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Las Cinco Dimensiones de La Prosperidad - Juan R Capurro PDF
Las Cinco Dimensiones de La Prosperidad - Juan R Capurro PDF
Las Cinco Dimensiones de La Prosperidad - Juan R Capurro PDF
IMEN~IONE~
EA
RO~PERIDAD
JUAN R. CAPURRO
~rJ
BETANIA
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción total
o parcial de esta obra sin
la debida autorización
de los editores.
Impreso en EE.UU.
Printed in U.S.A.
la Impresión
Contenido
Dedicatoria 5
Agradecimiento 6
Prefucio 7
1 La prosperidad viene de Dios 11
A Jesús
que me amó más de lo que
puedo pensar o entende r,
sin haberle dado yo
motivo alguno.
Agradecimiento
* Para el pueblo de Israel ula ley .. eran los cinco primeros libros de la Biblia y, por
extensión, a los profetas. En otras palabras, desde Génesis hasta Malaquías.
La prosperidad viene
de Dios
1 El apóstol Pablo nos dice que todo texto escrito en la Biblia es inspirado por Dios (2 Timoteo
3.16-17), aun el saludo de Juan el apóstol y sus deseos. Y Pedro lo ratifica: "Y tened
entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro
amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas
sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas diffciles de
entender, las cuales los indoctos o inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras,
para su propia perdición» (2 Pedro 3.15, 16).
12 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERJDAD
2 Jacob ignoraba cómo estaría el corazón de Esaú después de tantos años. Sin embargo,
resulta evidente que para Esaú todo estaba olvidado, ya que al huir Jacob le había dejado
la totalidad de la herencia. Esaú no consideraba demasiado importantes las historias sobre
Dios, ni las promesas de ser una gran nación.
14 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
3 Cristo habló de este pacto en la última cena: .. y tomando la copa, y habiendo dado gracias,
les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por
muchos es derramada para remisión de los pecados" (Mateo 26.27,28).
16 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
La prosperidad integral
Algunas personas lo único que buscan es la acumulación
de bienes materiales, y piensan que lograrlo es alcanzar
prosperidad. La prosperidad del hombre, sin embargo,
debe ser integral. Uno no es próspero si es que solo es rico
en dinero, pero está muy enfermo. Ni tampoco es próspero
si uno está sano y rico, pero es infeliz. Igualmente, aun
cuando seamos ricos, sanos y aparentemente felices, no
seremos prósperos si no somos salvos. Si no tenemos en
nuestro corazón al «bien supremo»: Dios.
La riqueza material es solo una de las formas en que se
presenta la prosperidad, y en sí no es necesariamente señal
de prosperidad. La verdadera prosperidad es la prosperi-
dad integral, basada en el principio de la siembra y la
cosecha que desarrollaremos más adelante. La prosperi-
dad integral crea verdaderamente riqueza, mientras que
el modo en que el hombre pecador acumula riqueza es
depredador.
El depredador no siembra: solo recolecta. El pecador
depreda la riqueza de su ambiente y mientras acumula,
empobrece a los que están a su alrededor. Es obvio que a
ningún país le conviene este tipo de personas, sean comer-
ciantes o industriales.
El creyente, en cambio, basa su prosperidad en la ley de
la siembra y la cosecha espiritual. Jesús dijo: «No os afa-
18 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
1 Prosperidad espiritual
(salvación y paz con Dios)
2 Prosperidad del cuerpo o física
(salud divina)
3 Prosperidad del alma
(salud mental y emocional)
4 Prosperidad material o económica
(riquezas)
5 Prosperidad creativa
(al sembrar la palabra de Dios)
Primera parle
La prosperidad
espiritual
Bajo la bendición o la
maldición
La Trinidad de Dios
Francamente, nos es difícil explicar que nuestro Dios es un
Dios trino. Los judíos utilizan esto como pretexto para
rechazar la fe cristiana, aduciendo que los creyentes ado-
ramos a tres dioses distintos. Para demostrar que estamos
en un error, citan algunos pasajes de las Escrituras como:
«Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es» (Deute-
ronomio 6.4).
24 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
1 Moisés la escribió dando lugar a los diferentes libros del Pentateuco, que son los cinco
primeros libros de la Biblia.» Dios le reveló a Moisés que el pecado trae maldición a la vida
del hombre: ceA los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros. que os he
puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida para
que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole
a Él; porque Él es la vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la
tierra que juró Jehová a tus padres Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar ..
(Deuteronomio 30.19,20).
Bajo la bendición o la maldición 29
El peso de la maldición
El hombre que vive en pecado está en una gran desventaja
para alcanzar sus objetivos en la vida. Si su deseo es
prosperar honradamente tendrá que luchar contra fuerzas
que desconoce. En el caso de que por la misericordia de
Dios no pase hambre, ni grandes necesidades en la vida,
y su salud no sea delicada, aun así no alcanzará la felici-
dad. Aunque alcance una posición holgada, como mi pa-
dre, al final los acontecimientos menoscabarán toda esa
abundancia. Un día, como dice Números 32.23, nuestros
pecados y sus consecuencias finalmente nos alcanzan.
El hombre natural vive sin Dios y sin esperanza en esta
vida. Pesadas cargas que no se ven, pero se sienten, están
en su corazón. Son cargas que llevamos como condena por
los pecados cometidos. Con los años, nuestros hombros se
van doblando bajo ese peso insoportable. Algunos se re-
fugian en los brazos de una religión, tratando de hacer más
soportable su dolor y de absolver sus grandes interrogan-
tes. A más edad, más dolor, más miserias acumuladas.
Quizás por eso vemos que generalmente a los jóvenes
les preocupa menos su ser espiritual y que las personas
36 LÁS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
El dinero no lo es todo
Los malos harán dinero fácil. La prostitución, las drogas,
el alcohol, el contrabando, la evasión tributaria y la explo-
tación de los trabajadores nos pueden dar dinero «fácil».
Pero el dinero es solo una parte, y no muy importante, de
la prosperidad. ¿Qué es ser próspero? ¿Cuánto dinero
tiene realmente el que es próspero? ¿Quién sabe? El dinero
atrae el amor de personas indignas de ser amadas, pero no
el de las que podríamos realmente amar. El dinero no
compra la salud y menos la paz. El que hizo su dinero
deshonestamente, ¡cuánto pagaría por un poco de paz! El
que acumula riquezas solo por el afán de acumular jamás
disfruta del dinero. El malo amasa una fortuna porque es
astuto para los negocios a la manera del mundo. Pero por
muy astutos, sagaces y pillos que sean, no disfrutarán de
esas riquezas. Las verdaderas riquezas son para los que
han sido justificados por Jesús. Por eso la Biblia dice que
«el bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos; pero la
riqueza del pecador está guardada para el justo» (Prover-
bios 13.22).
Y la Biblia añade: «Sembráis mucho, y recogéis poco;
coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os
vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su
jornal en saco roto. Así ha dicho Jehová de los ejércitos:
Meditad sobre vuestros caminos» (Hageo 1.6,7). Aunque
coman los manjares que su dinero compre, aunque se
vistan con los mejores trajes, aunque vivan en los mejores
palacios, nada los saciará.
42 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
El hombre desafortunado
Imaginemos a un hombre que trabaja la tierra y que ha
sido condenado a llevar sobre sus hombros un peso de
veinte kilogramos. Llevar veinte kilos no debe parecer
muy difícil al comienzo, pero imaginemos que él se levan-
ta en la mañana y lo primero que hace es cargar con el
bulto; y de allí no lo deja hasta volverse a acostar por la
noche. ¿Cómo sentirá que fue la jornada de trabajo en ese
día? ¿No será para él algo agotador? Así está el hombre
bajo la maldición.
Hay personas que están agobiadas con la carga de
pecado y condenas que pesa sobre sus hombros, con toda
la naturaleza y fuerzas espirituales que están en su contra.
Un hombre así que quiera prosperar honradamente es
muy difícil que pueda hacerlo. Y si trata de prosperar de
manera deshonesta, al final su estado será peor que la
pobreza. La angustia, la desesperación y otras cosas peores
no lo dejarán.
Ya debe haber comprendido que no es posible recibir
la prosperidad de Dios si primero no arregla su situación
espiritual. A partir de eso estará listo para que pasemos al
primer paso de la verdadera prosperidad: la prosperidad
espiritual.
Capfiu/o cualro
La prosperidad
del Espíritu
Alegar inocencia
Nada más absurdo. Dios mismo dice, corno hemos leído
anteriormente, que todos los hombres han pecado. Ade-
48 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
El sacrificio perfecto
El sacrificio de Jesús es integral, porque incluye todos los
aspectos de la vida del hombre.
Jesús nació de María, una doncella aún virgen. Heredó
52 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
Venció la maldición
Hemos visto que Jesús anuló el acta de los decretos que
había contra nosotros, los que encontramos el camino de
salvación. «Cristo nos redimió de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldi-
to todo el que es colgado de un madero» (Gálatas 3.13). Es
decir, Él anuló las consecuencias de los pecados, y obtuvo
para nosotros redención eterna.
Cuando Jesús comenzó su ministerio nos anticipó cuál
sería su resultado: «El Espíritu de Jehová el Señor está
sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a
predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los
quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cauti-
vos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año
de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del
Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar
que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de
ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en
lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de
justicia, plantío de Jehová, para gloria suya» (Isaías 61.1-3).
Con su sacrificio, que terminó con su muerte en la cruz del
Calvario, destruyó las raíces de la muerte espiritual, de la
pobreza, de la enfermedad, de la angustia, de la depresión,
del temor, y algo sin raíces o con la raíz muerta no puede
mantenerse. Jesús vino a librarnos de la cautividad del
pecado, de las prisiones, de la miseria, vino a sanar los
La prosperidad del Espíritu 55
La pobreza de Jesús
La pobreza de Jesús no fue casual. Tampoco fue una
manera de rechazar a los ricos y la riqueza ni de optar por
los pobres. El que Jesús abrazara la pobreza tuvo una
razón mucho más profunda. Durante su ministerio en la
tierra Jesús se relacionó con los pobres, con los enfermos,
pero también con los ricos. No olvidemos cuando Jesús,
como lo relata el Evangelio de Lucas 19.2-5, fue a cenar con
Zaqueo. Muchos murmuraron, pero Jesús había venido a
salvar lo que se había perdido, y Zaqueo, rico y publicano,
necesitaba también un Salvador.
Sin embargo, Dios había elegido para Jesús una vida
pobre, no porque Él fuera pobre -ya hemos visto que
Dios es extremadamente rico en todo- sino porque esa
pobreza era necesaria para el plan de salvación. Cuando
Jesús comenzó su ministerio renunció a todas las cosas,
incluso a aquellas que el oficio de carpintero heredado por
su padre adoptivo pudieron darle. Jesús no tenía ni siquie-
ra donde dormir con regularidad. Muchas veces le sor-
prendía la noche en el campo, y allí se echaba a dormir.
Un día unos hombres fueron a decirle que querían seguirlo
y probablemente le preguntaron dónde solía reunirse para
así poder dejar sus cosas. Jesús les respondió: «Las zorras
tienen guaridas y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del
Hombre no tiene donde recostar la cabeza».
Las circunstancias de su nacimiento son aún más inte-
resantes. Muchos se imaginan que José era tan pobre que
56 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
Conclusión
Ya hemos expresado lo que es. En pocas palabras, prospe-
ridad espiritual es tener en el corazón el bien supremo,
Jesús, y mediante Él reconciliarse con Dios. Si ya es prós-
pero espiritualmente, conserve esa prosperidad perseve-
rando en la comunión con Dios. Su amor nos despierta con
sus grandes obras, nos mantendrá ocupados en cosas
espirituales (orando, ayunando, leyendo la Biblia) y así
podremos vivir una vida de santidad. Una vida consagra-
da a hacer la voluntad del ser más maravilloso y bueno del
universo.
La prosperidad
del cuerpo
Capítulo cinco
A su imagen y semejanza
«Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó», cuenta Génesis 1.26,27. Dios creó
al hombre tomando de modelo su propio ser y lo hizo por
amor. Fue la gran obra maestra del artista, pero a la vez, la
expresión amorosa de un Padre.
Pero, ¿dónde radicó la semejanza del hombre con Dios?
En ese momento no radicó en el aspecto físico, sino en su
capacidad de escoger su propio camino, en su capacidad
de decidir el rumbo de su vida ejerciendo el libre albedrío
(por supuesto que dentro de los límites que Dios le esta-
bleció dentro del ambiente físico donde se desenvuelve y
el ambiente espiritual). Ahora la semejanza es mayor aún,
ya que Dios hoy en día tiene un cuerpo humano. Jesús
tomó un cuerpo humano en la encamación y, como resu-
citó y jamás lo desechó, aun en el cielo lo conserva. Ahora
no es un cuerpo normal, tal como lo conocemos, sino el
cuerpo glorificado de Jesús después de la resurrección.
El cuerpo de Jesús, después de la resurrección, se com-
portaba de un modo muy extraño. Juan 20.19,20 nos dice
que casi no podían identificarlo: «Cuando llegó la noche
de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las
64 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
Cuerpos glorificados
En el día de la resurrección de los muertos, todos los que
somos salvos volveremos a la tierra en un cuerpo diferente.
El Señor «transformará el cuerpo de la humillación nuestra,
para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya» (Filipen-
ses 3.21). Volveremos con un cuerpo semejante al que disfru-
tó Adán en la creación, cuerpo que no envejecía, no se
enfermaba, no moría. Tendremos un cuerpo como el de Jesús,
que atravesaba paredes y que el día de la ascensión simple-
mente se elevó para perderse en las nubes.
Algunas personas tienen ciertas inquietudes cuando se
habla de la salvación y preguntan: ¿Cómo morimos toda-
vía si Jesús nos salvó de la muerte? La respuesta nos la da
el apóstol Pablo: «Así [será] también en la resurrección de
los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en inco-
rrupción» (1 Corintios 15.42).
El cuerpo humano natural, tal como lo conocemos aho-
ra, es mortal, corruptible y no podrá vivir eternamente. Es
necesario que sea transformado en incorruptible, con el fin
de disfrutar de la vida eterna. En un abrir y cerrar de ojos,
nuestros cuerpos sufrirán esa transformación necesaria.
«Esto digo, hermanos», explica Pablo, «que la carne y la
sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrup-
ción hereda la incorrupción. He aquí os digo un misterio:
No todos dormiremos; pero todos seremos transforma-
dos, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos
serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos
transformados. Porque es necesario que esto corruptible
Dios creó al hombre para vivir eternamente 67
1 Esta cantidad de años no se debe, como algunos piensan, a que quizás en aquella época
contaban los años diferente. Tampoco creemos que Moisés, que fue el que escribió los cinco
primeros libros de la Biblia, consignara el dato porque la tradición oral llevaba esos errores.
Si consideramos que la Palabra de Dios es inspirada por el Espíritu Santo, nos rendiremos
al hecho de que debemos aceptarla tal como es, porque un error de esa magnitud no seria
posible.
Dios creó al hombre para vivir eternamente 69
El pecado personal
En Génesis 1.31 vemos que Dios, al acabar la obra de la
creación, dijo que todo era bueno en gran manera. Pero, como
hemos dicho, a causa del pecado la naturaleza se pervirtió y
todo fue decayendo. Sucedió como en esos cuentos infantiles
donde todo el ambiente es tétrico: El viejo castillo abandona-
do, los árboles lúgubres, el sonido del viento que parece un
lamento y nos estremece el cuerpo, el cielo que es muy oscuro
y está lleno de nubes amenazadoras. Pero al terminar la
70 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
El pecado de la raza
La caída de Adán contaminó a toda la raza humana. Ya
hemos dicho que el pecado y la muerte pasaron a todos los
hombres a causa de Adán. La creación, caída por causa del
pecado, ha hecho que todo tipo de virus y bacterias que
producen enfermedades ataquen a los organismos vivos. Las
malformaciones congénitas, como en el caso del ciego de
nacimiento, son comunes. Los efectos de las radiaciones
sobre el cuerpo, sean solares o radiaciones de sustancias
radioactivas en la tierra, producen graves daños a los tejidos.
72 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
Malas señales
Pasó el tiempo y Alicia volvió a quedar embarazada, de
acuerdo a lo planeado.
Era la noche del 11 de Mayo, treinta días antes de la
fecha tan esperada en que calculábamos nacería nuestro
bebé. Nos habíamos acostado normalmente, pero Alicia
estaba muy cansada pues había tenido en esos días mucho
Probados por el fuego 77
Malas noticias
La pobre Alicia estaba pasando momentos de angustia. Le
pusieron la anestesia epidural, pero sintió el dolor del
corte. Como no lo soportaba, los doctores tuvieron que
dormirla. Al despertar, lo primero que hizo fue preguntar
cómo estaba el bebé. Sabía que algo andaba mal, pues ella
misma había tenido que firmar el permiso para la opera-
ción. Casi llorando le conté el estado en que se encontraba
nuestra bebé, que nuevamente había resultado ser una
Probados por el fuego 79
La confesión
Esa noche nos reunimos con un grupo de hermanos que
solían reunirse a orar en nuestra casa, y en la habitación
de la clínica oramos juntos. Todos confesaban que la bebé
iba a vivir y clamaban a Dios por un milagro. De pronto,
en medio de la oración, Dios me habló en forma casi
audible y me dijo:
-Juan.
-Sí, Señor -le respondí en mi corazón.
-¿Recuerdas cuando hace unos meses fuiste a un hos-
pital a orar por la bebé de un amigo tuyo que tenía una
enfermedad al corazón parecida a la de tu hija?
-Sí, Señor -le respondí.
-¿Qué decían ustedes en sus oraciones?
-Que la bebé no moriría, sino que viviría, y le dijimos
a los padres que estábamos seguros de ello.
-¿Y qué pasó?
-Que murió, Señor.
-Y dime -continuó el Señor, mientras mis hermanos
seguían orando y clamando-, ¿qué pensaste entonces?
-Yo pensé: «Señor, ¡cómo es posible que hubieras
80 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
La resistencia espiritual
Durante todo ese tiempo percibimos que se estaba llevan-
do a cabo una lucha entre las fuerzas espirituales por la
vida de mi hija. El Señor me mostró el paralelo que había
entre esa lucha y la lucha del arcángel Gabriel contra el
Príncipe de Persia, cuando Daniel oraba. Al llegar, el ángel
Probados por el fuego 83
La súplica al misericordioso
Hasta ese momento, había hecho todo lo que Dios me
había mandado hacer para limpiar mi corazón y romper
así las cadenas con que el diablo intentaba atrapar a Ga-
briela.
Luego de haber leído 1 Reyes 8.37-39, había reconocido
delante de Dios la plaga que había en mi corazón y había
extendido mis manos a Él en busca de ayuda. Alicia tam-
bién había estado orando y clamando a Dios. A veces
conmigo, y otras veces sola, librando sus propias batallas.
La noche que Alicia salió de la clínica nos habíamos reu-
nido a orar un grupo de hermanos en Cristo, en el dormi-
torio de mi casa, pues ella tuvo que guardar cama. Esa
noche estuvimos orando y llorando delante de Dios. Ya no
teníamos la confianza que expresaban nuestras declara-
ciones de fe. Ahora solo esperábamos en el Dios misericor-
dioso.
Creemos que la fe mueve montañas. Creemos que si le
digo al monte échate en el mar y no dudo en mi corazón,
lo que digo será hecho. Pero también creemos que hay
condiciones para que todo eso resulte. Tenemos que pedir
de acuerdo a la voluntad de Dios. Tenemos que pedir en
el nombre de Jesús. Pero para todo ello debemos estar en
santidad delante de Dios y ese no era mi caso. Por eso
apelábamos a la misericordia de Dios. Por eso esperába-
mos que nuestro buen Dios pudiera obrar. Ya había enten-
dido que en Dios no había ninguna duda en cuanto al
deseo de sanarla; pero espiritualmente Satanás había ad-
quirido ciertos derechos que nosotros, al obedecer las
indicaciones de Dios, podíamos anular.
Mientras orábamos esa noche, Alicia tuvo una visión
que no quiso contarme por no estar totalmente segura de
que era de Dios. No quería crearme falsas ilusiones. Se la
contó a uno de los amigos que nos acompañaban esa
Probados por el fuego 87
El gran milagro
Al llegar a la clínica el día siguiente, el pediatra neonató-
logo tenía una cara muy extraña. Me preocupó.
-¿Pasa algo malo, doctor?
-No -me respondió, no sabiendo cómo explicar la
situación.
-Ah, ¡ya sé! -le dije con júbilo-. La bebé está sana,
¿verdad? ¿Sabe?, anoche estuvimos orando por ella. El
Señor la sanó. Ha ocurrido un milagro, ¿no es cierto?
-No sé si ha sido un milagro -nos respondió-. Lo
único que sé es que el cuadro ha cambiado completamente
desde anoche.
-¿Cómo, doctor? -le preguntamos Alicia y yo.
-La enfermera de turno dice que notó que anoche su
color había cambiado y me llamaron -nos dijo-. Le
quitamos el oxígeno y aparentemente la bebé está perfecta.
Alicia y yo casi saltábamos de júbilo. El doctor nos hizo
entrar a la sala de cuidados intensivos y allí la vimos.
Nuestro pequeño retoño estaba rosadita y no tenía puesta
la máscara de oxígeno, ni el suero, y por primera vez la
pudimos acariciar.
Como Alicia y yo habíamos estado entrando a la sala
de cuidados intensivos para ver a la bebé, nuestros cora-
zones habían quedado conmovidos al ver a otras criaturas
enfermitas. Así que desde un inicio orábamos no solo por
nuestra hija, sino por todos los bebés enfermos. Y más
tarde, al estar cerca de la sala de cuidados intensivos,
vimos a otra madre llorar de emoción y dar gracias a Dios,
ya que su bebé había sido sanado también. Luego descu-
88 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
brimos que esa noche todos los bebés que habían estado
allí, incluyendo uno de ellos que iba a ser operado por
problemas en el esófago, habían sido sanados. Ahora en-
tendemos que los ángeles de Dios no solo entraron a esa
sala a sanar a nuestra bebé cuando les dieron permiso, sino
que sanaron a todo bebé que estaba enfermo en ese lugar,
haciendo un trabajo completo y llenando de alegría a
todos los padres que en esos días habían estado sufriendo
por el estado de salud de sus hijos.
Lo que aprendimos
Aprendimos muchas cosas en esos días. Aprendimos que
no debemos jugar con nuestra vida espiritual, que no
debemos poner a prueba a Dios y que es cierto que nuestro
adversario el diablo anda buscando a quien devorar.
Los doctores nunca se explicaron el resultado final de
todo este drama. Dos de ellos, el cardiólogo y el ginecólo-
go, no quisieron aceptar el hecho del milagro y trataron en
vano de encontrar excusas y teorías, las cuales cayeron por
su propio peso. Pero el neonatólogo nos dijo que era la
primera vez en doce años de carrera profesional que había
visto un milagro, y que no tenía ninguna duda de que se
trataba de uno. Un día este doctor y su esposa fueron a
nuestra casa porque querían conocernos y preguntarnos
cómo es que habíamos orado. Más tarde hicieron su ora-
ción de entrega a Jesucristo.
Gabriela ahora tiene 10 años. Nunca necesitó ningún
tipo de tratamiento o remedio. Nos dijeron que a lo mejor
tenía un soplo al corazón, pero nunca hubo tal soplo. Nos
dijeron que la falta de oxígeno tendría que haber afectado
su cerebro pero, al contrario, resultó ser una niña brillante.
Aprendimos que Dios es realmente compasivo. Cuan-
do no vemos actuar al Todopoderoso es porque Él mismo
se sujeta a sus propias leyes. Aunque desea nuestro bien,
Probados por el fuego 89
Tercero: Confesó su fe
Cuenta Marcos que la mujer se decía: «Si tocare tan sola-
mente su manto, seré salva» (Marcos 5.28). Dice la Escri-
tura que si no dudamos de lo que decimos, lo que decimos
será hecho. Jesucristo dijo: «De cierto os digo que cualquie-
ra que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no
dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que
dice, lo que diga le será hecho» (Marcos 11.23).
La prosperidad
del alma
Vendar a los
quebrantados de
~
corazon
Nueva criatura
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co-
rintios 5.17).
Cuando uno va a Jesús y lo recibe corno Señor y Salva-
dor, se convierte en un nuevo ser creado según Dios. El
hombre viejo, el adúltero, el fornicario, el homosexual, la
lesbiana, el asesino, el drogadicto, el borracho, el degene-
rado, el anormal, el ser abyecto que temíamos ser (si ese
fuera el caso) ya no existe. Aquella persona que vivía sin
Dios y sin esperanza murió en la cruz con Cristo. Ya es un
nuevo ser, creado por la fe, por la Palabra de Dios. Ahora
es hija de Dios y toda experiencia pasada es borrada, no
en cuanto a sus recuerdos, pero sí en cuanto al dolor del
corazón.
Muchas veces el nuevo creyente no percibe la gloriosa
libertad que ha alcanzado. El nuevo nacimiento que Jesús
le ha dado ha borrado su vida pasada, clavándola en la
cruz, corno dice Colosenses 2.14, junto con el acta de los
120 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
aquel que pone su vida por sus amigos». Él dio su vida por
nosotros. Su amor es tan grande que el apóstol Pablo pudo
decir: «Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo
por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en
Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8.38,39).
Debemos poner nuestra fe en el único Dios vivo, crea-
dor del cielo y de la tierra, que nos ama y nos dio el más
valioso don: Jesús.
Debemos entender que todo lo que Dios quiere es la
salvación y el bien para nosotros. Precisamente, Jesucristo
vino a deshacer lo que el diablo le ha hecho a la humanidad
(1 Juan 3.8).
Fe en su Palabra
¿Cómo tener fe en la Palabra de Dios? Se dice que la
palabra de una persona es tan confiable como ella misma.
Pues bien, no hay persona más confiable que Dios, que es
«la verdad». Además, Dios es eterno, verdadero e inmu-
table, y su Palabra también lo es (1 Pedro 1.25). No tenemos
un Dios voluble que hoy promete una cosa y mañana se
arrepiente. En Él no hay mudanza ni sombra de variación
(Santiago 1.17). Jesucristo, que es el Verbo o la Palabra de
Dios, es el mismo, ayer, hoy y siempre.
Cuando nos llegue la duda, debemos asirnos de la
Biblia. Cuando Cristo fue tentado en el desierto, se defen-
dió del diablo empleando la Palabra de Dios. Así desbara-
tó los argumentos del enemigo; y así también nosotros
tendremos victoria sobre la duda. Para la fe, la Palabra de
Dios se convierte en la voz de Dios. Hemos de decidir,
pues, si vamos a permitir que el silbido de la serpiente se
levante por encima de la voz de nuestro Creador.
Las armas de la luz 133
En el pozo
A través de los siglos, muchos creyentes han sido arroja-
dos al foso de los leones. El profeta Daniel pasó por esto
cuando los sátrapas del rey Darío lo echaron al foso. A José
fueron sus hermanos los que lo arrojaron a un pozo.
José era hijo del patriarca Jacob. Cuando nació, por ser
su padre un hombre ya mayor y porque José era hijo de
Raquel, la mujer que más quería, Jacob lo mimó demasia-
do y lo hizo vestir una túnica de muchos colores. En
aquella época, donde la gente se vestía con lana cruda sin
teñir, los colores en la tela eran un lujo; y José, vestido así,
se sentía como un rey. Dice Génesis 37.3,4 que «viendo sus
hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus
hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacífica-
mente» (Génesis 37.3,4).
Para empeorar las cosas, sin darse cuenta de que ellos
le tenían celos y lo envidiaban, imprudentemente José les
contó sus sueños: «He aquí que atábamos manojos en
medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y
estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor
y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos:
140 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
El rechazo de Dios
Ahora vemos a Jesús crucificado. Jesús, la gloria de Israel,
Jesús sana nuestras almas 143
Sanos en el alma
Una vez leí la historia de una niña que interrumpía a su
padre, que estaba haciendo un trabajo en casa, para que
148 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
1 Algunas veces las raíces de los problemas del alma pueden ser tan profundas que la persona
necesitará un consejero que ore con ella, pero solo como una ayuda.
150 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
La prosperi dad
material o
.
/
econom1ca
Capítulo once
Dios quiere
prosperarnos
materialmente
¿Qué es el diezmo?
El diezmo es el diez por ciento de todos tus ingresos,
que de acuerdo a la Biblia no te pertenecen a ti sino a Dios.
El siguiente pasaje no deja lugar a duda: «Y el diezmo de
la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de
los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová»
(Levítico 27.30).
Eso fue lo que Alicia y yo descubrimos en la Biblia. Y lo
importante fue que nadie nos lo dijo, sino que nosotros al
leerlo comprendimos que era un mandato de Dios, man-
dato que el Señor ha establecido por dos motivos princi-
pales:
El intercambio de armas
La prosperidad viene de Dios como una señal del pacto.
Y todo pacto con Dios es una alianza o pacto de sangre con
Él. En la Biblia se nos habla de este pacto. No tenemos la
descripción completa del mismo, pero podemos obtenerla
leyendo diferentes pasajes. Por ejemplo el siguiente ver-
sículo nos muestra un paso importante del pacto de Dios
con el pueblo de Israel: «Entonces Moisés tomó la sangre
y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto
que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas»
(Éxodo 24.8).
Este pacto se asemeja al pacto que realizaban las perso-
nas para hacerse «hermanos de sangre». David y Jonatán,
hijo de Saúl, hicieron un pacto así: «E hicieron pacto Jona-
tán y David, porque él le amaba como a sí mismo. Y
Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David,
y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte»
(1 Samuel18.3,4).
Es evidente el significado de este intercambio en la
alianza de sangre, o en otro tipo de pacto. Al intercambiar
172 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
Un ascenso de puesto
Recuerdo que el día que renunció el gerente administrati-
vo de la compañía estaba orando al Señor y Él me dijo que
La siembra y la cosecha 175
En dinero y en especie
Mi esposa y yo hemos visto siempre la mano de Dios
prosperándonos y devolviéndonos el ciento por uno.
Hubo ocasiones en que parecía que Dios no podría devol-
ver de acuerdo a su promesa tanto como nosotros dába-
mos; pero de pronto pasaba el tiempo y éramos
bendecidos en dinero o en especie.
En una oportunidad viajé por cuestiones de trabajo a la
Argentina y los directivos de la línea aérea Austral, con
quienes fui a trabajar, no pudieron resolver un asunto
antes del fin de semana. Tuve que quedarme en ese país
unos días más, lo cual no tenía planeado. Ellos me dijeron
que como no tenía mucho que hacer en Buenos Aires, me
obsequiaban un pasaje para que fuera mejor a conocer
Bariloche, una hermosa ciudad al sur de la Argentina.
La siembra y la cosecha 177
La prosperidad
creativa
El misterio de la fe
¿Qué es la fe?
La mayoría de las personas piensan que la fe es un grado
de confianza. Cuando alguien dice «tengo fe en tal o cual
persona», lo único que está indicando es el grado de
confianza que le tiene. Lo que sucede es que en el lenguaje
existen modos de expresión que son figurados, y algunas
veces hacemos uso de hipérboles, que no son sino la
exageración de una idea con el fin de resaltarla sobre el
resto de lo expresado. Por ejemplo, «yo le tengo mucha fe
a fulano» es una exageración de «yo confío mucho en
fulano».
También existe el error de confundir la fe con simple-
mente creer. Por ejemplo, cuando a un niño se le dice
«mañana iremos a la playa», el niño puede reaccionar de
varias formas. Puede alegrarse y estar seguro de que irá,
porque papá siempre cumple lo que promete; o puede
también decir: «Bueno, ¿quién sabe? Mi padre a veces
cumple, otras veces no». O a lo mejor puede decir:«¿ Quién
le va a creer a mi papá? Si llegamos a ir será un milagro,
porque nunca cumple lo que promete».
En los tres casos podemos decir que lo que se mide es
el grado de confianza que el niño le tiene a su padre. Si
interrogamos al primero, seguramente nos dirá: «Por su-
puesto, yo creo en mi padre». El segundo dirá: «La verdad:
no sé si creerle o no». El tercero dirá: «No le creo».
Tomemos como ejemplo el caso del niño que le cree a
su papá y preguntémosle: «¿Estás cien por ciento seguro
de que te llevarán mañana a la playa?» Si fuera lo suficien-
temente maduro como para comprender el alcance de la
pregunta, quizás respondería: «No cien por ciento, porque
a veces se presentan dificultades de último momento y no
podemos ir. Como por ejemplo: el auto no funciona, mi
madre amanece con fiebre o entra una llamada telefónica
a papá informándole de un asunto urgente en la oficina».
El misterio de la fe 195
La llave de la creación
La fe, dijimos, es la herramienta. La Palabra de Dios, la
materia prima. ¿Qué faltaba entonces para ejercer el poder
de la creación?
Supongamos que la fe sea como una máquina mezcla-
dora de cemento que al echarse a andar obtiene la mezcla
y la mantiene fresca para vaciarla y comenzar a construir.
La palabra como materia prima es como el cemento. ¿Cuál
será la llave que necesitamos para encender el motor y
hacer mover la rueda de la creación? Pues nada menos que
la confesión.
¿Qué es confesión? Es afirmar, aseverar o testificar
nuestra confianza en que la Palabra de Dios se cumplirá.
No hay fe sin confesión, así como no hay amor sin palabra
200 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
A imagen de Dios
Nos dice la Biblia que en determinado momento de la
creación Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza» (Génesis 1.26). Como fue
creado a imagen y semejanza de Dios, es también un ser
trino, como vimos en el capítulo 2: espíritu, alma y cuerpo.
Esto es extraordinario. Aunque vivimos en el universo
material, somos seres que tenemos un espíritu, al cual la
Biblia también llama ser interior. Por tener un espíritu,
somos semejantes a Dios, pues Dios es espíritu. Y a causa
del espíritu, tenemos fe, aunque limitada y aunque haya
perdido mucho de sus capacidades a consecuencia del
pecado.
Uno puede emplear la fe correctamente, pero también
incorrectamente. Cuando el ser humano usa las capacida-
des que el mundo conoce como extrasensoriales, se sale
fuera de los propósitos de Dios y está practicando brujería.
Cuando un brujo pone su fe en lo que un demonio dice,
El misterio de la fe 201
Fe en Dios
Al pensar en la fe en Dios, hay dos conceptos que deseo
remarcar. El primero lo encontramos en Marcos 11.22,
donde Jesús dijo: «Tened fe en Dios». No dijo que tuviéra-
mos fe en nosotros. Algunos se equivocan al pensar que
su fe es tan importante que no sucederá nada si no crece
al punto que pueda mover montañas, y se frustran tratan-
do de moverlas por sí mismos. Nos cuesta trabajo entender
que no es el elemento humano de la fe el que realiza el
milagro, sino el Dios en quien tenemos fe.
El segundo concepto lo expresó Pablo en dos pasajes.
En 2 Corintios 1.20 dice: «Todas las promesas de Dios son
en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la
gloria de Dios». Y en Romanos 10.17 dice: «Así que la fe es
por el oír, y el oír, por la palabra de Dios». En otras
palabras, todo gira alrededor de Él (quién es, su poder) y
lo que ha dicho. Muchas personas creen en Dios, pero a
muchas les cuesta creer a Dios.
Las bases del milagro existen y son eterna. Dios es
omnipotente. A su palabra surgen soles y universos. Dios
hace milagros. A través de la oración puede producirse el
milagro si se llenan algunas condiciones
Primera condición
Que todo pedido sea a Dios y en el nombre de Jesús. «Y
todo lo que pidiéreis al Padre en mi nombre, lo haré, para
202 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
Segunda condición
Orar conforme a su Palabra, ya que esta expresa su volun-
tad.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho
(Juan 15.7).
Tercera condición
Orar con fe, creyendo que recibiremos.
Os digo que todo lo que pidiéreis orando, creed que lo
recibiréis y os vendrá (Marcos 11.24).
Nuestras oraciones de fe
Al orar colaboramos con Dios, pues no podemos hacer
otra cosa que ponernos de acuerdo con su voluntad, sea
esta para nosotros o para los demás. Pero debemos expre-
sar nuestra fe, debemos pronunciar las palabras, sean
habladas, sean escritas o en lenguaje de mudos. Lo que se
necesita es la confirmación de la voluntad expresada. La
pregunta es ¿por qué? Porque Dios todavía no ejerce toda
su autoridad sobre este mundo. Todavía Satanás es el rey
de este mundo. Por eso «nuestra lucha no es contra la carne
y la sangre, sino contra los principados, contra las potes-
tades, contra los dominadores de este mundo tenebroso,
contra los espíritus del mal que están en las alturas» (Efe-
sios 6.12, Biblia de Jerusalén).
La autoridad que Dios quiere ejercer sobre este mundo
la ejerce a través de sus hijos, a través de los que le han
rendido sus vidas. Por esta razón, desde que Adán entregó
el mundo al maligno, para poder obrar Dios necesita un
204 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
Confesemos la
Palabra de Dios
Confesemos sanidad
Si necesitamos sanidad, lo primero que debemos hacer es
buscar a Dios en oración. El nos dará dirección y se mos-
trará complacido cuando lo reconozcamos en todos nues-
tros caminos. Muchas veces escogerá sanarnos usando los
medios naturales, si esto es posible. Utilizaremos entonces
la medicina y a los doctores, porque estos son instrumen-
tos de Dios para guardar el anonimato de los milagros.
Todos los medicamentos se obtienen de la naturaleza; de
las plantas, de los minerales, etc., y se descubren haciendo
uso de la inteligencia que Dios le dio al hombre. ¿Acaso
Dios les dio propiedades curativas sin ningún propósito?
Él, en su misericordia y sabiendo que el hombre podría
pecar, quiso aliviar nuestro sufrimiento. No nos sintamos
culpables si tenemos que recurrir a ellas. Dios evidente-
mente lo había previsto. Jeremías 8.22lo demuestra: «¿No
hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué,
pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?»
En los casos en que la medicina no ofrece solución o si
no tenemos acceso a ella, Dios se deleita obrando milagros.
Para ello, empiece a recordarle a Dios sus promesas, cum-
pla las condiciones y apodérese de la sanidad.
Un pasaje favorito de muchos es Isaías 53.4,5: «Cierta-
210 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
Confesemos prosperidad
Así como confesamos sanidad diariamente, debemos con-
fesar prosperidad. Debemos decirle a Dios que esto es una
señal de su pacto, como dice Deuteronomio 8.18. No pien-
se que el no ser judío de raza nos excluye de la promesa.
Todos los creyentes somos descendientes de Abraham por
la fe (Gálatas 3.28).
Debemos confesar estos principios y aferrarnos a las
promesas:
Traed todos los diezmos al alfolí y[ ... ] reprenderé tam-
bién por vosotros al devorador, y no os destruirá el
212 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD
Confesemos santidad
La santidad es parte de la prosperidad. Porque si uno no
vive santamente, entonces pierde todas las promesas de
Dios. Claro, esto no es instantáneo, pero poco a poco, si
continuamos ofendiendo a Dios, iremos perdiendo el
gozo, la alegría, la paz, la comunión con Dios y la unción.
A la postre, nuestra salud será minada y acabará diluyen-
do nuestros recursos.
La santidad es la fuente de la alegría, del gozo, de la
juventud. Sin embargo, el hombre, teniendo aún en la
carne la vieja naturaleza, encontrará una lucha constante
entre su carne y su espíritu (Gálatas 5.17). Por eso es
necesario fortalecer nuestro ser interior con su Espíritu, y
debemos hacerlo confesando fe en lo que dice al respecto
la Palabra de Dios. Todo lo que Dios dice lleva poder
Confesemos la Palabra de Dios 213
La prosperidad total
Hay cinco dimensiones de la prosperidad. Debemos co-
menzar por la prosperidad espiritual, que es la que se
obtiene desde el punto de vista de las leyes espirituales al
ponerse uno en una posición de bendición al establecer la
1
paz con Dios mediante la obra redentora de Jesucristo.
Cuando hemos alcanzado esa posición, todas las maldi-
ciones con que la Ley de Dios condena a los pecadores -y
que estaban sobre nosotros enfermándonos, angustiándo-
nos y empobreciéndonos- quedan anuladas. Jesús se
llevó en el madero toda maldición y nos trajo definitiva-
mente la paz con Dios. Luego, estando libres de toda
maldición que opere en nuestra contra, podemos aspirar
a alcanzar la prosperidad total.
En segundo lugar, vimos que la enfermedad es una
forma de empobrecer nuestra vida y que por la llaga de
Jesús fuimos ya curados. Es decir, que Jesús sufrió toda
clase de padecimientos en la cruz del Calvario, para que
esa parte de las maldiciones también sea borrada.
En la tercera parte del libro se trató lo referente a la
sanidad del alma, haciendo notar que si uno vive en la
angustia o tiene padecimientos mentales, toda prosperi-
dad es una ilusión. Jesucristo padeció toda clase de angus-
tias para pagar el precio, y así redimir nuestras almas.
1 No existe otro camino. Como vimos en Hechos 4.12, no hay otro nombre en que
podamos ser salvos.
Confesemos la Palabra de Dios 215
Reflexión final
Quiero terminar este libro recordándole que la prosperi-
dad es relativa. Depende no solamente de las armas que
le da a Dios, sino también del ambiente donde se desen-
vuelve, ~ de lo que usted entiende como prosperidad. ero
también tiene que ver con la calidad de vida. Por ejemplo,
cuando yo vi~ m - r~~-!ñ m~más dinero
que alhora; pe~BI.fo tler qü~iiH6~ ar~lü~ó más e la
vida. · ·
del m
de
-ae=-fO<ies,~ -i'".a .............;;_~ de
ser ins vac1on bendición ar s. ¿Y la
jubilación? La más rentable: cubierta por un fondo de
pensiones incalculable, una jubilación eterna en la nueva
Jerusalén Celestial. Y por si esto fuera poco, la provisión
inagotable en esta vida terrenal de toda clase de bienes,
para que se cumpla la promesa de Dios que está en Fili-
penses 4.19 de que Él suplirá todas nuestras necesidades
conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
¿Quisiera trabajar en esta empresa? Bueno, no son mu-
chos los puestos de trabajo a tiempo completo y remune-
rados que tiene para ofrecer. Pero puede trabajar en ella
como voluntario en tu tiempo libre. ¿Cuál será su recom-
224 LAS CINCO DIMENSIONES DE LA PROSPERIDAD