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Potencial Terapeutico Del MDMA LSD y La

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Universidad de Puerto Rico en Carolina

Departamento de ciencias Sociales y Justicia Criminal

Potencial terapéutico del MDMA, LSD y la Psilocibina en el tratamiento del Trastorno de Estrés
Postraumático.

Prof. Iván Rosario Villafañe

Introducción

Los alucinógenos o psicodélicos son un grupo de sustancias capaces de inducir estados

alterados de conciencia, los mismos han desempeñado un rol significativo en rituales religiosos

de diferentes culturas a través de la historia de la humanidad (Shultes & Hofmann,2000). Entre

este grupo de sustancias psicodélicas se pueden mencionar: el DMT, LSD, Mescalina,

Psilocibina, Salvia, Ketamina, MDMA y otras. La investigación sobre el uso psicofarmacológico

de estas sustancias en la modernidad se remota a los años 40, en uno de esos estudios se reporta

que el Dr. Albert Werner, de la Universidad de Zurich, administró dosis bajas de LSD a un grupo

de personas con diagnóstico de esquizofrenia y a un grupo de personas sanas, en ambos grupos

observó conductas de euforia (Hofmann, 1980). En el 1947 la farmacéutica Sandoz comienza a

comercializar el LSD bajo el nombre de Delysid indicando su uso en combinación con la terapia

psicoanalítica y un uso experimental en la investigación sobre la naturaleza de la psicosis. En las

décadas siguientes se continuó estudiando los posibles usos medicinales del LSD, entre estos su

uso como analgésico para enfermos terminales de cáncer y en las terapias asistidas (Passic,1997).

En los años 50 fue investigada por los militares como un agente facilitador en los interrogatorios

(la droga de la verdad).


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La Psilocibina otro tipo de sustancia psicodélica fue aislada por Albert Hofmann en el

1957 y en el 1960 fue sintétizada por la farmacéutica Sandoz quien la mercadeo bajo el nombre

Indocybin. La sustancia fue distribuida con propósitos investigativos y terapéuticos. En el 1970

el LSD junto a otras sustancias psicodélicas se declara ilegal en Estados Unidos y eventualmente

se adoptan leyes similares en el mundo. Según Nutt (2015), esto ha tenido consecuencias dañinas

para la investigación científica. Este sugiere que se ha perdido la perspectiva del hecho de que

estas sustancias psicodélicas podrían brindar conocimiento en diferentes áreas de las ciencias y

representan la posibilidad de nuevas oportunidades terapéuticas. A pesar de esta eventualidad los

estudios con sustancias psicodélicas continuaron de forma limitada y restringida.

Con el advenimiento de la neurociencia ha resurgido el interés en la investigación de

las sustancias psicodélicas (Timmermann,2014). El desarrollo de nuevas técnicas de

neuroimagen como la resonancia magnética funcional (fMRI) ha permitido nuevos avances en la

investigación neurocientífica. Lo que ha permitido el descubrimiento de nuevas redes neurales

envueltas en los procesos cognitivos humanos.Una de esas redes descubiertas se ha llamado el

“defult mode network” (DMN). El DMN está relacionado con la actividad cerebral mientras la

mente se encuentra en reposo (Raichele, 2010). El estudio de esta red se ha destacado en varias

investigaciones sobre temas relacionados al Trastorno de Estrés Postraumático y las sustancias

psicodélicas (Lanius et al.,2011). El presente trabajo tiene el interés de discutir algunos estudios

que han estado realizando varios investigadores sobre los efectos de los psicodélicos en el

Trastorno de Estrés Postraumático.


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Trastorno de Estrés Postraumático

El Trastorno por Estrés Postraumático es una condición que se caracteriza por la

aparición de síntomas característicos de: memorias intrusivas, “flashback”, pesadillas, respuestas

fisiológicas exageradas, reacciones de evitación y otras (Seijas, 2013). Las personas que

presentan el PTSD son descritos en la literatura como sujetos que han estado expuestos a

acontecimientos extremadamente estresantes tales como: desastres naturales, guerras,

violaciones, accidentes de carros, etc. La condición se desarrolla luego de la exposición a uno de

estos acontecimientos y extremadamente traumáticos, donde el individuo percibe un peligro real

o una amenaza para su integridad física (Shiverly & Pearl, 2012). Aunque se le ha dado mucha

importancia al carácter psicológico del trastorno desde mediado de los años 90 se comenzó a

estudiar los sistemas neurobiológicos envueltos en el trastorno. Según Coelho y Costa (2010), la

literatura reporta con mayor frecuencia el sistema nervioso simpático (adrenalina y

noradrenalina), el sistema opiáceo, el sistema gabaérgico, la activación del eje hipotálamo –

hipofísico - suprarrenal y los sistemas dopaminérgico, glutamatérgico y serotoninérgico. Nos

indica Seijas (2013) que algunos autores afirman que el disminuido umbral de reactividad y

facilidad para condicionar respuestas de miedo en las personas que presentan PTSD se debe a

una mayor actividad noradrenérgica y la hiperactividad del sistema opiáceo y endógeno.

Las estructuras más relacionadas con el PTSD en la literatura han sido el hipocampo y la

amígdala. Varios estudios de resonancia magnética han observado reducción del volumen del

hipocampo en personas que presentan el PTSD (Wang et al., 2010). Se ha observado también un

aumento en el flujo sanguíneo en la amígdala (amígdala hiperactiva) entre sujetos con PTSD. No

obstante, Nutt & Malizia (2004) han propuesto adicionalmente la corteza frontal medial como

una de las estructuras importantes en PTSD. Los investigadores han sugerido que los síntomas
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del PTSD pueden estar relacionados a una falla en las regiones relacionadas a las funciones

superiores del cerebro, el hipocampo y la corteza frontal medial que apagan o suavizan los

síntomas del estímulo y el distrés que son experimentados y mediados a través de la amígdala.

Otros investigadores como Brewin, Gregory, Lipton & Burges (2010) han propuesto que el

estrés prolongado interfiere además con los procesos de aprendizaje y con la neurogénesis del

hipocampo.

El valor de investigar el funcionamiento del Default Mode Network (DMN) relacionado

al estudio del PTSD han sido propuesto por varios investigadores. El DMN incluye múltiples

regiones del cerebro: la corteza cingulada anterior, el giro temporal medial, la corteza parietal

inferior y la corteza prefrontal medial. La literatura reporta un sinnúmero de estudios donde se

utiliza la evaluación del DMN a través del FMRI en sujetos con diagnóstico de PTSD. Daniels,

Mc Farlane, et al., (2010) evaluaron el procesamiento de la memoria de trabajo y en sujetos con

PTSD la conectividad de estados de reposo en el DMN. En su investigación seleccionaron doce

sujetos con PTSD crónico y doce sujetos que no habían experimentado trauma (control). Se les

solicitó ejecutar una tarea de memoria de trabajo y se le realizaron análisis de interacción

psicofisiológica con la corteza cingulada y la corteza prefrontal medial como regiones plantadas

durante la fijación. Los resultados indicaron que durante las tareas de memoria de trabajo se

observó en el grupo control una mayor conectividad y significancia entre áreas implicadas con la

red ejecutiva a la red de relevancia (salience), incluyendo el giro frontal inferior derecho y el

lóbulo parietal inferior. La red de relevancia se encarga de monitorear constantemente eventos

externos y la corriente interna de la conciencia, además de alterar de forma flexible el control de

mando entre redes. Por otro lado, el estudio reveló que entre el grupo con PTSD se observó una

fuerte conectividad con áreas implicadas con el DMN, acentuando la conectividad entre la
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corteza posterior cingulada, el giro superior frontal derecho y entre la corteza prefrontal medial y

el giro izquierdo parahipocampal. El estudio concluyó que el procesamiento de la memoria de

trabajo y la conectividad de estados de reposo en el DMN están alterados en pacientes con el

trastorno por estrés postraumático.

Sripada, King,Welsh, et al., (2012) realizaron un estudio entre cuarenta y cinco sujetos a

los que se le midió la actividad cerebral en estado de reposo. Los investigadores dividieron los

sujetos en grupos de quince veteranos que sirvieron en Irak y Afganistán sin PTSD, otro grupo

de quince veteranos con PTSD y un grupo de quince sujetos saludables de la comunidad (grupo

control). A los participantes se les realizaron prueba de MRI funcional (fMRI), en estado de

reposo, en tareas condicionadas y de regulación emocional. Coeficientes de correlación fueron

calculados entre el curso del tiempo de plantación de regiones claves de la red de relevancia y

regiones del DMN y todos los otros vóxels del cerebro. Los resultados del estudio indican una

disminución en el acoplamiento con el DMN en estados de reposo entre el grupo con PTSD,

según medido por los MRI y fMRI. Se observó, además, un mayor acoplamiento con la red de

relevancia y un incremento en el acoplamiento entre el DMN y la red de relevancia. Los

investigadores sugieren una relativa dominancia del conjunto de circuitos sensitivos a amenaza

en el PTSD aún en circunstancias libres de la condición de amenaza. Proponen que el

desequilibrio entre las largas redes neurales, subordinadas a la retención de relevancia en contra

de pensamientos internamente focalizados, pueden estar asociados a la fisiopatología del PTSD.

Otros estudios relacionados con el PTSD se han centrado en la amígdala. Rabinak, et al.,

(2011) estudiaron a treinta y cuatro veteranos que regresaban de Irak con evidencia de

exposición a trauma relacionado a combate. Diecisiete con evidencia de PTSD y diecisiete con

control de igualdad de exposición a combate. Se les realizó entrevistas clínicas estructuradas y se


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le administró una serie de pruebas psicológicas para cuantificar los síntomas característicos del

PTSD, severidad de exposición al trauma y depresión. Se les practicó un MRI funcional en

estado de reposo. Utilizando implantación en la región de la amígdala se observó un mayor

acoplamiento entre la amígdala y la ínsula entre el grupo con PTSD en comparación con el grupo

que no presentaba la condición, pero no se observaron diferencias en la conexión en la amígdala

prefrontal. Según los investigadores los resultados sugieren que la aberración de la amígdala y la

activación de la ínsula explora la evocación de miedo previamente caracterizada en el PTSD

puede estar dirigida por un subyacente aumento en la conectividad entre la amígdala, una región

conocida por percibir amenaza y generar respuestas de miedo, y la ínsula, una región conocida

en el procesamiento del significado y predicción de estados aversivos el cuerpo. Este realce entre

la amígdala y la conectividad con la ínsula puede reflejar un estado generalizado y exagerado de

excitación forzado por la presencia de una amenaza o peligro actual. Los investigadores

concluyen que estudiando la conectividad funcional en estado de reposo extiende nuestro

entendimiento del PTSD y su fisiopatología.

En otra investigación Sripada, King,Garfinkel, et al., (2012) estudiaron la amígdala en

estado de reposo entre quince veteranos que regresaban de Irak y Afganistán que tenían

diagnóstico de PTSD. En el estudio, los compararon con un grupo control de 14 veteranos sin

diagnóstico psiquiátrico. Se les practicó un MRI estructural y un fMRI en estado de reposo, en

tareas de regulación de emociones y en tareas condicionadas. Se utilizó la amígdala como la

región de implantación. Los resultados indicaron que los veteranos con PTSD evidenciaron una

mayor conectividad positiva entre la amígdala y la ínsula. A la par se observó una reducción de

la conectividad positiva entre la amígdala y el hipocampo y una reducida anti correlación entre la

amígdala, dorsal ACC y rostral ACC. Los investigadores concluyen que los resultados
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demuestran que los estudios de conectividad funcional en estados de reposo pueden discernir

patrones aberrantes de acoplamiento con circuitos de emociones y sugiere un posible déficit en la

regulación de emociones en individuos con PTSD.

Todos estos estudios hasta ahora mencionados, nos hablan de las estructuras como la

amígdala, ínsula, la corteza prefrontal medial, la red relevancia, el DMN y otros, con estructuras

y redes relevantes en el PTSD. En términos de tratamiento el trastorno se ha trabajado con

diferentes tipos de enfoques terapéuticos desde el cognitivo conductual, desensibilización y

reprocesamiento mediante movimientos oculares (EMDR), terapia de exposición, medicación

(ISRS) y otros. Los tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos existentes para PTSD no

son efectivos para todos los que sufren el trastorno. Debido al aumento de la resistencia al

tratamiento, la necesidad de ampliar el campo de investigación para tratamientos más efectivos

se ha reconocido. En los últimos años han surgido un sinnúmero de propuestas emergentes para

el tratamiento de esta condición, una de ellas es el uso de sustancias psicodélicas.

MDMA (3,4 – metilendioximetanfetamina)

El MDMA es una sustancia sintética perteneciente a la familia de las anfetaminas y la

fenilentilaminas. Produce alteraciones del estado de ánimo (euforia y estimulación) y

alteraciones de la percepción (alucinaciones leves), NIDA,2016. La sustancia trabaja sobre el

sistema serotoninérgico, su metabolismo es hepático y su excreción es por el sistema renal. El

MDMA tiene un tiempo relativamente corto de acción, con los efectos primarios durando solo

alrededor de 4 horas. Sus efectos a largo plazo pueden ser neurotóxicos, causando daño al

sistema serotoninérgico.
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Sessa y Nutt (2015) han mencionado en sus trabajos que el MDMA ha sido reconocida

como una droga con potencial terapéutico. En los años 70 varios psicoterapeutas estaban

utilizándola legalmente como una herramienta en la terapia de pareja, donde se podía apreciar

que ayudaba a los clientes con un trauma a manejar las memorias reprimidas sin ser agobiados

por los efectos negativos que usualmente acompañan este tipo de recuerdos. Los múltiples y

variados efectos de esta sustancia hacen que sea un buen candidato para facilitar la psicoterapia,

especialmente para pacientes con síntomas post-traumáticos. Según Sessa & Nutt (2015) el

MDMA parece aumentar la calidad de interacciones sociales y por consiguiente mejorar

relaciones. Simultáneamente, el MDMA aumenta los niveles de empatía compartida y

comportamiento pro social comparado con el placebo.

Recientemente, varios grupos han usado neuroimagenes para explorar las acciones del

MDMA en el cerebro. Carhart-Harris y colaboradores realizaron un estudio utilizando resonancia

magnética la misma demostró que el MDMA disminuye selectivamente la magnitud de las

memorias negativas (Carhart -Harris,Wall, et al.,2014). En su estudio utilizó estudios de fMIR

para investigar el efecto de la MDMA en los peores o favoritos recuerdos de la memoria

autobiográfica (AMs) de los participantes del estudio. Diecinueve participantes (cinco mujeres)

con experiencia con MDMA realizaron un paradigma de memorias de recolección autográfica

(AMR), cerrado luego de la ingestión de 100 mg de MDMA-HCl o ácido ascórbico (placebo). Se

utilizó un diseño doble ciego de medidas repetidas. Las señales de memorias descritas como los

los peores recuerdos o recuerdos favoritos de la memoria autobiográfica fueron leídos por los

participantes en el explorador. Luego del uso del MDMA las memorias favoritas fueron

clasificadas como significativamente más vivos, emocionalmente intensos y positivos en

comparación con el placebo y las peores memorias como menos negativas. Los resultados del
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MRI funcional de los 17 participantes mostraron una fuerte activación en regiones relacionadas

a la memoria de recolección autobiográfica. Se observó también un efecto significativo de

balance en la memoria: regiones hipocampales demostraron activarse preferencialmente a

recuerdos favoritos y regiones ejecutivas a los peores recuerdos. El MDMA aumentaba la

activación de los recuerdos favoritos en el giro fusiforme bilateral y en la corteza

somatosensorial y provoca activaciones atenuadas a los peores recuerdos en la corteza temporal

anterior izquierda. Estos resultados son consistentes según los autores con un sesgo emocional

positivo probablemente mediado por la farmacología pro-monoaminérgica del MDMA.

En otro estudio realizado por Mithoefer et al, 2011, se seleccionaron 20 sujetos con

resistencia al tratamiento del PTSD (en la mayoría de los casos por abuso sexual). Estos fueron

asignados aleatoriamente a psicoterapia con la droga activa (n=12) o con un placebo inactivo

(solo psicoterapia, n=8), cada una administrada durante dos sesiones de 8 horas con un periodo

de 3 a 5 semanas de diferencia para cada sesión, acompañada por sesiones sin drogas una vez a

la semana. Las sesiones asistidas con MDMA fueron conducidas en un entorno cómodo, donde

los participantes eran motivados a pasar un periodo de tiempo considerable enfocados en ellos

mismos sin hablar, alternado con tiempo hablando a los terapistas.

Al final de esta primera parte del estudio controlado, los participantes que habían recibido

el tratamiento de psicoterapia solamente fueron ofrecidos psicoterapia asistida con MDMA,

usando el mismo itinerario de sesiones que fueron utilizadas en el protocolo del estudio

controlado. De los 8 sujetos que recibieron psicoterapia solamente, 7 aceptaron y completaron el

cruce del estudio, que resultó en 19 de los 20 sujetos recibiendo el tratamiento de psicoterapia

asistida con MDMA. El único sujeto que recibió el tratamiento de solo psicoterapia, y no

participó en el cruce, se recuperó de los síntomas del PTSD. Según se permitió por una enmienda
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al protocolo, los últimos 8 sujetos reclutados recibieron una tercera sesión de psicoterapia

asistida con MDMA.

Al finalizar las sesiones programadas, a los 20 participantes se les envió y completaron

un cuestionario desarrollado por los investigadores, para ver si los efectos de la psicoterapia

asistida con MDMA persistían con el tiempo, LTFU, 17 completaron el CAPS y el IES-R.

El CAPS fue la medida primordial en el estudio. El CAPS provee una puntuación global

de la severidad de los síntomas, así como un rango categórico si los sujetos cumplen o no con los

criterios establecidos en el DSM-IV para el diagnóstico de PTSD. El IES-R es una medida global

de respuesta psicológica al estrés que se usó como método de medida secundario. Los

investigadores crearon el LTFU específicamente para capturar el beneficio o el daño de la

psicoterapia asistida con MDMA y cambios en cualquier área que no se muestra en cualquier

otra prueba de medida de resultados estándar, así como cambios en relaciones o creatividad.

En los resultados se obtuvo que dos sujetos obtuvieron puntuaciones sobre 50 (13%) lo

cual indica recaída con síntomas moderados a severos de PTSD. El único participante que eligió

no continuar con el cruce del estudio para recibir psicoterapia asistida tuvo una respuesta fuerte y

sostenida a la psicoterapia más placebo. Todos los sujetos reportaron un beneficio de la

participación en el estudio, con al menos algún beneficio persistente. Todos los participantes

respondieron “no” a la pregunta “¿Sientes que fuiste dañado por participar en el estudio?”

En el estudio original, al usar medidas neuropsicológicas antes y después del estudio, el

CAPS, IES-R y LTFU, se demostró empíricamente que no existe morbilidad cognitiva asociada

con el uso de MDMA. En este estudio, los participantes reportaron subjetivamente que no hubo

ningún cambio o algún mejoramiento en su función cognitiva, memoria y concentración.


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Ninguno de los participantes indicó que sus pensamientos, memoria o concentración empeoro o

disminuyó después de la participación en el estudio. De los 19 participantes 7 reportaron que no

hubo cambio y 13 reportaron mejoría en estas áreas.

Es notable que ningún sujeto reporto algún daño por participar en el estudio y todos

reportaron algún grado de beneficio. Consistente con las observaciones clínicas de los

investigadores en el estudio original, las respuestas obtenidas del cuestionario indicaron que los

participantes experimentaron beneficios más allá de la disminución de los síntomas del PTSD.

Algunas de las áreas de beneficio que fueron consignadas en el LTFU, fueron el aumento en la

conciencia de sí mismo, mejoría en las relaciones, en la vida espiritual y más compromiso con la

comunidad y el mundo. Estos resultados indican que hubo una relación favorable entre

riesgos/beneficios a largo plazo para el tratamiento del PTSD con solo unas cuantas dosis de

MDMA pura administrada en un entorno de apoyo, en conjunto con psicoterapia.

A raíz de este estudio piloto, realizado por Mithoefer y colegas, Oehen, Traber, Widmer

& Schnyder (2013) decidieron realizar un estudio similar con ciertos cambios para confirmar los

hallazgos iniciales del estudio de Mithoefer y colaboradores, utilizando un equipo de terapistas

diferente. Para llevar a cabo este estudio Oehen et al.; (2012) reclutaron sujetos referidos por

hospitales psiquiátricos, centros de consejería de trauma, psiquiatras o psicoterapeutas en Suiza.

Se les realizaron unas series de pruebas para estar seguros de que cumplieran con los criterios.

Cuando las personas cumplían con los criterios les administró el CAPS y le realizaron una

evaluación médica. Se seleccionaron 12 personas (10 mujeres y 2 hombres). Todos los sujetos

que se seleccionaron cumplían con los criterios de diagnóstico del DSM IV para los síntomas de

resistencia al tratamiento del PTSD, según indicado por la puntuación del CAPS que era mayor o
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igual a 50 y haber pasado por lo menos por 6 meses de psicoterapia y 3 meses de tratamiento con

un SSRI.

En la etapa 1 de este estudio, 8 sujetos fueron seleccionados aleatoriamente para

administrarle la dosis completa de MDMA (125 mg y 2.5 horas después 62.5 mg) mientras que

los otros 4 recibirían el placebo activo (25 mg, y 2.5 horas después 12.5 mg), con 3 dosis de

MDMA administradas en 3 sesiones de psicoterapia asistida con MDMA durante todo el día.

Para medir los resultados utilizaron el CAPS y una versión germana del CAPS (SCID) y el PDS.

El CAPS y el SCID fueron administrados antes del estudio, 3 semanas después de la sesión

número 2 de MDMA, tres semanas después de la sesión número 3 de MDMA y 2, 6, y 12 meses

después de la tercera sesión de MDMA. El PDS fue administrado un día después de cada sesión

de MDMA, 3 semanas después de la tercera sesión de MDMA y 5, 6 y 12 meses después de la

tercera sesión de MDMA. Al finalizar esta etapa 1 del estudio comenzó la etapa 2. En esta etapa

todos los sujetos con placebo activo fueron ofrecidos la dosis completa de MDMA. Todos

decidieron continuar con esta etapa dos y cambiar a la dosis completa.

Luego de que la data preliminar mostrara una respuesta clínica insuficiente al tratamiento

experimental en varios sujetos con la dosis completa, se realizó una enmienda al protocolo para

permitir dos sesiones adicionales de psicoterapia asistida con MDMA para aquellos sujetos que

mostraban respuesta insuficiente, lo cual se le refirió a la etapa 3 de este estudio. En la etapa 3

utilizaron una dosis de 150 mg de MDMA y una dosis suplementaria de 75 mg.

Al final del estudio encontraron que se mostró una reducción en los síntomas del PTSD.

También encontraron que 3 sesiones experimentales con MDMA eran más efectivas que solo

dos. Una observación inesperada en el grupo de placebo activo mostro que habían dos tipos de
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reacciones a la dosis baja de MDMA: tres sujetos experimentaron procesos psicoterapéuticos

similares pero leves en comparación a aquellos recibiendo la dosis completa, incluyendo

recuerdos y reviviendo las memorias traumáticas junto con emociones negativas intensificadas,

pero sin el típico efecto positivo e integrativo de la dosis completa de MDMA, sugiriendo que

había una activación parcial del estado inducido por el MDMA. A causa de esto uno de los

sujetos decidió terminar con el estudio y no continuar.

No encontraron una respuesta al placebo, como se observaba en otros estudios

psicofarmacológicos de PTSD, indicando que la psicoterapia con una dosis baja de MDMA

podría interferir con el efecto del placebo en algunos sujetos. Los investigadores de este estudio,

recomendaron que en futuros estudios incluyan tres en lugar de dos sesiones preparatorias, para

fortalecer la relación terapéutica antes de la administración del MDMA. La observación de 100%

de respuesta en el cruce del estudio en la etapa 2 comparado con el 50% de respuesta de la etapa

1, sugirió que un fortalecimiento en la alianza terapéutica contribuyo a aumentar los resultados

del tratamiento.

En resumen, la psicoterapia asistida con MDMA fue administrada seguramente, sin

ningún evento serio relacionado a la droga. Aunque el acercamiento no produjo una reducción de

síntomas significantes. Se requiere más investigación en la psicoterapia asistida con MDMA para

verificar los resultados del estudio de Mithoefer.

Al mirar estos estudios, podemos resumir que los resultados preliminares de los

mecanismos terapéuticos del MDMA en relación al PTSD son: reducción de la actividad en la

amígdala, en el lóbulo temporal anterior izquierdo, durante la recolección de recuerdos

autobiográficos negativos durante la terapia (Timmermann, 2014). La literatura científica nos


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indica que el MDMA promete posibilidades de uso con otros trastornos mentales. Danforth et al.,

(2016), iniciaron una investigación desde el 2014 que pretende evaluar los efectos de la terapia

asistida con MDMA entre adultos con condición de autismo que presentan ansiedad social.

Danforth y colaboradores (2014), proponen que es relevante que ahora, en el inicio temprano

de su historia, los clínicos, investigadores, el público y los formuladores de política, entiendan y

se mantengan informados del hecho de la utilización del MDMA como un componente conocido

de asistencia en la psicoterapia para promover el aumento de conductas pro-sociales.

Psilocibina

La psilocibina es una sustancia psicodélica que es producida naturalmente por más de

doscientas especies de hongos. Se clasifica dentro de la familia de los triptaminas. La misma

actúa como un agonista parcial en los receptores de la serotonina 5HT1a y 5HT2a en el cerebro.

Sus efectos comienzan de 10 a 40 minutos luego de su ingesta. La duración de sus efectos es

variable, los mismos pueden durar entre tres a ocho horas y se metaboliza principalmente en el

hígado. Sus efectos pueden incluir desorientación, letargo, euforia y efectos psicodélicos como lo

son la percepción más intensa de colores y figuras (Passie, et al., 2002).

Diferentes investigaciones han propuesto varios posibles usos para la psilocibina entre

ellos para el tratamiento del uso severo de alcohol (Krebs & Johansen, 2012), manejo de

ansiedad relacionada a enfermedades terminales (Grob et al., 2011) y para la cesación de fumar

(Johnson,et al., 2014). Otras propuestas han estado relacionadas sobre posibles usos con el

PTSD y el uso del fMRI como instrumento de investigación en estados psicodélicos (Carhart -

Harris, Erritzoe & Williams, 2012).


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Carhart - Harris, Erritzoe, William, Stone, Evans, Sharp, Feilding, Wise & Nutt, 2013)

investigaron el uso de la psilocibina en el DMN y la conectividad funcional talamocortical

utilizando imágenes de resonancia magnética funcional en quince voluntarios saludables, estos

recibieron una infusión intravenosa de psilocibina y placebo en dos tareas libres, en estado de

reposo. Los análisis primarios se focalizaron en los cambios en la conectividad funcional (FC)

entre el DMN y la red de tareas positivas (task-positive network, TPN). Se observó que la

actividad espontánea en el DMN es ortogonal a actividad espontanea en el TPN. Los autores

indican que estas dos redes sostienen funciones sumamente diferentes, el DMN tienen relación

con el sostén de la introspección mientras que el TPN sostiene la focalización de la atención

externa. Componentes individuales y la plantación basada en la conectividad funcional revelan

incremento en los estados del DMN-TPN FC y disminución de la ortogonalidad luego del uso de

la psilocibina. Los aumentos en el DMN-TPN FC han sido encontrados en la psicosis y estados

mediadores, los cuales comparten alguna similitud fenomenológica con estados psicodélicos. Los

autores establecen que los resultados de la investigación sostienen la utilidad de los efectos de la

psilocibina como un modelo para estudiar la psicosis temprana.

Catlow et al., (2013) quisieron determinar en qué extensión la psilocibina modula la

neurogénesis y de qué modo esta afecta la adquisición o extensión del aprendizaje dependiente

del hipocampo. Para esto Catlow y colaboradores diseñaron un estudio utilizando ratones a los

cuales se les había condicionado a exhibir conductas de miedo a un tono auditivo el cual

previamente se había asociado con descargas eléctricas. Formaron cinco grupos de comparación,

a uno se les inyectó intraperitonalmente bajas dosis de psilocibina, al otro el agonista de

serotonina 251-NBMeO, al tercero el antagonista de serotonina Ketanserina, al cuarto grupo

solución salina y al quinto altas dosis de psilocibina. Los trazos de miedo condicionado fueron
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medidos como la cantidad de tiempo que el ratón se inmovilizaba ante el estímulo condicionado

(tono auditivo), intervalos de silencio y los trazos luego de diez intentos. Los resultados fueron

sometidos a varios análisis de ANOVA. Los hallazgos de la investigación reflejan que los

ratones que se le administró pequeñas dosis de psilocibina superaron el condicionamiento del

miedo más rápido en comparación con los otros tres grupos. Se observó además que la

neurogénesis en el hipocampo de los ratones disminuyó en los grupos que se le administró altas

dosis de psilocibina, 251-NBMeO o ketanserina, mientras que en bajas dosis de psilocibina

tendió a incrementarse.

Los investigadores sugieren que las sustancias que modulan la concentración de serotonina (5-

HT) en la sinapsis tienen un impacto en la neurogénesis y en áreas del hipocampo dependientes

del aprendizaje. Estos resultados van en la misma dirección de investigaciones previas que

habían sugerido que la psilocibina se vincula con receptores en el cerebro que promueven la

neurogénesis. Los autores indican que estos resultados sugieren la posibilidad del uso

exploratorio de la psilocibina en el tratamiento del PTSD.

En un análisis realizado por Roseman, et al., (2014), midieron los cambios del RSFC entre

una plantilla estándar de diferentes análisis de componentes independientes derivados del RSNs

bajo la influencia de dos drogas psicoactivas diferentes, el estimulante/hibrido psicodélico,

MDMA, y el clásico psicodélico, psilocibina. Ambos fueron administrados en diseños placebo-

control y produjeron efectos subjetivos marcados, aunque los reportes de cambios más profundos

en la conciencia fueron observados después de la administración de psilocibina. El análisis de la

psilocibina fue realizado con sujetos en un estudio placebo-controlado mientras que el de la

MDMA fue doble-ciego, aleatorio y placebo-controlado.


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En el estudio de la psilocibina participaron 15 sujetos saludables. Como requisito los

participantes no podían tener ningún historial familiar o propio de trastorno psiquiátricos,

dependencia de sustancias, enfermedad cardiovascular y no tener historial de una respuesta

adversa a una droga alucinógena. En el estudio del MDMA participaron 25 sujetos saludables.

Para analizar los cambios en los estados de conciencia se realizaron, para la psilocibina

imágenes en un sistema 3T GE HDx. Se realizaron exploraciones anatómicas antes de cada

exploración funcional. En el del MDMA las imágenes fueron realizadas en un 3T Siemens Tim

Trio. Obtuvieron imágenes de referencia anatómica utilizando un ADNI-GO recomendado por

los parámetros MPRAGE.

En el estudio de la psilocibina, los sujetos estuvieron 12 minutos en un estado de

descanso con los ojos cerrados mientras se le realizaba un BOLD fMRI en 2 ocasiones separadas

con al menos 7 días de diferencia: en una ocasión se le administraba el placebo y en la otra la

psilocibina.

En el estudio del MDMA, se realizaron dos exploraciones BOLD en estado de descanso

en cada sesión de exploraciones funcionales. La primera exploración BOLD ocurrió 60 minutos

liego de haber ingerido una capsula de MDMA y la segunda 113 minutos después.

Los efectos subjetivos de 2mg de psilocibina, administrada mediante una inyección

intravenosa, alcanzó su pico a los 5 minutos y disminuyo completamente luego de los 45 – 68

minutos. Los efectos subjetivos incluyeron percepción visual alterada, un sentido de espacio y

tiempo alterado y una imaginación vivificada. Los efectos del MDMA en su pico fueron 69% ±

15. No hubo una diferencia significativa entre las intensidades bajo las dos drogas.
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Al finalizar el estudio se encontró que la psilocibina produjo cambios marcados en el

RSFC entre redes, generalmente en el aumento del acoplamiento entre el RSNs, con una

disminución adicional en el acoplamiento entre las redes visuales y sensomotoras. El MDMA

tiene un efecto menos marcado entre las redes del RSFC sugiriendo que los efectos de la

psilocibina son más profundos en la función global del cerebro lo cual podría explicad sus

efectos más profundos en la conciencia.

LSD (Dietalmida de Ácido Lisérgico)

El LSD es un conocido alucinógeno el cual activa el sistema serotonérgico, tiene afinidad

con el receptor 5-HT2A. La sustancia provoca que los filtros de la corteza de expandan de forma

que se consigue estimular vías nerviosas sin que exista un estímulo causal (Minuzzi,2005). Fue

uno de los primeros psicodélicos que se investigó su uso terapéutico en el campo de la salud

mental. Se ha utilizado en psicoterapia asistida, en tratamiento de trastornos del estado del

ánimo, adicción y como un potenciador de control mental.

Gasser, et al., 2014 realizaron un estudio piloto en Suiza, con control doble ciego y

placebo; con el propósito de examinar la seguridad del LSD en psicoterapia asistida en doce

pacientes con ansiedad asociada con enfermedades que amenazan la vida. El tratamiento incluyó

sesiones de psicoterapia sin drogas complementadas por dos sesiones, sesiones de psicoterapia

asistida con LSD por dos a tres semanas. Ocho de los participantes del estudio recibieron dosis

de 200µg de LSD y los otros cuatro, dosis de 20µg hasta 200µg. Luego de un inicio ciego el

tratamiento fue desenmascarado entre el grupo de cuatro participantes. En los dos meses de

seguimiento, tendencias positivas fueron observadas según medido por el Inventario de Ansiedad

Estado Rasgo (STAI). Se observaron reducciones en rasgos de ansiedad (p=0.003) con un efecto
19

de tamaño de 1.1 y también hubo reducciones significativas en los estados de ansiedad (p=0.021)

con un tamaño del efecto 1.2. No se observaron efectos agudos o crónicos que persistieran más

de un día después del tratamiento o eventos graves relacionados con el tratamiento. Las

reducciones observadas a través del STAI se mantuvieron durante doce meses. Estos resultados

sugieren que cuando el LSD es administrado con seguridad, en un entorno médicadamente

supervisado y utilizando una metodología rigurosa, la sustancia puede reducir la ansiedad. Los

autores recomiendan realizar estudios controlados con muestras más grande.

En un estudio realizado por Carhart- Harris, Kaelen, et al., (2014), se investigó el efecto del

LSD en la sugestionabilidad. Para llevar a cabo este estudio placebo controlado, se seleccionaron

10 voluntarios saludables a los cuales se le administró de 40 a 80 microgramos de LSD

intravenosa. La sugestionabilidad y las imágenes mentales fueron medidas utilizando un CIS y

un MIT. El CIS y el MIT fueron divididos en dos versiones (A y B). El MIT y el CIS fueron

realizados 110 y 140 minutos, respectivamente, luego de la administración de LSD,

correspondiente al pico de los efectos de la droga.

Los resultados del estudio indicaron que no hubo un aumento en las imágenes mentales

con LSD lo cual es sorprendente dado que una característica prominente de esta droga en el

estado psicodélico es su aumento en las imágenes mentales, lo que se ha demostrado

experimentalmente. A parte de este hallazgo, hubo una correlación positiva y significativa entre

la capacidad de las imágenes de referencia y rasgo de absorción y entre el rasgo de absorción y

sugestionabilidad. Los investigadores concluyen que incluso con una dosis moderada de LSD

ocurre un aumento en la sugestionabilidad. Aquellos sujetos que eran más sensibles a este efecto

tuvieron las puntuaciones más altas en los rasgos de conciencia al inicio del estudio, lo que
20

podría estar apoyando la inferencia de que el LSD facilita la sugestionabilidad al suspender

temporeramente la habilidad de mantener el control de la mente y el ambiente.

Kaelen, et al. (2016) estudiaron la interacción entre el LSD y el escuchar música con los

ojos cerrados entre doce voluntarios sanos a través de estudios de resonancia magnética

funcional. Los participantes recibieron 75µg de LSD por vía intravenosa, en la segunda ocasión,

placebo, fueron analizados con los ojos cerrados bajo las condiciones de, con o sin escuchar

música. Los resultados revelaron un aumento en la conectividad funcional de la corteza (VC)

PHC – visual a APS al flujo de información de VC en la interacción entre música y LSD, según

medido por el fMRI. Éste último resultado correlacionó positivamente con mayores índices de

imágenes visuales con los ojos cerrados incluyendo imágenes de carácter autobiográfico. Estos

hallazgos sugieren una posibilidad de que el LSD pueda utilizarse en combinación con la música

para mejorar ciertas experiencias subjetivas que pueden ser útiles dentro de un contexto

terapéutico.

Estos estudios nos presentan resultados prometedores con el uso del LSD bajo

condiciones de seguridad en el manejo de la ansiedad estado-rasgo, para estimular la

sugestionabilidad y combinado con la música para mejorar experiencias subjetivas dentro de un

contexto terapéutico. El posible uso del LSD en psicoterapias asistidas en personas con PTSD es

un tema todavía emergente con futuras posibilidades, se requerirá mayor cantidad de estudios

controlados.

Conclusiones

El potencial terapéutico del uso de los psicodélicos dentro de la psicoterapia asistida con

fármacos se está re-examinando en la actualidad. El aumento del rigor en las investigaciones


21

incluyendo el desarrollo de protocolos de seguridad ha permitido que la investigación con estas

sustancias renazca en la comunidad científica. Los adelantos de la neurociencia ha provisto al

campo de la investigación sobre los psicodélicos de los instrumentos de evaluación necesarios

para evaluar cómo trabajan los mismos en el cerebro, este el caso del FMRI. De igual

importancia ha sido el descubrimiento de redes neurales como lo es el DMN y de estructuras

como la ínsula.

El PTSD es un trastorno que históricamente ha sido muy difícil el manejo de su clínica.

El uso de la psilocibina y el MDMA tienen un futuro alentador dentro del contexto de la

terapéutica de este trastorno, según la evidencia científica que está emergiendo.

Los estudios pilotos del LSD sugieren posibilidades de uso de la sustancia en el manejo

de la ansiedad, aumento de la sugestionabilidad y combinada con la música para mejorar

experiencias subjetivas dentro de un contexto terapéutico, esto hace de la sustancia una candidata

para la investigación con personas que manifiestan PTSD.

Todas estas sustancias psicodélicas tienen una influencia desorganizativa en las

actividades corticales de estructuras como la amígdala, hipocampo, corteza medial-frontal y

otras, y estas están directamente relacionadas con el PTSD. Esta desregularización cerebral

permite al mismo operar en una forma libre y menos constriñida de manera que facilitaría que la

persona con PTSD en psicoterapia pueda manejar memorias y emociones categorizados como

traumáticas que posiblemente no manejaría en otras circunstancias.

Los estudios sobre el PTSD y los psicodélicos son aún muy escasos y difíciles de realizar.

Se deben fomentar cambios en la legislación sobre la clasificación de estas sustancias, de forma

que facilite la investigación. De igual importancia sería el fortalecer los protocolos de seguridad
22

en las investigaciones. El estudio de los psicodélicos y sus posibilidades de uso en la terapia

asistida para el tratamiento del PTSD y otros trastornos representa un notable avance en las

ciencias. Las posibilidades de investigación en este tema son inagotables, en un futuro se podría

estudiar hasta los efectos de la administración combinada de psicodélicos en el PTSD.

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