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El Cultivo de La Higuera
El Cultivo de La Higuera
El Cultivo de La Higuera
(Ficus carica)
Aspectos ambientales y económicos
para el Alto Valle del río Negro
Walter Nievas, Patricia Villarreal,
Andrea Rodríguez y Gustavo Gomez
El cultivo de la higuera
(Ficus carica)
Aspectos ambientales y económicos
para el Alto Valle del río Negro
Walter Nievas, Patricia Villarreal,
Andrea Rodríguez y Gustavo Gomez
Este documento es resultado del financiamiento otorgado por el Estado Nacional, por lo tanto, queda
sujeto al cumplimiento de la Ley Nº 26.899.
Diseño:
Sebastián Izaguirre, INTA Alto Valle
Este libro
cuenta con licencia:
CONTENIDOS
Agradecimientos
5 Prólogo
6 Síntesis General
7 Características Botánicas
11 Requerimientos Climáticos
25 Plagas y Enfermedades
43 Conclusiones
44 Bibliografía
Uno de los emergentes del proceso de transformación que atraviesa la matriz produc-
tiva de Alto Valle se verifica en el interés de distintos actores en explorar las posibili-
dades de los llamados “cultivos alternativos”.
Como respuesta inicial a dicho proceso, durante 2019 desde la EEA Alto Valle del
INTA se tomó contacto con distintas experiencias locales realizándose entrevistas en
profundidad a los productores y técnicos involucrados. Esta actividad se complementó
con un relevamiento bibliográfico de los requerimientos y de las limitantes de esos cul-
tivos en las condiciones ambientales de la región, con una propuesta tentativa de mo-
delo de producción y con un análisis económico y de inversión.
En este marco, el presente trabajo sobre la higuera (Ficus carica) –lejos de propiciar
o desalentar su cultivo en la zona– tiene como objetivo aportar información básica sobre
sus limitantes y potencialidades en Alto Valle, a fin de orientar tanto a quienes estén
evaluando iniciarse con esta especie como a eventuales futuras líneas de investigación.
Enmarcado en el grupo de los “frutales menores”, la higuera despierta interés entre in-
versores y pequeños agricultores que buscan una opción de diversificación de sus es-
quemas productivos para mejorar la composición del ingreso familiar.
Este interés es dinamizado, entre otros factores, por la demanda local insatisfecha,
la relativa simplicidad de manejo, los precios logrados en el mercado, las posibilidades
de industrialización y agregado de valor, la perspectiva de destinar la producción a mer-
cados de proximidad y la tendencia del consumidor hacia dietas saludables.
La superficie implantada en Argentina es muy reducida -según datos preliminares
del Censo Nacional Agropecuario 2018, suman 172,6 hectáreas- concentrándose princi-
palmente en NOA y Cuyo, y en menor medida en la región Pampeana; mientras que en
Patagonia Norte las iniciativas son escasas y tuvieron suerte diversa.
Comparativamente con el cultivo tradicional de frutales de pepita o carozo de los
valles irrigados, esta especie presenta sus particularidades y sus limitantes:
En las chacras del área bajo riego es habitual encontrar ejemplares añosos de higueras
junto a viviendas y galpones, muchos de ellos plantados por los pioneros para consumo
doméstico, para sombra o con fines ornamentales, siendo muy pocas las iniciativas re-
alizadas a escala comercial.
Brevas e higos son en realidad infrutescencias (síconos) blandas y dulces por los
azúcares que acumulan durante su maduración, siendo el fruto propiamente dicho las
semillas no viables (aquenios). El pedúnculo recién cortado exuda látex que contiene
ficina, enzima hidrolítica que puede ocasionar dermatitis en operarios (Condit, 1974),
en consumidores y también dañar los propios frutos dado el carácter delicado de su
piel, que posee pruina pero no ceras protectoras (Lobos, 2017).
Se la sitúa entre las especies de clima subtropical y clima templado, aunque se carac-
teriza por su adaptabilidad a distintos tipos de ambientes. De Fina (1979) la señala
como uno de los frutales con mayor plasticidad al comportarse satisfactoriamente entre
los 23 º19´ y 40º 50´ de Latitud Sur. Esto la ubica dentro del límite inferior de dicha am-
plitud latitudinal al estar el Alto Valle del río Negro entre los 38º40' y 39º 20' Latitud
Sur, aspecto válido principalmente para variedades adaptadas a las condiciones climá-
ticas locales.
Alto Valle se encuentra dentro de la denominación clima templado, o tipo medite-
rráneo, dado que las lluvias decaen en el verano y predominan en las estaciones más
frías. Los índices de Thornthwaite clasifican a la zona como meso termal y semidesér-
tica y de acuerdo a las regiones climáticas determinadas a nivel global cuenta con un
clima seco desértico–fresco (Bwk), (Rodriguez A. y Muñoz A., 2019).
TEMPERATURA
El régimen de temperaturas medias en la región del Alto Valle supera los 15 ºC a partir
del mes de octubre (Figura 1), por lo cual el desarrollo vegetativo de la higuera no se
vería afectado (Santos Caetano, 2012).
Con respecto a las temperaturas medias máximas, en la zona se superan los 30 °C
en diciembre y enero. La frecuencia diaria de temperaturas de aire por encima de los
35 ºC es muy baja, con un máximo de 10 horas diarias en la segunda quincena de enero
(Figura 2).
Este aspecto es de importancia para la higuera dado que entre los 32 a 37ºC se fa-
vorece la maduración y calidad de los frutos, condiciones que se dan principalmente
en enero y primera quincena de febrero. Con más de 37,7 ºC puede haber caída de fru-
tos, y temperaturas superiores a 40 ºC afectan la consistencia de la piel de los mismos
(Ryugo, 1988; Flores Domínguez, 1990; Marchese de Medeiro, 2002); siendo en el Alto
Valle la frecuencia de estas temperaturas extremas muy baja, 1 de cada 10 años.
Figura 1. Régimen anual de la temperatura de aire, valores medios, mínimos medios y máximos medios mensuales,
serie 1971-2019. Datos INTA EEA Alto Valle.
Figura 2. Distribución de horas con temperaturas de aire por encima de umbrales de incidencia sobre la calidad de los
frutos. Datos INTA EEA Alto Valle.
HELADAS
Como demuestran las experiencias locales, las plantas jóvenes con madera aún no lig-
nificada son sensibles a temperaturas de –1 ºC, aunque una vez que son adultas y se
aclimataron pueden soportar –12 ºC (Ryugo, 1988). En el Valle la intensidad de las he-
ladas es variable, registrándose temperaturas mínimas absolutas de –12,9 ºC en el tri-
mestre invernal y de –7,9ºC en el período primaveral (Figura 3).
Esta limitante hace necesario usar material genético adaptado a la zona y elegir un
sitio de menor exposición a las heladas, como la costa de río. Distintos autores reco-
miendan medidas complementarias como la implantación de cortinas de hoja perenne
(WSU Hortsense, 2013), el aporque del tronco con tierra (Rogers, 2002) o bien su pro-
tección con viruta o paja (Johnson, 2019), con tela antihelada, cartón o papel (WSU Hort-
sense, 2013), con jaulas rellenas con restos vegetales (Kamas, 2010), así como la
cobertura de la zona radical con un mantillo orgánico suelto (Johnson, 2019) o estiércol
(Condit, 1974), y el uso de pintura látex blanca en el tronco (Ophart, 2016).
Por su parte, en árboles ya adultos y aclimatados, los crecimientos de primavera y
las brevas que maduran en la madera del año anterior pueden ser afectados por hela-
das primaverales; mientras que las heladas otoñales de –2 a –5 ºC pueden dañar ramas
aún no lignificadas (Prataviera, 1990) e higos que desarrollan en madera del año.
Efecto de heladas invernales en una plantación nueva. Daño en hojas por heladas primaverales en una plantación
Villa Regina, Alto Valle del río Negro. nueva. Lamarque, Valle Medio del río Negro.
Figura 3. Mínimas absolutas Alto Valle, umbral de tolerancia y daño en madera, serie 1971-2019. Datos INTA Alto Valle
Hojas dañadas por heladas tardías. Lamarque, Valle Medio Frutos que no llegaron a desarrollar por las heladas tem-
del río Negro. pranas. Fuente: https://ohioline.osu.edu/factsheet/hyg-1439
Tabla 1. Caracterización de heladas por intensidad. Frecuencia mensual media de heladas para Alto Valle. Datos INTA-
EEA Alto Valle.
Frecuencia de Heladas 1970-2019 MAR ABR MAY JUN JUL AGO SEP OCT NOV DIC
Suaves (> -1,9ºC) 0,3 2,0 4,3 5,8 6,1 5,8 3,7 0,9 0,1 0,0
Moderadas (-2º a -3,9ºC) 0,0 0,7 3,0 4,5 5,9 4,2 1,8 0,1 0,0 0,0
Fuertes (-4º a -5,9ºC) 0,0 0,1 1,2 2,8 3,7 2,6 0,8 0,0 0,0 0,0
Muy Fuertes (-6º a -7,9ºC) 0,0 0,0 0,4 1,3 1,8 0,9 0,3 0,0 0,0 0,0
Severas (-8º a -9,9ºC) 0,0 0,0 0,2 0,5 0,6 0,3 0,0 0,0 0,0 0,0
Muy Severas (< -10ºC) 0,0 0,0 0,0 0,0 0,2 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0
Total 0,3 2,8 9,2 14,9 18,3 14,1 6,6 1,0 0,1 0,0
*Los registros térmicos son tomados a 1,5 metros de altura en abrigo meteorológico (normas OMM). En condiciones de heladas, las temperaturas mí-
nimas en el campo pueden ser hasta 1,3 ºC inferiores de acuerdo a nuestros índices actinotérmicos.
Tabla 2. Período libre de heladas y fechas de la 1º y última helada. Datos INTA-EEA Alto Valle.
Fecha Media 1970-2019 Desvío estándar Evento extremo
Período libre de Heladas 190 días +/- 23 días
Primera Helada 14 de abril +/- 16 días 13 marzo
Última Helada 6 de octubre +/- 16 días 17 noviembre
HORAS DE FRÍO
Figura 4. Requerimientos horas de frío de la higuera y valor acumulado en julio en la región, serie 1971-2019. Datos
INTA EEA Alto Valle.
Inicio de brotación en variedad Cuello de Dama. Clmte. Guerrico. Alto Valle del río Negro.
VIENTO
Las experiencias locales muestran que la acción mecánica del viento quiebra con faci-
lidad la madera nueva. Asimismo vientos fuertes pueden volcar la planta si el suelo es
suelto y está mojado (Condit, 1974), situación que eventualmente puede ocurrir en el
área bajo riego, dada la distribución superficial de sus raíces y la ausencia de estruc-
turas de apoyo; y también pueden dañar la epidermis del fruto, fenómeno conocido
como escarificación (Prataviera, 1990).
En Alto Valle el viento se presenta durante todo el año principalmente del Oeste y
Suroeste, con las mayores velocidades en primavera y verano, en coincidencia con el
desarrollo vegetativo y cosecha. Los valores máximos se dan en noviembre y diciembre,
siendo la intensidad máxima registrada de ráfagas de 74 km/h (Figura 5), lo que define
la necesidad de implementar cortinas.
Figura 5. Velocidad del viento en Alto Valle durante el periodo vegetativo de la higuera, serie 1971-2019. Datos INTA EEA
Alto Valle.
GRANIZO
Esta adversidad que en Alto Valle se da entre octubre y marzo (Figura 6), en coincidencia
con la etapa de desarrollo vegetativo y de maduración de brevas e higos, resulta un
factor de importancia dado que sus frutos de piel delicada se desmerecen con facilidad,
y sus ramas y hojas de gran tamaño, si bien protegen parcialmente dichos frutos, pue-
den sufrir roturas. En este sentido el eventual uso de mallas protectoras es una opción
que debe ser evaluada técnica y económicamente para asegurar regularidad en calidad
y rendimientos.
Cabe mencionar que el Protocolo de Calidad para Brevas e Higos del Ministerio de
Agroindustria de la Nación (2016) para higos destinados al consumo fresco, estipula
que éstos no deben presentar heridas en la piel.
Figura 6. Granizadas medias mensuales en los últimos 37 años en Alto Valle durante el periodo vegetativo de la higuera.
(*)Período 1966-1998 y 2011-2017. Datos INTA EEA Alto Valle.
RADIACIÓN
Figura 7. Radiación global en Alto Valle, valor medio mensual. Datos INTA EEA Alto Valle.
PRECIPITACIONES
Climas secos con valores de humedad relativa menores al 25 % (Prataviera, 1990) per-
miten destacar las características organolépticas del fruto. El Alto Valle se caracteriza
por su clima semidesértico con bajos porcentajes de humedad relativa durante el día y
porcentajes mayores al 80 % durante la noche, principalmente a partir del otoño (Figura 8).
Por otra parte, la combinación de niveles de humedad relativa superiores al 24 %
combinados con bajas temperaturas ocasionan pérdidas (Condit, 1974). Este escenario
puede darse con mayor frecuencia durante la noche y en otoño, en coincidencia con la
finalización del período de maduración de higos. A partir de abril, en el Alto Valle, la hu-
medad relativa asciende y las temperaturas medias mensuales disminuyen.
E L CULTIVO DE LA HIGUERA ( F ICUS CARICA )
INTA - EEA ALTO VALLE 20
REQUERIMIENTOS CLIMÁTICOS
Figura 8. Humedad relativa de verano y otoño. Valores medios mensuales, serie 1971-2019. Datos INTA EEA Alto Valle.
Figura 9. Distribución de lluvia acumulada por estación, serie 1971-2019. Datos INTA EEA Alto Valle.
E L CULTIVO DE LA HIGUERA ( F ICUS CARICA )
21 INTA - EEA ALTO
REQUERIMIENTOS EDÁFICOS E HÍDRICOS
Si bien es poco exigente en suelos, son ideales los franco arenosos a franco arcillosos
(Prataviera, 1990), situación que no constituye una limitante atendiendo que este tipo
de texturas están presentes en el Alto Valle (Rodríguez y Holzmann, 2017). En texturas
arenosas, propias de los “suelos de costa” que bordean la margen Norte del río (Mon-
tenegro, 2016), el cultivo podría desarrollar siempre que esté libre de nematodes (Lavin,
2004), plaga habitual cuando los antecesores fueron hospederos como vid, frutales de
carozo u hortalizas.
No tolera problemas de drenaje (Kamas, 2015) ya que es sensible a podredumbres
radiculares (Ramos Moreno, 1975), por lo cual en la preparación del suelo es conve-
niente realizar labores profundas que rompan compactaciones subsuperficiales, así
como resistematizar y corregir la red de riego del predio. En este sentido, la presencia
de napas freáticas altas en Alto Valle, en algunos casos a profundidades de 50 cm o
aún menores, en particular durante los meses de octubre y noviembre en coincidencia
con la lucha contra heladas tardías, constituye un aspecto a tener en cuenta (Montene-
gro y Mañueco, 2020, comunicación personal).
El pH óptimo del suelo es entre 6 y 8 (Prataviera, 1990), rango dentro del cual en
general se ubican los suelos de la región (CFI, 2008) y que coincide con los valores de
pH 6 a 7,5 para los frutales de pepita y carozo (Sánchez, 1999) que se cultivan tradicio-
nalmente en Alto Valle.
La especie se cataloga como medianamente tolerante a la salinidad, con una con-
ductividad eléctrica (CE) límite de 4,20 dS/m (Maas and Hofmann, 1977), valor superior
al tolerado por especies como peral, manzano, almendro, nogal, duraznero o cerezo,
que se clasifican como poco tolerantes a la salinidad (Sánchez, 1999).
El agua de riego del Alto Valle del río Negro, con un rango de conductividad eléctrica
del 0,17 a 0,30 dS.m-1 (Sánchez, 2015), no presenta limitantes en ese sentido. Para el
eventual caso de uso de agua de perforaciones, dada su variabilidad de calidad, es con-
veniente realizar los análisis correspondientes (Mañueco y Montenegro, 2020, comu-
nicación personal).
El aporte de materia orgánica a través de abonos verdes se recomienda especial-
mente en esta especie, al mejorar la disponibilidad de nutrientes y la infiltración, reducir
la pérdida de agua, controlar malezas, regular la temperatura del suelo y favorecer el
desarrollo radical (Reisser, 2008). Este punto es de relevancia en Alto Valle, con suelos
por naturaleza pobres en materia orgánica, excepto en cuadros con larga historia de
fruticultura donde pueden llegar al 2 % o más (Rodríguez y Holzmann, 2017). Por otra
parte, dado el carácter superficial del sistema radicular, el manejo del suelo una vez im-
plantado el cultivo, requerirá minimizar el uso de rastras a fin de evitar daños en raíces.
Viejo ejemplar en el área de secano. General Roca. Alto Valle del río Negro.
Uno de los principales problemas en la región lo constituyen los pájaros, que comen
parcial o totalmente los frutos cuando comienzan a madurar, ya que una vez que loca-
lizaron la plantación continuarán regresando a esa fuente de alimento, volviendo difi-
cultosos los intentos para controlarlos (Tumut, 2002).
Se recomienda utilizar, de manera combinada, dispositivos de exclusión de aves
tanto visuales (espantapájaros, cintas reflectoras, siluetas de predadores, etc.) como
auditivos (cañones, disparos, etc.), implementándolos antes que empiecen a madurar
los frutos, cambiándolos de ubicación regularmente y cosechando a primera hora de
la mañana (Whitam, 2007). En este sentido, en experiencias locales el uso de mallas
protectoras resultó una herramienta eficaz para su control (Sánchez, 2020, comunica-
ción personal).
Por su parte, la mosca del vinagre (Drosophila sp.) no ataca frutos sanos sino que
es atraída por el ataque previo de otros insectos, produciendo la diseminación de hon-
gos, bacterias y levaduras que desencadenan el conocido “avinagramiento” por fer-
mentación en la pulpa (Prataviera, 1990).
Avinagrado en fruto.
En la región están presentes dos plagas de las que la higuera es hospedero, por lo
que potencialmente podrían registrar daños: chaqueta amarilla (Vespula germánica)
(Ripa, 2013) y mosca de las alas manchadas (Drosophila suzukii) (Cichón, 2016).
Chaqueta amarilla en Alto Valle ataca frutos maduros de manzana, pudiendo dañar
también los frutos de higuera al final de la temporada cuando están en busca de fuentes
de hidratos de carbono (Garrido, 2020, comunicación personal), recomendándose como
medidas de manejo el control de nidos, el uso de botellas trampa o bien de cebos tóxicos
(Cichón, 2013). Por su parte, para la mosca de las alas manchadas, que en el área bajo
riego ataca principalmente berries (Cichón, 2016), se recomienda como medida pre-
ventiva no dejar frutos muy maduros en las plantas y eliminar frutos caídos al suelo.
En plantaciones de Alto Valle se identificaron ataques de arañuela roja común (Te-
tranychus urticae), piojo de San José, cochinillas, y el mosaico de la higuera, un complejo
de virus que genera un moteado en las hojas (Prataviera, 1990).
Los nematodes afectan habitualmente las raíces de esta especie ocasionando
amarillamiento y caída de hojas, debilitamiento, pérdida de rendimiento y problemas
de maduración (Prataviera, 1990). Dada su presencia en los suelos de la zona es pru-
dente realizar previo a la plantación un análisis de laboratorio para detectarlos, ad-
quirir plantas de calidad y chequear la existencia de agallas en las raíces.
Por su parte, la higuera es intensamente atacada por mosca de los frutos (Ceratitis
capitata y Anastraepha fraterculus), sin embargo la Patagonia posee la condición de área
libre de esta plaga.
Finalmente, el carácter superficial de las raíces hace que la competencia con las
malezas resulte un aspecto de importancia; debiendo tener precaución en su control
químico dada la sensibilidad de la especie a los herbicidas (Rogers, 2002).
La baja incidencia de plagas y enfermedades en la región abre también la posibilidad
de explorar líneas de investigación tendientes a lograr una producción con bajos o nulos
residuos de plaguicidas.
Cochinilla en rama de higuera. General Roca. Alto Valle del río Negro.
Síntoma de virosis en hoja. General Roca. Alto Valle del río Negro.
Tavito, una de las variedades locales de brevas con mejores carcaterísticas y potencial. General Roca. Alto Valle del río Negro.
Variedad Tipo de fruto Color piel Color pulpa Tamaño fruto Observaciones
Brevas variedad Agus en pleno desarrollo. General Roca. Alto Valle del río Negro.
OBTENCIÓN DE PLANTAS
Multiplicación de higueras en camas calientes. INTA EEA Vivero a partir de estacas de una planta madre de una va-
Catamarca. riedad local Lamarque. Valle Medio del río Negro.
CONDUCCIÓN Y PODA
Por el contrario, si la variedad produce brevas (o sea frutos en madera del año an-
terior) no se podan los crecimientos del verano y se estimulan crecimientos laterales
cortos que permitan posicionar la producción de yemas breveras.
En el caso de las variedades bíferas, si bien la poda puede ser de tipo mixta, es con-
veniente elegir hacia dónde inclinar la intervención, o sea realizar una poda ligera o
nula para favorecer la producción de brevas perjudicando la de higos, o una poda fuerte
para lograr higos sobre material nuevo. Cabe destacar que en general la producción
de brevas es menor que la de higos.
Plantación adulta en vaso para producción de higos en la INTA EEA Catamarca (1998).
Variedad Tavito, peso de 105 gr/fruto. General Roca, Alto Valle del río Negro.
Sitio de plantación: el suelo para la plantación de higueras debe tener un buen drenaje,
deben evitarse los bajos para que no se produzca anegamiento y por lo tanto asfixia
radical. Sitios reparados que protegen de las heladas también son beneficiosos.
Plantas: en la actualidad no hay viveros en la región que ofrezcan plantas de higueras.
Existe la posibilidad de que el propio productor las haga para lo cual pueden tenerse
en cuenta las recomendaciones que se presentan en esta publicación. Es conve-
niente la utilización de cultivares adaptados a la región, incluyendo diferentes cul-
tivares para secuenciar la cosecha y tener frutos de distinta característica que
pueden tener variado destino comercial tanto en fresco como procesado. Idealmente
se recomienda plantar a fin de invierno con las medidas de protección contra el frío
antes mencionadas, pero en caso de ser necesario se puede postergar a principios
de primavera, una vez que haya pasado el peligro de heladas. En lugares donde haya
importante presencia de liebres es aconsejable aplicar medidas de protección
(Lobos, 2017).
Distancia de plantación: la distancia de plantación para formar una planta en vaso, con
una estructura permanente, puede variar entre 4 a 5 metros en la calle y entre 2,5
a 3 metros entre plantas. El sistema de conducción en vaso no requiere de estruc-
tura de apoyo.
Riego: los cultivares que han mostrado mejor adaptación a la región no requieren de
riegos frecuentes ni abundantes, proponiendose para el análisis económico el riego
por surco. El cultivo también se adapta al riego por goteo, posible línea de investi-
gación futura para medir mejoras en rendimiento y calidad.
Defensa de heladas: los métodos pasivos son suficientes para los cultivares propuestos
de brotación tardía, debiendo minimizarse el uso de rastra para evitar dañar las ra-
íces superficiales.
Cortinas rompevientos: requiere de cortinas rompevientos como el resto de los frutales
del Alto Valle, evitando un sombreado excesivo sobre las higueras.
Manejo del interfilar y las malezas: Se propone una cobertura verde en el interfilar
que se desbroza 3 o 4 veces en la temporada. En la fila se recomienda utilizar mul-
ching orgánico o disposición de material vegetal, y la aplicación cuidadosa de her-
bicidas para controlar malezas.
Manejo sanitario: se proponen cultivares de ostiolo cerrado y monitoreo de plagas y
enfermedades para evaluar la oportunidad de realizar algún tratamiento, aten-
diendo que por la experiencia local es mínima la necesidad de intervenir, como me-
dida preventiva, hacer tareas de sanitización del monte eliminando fruta madura
del árbol y el piso.
Fertilización: se sugiere realizar una fertilización basal al momento de plantar, consi-
derando una mezcla N-P-K que permita un adecuado desarrollo de las plantas du-
rante el primer año (15-15-28 unidades/ha) (Lobos, 2017).
Rendimiento estimado
La producción puede comenzar al primer año, aunque generalmente se espera hasta
el 2° ó 3° año para las primeras cosechas. La plena producción se alcanza entre los
años 5 y 8, dependiendo del marco de plantación (Lobos, 2017).
Los valores considerados son estimativos, y es necesario hacer una investigación
local para cuantificar con precisión el rendimiento según variedad y sistema de con-
ducción.
• Año 2: 2 tn/ha
• Año 3: 4 tn/ha
• Año 4: 8 tn/ha
• Adulto: 10 tn/ha
Cosecha
La maduración de los frutos es prolongada y se puede extender por dos meses o más
dependiendo principalmente de las condiciones climáticas de la zona. Por ello es ne-
cesario efectuar la cosecha en varias etapas. La recolección de brevas se realiza du-
rante diciembre, mientras que la de higos se extiende desde fines de enero a mayo, en
función de la zona (Lobos, 2017), que en el caso de Alto Valle dependerá de la ocurrencia
de la primer helada del año.
Puesto que esta operación es manual, debe ser muy cuidadosa ya que los frutos
son blandos y delicados. Al momento de su máximo aroma y sabor todavía se encuen-
tran fuertemente adherido a la rama. Además, como se comentó previamente, la hi-
guera desprende látex que puede causar irritaciones en la piel, por lo que se
recomienda el uso de guantes.
El látex también puede dañar los frutos, por este motivo, luego de cosecharlos se
deben sacudir muy suavemente para evitar que dicha sustancia entre en contacto con
la piel del fruto. Su epidermis es muy delicada, con pruina pero sin ceras protectoras,
por lo cual se debe manipular cuidadosamente y depositar los frutos cosechados en
canastos o en bandejas acolchadas, ya que los daños mecánicos rápidamente provocan
pardeamiento, sobre todo en variedades de piel verde (Lobos, 2017).
En la tabla 5 se describen las labores culturales necesarias para la plantación en el
primer año iniciando en la preparación del suelo.
Tabla 5. Labores, tiempos operativos, insumos requeridos para la plantación de una hectárea de higuera.
Tabla 6. Labores, tiempos operativos e insumos requeridos para una hectárea de higueras.
Control malezas
a - Desbrozado 4 2 hora/ha
b - Herbicida 3 1 jr/ha Paraquat 1,32 lt Aplica con mochila
(1) Al sólo efecto del costeo se consideran dos tratamientos, como fuera mencionado en la experiencia local no es necesario hacerlos, sólo se con-
templan por una eventualidad.
EVALUACIÓN DE LA INVERSIÓN
El precio a nivel de productor se estimó tomando como referencia valores del Mercado
Central de Buenos Aires1 y asumiendo que en general sobre el precio mayorista la par-
ticipación del productor es de aproximadamente un 30 %. La diferencia corresponde al
valor de la mano de obra e insumos para embalar el producto, el flete hasta el mercado
y los gastos de comercialización.
Por lo antes expuesto, para evaluar la inversión se asume un precio del producto
en el nivel primario de 55.000 $/t, y los precios de insumos, salario y combustible vi-
gentes a noviembre 2020, tipo de cambio oficial 85 $/dólar.
Cualquier cambio en el valor del producto, de las inversiones y de los bienes y ser-
vicios que constituyen los gastos de precosecha y cosecha, muchos de ellos asociados
al tipo de cambio, llevará a un resultado distinto en la evaluación de la inversión.
Para el cálculo del Valor Actual Neto se asume una tasa de corte de 10 % anual en
pesos. En la tabla 7 se calcula el flujo de fondo del proyecto de plantar una hectárea de
higueras, con un horizonte a 15 años. En el año 15 se incluye el valor residual de la
plantación que se asume tienen una vida útil de 25 años, este valor es de $145.283.
1
http://www.mercadocentral.gob.ar/informaci%C3%B3n/precios-mayoristas
E L CULTIVO DE LA HIGUERA ( F ICUS CARICA )
INTA - EEA ALTO VALLE 40
INVERSIÓN Y COSTO DE PRODUCCIÓN
Egreso pre-cosecha 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977 142.977
Egreso cosecha - 42.975 85.951 171.902 214.877 214.877 214.877 214.877 214.877 214.877 214.877 214.877 214.877 214.877 214.877
Ingresos - 110.000 220.000 440.000 550.000 550.000 550.000 550.000 550.000 550.000 550.000 550.000 550.000 550.000 550.000
Valor residual inv. 145.283
Flujo de fondo -363.208 -75.952 -8.928 125.121 192.146 192.146 192.146 192.146 192.146 192.146 192.146 192.146 192.146 192.146 337.429
Los resultados son positivos con los valores asumidos para el presente cálculo. Por
lo tanto la inversión es aceptada.
A continuación se presenta un análisis de sensibilidad del proyecto a cambios en
los ingresos, las inversiones y los egresos para saber a cuál de estos parámetros debe
prestarse mayor atención dadas las variaciones del VAN.
De la tabla 8 y la figura 10 se desprende que el proyecto es más sensible a cambios
en los ingresos que a cambios en los egresos e inversiones (pendiente de la recta).
En la tabla 8 se verifica que el proyecto no soporta una caída de los ingresos del 20 %,
ni aumento de los egresos del 30 %, en todos los casos se verifica que el VAN es negativo.
ANÁLISIS ECONÓMICO
El análisis económico se realiza para el año en el que el monte alcanza la plena pro-
ducción, y se agrega el valor de la amortización de la plantación.
Gastos precosecha: 142.977 $/ha
Gastos cosecha: 214.877 $/ha (para 10.000 kilos/ha)
Total Gastos: 357.854 $/ha
Costo producción higo $/ha= gastos + amortización= 357.854 + 14.528 = 372.382 $/ha
Costo de producción higo $/kilo= 372.382 $/ha / 10.000 kg/ha = 37 $/kilo
MARGEN BRUTO
Los costos presentados son “directos” del cultivo de la higuera, es decir que en esta
propuesta no se incluyen los costos generales del establecimiento (o indirectos). Por
esa razón la medida de resultado económico a calcular es el margen bruto (MB) que
resulta de la diferencia entre los ingresos brutos (IB) y los costos directos de producción
de higos (CD). Se hace el cálculo por hectárea y por peso invertido.
Del análisis económico se desprende que el precio mínimo del higo para cubrir sus
costos directos es 37 $/kilo, este valor es aceptable en el corto plazo ya que sólo al-
canza a cubrir los gastos del cultivo y la amortización de la inversión. Es decir que no
está aportando recursos a los gastos generales del establecimiento ni una rentabilidad
al productor.
Con el precio al productor de 55 $/kilo el margen bruto por hectárea es de 177.617
$/ha, este saldo cubrirá parte de los gastos generales de la empresa y aportará a la
rentabilidad del establecimiento. En relación al costo directo se obtiene con este valor
del higo 0,47$ por cada $ de costo directo del cultivo.
El reducido número de experiencias locales con higueras así como la ausencia de in-
vestigaciones sobre su comportamiento, manejo, comercialización y tendencias de con-
sumo en la región, define un escenario marcado por el escaso conocimiento acumulado
respecto a las posibilidades de expansión de su cultivo en el Alto Valle del río Negro.
Si se tienen en cuenta las limitantes ambientales propias de la región, la higuera
puede ser una alternativa de interés especialmente para el pequeño productor, si se
realiza en pequeña escala, se orienta en fresco a mercados de cercanía y se comple-
menta con la transformación industrial y agregado de valor.
En este sentido el estudio de las respuestas a las temperaturas críticas de Alto Valle,
se entiende como un aspecto clave a considerar, atendiendo los resultados negativos
de los emprendimientos realizados con variedades provenientes del norte del país, no
adaptadas a la zona y plantadas en sitios con mayor exposición a las heladas.
Por otra parte, el material genético oportunamente analizado de manera empírica
por un grupo de profesionales del sector privado, puede constituir un punto de partida
para eventuales ensayos experimentales de caracterización varietal y de manejo pro-
ductivo, atendiendo la importancia de la identificación de variedades de valor comercial
que estén mejor adaptadas a las condiciones ambientales del área bajo riego.
Asimismo, resulta de interés explorar la capacidad de conservación de los frutos
para extender el período de comercialización con el uso de MCP (1-metilciclopropeno)
(Tofanelli, 2018) (Hortoinfo, 2018), profundizando experiencias -también de carácter em-
pírico– ya realizadas en la zona.
En otro plano, el uso de equipos de riego localizado para lograr mejores rendimien-
tos y calidad es un punto de interés a investigar, así como la posibilidad de realizar su
cultivo bajo cubierta en superficies reducidas.
Finalmente, el carácter de Patagonia de zona libre de mosca de los frutos, sumado
a la baja incidencia de plagas y enfermedades de esta especie en la región abre también
la perspectiva de explorar líneas de investigación tendientes a lograr una producción
con bajos o nulos residuos de plaguicidas.
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