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Teología I - Ficha 2 - Condición y Naturaleza Humana

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INSTITUTO SUPERIOR PARTICULAR INCORPORADO N°9232 “DON

BOSCO”
TEOLOGÍA I

Ficha 2: Condicion y naturaleza


humana
Fecha: martes, 20 de abril de 2021

Saludos queridos estudiantes,

Espero hayan tenido un buen inicio de cursado, en esta modalidad tan particular que
ahora debemos asumir.

Después del primer trabajo que nos sirvió como para meternos en algunos temas
generales, desde una mirada crítica de la realidad que nos toca atravesar, ahora con este ya
queremos entrar a los contenidos propios de la materia.

Atte.

P. Leonel Cánepa sdb

1. Texto: La Condición Humana1, de Hannah Arendt

1.1. Lectura: Vita activa y la condición humana2


Con la expresión vita activa me propongo designar tres actividades
fundamentales: labor, trabajo y acción. Son fundamentales porque cada una
corresponde a una de las condiciones básicas bajo las que se ha dado al hombre la vida
en la tierra.

Labor es la actividad correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano,


cuyo espontáneo crecimiento, metabolismo y decadencia final están ligados a las
necesidades vitales producidas y alimentadas por la labor en el proceso de la vida. La
condición humana de la labor es la misma vida.

Trabajo es la actividad que corresponde a lo no natural de la exigencia del


hombre, que no está inmerso en el constantemente repetido ciclo vital de la especie, ni
cuya mortalidad queda compensada por dicho ciclo. El trabajo proporciona un
«artificial» mundo de cosas, claramente distintas de todas las circunstancias naturales.
Dentro de sus límites se alberga cada una de las vidas individuales, mientras que este
mundo sobrevive y trasciende a todas ellas. La condición humana del trabajo es la
mundanidad.

La acción única actividad que se da entre los hombres sin la mediación de cosas
o materia, corresponde a la condición humana de la pluralidad, al hecho de que los
hombres, no el Hombre, vivan en la Tierra y habiten en el mundo. Mientras que todos
los aspectos de la condición humana están de algún modo relacionados con la política,

1
ARENDT, Hannah. La condición humana, Buenos Aires, Ed. Paidós, 2009.
2
Ibid, pág. 21-25
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esta pluralidad es específicamente la condición – no sólo la conditio sine qua non, sino
la conditio per quam – de toda vida política. Así, el idioma de los romanos, quizás el
pueblo más político que hemos conocido, empleaba las expresiones «vivir» y «estar
entre hombres» (inter homines esse) o «morir» y «cesar de estar entre hombres (inter
homines esse desinere) como sinónimos. Pero en su forma más elemental, la condición
humana de la acción está implícita incluso en el Génesis («y los creó macho y
hembra»), si entendemos que esta historia de la creación del hombre se distingue en
principio de la que nos dice que Dios creó originalmente el Hombre (adam), a «él» y no
a «ellos», con lo que la multitud de seres humanos se convierte en resultado de la
multiplicación.' La acción sería un lujo innecesario, una caprichosa interferencia en las
leyes generales de la conducta, si los hombres fueran de manera interminable
repeticiones reproducibles del mismo modelo, cuya naturaleza o esencia fuera la misma
para todos y tan predecible como la naturaleza o esencia de cualquier otra cosa. La
pluralidad es la condición de la acción humana debido a que todos somos lo mismo, es
decir, humanos, y por tanto nadie es igual a cualquier otro que haya vivido, viva o
vivirá.

Estas tres actividades y sus correspondientes condiciones están íntimamente


relacionadas con la condición más general de la existencia humana: nacimiento y
muerte, natalidad y mortalidad. La labor no sólo asegura la supervivencia individual,
sino también la vida de la especie. El trabajo y su producto artificial hecho por el
hombre, concede una medida de permanencia y durabilidad a la futilidad de la vida
mortal y al efímero carácter del tiempo humano. La acción, hasta donde se compromete
en establecer y preservar los cuerpos políticos, crea la condición para el recuerdo, esto
es, para la historia. Labor y trabajo, así como la acción, están también enraizados en la
natalidad, ya que tienen la misión de proporcionar y preservar – prever y contar con –
el constante aflujo de nuevos llegados que nacen en el mundo como extraños. Sin
embargo, de las tres, la acción mantiene la más estrecha relación con la condición
humana de la natalidad; el nuevo comienzo inherente al nacimiento se deja sentir en el
mundo sólo porque el recién llegado posee la capacidad de empezar algo nuevo, es
decir, de actuar. En este sentido de iniciativa, un elemento de acción, y por lo tanto de
natalidad, es inherente a todas las actividades humanas. Más aún, ya que la acción es la
actividad política por excelencia, la natalidad, y no la mortalidad, puede ser la categoría
central del pensamiento político, diferenciado del metafísico.

La condición humana abarca más que las condiciones bajo las que se ha dado la
vida al hombre. Los hombres son seres condicionados, ya que todas las cosas con las
que entran en contacto se convierten de inmediato en una condición de su existencia. El
mundo en el que la vita activa se consume, está formado de cosas producidas por las
actividades humanas; pero las cosas que deben su existencia exclusivamente a los
hombres condicionan de manera constante a sus productores humanos. Además, de las
condiciones bajo las que se da la vida del hombre en la Tierra, y en parte fuera de ellas,
los hombres crean de continuo sus propias y autoproducidas condiciones que, no
obstante su origen humano y variabilidad, poseen el mismo poder condicionante que
las cosas naturales. Cualquier cosa que toca o entra en mantenido contacto con la vida
humana asume de inmediato el carácter de condición de la existencia humana. De ahí
que los hombres, no importa lo que hagan, son siempre seres condicionados. Todo lo
que entra en el mundo humano por su propio acuerdo o se ve arrastrado a él por el
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esfuerzo del hombre pasa a ser parte de la condición humana. El choque del mundo de
la realidad sobre la existencia humana se recibe y siente como fuerza condicionadora.
La objetividad del mundo – su carácter de objeto o cosa – y la condición humana se
complementan mutuamente; debido a que la existencia humana es pura existencia
condicionada, sería imposible sin cosas, y éstas formarían un montón de artículos no
relacionados, un no-mundo, si no fueran las condiciones de la existencia humana.

Para evitar el malentendido: la condición humana no es lo mismo que la


naturaleza humana, y la suma total de actividades y capacidades que corresponden a la
condición humana no constituye nada semejante a la naturaleza humana. Ni las que
discutimos aquí, ni las que omitimos, como pensamiento y razón, ni siquiera la más
minuciosa enumeración de todas ellas, constituyen las características esenciales de la
existencia humana, en el sentido de que sin ellas dejaría de ser humana dicha
existencia. (…)

El problema de la naturaleza humana, la quaestio mihi factus sum de san


Agustín («he llegado a ser un problema para mí mismo»), no parece tener respuesta
tanto en el sentido psicológico individual como en el filosófico general. Resulta muy
improbable que nosotros, que podemos saber, determinar, definir las esencias
naturales de todas las cosas que nos rodean, seamos capaces de hacer lo mismo con
nosotros mismos, ya que eso supondría saltar de nuestra propia sombra. Más aún, nada
nos da derecho a dar por sentado que el hombre tiene una naturaleza o esencia en el
mismo sentido que otras cosas. Dicho con otras palabras: si tenemos una naturaleza o
esencia, sólo un dios puede conocerla y definirla, y el primer requisito sería que hablara
sobre un «quién» como si fuera un «qué». La perplejidad radica en que los modos de la
cognición humana aplicable a cosas con cualidades «naturales», incluyendo a nosotros
mismos en el limitado grado en que somos especímenes de la especie más desarrollada
de vida orgánica, falla cuando planteamos la siguiente pregunta: «¿Y quiénes somos?».
A esto se debe que los intentos de definir la naturaleza humana terminan casi
invariablemente en la creación de una deidad, es decir, en el dios de los filósofos que,
desde Platón, se ha revelado tras estudio más atento como una especie de idea
platónica del hombre. Claro está que desenmascarar tales conceptos filosóficos de lo
divino como conceptualizaciones de las capacidades y cualidades humanas no supone
una demostración, ni siquiera un argumento, de la no existencia de Dios; pero el hecho
de que los intentos de definir la naturaleza del hombre lleven tan fácilmente a una idea
que de manera definitiva nos suena como «superhumana» y, por lo tanto, se identifique
con lo divino, arroja sospechas sobre el mismo concepto de «naturaleza humana».

Por otra parte, las condiciones de la existencia humana -la propia vida,
natalidad y mortalidad, mundanidad, pluralidad y la Tierra- nunca pueden «explicar»
lo que somos o responder a la pregunta de quiénes somos por la sencilla razón de que
jamás nos condicionan absolutamente. Ésta ha sido desde siempre la opinión de la
filosofía, a diferencia de las ciencias – antropología, psicología, biología, etc. – que
también se preocupan del hombre. Pero en la actualidad casi cabe decir que hemos
demostrado incluso científicamente que, si bien vivimos ahora, y probablemente
seguiremos viviendo, bajo las condiciones terrenas, no somos simples criaturas sujetas
a la Tierra. (…)
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1.2. Preguntas a partir de la lectura reflexiva del texto

a) ¿Qué distinción realiza la autora entre “condición” y “naturaleza” humana?


b) ¿Cuáles son los elementos que hacen a la condición humana? Explico brevemente cada
uno de ellos.
c) La autora expresa: “Cualquier cosa que toca o entra en mantenido contacto con la vida
humana asume de inmediato el carácter de condición de la existencia humana. De ahí
que los hombres, no importa lo que hagan, son siempre seres condicionados. (…) El
choque del mundo de la realidad sobre la existencia humana se recibe y siente como
fuerza condicionadora. La objetividad del mundo – su carácter de objeto o cosa – y la
condición humana se complementan mutuamente; debido a que la existencia humana
es pura existencia condicionada, sería imposible sin cosas, y éstas formarían un
montón de artículos no relacionados, un no-mundo, si no fueran las condiciones de la
existencia humana”. Teniendo en cuenta esta perspectiva: ¿Qué implicaciones
reconocemos en los elementos que hacen a la condición humana a partir de la
situación mundial que hoy atravesamos por la pandemia de COVID-19? Realizo un
ensayo de respuesta.

Responde a las preguntas realizadas, procurando no superar dos carillas.

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