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Patagonia, Su Geografía y Ecorregiones
Patagonia, Su Geografía y Ecorregiones
Patagonia, Su Geografía y Ecorregiones
Ecorregiones
Una Ecorregión dicho de una manera simple es “un paisaje original” o un territorio
geográficamente definido, en el que dominan determinadas condiciones geomorfológicas y
climáticas relativamente uniformes o recurrentes, caracterizado por una fisonomía vegetal
de comunidades naturales y seminaturales que comparten un grupo considerable de
especies dominantes, una dinámica y condiciones ecológicas generales y cuyas
interacciones son indispensables para su persistencia a largo plazo.
Argentina es uno de los países con mayor variedad de ecorregiones del mundo por tener
una extención de 35° de latitud y una variación altitudinal desde el nivel del mar hasta los
casi 7000 m.sn.m
En Patagonia se destacan cuatro de las 18 ecorregiones de nuestro país.
El Monte de llanuras y mesetas
Es el monte sureño y comparte la mayor aridez de Argentina con el “Monte de Sierras y
Bolsones” Presenta llanuras extensas y mesetas escalonadas que se distribuyen de un modo
discontínuo. Su clima es templado árido, con temperaturas medias anuales de 10° C a 14°
C, presenta grandes amplitudes térmicas y escasas precipitaciones (1000 mm a 200 mm
anuales)
El Mar Argentino
Esta Región abarca la plataforma continental Argentina con una subregión costera, desde
las costas hasta los 40 metros de profundidad y otra Oceánica Atlántica, desde los 40
metros de profundidad hasta los 200 metros de profundidad.
La costa Atlántica a lo largo de 4500 km presenta, acantilados, bahías, pequeñas islas,
algunos estuarios, playas rocosas y de arenas. En la mayor parte de la costa domina la
corriente fría de Malvinas. Las mareas son muy amplias en Patagonia, cuando el mar se
retira, deja al descubierto restingas, parecidas a acuarios marinos, donde se encuentran
anémonas, estrellas de mar, algas caracoles etc.
La subregión Oceánica tiene influencias de dos corrientes marinas, la del Brasil desde el
Norte y la de Malvinas desde el Sur.
Flora: existen praderas marinas con enorme diversidad de algas verdes, rojas y pardas,
asentadas en los fondos del mar, pero, sin dudas, lo más sorprendente son los bosques
submarinos de algas gigantescas llamadas cachiyuyos en las costas santacruceñas y más, en
las fueguinas (sus frondes alcanzan decenas de metros de longitud).
Fauna: aunque la franja costera es muy angosta, la costa alberga a una variada diversidad
de mamíferos y aves que las utilizan para reproducirse, a veces, en concentraciones
espectaculares. Muchas aves migratorias (como chorlos, chorlitos, playeros y gaviotines)
arriban a las costas para alimentarse estacionalmente. Hay gran riqueza de moluscos
(mejillón, cholga, calamar, pulpo), crustáceos (centolla) y peces (sardinas, anchoas,
corvinas, lenguado, pejerrey, merluza, caballa, salmón de mar, brótola, congrio, pez ángel y
róbalo) de gran valor comercial. Existe un cetáceo exclusivo de esta región, el amenazado
delfín del Plata o fransiscana. Entre los mamíferos, se destaca la ballena franca austral
(principal recurso turístico de Chubut), los lobos marinos (de uno y de dos pelos), el
elefante marino y varias especies de aves marinas (albatros, petreles, cormoranes, gaviotas,
gaviotines y pingüinos).
Problemas de conservación: sobrepesca, falta de control de las actividades turísticas,
contaminación industrial, doméstica y naviera (incluyendo derrames accidentales con
hidrocarburos), crecimiento urbano no planificado, captura accidental de mamíferos y aves
marinas en artes de pesca, basurales a cielo abierto que favorecen la explosión demográfica
La segunda postura es el Enfoque del Equilibrio, surgido entre los años 20 y 30 del
siglo XX y predominante hasta la década del 70. Provino del auge de las ciencias
ecológicas y convivió con el Enfoque Preservacionista. El objetivo principal de esta
corriente fue mantener los valores de diversidad biológica, partiendo de la premisa de que
los sistemas ecológicos poseen un punto de equilibrio estable y que además se autorregulan
funcional y estructuralmente. Por tanto, se contemplaba que una unidad específica de la
naturaleza podía ser conservada en una reserva por sí sola, pues dichas unidades mantenían
una configuración estable y balanceada naturalmente.
Asimismo, si la estabilidad se veía afectada por un disturbio2, el sistema regresaba a su
estado estable y equilibrado anterior por sí mismo. En suma, este enfoque consideraba que
las reservas podrían cumplir su función con éxito si eran aisladas y protegidas de la acción
del hombre (Meffe y Ronald Carrol, 1997).
Bajo la influencia de esta corriente, los humedales y los ambientes costeros comenzaron a
ser considerados como áreas a ser protegidas. Además, comenzaron a implementarse
políticas de índole ambiental y de ordenamiento territorial, que integraran temas asociados
con los usos del suelo, pues el tema de las ANP comenzó a realizarse en zonas que estaban
pobladas (Acerbi y Bachmann, 1999).
Una tercera vertiente en conservación, que surge a partir de los años 70, es el Enfoque
Desarrollista, que se basa en el concepto de desarrollo sustentable. Aquí, la idea que
prima es la de imponer limitaciones al uso de los recursos ambientales y tecnológicos, y a
la organización social, teniendo en cuenta la capacidad de la biosfera para absorber los
efectos de las actividades humanas. Es decir que el “‘equilibrio’ entre desarrollo y el
ambiente puede y debe constituir una meta universal” (Acerbi y Bachmann, 1999: 12). El
objetivo que plantea esta corriente es el abordaje de la conservación de los recursos
naturales permitiendo la satisfacción de necesidades y de bienestar tanto de las sociedades
actuales, como de las futuras. En este contexto surge la necesidad de reservar determinados
territorios de las transformaciones antrópicas e implica una voluntad de la sociedad de
conservar el paisaje. Esta concepción intenta evitar los conflictos sociales que se dan entre
los habitantes de las ANP, que hacen uso de sus recursos, aquellos que utilizan estos
espacios como sitios de recreación, que también intervienen en el paisaje (Acerbi y
Bachmann, 1999: 12).
Por último, y de manera paralela al Enfoque Desarrollista, desde las ciencias ecológicas, a
partir de los años 70, comienza a gestarse lo que más tarde se conoció como el Enfoque
del Desequilibrio o No Equilibrio. Aquí, se plantea que los sistemas ecológicos sólo
Centro de Estudios Superiores. Padre Alberto de Agostini.
Carrera: Tecnicatura Superior en Turismo - Cátedra: Patrimonio Turístico
Profesor: Leandro Gagiotti
en situaciones excepcionales se encuentran en equilibrio, ya que por lo general
intercambian con su entorno materia y energía; es decir, son abiertos. Asimismo, se indica
que periódicamente se ven afectados por disturbios que repercuten en su funcionamiento y
estructura; por tanto, la auto-regulación no es una propiedad intrínseca. Esta corriente
plantea como eje central la idea de que las ANP no serán unidades efectivas de
conservación si exclusivamente se empeñan en cerrarse a la intervención antrópica
(Meffe y Carrol, 1997). Así pues, esta vertiente considera las siguientes premisas: que una
reserva no podrá ser conservada sin considerar sus alrededores, por lo cual ellos deberán ser
contemplados cuando se planifique la conservación; que a través de largos períodos, la
conservación de estas unidades no se mantendrá por sí sola; y que las ANP tendrán que
afrontar disturbios naturales y sociales mediante los que cambiarán su estado inicial. Vale
señalar que este enfoque es el que predomina actualmente en nuestro país.
Bibliografía:
Caruso Sergio Adrían 2015
“Análisis del proceso de creación de los Parques Nacionales en Argentina”
Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires- Argentina
Pisano. M.F y Halpern K 2009 “La Historia de la Tierra contada desde el sur del
mundo” Fundación Azara.