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Brunet - La Mampara 1946

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hacia abajo la protesta y e 1 amargor,

que iban a decir algo que ella, Ignacia


Teresa, no queria decir.
Saltaba de la cama, vistitndose ripi-
- entre idas y venidas a encen-
damente
-
loner agua a calentar
)mar de prisa el des-
orriendo para hallarse
:n el patio, darle un
tba por ser distraido y
la mejilla con una sh-
1 una desesperada ter-
ra querido alzarla y
)io de la cama y de-
in sentido y darle a
la criatura el cafC con
si, sopeado, como a
i
-“Dtjala que coma a
si quiere sopee.. .”-,
ido palabras sin senti-
iana, hasta que se dur-
no; habia que besarla,
$os fuertemente con-
correr desputs por el
io pasillo, tan largo,
m palacete y un edi-
Como thnel, largo, es-
)is0 desgastado, y en
didos, pintadas por la
veces, y pus0 el pie en la acprs- Rn-
dando de prisa, todo lo de p
le permitian la gordura y la f
una esquina esper6 el paso de
che para atravesar sin sobresali
mujer pas6 ante ella, gorda,
cabeza en que se arrollaba u
cano, con una bata de percal
una hilera de botones chiqi
marcaba la comba de 10s sen
otra comba del vientre, anc
pies, contentos 10s pies en un:
I tal, sino que mostrando el filo.
Pero el mismo rosa instanthneo de
antes se extiende sobre su cara, se
prende a sus mejillas, y la voz, toda
t
definitivamente de raso, dice en un
bisbiseo:
-Si, si.. . Soy yo.. . ?A quk hora?
Si.. . Si.. . Oigo bien.. . Entendi-
do. .. Hasta luego. .. Si. .. Gra-
cias. . .
La comunicaci6n ha terminado y
a h tiene ella el fono en la mano,
sonriente, arrebolada, blanda, tierna,
amorosa a la madre que le dice seca-
mente:
? -Ahi tienes tu agua.
Y ella contesta:
i

c6n, y alli se queda inmovilizado en


un nuevo sueiio. .
La madre se demora tendiendo la
ropa, estirando ligeramente el gtnero,
alisando 10s encajitos. Cuando se sien-
ta en 10s Gltimos escalones y toma el
tejido, las sombras blancas de las blu-
sas, levemente mecidas por el aire,
la angustian con sus extraiias formas
vivas de cuerpos mutilados, espanta-
pijaros que ad, a la distancia y para
sus ojos que empiezan a fallar, pare-
cen tener una migica vida sobreco-
gedora.
La maiiana ha tenido el ritmo de
1 siempre: la mampara, el pasillo, el
i patio, la ida a la compra, el regreso
a la casa para atender a Carmen, orde-
nar, limpiar, preparar el almuemo.
Hasta ahi ha sido todo como siempre
en 10s Gltimos tiempos. Per0 luego se
abre la inquietud por la demora de
Ignacia Teresa, que nunca trastrueca
hibitos, que jamb crea preocupacio-
i nes. Los minutos parecen ir pesindo-
i le en el corazbn, pequeiias losas que
' b se superponen hasta no dejarla respi-
rar. 2Un retraso en el tranvia? 2Y si
fuera un accidente? Le entra en la
came un temblor de espanto: siente
' 1
en alguna parte el estrkpito de un
choque, 10s gritos, 10s ayes. Le pasan

I 33
1
a saIir a la calle y preguntar -<a
qui&?- d6nde esti Ignacia Teresa,
por quk no Ilega. Y de shbito se le
ocurre lo m b sencillo, lo que no com-
prende c6mo no ha hecho antes, Io
que va a hacer luego de subir la esca-
lera con prisa afin mbs acentuada que
antes: llamar a la fhbrica y preguntar
por Ignacia Teresa.
Cuando entra a la casa, el teltfono
suena y es Ignacia Teresa, la voz de
Ignacia Teresa, sin estertores, sin ago-
nia, sin acentos ultraterrenos, con su
perfecta entonaci6n de siempre, la
que explica que se ha quedado reteni-
da por un trabajo imprevisto.. .
I

Eso acaba de pasar. Ha pasado. Pe-


ro de nuevo se alza como un impera-
t h o presente dentro de ella, y revive
cada rninuto con igual angustia.
Remueve la cabeza de uno a otro
lado, con un gesto que le es habitual,
y con el cual quisiera deshacerse de
la red insistente de sus penas. iHasta
cuindo, Dios mio.. .! jHasta cuindo
sufrimientos !
La gruesa lana resbala por sus dedos

35
-De jam6n -dice ella que de pron-
o se ha tranquilizado.
Es tonto haber perdido media ho-
a vagando calles, asediada por el
iambre y por el pavor m b grande
hn de entrar a un bar, a un cafC. En
rerdad ha sido una tonta. Sonrie,
poya 10s pies s6lidamente en el tra-
Fesaiio del taburete con un gesto de
,osesi6n, y abarca con una mirada
erena todo lo que hay en su con-
orno.
No es mucho. U n mostrador en
orma de herradura, limpio, limpisi-
no. En un extremo la caja, con el
nuchachote adentro mirindola amis-
os0 y domtstico, con aIgo en la ex-
bresi6n que le recuerda vagamente,
in poder precisarlo, un cachorro en
,I zool6gico, y que la hace mirarlo
ambien amistosamente, con esa au-
ente mirada que se desliza por lo
arniliar. En el otro extremo hay un
rmario con tarros de dulce. Detrhs
le1 mostrador ei mozo manipulea mis-
eriosos artefactos. Junto a1 mostra-
lor esti tan s610 ella.
Observa a1 mozo que le pone delan-
e la taza y, sobre una servilleta de
)apel, el pan por entre cuyo corte
soma el rosa tierno del jam6n. La
natita da un salto en su est6mago.

45
-
ble, ese miedo qu
miedos que a tra I
van aposando en I
la sin movimient
do.. . Ten cuidad
cuidado.. Ten c.
6Es que hay qu
tas cosas?
-Chiquita.. . -
ea terneza, refren
que pondria su 1
menuda, para llev
asechanzas.

r-n- 11-
aedo
nom
j

la, sir
mpor
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y u
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juegc
el m
.ulosa

4
i3palGlX U U l l d n l l l l d -p”LlL‘d> CUl-

tas, barriguita redonda, cabecita chi-


ca, asi la define Nina, para terminar
con una voz cavernosa: y un coraz6n
grande, grande, que no cabe en nin-
ghn sitio-. DoGa A h a sonriente, arre-
glada como para ir a un cocktail, con
dos brillantes que son una fortuna en
una mano y una plaquette que vale
otra fortuna prendida a1 cierre del
escote que, por m6s pequeiio que sea,
siempre deja ver curvas indiscretas.
Mueve la cabeza, sonrie, entorna 10s
ojos miopes, se le agitan 10s rizos que
diariamente fija un peluquero, se ob-
serva las ufias que diariamente repasa
una manicura, se mira 10s zapatos, el
traje, todo ello con una complacencia
de chica provinciana que estrena ves-
-jQUC belleza! Mira quk amor.. .
-y junta a su cara la seda, en que so-
bre un fondo azul se abren y cierran
alas de mariposas.
Tel ha recordado algo y dice,
arranchndole el gCnero de las manos:
-Hay que vestirse, hay que arre-
glarse; mamita, eres un amor, te da-
ria mil millones de besos, per0 ahora
no tenemos tiempo, que ya estamos
atrasadas y hay que vestirse. ApGrate,
t G que eres la m6s demorosa, anda a
peinarte, yo buscar6 tus cosas, per0
por favor aphrate.. ,
Doiia A h a las mira sonriendo siem-
pre, meneando la cabeza, entrecerra-
dos 10s pirpados, esplendiendo 10s
brillantes, mirando sus ufias, las telas
sobre la cama, una pantufla que est6
como afligida en su abandon0 en me-
dio de la habitacibn, el polvo dorado
f , -
I Nlira desolada dona Alma 10s mue-
bles auttnticamente franceses -gusto
de Tolin-, las camitas gemelas, 10s
doseles coquetamente aIzados, las en-
maderaciones claras, 10s amorcillos
sobre las puertas, 10s caireles de las
16mparas, el petit point de 10s sillones,
la fragilidad de las porcelanas.
-<Es que no te gusta esta pieza?
-Me gusta para verla en un museo,
para mirarla en el stand de una expo-
sicih, para saber que es de Tel, per0
no para pieza mia, ni menos para
compartirla con otra.
-Nunca pueden todos estar con-
tentos, es una desgracia.. . una des-
gracia enorme.. . -lo dice tan afligi-
da como si comprobara la pkrdida de
un hijo, o de un brillante, o la excusa
de la seiiora del ministro que no pue-
de “por inconvenientes de hltimo mo-
mento” acudir a su bridge.
-Yo pido s610 el peor de 10s cuar-
tos de la casa, una pieza de servicio,
per0 que sea mia, amueblada a mi
I gusto, donde nadie me moleste y don-
de, pueda
. estudiar,
.. . fumar, leer, oir
a1 padre, a*Margarita, a Tolin, a Tel;
I combativa, sublevada, discola, imposi-
ble de adaptar a1 medio en que cada

57
UVIII" "VbU"U"U.. u VYV A-LVAI.".

voltear la cara roza el muro, hspero


I
y blando, cement0 mal fraguado, are-
nilla y cal chafarronienta, intolerable
a1 olfato. Las sombras, lo hbmedo, lo
miserable vergonzante: todo entra en
ella de golpe y se le aposenta en el
alma, llena de resentimientos, de va-
nidades, de humillaciones, de ambi-
ci6n y de tenacidad. No le caben
dentro tantas cosas. Parece que fuera
r ~ -- - r -
el lado de la abuela L6pez. Es un
amor perdad? jQuC feliz es la gente
con fortuna que puede permitirse el
lujo de 10s regalos!”
Batallar por una invitacih, por un
obsequio. Estar en todas partes, ser
la infaltable invitada a todas las re-
cepciones, poder comentar el hltimo
estreno, la exposicih recientemente
inaugurada, el baile de las debutan-
__ .- -------_* ~ .-
TAllERESGRAFlCOS DE SEBASTlAN DE AMORRORTU
E HIJOS, AVENIDA CORDOBA 2028 ,BUENOS AlRES
,

Queda hecho el dep6sito que previene la leynlrmero


11.723. Copyright by E M E C f EDITORES, S. A .
Buenos Aires, 1946

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