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Matires Del Zenta
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Matires Del Zenta
El Santo Padre ha aprobado que los misioneros del Zenta Don Pedro Ortiz
de Zárate, párroco de Jujuy y Juan Antonio Solinas, sacerdote jesuita sean
declarados mártires. Junto a ellos celebramos la entrega heroica de la
“comunidad misionera” que los acompañaba, un grupo de laicos, entre ellos
españoles, mulatos y aborígenes venidos desde Humahuaca al servicio del
proyecto misionero.
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todos los pueblos, hasta los confines de la tierra”. Esta fue la motivación de la
iniciativa misionera de esta comunidad de mártires.
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El peculiar momento de la historia que nos toca vivir nos dice de muchas
maneras que nuestra Iglesia diocesana necesita con urgencia renovar y
fortalecer la capacidad de curar heridas, de brindar calor al corazón de los
hermanos, dar cercanía, acogida, tener gestos que alivian y reconfortan. En
el hoy de la historia, en su permanente salida misionera, la Iglesia es llamada
a ser manifestación de acogida y misericordia. “Hacer-tener” la experiencia de
la misericordia de Dios que envuelve nuestra vida con su ternura. La Iglesia
samaritana está llamada a ser compasiva y misericordiosa.
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“Cuando los pueblos y las culturas se devoran sin amor y sin respeto, no
es el fuego de Dios, sino del mundo. Y, sin embargo, cuántas veces el don de
Dios no ha sido ofrecido sino impuesto, cuántas veces ha habido colonización
en vez de evangelización. Dios nos guarde de la avidez de los nuevos
colonialismos.” (Homilía en la misa de apertura del Sínodo de la Amazonía)
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Por eso creemos que merece ensayarse una somera explicación sobre
qué significa el martirio in odium fidei (Martirio en odio a la fe).
¿Qué es el martirio?
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El mártir siempre muere por odium fidei. A la luz de lo que dijimos sobre
la noción posconciliar de martirio puede entenderse que es también odium
fidei, el rechazo hacia conductas que son consecuencias de la fe. Esto ya podía
encontrarse en la doctrina clásica cuando Santo Tomás se pregunta "si sólo la
fe es causa del martirio" (ST 11-11 q124, a5). Allí explica que "a la verdad de
la fe pertenece no sólo la creencia del corazón, sino también la confesión
externa, la cual se manifiesta no sólo con palabras por las que se confiesa la
fe, sino también con obras por las que se demuestra la posesión de esa fe"
(ibíd.). Ilustra la· afirmación: con el ejemplo a Juan el Bautista, quien es
considerado mártir y no murió por defender la fe sino por reprender un
adulterio.
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SEMBLANZA PASTORAL
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que quince días no nos bastan más para poder atender a todas las confesiones
y a los demás trabajos del servicio del Señor, que estamos ofreciendo. El P.
Solinas ha trabajado y está trabajando estupendamente, tanto en el
confesionario como en el púlpito, que ha usado muy bien. Muchos días ha
tenido sermones y todos los días conversaciones con tantos ejemplos, la
enseñanza de la doctrina a los niños y a todas las categorías de la población,
y Dios lo ha dotado de salud y fuerza, y con ellas ha trabajado día y noche por
el bien de las almas sin distracción alguna en otras cosas. Dígnese Su
Reverencia dar muchas gracias al P. Solinas, por su gran trabajo, el celo y la
aplicación con que ha atendido todo, y sirva esto para confusión de mi tibieza.
Yo lo venero de verdad como un gran hijo de la Compañía, y como tal es
infatigable en su empeño por la salvación de las almas”.
Cuando tuvieron que partir hacia nuevos horizontes, los Hohonás, con
grandes voces, pedían que volvieran lo más pronto posible. Todos: españoles
de Corrientes e indios mostraban su pesar a causa de la partida de los padres
y les agradecían por el gran bien que habían hecho a toda la región, exaltando
su celo, así como el fervor, su gran fe y generosidad.
LA MISIÓN Y EL MARTIRIO
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sus planes de llegar hasta los Vilelas. Ninguno quiso conducirlos hasta ellos.
Su comarca quedaba hacia la parte oriental y el viaje llevaría unos veinte días.
Iban renunciando a ese sueño, porque, además, se enteraron de que no
hablaban el guaraní, que manejaba el P. Solinas.
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Por eso, ambos comenzaron a preparar sus almas para entregar sus vidas
y sangre por la salvación eterna de aquellos hermanos indígenas. Con todo,
tenían sus dudas sobre si dar o no importancia al aviso del cacique, por lo cual
no dejaron de compartir con los que se acercaban muchos signos de alegría y
afecto, y algunos dones y presentes modestos, de modo que volviesen alegres
y contentos a sus familias, para que, conquistados por esta amistad, al menos
algunos se resolvieran a agregarse al número de los catecúmenos.
Con esta santa ilusión, pero no sin temores, la mañana del 27 de octubre,
en la Capilla de Santa María, los dos sacerdotes oraron intensamente y se
prepararon con la celebración del Santo Sacrificio de la Misa. Primero lo hizo
el P. Solinas, luego Don Pedro.
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¿CELEBRAR EL MARTIRIO?
De allí que “dar la vida” señala un sacrificio tan pleno, que sólo se
entiende cuando se realiza por valores supremos, trascendentes, absolutos…
No podemos ofrecer ningún obsequio más preciado, porque éste lo abarca e
incluye todo…
Por eso, el martirio, que implica ofrendar libremente todo mi ser por
amor a Jesús, en medio de las circunstancias más adversas, cuando se
amenaza el mayor tesoro de que disponemos, para testimoniar Su Amor por
los hombres, imitando Su entrega en la cruz, es la máxima entrega a Dios a la
que puede aspirar un cristiano: la perfecta imitación del mayor acto de amor
posible, expresión de fe profunda, hasta el abandono completo en las manos
del Señor; manifestación de una esperanza invencible, firme y vigorosa en el
poder del Dios de la Vida, de la Libertad y de la Misericordia; realización
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Oración
(para la devoción privada implorando la canonización de los Mártires)
acabada del seguimiento fiel y amoroso de Aquel que se entregó por mí y por
la salvación de todos.
Falta aclarar que un tal acto de generosidad sin límites y sin vueltas, sólo
es posible con el auxilio de la gracia de Dios, que lo sostiene con la fuerza del
Espíritu Santo; y que esta colaboración de la gracia con nosotros,
imprescindible para gestos de esta altísima dignidad, no sofoca, coarta o
disminuye la libertad del hombre, sino que la eleva y amplifica para enfrentar
victoriosamente todo lo que la condiciona o afecta: el terror, el dolor, el
egoísmo, el miedo por las pérdidas, renunciar al futuro, e incluso cuestiones
lícitas o buenas en sí mismas, como el instinto natural de supervivencia, pero
que ante esta opción son postergadas para que resplandezca lo único que
merece un homenaje tal de parte de los humanos: testimoniar el Amor infinito
del Padre, revelado en el rostro del Crucificado-Resucitado por nuestra
redención.
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(para la devoción privada implorando la canonización de los Mártires)