El documento resume la introducción de la Epístola de Pablo a los Romanos. Explica que la iglesia en Roma no fue fundada por Pablo ni por Pedro, sino que probablemente se originó a través de judíos conversos en Pentecostés que regresaron a Roma y compartieron el evangelio. La iglesia estaba compuesta principalmente por gentiles y esclavos, aunque algunos judíos conversos también formaban parte. Pablo escribe a la iglesia "en Roma" más que a la iglesia "de Roma", enfatizando que aunque estaban fís
El documento resume la introducción de la Epístola de Pablo a los Romanos. Explica que la iglesia en Roma no fue fundada por Pablo ni por Pedro, sino que probablemente se originó a través de judíos conversos en Pentecostés que regresaron a Roma y compartieron el evangelio. La iglesia estaba compuesta principalmente por gentiles y esclavos, aunque algunos judíos conversos también formaban parte. Pablo escribe a la iglesia "en Roma" más que a la iglesia "de Roma", enfatizando que aunque estaban fís
El documento resume la introducción de la Epístola de Pablo a los Romanos. Explica que la iglesia en Roma no fue fundada por Pablo ni por Pedro, sino que probablemente se originó a través de judíos conversos en Pentecostés que regresaron a Roma y compartieron el evangelio. La iglesia estaba compuesta principalmente por gentiles y esclavos, aunque algunos judíos conversos también formaban parte. Pablo escribe a la iglesia "en Roma" más que a la iglesia "de Roma", enfatizando que aunque estaban fís
El documento resume la introducción de la Epístola de Pablo a los Romanos. Explica que la iglesia en Roma no fue fundada por Pablo ni por Pedro, sino que probablemente se originó a través de judíos conversos en Pentecostés que regresaron a Roma y compartieron el evangelio. La iglesia estaba compuesta principalmente por gentiles y esclavos, aunque algunos judíos conversos también formaban parte. Pablo escribe a la iglesia "en Roma" más que a la iglesia "de Roma", enfatizando que aunque estaban fís
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 23
Análisis
D. Martyn Lloyd-Jones (1899-1981)
“Pablo … a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos” – Romanos 1:1,7
Tú recordarás que el pasado viernes por la tarde empezamos
con una introducción general a esta gran Epístola a los Romanos considerando varias razones por qué deberíamos estar familiarizados con ella y si deberíamos llegar al nivel propuesto por Mar n Lutero, a saber, que deberíamos aprenderla versículo por versículo y conocerla tan profundamente que pudiéramos aplicarla siempre. Bueno, haciendo eso llegamos al punto en el cual consideramos algo general acerca del hombre que escribió la carta, el Apóstol Pablo. Ahora, el siguiente punto que ciertamente debemos mirar en una forma introductoria general es: las personas a las que él escribe la carta. Y la respuesta es, por supuesto, como él nos dice aquí en el sép mo versículo del primer capítulo; que está escrito y dirigido “a todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos.”(v.7) Ahora, no me propongo esta tarde tomar la descripción en detalle, más que como lo hicimos en los detalles de lo que el Apóstol dice de sí mismo como el escritor. Aún estoy dando una introducción de la Epístola porque pienso que estas consideraciones preliminares son de vital importancia. Así que, nos contentamos diciendo que la carta está dirigida a todos los que están en Roma, estas personas que son amadas por Dios, llamadas a ser santas. ¿No es esto una cosa fantás ca y maravillosa? Que la ocasión surgió para que el Apóstol escribiera una carta a los Cris anos en Roma que de cualquier otra parte. Aquí, en seguida se nos recuerda de la gran maravilla del evangelio. Es muy di cil para nosotros – y sin embargo no es tan di cil en estos días - reconstruir la escena y recordarnos la condición del mundo an guo. Bueno, si no estamos claros acerca de esto, todo lo que necesitamos hacer es leer lo que el Apóstol dice en este primer capítulo desde el versículo 18 o 19 hasta el final y obtendremos alguna idea de cómo era la vida en este mundo, y en el Imperio Romano en par cular, en ese empo. La más terrible imagen de degradación moral que jamás ha sido dibujada. Ahora bien, esto está lejos de un mundo como ese - lejos de personas que vivieron en esa clase de atmósfera y que vivieron esa clase de vida. Está lejos de eso - que estas personas hayan llegado a ser Cris anos, y el Apóstol Pablo escribe su carta para ellos. Hay una sola explicación para eso, como hay una sola explicación para el hecho de que estemos sentados juntos en este edificio como Cris anos. Hay una sola cosa que puede cambiar a las personas que pertenecen a las categorías descritas en este capítulo, en santos. Y eso es de lo que Pablo habla en el versículo 16, “porque no me avergüenzo del evangelio”, dice, “porque es poder de Dios para salvación”. Nada más podría haber producido Cris anos en el Imperio Romano y en Roma, pero el evangelio puede y el evangelio lo ha hecho, y el resultado fue que el Apóstol se describe a sí mismo escribiendo una carta a estas personas. ¿Cómo se han conver do en Cris anos? ¿Cómo estos Cris anos en Roma han llegado a serlo? ¿Cómo hubo jamás una iglesia en Roma? Bueno, es muy importante hacernos esa pregunta. La respuesta es en primer lugar nega va. La iglesia no fue fundada en Roma por el Apóstol Pablo. Como explica en la Epístola, nunca había estado allí. Él esperaba estar allí, pero fue ‘estorbado’ tanto que él nos dice en esta introducción, “tes go me es Dios”, dice, “de que sin cesar hago mención de vosotros en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. Porque deseo veros…”(Ro 1:9-11) Pero dice que ha sido estorbando. Así que, la iglesia no fue fundada por el Apóstol. Y de acuerdo a todos los cálculos, el Apóstol, creo, nunca había visto a los que escribió esta carta, alrededor del año 58 d.C. Si lees en el libro de los Hechos de los Apóstoles, encontrarás que probablemente fue escrita hacia el final del tercer viaje misionero de Pablo. Lee especialmente los primeros versículos del capítulo veinte del libro de Hechos de los Apóstoles, entonces lee el capítulo 16 de esta Epístola y observa algunos de los nombres que menciona. Él entrega los saludos de un hombre llamado Gayo quien vivió en Corinto, y otros. Eso más o menos fija la carta alrededor del año 58 d.C., hacía el final de su tercer viaje misionero. Pero lo importante es que la iglesia en Roma no fue fundada por el Apóstol Pablo. Tampoco fue fundada por el Apóstol Pedro. Y ahora ves por qué estoy planteando esta cues ón. “Bien”, dice alguien, “¿cómo, tan fácilmente, solucionarás este gran problema que ene inquietas a muchas mentes?” Bien, la respuesta es esta. ¿Es posible que, si esta iglesia hubiera sido fundada y establecida por el Apóstol Pedro, ninguna referencia en absoluto se haría en relación a esto en la carta? No solo eso, tenemos declaraciones específicas del Apóstol Pablo en el capítulo 15 de esta Epístola, de que nunca fue su prác ca hacer algo en la obra de otras personas. Él dice que no fue llamado a construir sobre el fundamento de otra persona. Él habría de ser un pionero. Por lo tanto, es seriamente discu ble que, si el Apóstol Pedro hubiera establecido y fundado esta iglesia, el Apóstol Pablo les enviara esta carta. Esto era contra su prác ca, nos dice. Así que, vemos la ausencia del nombre de Pedro - ni siquiera una remota referencia a él en toda la carta - y esta contradicción de lo que, el Apóstol nos dice fue su costumbre y su hábito. Además - y esto ha sido garan zado incluso por la iglesia Romana - no hay actualmente ninguna evidencia histórica fuera del Nuevo Testamento de que Pedro estuvo alguna vez allí en ese empo. Así que ahí, digo, está la evidencia y es muy importante. Pero podemos ir más allá y decir que no hay ninguna evidencia de que esta iglesia fue fundada por algún otro apóstol. No hay ninguna referencia a ninguna otra persona. Y de nuevo, esto sería una violación de las propias prác cas manifestadas por los Apóstoles. Muy bien, ¿cómo está iglesia a llegado a exis r? Bueno, hay muy pocas dudas, me parece, que esto debe ser como sigue. Hemos estado hablando en el segundo capitulo de los Hechos, en la lista que es dada de los varios Judíos y prosélitos quienes han llegado a la fiesta de Pentecostés en Jerusalén, en esa gran ocasión, que algunos de ellos llegaron desde Roma. Así pues, seguramente no necesitamos mucha imaginación para ver que algunos de ellos fueron probablemente conver dos escuchando al Apóstol Pedro. Ellos estaban entre los tres mil y volvieron a Roma y esparcieron las buenas no cias. Y hablaron el mensaje y lo demostraron en sus vidas. Eso fue probablemente parte de esto, pero hubo otra cosa. Roma, por supuesto, fue el centro del gobierno imperial, la metrópolis del Imperio Romano. El po de Londres de todo el vasto esquema del gobierno y personas estaban yendo y viniendo de diferentes partes de este grandemente esparcido Imperio. Soldados y otros, personas comunes. Leemos acerca de Aquila y Priscila, ellos habían llegado allí, no habían nacido allí. Había personas viajando de acá para allá, y los Cris anos llegaron ahí. Entonces, indudablemente por estas dos razones estas personas habían llegado a ser Cris anos, algunos de ellos eran Judíos y otros eran Gen les. Bien, entonces el siguiente punto que señalaría es que la naturaleza de la iglesia es bastante interesante. La lista de saludos que enes en el úl mo capítulo (y es muy importante leer el úl mo capítulo, como lo es considerar la introducción de esta carta, porque allí volvemos a las par cularidades) encontrarás que esta fue una iglesia mezclada. Había algunos Judíos entre ellos. Judíos conver dos, cris anos Judíos. Algunos de ellos eran parientes del Apóstol mismo, él hace referencia a ellos. Pero probablemente la mayoría eran Gen les. La mayoría eran Gen les pero algunos eran Judíos. Otra cosa muy interesante es esta, que esa lista en el capitulo 16 indica que muchos esclavos habían llegado a ser Cris anos. Donde quiera que veas una referencia a estos quienes eran “los de su casa”, tú puedes entenderlo como “sus esclavos”. Así es como ellos eran descritos, ellos pertenecían a estos hombres (eran “de su casa”), por lo tanto, ellos eran esclavos. Bien, un gran número de ellos eran esclavos. La única otra observación que haría, como esta en general, acerca de la iglesia, es esta: tú has notado que el Apóstol dice que está escribiendo “a todos los que están en Roma, amados de Dios.” ¿Estamos dispuestos a hacer una observación como esta – que él no está escribiendo a la iglesia ‘de’ Roma sino a la iglesia ‘en’ Roma? Y si vas a través de los saludos en todas estas epístolas del Nuevo Testamento, encontrarás que es interesante mantener la vista solo ese punto. La forma caracterís ca de Pablo de decirlo es esta. Él está escribiendo a la iglesia de Dios que está ‘en’ Corinto, o ‘en’ Éfeso o en cualquier parte. Él no dice a la iglesia ‘de’ Corinto, o la iglesia ‘de’ Éfeso, o la iglesia ‘de’ Roma. Esa no es la concepción del Nuevo Testamento de la iglesia en absoluto. Y esto me parece, como le ha parecido a muchos antepasados, que no es conforme a las Escrituras hablar de la iglesia ‘de’ cualquier parte bajo el sol, porque siempre debemos conservar esta dis nción. La iglesia es una reunión de Cris anos ‘en’ Londres, ‘en’ Roma, ‘en’ Corinto, ‘en’ Éfeso, ‘en’ cualquier lugar; ellos no son de ese lugar en ese sen do. Ellos están allí pero son ciudadanos del cielo. Por supuesto, ellos aún son ciudadanos de Roma, Corin o, etc, pero él está enfa zando esta dis nción. No puedes explicarlo en términos de Roma o Corinto: “A todos los que están ‘en’ Roma”. En lo que se refiere al cuerpo, están en Roma, pero lo importante acerca de ustedes es que han sido “llamados a ser santos.” La otra cosa es, que generalmente encuentras que el Nuevo Testamento habla mucho más acerca de ‘iglesias’ que de ‘iglesia’. ‘Iglesias’, “las iglesias en Galacia”, y así. Y obviamente en ese sen do podría haber varias iglesias en Roma porque tú recuerdas, dando sus saludos para Aquila y Priscila, él dice que también quiere enviar sus saludos a la iglesia que está en su casa. En otras palabras, ellos no tenían un gran edificio central, sino que los Cris anos en Roma se reunían en las casas de uno y de otro, unos cuantos aquí y otros allá. Si, pero él habla acerca de ‘la iglesia en la casa de Aquila y Priscila.’ El Nuevo Testamento, digo, habla de ‘iglesias’ más que de ‘iglesia.’ De nuevo, uno fácilmente podría explayarse aquí, pero pienso que gran can dad de la confusión moderna es debido al hecho de que estamos hablando mucho de ‘la iglesia’ en vez de pensar en términos de ‘iglesias’, en vez de pensar en la reunión de los santos donde Cristo está en el medio. Eso es lo que el Nuevo Testamento generalmente dice; ‘iglesias’ más que alguna gran iglesia. Y es una muy importante dis nción. Bueno, dejémoslo así por ahora. La siguiente cues ón a la que nos dirigimos es esta: Aquí está Pablo escribiendo una carta a los Cris anos en Roma, ¿Por qué les escribió a ellos? ¿Cuál es su razón para escribirles? Él debe haber tenido una. Bien, él nos lo dice en el versículo 11, “porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados (o establecidos).” Esa es la razón, ellos necesitaban ser establecidos. La conversión no es el final es el principio. Y aunque un hombre sea profundamente conver do y nazca de nuevo, él puede estar un estado peligroso. ¿Por qué? Bien, el Apóstol nos dice en el úl mo capítulo; capítulo 16 en los versículos 17 y 18, escucha esto: “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.” (Ro 16:17,18) Cuando leo eso, casi siento que el Apóstol estaba escribiendo a Cris anos modernos. ‘Estoy escribiéndoles a ustedes’, dice, ‘para establecerlos.’ Hay gente que va a usar hermosas palabras y engañosos argumentos. Ellos son tan lisonjeros, ellos parecen muy agradables y el simple e ignorante creyente es propenso a escucharlos, y ser llevado por cualquier viento de doctrina. Estar conver do no es suficiente; necesitamos ser establecidos, ser edificados. Y ciertamente esto nunca fue más necesario que para hoy en día, y es por eso que nos corresponde estudiar la Epístola a los Romanos. Este es un problema persistente. Había falsos maestros – los judaizantes y otros – y ellos estaban extraviando a la gente, y muchos cris anos estaban perdiendo su gozo. Observa a los Gálatas, por ejemplo. Ellos parecían haber perdido casi todo por escuchar a estos otros maestros. Y la misma cosa está pasando en el día de hoy. No hay una enseñanza más falsa hoy, como la que sugiere que ‘no importa lo que enseñes.’ Aquí estaba especialmente la doctrina incorrecta, pero hoy la tendencia es a decir que ‘la doctrina no importa en lo absoluto’, y que mientras un hombre tenga algún po de experiencia, esta no importa. Ellos dicen: “Desde luego podemos ser ecuménicos en el evangelismo de cualquier forma.” En otras palabras, “ofrecemos Cristo a la gente.” Pero pregunto, ¿Quién es ese Cristo? ¿Cómo es Él? “Ah, pero”, ellos dicen, “ahora estás causando divisiones; no debes hacer esas preguntas. Lo que hacemos es conver r a la gente primero, y entonces podemos considerar enseñarles.” ¡No! Debemos estar seguros de que ellos están bien establecidos, que están en el fundamento correcto, porque “nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto”(1Co 3:11). Hay una falsa enseñanza allá afuera, y por lo tanto nos corresponde estudiar esta Epístola para que podamos ser establecidos. Tú sabes, muchos de estos Cris anos Romanos, y otros, eventualmente murieron por lo que creían y por su fe, ellos fueron arrojados a los leones en la arena, sus casas fueron quemadas, ellos fueron objeto de las más crueles injus cias, y sin embargo, estuvieron de pie como hombres. ¿Por qué? Ellos sabían, no solo en ‘quién’ creían sino también ‘qué’ creían. Ellos estuvieron tan bien cimentados en la fe que se mantuvieron como rocas. He estado hablando de los reformadores protestantes y los már res, La mer y Ridley, y el resto. ¿Qué fue lo que llevó a esos hombres a la hoguera? Solo hay una respuesta, ellos sabían lo que habían creído. Tú sabes, algunos de esos hombres murieron por la doctrina de la jus ficación solo por fe. A la iglesia Católica Romana no le gustaba eso y ellos dijeron, “si tú vas a andar diciendo que un hombre es jus ficado solo por la fe, te quemaremos en la hoguera.” Así que ellos fueron a la hoguera y ardieron felizmente. Pero me pregunto si muchos Cris anos modernos están preparados para hacer eso, y estoy hablando, lamentablemente, no solo de los liberales y los modernistas sino de los evangélicos con esta terrible tendencia, que está filtrándose entre nosotros, de decir que no importan estas cosas. Los már res son hombres que saben lo que creen. Ellos comprendieron, digo, que esta doctrina de la jus ficación solo por fe es tan vital y de tanta importancia que no se rendirían a ningún precio, incluso al precio de sus propias vidas. De la misma forma, en este tema de la Cena del Señor, Ridley y Cranmer en par cular, estuvieron firmes en eso. Ellos dijeron: “No recibes gracia cuando comes ese pan que está bajo el proceso de la transubstanciación. Es una men ra”, dijeron, “no transmite gracia en ese sen do mecánico.” Ellos fueron a la hoguera por eso. Ves, ¡cuán importante es conocer la doctrina! Y qué contrario a las Escrituras es decir que no importa mucho lo que creas mientras te llames a mismo un Cris ano en general, y que no debes sostener estas cosas y decir que son absolutos. Mientras un hombre piense que es Cris ano, bien, vamos a trabajar con él y que ‘Dios le bendiga’. Esa no es la enseñanza de la Epístola a los Romanos. Hombres, digo, creyendo en esta Epístola han muerto por ella. ¡Oh! Quiera Dios traer esta verdad a nosotros, para que estemos preparados también para defenderla. No pienso que haya mucho peligro de ir a la hoguera, estamos viviendo en una era que dice que no importa lo que creas. Y sin embargo, no necesitamos mucha imaginación para ver que bien podríamos ser objeto de persecución. No estoy seguro si esto ya ha comenzado en ciertos círculos, y probablemente se incremente, por lo tanto, digo, conozcamos la verdad. Lo que me lleva a mi siguiente encabezado. ¿Cuál es la enseñanza de la Epístola? Ahora, les daré, esta tarde, un análisis de ella y estoy haciendo esto muy deliberadamente porque creo que es esencial verla por completo antes que podamos entender las partes detalladas. Ahora, déjame ilustrar a lo que me refiero, diciendo que hay muchas personas con problemas con esta Epístola. Ellos dicen, “siempre la he encontrado di cil, no puedo entenderla.” Y tú dices, “bien, ¿dónde enes problemas en par cular?” “Ah bueno”, dicen, “en los capítulos 5, 6, 7 y 8. Ese es el problema, especialmente 6, 7 y 8.” Ahora, quiero intentar sugerirles que ellos están en problemas con esos capítulos porque los han visto una manera fragmentada, en lugar de tener una visión del conjunto. Sé, por supuesto, que hay personas en problemas con el capítulo 9, y eso no es sorprendente. Pero no estoy interesado par cularmente en ellos. Estoy, más bien, interesado en aquellos que, me parece, van incorrectamente en su clasificación. Muy bien, entonces veamos esto en su conjunto. Intentemos obtener una vista panorámica de este gran argumento. Muchas clasificaciones han sido sugeridas y ciertamente hay una obvia división preliminar. Los primeros once capítulos son obviamente doctrinales, su tema es la doctrina, par cularmente doctrina, del 1 al 11. Entonces, el resto desde el capítulo 12 al 16 es prác co – la aplicación de la doctrina que ya ha sido establecida. Esa es una subdivisión fundamental, pero ahora, es cuando venimos a la subdivisión de la sección uno, donde pienso que necesitamos ser cuidadosos, y exactos en nuestras subdivisiones. Ahora, probablemente muchos de ustedes están familiarizados con alguna clase de clasificación como esta. La gente dice: “Capítulos del 1 al 4, Jus ficación; capítulos del 5 al 8, San ficación; capítulos del 9 al 11, un paréntesis tratando con el caso par cular de los Judíos y su solución final.” Ahora, quiero sugerirles enérgicamente que esa es una muy errónea y, eventualmente, dañina clasificación. Y es porque muchos han adoptado esa clasificación - que encontrarás en la Biblia Scofield, en mayor o menor medida - que ellos han tenido dificultades en los capítulos 5, 6, 7 y 8. Ahora, esto no está confinado a la Biblia Scofield, muchos la han copiado de allí y se ha hecho una clasificación bastante conocida. Por lo tanto, les sugiero algo más como esto: En primer lugar, tenemos en el capítulo 1 desde el versículo 1 al 15 un saludo preliminar y la introducción general del tema. Y el tema, él nos lo hará saber de inmediato, es este: ‘El evangelio de Dios’. Él nos habla de esto en el primer versículo. Eso es de lo que escribirá. Muy bien, allí está él presentándose a sí mismo, está enviando sus saludos, etc. Él agradece a Dios por ellos, y demás, y dice, “les voy a escribir acerca del ‘evangelio de Dios.’ Ahora bien, ¿cuál es este evangelio de Dios? Bien, él comienza a decírnoslo en el versículo 16 del primer capítulo. Así que, te diría que desde el versículo 16 del primer capítulo hasta el final del capítulo 4, específicamente el versículo 25 del capitulo 4, él esta empezando a elaborar este gran tema suyo acerca del ‘evangelio de Dios’, y especialmente en términos de la jus ficación solo por fe. Déjame ponerlo así: las buenas no cias que él ha venido a darles son, que Dios mismo ha establecido una forma de salvar a los hombres a través de Jesucristo. “No me avergüenzo del evangelio de Cristo”, dice, “porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree...”(v16) Dios está haciendo algo. Él está haciendo esto en Cristo. Y él va a decirnos en el versículo 17 que lo que Dios está haciendo en Cristo es que Él está dando a los hombres la jus cia de Cristo. Así que lo que tenemos ahora es la salvación como un regalo de Dios, quién nos da gratuitamente la jus cia de Cristo, y no la salvación como el resultado de algún esfuerzo humano. Eso es de lo que estará hablando, está ansioso, está emocionado por esto. “¿De qué tengo que hablar?”, dice Pablo. Bien, “no me avergüenzo del evangelio de Cristo porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al Judío primeramente y también al Griego. Porque en el evangelio la jus cia de Dios se revela por fe y para fe…” “Esto es totalmente nuevo”, dice Pablo. Son buenas no cias, son nuevas no cias. A par r de aquí, no pensaremos en la jus cia en términos de lo que un hombre hace, sino de una jus cia que Dios da - una jus cia que viene de Dios en Cristo Jesús a través de la fe. Y es para cualquier persona, Judío y Gen l, no solo para Judíos para Griegos también. Y él sigue tocando ese gran tema. Ahora bien, eso es lo que él estaba haciendo, digo, desde el versículo 16 del primer capítulo hasta el final del capítulo 4. Démosle una pequeña mirada más en detalle. En el versículo 16 y 17, como he dicho, él está declarando el gran tema; tú observas el énfasis - poder de Dios – jus ficación de Dios – la jus cia de Dios, no de hombres y, por fe y para fe. Y entonces la cita: “el justo por la fe vivirá.” Allí está su gran énfasis. Bien, ahora veámosle trabajando en ello. Su primer punto es que todo el mundo necesita esto – que todos los hombres lo necesitan. Desde el versículo 18 hasta el final del primer capítulo, él muestra cuánto lo necesitan los Gen les, y lo necesitaban terriblemente. En el segundo capítulo él muestra como los Judíos lo necesitan igualmente, y a pesar del hecho que enen la ley. Ese es el argumento del segundo capítulo. Entonces, en el capítulo 3 hace algo interesante, desde los versículos 1 al 20 él se ocupa de una objeción. Alguien le diría entonces, a la luz de eso, en la medida que ha llegado al final del capítulo 2, “Bien entonces, realmente estás diciendo que no hubo ningún sen do en ser Judío, y que los Judíos nunca fueron un pueblo especial, y nunca estuvieron en una posición especial y no hay sen do en la ley.” “No se equivoquen en eso”, dice Pablo, y en esos primeros veinte versículos, él muestra la importancia de los Judíos y el privilegio de los Judíos y lo que Dios pretendía hacer a través de ellos, de la misma forma lo hace con la ley. Ahí enes los primeros veinte versículos del tercer capítulo. Él muestra, digo, la posición de los Judíos y la función de la ley. Entonces desde el versículo 21 al 31, el final del capítulo 3, él hace su grande y poderosa, y magnífica declaración de esta doctrina de la jus ficación solo por fe. Él muestra cómo Dios ha hecho esto en la forma en que lo hizo debido a su propio carácter – para que pueda ‘ser justo y el que jus fica al que cree en Jesús.’ No solo es que no hay otra manera de salvar a los hombres – Dios lo hizo de esta manera porque es la única manera que es consonante y consistente con su propia san dad y absoluta rec tud y jus cia. Esos versículos, ciertamente cons tuyen una de las más grandes y nobles declaraciones en toda la Escritura. Es el pasaje clásico acerca de la jus ficación solo por fe, y también de la doctrina de la expiación. Muy bien, ese es el capítulo 3. Pues bien, pasas al capítulo 4, ¿Qué está haciendo allí? Bien, él hace aquí de nuevo otra cosa tremenda. Él prueba en el capítulo 4 que esa ha sido siempre la forma de Dios de tratar con el hombre, que Dios siempre ha tratado con el hombre y lo ha bendecido en términos de la ‘fe’. Y él prueba esto, por supuesto, con el notable caso de Abraham, y también trae una cita uno de los salmos de David, quien dice la misma cosa. “No te asustes”, dice el Apóstol en efecto, “de esta enseñanza de la jus ficación por fe, y por fe solamente. Ve a leer tu An guo Testamento”, dice, “y encontrarás que Dios siempre ha tratado con el hombre en el principio de la fe. Toma a nuestro padre Abraham…”, y él elabora el completo argumento, que fue todo de gracia y todo por fe. No puedes entender la historia de los hijos de Israel desde el principio hasta el final, sin comprender el principio de la fe. Ese es el capitulo 4, y por lo tanto, ves un tremendamente importante capítulo, porque él prueba que no hay un nuevo principio, por así decirlo, involucrado en este camino de salvación en Cristo. Dios está haciendo lo mismo en general pero ahora a través de Su hijo, en lugar de a través de personas individuales. Muy bien, eso nos trae al final del capitulo 4. Pero ahora, por su puesto, llegamos a la dificultad real, en los capítulos 5 al 8, y aquí me parece que muchos se pierden porque son tentados a ponerlo de esta forma, tú encontrarás esto en los lugares a los que he hecho referencia. Ellos dicen, “¿Qué tenemos aquí? Bien, en primer lugar, Pablo elabora las siete consecuencias de la jus ficación y entonces en el versículo 11 del capítulo 5 él se ocupa de la doctrina de la san ficación, y con nua hasta el final del capítulo 8.” Ahora, aquí quiero sugerirte que eso es un muy serio malentendido de esta Epístola, si la en endo en lo absoluto. Te sugiero que lo que el Apóstol está haciendo aquí, empezando en el primer versículo del capítulo 5 y con nuando hasta el final del capítulo 8, es más bien esto: él está mostrando y demostrando y afirmando la absoluta certeza, plenitud y firmeza de esta gran salvación. Él está dándonos una imagen de la total y absoluta seguridad del Cris ano. Ese es el tema, no un tema secundario como la san ficación, es mucho más grande. Él esta interesado ahora en mostrar que este camino de salvación en Cristo por fe, es uno que se ocupa por completo del futuro del Cris ano desde el principio hasta el final. Y de hecho, va mas allá, es la forma en que Dios está llevando todos sus propósitos a cabo en relación a todo el mundo. La doctrina aquí es seguridad: La firmeza, la plenitud, la absoluta certeza del Cris ano. Ahora, déjame mostrarte como él hace esto. Me parece que realmente hace esto en el segundo versículo del quinto capítulo. Tú ves, en primer lugar, como es su costumbre, él resume lo que ha estado diciendo: “Jus ficados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrar por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”(Ro 5:1-2) Esa es la glorificación. Ese es el fin. Eso es lo defini vo. Eso es, por lo tanto, de lo que él se ocupará. Ese es el asunto que estará tratando y analizaría los cuatro capítulos: 5, 6, 7 y 8 de esta forma. El cris ano, en esta salvación, está en una posición de absoluta seguridad. ¿Por qué? Él ene tres respuestas a la pregunta. En primer lugar, él está seguro porque es obra ‘de’ Dios, no es ‘su’ obra, es obra de Dios. Él con nua enfa zando esto. Es Dios quien tuvo misericordia de nosotros y “cuando aún éramos débiles”, y así. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros … Pues mucho más, estando ya jus ficados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” etc. Es la acción de Dios y porque es la acción de Dios no puede ser frustrada. Pero en segundo lugar, estamos absolutamente seguros por la forma en la que Dios hace esto y es porque Él nos incorpora a Cristo y nos une a Cristo. El segundo mo vo de mi seguridad es mi unión con Cristo. Y el tercer mo vo de seguridad, dice, es porque como resultado de mi unión con Cristo el Espíritu Santo está en mi, y está obrando en mi poderosamente. Ese es mi análisis en general de la enseñanza de los cuatro capítulos. Déjame ponértelo en par cular, en los primeros 10 versículos del capítulo 5, el Apóstol expresa esto en general. Él está introduciendo sus tres temas. Tú encontrarás los tres temas, que he mencionado, allí en los primeros 10 o 11 versículos. Entonces, desde el versículo 11 hasta el final del capítulo 5, él trata especialmente con la doctrina de nuestra unión con Cristo. Tú recuerdas qué maravilloso argumento – cómo todos estábamos en Adán, pero ahora estamos en Cristo. ¡El contraste! Esta es la gloriosa declaración de la doctrina de nuestra unión con Cristo. Y sin embargo, tú ves, estas otras clasificaciones dicen que en ese punto Pablo introduce la doctrina de la san ficación. Eso no es de lo que él está hablando, de hecho el término san ficación no es mencionado. No, no, él está preocupado de nuestra unión con Cristo. Él nos quiere hacer saber nuestra absoluta seguridad porque estamos en Cristo. Muy bien, sigamos. Capítulos 6 y 7. ¿Qué hay de ellos? Bien, lo que él hace en el capítulo 6 y 7 es lidiar con argumentos y objeciones y dificultades con respecto a esta enseñanza. Tú recordarás, él introduce esto diciendo: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” Él imaginó a alguien habiendo llegado al final del capítulo 5, diciendo: “¿Pablo, de repente te has conver do en un an nomiano? ¿No te has ‘extraviado de mismo’ y permi ste que tu elocuencia te encaprichara? ¿No estás enseñando una doctrina que dice, ‘muy bien, no importa lo que un hombre haga, cuanto más pecamos más la gracia abundará? Hace, por tanto, lo que tú quieras, tú serás salvo.” “No estoy diciendo nada de eso”, dice el Apóstol, y en los capítulos 6 y 7 él refuta esa terrible sugerencia empezando por decir, “Dios lo prohíba” (o “en ninguna manera”) Dios prohíba que alguien malinterprete tanto mi doctrina. Bueno, ¿cómo hace esto? Bien, él lo hace de esta forma: en el capítulo 6 él trata con esto en una manera muy prác ca, en relación a nuestra vida diaria y nuestra caída en pecado. Es como si imaginara a alguien diciendo, “Mira Pablo, tú has sobrepintado el cuadro. El hecho es que los hombres aún caen en pecado, y tú no les estás diciendo como vivir de acuerdo a la ley para que ellos puedan vencer el pecado.” “La respuesta”, dice Pablo, “es que estamos unidos a Cristo. Hemos sido crucificados con Él, hemos muerto con Él, hemos sido enterrados con Él, hemos resucitado con Él. Ya no estamos en Adán, estamos en Cristo, y en Cristo estamos absolutamente seguros.” “Pero ¿por qué pecamos?”, dice alguien. “El pecado”, dice el Apóstol, “permanece en el cuerpo en nuestros miembros mortales, y”, dice el Apóstol, “la forma de lidiar con ese problema es comprender tu posición en Cristo, y considerarte a mismo como muerto al pecado, pero vivo para Dios” y él explica esto en detalle. Pero, ese es el argumento general del capítulo 6. Él se está absolviendo a sí mismo del cargo de an nomianismo, él está explicando cómo el pecado aún permanece en el creyente, y muestra cómo esto, solo por el entendimiento de la verdad acerca de nosotros mismos en unión con Cristo, lo vencemos. Entonces, en el sép mo capítulo se ocupa de esto en términos de la ley. Algunas de estas personas tenían la idea de que, aunque puedas haber creído el evangelio, tú aún, por así decirlo, con núas salvándote a mismo por la obediencia a la ley. El Apóstol aborda ese asunto en el capítulo 7 y dice, “Mira, tú debes dejar de pensar en la ley por completo, tú has muerto a la ley. Como una mujer que estaba casada con un hombre, es libre cuando su marido muere, tú estás absolutamente libre de la ley en ese sen do. No pienses más en esos términos.” No solo eso, él va a decirles, ‘la ley nunca podría salvar al hombre, y nunca puede´. ¿Por qué? Por la profundidad y el poder del pecado. Y ese es el argumento de la segunda mitad del sép mo capítulo; en la primera mitad él nos muestra nuestra libertad de la ley como aquella que puede condenarnos, y en la segunda mitad él dice, si yo fuera a confiar en mi propio cumplimiento de la ley para deshacerme del pecado, estoy condenado al fracaso. Y él elabora esto, tú recuerdas, en esa manera intensamente personal. No hay ves gio de una sugerencia de que haya pasado por algunas etapas; él no está pensando en etapas. Él no está pensando en ir del capítulo 7 al capítulo 8. Él está mostrando el propósito eterno de Dios, y su absoluta certeza y seguridad, y que nada puede detenerlo. Él está explicando por qué aún tenemos el problema del pecado, y que nunca podemos deshacernos de eso en términos de nuestros propios esfuerzos, pero lo que nos liberará es nuestra relación con el Señor Jesucristo. Entonces, él termina diciendo “Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.” (Ro 7:25) No es que como Cris ano en primer lugar intento hacer esto por mí mismo y entonces, solo después, decido mirar a Cristo e ir a Él por fe. Eso no es lo que el Apóstol está diciendo. Lo que está diciendo es esto: “Mira, lo que está salvándote, y te salvará y finalmente te llevará a la gloria es que tú estás en Cristo, cualquier otra cosa es inú l.” Es una elaboración, otra vez, de esta gran doctrina de la unión, en esa forma par cular. Muy bien, entonces llegamos al final del sép mo capítulo. Hemos muerto a la ley, y de esta forma Cristo está obrando en nosotros poderosamente. ¿Cómo lo hace? Ese es el tema del capítulo 8. Tú ves, no hay un desfase allí, no hay contradicción, es solo una con nuación de exactamente el mismo tema. Él está mostrando esta absoluta certeza. Entonces, lo que hace es esto. Tú ves, en los primeros 4 versículos del capítulo 8, él resume el punto al que ha llegado. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús...” Seamos claros acerca de eso. Que estamos a salvo. La ley nunca podría haber hecho esto porque era débil por la carne, y nunca tuvo la intención de hacerlo. Lo que está obrando, es está nueva ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. Esto es porque estamos en Cristo y estamos recibiendo vida de Él. Él está obrando en nosotros, estamos completamente cubiertos por nuestra relación con Él. ¿Cómo Él hace esto en nosotros? Bien, en par cular, dice Pablo – y este es el tema principal del capítulo 8 - Él hace esto a través del Espíritu Santo que está en nosotros. Ahora ese era, les dije, el tercer tema y él lo explica así. El Espíritu Santo, nos dice Pablo en los versículos 5 al 9, nos da una nueva mente. En los versículos 10 y 11 nos dice que el Espíritu Santo incluso resucitará nuestros cuerpos mortales, y por lo tanto liberará incluso el cuerpo del pecado, así como el espíritu ya está libre del pecado. En los versículos 12 y 13 él nos dice que mientras aún estamos aquí, el Espíritu Santo nos capacitará para mor ficar las obras de la carne, y que tenemos que hacerlo. El pecado no se enseñoreará de nosotros. Mor ficamos las obras de la carne, tú recuerdas, por el Espíritu Santo y a través del Espíritu. En los versículos 14 al 17, él nos dice que el Espíritu lo hace dándonos seguridad y dándonos el Espíritu de adopción. En los versículos 18 al 25 lo hace dándonos una gran vista del grandioso propósito final de Dios. En los versículos 26 y 27 él nos muestra cómo el Espíritu Santo nos ayuda a orar. Tú ves la idea, esto está completo en Cristo, pero aún estamos en la erra. ¿Dónde está mi seguridad? ‘Ahí’ está mi seguridad. Estoy en Cristo, sí, pero el pecado aún está en mi cuerpo. ¿Qué puedo hacer con esto? Bien, Cristo me llena con Su Espíritu, y el Espíritu me capacita para obrar en ello. “Ocupaos en vuestra salvación”, en otras palabras, “con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Fil 2:12) Entonces, por supuesto desde el versículo 28 hasta el final del capítulo, él solo resume todo otra vez. Ha hecho sus afirmaciones detalladas, él ha trabajado a lo largo de estas tres líneas, y ahora lo resume poniéndolo en forma de estos poderosos desa os. “Y sabemos”, él dice, “que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…”, y entonces con núa diciendo cosas como esta, “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no esca mó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Él ya había dicho eso en el capítulo 5, “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” (Ro 5:10) ¡Seguridad! ¡Certeza! Y entonces él, por decirlo así, se deja llevar por estas tremendas preguntas y desa os: “¿Quién es el que nos puede condenar?”, dice, “Dios no, porque Él es el que jus fica. Cristo no lo hará, Él es el que ha muerto por nosotros. ¿Hay alguien allí en algún lugar? ¡No! Toda voz es silenciada. ¿Puede el hombre hacerlo? ¿Puede la persecución? No, nada puede hacerlo. Y entonces el gran clímax: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Ro 8:37) Nadie puede robarme esta salvación. Estoy absolutamente seguro. “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida … ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”(v39) ¿No ves que el tema principal de los capítulos 5, 6, 7, y 8 es seguridad, que aquí en Cristo, jus ficado por esta gracia gratuitamente, mi final es seguro? “A los que llamó, a estos también jus ficó; y a los que jus ficó, a estos también glorificó.” Toda la historia. Y entonces en los capítulos 9, 10 y 11 él muestra cómo todo esto, lejos de contradecir lo que Dios ha hecho previamente con los Judíos, es realmente una confirmación de esto si solo en endes el propósito de Dios. Esta es una parte esencial de su argumento. Dios no se ha contradicho a Si mismo; Él aún está haciendo la misma cosa. Él escogió personas en el pasado, Él escogió a los Judíos para empezar, y luego al resto, las otras naciones, y Él aún sigue haciendo esto. Esta es la doctrina del remanente. La obra de Dios, tú ves, ¡la salvación de Dios! ¡Dios obrando! Y Él seguirá obrando hasta que la plenitud de los Gen les esté dentro, y todo Israel sea salvo, y la iglesia esté completa. Y entonces, haciendo esto, Pablo se de ene y dice, “¿Qué diremos a esto?” – “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables”, dice, “sus caminos!” Ningún hombre puede escudriñar Sus pensamientos, y nadie jamás ha ayudado o aconsejado a Dios. Todo es de Dios. “Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él - y solo a Él - sea la gloria por los siglos.” (Ro 11:36) Los már res protestantes, ¿Por qué murieron? Aquí estaba su gran ‘eslogan’, si quieres. Esto fue lo que pusieron en sus banderas: ¡SOLI DEO GLORIA! Solo Dios debe ser glorificado, y si tu visión de la salvación, en cualquier aspecto, no le da toda la gloria a Dios, no la has entendido de manera apropiada. ¡Soli Deo Gloria! Para Él, por Él, y de Él son todas las cosas: A Él sea la gloria por los siglos. Amén. Oh, Señor nuestro Dios, nos humillamos delante de Ti. Que podamos atribuir a Ti y solo a Ti, toda la alabanza y el honor y la gloria. Oh Dios, ayúdanos a todos a ver que toda vanagloria es removida, que no tenemos nada en lo que gloriarnos, excepto en la cruz del Señor Jesucristo y Su maravillosa y extraordinaria gracia. Oh, recibe nuestra humilde e indigna alabanza. Y guíanos y trata con nosotros y llénanos con tu Espíritu. Que podamos vivir para tu gloria, con nuestros labios, con nuestras vidas, y si es necesario incluso al dar nuestras vidas por tan gran Nombre y tan maravillosa gloria. Bendecimos Tu Nombre por la seguridad de todo esto, porque es tuyo, y es Tu obra y es Tu camino. Oh Dios danos, oramos a Ti, un aún más profundo y gran entendimiento, que podamos regocijarnos en esto como deberíamos. Y ahora, a aquel que es poderoso para guardarnos sin caída, y presentarnos sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, dominio y poder, ahora y durante el resto de esta corta e incierta vida y peregrinación terrenal, por siempre y siempre. Amén.
Puedes encontrar este sermón en video sub tulado en: Análisis -