Intervención Psicológica en Familias y Pareja
Intervención Psicológica en Familias y Pareja
Intervención Psicológica en Familias y Pareja
psicológica en
familias y pareja
Tema 4. Principales obstáculos y
limitaciones en la intervención
familiar y de pareja
Intervención psicológica en familias y pareja
Los objetivos que se pretenden alcanzar en este recurso son los siguientes:
Presentación
En este tema se abordarán aquellas dificultades que nos encontramos a la hora de
realizar intervenciones psicológicas trabajando con familias y/o parejas. Sin duda,
toda intervención conlleva una serie de posibles retos que superar, para lograr producir
el cambio en el otro, pero hay que tener especialmente en cuenta que estos obstáculos
se complejizan en el encuentro interpersonal de las terapias donde se trabajan con
más de una persona.
Son innumerbles las posibles limitaciones que van a surgir en estos escenarios, y un
primer paso será poder conocer y detectar estas dificultades, para posteriormente
planearse opciones de afrontamiento.
Algunas de las circunstancias que pueden hacer peligrar estos requisitos básicos
pueden ser (De la Espirella, 2008):
• Cuando no hay intención de cambio, como puede ser en los casos de parejas que
acuden a consulta por orden judicial, y donde sus miembros no perciben una
necesidad real de terapia.
• Si detectamos que uno de los miembros que acude a terapia trata de hacer una
alianza con el terapeuta haciéndole partícipe de secretos.
Las investigaciones de los últimos años en psicoterapia han centrado sus esfuerzos en
analizar qué factores comunes a toda orientación psicoterapéutica son los principales
responsables del cambio, y se ha encontrado que es la calidad del vínculo paciente-
terapeuta (o alianza terapéutica) la que actúa como factor principal en el proceso de
intervención. Es por ello que un adecuado vínculo terapéutico puede llevar al éxito de
la terapia, o del otro lado, un vínculo mal establecido puede suponer el fracaso del
proceso (Fossa, 2012).
Figura 1. La alianza terapéutica es esencial para conseguir el éxito del tratamiento. Fuente: Shutterstock.
Figura 2. El manejo de los secretos en terapia familiar es importante para evitar conflictos. Fuente:
Shutterstock.
• El caso más extremo aparece cuando existen miembros con una fuerte afinidad
hacia el terapeuta, en contraposición con el claro rechazo o antagonismo de
otros miembros de la familia. A este tipo de alianza se le ha denominado alianza
dividida de tipo severo (Muñiz, Friendlander y Escudero, 2009).
Es importante para lograr una alianza terapéutica con todos los integrantes de la
terapia que la figura del terapeuta preste atención simultánea a las necesidades del
sistema en su totalidad, entrelazándolas de tal manera que tenga sentido para todos
sus miembros. Para ello, deberá utilizar constantemente la técnica del reencuadre del
problema, recordando las buenas intenciones de todos al acudir a terapia y poniendo
énfasis particular en los valores comunes y fortalezas del conjunto (Escudero, 2009).
Un problema importante y no poco habitual cuando se está realizando terapia con más
de una persona —como es el caso de las terapias familiares y de pareja— puede suceder
cuando un miembro decide no acudir a intervención. Si existen conflictos y
desacuerdos en una unidad familiar o en una pareja, en la mayoría de las ocasiones
existen discrepancias respecto a un aspecto de la realidad y cómo actuar. De este
modo, puede que algunos integrantes de la terapia consideren adecuado buscar ayuda
psicológica y otros puede que no estén tan de acuerdo con esa decisión (Labrador,
2011).
¿Qué motivos pueden estar detrás de la decisión de no acudir a las sesiones conjuntas
de terapia? Labrador (2011) nos señala algunas posibilidades:
En estos casos, parece necesario intentar motivar a la persona que no asiste a fin de
que cambie su punto de partida y acuda a las sesiones. Esta estrategia también será
necesaria si todos los miembros acuden a terapia, pero al menos uno de ellos se
muestra muy desmotivado en la intervención. Algunas pautas de actuación en ante
estas situaciones serían:
• Indagar sobre cuáles son las razones que mueven a no acudir o no implicarse en
la terapia de este integrante en concreto, pues una vez conocidas es posible
intervenir de forma directa sobre ellas.
Si finalmente no se logra motivar a la otra parte y estamos ante una terapia de pareja
o familiar constituida por dos miembros, habrá que plantearse cambiar a un formato
de terapia individual para trabajar con el miembro demandante de ayuda. En esta
situación se tendrá que intentar trabajar para que a través de la actuación de la
persona que acude a terapia pueda producirse un cambio de relación (Labrador, 2011).
Para que una intervención dentro de una familia o de una pareja resulte eficaz, hay
que contar con la colaboración de todos los miembros de esta. Para ello, se debe
trabajar para que perciban beneficios todos, además de una mejora general en la
relación.
• Alude a problemas cotidianos e individuales que nada tienen que ver con el
objetivo planteado en el inicio de la terapia y que son más propios de la terapia
individual.
Figura 3. Interferencias durante la terapia: el rol del paciente boicoteador. Fuente: Shutterstock.
Además, hay que cuidar que este tipo de actuaciones sean utilizadas de manera
excepcional, pues el objetivo principal es trabajar por los objetivos comunes.
• Hacer visibles las ganancias de cada miembro que acude a terapia, porque es
importante que todos puedan identificar los beneficios de los cambios que se
están proponiendo.
• Intentar lograr una mayor implicación con los objetivos comunes a través de un
compromiso explícito.
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b. Los adultos pueden tener dificultades para comprender lo que nos quiere decir
un niño.
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Son familias que presentan problemas en el desarrollo del rol parental, escasa
delimitación de los subsistemas (y de sus límites generacionales) y una inconsistencia
en su organización estructural, donde un elevado número de sus integrantes presentan
problemas (Rodríguez, 2003).
Además, suele ser común la búsqueda de apoyo externo que cumpla con las tareas que
no pueden llevar a cabo por sí mismas, lo que a su vez alimenta la progresiva
disminución de sus propias competencias familiares y dependencia de la ayuda externa
(Rodríguez, 2003).
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Por todo ello, se presenta como necesaria la supervisión profesional de este tipo de
casos, ya que todas estas emociones pueden influir en el modo de intervenir. Además,
este tipo de ayuda es de gran utilidad para evitar situaciones de desgaste y
agotamiento, el ya conocido síndrome de estar quemado o burnout.
Figura 6. El síndrome de burnout puede aparecer ante el trabajo con familias multiproblemáticas.
Fuente: Shutterstock.
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Referencias bibliográficas
Fossa, P. (2012). Obstáculos del proceso terapéutico: una revisión del concepto de
vínculo y sus alteraciones. Revista de Psicología GEPU, 3(1), 101-126.
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