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Salmo 57

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Salmo 57 (56)

Oración matutina de un afligido

Presidente: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Todos: Amén
Oración
Transforma, Señor, la iniquidad de esta humilde familia que se cobija a la sombra de tus alas,
para que, una vez que hayas enviado tu misericordia desde el cielo, seamos liberados de las
funestas fosas de las insidias. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

SALMO
Misericordia, Dios mío, misericordia, Han tendido una red a mis pasos,
que mi alma se refugia en ti; para que sucumbiera;
me refugio a la sombra de tus alas me han cavado delante una fosa,
mientras pasa la calamidad. pero han caído en ella.

Invoco al Dios altísimo, Mi corazón está firme, Dios mío,


al Dios que hace tanto por mí: mi corazón está firme.
desde el cielo me enviará la salvación, Voy a cantar y a tocar:
confundirá a los que ansían matarme, despierta, gloria mía;
enviará su gracia y su lealtad. despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres; Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
sus dientes son lanzas y flechas, tocaré para ti ante las naciones:
su lengua es una espada afilada. por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria. Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Reflexión
El dualismo luz-tinieblas recorre la sagrada escritura como una clave espiritual que marca
los contrastes de la vida y de la historia y solamente hallará su punto de unidad y de
equilibrio en la primera y en la segunda creación. En la primera, todo era caos y confusión
porque no había luz, pero Dios pronuncia su primera palabra creadora y es creada la luz y,
con ella, toda la creación va poco a poco, día tras día, despejando el caos y encontrando el
orden. En la segunda creación, anticipada como experiencia luminosa en el signo de la
transfiguración, Cristo vence las tinieblas de la noche y en la mañana de la resurrección un
ángel vestido de luz anuncia a las mujeres nuevas la buena nueva: “No está aquí, ha
resucitado como les había anunciado”. En la Jerusalén del cielo ya no habrá ni oscuridad, ni
necesidad de lámparas ni de sol, porque El cordero será su luz.
El salmista, tal vez sin pretenderlo, anuncia con su canto ese momento de la luz que disipa
las tinieblas de la muerte y destruye al pecado, sometiendo al príncipe de las tinieblas (antes
«Luzbel»). Es realmente un salmo profético que nos enciende una luz en medio de la muerte,
de la misma forma que Dios abre caminos en la muerte de Egipto y conduce al pueblo a la
tierra de la promesa. El paso de la primera parte a la segunda en el poema es como el paso
de la muerte a la vida. El afligido se refugia en el Señor como el polluelo se esconde bajo las
alas de la gallina madre mientras pasa el peligro y la trampa que se le había tendido al hijo
y a la madre resulta ser la zancadilla en la que cae el mismo que la puso. En la noche de la
resurrección el dragón apocalíptico pensó que había engullido para siempre al Señor de la
vida y recitó anticipadamente el malévolo estribillo que Nietzsche pone en los labios de
Zaratustra: “Dios ha muerto”. Pero en la mañana de la resurrección la Iglesia feliz entonaba
ya otro canto: La muerte ha muerto, “¿Dónde está muerte tu victoria? ¿dónde tu aguijón?”.
Se trata de un salmo pascual por excelencia que entonamos los creyentes cada vez que
experimentamos el paso salvador del Señor por nuestras vidas y nuestra muerte se hace
pascua. Ya no somos de la noche ni de las tinieblas, sino que somos hijos de la luz y vivimos
como hijos de la luz e hijos del día. Cada mañana amanece el sol y con sus rayos disipa la
oscuridad y se alejan las penas y lo miedos. La Iglesia madruga todos los días, antes de que
salga el sol, para anunciar el nuevo día en el que nos ha visitado Jesús, el sol que nace de lo
alto, el lucero radiante de la aurora y rasga el arpa y la cítara mientras canta los salmos en
nombre de toda la creación que une su voz a la de los ángeles y todos entonan el himno
universal en honor al Dios creador y salvador.
Terminado la reflexión, el que dirige invita a decir en voz alta las intenciones o peticiones por la que se realizará el
Santo Rosario. (Una de ellas el fin del Coronavirus y por los médicos y personal de Salud)

Se inicia el Santo Rosario como de Costumbre repartiendo entre varios miembros de la familia cada uno de los
misterios que corresponden a cada día. (Lunes y Sábado: Misterios Gozosos, Martes y Viernes: Misterios Dolorosos,
Jueves: Misterios Luminosos, Miércoles y Domingo: Misterios Gloriosos.) Al finalizar se hace la siguiente Oración:
Oración del Papa Francisco a la Virgen María
Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos, que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de
Jesús, manteniendo firme tu fe. Tú, Salvación del pueblo colombiano, sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás para que, como en Caná de Galilea, vuelvan la alegría
y la fiesta después de esta prueba. Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la
voluntad del Padre y hacer lo que Jesús nos dirá, Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí
mismo se cargó de nuestros dolores para guiarnos a través de la cruz, a la alegría de la
resurrección. Amén. Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies
nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y
bendita. Amén

Juntos dicen: El Señor nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la Vida Eterna. Amén.

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