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Disfemia o Tartamudez
Disfemia o Tartamudez
Disfemia o Tartamudez
Es necesario saber cuándo, dónde, cómo y con quién ocurre, para poder
establecer el porqué, la causa de dicha tartamudez. En muchas ocasiones hay
una predisposición genética a la tartamudez, por lo que conviene averiguar si
alguno de los padres tuvo ese problema en la niñez.
Otro punto fundamental a tener en cuenta es la edad del niño, pues existe
una tartamudez evolutiva que aparece en torno a los 3 o 4 años de edad en la
que el niño tiende a repetir las palabras, o en ocasiones 'se atasca' y no sabe
continuar. Si en cambio nuestro hijo tiene más de 5 años y continúa o se ha
acentuado la tartamudez, conviene pedir ayuda y valorar el problema para poder
iniciar una intervención.
Una vez que hemos observado el problema, es importante que los padres:
1. No terminen las frases del niño. Tiene que aprender a hablar por si mismo
para que vea que puede enfrentarse al problema y salir victorioso del mismo.
3. No interrumpirle, dejarle que acabe las frases. Se le puede animar a que
termine, con palabras de aliento, o una sonrisa.
4. Grabarle cuando hable despacio y cuando habla deprisa, para que él se oiga y
empiece a ver las diferencias.
5. Cantar con él y de nuevo grabarle para que se escuche y que vea que cuando
canta no tartamudea. Explicarle que esto sucede porque cantando “gestiona”
mejor la cantidad de aire a expulsar.
8. Alargar las vocales al hablar. Esto sobre todo lo podemos hacer mientas el niño
lee.
9. Trabajar el turno de palabras, como por ejemplo, los padres empiezan una
frase, paran y le piden al niño que él la termine.
10. Controlar las conductas de ansiedad del niño. Trabajar con él el miedo a
tartamudear.
Actividades de relajación
El niño/a se acuesta en una superficie plana con los ojos cerrados, y le movemos
lentamente los brazos, piernas y cabeza.
En la misma posición, el niño/a realiza, de un modo suave, ejercicios de contracción –
extensión del cuerpo y de las distintas partes del cuerpo
Otros ejercicios de relajación son el bostezo, el bostezo con la boca cerrada y la
relajación del cuello y de la cara, intercalando relajaciones breves y largas.
Arrugar la frente. Sentir la sensación de tensión por encima de las cejas y en el puente de
la nariz. Relajar poco a poco.
Cerrar fuertemente los ojos. Notar la sensación de tensión por debajo de los párpados y
en el interior y exterior de cada ojo.
Abrir los ojos lentamente.
Realizar el mismo ejercicio anterior guiñando un solo ojo, primero el derecho y
posteriormente el izquierdo.
Actividades de respiración
– Respirar concentrándose en que el aire inspirado se dirija a la parte inferior de los
pulmones.
– Respirar concentrándose en que el aire inspirado se dirija a la parte inferior y media de
los pulmones.
– Concentrarse para una inspiración completa.
– Realizar una espiración completa y regular.
– El objetivo es generalizar la respiración completa a las condiciones habituales.
Actividades de habla y lectura
– Hablar y leer despacio, pero sin exagerar; emplear frases cortas y sencillas; no
interrumpir, hay que aceptar sus tiempos.
– Realizar ejercicios de evocación de las palabras y ejercicios con frases sencillas. Por
ejemplo, se pueden realizar juegos verbales como: ¿Con qué sonido comienza la palabra
gato? ¿Qué letras forman la palabra gato? ¿Cómo hace el gato?
– El uso de gesto acompañado al habla. El uso de gestos con las manos y brazos al hablar,
de una manera armónica y expresamente exagerada. Este procedimiento modifica la actitud
en la rigidez.
– Hablar al compás que se camina.
– Grabarle cuando hable despacio y cuando habla deprisa, para que él se oiga y empiece a
ver las diferencias.
– Cantar con él y de nuevo grabarle para que se escuche y que vea que cuando canta no
tartamudea. Explicarle que esto sucede porque cantando “gestiona” mejor la cantidad de
aire a expulsar.
– Trabajar con el niño la respiración diafragmática (que aprenda a hacer una respiración
profunda en la que el aire llegue al diafragma o a la tripa).
– Hacer ejercicios de soplo, como hinchar globos, soplar velas, soplar con pajitas… de esta
forma conseguiremos fortalecer los órganos fonadores.
– Alargar las vocales al hablar. Esto sobre todo lo podemos hacer mientas el niño lee.
– Trabajar el turno de palabras, como por ejemplo, empezamos una frase, paramos y le
pedimos al niño que él la termine.
Fuentes: manuales de logopedia.