sitio están
presentes en ambas zonas arqueológicas.
Por su lado, Du Solier (1945: 121-145) define los rasgos básicos de la
arquitectura huasteca, mismos que encontramos en el sitio de Lan-Ha’ y en
otros de los sitios serranos que hemos estudiado: plataformas bajas para
sostener habitaciones, fundamentalmente edificios principales y altares,
con orientación noroeste-sureste, como en Tancanhuitz, San Luis Potosí;
edificios colocados simétricamente uno en relación con el otro, si bien con
plantas y elevaciones diferentes al igual que también los sistemas constructi-
vos empleados en ellos. Aparecen los muy característicos edificios de planta
circular y otros con planta de herradura o rectangulares; edificios en forma
de cono truncado; sistema estructural de superposición de taludes, con un
carácter constructivo y no de sucesión temporal; el uso de lajas cementadas
con lodo; inexistencia del estuco en las edificaciones, salvo en ejemplos clási-
cos, como Las Flores, en Tampico, Tamaulipas, donde las estructuras fueron
hechas de barro muy bien apisonado y recubierto con un estuco hecho de
concha −una verdadera “calichada” de cal de nácar que luego se bruñía−; uso
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arqueología
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TOLUQUILLA, LA MINERÍA
PREHISPÁNICA Y SU EFECTO
EN LA POBLACIÓN ANTIGUA
EN QUERÉTARO, MÉXICO
Introducción
E
n la parte central de México se localiza el estado de Querétaro, el
cual, geológicamente, se divide en dos grandes segmentos: al sur,
en el eje Neovolcánico; y en la porción norte, en la Sierra Gorda,
como una derivación de la Sierra Madre Oriental, que tiene elevaciones que
llegan a 3 100 m s. n. m., valles Inter montanos con alturas que van de los
600 a los 2 500 m s. n. m. y, por tanto, unos 18 hábitats diferentes. La región
arqueológica donde hemos centrado el proyecto de investigación se localiza
al sur de la Sierra Gorda e incluye unos 40 sitios, siendo el de mayor tama-
ño el de Toluquilla, con 200 monumentos en un hábitat boscoso de clima
templado (Figura 1).
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sociales del grupo que las desarrolló y propuso una clasificación de las obras
que localizó; así, la tecnología involucrada en la recolección en superficie es
el nivel básico y el más complejo son las minas subterráneas (HERRERA,
1994: 35-45; 1995: 4-11). Dijo que una mina es una forma de cueva arti-
ficial hecha por la mano humana y dentro de la concepción prehispánica
fue necesario celebrar ritos para penetrar en las entrañas de la tierra (el
inframundo) para garantizar el equilibrio, idea esbozada parcialmente por
profesores como Román Piña Chan y Jaime Litvak (HERRERA, 1991, 1994;
1997).
El sitio arqueológico
Después de 25 años de trabajo en este asentamiento arqueológico, Toluquilla,
podemos recapitular y saber que se trata del asentamiento de mayores di-
mensiones del estado de Querétaro, ello porque contiene 210 monumentos
distribuidos en la parte alta de una loma alargada de aproximadamente 450
hectáreas. De ellas, el INAH ha resguardado casi 17 para la conservación
de la parte más densa de construcciones.
A lo largo del trabajo en este sitio se han realizado unas diez tesis,
algunas de licenciatura y otras de maestría y de doctorado, con temáticas
que abarcan antropología molecular (ADN mitocondrial), cerámica, restos
óseos de animales, conchas, el estudio óseo para conocer la dieta de sus
habitantes y arquitectura.
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Toluquilla, la minería prehispánica y su efecto en la población antigua en Querétaro, México
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Foto 1. Espacio denominado como “habitacional” por Margarita Velasco y en donde hemos locali-
zado la mayor parte de los entierros. Foto: E. Mejía.
.
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Dataciones
En los años del trabajo en el sitio se han logrado 40 dataciones, 14 de carbono
y 26 de hidratación de obsidiana. El análisis de todos ellos nos permite es-
tablecer que las primeras etapas del sitio fueron en el preclásico, esto es 350
a. C., mientras que los últimos fechamientos son de 1500 d. C., sin embargo,
faltan más estudios para poder establecer la continuidad de la ocupación.
Con esto quedó establecido que las primeras propuestas de la arqueóloga
Margarita Velasco de una ocupación del 200 al 1200 d. C. (VELASCO, 2005),
se tienen que modificar considerando los nuevos hallazgos (MEJÍA, 2010).
Estas nuevas fechas son de gran importancia ya que nos permiten ase-
gurar que Toluquilla no se desocupó para el 1200 d. C. como varios autores
suponen, ello porque se observaron varios contextos donde las dataciones
de C14 son de 1200 o posteriores y se asocian a enterramientos colectivos,
por ejemplo, en los edificios 18 y 33; en otros dos casos se relacionan a la
remodelación de edificios como se pudo apreciar en los edificios 26 y 57.
Todo esto se muestra en la Figura 3. Lamentablemente la falta de fechas en
los sitios cercanos, por ejemplo, Ranas, un sitio de unos 135 monumentos,
no permiten saber si la continuidad de ocupación fue generalizada o sola-
mente incluye a Toluquilla.
Figura 3. Croquis del norte del sitio donde se ubican algunas dataciones del sitio, en algunos casos
se pudieron obtener dos fechas para los diferentes enterramientos, por ello se muestran ambos.
Figura por E. Mejía.
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Análisis arquitectónico
El trabajo de limpieza de los vecinos para hacer una fiesta, al parecer arran-
ca en la primera mitad del siglo XIX, por ello en el sitio se dejaron expues-
tos y libres de maleza los edificios de los primeros dos juegos de pelota y
los cuartos que les rodean. Así, para cuando el sitio se visita y restaura, se
conserva el recorrido que los vecinos realizaron. Ello permite ver un 40%
del asentamiento; sin embargo, el sector habitación y más complejo arqui-
tectónicamente hablando, se encuentra enmontado y fuera de la visita ya
que solo se cuenta con muy poco personal de custodia.
En lo que se refiere a las edificaciones del sitio hicimos un análisis
arquitectónico que va desde la presencia y procedencia de los materiales
involucrados, hasta el sistema constructivo y los elementos arquitectóni-
cos. Este análisis nos llevó a tomar en cuenta la postura de los urbanistas,
considerando la definición de urbano que según la Real Academia es el
“conjunto de conocimientos relativos a la planificación, desarrollo, reforma
y ampliación de los edificios y espacios de una ciudad”, en donde el con-
cepto ciudad tiene la connotación de: “conjunto de edificios regidos por un
ayuntamiento cuya población es densa y numerosa” (REAL ACADEMIA
ESPAÑOLA, 2002).
La definición de las ciudades prehispánicas y el análisis urbano de las
mismas son temas tratados desde varios aspectos, por una parte, están los
arqueólogos que incursionan en la arquitectura o la visión de los arquitectos
que lo hacen en la arqueología. En lo que se refiere a la jerarquización de
los lugares de población prehispánica destaca el trabajo del doctor Jorge
Angulo que, considerando el desarrollo social, presenta edificaciones par-
ticulares, por ejemplo, ante la comercialización de ciertos productos dentro
de una ciudad deberán existir almacenes (ANGULO, 1997: 63). Además, el
autor hace una correlación entre el nivel de complejidad social, la densidad
y número de construcciones y el espacio disponible, que servirán para de-
finir y clasificar los centros de población en las siguientes categorías: choza
aislada, caserío, aldeas, villas y pueblos.
Por otro lado, algunos arquitectos que han hecho estudios en sitios
arqueológicos, como Horst Hartung, concluyen respecto a la traza que:
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Foto 3. Detalle de la habitación 31. En la base se ve la moldura y en la parte alta la moldura antes
del techo. Foto: E. Mejía.
Foto 4. Edificio 57. Remate del juego de pelota 2. A la derecha se observa el segundo cuerpo.
Tiene cornisa saliente. Foto: E. Mejía.
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Traza
La traza del sitio es lineal siguiendo el eje del cerro. Para ello acondicionaron
áreas útiles, lo cual se logró con grandes muros de contención, visibles en
sectores de la ladera y que, en conjunto, los primeros viajeros confundie-
ron con murallas. Sobre la cima se puede identificar un eje de circulación
central y dos laterales, algunas al pie de los muros de contención. Además,
se observan corredores que permiten circular a pequeños patios laterales
y rodeados de habitaciones; para ello manejaron uno, dos y tres escalones.
Con esta traza es posible rodear los edificios de remate de los cuatro juegos
de pelota permitiendo nodos de circulación muy definidos (Figura 4).
Figura 4. Reconstructivo del Cerro de Toluquilla basado en el plano de 1880 y elaborado por
Fernando Botas.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Sistema de construcción
Una vez identificados los materiales de construcción, de forma general
podemos indicar los sistemas constructivos empleados en edificios, basa-
mentos, terrazas, templos y habitaciones. Esto se torna complejo ya que
existen diferentes etapas y cada una se diferencia de la otra por la forma de
construcción. Hubo entonces combinaciones en el uso de las variedades ya
descritas de roca caliza y argamasa.
Por la irregularidad del cerro que eligieron los habitantes de lo que hoy
es el sitio arqueológico fue necesario modificar cada uno de los espacios. En
ese sentido los antiguos constructores optaron por varias acciones como la
excavación, el corte y el relleno.
De esta manera podemos observar lugares que necesariamente re-
quirieron la remoción de sedimentos y rocas hasta alcanzar el nivel
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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Edificio 15
Primera etapa
Se construyó un basamento circular de aproximadamente 10 m de diámetro.
Desconocemos si en la parte superior existía una habitación de piedra, ya
que solamente observamos el muro bajo y un descanso de unos 50 cm. El
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Segunda etapa
Ocupando la construcción circular como base, se edifica enfrente un cuerpo
de planta rectangular y se eleva el nivel sobre la estructura circular en unos
cincuenta centímetros. La nueva etapa representa un cambio radical, no
sólo por la forma de la planta general del edificio, sino porque emplearon un
nuevo sistema constructivo. Sobre el primer basamento se construye una
escalinata con seis peldaños y en medio se deja un espacio en talud, a modo
de nicho. Posiblemente para depositar sobre él alguna escultura que lamen-
tablemente no encontramos. A los costados de la escalinata se formaba un
descanso ancho, esto es de unos 60 cm. La parte superior y el remate de la
escalinata tienen piso de estuco. Desafortunadamente aún no conocemos
el espacio donde termina este descanso ni la ubicación de la habitación que
remataba este templo (Foto 6, Figura 5b). Sobre el descanso y rodeando todo
el edificio se colocó otro muro enfrente del basamento que forma las alfardas
que rematan junto a la escalinata. Cabe la posibilidad de que la alfarda fuera
agregada después, ya que amplía la superficie del basamento. Sin embargo,
no lo podemos asegurar porque la excavación entre las dos etapas no pro-
porcionó ningún tipo de material que sirva de fechamiento directo o relativo.
Tercera etapa
Cubriendo la segunda etapa se colocó enfrente un muro del segundo cuerpo
del templo anterior. Se adicionó altura con relleno de aproximadamente un
metro, por lo que se hace una nueva escalinata y una construcción nueva en
la parte superior, lamentablemente no hallamos evidencia de la escalinata
y sólo encontramos restos del basamento superior en la esquina suroeste
(Foto 6, Figura 5c).
Cuarta etapa
En esta etapa se adicionó la altura al agregarle un muro. En la parte frontal
se desmontó la parte inferior y superior de la escalinata para colocar una
nueva escalinata que conduce al nuevo cuarto superior. Posiblemente el
cuarto de muros rectos de la quinta etapa se pudiera haber construido desde
este momento (Foto 6, Cuadro d).
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Quinta etapa
Esta construcción agregó muros en talud y remate de cornisa en saledizo en
el segundo cuerpo. En cada esquina del cuarto se agregó un adorno formado
por un talud y cornisa en saledizo con una altura que no sobrepasa un metro
con 30 cm (Foto 6, Figura 5e).
En la porción sur se niveló el terreno y se construyó una habitación.
Esta nueva construcción se ubicó entre el edificio 15 y el edificio 18, aparente-
mente tenía la entrada por el oeste. A esta edificación se le denominó 15 bis.
Sexta etapa
Desconocemos la época en la que el edificio 15 bis fue rellenado con sedi-
mento, tiestos y una ofrenda. Pero es posible constatar que posteriormente
se desmontaron los muros del cuarto y sobre ellos se realizó una ampliación
del cuarto superior. Esta ampliación se adosó al muro en talud y cornisa en
saledizo para adicionar un espacio de 2 m de ancho y 1 m de profundidad.
Este espacio no presentó piso de estuco, se encuentra al centro de la habi-
tación, orientado hacia el centro de la cancha del juego de pelota (Foto 6,
Figura 5f).
Foto 6. Edificio 15, mostrando con líneas de colores sobrepuestos cada etapa de construcción.
Foto: E. Mejía.
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Los Entierros
Uno de los objetivos del proyecto desde su origen fue la búsqueda de con-
textos funerarios para identificar y en su caso, probar si entre los individuos
depositados hubiera mineros; afortunadamente desde la primera temporada
se localizaron este tipo de depósitos. El registro de estos contextos fue en
forma diferenciada. Se considera enterramiento al contexto donde uno o más
individuos comparten el mismo momento de deposición, diferenciando a su
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Tabla 3. Distribución de los entierros en los espacios del sitio. Tabla: E. Mejía.
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Figura 6. Contenido de mercurio en la población antigua del sur de la sierra. Gráfica E. Mejía.
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Figura 7. Contenido de arsénico en la población antigua del sur de la sierra. Gráfica E. Mejía.
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Consideraciones Finales
En lo que refiere al proceso de trabajo del cinabrio (sulfuro de mercurio),
con base en las propuestas de nuestros antecesores, suponíamos que por la
forma en que se distribuye y usa el cinabrio, debió pasar por varios procesos.
El primero, de localización de la veta, seguramente hallada porque aflora
en la superficie. Posteriormente, se abre la oquedad siguiendo la veta y se
va agrandando el espacio hasta permitir el paso y seguir con el trabajo de
extracción.
El segundo paso es la extracción del cinabrio del interior de la tierra,
para hacer esto, debe continuarse abriendo el espacio en forma de túnel. El
proceso de apertura implica trabajo en sectores de obra muerta no menos
ardua. Por ello, es difícil pensar que el excavador también trasladaba las
rocas al exterior y seguramente, igual que hoy, unas personas perforaban
y otras extraían.
Ya en el exterior era necesario seleccionar el material y preparar las
rocas para un siguiente proceso de molienda. Por eso debieron triturar-
las en tamaños medianos y trasladarlas a su destino final. En el pasado
Langensheidt (1997, 1988) y Herrera (1994) habían propuesto que la si-
guiente molienda, para lograr un polvo muy fino, debió haberse realizado
en morteros más pequeños en el patio de la mina. Por último, viene el
envasado y posteriormente, se almacena en espera de su distribución, lo
que parece haber ocurrido en los sitios de Toluquilla y Ranas. En Toluquilla
esta concentración se pudo haber realizado en las habitaciones detrás del
paramento oeste del segundo juego de pelota, en grandes cuartos, donde
también hallamos herramientas vinculadas a las minas, como marros, cin-
celes y morteros.
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Agradecimientos
Al Instituto Nacional de Antropología e Historia por su apoyo financie-
ro a la ejecución del Proyecto Toluquilla. Al maestro Alberto Herrera, que
nos permitió el uso de los datos de los individuos de Ranas y Mesa de los
Pastores. Al Dr. Gilberto Hernández y la M en C. Italia Mercado del Centro
de Geociencias campus Juriquilla de la UNAM por su apoyo en el procesa-
miento de muestras de restos óseos; al antropólogo físico José Luis Salinas
por su dibujo del enterramiento y Mariana Pinto, pasante en arqueología,
por su apoyo en la preparación de este trabajo.
Bibliografía
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Resumen – El tema de los locativos míticos tres piedras del fogón/montaña de la flor y lugar de
la oscuridad presentes los paneles rupestres del sitio arqueológico de Huapalcalco, tema del
presente trabajo, no se presenta aislado, sino que forma parte de una narrativa más amplia en
la que se incluye el tema de la visita al reino del inframundo por un par de personajes disímbolos
que antecede al tema del amanecer solar, personajes que hemos propuesto identificar como la
versión local del tema indoamericano de los gemelos divinos.
Introducción
E
n años recientes los autores, profesores-investigadores del centro
INAH en Hidalgo, hemos trabajado la gráfica rupestre del Valle de
Tulancingo; en específico, hemos concentrado nuestros estudios
en el sitio arqueológico de Huapalcalco ubicado en el sureste del estado
de Hidalgo. Huapalcalco es un sitio arqueológico de carácter monumental
que presenta un importante asentamiento urbano desarrollado en tiem-
pos del periodo epiclásico, así como presenta evidencias de ocupación en
el Postclásico Tardío. Además de los monumentos arquitectónicos de tipo
cívico-ceremonial y plataformas habitacionales, el sitio arqueológico de
Huapalcalco se caracteriza por contar con 172 motivos rupestres pintados
y grabados distribuidos en 17 conjuntos rupestres presentes en los farallones
de los cerros de El Huizlti y La Mesa (VÉLEZ y TORRES, 2015).
A partir de un comentario de Florencia Müller (1970) motivado por la
presencia de materiales de manufactura prehistórica en el lugar y por la sim-
plicidad y esquematismo del trazo de los motivos gráficos, se propuso la hipó-
tesis de adscribir la gráfica rupestre pintada de Huapalcalco correspondiente
al periodo Cenolítico Superior (cf. LORENZO, 1996: 13 y 52; LORENZO, et
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
al. 1993-1998: Tomo II, 244). Otros autores (BASANTE y GÓMEZ 2008;
BASANTE, 2015) han señalado la adscripción estilística de las pinturas de
Huapalcalco a la llamada categoría popular que propuso Claire Cera en su
tesis doctoral sobre las pinturas rupestres de México, una tradición artesa-
nal distinguida por su monocromía generalmente en color rojo, la esquema-
tización de sus figuras y la preponderancia de la figura antropomorfa. De
acuerdo con Cera (1977) esta tradición sería de las más tempranas presente
en territorio mesoamericano; posiblemente tan temprana como los tiempos
arcaicos. aunque abarcaría hasta tiempos muy tardíos, hallándose distribuida
en diversas zonas del norte, occidente, centro-norte e incluso centro-sur y
sur del área mesoamericana y supuestamente, proveniente desde el suroeste
de Estados Unidos.
Figura 1. Cerro del Huiztli ubicado al sur del conjunto cívico-ceremonial de Huapalcalco.
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Tres Topónimos Sacros
en Huapalcalco, Hidalgo
buido en general una adscripción cultural otomí (cf. LARA y LÓPEZ 2007;
ÁLVAREZ y CASSIANO 2012).
La ubicación cronológica de las pinturas rojas de Huapalcalco y su
adscripción cultural han sido, sin embargo, motivo de recientes discusio-
nes. Alberto Morales comparó el estilo y emplazamiento de los motivos
gráficos de Huapalcalco, y propuso que comparte rasgos con sitios rupes-
tres de una amplia zona que abarca gran parte de los estados de Hidalgo,
Querétaro y San Luis Potosí (MORALES, 2007: 128). Vinculó estas obras
con la tradición esquemática de pintura roja del semidesierto queretano que
Carlos Viramontes (2005: 165-174) propone, son propias de los grupos de
cazadores-recolectores seminómadas que en las fuentes etnohistóricas son
conocidos como chichimecas. A esta tradición se le conoce como Tradición
Pintada México Semiárido y su antigüedad al parecer no es mayor a la del
periodo epiclásico (SALINAS, 2012: 51). Esta vinculación de la tradición
rojo-esquemática de Hidalgo -y otras zonas del altiplano central- con la
gráfica rupestre de la región centro-norte del país también la aprecia Pilar
Casado (2015a: 70 y 2015b: 985-986) en sus estudios sintéticos sobre la
gráfica rupestre del país.
Posteriormente, los autores del presente texto presentamos evidencia
localizada en los paneles de Huapalcalco acerca de la sobreposición de ele-
mentos gráficos elaborados en pintura roja oscura sobre otros anteriores en
color negro, elaborados en estilo y con motivos semejantes a los del periodo
clásico Teotihuacáno: la cronología posterior al clásico, al menos de parte
de los motivos rupestres de Huapalcalco, parece confirmarse (VÉLEZ Y
TORRES, op. cit.). Interesantemente para el sitio de la Cueva de la Malinche
Daniel Herrera ha señalado también una sobreposición similar: sobre un
zoomorfo felino elaborado en color negro y de formas que recuerdan al estilo
y técnica de las vasijas negro/blanco de la cerámica Metztitlán, se ubica la
figura de un antropomorfo de carácter esquemático elaborado en color rojo
(HERRERA, 2009: 175-176 y Figura 10). Debemos señalar por consiguiente
que, dadas estas evidencias, el simple esquematismo de las figuras o el color
rojizo de las mismas no permite aventurar tan fácilmente una cronología
específica de las mismas.
Son embargo, la pintura rupestre de Huapalcalcol se caracteriza por la
aparente formación de escenas de tipo dinámico, tal como señaló Morales en
su momento: no se trata de imágenes aisladas, sino que existe una intención
en los tlacuilos plásticos del pasado de plasmar escenas posiblemente de
carácter narrativo (MORALES, op. cit. 130). Bajo esta premisa, los autores
tuvimos la oportunidad de realizar el análisis iconográfico de dos escenas
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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Tres Topónimos Sacros
en Huapalcalco, Hidalgo
Figura 2. Fotografía con tratamiento de Dstretch de los elementos gráficos que componen el sub-
conjunto 2 del Conjunto Cinco de Huapalcalco y que se discuten en el presente trabajo. Foto Torres
y Vélez, 2014.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
con punto central. Sobre estos elementos se trazaron dos pares de líneas
verticales paralelas. Müller (1956-1957) identificó muy bien al cuadrángulo
con diseño cruciforme y las líneas paralelas de estos diseños geométricos,
aunque no pudo identificar a los otros diseños geométricos.
En nuestra opinión, los elementos gráficos anteriores conforman una
escena donde el elemento principal, ubicado en la parte superior −un cír-
culo de color rojo−, representa al astro solar, el cual se encuentra ubicado
a medio camino entre la casa o lugar de la oscuridad y la montaña de la
flor. El camino entre la casa de la oscuridad y la montaña de la flor se halla
representado por un diseño horizontal denticulado. Acerca del diseño de
las dos líneas verticales su significado aún está por conocerse. Veamos la
discusión de cada elemento gráfico identificado.
Los argumentos a favor de que el círculo simple representa un aspec-
to del astro solar ya los hemos presentado en otra parte (cf. TORRES y
ARRIAGA, 2019). Básicamente hemos considerado como argumento que
el círculo simple es el elemento central del signo del sol tanto en la ico-
nografía rupestre del centro-norte y occidente de México, así como en la
iconografía cerámica azteca (cf. MOUNTJOY, 1987: 41; VEGA, 1984). El
círculo simple es también constitutivo de otro importante glifo solar que es
el tonalli o tonallo que está constituido gráficamente por cuatro elementos
circulares y que se encuentra asociado al concepto de tona, el destino y el
calendario sagrado (cf. Códice Mendocino Lámina 7; cf. Johansson 2003).
Desde otra perspectiva el círculo simple denota el paso del tiempo, el curso
de los días, tal como se puede apreciar en la Lámina 1 del Códice Fejérváry-
Mayer, donde puntos de colores van recorriendo los diversos sectores del
espacio-tiempo y forman la cuenta calendárica de los días sagrados (Códice
Fejérváry-Mayer: Lámina 1). Una representación rupestre del circulo simple
elaborado en color rojo, muy similar al que aparece en Huapalcalco, ha sido
también interpretada por el contexto en que se localiza, como una repre-
sentación del sol en el impresionante panel pictórico localizado en el sitio
denominado Cueva de las Serpientes ubicado en el centro de Veracruz (cf.
LADRÓN DE GUEVARA, 2003). En ese sentido y dados los antecedentes
gráficos comentados proponemos que el circulo simple rojo presente en el
conjunto cinco de Huapalcalco representa al astro solar o bien al concepto
más general de calor.
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Tres Topónimos Sacros
en Huapalcalco, Hidalgo
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 4. El elemento en forma de X representado de manera secuencial como parte del cuerpo
esquematizado de la Serpiente de Lluvia en el sitio de El Boyé, Huichapan, Hidalgo. Foto Alfonso
Torres, 2016.
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Tres Topónimos Sacros
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1 Debe señalarse que en la Tumba de Río Azul el signo para denotar oscuridad es el
signo Akbal, no el propiamente el signo de X o Cruz de San Andrés que identificamos
aquí como sinónimo de oscuridad. Sin embargo, como señalamos líneas arriba,
Thompson (1962:168) relaciona el signo de la cruz (T552 y T553) con el inframundo y
con las representaciones del cielo, muy probablemente de carácter nocturno.
226
Tres Topónimos Sacros
en Huapalcalco, Hidalgo
Figura 5. Elementos gráficos del conjunto 1b en Huapalcalco, donde se puede apreciar varias
figuras antropomorfas alrededor del topónimo doble Tres Montañas-Lugar Oscuro. Fotos Vélez y
Torres, 2014.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 6. Detalle del propuesto topónimo doble Tres Montañas-Lugar Oscuro: a la izquierda la
imagen procesada en Dstretch y a la derecha propuesta de dibujo de los elementos gráficos. Foto
y Dibujo Vélez y Torres, 2014 y 2017.
228
Tres Topónimos Sacros
en Huapalcalco, Hidalgo
Figura 7. Imágenes de la Montaña Florida: a) en el Mural 1 Pórtico 17, Conjunto del Sol, Teotihua-
cán (cf. Helmke y Nielsen 2014: fig. 6b); b) y c) montañas floridas en cerámicas Teotihuacánas (cf.
Headrick 2001: fig. 7.4 y Taube 2006: fig. 4); d) las tres montañas asociadas al símbolo de la flor
Teotihuacána (cf. Helmke y Nielsen op.cit.: fig. 6f; e) Montaña Florida en el estilo Puuc, Plataforma
del Osario, Chichen Itzá (cf. Taube 2004: fig. 14); f) Montaña de la Flor, Conjunto 5 de Huapalcalco,
Hidalgo (cf. Torres y Vélez, 2018).
2 Una asociación de los rituales asociados al topónimo de las tres piedras con el rumbo
oriente es propuesta por Aveni et al (2003: 173) y comentada por Stanton y Freidel
(2005: 234).
229
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 8. Imágenes de la Tres Piedras del Fogón Original, de la mayoría emanan signos de fuego:
a) y b) en la iconografía de Teotihuacán (cf. Headrick, 2001: fig. 7.4); c-e) en los glifos de estelas en
Toniná y Copan (cf. Taube, 1998: fig. 3.d, 3c y 3f; f) las tres piedra/montañas de fuego en un vaso
de Escuintla, Guatemala (cf. Henderson, 2015: fig. 14); g)) y el signo gráfico de las Tres Montañas/
Tres piedras, Conjunto 1 de Huapalcalco, Hidalgo.
En el caso del área maya estos dos locativos míticos se les menciona
para el periodo clásico tardío como Yax Oxtun Nal “el lugar de las tres pri-
mera piedras” y Ek´U Tan “negro es su centro” ambos relacionados con los
tiempos primeros de la creación (cfr. Freidel et al. 1993: 65-69 y fig. 2:5 y
2:6; SCHELE, 1991: 3 y fig. 4). Ambos topónimos míticos hacen referencia
al tiempo de la oscuridad, al momento en que el cielo se encontraba «acos-
tado sobre la tierra», en donde se sucedieron eventos tan importantes como
el nacimiento del primer padre, la erección del primer árbol y la eventual
separación del cielo y la tierra, eventos necesarios para que el sol pudiera
resplandecer sobre la superficie del mundo de esta era. Ambos locativos
230
Tres Topónimos Sacros
en Huapalcalco, Hidalgo
Figura 9. Arriba, los elementos gráficos que refieren al lugar oscuro en la Tableta de Dallas (a1), así
como en los conjuntos cinco (a2) y uno (a3) de Huapalcalco; abajo, los signos de montaña primor-
dial y tres piedras en la Tableta de Dallas (b1), el signo Montaña de la Flor (b2) y tres Montañas o
Piedras del Fogón (b3) en Huapalcalco.
231
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 10. Imágenes de la visita de una pareja disímil al lugar de los ancestros ubicado en unos
de los conjuntos rupestres del abrigo La Pintada, Agua Blanca de Iturbide, Hidalgo. Foto Alfonso
Torres R. noviembre de 2007.
232
Tres Topónimos Sacros
en Huapalcalco, Hidalgo
Estos topónimos sacros del “lugar de las tres piedras”, “el cerro de la
flor” y “el lugar oscuro”, localizados en los conjuntos rupestres del sitio de
Huapalcalco se hallan también representados en otros sitios rupestres del
sur de Hidalgo, adscritos principalmente a la tradición de pintura blanca,
tradición que en principio suponemos mucho más tardía que los motivos
en pintura roja anaranjada de Huapalcalco. Es decir, estamos hablando de
un posible fenómeno de continuidad de motivos, así como de temas repre-
sentados entre ambos estilos gráficos.
Así, por ejemplo, en el sitio de abrigo La Pintada, en el municipio de
Agua Blanca de Iturbide, estudiado por Domingo España (2015), aparece
nuevamente el tema de la visita de un par de personajes armados al lugar
de los ancestros, en este caso identificados como huemas. Tal como señala
España (op. cit., p. 228 y ss.) en el panel quinto del segundo abrigo rocoso
de La Pintada, en el extremo sudponiente del mismo, se representa a un
par de personajes, uno de ellos fuertemente armado con escudo y lanzas y
el segundo solo con la representación de un bastón (cfr. Figura 10). Ambos
personajes presentan variación en sus tamaños, formas y atributos, lo que
resulta en un dicotomía gráfica y semántica paralela al que hemos visto en
los otros pasajes rupestres con el tema (cfr. TORRES Y VÉLEZ, 2018). Esta
dicotomía es interpretada por España como la representación de un sacerdote
y un guerrero. Tras estos personajes se representan la imagen de lo que ha
interpretado España como un sol poniente y una luna menguante rojiza. De
acuerdo con España son la representación del lugar del ocaso, del lugar del
descenso del sol. El hecho de que ambos personajes disímiles tengan a su
espalda el ocaso solo significa que están entrando al mundo otro, al Nidu,
el mundo de los muertos, el lugar más allá de la puesta del sol. Estos perso-
najes disímiles se dirigen caminando hacia el extremo más hundido de la
pared de roca pintada, donde se representa a manera de solo rostros, a un
par de personajes. Por el tamaño y forma disímbola de sus rostros podemos
suponer que se trata de la pareja original y ancestral de los otomíes, aquellos
que solo eran cabezas según la Histoire du Mechique y que son los ancestros
del pueblo otomí (cf. TENA, 2011: 125). Pequeños rostros, solo cabezas, que
emergen de la piedra ennegrecida, el color que representa el nombre del
lugar, ngubešũi, la casa oscura, el color del nidu, o lugar de los muertos. A
ambos costados de los ancestros se representan dos signos, uno de la luna
menguante redondeada y otro el de una luna rectilínea, posiblemente otra
oposición formal y semántica relacionada al dualismo genérico de la pareja
ancestral.
233
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 11. Imágenes de una flor de cinco petalos y una representación de las tres piedras, al
interior del abrigo La Pintada, Agua Blanca de Iturbide, Hidalgo. Foto Alfonso Torres R. noviembre
de 2007.
Ubicadas de manera casi oculta, entre las imágenes del par de visitan-
tes y la pareja ancestral, parcialmente escondidas en la parte superior del
abrigo, al interior de unos nichos tallados en la roca, se hallan dos signos
rupestres pintados en blanco (cf. Figura 11). El primero se trata una pequeña
flor de cinco pétalos dentro de un nicho de forma circular algo profundo.
Llama la atención que, a un lado, y al interior de un nicho rectangular poco
profundo, se pintó también en blanco un diseño continuo de tres formas,
una triangular, otra redondeada y la de en medio, con un lado recto y otro
redondeado. Pensamos que estas consisten en la representación sígnica de
las tres piedras del fogón, así como del signo de la flor, fungiendo como
calificadores del lugar donde habitan los ancestros. Es decir, tenemos en
el abrigo de La Pintada, tal como se reporta en Huapalcalco, la asociación
234
Tres Topónimos Sacros
en Huapalcalco, Hidalgo
temática de “Visita al señor del Inframundo” −en este caso los señores del
inframundo− y los topónimos tres piedras-lugar florido.
Llama la atención la ausencia aparente del signo de la oscuridad en el
Abrigo de la Pintada hasta que nos percatamos que, en la parte superior de la
escena del Nidu, sobre las imágenes de la pareja de ancestros, se presentan
dos pequeños rectángulos elaborados en blanco en tiempos posteriores a
la ejecución de la escena principal. Deducimos que son posteriores pues su
técnica y material de realización, así como el grosor del trazo es completa-
mente diferente. Parecerían por su ejecución incluso graffitis modernos. Sin
embargo, ambos rectángulos, sobre todo el de mayor tamaño y visibilidad,
pareciera ser colocado en ese lugar no para atentar sobre la integridad de la
imagen prehispánica, sino muy probablemente para añadir un significado.
Debido a lo tardío del trazo y al no pertenecer al estilo de pintura blanca,
estos motivos no fueron registrados por España. Consideramos que estos
rectángulos, incluyendo el excavado en la roca que porta el signo de las tres
piedras, posiblemente denote el signo de la oscuridad telúrica, solo que le
falta el elemento de la “X” en su interior.
Al respecto cabe señalar que entre los otomíes contemporáneos la for-
ma rectangular está asociada a la forma del mundo terrestre y del universo
en general (cfr. GALINIER op. cit. pp. 480 y 533). Esta misma forma rectan-
gular es asociada a la idea del sol muerto o del sol en el inframundo o bien a
la divinidad del fuego (cf. op. cit. p. 144), pero sobre todo llama la atención
que al interior de una fosa excavada en la tierra de forma rectangular se
encuentran precisamente las tres piedras del fogón original presentes en el
centro del oratorio del señor del fuego (hmusipi) en la sierra hidalguense
(ibíd., p. 233), una imagen etnográfica perfectamente paralela a la que te-
nemos tanto grabada como pintada en el abrigo de La Pintada. De acuerdo
con lo expuesto anteriormente puede deducirse que el rectángulo por sí solo
representa el ámbito de la oscuridad y lo nocturno; califica el lugar donde
residen los ancestros muertos, donde se encuentra la pareja primordial, y
donde se localizan las tres piedras del fogón.
Conclusiones
El tema de los locativos míticos tres piedras del fogón/montaña de la flor y
lugar de la oscuridad presentes los paneles rupestres del sitio arqueológico
de Huapalcalco, tema del presente trabajo, no se presenta aislado, sino que
forma parte de una narrativa más amplia en la que se incluye el tema de la
visita al reino del inframundo por un par de personajes disímbolos que ante-
cede al tema del amanecer solar, personajes que hemos propuesto identificar
235
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
como la versión local del tema indoamericano de los gemelos divinos (cf.
TORRES Y VÉLEZ, 2018). Estos símbolos y temas se manifiestan también
en otros sitios de gráfica rupestre realizados en pintura blanca como es el
caso del sitio Abrigo La Pintada, en la Sierra Otomí-Tepehua. Estos signos
gráficos no solo tienen una gran antigüedad en el ámbito mesoamericano,
sino que también se relacionan con conceptos presentes hoy en día en el
pensamiento y ritual otomíes de la sierra y el altiplano, lo que nos habla de
un proceso de larga duración, que nos permite proponer significados a las
antiguas formas gráficas del pasado. La presencia de los elementos gráfi-
cos que hemos denominado “lugar oscuro”, “lugar florido/cerro de la flor”
y “las tres piedras del fogón” que encontramos en las pinturas rupestres
de Huapalcalco, así como en el abrigo de La Pintada, manifiesta en pocos
símbolos, la idea mesoamericana de que de la oscuridad primordial nace
la luz del fuego primero, preludio del amanecer del mundo en sus orígenes.
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Tres Topónimos Sacros
en Huapalcalco, Hidalgo
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Introducción
M
éxico se caracteriza por tener una gran riqueza cultural. La vasta
presencia y diversidad de sus vestigios arqueológicos nos hace
pensar en los enormes valores de nuestra historia prehispánica,
la cual sólo es una parte de todo el patrimonio que cuenta nuestro país.
La realidad es que dicho patrimonio está sufriendo daños con el paso
del tiempo, que en la mayoría de los casos es irreparable. Día con día se
pierden vestigios de toda índole, desde estructuras completas hasta aquellos
que a simple vista no resultan ser tan espectaculares pero representan un
gran valor simbólico; como en aquellos sitios arqueológicos que cuentan
con una extensión, traza, estilo y arquitectura definida que nos muestra la
magnificencia del lugar así como su presencia y permanencia a lo largo del
tiempo que los hacen únicos, que a pesar de contar con una declaratoria para
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
La Protección de Teotihuacán
Teotihuacán es considerada uno de los sitios más importantes del país.
Posee una riqueza que en términos arqueológicos está lejos de ponerse al
descubierto.
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Coatepanco “el lugar de la muralla de serpientes”.
Un conjunto habitacional en Teotihuacán
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 1. Ubicación de los pueblos actuales que están asentados sobre la Antigua Ciudad de
Teotihuacán.
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Coatepanco “el lugar de la muralla de serpientes”.
Un conjunto habitacional en Teotihuacán
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arqueología
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Coatepanco “el lugar de la muralla de serpientes”.
Un conjunto habitacional en Teotihuacán
de los afluentes provenientes de las faldas de Cerro Gordo que surtían al río
San Juan. Esta barranca, fue azolvada y hace esquina con la calle Ignacio
Zaragoza (Figura 3).
Figura 3. Mapa actual de donde se ubica el área donde se excavó Coatepanco, San Martín de las
Pirámides, área totalmente urbanizada.
247
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 4. Ubicación del predio en el Mapa Arqueológico de Teotihuacán elaborado por Rene Millon, 1973.
248
Coatepanco “el lugar de la muralla de serpientes”.
Un conjunto habitacional en Teotihuacán
En la excavación del área sur del conjunto se identificaron tres etapas cons-
tructivas; cada una de ellas representada por rellenos, preparaciones de
pisos y cimentaciones de muros.
Primera Etapa
Corresponde a la fase más antigua de ocupación. Pocos fueron los elementos
que se pudieron obtener de ella, tan sólo el nivel de piso de una construc-
ción. Podemos situar esta etapa tentativamente al comienzo del periodo
Tlamimilolpa tardío (250-350 d. C.), momento en el que comenzó la expan-
sión urbana de la ciudad.
Segunda Etapa
Esta etapa fue la que mejor se conservó debido a que los constructores de
la etapa siguiente, al nivelar el terreno para realizar nuevas construcciones,
arrasaron muros y pisos, pero no por completo, ya que éstos les fueron útiles
para la recimentación y evitar el acarreo de material de relleno.
249
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 6. Fosa 5, entierro de adulto con una cuenta de obsidiana y una de piedra verde.
250
Coatepanco “el lugar de la muralla de serpientes”.
Un conjunto habitacional en Teotihuacán
Esta segunda etapa constructiva estuvo definida por los siguientes ele-
mentos constructivos (Figuras 8 y 9) una plataforma al este de la excavación
(a), de forma cuadrangular, (suponiendo que ésta es similar a otras que se
han encontrado), cuyas medidas aproximadas son de doce metros en cada
uno de sus lados. El acabado de la plataforma es en tablero-talud, elementos
que sólo están presentes en el frente y no en su parte posterior (Figura 10).
251
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
252
Coatepanco “el lugar de la muralla de serpientes”.
Un conjunto habitacional en Teotihuacán
El lado sur de esta estructura forma, junto con un muro corrido para-
lelo a ella, un pequeño pasillo, un corredor que conecta la explanada de la
plataforma con algún espacio exterior (b). Este mismo muro fue utilizado
en la demarcación de una habitación que se extiende hacia el sur del con-
junto, la cual se encuentra apartada de la plataforma y tal parece que no
tuvo ninguna relación directa con ella (c).
Esta habitación guarda correspondencia con otras construcciones que
se encuentran en torno a un patio central (d); un patio enlucido y pintado
de rojo que, del centro hacia el lado este, sube un poco en desnivel de la
superficie del piso para formar una banqueta que llega a la entrada de la
habitación que hemos mencionado. Este patio se comunica con otros dos
accesos; el primero conduce a una habitación cerca de la esquina suroeste y
el segundo, localizado al noroeste, da acceso a otro patio que tiene el mismo
acabado que el anterior, aunque su tamaño es menor. Este patio (e) es la
antesala a un pequeño cuarto cerrado situado al lado sur (f).
Hacia el poniente del patio y el cuarto pequeño se forman otras agrupa-
ciones de espacios constructivos que no se pudieron definir completamente.
En uno de los muros de esta sección del conjunto (g), se encontraron restos
de una pintura mural (en el talud del muro).Este muro formaba parte de una
habitación que en un segundo momento constructivo fue seccionado para
formar dos cuartos con una entrada intermedia que los comunicaba. Este
fragmento de pintura mural presenta siluetas de valvas pintadas en color
rojo sobre un fondo blanco (Figura 11).
253
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tercera Etapa
Las construcciones de la tercera etapa, ubicadas para Xolalpan (350-450
d. C.), fueron asentadas sobre la segunda etapa después de colocar un grueso
relleno de piedra y tierra sobre los pisos y muros arrasados de la etapa an-
terior para crear una base sólida de suelo en la cual desplantar las nuevas.
Esta etapa se encontró más deteriorada que la anterior por ser la última y
encontrarse expuesta durante mucho tiempo en la superficie. Sin embargo,
ello no impidió que una capa de suelo se acumulara y permitiera la conser-
vación de pisos, la cimentación y el arranque de algunos muros.
Figura 11. Reconstrucción de la Pintura Mural que se encontró en uno de los muros.
254
Coatepanco “el lugar de la muralla de serpientes”.
Un conjunto habitacional en Teotihuacán
pero desfasadas por algunos centímetros de éstas; ello tuvo que ver con
un reajuste en la dirección de los edificios, cuya causa desconocemos. Los
muros son más anchos y burdos en su realización, los pisos menos gruesos
y los aplanados de estuco menos consistentes. Los espacios interiores de las
construcciones son más amplios, ello explica el grosor de los muros.
Estas son algunas de las diferencias entre las construcciones de la se-
gunda etapa con la tercera, las técnicas constructivas operaron de distinta
manera, como si los procedimientos conocidos en una época hayan tenido
que aprenderse de nuevo para ser aplicados en otra, o como si éstos se
hayan degradado como resultado de un declive cultural. El hecho es que
los cambios de una etapa a otra son sintomáticos en las construcciones y
prácticamente en todos los materiales arqueológicos.
Parte de la explicación del conjunto de Coatepanco se encuentra en
la correspondencia que guardan las construcciones con el resto de las evi-
dencias. Los elementos constructivos, tales como: muros y pisos, sirvieron
para definir las partes que componen al conjunto; estos elementos, propor-
cionaron información en dos sentidos complementarios: el conocimiento
técnico y tecnológico del sistema constructivo que se utilizó y el papel que
desempeñaron los espacios en la organización del conjunto. Los elementos
constructivos fueron la base para la creación de espacios, los cuales vienen
a ser la causa de la realización arquitectónica.
Los espacios constructivos poseen una doble cualidad al momento de
realizar un estudio arqueológico: la de definir la lógica, como las dimen-
siones de una construcción y la de contener en su interior a las eviden-
cias materiales y sus contextos. Los materiales arqueológicos hallados en
la excavación del conjunto no constituyen evidencias que con certeza nos
demuestren que su uso estuvo relacionado a las actividades de los cuartos,
debido a que provienen de los rellenos de cimentación, sin embargo, son in-
dicadores muy valiosos para establecer, junto con los restos arquitectónicos,
la temporalidad del asentamiento.
Conclusiones
Los restos arquitectónicos, así como los materiales arqueológicos encontra-
dos en este sitio, nos enseñan una parte más de la constitución particular
de las construcciones con características cívico-religiosas que tuvieron su
máximo apogeo en las dos etapas urbanas del periodo Clásico. Coatepanco
presenta rasgos similares a otros conjuntos arquitectónicos que se han exca-
vado en la periferia de Teotihuacán, sin embargo, el sistema constructivo y
los acabados no tienen la misma calidad que conjuntos, como lo de Atetelco,
255
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Bibliografía
256
Coatepanco “el lugar de la muralla de serpientes”.
Un conjunto habitacional en Teotihuacán
257
259
D
esde las primeras excavaciones en el sitio, la presencia de Xipe
Tótec ha sido constante. A 140 m al noreste del centro de la Plaza
A fue intervenido por Edward Sisson (1994: 33-44) el espacio in-
terno de un aposento cuya pared oeste se encontraba cubierta por un mural
pintado en fondo rojo con ocho representaciones de escudos distribuidos de
modo lineal en dirección Norte-Sur. El escudo ubicado en el extremo norte
muestra en su parte central una representación de Xipe Tótec, semejante
a las imágenes del dios mostradas en el códice Borgia, en particular, a las
contenidas en las láminas 25, 49 y 61 (SELER, 1963: 25, 46 y 61); ésta última
presenta al dios en su advocación cómo Iztapaltótec y funcionó cómo refe-
rencia para la restitución de la imagen, que debido a su deterioro presentaba
faltantes (Figura 1).
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
A partir de 1993 como parte del proyecto Sur del estado de Puebla,
Área Central Popoloca, Tehuacán se han intervenido diversas áreas al in-
terior del sitio, en donde la presencia de Xipe Tótec ha sido registrada en
constantes ocasiones, principalmente en cerámica, ya sea en figurillas, frag-
mentos de xantiles o braceros (Figura 2). Pero fue a partir del 2015 cuando
los remanentes de su presencia fueron más evidentes con la intervención de
las estructuras ubicadas al oeste de la Plaza A del Conjunto Central.
260
Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
Figura 2. a) Figurilla de cuerpo completo. b) Fragmento de brasero con atributos de Xipe Tótec, se
muestra un yopitzontli, símbolo representativo del dios. c) Cabeza de Xantil. d) Fragmento tubular
de cerámica con apariencia bubosa. e) Cabeza de figurilla.
1 Mateos Higuera menciona que la concepción de estas entidades sucedió de modo casi
simultáneo, refiriéndose a una fecha única ocurrida en el año Doce Conejo, Matlactli
Omome Tochtli, 1951 a. C. mencionada en la Historia de los mexicanos por sus pinturas.
2 A esta última entidad se le conoce comúnmente como Huitzilopochtli, aunque esto
puede ser cuestionable en otras partes de Mesoamérica, tomando en cuenta que no hay
evidencias contundentes de su culto al sur del estado de Puebla, que es la región de
interés en este estudio.
261
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Se les atribuye, junto a sus tres hermanos, la creación del Sol y la Tierra,
así como de las criaturas que en ella habrían de vivir, incluyendo a la pri-
mera pareja, Cipactónal y Oxomoco quienes darían origen a los primeros
seres humanos (Ibídem, Vol. 3: 13) con el objetivo de que estos les sirviesen
y adorasen a sus creadores.
Como lo menciona Mateos Higuera, la Figura de Tlatlauhqui parece
desvanecerse después de su etapa creadora, para dar paso a su desdobla-
miento como Xipe Tótec, Nuestro señor el desollado; pues es esta su advo-
cación a la que se le rindió culto en mayor medida (Ibídem, Vol. 2: 21)
La presencia de Xipe Tótec toma relevancia en el mito de la creación
del Quinto Sol, este se desarrolla tras el colapso de cuatro eras anteriores: 1.
3 Por motivos prácticos en este diagrama no han sido añadidos los otros tres Tezcatlipocas.
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Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
4 Moreno de los Arcos lo menciona retomando las versiones del mito mencionadas en
Historia Chichimeca e Historia de la Nación Chichimeca de Ixtlilxóchitl.
5 González González Hace referencia al relato de Sahagún (2000, II: 696), el autor
no menciona a Xipe Tótec como tal, pues en esta parte del texto del franciscano es
mencionado en su advocación de Tlatlauhqui Tezcatlipoca, así como Totec y Anáhuatl
Itécuh. Por otro lado, se refiere a las otras cuatro diosas femeninas como “mujeres”
cuyos nombres son: Tiacapan, Teicu, Tlacoehua y Xocóyotl.
6 Veintenas.
263
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
creación del Quinto Sol. Ambos hacen referencia a sucesos que pudieron
ser determinantes en la distribución de las edificaciones y elementos escul-
tóricos al oeste de la Plaza A del Conjunto Central de Tehuacán-Ndachjian,
propuesta que será posteriormente mencionada en la parte final del siguien-
te apartado.
264
Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
Hallamos en toda esta tierra que en lo mejor del pueblo hacían un gran
patio cuadrado: en los grandes pueblos tenía de esquina a esquina un
tiro de ballesta, y en los menores pueblos eran menores los patios. Este
patio cercábanle de pared (…) En los mesmos patios de los pueblos
principales había otros (templos), unos mayores que otros, pero no
allegaban al principal con mucho. Unos tenían el rostro y gradas hacia
otros; otros las tenían a oriente; otros, a mediodía (Ibíd., 61).
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Estructura A
Después del Templo Mayor, es el basamento de mayores dimensiones de la
plaza. La primera fase de su intervención se llevó a cabo durante la tem-
porada 2018, registrando una edificación de 6.30 m de altura10 y 19.50 m de
longitud Sur-Norte. Fue construida sobre una plataforma que abarca gran
parte del extremo Oeste de la plaza11.
10 Su parte alta aún no ha sido intervenida, esta altura es a consideración del nivel máximo
registrado del montículo.
11 Se tiene registro de mínimo dos montículos ubicados al sur y norte de la Estructura A,
también edificados encima de dicha plataforma.
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Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
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Figura 6. Esculturas de cráneos desollados y “la casa de la serpiente roja” con las Diosas de la
muerte negra y roja custodiando el acceso.
12 Debido a lo estrecho de la oquedad no nos fue permitido excavar más allá de los 80 cm,
la profundidad que se menciona es una aproximación tomada como referencia de las
intervenciones realizadas en los altares de las estructuras 3NO y 5NO, donde se pudo
llegar al nivel de la roca madre.
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Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
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arqueología
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de Zapotitlán de Salinas, lugar con el que tiene relación directa desde época
prehispánica y seguramente guarde más información con relación al culto
a Xipe Tótec en la región.
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Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
dos corazones laterales y un cráneo en la parte central; tiene una falda con
diversos elementos representados, entre ellos, serpientes cuyos crótalos se
hacen notar en torno a la prenda. La parte alta de su cabeza está rodeada
por un tocado de cráneos y los lóbulos de sus orejas abren paso cada uno a
una serpiente.
La escultura encontrada al sur es de rasgos masculinos, porta la piel
de un jaguar cuya cabeza se coloca en la nuca del personaje. Al igual que
la anterior, posee un collar con dos corazones y un cráneo al centro. De su
tocado sobresale una serpiente que dirige su mirada al frente.
Cabe mencionar que ambas esculturas, así como sus ubicaciones mar-
can cuatro pares de opuestos complementarios recurrentes en la cosmovi-
sión mesoamericana, que son: Norte-Sur, Mujer-Hombre, Águila-Jaguar y
Madre-Padre (LÓPEZ AUSTIN, 2015: 28); este último de suma importancia
para la comprensión del origen de Xipe Tótec.
Como se mencionó en el apartado Origen mítico de Xipe Tótec,
Tlatlauhqui Texcatlipoca es el hijo primogénito de Tonacatecuhtli y
Tonacacihuatl. Ambos dioses son representados en la lámina 60 del Códice
Borgia en sus respectivas advocaciones como Cuauhcíhuatl, mujer águila
y Tlacaocélotl, guerrero jaguar (SELER, 1963: 60), lo que hace fijar una
concordancia entre las características principales de las esculturas y lo re-
presentado en el códice. Con esto se puede establecer una relación mítica
del parentesco entre estos dos personajes y Xipe Tótec.
Por otro lado, en la parte baja de la escalinata del Templo Mayor fue
encontrada una escultura femenina de grandes dimensiones,17 vestida con
una falda cubierta de representaciones de estrellas, siendo identificada como
Citlalicue, diosa que representa el cielo nocturno y la vía láctea (CASTILLO
TEJERO, 2015: comunicación personal). Es considerada como uno de
los desdoblamientos de Tonacacihuatl y por lo tanto madre de los dioses
(MATEOS HIGUERA, 1999, Vol. 1: 151), lo que sugiere que este personaje y
la mujer águila sean advocaciones de la misma entidad (Figura 10).
17 Seguramente proveniente del interior del aposento que estuvo ubicado en la parte alta
del gran basamento (CASTILLO TEJERO, 2015: comunicación personal).
275
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 10. a. Tonacacihuatl y Tonacatecuhtli como Cuauhcíhuatl, mujer águila y Tlacaocélotl, guerre-
ro jaguar. b. Citlalicue, Códice Borbónico d. Esculturas del Templo Mayor de Tehuacán-Ndachjian.
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Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
Primer Nivel
Se encontró el torso de una escultura de piedra con cualidades correspon-
dientes a Xipe Tótec, pues representaba a un personaje con una aparente piel
ajena, sujetada con amarres en su parte trasera, no poseía extremidades ni
cabeza, en lugar de ella le fue colocado un cajete de cerámica gris con fondo
sellado, teniendo plasmado un motivo solar,18 este artefacto se encontraba
removido algunos centímetros al sur por efecto de raíces; en su interior se
encontró un fragmento de hueso largo, además de la representación -tam-
18 Además, esta pieza se encuentra colocada al extremo oriente del depósito, lo que
seguramente haga alusión al mito de la creación del quinto Sol, el cual emerge en dicha
dirección.
277
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Segundo Nivel:
En el extremo este se encontró una extremidad inferior perteneciente a la
escultura de Xipe Tótec registrada en el nivel superior. En la parte central
se encontraron restos óseos de dos manos, una de ellas colocada con las
falanges distales en dirección al oriente,19 mientras que la otra fue hallada
en gran parte removida por raíces, sin embargo, fue posible determinar
que su orientación era con las falanges en dirección sur;20 ambas manos
aparentemente colocadas con las muñecas juntas.
Un rasgo importante identificado por parte del área de Antropología
Fisca del proyecto fue que ambas manos son derechas y por lo tanto corres-
pondientes a dos individuos.21
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Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
Primer Nivel:
Fue encontrada una esfera de piedra pulida colocada en la parte central. En
la esquina noroeste se encontró una roca trabajada de modo rectangular,
que aparentaba ser una laja, pero al ser removida resultó ser el pedestal
de una escultura, cuyos pies aún seguían presentes. Posteriormente, este
elemento fue colocado con la extremidad inferior obtenida en la exploración
del depósito anterior, dando la sorpresa de corresponder a dicho elemento,
lo que nos indicó que ambos depósitos fueron seguramente colocados de
manera simultánea.
Segundo nivel:
Al retirar los objetos del nivel anterior quedó expuesta una capa de lajas
burdamente colocadas. Su función posiblemente haya sido con el objetivo de
cubrir lo previamente depositado y así diferenciarlo del nivel antes superior.
Tercer nivel:
Se encontró al suroeste un cajete miniatura de cerámica gris, al noreste el
brazo de un xantil y al norte fragmentos de una máscara aún con pigmen-
to, colocados en una roca sobre la cual seguramente fue rota. Poseía una
nariguera en forma de Yacameztli,22 atributo que inmediatamente cautivó
nuestra atención, pues presenta relación con entidades lunares relacionadas
al pulque, aunque por otro lado esta característica también es perceptible
en algunas representaciones de Itztapaltótec, advocación de Xipe Tótec re-
presentado con yelmo en forma de cuchillo de piedra.
279
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Primer Nivel:
Se encontró una esfera de sedimento compacto recubierto con estuco, co-
locada por debajo del elemento rectangular antes mencionado y situada en
la parte central del depósito. Al noroeste se encontraba una escultura de
piedra colocada “de cabeza” con la figura de un individuo en posición sedente
portando un maxtlatl.24 Su cabeza fue desprendida y en su parte inferior se
encontraba un orificio circular en el que seguramente se le introducía una
espiga con el fin de mantenerlo fijo en algún lugar.
Al suroeste se identificó una cabeza de piedra depositada “boca abajo”,
mostrando un amarre en su parte trasera que sujeta a manera de mascara
lo que aparenta ser la piel del rostro de un individuo previamente desollado.
Al retirar la pieza quedó expuesta la imagen de un personaje cuyos labios
inusualmente abiertos indican el ser ajenos a él, quedando al descubierto
lo que hasta el momento era la única representación en piedra de la cabeza
de Xipe Tótec encontrada en Tehuacán.
Segundo Nivel:
Justo por debajo de la esfera registrada en el nivel superior fueron encon-
trados los pies desprendidos de una escultura de piedra, estos esculpidos
sobre un pedestal rectangular, al retirar un poco de la tierra que cubría su
parte baja quedó al descubierto la parte superior de lo que parecía ser un
cráneo humano, indicando el inició del siguiente nivel.
Tercer Nivel:
Al extraer los pies antes mencionados quedó en evidencia que estos habían
sido colocados sobre un cráneo humano, que al ser liberado pudo apreciarse
que había sido depositado sobre una especie de pedestal elaborado con ro-
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Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
Cuarto Nivel:
El cráneo humano ubicado al centro del depósito no fue extraído a la par que
los elementos escultóricos, pues al ser retirados se comenzaron a descubrir
diversos restos óseos, definiendo el último nivel encontrado.
Estos elementos no correspondían a un individuo anatómicamente ar-
ticulado, sino a varios segmentos corporales dispuestos de manera similar a
los fragmentos de esculturas, posiblemente buscando una semejanza entre
sí. De igual modo estos fueron dispuestos en torno al cráneo, marcando un
eje que marca el centro del depósito.
Entre los artefactos registrados en este nivel se encontró una cuenta
de piedra verde asociada a una mandíbula ubicada al sureste y un jarrón
miniatura de cerámica gris colocado a un costado de la esquina suroeste del
pedestal sobre el que se encontraba el cráneo, así como diversos fragmentos
de carbón. Cabe mencionar que el análisis de los restos óseos está siendo
efectuado por el área de Antropología Física del proyecto.
Como se mencionó anteriormente, existe un altar al sur vinculado a la
Estructura 2 Suroeste que sigue la secuencia lineal de los registrados en las
281
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
otras tres estructuras al norte, el cual también contaba con una ofrenda de
la que fueron identificadas dos cabezas de piedra y una de cerámica −que
en su interior contenía el fragmento de la extremidad de una escultura de
basalto−, además de cuatro cráneos humanos cada uno con una perforación
lateral de gran magnitud. De igual modo se registraron dos esferas burda-
mente manufacturadas y elementos óseos dispersos.
Debido a lo conflictivo de su registro no fue posible la identificación de
niveles, así como el orden de los artefactos que pudieron haber marcado el
eje axial del depósito. No obstante, es posible encontrar vínculos simbólicos
con respecto a lo registrado en los otros altares, como lo son:
• La presencia de elementos óseos.
• Esferas de piedra, como las encontradas en los depósitos de las es-
tructuras 4 Noroeste y 5 Noroeste.
Propuesta de interpretación
En el ámbito arqueológico es común referirse como ofrenda al conjunto de
objetos asociados a prácticas rituales, depositados en espacios específicos
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Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 11. Ofrenda al interior del altar de la estructura 3 Noroeste: niveles de depósitos y trazo de
su Eje Cósmico.
Figura 12. Ofrenda al interior del altar de la estructura 4 Noroeste: niveles de depósitos y trazo de
su Eje Cósmico.
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Figura 13. Ofrenda al interior del altar de la estructura 5 Noroeste: niveles de depósitos y trazo de
su Eje Cósmico.
Región de la muerte
A esta se le relacionan los depósitos colocados en la parte baja de las ofren-
das. Una característica importante es que este nivel se compone en gran
medida por elementos óseos, como es el caso de los asociados a las estruc-
turas 3 Noroeste y 5 Noroeste.
En el caso de la ofrenda de la estructura 5 Noroeste se identificaron
varios fragmentos de esculturas provenientes de tres representaciones en
piedra de Xipe Tótec que al ser rotas “se les dio muerte”. Esto puede enten-
derse como el sacrificio y renovación de la deidad −en una representación
nueva que ocupará su lugar− como parte de un proceso regenerativo al
que también es asociado con relación al ciclo agrícola, lo que sugiere un
carácter explicito entre su función simbólica y la acción directa de haberlo
sacrificado. Manteniendo la misma connotación se puede mencionar
lo mismo de la máscara encontrada rota sobre una roca en el altar de la
estructura 4 Noroeste.
Los axis de esta región son marcados sobre todo por elementos óseos,
por ejemplo: en el depósito de la estructura 3 Noroeste, se identificó, en la
parte donde se juntan los huesos de dos manos; mientras que en el de la
estructura 5 Noroeste estaba determinado por un cráneo colocado sobre
285
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Plano Terrenal
Los elementos asociados a este plano no son tan cuantiosos como en el
anterior, posiblemente por tratarse de la representación de un espacio in-
termedio, inmediato al ser humano, en gran parte conocido y controlable;
esto puede ser sugerido por el depósito correspondiente a la estructura 4
Noroeste, en donde únicamente se encuentra un empedrado a manera de
separador entre los niveles superior e inferior.
En el depósito de la estructura 5 Noroeste se le representa con los pies
desprendidos de la escultura depositada en el nivel inferior y además son el
único elemento presente, quizá representando el aspecto terrenal que tienen
los pies como soporte del cuerpo en este plano y su interacción directa con
el mismo. Dicho objeto cubre por arriba el cráneo que marca el axis de nivel
inferior; por lo tanto, también lo hace dando seguimiento al eje cósmico.
La ofrenda de la estructura 3 Noroeste contiene sólo dos niveles de de-
pósito. Una gran peculiaridad se hizo notar en su nivel superior, compuesto
por dos esculturas: una de ellas era un portaestandarte con la forma de un
individuo con maxtlatl, éste se encontraba colocado bocabajo, en dirección
al nivel inferior; mientras que la otra era una representación de Xipe Tótec
con la espalda puesta sobre la parte baja del depósito, postura que indicaba
el dirigirse a un plano contrario al otro individuo, o sea, al cielo. El axis de
este depósito se encuentra en el vientre de la escultura de Xipe Tótec.
La diferencia de este último con los otros depósitos asociados al Plano
Terrenal es que no funge como separación entre los niveles inferior y su-
perior, sino que el hecho de que sus personajes se encuentren dirigiéndose
cada uno a una región sugiere una labor de vínculo entre niveles cósmicos.
Región de celeste
Está representada en los niveles superiores en las ofrendas de las estruc-
turas 4 Noroeste y 5 Noroeste, tomando en cuenta que lo referente a esta
región en la estructura 5 Noroeste ya fue explicado en el punto correspon-
diente al Plano Terrenal.
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pulsar a los Olmecas que ahí habitaban (JIMÉNEZ MORENO, 1942: 125-
126). En cuanto al segundo grupo conocido como los Nonoalca-Chichimeca
“fueron hacia el sur de Puebla y fundaron cuatro cabeceras principales:
Coxcatlan, Teotitlan, Tehuacán y Zongolica” (CRAVIOTO, 2002: 80. Citado
en GARCÍA ZEPEDA, 2007: 60).
Anteriormente, según lo narrado en la Historia Tolteca Chichimeca, en el
año 1 tecpatl (1012 d. C.) llegan a Tollan −Tula− los grupos Tolteca-Chichimeca
y Nonoalca-Chichimeca, provenientes de un lugar llamado Colhuacatepec.
Un año después (2 calli, 1013 d. C) Uémac los hace confrontar, tomando a
los Nonoalca como vasallos a quienes, además de otras labores, les asigna
la búsqueda de una mujer cuyas caderas midan cuatro cuartas de ancho;
estos le presentan cuatro mujeres que al no cumplir con dicha cualidad son
rechazadas por el gobernante (KIRCHHOFF, 1972: 133-134).
Esto molesta a los Nonoalca y acto seguido las sacrifican atándolas en
el itzteuepalli, artefacto al que Kirchhoff identifica como “losa de obsidiana”
que se relaciona al sacrificio gladiatorio ofrecido a Xipe Tótec (Ibíd.).
Después Uémac es perseguido por ellos, al huir se esconde en una cueva
donde es capturado, siendo atado a un marco de madera y sacrificado por
flechamiento (Ibíd., 135), haciendo referencia al Tlacacalilixtli, sacrificio tam-
bién ofrecido a Xipe Tótec. Dos años después los Nonoalca abandonan Tollan
(Ibíd., 137), dirigiéndose al sur. Tanto el sacrificio gladiatorio, como el flecha-
miento son prácticas vinculadas a acciones de carácter bélico llevadas a cabo
tanto por los Nonoalca-Chichimeca, como por los Tolteca-Chichimeca. Estos
últimos permanecieron 15 años más en Tollan (Ibíd., 142) posteriormente di-
rigiéndose a Cholollan -Cholula- donde ya se habían asentado cuando entra-
ron en conflicto con los Xochimilca y los Ayapanca, siendo ayudados por los
Chichimecas Cuautinchantlacas con quienes lograron la victoria, capturando
y sacrificando a los tlatoque −señores, gobernantes− enemigos cuyos nombres
eran: Quauhtzitzimitli, Tlazotli, Tzompantli y Yauhtlicuiliuhqui; el primero
sacrificado por flechamiento, mientras que a los otros tres por sacrificio gladia-
torio también conocido como rayamiento, siendo colocados en el quauhtema-
lacatl (Ibíd., 184-185) y con ello concretando su victoria edificando en Cholula
esta estructura también conocida como temalacatl (Figura 14).
Es posible que un acontecimiento similar haya ocurrido en Tehuacán
con la llegada de los Nonoalca-Chichimecas, pues en su plaza central fue
intervenido arqueológicamente un edificio dual con dos estructuras, tra-
tándose de un Temalacatl para el rayamiento y una plataforma circular con
postes en la parte central en donde pudo haberse llevado a cabo el flecha-
miento, como se menciona en el apartado correspondiente a la Estructura A.
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Bibliografía
31 Siguiendo una línea paralela y seguramente más antigua a lo relacionado con la aparición
de Xipe Tótec en Tehuacán.
291
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Xipe Tótec, presencia de nuestro señor el desollado en Tehuacán-Ndachjian
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293
295
Introducción
E
l territorio del actual estado de Puebla en época prehispánica estuvo
habitado por diferentes etnias, entre las que destacan los hablantes
de náhuatl, otomí, mixteco y en especial, el popoloca; estos últi-
mos habitaron en la región Sur del estado la parte Norte de lo que hoy es el
estado de Oaxaca.
La región geográfica donde habitaron los pueblos de habla popoloca co-
rresponde a lo que ahora conocemos como la Mixteca Baja al sur de Puebla
y al norte de Oaxaca. Colinda con las regiones geográficas llamadas Mixteca
Alta y Mixteca de la Costa donde habitan grupos de habla mixteca.
Los mexicas, daban al término popoloca la connotación de bárbaros.
León (1905: 104) menciona que cuando los conquistaron en el siglo XV, se
referían a ellos despectivamente y los llamaban tartamudos. Esto sin duda
se debió a que no entendían la lengua popoloca, que es una lengua tonal.
Históricamente, las fuentes se refieren a estos habitantes del sur del
actual estado de Puebla y norte del estado de Oaxaca como chocho-popolo-
cas. Actualmente, a los hablantes de esta lengua en el área norte de Oaxaca
les dicen que hablan chocho, aunque el termino chocho-popoloca se usaba
indistintamente para los habitantes del norte de Oaxaca como para sus
vecinos del sur de Puebla. Al respecto Escalante (1996, 191-192) quien de
acuerdo con Manrique confirma que el chocho y el popoloca son muchos
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Los cuchillos rostro
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Tehuacán-Ndachjian
La zona arqueológica de Tehuacán se localiza en el estado de Puebla según
la carta de INEGI-E-B-14.75, en las coordenadas geográficas 18° 26´ 47”
latitud Norte y 97°20´50 longitud Oeste en el municipio de Tehuacán, cerca
del poblado de San Diego Chalma.
Durante su época de apogeo, la provincia estuvo conformada por ocho
señoríos mayores que dependían de él y a la vez de cada señorío mayor,
dependían otros señoríos menores.
Se desplanta sobre una meseta baja, al pie de la elevación conocida
como Cerro Colorado. El asentamiento crece de Norte a Sur y tiene en su
planta la forma de una Y invertida cuya aspa derecha baja hasta los terrenos
del valle, ahora conocidos como Calcahualco.
Tomando como base el levantamiento topográfico del sitio, se aprecia
que las edificaciones de esta urbe forman plazas, las cuales a la vez forman
grupos de ellas, los que se han denominado conjuntos, es decir, es un asen-
tamiento con plazas concatenadas (Figura 2).
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Figura 3. Conjunto I.
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Figura 4. Conjunto I.
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Figura 14. Cuchillos rostro entrelazados con las plumas del águila.
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Figura 16. Mural de subestructura, donde las puntas de las lanzas son cuchillos rostro de la deidad
del agua.
Figura 17.
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Bibliografía
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313
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Resumen – Los malacates que son referidos en este artículo son utensilios que presentan bellos
relieves con Figuras geométricas o florares, caras humanas o animales, calaveras, Figuras de
perfil y otros no tienen Figura alguna. Estas piezas son de diferentes tamaños y sirvieron junto
con el huso, que es su complemento indispensable, para hilar fibras como el algodón (blanco
o coyuchi), el agave (henequén, maguey o pita sisal) y el chichicaxtle (atzitzicaztli). El objetivo
de este trabajo es dar a conocer la gran variedad de malacates que se han utilizado a través del
tiempo en el importante asentamiento prehispánico Tula, Hidalgo, y con ello, la relevancia que
tuvo el hilado y en general, el trabajo textil en la sociedad tolteca.
E
ntre todo el utillaje tecnológico, los malacates no sólo constituyen
la expresión directa de la producción del hilado, sino que a la par de
ello, son manifestaciones particulares del microcosmos, vehículos
de símbolos y mensajes que permiten al grupo social que los produce y que
trabaja con ellos, tener una más íntima y estrecha relación. Son formas de
interacción que devienen en una identificación de los valores aceptados por
medio de códigos o representaciones antropomorfas, zoomorfas, fitomorfas
o geométricas que se relacionan con el mundo de creencias de una comuni-
dad por lo que Horcasitas, Ford y Ford (1961) sostienen que los malacates:
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na),14 mientras que las fibras blandas eran obtenidas del algodón blanco o
ichcatl (Gossypium hirsutum L.)15 y del algodón café o coyoichcatl, también
conocido como coyuchi (Gossypium microcarpum). En el estado de Morelos,
en dos cuevas de la región de Ticumán, se encontraron varios textiles en
depósitos arqueológicos del Formativo Medio y Tardío y las fibras analizadas
arrojaron la identificación de otros materiales, entre los que se halló la fibra
de tallo de una hierba (Panicum aff. bulbosum); la fibra de la corteza de un
árbol (Guazuma ulmifolia), conocido como cuaulote en náhuatl; la fibra
de la hoja de una planta epífita de la familia de las Bromelias (Tillandsia
sp.), la fibra de la semilla de algodón (Gossypium sp.) y finalmente con la
mayor frecuencia las fibras del agave o maguey (Agave sp.).16 Últimamente
se ha descubierto en materiales arqueológicos analizados por Xhelhuatzin,
Alvarado y Sánchez17 la presencia de otras fibras hechas con las especies
de Palo Mulato (Bursera simaruba), (Cordia sp. y Ehretia tinifolia), de
Jatropha urens y Sapium spp, de Eliocarpus donell-smithii de Acacia cor-
nigero, Brosimun alicastrum, Ficus spp, Morus spp y Throphis racemosa
así como Trema micrantha y Ulmus mexicana y por último Myriocarpa spp
y Urera spp. No obstante, los restos más tempranos de evidencias arqueo-
lógicas de textiles que posiblemente no fueron hilados con huso y malacate
y no se emplearon en la vestimenta, son fragmentos de mecate y de red que
proceden de la cueva de Guilá Naquitz, en el valle de Tlacolula, Oaxaca, en
donde estos incipientes trabajos de hilatura corresponden a la etapa pre-
histórica que va de 7000 a 5000 antes de nuestra era, por lo que De Ávila
sugiere la posibilidad de que:
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22 Ibíd., p. 45.
23 Ibíd., p. 47.
24 Ibídem.
25 CASTILLO TREJO, 2000, p. 77, tomado de LLANO, web: 48.
26 LLANO, op. cit., Llano, p. 48.
27 Ibíd., pp. 46-50.
28 Ibíd., p. 50.
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29 Ibíd., p. 52.
30 BRUMFIELD, 2001, p. 71.
31 VON WINNING, 1993 p. 1.
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Sobre los anteriores diseños, Von Winning (1998) enfatiza que “en lo par-
ticular llaman la atención los diferentes rasgos faciales que sugieren que
puede tratarse de personajes históricos, cuyas posiciones jerárquicas quedan
expresadas por los tipos de tocados”.
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Área B 15 3
Pozo 26 9 2
Pozo 33 2 0
Pozo 22 1 0
Pozo 7 1 0
Pozo 8 1 0
Pozo 39 2 0
Pozo 29 8 1
Superficie general del Museo 34 6
Montículo 1 (M. 80) 79 15
Montículo 2 (M. 80) 10 2
Pozo 1 (M. 80) 3 1
Pozo 13 (M. 80) 2 0
Pozo 14 (M. 80) 14 2
Pozo 15 (M. 80) 14 2
Pozo 16 (M. 80) 29 5
Total de malacates 573 100%
325
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Si bien existe un acuerdo entre los estudiosos respecto a que los ma-
lacates se clasifican en tamaños, en donde los pequeños son para hilar el
algodón y los grandes para hilar las fibras duras,32 también afirman que el
peso de los malacates pequeños está entre los 10 g o menos y tienen un ori-
ficio central de 2 a 4 mm, mientras que los malacates grandes pesan arriba
de 10 g con un diámetro del orificio de 6 a 12 mm.33
Características ornamentales
Los atributos decorativos fueron clasificados como antropomorfos, fitomor-
fos, geométricos, zoomorfos. Las técnicas decorativas aplicadas en algunas
piezas consistieron en un trabajo de filigrana, especialmente en los objetos
mexicas, en otros, en un fino relieve, o en un sellado o achurado, y en algu-
nos casos se pintaron en seco con algún óxido metálico (pintura fugitiva)
y en otras se les aplicó un diseño con asfalto combinado con algún otro
diseño esgrafiado.
La mayoría de las técnicas decorativas se emplearon después del co-
cimiento del objeto, aunque en algunos se imprimió un diseño precoc-
ción. Sobre algunos se realizó un fino pulido logrando con ello un lustre
de diversas intensidades. Debido a que no hay estudios recientes sobre los
malacates de Tula, se consideró el trabajo documentado por J. L. Franco
(1956) relacionado con estos artefactos y como apoyo se han contemplado
las investigaciones de Ekholm (1944), Parsons (1972) y Parker (1952). Así,
se puede mencionar que se cuenta con tipos diversos de malacates, que, de
acuerdo con las anteriores tipologías, se han clasificado en Tipo I, Tipo III,
Tipo A-1 y A-3, Tipo A-2, Tipo B-1, Tipo B-2, Tipo B-3, Tipo 2 de Parker,
Tipo 3 de Parker, Tuxcacuesco, Tejo y desconocido. Los totales de cada tipo
se muestran a continuación (Figura 3).
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Figura 3. Gráfico que indica el total por tipo de malacate reportados en Tula.
Tipo I. Generalidades
Se cuenta con un total de 75 objetos de este tipo, considerando todos los
grupos que contiene. Si bien son muy semejantes debido a que sus formas
son cónicas, troncocónicas y semiesféricas, estos malacates no fueron he-
chos con moldes estandarizados, ya que tienen distintos diámetros y pesos.
A las formas ya mencionadas hay que agregar que algunos de ellos tienen
su sección proximal abombada o convexa, mientras que otros sólo la tienen
plana. Pero ningún malacate de este tipo tiene la decoración en su sección
proximal. En el caso de los malacates de Tula de tipo I, no encontramos
todos los grupos mencionados por Parsons (1972) ya que en la muestra no
hubo I-B, I-C ni I-H. El color superficial de estas piezas es café y café oscuro
casi negro.
34 Si bien Parsons (1972: 48) menciona que el Tipo I tiene cinco grupos que en teoría
deberían ser del A al E, ella menciona y describe ocho grupos que van del A al H.
327
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Tipo I, grupo A
Aun cuando no es el más abundante en la colección de malacates, ya que
sólo se tienen 25 piezas, unas con cuerpo cónico y otras semiesféricas, es
muy vistoso, ya que su tono superficial es café oscuro pulido y su decoración
es muy precisa y fina. El peso de estos malacates varía de 16 a 39 g, siendo
más abundantes los que tienen 24 g. Los diámetros totales de las piezas
oscilan entre 4.1 y 3 cm, mientras que el diámetro central está entre los 7
a los 4 mm. Los diseños que tienen son muy semejantes entre sí, aunque
poseen unas pequeñas variantes que como algunos de ellos presentan el
diseño de greca escalonada o xicalcoliuhqui está con un fino punteado y en
otros, con una delicada retícula en donde visualmente parece que las grecas
fueron delineadas en blanco y engarzadas con otras grecas con retícula o
punteado oscuro (Figura 4).
Tipo I, grupo D
Solamente se obtuvieron cinco ejemplares con cuerpo cónico que tienen
un diámetro total que va de 4 a 3.2 cm, en tanto que su diámetro central u
orificio está entre los 5 a 9 mm. Estas piezas pesan entre 21 a 30 g. El dise-
328
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Tipo I, grupo E
Está representado por quince malacates de cuerpo cónico y semiesférico
que tienen un diámetro total entre 3.7 y 2.4 cm mientras que su diámetro
central oscila entre 7 a 5 mm, con un peso que va de 41 a 14 g. El diseño
está compuesto de anillos concéntricos tanto arriba como abajo del motivo
principal que consiste en flores o xonecuillis en posición horizontal (excepto
uno que tiene un panel de este colocado en posición vertical). Carecen de
panel vertical divisorio y estampado ya que el diseño está efectuado sobre
una zona pulida. Los xonecuillis y las flores fueron estampadas (aplicadas
con sello) mientras que los anillos concéntricos se hicieron de forma incisa
precocción (Figura 6).
329
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tipo I, grupo F
Solamente tenemos un ejemplar. No se tiene la certeza, pero posiblemente
corresponda a un molde. Esta pieza tiene un diámetro total de 3.2 cm y un
diámetro central de 4 mm y su peso es de 14 g. Carece de decoración, por
lo que es probable que sobre él se haya colocado la pasta para darle forma
al malacate y posteriormente se rellenara hasta concluir el lado proximal
(Figura 7).
330
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Tipo I, grupo G
Se tienen dos ejemplares de cuerpo semiesférico, aunque desgastados y ro-
tos: uno de ellos, como puede observarse en la Figura que le acompaña, es
de gran tamaño, ya que tiene 4.3 cm de diámetro total, aunque su orificio
central tiene 5 mm, pero tiene un peso relativamente alto ya que es de 53 g.
La decoración de estas piezas es a partir de dos paneles delimitados por una
línea esgrafiada con poscocción a cada lado que presentan punteados algo
toscos y en los otros dos paneles lisos tiene una variedad de doble antena.
Este diseño se complementa con una franja de doble línea lisa y otra pun-
teada, tanto en su extremo distal como el proximal (Figura 8).
Tipo I, grupo H
Se tienen nueve piezas con cuerpo semiesférico y cónico que tienen un diá-
metro total entre 3.7 a 4.8 cm, en tanto que el diámetro central fluctúa entre
5 a 11 mm con un peso que va de 27 a 47 g. La parte proximal del malacate
tiene una terminación convexa. El diseño es de dos xicalcoliuhquis semejan-
tes a los que presentan los chimalli de algunos guerreros mexicas (Figura 9).
331
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tipo I, grupo I
Sólo son tres ejemplares con cuerpo cónico y la superficie proximal lige-
ramente convexa. El diámetro total de estas piezas está entre 3.4 a 3.6 cm
con un orificio central de 7 mm y un peso que va de 20 a 26 g. Pudiera estar
en la categoría I-A de Parsons (1972) ya que este grupo presenta diseños
geométricos rodeados de áreas estampadas; sin embargo, el diseño especí-
fico no se registra en esa clasificación por lo que decidí ingresar una nueva,
en este caso la I-I. El diseño tiene dos anillos concéntricos, un par en la
zona distal y otro par en la proximal, que permiten delimitar el panel del
diseño que consiste en dos motivos: un esquema es a partir de un fino pa-
nel punteado en donde se trazaron cuatro círculos concéntricos, que con el
círculo u orificio central del malacate forma el quincunce. El otro diseño es
semejante, pero tiene dos paneles lisos que separan la franja del punteado
por pequeñas líneas verticales y tiene sobre la zona punteada cuatro círcu-
los más el orificio del malacate por lo que también se representa el quin-
cunce, que representa la división cosmogónica del universo prehispánico,
por ello no es sorprendente que uno de los malacates aun tuviera pintura
azul tanto en los círculos concéntricos como en el estampado de puntos.
Las disposiciones geométricas de sus puntos permiten definirlos como un
diseño de quincunce, del símbolo cosmogónico, en donde el orificio central
332
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
del malacate juega el papel del quinto elemento de los rumbos del universo
mesoamericano (Figura 10).
Tipo I, grupo J
Sólo se tiene un ejemplar de cuerpo cónico que tiene un diámetro total de
3.5 cm con un diámetro central de 7 mm y un peso calculado en 24 g. El
grupo I-J es semejante al I-I; la única diferencia radica en que, en vez de
tener anillos concéntricos, presenta una flor trabajada con una fina incisión
sobre una zona pulida. Su forma también presenta su extremo proximal de
forma convexa (Figura 11).
Tipo I, grupo L
Está caracterizado por tres ejemplares que tienen cuerpo cónico y semies-
férico un diámetro total entre 3.6 a 2.4 cm con un diámetro central de 6 a
4 mm y un peso de 20 a 7 g. Sólo una pieza tiene una línea concéntrica en
333
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
su sección proximal y dos en la distal, en tanto que los otros dos ejemplares
tienen un círculo en la zona distal y sólo uno es rematado con dos líneas
concéntricas en la sección proximal. Tiene una superficie pulida de color
negro. En la zona del diseño presenta solamente pequeñas flores de siete
petalitos, que fueron hechos con sello (Figura 12).
Tipo I, grupo M
El único ejemplar presente en la muestra que es de forma semiesférica tiene
un diámetro total de 3.5 cm con un orificio de 3 mm y un peso de 25 g. Tiene
un diseño muy rudimentario de doble línea precocción incisa que forma
grecas. En la zona distal remata con un círculo concéntrico que tiene líneas
radiculares que convergen en el orificio del malacate (Figura 13).
Tipo I, grupo N
Sólo se tiene un ejemplar de forma semiesférico cuyo diámetro total tiene
2.2 cm y un orificio de 5 mm, con un peso de 20 g. El diseño de este grupo
334
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Tipo I, grupo O
Este único malacate, también con cuerpo semiesférico, tiene un diámetro
total de 2.9 cm y un orificio de 5 mm, con un peso de 20 g aproximadamente,
calculado a partir del cuarto de pieza con la que se cuenta. Tiene un diseño
de panel enmarcado por dos líneas incisas hacia el costado distal y sólo una
hacia el proximal; al centro del panel se trazaron motivos fitomorfos ya que
son mazorcas de maíz saliendo del totomoxtle (Figura 15).
335
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tipo I, grupo P
Este único malacate es de forma cónica y con su superficie proximal ligeramen-
te convexa. Tiene 3.6 cm de diámetro total y un orificio de 6 mm, con un peso
de 20 gr. Su decoración consiste en un sencillo panel de dos líneas concéntricas
arriba y abajo del diseño central que consiste en un punteado (Figura 16).
Tipo I, grupo Q
También de este grupo sólo se tiene un fragmento del ejemplar de forma
cónica con su superficie proximal convexa. Cuenta con un diámetro total de
3.5 cm y un orificio al parecer de 8 mm y un peso de 27 g. Su diseño consiste
en un panel central en el que se trazó un diseño consistente en un elemento
semejante a unas vírgulas que fueron pulidos y el resto del panel se punteó
o picó (Figura 17).
336
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Tipo I, grupo R
Otro grupo del cual sólo se tiene un ejemplar. Es de cuerpo cónico con su
superficie proximal convexa. Consta de un diámetro de 3.5 cm con un orifi-
cio de 7 mm y un peso de 28 g. Su diseño consiste en una cenefa en la parte
proximal a partir de líneas poco profundas en diagonal, que fue separada,
hacia el extremo distal, por dos líneas concéntricas para concluir con un
achurado, que al parecer se hizo aplicando una impresión de algún objeto.
Y entre ese picado, se trazaron elementos ovoides lisos (Figura 18).
Tipo I, grupo S
También es un solo malacate de este grupo. Su diámetro total es de 3.9 cm
y tiene un orificio central de 5 mm, mientras que el peso es de 35 g. Posee
forma cónica. Su diseño, que está en un panel separado por dos líneas con-
céntricas en el extremo distal y una en el proximal, tiene elementos zoo-
morfos con un achurado de plantilla, semejantes a patos, a todo lo ancho
del panel (Figura 19).
337
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tipo I, grupo T
Son dos ejemplares de cuerpo cónico y superficie proximal convexa que
tiene un diámetro total de 3.2 con un orificio de 4 mm y un peso de 16 g. Por
diseño se aprecia una cenefa enmarcada por líneas concéntricas y entre el
espacio que forman las líneas, se pusieron tres pescados separados por dos
xonecuillis, todos ellos achurados con una plantilla (Figura 20).
338
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Tipo I, grupo U
Los dos ejemplares con que contamos poseen un diferente cuerpo ya que
uno es cónico y el otro es esférico, pero ambos con la superficie proximal
convexa. El diámetro total va de 6.1 a 5.8 cm y tienen un orificio entre 12 y
9 mm, con un peso entre 50 a 39 g. Ambos están fragmentados, pero el dise-
ño es geométrico, hecho poscocción. Está enmarcado por dos líneas concén-
tricas tanto en el extremo distal como en el proximal; en uno se desarrolla
a partir de un panel de un xonecuilli separado por unas franjas verticales
con orlas, para repetirse en toda la circunferencia del objeto; el otro diseño
es semejante, pero en lugar de xonecuilli tiene un conjunto de cinco pétalos
sobre las dos líneas concéntricas del extremo distal (Figura 21).
339
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
dad de decoraciones y formas, entre las que están las florales, de estrella,
con elementos zoomorfos entre otros. Pero, en su mayoría, estos diseños se
aplicaron antes de su cocción con pequeños sellos. Tienen un rango amplio
de color superficial, ya que pueden ser crema, café, café rojizo, anaranjado
rojizo y hasta gris y su acabado de superficie es entre liso y algo arenoso.
Sus formas son cónicas, hemisféricas, cilíndricas, de botellón, de sombrero,
etcétera.
Tipo III-A
Como ya se mencionó en las características generales del tipo, esta varie-
dad presenta varias formas (Figura 22) y en total se cuenta con 155 piezas.
Corresponde al tipo 8 de Ekholm (1944). Se caracterizan por carecer de
decoración, excepto por algunas piezas que tienen asfalto, e incluso en una
de ellas se le dibujo un animal, que recuerda a un conejo con asfalto sobre
la zona proximal. Son muy pequeños y ligeros ya que el más grande oscila
entre 2.2 a 1.6 cm con un orificio central que va de 4 a 2 mm y con un peso
de 4 a 2 g, aunque uno de ello, que es atípico, pesa 8 g y otro mide 3.3 cm.
340
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Como se puede ver en la Figura 21, las formas son variadas, siendo las
más comunes las de forma semiesférica, de botellón, de sombrero y tronco
cónica.
Tipo III-B
No es muy común ya que sólo se obtuvieron catorce objetos. Estos pesan
entre 9 a 2 g y su diámetro está entre 2.1 a 1.7 cm con un orificio que va de
6 a 3 mm. Los diseños con los que contamos, unos mejor trabajados que
otros, son semejantes a gajos para dar la forma de flor en todo el cuerpo
de la pieza, excepto por el reborde proximal liso que sobresale del diseño
mencionado. Otras piezas, además de la flor, tienen manchas de asfalto sobre
la zona proximal (Figura 23).
Tipo III-C
De este tipo sólo se cuenta con una pieza que mide 2.5 cm de diámetro con
un orificio de 4 mm y un peso de 5 g. La decoración consiste en cuatro pe-
queñas flores separadas equidistantemente por un elemento cuatripartita.
Además, tiene restos de asfalto sobre el extremo que presenta el diseño
(Figura 24).
341
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tipo III-E
Este único ejemplar tiene cuerpo cónico de 2.1 cm de diámetro total con
un orificio de 2 mm y un peso de 2 g (Figura 24). El diseño que consiste en
motivos geométricos está delimitado por un reborde proximal y otro distal
que sobresale del cuerpo. El diseño se efectúa a partir de la delimitación de
círculos concéntricos, que son unos rebordes que se forma en los extremos
distal y proximal (Figura 25).
Tipo III-F
De este tipo tenemos dos ejemplares que tienen 2 y 2.8 cm de diámetro
total, con un orificio de 3 y 4 mm y con un peso de 3 y 5 g. El diseño de este
objeto está muy erosionado ya que sólo se puede observar un doble círculo
concéntrico en el extremo distal y restos de unas líneas sobre el cuerpo del
malacate. Su extremo proximal tiene forma convexa (Figura 26).
342
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Tipo III-G
Sólo cinco ejemplares de este tipo fueron encontrados en las excavaciones.
El cuerpo de estas piezas es cilíndrico de 1.2 a 1.8 cm de diámetro por 2 cm
de alto con un orificio central de 2 mm. Su peso va de 1 a 5 g. La decoración
se hizo con base en diseños florales o con xonecuillis, pero en todos los casos
se imprimió con pequeños sellos sobre la pasta aún sin cocción. Tanto la
zona distal como la proximal carecen de decoración. (Figura 27). Sería el
que Ekholm (1944) clasifica como tipo 9 en la Figura 46Z.
Tipo III-H
Este único malacate tiene silueta compuesta, semejante a un trompo. Su
diámetro total mide 2.1 cm y el distal tiene 5 mm, en tanto que el orificio
es de 2 mm y su peso de 4 g (Figura 28). La decoración de este objeto es a
partir de elementos que representan rayos solares-pedernales36 separados
por paneles de dos rallas que rematan en un punto.
36 Este símbolo puede ser observado en el tercer círculo de la Piedra del Sol o en las
representaciones del disco solar en el Códice Nuttall.
343
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tipo III-M
Contamos con nueve ejemplares de este tipo. Su sencillo diseño es, en unos,
a partir de círculos concéntricos sobre su cara proximal y en otros, con
líneas bastantes erosionadas también sobre la cara proximal (Figura 29).
Mide 1.8 a 2.5 cm de diámetro total y 3 a 5 mm de orificio central, en tanto
que su peso oscila de 4 a 7 g. Las formas de estas piezas son semi esféricas
y otros troncocónicas.
Tipo III-N
Este único malacate que tiene 2 cm de diámetro total y 4 mm de orificio cen-
tral, pesa 4 g. Tiene un cuerpo de silueta compuesta de forma globular cuyo
extremo distal parece ser un soporte ya que consisten en una protuberancia
que sobresale del cuerpo. El diseño fue efectuado sobre todo la superficie,
excepto en la protuberancia distal, y consiste en líneas que forman gajos
(Figura 30).
344
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Tipo III-O
Tenemos dos ejemplares de este tipo que también cuentan con un diseño
sencillo hecho a partir de pequeños puntos colocados en el cuerpo que son
delimitados por dos líneas concéntricas en el exterior de las piezas (Figura
31). Su peso es de 5 y 8 g, mientras que su diámetro total va de 2.2 a 2.6 cm
con un orificio central de 5 mm. El cuerpo de los malacates es semiesférico.
Tipo III-P
Estos malacates, de los que sumaron nueve ejemplares, tienen de 2 a 2.9 cm
con un diámetro central de 4 a 5 mm y un peso de 5 g. Su forma es de silueta
compuesta, ya que es semejante a un sombrerito invertido. La decoración,
muy sencilla y poco uniforme, fue hecha antes de la cocción de las piezas y
consiste en pequeñas canaletas u ondulados en donde se le entresacó pasta
para dejar el diseño en alto relieve (Figura 32). Algunos de estos malacates
se caracterizan por un cuerpo cubierto con asfalto, mientras otros muestran
canaletas en rojo y en azul.
345
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tipo III-R
Este único ejemplar tiene un diámetro total de 2.2 cm con 4 mm de diá-
metro central y un peso de 12 g. La decoración que tiene es de un sencillo
cuatrilóbulo con doble línea, hecho precocción que desciende a mitad de
la pieza (Figura 33). Su forma es semiemisférica con forma de corona y la
parte distal del objeto fue acinturada.
Tipo III-S
Son dos objetos de este tipo que tienen un diámetro total de 2 a 2.2 cm y un
orificio central de 4 y 5 mm con un peso de 4 y 5 g. El diseño que presenta
sobre el cuerpo consiste en un grupo de tres flores aplicadas con un sello
antes de la cocción de la pieza (Figura 34). Su forma es cónica.
346
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Tipo III-T
Sólo se tiene un único malacate con esta curiosa forma cónica cuyo diseño
de perfil parece el hocico de un tlacuache y sobre su zona proximal tiene
un diseño ovalado alrededor del orificio central con cuatro pequeñas líneas
(Figura 35). Su diámetro total es de 1.8 cm, con un orificio de 2 mm, un largo
de 2.3 cm y un peso de 3 g.
347
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
348
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
37 FRANCO, 1956, p. 204. El autor comenta que son anteriores al complejo Tula-
Mazapa, y aunque no tiene datos para precisar su origen, éstos aparecen en la Huasteca
y persisten en el horizonte Azteca, aunque en este periodo no son muy frecuentes.
38 PARSONS, 1972, p. 135, plate 14 a y b.
349
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
350
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
4 cm de diámetro total con un orificio que va de 1 cm a 6 mm. Son objetos
bastante planos, pues oscilan entre 1 cm y 8 mm de altura y tienen un peso
muy diferente en un rango entre 14 y 26 g, debido quizás a la arcilla con la
que se manufacturaron y la aplicación o no de asfalto sobre una o las dos
caras. Su forma tiene una banda con una o dos delgadas acanaladuras in-
cisas en el extremo proximal y hacia el distal desciende con un ligero cono
truncado que es en donde se efectuó la decoración radial con el barro aun
fresco que consiste en una estrella de cinco, seis y siete picos. Esa estrella
se hizo posiblemente, quitando con la uña o con un palito las pequeñas me-
dias lunas que dan forma a los picos de la estrella. Además de ese diseño,
algunos malacates tienen entre las medias lunas, una serie de 4 a 6 líneas
paralelas, y en su cara proximal o plana, también se le aplicó otra decoración
con asfalto formando el diseño de dos o tres caracoles cortados, símbolo de
Ehécatl, Dios del Viento (Figura 39). Respecto a estos malacates, Franco
(1956) comenta que “este subtipo es muy propio de Tula y parece ser un
desarrollo local en función de las (sic) caracteres importados”.39
351
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
picos (semejante al tipo B-1). Ese diseño se hace recortando el barro con
algún objeto filoso cuando la pasta tiene un estado de cuero para que la
estrella quede en alto relieve. Unos tienen sus caras distal y proximal con
una estrella en alto relieve y pequeñas líneas paralelas en la zona que que-
da en bajo relieve y sobre el cuerpo central, le rodea una franja lisa y tanto
arriba como debajo de ella. Abarcando parte de las zonas distal y proximal
se diseñaron pequeños triángulos encontrados a los que se les agregó un
pequeño punto. La gran mayoría de estas piezas están cubiertas con asfalto,
o sólo en su cara proximal, en donde se diseñaron dos caracoles cortados,
símbolo de Ehécatl (Figura 40). Con respecto a estas piezas Franco (1956)
dice que “son los de aspecto más francamente Huastecos y casi idénticos
(salvo el barro) a los del tipo 5 de Ekholm (1944)”.40
352
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
41 Este peso es fuera de lo común ya que los malacates grandes de este tipo pesan entre
43 y 24 g.
353
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
354
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
355
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tipo desconocido
Por fortuna sólo se encontraron dos ejemplares desconocidos. La forma de
estas piezas es más bien plana ya que tienen 7 y 8 mm de altura, por lo que
son semejantes a pequeñas ruedas. Su diámetro total es de 3.8 y 4.1 cm y su
orificio es de 1 cm. La decoración, que parece haberse hecho con un sello,
es muy simple: en uno de ellos, del que sólo se tiene la mitad, es a partir de
pequeños paneles sobre una cara; el diseño del otro malacate consiste en dos
pequeños cuerpos, cada uno de menor reducido que el anterior, por lo que el
que está en el extremo distal parece un pequeño botón. Carecen de pintura.
356
El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula
Los mismos autores comentan que los malacates que tienen un rango de 19
a 80 mm de diámetro están en dos grupos: el primero va de 23 y 37 mm y
corresponde al 80%, siendo el más prominente entre los totales de Cholula
en la estructura de UA-1. De modo disperso, el segundo osciló entre 43 y
67 mm. Refieren que otra diferencia que se observa es que el Tipo III de
Parsons (1972),45 son malacates más pequeños ya que tienen un diámetro
algo menor (20-30 mm) que el rango máximo de los de Cholula, y la catego-
ría de los de 33-37 mm de tamaño está casi ausente en el valle de México.46
Hay una gran variedad entre los malacates de Chalco que han sido
clasificados en tres tipos, según la combinación que presentan consideran-
do el diámetro general, el diámetro del agujero central y el peso, por lo
que Brewington (2008)47 concluye, con base en el peso de los malacates
y la deducción del hilo que pudo ser empleado, que en el periodo Azteca
Temprano se hilaban tres tipos de fibras de algodón, que era la fibra más
trabajada, seguida del maguey delgado y el maguey grueso; mientras que,
durante el Azteca Tardío –a partir de 1350− el peso de los malacates cambia
sutilmente de trimodal a bimodal, ya que aumenta el porcentaje relativo
de los malacates ligeros y no los hay de peso medio en tanto que aumentan
los malacates pesados de 36 g o más. Este autor plantea que con ello se está
reflejando la imposición del pago de tributo de este material y también una
mejoría económica de los habitantes, quizás debido a su pertenencia a la
clase alta. En términos generales este investigador refiere que el diámetro
del agujero central sirve para correlacionarlo con la hebra hilada,48 aunque
Sharisse y McCafferty (2000) comentan que la diferencia en el tamaño del
agujero central se debe a que el malacate se coloca a mitad del huso y no en
el extremo, por lo que sugieren que “los volantes muy ligeros con grandes
agujeros en su centro se usaban para hilar plumas”.49
Lo que he podido verificar a partir del estudio de los malacates de
Tula, es que estos presentan características que los relacionan con diferentes
grupos multiétnicos asentados en Tula, como los provenientes de la cultura
Tenek (tipos III, A-1, A-2 y A-3; B-1, B-2 y B-3), de los otomíes (tipos 2 y 3
357
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
50 Si bien se tiene un malacate que tiene 6.1 de diámetro total, este tamaño es atípico y
único.
51 MORAYTA, 2002, p. 229.
52 GALINIER, 2004, p. 257.
53 BROWN, 2000, p. 33.
358
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Bibliografía
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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CONSERVACIÓN DEL
PATRIMONIO EDIFICADO
DE TIZATLÁN Y TEPETICPAC,
EN EL ESTADO DE TLAXCALA
Introducción
C
inco siglos han pasado desde que la arquitectura de los prominentes
asentamientos prehispánicos de Tizatlán y Tepeticpac se mostra-
ra en todo su esplendor. Muros, rellenos, pinturas policromadas,
aplanados de tan magnificas edificaciones revelan patologías en sus elemen-
tos constructivos por su exposición a una diversidad de factores, especial-
mente medioambientales y antrópicos. Ante esta problemática, el Instituto
Nacional de Antropología e Historia a través del Centro INAH-Tlaxcala, im-
plementó en el año 2011 el Proyecto Arqueológico Tepeticpac (SANTACRUZ
CANO y LÓPEZ CORRAL, 2011b), y en el año 2012 el Proyecto Arqueológico
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Antecedentes históricos
Los asentamientos prehispánicos de Tepeticpac y Tizatlán se localizan en
un conjunto de pequeñas sierras ubicadas al norte de la capital del estado de
Tlaxcala. Tuvieron su mayor esplendor en el Siglo XV. Junto con Ocoteulco
y Quiahuxtlan desempeñaron un papel protagónico en la conformación y
desarrollo de la confederación de Tlaxcallan, entidad que tuvo un sistema
de organización estratificado con características sociales, políticas, econó-
micas y territoriales definidas a cada altepemeh.1 Estas características son
fundamentales para entender la dinámica y violenta transición del perio-
do prehispánico al periodo colonial provocado por la Conquista Española;
364
Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
Tepeticpac
En la parte superior de un conjunto de pequeñas sierras pertenecientes al
Eje Neo-volcánico y a una altura aproximada de 2 200 metros, se localiza
365
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tizatlán
El sitio se encuentra emplazado sobre la ladera baja del cerro Oztotl, que
desciende al este, con dirección al cauce natural del río Zahuapan. La pen-
diente natural del cerro fue modificada por los antiguos pobladores me-
diante rellenos artificiales de tierra y tepetate, para lograr nivelaciones que
después revistieron con muros de xalnene, bloques de tepetate y en menor
grado, piedras calcáreas. De esta manera, paulatinamente se fueron acon-
dicionando áreas extensas de terreno dando como resultado un complejo
sistema de terrazas, distribuidas diferencialmente en las laderas este, sur y
norte del cerro (Figura 1).
A partir de las modificaciones realizadas a la topografía natural, duran-
te el Posclásico (1100-1521 d. C.), los constructores de Tizatlán edificaron o
ampliaron grandes basamentos que sirvieron de cimiento para desplantar
otras construcciones.
No obstante que en la actualidad el asentamiento prehispánico se
encuentra modificado y sellado por la traza urbana de la comunidad ac-
tual (v. gr. Calles, casas-habitación), aún existen indicadores arqueológi-
cos para definir el patrón de asentamiento pretérito del sitio. En términos
generales, se compone de un área nuclear que comprende a los edificios
366
Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
367
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
2 Las causas producen el daño. En el caso del patrimonio edificado, la causa de deterioros
que progresan a daños implica una condición antecedente y necesaria para la producción
de un determinado fenómeno. Por ejemplo, en Tepeticpac la construcción del de los
edificios en la agreste topografía del terreno, constituye una causa de deterioros (fatigas)
en los sistemas y materiales constructivos.
3 Las condiciones provocan resultados suplementarios (adicionales) a las causas, por lo que
no deben confundirse con los factores. Por ejemplo, el uso de materiales constructivos a
base de componentes pétreos y tierra seca y húmeda para la construcción de los edificios.
4 Los factores representan todo elemento que contribuye o concurre a un determinado
resultado.
5 El deterioro como fenómeno es notablemente dinámico, y se puede entender como el
conjunto de etapas (sucesos) que se suceden cronológicamente, desde su origen hasta
su manifestación, puede ser a nivel micro o macro y se puede manifestar dentro del
monumento o al exterior de este.
368
Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
Figura 2. La ubicación geográfica del sitio arqueológico, en combinación con el desarrollo de agen-
tes biológicos, son factores que contribuyen al deterioro del patrimonio edificado de Tepeticpac.
Cerro Cuauhtzi. Foto: Proyecto Arqueológico Tepeticpac.
369
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 3. Los edificios prehispánicos de Tizatlán se ubican dentro del área urbana de San Esteban
Tizatlán, circunstancia que los hace más vulnerables ante factores antrópicos de deterioro. Acceso
y muro perimetral Este, Gran Plataforma Prehispánica. Foto: Proyecto Arqueológico Tizatlán.
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Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
7 Los daños macro son perceptivos y corresponden a fallas que comprometen una sección
o conjunto de materiales o sistemas constructivos (v. gr. deslaves, colapsos, pérdidas de
materiales, hundimientos).
8 El estudio de las patologías señala que: a) son dinámicas, b) se presentan en tiempo
y espacio, d) son multifactoriales, e) no son espontaneas, f) son progresivas, g) son
destructivas o generan daños mayores, y h) si se detectan con prontitud, son reversibles.
371
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Fundamentos de intervención
La literatura refiere que los procesos de deterioro caracterizados a partir
de factores biológicos, antrópicos y telúricos han servido de base para el
desarrollo de hipótesis explicativas que fundamentan intervenciones gene-
rales de conservación (ROBLES y MOREIRA, 1990a; ROBLES y MOREIRA,
1990b). Sin embargo, se han tomado los modelos generales como referen-
tes, y se ha optado por explicar a los monumentos arqueológicos como: a)
construcciones pluriestratificadas, y b) elementos de estudio únicos en sus
componentes, en sus formas y dimensiones, en su uso-función, por su ubi-
cación espacial, en sus materiales y sistemas constructivos y por supuesto,
en las patologías.
En rigor, el tratamiento de patologías, propuestos en los proyectos de
Tizatlán y de Tepeticpac, parten del principio de que la conservación ar-
queológica debe sustentarse en indagar la etiología, la dinámica y variabi-
lidad de los factores de deterioro que menoscaban la integridad (material
e inmaterial) de los bienes culturales, para su identificación, tratamiento y
estudio individual, integral y preventivo.
Sobre esta base, las estrategias de conservación ejecutadas por los
proyectos arqueológicos concilian criterios teóricos de restauración con
la ejecución técnica de intervención en monumentos arqueológicos, como
una manera eficaz y respetuosa para preservar la integridad del patrimo-
nio arqueológico edificado a partir de la investigación, caracterización y
tratamiento de daños y deterioros. De ahí que, elaborar un diagnóstico,
formular un pronóstico, ejecutar un tratamiento al monumento concreto y
desarrollar un programa preventivo de conservación, son actividades que
someten su contenido a principios de restauración nacional e internacio-
nal, como: principio de legitimidad, principio de legibilidad, principio de
372
Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
A. Diagnóstico
El diagnóstico es la enumeración sistemática de los antecedentes que se
deben tomar en cuenta para la determinación del estado de conservación de
bienes patrimoniales. No ofrece una solución al problema. Su importancia
radica en poder interpretarlos y de esta manera conocer su desarrollo. Es
decir, aproximarnos a la etiología del fenómeno destructivo.
Se advierte que no todos los procesos de deterioro tienen una importan-
cia equivalente. Unos poseen una relevancia fundamental, como verdaderos
factores de deterioro. Otros tienen un valor menor estrictamente cooperante
en el proceso general y se objetivan en la manifestación material observable:
deterioro, daño o destrucción.
El PAT ha realizado diagnósticos por medio de cédulas (CRECMAI)
donde se registra el estado de conservación de los edificios que conforman
el “Conjunto la Palma”. Estos trabajos de registro fundamentaron las inter-
venciones de conservación y restauración específicas donde se evidenciaron
problemas atribuidos a factores de diversa índole (Figura 4). Entre los fac-
tores antrópico se encuentran los daños producidos en los edificios (1 y 2),
los más evidentes corresponden a exploraciones y trabajos de restauración
ejecutados en la década de 1990, y saqueos realizados en 2003 (LÓPEZ
GARCÍA, 2003) y 2004 (SANTACRUZ CANO y CASTILLO BRAVO, 2004).
Ulteriormente, en 2009, se exploró y liberó la estructura 1A y el Edifico
14 (14, 14A, B, C), donde se dejó expuestas dos etapas constructivas, pisos
y aplanados con restos de pintura (Figura 5). Los daños fueron clasifica-
dos como graves (macro) debido al daño estructural que presentaban los
sistemas de desplante y contención de los rellenos que dan volumen a las
unidades arquitectónicas.
373
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 4. Plaza 1 del Conjunto Arquitectónico la Palma. Foto: Proyecto Arqueológico Tepeticpac.
Figura 5. Daños ocasionados por factores antrópicos y biológicos en el Edifico 1 del Conjunto
Arquitectónico la Palma. Foto: Proyecto Arqueológico Tepeticpac.
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Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
Figura 6. Fachada Oeste de la Estructura Sur que cubre el Basamento de Altares Policromados.
Foto: Proyecto Arqueológico Tizatlán.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 7. Daños ocasionados por el crecimiento de vegetación parasitaria menor y mayor en el muro
perimetral sur de la Gran Plataforma Prehispánica de Tizatlán. Foto: Proyecto Arqueológico Tizatlán.
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Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
B. Pronóstico
Por pronóstico9 debemos entenderlo como el conocimiento anticipado y
científicamente fundado de los sucesos destructivos en los bienes patri-
moniales ocasionados por el desarrollo e incidencia de factores endógenos
y exógenos, observados, medidos y registrados durante la etapa de diag-
nóstico. El análisis de datos cualitativos y cuantitativos, resultado de las
etapas de diagnóstico y pronóstico, permite valorar objetivamente el grado
de deterioro sobre un bien cultural específico y de esta manera jerarquizar
y programar su tratamiento.
La información recabada durante la etapa previa permitió formular un
pronóstico objetivo sobre la vulnerabilidad del patrimonio edificado, causas
y efectos de este, así como definir las acciones concretas de intervención
directa que respondieran de forma inmediata a la gravedad específica de
los daños registrados. Por ello, conforme a la especificidad de los daños, se
propusieron las acciones de intervención necesarias para cada caso, priori-
zando en las primeras temporadas de intervención resolver: a) problemas
estructurales; b) proteger elementos constructivos que por sus caracterís-
ticas (materiales, manufactura y grado de exposición al medioambiente)
fueran susceptibles de desaparecer; y c) resolver problemas de conserva-
ción ocasionados por intervenciones inadecuadas. A partir de este primer
acercamiento a los procesos de deterioro se justificó las intervenciones de
conservación para las temporadas subsecuentes.
C. Tratamiento
El tratamiento es el conjunto de elementos, principios, normas, disposi-
ciones y técnicas que se requieren para reestructurar un bien patrimonial,
devolverle su estabilidad, uso social, valor cultural y conservación futura.
Su eficacia reside en la intervención individualizada realizada de manera
integral y permanente.
Una vez que se definió cuáles eran los edificios prioritarios por interve-
nir, inició la fase de actualización de la información recabada en las cédulas
de estado de conservación de bienes inmuebles y proceder a documentar,
medir, fotografiar y dibujar los edificios y elementos sujetos a tratamiento.
La estrategia empleada en los edificios tratados y por tratar contempla
tres etapas continuadas. La etapa 1, que es a la que nos referiremos en este
377
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Proceso de intervención
Por la severidad de los daños y deterioros presentes en los edificios señala-
dos se determinó implementar los siguientes trabajos de registro, conser-
vación, restauración y protección de estos.
Limpieza general
Proceso que implicó el retiro superficial de sedimentos en la totalidad de
las superficies a intervenir, sin incidir en los componentes arquitectónicos
prehispánicos, mediante el uso de brochas de pelo suave, pinceles, bombi-
llas, cepillos de raíz, cucharillas, herramientas de dentista y suficiente agua.
Figura 8. Limpieza del núcleo de la columna este en el recinto de Altares Policromados. Foto:
Proyecto Arqueológico Tizatlán.
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Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
Registro
Se realizó: a) registro fotográfico; b) levantamiento arquitectónico de los
elementos constructivos además de la elaboración de plantas, cortes, perfiles
y alzados; y c) un mapeo de deterioros presentes. Para esto se requirió plan-
tear el trazo de retículas auxiliares dividida en unidades o cuadros de regis-
tro de 2 m por lado, alineada a los paramentos de los edificios, referenciados
con un Banco de Nivel BN, referenciado en m s. n. m.. y en coordenadas
geográficas. Este registro se hizo antes de intervenir los elementos cons-
tructivos, durante los procesos y al finalizar los trabajos de conservación.
Complementariamente con el registro gráfico, se implementó el llenado
de cédulas de unidad muraría y cedula de estructura, donde registramos
las características formales y culturales de la unidad arquitectónica. Las
primeras corresponden a medidas, sistemas y materiales constructivos,
ubicación, forma, etcétera, mientras que las segundas, contemplan tempo-
ralidad, filiación cultural, etcétera.
Limpieza profunda: eliminación de vegetación parasitaria menor-ma-
yor y colonias de microorganismos.
La supresión de yerba se inició cortando los troncos hasta su aflora-
miento del elemento arquitectónico, después se aplicó directamente a la
raíz o a la superficie del musgo un desecante natural a base de sal en grano
mezclado con alcohol de caña, en proporción 50%-50%, rociándolo en las
áreas afectadas (superficies de pisos, rellenos arqueológicos y paramentos).
En áreas más delicadas se aplicó el proceso de aspersión, utilizando agua
oxigenada. Una vez que el musgo o la raíz secaban, su eliminación fue a base
de brochuelo y escalpelo.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
Intervención de Liberación
Se suprimieron los volúmenes de tierra y escombro superficiales hasta al-
canzar el nivel de base de desplante de cimentación de muros perimetrales,
sin llegar al afloramiento de roca calcárea. El objetivo fue identificar y eva-
luar el estado de conservación de las estructuras de soporte (cimentación).
Una vez liberado y de requerirse, se restructuró la base de cimentación con
el objetivo de darle estabilidad.
Intervención de Anastilosis
Con esta técnica se intervinieron los componentes constructivos de los pa-
ramentos conservados in situ, que presentaran desplazamiento y que inmi-
nentemente fueran a derrumbarse. El proceso requirió retirar, reintegrar
y consolidar parte del relleno del núcleo posterior al área intervenida. En
las hileras de piedras calcáreas dispuestas como base de cimentación, se
eliminaron los residuos de barro degradado y con presencia de material or-
gánico. Después, se incorporaron pequeñas lajas calcáreas de 0.05 a 0.10 m,
para recalzar y lograr el nivel requerido de cada uno de los bloques pétreos
que conforman la alineación original de desplante y soporte. Finalmente,
con el objetivo de proporcionarle solidez y “amarre” a las estructuras mu-
rarías con el relleno posterior, se reintegró y consolidó con barro el núcleo
previamente retirado.
Intervención de Reintegración
Operación de cerramiento de la parte faltante de muro que consistió en colo-
car, tomando como base el sistema constructivo original, hiladas de piedras
calcáreas halladas en los derrumbes inmediatos a los muros (Figuras 9 y 10).
381
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 9. Trabajos de reintegración del acceso este y del muro norte de la Plaza 4. Foto: Proyecto
Arqueológico Tepeticpac.
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Conservación del patrimonio edificado
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Figura 10. Trabajos de reintegración del muro perimetral norte de la Terraza 14, donde hay una
torre de vigilancia. Foto: Proyecto Arqueológico Tepeticpac.
Limpieza y consolidación
Para erradicar las alteraciones biológicas se realizó la limpieza del área in-
tervenida con cepillo de raíz y suficiente agua. Posteriormente, con el uso de
herramienta manual (bisturí, cúter, instrumental de dentista y cucharilla),
se retiraron hierbas y matorrales, apartando agaves y nopales, mientras que
los árboles fueron derramados y retirados de raíz. Para la eliminación de
microorganismos (hongos), el tratamiento requirió una solución de alcohol
de caña y agua, en proporción 50%-50%, aplicándola localmente mediante
un aspersor de rocío en la parte afectada.
Para consolidar los componentes de los paramentos se utilizó una mez-
cla reversible de cal, arena y barro, en proporción 1: ½: ½, con agua. Para
el repellado y el ribeteo se utilizó un mortero de cal, arena y tepetate, en
proporción 1:2:1, mezclado con agua de nopal. Concluido el procedimiento
se aplicó baba de nopal tres veces por día.
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 12. Trabajos consolidación de elementos constructivos en la fachada sur de la Gran Plata-
forma Prehispánica. Foto: Proyecto Arqueológico Tizatlán.
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Conservación del patrimonio edificado
de Tizatlán y Tepeticpac, en el Estado de Tlaxcala
Bancos de Material
La provisión tepetate, barro, arena, xalnene, tierra y cal, que por sus carac-
terísticas fueran los apropiados y se adecuaran a las normas de restauración
observadas por el PAT para los trabajos de conservación de los elementos arqui-
tectónicos, requirieron realizar recorridos en las inmediaciones del sitio para
ubicar los bancos que contuvieran los materiales convenientes. Para ello, se co-
rroboró que: a) los bancos de material elegidos no se encontraran en o dentro de
sitio arqueológico; b) fueran materiales libres de material orgánico y cultural;
c) fueran materiales provenientes de bancos de materiales establecidos; y d) los
bancos de materiales observaran un uso racional de los mismos. En Tepeticpac
se prevé un programa de recuperación de los recursos biológicos perturbados
por la explotación del banco de arena localizado en el cerro Tenextepetl.
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 14. Estructura Sur y Basamento de Altares Policromados. Foto: Proyecto Arqueológico
Tizatlán.
Comentarios finales
La arquitectura de Tepeticpac y Tizatlán son muestra invaluable del avance
alcanzado en el conocimiento de los sistemas constructivos adaptados de
manera eficiente y funcional a su contexto natural. A pesar de la topografía
en que están emplazados y de los cinco siglos de abandono, resulta desta-
cable su estado de conservación.
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Bibliografía
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Resumen – En la época prehispánica fue muy común el cultivo de diferentes tipos de cereales
y vegetales; con base a los estudios paleoetnobotánicos hemos definido que al menos el maíz,
frijol y amaranto, fueron algunos de los principales cereales cultivados en la ciudad de Tula.
Con los análisis paleoetnobotánicos se pudieron identificar varios macro restos, los cuales nos
han permitido definir dos aspectos, en primer lugar, los posibles usos que se les pudo dar a las
plantas en época prehispánica, así como inferir los tipos de vegetación que pudieron existir en
el Valle de Tula, durante la fase Tollan (950- al 1150. d. C).
Introducción
L
a ciudad de Tula tuvo su máximo esplendor del 950 al 1150 d. C.
actualmente Tula ha sido motivo de investigación por muchas dé-
cadas desde el arqueólogo Acosta en los años setenta del siglo XX,
hasta hace algunos años. Unos de los investigadores que más han trabajado
el sitio fue Dra. Mastache, en conjunto con Dr. Cobean quienes, a través
de varias temporadas de campo, fueron acumulando diversos materiales
arqueológicos, entre éstos se colectaron cientos de muestras de tierra de los
diferentes edificios de la plaza.
Durante las temporadas del 2008 al 2012 del Proyecto Tula se comenzó
el estudio paleoetnobotánico de varias muestras de tierra con el objetivo de
obtener macro restos e identificarlos. Estos análisis han permitido conocer
los restos botánicos que se encontraban asociadas a elementos arqueológicos
provenientes de distintos edificios, en especial los ubicados en Tula Grande,
siendo la mayoría muestras de contextos de la fase Tollan (950 y 1150 d. C.)
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Resultados
El estudio de las muestras de tierra consistió en aplicar la técnica de flota-
ción para recuperar los macro restos e identificarlos. El proceso de flotación
y la identificación se realizó en un laboratorio que sé que estableció en las
instalaciones de la Zona Arqueológica de Tula, sin embargo, quiero recal-
car la participación del Biólogo Javier Hernández Olmos de la Escuela
Nacional de Antropología e Historia, quien nos apoyó con la identificación
de los macro restos.
En general, se trabajaron 747 muestras de tierra, las cuales provenían
principalmente de los edificios de Tula Grande como El Palacio Quemado,
con 25.34% de macro restos; el Edificio 4 con 46.51%; la Estructura K con
23.19% y la Pirámide C con 4.96% y logrando identificar 35 familias 62
géneros y varias especies, también se identificaron algunas esferas y otros
restos que no fueron identificadas denominadas (NI).
Las muestras estudiadas provienen de distintas elementos y hallazgos
asociados a los elementos arquitectónicos de los Edificios K, 4, del Palacio
Quemado y Pirámide C. En forma general enumeraremos de donde provie-
nen las muestras, ya que el objetivo del estudio es inferir el posible uso de
los restos botánicos en época prehispánica y no realizar un análisis de los
restos botánicos por contexto arqueológico.
Las muestras provienen de diferentes capas estratigráficas de varios
niveles y del relleno de las estructuras, muestras de fragmentos de apiso-
nados, concentraciones de ceniza en las capas estratigráficas, muestras de
tierra sobre piso y apisonado, tierra quemada, tierra del interior de tecuil,
interior de ollas y braseros, interior de columna, interior de drenaje, interior
de desagüe, tierra de cimiento, tierra asociada a vigas y asociada a cráneo,
hay una muestra del Elemento 1, del Entierro 1, del altar sur de la estruc-
tura K, muestras de tierra de la Ofrenda 1 (Disco de turquesa) y 2 (Coraza
de concha) del Palacio Quemado (BAEZ 2005, 2008; COBEAN y GAMBOA
2008; GETINO 1994, 2000; COBEAN, 1994).
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Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
Grafica 1. Grafica en la que se observa el porcentaje de macro restos identificados por edificio.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Cactaceae 1.22%
Echinocereus sp. 1.43%
Mamillaria sp. 0.20%
Cactaceae Myrtillocactus geometrizans 6.72%
Myrtillocactus sp. 0.61%
Opuntia oligacantha 0.20%
Opuntia sp. 1.43%
Cerastium nutans 0.20%
Caryophyllaceae
Cerastium sp. 0.20%
Cheno-Am 0.20%
Chenopodiaceae 0.20%
Chenopodium ambrosioides 0.81%
Chenopodiaceae Chenopodium murale 0.41%
Chenopodium sp. 3.46%
Suaeda sp. 0.20%
Lepidium sp. 0.81%
Cruciferae
Lepidium virginacum 0.20%
Cyperus esculentus 0.41%
Cyperus sp. 0.41%
Cyperaceae
Eleocharis sp. 0.20%
Scirpus sp. 0.61%
Esfera 6.11%
Acalypha indica 0.20%
Acalypha indica var. mexicana 0.81%
Acalypha sp. 0.41%
Euphorbia corollada 0.20%
Euphorbia dentata 0.61%
Euphorbia hirta 0.41%
Euphorbiaceae
Euphorbia maculata 0.41%
Euphorbia nutans 0.41%
Euphorbia prostrata 0.20%
Euphorbia sp. 7.13%
Euphorbia stictospora 0.20%
Euphorbiaceae 0.20%
394
Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
396
Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
Estudio paleoetnobotánico
Las plantas que se han identificado se encuentran asociados a varios edifi-
cios de la ciudad tolteca, lo que permite abrir una ventana al pasado y definir
cuáles eran las plantas que posiblemente fueron utilizadas por la sociedad
antigua. Para inferir cómo fueron utilizadas estas plantas, nos basamos
especialmente en fuentes históricas como el Códice Florentino, el cual esta
descrito en la obra “Historia General de las cosas de la Nueva España” −esta
es una de las referencias más antiguas del uso de plantas en México−, así
como estudios etnobotánicos actuales, en los que nos hemos apoyado para
realizar la propuesta.
De acuerdo con las fuentes históricas y los datos etnográficos, tanto
las sociedades prehispánicas como las actuales, han utilizado los recursos
bióticos para sustentar las necesidades básicas para la supervivencia, de tal
forma que nos hemos apropiado de dichos recursos y los hemos convertido
en parte de nuestras actividades cotidianas como son alimentarnos por me-
dio del cultivo y la recolecta, pescar con redes o jaulas, curar enfermedades
con plantas, fabricar instrumentos o herramientas, construir viviendas y
otras construcciones, realizar actividades rituales, entre otras.
Las plantas que fueron explotadas durante la época prehispánica son
todas aquellas ya citadas por Sahagún, sin embargo, hay que tener en cuenta
que en su obra sólo están las plantas que se llegaron a utilizar en la región
centro, de ahí que los estudios paleoetnobotánicos han permitido comple-
mentar dicha información. Los trabajos etnobotánicos nos permitirán ver
qué plantas se siguen utilizando y cuales han quedado en desuso por la
intrusión de otras plantas al país que han sido traídas de diferentes lugares.
En la siguiente Tabla se podrán observar los posibles usos que se les
daban a las plantas en la época prehispánica (P) y el uso que les dan actual-
mente (A). Desafortunadamente, no sabremos si en la época prehispánica se
utilizaron de la misma forma o de manera similar a la actual. Sin embargo,
es un cuadro en donde se puede apreciar las plantas que se utilizaban en
época prehispánica y cuales se siguen utilizando actualmente.
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arqueología
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Ceremonial o ritual
diversos artículos
Género y especie
Combustible
Comestible
Medicinal
Ornato
Forraje
Otros
AMARANTHACEAE
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Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
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arqueología
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Cyperus “coquitos” P
esculentus
Cyperus sp. “peonia”, “tulillo”, P P-A P
“aitztolin”, “caltoli”,
“caltolli”, “nacaceto-
li”, “petlatolli”, “tolia-
man”, Tolpatlactli”,
“xomali”, “itztolin”,
“tolmimilli”
Scirpus sp. “tule” P-A
Nombre Ñähñu:
kua.
EUPHORBIACEAE
Acalypha sp. “cáncer”, “hierba del P-A A
pastor”, “hierba del
cáncer”, “azcatzonte-
comatl”
Euphorbia sp. “flor de noche P-A A P-A
buena”, “hierba
de la golondrina”,
“pegahueso”, “go-
londrina”, “meme-
yal”, “cuetlaxxó-
chitl”, “memeya”,
“memealxihuitl”,
Tletlemaitl”
FABACEAE
Arachis hypogea “cacahuate” P-A
Acalypha sp. “chipilli” P
Euphorbia sp. “uña de gato” P-A A
Nombre Ñähñu:
xaxhni
Phaseolus sp. “ayocotli”, ayecotli”, P P
“aiecotli”, “cimatl”
Phaseolus “frijol” y “ejote”, P-A P P
vulgaris “cuajil o cuajetl”,
“etle”, “frisol”, ejote o
vaina de frijo verde
“éxoltl”,”etenquiltl”
Nombre Ñähñu:
yä ju
400
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402
Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
STERCULIACEAE
Theobroma “cacao”, “cacaoa- P P
cacao quauitl”
URTICACEAE
Urtica “ortiquilla” P-A
chamaedryoides
Tabla 2. Cuadro en que se muestran los posibles usos que se les dieron a las plantas en época pre-
hispánica y los usos que se les dan actualmente en comunidades Ñähñu, del Valle del Mezquital.
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Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
Myrtillocactus “garambullo”. Es para las nubes en los ojos, se utiliza el fruto, el cual se
geometrizans, Nombre Ñähñu: exprime el jugo y se aplica de manera local directamente
Myrtillocactus sp. Bast’ä; flor de en el ojo (PÉREZ y OTROS, 2003).
garambullo=
doní’bast’ä.
Opuntia “Xoconostle”. Esta planta cura la tos y la diabetes, se utiliza el tallo y
oligacantha Nombre Ñähñu: el fruto, este se macera en miel o se licua en agua y se
ixcähä. ingiere en forma oral (PÉREZ y OTROS, 2003)
Opuntia sp., “nopal”, “tlatoc- La penca descortezada y molida, la beben las mujeres
Opuntia nochnopalli”, que no pueden parir o para que se les volteara el niño
amyclaea “coznochno- y se enderece, sin embargo, pueden durar dos o tres
palli”, “tuna”, o días. Es para la ulcera, la diabetes y para prevenir
“nopalli”. el reumatismo. La raíz sirve para las fracturas.
Nombre Ñähñu: (MARTÍNEZ, 1969; SAHAGÚN, 2002; GONZÁLEZ,
tuna= xät’ä; 2010b).
tuna blanca = Actualmente se utiliza para el control de la diabetes
dokjä; tuna roja (GÓMEZ, 2015).
grande= thengä
dokjä.
CHENOPODIACEAE
Chenopodium “epazote”, “ipa- Se usan las hojas y las inflorescencias, contra la cólera
ambrosioides zote”, “epazotl”, o mal de San Vito, como emenagogo y antihelmíntico;
“epazote mora- usado en infusión excita poderosamente el sudor, la
do”. orina y el menstruo cuando está detenido por atonía
del útero. Sirve contra la disentería e inflamaciones. La
planta corrobora el pecho a los asmáticos. El cocer la
planta ayuda a la digestión, la raíz detiene las canaras de
sangre y lavándose la boca atenúa el dolor de dientes,
cuando el mal no procede, resuelve las ventosidades.
El cocimiento de las raíces quita las inflamaciones,
de regiones cálidas o templadas. Ésta cura el dolor
de estómago y los parásitos intestinales, se utilizan
las ramas, con las que se hace infusión y se ingiere de
forma oral. Con esta planta hacen buches y es sana
(SAHAGÚN, 2002; MARTÍNEZ, 1969; SÁNCHEZ,
1980; BAYTELMAN, 1993; PÉREZ y OTROS, 2003).
Chenopodium “Epazote de zo- Es para las lombrices y parásitos, bronquitis, pulmonía y
graveolens rrillo”, “shoño” cólicos, se toma en té. Esta cura la tos, el dolor de pecho,
Nombre Ñähñu: es para los nervios, se utilizan las ramas para hacer una
xäñ’äí. infusión o jarabe (PÉREZ y OTROS 2003; GONZÁLEZ,
2010, 2010b).
Chenopodium “hirdiondilla” o Cura la calentura, se utilizan las ramas se hace infusión y
murale “quelite cenizo” se ingiere en forma oral (PÉREZ y OTROS, 2003)
CRUCIFERAE
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Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
Phaseolus sp. “ayocotli”, Aye- Es para el romadizo de los niños recién nacidos, se
cotli”, “aiecotli”, utiliza el zumo de la raíz (SAHAGÚN, 2002).
“cimatl”.
Prosopis “Mezquite”. Del mezquite y el huizache apestoso se utiliza la resina
laevigata Nombre Ñähñu: o la corteza del árbol para hacer una infusión y se unta
t’ähi; flor de mez- en el vientre a los niños que se orinan o tienen control
quite= do’nthí. (Comunicación personal de Pascual Correa, habitante de
Tula, Hidalgo, 2011)
FAGACEAE
Quercus sp. “Encino”, Con la madera sirve para curar el dolor de cintura
“auatetzmolli”, y macizar la dentadura, se utiliza el tallo para hacer
“tetzmoli”, “quau- infusión y se aplica de manera cutánea localmente.
htepuztli”. Se utilizaba para las enfermedades de la cabeza como
horquilla, caspa, también para la toba o sarro de los
dientes, se utiliza la corteza molida (PÉREZ y OTROS
2003; SAHAGÚN, 2002).
GRAMINEAE
Cynodon sp. “acacahitztli”, Se considera antidiarreico, diurético, para curar verrugas
“zacate inglés”, (MEJÍA y DÁVILA, 1992: 99).
“pasto estrella”,
“grama”, “pata
de gallo”, “zacate
bermuda”, “gra-
milla”, o “zacate
agrarista”.
Zea mays “maíz”, “elote”, Ésta cura la oleína, estearina y palmitina; y los cabellitos
“quappachcintli”, de elote sirven como diurético. Se usa para dar baños
“cintli”, “centli”, con el agua de las hojas cocidas. Para el rostro abohetado
“xochicintli”, e inflamado se toma el atole de los granos. Para las
“tzatzapalli”. ampollas de la lengua y para la fiebre se come la pasta
Nombre Ñähñu: del maíz, para las cámaras de materia blanca se comen
cabello de elote= los granos hechos en tortillas tostadas, las mazorcas
xingri. quemadas y hechas polvo para las hinchazones de
huesos desconcertados. También cura los riñones, se
utiliza la flor para hacer infusión, esta se ingiere en
forma oral. (MARTÍNEZ, 1959: 383; SAHAGÚN, 2002;
VELA, 2011; PÉREZ y OTROS, 2003).
LABIATAE
407
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Salvia sp. “chía”, “gober- Sirve para el estreñimiento, la raíz cocida es para la bilis.
nadora”, “chian”, También sirve para la correncia (diarrea) y se prepara
“chiantzotzotl”, cruda molida, se come tanto la pasta como el zumo; en el
“chichientic”. caso de las mujeres que no pueden parir, se usa la semilla
molida en agua y tomada; sirve para los que escupen
sangre y tienen tos, para esto se utiliza la raíz cruda, la
cual se muele y así se toma. La chiantzotzotl sirve para la
correncia (diarrea) se utiliza la semilla cosida y tomada
en atole. El chichientic sirve para los que se purgaron
y usa la planta (SAHAGÚN, 2002; MARTÍNEZ, 1969,
1959).
ONAGRACEAE
Oenothera “tenalxihuil”, Para curar la calentura se utilizan las ramas en infusión
pubencens “cólica o reina de que se aplica cutáneamente de manera local (PÉREZ y
la noche” OTROS, 2003).
Oenothera sp. “hierba de San- La planta cocida sirve para la inflamación y dolores).
tiago” o “azpan”. También sirve para las asperezas del rostro, la hierba
cocida se aspira en balos, y el zumo de la planta se unta
(MARTÍNEZ 1969: 434; SAHAGÚN, 2002).
OXALIDACEAE
Oxalis “agritos”, “xoco- La raíz es para el dolor de estómago; la raíz en polvo se
corniculata yole”, “jocotoles”, pone como gotas para los ojos; la raíz molida en agua
“quauhxoxocoyo- se suministra vía anal, para los excesos sexuales, para el
li”, “miccaxoxo- miembro sexual dañado y el estreñimiento (SAHAGÚN,
coyoli”, “xoxoco- 2002; PÉREZ y OTROS, 2003).
yoltic”, “xocoyol
o rabanitos”.
Oxalis sp. “texoxocoyoli”, El texoxocoyoli es medicinal. Se utiliza la planta molida
“xoxocoyolcue- para bajar las inflamaciones; también sirve para las
cuepoc”, “xoxo- mujeres y hombres que han tenido acceso sin estar sanas,
coyolhuiuila”, para esto se toma la raíz molida y se aplica; también
“xoxocoyoli”. sirve para desinflar el estómago si tiene una postema en
su interior; el xoxocoyolcuecuepoc cura los pies gordos y
redondos; la hierba se come cocida (ESTRADA, 1989)
PAPAVARACEAE
408
Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
409
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
410
Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
empleaban en época prehispánica y actualmente en comunidades Ñähñu, del Valle del Mezquital.
Consumo alimenticio
En cuanto a las plantas comestibles y la referencia de cómo se preparaban
en la época prehispánica, las cita Sahagún, sin embargo, los trabajos etno-
botánicos, en especial el realizado en el Valle del Mezquital, Hidalgo, hecha
por Pérez y Otros (2003) y en la Sierra Otomí Tepehua en Hidalgo (GÓMEZ,
2015), nos permitirá ver qué plantas que se siguen utilizando y cuales ya
han dejado de ser consumibles.
411
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
ASTERACEAE
Heliantus sp., Nombre común: “maíz Se comen las semillas (SAHAGÚN, 2002).
Helianthus annuus de Texas” o “girasol”, Actualmente de las semillas se comen y se extrae aceite
“chimalácatl”, “tonal- y comestibles (MARTÍNEZ, 1969: 212). La semilla se
chichicaquilitl”. puede comer cruda o tostada (PÉREZ y OTROS, 2003).
Nombre Ñähñu:
yendri.
CACTACEAE
Echinocereus sp. Nombre común: Actualmente el fruto se come (GONZÁLEZ, 2010a)
“Pitaya”
Nombre Ñähñu: Koua,
zixju; flor de kuua=
donikoua.
Ferocactus latispinus Nombre común: Es comestible (SAHAGÚN, 2002). Actualmente se
“biznaga de borracho”, consumen los frutos crudos (PÉREZ y OTROS, 2003).
“cuerno”, “teocomitl”.
Nombre Ñähñu:
biznaga con fruto co-
mestible= thu’mnxi.
Mamillaria sp. Nombre común: “Biz- Actualmente se consumen los frutos crudos (PÉREZ y
naga de chilitos” OTROS, 2003).
Nombre Ñähñu: chili-
tos= zi ñ’i
Myrtillocactus Nombre común: Actualmente se consume el fruto fresco o seco y la
geometrizans, “garambullo”. flor (MARTÍNEZ, 1959: 94 y SÁNCHEZ, 1980: 270,
Myrtillocactus sp. Nombre Ñähñu: Bast’ä; RZEDOWSKI, 1985 Vol. II: 120). Las flores suelen
flor de garambullo= comerse capeadas, al vapor, guisadas y en quesadillas,
doní’bast’ä. el fruto se come crudo o se licuan para preparar agua
fresca o en mermelada (PÉREZ y OTROS, 2003).
Opuntia oligacantha Nombre común: “Xo- Actualmente el fruto se consume crudo o como
conostle”. condimento en algunos guisados (PÉREZ y OTROS,
Nombre Ñähñu: 2003).
ixcähä.
Opuntia sp., Opuntia Nombre común: “no- El fruto es comestible, las pencas se comen cocidas o
amyclaea pal”, “tlatocnochnopa- crudas molidas en agua (SAHAGÚN, 2002).
lli”, “coznochnopalli”,
“tuna”, o “nopalli”.
Nombre Ñähñu: tuna=
xät’ä; tuna blanca =
dokjä; tuna roja gran-
de= thengä dokjä.
CHENOPODIACEAE
412
Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
Chenopodium Nombre común: “El epazotl o hierba olorosa” es acre, olorosa y calorífica
ambrosioides “epazote”, “ipazote”, en tercer grado es comestible crudo y agrada a las
“epazotl”, “epazote comidas. (SAHAGÚN, 2002).
morado”. Actualmente se usa como condimento y antihelmíntico
(RZEDOWSKI, 1979 Vol. I: 140; BAYTELMAN, 1993:
108). Se consumen las ramas como condimento, en
quesadillas, en tortas capeadas rellenas con queso
(PÉREZ y OTROS, 2003).
CYPERACEAE
Cyperus esculentus “coquitos”. Actualmente se come el tallo crudo.
Cyperus sp. Nombre común: Es comestible las flores cocidas y la raíz molida en
“peonia”, “tulillo”, tortillas. (SAHAGÚN, 2002).
“aitztolin”, “caltoli”,
“caltolli”, “nacacetoli”,
“petlatolli”, “toliaman”,
Tolpatlactli”, “xomali”,
“itztolin”, “tolmimilli”.
FABACEAE
Arachis hypogea Nombre común: Actualmente La semilla es comestible y se consume
“cacahuate”. cruda, tostada o con sal (PÉREZ y OTROS, 2003).
Phaseolus sp. Nombre común: Se come la raíz en guisos (SAHAGÚN, 2002).
“ayocotli”, Ayecotli”,
“aiecotli”, “cimatl”.
Phaseolus vulgaris Nombre común: “fri- Para consumo se cortan las vainas tiernas o exotl y se
jol” y “ejote”, “cuajil o preparaban; también se consumían las semillas maduras
cuajetl”, “etle”, “frisol”, en vaina, se molían cocidas o crudas, las semillas de
ejote o vaina de frijo frijol se llegaban a almacenar para las sequías; también
verde “éxoltl”,”eten- era un alimento que se llegaba a ofrendar; el etenquilitl
quiltl”. se comía la hierba cocida (SAHAGÚN, 2002).
Nombre Ñähñu: yä ju. Actualmente es comestible (MARTÍNEZ, 1959: 260;
ESTRADA, 1989: 49 y RZEDOWSKI y RZEDOWSKI,
1990 Vol. III: 410). Se consume la flor capeada, al
vapor, guisada y el fruto hervido, guisado o en ensalada
(PÉREZ y OTROS, 2003).
Prosopis laevigata Nombre común: Es comestible la flor capeada, al vapor o guisadas, los
“Mezquite”. frutos se hierven, se guisan o en ensalada (SAHAGÚN,
Nombre Ñähñu: t’ähi; 2002).
flor de mezquite=
do’nthí
GRAMINEAE
413
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Zea mays Nombre común: Se utilizaban varias partes de la planta, para preparar
“maíz”, “elote”, “qua- diferentes tipos de comidas. Se utilizaba para hacer
ppachcintli”, “cintli”, tamales, molli, empanadas o bebidas como puchas
“centli”, “xochicintli”, o mazamorras. El maíz se consumía y se prepara de
“tzatzapalli”. diferentes maneras como en tortillas; otra forma de
Nombre Ñähñu: cabe- preparar era como panecillos alargados “tlaxcalmimilli”;
llo de elote= xingri. también hacían tamales de muchas formas. Otra forma
era hacer el maíz en especies de empanadas como la
“totolnacaquimilli”. El maíz se consumía tierno “xilot”,
ya se crudo o cocido. También había una bebida que se
hacía con harina que llamaban puchas o mazamorras.
Las mazorcas o el puro grano del maíz se llegan a
almacenar para la época de sequías (SAHAGÚN, 2002;
VELA, 2011).
Actualmente se come, la mazorca madura, los granos
se comen en tortilla, atole, tamales, pozole, pinole, maíz
tostado adulterar el café, pozol, tesgüino y la mazorca
tierna se consume hervida, tostada, en esquites; los
tallos de la caña de azúcar; se aprovecha el hongo que
les sale a las mazorcas - cuitlacoche- para venderlo
como alimento (MARTÍNEZ, 1959; MEJÍA y DÁVILA,
1993). Se consumen los tallos, la flor y el fruto, los tallos
se pelan y se mastican, las flores masculinas se tuestan y
se preparan gorditas (PÉREZ y OTROS, 2003).
LABIATAE
Salvia sp. Nombre común: Se come la semilla tostada y se mezcla con miel, o las
“chía”, “gobernadora”, semillas se prepara atole (SAHAGÚN, 2002).
“chian”, “chiantzotzotl”,
“chichientic”.
LILIACEAE
Yucca sp. Nombre común: Se consume las flores cocidas (SAHAGÚN, 2002).
“iczotl”.
OXALIDACEAE
Oxalis corniculata Nombre común: Se come crudos el tallo y las hojas (SAHAGÚN, 2002;
“agritos”, “xoco- PÉREZ y OTROS, 2003).
yole”, “jocotoles”,
“quauhxoxocoyoli”,
“miccaxoxocoyoli”,
“xoxocoyoltic”, “xoco-
yol o rabanitos”.
Oxalis sp.; Oxalis stricta Nombre común: La hierba se come cocida (SAHAGÚN, 2002).
“texoxocoyoli”,
“xoxocoyolcuecuepoc”,
“xoxocoyolhuiuila”,
“xoxocoyoli”.
414
Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
POLYGONACEAE
Rumex sp. Nombre común: “len- Actualmente se consumen las ramas en mole de olla
gua de vaca”. (PÉREZ y OTROS, 2003).
PORTULACACEAE
Portulaca oleracea; Nombre común: “ver- La planta es comestible en forma cocida o cruda
Portulaca mexicana; dolaga”, “itzmiquitl”, (SAHAGÚN, 2002).
Portulaca sp. “iztaquilitl”, “verdo- Actualmente se siguen consumiendo las ramas, y se
laga”. pueden comer crudas, hervidas guisadas o en ensaladas
(SÁNCHEZ, 1980, RZEDOWSKI, 1979 Vol. I: 168,
PÉREZ y OTROS, 2003)
SOLANACEAE
Physalis philadelphica Nombre común: Los frutos son comestibles (Sahagún 2002). Es
“tomate”, “miltomates”, comestible, este se muele y se mezcla con chill y se hace
“miltómatl”, “tómatlq” una salsa y les dan sabor a los alimentos y estimula
el apetito (HERNÁNDEZ lib V, cap I, retomado de
VELA 2010). Actualmente se sigue consumiendo
(RZEDOWSKI, 1985 Vol. II: 327).
Physalis sp. Nombre común: Es comestible el fruto y la raíz cocida o asada (Sahagún
“tepetómatl”, “tomate”, 2002).
“xaltómatl”, “coyototo-
matl”, “coztomatl”.
Solanum nigrescens Nombre común: “hier- Las hojas, los frutos son comestibles (MARTÍNEZ,
ba mora” o “chichi- 1969; SÁNCHEZ, 1980: 350). Se come el fruto crudo
quelite”. (Pérez y otros PÉREZ y OTROS, 2003).
STERCULIACEAE
Theobroma cacao Nombre común: “ca- También se comen las semillas molidas y se combinaba
cao”, “cacaoaquauitl”. con otros platillos (SAHAGÚN, 2002).
Tabla 4. Cuadro en que se muestran las planta que se utilizaron como alimento y el cómo se
preparaban en época prehispánica y como se preparan actualmente en comunidades Ñähñu, del
Valle del Mezquital.
Tipos de vegetación
Se identificaron plantas que reflejan los diferentes tipos de vegetación y
ambientes que pudieron existir en el Valle de Tula durante la fase Tollan.
Algunas permiten inferir las actividades agrícolas de la época prehispánica
y otras el medio ambiente que pudo existir. En el caso de las plantas que nos
permiten determinar la existencia de actividades agrícolas, son las plantas
que crecen en ríos, arroyos y/o canales, asociadas a áreas húmedas (áreas
anegadas anexas a los ríos o arroyos). En este caso Mastache (1976) reporta
la presencia de canales, que funcionaron para regar los campos de cultivo
que se encontraban aledaños al lecho del rio, proponiendo que pudo exis-
415
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Consideraciones
Con los análisis paleoetnobotánicos se pudieron identificar varios macro
restos, los cuales nos han permitido definir dos aspectos: en primer lugar,
los posibles usos que se les pudo dar a las plantas en época prehispánica y
segundo, inferir los tipos de vegetación que pudieron existir en el Valle de
Tula en la fase Tollan (950- al 1150. d. C). Sin embargo, cabe señalar que
todavía quedan varias líneas por trabajar, ya que estos datos son sólo el
ápice de lo todavía se pueden investigar.
416
Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
418
Estudio de los restos paleoetnobotánicos de la ciudad de Tula
419
421
ÁMBAR Y HULE EN EL
INTERIOR DEL TLALOCAN,
TEOTIHUACÁN: SECRECIONES
VEGETALES SAGRADAS
Introducción
D
esde el inicio de su existencia en la faz de la Tierra, los indivi-
duos del género Homo se han servido de los organismos del reino
Plantae no sólo como fuente de nutrientes, sino también como
materia prima para vestirse, calzarse, procurarse refugio, elaborar herra-
mientas y utensilios. Asimismo, el hombre descubrió de manera empírica las
propiedades bioquímicas de muchos vegetales y aprendió a aprovecharlas
en beneficio de su salud y bienestar. En el plano de lo místico y lo religioso,
las plantas y sus productos también jugaron un papel relevante en las so-
ciedades antiguas.
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Secreciones vegetales
A lo largo del tiempo geológico, como parte del proceso de evolución adap-
tativa, varias familias botánicas desarrollaron la presencia de tejidos secre-
tores de diferentes tipos de metabolitos que actuaran como cicatrizantes o
restauradores de heridas que evitaran la pérdida de líquidos o la entrada
de organismos patógenos, mediante la formación de barreras físicas aná-
logas al tejido costroso que generan las plaquetas de la sangre humana.
Adicionalmente, esos fluidos pueden contener sustancias que resultan no-
civas o tóxicas para otros seres vivos, desalentando u obstaculizando la
herbivoría.
Ambos mecanismos de defensa otorgan a las especies vegetales que los
poseen, ventajas adaptativas para su supervivencia y permanencia en los
ecosistemas en que habitan.
Aunque la composición química de esas secreciones es muy compleja
y variada, todas ellas poseen como elementos constitutivos inmutables al
carbono, al hidrógeno y al oxígeno, unidos en forma de largas cadenas co-
nocidas como polímeros.
La presencia de otros elementos químicos y el arreglo molecular que
tienen, dan como resultado una gran variedad y tipos de secreciones con ca-
racterísticas y propiedades particulares, muchas de las cuales, desde épocas
pretéritas, el ser humano descubrió y aprendió a utilizar con diferentes fines.
Tal es el caso de las resinas y derivados como el ámbar y de las lacto-
resinas como el hule, fitopolímeros que pueden ser encontrados de manera
ocasional en contextos arqueológicos particulares.
Ámbar
Se trata de un material gemológico vítreo, resultado de la fosilización de las
resinas de algunas especies de plantas pertenecientes entre otras, a las fa-
milias botánicas pinácea y fabácea. El polímero está formado por terpenos,
azúcares, alcoholes y ácidos orgánicos.
Para México y Mesoamérica, la única región en la que se han encon-
trado yacimientos de esta gema de origen orgánico está enclavada en las
montañas del norte del estado de Chiapas.
422
Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Hule
Denominado también caucho, el hule o ulli es un hidrocarburo olefínico (con
dobles enlaces carbono-carbono) formado por largas cadenas de compuestos
lipídicos insaponificables llamados isoprenos.
Estas micropartículas poliméricas se encuentran dispersas coloidal-
mente en un medio acuoso que en conjunto recibe el nombre de látex, el
cual es secretado por las células lactíferas de varios miles de especies vege-
tales de entre casi medio centenar de familias botánicas como: Moraceae,
Asteraceae, Euphorbiaceae, Convolvulaceae, Sapotaceae, Asclepiadacea,
Apocynaceae y Papaveraceae.
Además de isoprenos y agua, la secreción lechosa puede contener can-
tidades variables de carbohidratos, azúcares, proteínas, alcaloides, ácidos
grasos, ceras, resinas, taninos y sales minerales.
Tanto la proporción de hule en el látex como sus cualidades adhesivas
y mecánicas son variables en las diferentes especies y poblaciones vegetales
y aun en cada individuo, dependiendo entre otros factores de la edad de la
planta y de las condiciones ambientales en las que se desarrolla.
423
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Para México, las especies de cuyo látex se puede obtener hule en canti-
dad y calidad suficientes para explotación productiva son fundamentalmente
dos: Castilla elastica Sessé ex Cerv., conocida comúnmente como árbol del
hule o ulquahuitl y Parthenium argentatum A. Gray, llamada vernácula-
mente guayule, hierba del hule o afinador.
Como una paradoja de la naturaleza, los hábitats y requerimientos eco-
lógicos de ambas especies huleras son totalmente opuestos.
Mientras que Castilla elastica es un árbol perteneciente a la familia
botánica Moraceae que prospera en las regiones tropicales húmedas y su-
bhúmedas de las vertientes del Golfo y del Pacífico como parte de los ele-
mentos florísticos de los bosques tropicales perennifolio, subperennifolio y
subcaducifolio (VÁZQUEZ et al, 1999: 187-188; REZEDOWSKI, 1978: 187),
Partenium argentatum es un arbusto de la familia Asteracea o compues-
ta, común en los matorrales xerófilos y pastizales semidesérticos de las
zonas áridas del norte de México y suroeste de Texas, dentro de la ecozo-
na conocida como Desierto Chihuahuense (VÁZQUEZ et al, 1999: 40-44;
VELÁZQUEZ, et al, 1978: 41-43; REZEDOWSKI, 1978: 242 y 254).
Del lado del Golfo, las poblaciones C. elastica se distribuyen desde el
norte de los estados de Puebla y Veracruz y sur de Tamaulipas y San Luis
Potosí, hasta la Península de Yucatán. En la vertiente pacífica mexicana, la
especie se encuentra desde Sinaloa hasta Chiapas, pero se extiende por todo
centroamérica, hasta Nicaragua (VÁZQUEZ et al, 1999: 187-188).
Por su parte, el área de distribución de P. argentatum comprende
el norte de la Mesa Central Mexicana, incluyendo parte de los estados de
Coahuila, Chihuahua, Durango, Nuevo León, Zacatecas, Querétaro y San
Luis Potosí (VÁZQUEZ et al, 1999: 40-44).
Igual de contrastante que las diferencias en condiciones climáticas en
que se desarrollan ambas especies, lo es la forma de explotación de estas
para la extracción del látex.
En el caso C. elastica, la secreción lechosa se obtiene drenándola a
través de cortes hechos al tallo del árbol, siendo recibida y colectada en
algún tipo de cuenco.
Recién emanado del árbol, el látex es un líquido blanco y viscoso. Al
paso del tiempo, la evaporación del agua y los fenómenos de oxidación quí-
mica y biológica que sufre la secreción al contacto con los contenidos del
aire, producen un descenso del potencial de hidrógeno, originalmente cir-
cumneutro, que trae aparejada la neutralización de las cargas eléctricas de
las partículas coloidales, anulándose las fuerzas repulsivas entre ellas.
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Hallazgos en Teotihuacán
Globo de ámbar
En mayo de 2012, la Dra. Julie Gazzola llevó al Laboratorio de
Arqueobotánica de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico,
un elemento globular, ligeramente piriforme y hueco, recuperado en una
ofrenda de la unidad de excavación 5, capa V, del Túnel Tlalocan (Figura 1).
Figura 1. Elemento globular piriforme con cinco perforaciones circulares, recuperado en el Túnel
Tlalocan, Teotihuacán (Proyecto Tlalocan, dirigido por el arqueólogo Sergio Gómez). Fotografía de
José Luis Alvarado.
426
Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Figura 2. Tapa de concha, circular perforada, de poco más de un centímetro de diámetro, que
obturaba el orificio más grande del objeto piriforme. Fotografía de José Luis Alvarado.
La arqueóloga refirió que antes de ser retirado del sitio del hallazgo, el
objeto estaba recubierto con una capa de estuco con cinabrio, pero que al
ser modificadas las condiciones micro ambientales en las que se encontraba,
la cubierta calcárea se desprendió totalmente.
La pieza tiene un diámetro ecuatorial de 47.98 mm y posee cinco perfo-
raciones, una de las cuales, ubicada en la parte más plana, en lo que podría
corresponder a la base, mide 10.62 mm y está provista de una tapa pequeña
perforada, elaborada en concha (Figura 2).
Muy homogéneas en forma y tamaño, las otras cuatro perforaciones
tienen un diámetro de 5.18 mm, lo que prácticamente representa la mitad
de la medida del orificio basal. Su distribución en el cuerpo del glóbulo es
por pares, uno en la porción ecuatorial y el otro hacia el extremo apical.
Bajo el microscopio estereoscópico, fue posible observar restos del es-
tuco referido por la arqueóloga, únicamente en el borde interior de las per-
foraciones, pero nada de él en el resto del objeto (Figura 3). La reacción de
efervescencia con ácido clorhídrico al 10% confirmó su constitución calcárea.
427
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 3. Restos de estuco en el borde interior de una de las perforaciones. Sobre la superficie
exterior, se observa también la presencia de pequeñas placas de sección poligonal irregular con
aspecto vítreo. Fotografía de José Luis Alvarado.
Figura 4. Iluminación de la esférula, con una fuente de luz colocada sobre una de las perforacio-
nes. Pareciera que el objeto, tuviera fuego en su interior. Fotografía de José Luis Alvarado.
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 6. Grano de polen de Hymenaea hallado en el ámbar del glóbulo arqueológico. Se trata
de una mónada isopolar, tricolporada, con poros circulares. Fotografía de José Luis Alvarado.
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Figura 7. Una esfera de cera de Campeche es lardeada con mucílago de nopal y recubierta con
cristales de ámbar molido. Posteriormente, se reviste con una argamasa de cal. Fotografía de José
Luis Alvarado.
431
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Figura 10. Elemento arqueológico de aproximadamente 30 cm de diámetro y 6 kg de peso, de don-
de procedieron los fragmentos para el análisis arqueobotánico. Fotografía de José Luis Alvarado.
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Figura 11. Residuo negro y pegajoso que resultó de la quema de uno de los pequeños fragmentos
que se desprendió de la gran masa blanquecina. Fotografía de José Luis Alvarado.
Figura 12. Avivamiento de la flama cuando el fragmento se quema con la llama de una lámpara de
alcohol, denotando su naturaleza orgánica. Fotografía de José Luis Alvarado.
433
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Significado
Tan atractivo como caracterizar biológicamente los materiales arqueológicos
orgánicos recuperados en las excavaciones, lo es también la presentación
de propuestas sobre su posible significado o interpretación simbólica en el
contexto arqueológico. Tradicionalmente esta lectura es desarrollada por
arqueólogos, antropólogos sociales o etnohistoriadores, pero raras veces
por especialistas de otras disciplinas coadyuvantes, como sería el caso de
las derivadas de las Ciencias Naturales. Aunque el simple intento de hacerlo
puede acarrear críticas y discrepancias por parte de algunos antropólogos
ortodoxos, lo cierto es que el verdadero quehacer científico lo permite, jus-
tifica y valida, máxime si las propuestas derivan del conocimiento adquirido
durante más de treinta y cinco años de experiencia en la materia.
También puede ser motivo de disentimiento académico, el valerse de
fuentes etnohistóricas para apuntalar el posible uso ritual de ciertos ma-
teriales botánicos en épocas tan pretéritas para las cuales no hay ningún
tipo de evidencia escrita.
Sobre este último aspecto se puede aducir, por un lado, que muchos de
los rituales de adoración hacia las diferentes divinidades prehispánicas se
originaron con el inicio de las primeras civilizaciones y fueron heredados
a las subsecuentes, es decir, no son prácticas exclusivas de las culturas que
existieron poco antes de la conquista española. Por otro lado, tampoco es
ajeno a los propios arqueólogos el tomar como referencia los escritos de los
cronistas españoles para apuntalar hipótesis planteadas para sitios arqueo-
lógicos que datan incluso del Preclásico o Formativo (SERRA PUCHE, M.C.
y J.C. LAZCANO ARCE, 2016: 153-186).
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Apozonalli
En el caso del ámbar, la pieza con mayor antigüedad cronológica registrada
hasta la fecha fue encontrada en 1943 por Philip Drucker en el Complejo
“A”, montículo A-3 de La Venta, Tabasco, (DRUCKER, 1952: 72; GILLESPIE,
2010: 26).
Druker la catalogó como un pendiente sin perforación, piriforme, de
45 mm de largo por 15 mm de diámetro mayor, fechándola dentro de la fase
IV del sitio olmeca, es decir entre ca. 900-500 a. C., correspondiendo en-
tonces al Preclásico Medio (DRUCKER, 1952: 72; GILLESPIE, 2010: 1 y 26).
Informes de excavaciones arqueológicas en sitios mayas, con tempora-
lidades desde el Clásico Temprano hasta el Postclásico Tardío, esto es entre
200 d. C. a 1521 d. C., refieren la recuperación de objetos diversos elaborados
con ámbar: orejeras, narigueras, pendientes, cuentas y anillos.
Como era de esperase, en varios sitios de la geografía chiapaneca ha
habido hallazgos de piezas arqueológicas elaboradas con esta gema. Tal es
el caso del sitio Lagartero, para el cual, en el año 2010, en el Laboratorio de
Arqueobotánica de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico, se
identificó como ámbar la materia prima con la que fue elaborada una posible
orejera (XELHUANTZI-LÓPEZ, 2010).
Oaxaca también tiene evidencias de objetos prehispánicos manufac-
turados con la resina fósil, siendo ocho orejeras y un collar de 29 cuentas
con pinjante en forma de cabeza de pato, recuperados por Alfonso Caso en
la célebre Tumba 7 de Monte Albán, los más destacados (CASO, 1969: 154
y 158).
Pero los hallazgos de piezas arqueológicas de ámbar indican que la
gema no sólo viajó de las tierras altas de Chiapas a sus zonas circunvecinas
o al sureste mesoamericano, sino que de igual forma fue llevada hasta la
Cuenca de México en el Altiplano Central.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Figura 13. Representación pictórica del apozonalli (CÓDICE FLORENTINO, 1577: 207).
Figura 14. Representación pictórica del minado o extracción del apozonalli (CÓDICE FLOREN-
TINO, 1577: 207).
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Tanto el proceso de extracción de la resina fósil como los iconos de las va-
riedades quetzal apoçonalli e iztac apoçonalli vienen ilustrados también
en la foja 207 (359) del Códice Florentino (Figura 14).
De la imagen del minado, hay que destacar que el pictograma del ámbar
está representando concretamente al de color amarillo, coztic apozonalli, ya
que la piedra al pie de la montaña del fondo tiene en su interior una flama,
así como la proyección superficial de seis lengüetillas de fuego que aluden
a su facultad de arder y resplandecer (ver Figura 4).
Esta información recogida por el religioso franciscano deja ver que,
para las sociedades prehispánicas, el apozonalli debió tener significados
metafóricos múltiples.
438
Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Figura 15. Cuando al glóbulo de ámbar arqueológico se le hace pasar un haz de luz por alguno
de sus orificios, se ilumina de tal forma que pareciera tener fuego en su interior, generando una
imagen similar a la del pictograma del Códice Florentino que ilustra el minado de la gema y que
coincide con la descripción que de la misma, hiciera Fray Bernardino de Sahagún: “Cuando se
examina con cuidado es como si pequeñas centellas volaran continuamente de él, es como si
una llama de fuego estuviera dentro de él. Su flama parece como una tea, una candela, muy
maravillosa. Y es tan maravillosa que cuando se coloca juntamente con una tea, con una candela,
absorbe el fuego. También resplandece y arde” (LOWE, 2005: 61 y 64). Fotomontaje del Códice
Florentino, 1577, p. 207.
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
3.- Todos estos dizques están en un llano y que a la hora que sale el
sol, alzaban voces y daban grito golpeando las rodelas, y el que tiene
rodela horadada de saetas por los agujeros de la rodela mira al sol,
y el que no tiene rodela horadada de saetas no puede mirar al sol
(SAHAGÚN, 1999: 208).
Así pues, el tapón de molusco bien pudiera ser esa rodela con mirilla a tra-
vés de la cual su poseedor puede observar desde el interior de su morada
fúnebre.
Otra característica privativa del Tlalocan es la de ser un vergel. Sahagún
cuenta:
La otra parte donde decían que se iban las ánimas de los difuntos es
el paraíso terrenal, que se nombra Tlalocan, en el cual hay muchos
regocijos y refrigerios, sin pena ninguna; nunca jamás faltan las ma-
zorcas de maíz verdes y calabazas y ramitas de bledos y ají verde y
jitomates y frijoles verdes en vaina y flores (SAHAGÚN, 1999: 207).
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
[…] Y así decían que en el paraíso terrenal que se llama Tlalocan había
siempre jamás verdura y verano (Ídem, p. 208).
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Figura 16. Nappatecutli, dios de las juncias, divinidad capaz de desdoblarse en los cuatro dio-
ses-poste que sostenían el cielo, productora de agua y hacedora de petates. El tlaloque exhíbe en
su atuendo, marcas en forma de equis que aluden al ulli. Códice Florentino, 1577, p.12.
Figura 17. Tláloc sosteniendo en su mano izquierda un escudo con una flor cuadripétala, el quin-
cunce que alude al lugar de surgimiento de los pueblos, al centro del mundo y al corazón de la
tierra. Códice Florentino, 1577, p. 10.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Ulltelolotli
No menos fascinante que el complejo entramado simbólico mesoamericano
del apozonalli, lo es el del ulli.
Como se mencionó párrafos atrás y al igual que para el caso del ám-
bar, los objetos arqueológicos de hule más antiguos que se han recuperado
pertenecen al preclásico olmeca, con fechas radiocarbónicas de ca 1600
a. C. (ORTIZ, et al, 1997: 46). Se tratan de una docena de pelotas macizas
de entre 8 y 20 cm de diámetro, halladas en el Cerro Sagrado Manatí, en el
estado de Veracruz (ORTIZ, et al, 1997: 88 y 89).
Asimismo, en tierras mayas, concretamente en el Cenote de los
Sacrificios de Chichén Itzá se han encontrado restos de hule cronológica-
mente ubicados entre el 1300 y 1539 d. C. (COGGINS y SHANE III, 1989:
131, 135 y 144).
De manera análoga a lo que ocurrió con el ámbar, el ulli se transportó
cientos de kilómetros desde los sitios de obtención de la materia prima,
ya fuera de las zonas costeras tropicales (Castilla elastica) o del Desierto
Chihuahuense (Parthenium argentatum), hasta la Cuenca de México.
Prueba de ello es la presencia de la masa de este material, recuperada en el
túnel teotihuacano o la de varias pelotas y otros objetos con hule en algunos
sitios excavados en terrenos donde estuvo asentada la capital mexica de
Tenochtitlan, incluyendo el recinto ceremonial del Templo Mayor (FILLOY,
et al, 2000: 6; FILLOY, 2001: 28).
Hay que mencionar que ninguna de estas piezas arqueológicas de hule
ha sido sometida a los análisis específicos que determinen con exactitud la
especie botánica proveedora del látex que las formó, pero en algunos casos,
los investigadores involucrados con ellas asumen que pudiera tratarse de
Castilla elastica (FILLOY, et al, 2000: 7; FILLOY, 2001: 28).
Si bien es cierto que tampoco en el caso del hule teotihuacano se tiene
la certeza de que el látex provenga de esa planta tropical, como ya se men-
cionó en párrafos anteriores, la presencia de ámbar chiapaneco en una de
las ofrendas, hace evidente la clara relación comercial que los teotihuaca-
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
27.- Hay otros árboles que se llaman ulquáuitl; son grandes, altos y
hacen gran copa. De estos árboles mana aquella resina negra que se
llama ulli; esta medicina que se llama ulli es muy medicinal, casi para
todas las enfermedades es provechosa; es medicina para los ojos, para
postemas y pudrimientos, y también se bebe con cacao; es provechosa
para el estómago, para los intestinos, para los pudrimientos interio-
res, para la cámara cuando se cierra, etcétera. Esta resina hácese
muy correosa; hacen de ella las pelotas para jugar, y salta más que
pelotas de viento (SAHAGÚN, 1999: 662).
Esta descripción que el fraile hace sobre el tamaño y la copa del árbol del
que mana la secreción que él llama resina, coincide con las características
de C. elastica y no con las de P. argentatum, que es un arbusto.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
el que trata en la goma negra que se llama ulli, que se derrite como
torrenzo puesto en asador, y no se torna a cuajar, tiene árboles de que
la saca; hace unas masas redondas, otras anchas y otras delgadas y
largas. Es goma muy saludable. De ésta se hacen las pelotas con que
juegan, que fácilmente saltan como pelotas de viento, haciendo sonido
como las mismas (SAHAGÚN, 1999: 573).
hay otro árbol que se llama ulquahuitl, muy preciado, que se cría en
tierras calientes, es árbol no muy alto que tiene las hojas anchas y
cenicientas. Este árbol destila de sí una leche muy blanca, espesa y
pegajosa, en mucha cantidad y para sacar la leche se ha de picar el
árbol con un hacha, o machete, y picado, luego, a la hora, destila la
tal leche y los naturales la cogen en unas calabacillas redondas de la
forma que quieren y de la cantidad y allí la dejan cuajar, y cuajada,
la echan a cocer en agua caliente, y queda una pelota tamaña como
una pelota de viento. Y los indios que no tienen calabazas para coger
esta leche se untan todo el cuerpo con ella y, después de seca, levan-
tan aquellos pellejos que ha fraguado la leche, y quedan a manera de
nervios y como quedan correosos, se hace una pelota y se cuece en
agua caliente. Con esta pelota jugaban antiguamente a la pelota los
naturales con los cuadriles, como atrás lo dejamos referido. De este
hule se saca aceite muy provechoso para los medicamentos de los
naturales, muy blando y muy suave, en especial para ablandar los
pechos apretados de catarros y pechugueras. Este hule se derrite con
fuego para sacar el aceite de él, tiene la propiedad de que salta tanto
que no halla con qué compararlo, tómase bebido con el cacao y es asi-
mismo para ablandar algún medicamento duro y áspero; aprovecha
asimismo para cámaras de sangre o de otras de cualquier humor que
sean. Es tan fuerte y tan duro este hule que, hecho un peto de él, no
hay punta de flecha que lo pase por aguda que sea; es de madera muy
blanda y dócil y en sí no tiene dureza ni aspereza ninguna, porque
es semejante a nervios correosos, y así impele de sí cualquier golpe
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Figura 18. Deidades del agua ofrendando y quemando en braseros bolas de hule. A la derecha,
Tláloc, a la izquierda Chalchiuhtlicue (CÓDICE BORGIA, foja 14).
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Figura 19. A la derecha, Tezcatlipoca-Itztlacoliuhqui, quema una bola de hule a la izquierda, Tonat-
luh, hace lo mismo (CÓDICE FEJÉRVÁRY MAYER, foja 33).
Figura 20. Bola de hule ardiendo en un brasero (CÓDICE FEJÉRVÁRY MAYER, foja 9).
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
5.- La goma que se llama copal blanco, y otra goma que se llama
chapopotli, que es como pez de Castilla, y otra goma que se llama ulli,
que es negra y nervosa y muy liviana; estas tres gomas, derretidas
juntamente, hechas como brea, aplicadas a las piernas y al cuerpo
hacen gran bien a todos los miembros interiores y exteriores. Es de
saber, el copal y el chapopotli, bien se pueden derretir en una olla
puesta sobre las brasas, habiéndolo desmenuzado todo junto prime-
ro, tanto de uno como de otro; pero el ulli hace (de) derretir por sí,
poniéndolo en un asador y encendiéndolo a la llama de fuego, y en
comenzando a arder comienza a gotear un licor negro, como tinta, y
ha de gotear en una escudilla, y así queda hecho licor líquido; y pue-
den así derretir la cantidad que quisieren, aunque no sea tanta como
lo demás, aunque cuanto más fuere de esto, tanto será mejor la brea
(SAHAGÚN, 1999: 697).
En el libro II, capítulo XX que habla de las fiestas y sacrificios que los mexi-
cas hacían en el primer mes de su año cívico, el franciscano menciona una de
las tantas maneras en la que usaban el ulli derretido como parte de rituales
de oblación:
1.- En las calendas del primer mes del año, que se llamaba quauitleoa y
que los mexicanos le llamaban atlcahualo, el cual comenzaba segundo
día de febrero, hacían gran fiesta a honra de los dioses del agua o de
la lluvia llamados Tlaloque.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
3.- A estos niños llevaban a matar a los montes altos, donde ellos te-
nían hecho voto de ofrecer; a unos de ellos sacaban los corazones en
aquellos montes, y a otros en ciertos lugares de la laguna de México.
6.- En esta misma fiesta, en todas las casas y palacios levantaban unos
palos como varales, en las puntas de los cuales ponían unos papeles
llenos de gotas de ulli, a los cuales papeles llamaban amateteuitl; esto
hacían a honra de los dioses del agua;
14.- Estos tristes niños antes que los llevasen a matar aderezábanlos
con piedras preciosas, con plumas ricas y con mantas y maxtles muy
curiosas y labradas, y con cotaras muy labradas y muy curiosas, y
poníanlos unas alas de papel como ángeles y teñíanlos las caras con
a aceite de ulli, y en medio de las mejillas les ponían unas rodajitas
de blanco (SAHAGÚN, 1999: 98 y 99).
En el libro I, capítulo XIII, en relación con el dios Ixcozauhqui, advocación
del dios del fuego Xiuhtecutli, Sahagún escribe:
15.- La imagen de este dios se pintaba (como) un hombre desnudo,
el cual tenía la barba teñida con la resina que es llamada ulli, que
es negra y un barbote de piedra colorada en el agujero de la barba;
tenía en la cabeza una corona de papel pintada de diversos colores
y de diversas labores; en lo alto de la corona tenía unos penachos de
plumas verdes, a manera de llamas de fuego (SAHAGÚN, 1999: 40).
En el capítulo XXI del mismo libro I, refiriéndose a las Figuras de los
Tlaloque que hacían con masa de tzoalli (semillas de amaranto con miel de
maguey), el franciscano cuenta:
12.- también ponían estos mismos papeles goteados con ulli, y colgados
de unos cordeles delante de las mismas imágenes (SAHAGÚN, 1999:
49 y 50).
Al hablar sobre los sacrificios que los mexicas hacían en la veintena del
sexto mes (etzalqualiztli), como ya se mencionó, dedicado a los Tlaloque,
el fraile dice:
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Ámbar y hule en el interior del Tlalocan, Teotihuacán: secreciones vegetales sagradas
Con los mismos argumentos expuestos para el caso del ámbar, se puede
asumir que el simbolismo religioso y metafórico dado al ulli en las fuentes
etnohistóricas, es una construcción olmeco-Teotihuacána, heredada a las
civilizaciones posteriores.
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Conclusiones
Dentro de los elementos vegetales recuperados en las ofrendas del túnel
bajo el Templo de la Serpiente Emplumada, hay dos que destacan por su
origen botánico y por su significado ritual: un globúlo de ámbar y una masa
sólida de hule.
En ambos casos el material proviene de una secreción vegetal.
El ámbar se formó por la fosilización de la resina de dos especies ex-
tintas del género Hymenaea, en tanto que el hule es el floculado solidificado
del látex de Castilla elastica o de Parthenium argentatum.
Las evidencias arqueológicas demuestran que tanto el ámbar como el
hule fueron conocidos usados y apreciados por los pueblos mesoamericanos
desde épocas tempranas, siendo vinculados directamente con el agua y sus
deidades.
Para Teotihuacán, ambos elementos producto de secreciones vegetales,
debieron formar parte de rituales de oblación a Tláloc y los tlaloque, razón
por la cual en este artículo se califica a esos exudados vegetales como se-
creciones vegetales sagradas.
Bibliografía
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PERSONAS DIVIDUALES
EN EL ARTE RUPESTRE
DE LAGUNA MENSABAK,
SELVA LACANDONA
Resumen – Uno de los más grandes desafíos que presenta el estudio del pasado a través de
la investigación arqueológica ha sido la identificación de las formas de ser y de conocer el
mundo mediante bases ontológicas más cercanas a los grupos que estudiamos. El objetivo de
este trabajo es buscar los conceptos locales de persona a través de la evidencia arqueológica
asociada al arte rupestre de Laguna Mensabak, localizada en la región de la Selva Lacandona
y al noreste del estado de Chiapas. Para concretar esta tarea, primeramente, se revisará la
categoría de individuo y su construcción conceptual por la sociedad occidental, de tal manera
que se pueda hacer una distinción con la persona dividual que ha sido identificada en el registro
arqueológico de los antiguos mayas y en la información etnográfica recabada por los etnólogos,
mediante su trabajo de campo.
Introducción
L
a persona dividual no es exclusiva de Mesoamérica, sino que la en-
contramos distribuida en diversas sociedades tradicionales, tanto
en el territorio americano como en Melanesia e India. Este marco
de referencia servirá para entender a la persona permeable y a la persona
partible, donde el flujo de sustancias y la circulación de objetos son parte
constitutiva de las relaciones entre personas humanas y no humanas.
Finalmente, a partir del análisis del arte rupestre presente en los ris-
cos alrededor de Laguna Mensabak, se dará cuenta de aquellos elementos
iconográficos que dibujan el estado o condición de ser persona entre los
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Referentes teórico-metodológicos
En términos teóricos se parte de la arqueología del personhood para el
estudio de la cultura material asociada a los riscos de Laguna Mensabak.
La arqueología del personhood o de la personeidad refiere a cómo la
gente en el pasado fue generando sus mundos-de-la-vida a través de tecno-
logías sociales, donde la persona fue concebida como un ser social integrado
a un cosmos más amplio.
Estudiar la personeidad implica asumir un término específico de la
condición de ser persona como una conceptualización de tipo emic o dada
por un grupo social determinado.
La persona es un complejo amalgama de sustancias e influencias, don-
de cada ser es una síntesis de la combinación de otros seres o sustancias,
quienes han contribuido social y físicamente para su existencia (SANTOS-
GRANERO 2009: 7). Estas sustancias, influencias y relaciones toman lugar
en el cuerpo, visto como un receptáculo de fluidos anímicos fríos y calientes,
que para el correcto funcionamiento del ser humano debía mantenerse en
equilibrio (MARTÍNEZ GONZÁLEZ 2015: 43).
Las discusiones sobre el ser a menudo son discutidas fuera del contexto
específico de las culturas, de sus propias concepciones y de sus formas de
prácticas, el personhood requiere de un enfoque de análisis centrado en
las formas en las cuales las personas son entendidas y construidas dentro
de una cultura particular (KOVASNA 2009: 28), es en este punto, donde el
concepto de mundo-de-la-vida resulta particularmente operativo para el
estudio de los mayas posclásicos de Laguna Mensabak.
El mundo-de-la-vida refiere a los valores dados por sentado, es el ám-
bito de la realidad que considera la actitud del sentido común, es el contexto
básico de lo indiscutido o lo tomado como evidente en la actitud natural
(SCHUTZ y LUCKMAN, 2003).
Antes de dar paso a la identificación de los aspectos constitutivos de
la persona maya, se delineará de manera general la concepción moderna
de individuo para visualizar la distancia existente entre el ser individual y
el ser dividual.
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Personas dividuales en el arte rupestre de Laguna Mensabak, Selva Lacandona
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Personas dividuales en el arte rupestre de Laguna Mensabak, Selva Lacandona
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Entre los mayas yucatecos existen dos entidades anímicas: ool y pixan
y un componente anímico denominado como ik’.
El ool refiere a la entidad anímica asociada al corazón Se dice que
es la médula de la persona humana e incluso también es utilizado para
referir al componente medular, tallo o cogollo tierno de los vegetales
(BOURDIN, 2007).
Los mayas yucatecos atribuyen al corazón la sede o centro principal de
la vida anímica, como lo es la voluntad, el deseo, los sentimientos, los esta-
dos emotivos y las pasiones, que se asemeja mucho a la categoría del tonalli
desarrollado por los nahuas del centro de México (LÓPEZ AUSTIN, 1984).
El ool se define como la voluntad o capacidad de participación inten-
cional, refiere al mundo del sentido común, las emociones, la energía y el
espíritu (CERVERA, 2007).
Por otro lado, los mayas yucatecos distinguen otra entidad anímica que
denominan como pixan. Esta refiere a un término que designa literalmente
“envoltura” o “cobertura” de la persona. Se piensa que el pixan es el ánima
de los difuntos que se separa del cuerpo con la muerte (BOURDIN, 2007:
16). El pixan de los mayas yucatecos en la actualidad se describe como un
“gas caliente” que, al morir una persona, abandona el cuerpo disolviéndose
en el aire (BOURDIN, 2007: 19).
En el Diccionario Cordemex (1980), también se define al pixan como
cosa que está cubierta, alude a lo dichoso, afortunado y bien aventurado.
El pixan refiere al alma de los muertos, se le recuerda y se le alimenta
durante su retorno anual en el mes de noviembre, durante la fiesta de hanal
pixan o “comida de las almas” (RUZ, 2003 y VILLA ROJAS, 1987). Cabe
mencionar que, entre los mayas lacandones, el pixan también hace referen-
cia a una entidad anímica que se desprende del cuerpo con la muerte para
viajar sobre la laguna acompañado de un perro y que finalmente se adentra a
la roca en un área con presencia de pinturas rupestres (LOZADA, 2013: 101).
Además de las dos entidades anímicas referidas con anterioridad: ool
y pixan, entre los mayas yucatecos se reporta el componente anímico de-
nominado ik’, mismo que refiere al aliento, animación y vida. Se dice que
se tiene ik’ cuando se toma y se adquiere conciencia y responsabilidad. En
ocasiones se manifiesta en las personas muertas como un remolino de es-
píritus (CERVERA, 2007).
El ik’ entre los mayas yucatecos refiere al aire o viento, anhelito, re-
suello y soplo que uno hecha por la boca (DICCIONARIO CORDEMEX,
1980: 21). Por lo que el aliento no sólo estaba ligado a la respiración sino a la
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Personas dividuales en el arte rupestre de Laguna Mensabak, Selva Lacandona
vitalidad, virtud y poder. El aliento refiere a algo más profundo que el acto
mecánico de respirar (MARTÍNEZ GONZÁLEZ, 2015: 54).
No obstante, aunque la literatura etnográfica es amplia, no sucede lo
mismo para el ámbito de los mayas prehispánicos y su noción de persona.
Entre los pocos trabajos al respecto, destacan los de Houston, Stuart y
Taube (2006), quienes retoman la metodología de López Austin (1984) para
explicar la noción maya de la corporalidad y por el lado de la epigrafía, Erik
Velásquez García (2009) establece ciertas correspondencias con las entida-
des anímicas del periodo Clásico maya (MARTÍNEZ GONZÁLEZ, 2015).
En la epigrafía maya también se ha identificado el glifo way asociado
a entidades compañeras, aunque con mayor seguridad refiere al sueño o
acto del soñar (HOUSTON y STUART, 2001; GRUBE y WERNER, 1994).
Guillespie (2001) habla sobre el tema de la construcción del personhood
entre los mayas del periodo Clásico, visto como un proceso constante que
va más allá de la vida de las personas.
Sin embargo, el componente anímico que ha sido identificado con ma-
yor frecuencia entre los mayas prehispánicos ha sido el ik’, que se ha tradu-
cido como viento, aunque articula todo un conjunto de ideas sobre la vida.
El ik’ está presente en las cosas que son importantes como construc-
ciones, lugares, objetos, animales y requieren que sea implantado a través
de un acto de creación (GARCÍA, 2007: 248).
El ik’ ha sido identificado como una especie de alma viviente o aliento
sagrado en las inscripciones mayas del periodo Clásico, aunque sus raíces
se advierten hacia el horizonte olmeca o Preclásico y pudieron asociarse con
el dios del viento. Lo mismo puede decirse sobre la práctica de depositar
una cuenta de jadeíta en los entierros mayas de élite del periodo Clásico,
que puede reflejar al ik’ como una especie de aliento divino (LANDA, 1994).
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Posclásico Tardío que coincide con una de las ocupaciones más significativas
del sitio (PALKA, 2011), mismos que contienen elementos tanto de la perso-
na permeable como de la persona partible que analizaremos a continuación.
Figura 2. Mapa de ubicación de los cinco riscos de Laguna Mensabak. Elaboración propia.
Figura 3. Localización del Panel 1 y Panel 5 Sector Oeste y Este en el risco Mensabak. Foto: Josue
Gómez.
464
Personas dividuales en el arte rupestre de Laguna Mensabak, Selva Lacandona
Figura 4. Dibujo final de la escena rupestre del Panel 1 del risco Mensabak. Elaboración propia.
465
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
boca del dios Mensabak y mediante una forma gaseosa recorre la parte supe-
rior de la escena, pasa por la mano del pequeño personaje, para finalmente
entrar y fusionarse por todo el cuerpo del niño; los dos personajes adultos
que se localizan a la derecha del niño también contienen esta envoltura
anímica que fue resaltada por el artífice maya. Cabe mencionar que primero
fueron pintados los personajes en color rojo y posteriormente se les dotó de
pintura naranja para resaltar el aliento vital o ik’, así como los ojos del dios
Mensabak y una de las Figuras zoomorfas de la parte superior del panel.
En este proceso de reciprocidad ritual, bajo una especie de deuda, la
persona maya tenía la responsabilidad de alimentar a las deidades, entre
ellas, Mensabak a quien seguramente le ofrecieron comida y bebida, a través
del humo del copal y de la sangre, al tiempo que realizaron otras solicitudes
ligadas a la atracción de las lluvias o al alejamiento de las tormentas.
Tanto las entidades como los componentes anímicos entre los mayas
fueron importantes para definir a la persona y determinar su destino a tra-
vés de la adquisición de responsabilidad. La responsabilidad jugó un papel
fundamental en la construcción de la persona maya y en la transición de un
estado infantil a un momento de madurez social.
En el centro de México existió un ritual similar al que vemos en la
escena del risco Mensabak, ya que los informantes de Sahagún (LÓPEZ
AUSTIN, 1984), mencionan que a los niños se les ponía en contacto con el
agua para pedir su ihiyotl a las deidades celestes. El ihiyotl de los nahuas es-
taba ligado al ecahuil (aliento de Ehécatl) (MARTÍNEZ GONZÁLEZ, 2007)
y era el equivalente al ik’ o aliento vital de los mayas.
Existen ejemplos etnográficos sobre rituales de construcción del niño
como persona como en el caso del hetsmek’ reportado entre los mayas yuca-
tecos de Chankom, entre otras comunidades milperas (REDFIELD y VILLA
ROJAS, 1964) y en Tusik, Quintana Roo (VILLA ROJAS, 1987), donde a
través de la agencia humana ejercida por los padrinos del niño, quienes
funcionan como sus vehículos o mediadores, contribuyeron en la adquisición
del estatus de persona maya implantado en los niños y niñas (CERVERA,
2007: 20).
Al hacer un acercamiento a la imagen del niño (Figura 5), es posible
observar que la Figura gaseosa no se dirige a su cabeza, sino a un área
asociada al diafragma. Por ello, es probable que se trate de un aliento o ik’,
más que de una ánima-corazón u ool en términos de los mayas yucatecos.
Además, el pequeño personaje parece sostener el elemento gaseoso con una
de sus manos lo que insinúa que está controlando o recibiendo el aliento.
466
Personas dividuales en el arte rupestre de Laguna Mensabak, Selva Lacandona
467
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Comentarios finales
Para el entendimiento de los mundos-de-la-vida de las sociedades pasadas,
es necesaria una revisión crítica de las categorías modernas con los cuáles
nos movemos los científicos sociales, donde la analogía etnográfica es pieza
clave para lograr un acercamiento a las formas pasadas del personhood.
En un sentido analítico, los arqueólogos podemos considerar que las
prácticas y principios asociados a la permeabilidad y la partibilidad pueden
ser análogos a las practicadas por la gente en el pasado (FOWLER, 2004:
21), abriendo una gama de posibilidades sobre las distintas concepciones
de ser persona en la antigüedad, donde la cultura material fue central en la
creación del personhood y en la expresión de la agencia.
Para acercarnos a la comprensión del mundo-de-la-vida de los mayas
posclásicos que pintaron los riscos con arte rupestre de Laguna Mensabak,
es necesario entenderlos desde sus propias bases ontológicas y no desde
categorías que provengan de las sociedades modernas y occidentales como
lo representa el término individuo.
El acercamiento a la personeidad o a la noción o estado de ser perso-
na entre los mayas posclásicos es una tarea compleja, ya que no se cuen-
tan con datos suficientes que describan las entidades anímicas con las que
contaban estos grupos. Aún en el presente, no hay un solo modelo anímico
que haya sido compartido entre nahuas y mayas por ejemplo (MARTÍNEZ
GONZÁLEZ, 2006), pues en las concepciones anímicas mesoamericanas
existen variaciones regionales, locales e incluso personales, cuestión que
ha sido registrada en las etnografías tanto de grupos del centro de México
como de los Altos de Chiapas (MARTÍNEZ GONZÁLEZ, 2015: 68).
A través de las evidencias presentadas en este trabajo, se concluye que
la personeidad entre los mayas posclásicos de Laguna Mensabak refiere a
personas dividuales tanto de tipo permeable como partible; es decir, las
relaciones personales y con las deidades fueron de carácter sustancial, ya
que hubo una relación a través de la obtención y ofrecimiento de sustancias
ejemplificadas en la escena pintada en el Panel 1 del risco Mensabak. Pero
también se puede argumentar que las relaciones entre personas humanas
y no humanas estuvieron mediadas por imágenes personificadas como lo
representaron las manos pintadas en el Panel 5 del risco Mensabak.
468
Personas dividuales en el arte rupestre de Laguna Mensabak, Selva Lacandona
Figura 5. Acercamiento al pequeño personaje de la escena rupestre del Panel 1 del risco Men-
sabak. Izquierda: Foto original. Derecha: Modificación en DStretch. Foto y procesamiento digital:
Josuhé Lozada, 2015.
Figura 6. Dibujo final del Panel 5 Sector Oeste y Este del risco Mensabak. Las manos aparecen
en rojo. Elaboración propia.
469
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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473
Resumen – El objetivo de este escrito es dar a conocer de forma general los trabajos que se
llevaron a cabo dentro del Proyecto Arqueológico Chicoasén II, en el estado de Chiapas.
Introducción
L
a arqueología de Salvamento es una parte de la Arqueología en-
caminada a salvaguardar el patrimonio cultural que se encuen-
tra en peligro de afectación, debido sobre todo a diversas obras
constructivas, principalmente de infraestructura, lo cual ha aumentado de
forma considerable en los últimos cincuenta años. Hablando de obras de
infraestructura, las presas hidroeléctricas en particular son las que mayor
deterioro local causan, tanto ambiental como arqueológico, debido a las
grandes áreas que ocupan para la construcción de esta, más la inundación
inevitable que provocan, en su mayoría, con el embalse.
Para buscar reducir esto, se hace necesaria la intervención en el terreno,
basados en un proyecto de investigación que incluye desde investigación
bibliográfica, prospección, excavación, colaboración de otras especialidades
(dependiendo del caso) como puede ser restauración, antropología física,
etnología, etnohistoria, paleontología y el análisis de toda la información
disponible, hasta el salvamento de estructuras arquitectónicas que puedan
ser removidas para su salvaguarda y colocación en otro espacio físico, como
fue el caso del emplazamiento de Abu Simbel con los templos de Ramsés II
y Nefertari en Egipto, debido a la construcción de la Presa de Asuán, en los
años sesenta del siglo XX.
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
474
Chicoasen II, Chiapas.
Un proyecto relevante
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INAH 80 años construidos por sus trabajadores
y a la vez misteriosos, con el sonido del río Grijalva, entre esa vegetación
que resguardaba algo que no se conocía, fuimos observando, caminando y
familiarizándonos con el lugar, agudizando los sentidos, entre la humedad y
el calor hasta ir descubriendo, poco a poco, paso a paso, lo que a simple vista
pasaba desapercibido: un mundo en ruinas que alguna vez estuvo vivo, y del
que ahora nosotros teníamos la gran responsabilidad de llevar de nuevo a la
luz para contar su historia de la forma más clara y fidedigna. Poco a poco,
a lo largo del tiempo que duró el proyecto, descubrimos una gran cantidad
de vestigios arquitectónicos, fragmentos de cerámica y otros materiales que
nos indicaban que esta área tuvo una mayor concentración poblacional de la
que se pensaba, conformada por distintos grupos humanos que la habitaron
en diversos momentos en la época prehispánica. Siendo así, los elementos
localizados a través del desarrollo del proyecto asombrosamente rebasaban
por mucho las ideas de los primeros recorridos, lo cual se ve reflejado en la
cantidad y calidad de estos.
Aún se encuentra la investigación en proceso y sería aventurado poder
dar información de manera concluyente, sin embargo, dentro de la gran can-
tidad de datos recuperados, es importante mencionar la relevante cantidad
de elementos arquitectónicos localizados hasta ahora en ambos márgenes
del río Grijalva, en una zona agreste y limitada al Este por una barrera
natural como lo es el Cañón del Sumidero. En dicho espacio se localizaron
30 sitios con edificaciones que van desde muros de contención, terrazas y
plataformas de nivelación construidas siguiendo la topografía del terreno
y buscando adecuar y modificar el mismo para la construcción de lo que al
parecer son casas habitación, grandes conjuntos arquitectónicos alrededor
de una plaza central y otros conformados por grandes edificios, hasta lo que
pudieran ser centros ceremoniales como similares a lo visto en el sitio La
Capilla, en el margen izquierdo, donde se localiza la estructura que deno-
minamos Templo o Palacio Rojo en el mismo margen, la cual mide 40 m de
largo, tiene restos de seis bases de columna, se encuentra construido en su
totalidad con material de piedra bola y cubierto de estuco color rojo. Y de
igual forma, en el margen derecho, lo que al parecer es un juego de pelota
que no se ha podido trabajar hasta el momento (Figuras 3 y 4).
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Chicoasen II, Chiapas.
Un proyecto relevante
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Figura 5. Excavación de horno de producción de cal. (Tomada por Arqueólogo Manuel Moreno.
Proyecto Chicoasén).
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Chicoasen II, Chiapas.
Un proyecto relevante
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Chicoasen II, Chiapas.
Un proyecto relevante
Bibliografía
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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483
ZONA ARQUEOLÓGICA DE
LAGARTERO, MUNICIPIO
LA TRINITARIA, CHIAPAS
Importancia Cultural
L
agartero fue un gran centro ceremonial cívico religioso de la cultura
Maya, cuya área ceremonial se encuentra en una isla conocida como
“El Limonal”, ubicada al sur de los Lagos de Colón, Municipio La
Trinitaria en el estado de Chiapas (Figura 1).
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Zona Arqueológica de Lagartero, municipio La Trinitaria, Chiapas
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
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Zona Arqueológica de Lagartero, municipio La Trinitaria, Chiapas
Pirámide No. 1
Se localiza al sur de la plaza principal; es de planta casi rectangular (24.60 m
por 25.20 m) y tiene una altura de 6 m. Está formada por siete cuerpos. El
primero, segundo, tercero y sexto son en talud y tablero; el cuarto, quinto y
séptimo son rectos, siendo este último el de menor altura. En la parte media
del primer cuerpo, por su lado sur tiene una pequeña escalera formada
por tres escalones que llegan antes del tablero. La escalera principal que
da al norte tiene 40 peraltes, 39 huellas y no se identificaron alfardas. En
la pirámide se encontraron dos etapas constructivas. En la última se le
hicieron los escalones por el lado sur, además se agregaron dos banquetas
y dos rampas laterales a la escalera por encima del segundo y tercer cuerpo.
Uno de los aspectos sobresalientes es la decoración que tiene en el quinto
cuerpo, tanto por el lado norte como el lado sur. En el lado norte son cuatro
paneles, dos salidos y dos remetidos, intercalados uno con el otro a manera
de claro oscuro, en el muro sur de este cuerpo hay un doble diseño de la
“T” invertida, que entre la cultura maya es el símbolo de Ik y que significa
el dios del Viento. La última etapa constructiva es la que se dejó expuesta
(Figura 4).
487
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Altar 1a
Se encuentra cerca de la Pirámide No. 1 en su lado sureste. Es de planta
rectangular, está formado por tres cuerpos pequeños rectos, con una es-
calera por el lado este formada por tres huellas y cuatro peraltes limitados
parcialmente por una alfarda, en cada lado, que llegan hasta el segundo
escalón, cuya superficie es plana. La planta mide 6.50 m de largo por 4 m
de ancho. La escalera tiene una longitud de 2.60 m y las alfardas 90 cm de
ancho por 60 cm de alto. El altar tiene una altura de 1.70 m. La altura del
primer cuerpo mide 94 cm a 1 m y tiene el mismo espesor que la base con un
descanso de 45 a 50 cm. El segundo cuerpo cuenta con una altura de 30 cm
y una anchura de 3.10 m por 7.10 m de largo y un descanso de 35 a 40 cm. El
tercer cuerpo tiene también una altura de 30 cm con una longitud, de 2.25 m
por 6.12 m de anchura (Figura 5).
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Zona Arqueológica de Lagartero, municipio La Trinitaria, Chiapas
Juego de Pelota
Se ubica al sur de la Pirámide No. 1 y es de tipo cerrado por medio de dos
cabezales en forma de doble T. Abarca un área de 2,024 m². Está formado
por dos estructuras rectangulares paralelas (la norte y la sur). La Estructura
Sur tiene una longitud de 27.03 m, 13 m de anchura y 2.70 m de altura; su
escalera de acceso se ubica por el lado sur y está formada por cinco escalo-
nes. Al excavar la cala de aproximación en la parte media y lado norte en la
rampa de esta estructura, se localizó un cuerpo interno más pequeño que
correspondió a una subestructura, la cual ocupó la mitad de esta estructura
por el lado este, que en tiempos pretéritos fue tapada para convertirse en
una sola tal y como se encontró. En su última etapa constructiva constó
de dos cuerpos y dos basamentos superiores, se pudo definir que el último
cuerpo tiene una anchura de 1.60 m por 11 m de largo. Esta estructura está
compuesta primero por un cuerpo recto de 70 cm de alto; luego hay un
descanso de 20 cm y de ahí parte el segundo cuerpo o basamento que está
ligeramente inclinado con una altura de 1.30 m y sobre el cual yace una
plataforma de 11.80 m de largo, que se prolonga hasta la mitad oeste de la
489
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
estructura con una altura de 70 cm, dando la altura total de 2.70 m para
esta estructura. También, en la parte superior por el lado este, se encontró
la base de una pilastra y de otro pequeño basamento en ese mismo lado con
5.70 m de largo por 1.50 de ancho, de la cual solamente se conservaban dos
hiladas de piedra. Hay una pequeña banqueta del lado sureste de la escalera
junto al muro sur de esta estructura (2.60 m por 80 cm).
La Estructura Norte está separada de la anterior por 4 m, que es lo
que comprende la cancha de este juego de pelota; ésta tiene una longitud
de 27.60 m, una anchura del lado oeste de 13.65 m y 13.69 m del lado este.
Esta Estructura, al igual que la Sur, consta de dos basamentos, pero no tan
bien conservados como los del lado sur. El muro del primer cuerpo estaba
ligeramente inclinado con una altura de 70 cm, un descanso de 1 m por el
lado norte y 60 cm por la parte este y oeste, de aquí parte el segundo cuerpo
con una altura de 1.30 m y una longitud de 25.80 m por 2 m de ancho con un
descanso de 2.20 m en el lado norte y ahí está la última plataforma donde
llegan los escalones. La escalera se localiza en la parte media del lado norte
de esta estructura con una longitud de 7.36 m y 2 m de ancho (igual que la de
la Estructura Sur) y está formada también por cinco escalones. Solamente
se conservaron dos escalones y la mitad del tercer escalón, por lo cual se
tuvieron que restaurar. En el descanso del segundo cuerpo hay una especie
de banqueta que limita a lo largo esta plataforma, la cual mide 80 cm de
ancho, 3.80 m de largo y 50 cm de altura, está hecha con cinco hiladas de
piedras trabajadas y tiene un escalón de acceso por el lado norte.
En la parte media de los extremos de ambos cabezales (este y oeste)
hay una pequeña estructura en forma rectangular. En la del lado oeste el
basamento mide de 9 m de largo por 2 m de ancho y 30 cm de alto. En el
proceso de exploración de los dos cabezales resultó que ambos dan vuelta
encerrando la cancha de este juego. El cabezal este tiene otro basamento
rectangular de 9 m de largo por 3.50 m de ancho y 1 m de altura, con una
pequeña escalera de acceso a la cancha por el lado oeste de cuatro escalones
limitados en cada lado por una alfarda. En total el juego de pelota junto con
sus dos cabezales mide 52 m de largo por 32 m de ancho (Figura 6).
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Zona Arqueológica de Lagartero, municipio La Trinitaria, Chiapas
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arqueología
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Altar 4a
Es de planta rectangular, tiene un cuerpo de paredes inclinadas y una es-
calera en su parte media del lado sur que consta de cuatro huellas y cinco
peraltes, los cuales están limitados por una alfarda en cada lado, con un
ancho de 1.80 m y 2 m de largo. La longitud del altar es 14.16 m por 7.30 m de
ancho y una altura de 1.60 m por el lado sur y 80 cm por la parte norte. Tuvo
dos etapas constructivas. En la última aumentó su tamaño 4.30 m más de
ancho rumbo al sur, consolidando únicamente la primera etapa constructiva
por haberse hallado completa (Figura 11).
494
Zona Arqueológica de Lagartero, municipio La Trinitaria, Chiapas
Estructura Este
Se localiza muy cerca del cabezal este del Juego de Pelota. Es de planta
rectangular, formada por un solo cuerpo de paredes inclinadas. Tiene una
longitud de 11.05 m por 5.30 m de ancho. Por el lado este se localizó la esca-
lera hecha por dos huellas y tres peraltes (dos escalones), la cual mide 10 m
de largo por 20 cm de alto. La altura total de esta estructura es 1.25 m. Se
encontró casi completa y los sillares del muro oeste estaban muy bien traba-
jados, no así los escalones que se hallaron algo destruidos. Este basamento
tuvo dos épocas constructivas, consolidando la última etapa, que es cuando
se agranda 1.20 m por el lado norte (Figura 12).
495
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Estructura Sureste
Se localiza al sureste del cabezal Este del Juego de Pelota y está antes de
los altares al sur de este juego. Es de una planta casi rectangular con una
entrada en forma de L a la inversa por su lado norte. Tiene una longitud por
su lado sur de 3 m, por el lado oeste de 3.40 m y por el lado norte 2.30 m,
remetiéndose 36 cm con un pequeño muro hacia el norte de 1.20 m, que está
del lado este y lo que resta del muro por este mismo lado, de 2.20 m con una
altura promedio de 34 cm (Figura 13).
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Zona Arqueológica de Lagartero, municipio La Trinitaria, Chiapas
Estructura Sureste
Se localiza al sur de la Estructura Sureste (SE) del cabezal Este del Juego
de Pelota. En su primera etapa constructiva tuvo una planta rectangular
más pequeña que la última, donde en su muro sur se le aumentó de tama-
ño, dejando conservadas las dos etapas constructivas: la primera del lado
sureste y la segunda del lado suroeste. La escalera se encontró por el lado
este de la estructura y está formada por tres escalones, los cuales estuvieron
limitados por una alfarda en cada lado. Medía 1.50 m de ancho y la escalera
tenía 4.16 m que, junto con las dos alfardas, da un total de 7.16 m de largo.
En la primer etapa constructiva el basamento medía por el lado norte 4.50 m
y 4.72 m por el lado sur; el muro oeste y este median 9.50 y 9.48 m por el
lado este. Para la segunda etapa constructiva se le aumentó el tamaño por
el lado sur, agregando 1.15 m por el lado oeste y, por el lado este, el muro
siguió desde la alfarda de la escalera de manera paralela 1 m para rematar en
ángulo recto rumbo al sur otros 1.15 m, donde se unió con el último muro sur
(1.96 m), dando un total de 4.72 m de ancho, o sea que el muro tenía forma
de escuadra de 90° con el muro más pequeño hacia la alfarda y el más largo
al muro sur. El muro oeste tenía una altura de 60 a 79 cm y en el muro sur
50 cm. Cerca del muro oeste se halló un entierro con ofrenda, además se
encontró una olla y un cajete, así como artefactos de obsidiana (Figura 14).
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Altar 2a
Se le puso ese nombre por su localización, que es exactamente junto a la
Pirámide No. 2 por su lado noreste. Esta estructura tuvo dos etapas cons-
tructivas. La más antigua fue de planta rectangular, formada por tres cuer-
pos: el primero en talud, el segundo era como de tablero, pero no recto, sino
el muro estaba inclinado hacia fuera; y el último muro superior era recto. La
base de este altar medía 11 m de largo por 7.80 de ancho y tenía tres escalo-
nes por su lado oeste cuya longitud era de 2.50 m, con una altura de 1.05 m.
La altura total de la estructura era de 1.30 m. En la segunda etapa construc-
tiva, el altar se fue agrandando, modificando su forma arquitectónica y su
tamaño. La planta sigue siendo rectangular. El altar está compuesto por
tres cuerpos, en el primero los muros son rectos, teniendo una longitud de
15.30 m por 8.60 m de ancho y un descanso de 1.40 m con una altura de 1 m.
Encima hay una moldura de 18 cm, también recta, que sobresale un poco
del primer cuerpo; el segundo cuerpo también es recto, con una longitud
de 11.50 m por el lado este y 12.50 m por el lado oeste por 6.80 m de ancho
en su lado norte y sur, con una altura de 1 m. Por la parte este mide 12.50 m
de largo y tiene una altura de 90 cm. El último cuerpo es el más pequeño de
498
Zona Arqueológica de Lagartero, municipio La Trinitaria, Chiapas
todos con 4.70 m por el lado norte de ancho y de largo 10.50 m por el lado
oeste, 5 m en el lado sur de ancho y de longitud 9.60 m por el lado este, con
una altura de 20 a 30 cm. En el lado oeste del primer cuerpo se localizó una
escalera de tres escalones, la cual mide 4.35 m de largo por 90 cm de alto y
está limitada por una alfarda en cada lado, con 65 cm de ancho y de altura
igual a la escalera. Por este mismo lado, en el segundo cuerpo se halló otra
escalera sobre un descanso del cuerpo anterior. Esta cuenta con 1.50 m de
ancho y tres escalones que dan acceso al tercer cuerpo; estos escalones
presentaron, como adornos, piedras paradas, tanto en los extremos de ésta,
como en su parte media. El del lado norte son cinco grandes piedras traba-
jadas paradas, que en su conjunto midió 2.15 m de largo de 50 a 60 cm de
alto. Las de en medio de la escalera eran cuatro grandes piedras trabajadas
con otras más pequeñas colocadas de forma horizontal sobre éstas. Esta
parte tiene 2.10 m de largo por 90 cm de altura. Por último, las que están en
el extremo sur eran cuatro piedras paradas trabajadas, menos grandes que
las otras, por lo que le agregaron dos hiladas de piedras horizontales para
alcanzar la altura de las otras. Este sector mide 1.40 m de largo por 60 cm
de alto (Figura 15).
499
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Altar 2b
Se localiza enfrente de la Pirámide No. 2, su planta es rectangular y mide 3 m
de largo por 1.12 m de ancho con una altura de 20 cm. Tenía dos escalones
por el lado este, el cual se halló en mal estado de conservación (Figura 16).
Pirámide No. 2
Se localiza al este de la plaza principal. Es de planta casi cuadrada con una
superficie de 29 m (lado sur y norte) por 28 m (lado oeste y este). Está for-
mado por seis cuerpos, los primeros cinco son en talud y tablero; el sexto
muro es recto. Cada cuerpo tiene 1.60 m y en la parte superior se localizaron
los cimientos de un templo de paredes rectas (50 cm de altura), donde se
identificaron dos cuartos con una subdivisión interna en cada lado, inter-
comunicados por un vano central, siendo más amplio el del lado este que
el del oeste, que tuvo hasta dos pisos, conservándose en mejor estado el
último. La entrada fue por el lado oeste hacia las escaleras de acceso. Es
de planta rectangular y mide 10 m de largo por 6 m de ancho; el vano mide
2.25 m, el cuarto del lado oeste por la parte interna mide 1.53 m de ancho
por 9 m de largo y el cuarto del lado este tiene 2.25 m de ancho con la mis-
ma longitud que el anterior. Por el lado este el muro externo se encontró
roto, mismo que restituyó. El 1er cuerpo de la pirámide se halló sobre una
pequeña banqueta −después cubierta con piso− y de ahí partió el desplante
de este cuerpo, cuyos restos completos se encontraron por el lado sur, pero
no por los otros tres lados. El quinto cuerpo presentó una decoración de
tres nichos o paneles verticales de 60 cm de ancho y una altura de 95 cm
500
Zona Arqueológica de Lagartero, municipio La Trinitaria, Chiapas
cada uno (por debajo del talud con una separación entre ellos de 1.40 m).
Los paneles verticales también se dejaron ver por las excavaciones del lado
suroeste, que pudieron haber tenido su correspondencia en el lado norte y
en menor cantidad (dos) en el lado oeste, antes de la escalera, como ador-
nos. Tanto en el cuarto como en el quinto cuerpo se pudo ver que hubo una
subestructura, por lo que tuvo, a simple vista, dos etapas constructivas. En
el perfil sur corte norte- sur el primer cuerpo tiene un descanso de 1.30 m,
en el segundo cuerpo el descanso es de 1.60 m, igual que el del tercero; el
cuarto cuerpo es de 1.20 m; en el quinto cuerpo el descanso es de 1.79 m
y en el sexto cuerpo, de 1.73 m. El muro del templo mide 71 cm de alto por
64 de ancho. En el perfil, este corte este-oeste, el primer cuerpo tiene un
descanso de 1.63 m, el segundo cuerpo de 1.22 m; el tercer cuerpo de 1.39
m; el cuarto cuerpo de 1.40 m; el quinto cuerpo de 2.18 m y el sexto cuerpo
de 2.10 m; por último, el muro del templo que mide 43 cm de alto por 71 cm
de ancho. Para el lado noroeste y suroeste se tomó como base para el des-
canso de los primeros dos cuerpos el mismo localizada in situ en el perfil
norte-sur de 1.30 m para los lados noroeste y suroeste de la pirámide antes
de la escalera. Del lado noroeste el primer cuerpo tiene una altura de 1.60 m
y un descanso 1.30 m; el segundo cuerpo cuenta con una altura de 1.63 m
y un descanso de 1.30 m; el tercer cuerpo tiene la altura del muro, que es
de 1.80 m, con un descanso de 1.50 m; el cuarto cuerpo posee una altura
de 1.70 m y un descanso de 1.10 m. Del lado suroeste, los cuatro cuerpos
tienen las mismas alturas y descansos que el lado noroeste. En el quinto
cuerpo tiene una altura, en ambos lados, de 50 cm; y en el sexto cuerpo, se
hallaron, en cada lado, a la mitad del cuerpo, una especie de “banqueta”, con
dimensiones de 1.50 a 1.60 m. Por el lado suroeste, el quinto cuerpo tenía
una altura de 90 cm y el sexto cuerpo también tenía la misma altura. La
banqueta que estaba sobre la base de este cuerpo media de alto 45 cm con
2.65 m de largo. Por el lado noroeste el quinto cuerpo tenía una altura de 60
cm; el sexto cuerpo observó una altura de 75 cm con una banqueta de 40 cm
de alto y 2.15 m de largo. Es la pirámide más alta de la plaza principal, con
una altura máxima de 11.60 m (Figura 16).
En esta pirámide se hallaron varios entierros en diferentes posiciones
−tanto en los cimientos del lado noroeste, como en los del muro sur−, aso-
ciados a ofrendas de cerámica, siendo los más interesantes los localizados
en las cistas (1 y 2) en el lado oeste donde en la primera se encontraron
hasta 17 cráneos con diferentes huesos humanos sin posición anatómica y
en la segunda sólo siete cráneos. Y como hallazgo importante, destaca la
localización de un cascabel de cobre, además de un pedazo de textil que se
conservó por estar asociado con el cobre. Estas tumbas fueron las de la úl-
501
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
tima etapa constructiva, ya que sacaron las piedras que formaban parte del
basamento del primer cuerpo y metieron a las personas muertas; después
volvieron a tapiar el muro para que no se viera nada y es como quedó en
su última etapa. Por la presencia de este material sería para el Postclásico
Tardío (1300 a 1500 d. C.), ya que este tipo de material no se haya en el área
que rodea Lagartero.
Pirámide No. 3
Se localiza al norte de la plaza principal en frente de la Pirámide No. 1. Es
de planta casi cuadrada, de 20 m por el lado norte y sur; y por el lado oeste y
este de 19 m. Está formada por seis cuerpos inclinados y el séptimo es recto.
La escalera está por su lado sur y llega hasta el sexto cuerpo, está limitada en
cada lado por una alfarda de casi 1 m de ancho; tiene 32 huellas y 33 peraltes.
Los descansos entre cada cuerpo miden de 60 a 80 cm, con excepción del
sexto, que mide 1 a 1.20 m por el lado norte y sur respectivamente. El primer
cuerpo tiene una longitud de 19 m con 1 m de altura, el segundo cuerpo mide
17.10 m de largo con una altura de 1 m; el tercer cuerpo tiene una longitud
de 14.50 m y una altura de 1 m, el cuarto cuerpo mide 12.50 m de largo con
1 m de alto; el quinto cuerpo mide 11 m de longitud con una altura de 1 m;
el sexto cuerpo tiene 8.40 m de largo con 1 m de altura; y el séptimo cuerpo
mide 5.50 m de largo con una altura máxima de 85 cm. En suma, la altura
total de la Pirámide es de 7.35 m. El séptimo cuerpo mide 7.15 m por 5 m.
La última etapa constructiva de esta pirámide no presenta ningún rasgo
arquitectónico especial (Figura 17).
502
Zona Arqueológica de Lagartero, municipio La Trinitaria, Chiapas
Pirámide No. 4
Esta pirámide se localiza al oeste de la Pirámide No. 2, cerrando la plaza
principal por este sector. Es de planta rectangular, la cual tiene en su base
una longitud de 24 m por el lado este, 21.80 m en el muro sur, 24 m en su
muro oeste y 21.40 m en su muro norte. Está formada por once cuerpos y
tiene una escalera por su lado este, que consta de 35 escalones limitados
por una alfarda de 95 cm de ancho en cada lado, las cuales llegan hasta el
décimo cuerpo, reduciendo su anchura a 80 cm. La huella promedio es de
20 cm, al igual que el peralte. La escalera en su base mide 5 m de largo y en
la cima 4 m, con una altura en la cima de 7.80 m.
El primer cuerpo tuvo una altura de 1.20 m con el muro recto y el se-
gundo cuerpo 30 cm, tanto por el lado norte y oeste. El segundo cuerpo
tiene una altura de 70 cm y un descanso. El cuarto cuerpo con una altura de
50 cm y descanso de 72 cm. En el quinto cuerpo la esquina noroeste cuenta
con 40 cm de alto y un descanso de 64 cm, igual que el lado suroeste; y una
altura en la parte media de 58 cm. El sexto cuerpo tiene, en la esquina no-
roeste y suroeste, 50 cm de alto y un descanso de 54 cm y en la parte media
una altura de 58 cm. En el séptimo cuerpo la altura en la esquina noroeste
es igual a la suroeste de 60 cm con un descanso de 52 cm, la del lado sureste
de 86 cm y una altura en la parte media de 46 cm. El octavo cuerpo, tanto la
altura de lado noroeste y suroeste es de 56 cm con un descanso de 82 cm en
ambos lados y la altura de la parte media del cuerpo es de 60 cm. El noveno
cuerpo tiene 56 cm de altura en la esquina suroeste y noroeste, el descanso
del primero es de 74 cm y de este último 64 cm y 54 cm de altura en la parte
media. En el décimo cuerpo la altura del lado noroeste es de 62 cm, del su-
roeste 54 cm y un descanso en ambos de 60 cm, con una altura en la parte
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arqueología
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Bibliografía
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509
ARQUEOLOGÍA DE LAS
MISIONES DE BAJA
CALIFORNIA SUR
Introducción
E
l siguiente proyecto es una propuesta de investigación regional que
contempla el periodo misional en el estado de Baja California Sur,
ocupado por los jesuitas, franciscanos y dominicos, en ese orden
de sucesión histórica. Con respecto a las evidencias arqueológicas, Baja
California Sur cuenta con un muy importante acervo cultural que ayudará
a entender los diferentes procesos sociales que sucedieron en esta región
del Mar de Cortés y la costa del Pacífico.
Es importante no perder de vista que Baja California Sur presenta un
aumento en el desarrollo turístico debido a las múltiples opciones que brin-
dan sus recorridos a través de la sierra, el desierto y su gran cantidad de
playas. De igual manera, las diversas actividades acuáticas que se llevan a
cabo en el estado es un gran impulsor del turismo y que atraen vía terres-
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
tre, aérea y por la llegada de cruceros, una gran cantidad de visitantes que
admiran cada vez más nuestro patrimonio natural y cultural, por lo que
hay que pensar en integrar propuestas de investigación y conservación que
nos sirvan para promover el registro y protección del enorme patrimonio
prehispánico e histórico con que cuenta el estado.
Es por esto que podemos decir lo importante que se resulta el desarro-
llo de este proyecto en pro de proteger, investigar y difundir éste patrimonio
arqueológico, ya que forma parte fundamental de la historia regional del
estado y que, en el caso de las misiones y su historia, son factores fundamen-
tales para entender un difícil proceso de desarrollo cultural que se ha dado
hasta la actualidad, esto gracias a que en el estado contamos con valiosa
información patrimonial arqueológica expuesta y por descubrir.
Información General
La superficie total del estado es de 79 909 km2 y se encuentra dividido por
cinco municipios. Una de las características más sobresalientes es que no
existe mucha agua debido a que no hay mantos acuíferos por la poca canti-
dad de lluvia que se presenta durante todo el año. Por ese motivo, el estado
se encuentra dentro de los tres primeros más secos del país. Baja California
Sur tiene una historia muy peculiar que le hace sumamente atractivo: es
una tierra que cuenta con impresionantes formaciones montañosas, am-
plias zonas de desierto con abundante vegetación xerófila y una amplia zona
de playas y dunas. Presenta temperaturas muy elevadas durante el día y
descenso de estas durante la noche, así como algunas lluvias torrenciales
durante una temporada del año. También cuenta con una riqueza cultural
incalculable, la cual interactúa muy de cerca con el medio natural debido
a la característica geografía donde se encuentra. Este escenario geográfico
se ha venido modificando constantemente a lo largo del tiempo debido a la
acción intensa de los procesos naturales.
Antecedentes
Las investigaciones antropológicas que abordan el estudio de los diferentes
grupos étnicos que habitaron la península de Baja California y en especial
el sur de esta, son muy escasas. Los grupos de cazadores, recolectores y
pescadores que la habitaron han sido registrados históricamente en tres
grandes grupos lingüísticos: El norte de la península y parte del centro
estuvo habitada por los Cochimíes; el centro por los Guaycurás y al sur por
510
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
los Pericúes.1 Con la creación del Centro INAH Baja California Sur, se han
incrementado las investigaciones principalmente de tipo arqueológico.
Las primeras referencias antropológicas y arqueológicas son llevadas
a cabo por el Doctor holandés Herman ten Kate y por su acompañante el
naturalista Belding, en 1883.2 Posteriormente, las efectuadas por el ameri-
cano Edward Palmer en 1897, las realizadas por el Ingeniero francés León
Diguet en 1905, así como el estudio osteométrico estadístico realizado por
Paul Rivet en 1909.3 A mediados del siglo XX, corresponde al norteameri-
cano William C. Massey, proseguir los estudios en la Región de los Cabos
y Desierto Central. Sus trabajos fueron realizados en sitios abiertos y en
cuevas mortuorias. Especialistas de Antropología Física del INAH, Roberto
Ovando y Zaid Lagunas llevaron a cabo el salvamento en la zona del El
Conchalito en La Paz, registrando, en su primera fase, cuatro entierros hu-
manos en 1981.4 Lo interesante del hallazgo es que se evidenció la antigüe-
dad de la ocupación humana en la región y que tenían un complejo siste-
ma de enterramiento de dobles exequias, utilizando una especie de lápida
redonda elaborada con una mezcla de restos de conchas, gravilla y ceniza
como aglutinante. Posteriormente, en diferentes temporadas, se continua-
ron los trabajos, realizados por el Antropólogo Físico Alfonso Rosales y la
Arqueóloga Harumi Fujita.5
En el caso de la arqueología histórica o misional, no se ha desarrollado
ningún tipo de investigación arqueológica a pesar de que Baja California Sur
cuenta con más de 18 misiones edificadas por los jesuitas, franciscanos y
dominicos. Es muy importante mencionar que en esta región de la península
es por donde inicia la colonización de la corona española, siguiendo con el
esquema de conquista que empezó en 1521, tierra adentro. Es en el año de
1679 que arriban al estado los primeros misioneros jesuitas para así iniciar
una muy difícil labor de colonización de los grupos indígenas en un terreno
poco conocido y muy agresivo para los religiosos. El acervo patrimonial
1 DEL RÍO, I. y ALTABLE M. E. (2010) Historia breve Baja California Sur. El Colegio de
México, Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, México.
2 LAY, MOORE y BENDÍMEZ. (2010) La Prehistoria de Baja California. Avances en la
arqueología de la península olvidada. Centro INAH Baja California, México.
3 Ídem.
4 JIMÉNEZ, R., et al., “Los entierros humanos de “El Conchalito”.
5 ROSALES, A., et al., La antigua California Prehispánica: la vida costera en el
Conchalito.
511
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Área de estudio
Ubicación
El estado de Baja California Sur se encuentra ubicado dentro de las coorde-
nadas geográficas extremas de la siguiente manera: al norte 28° 00´, al sur
22° 52´de latitud norte; al este 109° 25; al oeste 115° 05´de longitud oeste
(Figura 1).6
Limita al norte con el estado de Baja California y con el Golfo de
California, al este con el Golfo de California, al sur y oeste con el Océano
Pacífico (INEGI, 2012).
512
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
Extensión
La Península de Baja California es una larga franja de tierra que se extiende
desde la frontera con Estados Unidos, hasta el Cabo de San Lucas a través
de poco más de 1 300 kilómetros y con una anchura que varía entre los 100
y 200 kilómetros.
Se extiende por una superficie de 75 675 km² y representa 3.77%
(Figura 2) de la superficie del país. El estado se divide en cinco municipios
y su capital es La Paz7 (Figura 3).
513
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Características ambientales
Al norte se ubican las lagunas costeras de San Ignacio y Ojo de Liebre, las
cuales son sitios de reproducción de la ballena gris y se encuentran prote-
gidas por el gobierno federal. En la misma zona se ubica el desierto de El
Vizcaíno, una reserva mundial de la biósfera. Posee también algunas islas
en el océano Pacífico (Natividad, Magdalena y Santa Margarita) y otras en el
Mar de Cortés: San Marcos, Coronados, Carmen, Monserrat, Santa Catalina,
Santa Cruz, San Diego, San José, San Francisco, Partida, Espíritu Santo y
Cerralvo. Sus principales elevaciones son la Sierra La Laguna, el Volcán Las
Tres Vírgenes y el Cerro Salsipuedes.8
Flora
La flora sudcaliforniana se caracteriza por una biodiversidad de especies y
comunidades vegetales, muchas de ellas únicas en el mundo. La vegetación
que se desarrolla en la mayor parte del estado corresponde al tipo genérico
denominado matorral xerófilo.
Los matorrales xerófilos ocupan 86% de la superficie de la entidad,
le siguen en importancia las selvas secas en la región de Los Cabos y los
manglares de las costas. En la parte sur se localizan los bosques, princi-
palmente de encinos, en la sierra de La Laguna (reserva de la biosfera); en
la parte litoral existe vegetación de dunas costeras y mezquitales que se
presentan en los cauces de arroyos intermitentes. En el matorral xerófilo
destacan por su diversidad de especies las familias: Asteraceae, Fabaceae
(leguminosas), Poaceae, Cactaceae, Chenopodiaceae y Euphorbiaceae; los
géneros más comunes, que se pueden observar en este tipo de vegetación
son: Larrea, Agave, Lycium, Cylindropuntia, Fouquieria y Jatropha. En las
regiones desérticas, se compone de asociaciones de plantas conocidas como
matorral xerófilo, plantas principalmente arbustivas adaptadas a las condi-
ciones áridas, como: cardonales, izotales, bosquetes de torotes y copales, de
palo verde, mezquitales, matorrales de gobernadora y choyales.
En las regiones serranas, como la sierra de San Francisco, al Noroeste
del estado, matorrales de palo Adán, pitaya agria y de cardón, datilillo,
cochal, diversas especies de siemprevivas, algunas biznagas y mezcalillos,
sotol, cardón y cirios. Por los cañones de esta sierra corre un arroyo con
diversas pozas de agua, lo que permite el desarrollo de palmares, sauzales y
numerosas especies de plantas acuáticas y subacuáticas como juncos, tules
y berros. En el oasis de San Ignacio también se encuentra un gran número
8 INEGI, 2012.
514
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
de palmas nativas, datileras y otras especies; hay palo fierro, palo blanco,
copales y torotes. Hacia el Sur del estado se pueden encontrar ciruelos, palo
escopeta, chino y zorrillo, bosques de encino, pino piñonero endémico, ma-
droño y el nopal de la laguna. En las zonas de arroyos se pueden encontrar
palmeras, carrizos y tules.9
Fauna
La fauna también se distingue por su biodiversidad, de acuerdo con las
condiciones físicas y bióticas particulares del estado y sus regiones, tipo de
vegetación, altitud y orografía. Se encuentran mamíferos terrestres como
liebres, conejos, musaraña gris, murciélagos, coyotes, mapache, cacomixtle,
zorrillo manchado, zorras, puma, gato montés, ardilla de bolsillo de valle,
ratón de bolsillo Bailey, rata canguro, ratón de cactus y ratón piel de vena-
do, entre otros. En las llanuras desérticas se encuentran varias especies de
aves, roedores, carnívoros y herbívoros, como la chacuaca, codorniz, huilota,
liebre, conejo, coyote, zorra, berrendo peninsular y venado. En las regiones
desérticas con vegetación densa arbustiva y de matorral, generalmente se
encuentran especies como paloma torcaza, mapache, babizuri o cacomixtle,
gato montés, coyote, zorra y especies de aves como el águila, aura o zopilote,
lechuza y gavilán.
En cuanto a la fauna marina, esta se distribuye en ambas costas y
representa un elemento esencial, no solo por su alto valor comercial si no
porque es el sostén de las economías locales y la estatal, pues aporta el 50%
de la producción pesquera nacional. Entre las más importantes están la lan-
gosta, abulón, caracoles, camarón, ostión de piedra, atún, almejas, calamar
gigante, pelágicos menores, tiburón, algas, especies de pesca deportiva entre
otros. Los peces que más se explotan, son la sardina, el atún, barrilete, jurel,
macarela, pez sierra, cornuda o azul.10
Geomorfología
La superficie estatal forma parte de la provincia Península de Baja California
en donde se presenta una muy importante sierra llamada la Giganta, que se
extiende desde el límite del estado al norte, hasta la Bahía de la Paz.
En algunas partes existen mesetas como la llamada sierra de Agua
Verde con 1 580 metros sobre el nivel del mar (m s. n. m.) y sierra El Potrero
515
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Hidrografía
El estado de Baja California Sur es una de las entidades más áridas del
país, por lo que la necesidad por el recurso de agua es mayor, sobre todo si
se considera que la existencia de corrientes superficiales permanentes es
casi nula debido a la escasez de lluvias y bajos escurrimientos generados
principalmente en la época de ciclones.
516
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
Clima
En el estado de Baja California Sur, predomina el clima Muy seco (92%). Se
encuentra también clima Seco y semiseco (7%) y Templado subhúmedo (1 %)
en la región de la sierra de La Laguna. La temperatura media anual es 18 a
22°C. La temperatura promedio más alta, de 35°C, se presenta en los meses
de julio y agosto, la más baja es de 9°C y se registra en enero. En la ciudad
de Loreto se han registrado temperaturas máximas extremas de 40°C en los
meses de mayo a septiembre. Las lluvias son muy escasas y se presentan du-
rante el verano. La precipitación total anual promedio en el estado es menor
a 200 mm. Debido a la escasa precipitación, la poca actividad agrícola que se
practica es de riego, en Valle de Santo Domingo, donde se cultiva: algodón,
trigo, alfalfa verde, frijol, jitomate, cártamo, chile verde y papa.
92%*
7%*
1%*
517
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
En Baja California Sur, los climas que prevalecen son los muy secos
semicálidos y cálidos (Figura 4), cuyas características principales son lo
extremoso de sus temperaturas diurnas y la gran sequedad ambiental.12
Existen tres factores que determinan el clima en el estado: Latitud,
relieve y las corrientes marinas.
El factor de la latitud es el más importante, ya que gran parte de la
entidad −desde su límite norte hasta las proximidades de Todos Santos− se
localiza dentro de la zona subtropical de alta presión, en la cual, los vientos
son descendentes, frescos y secos, por lo que no se realizan los procesos de
condensación y precipitación. Mientras que la región meridional es atravesa-
da por el Trópico de Cáncer, línea que marca el inicio de la zona intertropical
donde los vientos alisios, cuya dirección es del noreste al suroeste, contienen
algo de humedad debido a su paso por el Golfo de California.
El factor del relieve influye también en las características de los climas.
Así, en la zona occidental, donde los terrenos son llanos o ligeramente ondu-
lados, la precipitación total anual suma de menos de 100 a 200 milímetros;
en tanto que en el oriente, la presencia de una serie de cadenas montañosas
alineadas paralelamente al litoral del golfo, obliga al viento a ascender y con
ello ocasiona la condensación del escaso vapor de agua que contiene, de tal
modo que es ahí donde la precipitación total anual alcanza valores hasta
de 400 milímetros, con excepción de la sierra de San Lázaro −situada en
la región meridional− en la cual la precipitación excede los 600 milímetros
anuales.
Como tercer factor, las corrientes marinas imprimen condiciones par-
ticulares al clima. En el caso de las costas occidentales del estado, las tem-
peraturas son más bajas con relación a las del interior, debido a la corriente
oceánica fría de California. Además, en el verano, esta corriente torna es-
tables a los vientos secos que llegan a la costa, es decir, que impide sus mo-
vimientos verticales, que no dejan se realicen los procesos de condensación
y precipitación en esa temporada.13
518
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
Suelos
En el estado de Baja California Sur se encuentran nueve tipos distintos
de suelos con variantes en su composición (Figura 5). El suelo con mayor
predominancia es el regosol, con una presencia de 41.81% del total de la
superficie del territorio, seguido por el litosol con 31.34% de predominan-
cia. Asimismo, en menor medida se encuentran representados los suelos
tipo yermosol (8.92%), fluviosol (4.71%), vertisol (4.16%), xerosol (3.94%),
solonchak (2.79%), feozem (1.51%) y solonetz (0.27%).
Los regosoles son suelos con poco desarrollo y por ello no presentan
capas muy diferenciadas entre sí. En general son claros o pobres en materia
orgánica.
Los litosoles, por su parte, consisten en suelos no evolucionados forma-
dos sobre roca madre, presentes principalmente en las sierras.
519
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Los yermosoles son suelos localizados en las zonas más áridas, como
los Llanos de la Magdalena y Sierra de la Giganta. En ocasiones presentan
capas de cal, yeso y sales en la superficie o en alguna parte del subsuelo.
Los suelos tipo fluviosol se caracterizan por estar formados de materia-
les acarreados por agua. Son suelos muy poco desarrollados, medianamente
profundos y presentan generalmente estructura débil o suelta. Presentan
capas alternadas de arena con piedras o gravas redondeadas como efecto
de la corriente y crecidas del agua en los ríos.
Los vertisoles se caracterizan por su estructura masiva y su alto con-
tenido de arcilla, la cual es expandible en húmedo formando superficies de
deslizamiento llamadas facetas, y que por ser colapsables en seco pueden
formar grietas en la superficie o a determinada profundidad. Tienen baja
susceptibilidad a la erosión y alto riesgo de salinización.
Los xerosoles son suelos que tienen, por lo general, una capa superficial
de color claro por el bajo contenido de materia orgánica. Debajo de esta
capa puede haber un subsuelo rico en arcillas, o bien, muy semejante a la
capa superficial. Muchas veces presentan a cierta profundidad manchas,
aglomeraciones de cal, cristales de yeso o caliche con algún grado de dureza.
El suelo de tipo solonchak se presenta en zonas donde se acumula el
salitre, tales como las lagunas San Ignacio u Ojo de Liebre.
El suelo feozem háplico, se caracteriza por tener una capa superficial
oscura, suave, rica en materia orgánica y en nutrientes.
Por último, se encuentra el suelo de tipo solonetz que contiene altas
concentraciones de sal, se caracterizan por tener un subsuelo arcilloso con
terrones duros en formas de columnas o prismas debido al alto contenido
de sales de sodio.14
Misiones
Antes de la llegada de los misioneros jesuitas y el establecimiento de las
primeras misiones en la península de Baja California, se habían realizado
ya varias expediciones, guiadas todas por la idea de que el territorio era rico
en oro, plata, perlas y ámbar.
Desde el año de 1535, existió un gran interés por ocupar estas tierras
y explotar la supuesta riqueza que en la península se daban, pero varias
circunstancias obstaculizaron el éxito de los proyectos de colonización. La
marcada aridez de la mayor parte del territorio y las dificultades que se
520
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
521
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
esto debido a que acordaron dividirse la península con los dominicos. Los
franciscanos colonizarían la Alta California mientras que los dominicos se
quedarían con la Baja California, desde la frontera de Fernando Villa Cata
tomando el rumbo de conversión hacia el norte llegando a los confines de
la Misión de San Diego.18
El procedimiento que se seguía para fundar una misión consistía en
localizar primero un sitio que contara con agua y algunas tierras propicias
para el cultivo y en las que hubiera, además, una considerable población
nativa en los alrededores. Una vez localizado un lugar con estas caracterís-
ticas, se construían cabañas para la habitación de los misioneros y de los
soldados que los acompañaban. Tan pronto como era posible, se edificaba
la iglesia que en un principio era solo una casita de paja y adobe.19
La conquista de los aborígenes californianos se llevó a cabo mediante
las tradicionales tácticas de trabajo misionero. En cada encuentro, los re-
ligiosos procuraban acercarse a los indios en actitud pacífica y ganar poco
a poco su confianza con toda clase de regalillos, especialmente alimentos.
Los jesuitas tuvieron que afrontar graves problemas en tierras califor-
nianas, sobre todo en lo que se refiere a la producción de alimentos. Pese a
los esfuerzos hechos por incrementar la producción agrícola en las misiones,
las condiciones físicas del medio, particularmente la falta de depósitos de
agua superficiales, impidieron que la agricultura prosperara lo necesario
para asegurar el abastecimiento de los asentamientos misionales. La escasa
producción hizo que la economía regional fuera, durante el periodo jesuita,
una economía dependiente, sostenida a base de grano y otras mercancías
que se traían desde fuera, las cuales eran compradas con los recursos que
se obtenían mediante donaciones de particulares, quienes constituyeron el
llamado Fondo Piadoso, y con los subsidios que la corona empezó a otorgar
desde 1701 para el sostenimiento de la tropa.20
La disminución de la población indígena también significó un grave
problema para los padres jesuitas. Las causas del descenso de población se
debieron principalmente al drástico cambio de vida experimentado por los
indígenas y a las epidemias de enfermedades llevadas por los soldados y
18 DEL RÍO, I. y ALTABLE M. E. Historia breve Baja California Sur. 2010, El Colegio de
México, Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, México.
19 DÍAZ MARCO 1986.
20 DEL RÍO, I. 1983.
522
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
21 Ídem.
22 Ídem.
523
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Misión de Guadalupe
El Padre Everardo Helen fundó la Misión de Guadalupe en 1720, en la Sierra
al Oeste de Mulegé. De esta misión sólo conservamos algunas ruinas que,
524
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
de alguna forma, nos hablan del gran éxito que tuvo Helen como misionero,
según cuentan las crónicas de su época.
Misión de Santiago
En 1721, el padre Ignacio María Nápoli fundó la Misión de Santiago, no en el
lugar en el que actualmente se erige el templo, sino en la costa del Golfo, en
el Puerto de Las Palmas. En 1723, Nápoli traslada la misión tierra adentro,
dedicándola al Apóstol Santiago. El Padre Lorenzo Carranco se hizo cargo
de la misión, donde murió mártir durante la rebelión de los Pericúes.
Misión de la Purísima
El padre Nicolás Tamaral fundó la Misión de la Purísima en 1722. Una vez
que se familiarizó con la lengua de los nativos permaneció al frente de ella
hasta que lo relevó en su cargo el padre Jacobo Druet.
525
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
526
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
Objetivo
El objetivo principal de este proyecto, es estudiar de manera integral los
diferentes procesos sociales, religiosos y económicos que permitieron con-
solidar un importante periodo misional en la región de la sierra, la costa
y el desierto de Baja California Sur, así como las diferentes estrategias de
poblamiento que implementaron las tres órdenes misionales conformadas
por jesuitas, franciscanos y dominicos a través de la arquitectura, el uso de
los espacios en contextos domésticos y de culto, la interacción con los grupos
inmediatos de indígenas y la relación con el medio ambiente incluyendo la
red de caminos que utilizaron para sobrevivir por medio de un ágil método
de comunicación como lo fue el Camino Real, caminos vecinales, caminos de
integración, entre otros, partiendo siempre de la investigación arqueológica
apoyada de otras disciplinas.
Marco Teórico
Tomando como marco teórico la Ecología Cultural propuesto por Julian
Steward en su libro Theory of Culture Change: The Methodology of
Multilinear Evolution, en donde establece que la ecología cultural tiene
por objeto el estudio de los procesos a través de los cuales una sociedad
se adapta socioculturalmente a su ambiente, intentaremos explicar cómo
una sociedad y sus diversas instituciones lograron adaptarse a ambientes
naturales específicos como lo son el desierto, la sierra y las costas de Baja
California Sur, en donde seguramente veremos el proceso de adaptación de
los misioneros que realizaron a través del trabajo aplicado a la naturaleza
en sus diversas dimensiones.
Hipótesis
Con base en toda la información documental que existe sobre el tema mi-
sional, no solo en el estado de Baja California Sur sino en tierra adentro y
el sur de los Estados Unidos, tomando en cuenta la topografía y las condi-
ciones ambientales de BCS −donde la falta de suelos y de agua no permite
concentrar de manera permanente a poblaciones numerosas y por ende a
la construcción masiva de edificios que pudieran concentrar los diferentes
tipos de poderes en un mismo espacio−, se propone la posibilidad de que
se implementó un sistema misional en donde los misioneros tenían el com-
promiso de fungir como autoridad eclesiástica, autoridad económica y au-
toridad política y de seguridad. Es entonces que, conociendo los materiales
utilizados para la construcción de las misiones, casa misional, habitaciones
de los indígenas y de los custodios, así como los espacios utilizados para el
funcionamiento de la misión, se puede registrar cualquier tipo de actividad
527
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
y definir el uso de cada uno de ellos e incluso identificar los usos y modi-
ficaciones que debieron hacer en las edificaciones las diferentes órdenes
religiosas, todo esto a través de la excavación y del registro de los diferen-
tes materiales arqueológicos y arquitectónicos. De igual manera, podremos
definir el impacto cultural que pudieron adoptar los grupos de cazadores,
recolectores y pescadores en su habitual modo de vida, por lo que formula-
mos las siguientes hipótesis:
Que los conjuntos misionales deben de contar con diferentes espacios utili-
zados para actividades de culto, administrativos, habitacionales, defensivos,
de producción y evangelización entre otros.
528
Arqueología de las misiones de Baja California Sur
Bibliografía
529
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
530
531
Resumen – Los acervos museísticos a cargo del INAH, en particular, el del Museo Regional
de Guadalajara, enfrentan hoy en día diversas dificultades que impiden llevar a cabo su
investigación; por un lado, la falta de recursos, personal, apoyo, voluntad y por el otro, la
prioridad institucional de llevar a cabo su registro, haciendo menos su importancia para la
investigación.
Antecedentes
E
l Instituto Nacional de Antropología e Historia creado por decreto
en 1939, fue fundado para desempeñar entre otras labores “vigi-
lancia, conservación y restauración de monumentos arqueológicos,
históricos y artísticos de la república, así como de los objetos que en ellos
se encuentren” (OLIVÉ y URTEAGA, 1988: 19) con ello los objetos o bienes
muebles que se obtienen de estos lugares se incorporan como propiedad de
la nación, así el encargado de estos bienes hasta antes del INAH y aun por
un largo periodo después, fue el Departamento de Monumentos Artísticos,
Arqueológico e Históricos apoyándose en la promulgación de la ley de mo-
numentos de 1933. Pero sin embargo dentro de la institución no existía un
sistema de control, es hasta 1962 que el entonces Departamento de Museos
Regionales procuro conjuntar un reglamento para el buen funcionamiento
de los museos donde se incluía la catalogación de las colecciones; no es sino
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
hasta el periodo entre los años de 1970 a 1976 que se puede identificar como
inicio de la clasificación de las colecciones museísticas, cuando se forma la
Dirección General de Museos y genera normas para la catalogación y manejo
de los acervos (Ibídem 1988, pp. 214-215).
En la actualidad el INAH, realiza esta labor a través de la Coordinación
de Museos y Exposiciones, con la Subdirección de Inventarios del Patrimonio
Cultural; para ello se cuenta con el Manual de Procedimientos para Manejo
de Colecciones y Control de Inventarios de Bienes Culturales Muebles, ma-
nual que fue actualizado en el año de 2006, éste busca sistematizar las acti-
vidades sustantivas del inventario y potenciando esta herramienta para su
utilización en el cumplimiento de los objetivos del Instituto en materia de
protección, conservación, investigación y difusión del Patrimonio Cultural
mueble que se encuentra bajo su custodia en sus diversos museos (Manual
de Procedimiento, 2006: 7).
La catalogación resulta parte importante del conocimiento del acervo
de los museos, comprendiendo a las colecciones no únicamente como ob-
jetos expositivos, sino como bienes investigativos que aportan información
primordial de la cultura del país. Por ello como lo menciona el manual “cons-
tituye una herramienta fundamental para todas las áreas que participan
en la documentación y control de colecciones bajo resguardo del Instituto,
como una guía para el desarrollo de sus funciones en estricto apego a la
normatividad nacional e internacional y a los estándares derivados de ella”
(Ibídem 2006, p.7). Bajo esta perspectiva, los proyectos de investigación en
los acervos se contemplan como parte de la catalogación de los bienes mue-
bles y se norman siguiendo la Ley General de Bienes Nacionales, Artículo
6, fracciones XVI-XVIII, en conjunto con la Ley orgánica del INAH en las
fracciones I, IX y X; donde se estipula que el INAH tiene la obligación de
implementar en los lugares donde haga falta (y en su caso actualizar) el
inventario de bienes culturales muebles propiedad de la nación.
532
Los acervos museísticos en el proceso de investigación. El caso del Museo Regional de Guadalajara
1 El Archivo Histórico del Museo Regional de Guadalajara. Fondo Ixca Farías, contiene
varios documentos recuperados y clasificados por la investigadora Graciela Abascal
Johnson gracias a ella es posible consultar este importante archivo.
533
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
534
Los acervos museísticos en el proceso de investigación. El caso del Museo Regional de Guadalajara
Figura 1. Replica de Cabeza de Coyolxahqui en el MRG. Foto del archivo del MRG.
Figura 2. Pieza recuperada por José Corona Núñez. Foto del Autor.
535
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Durante los años setenta se crean los primeros centros regionales bus-
cando la descentralización de las actividades del instituto, así como estable-
cer una estructura para la investigación, conservación y difusión del patri-
monio cultural de México, de esta manera se configura el Centro Regional
de Occidente, el cual abarca los estados de Colima, Jalisco y Nayarit. En
lo concerniente a lo arqueológico busca la formación de un Atlas, realizar
trabajos de exploración y rescate; en este marco se nombra a Lorenzo Ochoa
como director, que junto con Marcia Castro Leal y Javier Galván forman la
primera sección de arqueología, siendo su trabajo inicial una prospección
en el Ixtepete.
No es sino hasta 1974 que se realizan excavaciones arqueológicas sis-
temáticas, en las entonces periferias de Guadalajara, por la construcción
del fraccionamiento Tabachines, investigación publicada años después por
Javier Galván (1981). Gracias a las investigaciones realizadas se tuvieron
datos verídicos de la distribución de las ofrendas dentro de las tumbas de
tiro, con lo que el guion curatorial del MRG (que en ese momento pasa-
ba por una remodelación bajo la responsabilidad de Otto Shöndube) se ve
beneficiado, pues incluye la primera reproducción museografiada de una
sepultura de este tipo. Con esto el acervo del museo se beneficia por tener
datos y piezas en contexto controlado, en específico de las correspondientes
a la Tumba 8 (Figura 3).
536
Los acervos museísticos en el proceso de investigación. El caso del Museo Regional de Guadalajara
537
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
“bonitos” para hacer “exposicioncitas”. Las exposiciones son una parte im-
portante en la interrelación de las investigaciones con el público en general.
Es uno de los vínculos más importantes entre las investigaciones y el dar
a conocer los resultados de estas de una manera que resulte atractiva a la
gente. No es algo que se tenga que mirar como irrelevante.
El sentido acumulativo de algunos actores encargados de resguardar
los bienes en las bodegas de bienes culturales y de los investigadores en al-
gunas ocasiones raya en el viejo coleccionismo. Y con respecto a los bienes
culturales, se ha llegado al extremo de entregar los materiales (¡cuando
se entregan!) con restricción pues son “sus materiales”, impidiendo sean
usados para uno de los fines fundamentales del INAH, la difusión. De al-
gunos encargados de las bodegas de bienes culturales se puede mencionar
un excesivo control que, en ocasiones, provoca restricciones para poder
tener acceso a las colecciones, llegando incluso a no permitir el estudio de
los materiales y a crear, “bajo su visión”, piezas con elementos registrados
como conjuntos.
Las colecciones que pertenecen al INAH deben tener un inventario
y un registro, eso es una cuestión innegable, el problema a últimas fechas
ha surgido por el creciente interés (a partir de observaciones realizadas al
INAH por parte de la ASF) de la Dirección de Registro Público Monumentos
y Zonas Arqueológicas e Históricos del INAH, creando a través de la
Subdirección de Registro de Monumentos Arqueológicos Muebles del mis-
mo, el Sistema Único de Registro (SUR) −la ficha que ahí se presenta con-
tiene una considerable cantidad de apartados, al cual le transfiere una carga
más en ámbitos de investigación que de herramienta de control, acarreando
problemas que dan como resultado el difícil llenado de la mencionada ficha.
Por otra parte, las colecciones del INAH deben contener un número
de inventario, el cual, como se sabe, la Subdirección de Inventarios es el
único organismo capacitado para otorgar este número a las colecciones y
sin esta notación, las piezas no pueden ser empleadas en investigaciones o
exposiciones.
Ambas subdirecciones, la de inventarios y la de Registro de
Monumentos Arqueológicos Muebles tienen su Manual de Procedimientos
para sus respectivas labores.
Dentro de la introducción del Manual de Procedimientos de la
Subdirección de Inventarios se menciona:
538
Los acervos museísticos en el proceso de investigación. El caso del Museo Regional de Guadalajara
Al revisar la guía de usuario del SUR menciona que: “El Registro Público
[…] Es un mecanismo de control para el patrimonio cultural en custodia de
las instituciones o de particulares.”
Es indudable que ambos instrumentos son necesarios, es crucial man-
tenerlos actualizados, pero ¿a quién corresponde esto? ¿la estructura del
INAH contempla un departamento de registro por centro de trabajo? En
el apartado IV del mencionado manual, en lo referente a la Inscripción de
Muebles Arqueológicos bajo custodia del INAH, detalla que los registrará
“el responsable de los bienes muebles en la unidad administrativa” pero
¿quién es el responsable? ¿el encargado de la bodega de bienes culturales,
el director del museo, el investigador? Como investigadores tenemos la res-
ponsabilidad de proporcionar los datos fidedignos de las piezas que estén
en estudio o sean parte de una donación, pero de eso a ser responsables de
darnos de alta en el sistema y realizar el trabajo de captura, es diferente.
Antes existía la figura del “registrador” en los centros de trabajo, la cual se
ha perdido, con lo que se ha creado un vacío laboral en la estructura.
Por otra parte, dentro de la misma guía de usuario, se menciona que
el Registro Público “no es un instrumento de investigación ni de descrip-
ción”, lo cual resulta contradictorio cuando al analizar la ficha, en ella se
pueden notar una gran cantidad de apartados que no facilitan el llenado,
crean confusiones, además de contener una serie de inconsistencias en
cuanto a términos. En conclusión, es necesaria una investigación previa
para que se puedan llenar sus secciones; por ejemplo en la cuestión de la
procedencia podemos observar para la región del Occidente mesoamericano
una división de 22 subregiones existiendo una tan general como puede ser
“Cuencas lacustres y valles centrales de Jalisco, Colima, Nayarit, Michoacán
539
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Comentarios Finales
Es importante retomar la investigación de manera sustancial de los acer-
vos de los museos, la cual se ha dejado de lado por las dificultades que esto
implica (en su mayoría son acervos formados por elementos descontextua-
lizados y sin registro de procedencia), no hay duda de que el estudio de las
culturas partiendo de los materiales que han dejado, es un indicador de
sus diversos vínculos sociales; así estos elementos son reflejo de un hecho
cultural, con una permanencia en el tiempo, de un grupo social que habitó
un lugar en específico y que fue influenciado por las formas de interacción
realizadas en su ámbito cotidiano en una región, valiéndose para ello de los
medios con los que contó a su alcance. De esta manera las colecciones de
los museos del INAH son una muestra de las costumbres sociales, repre-
sentaciones de la ideología y documentos invaluables en el entendimiento e
interpretación de nuestras sociedades pretéritas.
Por otra parte, solventar las dificultades que existen para realizar esto
resulta complejo; la falta de recursos, falta de personal, falta de apoyo y falta
de voluntad, son cuestiones que a diario se viven en el INAH en todos sus
rubros y matices. Pero, innegablemente, se tienen que buscar mecanismos en
los que cuestiones tan elementales como la Cedula Técnica de Inventarios y
la del Sistema Único de Registro conjunten soluciones, el fin es el mismo en
todas las líneas: la protección de los bienes muebles propiedad de la nación
y bajo custodia del INAH y los que aquí laboramos tenemos el compromiso
desde los múltiples frentes de cumplir al interior del instituto con las normas
que exigimos hacia la sociedad mexicana en general.
Agradecimientos
Agradezco la colaboración de los compañeros investigadores del Museo
Regional de Guadalajara por su invaluable apoyo y aportes al tema.
540
Los acervos museísticos en el proceso de investigación. El caso del Museo Regional de Guadalajara
Bibliografía
541
543
LAS SECCIONES DE
CATÁLOGO Y MUESTRARIOS
DE LA DSA-INAH
Resumen – Los materiales procedentes de los estudios arqueológicos representan una fuente
inagotable de información, tanto de manera directa para los investigadores que laboran en los
proyectos de los cuales proceden, como para fines de consulta, comparación y contrastación
para aquellos interesados en el conocimiento de dichos materiales, además de poder integrar
exposiciones temporales o permanentes tanto en nuestro territorio, como fuera de él. La DSA-
INAH resguarda las colecciones provenientes de sus proyectos en dos Secciones, la de Catálogo
y la de Muestrarios y la labor que ambas secciones llevan a cabo resulta fundamental, pues
salvaguardan los bienes muebles arqueológicos, permitiendo a su vez generar y complementar
investigaciones relacionadas con el estudio y la comprensión de las sociedades pasadas.
Introducción
D
esde su inicio, la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH
(DSA) lleva a cabo distintos tipos de investigaciones arqueológicas
en el territorio nacional, entre las cuales pueden mencionarse
inspecciones, salvamentos, rescates, vigilancias y peritajes, protegiendo el
Patrimonio Arqueológico de la Nación, pero también buscando analizar los
procesos históricos, económicos y sociales de las culturas pasadas; inte-
grando la información resultante con el objetivo de comprender los modos
de vida y los mecanismos estructurales y organizativos de las sociedades
que nos precedieron.
Los antecedentes de la DSA se sitúan primeramente como oficina en
Monumentos Prehispánicos; para 1977 se fundó como Departamento; en
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
La Sección de Catálogo
La Sección de Catálogo de la DSA tiene sus orígenes hacia el año de 1983,
cuando se denominaba Sección de Catalogación; estuvo a cargo del arqueó-
logo Manfred Sasso Guardia en el entonces Departamento de Salvamento
Arqueológico, alojado en las instalaciones de Puente de Tecamachalco 17,
en Naucalpan, Estado de México. Posteriormente, se integró la arqueóloga
Hilda Castañeda Saldaña quien, en 1987, ante la renuncia de Sasso, se hizo
cargo de estas funciones hasta que en 1989 se nombró como encargado al
investigador Eduardo Contreras González.
544
Las secciones de catálogo y muestrarios de la DSA-INAH
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arqueología
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Foto 1. Piezas CATSA en anaqueles de Frontera 53. Foto: María Trinidad Durán.
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Las secciones de catálogo y muestrarios de la DSA-INAH
Foto 3. Piezas CATSA y gavetas para objetos pequeños. Foto: María Trinidad Durán.
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arqueología
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Las secciones de catálogo y muestrarios de la DSA-INAH
Foto 4. Salineras del Posclásico Tardío expuestas en el Museo del Metro. Foto: Lignaloé Neri.
Foto 5. Piezas del Posclásico Tardío expuestas en el Museo de Azcapotzalco. Foto: Lignaloé Neri.
549
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Foto 6. Piezas del período Clásico expuestas en el Museo de Azcapotzalco. Foto: Lignaloé Neri.
Foto 7. Piezas del Posclásico Tardío expuestas en el Museo de las Culturas del Mundo. Foto:
Lignaloé Neri.
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Las secciones de catálogo y muestrarios de la DSA-INAH
551
arqueología
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Las secciones de catálogo y muestrarios de la DSA-INAH
La Sección de Muestrarios
La Sección de Muestrarios estuvo ligada a la de CATSA desde la década de
los noventas del siglo pasado hasta 2010, cuando las Secciones se separa-
ron de sede. En 2014, el arqueólogo Alejandro Meraz Moreno fue designa-
do como encargado de la Sección de Muestrarios en las instalaciones de
Alhóndiga 10, apoyado en un inicio por la arqueóloga Durán y por inves-
tigadoras de contrato (María de la Paz Flores Rescalvo, Eleonora Rivera
Carretero, Lignaloé Neri Colin), de las cuales hasta la fecha sólo continúa
contratada la investigadora Neri y se cuenta con el apoyo de la arqueóloga
Durán.
Las muestras resguardadas en esta Sección se encuentran almacenadas
en cajas y distribuidas en anaqueles (Fotos 8-10), provienen de proyectos
realizados a lo largo de 40 años de historia de la DSA, pero en muchos casos
se encuentran sin identificar y no son funcionales para los investigadores
que acuden con fines de consulta, por lo que en 2015 inició el proceso de
actualización para el ingreso de nuevas colecciones y de las colecciones ya
existentes. Esta última labor se ha venido llevando a cabo de manera pau-
latina debido al tiempo que conlleva la búsqueda y acopio de información
documental referente a cada uno de los proyectos considerados.
Foto 8. Cajas con muestrarios almacenados en la Sala 2 de Alhóndiga 10. Foto: Alejandro Meraz.
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Foto 9. Cajas con muestrarios almacenados en la Sala 4 de Alhóndiga 10. Foto Alejandro Meraz.
Foto 10. Cajas con muestrarios almacenados en la Sala 4 de Alhóndiga 10. Se aprecia que el
nivel inferior de los anaqueles se encuentra vacío debido a las constantes inundaciones. Foto:
Alejandro Meraz.
554
Las secciones de catálogo y muestrarios de la DSA-INAH
555
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
los investigadores Octavio Corona y María Pérez, así como Pedro Sosa, y sus
equipos de colaboradores, elaboraron muestrarios físicos montados en hojas
de unicel, correspondientes a los proyectos Luis Moya 101 y Libertad 35,
respectivamente, que resultaron sumamente didácticos y provechosos para
aquellos que llegaron a consultarlos, pero que al paso del tiempo se fueron
deteriorando y perdiéndose tanto los fragmentos, como la información, por
lo que en años recientes Neri y Meraz renovaron las hojas y actualizaron la
información tipológica con las referencias más actuales (Fotos 11-14).
Foto 11. Actualización de la información tipológica y referencial del muestrario de Libertad 35. Foto:
Alejandro Meraz.
Foto 12. Actualización de la información tipológica y referencial del muestrario de Luis Moya 101.
Foto: Alejandro Meraz.
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Las secciones de catálogo y muestrarios de la DSA-INAH
Foto 13. Muestrario de Luis Moya 101 renovado en hoja de etafoam. Foto: Alejandro Meraz.
Foto 14. Muestrario de Luis Moya 101 renovado en hoja de etafoam. Foto: Alejandro Meraz.
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Las secciones de catálogo y muestrarios de la DSA-INAH
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arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
Consideraciones
Como se puede apreciar a través de estas líneas, el trabajo y la investigación
de las Secciones de Catálogo y Muestrarios de la Ceramoteca de la DSA es
una tarea ardua en la que han colaborado una gran cantidad de investiga-
dores a lo largo de 40 años de historia de la DSA. A veces con la fortuna
de contar con un equipo numeroso y otras con un equipo mínimo, pero las
actividades se han continuado desarrollando, pues esta labor es dinámi-
ca, continua, y jamás se detiene. Mientras se lleven a cabo investigaciones
arqueológicas de la DSA, seguirán recuperándose bienes arqueológicos
muebles que nos permitirán ampliar el conocimiento y la comprensión del
devenir histórico y social de las épocas prehispánica, virreinal y moderna,
siendo necesario estudiarlos, tratarlos, resguardarlos, exponerlos y consul-
tarlos, contrastando la información que se obtiene de cada uno de ellos y de
sus contextos, con las de otras investigaciones.
Sirva el presente escrito como agradecimiento a quienes han colabo-
rado en estas Secciones y cuyo trabajo ha sido silencioso, así como a las
autoridades de la DSA que han apoyado a lo largo del tiempo.
560
Las secciones de catálogo y muestrarios de la DSA-INAH
561
arqueología
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Bibliografía
562
563
A
l estudio de las cuevas, en relación con la arqueología, lo llamamos
espeleoarqueología, y no únicamente para crear más confusión en
la ya complicada disciplina del estudio del hombre, sino para defi-
nir y ubicar más estrictamente el estudio de las actividades del hombre en
los espacios en cuevas, cuya investigación requiere, además de los usuales
en arqueología, conocimientos básicos para entender la especial geología
que en ellas se encuentra.
La importancia de las cuevas radica precisamente en que, por ser los
primeros espacios de los cuales se apropia el hombre, constituyen, por lo
mismo, un depósito ideal de sus restos culturales, acción no circunscrita a
la prehistoria sino, incluso, a grupos contemporáneos.
De ahí que es verdaderamente excepcional encontrar alguna cueva que
no haya sido mínimamente alterada por el hombre, ya que, como observa-
remos más adelante, no es únicamente la apropiación física del espacio la
que realiza el ser humano sino se apropia además de la entrada ideológica
del inframundo, se constituye en poseedor de la topografía y el relieve y lo
transforma en magia, en religión y en arte.
Como espacio conservador de las manifestaciones culturales, son las
cuevas magníficos depósitos, con mayor o menor posibilidad de encontrar
arqueología
INAH 80 años construidos por sus trabajadores
aun sin remoción los restos culturales, sobre todo cuando estas cuevas se
encuentran alejadas de sitios urbanos y son profundas.
Ha sido necesario intentar un agrupamiento de los principales tipos
de cavidades, a partir de su conformación geológica y teniendo así un ligero
acercamiento a su posible función.
Lazcano (1983) enlista una serie de formaciones cuya topografía y
formación geológica son características de un tipo; las más comunes en
Mesoamérica, por ejemplo, son formaciones en estratos calizos y se agrupan
en: simas, resumideros, grutas o cavernas, abrigos o covachas.
Por otro lado, Schmid (1982) resume en solamente dos tipos a todas las
cavidades, en relación con sus sedimentos: cuevas interiores o endógenas
y cuevas exteriores o exógenas; es necesario indicar que en Mesoamérica
existen ambos tipos e incluso algunas ocupan los primeros lugares en cuanto
a importancia comparada por sus dimensiones.
De nuestra tipología tenemos que las simas son profundas fallas es-
tructurales en las cuales intervienen una serie de factores tanto estructura-
les como morfológicos, e incluso climáticos. Este tipo de cavidades suelen
presentarse en muchas ocasiones en forma a largada y con profundidad
variable; alcanzan profundidades impresionantes como la del sótano del
barro, en el estado de Querétaro, con 410 metros de tiro. Es obvio que por
su profundidad y dificultad de descenso su uso en épocas pretéritas estuvo
supeditado, en caso de haber sido así, a ser depósito de algunos objetos o
personas, lo que aún no ha sido confirmado o descartado.
El descenso en épocas actuales es naturalmente difícil; sin embargo,
debió serlo mucho más en épocas anteriores; pero tampoco es licito descar-
tar este tipo de informaciones como carentes de manifestaciones culturales,
ya que se han encontrado en algunas otras cavidades que plantean una
asociación depositada a propósito en el fondo como sucede en la región de
Orizaba, Veracruz.
Las simas son, sin embargo, las cuevas menos empleadas en cualquier
época de la historia. Los resumideros son frecuentemente inaccesibles, ya
que son formaciones de pequeño diámetro por los cuales, como su nombre
lo indica, se sume algo, usualmente una corriente de agua; por ello no fueron
aprovechados por el hombre.
Las grutas o cavernas, que caen dentro de la clasificación de cuevas in-
teriores o endógenas, están compuestas por varias cámaras que penetran en
ocasiones a grandes profundidades de las montañas y forman sistemas subte-
rráneos que llegan a alcanzar decenas de cientos de metros. Un buen ejemplo
564
Acerca del hallazgo de restos óseos en cuevas
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Acerca del hallazgo de restos óseos en cuevas
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