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Patagonia, Su Geografía y Ecorregiones

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Patrimonio Turístico

Patagonia “La región más austral del planeta”


Algunas consideraciones de su geografía física
La Patagonia se extiende desde los 37° Sur hasta los 57° Sur, en el Cabo de Hornos, a
menos de 1000 km de la península Antártica.
Su principal rasgo geográfico es la Cordillera de los Andes, que actúa como divisoria de
aguas continentales y en amplios sectores, como límite natural entre Argentina y Chile.
En nuestro país se consideran dentro de la Patagonia a las provincias de: Neuquén, Río
Negro, extremo sur de Buenos Aires, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Totalizando
una superficie de 790.000 km2.
Sus límites Norte son los Ríos Barrancas y Colorado, las provincias de Mendoza, La
Pampa y Buenos Aires. Por el Oeste Chile y la Cordillera de Los Andes. El Océano
Atlántico por el Este y por el Sur la línea de vaguada del Canal de Beagle y la isla Navarino
(Chile)
Chile, considera su porción patagónica, como el territorio que se extiende desde los 43°
Sur en la Provincia de Palena, abarcando las regiones XI Región de Aisen y XII Región de
Magallanes y Antártica Chilena, dependiendo del autor, también suele incluirse a Chiloé
continental.
Desde el punto de vista climático
El domino del anticiclón del Pacífico Sur, sobre el anticiclón del Atlántico Sur, marca una
línea NO-SE, desde los Ríos Colorado y Neuquén, al Este de sus nacientes y alcanzando la
costa Atlántica en los 41° Sur. Al sur de esta línea imaginaria prevalecen las masas de aire
que determinan los vientos casi permanentes del Oeste, así como también la distribución de
las precipitaciones que caracterizan al clima patagónico.
De acuerdo con su ubicación latitudinal, la Patagonia se sitúa entre el cinturón de altas
presiones subtropicales y la zona de bajas presiones subpolares, por lo que está
íntegramente comprendida en la zona de circulación de los vientos del oeste del Hemisferio
Sur. Al sur de los 40° S estos vientos no tienen otro continente que se interponga en su
camino, por lo que adquieren una intensidad desconocida en el hemisferio norte. La
Cordillera de los Andes se interpone perpendicular a los vientos del oeste, creando un
marcado contraste climático entre el lado del Pacífico (barlovento) y el lado del Atlántico
(sotavento), contraste que se acompaña por uno de los gradientes de vegetación más
marcados del mundo. a lo largo de un transecto Oeste-Este de 400 km, se parte de un
bosque templado húmedo que deja lugar a prados y bosques alpinos, luego se pasa a
bosques continentales moderados, para terminar en un ambiente árido, de estepas y
semidesiertos en clima continental.

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Profesor: Leandro Gagiotti
Temperatura
La amplitud térmica media anual varía desde 16° C en el Norte de la región a 8°C en el Sur,
o hasta 4°C en las islas Magallánicas más expuestas. Tal como se mencionó anteriormente,
Patagonia se extiende sobre 20° de latitud. De acuerdo con el aumento de la latitud, la
relación entre la radiación solar incidente en verano y la de invierno aumenta
progresivamente. Sin embargo, debido al angostamiento del continente, el régimen de
temperaturas sigue un patrón opuesto. La amplitud térmica media anual varía desde 16°
C en el norte, a 8° en el sur, o hasta 4° en las islas magallánicas más exteriores. El primer
valor casi iguala a los del núcleo de continentalidad de toda la Argentina (17°C situado 400
km más al norte hacia los 35°S)
Precipitaciones

Ya se mencionaron las marcadas diferencias en la precipitación a ambos lados de los


Andes. Casi toda la Patagonia extra-andina recibe menos de 250 mm por año. Gran parte de
esta región se ubica dentro del régimen de lluvias marítimas invernales que está
condicionado por el desplazamiento del anticiclón del Pacífico sur-occidental durante esa
estación y el consecuente aumento de la actividad frontal desde el suroeste.

Ecorregiones
Una Ecorregión dicho de una manera simple es “un paisaje original” o un territorio
geográficamente definido, en el que dominan determinadas condiciones geomorfológicas y
climáticas relativamente uniformes o recurrentes, caracterizado por una fisonomía vegetal
de comunidades naturales y seminaturales que comparten un grupo considerable de
especies dominantes, una dinámica y condiciones ecológicas generales y cuyas
interacciones son indispensables para su persistencia a largo plazo.
Argentina es uno de los países con mayor variedad de ecorregiones del mundo por tener
una extención de 35° de latitud y una variación altitudinal desde el nivel del mar hasta los
casi 7000 m.sn.m
En Patagonia se destacan cuatro de las 18 ecorregiones de nuestro país.
El Monte de llanuras y mesetas
Es el monte sureño y comparte la mayor aridez de Argentina con el “Monte de Sierras y
Bolsones” Presenta llanuras extensas y mesetas escalonadas que se distribuyen de un modo
discontínuo. Su clima es templado árido, con temperaturas medias anuales de 10° C a 14°
C, presenta grandes amplitudes térmicas y escasas precipitaciones (1000 mm a 200 mm
anuales)

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La Estepa Patagónica
Es casi exclusiva de Argentina, salvo una pequeña ingresión en Chile.
Es recorrida por los ríos que nacen en la Cordillera de Los Andes y desembocan en el Mar
Argentino. Grandes Lagos que tienen su origen en la nieve o la fusión de hielo glaciar en la
cordillera se adentran en la estepa generando un marcado contraste de ambientes. Este
enorme semi desierto arbustivo donde predominan suelos pedregosos y arenosos con poca
materia orgánica es también el escenario de grandes mesetas , montañas bajas, colinas
erosionadas, dunas y acantilados costeros, así como también extensos valles de ríos como
los del Chubut, Deseado, Chico y Santa Cruz.
Su flora está adaptada al frío, la aridez y sequedad del suelo, por eso abundan plantas con
hojas pequeñas y duras, con espinas o compuestos resinosos. En el Noreste pequeños
arbustos como el quilembai. Hacía el Sur y la cordillera aumentan las precipitaciones, la
estepa arbustiva se transforma en coironal o estepa de coirones. En el Noroeste las
gramíneas son abundantes con manchones de Neneo.
Dentro de la fauna característica de la estepa podemos mencionar al Guanaco, Choiques,
Pumas, Zorros colorado y gris, Chinchillón Anaranjado, Piche, Hurón, Zorrino, Tuco-Tuco
y una gran diversidad de aves que se encuentran en los pastizales o espejos de agua como
flamencos, patos, macáes, cauquenes, también aves rapaces como el Águila Mora,
Caranchos, Chimangos entre otras.
Los principales problemas de conservación de la estepa patagónica están basados en; el
sobrepastoreo ovino, que genera focos de erosión y médanos vivos que avanzan. La caza
desmedida de Guanacos y Cauquenes, el control de especies perjudiciales con métodos no
selectivos que afectan a otras especies, por ejemplo: muerte de cóndores por carne
envenenada a fin de atraer pumas para evitar la predación sobre el ganado ovino. Focos
contaminantes derivados de la actividad petrolera o minera, basurales a cielo abierto,
introducción de peces exóticos, entre otras.
Los Bosques Patagónicos, Subandinos y Andino Patagónicos
Se extienden a lo largo de una frnaja estrecha recostada sobre la cordillera de Los Andes
que va desde el Norte de Neuquén hasta Tierra del Fuego.
Se trata de un paisaje muy apreciado turísticamente, con montañas escarpadas, cerros
nevados, ríos correntosos, glaciares espectaculares, lagos enormes y valles fértiles.
Flora: En el Norte (Neuquén) domina el Pehuén o Araucaria, llega a crecer hasta más de 40
metros de altura, en altitudes que van desde los 900 a 1800 m.s.n.m. Donde el clima es más
lluvioso, domina el Cohíue que junto a otras especies forman un bosque denso y húmedo,
llamado Selva Valdiviana (sur Neuquino y norte Rionegrino) Recibe ese nombre por el
aspecto tropical que le dan enredaderas, cañaverales, helechos y una gran variedad de
hongos y musgos. En terrenos anegadizos crece el Alerce, considerado un árbol gigante ya
que crece alcanzando alturas de más de 50 metros, muchas veces este último está asociado
al raro Ciprés de las Guaytecas. En Tierra del Fuego son comunes las turberas que son
cuencas lacustres generalmente de origen glaciar que actualmente están repletas de material

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vegetal más o menos descompuesto y que conocemos como turba de agua dulce. Em el
borde occidental de la Cordillera se desarrollan los árboles caducifolios como el Roble
Pellín, el Raulí, Lengas, Ñires y Notros.
Dentro de su fauna podemos destacar al Carpintero Gigante, la Paloma Araucana, el
Rayadito, el Huet-Huet, las Cachañas y el Picaflor Rubí, la Ranita Marsupial o de Darwin,
el Pudú, uno de los ciervos más pequeños del mundo, el Gato Huiña, el Monito de Monte,
el Huillín o lobito deRío, el Huemul y el Cóndor Andino.

El Mar Argentino
Esta Región abarca la plataforma continental Argentina con una subregión costera, desde
las costas hasta los 40 metros de profundidad y otra Oceánica Atlántica, desde los 40
metros de profundidad hasta los 200 metros de profundidad.
La costa Atlántica a lo largo de 4500 km presenta, acantilados, bahías, pequeñas islas,
algunos estuarios, playas rocosas y de arenas. En la mayor parte de la costa domina la
corriente fría de Malvinas. Las mareas son muy amplias en Patagonia, cuando el mar se
retira, deja al descubierto restingas, parecidas a acuarios marinos, donde se encuentran
anémonas, estrellas de mar, algas caracoles etc.
La subregión Oceánica tiene influencias de dos corrientes marinas, la del Brasil desde el
Norte y la de Malvinas desde el Sur.
Flora: existen praderas marinas con enorme diversidad de algas verdes, rojas y pardas,
asentadas en los fondos del mar, pero, sin dudas, lo más sorprendente son los bosques
submarinos de algas gigantescas llamadas cachiyuyos en las costas santacruceñas y más, en
las fueguinas (sus frondes alcanzan decenas de metros de longitud).
Fauna: aunque la franja costera es muy angosta, la costa alberga a una variada diversidad
de mamíferos y aves que las utilizan para reproducirse, a veces, en concentraciones
espectaculares. Muchas aves migratorias (como chorlos, chorlitos, playeros y gaviotines)
arriban a las costas para alimentarse estacionalmente. Hay gran riqueza de moluscos
(mejillón, cholga, calamar, pulpo), crustáceos (centolla) y peces (sardinas, anchoas,
corvinas, lenguado, pejerrey, merluza, caballa, salmón de mar, brótola, congrio, pez ángel y
róbalo) de gran valor comercial. Existe un cetáceo exclusivo de esta región, el amenazado
delfín del Plata o fransiscana. Entre los mamíferos, se destaca la ballena franca austral
(principal recurso turístico de Chubut), los lobos marinos (de uno y de dos pelos), el
elefante marino y varias especies de aves marinas (albatros, petreles, cormoranes, gaviotas,
gaviotines y pingüinos).
Problemas de conservación: sobrepesca, falta de control de las actividades turísticas,
contaminación industrial, doméstica y naviera (incluyendo derrames accidentales con
hidrocarburos), crecimiento urbano no planificado, captura accidental de mamíferos y aves
marinas en artes de pesca, basurales a cielo abierto que favorecen la explosión demográfica

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de especies como la gaviota cocinera (que se expande amenazando especies como el macá
tobiano, al que depreda sus huevos y pichones).

Creación de los Parques Nacionales


En nuestro país, la APN es el organismo encargado de la conservación del patrimonio
natural y cultural de las ANP (áreas naturales protegidas) en la República Argentina y
depende del gobierno nacional. El conjunto de ellas conforma el Sistema Nacional de Áreas
Protegidas, creado en 1934 mediante la Ley 12.103, modificada en 1972 por la Ley 18.595
y en 1980 por la Ley 22.351. En esta última se establecieron las actuales categorías de
manejo (Parque Nacional, Monumento Natural y Reserva Natural) con que cuentan las
ANP para alcanzar los objetivos de la conservación.
Además, la APN toma la clasificación de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) para
las ANP, definiéndolas como “una superficie de tierra y/o mar especialmente consagrada a
la protección y el mantenimiento de la diversidad biológica, recursos naturales y culturales
asociados y manejada a través de medios jurídicos y otros medios eficaces” (APN y FVSA,
2007: 19). De las siete categorías de manejo propuestas por la UICN, nos centraremos en la
categoría II, que define a los PN. Ella se implementa con el objetivo de “conservación de
ecosistemas y turismo. Se preocupa que no haya asentamiento permanente de personas (…)
La presencia de gente está sujeta a objetivos recreativos turísticos, educativos y científicos
compatibles con la conservación de la biodiversidad” (APN y FVSA, 2007: 20). En este
mismo sentido, en el Artículo 4° de la Ley 22.351 de PN se determina que “Serán Parques
Nacionales las áreas a conservar en su estado natural, que sean representativas de una
región fitozoogeográfica y tengan gran atractivo en bellezas escénicas o interés científico,
las que serán mantenidas sin otras alteraciones que las necesarias para asegurar su control,
la atención del visitante y aquellas que correspondan a medidas de Defensa Nacional
adoptadas para satisfacer necesidades de Seguridad Nacional”.
En ellos está prohibida toda explotación económica con excepción de la vinculada al
turismo, que se ejercerá con sujeción a las reglamentaciones que dicte la AUTORIDAD DE
APLICACIÓN (Ley 22.351)
A lo largo de la historia de los Parque Nacionales en nuestro país y en consecuencia con
las teorías sobre conservación, se fueron adoptando diferentes perspectivas al respecto.

La primera perspectiva es el Enfoque Preservacionista, que tuvo por objetivo


preservar paisajes de gran belleza escénica en donde la intervención humana fuera mínima.
El criterio “museístico” fue el aplicado por esta corriente, y las zonas montañosas o los
“paisajes monumentales” son los ejemplos característicos de ella. La contraparte de este

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enfoque fue que las regiones costeras y de humedales no fueron consideradas por no poseer
espacios de belleza espectacular. Para el caso de nuestro país, podemos mencionar la
creación de nuestros primeros PN como el Nahuel Huapi (1934) o Iguazú (1934), entre los
más representativos.

La segunda postura es el Enfoque del Equilibrio, surgido entre los años 20 y 30 del
siglo XX y predominante hasta la década del 70. Provino del auge de las ciencias
ecológicas y convivió con el Enfoque Preservacionista. El objetivo principal de esta
corriente fue mantener los valores de diversidad biológica, partiendo de la premisa de que
los sistemas ecológicos poseen un punto de equilibrio estable y que además se autorregulan
funcional y estructuralmente. Por tanto, se contemplaba que una unidad específica de la
naturaleza podía ser conservada en una reserva por sí sola, pues dichas unidades mantenían
una configuración estable y balanceada naturalmente.
Asimismo, si la estabilidad se veía afectada por un disturbio2, el sistema regresaba a su
estado estable y equilibrado anterior por sí mismo. En suma, este enfoque consideraba que
las reservas podrían cumplir su función con éxito si eran aisladas y protegidas de la acción
del hombre (Meffe y Ronald Carrol, 1997).
Bajo la influencia de esta corriente, los humedales y los ambientes costeros comenzaron a
ser considerados como áreas a ser protegidas. Además, comenzaron a implementarse
políticas de índole ambiental y de ordenamiento territorial, que integraran temas asociados
con los usos del suelo, pues el tema de las ANP comenzó a realizarse en zonas que estaban
pobladas (Acerbi y Bachmann, 1999).
Una tercera vertiente en conservación, que surge a partir de los años 70, es el Enfoque
Desarrollista, que se basa en el concepto de desarrollo sustentable. Aquí, la idea que
prima es la de imponer limitaciones al uso de los recursos ambientales y tecnológicos, y a
la organización social, teniendo en cuenta la capacidad de la biosfera para absorber los
efectos de las actividades humanas. Es decir que el “‘equilibrio’ entre desarrollo y el
ambiente puede y debe constituir una meta universal” (Acerbi y Bachmann, 1999: 12). El
objetivo que plantea esta corriente es el abordaje de la conservación de los recursos
naturales permitiendo la satisfacción de necesidades y de bienestar tanto de las sociedades
actuales, como de las futuras. En este contexto surge la necesidad de reservar determinados
territorios de las transformaciones antrópicas e implica una voluntad de la sociedad de
conservar el paisaje. Esta concepción intenta evitar los conflictos sociales que se dan entre
los habitantes de las ANP, que hacen uso de sus recursos, aquellos que utilizan estos
espacios como sitios de recreación, que también intervienen en el paisaje (Acerbi y
Bachmann, 1999: 12).
Por último, y de manera paralela al Enfoque Desarrollista, desde las ciencias ecológicas, a
partir de los años 70, comienza a gestarse lo que más tarde se conoció como el Enfoque
del Desequilibrio o No Equilibrio. Aquí, se plantea que los sistemas ecológicos sólo
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en situaciones excepcionales se encuentran en equilibrio, ya que por lo general
intercambian con su entorno materia y energía; es decir, son abiertos. Asimismo, se indica
que periódicamente se ven afectados por disturbios que repercuten en su funcionamiento y
estructura; por tanto, la auto-regulación no es una propiedad intrínseca. Esta corriente
plantea como eje central la idea de que las ANP no serán unidades efectivas de
conservación si exclusivamente se empeñan en cerrarse a la intervención antrópica
(Meffe y Carrol, 1997). Así pues, esta vertiente considera las siguientes premisas: que una
reserva no podrá ser conservada sin considerar sus alrededores, por lo cual ellos deberán ser
contemplados cuando se planifique la conservación; que a través de largos períodos, la
conservación de estas unidades no se mantendrá por sí sola; y que las ANP tendrán que
afrontar disturbios naturales y sociales mediante los que cambiarán su estado inicial. Vale
señalar que este enfoque es el que predomina actualmente en nuestro país.

Bibliografía:
 Caruso Sergio Adrían 2015
“Análisis del proceso de creación de los Parques Nacionales en Argentina”
Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires- Argentina
 Pisano. M.F y Halpern K 2009 “La Historia de la Tierra contada desde el sur del
mundo” Fundación Azara.

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