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Interacción Comunicativa y Cortesía

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E.J,:-hJ0 o-\ Ar¡ e 11 s .A .


Borc.e..loY\.<).._ 1 \ 44 B
CAPITULO 8

INTERACCIÓN COMUNICATIVA Y CORTESÍA

La soclollngüístfca y el estudio de fa Interacción


comunkatlva
Las ceremonias ¡...), 11 mi parecer, no son otro que sentimientos
u palabras con que declaremos nuestro agradecimiento, nuestro
respeto, obsequio y afecto hacia otra persona, u bien ensalzamos
el müíto ajeno y humillamos el nuestro.
IOl'IACIO LUZÁN, Artt dt /tablar, 1723-1736

La soclolingOfstlca, junto a la geolingOfsllca, es tal vez la disciplina que mayor


cantidad de materiales de la lengua hablada ha podido acopiar. Su ínter~ por allegar
datos procedentes de informantes variados y representativos, la atención prestada a
los principales factores de la comunicación y la experimentación con t~cnlcas de re-
cogida de materiales muy diversas han convertido a nuestra disciplina en punto de
referencia obligado para cualquier estudio que tenga relación con la lengua hablada.
Naturalmente, la recolección y ordenación de materiales lingO!sticos conducen
y comprometen a su análisis, cuando no forman parte del análisis mismo. A lo largo
de la primera parte de este libro hemos tenido ocasión de explicar en qu~ modo pro-
cede la sociolingOfstica para el estudio de los niveles fon~tic().fonológico, gramatical
y l~xico. Pero ¿qu~ ocurre con los niveles, unidades y fenómenos que reciben la eti•
queta de supraoracionales? Porque la utilidad de los materiales recopilados tambi~n
alcanza, sin duda, al nivel de los actos de habla y de los textos, como unidades co-
municativas fundamentales. El estudio de la unidad llamada ruto -de su carácter
de actividad comunicativa, de su naturaleza pragmitica y su estructura- está al al-
cance de los investigadores que conocen la forma de reunir muestras lltiles de len-
gua hablada. En este sentido, los sociolingUistas están en las mejores condiciones
para abordar el análisis de la interacción comunicativa y de los productos de esas in-
teracciones, es decir, de los enunciados, de los textos, del discurso, en cualquiera de
sus múltiples manifestaciones.1 La interacción se define como una serie de acciones

t. Mds 1del1n1e tendremos oportunidad de 1r111r los conceptos de •discurso• y de


•texto• (véase
E. Bern,rdcz, /11trod11cd6n a la lin,nútica dtl ttxto, Madrid, Espasa-C alpe. 1982: tambi6n, del mismo autor,
c,1cdra, 1995). En lo que se refiere aJ concepto de «enuncia do•, es
Ttorla y 1plst1n10/01fa dtl 11.tto, Madrid,
,
lmporionre el trabajo de E. Benvenisre publicado en 1970 (•L'apparcll íormel de l'cnonciation•, Lan,a1ts
entre la 1n1utdad6n como proceso, y el 1n11nciado, como
17, pp. 12·18). Se¡an Benvenlste, hay que dls1in1ulr
en lu que , an~ ind1,1duM se ,<'n 1mphcnli<'S nl1crnn111·n o simuhA l4 J
ncnmc n1c como
o.,en1es : La pragmá1ica - o. ni menot una parte lmpom nte de ella- es la
LQ a1cna6n que lo soc1ohngUis11ca prcsin n iodo el ómhlto que va tlbdpllna que
más allá de In estudia los ncto1 de lrnbln y, mlls en general. las funciones de 101
oraoOn supont . p:m cm di5cir,hnn. una grnn 1·.:n1aj11 y un claro enuncladot llngDIJ.
riesgo Lo vcntojn es 1icos y sus caracteres en In interacción comunlca1lva Para Teun A.
que nlcarua los llm11cs de oirns muchas disciplinas que. sin ser sociolln van Dllk,4 la pr•a·
gUfslica - a vc- máticn se ocupa concrc1omente de c,iudlnr las condlclonu bajo
ct5. sin m siquier, lingUlsticn-. manifies1an nlgiln las cuales laJ manl•
tipo de inter~s por lo interacción res1nc1ones lingUlst icas son nceptables. apropia das y oportunai, dicho
comunkath-. y sus resultados Ln coincidcncin de in1ercses entre con otru pala•
escuelas, disciplinas hras. las condiciones y reglas que han de time paro que un enuncla
o grupos fronterizos suele ser. generalmente. enriquecedora pora tlo o un acto de
todos; en este caso, habla sean idóneos en un contexto determinado Se estudian, en
tambic!n nidria ganando la lingUlstica general . que ensancharla derlnltlva. las rela-
su ,mbito de acción ciones enlre 1exto y contexto, entre la estructura textual y los elemen
sin dejar lagunas ni materia sin 1ratar El riesgo se derivarla, tos de la titua•
precisamente, de esto clón comunicativa que están 1istem6ticamente ligados a ella Lu
mismo el contacto con materias limllroícs puede suponer el abando cattgorlas que pe,.
no del campo de tenecen al contexto son, enlre otras, el hablante y el oyente. la acción
la sodollngUlstico y In incursión en terrenos njenos. sugerentes, no que reallun al
hoy dudo, pero producir un enunciado o al recibirlo, el siJtema lingUlstlco emplea
ajenos al fin y al cabo: Incluso podrla done el caso de que esos do, el conodmlen•
otros ámbitos satisfi- to de la finalidad del acto de habla, las actitudes de los Interlocutores
cieran inquietudes o ~cccsidades que In sociolingUlsticn no ha y los sistemas
satisfecho ndecuodn- de normas, obligaciones y costumbres sociales.
mentc, por no estar dentro de sus posibilidades o de sus prefere Según estableció John L. Austin, el más destacado representante
ncias. Dos de las dis- de la •teorla de
ciplinas con las que la sociolingUlstica comparte parcialmente los actos de habla~, las expresiones o enunciados llngU(stic01 pueden
intereses y objetos de servir para fines
estudio -situaciones, procedimientos y productos de la Interac muy distintos. Algunos enunciados permiten hacer proposiciones
ción- son la pragmá - relacionadas con co-
tica y la psicologla social. sas o hechos del mundo, real o Imaginario, de los cuales se puede
decir que son cier•
tos o falsos, precisamente por darse tal relación: estos enunciados
reciben el nombre
de emmclados co1ut111a1ivo1 (/re lltgndo muy temprano; nyer cobrnm
Sodolln&ilístka y praam,tlca
oJ 111,e,1,o primer
me/do; l,ace un calor Insoportable). En otros casos, los enunciados
no se utilizan para
decir algo de algo o de alguien sino para hacer algo en el ~ontext
o a~ecuado: dtcln·
La necesidad de un entendimiento entre pragm6tica y soclolin
gUlstlca ha sido
ror, Jurar, prometer (me trlb1111ol declaro culpnblt ni reo; }'"º por
1111 honor que 110
destacada muy oportunamente por Oraclela Reyes. Segiln esta volvtrtls a ttllrar en 111/ casa; prometo serte //ti en los alegrfas y t/1
Investigadora, las re- las penas): son los
laciones entre las dos materias son muy importantes para el futuro emmclados rtnllza1ivos. Tambi~n existen enunciados formados por
de la pragm6tica proposlcio11es ttl·
porque , aunque esta disciplina no estudia estrictamente la relación cas que pretenden servir de gula para ciertas conductas (110 matords
entre fenómenos ; divide y vence-
tingUlsticos y factores sociales. todos sus temas tocan el lado social rds), y enunciados que sólo pretenden confirmar ~l funcionamiento
del lenguaje: In . del canal comu-
pragmática tiende a trabajar con materiales procedentes de situacio nicativo entre dos interlocutores: enunciados ft111cos (¿me oyes
nes reales y quien b1e11?; ¿es1ds nM?,
más experiencia ha reunido en ese terreno es la sociollngUlstica. ¡ltolo{).5
En la misma línea de 1
argumentación. Reyes afirma: Una de las conlentes de estudio más representativas de la pragmá •
tica actua se
ocupa de ta caracterización de los enunciados llamados reollznrivos,
frente a los cons•
El campo de trabajo que m'5 naturalmente comparten ambas disciplin
as es la con- 1111111/vos. Se ha podido comprobar que las expresiones realizativas, ~enominadas ne•
venadón, objeto predilecto de estudios sociolingUlsticos en los
illtimos anos. 101 de habla, han de cumplir ciertos requisitos: no deben describir m registrar nada,
Todos los fenómenos que estudia la pragm6tica (actos de habla, no han de ser «verdaderas» o «falsas» , sino simplemente «adecua
presupo
implicatura. deixis, etc.) se realizan en la conversación y est6n regulad sición, das•, han de suponer ta realización de una acción o de parte de
das» o «no a~ecu~-
principios scglln los cuales empleamos el lenguaje cuando conversamos: os por los un verbo en primera persona. Para que esos actos -~ habla tenga~
ella y ~uelen incluir
sación CJ el tipo mis elemental de uso del lenguaje.J la conver- ix1to, desde un
punto de vista comunicativo, ha de existir un procedumento conven
cionalmente acep•
tado, que debe cumplirse de forma correcta, en todos_sus. p_asos.'
Más adelante daremos cuenta del modo en que la sociolingUlstica y ~n el que los
se ocupa del · · •·• han de ser los apropiados. En 1962, Austm distmgu1ó
anilisis de la conversación. Ahora es importante seftalar, sin part1C1 pan= cmco clases de
embargo, que la con- enunciados realizativos: jud/ca1ivos (declaro culpn ble aI rto ), ewc11a1
· · · ( d /
versación, como fenómeno comunicativo, no es el tlnico punto de 1vos re t~ ~110
lnter~s compartido 111; sucesor), compromüorlos (prometo str Imparcial), de comfortamltlllo (te /tbc110)
por sodolinglllstica y pragmática: tambi~n los ocios de /tablo han y exposltívoJ (supongo qut es cierto lo que SI! cuenta en eJtt libro).
llamado la atención
de los sociolingOistas. Por otro lado, teniendo en cuenta que todos los enunciados supone
n. ~e un modo
u otro, la realización de una acción y dado que las fronteras entre
enunctados cons•
producto de la CIIIIDCiaci6n. La enunciación a ti acto por ti que
ti hombre se hice duefto dt su lengua y es
predsamesne la rdaóón entre el hablante y su tensua la que determin
a sus ar1cterls1lcas.
2. Viasc T. van Dijt. La dtnda tkl IUIO. Barcelona. Plidós. 1933, 4 1A dtNJo dtl 1cao. Ban,tlona. P&idós, 1981
p 89. s. vtasc J L Auslin, C61r1o hoccr cosos'º" palabras, Barcelona, P1ldós, 1982; J. Searte, Actos
3. La p,ap!MJU ~ - El ntudio dtl uso dtl tn1111ojt, 81rccton1, Montesinos, 1990,
pp. 55-57 blo. Madrid. Otcdra. 1981>. S ~n,on, Pro1nr61lco. Barc,lon1. d, ha-
Tetde, 1989
l•J r~1,c 1r10, DE SOCIOLl '-GLfSl lt ~ \ ~UCIClLOCl l •\ DEL
L['GL ,\ Jr
l.A L!SG \;A ES SL lJSO SOCIAL
HS
t111uvos y rcaliu trl'OS no siempre est6n suhcientcmcntc claras.
se ha distinguido cn-
lrt tres tipos de actos. que se h■n convert ido
en unidades básicas de Esos ac1os de habla, a los que se acaba de hacer rere,encla (por ejemplo
la pragm,tica· , de pe·
actoJ locurfros. ilocmwos y ptrloc111ivos Los netos loc111ivos surgen en tlción de espera). se han podido ordenar en un eje o co,11/111111111 llamado
el momento en de CQrlnfa,
que 11 dic. 0'80, esto es, cuando se emite un enunciado, los netos ilocw/1 de tal forma que en un extremo se han agrupado los actos de pe1lci6n de
•01 se reali- espera m•J
un cU1nclo se dice ol,o con una cierta Intención o ruer1a por parte del corteses (por fnvor, aspare 1111 mom,1110; tJptrt; ptrdont , qut 110 puedo
hablante (i11- 1allr) y en el
fr,m10,, nd11trtir, compro mtttrst ); los netos pcrloc111ivos ■parece otro extremo. las variantes con menor grado de cortesfa (asptrn q11t ya
n como consecuencia voy; ya voy,
del acto ilocutivo y logran un efecto o una reacción en el oyente (co1tve1 yn 1·11).~ El criterio seguido para determinar el grado de cortesía corul,te
1cer, dirnn- simplemen•
dit) A este respecto. M' Victoria Escandell insiste oportunamente sobre te en observar el uso de los actos de habla en correlación con el uso de
la diíícul- los pronom-
tad de dl.stlngulr tambl~n tales tipos de actos· bres personales 11i y ,mee/: el grado de cortesla que pueda tener un acto
de habla e1tá
relacionado con el tipo de tratamiento que recibe el interlocutor hacia
el que ambo!
La distinción entre estos tipos de actos es sobre todo teórica, ya que van dirigidos. Se consideran como más corteses aquellos actos de habla que
los tres se muestra n
realizan a l1 vu y 1imu1t,neamente: en cuanto decimos algo, lo estamos uno tendencia a aparecer cuando el interlocutor recibe un tratamiento
haciendo de 11Jttd, fór•
en un determinado sentido y estamos produciendo unos determinados mulas menos corteses serian aquellas que aparecen con frecuencia cuando
erectos. el interlo-
Pero es Interesante distinguirlos porque sus propiedades son diferent cutor es tratado de 1,í. Al buscar las causas Oltlmas del uso de un tratamie
es: el acto /o - nto u 01ro
a11/vo posee 1i111lficado ; el acto i/oc111ivo posee fuer:n; y el acto per/ocutlvo se ha de hacer referencia a factores psicosociológicos como el podtr o la
logra solidaridad.
efectos.' que más adelante quedarán explicados.
El estudio sociolingUlstlco y pragmático realizado sobre actos de habla coloqula
Henk Haverltate, por su parte, distingue entre netos de habla corteses •
y netos no les recogidos en Quintanar de la Orden ha revelado que los atributos sociológ
cotteses.7 Dentro de la categorla de los actos corttstJ se incluyen los actos icos de
e.rpmlvoJ los informantes están correlacionados con determinados actos de habla,
(agradecimiento, felicitación, púame, disculpa, cumplido, saludo) y los aunque no
11cto1 comlsl• siempre es asl. Las variables sociales con mayor capacidad de inOuencia
vos (promt1a, invitación). La categorla de los actos no corteses recoge sobre el uso
los actos nsu- de los actos coloquiales analizados son la edad y el nivel sociocultural,
tlvos y los exhortativos (ruego, s1lp/ic11, mandato , consejo, recome11d11cló11, junto a la fi.
imtrucc/ó11). gura del interlocutor hacia el que va deslinado el acto de habla. En el estudio
Asimismo, es posible identificar varios niveles de cortesla. En el primer se han
nivel se dls• distinguido cuatro tipos básicos de interlocutor, que ya fueron presentados
tlngue una cortesía comunicativa de una corltSía 110 co1111111icat/va. Dentro a propó-
de la cor• sito de las variedades estiUsticas (v~ase el capítulo 4): A, con poder sobre
ttJía comunicativa se distingue, a su vci, entre la corttJía lingnlstica y el hablan-
la corttJía 110 te y no solidario con ~I (por ejemplo, una persona con a~torldad y desco~o
linglllstica; esta llltlma incluye la cortesía no paralingalstica (los gestos) cida); B,
y la pnrn/111• con poder y solidarlo (por ejemplo, una persona con autondad, pero conocida
); ~• sin
gUlstlca (ruidos y signos verbales). La cortesía llngnlstica puede ser de poder y no solidarlo (por ejemplo, un desconocido m4s joven que el hablante
dos tipos: ma- ); O, s111 po·
rallngülstica y no mt14llngnCstica. A la primera se le atribuyen las funcion
tener un contacto social apreciable entre los interlocutores (f11nci6n fdtica)
es de man- der y solldarlo con el hablante (por ej~mplo, un amigo familiar joven). º.
ha dicho, el tipo de interlocutor determma en muchas ocasiones la elecclón
Como se
y de res- de deter-
petar las reglas o múimas de la convcrución (e1iq11et11 conversacional) minadas fórmulas lingUlsticas y no de otras por parle de un hablante. Normalm
; la cortes/a no ente.
mttallnglllstica se manifiesta tanto en los macroactos de habla o actos si una fórmula está generallzada en una comunidad, es el tipo de interloc
de habla glo- utor el fac-
bales, como en los microactos o actos de habla locales.• tor que determina su empleo en una interacción; en tal caso, los atributos
sociales del
Al servicio de intereses principal aunque no exclusivamente socloling hablante apenas tienen valor explicativo. Las fórmulas considerad~ como
U!sticos y ~ecos c?r•
ayud6ndonos de cuestionarios, hemos tenido la oportunidad de recoger teses nunca van dirigidas a interlocutores del tipo A, tres de cada diez se
testimonios dirigen a in-
del uso de varios tipos de actos de babia, correlacionados con las caracter terlocutores del tipo B (30 %), una de cada cinco a interlocutores del lipo
lsticas so- C (23 %)
ciales de los hablantes y con el tipo de vínculo que ~tos establecen con y ca.si una de cada dos a Interlocutores D (47 %). Las fó_rmulas corte51;s
sus interlo- s~ dirigen a
cutores. Los actos de babia que hemos analizado han sido, entre otros, cualquiera de los cuatro tipos de interlocutore~ establecidos, con las ~1gu1en1
pedidas, excusas, disculpas, preguntas por la salud, peticiones de favor,
saludos, des- porciones aproximadas: interlocutor A, 60 %; interlocutor B, 10 %; interlocues pro-
peticiones de tor C,
información, agradecimientos, respuestas a agradecimientos, ofrecimientos 29 %, interlocutor D, 1 %.10
y fórmu•
las de presentación; los materiales se han recogido en la localidad de
Quintanar de la
Orden (Toledo, Espw) .
La cortaía
6. /""°"""'611 • t. pnp,,lria.. Baft:elona. Anthropos/UNEO, 199), p. La alusión al concepto de «cortesla• obliga a presentar, siquie~a
7. ,_. COf1aÑ IICl'6al. ÜtlltMo ,,.,,,..,., .rtico, Madrid, Gredos, 1994. 69. breve~en~e, un
a. Hnertale clildDpe, 1ambléi HUe los actos de babia. cuarro ripos de subactos: ortlc11/01or conjunto de teorizadooes en las que se interpreta como un mecarusmo o
lo, Uoc11li· cnteno re-
,·o, prrdiati,o y rrf,nttdá. ESII d'dtiftódn le permile trarar ordenaclamenre
lrnporWUCS: la p,o»- resulu de sinsular importancia
alsunas esrrareaias do cortesía
en el aao artlc:ularorio, la lnttrjtcd ~ en relación con 9 •AMlisis IOciolln¡Qlltla, de ac10S de babia coloquJales•, 1y 11, úpallol
«111o/, 51-S2 (1989), PP 5-SI
loa actos lloc:utl\tos, d e/-'swto , la /IJota, la lronlo y la nptt/ddn túia,
en los actos predlQdvos y IH for•
lfl/U tú ,,.,,tMnlollo en los KIOI rdercncWcs YS-~O VhK •AMlilis sociolln,Olslico de actos de habla coloquiales-,
11. Espalto/ ac111ol, 52 ( 1989), pp. 54-56.
LA LEV,t ' ,1 E'I ~l l 50 SOCIAL 147
rR 1, c1r 1o s DE , o u o u,c,l lSTI( " \ ~OCIOLC •GI" DEL I f;\ (,l ... ,r.

Al en el grado que se le pide, pero se implicn que B desea cooperar en la lnteracdó n y


gidor de la interacción social y, mh en concreto. de la interacción comunicativo
apone la única información de que dispone dentro de un respeto a la mdxlmn d, la
rondo de estas 1eor111s se encuentra siempre una propuesta de singular relevando en cunlidntl. El ejemplo mils conocido de /11 es el caso del Informe en el que
no Je dice
el mundo de la pragmjtica el pri11ciplo dt cooptrnción de H P Grice 11 sobre el asunto que se solicita o que realmente Interesa, violando
nada en absoluto
El principio d~ r:ooptrncicln propuesto por Grice no debe entenderse como uno de la cantidad y la relevancia , en este caso se puede dar por satbfecho
las máximos
norma o una re!lla explicita. sino como uno gula que ocepton los participa ntes en cual-
el principio clt coopunció11 porque un informe as/ implica que no se ha querido dar
quier interacción comunicativa pora facilitar su desarrollo y hacer posible su ~xito res- uno opinión favorable .
pecto a unas expectativas e intereses. El principio requiere de los interlocutores que
En lo que respecta a la prts11po1ici611, hoy que senalar su paralell.smo con la lm-
contribuyan a la con\'ersación adecuándola a un propósito y en una dirección deter- plicn111rn en tonto en cuonto ambos conceptos se refieren a las i11/trt11cía1 pragmáti -
minados
cas que acompanan o los enunciados. Las implicnrurns son Inferencias basadas pri-
Grice complementa su principio general con una serie de orientaciones secunda- mord ialmente en el con renido de los enunciados y en los elementos contextuales re-
rias denominadas «categorlas• o "m4ximas• de cnmidnd, cunlidnd, rtlnció11 o rtlt• lacionados con el principio dt coopernc/611; las prts11po1icio11t1, en cambio, se derivan
~-ancia )' modalidad. la categor1a de la cantidad se refiere a la cantidad de Información principalmente de la estructura lingUíslica de los enunciados y de la aparición de cier-
aportada por los interlocutorCl en sus enunciados; la cun/idnd tiene que ver con la ve- los palabras, si bien no se puede decir que se trate de fenómenos puramente semán-
racidad y la demostrabilidad de la información aportada en la Interacción; la rtltvnn- ticos puesto que pueden verse afectados por factores contextuales. En principio, los
cia supone que los hablantes han de proporcionar información relevante en cuanto al presuposiciones se pueden mantener al margen de la veracidad o falsedad de los
asunto tratado en cada momento; finalmente, la categor/a de la modalidad llene que enunciados: un enunciado afirmativo y el correspondiente negativo comparten el mis-
ver con la claridad y el orden de la Información de las Interacciones. Estas categorfas mo conjunto de presuposiciones (tanto si decimos ti primo dt Alberto tJ nito como si
generales de comportamiento se pueden expresar por medio de mbimas: se dice ti primo dt Albtrto 110 es alto, se presupone que Alberto tiene un primo); al
mismo tiempo, para que un enunciado pueda ser verdadero o falso, sus presuposio-
Mdxima dt la camidad: que su contribución no sea ni má.s ni menos informativa nes deben ser verdad. Pero dejemos a un lado estas cuestiones semánticas para si-
de lo que se requiere. 1
tuarnos en un terreno mds próximo a la sociolingUlJtlca. '
Mdxima dt la cualidad: que su contribución sea verdad. Volviend o a la corttsfa, hay que anotar que las teorlas mds recientes se han cons-
Mdxima de la rtlaci6n: diga cosas relevantes. truido, como se senaló algo m,s arriba, sobre las propuestas de Grice. Beatriz La-
Mdxima de la modalidad: sea claro. vandera ha destacado, por su Importancia, tres modelos de interpretación de la cor-
ttsfa: los de Robln Lakolf, Geoffrey Leech y Penelope Brown y Stephen Levinson ."
Junto a estas categorías y mbimas, la pragmática maneja los conceptos de /m- El modelo de Lakoff es un intento de integrar las categorlas de Oríce en una sola má-
p/icarura y de presuposición. La implicatura se entiende como un conjunto de ele- xJma general (• S~ claro"), a la que se anadeo tres máximas de cortesía (-no Impon-
mentos que se transmiten con el enunciado y que no corresponden a su contenido gas,,; «da opciones•; «haz que el interlocutor se sienta bien•), que pueden ser redu-
proposicional; se trata de contenidos implfcltos, lo que se comunica en un enunciado cidas a una sola máxima: . ~ cort~s.; en caso de que estas máximas entraran en con-
junto a lo que se dice. Las implicaturu que afectan al principio de cooperación y a flicto, la situación social determinarla las prioridades de la apllcaclón.1° Por su parte,
las ~mas reciben el nombre de lm!'liCtJcuras co11vmacio11ales y han de definltse y Geoftrey Leech 1rata de hacer una teoría general de la relación entre la semántica y
explicarse de acuerdo con los prlnclp10s que organizan la conversaclón.12 la pragm,lfca. En su aportación allade a las categor/as de Grice una más, el tacto, que
Cuando en una conversación se violan el principio o las máximas de Gricc las se deftnirfa como una estrategia para evitar conflictos y que podrfa medirse por el
implica1uras pueden ayudar a reconstruir el contenido que se ha querido comunicar. esfuerzo realizado por el hablante para conseguirlo. En su interpretación de una
~ara_ello debe tenerse en Qlenta_, como ha seftalado EscandeU, que las miximas y las pragm,1lca general, Leecb pone en un mismo nivel el principio dt cooptración y el
1mplicatum pueden mantener diversos tipos de relaciones, a saber. /) hay implicatu• principio de la cortesla. Este clllimo se manifiClta tanto en el contenido de las con-
ra, pero no hay violación aparente de una máxima; ii) hay implicatura y debe Inferir- venaciones como en la forma en que son organizadas y estructuradas por los inter-
se que se viola una múima para evitar un conmcto con otra mixima; i/i) hay impli- locutores.
catura precisa.mente porque se viola abiertamente una náxima.ll Brown y Levinson ofrecen un elaborado modelo pragmático de estrategias de
Una muestra de i la tenemos en el enunciado Enrri tn 11na casa, en el que se im- cortesía, estrategias que sirven para satisfacer unos fines comunica tivos y de orienta-
plica que 'la casa no era mi casa'. Ejemplo de ;; sería el siguiente intercambio de
enunciados: A. ¿A qul hora llegarás? B. A media mañana; en este caso B esti vio- Synrax ond stmon•
1, Acera del c:onc:cp10 de presuposld6n, ~ C. K. Oh y O A. Dinnccn (cd1 ),
lando la md.rima de la cantidad, puesto que no aporla la iníonnación que se le pide 1/u, vol 11: l'rau,posh/on, Nuc.a Yo,k, Aadcmlc Pras, 1979. N Df11m1r y
IS. v,- 8 unndcta. •The Social l'IIJmalla ol Polllcneu Forms-, en U Ammon,
K. J. M111heler (tds.), Sodoli•lm a, vol 2, Bcrlln, De Oruym, 1988, 1196- 1205
Nú11/1 Rt1ional Mtt•
IJ S111dia út 1M Wa, ofWords, Cambrid¡e. Harvard Unh-crslly Press, 1989 16 Vtae •Tllc Loslc or PoUtcncss. o, Mlndln¡ 1''11nd 0 °1°, Procttdlnp oft/11
12.. Vfue M • V. ElandcU. IM'Oduu/6,r • lo proprdlic-. ob. di. , p. 9-1 y as" tln1 of lhc Chlc-,o l.Jnslllsric Sodny, lffl, pp 34S-3S6.
13. Ob. di . p 98
L,I 1.E,l,1 ,\ e:,. \1 l W )U(.IAL 149
¡~ N11,c 1r1us DE SOi. IOLl~Gll~l 1( A ) ~UCIOLOGI.\ DtL LE '-lol \JE

cióo de 11 imagen clcl hablante 11 Se parte de la idea de que los Individuos tienen una 2 ¿Ochn dó? (hacia los propios hijos, los hermano, y los nmlgos m~, Jóvenes);
doble fa: o imagen, una positiva y otra negativo o n111c1111¿11tforn: en el transcurso de 3. ¿Oclrn /kngn? (hacia los amigos de In misma edad y los hermanos mayare,);
una intcracaón ,·erbnl los individuos utili,an es1r1tcgias que minimizan la fuerzo -1, ¿Ochn ikngn dw, ka? (hacia el marido, los padres, los rfos y los cunados mds Jó·
de los actos que corresponden n la imagen negntiva De acuerdo con estas dos imá- venes), 5, ¿Ocl1n 11·n lkngn dern kn? (hacia los abuelos), 6, ¿Ocltn llingn dt1Mlta? (ha•
genes del hablante, Brown y Lel'lnson proponen la existencia de: dos tipos de corte- cin los cunados mayores), 7, ¿Ochn 1vn lkngn deshD kn? (hacia los sue¡ros, los abue•
sla la corteJ/n pomil-n y la cone1/11 11egnti1·n. Cada una de ellu puede buscar unos los del marido. el jefe del marido y los proíesores).11
fines espcclricos y para ello se despliegan di\'e,sas estrategias. Asl, por ejemplo, den- Frente a las lenguas como el japonés o el javan~s. otras muchas no dlsponen de
tro de 11 corresln positli·n se: inclulrl1n estrategias como atender a los Intereses, deseos unos sistemas tan rlgidos y complejos de expresión de 111 cortesía, lo que no quiere
o necesidades del oyente. exagerar el inter4!s y la sirnpatfa por el oyente o utilizar decir que carezcan del elementos o recursos formales para adecuar el discurso a lo Cor•
marcadores de grupo (uso de la misma variedad dialectal. jerga, etc.). Tales estrate• malidod de las mlls diversas situaciones. En el espallol de Espalla, las fórmulu bu,.
gias apelan a la experiencia comlln entre los interlocutores para conseguir unas actl• 1101 dlns (saludo), 1111110 g11110 ti/ co11ocerlo (saludo en presentación), nqul 1/e11e 111 cma
tudes í1vor1bles. pnrn fo que dtul! (ofrecimiento de casa), ¿q11iem lomar algo? (invitación) o ¿me po•
Finalmente, Lavandera propone un concepto de cortesfa que la silila en el mis- dla /11dicnr d611dt esttl In lglesin? (petición de información), dlsírutan de un ¡rado de
mo nivel que la f11er1.a ilocmivn en los actos de habla; de hecho, la noción de fuerza cortesía más alto que fórmulas como hofn (saludo), froln, ¿qui tal? (saludo en pre•
ilocutiva, segtln Lavandera, debe complementarse con la noción de fi1err.n de corttsln. sentación), c11a11do q11fera1, puedes venir n mi casa (ofrecimiento de casa), toma nlgo
La cortesf1 se manifiesta, habitualmente, a trav4!s de mecanismos lingUlstlcos que per• (Invitación) o ¿dónde tsttl In lgfesln? (pelición de informaclón).19
miten disponer los actos de habla y las conversaciones en un com/111111111 de fuerza de Nuestros ejemplos y comentarios demuestran que la cortesía es uno de los prin•
cortesía. La cortesla no es una propiedad Inherente de las oraciones, antes bien es un clpios de mayor trascendencia en el uso social de la lengua, en la Interacción comu-
valor que adquieren las expresiones en detenninadas condiciones contextuales. Jun- nicativa. Pero no debe olvidarse que la cortesía tiene en las formas de tratamiento
to a 11 propuesta de Lavandera, las demis teorfas de la cortesla han buscado una ex- una de sus mds significativas expresiones lingOfsticas.
plicación satlsíactoria del (uncion1mien10 de los mecanismos de interacción; en ellas
11 cortesía no es un significado de las formas lingUlstic:u, sino una propiedad de los
actos de habla. El poder, la solld1rld1d y lu rormu de tratamiento
Unas veces 11 margen de las teorfas de la cortesía y otras en estrecha relación
con ellas, los sociolingUistas, sobre todo los mis preocupados por los aspectos etno- Formas de tratamiento y cortesía son nociones que se exigen mutuamente y que,
graficos de 11 comunicación, han acumulado numerosas experiencias e informaciones por Jo tanto, no pueden explicarse de forma independiente. A su ve:z, el sentido, lo
sobre los mecanismos de cortesl1 utilizados en diversas lenguas y culturas del mundo. función y el empleo de unas y de otra ncusita el auxilio de principios y conceptos
Asl, C. Geertz ha comprobado que la lengua javanesa dispone de un sistema de ex-
ajenos a la lingUlstica y a la sociolingUlstica, aunque sean complementarios de ellas.
presión de cortesía en el que pfjcticamente es imposible decir nada sin incluir alglin Los conceptos a los que nos referimos proceden de la psicología social y fundamen-
elemento que indique el lipo de relación social, estatus y familiaridad de los interlo•
ti Tht E/h1101rt1pl11 o/ Commm1iet11I011. An /ntrod11ction, Oxford, Blackwell, 1982, pp. Sl·SS
cutores. Los hablantes de javan~ han de elegir entre tres estilos di(erentcs (alto, me• 19 As/ 111 comprobó r;uall111rv1 y cu1n1l111lv1menrc en el n 1udío de F Moreno Femdndcz sobre Quin•
dio y bajo) y posteriormente seleccionar y construir sus enunciados de acuerdo con 11n,r de ¡1 Orden (Toledo, Esp~n1) Los libros dt ttlq11tro o mon110/t1 dt urbanidad elaborados para lenauas
las exigencias de cada estilo: si se quiere usar una forma equivalente a a/rora, el ha- como el lna)h, el lr1nds o el up1llol Incluyen rec:omendaclon" sobre los u101 mu adecuados • la hora de
blante de javan~ sabe que tiene que utílizar la forma sanrenika para el estilo alto, sa• Ju prnenlldoncs o dt mantener conversaciones en llelloa o por ltlllono. En 11 obra Book o/ E1/q11111t, d1
Ulll1n Eichler (192J), se pueden leer recomendaciones como ü1u:
niki para eJ estilo medio y saiki para el estilo bajo; si se quiere usar la fonna javane-
sa equivalente a ir, hay que tener en cuenta que, en el estilo bajo (con saiki), se debe No aburras • 1111 l111crloculoru.
utilizar arep, que con saniki (estilo medio) se ha de usar adfeng y que con samenlka No mira al 11dlo dur1n11 11 con~l"IICión.
No cucatcs hisloriu demasiado l11ps, v1ps o lnapropl1du
(estilo alto) se debe elegir bade. No hlps clls,aiones.
El japon~ es otra lengua en la que la expresión de la cortesfa determina de Cor• No !nsi1111 en q11e u rcal 11 historia que llll contado
ma canlinal el uso social de los actos de habla Las formas indicadoras de cortesía se No CIIClllfl historias sobte suea,u o 11111111udos
usan y distribuyen dependiendo del tipo de interlocutor. Segtln explica Muriel Savi• En mudlos ~ Ju recomcndldona de los libros de urbanidad parecen consrllulr un p&lrón del CIIII
lle-Troike, a partir de datos de Harumi Williams, en el japon~ de los niveles socia- hin esrraldo sus múlnm la modernas 1corln de 11 c0<1es/a. En El libro dtl sobtr nior, de Camilo t.6pcz
les acomodados, el ofreámiento de un taza de t~ ha de hacerse mediante fórmulas de (Lo'""""'""" 1 Jo1 ,oo, s«Jo/a, Ovicdo, Nobel, 1990), se Icen consejos clisk:os como a 1os:
,La gente quie•
cortesla bien diferenciadas y adecuadas a los interlocutores. Esas fórmulas pueden or- ,. q11e lt hable de M problema-(•.) Hable siempre de lo que interesa • IIIS inicrloanorcs. 1- 1El nombre
de una pcr,oaa es p111 clll el sonido m4s dulce e lmponanre que pueda CSCIICNr. No letna abusar dt '1. Deje
denarse en una jerarquía de siete grados: 1, ¿Ocha? '¿t~?' (hacia los propios hijos); que•• su Interlocutor quien hlblc mb. ( 1Saber acuch11 u una 1u1ln1ica vin ud. (- 1Muestre respelo • lu
opiniones del prójimo ( 1C\lando hable con 1t1ulcn, no empiece discutiendo los puntos en que exisll dh-cr•
17 Polillll#S. SotM Utúllfflllls ltr UlllfUOlt UR, Cambrldp, Cambrid¡e Uní~rshy Press, 1987
senda de cri1erioJ- (pp. 60-62)
1) 0
LA Ll:%1,A l!N 'L USO SOCIAL 111
talmente son dos· el podt, y la lOlid111 id11rl Ambos tienen que ve r con lns relaciones
que se escablecen encre los lntcrlocucorcs y, como yn hemos visto, rueron lntroducl• ah! que sueln umse T y V como cotcgor!os que Incluyen todas Ju rormas pronomi-
dos en lll sociollngUlsclcn por el psicólogo social Roger Brown io nales y cuyos valores coinciden con lo que se ha comentado a prop61lto del 111 y el,,,.
El concepto de "podcrn a menudo se hn conrundldo con otros, importnntcs tom• 1cd del cspaftol (T esp 11í, Ir. 111, ol <111; V esp 111/td, rr vou,, al Slt)
bl6n paro In sociologfo. como son el estatus y el papel social El poder y el w11111s son La rolidnrldnd. por su porte. hace relerencla n una relaclOn slmfülca entre dos
valores que se derivan de unos pnpeles 1ocinlcJ determinados, ~stos, por su parte, son personas. ol menos Cuando aparece eso clase de relaclOn. las lormas de 1ra1a.mlen10
simplemente un producto de In división del trabajo dentro de una comunidad: el run • cambi~n pueden ser sim~lricas o reciprocas· es frecuente que dos penonas que se con-
clonamlento adecuado de un grupo o una sociedad depende del adecuado cumpli- sideran solidarios usen entre si el tr11nmicn10 de 1,í (7) (1/mma 1/mltr/co) La di•
miento de unas tareas que se reparten entre los individuos que los componen . Aho- mensión de solidaridad es potencialmente aplicable al tratamiento de todaJ la1 per•
ra bien. en la pr6ctica. los pnptles no se dlstínguen solamente por la naturaleza de lns sonas
tareas que se realizan, sino tambl6n por la formo en que son considerados socia J. Si bien es posible hacer una presentación y un estudio lndependienle de 101 con•
mente. Dicho de una forma simple, el estatus reíleja el valor inherente de un pnpel, ceptos de «poder" y «solidaridad•, lo ciert<1'es que no tienen por qu~ darse, ni anali-
mlentm que el podtr rcílejo lo dimensión de lo lníluencla que un papel ejerce sobre zarse, siempre por separado. E.s verdad que podemos encontrar sistemas de trata-
el Individuo que cumple otro pnpd, otra función. El estatus, que Implica una expec- miento que se rigen escrupulosamente por el podtr, 1/Jttma1 a1/mltr/co1 en lm que el
tativa de comportamiento entre dos o m6s individuos, representa tal vez el aspecto poderoso es tratado de mred y tiene derecho a utilizar el lralamlento de 11í hacia el
més estttlco de la relaciones sociales.21 poco poderoso, como es posible encontrar sistemas de 1ra1amlento basado, en el con-
Generalmente, se emplea el l~rmlno podtr para describir situaciones en les qu.e cepto de solidaridad , s/J1ema11/mltricos en los que los hablantes usan recfprocamen-
la conducta de un individuo viene determinada, al menos parcialmente, por las ac- le el 11í y en los que cualquier caracterlstlca (tener la misma edad, la misma profesión,
ciones de otro. Podemos decir que, en pslcologlo social, el poder llene tres caracle• vivir en la mismo comunidad) puede hacer surgir la simetría, la reclprocíd.id, en la
rlsticas b•slcas: conducta de los Interlocutores.
Ahoro bien, podtr y solidaridad no son conceptos excluyentes, ya que podemos
a) Es el atributo de las relaciones entre dos o m4s personas y no simplemente encontrar que un suptrior, con poder, puede ser solidario con su interlocutor (por
el atributo de una solo; el poder es siempre el poder de A sobre B. ejemplo, con un pariente) o no solidarlo; a la vez, un in/trio,, sin poder, puede ser so-
b) La naturaleza de estas relaciones es causnl: el Individuo poderoso A es, de lidario con su interlocutor {por ejemplo, con un viejo empicado de la familia) o pue-
alglln modo, responsable de las acciones del menos poderoso B. de no serlo (por ejemplo, el camarero de un restaurante con un cliente). Esto quiere
e) Aunque A puede ser responsable de las acciones de B, no determina total• decir, como ya hemos seftalado en otros apartados, que las relaciones entre interlo-
mente estas acciones; 11 intervención de A aumenta la probabilidad de que B actOe cutores pueden clasificarse en cuatro grandes grupos: con poder y sin solidaridad, con
de una manera determinada y no de otra. poder y con solidaridad, sin poder y sin solidaridad y, finalmente, sin poder y sin so-
lidaridad. Pero tambi~n quiere decir que las formu de tratamiento se usan de acuer-
Dentro de l1 sociolingUlstica, los t~rminos poder y sol/dnr/dad se empican para do con sistemas que a veces encierran una gran complejidad, derivada, en primer lu-
hacer referencia a la distancia social que existe entre dos interlocutores: cu4ntas ex- gar, de las diversas clases de vínculos personales que se pueden establecer, en segun-
periencias y características sociales comparten, entre otros factores. El poder supone do lugar de la posibilidad de que las formas de tratamiento no sean recíprocas y, por
una relación no recíproca entre dos personas, al menos, y la no reciprocidad puede Oltimo, de la convivencia de sistemas de tratamiento diferentes dentro de una misma
estar basada en muchas y muy diferentes realidades: 11 riqueza, la edad, la posición comunidad. El uso de las formas de tratamiento de las personas de edad rnú avan•
social, la fuerza ílsica, la pertenencia o no a Instituciones como la Iglesia, el Estado o zada y de los mis jóvenes, aparte de no ser reciproco, no responde a un mismo cri•
el ej~rclto, el tipo de parentesco, entre otras. Cuando dos personas establecen una re - terio en muchas ocasiones, como pueden no coincidir los usos si se compara una co-
lación, una ser, considerada como s11ptrlor y la otra como /11/trlor, dicho con otros munidad rural con una comunidad urbana o un grupo de estatus alto con un grupo
palabras y refiri~ndonos de forma específica a las formas de tratamiento, el suptrlor de estatus bajo. Dentro de una comunidad, es perfectamente posible la convivencia
es aquel que emplea el tratamiento de ttl (7) hacia el lnftrlor y recibe el tratamiento de un 1;1 ,tma aslmltr/co, utilizado por las individuos de mayor edad, con un sistema
de 11sttd (V) (slsruna nsimltrico) Al hablar de rll y usttd estamos manejando las for- slmltrlco utilizado por los menores de 30 aftas, por ejemplo.
mas pronominales de tratamiento m4s frecuentes en el cspaftol, pero lo que se ha di- Haciendo abstracción de los sistemas de tratamiento propios de unas comunida-
des O de otras los estudios de R. Brown y de sus colaboradores han podido demos-
cho puede aplicarse a las formas correspondientes de otras lenguas o variedades; de
trar que la soÚdaridld hace entrar en conflicto el tratamiento entre superiores e in-
reriores, como se desprende de la figura 8.1.
20. Son lmponante, e11oa trabajOE R. B~wn y M. Ford, •Addttn In American Ensllsh•, en D. Hyme1 Las letras que rodean el cuadro revelan que el tratamiento natural o normal ha-
(ed.), Úlllpllft. culturt Md 1odt1y , 11, Nueva YDfk, Harper & Row, 1964, pp. 23-1-244; R. Brown
y A. 0 11· cia los suptrioru es V y hacia los Inferiores T. Sin embargo, entre los superiores y los
man. •TM pronou111 ol Powcr and Solldarity•, en J Filhman {cd.), Rtodlnp In 1/11 Soclolo1y o/ L.an11101t,
La Haya. Mouton. 1968, pp. 2S2-27S ;11/erioru se pueden producir conflictos: se emplea T cuando existe
solidaridad con el
21 Viue S Ointr, Sodo/01/0, 1•.• ed, Barcelona, Penfnsulo, 1981 superior y V cuando no existe solidaridad con el Inferior.
rtu-.:cir,os DE SOCIOLl:S:Gl.:b I ILA ' ~OCIOLOlil ~ l) EL LE:SGL'AJE
LA LEXG\:A E:-1 SU USO SOCIAL
153
Supeitor Superio<
y IOlldtrklld yno10ld1ridld
terna. A ello se suman los nombres elegidos por cada hombre para ser usados en el
V T V V deporte, la caza o la guerra entre companeros o amigos; estos apelativos se loman de
Igual
los nombres de los b_ueyes y se denominan precisamente 11ombrts dt buey. Las muje-
lg\Jal res toma? sus apelativos de los nombres de las crfas de las vacas que ellas mismas or•
yIOlldarklad Yno IOl!darldad
denan. Finalmente , debido a la ruerte estralilicación de los grupos de edad, los hom•
T bres nuer, cuando llegan a cierta edad. pueden usar y recibir de otros hombres adul-
V tos más jóvenes el tratamiento Gwa ·Padre·.22
lnltrior lnl1rto1 En lo qu~ se r~riere a la lengu~ espanola, disponemos de numerosos trabajos en
T y IOlldalidld Yno IOlldaridld los que se ha mvesllgado el uso social de las formas de tratamiento. Destacamos, muy
T V T
breve y escuetamente, los de J. Fox. V. Alba de Diego y J. Sánchei Lobato, c. Wel•
nerman, F. Moreno Fernández y J. Medina. Uno de los primeros trabajos dedicados
a los tratamientos en el espanol peninsular ha sido el de J. Fox.n En su estudio, Fox
F10. 8.1 UJo dt fomitU pro110111i11nla dt se propone confirmar la hipótesis de Brown y Gllman acerca de que los hablantes ex-
traro111it11to scgrl11 /as rtlnclonts dt poder
y solidnridnd. presan la solidaridad mediante el uso reciproco de T y la no solidaridad mediante el
uso reciproco de V, as( como confirmar la hipótesis de W. F. Lambert, seglln la cual
el empico de la íórmula de respeto es muy frecuente entre los jóvenes de las clases
~ dist!ncia que se establece sociolingOlslicamenle entre poder y solidaridad ha trabajadoras, mientras que los jóvenes de las clases medias tienden al uso de r.u Fox
pcnruttdo_fiJ!r• al me~os, do~ universales: primero, que todas las lenguas tienen algún hizo ,u investigación en nueve colegios madrilenos y llegó a las siguientes conclu-
!"~~ de ~d1car las diferencias de poder, de solidaridad o de ambos tipos, pues iodo siones:
mdiY1duo tiene la necesidad ~e lijar sus relaciones con los dem4s y de mostrar qu~ lu-
gar ~upa en su ~texto social; segundo, que cuando el poder y la solidaridad vienen
1) Los escolares de Madrid cada vez hacen menos uso del usted para dirigirse
refl~Jados por_el m1Smo tipo y rango de elementos, la forma que expresa mayor soli-
a personas de mayor edad, en beneficio del pronombre ttí. El sistema asimétrico, por
dandad tamb1m expresa mayor poder por parte del hablante y viceversa. Brown y
el que el trato hacia un superior debe ser de usted y hacia un inferior de tll, ha sido
~ord_senalan qu~, por lo general, es el superior el que decide en qu~ momento la • reemplwdo por un sistema simltrlco que expresa la solidaridad mediante tti y ia no
50
hdandad es s~ente para emplear T. Asimismo, Brown y Gilman afirman que exis- solidaridad mediante usted. La hipótesis de Brown y Oilman queda, pues, confirma-
te una tendcnaa general a adoptar un sistema de relaciones simfüicas. do en Madrid.
Las sedales lingOísticas que marcan las relaciones de poder-solidaridad entre dos 2) El uso de usted, dirigido hacia personas mayores, está generalizado entre las
hablantes varían según las lenguas. Son las combinaciones de conceptos como poder clases trabajadoras, que, por lo tanto, pueden ser consideradas como más conserva•
Yso/id~~dad, slmetrla y aslmetrla, reciprocidad y no reciprocidad las que complican doras. La hipótesis de Lambert tambl~n queda confirmada.
el análisis de las fonnas de tratamiento, d,ndole inter~s. y las que dificultan su ex-
plicación y comprensión en la enseftanza de una lengua extranjera. A ello hay que
Vidal Alba de Diego y Jesús s,nchez Lobato han llegado a unas conclusiones si-
aftadir que las formas de tratamiento pueden ser pronominales, pero tambi~n pue-
mih1res en un e.,tudio mú reciente hecho entre jóvene., de nivel medio-bajo de Ma-
den ser nominales y afectar a otras clases de palabras. Al dirigirse a un interlocutor, drid25 Las relacione., jer4rquicas entre los interlocutores han sufrido en las llllimas
un hablante de ingl~ puede utilizar un tratamiento determinado (Doctor, Sir), un <Meadas una importante redelinición: en la actualidad es posible pensar en un cierto
tratamiento seguido del apellido (Mr. Smith), el nombre propio (John), el apellido grado de solidaridad, mayor o menor segOn los casos, con un superior, la tendencia
(Smith), un diminutivo o un hipocorístico (Johnnle), el nombre y el apellido (John general e., a adoptar un sistema rimltrlco de tratamiento en el que predomina la soli-
Smlth), aparte del t~rmino del parentesco (Dad 'papá') y todo tipo de apelativos daridad
(Dear 'querido').
Los nuer, pueblo sudan~ que vive en la confluencia del Nilo y el Sobat, están
organizados en linajes y forman grupos de edad bien estratificados. Cada nuer tiene 22 Vtase E. E E,-.ns-Prltchar d. ,Nucr Modes oí Addrcss,, Tlit U,amla /011rnal, 12 (1~). pp 166·
un nombre propio que coincide con el de su linaje y que se utiliza en las ceremonias 171: ci11do en R Wardhlush, An /nrrod11c1lon ro Sociolln111is1/cs, l ' cd., Oxford. Bladt~II. 1992, pp. 265·
importantes. Sin embargo, los nuer, en el momento de nacer, reciben un nombre que 266
23 •Thc pn,nouns of addms In Sp1nlsh•, Acrts d11 Xt. COl1,,-b lntttnatíoMt dts Lln111/1tt1 811cort11
utilizan durante el resto de su vida y que puede ser un nombre coman, un verbo o 2& AoAt•2 Stpttmbrt /967, 1, Buurut. ~ditlons de L'Atadcmle de la IU¡,ubllque Soci1lls1c de Roumonic.
cualquier otra forma: Nhial 'lluvia', Pun 'arroz silvestre', Mun 'tierra', Cuo/ 'com- 1969, pp 6M-69l
pensar'. En ocasiones, los abuelos matemos dan a los niftos un segundo nombre, pro- 24 Vf11e • Thc use of 111 1nd 1-0111 u íorms of addrcss In French Can1d1: D pilot study•, 1011,MI of Vtr•
bol Ltorrrlnt ,nd Vttbol Bt/111,·íor, 6 (1967), pp 614-617.
duci~ndose la circunstancia de que la misma persona puede ser llamada de una for- 2S • Tratamiento y lu\'Cntud en ~ lcn¡ua hablada Aspcct01 lOCiollngOi11icos-, Bolll/11 d, la Rtal Aca•
ma por los parientes de la linea paterna y de otra por los parientes de la linea ma- dtnría EspoAo/a, LX (1980). pp. 95-129
15J PRl\(lrlO~ DE ~OC IOLl'>:GL (S 11 ( °' \ ~OCIOLO( tl ·1 l)EL LE,\ GL AJ C l.,\ LE:-Gl A l!:-1 \ U l,,'50 SOCIAL m
Uno de los trabajos mlls rigurosos. amplios y detallados que se han realizado so- La ocomodacl6n o adoplncl6n del habla
bre el tratamiento en el mundo hisp~nlco es el de Catalina Weinerman, centrado en
las ciudades de Buenos Aires y de Catamarca (Argentina).26 Los objetivos de la in- En el ámbito de las relnciones entre la sociolingOfslica y la psicologfa wcial, ade•
vestigación. entre otros, eran controstnr los hipótesis de Brown en el habla de Bue- más de la incorporación de los conceptos de «poder,, y de «solidaridad,, y del análl•
n05 Aires y In correlación que existe entre el tipo de interlocutor y el uso del pro- sis de lns formas de tratamiento, pueden destacarse otras aportaciones, algunu de
nombre de segunda persona dd singular. Los usos pronominales analízados han sido ellas Ion importantes como el análisis de las actitudes iingOíslicas, a las que dedica-
los nsim~tricos 11m!rl-1·os, ,·os-mrcrl y el simétrico iníormal 1·01-vos. y algunas de las mos el capítulo 10. En esta misma línea, es muy posible que el futuro lleve a una co-
conclusiones que se han podido extraer han sido las siguientes: laboración más estrecha entre sociolingUistas y psicosociólogos, colaboración que po•
dría desnrrollnrse en el marco de la llamada «teoría de la acomodación del habl&h.
1) En la mayorla de los centros urbanos de Argentina, el pronombre \los ho Esto teoría, elaborada, entre otros, por Richard Bourhis y Howard Giles. nació en el
reemplazado prkticamente al 11í, si bien persiste una creencia en el mayor refina- seno de In psicología social y, desde nuestro punto de vista, podrfa ser Idónea para sa-
miento lingUl.stico de esta llltima forma. tisfacer algunas de las necesidades t.eóricas de la sociolingUística.29 Recordemos, por
2) Existe un predominio signUicativamente mayor de la pauta simfüica infor- ejemplo, que se ha empleado como fundamento de una de las interpretaciones de la
mal de los tratamientos pronominales (vos-vor) en las comunidades más modernas noción de estilo.
(Buenos Aires); 11 asimetr{a (usred-vos, vos-mrtd) estll mds extendida entre las co- La «teorfo de la acomodación del habla" se preocupa por los procesos cognosci-
munidades mú tradicionales o conservadoras. tivos que se producen entre la percepción del contexto social y la conducta comuni-
3) Entre las clases bajas se observa una mayor frecuencin de la pauta asimétri- cativo Pretende explicar algunas de las motivaciones subyacentes a ciertas conductas
ca y una menor frecuencia de la informal; las diferencias entre clases suelen ser ma- y a ciertos cambios en los estilos de habla, durante los encuentros comunicativos, y
yores en la comunidades tradicionales. algunas de las consecuencias sociales que de ellos se derivan. Los principios básicos
4) La familia es una institución social que cumple una función retardatoria en de la teorla son los de co11verge11cla y dlverge11cia. La convergencia es una estrategia
el proceso de innovación que afecta a las formas de tratamiento. comunicativa que los hablantes siguen para adaptarse a una situación y al habla de
sus interlocutores; para ello se maneja una larga serle de elementos lingUlsticos. La
Por su lado, Moreno Femández ha analizado el uso de las formas pronominales divergencia, a su vez, es un procedimiento por el que los hablantes acentúan sus di-
rií y usted en una comunidad rural espaftola (Quintanar de la Orden, Toledo) y ha lle- ferencias llngU{sticas y comunicativas respecto de otros Individuos. Estos procesos se
gado a la conclusión de que los rasgos sociales que inciden más intensamente en la dan durante la Interacción social.
elección del pronombre 111 son la edad (más los jóvenes) y el sexo (m6s las mujeres), Los objetivos que determinan la conducta convergente de los hablantes son la
Asimismo, puede hablarse de conservadurismo lingUlstico, dado el uso de un sistema aprobación social por parte del oyente, la mejora de la eficacia comunicativa y el
asim~trico y el predominio del concepto de «poder•, en los hablantes con una edad mantenimiento de las identidades soclales positivas. El deseo de ver cumplidos estos
superior a 50 alias y pertenecientes a los niveles socioculturales más bajos. En cual- fines lleva a los hablan1es a acomodar o adaptar su habla en las más diversas condi-
quier caso, el sistema de tratamiento más generalizado en esto comunidad es el que ciones: ahl est4n los esfuerzos de adaptación que se realizan cuando se habla con ni-
se fundamenta en el eje semántico de la solidaridnd.27 nos, con extranjeros que no dominan nuestra lengua, con hablantes de otru varieda-
Finalmente, Javier Medina ha realizado un interesante estudio sobre las formas des dialectales; pensemos en cómo los individuos moderan su discurso con los desco-
de tratamiento en el babia juvenil de las islas Canarias. Medina seftala que el uso del nocidos, acomodándose a las caracterl.sticas que van descubriendo en su interlocutor
tuteo con los padres está muy generalizado en Canarias, lo que indica un predominio para facilitar la comunicación. Frente a estas conductas, la divergencia es buscada por
de las relaciones de solidaridad sobre las de poder. No es asl en el caso del trata- aquellos que quieren mantener la distancia social y lingüística respecto de individuos
miento hacia los abuelos: un ambiente familiar tradicional y un bajo nivel cultural son que pertenecen a grupos sociales diferentes.
factores que favorecen la aparición de risred; por otro lado, el uso de usred hacia los Es importante recalcar el peso que la «teoría de la acomodación,. reconoce no
profesores esta muy generalizado. La investigación de Medina incluye valiosas con- tanto en el oyente en si, como en la interacción comunicativa entre un hablante y su
clusiones sobre el uso de los ténninos de parentesco, los nombres propios y otras for- interlocutor. No estamos anle una teorla de la variación estilística, aunque sirva para
mas nominales.21 explicarla, sino ante una teoría de la interacción. Es evidente que su cometido no
coincide estrictamente con el de la sociolingulsrica, pero tambi~n es claro que muchas
de sus propuestas son válidas para nuestra disciplina: el análisis y la interpretación de
la variación, del estilo, de la cortesfa, de las actitudes lingUl.sticas.
26. Sodolüt11111ta dt la fomia pronom/Jlal, México, Trillu. 1976.
27. «Sociolin¡Distka de l011ratamicn1os Es1udio sobre un■ comunid.1d rural•, Anuario dt Lttrar, XXIV
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