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Aspectos agroambientales y
económicos para el Alto Valle
del río Negro
Compiladores: Walter Nievas, Patricia Villarreal
El cultivo del avellano
Aspectos agroambientales y
económicos para el Alto Valle
del río Negro
Este documento es resultado del financiamiento otorgado por el Estado Nacional, por lo tanto, queda
sujeto al cumplimiento de la Ley Nº 26.899.
Diseño:
Sebastián Izaguirre, INTA Alto Valle
Este libro
cuenta con licencia:
AUTORES
Agradecimientos
6 Prólogo
9 Características Botánicas
15 Requerimientos Climáticos
35 Plagas y Enfermedades
53 A modo de cierre
54 Bibliografía
Foto 1. Avellanas peladas y tostadas para comercialización ma- Foto 2. Avellanas peladas y tostadas recubiertas con chocolate
yorista. Gentileza Sr. A. Clifton Goldney. para comercialización mayorista. Gentileza Sr. A. Clifton Goldney.
Foto 5. Rebrotes en la base del tronco. Alto Valle del río Negro.
ETAPAS FENOLÓGICAS
Se trata de una especie diclina monoica, sus flores no se autofecundan dado que pre-
sentan protandria y además son autoincompatibles, por lo que cada variedad requiere
de otra polinizadora específica.
Las inflorescencias femeninas se forman en ramas de un año (Corte, 2009) y están
constituidas por 7 a 10 flores que se visualizan en invierno cuando asoman los estigmas
o penachos color rojo vivo (de Bersasategui,1997), momento en que aún no tienen ova-
rios ni óvulos definidos para ser fecundados (Murray, 2016).
Por este motivo el tubo polínico que llegó a formarse durante la polinización invernal
queda latente, para reactivarse en primavera, a la espera de que desarrollen los óvulos
para fecundarlos (Grau, 2003).
Foto 7. Inflorescencia femenina en estado receptivo. Valle Inferior del río Negro.
Foto 10. Frutos maduros en el suelo. Valle Inferior del río Negro.
Los datos climáticos referidos al Alto Valle del río Negro fueron relevados de los autores
Rodríguez y Muñoz (2005 y 2017).
TEMPERATURA
Figura 1. Máximas medias y máximas absolutas en Alto Valle y tolerancia del avellano.
Las flores femeninas toleran hasta -10°C (Ellena, 2013) y los órganos florales mascu-
linos que aún no completaron su desarrollo soportan hasta -15ºC, pero el umbral de
los amentos en dehiscencia es de - 8ºC (de Berasategui, 1997). Por otra parte, una vez
polinizada la flor femenina, los tubos polínicos desarrollan incluso a temperaturas cer-
canas a los 0ºC, con valores óptimos entre 10 y 20ºC; pero en la brotación primaveral
su grado de resistencia baja a -1ºC (Ellena, 2013).
En Alto Valle durante el período de floración, junio, julio y agosto presentan tempe-
raturas mínimas medias mensuales que no conllevan un nivel importante de riesgo
para las flores; sin embargo, las mínimas absolutas para esos meses eventualmente
pueden ocasionar daños (Figura 4).
HELADAS PRIMAVERALES
En este período las temperaturas bajo 0ºC, al lesionar los tejidos de ápices vegeta-
tivos y flores, incrementan la posibilidad de ataque de bacteriosis (Ellena, 2013).
Frecuencia de Heladas 1970-2019 Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic
Suaves (> -1,9ºC) 0,3 2,0 4,3 5,8 6,1 5,8 3,7 0,9 0,1 0,0
Moderadas (-2º a -3,9ºC) 0,0 0,7 3,0 4,5 5,9 4,2 1,8 0,1 0,0 0,0
Fuertes (-4º a -5,9ºC) 0,0 0,1 1,2 2,8 3,7 2,6 0,8 0,0 0,0 0,0
Muy Fuertes (-6º a -7,9ºC) 0,0 0,0 0,4 1,3 1,8 0,9 0,3 0,0 0,0 0,0
Severas (-8º a -9,9ºC) 0,0 0,0 0,2 0,5 0,6 0,3 0,0 0,0 0,0 0,0
Muy Severas (< -10ºC) 0,0 0,0 0,0 0,0 0,2 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0
Total 0,3 2,8 9,2 14,9 18,3 14,1 6,6 1,0 0,1 0,0
*Los registros térmicos son tomados a 1,5 metros de altura en abrigo meteorológico (normas OMM). En condiciones de heladas, las temperaturas mí-
nimas en el campo pueden ser hasta 1,3ºC inferiores de acuerdo a nuestros índices actinotérmicos.
Foto 11. Daño por heladas primaverales en flores femeninas. Valle Inferior del río Negro.
Las necesidades de frío de las yemas vegetativas son de 700 a 1.200 horas (suma de
las horas con temperaturas inferiores a 7ºC), de las yemas mixtas 700 horas y de las
yemas que dan origen a los amentos (flores masculinas) 500 horas, existiendo diferen-
cias entre las distintas variedades (Ellena, 2013).
Las flores masculinas, al satisfacerlas más rápidamente que las femeninas, florecen
un poco más temprano; mientras que las yemas vegetativas tienen un mayor requeri-
miento, necesitando todos estos órganos un cierto número de horas de calor para brotar
(Sorrenti, 2017).
En las condiciones ambientales del Alto Valle, a mediados del mes de julio la acu-
mulación promedio de horas de frio llega a valores de 900 a 1.000 horas, lo que satis-
face las necesidades adecuadamente (Figura 6).
PRECIPITACIONES
Foto 12. Condiciones de humedad en el suelo óptimas para la cosecha. Valle Inferior del río Negro.
Figura 8. Rango óptimo de humedad relativa del avellano y valores medios de Alto Valle en primavera-verano.
VIENTO
Durante el período vegetativo los vientos con velocidades mayores a 40 km/h (Sorrenti,
2017) pueden generar daño mecánico y caída de frutos, además de deshidratación en
los márgenes de las hojas, como se mencionó anteriormente. Por otra parte, atendiendo
el carácter anemófilo de la polinización, la dirección de los vientos dominantes en in-
vierno es clave en el diseño de la plantación, siendo conveniente que la variedad a po-
linizar no esté a más de 25 o 30 m de la polinizadora (Rolka, 2014).
El viento en Alto Valle -presente todo el año– tiene una velocidad media anual de
6,7 km/h y velocidades medias máximas de 15,1 km/h en noviembre y 13,2 km/h en
diciembre, los dos meses más ventosos, que coinciden con el pleno periodo vegetativo
del avellano. Las ráfagas de más de 70 km/hora son habituales, valor que supera am-
pliamente los 40 km/h señalados, por lo que es necesario la implantación de cortinas
protectoras (Figura 9).
Foto 13. Cortina de una vieja plantación de avellanos. Alto Valle del río Negro.
Figura 10. Radiación media mensual y valores máximos registrados en el periodo 2005-2020. *mjoules/día= (watts/m2 acumulado
día *3.600) /1.000.000.
Si bien esta adversidad no presenta el nivel de riesgo propio de otros frutales de ca-
rácter cosmético como los de pepita y carozo, puede generar daños en la madera y en
los distintos órganos de la planta, y las heridas pueden ser vía de entrada a bacteriosis
(Xanthomonas arborícola pv corylina) o bien ocasionar manchas oscuras en la cáscara
de los frutos.
En Alto Valle la mayor ocurrencia es de octubre a marzo, con más frecuencia en no-
viembre, diciembre y enero, época en que los frutos se encuentran en pleno desarrollo
(Figura 11).
Figura 11. Granizadas medias mensuales en los últimos 37 años en Alto Valle durante el periodo vegetativo del avellano.
Se adapta a una amplia gama de texturas, prefiriendo las arcillo limosas, limo arcillosas
y limosas con menos de 65 % de limo (Rolka, 2014). Aunque no tolera suelos arcillosos
(de Berasategui, 1997), si éstos cuentan con buen drenaje y sin impedimentos físicos,
permiten el desarrollo del cultivo (Leuty, 2012), aspecto que no constituye una limitante
en Alto Valle atendiendo que predominan las texturas no muy pesadas, entre arenosas
y franco limosas (Rodríguez y Holzmann, 2017).
Cabe destacar que, en un suelo arcilloso y húmedo, el uso de maquinarias puede
generar inconvenientes durante la cosecha. Por su parte, en texturas arenosas como
las habituales en los “suelos de costa” que bordean la margen Norte del río Negro (Mon-
tenegro, 2016), el desarrollo del cultivo estará condicionado a la buena disponibilidad
de agua y a la incorporación de materia orgánica (de Berasategui, 1997).
Foto 14. Plantación nueva doble propósito (avellanas y trufas) en suelo franco arenoso Valle Medio del río Negro.
Foto 16. Plantación de 25 años en suelo franco arcilloso. Valle Inferior del río Negro (Gentileza Sr. Carlos Aveggia).
Foto 17. Detalle de control de malezas con rastra en interfilar. Luis Beltrán. Valle Medio del río Negro. (Gentileza Ing. Diana Fernández).
El pH ideal varía entre 6 y 7,5 (Ellena, 2019), valores que se ubican en general dentro
del rango de acidez de los suelos de la región (CFI, 2008) y que coincide con los valores
óptimos de pH 6 a 7,5 para los frutales de pepita y carozo (Sánchez, 1999) que se cul-
tivan tradicionalmente en Alto Valle.
En suelos muy alcalinos aumenta la susceptibilidad a fisiopatías carenciales (Coni-
glio, 2013). Un pH mayor a 7,8 puede generar clorosis férrica, mientras que si es menor
a 6 puede inducir carencia de magnesio y/o reducir la biodisponibilidad de fósforo
(Rolka, 2014), lo que no constituye una limitante habitual en Alto Valle.
RIEGO
En plantaciones nuevas, donde las raíces aún no están bien desarrolladas, la falta de
agua puede generar un importante porcentaje de fallas (de Berasategui, 1997), por lo
cual la baja capacidad inicial de esta especie para explorar mayores superficies de
suelo, debe ser considerada a través de un adecuado manejo del agua de riego (Ellena,
2010). Wiman (2018) señala los beneficios del uso de mulching en la etapa crítica de
establecimiento del monte de avellanos.
Es un frutal sensible al déficit hídrico dada su baja capacidad de regulación esto-
mática en situaciones de estrés; lo que aumenta el porcentaje de frutos vanos, dismi-
nuye el rendimiento al descascarado y provoca caída prematura de frutos (Ellena,
2013), además de afectar la formación de brotes y la diferenciación de yemas florales
(Griceri, 2013).
Los requerimientos hídricos en la etapa adulta son superiores a los 800 mm anuales
distribuidos en primavera-verano (Martin, 2015), siendo el periodo crítico de octubre a
febrero, que en la región coincide con el momento del cuaje, desarrollo de frutos y di-
ferenciación floral. La deficiencia de agua en esa etapa específica afecta el desarrollo
vegetativo, provoca desecamiento y defoliación precoz y aumenta la susceptibilidad a
problemas sanitarios (Rolka, 2014).
Plaga presente en plantaciones de Alto Valle, Valle Inferior y Valle Medio. Se ubica en el
envés de las hojas y en yemas y brotes, succionando savia y secretando una sustancia
azucarada y pegajosa (melaza) que puede manchar frutos y hojas (Janick, 2006), au-
mentar el número de frutos vanos y dificultar la cosecha (Filotas, 2012).
Sobre la melaza se desarrolla el hongo saprófito Aschersonia (Aguilera, 2006) co-
nocido como fumagina, que da una tonalidad negruzca a las hojas reduciendo su ca-
pacidad fotosintética (Rolka et al., 2014), el vigor del árbol y la calidad del fruto
(AliNiazee, 1980).
Foto 24. Myzocallis coryli en envés de hoja avellano. Alto Valle del río Negro.
Foto 26. Floración masculina, de fondo rama principal ennegrecida por fumagina. Alto Valle del río Negro.
Foto 27. Larva de coccinélido en hojas de avellano. Alto Valle del río Negro.
Foto 28. Larva (izq) y adulto (der) de coccinélido en hoja de avellano. Alto Valle del río Negro.
El adulto mide 12 × 8 mm, es de color verde amarillento a verde más oscuro y brillante,
y atraviesa cinco estadios ninfales. Adultos y ninfas se alimentan de hojas y de frutos
(Martin, 2016).
Cuando atacan durante el desarrollo del fruto, ocasionan aborto y frutos vacíos; si
lo hacen con el fruto desarrollado éste se torna grisáceo por fuera y con vetas claras
en su interior, adquiriendo un sabor amargo y olor desagradable (de Berasategui, 1997),
ocasionando los denominados “aborto traumático” en el primer caso y “enchinchado”
en el segundo (Coniglio, 2013; OP CERERE, 2019).
Foto 30. Adulto de chinche en avellanos. Alto Valle del río Negro.
Foto 32. Cochinillas sobre rama de avellano. Valle Inferior del río Negro.
Foto 33. Cochinilla sobre rama de avellano. Alto Valle del río Negro.
Foto 34. Adulto (izq) y huevo (der) de arañuela roja europea. Gentileza del Grupo de Sanidad del INTA Alto Valle.
Ácaro también de presencia habitual en la región, muy sensible a los plaguicidas y altas
temperaturas con baja humedad relativa, que lo hacen desaparecer al inicio del verano
(Cichón et al., 1996).
Los huevos son esféricos, rojos, en grupos compactos sobre las ramas, cubiertos
de polvo blanquecino. Las ninfas y adultos son de color verdoso. El primer par de patas,
casi tan largo como el cuerpo, está orientado hacia adelante y mantiene un permanente
movimiento de palpación (Cichón, 1996). El daño en avellanos es similar al de otros
ácaros ya que se alimentan del follaje y eliminan clorofila, quedando las hojas puntea-
das, pálidas o bronceadas, aunque raramente producen defoliación (Beers, 1993).
Esta bacteria ingresa a la planta a través de estomas y heridas, o bien a causa de daños
por heladas primaverales en ápices vegetativos y florales (Nahuelpan, 2012), granizo o
vientos fuertes (Ellena, 2010). Ocasiona áreas necróticas en hojas, brácteas y corteza de
ramas, y manchas en frutos (Snare, 2006) cuando la cáscara aún es tierna (Rolka, 2014),
y provoca que el ápice de los brotes se doble, enrosque y se seque (Forneris, 2016).
La infección es favorecida por clima húmedo y cálido, con temperaturas mayores a
20 º C (Filotas, 2012), y por el estrés de quemaduras por sol, daños por frío, podas se-
veras, uso de maquinarias o mal drenaje (Snare, 2006), La enfermedad es más severa
en años posteriores a fuertes lluvias, y una vez establecida en el cultivo, no se puede
erradicar (CABI, 2019).
Puede provocar graves daños en vivero (Coniglio, 2013) y en árboles jóvenes en los
cuales los brotes tiernos son rodeados por las lesiones, mientras que en árboles adul-
tos reduce rendimientos por la pérdida de ramas (Snare, 2006).
De Berasategui (1997) la señala como la enfermedad más importante en el Valle In-
ferior del río Negro, donde Baffoni (2017) identificó a Xanthomoma arborícola como la
bacteria causante de síntomas en plantaciones jóvenes. Si bien en Alto Valle las preci-
pitaciones medias anuales (243,7 mm) son menores a Valle Inferior (394,2 mm), su
eventual incidencia merece ser considerada.
Los tratamientos preventivos con productos cúpricos en caída de hojas, invierno e
inicios de primavera, habituales para frutales de carozo principalmente en los valles
irrigados más húmedos de la región, en avellano también son utilizados. Ellena (2010)
El análisis de la inversión de avellano se hace para una hectárea neta plantada con sis-
tema de riego gravitacional, siendo una referencia para el productor/inversor que podrá
escalar en función de la superficie a plantar que responda a su objetivo y a los recursos
disponibles. El proceso evaluado, tanto en la inversión como desde el punto de vista
económico, finaliza con la cosecha de la planta en el establecimiento, contratando el
servicio de secado del fruto.
Se hace el análisis de la inversión a través del cálculo del Valor Actual Neto (VAN), la
Tasa Interna de Retorno (TIR) y un análisis de sensibilidad ante cambios en la inversión,
los ingresos y egresos, con el objetivo de identificar el que modifica en mayor medida
la rentabilidad de la inversión.
Además, se hace el análisis económico determinando el Costo Directo de Producción,
los Ingresos Brutos y el Margen Bruto por superficie y peso invertido.
Rendimiento estimado
Inicia la producción al año 5; la vida de la planta puede extenderse hasta los 40 años
según indica la bibliografía, y a los fines del análisis económico se estima una vida útil
de 30 años.
• Año 5: 350 kg/ha
• Año 6: 600 kg/ha
• Año 7: 900 kg/ha
• Año 8: 1.300 kg/ha
• Año 9: 1.700 kg/ha
• Año 10: 1.900 kg/ha
• Adulto: 2.200 kg/ha
Tabla 2. Labores, tiempos operativos, insumos requeridos para la plantación de una hectárea de avellanos año 1 al 4.
Año 1 Cantidad
Análisis suelo Muestreo, PH, CE, RAS y CAL 1
Maquinaria Arado cincel (hora/ha) 4
Rastra de discos (pesada) (hora/ha) 2,5
Preparación suelo Subsolado (hora/ha) 5
Rastra liviana (hora/ha) 4
Cuadrante (hora/ha) 4
Bordeadora (hora/ha) 2
Jornales Marcarción 1,5
Hoyadora Hoyos 500
Jornales Plantación 6
Plantación
Plantas 500
Fertilizante de fondo kg/ha
Insumos (18-46-0 150 g/pl) 75
Año 3 Cantidad
Jornales Alrededor de plantas (250 pl/jornal) 6
En la tabla 3, las labores requeridas por el monte adulto a partir del quinto año, se
mantienen constantes hasta el año 15, considerado el horizonte del proyecto. Cambia
el costo de cosecha con el nivel de producción de cada año, a partir del año 11 se man-
tiene estabilizado. Se considera que un peón cosecha 80 kilos/jornal, se suma el ser-
vicio de secado.
EVALUACIÓN DE LA INVERSIÓN
Para evaluar la inversión se asume un precio del producto en el nivel primario de 341,80
$/kilo (3,47 u$s/kilo con IVA)1, y los precios de insumos, salario y combustible vigente a
mayo 2021, tipo de cambio oficial de 98,5 $/dólar.
Cualquier cambio en el valor del producto, de las inversiones y de los bienes y ser-
vicios que constituyen los gastos de precosecha y cosecha, muchos de ellos asociados
al tipo de cambio, llevará a un resultado distinto en la evaluación de la inversión.
Para el cálculo del Valor Actual Neto se asume una tasa de corte de 10 % anual en
pesos.
1
Precio pagado en la presente temporada por empresa Ferrero. Sistema de Información Estratégica de Frutos Secos – SIEFS, mayo 2020. En relación
a información de otros años es el valor más bajo por lo que resulta un análisis más conservador de la inversión.
Egresos 131.297 160.853 181.761 215.417 236.856 269.317 295.742 295.742 295.742 295.742 295.742
Ingresos - - - - 119.628 205.077 307.616 444.334 581.052 649.411 751.949 751.949 751.949 751.949 751.949
Flujo de fondo -204.596 -78.406 -94.743 -108.428 -11.669 44.224 125.855 228.917 344.196 380.093 456.207 456.207 456.207 456.207 699.293
FF acumulado -204.596 -283.002 -377.744 -486.173 -497.842 -453.618 -327.763 -98.846 245.350 625.443 1.081.6501.537.8571.994.0642.450.2713.149.565
Valor Actual Neto (VAN, tasa de corte 10%): $810.519 / Tasa Interna de Retorno (TIR) 25 % / La inversión se recupera al noveno año.
Los resultados son positivos con los valores asumidos para el presente cálculo. Por
lo tanto, la inversión es aceptada.
Foto 39. Avellanas en bolsas de 5 kg de atmósfera modificada para venta mayorista. Gentileza Sr. Lionel Belli.
Figura 12. Valor del VAN ante cambios en los ingresos, egresos e inversión.
El análisis económico se realiza para el año en el que el monte alcanza la plena pro-
ducción, se agrega el valor de la amortización de la plantación.
• Amortización: ∑inversión año 1 al 4 /vida útil = 486.173 $/ha/30 años = 16.206
$/ha año.
• Gastos Directos de producción: 295.742 $/ha.
MARGEN BRUTO
Los costos presentados son “directos” del cultivo de avellano, es decir que en estos valores
no se incluyen los costos generales del establecimiento (o indirectos). Por esa razón la
medida de resultado económico a calcular es el margen bruto (MB) que resulta de la di-
ferencia entre los ingresos brutos (IB) y los costos directos de producción de avellanas
(CD). Se hace el cálculo por hectárea y por peso invertido.
Del análisis económico se desprende que el precio mínimo de la avellana seca para
cubrir sus costos directos es 142 $/kilo, este valor es aceptable en el corto plazo ya
que sólo alcanza a cubrir los gastos del cultivo y la amortización de la inversión. Es
decir que no está aportando recursos a los gastos generales del establecimiento ni una
rentabilidad al productor.
Con el precio al productor de 341,80 $/kilo el margen bruto por hectárea es de
440.001 $/ha, este saldo cubrirá parte de los gastos generales de la empresa y aportará
a la rentabilidad del establecimiento. En relación a costo directo se obtiene 1,41 $ por
cada $ de costo directo del cultivo.
Foto 40. Crema de avellanas y cacao, una receta clásica en todo el mundo.
Con un consumo mundial con tendencia alcista que crece a una tasa superior a la de
las nuevas plantaciones y de la producción a nivel global (Iglesias, 2021), la oferta na-
cional, estimada en 320 toneladas para la temporada 2019/20, no llega a satisfacer la
demanda, por lo que se debe recurrir a la importación para completar el abastecimiento
del mercado interno.
El cultivo del avellano en el Alto Valle del río Negro ofrece una opción tanto para pe-
queños productores de la agricultura familiar sin experiencia en fruticultura y que cuen-
ten con líneas de financiamiento adecuadas, como para pymes con mayor nivel de
capitalización o bien para inversores provenientes de otros rubros de la economía.
Frente a los tradicionales frutales de pepita o carozo de la región, e incluso a hor-
talizas o forrajeras, el avellano resulta una actividad de interés desde el punto de vista
técnico productivo, entre otros motivos por la posibilidad de aprovechar la infraestruc-
tura y servicios existentes en Alto Valle.
Esta especie se adapta adecuadamente a las condiciones agroambientales locales,
en términos de clima, suelo, calidad y disponibilidad de agua, entre otros. Por otra parte,
presenta claras ventajas con respecto a los frutales del área bajo riego en cuanto a
mayor simplicidad de manejo, menores problemas sanitarios, menor perecibilidad del
producto, etc.
Con este trabajo se ha intentado hacer un aporte inicial para brindar información
de base a aquellas personas que estén explorando posibles producciones alternativas
en la región. La expansión de la superficie plantada con avellanos en la zona, dependerá
en gran medida del diseño e implementación de políticas que propicien su producción
con los niveles de tecnología y financiamiento adecuados, para lograr calidad, rendi-
mientos, rentabilidad y competitividad.
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