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La Evaluación

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“LA EVALUACIÓN”

Reconocemos dos tipos de evaluación: evaluación individual y evaluación grupal.


Cada una de ellas a su vez se puede subdividir en evaluación diagnóstica,
evaluación permanente de procesos y evaluación de resultados. Y cada una a su
vez evaluación de datos, conceptos o procedimientos.
En cada caso las actividades e instrumentos utilizados para evaluar serán
diferentes, debiendo haber siempre una coherencia entre el qué evaluar y el cómo
hacerlo, a su vez habrán de ser coherentes con las modalidades que haya
asumido el proceso de enseñanza-aprendizaje.
-Evaluación de datos, conceptos o procedimientos.
Sabes que los datos admiten solo una respuesta, correcta o incorrecta. Lo que se
espera cuando se trata de evaluar datos es que el alumno recuerde determinada
información. Así que se ponen en juego los problemas relacionados con la
memoria y las estrategias que los alumnos utilizan para memorizar aquello que
deben recordar.
La evaluación recupera los contextos de aprendizaje en los que se realizó, hay
mayores posibilidades que los datos así aprendidos puedan ser recordados, más
aún si el tiempo que sucede entre el aprendizaje y la evaluación es relativamente
breve.
Otra es la situación relativa a los conceptos, acordamos que de lo que se trata en
estos casos es evaluar la comprensión y los sentidos que los alumnos le adjudican
a los conceptos. Se recomienda evitar el pedido literal de definir, dada la dificultad
que tal actividad implica.
Con relación a los procedimientos cabe más que nunca la aclaración que solo
pueden ser evaluación en función de las actividades concretas que se realizan en
el proceso de enseñanza-aprendizaje. La propuesta de trabajar con situaciones
problemáticas permite una evaluación integral del aprendizaje de procedimientos,
su utilización, funcionalidad y significación. De lo contrario la evaluación se
transforma en una mera adjudicación de una calificación y se pierden de vista las
informaciones más importantes que el docente y los propios alumnos pueden
obtener de sus propios procesos de aprendizaje.
En cualquiera de estos casos, la orientación del docente, su intervención en el
momento mismo de la evaluación, puede ser altamente significativa, ya que de lo
que se trata no es de saber qué hace solo, sino como resuelve una situación
problemática, aunque para ello ante los casos de duda o inseguridad pueda
solicitar la opinión del docente.
-Evaluación diagnóstica, permanente y de resultados.
La evaluación debe permitir ajustar la ayuda pedagógica a las características
individuales de los alumnos mediante aproximaciones sucesivas y debe
determinar el grado en que se ha conseguido los objetivos.
Definimos a la evaluación como una oportunidad para: 1) Regular las estrategias
didácticas en función de los conocimientos, aprendizajes e ideas previas; 2)
Advertir dónde han estado los errores y elegir nuevas estrategias y actividades
para ayudar al alumno en el aprendizaje que aún no han logrado construir; 3)
Realizar correcciones y ajustes en las estrategias de acuerdo a los logros
obtenidos en función de los objetivos propuestos.
*Evaluación diagnóstica.
La evaluación diagnóstica (al inicio del año escolar y al inicio de cada secuencia
didáctica, cuyo objetivo es conocer las posibilidades, conocimientos y destrezas
de los alumnos) y la evaluación permanente, de proceso y resultados, son
herramientas pedagógicas de alto valor, en tanto no condicionen las respuestas de
los alumnos por estar impregnadas de situaciones angustiantes.
Sin la evaluación diagnóstica no tendríamos datos para comparar el proceso de
aprendizaje de los alumnos, sus logros y dificultades, dado que esta nos sitúa en
el punto de partida de los alumnos. Sin la evaluación permanente, no podríamos ir
ajustado la ayuda pedagógica a las necesidades de los alumnos.
¿Qué evaluar? Los conocimientos previos con los que cuenta el alumno para
iniciar el nuevo proceso de aprendizaje, esto es, los aprendizajes anteriores y las
ideas previas que tiene al respecto.
¿Cuándo evaluar? Al comienzo de cada secuencia didáctica.
¿Cómo evaluar? Ante la presentación del nuevo material de estudio, se puede
solicitar un trabajo colectivo en el que los alumnos puedan ir comentando lo que
saben y lo que piensan acerca de eso que se les presenta como nuevo contenido.
*Evaluación permanente de procesos.
El objetivo de esta evaluación es proporcionar la ayuda pedagógica más adecuada
en cada momento. Nos permite advertir dónde han estado los errores y elegir
nuevas estrategias y actividades para ayudar al alumno en el aprendizaje que aún
no ha logrado construir.
¿Qué evaluar? Las estrategias que ponen en juego los alumnos y que posibilitan
determinados progresos, que originan obstáculos, dificultades, etc. En suma, los
errores y logros que los alumnos van teniendo, intentando advertir los avances
que se producen y, si no los hubiera, las causas posibles de los mismos.
¿Cuándo evaluar? Cada oportunidad debe ser aprovechada para evaluar el
proceso, a esto se le conoce como evaluación implícita y hace referencia a la
conveniencia de integrar la evaluación de las actividades cotidianas, durante el
proceso del aprendizaje.
¿Cómo evaluar? Se trata de realizar una observación sistemática y permanente
del proceso de aprendizaje de los alumnos, en el desarrollo de las diferentes
actividades áulicas. El momento de la corrección de las tareas es una excelente
oportunidad para trabajar con el alumno acerca de sus logros, dificultades, errores,
omisiones, etc.
Cuando el docente tiene uno o dos cursos de alumnos a su cargo puede ir
llevando un registro más o menos claro de las dificultades y avances de sus
alumnos. Cuando se trata de profesores que tienen a su cargo determinadas
materias y por lo tanto trabajan en diferentes instituciones y tienen a su cargo
muchos grupos de alumnos a los que ven pocas horas semanales, se recomienda
realizar un registro de observación con los datos de las evaluaciones de los
procesos de sus alumnos.
*Evaluación de resultados.
Muchos docentes que adhieren a propuestas de trabajo constructivistas,
mantienen las formas de evaluación tradicionales con el argumento de “que hay
que ponerle una nota a cada chico”. La finalidad de esta evaluación es determinar
si se han alcanzado o no, y hasta qué punto, las intenciones educativas que están
en la base y en el origen de la intervención pedagógica.
Toda evaluación puede pensarse en términos también de aprendizaje, esto es,
formando parte del proceso global de aprendizaje y no como una instancia
diferente o separada de éste. Cuando se retrabaja la evaluación, cuando ante
cada evaluación les damos a los alumnos la posibilidad de un recuperatorio, es
decir rehacer su evaluación a partir de los señalamientos que el docente pueda
haberle hecho. Esta evaluación puede conducir a una acreditación o a una
certificación de estudios.
¿Qué evaluar? En este caso lo que evaluamos son los conocimientos que el
alumno ha logrado construir en función de la distancia que los separa de los que
se esperaba que fuera capaz de hacer. Los objetivos del docente o los objetivos
del ciclo son los que marcan la meta a alcanzar, y es sobre este parámetro que se
evaluar.
¿Cuándo evaluar? Esta evaluación está prevista al cierre de cada secuencia
didáctica y puede también utilizarse al finalizar el año escolar o al finalizar un ciclo
escolar. De todos modos, agregamos que la evaluación final “de aprovechamiento”
tiene un valor relativo si no va acompañada de una evaluación permanente, donde
el docente realice junto a sus alumnos un seguimiento permanente del desarrollo
de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Esto significa que el docente, sus
estrategias y actividades también deben ser evaluados.
Cuando se trata de evaluar una secuencia, es importante atender especialmente a
la evaluación de las actividades que se propusieron explicitando dentro de lo
posible, los criterios que nos llevan a afirmar que una actividad fue exitosa o no.
Evaluar equivale a analizar una situación con relación a los logros y fracasos y,
también a buscar explicaciones para esos logros y fracasos.
Cuando nos referimos a la evaluación del docente, hacemos fundamentalmente
hincapié en las estrategias que utiliza para ayudarles a sus alumnos a aprender.
¿Cómo evaluar? Proponemos las evaluaciones en las que los datos,
procedimientos y conceptos deban ser creativamente utilizados. Para ellos el
trabajo con situaciones problemáticas es la que mejor define esta modalidad de
evaluación.
-Evaluación grupal.
Si bien es importante que los alumnos revisen tanto su proceso como el producto
de sus aprendizajes, también es importante que puedan realizar un análisis acerca
de qué les pasó como miembros de un grupo de aprendizaje, dado que
entendemos que todo el proceso de evaluación tiene un doble destinatario.
Las actividades deben dar lugar a procesos de evaluación implícita que brinden
información cualitativa acerca de los procesos que se está realizando.
Algunas preguntas que pueden orientar la evaluación grupal: ¿cómo se constituyó
el grupo? ¿Cuál fue la responsabilidad grupal que asumió cada miembro y el
grupo como totalidad? ¿qué roles asumió cada integrante? ¿estos roles fueron
fijos o dinámicos? ¿hubo cooperación y solidaridad grupal? ¿el logro del objetivo
propuesto pudo ser asumido en forma compartida por todos los miembros? Entre
otras.
-Evaluar no es sinónimo de medir.
Consideramos que la evaluación de manera explícita o implícita, está presente
siempre en la escuela, por lo que, si agregamos a los tiempos destinados
formalmente a la evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje, aquellos otros
momentos informales de evaluación, advertiremos que la evaluación forma parte
indisoluble de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje escolar.
La evaluación no solo se utiliza para ponderar procesos y resultados. También se
la suele utilizar como herramienta para mantener el orden, como elemento de
sanción, o para hacer sentir al grupo de alumnos la autoridad docente.
La evaluación requiere diferenciar los diferentes tipos de evaluación y remitirnos,
explícitamente, a los fundamentos pedagógicos de la misma.

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